“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”
Ludwig Wittgenstein
En
el año 1978 me presenté en casa de mis abuelos en Zorca Lagunillas (estado
Táchira). Tenía varios años que no iba. La oportunidad anterior había ido con
mi tío Encarnación. Esta vez llegue con el uniforme de cadete de segundo año de
la Escuela Naval una vez que había participado en la conmemoración del día de
la Armada en Maracaibo a bordo del transporte anfibio A.R.V. “Amazonas”. En ese
momento era cadete de segundo año recién ascendido. Mi abuelo estaba en la
entrada de la casa sentado en una silla recostada de la pared de forma
inclinada en el momento de mi arribo. Para él produciría una gran impresión.
Sobre todo el uniforme blanco. Después que me aloje me llamó para enseñarme dos
cicatrices de heridas de balas sufridas en combate. Me dijo que después de esas
heridas lo llamaron varias veces para ir a la guerra y para evitarla “se iba pal
monte” mientras pasaba la recluta. Creo que eso fue en el año 1929. Después
supimos que había sido sargento, por lo que no fue precisamente un recluta
forzado propiamente, había seguido una carrera profesional en el mundo militar.
Ello significa que el abuelo sirvió en el nuevo ejército nacional formado por
Juan Vicente Gómez para acabar con las montoneras que habían asolado al país.
De ahí pues la impresión por el color del uniforme. Después de él uno de sus
hijos, Próspero seguiría su estela y mucho después, dos de sus nietos. Cuántos
años prestó servicios en las fuerzas armadas. No sabemos. Probablemente unos
cinco u ocho años. Lo que sí sabemos es que su uniforme estuvo cuidadosamente guardado
en casa por muchos años después de su partida.
El
tío Prospero también seguiría la carrera militar una vez que se ofreció para
cumplir el servicio para asegurar que su hermano menor Silvino terminara sus
estudios. Él llegaría a obtener el grado de Sargento Mayor y viviría en esa
profesión los alzamientos militares de 1945 y 1948 sin verse obligado a
participar en dichos eventos en alguno u otro bando. No así sus nietos cuya
experiencia militar y política en los años 1992 y 2002 fue más notable. Pero
esas son otras historias. A continuación una foto del tío Próspero con la
abuela Rosa Méndez.
De
la abuela Rosa también hay muy poca información disponible. Sólo que ese apellido
es muy común entre Rubio, Capacho y Zorca y así como hubo muchos que siguieron
a Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, otros lo adversaron.
Con
respecto a la indumentaria hay que decir que a principios del siglo XX no había
unidad de criterio en relación con los uniformes. La uniformidad en cuanto a la
vestimenta se comenzaría a producir y a estandarizar a partir de la década de
los veinte y treinta del siglo XX con material estadounidense excedente de la
Primera Guerra Mundial. A continuación el primer uniforme que usaría el abuelo
que explica por sí mismo la causa de su impresión:
Este
uniforme era kaki y quizás por el uso continuado tendía a blanquearse. El
equipamiento consistía de:
“… un fusil Máuser [tipo 71/84], 30 proyectiles, una bayoneta, una
cartuchera, un correaje, un tahalíes, un vericues, un porta fusil, un tapa
boca, dos gorras, tres cobijas, 2 a 3 vestuarios tipo kaky; un plato, una
cuchara y una taza. También dotó al personal de tropa de un uniforme de faena,
de color gris verdoso y alpargatas que más tarde serán sustituidas por las
botas militares para mejorar la marcha del soldado en combate” [1].
La
sencillez obedeció inicialmente a la relación inversamente proporcional de falta
de presupuesto para equipamiento y número de reclutados para las campañas
antisubversivas. Aquí habría que decir dos cosas: que entre 1899 y 1935 era muy
difícil que no hubiesen militares en las familias andinas por necesidades de la
guerra civil (stasis) y que hubo un
empeño de Cipriano Castro inicialmente y después de Juan Vicente Gómez por
crear un poderoso ejército nacional. La voluntariedad o no de sumarse a las
filas estuvo dada por una dialéctica de la situación social: según Germán Guía
Caripe, hubo una mejora paulatina de la “condición del soldado común en
comparación con sus similares del siglo XIX” que se traducirá en mejora de la
calidad de vida personal y profesional[2], pero junto con esta
mejora también aumentaron las exigencias militares sobre todo si se considera
el esfuerzo realizado por someter todos los alzamientos que se produjeron entre
1901 y 1929.
