domingo, 20 de mayo de 2012

LA TEORÍA DE LOS CICLOS HISTÓRICOS DEL DR. JOSE GIACOPINI ZARRAGA: UNA REVISIÓN A LA LUZ DEL PRESENTE Y DEL FUTURO POR VENIR.



En muchas conversaciones sostenidas con el recordado Dr. José Giacopini Zarraga me señaló, recalcó y repitió de manera insistente su tesis de los ciclos históricos que había caracterizado a la Venezuela republicana[1]. De acuerdo con su tesis que en cierta forma se enmarca dentro del pensamiento fisiocrático por denominarlo de alguna manera, el país había vivido varios períodos donde la idea de la política estuvo determinada por la figura de una persona o clase dirigente. Estos periodos fueron mediados por una etapa de transición que daba paso al propio periodo histórico. Así pues, nuestro país según J. Giacopini tuvo un periodo paecista de más o menos treinta años, luego vivió una etapa de inestabilidad y transición política hasta que el guzmancismo se consolidó en el poder. Con el declive del guzmancismo se inició otro periodo de inestabilidad política que finalizó con la asunción al poder de Juan Vicente Gómez y finalmente, hasta el año 1998, se puede hablar del poder ostentado por el grupo conformado por el denominado Pacto de Punto Fijo.

El declive del denominado Pacto de Punto Fijo comenzó formalmente con el caracazo en 1989, posteriormente se profundizó con los intentos de golpe de Estado fallidos del año 1992 y 1993, y finalmente con la ascensión al poder del actual presidente de la república. Su materialización se produjo con la implantación de la constitución del año 1999. Estos cuatro grandes periodos históricos, es decir, el paecista, el guzmancista, el gomecista y el representado por el pacto de Punto Fijo en principio ocultan los procesos de transición política que permitieron el avance y concreción de cada ciclo, sin embargo, la nueva fase de inestabilidad que comenzó a vivir el país desde el año 1999 me hizo preguntarle a J. Giacopini en varias oportunidades su opinión sobre la situación política interna y hacia donde iría el país en esta nueva fase histórica. A la pregunta respondía que harían falta varios años para visualizar que podría pasar, pero llegó a recalcar en varias oportunidades que si el actual presidente de la república lograba mantenerse en el poder se produciría un proceso paulatino de estabilización que constituiría el inicio del nuevo ciclo histórico que marcaría el destino del país por las próximas décadas. Ciertamente, el presidente de la república ha logrado consolidarse en el poder, pero ello no ha significado un proceso paulatino de estabilización, al contrario, se ha visualizado a partir del año 2006 un proceso paulatino de agotamiento del modelo que ha tratado de imponer de muchas y diversas maneras por lo que las elecciones del 07 de octubre de 2012 son percibidas como cruciales para la clase dirigente actual debido a que estas elecciones representan, al parecer, el último obstáculo para la implantación no sólo de un nuevo proyecto político, también una nueva forma de vida para los venezolanos. Este hecho permite plantear las siguientes situaciones problemáticas: ¿la transición política que se inició en el país en el año 1989 con el caracazo aun no ha finalizado?, ¿se ha producido una aceleración de la historia colocándose el país a las puertas de otro nuevo proyecto político? o ¿se podrá concretar el proyecto político implantado en el país en el año 1999?.

Para responder a estas interrogantes nos vamos a apoyar en esta teoría giacopineana con el propósito de intentar evaluar de forma reflexiva cómo confluyeron la situación interna e internacional en la generación de los ciclos en cuestión y establecer así: 1.-) algunas analogías entre las situaciones del pasado y del presente que nos permitan dar luces sobre el rumbo a seguir frente a las tempestades que se otean en el horizonte, y 2.-) constatar la validez de la teoría antes reseñada. Al efecto se va a seguir el siguiente esquema:

·         La transición política como mediación entre periodos históricos.
·         El movimiento en nuestra historia: dirección y velocidad.
·         La estabilidad política y el tiempo interior.
·         Reflexión Final.

La herramienta empleada en este trabajo es la hermenéutica[2] entendida como una premisa para tratar de acceder a una especie de la arqueología revolucionaria que permita evaluar el horizonte de comprensión de nuestra historia como pobladores de un mismo espacio geográfico.

1.- La transición política como mediación entre periodos históricos.

