RESUMEN
Hardt y Negri han propuesto un nuevo
concepto de guerra cuando consideran la idea de hacer la guerra contra la guerra. Para evaluar la viabilidad de esta
propuesta propongo analizar la guerra como efecto de una conciencia intencional
a partir de los conceptos de agresión y huida; analizar el daño como el
fenómeno fundamental de la agresión, y por último, examinar el momento de la
guerra, es decir, el evento entendido como un hecho que acaece en un
espacio-tiempo determinado. Para estos autores el evento comienza con un acto
de autovalorización y autodeterminación del ser, pasando por una genealogía de
la guerra revolucionaria originada en la indignación que debería terminar con
el vaciamiento completo de la estructura del Estado. Dado que la relación afecciones-conocimiento
es la clave para la acción política, se observa que ambos autores han acertado de
forma razonable en colocar la guerra en el plano de la conciencia sin que hayan
podido, sin embargo, establecer cómo la angustia y el miedo llegan a generar un
rizoma de guerra que pueda producir un cambio a escala global.
Descriptores: agresión, resistencia, Éxodo,
tiempo, evento, guerra.
Introducción
Hardt y Negri (HyN) han usado
la Guerra de los Treinta Años (GdlXXXa) con el fin de ofrecer una idea del
conflicto que afecta a la humanidad en el mundo de hoy. Con este enfoque, se
pueden destacar una serie de elementos para comprender cómo estos autores
entienden la guerra actual. Estos elementos se expresan en tres aspectos, a
saber, el miedo al empobrecimiento, la soledad y la muerte. Dichos elementos a
su vez se enmarcan dentro de unos dispositivos de control social que HyN
denominan biopolítica. Para estos autores, la
biopolítica es el establecimiento de mecanismos de control “en las profundidad
de las conciencias y los cuerpos de la población… y en la totalidad de las
relaciones sociales” para mantener la actual estructura de la propiedad de los
modos de producción capitalista (I, 39)[1].
Frente a estas circunstancias se han propuesto estudiar las condiciones de
posibilidad de la resistencia, como una manera de hacer la
guerra contra la guerra porque
la guerra se ha hecho global y de duración indefinida (M, 13) y ha adquirido un
“carácter absoluto, ontológico” amenazando la propia existencia humana (M, 95)[2].
Si bien en el siglo XVII los dispositivos de control
social tenían un alto contenido religioso para producir miedo, es muy difícil conocer cómo la relación
ansiedad-miedo operó de una manera tal que hizo posible que se desencadenara la
citada guerra y adquiriera las características espacio-temporales que permiten
identificarla analógicamente con el presente[3].
La analogía que han tratado de hacer HyN con la
GdlXXXa se basa en: a.-) la producción de encadenamientos para comunicar
influencia (poder) y pasiones (miedo), y b.-) la generación de círculos de
identificación y confrontación como los que condujeron a su estallido a partir
de una relación temor-cálculo de riesgos (Foucault, 1968:27-38)[4].
La relación miedo-temor, como veremos, ha sido usada históricamente
para producir efectos de naturaleza política, pero fue Maquiavelo quién repensó
el miedo con fines políticos desde los albores de la modernidad. Para este
pensador florentino, el miedo era: 1.-) la medida de la fortaleza de un
principado frente a una amenaza externa y 2.-) el mecanismo para explicar por
qué para un príncipe era mejor ser temido que amado (1513/2001:72 y 94-95)[5].
Teniendo presente el pensamiento de Maquiavelo, HyN se han replanteado el papel
del miedo en el ámbito de la política a partir de una particular interpretación
de la obra de Spinoza[6]:
“El miedo constante a la pobreza y la
angustia ante el futuro son las claves para crear una lucha entre los pobres
por obtener trabajo y para mantener el conflicto en el seno del proletariado
mundial… El temor es la garantía última para producir un nuevo tipo de relación
política” (I, 310).
Además de esta afirmación, ellos advierten que en un
nuevo tipo de relación social no se puede emplear el miedo para obtener
objetivos políticos (I, 352). A tal fin
se fundamentan en los conceptos de miedo y temor para: 1.-) evitar una
ideología hobbesiana que utilice el miedo para garantizar la paz y la seguridad[7],
y 2.-) salir del estado de angustia generada por el desconocimiento de las
causas que amenazan la propia existencia
humana[8].
La importancia política del pensamiento heideggeriano sobre el miedo y la
angustia ha sido destacada por Virno (2008:79-86)[9],
pero originalmente fue señalada por Sloterdijk al destacar “el clima cínico
desmoralizado y desmoralizante de una sociedad de postguerra (2007:309). Este
clima lo vio Sloterdijk como una mezcla indiferenciada de “angustia existencial” y “ganas de miedo”
que persigue aplazar el encuentro con el yo mediante la guerra (Ibíd.:203 y
206)[10],
por lo que la plataforma sobre la cual descansa la relación miedo-temor es una
angustia generada por el conflicto que se presenta entre el deseo de aplazar o
no todas las dudas que afectan a la existencia humana.
Evitar el camino de Hobbes y buscar una salida
distinta a lo que Sloterdijk nos ha ayudado a describir como angustia existencial y ganas de miedo, ha llevado a Negri a
expresar que la relación miedo-temor-angustia opera bajo una diferente idea del
tiempo basada en la presencia, es decir, una apertura de la potencia, según su
interpretación de la obra de Spinoza, y una durata
infinita, fundamentada en el propósito por medio del cual cada uno se
esfuerza en perseverar en su propio ser (2006:361-362)[11].
Como la existencia en tanto que conatus,
es un ser presente en la verdad como proyección[12],
el tiempo para Negri es potencia y no
posibilidad en el sentido
heideggeriano de la cura porque para
él, la idea de potencia conduce a la
libertad y la idea de la cura conduce
a una ambigüedad que vacila en el vacío (Ibíd.:366).
Al tener HyN como fundamento el miedo, el problema que
se presenta es determinar las condiciones por medio de las cuales este se pueda
convertir en un motor que facilite la realización de la guerra contra la guerra. La guerra
contra la guerra es, para estos autores, un proceso que contiene “la
resistencia, el Éxodo, el vaciamiento del poder del enemigo y la construcción
de una nueva sociedad de la multitud” en el sentido spinoziano del término (M,
96).
Teniendo presente lo antes mencionado se plantea la
necesidad de evaluar fenomenológicamente la guerra actual, es decir, la
intención de agredir y la forma como se manifiesta el daño, así como el tiempo
en que este fenómeno acaece en un contexto determinado para determinar el
sentido y la viabilidad de la propuesta de HyN de hacer la guerra contra la guerra a partir de la relación miedo-temor-daño
y tiempo. Para tal fin, en el presente ensayo examinaremos el fenómeno de la
guerra de acuerdo con el siguiente esquema: 1.-) la guerra vista desde la
perspectiva de una conciencia intencional con el fin de analizar cómo el
impulso de agredir puede generar una respuesta, en nuestro caso, resistencia que permita dar cuenta de la
existencia de dicho fenómeno, 2.-) la fenomenología del daño para comprender
cómo las causas del miedo y del temor pueden explicar el Éxodo y el vaciamiento del
poder y por último 3.-) la guerra como un evento donde la intención de
agredir y el daño acaece en un tiempo determinado.
Si bien HyN se fundamentan en el concepto de guerra de
Deleuze y Guattari (DyG) y de la relación miedo-temor de acuerdo con una
particular interpretación del pensamiento de Spinoza y Heidegger, la
importancia de este ensayo radica en que HyN a pesar de tener a la guerra como
fundamento de sus propuestas políticas no han sido suficientemente claros en
describir la resistencia, el Éxodo y el vaciamiento del poder como actos de guerra dentro del estado de
guerra actual, y aunque las obra de estos autores ha generado una gran
discusión donde se destacan las críticas realizadas por Mouffe y Žižek sobre la
viabilidad actual de producir cambios políticos a escala global por la vía
revolucionaria como una forma de hacer la guerra, en concordancia con el
criterio de Arendt, hasta el presente no se conoce de estudios sobre la guerra
que analicen la manera en que HyN entienden el citado fenómeno, ni de cómo el
miedo puede ser utilizado como instrumento de cambios políticos.
1.
La guerra como efecto de una conciencia intencional.
Teniendo presente que la
relación miedo-temor hace que se tome el camino de la violencia para obtener un
resultado esperado, se hace necesario examinar a.-) la propia relación
miedo-temor como condición de posibilidad de hacer de esta una herramienta para
la acción política con el fin de entender cómo HyN operacionalizan esta
relación y b.-) los mecanismos de respuesta que hacen que se pueda usar la
expresión guerra y resistencia considerada como otra forma
en que se hace la guerra.
En el siglo XX Heidegger estableció las líneas
generales por medio de las cuales se podría abrir a la comprensión el fenómeno
del “encontrarse” (befindlichkeit) en el modo del tener miedo destacando que
las características propias de lo que lo causa podría adquirir diversas
configuraciones si se tienen en consideración los siguientes criterios: a.-) la
proximidad y el acercamiento; b.-) el carácter amenazante y su posibilidad de
daño para una totalidad co-relacionada, y c.-) la posibilidad de no alcanzarnos
(Heidegger, 1927/1998:157-160)[13]. Como al final,
el filósofo alemán, reconocer que el miedo puede manifestarse de diversas
formas frente a cosas que pueden afectarnos de diferentes modos a partir de una
disposición afectiva que lo orienta a ello. Hemos considerado a la agresión
como una forma extrema del encontrarse
debido a las implicaciones políticas que tiene esta respuesta.
Teniendo en consideración las
afirmaciones realizadas por Heidegger, Svendsen (2008:42-48) recientemente ha
expresado que el miedo es una emoción que, aunque puede llegar a ser
disfuncional, muestra una forma en que se expresa la cura (die sorge) en el
sentido heideggeriano del término[14].
La cura se evidencia en las opciones
de luchar o huir. El miedo se distingue
de la angustia y la ansiedad por el objeto que lo ocasiona[15].
El miedo siempre tiene como foco un objeto intencional, pues este objeto es
efecto de una interpretación. Si este objeto intencional es interpretado como
una amenaza seria, sentiremos miedo[16].
Luchar o huir supone para Glenn Gray, la entrada en
un trance confuso caracterizado por la pérdida de toda agudeza de conciencia
debido, en primer lugar, al cansancio que produce y la tensión nerviosa generada
por el proceso previo al ante que del
miedo y, en segundo lugar, el ante que
del miedo que puede significar la posibilidad de sufrir dolor por heridas y/o
mutilaciones (2004:125)[17].