Juan
Vicente Gómez tuvo una predilección por la infantería, la cual se constituyó en
la principal fuerza de choque después del año 1903. El abuelo fue un infante. En
relación con la tropa “según los Códigos Militares de 1923-1933, estaba
conformada genéricamente por el soldado raso, el distinguido, los cabos
(segundo y primero) y el ultimo de mayor rango de las tropa era el sargento (Segundo-Primero)”[3]. Así pues, por lo que
sabemos nuestro abuelo fue sargento primero. Esto nos dice que hizo carrera en
la fuerza armada. Por sus escritos debió de tener bajo su responsabilidad una
centena de hombres, a partir de la inferencia de uno de sus escritos que se
muestra a continuación:
“… soy aquel hombre sabio que hago cosas sin pensar, hago calditos de
huevos para cien hombres almorzar; y también de racionar cien hombres con un
chorizo, todo esto lo hago en un [provino que] bien lo están mirando la ciudad [desde]
San Fernando la tumba de una helada y también de madrugada me almuerzo doscientas
secas aunque mentira [pecan] que un cuero lo vuelvo llano hago como con la mano
secar un rio al momento y la cuido…”
El
abuelo nunca salió del estado Táchira. En este párrafo de difícil comprensión
se debió referir al pico de montaña San Fernando ubicado al noreste de dicho
estado entre Tovar y Coloncito en el período en que participó en la represión
de la guerrilla.
Por
otra parte, el juramento de fidelidad que debió haber realizado ante el jefe de
Cuerpo, oficiales y clases al ingresar a la milicia fue el siguiente:
“Soldado! Prometéis a Dios y a la Patria, en presencia de la Bandera,
defender las instituciones de la república hasta perder la vida y no manchar
con delito de traición las armas que os confía?”[4]
La
lealtad de los andinos, como se puede deducir, era fundamental para el
sostenimiento de los andinos en el poder. Otros aspectos que destacó Guía
Caripe que nos interesa mostrar, aunque ya hemos dicho algo, tiene que ver con las
condiciones dinámicas con que el abuelo Silverio haría la vida militar considerando
que vivió la reforma militar que conduciría a la conformación de las Fuerzas
Armadas Nacionales[5].
En primer lugar, fue la promulgación de la Ley
de Formación y Reemplazo de las Fuerzas de Tierra y Mar de 1919 que buscó reducir
el reclutamiento forzoso a pesar de que, en ese entonces, se evitaba enviar al
servicio militar a “hijos únicos, casados, mayores de 50 años e impedidos
físicamente, menores de edad, hombres que tenían propiedades agrícolas…”. Esta
ley que recogió la experiencia acumulada por los países contendientes en la
Primera Guerra Mundial e instauró el servicio militar obligatorio tuvo como fin complementar las filas de las fuerzas armadas
de acuerdo con las necesidades derivadas de la paz o de la guerra y constituir
una reserva que permitiera “aumentar
sus efectivos y preparar una pronta y ordenada movilización"[6]. Esta ley sería modificada
y perfeccionada en el año 1926 para mejorar la movilización en caso de
emergencia. En segundo lugar, a pesar de esta ley, digamos más benevolente,
hubo muchos desacatos y deserciones para evitar su cumplimiento. De ahí que el
historiador destacó la queja del presidente del estado Zamora, en el año 1920,
de que las familias preferían emigrar a Colombia que cumplir con la ley[7]. Para nuestros efectos,
este año es de interés porque en ese año, las amenazas anti-gomecistas
proveniente de Colombia estaban en el ambiente. En tercer lugar, el abuelo estaría
en la transición de las prácticas militares de talante prusiano a la de origen
francés, pero no creo que las haya vivido propiamente. Y finalmente, hay que
mencionar que el marcado regionalismo de ese ejército gomecista se debió, según
Guía Caripe, a “la falta de una plena integración del territorio nacional” de
los estados andinos y su exclusión del poder político durante casi todo el
siglo XIX.