La palabra transición en nuestra historia ha sido sinónimo de violencia política. Según el J. Giacopini ha sido el proceso que conduce a la estabilización. Pero una ojeada a nuestra historia nos señala que los cambios de poder se han producido de forma poco cruenta y poco republicana y la violencia ha sido la forma recurrente en que se ha manifestado la política. Poco cruenta porque ha sido consecuencia de una violencia recurrente por lo que el cambio es efecto de un vacío que ha sido ocupado por un nuevo grupo que ha operado en función de intereses particulares. Este vacío nuevamente ocupado por la nueva clase dirigente ha necesitado de un proceso de consolidación, es decir, de extensión de su poder a todos los confines del Estado y este proceso de llenado ha producido situaciones de violencia política hasta que se reordenan las fuerzas políticas creando las condiciones para el inicio de un nuevo ciclo.    

Estas situaciones de violencia han sido consecuencia: 1.-) del anómalo proceso de constitución del país[3], 2.-) del proceso de declive político de una envejecida clase dirigente y 3.-) del proceso de consolidación de la nueva clase dirigente. De acuerdo con esta afirmación, la palabra “estabilización” es una expresión clave para entender más o menos el proceso de consolidación de una clase dirigente en el poder, pero como nuestra historia lo ha demostrado esta consolidación ha sido precaria debido a la violencia que se ha manifestado de forma más o menos constante desde el año 1830. Por ello se puede afirmar que los momentos de cambio político han sido momentos en que ha disminuido la intensidad de la violencia más allá de los estados en que han sido constantes de represión política. Así pues la estabilización es la forma en que se manifiesta la transición de un régimen a otro y esta ha sido, con la excepción del inicio del guzmancismo, mediante la aniquilación política de la clase dirigente depuesta del poder. El tiempo que ha durado este proceso ha dependido de la habilidad para producir el cambio como aconteció en el famoso Tratado de Coche de 1863 que puso fin a la hegemonía de Páez o la incapacidad para producirlo por la naturaleza de las fuerzas en pugna como aconteció con el fin del gomecismo entre los años 1935 y 1958.

En nuestro caso actual vivimos una transición cuyo inicio formal se produjo en el año 1989, pero al contrario de lo que pensó y percibió J. Giacopini hasta su despedida de este mundo, no vivimos una fase de estabilización o de consolidación como la hemos denominado, más bien como ya se anunció hemos estado viviendo un proceso de declive de la clase dirigente agravada por factores internos (en relación con el país y con respecto a la cohesión del propio grupo político) y externos (por la gran presencia extranjera en el país, en especial la cubana) que han acelerado su declive en los últimos años. Este proceso de declive que se inicio con la derrota sufrida por la clase dirigente en su intento de imponer una reforma constitucional y se ha acentuado con los retrocesos sufridos a nivel legislativo y gubernamental nos ha mostrado que en la práctica no se ha producido el cambio político y tanto el presidente de la republica como el resto de la clase dirigente han estado conscientes de ello. Por este motivo, las elecciones del 07 de octubre de 2012 son consideradas vitales para asegurar la viabilidad y permanencia del nuevo proyecto político. Las preguntas que saltan a la vista son ¿qué ha impedido que ocurra el cambio político? Y ¿qué del pasado ha constituido un óbice que ha impedido que se produzca dicho cambio?

En relación con la pregunta sobre qué ha impedido el cambio político se puede afirmar que además del defectuoso nacimiento del país que ha impedido que se constituya en una república persisten los restos históricos de clases dirigentes pasadas que aún persiguen recuperar el poder. Con respecto a qué del pasado ha impedido que se produzcan los cambios en la actualidad habría que buscar la respuesta en el puntofijismo. La causa de esta afirmación obedece a que este pacto político pudo persistir porque rescató fuerzas remanentes del gomecismo para oponerlas al remanente del perezjimenismo y de lo que podríamos denominar el larrazabalismo en alusión al poder político que ostentó la marina de guerra entre los años 1958 y 1961. El porteñazo produciría una reunión del gomecismo y perezjimenismo que se mantuvo latente en el ejército hasta su reaparición el 04FEB1992. Con el colapso de los partidos políticos considerados como tradicionales en el año 1998 nadie se percató, a pesar de la gran cantidad de estudios realizados al respecto, que el gomecismo se comportó como el embrión de un partido político armado hasta mucho después de la muerte de Gómez[4], reproduciendo en el presente prácticas que se habían considerado hechos del pasado. Así pues, para que se pudiera hablar del colapso de los partidos políticos tradicionales se debió incluir al partido militar. El proceso de declive que se ha estado observando a pesar de los esfuerzos de la clase dirigente de fortalecer un partido que unifique en su seno a todas las tendencias políticas existentes de los que ostentan el poder es lo que ha hecho del 07OCT la tabla de salvación para la implantación del nuevo modelo para desde el poder producir un proceso de reacomodación política.