El miedo es efecto de un sentir y el sentir a
su vez es un fenómeno caracterizado por poseer varios niveles que se
estructuran en un plano, social e histórico según Clemente (2007:126)[18],
o cultural según Bourke (2006:190) y Svendsen (2008). Este se manifiesta en un cuerpo
viviente cuando se produce una indistinción factual entre el sentido y el
sentir impidiendo conocer lo que ocurre en el plano del sentido y lo que se
siente dentro un marco ontológico signado por la subjetividad (Clemente,
2007:125)[19]. Dado
que el efecto del miedo es luchar o huir
hay que entender cómo se produce fenomenológicamente este proceso en el cuerpo
para provocar alguno de estos dos tipos de respuesta, debido a que, siguiendo a
Merleau-Ponty, la sensación no sólo es intencional, es también una estructura
de conciencia que constituye el tiempo (1957:235 y 244). El tiempo, como
intuición pura, en el sentido kantiano del término, va a jugar un papel
fundamental debido a que si bien en él se va a manifestar la cura, éste va a ser el fundamento por medio del cual lo sentido
puede ser interpretado como amenazante para una existencia que se expresa en una
duración (de acuerdo con la interpretación deleuziana de la obra de Spinoza) y
va a hacer que un conjunto de intencionalidades se constituyan en red para la
consecución de un mismo propósito[20].
Si observamos este fenómeno desde un punto de
vista fisiológico, la tendencia del ser vivo ante situaciones de peligro ha
sido la de evitarlo. La conducta agresiva se genera como consecuencia de la
imposibilidad de evitar dichas situaciones. Los mecanismos de respuesta que
permiten identificar una situación de peligro se producen por un complejo
proceso bioquímico en el sistema límbico (Keegan, 1994:81-82)[21].
En este sistema se generan, en un tiempo específico, cambios de actividad de
diversas funciones corporales e incluso un aumento en la actividad mental para determinar
la naturaleza de la situación amenazante y responder de la manera más
conveniente para evitar un posible daño. Con ello se demuestra que la sensación
en sí es una parte de la estructura de la conciencia (Merleau-Ponty, 1957:244)[22].
Visto que la agresión es el
foco donde se centra la disyuntiva de luchar o huir vamos a examinar la agresión y posteriormente la huida como mecanismos de respuesta ante
una situación amenazante que podría denominarse guerra a fin de que nos permita
comprender cómo la agresión puede dar origen a la guerra y determinar así qué es
la guerra contra la guerra de acuerdo
con la propuesta de HyN.
a. Agresión.
La agresión puede ser definida como la acción de
infligir o de amenazar con infligir daño a un miembro de su propia especie e incluye
la lucha en sí misma, los desafíos, amenazas, actitudes impositivas, de
apaciguamiento y de sumisión, defensivas u otras manifestaciones activas o
pasivas utilizadas en la lucha (Lolas, 1991 y Moseley, 2002:78). Se caracteriza,
en primer lugar, por ser transitiva en el sentido que la conducta pasa del
agresor al agredido, en segundo lugar, por ser direccional, porque está
dirigida a un objeto y, en tercer lugar, por ser intencional puesto que el
agresor trata de dañar y el agredido huye o se defiende (Ibíd.). En este
contexto, la agresión se distingue de la violencia en que ésta última es la
materialización efectiva de la agresión mediante un daño. Para Arendt, la
violencia se caracteriza por su racionalidad en la medida que persigue fines a
corto plazo (2006:113).
Siguiendo
la orientación dada por Lolas (1991) y Moseley (2002) podemos ver que la
agresión se puede manifestar básicamente en: 1.-) afectiva provocada por el estimulo de escapar o defenderse frente a
una situación inesperada, como presuntamente ocurrió en la cárcel de Yare en
2012[23],
2.-) la defensiva territorial
generada por la invasión de intrusos como en Malvinas 1982 (Rozichtner,
2005:121-125), 3.-) la instrumental
que es consecuencia del establecimiento de un tipo de respuesta inducida, como
la guerra fría que planteó el conflicto de forma indirecta (Romero, 1979), 4.-)
la de fuga producida por la presencia de un agresor que no se puede derrotar,
como en Rusia 1812 (Tolstoi, 1869/1983),
5.-) la originada como consecuencia de una irritación
cuyo estimulo es la ira, como en Afganistán 2001 dentro del marco del estallido
de la “War on Terrorism” (C, 207-209), 6.-) la predatoria provocada por la
existencia de algo objeto de presa, como en Polonia 1792 (Kinder y Hilgemann,
1988), y 7.-) la familiar originada
por la proximidad de una amenaza a los hijos o a su entorno cercano (Moseley,
2006:78).
Con esta
tipología se pueden agrupar las formas de agresión en defensivas: (1, 2, 5 y
7), agresiva pura: (6), evasiva: (4) y una que podríamos denominar preventiva:
(3). Si bien hemos observado que el temor es una forma de encarar la agresión,
la acción preventiva implica el impulso de realizar una acción agresiva mucho
antes de que se presente de manera efectiva una situación de peligro. Esta intencionalidad
de encarar la agresión puede ser ofensiva o defensiva y se fundamenta en el
cálculo del peligro y lo que se estaría dispuesto a pagar por ello (Svendsen,
2008 y Bourke, 2006: 71).
La intención en este sentido parte del deseo de
evitar un mal mayor, por lo que el proceso que conduce del deseo a la acción,
en el sentido spinoziano de la palabra `temor´, se constituye como una fuente
de intencionalidad dirigida a la ejecución de un acto de agresión. Así pues, la
guerra contra la guerra, para HyN, es también una forma de agresión que puede
asumir una naturaleza violenta en tanto que respuesta al poder que la origina. Por ello han afirmado que:
“…violence can also be a crucial response, often as a kind of boomerang
effect, redirecting the violence of domination that had been deposited in our
bones to strike back at power that originated it” (C, 16).
Las causas que podrían motivar una acción de tales
características, como ya se indicó son, entre otras, el riesgo de encontrarse
ante situaciones amenazantes que afectan un cuerpo en tanto que existencia como
lo son la soledad, el empobrecimiento y la muerte que para HyN son producto de
un poder que usa la guerra como medio “para producir y reproducir todos los
aspectos de la vida social” (M, 34).
La pregunta que surge de todo lo antes mencionado
es cómo una situación individual puede hacer que grupos actúen con un mismo
propósito, es decir, agresivos o evasivos para que se pueda emplear la palabra
guerra. Keegan ha afirmado que hay una diferencia fundamental que determina cuándo
se puede hablar de violencia primitiva y guerra en el sentido convencional del
término. Esta diferencia está dada porque primitivamente los individuos se
organizaban en grupos para realizar acciones para perjudicar o destruir
mediante la intromisión violenta contra otros grupos. La forma de los
agrupamientos ha sido efecto de agenciamientos generados por afectos que han
producido rizomas donde el tiempo ha jugado como catalizador para producir esa
red de intencionalidades[24].
Para Keegan la guerra (civilizada)
formalmente se inició cuando se comenzaron a construir fortificaciones capaces
no sólo de la defensa en sí, también de sostener a los defendidos efectivamente
mediante la acumulación de insumos para la subsistencia (1994:122-126)[25].
Para DyG el Estado igualmente surgió desde el mismo momento que la producción
de excedentes generó la necesidad de acumulación y defensa (2008:451). Este
punto de coincidencia entre Keegan y DyG sobre el origen de la guerra permite
introducir las diferencias existentes entre ambos autores. Para Keegan la
guerra es producto de la acción de comunidades políticas organizadas y la
tendencia para él apunta a que con la evolución de las armas la humanidad ha
comenzado a adquirir una cultura de la paz (1994:390-392). Para DyG la guerra,
en cambio, es la actividad suplementaria de una máquina de guerra ya existente de origen nómada que tiene a la
guerra como objeto cuando es asumida por el Estado, con lo cual se puede
afirmar que para estos autores franceses es poco probable la erradicación de la
guerra como acto que tiene por objeto compeler a otros a acatar su voluntad.
HyN se circunscriben también dentro de este criterio de la máquina de guerra
nómada cuando establecen los principios para hacer la guerra dentro de una
democracia constituyente después de haber realizado la guerra contra la guerra (M, 389-392).
En este punto hay que destacar
que para DyG no hay una distinción entre violencia primitiva y guerra
(civilizada). La diferencia entre las visiones de Keegan y de DyG, ha sido en
que para Keegan el carácter civilizado comienza con la defensa de la relación
producción-excedentes. Para DyG, en cambio, se hizo necesaria primeramente la
implantación de unos regímenes de violencia que garantizasen la supervivencia
de la comunidad orientándose la defensa contra las amenazas externas y también
para asegurar el mantenimiento de la comunidad política en sí misma[26].
La orientación hacia afuera
hizo que la guerra originalmente fuese mentada y entendida de diversas maneras
(es decir, guerra, bellum, polemos[27], bing fa[28], yuddha[29]) y sufriese posteriormente un proceso de
institucionalización. Como la agresividad y la violencia han sido las formas en
que se ha manifestado el miedo y la guerra, se explica por qué desde una
perspectiva intencional tienen implicaciones de naturaleza política tanto hacia
adentro como hacia afuera del Estado.
Desde la perspectiva del
Estado la guerra en tanto que manifestación de una
conciencia intencional, es un fenómeno que persigue transformar el temor en un
estado de seguridad dentro de esa comunidad política. Por otra parte, desde la
óptica de una conciencia no
intencional, la guerra es un estado de incertidumbre donde está presente la
posibilidad de daño o de destrucción. La existencia dentro del Estado de una
conciencia intencional y una conciencia no-intencional en relación con la
guerra es lo que ha obligado al Estado a instrumentar regímenes de violencia y otros dispositivos de control para
asegurar en la población una actitud adecuada ante circunstancias determinadas.
Sobre la agresión originada
por el mismo Estado, Clemente utilizó la
grande peur acaecida en Francia en el
año 1789 para analizar el papel del miedo como fuerza de cambios políticos
(2007:126-127). Hay que recordar que en el año 1789 estuvo patente el miedo a
la pobreza, la soledad y la muerte en medio de una profunda crisis económica. El
estallido de la revolución se produjo cuando en estas circunstancias no se pudo
huir para evitar la situación amenazante (Bourke, 2006:289).
En la revolución francesa se intentaría
transformar el miedo y la esperanza bajo la guía de una razón común basada en
lo que se llegaría a denominar voluntad general, es decir, un instrumento conceptual
que buscó otorgarle a la pasión una legitimidad racional[30].
Esta transformación se logró mediante la correspondencia entre sensación de
inseguridad generalizada, que genera miedo, con un futuro centrado en la idea
del bien común. Pero para ello se haría necesario constreñir a los hombres a
cumplir esa voluntad general trayendo como consecuencia que, para evitar el
miedo, se recurriese al terror (Clemente, 2007:129). Este modo de proceder se
denominaría posteriormente terrorismo.
