sábado, 13 de octubre de 2012

APUNTES SOBRE FENOMENOLOGÍA DE LA GUERRA

 

         Clase Introductoria a la Maestría de Filosofía de la Guerra.

Para hablar sobre fenomenología de la guerra se hace necesario reflexionar sobre: a.-) el objeto “guerra” en tanto que objeto, b.-) el objeto “guerra” como es pensado y c.-) el objeto “guerra” como aprehensión, es decir, de cómo la “guerra” es pensada en el pensamiento. Reflexionar sobre el objeto “guerra” ya de por si comporta una serie de dificultades si se tiene en cuenta el referente (quienes la deciden, quienes la planifican y quienes las hacen), las causas que la originan, el modo en que se hace y el propósito que persigue en función de cuando se presenta como fenómeno de la conciencia (ante, durante, después). Pensar sobre la “guerra” es en sí un acto de significar que presupone una expresión y un acto mental que da vida a la palabra que lo identifica. Como el acto de significar es un acto común se hace necesario identificar lo mismo, es decir, la guerra en muchas instancias y la guerra en bocas diferentes tanto desde la perspectiva del objeto en sí como de la situación objetiva y subjetiva para poder establecer unidades identificables de significación. Sobre cómo la guerra es pensada en el pensamiento hay que tener presente que el lenguaje es el instrumento que permite estudiar las situaciones objetivas (por intermedio de proposiciones lógicas). En este contexto las palabras están comprendidas en un proceso ilimitado de interpretación que hace necesario: a.-) entender el contexto en que se usa la palabra “guerra” (juegos de lenguaje de acuerdo con Wittgenstein) y b.-) la manifestación de la intención que trae consigo la palabra “guerra” que supone un acto de desocultación. El acto de representación es en si la reacción a lo que primeramente se presenta en la mente, para después reproducir la reproducción de esa representación en el mundo con el fin de convertirse posteriormente en una reflexión sobre la reacción en sí misma en un ciclo que no tiene límites.

Las situaciones subjetivas, por llamarlo de alguna manera, están enmarcadas en algo que Heidegger denominó disposición afectiva, es decir, un estado que frente a la muerte coloca al ser en un cuidarse ante algo, cuidado de sí que se manifiesta en la relación miedo-angustia que permite que el pensar el objeto guerra como se presenta en el pensamiento sea un encontrarse a partir de la comprensión de ser dentro de un contexto determinado (1927/1998:157-160). Este cuidarse ante algo genera un conjunto de respuestas que van desde la timidez, el estupor y la indiferencia, hasta la agresión o la huida dentro de un contexto determinado.

Con respecto al miedo en la guerra podemos encontrar muchas trazas que indican formas diferentes del cuidado de sí como se extrae del Éxodo, los diálogos de krishna y Arjuna antes de la batalla de Kurukshetra la actitud de los atenienses cuando se produjo las profanaciones de los monumentos a sus dioses antes de la campaña que condujo al desastre de Siracusa durante las guerras del Peloponeso. Sin embargo, Clausewitz estableció unos criterios que han permitido profundizar sobre el fenómeno guerra a partir del miedo. Clausewitz se valió de la categoría kantiano-fichteana de la acción recíproca para explicar que el miedo y el temor de recibir un daño superior puede generar una relación estimulo respuesta que puede conducir una guerra a situaciones extremas que posteriormente serían interpretadas como guerra absoluta en dos sentidos: uno que condujo a las teorías de la guerra revolucionaria y otro que condujo a la guerra total. La guerra absoluta fue parcialmente conceptualizada por Clausewitz como una manera de explicar las guerras de alcance limitado[1]. La guerra revolucionaria cuyo origen moderno se remonta a la revolución francesa fue un tipo de guerra que se generó por “temor” a que los franceses perdieran los logros políticos alcanzados en ese período. Pero esta guerra revolucionaria se realizó también en un contexto determinado por amenazas de origen interno que motivaron una política de terror para compeler a los enemigos internos de esa revolución a alcanzar sus objetivos. Por su parte, la guerra total surgió como un modo de hacer la guerra que tenía como propósito doblegar la voluntad del adversario mediante tácticas cuyo objeto fue producir terror, como por ejemplo los ataques con gas mostaza en la Primera Guerra Mundial (Sloterdijk, 2007) o los bombardeos sistemáticos de zona durante la Segunda Guerra Mundial (Derrida/Borradori, 2003).

De estas tres maneras de entender la guerra, es decir, la guerra limitada, la guerra revolucionaria y la guerra total se han realizado una gran gama de reflexiones y de derivaciones, pero la Primera y la Segunda Guerra Mundial y la potencialidad de las armas disponible en los arsenales militares de muchos países ha obligado a repensar la guerra y de ahí se destaca el pensamiento de varios autores contemporáneos: a.-) K. Schmitt y Qiao & Wang, b.-) Beyerchen y van Creveld y c.-) Deleuze y Guattari.