Pero el 07OCT2012 no sólo podría representar un proceso de reacomodamiento de las fuerzas políticas de la clase dirigente que en sí es interpretado como una tabla de salvación, también su colapso definitivo. De ahí la importancia que estas elecciones presidenciales le han sido dadas por las fuerzas en pugna. Así pues, si retomamos las conversaciones sostenidas con J. Giacopini sobre la estabilización del país luego del año 2004 puedo concluir que el presidente de la republica no sólo no pudo lograr la estabilización debido entre otras muchas causas al hecho que se apoyó en un partido (el militar) que estaba en declive desde el punto de vista político, también, y a razón de ello, ha conducido al país a una fase de mayor inestabilidad sólo semejante a la representada por el postgomecismo debido a la resistencia que se ha producido tanto dentro de sus filas como del resto de las fuerzas opositoras de implantar un régimen que aún no ha sido aceptado por una gran parte de la población venezolana. Con este panorama, al país le queda manejar los escenarios representados por los siguientes hechos del pasado tomados como modelos: 1.-) el modelo postgomecista, 2.-) el castrista o 3.-) el modelo constituido por el Tratado de Coche. El puntofijismo en este caso no representa un modelo a seguir porque mediante el fraude político se excluyó a una parte considerable de la nación y ello significó no sólo casi dos décadas de subversión armada, también el incremento de la injerencia extranjera en los asuntos internos.

La consideración de estos modelos permite introducir el tema externo, anunciado unos párrafos atrás. Los momentos de transición política que ha vivido el país han estado signados por la presencia de potencias extranjeras que han visto la inestabilidad como una oportunidad para obtener beneficios a costa del Estado venezolano. De una manera más clara se tiene lo siguiente:

·         Con el ascenso del guzmancismo el país fue sometido a la presión diplomática naval francesa, holandesa e inglesa[5].
·         Con el ascenso del gomecismo el país fue sometido a la presión diplomática naval italiana, alemana, holandesa, británica y estadounidense. Además fue el periodo en que el país tuvo las mayores pérdidas territoriales.
·         Con el postgomecismo el país aceptó la presencia militar primeramente italiana y posteriormente estadounidense después de fuertes presiones diplomáticas y militares.

Como se puede observar la presencia extranjera ha sido creciente con el pasar del tiempo. Esto ha ocurrido debido a la importancia estratégica del país dentro de la esfera internacional. Hoy día vivimos una importante y desmesurada presencia cubana que le ha dado a la transición política una gran complejidad. Junto a esta presencia extranjera se agregan otros problemas fronterizos que han puesto al país en el centro de la atención internacional, con lo cual se evidencia que la estabilización del país para la actual clase dirigente cada día se observa más alejada. Este hecho permite plantear el interrogante de saber si se ha producido una desaceleración del proceso de transición en relación con los otros ciclos históricos o estamos en presencia del inicio de otro curso a seguir en nuestra historia.

2.-     El movimiento en nuestra historia: dirección y velocidad.

El uso de la palabra “ciclo” refiere a una vuelta a un origen[6]. Por ello se han usado las expresiones “revolución liberal”, “revolución restauradora” y “revolución de octubre”. Estos han sido unos nombres que indican una intencionalidad que ha estado justificada en todos los casos por el interés en recuperar los ideales que signaron nuestro proceso independentista desde el punto de vista bolivariano. Pero estas vueltas a un origen también han tenido otra cara, la de modernizar el país. Por ello la línea de tiempo de la historia que se inició en 1830 en nuestro país ha tenido los recorridos marcados por el espíritu de la época y unos retrocesos marcados por los declive de las clases dirigentes que hacen que la que la ha sustituido vaya atrás para “recuperar” lo perdido intentando con ello hacer una nueva historia cuyo punto inicial ha pasado a ser el momento en que se asciende al poder. Así pues, la linealidad de nuestra historia ha estado signada por unos grandes saltos hacia atrás determinado por la forma en que han obtenido el poder y su duración ha estado determinada por la efectiva duración de la clase dirigente en el poder. Al respecto, todos estos ciclos han tenido una fase de nacimiento, consolidación y declive.

La percepción de los saltos hacia a atrás en realidad ha sido aparente. Lo que ha sucedido es que con cada toma del poder, la nueva clase dirigente ha concentrado sus esfuerzos en mantenerse, y este mantenerse, teniendo presente el origen de la nueva posición política, es la forma en que se ha materializado el Estado, es decir, el tiempo se convierte en circular por lo repetitivo de los esfuerzos por mantenerse en el poder y su mantenimiento ha sido posible gracias a la implantación de unos regímenes de violencia y una reordenación del Estado para los propios fines de la clase dirigente[7]. Cuando se ha roto el círculo se ha retornado la línea (por eso se habla de avance, evolución, desarrollo) mientras se establece el nuevo ciclo (círculo) de dominación. Así pues se puede afirmar que los momentos de transición han sido los momentos de avance en nuestra historia. La pregunta que surge ahora es cuál ha sido la dirección de la línea de nuestra historia antes de convertirse en círculo y cuál ha sido el sentido del círculo[8].

