lunes, 31 de mayo de 2021

DURACIÓN Y SIMULTANEIDAD (Extracto)

 



Bergson, H. (2006). Duração e Simultaneidade. A proposito da teoria de Einstein. São Paulo. (T. C. Berliner). Editorial Martín Fons. 238 p

 La analogía entre tiempo y espacio es exterior y superficial. Se toma en base al hecho que nos apoyamos en el espacio para medir y simbolizar el tiempo, por lo que si el espacio cubre el tiempo el problema para Bergson fue ir al tiempo mismo para su comprensión.

Para hacer una representación matemática e integral del universo que nos permite una relación del todo con todo se hace necesario definir una extensión en tres dimensiones que son declaradas inmóviles y cortadas entre sí. Aquí empiezan los problemas... El éter nunca ha sido percibido... Él fue introducido en física para servir de soporte a la medición... Las ciencias solo operan sobre medidas, las medidas solo se aplican, en general, a concreciones y cuando una concreción crece o decrece lo único que se puede afirmar es que la distancia aumenta o disminuye según el caso (p 37), por lo tanto el movimiento es siempre relativo... Por lo que un observador interior a un sistema no tendrá un medio para saber si su sistema está en movimiento o en reposo.

Afirmamos que el tiempo único y la extensión independiente de la duración subsisten en la hipótesis de Einstein tomadas en estado puro.

En la teoría de la relatividad se implicara efectivamente la existencia de tiempos múltiples, todos en el mismo plano y todos reales. Si, al contrario, nos situamos en la hipótesis de Einstein, los tiempos múltiples subsistirán, mas siempre habrá uno único real, pero como ficciones matemáticas.

La naturaleza del tiempo.

El tiempo se confunde con la continuidad de nuestra vida interior. Esta continuidad es un despliegue y un pasaje que expresan en si una transición artificialmente captada y que es naturalmente experimentada que Bergson denomina duración. Así pues, para él el tiempo es la propia fluidez de nuestra vida interior. En este contexto, la simultaneidad es la posibilidad de que dos o más acontecimientos pudiesen entrar en una percepción única e instantánea (P 53).

Duraciones diferentes, es decir, con ritmos diversos, podrían coexistir, por lo que la consideración de un tiempo material uno y universal es una hipótesis fundamentada en un raciocinio dado por una analogía que se sustenta en la creencia de que todas las conciencias humanas (que expresan duración) son de la misma naturaleza y perciben de la misma manera. Como están lo suficientemente cerca las unas a las otras para que dos de ellas que se encuentren en forma consecutiva tengan en común una porción extrema del campo de su experiencia exterior.

Pero, estas dos experiencias tienen una parte común, por lo que este trazo-de-unión genera una experiencia única desenvolviéndose en una duración única que será de una o de otra de las dos conciencias.

Por la identidad de sus duraciones internas y por la continuidad de sus experiencias exteriores se puede pensar en la unidad de un tiempo impersonal. Esta es la hipótesis del sentido común que podría ser igual a la de Einstein en el sentido de confirmar un tiempo igual para todas las cosas (P55).

No se puede hablar de una relatividad que dura sin introducir en ella una conciencia... Y es imposible imaginar o concebir un trazo-de-unión entre el antes y el después sin un elemento de memoria y, por consiguiente, de conciencia (P 56).

... Es imposible distinguir entre la duración, por más corta que sea, que separa dos instantes y una memoria que los uniese entre sí, pues la duración es esencialmente una continuación de lo que no es mas en lo que es. Es ahí el tiempo real, o sea, percibido y vivido. Es también cualquier tiempo concebido, pues no se puede concebir un tiempo sin representarlo percibido y vivido. Duración implica por tanto conciencia; y ponemos conciencia en el fondo de las cosas por el propio hecho de atribuirnos un tiempo que dura y este tiempo no es medible (p57).

Por más que el tiempo impersonal es universal, en caso de que exista, se prolongue indefinidamente del pasado al porvenir, él es hecho solo de una pieza, las partes que en él distinguimos son simplemente las de un espacio que diseña su rastro y que se convierte a nuestros ojos su equivalente, dividimos lo desenrollado, pero no lo desenrollamos (p58).