Schmitt después de las sanciones impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles en el año 1919 supuso, en primer lugar, que la reducción de la capacidad militar de ese país quedó circunscrita a librar sólo guerras de naturaleza limitadas, y en segundo lugar, que el carácter en sí de las sanciones impuestas a Alemania fue entendida como una forma de llevar la guerra a otros campos más allá de lo meramente militar que significó la relativización del fenómeno bélico y la extensión de la guerra a otros campos del quehacer humano. Ochenta años después, los coroneles chinos Qiao & Wang, reflexionando sobre la inutilidad de emprender una guerra nuclear trataron de comprender todas las formas de daño realizadas de manera deliberada que se produjeron en el mundo principalmente en el siglo XX y propusieron una nueva categoría de guerras que ubicaba el campo de acción en el espacio donde no existían normas que pudiesen regular la actuación de los beligerantes. Estas categorías las denominó: militar, extramilitar y metamilitar. La militar abarca: Nuclear, convencional, bioquímica, ecológica, espacial, electrónica, terrorista y de guerrillas. La meta-militar comprende: Diplomática, psicológica, tecnológica, de redes de información, de inteligencia, de contrabando, de drogas y disuasión. La extra-militar incluye: De recursos, de ayuda económica, de sanciones, de medios de información, financiera, comercial, legal e ideológica. Hoy en día, Hardt y Negri incluyen los movimientos migratorios y el mestizaje, entre otras, como manifestaciones de la guerra actual.

Por su parte, Beyerchen trató de reinterpretar el capítulo 1 del libro I de vom kriege para demostrar que Clausewitz sentó las bases para explicar la guerra como un fenómeno linealmente complejo usando al respecto la teoría del caos. De acuerdo con esta perspectiva para Beyerchen es posible aplicar un enfoque basado en la manipulación de sistemas abiertos de modo que permitiese mantener dicho fenómeno (guerra) dentro de unos límites que favoreciera la predicción y consecuentemente la acción. Van Creveld por su parte indicaría la dificultad de aprehender la guerra como fenómeno por: el nuevo ambiente tecnológico, la existencia de nuevos actores políticos que están haciendo la guerra y la baja tolerancia de occidente a sufrir bajas que ha hecho no sólo que la guerra se haya trasladado a otros campos del quehacer humano, también ha favorecido la aparición de empresas privadas que hacen la guerra a la par que los Estados. 

Junto con la propuesta de los coroneles chinos, dos pensadores y activistas políticos de finales del siglo XX, es decir, Deleuze y Guattari trataron de reflexionar sobre el origen de la guerra y del Estado para proponer una nueva forma de hacer política a partir de una ontología de fundamento spinoziano basada en el ser que persevera en su existencia para obtener mayores espacios de libertad. Estos autores establecieron los conceptos de máquina de guerra nómada que tiene a la guerra como objeto suplementario y aparato de captura del Estado que tiene a la guerra como una finalidad política que se fundamenta en unos regímenes de violencia concebidos para asegurar su existencia. Para estos autores el nómada es un ser caracterizado por vivir fuera de una estructura de sujeción que lo determine y el Estado es una estructura que se creó desde el mismo momento en que se planteó la necesidad de preservar los excedentes de la producción apropiándose de la producción misma. Este criterio de análisis persiguió en su momento sentar las bases para concebir una forma de organización política al margen de la concepción actual del Estado.

El referente sobre la cual pensaron Schmitt, Qiao y Wang, Beyerchen y van Creveld ha sido el Estado. En cambio, la propuesta de Deleuze y Guattari se dirige a destruir la estructura de poder político de alcance global que Hardt y Negri denominan hoy día Imperio[2]. Pero Hardt y Negri a partir del concepto de indignación que se fundamenta en el miedo han concebido una nueva manera de entender la guerra como objeto intencional que hace necesario una reflexión porque demuestra que: a.) en el uso de la palabra “guerra” se pueden identificar significados que varían de acuerdo con la intención de su uso en diferentes situaciones objetivas y b.) el miedo como una disposición afectiva ha sido el motor que ha llevado la acción recíproca en sentido clausewitziano ha situaciones extremas como lo indica no sólo la amenaza nuclear patente desde 1945, también lo que se ha dado en denominar Guerra contra el Terrorismo caracterizada por la supresión del ambiente donde vivimos.

Comprender entonces el juego en el uso de la palabra “guerra” podría suponer a.-) el entender, en parte, en qué guerra se está participando como por ejemplo, Guerra Fría, Guerra Revolucionaria, Guerra Colonial, Guerra contra el Terrorismo y b.-) determinar a partir del cuidado de si la situación amenazante que permita al ser actuar responsablemente frente a una situación objetiva de conflicto. En parte porque se hace necesario interpretar cuál es la intencionalidad del uso de la palabra “guerra” y ello comporta un proceso de desocultación que implica a su vez el establecimiento de un horizonte de comprensión que facilite exegéticamente la intención de su uso[3]. Es determinar qué estamos entendiendo cuando usamos la palabra “guerra” sobre todo cuando sabemos que no sólo su significado ha variado con el tiempo, también la misma palabra no ha sido la que originalmente se ha usado para denotar dicho fenómeno. De igual manera, se hace necesario entender cómo me afecta o cómo afecta a ese sujeto el objeto guerra para reaccionar responsablemente como expresión del cuidado de sí.