La línea puede ser entendida como el curso por medio del cual se sigue hacia una mayor perfección desde la perspectiva política mediante el cultivo de la libertad que individualmente facilita una mayor perfección en el esfuerzo de cada ser en perseverarse en su propia existencia. Ello se ha evidenciado en los logros que la sociedad venezolana a alcanzado a costa del Estado en toda su historia política. 

El círculo por su parte es la forma con que el poder se repite a sí mismo para conservarse mediante el Estado. El tema a considerar en cada caso es el origen que se han establecidos los poderes para justificar la repetición. Los periodos de nuestra historia signados por el guzmancismo y gomecismo pusieron su horizonte de justificación ideológica en las ideas del Libertador Simón Bolívar. Por su parte, el paecismo  y el puntofijismo colocaron su horizonte de justificación en una idea de república cuyo inicio data en el año 1830. Estos dos últimos periodos mencionados a pesar de tener su origen en una desmembración (la de la Colombia La Grande) tienen sus raíces ideológicas en los acontecimientos acaecidos entre los años 1810 y 1811. La debilidad del establecimiento de estos horizontes de justificación radica en que todos fueron producto de un vacío que intentó ser llenado de una manera u otra (incluso con la fuerza), es decir:

·         En 1810-1811 se buscó llenar el vacío dejado por el colapso de la monarquía española después de la invasión francesa.
·         El bolivarianismo parte de las ideas que nuestro Libertador impuso en el Congreso de Angostura para llenar el vacío provocado no sólo por la pérdida española de Guayana, también por el vacío que se estaba generando por las discrepancias en la autoridad de la conducción político-militar de una guerra que a partir de ese momento dejó de ser interna para comenzar a ser considerada internacional.
·         En 1830, por su parte, se buscó llenar el vacío producido por las luchas internas en el seno de Colombia La Grande.

El origen del vacío en todos los casos mencionados ha estado en la supresión y la represión de una parte de la población. Por ello, tomar estos horizontes de comprensión para justificar desde el punto de vista ideológico la toma del poder por parte de una clase dirigente ha constituido un problema porque la solución ha representado un importante costo de vida cuando lo que se proponía en un principio era salvarlas.

La “revolución bolivariana” pareciera no ser la excepción. La denominada “revolución bolivariana” ha tomado dos orígenes: el Congreso de Angostura y la lucha emprendida por Ezequiel Zamora digámoslo por la igualdad social. Ya hemos destacado el inconveniente de tomar el inicio de Colombia La Grande como un origen. El caso de Zamora no es la excepción. Este caudillo, después de haber servido a una clase dirigente se alzó contra esta para imponer su visión del mundo a partir de: 1.-) un origen defectuoso ubicado en el año 1830 y 2.-) un origen difuso que se puede rastrear en la resistencia indígena, la lucha por la libertad de los negros iniciada por Andrés Blanco (materializada en la fundación de Curiepe), en la lucha emprendida por José Leonardo Chirinos e incluso la llevada a cabo por José Tomás Boves.

Como se puede observar, la denominada “revolución bolivariana” al tomar como horizonte de comprensión y justificación los orígenes mencionados precedentemente, es decir, el bolivarianismo y el zamoranismo ha fomentado en cierta forma: 1.-) la exclusión dentro de un contexto de fragmentación política y social y 2.-) la violencia política y social como mecanismo de control y perpetuación en el poder. Aunado a ello, la clase dirigente de este país ha intentado de imponer un “socialismo” entendido de una manera diferente, pero teniendo como modelo la experiencia cubana a pesar de que una parte considerable de la izquierda mundial ha expresado que el modelo cubano ha repetido los errores que llevaron a la desaparición de la Unión Soviética y lo que fue denominado el socialismo real. Este esfuerzo en implantar esta nueva ideología se ha topado con: 1.-) una creciente resistencia por parte de importante sectores de la sociedad y 2.-) el resurgimiento, a la par del mismo proceso revolucionario bolivariano, del gomecismo y el perezjimenismo encarnado en el partido militar que ha sumido a la nueva clase dirigente del país en una gran contradicción.