El terrorismo, según Bourke,
ha sido usado hoy en día en el ámbito estatal para incitar miedo y justificar
de alguna u otra manera la violencia política (2006:371). Terrorismo es
el acto de generar terror y como medio ya incluso aparece en el Éxodo (Spinoza,
1677/2008:243). Para Arendt, el terror es la forma de
gobierno que llega a existir “cuando la violencia, tras haber destruido todo
poder, no abdica sino que, por el contrario, sigue ejerciendo un completo
control… porque hace casi imposible el conocimiento de la amenaza” (2006:75). En
este mismo orden de ideas, Ramírez expresó que terrorismo es una conducta de
dominación que apela a la violencia “para causar un intenso efecto psicológico”
con una finalidad política (2005:75) y Sloterdijk afirmó que el terrorismo es
el acto de suprimir el ambiente de vida con fines supuestamente políticos (2003:45)[31].
La acotación realizada por
Arendt sobre la relación del tiempo con la violencia y el terrorismo nos
permite retomar el tema de la agresión como forma de violencia efectiva o
potencial, pero vistas ahora desde la perspectiva de los regímenes de violencia
propuesto por DyG. De acuerdo con este enfoque, los regímenes de violencia
pueden ser entendidos como formas continuadas de agresión en el tiempo realizadas
de manera diferencial por el mismo Estado donde toda oposición puede ser
entendida como guerra. La forma en que el Estado trata de permanecer es por
intermedio de: a.-) la organización de la producción, es decir, mediante una
operación de constitución de excedentes dentro de un espacio determinado y b.-)
teniendo a la guerra como un mecanismo de ajuste sistémico para la conservación
del Estado. El terrorismo se produce cuando el Estado es incapaz de controlar
esta relación espacio-tiempo-producción y se manifiesta en la sincronización
del tiempo de la violencia con el tiempo de la agresión produciendo el fin del
mismo Estado. Un ejemplo de lo afirmado nos lo ha dado Rozitchner con respecto
al régimen militar argentino y la guerra por las Malvinas (2005:121-125).
La relación contradictoria
miedo-terror orientada hacia adentro y hacia afuera del Estado muestra que la
agresividad entendida como una acción defensiva ha sido encarnada por el Estado
y permite desde este ángulo usar la palabra “guerra” tal como hoy día se
entiende. Ello explica porque DyG han afirmado que la guerra es el objeto del
Estado. Desde este enfoque se puede entender por qué HyN pretenden hacer la guerra contra la guerra, es
decir, hacer la guerra para salir del estado de guerra actual materializado por
el Estado entendido este como una nueva estructura política en proceso de cristalización
que denominan Imperio[32].
Teniendo presente lo antes
mencionado se puede observar que la violencia producto de una agresión es
eficaz cuando el miedo que produce ocupa en un tiempo limitado. El terrorismo
es, por su parte, consecuencia de la ineficacia del Estado para
auto-conservarse generando a su vez un círculo vicioso de destrucción y muerte.
La continuidad de la violencia, en este sentido, genera un hábito que hace que la
muerte pase a tener significatividad tanto desde la perspectiva política del
sacrificio como de la resignación y/o el espiritualismo desde un enfoque
religioso (Glenn, 2004:139-151).
b.- La
huida.
En el apartado anterior se
introdujo el tema de la huida como una forma de agresividad o una forma de
evitar que una agresión se materialice en un daño producido de forma inmediata.
Pero esta no es solamente el acto de alejarse para evitar un daño, disgusto o
molestia. En la tipología mostrada en el apartado anterior se plantearon dos
formas de efugio: la 1.-) afectiva que es provocada por el estímulo
de escapar o defenderse y la 4.-) fuga que es producida por la presencia de un
agresor que no se puede derrotar. El efugio (4) puede ser un acto racional o
pasional. En el plano racional se parte de la creencia, por una parte, de que el
daño y la muerte son estados incomprensibles que provocan aversión o rechazo, y
por la otra, el riesgo de un daño es superior a cualquier forma de acción
posible. Desde la perspectiva pasional puede ser la consecuencia de sentir que
el dolor es algo intolerable en cualquiera de sus formas y/o que la muerte se
encuentra dentro del propio ser de una forma tan horrible que mientras más se
lucha para intentar escapar, mayor es su cautividad (Ibíd.:138).
Nosotros consideramos por el contrario que en la tipología (1) las
expresiones “escape” y “defensa” pueden ser interpretadas de diversas maneras:
sobre el “escape” se tiene: desde un enfoque, la huida entendida como un acto
en sí mismo, desde otro, la huida entendida como un acto de enfrentar algo que
no se puede derrotar. Sobre la defensa hay que tener presente que esta es el
acto de amparar, librar o proteger algo. Así pues, se puede huir: en primer
lugar, para proteger algo huyendo con lo protegido, y en segundo lugar,
resistiendo la agresión para impedir que se haga daño a lo protegido. La
resistencia a una agresión, en este contexto, puede significar también eso que
se denominó huida hacia adelante para que lo protegido escape, o aguantar por
un período determinado una agresión hasta que lo protegido pueda escapar de esa
circunstancia.
De todas estas posibilidades interpretativas podemos afirmar que el
tiempo es la clave para entender la respuesta a la agresión porque permite
indicar la naturaleza de la amenaza por dos vías: la representada por la acción
inmediata (o huida inmediata) ante una amenaza inmediata (agresión) y la
representada por la acción continuada (resistencia continuada como parte de un
proceso que implica la huida continuada) ante una agresión continuada que se
expresa en los regímenes de violencia del Estado. Por esta última razón sostenemos
que la huida es también una forma de agresividad que es consecuencia de una
agresión[33].
Esta puede significar el postergar una respuesta para estar en condiciones de que
ésta sea cónsona con la naturaleza de la agresión u otra cosa en función de las
circunstancias. Ahora ¿cómo opera esta relación resistir-huir?
La relación resistir-huir
presupone una situación previa que hace que el acto de resistencia sea una
forma de preservar esa forma de pasado que en cierta medida era conveniente.
Esta relación genera a su vez las condiciones para ir, en términos futuros, a
un lugar donde el pasado se conjugue con ese futuro de modo que el perserverar
en su ser sea un continuo en condiciones seguras o ideales. La metáfora “…dejar
que el tiempo pase…”, usada en múltiples formas puede dar una idea de lo que se
está afirmando. La relación resistir-huir, en este contexto, es clave para
entender la guerra contra la guerra
que proponen HyN porque la guerra para estos autores consiste en el manejo de
esta relación como demostraremos a continuación.
HyN utilizan la expresión
“resistencia” a partir de una reinterpretación de Foucault.
Al respecto han destacado su anterioridad al poder por que es efecto de una
pérdida en un estado de satisfacción (M, 91 y C, 81) y constituye el proceso de
oposición que históricamente se ha hecho a los regímenes de violencia impuestos
por el Estado para expandir, fortalecer y promover la libertad. Para estos autores,
la resistencia es una expresión de libertad, pero como el objeto es huir, ambos
autores han reinterpretado este concepto para darle una intencionalidad desde
el punto de vista operacional. Con respecto a la relación resistir-huir, HyN indican
un camino de lucha (mediante el modo de resistencia) y de huida de manera
simultánea, pero sustituyendo la palabra huida
por la expresión Éxodo.
En el uso de la expresión “Éxodo” se hizo una transposición en la praxis política de un
procedimiento heurístico que los matemáticos denominan variación de datos para
pasar de un problema determinado a un problema completamente diferente
produciendo con ello un tercero incluido (Virno, 2005:78-80). Los mecanismos
que fueron empleados en este caso para el uso de la expresión “Éxodo” Virno los denomina empleo
múltiple del mismo material (uso de la metáfora con un significado político) y
colocación (spostamento) de un acento
psíquico (para dar un peso bíblico al acto político) (Ibíd.:75-77)[34].
De acuerdo con el Antiguo Testamento, el Éxodo (Ex)
estuvo determinado al menos por el miedo a los egipcios y el temor a Dios
(García, 2010:683), es decir, este se manifestó en: 1.-) “el potente” (Ex, I,
8-11, 15-17), o sea el miedo del poderoso que “inserto en la dinámica de la
fuerza y la coacción, termina por tener miedo hasta del débil” (Ibíd.:687),
2.-) la del “violento” (Ex, I, 11,23; II,19; V, 6-9) que parte de la asunción
de que la fuerza es un valor absoluto y se materializa en la “vejación” del
débil por tener miedo a morir (Ibíd,:688), 3.-) la del “perezoso” (Ex, XV. 24,;
XVI, 2-5, XVII, 1-3, XXXII, 1-6) porque vive en una especie de muerte
anticipada por temor a la vida (Ibíd.:689) y 4.-) la del “fariseo” (Ex, VIII,
18-19; IX,35), es decir, la del individuo que por temor se esconde servilmente
en el cumplimiento de la ley (Ibíd.). Con estas cuatro categorías de miedo
presentes en las Sagradas Escrituras, el `Éxodo´, como expresión de una
intencionalidad política: 1.-) presupone la capacidad del sujeto de trasladarse
entre puntos que no pueden ser establecidos cartográficamente incluso dentro de
su mente, y 2.-) implica la necesidad de manejar el miedo para obtener unos
fines específicos que excluyen toda posibilidad de control por parte del
Estado.
Como hemos observado, el Éxodo es una propuesta con
contenido político que han hecho HyN para formular una nueva máquina abstracta que permitiría el
desarrollo de una máquina de guerra
capaz de generar cambios de naturaleza política[35].
Surgen, en consecuencia, las siguientes interrogantes: de qué y por qué hay que
resistir y huir, quién debe hacerlo y cómo. Para HyN la resistencia-Éxodo, llevada a la época contemporánea, es:
“… Process of subtraction from
relationship with capital by means of actualizing the potential autonomy of
labor-power… It is an expression of the productive capacities that exceed the
relationship with capital… the refusal of exploitation and alienation… directed
against the society of capital in its entirety and thus designates a process of
exodus, a kind of anthropological (and ontological) separation from domination
of capital” (C, 152 y 241).
Para HyN, siguiendo claramente la
estela de pensamiento marcada por DyG, el capital está encarnado en el Estado,
lo cual da respuesta al “de qué”. En este contexto, el proceso de substracción
(huida-resistencia) del capital, depende de la naturaleza de la agresión. Ya
hemos visto que la agresión se manifiesta mediante un régimen que implica la
coerción, la violencia y el terrorismo para mantener la estructura de la
producción y de la propiedad, lo cual explica por sí mismo porque se debe
resistir y huir. Con este enfoque, huir-resistir puede ser una respuesta
inmediata o puede ser una respuesta que ocurre en un período determinado como
forma de expresión de la vida misma. Esta afirmación es importante debido a que
si consideramos la interpretación negriana del Éxodo y la resistencia, siguiendo
su particular interpretación de la obra de Spinoza, estas no ocurren en un
tiempo determinado, sino en una presencia (duración) fijada por los conceptos
de vida e imaginación[36].