Siendo que el objeto “guerra” es un objeto intencional que en tanto que objeto es cortado en el mundo, este corte se hace en un tiempo y en un espacio. El corte en si es un acto de delimitación que permite identificar una reacción y una reflexión. Por ello es que ha sido posible que la guerra en un principio fuese un estado permanente y después sufriera un proceso de delimitación hasta lo que conocemos hoy en día. El problema es que este proceso de delimitación que ha llevado incluso a la prohibición de la guerra no sólo no ha acabado con este fenómeno, más bien ha hecho que se presente de muchísimas y variadas formas, por lo que se ha hecho necesario preguntarse qué es la guerra y tratar de responder esa pregunta para abrir a la comprensión una expresión de nuestra condición humana.

El proceso de captar un objeto, pensarlo y comprender cómo es este pensado en el pensamiento es un proceso de presentación y representación. Presentación en la conciencia y representación en la conciencia y el mundo. En la medida en que me represento una guerra en esa medida la represento en el mundo. Como esta representación se produce en un tiempo y en un espacio, ese tiempo es en la conciencia y el acto de representación ocurre tanto en la conciencia como en el mundo. Así pues, la realidad entendida como el efecto de una conciencia que actúa intencionalmente se define por la temporalidad.

Si la ciencia es la capacidad de identificar los rasgos del objeto responsable de mi reacción y de mi posterior reflexión y si la razón es el conjunto de actividades por las cuales asumimos la responsabilidad, en sentido crítico o justificativo, de todos los actos físicos, metafísicos y estéticos, entonces, desde un enfoque fenomenológico sería posible comprender las cosas sobre las cuales dudamos y/o deseamos evitar por intermedio de la confirmación, ajuste, revisión o cancelación de nuestros propios actos. Solo desde este enfoque se podría comprender qué es la guerra y evitar así que acaezca en cualquier de sus formas y circunstancias. Con esta situación problemática vamos a abrir a la comprensión desde un enfoque hermenéutico cómo se ha entendido la guerra y bajo una visión fenomenológica vamos a analizar dicha expresión de nuestra condición humana. Por hermenéutica, siguiendo a Gadamer, entendemos como un proceso de comprensión caracterizado por el desplazamiento de un ser en el “acontecer de la tradición” donde “el pasado y el presente se hallan en continua mediación” (2003:360), y por fenomenología siguiendo a Husserl, se entiende la forma de “expresar descriptivamente, con expresión pura, en conceptos de esencia y en enunciados regulares de esencia, la esencia aprehendida directamente de la intuición esencial y las conexiones fundadas primeramente en dicha esencia” como un modo de entender qué es un objeto intencional(1999:216). Desde esta perspectiva, la fenomenología es una forma de ontología universal que permite dar una respuesta aproximada de qué es un objeto. Entiéndase por esencia, en este contexto, la orientación de nuestra conciencia en nuestra experiencia intramundana.

Esta aproximación a la fenomenología de la guerra nos permitirá entender otras maneras de comprender dicho fenómeno como en el presente lo están haciendo autores como Hardt y Negri que han propuesto incluso hacer la guerra contra la guerra a partir de la asunción del proceso de comprensión mencionado precedentemente no mediante una actitud pasiva que implica el reaccionar frente a fenómeno guerra, sino el de actuar convenientemente para lograr su erradicación dentro de una particular concepción post-marxista de la historia.  

Para hablar de una fenomenología de la guerra haremos entonces: una descripción sobre algunos aspectos generales sobre fenomenología y hermenéutica que nos interesan para efectos del propósito que nos hemos establecido. Esta aproximación a la fenomenología y la hermenéutica nos dará las herramientas necesarias para contrastar la forma de entender la guerra que desde una perspectiva histórica y mitológica otros autores contemporáneos han interpretado dicho fenómeno[4]. Luego se hará un análisis arqueológico de cómo ha sido la violencia en las sociedades primitivas para poder entender cómo se ha producido la confrontación en una forma en que hoy denominamos guerra, posteriormente se hará un análisis metafísico de la guerra para exponer los referentes sobre las cuales se ha analizado este fenómeno, seguidamente se hará una genealogía del pensamiento y la guerra desde la antigüedad hasta la modernidad, se hará un análisis fenomenológico de la guerra y finalmente se reflexionará sobre la moral y la guerra para abrir a la comprensión las implicaciones de dicho fenómeno en el mundo de hoy.

         Índice.

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Título
Página
1
Aspectos generales sobre la fenomenología
 
2
Arqueología de la violencia, la guerra en las sociedades primitivas.
 
 
La metafísica de la guerra: materialismo vs determinismo.
 