La contradicción en el seno de la clase dirigente por contener en sus filas tendencias gomecista-perezjimenistas en conjunto con las ideas “socialistas” remanentes del socialismo real se ha complejizado por el esfuerzo de intentar integrar en un concepto ideas de origen defectuoso con una ideología cuya forma en que fue implantada fracasó estrepitosamente a finales del siglo XX. Esta compleja contradicción ha sido la causa de: 1.-) la extensión de la transición, 2.-) la propia descomposición del régimen y 3.-) incremento de los niveles de intolerancia en el país. La solución de la contradicción va a significar una purga en el seno de la clase dirigente lo cual va a prolongar la transición en sí misma y va a generar también más inestabilidad.

Frente a estos inconvenientes se plantea la necesidad de establecer: 1.-) un nuevo horizonte (o un nuevo punto de retorno) para evitar que la exclusión entendida en sus múltiples formas se constituya en una herramienta de “estabilización” o 2.-) crear un nuevo origen que represente una línea de fuga[9], es decir, un nuevo camino que permite escapar del pasado y a la violencia política que pudiera estar acrecentándose. Establecer un nuevo punto de origen es complicado. Habría que basarlo en un momento de unión y no de supresión. Antes de 1810, el único momento de unión se produjo en el año 1743, cuando hispanos, blancos criollos, pardos, mestizos, negros y amerindios se unieron para repeler la agresión inglesa en la Guaira y Puerto Cabello. Ese momento tiene la ventaja de que a partir de ahí se pudo empezar a hablar de “nosotros”, pero tiene la desventaja de que ese “nosotros” se produjo a partir de la desigualdad y la separación racial y social.

A partir del año 1743 se produjo un proceso de unificación en un espacio geográfico determinado gracias a la existencia de un contexto estabilizado. El agotamiento de ese modelo se produjo con el fin del denominado “ancient regime”, es decir, el absolutismo monárquico. En la Capitanía General de Venezuela ello se sintió primeramente con el levantamiento de José Leonardo Chirinos y posteriormente con el levantamiento de Gual y España. Esto significa que el país vivió una relativa estabilidad a pesar de la desigualdad de la población de más o menos cincuenta años a pesar de la Guerra de los Siete Años y la Guerra de Independencia Estadounidense. La causa pudo deberse a la prosperidad económica en un ambiente monopolizado cuyos beneficios se irradiaron a importantes segmentos de la sociedad venezolana.

Un nuevo origen, por su parte, debería: 1.-) evitar los ciclos históricos, 2.-) aprovechar las ventajas que han significado los momentos de transición y canalizarla para el beneficio colectivo y 3.-) debe ser inclusiva. Evitar los ciclos históricos para impedir que surja otra estructura de poder. Aprovechar y canalizar la ventaja de la transición es implantar en el país un proceso constituyente de manera permanente y en consecuencia, obligatoriamente inclusivo. Pero esto hace necesario analizar la transición en sí misma.   

La transición es el proceso que se inicia desde el momento en que ha empezado a ser visible la decadencia de un régimen. Así pues, el periodo que medio entre el paecismo y el guzmancismo fue de aproximadamente 15 años contados a partir del asalto del Congreso de la república protagonizado por José Tadeo Monagas hasta el Tratado de Coche. De igual forma, la transición que condujo al gomecismo fue alrededor de 13 años contados a partir de la muerte de Joaquín Crespo en la batalla de Mata Carmelera hasta el declive físico de Cipriano Castro que lo fue apartando del poder hasta que Gómez llenó el vacío dejado por su predecesor. Por último, el periodo de transición que marco la muerte de Gómez hasta la consolidación del puntofijismo después del porteñazo fue de 37 años. Si se considera el periodo de 13 a 15 años como lo normal habría que preguntarse qué pasó con el ascenso del puntofijismo. Esto nos obliga a dirigir la mirada a la Capitanía General de Venezuela. La transición del régimen colonial al de un Estado independiente se produjo en un periodo de 20 años contados desde el año 1810 hasta el año 1830. Pero si se consideran los primeros síntomas, en este caso los movimientos de Chirinos, Gual y España nos encontramos que ese proceso de transición duró alrededor de 35 años. Este resultado nos da dos largos períodos de transición y dos relativamente cortos períodos. Si pretendemos buscar la causa de esta diferencia, habría que buscarla en los factores internos y externos que influyeron en ese proceso y el papel de Venezuela en los mismos.    Desde esta perspectiva, se tiene lo siguiente:

·         La transición al guzmancismo coincidió con el estallido de la guerra de secesión estadounidense, la segunda guerra de independencia mexicana, la guerra de la triple alianza, la guerra pruso-danesa y la guerra austro-prusiana con lo cual la atención extranjera estaba volcada a otros escenarios diferentes al venezolano. En este periodo hubo al inicio una aceleración de los procesos de cambios que disminuyó en intensidad con la muerte de Zamora.
·         La transición al gomecismo, o mejor dicho el castrismo, se produjo en momentos en que EE.UU. había logrado establecerse como potencia hegemónica regional con lo cual las acciones emprendidas contra Venezuela por las potencias europeas en los años 1902-1903 estuvieron condicionadas militar y políticamente. En este periodo hubo también al inicio un proceso de aceleración que fue frenado con las negociaciones que pusieron fin al bloqueo y la toma de Ciudad Bolívar por las fuerzas castristas[10].
·         La transición al puntofijismo comenzó con el estallido de la guerra civil española, continuo con la segunda guerra mundial y se acentuó con el estallido de la guerra fría. La aceleración en este caso se produjo con la denominada revolución de octubre, o sea luego que terminó la contienda mundial y la desaceleración se produjo con el estallido de la guerra fría y en especial cuando occidente logró el control de los campos petroleros iraníes y aseguró los campos petroleros venezolanos[11].
·         Por último, la transición al paecismo comenzó en el año 1810. Aquí se produjo una aceleración que perdió fuerza en el año 1814, luego se produjo otra aceleración con la toma de Angostura y duró hasta la rendición del Callao en Perú y luego se produjo una desaceleración signada por la descomposición de Colombia La Grande.

Como se puede observar claramente, la situación internacional condicionó los cambios políticos en los cuatro grandes periodos históricos si seguimos la clasificación hecha por J. Giacopini, pero de forma reajustada. En este sentido, con relación al proceso independentista se tiene lo siguiente: 1.-) la situación española, es decir, su paso de la condición de aliado a súbdito francés después de la derrota naval de Trafalgar le otorgó al Reino Unido libertad de maniobra para actuar en España pero sin menoscabar su poder colonial. Después del año 1815, cambio la situación y el gobierno inglés permitió el reclutamiento de voluntarios para participar en el proceso independentista venezolano y 2.-) Venezuela tuvo libertad de maniobra para actuar políticamente desde los años 1810 hasta 1813, esta libertad se redujo hasta que se produjo la liberación de Angostura y se realizó el nuevo congreso constitutivo. Con respecto al fin del gomecismo, Venezuela ya era un importante proveedor de petróleo a escala global en un contexto que apuntaba al estallido de una nueva guerra en Europa. Con este escenario, los actores políticos del país que contaron con una relativa libertad de maniobra en el periodo 1936-1939 fueron perdiendo capacidad para actuar políticamente debido a que el país fue sometido a un proceso de neutralización por la acción deliberada de EE.UU y otros países aliados.

Teniendo presente lo antes mencionado se puede afirmar que en el caso español hubo una situación condicionante por la falta de claridad político-estratégica en su relación con Francia. Esta situación provocó un vacío de poder que se extendió en la medida en que fue cambiando la situación estratégica de la guerra en Europa. En el caso venezolano a partir de 1936, la transición se extendió porque se trató de evitar que el país se involucrara en la guerra mundial y posteriormente que la influencia comunista se hiciese fuerte en el país de modo que variase la precaria estructura de poder existente. Con este conocimiento se puede entender qué está sucediendo en esta transición política signada por el poder que ostenta la clase dirigente que conduce la “revolución bolivariana”.

En el caso de la revolución bolivariana se puede afirmar lo siguiente: 1.-) el fin del puntofijismo estuvo a la par con el fin de la Guerra Fría, 2.-) el ascenso del bolivarianismo se produjo en un contexto de reacomodamiento de la comunidad internacional. El Dr. Giacopini habló de una transición. El inicio de esta estuvo marcado por una fuerte aceleración. Los sucesos ocurridos entre los años 2002 y 2004 marcaron un freno en lo concerniente al proceso de estabilización. Con la vía libre a partir del año 2004 la revolución bolivariana debió haber profundizado el proceso de cambios políticos, pero paradójicamente no pudieron recuperar la velocidad inicial y a la par de la inercia remanente por efecto de la conflictividad de los años mencionados se había producido una desaceleración tal que asemejaba más una parálisis[12].