Llamo simultáneas dos percepciones instantáneas aprehendidas en un mismo acto mental, poniendo la atención más de una vez para hacer de ellas una o dos a voluntad. Puesto esto, es fácil ver que es de nuestro mayor interés tomar por 'desenrollar el tiempo' un movimiento independiente de nuestro propio cuerpo. A buen decir, lo encontramos ya tomado. La sociedad lo adoptó para nosotros. Es el movimiento de rotación de la tierra, pero, en caso de que lo aceptemos, en caso de que comprendamos que es tiempo y no solo espacio, es porque siempre hay un viaje de nuestro propio cuerpo, virtual, y ella podría ser para nosotros el desenrollar del tiempo.

Poco importa que sea un cuerpo móvil u otro que adoptemos como contador del tiempo. A partir del momento en que exteriorizamos nuestra propia duración en movimiento en el espacio, el resto sigue. En este caso el tiempo nos aparecerá como el desenrollar de un hilo, o sea, como el trayecto de un cuerpo móvil encargado de contarlo. Habremos medido el tiempo de ese desenrollar y por consiguiente del desenrollar universal (P61).

Llamamos simultáneos dos flujos exteriores que ocupan la misma duración porque están ambos comprendidos en la duración de un mismo tercero, el nuestro: esa duración es apenas la nuestra cuando nuestra conciencia ve solamente para nosotros, pero se torna igualmente a ellos cuando nuestra atención abarca los tres flujos en un único acto indivisible... (P 62).

Más aun de la simultaneidad de dos flujos jamás pasaríamos para la de dos instantes si quedáramos en la duración pura, pues toda duración es espesa: el tiempo real no tiene instantes, pero formamos naturalmente la idea de instantes y también la de instantes simultáneos desde que adquirimos el hábito de convertir el tiempo en espacio. Entonces una duración no tiene instantes y una línea termina en puntos. Y es a partir del momento en que a una duración hacemos corresponder una línea, la porción de línea deberá corresponder porciones de duración y a una extremidad de la línea una externalidad de duración: será ese el instante - algo que no existe realmente, pero si virtualmente... Instantaneidad implica por tanto dos cosas: una continuidad de tiempo real (duración) y un tiempo espacializado (una línea simbólica de tiempo que describe un movimiento).

Simultaneidad en el instante y simultaneidad de flujo son cosas distintas que se complementan recíprocamente (p63).

Es por tanto la simultaneidad entre dos instantes de dos movimientos exteriores a nosotros que permite que midamos el tiempo, pero es la simultaneidad de esos momentos con momentos marcados por ellos a lo largo de nuestra duración interna que hace que esa medida sea una medida de tiempo (P64).

Medir el tiempo es por tanto enumerar simultaneidades (p67).

El tiempo espacializado es en la realidad una cuarta dimensión del espacio. Solamente esa cuarta dimensión nos permitirá yuxtaponer lo que está dado en sucesión: sin ella no tendríamos lugar (p 69)… ello es posible porque se le atribuye al tiempo una rapidez infinita...

Inmanente a nuestra medida del tiempo es por tanto la tendencia a vaciar su contenido en un espacio de cuatro dimensiones donde pasado, presente y futuro estarían yuxtapuestos o superpuestos desde todo el siempre... Esto expresa incapacidad de traducir matemáticamente el tiempo... Por ello se baliza con paradas virtuales la duración consciente y el movimiento real... El campo, digo yo, lo que hace es medir una duración en un tiempo mayor a un instante...

Vemos en la duración el propio tejido de nuestro ser, de todas las cosas y de cómo el universo es a nuestros ojos una continuidad de creación (p 72).

La duración real es experimentada, constatamos que el tiempo se desenrolla y, por otro lado, no podemos medirlo sin convertirlo en espacio y suponer desenrollado todo lo que conocemos de él.

Una filosofía donde la duración es tenida por real y hasta por activa podrá admitir muy bien el espacio-tiempo de Minkowski y de Einstein, como cuarta dimensión. Al contrario, nunca conseguirán extraer del esquema de Minkowski la idea de un flujo temporal (p75).

La teoría de la relatividad no puede dar cuenta de toda la realidad.