2.1
Perspectiva materialista.
 
2.2
Perspectiva determinista.
 
2.3
Materialismo vs determinismo.
 
3
El pensamiento y la guerra: desde la antigüedad hasta el presente.
 
3.1
La concepción de la guerra de los pueblos con historia.
 
3.1.1
La conceptualización de la guerra a partir de la ritualización y justificación.
 
3.1.2
... Ritualización-justificación y comprensión.
 
3.1.3
... Ritualización-justificación-comprensión y racionalización.
 
3.2
Reflexión sobre la concepción de la guerra de los pueblos sin historia.
 
4
Sobre la palabra “guerra”.
 
5
Análisis fenomenológico de la guerra.
 
5.1
La guerra como efecto de una conciencia intencional.
 
5.1.1
Agresión
 
5.1.2
Huida
 
5.1.3
De la agresión y la huida
 
5.2
Fenomenología del Daño
 
5.3
La guerra como un evento que acaece en un espacio-tiempo determinado.
 
5.3.1
El evento guerra como un segmento de tiempo en el estado de guerra.
 
5.3.2
El evento como tiempo de la guerra contra la guerra.
 
5.3.3
El tiempo de la guerra vs. el tiempo de la revolución
 
5.4
Reflexión sobre la fenomenología de la guerra.
 
6
La Moral y la Guerra.
 
7
Bibliografía Consultada.
 



[1] Hay que recordar que Clausewitz realizó una incompleta reflexión sobre la guerra por su muerte prematura y este hecho ha hecho difícil entender los usos y los significados que este militar prusiano le dio a la palabra “Krieg” (Blanco, 2007).
[2] Imperio es para estos autores una entidad caracterizada por ser una red de normas de alcance global cuyo cumplimiento es observado por un sinfín de instituciones que operan en múltiples planos.
[3] Ver: Gadamer (2003).
[4] Hay que tener presente que mitosis significaba para los griegos explicación (Del Bufalo, 2011) y el mito, como tal, “pone la esencia en la apariencia” (Merleau-Ponty, 1957:321).

viernes, 12 de octubre de 2012

PROYECTO ONTOLOGÍA DE LA GUERRA: CRÍTICA AL CONCEPTO DE RESISTENCIA EN LA OBRA DE HARDT Y NEGRI


Hardt y Negri en tres de sus obras más conocidas, Imperio, Multitud y Commonwealth, plantearon la necesidad de hacer la guerra contra la guerra porque esta última se estaba convirtiendo en la forma en que se está manifestando la política. Esta propuesta ya de por sí plantea un interrogante desde el punto de vista semántico, ontológico y epistemológico en lo que respecta a la expresión “guerra”. El modo de hacer política por intermedio de la guerra lo denominaron biopoder y esta está siendo ejecutada, según estos autores, por una nueva entidad global que está emergiendo que denominan Imperio.

El Imperio es una nueva estructura de poder segmentarizado que comprende a una serie de entidades estatales y supra e intraestatales que está incluyendo de forma diferenciada a toda la humanidad y persigue, mediante el control de todas las formas en que se manifiesta la vida, que denominaron biopolítica, mantener la estructura de producción e intercambios a escala global. Los conceptos de biopoder y biopolítica son en estos autores desarrollos de ideas originalmente creadas por Foucault y utilizadas por Deleuze y Guattari.

Para llegar a esta conclusión, de naturaleza prospectiva si se quiere, partieron de lo que denominaron un relativismo historicista cognoscitivo de reconocida tendencia marxiana, para afirmar que el estado-nacional moderno se había hecho, entre otras cosas, incapaz de controlar una emergente estructura de producción basada en lo que Hardt y Negri han denominado trabajo inmaterial que por su característica tiene un alcance global y cada día se estaba haciendo más incapaz de llevar a cabo una guerra para dominar u controlar espacios allende a su territorio requiriendo en consecuencia del consentimiento y participación de una serie de entidades políticas de diferente naturaleza en todo el mundo que actúan de acuerdo a una ley internacional en proceso de cristalización para mantener un supuesto orden existente y extenderlo a todos los confines del globo. La guerra en este sentido se había convertido en un mecanismo de acción policial dentro del espacio de la ley y fuera de este espacio en un mecanismo para integrar al nuevo orden a las comunidades que aún se resisten a formar parte de él. Por ello, la guerra se ha convertido, según estos autores, en el medio con que se expresa la política por su capacidad no sólo de destruir, sino también de crear, disciplinar y controlar a la sociedad. En este sentido, la guerra se había convertido en el Estado, el estado de guerra. Y ese estado Hardt y Negri lo denominan Imperio.

La finalidad de la guerra, en este contexto, es mantener la estructura de producción actual en función de las necesidades del capitalismo entendido este como un sistema centrado en la relación mercancía-trabajo.

Esta asociación del Estado con la guerra, la guerra con el imperio y consecuentemente la expresión “guerra contra la guerra” parece colocar a la expresión “guerra” en un espacio de indiscernibilidad, de ambigüedad que va más allá del tertium datur en lo que concierne al significado de las expresiones “guerra” y “no-guerra” porque están introduciendo otra idea de lo que se podría entender por “guerra” basándose esta vez en la intuición pura del tiempo entendido como vivencia.