Al respecto Negri afirmó:
“Per Spinoza il tempo non existe che come
liberazione. Il tempo liberato si fa immaginazione produttiva radicata
nell´etica. Il tempo Liberato
non è né divenire, né dialettica, né mediazione. Ma essere che si costituisce, costituzione dinamica,
immaginazione realizzata. Il tempo non è misura ma ética. Cosi l´immaginazione
svela la dimenzioni nascoste dell´essere spinoziano – di questo essere ético
che è l´essere della rivoluzione, continua scelta ética di produzione” (2006:292-293).
Negri interpreta la presencia
en sentido spinoziano como tiempo
interior, es decir, como dasein
desde la perspectiva heideggeriana (1927/1998:55) y como vivencia
según la interpretación que han hecho DyG del pensamiento bergsoniano de la
duración (2008:491-492). Este tiempo interior es el tiempo de los sujetos no
sometidos al tiempo circular del Estado y es el tiempo por medio del cual es
posible para HyN iniciar el proceso liberador del ser dentro del marco de una
nueva subjetividad. Este proceso convertiría a un sujeto en un agente de
cambios políticos. Esta afirmación responde a la interrogante sobre “quién” producirá
los cambios políticos. Ahora, frente a la pregunta sobre “cómo” un conjunto de
sujetos van a iniciar este proceso liberador, es decir, el Éxodo, HyN acuden a
la reinterpretación del concepto de Multitud.
Multitud es un concepto que ha sido utilizado por Spinoza y Hobbes para
construir sus propuestas políticas. Para Spinoza, es una forma de existencia política y social de los muchos en cuanto muchos: constituyendo el
fundamento de las libertades cívicas
(1677/1986:92) y para Hobbes, por el contrario, es lo
que precede a la institución del ''cuerpo político'', descrito como el estado
de guerra característico del estado de naturaleza (1651/1983:17-18). Este
concepto será desarrollado más adelante a la luz de su exégesis actual.
Por ahora baste decir que la
interpretación hecha del concepto spinoziano de presencia le va a permitir a
HyN asociar las palabras presencia, tiempo interior y liberación con el
concepto de multitud para operacionalizar la huida como una forma de resistencia-Éxodo.
Esta interpretación reorganiza los antagonismos existentes bajo una novedosa
concepción del tiempo, según Mandarini (2005:209), evitando así que el miedo se
convierta en un obstáculo insuperable para hacer
la guerra contra la guerra.
c.- Sobre la agresión y la huida.
Teniendo presente lo antes
mencionado podríamos afirmar que el miedo es la pasión que se presenta cuando
se interioriza el camino para ser-en-el-mundo a partir de la consideración como
un todo de nuestras propias vulnerabilidades.
Con base a este criterio el miedo generado por la relación tiempo-agresión
que integra la amenaza, la violencia y el terrorismo contiene dos tipos de
respuestas basadas también en un miedo determinado por la capacidad de
responder de forma recíproca al agresor. La primera respuesta consiste en
responder de forma inmediata con violencia y terror donde la amenaza pasa a ser
un mecanismo recíproco para producir temor que hoy día se conoce bajo la
expresión disuasión pudiéndose (en caso de fallar) generar una espiral de
violencia que puede conducir a la guerra total o absoluta, tal como por ejemplo,
se ha interpretado la obra de Clausewitz[37].
La segunda respuesta está determinada por la incapacidad de responder de la
misma manera frente a una agresión e implica la huida hacia adelante, otra
forma de operar bajo la lógica del terror o resistir-huir hasta que cese el
efecto de la agresión o se produzca un cambio de circunstancias. En este
contexto HyN se enmarcan en el segundo criterio y proponen un tipo de huida que
se apoya en el cambio de circunstancias provocado por las transformaciones que
están ocurriendo en la relación trabajo-Estado que ha afectado el concepto de
tiempo/valor.
En esta relación agresión-respuesta
operan tiempos diferentes tanto en la acción ofensiva
como en la respuesta. Estos tiempos pueden ser simultáneos y más o menos
instantáneos, simultáneos y prolongados. La diferencia en estos tiempos está
determinada por la naturaleza de la intención, es decir del perjuicio o daño a
realizar. Ahora bien, en esta racionalización y operacionalización del miedo como
temor para facilitar la acción política, HyN han pasado por alto el papel de la
angustia necesaria para hacer posible su canalización hacia un objeto específico
como nos lo ha indicado Sloterdijk. Al respecto Virno, siguiendo el pensamiento
heideggeriano, ha tratado de hacer coincidentes las expresiones “angustia” y
“miedo” porque percibe en esta amalgama
irreversible una presencia indeterminada que contribuye a fundar el propio
concepto de multitud en el sentido hobbesiano del término. Pero, si bien el
miedo es angustiante y la angustia es siempre amedrentadora, es decir, asume un
objeto empírico-factual (2008:79-81), este autor italiano, a pesar de colocar a
la multitud como objeto de miedo, no indica el papel de la relación
angustia-miedo que genera una perturbación cuyo daño real o potencial desde el
punto de vista físico y mental hace que se constituya una multitud. Sobre el
daño nos vamos a ocupar a continuación.
2.- Fenomenología del daño.
En la lengua castellana la
palabra dañar significa causar detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o
molestia. Originalmente indicaba “detrimento, perjuicio o menoscabo que se
recibe en hacienda, persona u honra”. Esta palabra proviene del latín “damno”
que significaba de forma compuesta condenar (cum damnar), es decir, desaprobar declarar culpable judicialmente a
alguien generándole una pena mediante un daño; y pasó al castellano en doble
forma: como damno “condena, pena y
castigo eterno a los condenados al infierno” y como daño. Damnar en la actualidad corresponde con el significado de
“condenar, perjudicar” diferenciándose de la expresión daño en el sentido de que
ya no refleja la existencia de una entidad divina
que materialice la condena en un perjuicio, menoscabo, dolor o pena.
Agredir en nuestro caso puede
ser damnar y dañar por ser efecto de una decisión individual o colectiva basada
en una justificación. La respuesta se puede materializar en un daño cuya
proporcionalidad podría estar determinada por una decisión de producir un damno. Habría que recordar en este
contexto la expresión bíblica “ojo por ojo…”. La agresión, como efecto de una
conciencia intencional ,contiene una voluntad y un acto de naturaleza
especifica dentro de un contexto signado por el miedo. Como voluntad puede ser
efecto de una conciencia intencional cuya causa puede ser de origen pasional o
de un cálculo de riesgo. Para que esta voluntad pueda operacionalizarse ocurre un
proceso de autojustificación que convierte una intención direccionada en un
acto de condenación. Este proceso contiene elementos de naturaleza moral y
ritual en la acción misma[38].
Por ello, para dimensionar en su justa medida las expresiones daño y damno nos vamos a referir a su acepción
original en latín porque indica de manera precisa la naturaleza del fenómeno
guerra. Así pues, damno es el
conjunto conformado por la intención de agredir, así como su efecto y su
justificación.
Keegan en su estudio de los
modos de hacer la guerra a lo largo de la historia se ha apoyado en el análisis
de la forma en que la etnia yãnomãmi hace la guerra[39]. Su propósito ha sido obtener pistas
sobre cómo se produce una agresión en grupo que permita el uso de la palabra
“guerra”. En tal sentido este autor usa la palabra raid para indicar cómo esta agresión se produce. Como se recordará,
la forma como se produce la agresión entre grupos es la acción para perjudicar
o destruir mediante la intromisión violenta contra otros grupos. Esta acción (o raid) es un flujo deliberado que
produce damno y que refleja un
intento de reproducir parcial o totalmente la capacidad destructiva y de cambio
de Physis tal como la concebía
Heráclito. Este flujo se corresponde, en primer lugar, con las características
que DyG han afirmado que tiene la máquina
de guerra y, en segundo lugar, se relaciona con el significado original de
la expresión “werra”.
Para DyG, la máquina de guerra se caracteriza desde
la perspectiva epistémica por ser expresión de un modelo: en primer lugar,
“hidráulico”: el flujo es su realidad o consistencia, en segundo lugar, “de
devenir y heterogeneidad”: es de una naturaleza atómica donde cada átomo opera
a su libre albedrío, en tercer lugar, “turbulento”: porque es efecto del paso
de “la turba al turbo”, es decir, del paso de “las bandas o manadas de átomos a
las grandes organizaciones turbulentas” y en cuarto lugar, es “problemático”
porque se parte de la superación de los obstáculos a partir de la consideración
de estos en función de los afectos que producen (2008:368).
En relación con la expresión
alemana antigua “werra”, como se recordará, proviene de las expresiones “Gewerr” (enredo) o “gewirr” (caos), mezcla, es decir, una
metáfora relacionada con la palabra “wesser” que denotaba los cambios
imprevistos del rumbo de las cosas por los flujos y contraflujos producidos
cuando dos torrentes de un río confluían en un mismo punto. De ahí
surgirían palabras como werre-man (guerre-man, gens d´armes,
guerrero, warrior), wehr (landwehr, wehrmacht) y las expresiones
“guerra” o “warre” (war) para
expresar un estado y los actos que de ese estado de inseguridad se presentaban (Blanco,
2007:28). Como hemos observado, esta palabra en su acepción original denota de
forma más aproximada lo que constituyó el acto de agresión colectiva que en su
forma defensiva hoy denominamos guerra a pesar de los desplazamientos de
significados que ha tenido hasta el presente.
Así pues,
los flujos materializados como un deslave (Vargas, 1998), un Tsunami (Japón,
2009), un huracán (Katrina, 2005), motines o saqueos (Caracas, 1989, Los
Ángeles, 1991, París, 2009 y Londres, 2011), la revolución francesa (1789), la primavera árabe en Túnez y Egipto (2011)
o una crisis financiera (EE.UU., 2008) o monetaria (Grecia, 2011) que destruyen (de manera catastrófica en un periodo
relativamente corto), menoscaban, perjudican generando dolor y pena, provocan
miedo porque significan la muerte por violencia, enfermedad, empobrecimiento
etc., pueden ser analógicamente reproducidos de forma deliberada como las
hordas gengiskánidas (DyG, 2008:417), la blitzkrieg alemana, las recientes
invasiones de Irak y Afganistán (Blanco, 2007), la crisis financiera de los
Tigres Asiáticos (1997) (Q&W, 1999), la revolución rusa o la denominada primavera árabe en Libia y Siria para producir damno. La guerra es, como un acto deliberado, la reproducción del
poder de cambio de Physis y se
realiza mediante una estructura de representación. Su cara es, en este
contexto, un horroroso flujo que puede tener dimensiones espectaculares de
destrucción en diferentes planos, incluyendo la muerte.