Así
pues, el abuelo Silverio, que nació el 21 de junio del año 1900, hijo de un
inmigrante español de una población llamada ‘Carrero’ en las adyacencias de
Salamanca probablemente arribó al país alrededor del año 1891 cuando se produjo
el auge de la explotación del café y el cacao, sirvió en el ejército y estuvo
en combate en una época en que el Táchira vivió un largo periodo de turbulencia
política después que el conductor de la revolución Restauradora Cipriano Castro
tomara el control del país a finales del siglo XIX[8]. Contextualizar en cuál situación
bélica participó precisó reuniones familiares. Y los momentos de reunión de los
Carreros han variado desde los velorios hasta las reuniones festivas. En el
velorio del tío Vicente inquiriendo acerca de saber dónde había sido herido el
abuelo salieron a relucir las palabras ‘Peñaloza’ y ‘Cúcuta’. Navegando por
Internet apareció el año ‘1920’ y ‘los hombres de las Chácaras’[9] de Pregonero y permitió
acceder a fuentes documentales más formales en una primera aproximación. En la
bienvenida de David un mes antes de que la pandemia cerrara más al país en una
cuarentena, pudimos hablar de nuevo sobre las heridas del abuelo pero con Darío
y Alba, los primos más cercanos.
En
el año 1920, la amenaza antigomecista representada por Juan Pablo Peñaloza
generó en el Táchira reclutas forzadas. No en balde llegaron a estar alrededor
de 20000 tachirenses refugiados en Colombia por la represión y la recluta gomecista[10]. Para un joven de veinte
años de ese entonces que habitaba en los alrededores de Rubio y Capacho las
posibilidades eran muy pocas de no participar en una contienda. Silverio
Carrero pasó a enrolar de manera forzada por la ley o no a las fuerzas
gubernamentales del nuevo ejército nacional que ya se había comenzado a
organizar desde el año 1911 con la ayuda del coronel chileno Manuel Mc Gill.
Así
pues, Peñaloza desde Cúcuta organizó una invasión para derrocar a Juan Vicente
Gómez que se había hecho fuerte en el poder desde el año 1913 cuando fracasó el
intento de Román Delgado Chalbaud para restituir el orden constitucional. De
hecho, ambos fueron co-participes. Pero mientras el segundo terminó en La
Rotunda. El primero insistió en el año 1920 en lo que se conoció como La Guerra de los Treinta Días o La Revuelta de los Chácaros, luego en el
año 1921 y finalmente en el año 1931 cuando fue detenido y conducido a la
prisión del castillo Libertador en Puerto Cabello. Allí murió a los 77 años
“con los pies cargados con grillos de 60 libras”.
En
el año 1920, la amenaza de la invasión de Peñaloza causó zozobra en el estado
Táchira a pesar de que el jefe político del estado se había valido de
bandoleros para acabar con el bandolerimos y cualquier forma de oposición política.
Este estado a la sazón estaba presidido por Eustoquio Gómez, primo del dictador
Juan Vicente Gómez, conocido como ‘mano negra’ y gobernante con mano de hierro,
ordenó reclutas forzadas que generaron malestar en la población. La imposición
fue tan alta que los cronistas refieren que “Amarrados unos con otros,
cabizbajos y a golpe de
culata, los jóvenes de Uribante eran obligados a salir por la calle principal
de Pregonero camino del cuartel...”. Esta fue la gota que rebosó el vaso y
empujó a la gente de Pregonero a la lucha.
