domingo, 8 de mayo de 2016

ONTOLOGÍA DE LA GUERRA: CRÍTICA AL CONCEPTO DE GUERRA EN HARDT Y NEGRI



Esta exposición que va a tratar sobre la ONTOLOGÍA DE LA GUERRA: CRÍTICA AL CONCEPTO DE GUERRA DE HARDT Y NEGRI se va a regir por el siguiente orden: introducción, justificación, situación problemática, objetivos, camino seguido durante la investigación, crítica y reflexión final.
La guerra es una expresión de nuestra condición humana. Pareciera ser la reproducción de las fuerzas de destrucción y creación de la naturaleza bajo la creencia de que es posible hacerlo de forma controlada. En lo personal he sido formado para la guerra y mi experiencia militar estuvo relacionada tanto con la guerra regular entre Estados como con la irregular contra grupos subversivos que operaban en la frontera venezolana. Esta formación y experiencia me llevó al estudio de la filosofía de la guerra y su estrategia. Tratar de comprender la guerra me condujo, en el año 2007 a la realización de un estudio de la obra de Clausewitz que se denominó De la Guerra y la Paz: Una Perspectiva Hermenéutica. El examen de la obra de este pensador alemán me permitió detectar unas líneas potenciales de investigación. Estas inquietudes me condujeron a considerar la posibilidad de examinar el pensamiento de Michael Hardt y Antonio Negri (HyN) acerca de la guerra debido a que el estudio de este fenómeno ha sido un tema importante en sus investigaciones y asumí como reto comprender sus reflexiones a pesar de la dificultad que comporta examinar el pensamiento de dos autores que aún están activos en su producción intelectual.
Estos autores hicieron una exégesis de la guerra en su obra Multitude: War and Democracy in the Age of Empire para considerar de una manera diferente un fenómeno que convencionalmente ha sido entendido de forma clausewitziana, es decir, como la continuación de la política con otros medios expresada en un enfrentamiento violento y cruento, tiene como propósito compeler a un adversario a acatar nuestra voluntad. El modo como ellos entienden la guerra se sintetiza en la expresión hacer la guerra contra la guerra. Esta expresión sirve para indicar que éste fenómeno había adquirido un carácter ontológico y absoluto, planteando la necesidad de “…destruir el régimen de violencia que perpetúa el estado de guerra y sustenta los sistemas de desigualdad y opresión” mediante un nuevo método basado en la resistencia, el Éxodo y el vaciamiento de la estructura de poder del Estado que sería realizado por una Multitud conformada por singularidades que actúan en común para alcanzar un objetivo político orientado a la instauración de una democracia de talante spinozista. 
Con este foco y teniendo presente que la obra de ambos autores aborda una serie de temáticas dignas de examen y discusión, me propuse buscar los orígenes de la expresión guerra contra la guerra. Así pues, me encontré que esta expresión fue usada a principios del siglo XX por Miguel de Unamuno para alertar sobre los riesgos de una confrontación bélica en Europa. Ahora bien, si nos vamos al momento de la popularización de esta expresión, hay que recordar a Ernst Friedrich quién en el año 1925 publicó un libro de fotografías sobre el tema (krieg dem kriege). El uso generalizado de esta expresión se acentuó a finales de los años veinte, primeramente con los trabajos artísticos de Kollwitz y, posteriormente, cuando se concretó el Tratado de París conocido como Briand-Kellogg donde los Estados firmantes renunciaron a hacer la guerra como medio para alcanzar fines políticos.
En una búsqueda posterior descubrí que esta frase fue usada también por Gilles Deleuze en La Lógica del Sentido y posteriormente por Deleuze y Feliz Guattari (DyG) en ¿Qué es la Filosofía?, para indicar que la filosofía entendida como la construcción de conceptos debe ser digna de algo que denominan acontecimiento. Negri también usó esta expresión en una obra anterior y otra posterior a Multitud, por lo que hoy tengo la certeza de que estas palabras, con la carga intencional que han tenido a lo largo del siglo XX, han pasado de ser más que una mera expresión retórica.