No se concibe el tiempo sin un antes y un después: el tiempo es sucesión. Pero allí donde no hay alguna memoria, alguna conciencia, real o virtual,... no podrá haber un antes y un después... Es preciso, entonces, que estén los dos para hacer tiempo (p77). 

La pluralidad de los tiempos.

Un tiempo vivido y optado por una conciencia es real por definición... El movimiento de un reloj es contemporáneo con el flujo de la conciencia y es también un tiempo real por definición (p83) ambos son el mismo tiempo…

La multiplicidad de los tiempos que obtengo de esta deducción no impide la existencia del tiempo real (p87) un tiempo real es un tiempo vivido... Un tiempo irreal, auxiliar, (matemático) no puede ser vivido.

La simultaneidad intuitiva, aquella que podría ser llamada de real y vivida Einstein la acepta necesariamente, una vez que es por medio de ella que anota la hora de un acontecimiento (p98).

Es preciso distinguir dos especies de simultaneidades, dos especies de sucesiones. La primera es interior a los acontecimientos, forma parte de su materialidad, van en ellos. La otra es simplemente objetivada… por un observador exterior al sistema. La primera expresa algo del propio sistema, ella es absoluta. La segunda es mudable, relativa, ficticia, depende de la instancia, variable en la escala de velocidades, entre la inmovilidad que ese sistema tiene para sí mismo y la movilidad que presenta relativamente en un otro: hay encurvamiento aparente de la simultaneidad y su transformación en sucesión. La primera simultaneidad, la primera sucesión pertenecen a un conjunto de cosas, la segunda a una imagen que de ellas se da el observador en espejos tanto más deformada en cuanto a la velocidad atribuida al sistema mayor. El encurvamiento de la simultaneidad y su transformación en sucesión es precisamente lo que es necesario para que las leyes físicas, en particular las de electromagnetismo, sean las mismas para el observador interior al sistema, situado de cierta manera en lo absoluto, y para el observador de afuera, cuya relación con el sistema puede variar indefinidamente (p106).

... En virtud de una convención anterior y universalmente aceptada, no existe tiempos in un antes y un después constatados o constatables por una conciencia que compara uno con otro, aunque esa conciencia fuese apenas una conciencia infinitesimal co-extensiva al intervalo entre dos instantes infinitamente vecinos. Si usted define la realidad por la convención matemática, usted tendrá una realidad convencional. Pero realidad real es aquella que es percibida o podría serlo (P 108).

En la teoría de Einstein no hay un sistema privilegiado, la relatividad es bilateral, todo es reciproco (P 109)… ahora esta reciprocidad es la del movimiento. De acuerdo con la teoría de la relatividad, las relaciones temporales entre acontecimientos que se desenvuelven en un sistema dependen únicamente de la velocidad de ese sistema y no de la naturaleza de esos acontecimientos (p  122).

Se llama real lo percibido o perceptible.

... Es generalmente difícil para el filósofo afirmar con certeza que dos personas viven el mismo ritmo de duración. El no conseguiría dar a esa afirmación un sentido riguroso y preciso. Y si pudiese hacerlo en la hipótesis de la relatividad: la afirmación gana un sentido muy claro y se torna cierta, cuando se comparan entre si dos sistemas en estado de desplazamiento reciproco y uniforme; los observadores son intercambiables. Eso es totalmente claro y totalmente cierto en la hipótesis de la relatividad. En cualquier otro lugar, dos sistemas, por más semejantes que sean, diferirán en general en algún aspecto, una vez que no ocuparan el mismo lugar con relación al sistema privilegiado. Pero la supresión del sistema privilegiado es la propia esencia de la teoría de la relatividad. Por tanto esa teoría, más allá de excluir la hipótesis de un tiempo único, la llama y le da una inteligibilidad superior (P137).

Las figuras de luz

La teoría de la relatividad, tal como se originó de la experiencia de Michelson-Morley efectivamente realizada consiste en invertir la proposición: "es la figura rígida del espacio que impone sus condiciones a la figura de luz" por esta otra: "es la figura de luz la que impone sus condiciones a la figura rígida". En otras palabras, la figura rígida no es la realidad ella misma: es apenas una construcción mental, y de esa construcción es la figura de luz, la única dada, que debe proveer las reglas (p141).