Este
horroroso espectáculo[40], según Glenn, produce
dos encantos inexplicables por la atracción que provoca. Estos encantos son el
placer de ver y el placer de destruir (2004:56). Este autor asocia el placer de
ver con la expresión bíblica “lujuria de los ojos”, es decir, la incansable
búsqueda de lo novedoso, lo inusual y lo espectacular (Ibíd.). El placer de
destruir, este autor lo asocia con una excitación demente que la misma
destrucción produce y con el carácter extático que contiene desde la
perspectiva kantiana del término (Ibíd.:82). Mientras que Glenn se apoya en la
visión kantiana de lo sublime[41],
Onetto (2000) hizo una exégesis de las interpretaciones hechas por Heiddeger de la traducción de la Antígona realizada
por Hörderlin para destacar que el hombre es “to deinótaton”[42] (umheimlich sein, que se traduce como
inquietante o perturbador) en dos sentidos negativos: el que genera angustia o
ansiedad y el violento que usa la violencia como rasgo fundamental de toda su
existencia. Desde estos dos ángulos, es decir, la angustia provocada por el
desconocimiento de la forma en que se puede producir el daño y la certeza de
que la violencia se producirá por una voluntad de hacer daño, la guerra como representación ha sido un fenómeno
que ha estado presente a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Las
expresiones “deinón” y “damno” nos permiten introducir el tema
del terror y del terrorismo debido a que, desde otro plano, en el terrorismo también yace un propósito ritual por la
existencia de la necesidad de lo simbólico, utópico, religioso, ya presentes
incluso en el Éxodo (“Yo enviaré mi terror delante de ti y consternaré a todo
pueblo donde tú entrares” Éx, 23:27) porque en el uso de la expresión deinón está también subyacente lo
asombroso, lo pavoroso y lo monstruoso del acto de damnar (Ramírez, 2005:76-77).
Con ello se evidencia el carácter ritual y mítico-religioso del damno como forma de expresión de dicho
fenómeno[43].
Si pensamos en una genealogía
de la guerra podríamos afirmar que desde la guerra basada en la elaboración a
mano de instrumentos para producir damno
en la edad de piedra hasta el advenimiento de las armas de destrucción masiva,
las palabras terror y terrorismo han estado subyacentes en el modo de emplear
la violencia. Según Derridá la expresión terror
tiene un sentido psicológico y metafísico, y terrorismo es una forma de hacer la guerra de manera
violenta, es decir, es una categoría política (Borradori,
2003:149), pero su objeto no es el presente, sino el
futuro. Quizás la clave de la expresión terrorismo se encuentra en la capacidad
de producir un gran efecto político desde el punto de vista simbólico con el
empleo de medios limitados contra objetivos definidos (Svendsen, 2008). Entendidas así las cosas el terrorismo (guerra) es el acto
realizado en un estado caracterizado por el terror (estado de guerra) (Blanco,
2007).
En la medida en que fueron evolucionando
los mecanismos de respuesta para evitar el damno
provocado por un flujo deliberado de destrucción, es decir: originalmente con la
fortificación, luego siguió con el desarrollo de las armas de proyección, posteriormente
se desarrolló la organización de la logística y el apoyo y finalmente, con la
aparición de las armas de fuego, en esa medida han evolucionado los modos de
producir ese flujo agresivo. En este contexto, las armas nucleares y las de
destrucción masiva, en general, son formas de agresión de naturaleza defensiva
porque su propósito ha sido desde su aparición contener los flujos de
destrucción en cualquiera de sus formas. ¿Qué otras formas pueden adquirir
estos flujos? Schmitt (1932), después
de las sanciones impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles en el año
1919, argumentó que estas fueron entendidas como una forma de llevar la guerra
a otros campos más allá de lo meramente militar que significó la relativización
del fenómeno bélico y la extensión de la guerra a otros campos del quehacer
humano.
Ochenta
años después, los coroneles chinos Qiao & Wang (Q&W) (1999:160-170),
reflexionando sobre la inutilidad de emprender una guerra nuclear, trataron de
comprender todas las formas de daño realizadas de manera deliberada producidas
en el mundo principalmente en el siglo XX y propusieron una nueva categoría de
guerra que ubicaba el campo de acción en el espacio donde no existían normas
que pudiesen regular la actuación de los beligerantes. Estas categorías las
denominaron: militar, extramilitar y metamilitar. La militar abarca los
siguientes tipos: Nuclear, convencional,
bioquímica, ecológica, espacial, electrónica, terrorista y de guerrillas. La
meta-militar se refiere a la guerra: Diplomática,
psicológica, tecnológica, de redes de información, de inteligencia, de
contrabando, de drogas y disuasión. La extra-militar incluye: recursos, ayuda
económica, sanciones, medios de información, finanzas, comercio, derecho e
ideología.
A partir de esta
categorización Q&W, establecieron una serie de principios para producir
daño donde se destaca el uso de medios ilimitados dentro de un contexto de
objetivos limitados y consumo mínimo (Ibíd.:185-195). Operar con medios
ilimitados en cada una de las categorías mencionadas precedentemente nos da un
abanico casi ilimitado de formas de daño que pueden ser aplicadas: en primer
lugar, Omnidireccionalmente en
diferentes planos; en segundo lugar, de
manera simultánea (sincrónicamente); en tercer lugar, asimétricamente con
respecto al punto más débil del adversario; en cuarto lugar, mediante una
coordinación multidimensional; y en quinto lugar, un sistema de ajuste y
control.
Estas formas de guerra si
bien no generan necesariamente miedo por la inmediatez o mediatez de la muerte,
el empobrecimiento o el padecimiento de algún mal que signifique la disminución
de la potencia del hombre para perseverar en su propia existencia, producen
ansiedad, un estado que, según Bourke, puede convertirse en pánico (2006:188)
produciendo, en consecuencia, un flujo de destrucción de forma deliberada. La angustia que se deriva de estas formas de
guerra son efectos de la estrechez del espacio y del tiempo del ser así como por
el desconocimiento de lo que inquieta.
Teniendo
presente este marco es conveniente detenernos brevemente en los aspectos
relativos a lo que ha significado la aparición de fortificaciones y el
desarrollo de la organización de la logística y el apoyo para efectos de la
guerra, pues están relacionados no sólo con la aparición del Estado como
fenómeno de contención, sino también porque han permitido entender la guerra a
partir del constreñimiento de un grupo humano dentro del Estado para sus
propios fines.
Ya hemos
señalado que el Estado opera en función de unos regímenes de violencia que
permiten manipular el miedo para evitar, por una parte, una agresión de origen externo, y por la otra, controlar internamente
a la población. El control externo, tal como se ha observado desde el fin de la
GdlXXXa ha tenido como propósito evitar el surgimiento de un poder hegemónico a
escala global. El control interno de la población tiene como objeto lograr que ésta
responda de manera adecuada frente a la agresión externa, así como evitar que se
produzcan flujos que amenacen la existencia misma del Estado. Estas necesidades del Estado para
contener flujos que amenacen su existencia es lo que ha permitido la asociación
que hace Arendt de las expresiones revolución y guerra (1967:21-23)[44]. De acuerdo con este
criterio la pregunta que surge de nuevo es cuál es el damno que provoca el Estado para que HyN propongan hacer la guerra contra la guerra.
Como ya hemos
afirmado, el Estado es un estructura que trata de permanecer mediante el
dominio de la relación producción, excedentes y trabajo. Esta relación ha sido posible
mediante la subsunción del
tiempo al valor de la producción[45].
La subsunción tiempo-valor se produjo cuando se comenzó a medir el
tiempo-trabajo como una forma de determinar el costo de la producción. Por ello,
la relación tiempo/trabajo fue usada originalmente por Marx para explicar
jurídicamente una medida del bienestar desde una perspectiva abstracta (Negri,
2004:146 y Osborne, 2008:16-19), y para entender la relación social derivada de
esta medida (Del Bufalo, 2011). La relación trabajo y
Estado es posible gracias a la aplicación de unos regímenes de violencia que
Negri, yendo más allá de Marx, enmarca dentro de una situación de
excepcionalidad que denomina estado de guerra (1997:94)[46].
Por tal motivo, Sloterdijk expresó que no se podría hablar de trabajo si no se
estaba dispuesto a hablar, entre otras cosas, de dominación y guerra
(2007:470). Así pues, el damno se
evidencia para HyN en una doble dirección: se obliga a la humanidad a trabajar precariamente
bajo amenaza de empobrecimiento en unas condiciones en que fuerzan al sujeto a
actuar individualmente; segundo, se obliga a la humanidad a mantener esas
relaciones trabajo-Estado mediante la amenaza de guerra y/o la guerra misma en
lo que han denominado biopoder.
Ahora
bien, lo que media entre la agresión y el efecto es el medio utilizado para
producir este efecto. Este medio puede variar desde un utensilio convertido en
arma hasta una estructura normativa. La diferencia entre una herramienta y un
arma es que la primera libera una fuerza de carácter centrípeto y la segunda lo
hace de manera centrifuga (DyG, 2008:398). Para DyG la clave está dada en su
capacidad de proyección y en la velocidad con que se proyecta y produce el
efecto deseado (Ibíd.). Desde la perspectiva del medio no hay armas ofensivas o
defensivas. Lo que existe son estructuras productoras de flujos o que los
contienen. Por ello es que se ha afirmado que es el que se defiende el que
determina el tiempo y la intensidad de la guerra (Aron, 1993). Con este
criterio las armas las podemos clasificar en función del daño que producen: por
el flujo de destrucción que libera, por el tiempo y la intensidad del flujo, y
por el tiempo en que duran sus efectos.
Las
relacionadas con los flujos de destrucción que libera tienen que ver con: los
flujos materia-energía, los flujos poblacionales, los flujos alimentarios y los
flujos urbanos (DyG, 2008:472). La preocupación del Estado en este contexto ha
sido canalizar, contener y limitar espacial y temporalmente dichos flujos.
Espacialmente mediante el establecimiento de una medida de tiempo y
temporalmente sometiendo a los sujetos a un estado de miedo permanente gracias
al empleo de mecanismos de control biopolíticos.
En
relación con el tiempo e intensidad del flujo de destrucción podemos afirmar
que éste puede variar en una gama que va de los flujos de gran intensidad y
corta duración para destruir en un tiempo relativamente corto a los flujos de
poca intensidad, y de un gran período para producir un efecto de destrucción erosivo
en un período determinado.
Con
respecto al tiempo en que duran sus efectos, los flujos pueden ser clasificados
como sigue: los de efectos más o menos inmediatos y los de efectos prolongados.
Los de efecto más o menos inmediato están relacionados con los actos de guerra
y los efectos a lograr (objetivos) son en un tiempo determinado. Los de efecto
prolongado se corresponden con los regímenes de violencia y con el control de los
afectos para evitar que se produzca o no una máquina de guerra que destruya al Estado.
Lo que
está en juego aquí es la diferencia de temporalidad puesto que nos remite a dos
ideas del tiempo que son completamente diferentes: la acción más o menos
inmediata y de gran intensidad nos indica la naturaleza de la máquina de guerra y la otra cuyos
efectos son prolongados, de una manera diferencial dada por los regímenes de
violencia, nos señala a la máquina de
guerra que ha sido capturada por el Estado. La primera nos señala la idea
de un tiempo signado por el evento o acontecimiento, la segunda nos muestra la
idea de un tiempo signado por la medida, que según DyG “fija las cosa y las
personas, desarrolla una forma y determina un sujeto” (2009:265).