Pudimos considerar la expresión guerra contra la guerra como un concepto teniendo presente, por una parte, que HyN entienden la guerra como un fenómeno de una naturaleza diferente a lo que convencionalmente por ella se ha entendido porque para estos autores el Ser llamado a realizarla es alguien que produce sus propias formas de vida y para la vida y, por la otra, que Negri afirmó en los años ochenta, en una obra contemporánea con la Anomalia Selvaggia, es decir, Kairos, Alma Venus, Multitudo que un concepto es un ‘nombre’, es decir, un signo lingüístico que se atribuye a una cosa y como todo lo nombrado existe, su problema ha sido tratar de comprender cuál es su naturaleza y sus condiciones de posibilidad y, al mismo tiempo, del acontecimiento y de la cosa nombrada.
Esto marcó mi orientación investigativa, es decir, me propuse examinar el concepto de guerra de estos autores en vista de que su visión ético-política, desde la cual se acercan a este fenómeno, va más allá de los estudios realizados, en primer lugar, de los conceptos basados en el criterio de la guerra justa esgrimidos por autores contemporáneos como Rawls y Walzer que han servido para justificar las intervenciones militares en Afganistán, Iraq y más recientemente en Libia. En  segundo lugar, dicha visión se aleja del concepto de guerra de Beyerchen, fundamentado en una concepción clausewitziana de la teoría del caos destinada a mantener el carácter limitado del conflicto bélico y de la teoría de Boyd, quién trató de explicar el fenómeno bélico como un flujo de destrucción siguiendo para ello el pensamiento científico. En tercer lugar, se distancia de la reflexión de Mouffe quién trató de revalorizar el conflicto desde una perspectiva limitada en sentido westfaliano. En cuarto lugar, HyN se distinguen del pensamiento de Sloterdijk, Habermas y Derrida quienes han hecho una exégesis de la guerra desde el terror y del terrorismo. Y, en quinto lugar, se diferencian de los enfoques asumidos por Qiao y Wang (Q&W), Umberto Eco, Luttwak y van Creveld quienes han destacado los cambios de la naturaleza de la guerra y su extensión a otros campos del quehacer político.
El abordaje que he hecho de la guerra contra la guerra en tanto concepto se debe a que HyN, apoyándose en DyG, expresaron que,
“… en la era contemporánea…, la construcción de conceptos no es sólo una operación epistemológica, sino también un proyecto ontológico. Construir conceptos… es… una actividad que combina inteligencia y la acción de la multitud, y la hace trabajar en conjunto. Construir conceptos significa hacer realidad un proyecto que es una comunidad… Esta comunidad es, desde el punto de vista de la fenomenología de la producción, desde el punto de vista de la epistemología del concepto y desde el punto de vista de la práctica, un proyecto en que la multitud está incluida plenamente”.

La propuesta de hacer la guerra contra la guerra, en este contexto, es muy novedosa debido a que intentan mantener el concepto tradicional de guerra dentro del ámbito de la política por intermedio de un juego lingüístico que persigue, sin embargo, crear algo nuevo. A pesar de ello no queda claro qué entienden en definitiva por ese fenómeno pues en cierta forma pareciera que el resultado de su propuesta se traduce, por una parte, en una nueva organización de los antagonismos y, por la otra, en la permanencia de dicho fenómeno desde una perspectiva que recuerda la conceptualización hobbesiana.
La determinación de este problema en el rumbo seguido en mi línea de investigación fue posible gracias a Giuseppe Cocco, una persona muy cercana a Hardt y a Negri, quien me suministró, de algún modo, la carta de navegación para poder conducirme en el pensamiento de estos autores y precisar, dentro del conjunto de críticas que habían recibido, si el tema de la guerra había sido efectivamente abordado. El conjunto de críticas han estado relacionadas, con la posición política que han asumido, con la estructura metodológica de las obras, con la estructura argumentativa de talante hobbesiano y utópico y, finalmente, por su carácter entusiasta y poco realista.