El estado de guerra como medio para mantener la estructura de producción existente implica para estos autores la consideración del tiempo de manera diferente en función de la naturaleza misma de la producción, es decir, el tiempo de donde Marx determinó la medida del valor y bienestar ha estado cada vez condicionado por la producción que está siendo mantenida por el estado de guerra. Este hecho ha determinado que la guerra haya asumido, según estos autores, un carácter ontológico (existencial) absoluto porque está compeliendo a la humanidad a someterse a un orden injusto y excluyente que amenaza la vida misma en cualquiera de sus formas.

Estas circunstancias han obligado a Hardt y Negri a esbozar una genealogía de las guerras revolucionarias y de liberación teniendo como horizonte de comprensión la denominada Guerra de los Treinta Años para evaluar los cambios que han sufrido las guerras de liberación e intentar establecer las tendencias y la actual naturaleza de la guerra para poder así hacer la guerra contra la guerra como medio para hacer la guerra un instrumento de la política y alcanzar simultáneamente una democracia absoluta en sentido spinozista. De igual forma, estos autores hicieron una evaluación de cómo ha cambiado la naturaleza de la producción gracias al advenimiento de lo que han dado en denominar trabajo inmaterial y cómo ha cambiado la noción del tiempo y del espacio a partir del trabajo inmaterial y la producción misma para efectos de esa guerra.

La importancia del referente de la guerra que asoló el centro de Europa en el siglo XVII se debe a que según ambos autores existen una serie de semejanzas entre las luchas que desembocaron en el surgimiento del estado-nacional moderno y las luchas que se han desencadenado a escala global desde la caída del muro de Berlín hasta un presente signado en lo que se ha dado en denominar “Guerra contra el Terrorismo”. La semejanza se debe a que según ellos esas luchas se realizaron entre poderes políticos que se auto-legitimaron a partir de un fundamento religioso (trascendente) que opacó las ideas republicanas y humanistas surgidas durante el renacimiento. 

Estas afirmaciones desde sus inicios plantearon una seria polémica en el mundo político e intelectual que Hardt y Negri han tratado de enfrentar y responder motivado al alcance de sus argumentaciones. Las críticas han orbitado en torno al concepto mismo de Imperio y multitud. Al respecto los autores han tratado de aclarar el significado de Imperio a partir de la concepción romana del término, es decir, imperio de la ley, pero teniendo presente originalmente la imagen del Imperio Bizantino, aunque se ha observado que su propuesta se asemeja más a la imagen de la monarquía universal cristiana de Carlos V que sintéticamente recuerda a Carlomagno.

La entidad política que debería ser la encargada de hacer la guerra a la guerra, o sea la guerra al Imperio una vez que este efectivamente se instaure para establecer una democracia absoluta en el sentido spinozista del término, es la multitud, un ente que estos autores y otros de la misma tendencia política como Virno y Agamben están tratando de convertirlo en una categoría política a partir de las experiencias de los movimientos sociales de carácter global que han surgido desde finales del siglo XX.

La multitud estos autores la definen básicamente como el conjunto de singularidades que operan en común y persiguen expandir los espacios comunes usando para ello la potencia de su creatividad. El problema que se le ha planteado a Hardt y Negri es cómo hacer la guerra a la guerra (al Imperio) a partir de una entidad política que pareciera estar en gestación teniendo presente que la guerra tradicionalmente ha sido entendida desde la paz de Westfalia, como guerra entre Estados y parafraseando la máxima clausewitziana, como un acto realizado para compeler al adversario, un Estado, a acatar una voluntad dentro del contexto de una reparación a una injuria hecha previamente. Este modo de entender la guerra ha sido generalmente aceptado desde el punto de vista político y filosófico hasta el presente, sin embargo, Marx y especialmente Engels reinterpretarían los postulados clausewitzianos a partir de dos elementos fundamentales: la naturaleza política de la guerra y el papel del pueblo en la misma para lograr un cambio político dentro de un estado y si se quiere para realizar una revolución de alcance global. Teniendo presente esta manera de entender la guerra, la guerra contra la guerra es para Hardt y Negri un evento que tiene connotaciones lingüísticas, epistémicas, ontológicas y arqueológicas. En síntesis, el acto político y revolucionario por medio del cual la multitud, que está en gestación, debería acabar con el estado de guerra permanente que representa el Imperio e instaurar la democracia absoluta.

Como se observa, Hardt y Negri han hecho una especie de prognosis para construir un futuro deseado desde un presente o de un presente que se presupone o está in statu nascendi a partir de la consideración de una serie de variables que le reconocen su naturaleza altamente aleatoria.

Por otra parte, como se puede observar también, de una teoría de la guerra basada en la confrontación entre Estados se está pasando a concebir una teoría de la guerra que partiendo del mismo Estado se desarrolla contra el mismo, en otras palabras, contra el Imperio. Sobre este aspecto es que gira, al parecer, la propuesta de Hardt y Negri, pero de una manera diferente, es decir, a partir de la multitud que debe obrar en un espacio y un tiempo diferente determinado por el pasaje que se está produciendo de la producción material fordista a la producción inmaterial buscando con ello lograr un cambio político.