Con este criterio podemos
afirmar que el damno para HyN es el
acto de destruir las relaciones de producción e intercambio que caracterizan el
Estado. Este flujo de destrucción que proponen no es en contra sino en
dirección opuesta al Estado. En eso consiste el vaciamiento de las estructuras
de poder porque el acto en sí de vaciar debe provocar un desmoronamiento, es
decir, el fin de un tipo de relación. En esto constituye el Éxodo. Teniendo
presente este “qué”, este “por qué” y este “cómo”, todavía no queda claro el
espacio-tiempo y la duración del damno
para los objetivos mismos de la propuesta de HyN. La relación espacio-tiempo y
duración la han enmarcado estos autores en el concepto de evento[47],
es decir, un hecho generador de un flujo de destrucción de gran intensidad y
corta duración como ocurrió en pequeña escala en la denominada primavera árabe[48].
Por tal motivo examinaremos la naturaleza del evento para comprender
fenomenológicamente su significación en la guerra
y en la guerra contra la guerra.
3.
La guerra como
un evento que acaece en un espacio-tiempo determinado.
Como se afirmó, hay dos ideas
de tiempo en la guerra que se encuentran en oposición. Una representada por la
idea de un evento guerra materializado por la acción más o menos inmediata que
realiza una máquina de guerra en
sentido puro, y la otra cuyos efectos nos indica la existencia de un estado de
guerra porque la idea del tiempo está condicionada espacialmente para la
supervivencia misma del Estado. La primera concepción del tiempo es un devenir, es un punto en una línea
que indica que la guerra es una actividad suplementaria y no permanente. La
segunda, el tiempo determinado por la voluntad de conservar el Estado, Negri la
denominó teológica y circular, donde los actos de guerra son expresiones de la
forma de manutención de ese tiempo (1997:35).
El tiempo circular se opone a la concepción lineal del tiempo tal como ha
sido entendido desde Aristóteles hasta Einstein[49]
y se diferencia de las concepciones del tiempo entendido a partir de un
ser-estar sólo percibido desde la conciencia entendida como conciencia
intencional (vivencia o tiempo interior) (Bergson[50],
1923/2006:54, Heidegger[51],
1927/98:19-21 y Negri, 1997:65[52]).
La oposición, por una parte, se debe a que el tiempo circular ha sido
deliberadamente hecho cíclico y el tiempo lineal no, y por la otra, se debe a
que en el tiempo circular el ciclo expresa repetición, conductualización y
limitación del ser y la vivencia es un contenido que no tiene límites en un
devenir. El tiempo vivencia (o tiempo interior) es, en este contexto, el tiempo
que no está supeditado a la circularidad y por consiguiente al Estado
pudiéndose corresponder al tiempo constituyente en una máquina de guerra.
El tiempo circular es
entendido por Negri como el efecto de la intención de mantener un orden
político (el Estado) mediante: la organización del tiempo de la producción
dentro de un espacio social y la centralización bélica de la producción para su
propio control y/o dominación (1997:67). El tiempo circular se hizo posible
cuando fue subsumido el tiempo al valor de la producción creándose en
consecuencia una realidad homogénea determinada por los ciclos de la
producción.
De esta idea del tiempo se enmarcan las visiones que se
tienen de la guerra. Para Negri el tiempo circular es expresión del dominio de
los modos de producción materializado por un tipo de relación social
caracterizado por el control de ese tiempo como unidad de medida[53],
y la guerra, como parte del régimen de violencia, es una situación excepcional
desde la perspectiva del control representando un segmento de esa circularidad
para mantener el ciclo de producción conducido por una clase dominante. Desde
la perspectiva del Estado, la guerra como acto era un evento que ocurría en un
espacio concreto de producción. Dentro de este enfoque se hayan: Hobbes
(1651/1989:107), Kant (1784/2002:46)[54], Hegel, (1821/1991:323-337), Clausewitz, (1832/1980:75, 87, 89 y
275), Arendt, (2005:112), Habermas (2005:87), Rawls (1999:17), Schmitt
(1932:15), Beyerchen (1993) y Mouffe (2007:122-125). Los actos de guerra,
entendidos en este caso como mecanismos de ajuste para mantener el Estado, son
vistos por los seres que habitan dentro de ese tiempo circular como eventos que
ocurren periódicamente en dicho tiempo.
Para otros autores como Maquiavelo (1519/1987:23-32),
Spinoza (2008:152)[55],
Marx (1844), Engels (1878)[56]
y Clastres (1977:152 y 2004:77) la guerra había sido anterior a la polis y al
Estado, pero había pasado a ser su horizonte político desde el momento en que
el deseo como expresión de la potencia del hombre pasó a ser el norte para la
auto-realización de la humanidad, con lo cual, esta intención representó una
manera de ver el tiempo como instrumento de lucha. En este orden de ideas, HyN
creen que en la actualidad la guerra ha dejado de ser un segmento de ese tiempo
circular y se ha subsumido al proceso de producción, debido a que para mantener
el orden que determina el ciclo de producción se tiene que apelar cada día más
a la guerra, en primer lugar, para mantener policialmente el espacio social que
contiene bajo la misma relación de comando y, en segundo lugar, para incluir
dentro de ese orden a los espacios sociales que aún no forman parte del mismo.
Dentro de este enfoque del estado de guerra permanente, que refleja la
naturaleza actual de Estado, se ubican también autores contemporáneos como Foucault
(2000:56), DyG (2008:463), Eco
(2006:14-17), Q&W (1999:04-06), Derridá (Borradori, 2003:163) y Sloterdijk
(2003:45). De acuerdo con este criterio, desde mediados de la década de los
años ochenta del siglo pasado se buscó darle al concepto de evento-guerra otra
significación.
Al respecto, DyG expresaron que un evento
es un entre-tiempo superpuesto al tiempo que sucede espacialmente marcando una
diferencia sustantiva frente al tiempo determinado por la producción (2009:204).
Por ello, para DyG un evento podría
constituirse en un plano de inmanencia capaz de cortar ese tiempo determinado
por el espacio de producción (Ibíd.:201-202). De ahí la importancia que reviste
para ellos el tiempo entendido como vivencia y denominado por Negri como tiempo
interior. La vivencia o el tiempo interior, indica que a pesar de que una parte
del tiempo, es decir, el tiempo-trabajo está subsumido a una idea del valor, la
otra parte podría ser el crisol generador de condiciones para una ruptura con
el Estado.
El tiempo interior podría ser entonces para Negri la
materia básica para construir lo común desde una nueva ontología social[57]
que facilite la salida del tiempo circular del Estado permitiendo a su vez
crear las condiciones para el establecimiento de una nueva relación social
(2004:19 y 147). Con este tiempo interior, el filósofo italiano cree que sólo
bastaría un hecho significante para hacer “el acontecimiento posible” y
consecuentemente la ruptura con el Estado (Ibíd.:174), es decir, algo que sea
capaz de producir una situación semejante a la denominada defenestración de
Praga en el año 1618 que permita la constitución de una nueva realidad
político-social. Para entender la naturaleza de este punto HyN se remitieron a
la exégesis del concepto de evento en la obra El Ser y el acontecimiento de A. Badiou.
Para Badiou un evento es “una
acción transformadora radical –originada- en un punto, que es, en el interior
de una situación, un sitio de acontecimiento” (1999:199). Una situación es una multiplicidad presentada, es decir,
es “el lugar del tener-lugar, cualesquiera sean los términos de la
multiplicidad implicada” (Ibid.:34)[58]
y un sitio de acontecimiento es un
punto localizado que concierne a una multiplicidad dentro de una situación
histórica. En otras palabras, para Badiou, el evento es expresión de una
multiplicidad que se ha producido en un punto y es capaz de provocar cambios
radicales de naturaleza política.
Como podemos observar HyN
frente a las concepciones del tiempo que derivan en una idea de la guerra como
estado (una línea convertida en círculo) y el acto (un segmento de ese círculo
que tiende a convertirse en círculo) proponen otra concepción que parte de la
consideración del tiempo como un instante que contiene un hecho desencadenante
de un flujo de cambios trascendentes que acabarían con el Estado. Dicho de otra
manera, el evento para HyN es un instante del proceso por medio del cual se
podría abrir la posibilidad de hacer la guerra
contra la guerra. Esta diferencia en la concepción del tiempo de la guerra,
es decir, el tiempo de la guerra entendido como un segmento que ocurre
periódicamente dentro del tiempo circular del Estado y tiende a convertirse en
el mismo Estado y el tiempo de la guerra entendido como un evento originado a
partir de la ruptura misma, hace necesario analizar el evento desde la perspectiva del tiempo en la guerra y el tiempo en
la guerra contra la guerra para poder
contrastar ambas visiones y obtener así una idea del fenómeno guerra y una idea
de lo que pudiera ser el fenómeno guerra
contra la guerra.
a.
El evento guerra como un segmento de
tiempo en el estado de guerra.
Desde el fin de la GdlXXXa la
confrontación bélica se ha hecho formalmente entre Estados. Por ello, desde una
estructura autoreferenciada como ha sido esta entidad política, ha sido difícil
comprender la guerra como estado y acto. El Estado es una entidad concreta
basada en el manejo de la relación satisfacción-miedo que usa la guerra para
realizar correctivos de naturaleza sistémica que le permita asegurar su
supervivencia[59]. Ello
presupone epistémicamente que estos actos bélicos obedecen a un cálculo en términos
de un resultado esperado y una medición de la fuerza a ser aplicada para
producir damno. El arte de la guerra,
en este contexto, es el arte de conseguir el punto de sincronización de la
medida de tiempo del Estado con la medida de tiempo en que la fuerza va a ser
aplicada para lograr un efecto deseado frente a un adversario que funciona con
el mismo sistema de referencias y medidas. Según Bueno (2011), después de la
GdlXXXa, la guerra como acto público solamente, una especie de contrato, comenzó
a estar sujeta a normas que irían evolucionando con el tiempo a fin de
restringirla facilitándose con ello la estructuración de un sistema de medidas[60].
Como estado, la guerra quedaría subsumida por el Estado trayendo como
consecuencia que la palabra paz pasase a denotar la no ocurrencia de actos de
guerra.
Con el orden westfaliano, este
mecanismo permitió a los Estados hacer la guerra dentro de ciertos límites
jurídicos. Pero en un mundo caracterizado por la globalización, la guerra se ha
salido de estos límites y por ello se ha afirmado que hoy día es realizada por otros medios (Lowi,
2011:244 y Q&W, 1999:160-195). Ello ha significado, por una parte, que
desde el punto de vista estatal, la guerra se realiza para reducir y/o contener
lo que se ha denominado factor de
penetración de flujos de cualquier naturaleza que pueden amenazar su
existencia perdiendo su carácter limitado desde el punto de vista
espacio-temporal en lo político y lo jurídico[61],
y por otra parte, como consecuencia de esta percepción y del grado de
integración de la comunidad internacional, se están manejando conceptos de
“guerra civil internacional” que denotan parte de la naturaleza de la guerra
actual y evocan la GdlXXXa de acuerdo con los criterios de HyN.