En relación con la guerra, valga destacar dos observaciones críticas hechas a HyN: la de Mouffe que cuestiona el modo en que se podría llevar a cabo la revolución, entendiendo esta, siguiendo el criterio de Arendt, como guerra, pero sin analizar el concepto de guerra en sí y, la de Sloterdijk, que analiza el papel de la ira como medio para generar cambios políticos, aunque, la orientación de su reflexión no apuntó exclusivamente al examen de la propuesta de los autores considerados.
La orientación de la reflexión de los autores mencionados y lo indicado por los propios HyN, planteó la necesidad de considerar la guerra desde el punto de vista ontológico. En este campo, no se ha planteado una exégesis de la guerra desde una perspectiva ontológica que permite comprender cuál es la intención que persiguen ambos autores. Más allá de la pregunta clausewitziana que interroga acerca de la guerra y que apuntó a considerar ésta como una nueva ciencia, Aron, Howard y Paret la catalogaron como una expresión de la política, Bouthoul la consideró como un fenómeno social “susceptible de observación” desde el punto de vista científico, Moseley la examinó desde diversos enfoques en un plano filosófico y, Foucault, DyG y Q&W la analizaron a partir de la inversión de la formula clausewitziana, es decir, la política es la continuación de la guerra con otros medios. 
Heidegger nos ofreció inicialmente un enfoque que resultó útil en este sentido. Teniendo presente la caracterización absoluta y ontológica de la guerra que hacen HyN consideré, que la existencia condicionada por la guerra puede ser entendida desde una perspectiva óntica, y el sentido de Ser, de esa existencia en esa guerra, como aquello que podría darle a esta un carácter ontológico y, que una ontología de la guerra podría ser definida, en una primera instancia, como la comprensión del Ser y de su esfuerzo en perseverar en su propia existencia. Con esta aproximación se tomó en consideración el pensamiento de Clausewitz y de Hartmann para establecer un concepto que nos permitiera abordar el pensamiento sobre la guerra de los autores estudiados. De Clausewtiz asumimos su naturaleza cambiante y camaleónica. Y siguiendo a Hartmann, consideramos que la realidad, “como una manera de ser [dada] de todo aquello que tiene en el tiempo su lugar”, se produce dentro de un contexto de cambios.
Con esta nueva aproximación, se nos presenta la ontología desde tres ángulos exegéticos tal como DyG lo indican al afirmar que el ente puede ser visto como el mundo, la humanidad o un Ser en su singularidad. Como para estos autores franceses el acontecimiento puede ser entendido como el evento de trans-apropiación de estas tres maneras de comprender el ente, ello me ha permitido evaluar el concepto de guerra contra la guerra desde una perspectiva ontológica a partir de la comprensión del Ser y su esfuerzo en perseverar en su propia existencia en un mundo en constante cambio donde la guerra se presenta como un fenómeno que también cambia su naturaleza en cada caso concreto.
Teniendo presente esta orientación, en vista de que en el proceso de búsqueda de información no encontré un examen satisfactorio del concepto de guerra de HyN me planteé como problema determinar hasta dónde llega la pretensión ontológica de la guerra en ambos autores. Con este marco, el objetivo general que nos propusimos en esta investigación fue: Evaluar desde el punto de vista ontológico el concepto de guerra en las obras de Hardt y Negri.
Teniendo presente el objetivo general decidimos explorar el anclaje ontológico que le atribuyen a la Guerra de los Treinta Años (GdlXXXa), hecho acaecido en el centro de Europa entre los años 1618 y 1648. De ahí surgió como primer objetivo específico la tarea de analizar la guerra en tanto que estado.