Ha llamado la atención que aunque la crítica y la polémica que han desatado las obras de Hardt y Negri citadas previamente han abarcado una serie de aspectos que además de los mencionados incluyen la critica realizada por activistas políticos que han abrazado la misma bandera, el tema del análisis de cómo Hardt y Negri entienden la guerra ha sido muy poco abordado. De ellos cabe mencionar a Astorga que destacó que a pesar de ser la guerra el medio para alcanzar y defender la democracia, no explican cómo se pueden generar esas nuevas relaciones sociales donde surgirían las multitudes que harían la guerra, sino que la presuponen ya constituida dentro de una perspectiva de la lucha de clases. Tampoco explican cómo se organizarían los nuevos antagonismos teniendo presente que en la democracia, en sentido constituyente, va a permanecer el estado de guerra entendido bajo otra naturaleza. De igual forma, Chantal Mouffe, además de resaltar el cosmopolitismo de ultraizquierda de estos autores, resaltó la dificultad de concebir una multitud como sujeto político para hacer la guerra dentro una estructura internacional ya constituida y con una tendencia a una multipolaridad centrada en el Estado-nación. No obstante, Del Bufalo ha manifestado que la propuesta de Hardt y Negri es realista y viable y ello es posible visualizarlo en la fuerza y estructura que han cobrado los movimientos anti-belicistas que han surgido en el mundo después de 1945 y su efectividad demostrada en Vietnam y/o en la tercera guerra del Golfo. 

Estas críticas reseñadas previamente no han escapado a la mente de Hardt y Negri y muchos de sus seguidores. Hasta ahora, a partir de los cambios que está generando la producción inmaterial en lo concerniente a la capacidad de esta última de crear nuevas relaciones sociales han propuesto que el modo de hacer la guerra a la guerra es a través de una estrategia combinada que denominaron éxodo de la política entendida como biopoder y resistencia. El modo de producir ese éxodo sería, según ambos autores, mediante un cambio de subjetividad a partir de la producción de sí mismo (acto de liberación) facilitado por el cambio de la estructura de producción. La resistencia constituiría el acto de defensa del espacio de libertad conquistado. El próximo paso, desde la perspectiva de la multitud estaría determinado con el desencadenamiento de una insurrección en la medida en que el éxodo y la resistencia se multiplicasen en gran número. Esta insurrección ha sido denominada por ambos autores como un enjambre contra la Reina que permitiría el desarrollo de un poder constituyente. Este proceso que desde el punto de vista ontológico debe ser simultáneo constituye una trinidad para Hardt y Negri que denominan contrapoder.

El inconveniente que se observa de esta propuesta no sólo viene dado de la presuposición de la multitud o de la incapacidad de esta para obrar como sujeto político de una democracia absoluta in statu nascendi. El poder de las redes sociales recién estamos comenzando a observar en Túnez, Egipto, Libia y en general el cercano oriente podría dar vigencia a la tesis de estos dos autores contemporáneos, pero queda sin resolver aspectos como qué detonante va a desencadenar una insurrección a escala global, cómo aplicar la experiencia reciente en una escala global, cómo hacer que la humanidad se comporte como una multitud con un telos que evite la guerra a pesar de la identidad y la diferencia que según ellos está imponiendo el mismo Imperio.

El otro aspecto a considerar es que estas propuestas requieren que se implante efectivamente el Imperio y requieren, a su vez, de su operacionalización con respecto a la particular interpretación que han hecho del tiempo y del espacio. Para lograr salvar este ultimo inconveniente, además de la gran actividad para generar nuevas ideas que se está observando en redes de alcance internacional como la red nómada, globalproject, etc., Hardt y Negri han planteado la necesidad de crear un arte de la guerra de la multitud y para ello han reinterpretado el concepto de Maquina de Guerra presente en la obra de Deleuze y Guattari usando al respecto el concepto de tiempo de la revolución en contraposición al tiempo del trabajo material y el concepto de lugar para diferenciarse del de espacio. Estos conceptos podrían dar respuesta a la posible efectividad de la intención de las expresiones “guerra contra la guerra” y “éxodo” usadas por ambos autores debido a que la Máquina de guerra opone los nómadas al Estado, y el nomadismo para estos autores franceses no refiere un espacio sino un vector que en todo caso es trazado por el mismo nómada a partir de su capacidad de producirse a sí mismo.

Teniendo presente lo antes mencionado me ha parecido conveniente abrir para la comprensión los conceptos de guerra que han empleado ambos autores en tanto que acto, estado, medio y fin, más aún cuando este esfuerzo intelectual que han realizado Hardt y Negri pareciera representar una ruptura ontológica en el sentido que la guerra contra la guerra va a ser realizada por seres dentro de una multitud en un contexto de producción diferente en otro tiempo determinado por las vivencias. Representa también una ruptura praxeológica de lo que se ha entendido de esa expresión de la condición humana porque le da una nueva dimensión al conflicto desde la perspectiva espacio-temporal a pesar de que la guerra aun manteniendo su carácter convencional, ha cambiado su naturaleza.