De
acuerdo con los planes, el General Juan Pablo Peñaloza entraría el 30 de
setiembre al país con una cantidad de venezolanos que por alguna u otra
circunstancia habían tenido que huir del país y se uniría a los sublevados que
lo apoyarían[11].
Sin embargo, el general fue descubierto por lo que tuvo que abortar su misión
dejando solo a los que iban a seguirlo. Aun así, el levantamiento en Pregonero se
produjo el primero de octubre de 1920 y fue conocido como la Guerra de los Treinta Días[12].
También se unieron a la revuelta Queniquea, Mesa del Tigre, el Cobre, Las
Trincheras, las Amarillas, la Cuchilla de los Muertos, Rubio y El Remolino. El
encargado de aplastar la rebelión fue el general Rufo Dávila quien con la orden de “mate, candela y robe”, trató
de doblegar a la población. Según la crónica de Pregonero se afirmó que
“Aquí ya había mucha gente levantada en armas comandada por varios hombres
del pueblo y, dadas las circunstancias, se vieron en la necesidad de seguir
luchando contra las fuerzas del gobierno aunque, finalmente sucumbieron porque
el gobierno envió tropas para reprimir la rebelión…”
Los
alzados mantuvieron el poder por 17 días. Además de las autoridades del pueblo
se unieron según García[13], Francisco Useche y
Calazán Andrade. Al décimo sexto día, Dávila intentó entrar a Pregonero, por la
vía que conduce al Municipio Guaraque del estado Mérida, con 500 hombres y fue
repelido por encontrar una fuerte resistencia. Se dice que dónde hubo mayor violencia
fue en las Amarillas y en el Vaho de las Ánimas. Pero el arribo de 2000 hombres
de refuerzo al mando del general Amaya bastó para disolver toda resistencia.
Los alzados en armas escaparon a las montañas para evitar ser asesinados o encarcelados
iniciando una especie de guerrilla. Los que no pudieron “fueron tomados
prisioneros: algunos fusilados y otros enviados al castillo de San Carlos en
Maracaibo”.
Con
la vuelta al orden comenzó la represión. Según García,
“las tropas del gobierno, amparadas en el ambiente de dolor y miedo, se
entregaron a la desdichada tarea de ultraje y abuso sin la menor fórmula de
empacho. En la geografía uribantina se sufrieron en carne propia los aviesos y
execrables actos de vesania, cometidos sin ningún género de contemplación
contra humildes ciudadanos tanto del pueblo como del campo. Todos los vecinos
se encontraron atribulados por el miedo y sumidos en el más profundo
desamparo”.
La
guerra de guerrillas que siguió a ese acontecimiento en el año 1921 coincidió
con el tercer intento de Peñaloza. Para mediados de 1922 todavía había
resistencia en esos parajes. Aquí comienzan nuestros interrogantes: ¿el abuelo
estuvo en los combates y fue herido?, ¿el abuelo estuvo en combate, en la represión
y fue herido en la guerra de guerrillas? No se sabe. Lo que se sabe es que fue
herido. Mi hermano David señaló que el abuelo hablaba que había caminado mucho
por esas montañas. ¿Podría haber sido que en una patrulla fue emboscado? las Memoria y Cuenta del Ministerio de Guerra y
Marina de esos años dicen muy poco en relación a esos hechos. Creemos que
fue por causa de la censura.
Considerando
todas las posibilidades antes indicadas y con la poca información que tenemos a
la mano creo que el abuelo fue herido en una emboscada durante una patrulla.
Por ello, si se considera que después de dos años el gobierno no pudo someter completamente
a los alzados y ante la continua amenaza de invasión por parte de los
refugiados en Colombia tuvo que pactar con ellos. Con el pacto cesaron los
hostigamientos contra los vecinos, se modificó el sistema de recluta que se
hacía muy arbitraria, se disminuyeron los impuestos, se resarcieron los daños,
lo lugareños pudieron nombrar sus autoridades locales y se reconocieron los grados militares de los
alzados, entre otras prerrogativas. Lograda estas exigencias por los pregoneros
se logró la paz[14].