De igual forma, como ellos plantearon que la guerra deje de ser una representación de otra representación (el Estado) para que sea un elemento constituyente en cada Ser a partir de una concepción material del hombre, el segundo objetivo específico apuntó a analizar la guerra en tanto que acto, para determinar qué es éxodo, resistencia y vaciamiento de la estructura del Estado.
Por otra parte, frente a la pretensión de que la guerra contra la guerra sólo es posible en la medida en que el disenso y la diferencia se conviertan en fuerza en función de la obtención de un objetivo, el tercer objetivo específico fue evaluar la guerra en tanto que medio para destacar los problemas epistemológicos que enfrentaron ambos autores.
En estrecha conexión con lo anterior, si se considera el argumento según el cual hoy en día, vivir en las actuales circunstancias, para cada ser, en su singularidad, es luchar a partir del momento que adquiere conciencia de sí, el cuarto objetivo específico fue analizar a los seres en tanto que combatientes. Por último, si se tiene presente que la propuesta política de ambos autores apunta a la constitución de una organización política inspirada en el pensamiento spinoziano, el quinto objetivo específico de este trabajo fue determinar el alcance ontológico de su concepto de guerra.
Para alcanzar estos objetivos nos hemos apoyado en la metodología de DyG y en los principales autores que le permitieron a HyN construir su concepto de guerra contra la guerra, es decir, Machiavelli, Spinoza, Clausewitz, Marx, Heidegger, Schmitt, Foucault y los propios DyG.
Para dar respuesta a los objetivos antes señalados hemos estructurado el presente estudio en cinco partes. En la primera analizamos por qué usaron la GdlXXXa como anclaje ontológico dentro de un horizonte de comprensión que se remonta a los orígenes del Renacimiento italiano y, por la otra para poder explicar la naturaleza del estado de guerra actual. Para ello describimos la GdlXXXa para conocer la relevancia que pudiera tener ese acontecimiento para traerlo de nuevo al presente desde una perspectiva global. Seguidamente, nos propusimos analizarlo como horizonte de comprensión de la guerra actual para constatar su pertinencia. Posteriormente, interpretamos el uso que se hace de ese evento histórico como paradigma y signo para determinar la intencionalidad de su uso. Y, por último, examinamos desde el punto de vista arqueológico el significado de la expresión guerra contra la guerra.
En la segunda parte, con el fin de dar respuesta al segundo objetivo hicimos un análisis fenomenológico de la guerra contra la guerra para comprender cómo la agresión y su respuesta nos pueden ayudar a desocultar la esencia del fenómeno guerra y lo que persiguen los autores estudiados. Para tal cometido se analizó la guerra como efecto de una conciencia intencional; el daño como el fenómeno fundamental de la agresión, las armas entendidas como procesos para producir daño, y examinamos el momento de la guerra, es decir, el evento entendido como un hecho que acaece en un espacio-tiempo determinado.
Para dar respuesta al tercer objetivo examinamos las formas en que se han abordado los modos de hacer la guerra con el propósito de determinar las condiciones de posibilidad de la guerra contra la guerra que haga posible su propuesta política debido a que en las obras Imperio, Multitud y Commonwealth hicieron una interpretación particular del método marxista para tratar de proponer unas líneas de acción destinadas a alcanzar el objetivo que se han propuesto. Sin embargo, dadas las dificultades inherentes a dicho método, en la obra Declaration se vieron en la necesidad de establecer el camino a seguir con el fin de suministrar herramientas para la guerra. Partiendo de esta premisa, en este capítulo se hizo un examen del método seguido por HyN a la luz de lo que hoy día se conoce como epistemología de la guerra, para determinar las condiciones de posibilidad de alcanzar el objetivo político que se han propuesto.