Finalmente ambos autores están proponiendo como alternativa al Imperio una democracia global que va a tener a la guerra como un elemento subsidiario de la política guardando al efecto una serie de condiciones como lo son: carácter defensivo, que sea decidida lo más democráticamente posible y que sea realizada con las armas adecuadas para ello, con lo cual se plantea el interrogante de entender no sólo qué es la guerra para estos autores, también pareciera observarse una inconsistencia conceptual que habría que verificar entre lo que ellos denominan “guerra contra la…” y la “guerra” como elemento subsidiario de la política que deberá realizar la multitud como acto liberador y la democracia de la multitud una vez que esta haya sido instaurada.

En vista que Hardt y Negri están proponiendo realizar un cambio político de alcance global a partir de una manera diferente de entender la expresión “guerra” usando para ello de forma combinada “guerra contra la guerra”, “resistencia” y “éxodo” se ha establecido como Objetivo General de esta investigación:

“Evaluar desde el punto de vista ontológico el concepto de guerra, en tanto que instrumento de la multitud, en las obras de Hardt y Negri”.

La hipótesis de trabajo para este objetivo general de la investigación ha sido la siguiente: No hay un concepto de guerra en las obras de Hardt y Negri, sino varios conceptos que se yuxtaponen entre sí, que le dan también a la guerra un carácter ontológico existencial que va más allá de la propuesta de estos autores contemporáneos. Esta yuxtaposición dificulta aún más la posibilidad de comprensión e identificación de los estados de guerra y de paz.

Teniendo presente el objetivo general de este proyecto y su hipótesis de lo que se estima podría ser su conclusión efectiva, habría que tener en cuenta que podría encontrarse en una primera instancia que el hombre ha intentado construir un mundo a imagen y semejanza de la naturaleza y ello le ha producido inconvenientes lingüísticos, fenomenológicos y epistemológicos que dificultan políticamente la comprensión del mundo a partir de los postulados de estos autores, con lo cual el primer objetivo específico de esta investigación es:

1º- Analizar la guerra en tanto que un estado permanente en las obras de Hardt y Negri.

De  igual forma, si se tiene presente que H y N están proponiendo que la guerra deje de ser una representación de otra representación (el Estado) para que sea un elemento constituyente de cada individuo a partir de una concepción material del hombre sin tener certeza de cuál será el estado de la naturaleza para reproducir la guerra, entonces el segundo objetivo específico de la investigación es:

2º- Analizar la guerra en tanto que acciones para alcanzar un fin político en las obras de Hardt y Negri.

Por otra parte, si se considera que hoy en día, vivir en las actuales circunstancias para cada individuo es combatir a partir del momento que adquiere conciencia de su singularidad, el tercer objetivo específico es:

3º- Analizar a los individuos en tanto que combatientes en las obras de Hardt y Negri.

Consecuentemente, si se reconoce que la guerra a la guerra sólo es políticamente posible en la medida en que el disenso y la diferencia se conviertan en fuerza, y en la medida en que esta fuerza se produzca en armonía con la naturaleza, el cuarto objetivo específico es:

4º- Evaluar la guerra en tanto que finalidad política en las obras de Hardt y Negri.

Por último si se tiene presente que la propuesta política de H y N apunta a la constitución de una organización política que utilizará la guerra como un instrumento de la política en un contexto de revolución permanente, se podría determinar el alcance limitado de su propuesta política, con lo cual el quinto objetivo específico de este trabajo es:

5º- Determinar el alcance del concepto de guerra de Hardt y Negri.

Desde el punto de vista metodológico, si bien es muy difícil hablar de un método en filosofía según Wittgenstein se están siguiendo además de los postulados hermenéuticos de Gadamer, la propuesta metodológica establecida por Deleuze y Guattari y la critica que hace Negri y Popper del método historicista porque al final de cuentas el fundamento marxista presente en las obras de Hardt y Negri persigue determinar tendencias, hacer pronósticos y construir un futuro deseado desde el presente.

         En relación con el primer objetivo, es decir,  Analizar la guerra en tanto que un estado permanente en las obras de Hardt y Negri” me he enfocado en determinar la fuerza del uso de la metáfora de la Guerra de los Treinta Años 1.) Como evento, para entender desde el punto de vista temporal y de los antagonismos existentes en ese entonces, 2.) Como paradigma para identificar el estado de guerra actual que han enunciado ambos autores para determinar desde el punto de vista arqueológico y genealógico la pertinencia e intencionalidad de su uso y 3.) Por último, contrastar las visiones paradigmáticas que ambos autores han tenido de la guerra actual con lo que creo está sucediendo efectivamente en el mundo de hoy.