1- Efecto transversal o dilatación del tiempo

La teoría de la relatividad procede como si tomásemos como patrón del tiempo el doble trayecto de ida y de vuelta de un rayo de luz entre dos puntos determinados (p143).

2- Efecto longitudinal o quiebra de la simultaneidad

El tiempo del sentido común que puede siempre ser convertido en duración psicológica y que por tanto es real por definición es sustituido por la teoría de la relatividad por un tiempo que solo puede ser convertido en duración psicológica en el caso de inmovilidad del sistema. En todos los otros casos, ese tiempo que era concomitantemente la línea de luz y la duración es tan solamente línea de luz - línea elástica que se estira en la medida en que aumenta la velocidad atribuida al sistema. La teoría de la relatividad es una teoría física, opta por desconsiderar cualquier duración psicológica, tanto en el primer caso como en todos los otros y retiene del tiempo tan solamente la línea de luz (p150).

El entrelazamiento del espacio y el tiempo solo aparece claramente cuando se reduce el tiempo a una línea de luz. Con la línea de luz, que es tiempo pero que permanece subtendido por espacio que se alarga en el recorrido del movimiento del sistema y que recoge así en el camino espacio con el cual hace tiempo, iremos aprehendiendo en concreto en el tiempo y en el espacio…, el hecho inicial muy simple que se traduce por la concepción de un espacio-tiempo de cuatro dimensiones en la teoría de la relatividad (P151).

3- efecto transversal-longitudinal o "contracción de Lorentz"

La identificación del tiempo con la línea de luz hace que el movimiento del sistema produzca un doble efecto en el tiempo: dilatación del segundo y quiebra de la simultaneidad.

La teoría de la relatividad restringida dice: dada, en reposo, una coincidencia de la figura rígida del espacio con la figura flexible de la luz, dado por otro lado una disociación ideal de esas dos figuras por el efecto de un movimiento que el pensamiento atribuye al sistema, las deformaciones sucesivas de la figura flexible de luz por las diversas velocidades son todo lo que interesa: la figura rígida del espacio se ajustara como se pueda (p155).

El espacio-tiempo de cuatro dimensiones

La diferencia con respecto a la teoría de la relatividad es que en la teoría corriente la asimilación del tiempo a una cuarta dimensión esta sobreentendida. En cambio, en la teoría de la relatividad la cuarta dimensión es obligada a introducirla a sus cálculos (p166).

El tiempo del matemático es necesariamente un tiempo que se mide y, por consiguiente, un tiempo espacializado.

Al aumentar una dimensión al espacio en que nos encontramos este puede figurar…  en ese nuevo espacio un proceso o un devenir constatado en el pasado. Pero como sustituimos lo que percibimos haciéndolo algo ya hecho, por un lado eliminamos el devenir inherente al tiempo, y, por otro, introducimos la posibilidad de una infinidad de otros procesos por medio de los cuales la cosa también podría haber sido construida. A lo largo del tiempo en que se constataba la génesis progresiva de esa cosa, había un modo de generación bien determinado, pero en el nuevo espacio, aumentado con una dimensión, donde la cosa se riega de un solo golpe por la adjunción del tiempo al espacio antiguo, se tiene la libertad de imaginar una infinidad de modos de generación igualmente posibles, y aquel que fue efectivamente constatado, ya sea el único real, no aparece más como privilegiado: será puesto - equivocadamente - en la misma línea de los otros (P 174).

Se puede percibir desde ya el doble peligro a que nos exponemos cuando simbolizamos el tiempo por medio de una cuarta dimensión del espacio. Por un lado, se corre el riesgo de tomar el desenvolvimiento de toda la historia  pasada, presente y futura del universo por un simple recorrido de nuestra conciencia a lo largo de esa historia dada de repente en la eternidad: los acontecimientos no desfilarían más delante de nosotros, seriamos nosotros que pasaríamos delante el alineamiento de ellos. Y por otro lado, en el espacio-tiempo que así hubiéramos constituido, acreditaremos tener la libertad de escoger entre una infinidad de distribuciones posibles del espacio y del tiempo. Por lo tanto, ese espacio-tiempo tendría que haber sido construido con un espacio bien determinado, con un tiempo bien determinado: solo una cierta distribución particular en espacio y tiempo podría ser real. Pero no se hace distinción entre todas las otras distribuciones posibles: el antes seria solamente una distribución real siendo no más que una de ellas. En suma se olvida, que siendo el tiempo medible necesariamente simbolizado por el espacio, hay concomitantemente más océanos en la dimensión de espacio tomada por símbolo de lo que en el propio tiempo (P 174).