En la cuarta parte se hizo una exégesis del Ser, en su singularidad, en la guerra contra la guerra para determinar cómo la producción de subjetividad crea las condiciones de posibilidad de construir el sujeto adecuado que la haga posible. A tal fin, se describe qué es la subjetividad para HyN vista como fundamento de la acción bélica, qué es y cuáles son las características de la nueva subjetividad con el propósito de analizar el contexto que la hace posible, cuáles son las condiciones de posibilidad del nuevo Ser para actuar como combatiente y, por último, cuál es el Éthos del nuevo Ser que haría la citada guerra.
Y para dar respuesta al quinto objetivo, es decir, determinar el alcance ontológico de la expresión guerra contra la guerra, examinamos dicho concepto con el fin de determinar su consistencia desde el punto de vista intuitivo e intencional conforme a la lectura de Spinoza que han realizado DyG. Para tal fin se valoró su consistencia a la luz de los análisis arqueológico, fenomenológico, epistemológico y ontológico realizados. De igual manera, se examinó la forma en que éste concepto ha sido erigido como el espacio en que se desenvuelve para entender a final de cuentas el lugar en que se desarrollaría la guerra contra la guerra.
 Con este marco, quisiera destacar que AyR, DyG, De Landa, Boyd, Q&W, van Creveld y Luttwak hicieron un análisis acerca de las formas en que han evolucionado los modos de hacer la guerra utilizando al respecto una metáfora hidráulica que va desde la aplicación de las leyes de la termodinámica hasta la explicación del comportamiento de un enjambre. Sin embargo, DyG, a diferencia del resto de los autores antes mencionados, fueron más allá al hacer énfasis en la ruptura ontológica que significó históricamente la batalla naval de Salamina en el sentido de que este hecho colocó la guerra en el plano de la conciencia. Este plano creó las condiciones de posibilidad de apropiarse de un espacio por intermedio de una abstracción dada a partir del aprovechamiento de la capacidad productiva que estaba en concordancia con las necesidades de la época. HyN, tratando de superar el pensamiento de estos autores franceses, colocaron también la guerra en el plano de la conciencia, pero haciendo uso del tiempo como una forma de hacer política con otros medios.
Del estudio realizado hemos encontrado en el presente que el papa Francisco I ha advertido justificadamente que la humanidad se encuentra viviendo una tercera guerra mundial. Esta afirmación, que expresa una preocupación generada por la serie de eventos conflictivos que hemos vivido en este inicio del siglo XXI, recuerda el mismo sentimiento que embargó a Nicolás de Cusa cuando elaboró su obra La Paz de la Fe después de la caída de Constantinopla y pudiera explicar porque HyN la han dado a la guerra actual, encarnada en la guerra contra el terrorismo, un carácter absoluto y ontológico. De ahí partió la necesidad, en ambos autores, de hacer la guerra contra la guerra, entendida ésta como guerra contra el Estado y su manifestación tendencial, vale decir, el Imperio. Sin embargo, esta expresión, entendida como un concepto orientado hacia un porvenir, requiere la revisión de una serie de aspectos para que se pueda apreciar su consistencia. 
Esta afirmación tiene que ver con la orientación de su propuesta. Como esta apunta hacia el porvenir gracias a la consideración de una tendencia producida por un acontecimiento desencadenante, el ataque del 11 de septiembre de 2001, y una serie de acaecimientos que han ocurrido de forma más o menos encadenada desde ese evento, la no ocurrencia de lo que han esperado ha subsumido su propuesta en una zona de incertidumbre. Esta subsunción obedece a que de las causas argumentadas por ellos no se derivan los efectos que han estado esperando para justificar un modo de proceder que permita alcanzar el fin que han establecido. Ello explica, por una parte, que en un período que se inicia poco antes de la obra Imperio hasta el presente, en un contexto global caracterizado por la ocurrencia de cambios acelerados, los ajustes dados a su propuesta busquen darle consistencia para justificar la ocurrencia del acontecimiento generador de cambios políticos. Por la otra, los ajustes en sí para lograr esta consistencia han presentado una serie de inconvenientes.