Una
vez concertada la paz el país vivió otros eventos de semejante naturaleza: el
alzamiento de José Rafael Gabaldón entre abril y mayo de 1929 en Boconó,
Guanare, El Tocuyo y Biscocuy. Este levantamiento ocurrió en un contexto
signado por la invasión a Coro desde Curazao por Rafael Simón Urbina y la
invasión del Falke comandada por Román Delgado Chalbaud en agosto del mismo
año. Todos fracasaron costándole al país un sinnúmero de muertos. Quizás en este período fue que el abuelo se
fue ‘pal monte’ para no tener que exponerse de nuevo a las balas[15].
Sabemos
que gran parte de su vida él se ganó el respeto por ser un ‘curandero’, o sea,
curaba con sus manos y con sus rezos. Faltaría saber dos cosas: en primer
lugar, qué sintió y qué pensó cuando estaba caído y sangrando. Los grandes
cambios en una persona ocurren en un instante. Por ejemplo Wittgenstein comenzó
a apreciar la vida después de sobrevivir a un tiroteo en el frente ruso en
plena ofensiva del General Brusilov durante la Primera Guerra Mundial. El filósofo contó que tuvo miedo, pero no
sabemos qué pensó en ese momento. De acuerdo con mi experiencia personal puedo
decir que tuve una experiencia de peligro extremo en una operación de abordaje
a un buque que había naufragado cerca del cabo San Román siendo tripulante de
la fragata “General Soublette”. En esos momentos no pensé en nada, uno se
conecta con el todo. Cuando piensas viene el miedo. Tuve suerte. No me pasó
nada. En el suelo, mi abuelo, por su parte, si debió de pensar en algo, vivió
un intervalo. En ese espacio temporal o atemporal debió encontrarse con algún
misterio. Ahí se produjo el cambio. Y, en segundo lugar, si sus heridas fueron
en el vaho de las Ánimas ¿Ahí fue el
encuentro con ese misterio?, ¿Con quién fue el encuentro que convirtió a un
soldado en un curandero? Hubo otro caso. John Rawls fue un combatiente
estadounidense de la infantería de marina que participó en las campañas del
Pacífico y la experiencia del combate lo hizo desistir del sacerdocio
convirtiéndose en ateo. No sabemos cómo fue la convalecencia, la recuperación, la
religiosidad, ni tenemos testimonios acerca de las aventuras militares del
abuelo. Sólo fragmentos. Los pocos escritos que dejó dicen muy poco, pero
indican por su sencillez la dureza de la vida en Venezuela en el primer cuarto
de siglo por sus principales temores: el hambre y la falta de palabra. Qué
consejo dio. Veamos:
“El hombre que esté soltero y que se fuese a casar debe de reflexionar en
lo que ha de tener y si no ha de desistir, no debe parecer tal cosa que esto de
tener esposa no es de hoy para mañana, piense que cada semana tiene que comprar
mercado así haya maíz obligado, tenga o no tenga dinero su familia puede quedar
como embustero porque lo que va a ser adquirido todo lo va a ir consumiendo con
sus hijos y mujer cumpliendo con su deber”.
Hay
otras palabras que nos dejó el abuelo relacionado con las penurias que vivió:
“Una tarde en un granado, ya cuando el sol se oculta, estaban en una
consulta un perruno y pintao se dijo del uno al otro que haremos para gallina
que estamos como una espina / mudemos de condición / terminemos el corrido”
Al
final de cuentas, las obligaciones para con su familia serían lo que terminaría
de alejar al abuelo de las aventuras guerreras. Los otros escritos en su
cuaderno de anotaciones fueron la partida a Caracas de sus hijos José y
Encarnación (23ENE1946) y Próspero (05SEP1947) y de Rubén Carrero (24NOV1934),
la muerte de Darío (19FEB1941), el nacimiento de su nieta Daisy (10JUN1963).
Sus escritos terminan con lo siguiente: “Señores les pongo en cuenta esta corta
relación y a mirarse en este espejo el que fuese hijador…”.