El tiempo se presenta en nuestra conciencia como duración y sucesión, atributos irreductibles a cualquier otro y distinto de justa posición... Si hay sucesión y duración es justamente porque la realidad duda, tienta, elabora gradual e imprevisiblemente novedades... Con todo, el que es predeterminado es virtualmente algo ya hecho y solo dura por su solidaridad con el que se hace, con el que es duración real y sucesión: es preciso tener en cuenta ese entrelazamiento, y se ve entonces que la historia pasada, presente y futura del universo no podría estar dada globalmente a lo largo de un film (P176).

Veo el universo 'solido'… esta hecho de un amontonamiento de todas sus imágenes achatadas, pasadas, presentes y futuras. Veo también la conciencia de ustedes viajando perpendicularmente a esos 'planos' superpuestos, tomando siempre apenas conocimiento de aquello que está atravesando, percibiéndolo como presente, recordándoselo entonces de aquellos que está dejando para atrás, pero ignorando aquellos que tiene por el frente y que van entrando un después de otro en su presente para ir inmediatamente a enriquecer su pasado (p176).

... Yo que estoy inserto en el mundo organizado por mi cuerpo, en el mundo consciente por el espíritu, percibo la marcha para adelante como un enriquecimiento gradual, como una continuidad de invención y creación. El tiempo es para mí lo que hay de más real y de más necesario, es la condición fundamental de la acción (P 180).

Data de Platón, que consideraba el tiempo una simple privación de la eternidad… responde, con efecto, a una exigencia fundamental del entendimiento humano. Hecho para establecer leyes, o sea, para extraer del flujo cambiante de las cosas ciertas relaciones que no mudan, nuestro entendimiento es naturalmente llevado a ver apenas ellas; solo ellas existen para él; él cumple, por lo tanto su función, responde a su destinación poniéndose fuera del tiempo que pasa y que dura.... La metafísica de la mayoría de los metafísicos no es por tanto más que la propia ley de funcionamiento del entendimiento, el cual es una de las facultades del pensamiento, pero no el propio pensamiento.  Este, en la integralidad suya, lleva en cuenta la experiencia integral, y la integralidad de nuestra experiencia y duración (P 181).

... Imaginan haber tenido por la adición de una dimensión suplementaria, un espacio-tiempo de tres dimensiones que se puede dividir en espacio y en tiempo de una infinidad de maneras; la de ustedes, aquella que experimentan seria tan solamente una de ellas; estaría en el mismo nivel que todas las otras. Pero, yo que veo como serian todas la experiencias, por ustedes simplemente concebidas, de observadores unidos a sus planos de referencia y desenvolviéndose con ellos, puedo decirles que, teniendo a cada instante la visión de una imagen hecha de puntos tomados de todos los momentos del universo, él viviría en la incoherencia y en el absurdo (p183).

... Comenzaran por admitir implícitamente que la cuarta dimensión tiene por lo menos los atributos de las tres otras... Hablaran del espacio-tiempo de ellos tomando como ciertos los dos siguientes puntos: 1* todas las distribuciones que en él puedan ser hechas en espacio y en tiempo deben ser puestas en el mismo nivel (…), 2* nuestra experiencia de acontecimientos sucesivos nada mas hace que iluminar uno por uno los puntos de una línea dada de un solo golpe. - Parecen no haber tenido en cuenta el hecho de que la expresión matemática del tiempo, les comunican necesariamente las características del espacio y al exigir que la cuarta dimensión, sean cuales fueren sus cualidades propias, tenía primero las de las otras tres, pecará por falta y por exceso concomitantemente, como acabamos de demostrar. Aquellos que no introducen aquí un doble correctivo correrán el riesgo de engañarse sobre la significación filosófica de la teoría de la relatividad y erigir una representación matemática en realidad trascendente (P184).

No hay ninguna diferencia entre el tiempo y el espacio, salvo que a lo largo del tiempo nuestra conciencia se mueve (p185).