Por ello, para que esta consistencia sea posible, en primer lugar, se debe considerar al mundo como una totalidad, tanto en el pasado como en el presente, para que la analogía de la GdlXXXa con la realidad actual sea adecuada tanto desde el punto de vista teológico-político como geográfico debido a que la operación epistemológica de reunir el Renacimiento italiano con la realidad vivida por los neerlandeses del siglo XVII no considera una gran cantidad de acaecimientos políticos que marcaron la gran conflictividad que caracterizó ese período. De igual forma, desde una perspectiva ontológica, se deben considerar las condiciones de posibilidad de existencia de un conflicto para determinar el nivel de antagonismo existente. Desde este ángulo de análisis, como veremos, estar en guerra es asumir conscientemente una posición política frente a la realidad.
En segundo lugar, desde el punto de vista fenomenológico, a pesar de lo novedoso de los planteamientos relativos a las nuevas formas de hacer la guerra consistente en considerar el daño desde un enfoque amplio entendido como éxodo, resistencia y vaciamiento de la estructura de poder del Estado y las armas destinadas para ello como procesos destructivos de acuerdo con una estrategia del enjambre que nos permiten comprender su naturaleza actual, se debe considerar en la relación recíproca entre el Ser y el Estado (o el Imperio) que es muy difícil hablar de escalada dentro de un conflicto asumido como absoluto y ontológico porque la Multitud, tal como la han concebido, tiene un alcance limitado que dificulta su capitalización desde una perspectiva política.
En tercer lugar, desde el punto de vista del fundamento epistemológico, el principal elemento sobre el cual se sustenta la propuesta de ambos autores es la razonabilidad para realizar una acción ético-política que considera también el cálculo de riesgo. No obstante, la razonabilidad entendida como un supuesto ha padecido hasta el presente de la máxima popperiana del Modus Tollendo Tolens porque no ha ocurrido lo estimado por ambos autores, por lo que esta razonabilidad entendida a partir de la relación entre ética y certeza que genera fe, debería ser suplantada por la esperanza como ha sido entendida históricamente y por el entendimiento, en sentido spinoziano.
En cuarto lugar, el Ser llamado a realizar la guerra contra la guerra de acuerdo con el criterio de ambos autores aún no existe y si existiera o fuera construido, dadas las diferencias en cuanto al acceso al conocimiento, su acción podría correr los mismos riesgos de implantar un orden político igual al que se quería suplantar. De igual forma, desde la perspectiva del Ser que debe ser transformado para cumplir un fin político, no se podría pensar que pueden existir otras opciones que le permitan perseverar en su propia existencia en mejores condiciones. Llama la atención que el personaje usado por HyN, es decir, Simplicius Simplicissimus haya abandonado la guerra como modo de supervivencia. Esa acción la encontramos también en otros personajes de ese periodo histórico, me refiero, en el Renacimiento italiano a Galeoto Cei, citado por José Balza y en la propia GdlXXXa a Estebanillo González referido por Carl Schmitt. Desde esta perspectiva, a pesar de lo novedoso del planteamiento de nuestros autores, los testimonios de la época apuntan a lo contrario.
Y en quinto lugar, si la lógica de la guerra es la política, para qué destruir un orden si hay un riesgo de implantar uno no deseado debido a que el pensamiento spinoziano visto como una ideología por parte de HyN se presenta como la introducción en nuestra conciencia de ideas estructuradas que podrían provocar una mezcla fluctuante de alegrías y tristezas que nos podrían convertir más que en actores políticos en objetos de unas nuevas relaciones de poder basada en la mediación en la relación de sentimientos y de sensaciones. En este sentido, afirmo categóricamente que la guerra es un estado de conciencia que se exterioriza como una representación del poder de cambio de la naturaleza cuando la asumo desde el punto de vista político. Si la guerra no es considerada políticamente, es la lucha que normalmente desarrolla un Ser para perseverar en su propia existencia. Este es el problema de la tesis de HyN y por ello necesitan colocar una prótesis ideológica que les permita hacer consistente su propuesta política.