En
todo caso, la palabra ‘Chácaro’ devendría en la palabra ‘chácharo’, apodo,
según Pinzón, usado de manera burlesca que los caraqueños llamaban a los
andinos que vinieron con Juan Vicente Gómez[16].
[1] Ver al respecto:
Guía, G. (2007). “Condiciones de vida del soldado: uso y abuso de la tropa en
el ejército Nacional Gomecista”. Caracas. CONHISREMI, Revista Universitaria de
Investigación y Diálogo Académico, Volumen 3, Número 3.
[2] Ibíd.
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
[5] Ver al respecto:
Guía, G. (2009). La Recluta Forzosa y su
Transición al Servicio Militar Obligatorio (1908-1933). Caracas. Fundación
Centro Nacional de Historia. 125 p
[6] Un aspecto que llama
la atención de esta ley, según Guía Caripe fue que “los hombres con escasa o
ninguna formación recibieran una enseñanza gratuita y obligante para lograr no
sólo un ejército bien armado y organizado, sino también instruido. Por ende,
atacará los vicios de la población, basados en el latrocinio y la vagancia,
mediante el uso efectivo de los ciudadanos en el servicio activo” (Ibíd.:71).
[7] Ibíd.
[8] Desde la invasión de
Rangel Garbiras derrotada en Palmira, pasando por las montoneras y guerrillas
que se formaron después de la derrota hasta los sucesivos intentos de derrocar
a Juan Vicente Gómez en las dos décadas subsiguientes.
[9] Según el
cronista de Pregonero José García (2001), "chácara" era “una cartera
masculina de cuero, una especie de mochila donde llevaban, en algunos casos,
alimentos y, en otros, las armas que utilizaban para defenderse, principalmente
cuchillos”. Cárdenas (2013) agregó que también llevaban, además, imágenes
religiosas y, chimó.
[10] Ver al
respecto: Fundación Polar (2011). Diccionario
de Historia de Venezuela. Caracas. Fundación Polar.
[11] Este General, que se
consideraba liberal amarillo ‘lagartijo’, formó parte de la revolución
Libertadora a la par de Rangel Garbiras y después que Juan Vicente Gómez se
hizo con el poder integró entre sus filas a muchos castristas perseguidos. Ver
al respecto: Alcalde, J. (2012). Primos y
Tiranos. Juan Vicente y Eustoquio
Gómez, crónica de dos primos dictadores. Bloomington. Palibrio. 516 p
[12] Ver al
respecto: https://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/dhv/entradas/p/penaloza-juan-pablo
[13] García
Mora, J. (2001). Uribante, geografía e
Historia. Caracas.
Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. 308 p.
[14] Ver al respecto:
Cárdenas, D. (2013). “Una Mirada al Grupo Uribante a través de una Entrevista
al Dr. Ramón J. Velásquez”. Caracas. Tiempo y Espacio vol.23 no.59. [Documento
en Línea]. Disponible: http://www.scielo.org.ve/pdf/te/v23n59/art05.pdf
[15] Según Guía Caripe,
“La falta de reemplazo desalentaba a los individuos de tropas que prestaban
servicio activo, puesto que no tenían esperanza de volver a la vida civil,
cuestión que llevó a varios soldados a desertar de las filas del ejército. La
deserción tenía sus causas, en los siguientes casos: tiempo ilimitado del
servicio activo (más de cuatro años), castigos, y el no derecho a conceder una
licencia de permiso al soldado por temor a la deserción absoluta”. Quizás esta
fue una de las causas que hicieron que el abuelo se fuese ‘pal’monte’ en el año
1929.
[16] Según Quintero (2013)
CHÁCHARO, es un báquiro de collar y su nombre se usó como apodo ofensivo que se
aplicó a los tachirenses rústicos y de alta peligrosidad que formaron una
guardia especial o cuerpo represivo durante la tiranía gomecista. Ver al
respecto: http://lecturas-yantares-placeres.blogspot.com/2013/09/de-chacharos-y-capacheros.html?m=1