Esta parálisis se constató con el fracasado intento de reformar la constitución nacional en el año 2007. A partir de esa fecha el régimen entró en un periodo de altibajos que han confirmado más un pronunciado proceso de desgaste que un avance hacia un proceso de estabilización[13]. Este desgaste se ha confirmado también por defecciones dentro de sus filas y por retrocesos a nivel legislativo y gubernamental. Con estos inconvenientes, la revolución bolivariana ha considerado como una prioridad la victoria electoral en las elecciones pautadas a partir del 07OCT hasta mediados del año 2013. Este triunfo les permitiría, de acuerdo con sus creencias, concretar los cambios que hasta la fecha no han podido alcanzar, el asunto que se presenta es que esa necesidad confirma la prolongación de la transición y el incremento de la incertidumbre por causas de origen interno y externo. Interno por la incapacidad manifiesta de la revolución bolivariana de concretar el nuevo proyecto político instaurado en el año 1999. Externo porque hay suficientes indicios en la esfera internacional que indican que el mundo camina hacia un estadio de mayor conflictividad[14]. Así pues, si todos los caminos conducen a la conflictividad, habría que buscar uno que canalice esta conflictividad, desde la perspectiva interna, a un escenario donde no sólo se pueda evitar las tormentas también que genere las condiciones para que cada venezolano pueda desplegar sus capacidades para asegurar su supervivencia en un contexto de convivencia. Ese camino debería ser un objeto a ser considerado por los grandes asesores del Estado.

3.-     La estabilidad política y el tiempo interior.

         De acuerdo con lo que hasta aquí se ha escrito se deduce que la estabilidad ha sido sinónimo de represión. La represión, en este sentido, ha tenido como propósito la perpetuación en el poder. La búsqueda y manutención de la estabilidad, mientras que esta permanezca, es la forma en que se ha exteriorizado el tiempo del Estado. El tiempo del Estado se ha materializado en normas, en la acción policial y en la organización de la producción que asegura el normal funcionamiento. La alteración de esta normalidad es una situación excepcional y ello explica la existencia de los estados de excepción como una institución que determina cuando una norma no puede ser cumplida ratificándose con ello el poder que detenta una clase dirigente en un momento dado[15]. La violencia en este caso es proporcional a la circunstancia excepcional y es válida hasta que se retorne a la normalidad. La violencia también significa en este caso la posibilidad de decidir sobre la vida y la muerte en aras de esa normalidad. De ahí que una transición es el embrión de una línea de fuga, es decir, una situación diferente donde la libertad empieza a hacerse camino hasta que se instaura un nuevo orden.

La transición en este contexto es también la incapacidad de mantener la normalidad y se refleja por la incapacidad de cumplir con el régimen normativo en ese momento vigente. La forma en que se manifiesta esta incapacidad varía de acuerdo con las circunstancias, pero estas van desde el incremento de la violencia por parte del régimen hasta el retorno a una especie de estado de naturaleza.

El estado de naturaleza puede ser entendido de manera hobbesiana o spinoziana y puede indicar el probable camino a seguir como una comunidad política. En sentido hobbesiano es legitimar a una nueva clase dirigente lo cual significa estabilizar una situación política bajo una nueva faceta del poder generando las condiciones para que se inicie un nuevo ciclo histórico[16]. En sentido spinoziano se abre un sinfín de posibilidades desde el punto de vista político porque permite considerar el establecimiento de una línea de fuga que genere las condiciones para hacer política de manera diferente. En el estado de naturaleza hay libertad e inseguridad. Para Hobbes hay que restringir la libertad para que haya seguridad. Para Spinoza la seguridad puede dar mayor libertad si para ello nos valemos del conocimiento y la razón[17]. En nuestra historia ha habido mayor libertad en los momentos de transición y especialmente cuando hay una mayor aceleración de los procesos de cambios. La causa de esta afirmación obedece a que desde la vivencia de cada venezolano se produce un momento de autoreafirmación que ha traído como consecuencia la expansión de los espacios de libertad[18]. La autoreafirmación se produce por la relación recíproca entre el tiempo interior y lo vivido que permite usar la expresión vivencia. Esta relación recíproca es la que determina la voluntad de hacer, de perfeccionarse, de perseverar en la propia existencia.  Ello explica la transición y los cambios en sí mismo. Por ello habría que canalizar este proceso de modo que no se constituya en fuente de violencia y de procesos de estabilización.

La transición en consecuencia es una situación embrionaria de un proceso constituyente. Ahora canalizar la transición no es canalizar el proceso constituyente. Canalizar la transición es conducir la expansión de los espacios de libertad por un camino que minimice los traumas y facilite la convivencia, es decir, que se elimine la posibilidad de “estabilizar”, suprimir o excluir a una parte de la sociedad.