Esta prótesis tiene dos inconvenientes relacionados con su naturaleza y su intención. Con su naturaleza tiene que ver con las inconsistencias planteadas en los cinco capítulos antes indicados. Con su intención de producir un cambio político a escala global para quitarle a la guerra su carácter ontológico y absoluto y convertirla en instrumento de la política es, como hemos señalados antes, una reorganización de los antagonismos. Es esta reorganización de los antagonismos la que hace oscura la propuesta de HyN debido a que se plantea el interrogante: ¿para qué cambiar si la guerra entendida desde el punto de vista ontológico y absoluto es una lucha por el poder de aquellos que están en armonía con los cambios sociales que han ocurrido hasta el presente?
Además de lo mencionado, para lograr que el concepto de guerra contra la guerra sea consistente se debería disponer de una considerable capacidad intelectiva derivada del hecho que la Multitud, entendida como una multiplicidad de temporalidades, le da al acontecimiento un carácter azaroso difícil de ser calculado. Es como si HyN estuviesen intentando explicar cómo se controla la energía así como, en el pasado, fue el proceso que condujo a la elaboración del arma atómica. Crear a voluntad una Multitud para destruir un orden a escala global es pensar la producción de un arma absoluta. Como se sabe, la efectividad del arma atómica está no en el uso, sino en la amenaza de su uso. Por ello, si se tiene presente la estrecha conexión entre los conceptos de Imperio y Multitud en ambos autores: ¿será posible amenazar a un hipotético Imperio con una Multitud de la misma manera como se utilizan las armas nucleares? En la respuesta a esta interrogante se evidencia el alcance ontológico de la propuesta de ambos autores y su propio límite, debido a que la respuesta a la consideración de una guerra global desde una perspectiva ontológica y absoluta, es una guerra contra la guerra planteada también en un plano absoluto y ontológico sin lograr determinar su condición de posibilidad ni su ocurrencia.
Lo antes indicado se puede resumir de la forma siguiente: La ontología de ambos autores se basó en la consideración de cuatro niveles de multiplicidades, es decir, la realidad, la guerra, la multitud y la conciencia. En este esfuerzo de reunión, no lograron dar cuenta de la realidad de forma consistente tal como se evidenció en los ajustes que debieron realizar sobre todo en la obra Declaration. A esta realidad proponen constituir un rizoma de guerra sin considerar todos los conflictos existentes. De igual forma, a la realidad y con los conflictos existentes, una Multitud con una alta carga disolutiva y de naturaleza volátil debe provocar un cambio en un momento “x” que denominan acontecimiento que no se ha presentado. Y por último, las singularidades que deben conformar esa Multitud deben ser también constituidas de una manera determinada para provocar un cambio dentro de un contexto de cambios. Por ello, en este notable esfuerzo han tenido que dar respuesta a una serie críticas producidas por diversos cuestionamientos a sus obras, pero, en esos cuestionamientos también se ha evidenciado la importancia del esfuerzo realizado por los autores estudiados.
Por ello, se hace necesario continuar examinando la propuesta de HyN a la luz de los cambios de la realidad actual y de su naturaleza conflictiva, debido a que en cierta forma esta se presenta como un enfrentamiento, por una parte, entre Estados y, por la otra, entre Estados y movimientos anti-Estados. Entre Estados como consecuencia del proceso de reacomodo internacional luego del fin de la Guerra Fría y anti-Estado por la creciente conflictividad que se ha hecho patente en gran parte del globo contra ese orden histórico establecido.