Contrariamente al sentido común y la tradición filosófica, que se pronuncian a favor de un tiempo único, la teoría de la relatividad parecerá inicialmente afirmar la pluralidad de los tiempos. Observando más de cerca, nunca encontramos otra cosa más allá de único tiempo real, el de físico que construye la ciencia: los otros son tiempos virtuales, o sea, ficticios, atribuidos por él a observadores virtuales.... Cada uno de esos observadores fantasma se animan de repente, se instalaría en la duración real del antiguo observador real, que torno fantasma a su vez. De modo que la concepción habitual del tiempo real simplemente subsiste, acrecentada por una construcción mental destinada a figurar que, si aplicamos las fórmulas de Lorentz, la expresión matemática de los hechos electromagnéticos permanece la misma para el observador presumiblemente inmóvil y para el observador que atribuye para sí cualquier movimiento uniforme, ahora, el espacio-tiempo de Minkowski y de Einstein no representa otra cosa.

En caso de que se entienda por espacio-tiempo de cuatro dimensiones un medio real donde evolucionan seres y objetos reales, el espacio- tiempo de la teoría de la relatividad es el de todo el mundo pues todos nosotros esbozamos el gesto de postular un espacio-tiempo de cuatro dimensiones siempre que espacializamos el tiempo, y no podemos medir el tiempo, no podemos ni menos hablar de él sin espacializarlos. Pero en ese espacio-tiempo, el tiempo y el espacio permanecerían distintos: ni el espacio podría despejar tiempo ni el tiempo restituir el espacio. Si ellos avanzan uno sobre el otro y en proporciones variables según la velocidad del sistema (es el que hacen en el espacio-tiempo de Einstein), entonces se trata apenas de un espacio-tiempo virtual o de uno físico imaginado experimentado y no más del físico que experimenta. Pues este último espacio-tiempo está en reposo, y en un espacio-tiempo que está en reposo el tiempo y el espacio permanecerán distintos uno del otro; solo se mezclan, como veremos, en la fusión operada por el movimiento del sistema; pero el sistema solo está en movimiento si el físico que en él se encontraba lo abandonase... A través del tiempo y del espacio que siempre conocemos distintos y por eso mismo amorfos, percibiremos, como que por transparencia, un organismo de espacio-tiempo articulado (p187).

Somos por lo tanto reconducidos a nuestras conclusiones anteriores. Nosotros mostrábamos que dos acontecimientos, simultáneos para el personaje que los observa en el interior de su sistema, serian sucesivos para aquello que se representase, de afuera, el sistema en movimiento. Concordamos, pero notamos que el intervalo en los dos acontecimientos que se tornaran sucesivos, aunque fuese llamado tiempo, no podría contener ningún acontecimiento: se trata, decíamos, de 'nada dilatado'. Asistimos aquí a la dilatación... Pero ese intervalo de tiempo virtual no es más que el nada de tiempo primitivo, produciendo un efecto cualquiera de óptica en el espejo de movimiento. El pensamiento no conseguirá alojar en él un acontecimiento por más corto que fuese, así como no se empujaría un móvil para el salón percibido en el fundo de un espejo (p191).

Y la amalgama solo existe en el pensamiento. Lo que es real, esto es, observado u observable, es el espacio y el tiempo distinto con que lidia en su sistema. Puede asociarlo en un continuo de cuatro dimensiones: es lo que todos hacemos, de modo más o menos confuso cuando espacializamos siempre que lo medimos. Pero el espacio-tiempo permanece entonces invariablemente (P 193).

El físico real toma sus medidas en el sistema en que se haya y que él inmoviliza al adoptarlo como sistema de referencia: en él, tiempo y espacio permanecen distintos, impenetrables uno u otro. Espacio y tiempo solo se penetran en los sistemas en movimiento donde el físico real no está, donde solo habitan físicos por ellos imaginados - imaginados para el bien de la ciencia (P 194).

El tiempo de la relatividad restringida y el espacio de la relatividad general.