Los traumas que se podrían generar son producto de un miedo que se respira en el ambiente que se agrega a la violencia política y social ya existente. Este miedo se incrementa porque por una parte perder el poder pudiera significar el retorno a la pobreza y/o a la muerte, y por la otra se cree que la violencia política y social se pueda incrementar de tal forma que signifique también el empobrecimiento y/o la muerte. Estos miedos han hecho que la radicalización haya escalado por el lado de la clase dirigente y el deseo de venganza por parte de una parte importante de la oposición al régimen. El centro de gravedad de esta situación está ubicado en el tema de los derechos humanos. La protección de los derechos humanos conecta la situación interna con la situación internacional. Esto es aún más cierto por el mandato establecido por la constitución nacional. Producir un cambio que implique omitir o no a la constitución supone deficiencias en la constitución y consecuentemente el proceso constitutivo que le dio vida. Sin embargo, este reconocimiento podría representar la posibilidad de plantear una línea de fuga que evite la violencia política por intermedio de la realización de un nuevo proceso constituyente. Ello reduciría las tensiones actualmente en crecimiento y abriría las puertas a otras formas de relación política. Lo que habría que cuidar es la forma de representatividad. En este escenario hipotético la representatividad no debe ser un poder, sino una vocería en el foro constitutivo. Por ello, el proceso constituyente no puede tener fecha límite. El fin del proceso se producirá cuando la convivencia y el proyecto de país hayan sido efecto de una acción recíproca que produzca una línea de universo cuyo propósito sea el bien común.

4.-     Reflexión Final.
 
Como se ha podido observar a lo largo del presente ensayo, la teoría de los ciclos históricos en la Venezuela republicana del Dr. J. Giacopini ha servido para hacer una propuesta para romper con la recurrencia de estos ciclos y hacer una cosa diferente desde el punto de vista político.

En este sentido, basta decir que el destino generalmente ha sido visualizado como azar, imposición por parte de una entidad superior que determina por causas pasadas o presentes un fin para un individuo o grupo, y como una divinidad que nos determina por nuestras acciones u omisiones. Ha sido una travesura de la historia que el Almirante Carlos Giacopini Martínez, hijo de ese ilustre venezolano, sea una de las personas que demostrará la validez de la teoría de los ciclos históricos. Por mi parte, me considero en mí deber tratar de hacer algo en estas cruciales circunstancias. Espero que sirva para algo…

5.-     Bibliografía Consultada.

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[1] Esta tesis es de dominio público y ha sido reseñado en muchos momentos de nuestro pasado reciente en diversos medios de comunicación de masas.
[2] Ver al respecto: Gadamer (2003).
[3] Al respecto ver: Blanco (2011) “El Concepto de Revolución de Hannah Arendt y el Proceso que dio Inicio a la Independencia Venezolana” en www.edgareblancocarrero.blogspot.com.

[4] Ver: Blanco (2012). “La Regia Marina Militare Italiana y su participación en la concepción de una estrategia de defensa marítima del territorio venezolano. 1935-1940”. www.edgareblancocarrero.blogspot.com

[5] Ver: Blanco (2004:254).
[6] Ver al respecto: Arendt (1967). Para Negri (2002), la validez de esta conceptualización radica en la asociación de las expresiones “revolución” y “guerra”.
[7] Ver al respecto: Deleuze y Guattari (2008).
[8] Ver: Negri (1997).
[9] Ver al respecto: Deleuze y Guattari (2008).
[10] Ver al respecto: Bracho (2012). Hombres de Hierro. Tomo I e Iconología naval venezolana. La imagen y el símbolo en 200 años de historia.
[11] Ver al respecto: Blanco (2011). “La Diplomacia Naval: El Caso de los Linienschiff SMS Schleswig-Holstein y del SMS Schlesien y su Relación con Venezuela: 1936-1944”, (2012) “La Diplomacia Naval francesa en Venezuela: periodo 1936-1942”, (2012). “La Diplomacia Naval Estadounidense en Venezuela: 1933-1942”, “La Regia Marina Militare Italiana y su participación en la concepción de una estrategia de defensa marítima del territorio venezolano. 1935-1940”. Documentos en Línea. Disponibles: www.edgareblancocarrero.blogspot.com y Bracho (2010). Los Sueños Rotos. La Historia de los Delgado-Chalbaud. 
[12] A pesar de ello, la revolución bolivariana tuvo una gran figuración a nivel internacional. Esto fue debido al interés de producir un proceso de reordenamiento en las relaciones continentales. El éxito o fracaso de este esfuerzo es un motivo para otro análisis.
[13] Ello explica el aumento de la “ayuda” cubana en todos los sectores del quehacer político nacional.
[14] Sólo falta observar: 1.-) en Europa la crisis de la zona-euro, 2.-) en el cercano oriente por las secuelas de la denominada primavera árabe, y 3.-) la crisis nuclear iraní.
[15] Ver al respecto: Agamben (2010).
[16] Ver al respecto: Astorga (2000), Hobbes (1651/1989).
[17] Al respecto, ver: Spinoza (1677/1980), Deleuze (2006), Del Bufalo (2010) y Negri (2006).
[18] Ver al respecto: Negri (1997).