Con respecto al conflicto entre Estados y movimientos anti-Estados, es de señalar que Hobsbawn a propósito del bicentenario de la revolución francesa, destacó el tibio entusiasmo que despertó la conmemoración de ese evento como un modo de hacer ver la poca inclinación de Occidente a que se repitiera algo de naturaleza semejante. Si bien este autor da un conjunto de explicaciones para resaltar su vigencia, el asunto que está subyacente en el escritor británico es cómo un conflicto interno puede convertirse en un conflicto internacional. Esta si ha sido la preocupación de otros autores como Schmitt y Charnay, porque han podido de forma aproximada dar cuenta de cómo se ha producido este tránsito desde finales de la Edad Media. HyN trataron de ir más allá. Pero, mientras la preocupación de nuestros autores ha sido la de estudiar las condiciones de posibilidad para que un evento focalizado en un sitio de acontecimiento en Occidente pueda convertirse en un rizoma de guerras civiles en ese espacio político cuya conexión propicie la instauración de una democracia a escala global, están sucediendo una serie de eventos que originalmente había sido examinado por Ibn Jaldún, que si bien no han sido justamente valorados, ha servido a autores como DyG para explicar la guerra a partir del concepto de máquina de guerra. Para estos autores franceses, al igual que el pensador tunecino, el conflicto histórico ha sido entre civilizaciones sedentarias o urbanas y civilizaciones nómadas y esto, al parecer, es lo que hoy en día está nuevamente planteado de una u otra manera, si se observa actualmente la crisis siria y sus repercusiones en Europa así como el debate político actualmente presente en EE.UU. sobre el tema de la inmigración.
Esta tesis de DyG ha sido utilizada de forma limitada por HyN. Este alcance ha sido limitado debido a un foco sobre el cual han sustentado sus argumentos que no toma en consideración otros fenómenos políticos que están ocurriendo fuera de Occidente que tienen como centro al Estado. Ello plantea la siguiente interrogante: ¿hasta qué punto es viable una democracia de alcance global de talante spinoziano, si existen lugares en ese mundo donde el Estado, en el sentido que ha justificado el pensamiento de los autores estudiados, va a conspirar para que esta se implante dentro de un contexto donde la guerra mantenga su carácter de instrumento de la política?
En lo personal, a pesar de los aspectos innovadores que contiene creo que la propuesta de HyN termina siendo oscura e incierta. Así como han logrado hacer un importante aporte acerca de cómo destruir un orden, en su propuesta se encuentran también los gérmenes que posibilitarían la instauración de un orden similar al que pretendieron destruir. Por ello es que se ha evidenciado el alcance limitado de su ocurrencia a escala global.
Para finalizar, además de la crítica antes mencionada hay que tener en consideración el papel de Spinoza en el pensamiento de HyN. En lo personal, la pertinencia del Spinoza del Tratado Político ha sido la de proponer la estabilidad de los regímenes monárquicos y aristocráticos haciéndolos más democráticos de modo que sea más difícil que la guerra sea usada con fines políticos. No sabemos cómo hubiese sido la democracia spinoziana de acuerdo a su propia línea discursiva. En todo caso, destruir un orden para construir otro como proponen HyN a partir de la reinterpretación del pensamiento del filósofo neerlandés no resulta razonable si consideramos literalmente esa obra. No sabemos por qué quedó inconclusa. Se cree que la muerte lo sorprendió antes de acabarla, pero si él mismo nos indicó que al principio las comunidades políticas fueron democráticas ¿habría para él necesidad de retornar al principio para recomponer un orden político óptimo como para que sus exégetas pensaran que si es posible? De igual forma, si se tiene presente que la república era el mejor sistema de gobierno ¿por qué no es posible visualizar en el pensador neerlandés otra idea de un régimen mixto democrático que fuese capaz de ser puesto como modelo en dicho tratado?
En consecuencia, si el pensamiento spinoziano ha sido usado en la actualidad para hacer énfasis en la libertad como condición de posibilidad de un Ser, en su singularidad, para perseverar en la propia existencia, falta saber si la reinterpretación que se ha hecho de su pensamiento no ha creado más que la imagen de un paraíso que, como nos lo ha indicado Borges, evoca un paraíso perdido.