         Sobre esta estrategia para cumplir el primer objetivo he utilizado las vivencias de un personaje de una novela del siglo XVII que utilizaron Hardt y Negri para describir el estado de guerra actual en base a la Guerra de los Treinta Años. Este personaje Simplicius Simplicissimus es producto de las vivencias del autor de la obra en la citada guerra y por intermedio de él se muestra no sólo cómo fue esa guerra desde el punto de vista religioso, político y social, sino que muestra las consecuencias que tuvo en especial para los alemanes. Para Hardt y Negri esta fue una guerra que aparentemente tuvo un carácter religioso, pero en la realidad lo que estuvo en juego fue el tema de la propiedad y del acrecentamiento del poder de los principales actores políticos que se oponían al poder de la iglesia.

         En este sentido, la metáfora de la guerra de los treinta años (GdlXXXa) presenta como paradigma dificultades en cuanto a su uso en si mismo debido a que este pretende mostrar lo oculto de esa expresión en tanto que paradigma, es decir, la metáfora de la guerra de los treinta años parece haber sido usada no para indicar el estado de guerra que representó para los alemanes un conflicto civil y religioso, ni pretendió mostrar el grado de involucramiento de otras potencias europeas en ese conflicto. Lo que Hardt y Negri han intentado mostrar con esa metáfora es que esa guerra significó el fin de las ideas republicanas y humanistas que habían surgido en la Europa del renacimiento. Pero los alemanes no lucharon por esas ideas. Negri reconoce que fue en los Países Bajos, aunque por poco tiempo, donde se concentró el espíritu republicano y de libertad que él ha tratado de traer al presente a partir del estudio del republicanismo clásico y humanista de una particular interpretación de las obras de Maquiavelo y su asociación con la guerra de los treinta años.

El paralelismo con el presente esta dado al parecer en el hecho que han surgido hoy día circunstancias similares en lo que concierne al estado de guerra alemán que obligan a asumir una actitud de resistencia a partir de la constitución de un nuevo plano de subjetividad dado por el cambio en la estructura de producción que evitaría la repetición de las consecuencias que tuvo la guerra alemana del siglo XVII. Simplicius Simplicissimus huyó de esa guerra y Hardt y Negri están proponiendo un éxodo que debe estar acompañado simultáneamente de una actitud de resistencia y un acto insurreccional. Este éxodo se produciría bajo una nueva exégesis del tiempo y del espacio de  que parten de la capacidad de auto-transformación del ser y semánticamente expresa un punto de ambigüedad entre hacer la guerra y no hacer la guerra.

Teniendo presente lo antes mencionado, la metáfora de la guerra de los treinta años ha sido un arreglo tendiente a conectar una serie de conceptos como resistencia, insurrección, poder constituyente que denominan guerra contra la guerra para oponerse a una guerra que en tanto estado y acto pareciera asemejarse a la experiencia alemana del siglo XVII. Pero, este propósito se evidencia más como un deseo dado a partir de lo oculto en ese paradigma y una intención dada a partir de la reinterpretación del fenómeno guerra con una clara intencionalidad política producida luego de 1.) Traer al presente desde el pasado una nueva exégesis del marxianismo o  marxismo, 2.) Traer del futuro lo que creen los hechos portadores de futuro para producir el evento/acontecimiento que les permitirá alcanzar el futuro deseado y 3.) Hacer que se cumplan estos hechos desde el presente para concretar el futuro deseado.

Desde el punto de vista fenomenológico, la guerra contra la guerra, es decir, la estrategia que Hardt y Negri han visualizado para acabar con el estado de guerra que representa el estado y consecuentemente el imperio han sido entendidas como el evento/acontecimiento que debe ser considerado lingüística, epistémica, arqueológica y ontológicamente, pero como este evento será producto de una conciencia intencional, estas cuatro maneras mencionadas de considerarlo obligan a contrastar desde estos cuatro ángulos: 1.) “la guerra contra…”, es decir, los mecanismos de resistencia, éxodo y poder constituyente subyacentes, 2.) El estado de guerra representado por su particular idea de imperio y 3.) El modo como otros actores perciben el actual fenómeno en sí mismo.

El análisis de estas tres maneras de entender la guerra como un evento/acontecimiento intencional desde estos cuatro ángulos permitiría tener una idea más clara de la actual naturaleza de la guerra y permitiría a su vez establecer el anclaje ontológico por medio del cual se pudiera valorar el método por medio del cual es posible determinar el camino para alcanzar un telos signado por lo que han denominado democracia absoluta. De igual forma, a partir de la valoración de este anclaje y del método para alcanzar la democracia será posible valorar si la estrategia y la táctica contenida no sólo en el método sino en la expresión “guerra contra la guerra” es viable desde el punto de vista teleológico.

 En una perspectiva clausewitziana el centro de gravedad del imperio es la producción inmaterial y en tanto que punto de aplicación del esfuerzo, Hardt y Negri están proponiendo como esfuerzo el contrapoder. La viabilidad de esta propuesta permitirá conocer en qué medida ellos están apoyando su propuesta en las circunstancias y en la categoría política que supuestamente está en proceso de gestación como lo es la multitud.

Aclarados estos asuntos se podría avanzar en la solución de los otros objetivos de este trabajo.