Las causas de estos cambios
han obedecido, en primer lugar, al advenimiento, no sólo de un nuevo campo de
batalla tecnológico[62],
sino también la aparición de otras comunidades políticas más allá del Estado[63],
y en segundo lugar, la poca tolerancia de los países de Occidente para soportar
bajas civiles y militares en conflictos bélicos, obligándolos a recurrir a
otras formas de antagonismo amparado en la amenaza de empleo de armas de
destrucción masiva (Luttwak, 1999)[64]. Otra consecuencia de esta situación ha
sido la reaparición del concepto de “guerra justa” que supone la posibilidad de
que un antagonismo ascienda a los extremos para asegurar el mantenimiento del orden
establecido (Mouffe, 2007:86)[65].
Para Negri, la causa de estos
cambios es consecuencia de la incapacidad que ha mostrado el Estado en mantener
la relación unitaria de tiempo-valor-trabajo y el advenimiento de lo que ha
dado en denominar trabajo inmaterial que ha ocasionado el surgimiento de eventos
que han escapado del control del Estado amenazando con ello su propia
existencia.
La dificultad señalada por Luttwak, van Creveld y también HyN ha sido
consecuencia del reconocimiento del hecho que el Estado está dejando de ser un
poder superior de carácter divino (dios-estado) y determinante que rige a su
libre albedrío la vida de los que habitan en un espacio específico. En la antigüedad clásica,
la idea del dios-Estado estuvo asociada al evento que era denotado con la
expresión Týchê.
Esta expresión, además de la idea de divinidad, estuvo también asociada con las
ideas de azar y destino (Diano, 2000:56), con lo cual al ser el evento
capturado por el dios-Estado, este había sido usado de forma monopólica hasta que
en fecha reciente comenzaron a aparecer otras entidades capaces de someter una
vivencia al miedo, el azar y a un destino determinado.
La guerra entendida como un evento
provocado por el Estado se desarrollaba mediante una serie de mecanismos que tenían un
principio y un fin e implicaban un procedimiento, una estructura de aplicación
y un acto que suponía la posibilidad de sacrificio en el sentido virtuoso del
término. Pero, si se consideran las
dificultades planteadas por van Creveld y Luttwak se entiende que las limitaciones
que hoy día tiene el Estado para autoconservarse lo han obligado a recurrir a
otras formas de contención mediante el ejercicio de la violencia permitiendo también
el resurgimiento de lo que en el pasado se denominó guerras privadas y mixtas[66].
El resurgimiento de las guerras
privadas y mixtas permite entender al tiempo como una multiplicidad que supone
una manera diferente de entender la guerra como evento que acaece más allá del
Estado. Es decir, por
una parte, de la simplicidad de concebir la guerra a partir de las nociones
combinadas de estado y acto, se está pasando a entender la guerra desde una
concepción que reconoce la existencia de otros actores políticos que pueden
hacer la guerra en un tiempo completamente diferente que no son un Estado o lo
desconocen, y por la otra, a partir de la aparición de otros actores políticos
que hacen la guerra, la guerra en sí misma está reproduciendo las formas en que
se manifestaba en la antigüedad, es decir, Werra,
obligando a la instrumentación de dispositivos de control para encapsular los
conflictos y encapsular a las sociedades[67].
Esta dificultad de entender la guerra
como un evento que acaece en el tiempo del Estado ha permitido a HyN establecer
como objetivo cambiar esa concepción del evento por otra que pueda ser entendida
metafóricamente como el momento por medio del cual Simplicius Simplicissimus
decidió tomar un camino que lo alejó de la GdlXXXa para permitir de alguna u
otra forma hacer la guerra contra la guerra no
sólo como un acto de vida (M, 390 y Negri, 2006:154), también mediante la
instrumentación de una adecuada correlación entre conocimiento y afecciones que
haga la guerra contra la guerra
viable políticamente en el sentido spinoziano del término[68].
b.
El evento como tiempo de la guerra
contra la guerra.
HyN expresaron, de manera general, que la guerra era
el estado de guerra y que dada su continua persistencia, los actos que este
estado trae consigo se están convirtiendo en el mismo estado haciendo también
que dichos actos sean permanentes. Por ser causa y efecto de un tratado que
determinaba qué era guerra y qué era paz (Tratado de paz de Westfalia), la
subsunción de conceptos de estado y acto fueron entendidos por HyN como un
hecho que debía ser resistido y combatido hasta su abolición debido a que la
guerra había adquirido un carácter ontológico
existencial manifestándose en expresiones como terror y terrorismo. La
resistencia es posible, según estos autores, debido a que la humanidad se
encuentra dentro de un contexto donde se están produciendo cambios sociales de
gran alcance gracias a la producción de subjetividad generada por el
advenimiento de lo que han dado en denominar trabajo inmaterial (M, 52 y Negri,
1997:177)[69].
El estado de guerra que HyN pretenden abolir, con su
cara actual representada en la guerra
contra el terrorismo, lo han descrito de manera más o menos similar al
realizado por otros autores ya citados en el parágrafo anterior. No obstante, en
ambos autores, se destaca lo siguiente: en primer lugar, la legitimación del actual
orden global se basa en la guerra, en segundo lugar, la producción capitalista
y la vida (y la producción) se auto-determinan mutuamente dentro del marco de
la guerra y, en tercer lugar, el antagonismo entre el capital y los que
producen más allá del capital son la causa de la actual crisis en el orden
global (M, 120 y Negri, 2006/2008:48-51). De acuerdo con estas indicaciones, hemos
observado que HyN sostienen que hay una violencia preservadora del actual orden
global y otra violencia que persigue su suplantación por otro de igual
naturaleza (Ibíd.:56). Frente a estos hechos, estos autores creen en el
surgimiento de otro antagonismo dirigido contra esta dinámica conflictiva del
orden global cuya tendencia apunta a la constitución del Imperio.
Sobre el conflicto entre Estados ya se ha hecho
mención, pero hace falta hacer mención sobre el antagonismo contra el Estado
desde la perspectiva del Imperio y de los grupos que se oponen al Estado visto
como Imperio. El antagonismo entre el Estado y la nueva estructura emergente
denominada por HyN como Imperio se evidenció en el marco de la invasión de Irak
en el año 2003. Teniendo a EE.UU. como modelo dentro una concepción
convencional del Estado-nacional moderno, para estos autores, la invasión de
Irak ha sido el último de una serie de esfuerzos de una parte de la clase
dirigente estadounidense por asegurar un amplio margen de autonomía en los
asuntos mundiales (C, 204-228). Sin embargo, la crisis financiera del año 2008,
la retirada militar de Irak y su discreta participación militar durante la
guerra en Libia, muestran que incluso EE.UU. ha tenido tratado de mantener una
hegemonía de alcance global con otros medios.
En relación a los grupos que se oponen al Imperio, HyN
establecieron una genealogía de la resistencia. Según esta genealogía, la
resistencia históricamente se ha regido por los siguientes principios de
acción: primero, oportunidad histórica para combatir una forma de poder con una
forma adecuada a tal fin, segundo, la correspondencia entre las formas
cambiantes de resistencia y las transformaciones de la producción económica y
social, y tercero, una tendencia a la democratización (M, 95-96 y 116-117). De
acuerdo con estos principios la tendencia actual en lo concerniente a las
formas de resistencia ha sido la constitución de rizomas que se interconectan
en una red distribuida de alcance global para generar flujos de destrucción de
las estructuras políticas existentes (M, 112).
Esta nueva forma de entender la guerra va más allá del
Estado, o sea de su tiempo circular y de sus actos. Para que se desencadene
esta guerra que sería la guerra contra la
guerra, HyN estiman suficiente un instante debido a que ese puede contener
el proceso de autovalorización y autodeterminación necesarios para la
autoafirmación del ser como un ente capaz de liberar y desarrollar su potencia
para perseverar en su propia existencia (Negri, 1997:110). Este instante dentro
de una red distribuida producida por una multiplicidad de temporalidades constituidas
en rizoma sería el inicio del proceso de hacer la guerra contra la guerra mediante la resistencia, el Éxodo y el
vaciamento del poder, entendidos todos como un único proceso (M, 96). Es decir,
ese instante abriría las condiciones que generarían el flujo de destrucción que
le quitaría al nuevo orden global en proceso de cristalización, su estructura
de sustentación y de subsistencia. Para HyN este instante inicial constituye el
evento.
El evento es entendido por estos autores como el
tránsito de lo ficticio determinado por una subjetividad basada en el poder a
una realidad cargada de una nueva subjetividad donde el tiempo de la potencia
pasa a ser constitutivo de eternidad (C, 61)[70].
Una eternidad mostrada como producto, como horizonte de afirmación para la
acción (Negri, 2006:367). Para Badiou el evento es el acto de rebelarse contra el Estado (1999:222)[71].
Según este autor, el evento es la rebelión a la dominación que la considera
como una “una invariante profunda e inextricable” que surge de una situación
indecidible que contiene una multiplicidad presentada desde el punto de vista
histórico (Ibíd.:201-202 y 225).
Para HyN el evento es, en contraposición al tiempo de la guerra
llevada a cabo por el Imperio, un conjunto de procesos subjetivos de masas que
permite que se desencadene una insurrección (M, 47 y 158). Como el ser es hecho en el evento (C, 63) el evento es el punto
de una situación que hace el papel de desencadenante, es decir, produce una
ruptura, una nueva subjetividad a partir de un deseo que es efecto de la
correlación de conocimiento y afecciones (Negri, 2004:59). Cómo se produce esta
ruptura en un sujeto para que genere una red de intenciones y desencadene una insurrección
que provoque un cambio, es un tema de discusión en el mundo de hoy[72].
Para S. Hessel (2011) es la indignación. Igualmente para HyN. Sin embargo,
estos autores se apoyan del concepto spinoziano de indignación[73]
porque, según ellos, tiene un contenido moral y racional que surge como un
hecho de forma inmediata o espontánea cuando es producto de una situación
individual o compartida con otros, constituyendo, en consecuencia, el material
básico a partir del cual se desarrollan los movimientos de revuelta y rebelión
(C, 235)[74].
La indignación se produce, de acuerdo con estos
autores, a partir de un proceso subversivo de subjetivización que, destruyendo
identidades soberanas y normas, revela la conexión entre poder y libertad y por
lo tanto inaugura la producción de una subjetividad alternativa (C, 62-63).
Esto significa que para HyN la indignación no es el evento ni es, como se
observa en otros autores como el mismo Badiou o Álvarez[75],
la consecuencia de un mal presentado como un abuso desmedido que sucedió, está
sucediendo o va a suceder y que merece rechazo.