A cada instante, un universo de relatividad restringida es tangente al universo de la relatividad general. Por otro lado, nunca se consideran velocidades comparables a la de la luz, ni campos gravitacionales proporcionalmente intensos. Se puede por tanto, en general, con una aproximación suficiente, tomar prestada de la relatividad restringida la noción del tiempo y conservarla tal cual. En este sentido, el tiempo remite a la relatividad restringida así como el espacio a la relatividad general (p 196).

En tanto el tiempo de la relatividad restringida y el espacio de la relatividad general están lejos de tener el mismo grado de realidad… se confirmaría la distinción radical de naturaleza que otrora establecemos entre el tiempo real y el espacio puros...

Cuando el físico de la relatividad general determina la estructura del espacio está hablando de un espacio donde esta efectivamente puesto. Todo lo que afirma, se podría verificar con instrumentos de medición apropiados. La porción de espacio cuya curvatura él define puede estar tan distante de cuanto quieran: teóricamente, él se transportaría hasta ella, teóricamente, nos haría asistir a la verificación de su fórmula. En suma, el espacio de la relatividad general presenta particularidades que no son simplemente concebidas, que también serían percibidas. Conciernen al sistema donde el físico habita (P 197).

Pero las particularidades de tiempo y sobretodo la pluralidad de los tiempos, en la teoría de la relatividad restringida no escapan apenas del hecho a la observación del físico que se postula: son inverificables de derecho. En cuanto al espacio de la relatividad general es un espacio donde se está, los tiempos de la relatividad restringida son definidos de modo tal que todos, excepto uno, son tiempos donde no se está. No se podría estar en ellos, pues cargamos con nosotros, donde quiera que vamos, un tiempo que expulsan los monstruos, como el claro asociado que al caminante hace retroceder a cada paso la neblina. Ni así mismo nos concebimos estando en ellos, pues transportarles por el pensamiento para uno de los tiempos dilatados seria adoptar el sistema al cual el pertenece haciendo de ellos su sistema de referencia: ese tiempo se contraria de inmediato y volvería a ser el tiempo que vivimos en el interior de un sistema, el tiempo que no tenemos ningún motivo para no creer que sea el mismo en todos los sistemas (p197).

Los tiempos dilatados y quebrados son por tanto tiempos auxiliares intercalados por el pensamiento del físico entre el punto de partida del cálculo, que es el tiempo real, y el punto de llegada, que es ese mismo tiempo real de nuevo (P 197).

... Son todos, con efecto medidas de tiempo, y como la medida de una cosa es, a los ojos de la física, la cosa misma, todos deben ser para el físico tiempo. Pero apenas en uno dentro de ellos hay sucesión. El único dentro de ellos dura, si el primero es sin duda, un tiempo acostado a la medida que el mide, pero distinto del ellos... Pero precisamente, aquellos son concomitantes uno tiempo y una línea de luz, los otros son apenas líneas de luz. Pero como estas últimas líneas nacen de un alargamiento de la primera, y como la primera estaba colocada al tiempo, dirían de ellas que son tiempos alargados. De ahí todos los tiempos, en cantidades indefinidas, de la relatividad restringida. La pluralidad de ellos, lejos de excluir la unidad del tiempo real, la presupone (p 198).

La paradoja comienza cuando se afirma que todos esos tiempos son realidades, o sea, cosas que se perciben o que se podrían percibir, que se viven o se podrían vivir. Habíamos implícitamente admitido lo contrario para todos - excepto uno - cuando habíamos identificado el tiempo con la línea de luz. Es esa la contradicción que nuestro espíritu adivina, cuando no la percibe claramente. Ella… surgirá tan solamente en una física que se erigiese en metafísica... Pero, en el caso actual, la reflexión fortalece nuestra convicción y acaba por tornarlo inacabable, porque nos revela en los tiempos de la relatividad restringida - con excepción de uno solo dentro de ellos - tiempos sin duración, donde acontecimientos no podrían suceder, cosas no podrían subsistir y seres no podrían envejecer (p 199).

Envejecimiento y duración pertenecen al orden de la cantidad. Ningún esfuerzo de análisis ira a resolverlo en cantidad pura... En lo tocante al espacio con todo, es todo diferente. Su medida agota su esencia. De esa vez, las particularidades descubiertas y definidas por la física pertenecen a la cosa y no más a una concepción mental de ella. Mejor dicho: ellas son la propia realidad, la cosa es ahora relación (p 199).