En el presente, HyN han tomado como símbolo el ataque
sufrido por Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001 y consecuentemente las
protestas antibélicas que se generaron después del año 2003; pero lo que estos
autores consideran como evento para los fines de su proyecto político tuvo su
inicio en las manifestaciones en Seattle de 1998 debido a que hizo patente la
existencia de un movimiento anti-Estado que podría ser de alcance global. Para
estos autores ese evento supuso “una modificación radical de nuestra forma de
concebir la vida y de nuestro modo de hablar” porque se mostró “como una fuerza
subjetiva” (Negri, 2004:146). Así pues, del camino que se ha seguido después de
Seattle a la guerra en Libia, falta que ocurra en un “sitio de acontecimiento”,
un abuso desmedido que provoque el proceso que conduzca a un levantamiento
generalizado a escala global o en un espacio que pueda generar una reacción en
cadena que tenga consecuencias globales.
Pero del examen de estos argumentos hemos podido
observar las siguientes dificultades en la propuesta de HyN: en primer lugar,
la indignación como un evento que primeramente acaece en una conciencia
determinada por una vivencia depende de cómo esta relación pueda adquirir un
carácter intencional, en segundo lugar, falta determinar cuál podría ser ese
sitio de acontecimiento que genere una red de intencionalidades y quiénes
serían los sujetos políticos de la rebelión, en tercer lugar, falta determinar
también, la naturaleza de los procesos económico-sociales que permita la
generación de un flujo de gran intensidad y duración suficiente para producir
un cambio a escala global, y en cuarto lugar, de igual forma, falta determinar la
situación en un “sitio de acontecimiento” que tenga efectos globales.
Las causas de estas dificultades obedecen a que: es
difícil establecer una correlación entre conocimiento y afecciones que permita
darle un uso político a las expresiones de indignación, es difícil también
saber cómo opera el instante en la relación tiempo circular-tiempo interior, y es
difícil saber si hay una intención generalizada de provocar un cambio político
a escala global que sea aprovechable instrumentalmente. Con respecto al primer
aspecto, Astorga (1998:441-442), siguiendo a Spinoza, ha destacado la
correlación entre afecciones pasivas y activas como paso previo a un gobierno
de las afecciones y esta correlación es quizás el elemento clave para hacer de
la indignación un instrumento que racionalmente pudiera dar inicio a la guerra contra la guerra.
En relación con el segundo inconveniente, es
importante tener presente que el instante (del evento) producido en el tiempo interior está relacionado con el
tiempo circular del Estado. Este tiempo
interior para un ser que se autovalora y autodetermina pasa, en ese momento,
a constituir una apertura de la potencia que se proyectaría en ese instante con
una durata infinita dentro de un
mismo Estado (Negri, 2006:361-362)[76].
Aquí surge para HyN el otro óbice, es decir, cómo producir el flujo de
destrucción a escala global porque, por una parte, el evento como ellos lo
entienden es una indeterminación que, observada desde la perspectiva del Estado,
hace que el tiempo interior represente
un instante o un pequeño segmento de tiempo que para un ser puede representar
toda una vida, y por la otra, teniendo presente que la indignación es
consecuencia de una agresión, hace falta tener un conocimiento de los estados
de miedo y angustia de la población, dentro de un Estado o varios Estados, que
determinen que un abuso desmedido estructure un rizoma en un tiempo en todo
caso demediado para evitar la acción política.
En
torno al tercer inconveniente, si bien se pudo haber producido una red de
intencionalidades a escala global a propósito de la primavera árabe y otros movimientos como los españoles, griegos,
chilenos y estadounidenses destacados por HyN (2012), la fuerza subjetiva
indicada por estos autores aún se encuentra en una fase embrionaria para
alcanzar efectos globales quizás por la falta de un clima que conjugue angustia y ganas de miedo, que cree un plano de inmanencia que facilite la
constitución del rizoma necesario para una efectiva acción política.
Existe otra dificultad relacionada con el sitio de
acontecimiento que, al parecer, ha sido considerada por HyN. El sitio de
acontecimiento es el lugar donde se podría reproducir algo parecido a lo que
provocó el proceso de cambios políticos en el norte de África, pero a escala
global. El lugar, como ubicación es también una indeterminación debido a que
como ocurre en el plano de una nueva subjetividad, el evento se puede presentar
en diferentes puntos (átomos en el sentido de DyG) que representan a los
sujetos productores del flujo de destrucción a escala global. Al conjunto de estos
sujetos que producirían una hidráulica
de cambios de las relaciones políticas a escala global estos autores lo
denominan Multitud. Ahora podremos
entender mejor este concepto.
Multitud es un término que apareció en la filosofía
política del siglo XVII y que estos autores junto con otros filósofos
contemporáneos han usado para explicar la conflictividad contemporánea[77].
Para HyN, la Multitud es un colectivo de singularidades auto-organizadas
biopolíticamente como un tejido cooperativo donde precisamente se entrecruzan
una infinidad de actividades singulares (I, 359-365 y 372, M, 149-153 y C, 303
y 355)[78],
capaces eventualmente de actuar como una milicia en el sentido maquiaveliano
del término y convertirse en poder constituyente[79].
Según Del Bufalo (2011), este movimiento es de corta duración, pero suficiente
para destruir los sistemas de contención del Estado. De la mano de Zabaleta ha
surgido otra interpretación del concepto de Multitud desde una perspectiva
iberoamericana. Para este pensador es “una sobreposición desarticulada de
varias sociedades, es decir, de varios tiempos históricos, de varias
concepciones de mundo, de varios modos de producción de subjetividad, de
socialización y sobre todo varias estructuras de autoridad” (Negri, 2010:66 y
C, 110-111).
El concepto de Multitud ha sido criticado, por Kalyvas
(2005:106) Virno y Balibar por su naturaleza esencialmente cambiante para la
acción política (C, 167), por Mouffe debido a su limitada capacidad de
operacionalización para la acción política a escala global (2007:90-91), por Laclau
y Macherey porque no lo ven aún como una figura política, y finalmente por Žižek y Badiou por la
debilidad de su fundamento marxista (C, 167-168).
Frente a estos inconvenientes, HyN han usado el
paradigma representado por el mayo francés por haber sido un evento que generó
una especie de máquina de cambios
políticos a escala global (C, 243). También ambos autores han tratado de
responder a la interrogante sobre la capacidad de la indignación en sí para
producir cambios políticos debido a que, por una parte, se duda que una emoción
“rebosante de contrariedad” pueda generar una “acción positiva, aconsejable y
virtuosa” debido a que según Rodríguez (2004) es una mezcla de “resentimientos,
iras, furias y envidia” y, por la otra, si bien considera a esta emoción como
la primera manifestación de una ética pública que se resiste a la condenación
“de la vida a unas cifras”, presenta el desafío de “convertir el sufrimiento de
los otros… en causas éticas propias”, en nuestro caso a escala global (Álvarez,
2009).
De lo que han expresado HyN podemos deducir entonces
que el evento no es el acto que provoca la indignación, el evento es un proceso
producido a partir de una nueva vivencia que tiene connotaciones ontológicas y
epistémicas por su poder para constituir algo nuevo (Negri, 2006/2008:148). El
evento se genera por un cambio de subjetividad que confluye en un “sitio de
acontecimiento” junto con una estructura de dominación, un detonante y una
acción liberadora. Este cambio de subjetividad se produce, según ambos autores,
por un acto espontáneo e instantáneo de auto-valorización que secuencialmente
produce un proceso de autodeterminación que genera simultáneamente, en primer
lugar, un abandono de la estructura de dominación (Éxodo) y, en segundo lugar,
la resistencia para mantener y expandir el espacio de libertad ganado o
recuperado.
A partir de un cambio de
subjetividad se podría entender la generación de un proceso que aleje (Éxodo) a
un sujeto de la guerra actual y ese acto en sí mismo representaría una forma
inmediata de hacer la guerra contra la guerra mediante el mecanismo de la
resistencia. Las condiciones de posibilidad de esta oposición a la guerra
mediante el Éxodo y la resistencia la examinaremos en el siguiente apartado.
c.
El tiempo de la guerra vs. el tiempo de la
revolución.
Como han afirmado HyN,
originalmente en un tiempo circular sucedían actos de guerra que representaban
segmentos dentro de ese estado, pero su alta recurrencia ha hecho que el estado
y el acto estén pasando a ser la misma cosa desde el punto de vista temporal. Desde el referente Imperio la guerra se manifiesta hacia adentro y
hacia afuera (en relación con otras entidades políticas) de forma asimétrica y
como una función de policía global para mantener y reproducir el orden (Negri,
2006/2008:119-121). A esta concepción del tiempo, HyN oponen una serie de
puntos que representan el momento y el proceso a partir del cual se inicia lo
que ellos denominan hacer la guerra
contra la guerra para acabar con el orden injusto que, según ellos, se está
imponiendo a escala global.
Teniendo presente lo antes mencionado, se puede
afirmar que el estado de guerra global es una forma-evento materializado en Týchê, es decir, divinidad, azar y
destino en relación con una gran parte de la humanidad, mientras que el proceso
que conlleva a hacer la guerra contra la
guerra es el evento que conduce a la liberación y, consecuentemente, la
instauración de otra concepción de hacer la política y la guerra. hemos
señalado antes que la forma-evento y el evento pueden ser observados, en primer
lugar, por una conciencia no-intencional, es decir, por alguien que no hace la
guerra pero está afectado de manera simultánea por las diferentes ideas de cómo
se entiende dicho fenómeno y, en segundo lugar, por una conciencia intencional,
o sea, la de alguien que hace la guerra o participa en ella con algún
propósito, pudiéndose interpretar esta actitud desde: la perspectiva del Estado
y/o del Imperio de manera simultánea y sucesiva en relación con el referente
que se utilice y, desde la óptica de la revuelta, insurrección y
consecuentemente revolución que constituiría una sucesión dentro de un proceso.
La forma como se manifiesta la guerra como fenómeno de
la conciencia puede ser visualizada por la correlación ansiedad-miedo que hace
que un sujeto en un momento determinado luche o huya con respecto al citado
fenómeno, y se materializa mediante un flujo de destrucción que se produce en
un tiempo y una intensidad variable. Como una conciencia no-intencional el
fenómeno guerra provoca rechazo porque potencialmente podría representar un damno a su existencia material e
inmaterial. Este rechazo si bien puede provocar una huida, la forma en que se
presenta es indeterminada debido a la capacidad humana de producir un no-estar
en función de las circunstancias generando las condiciones para hacer
resistencia.
Si consideramos la conciencia intencional, podemos
apreciar tres formas básicas de ver la guerra:
1.
La guerra desde la
forma-evento Estado ha sido vista por los sujetos que contiene como un evento
de naturaleza excepcional que puede representar muchas cosas (entusiasmo,
apatía, resignación u oposición) en función de cómo dichos sujetos se
encuentren objetivados dentro de la estructura del Estado y de cómo el grado de
conductualización ha condicionado su existencia[80].
En esta
circunstancia, la guerra se presenta como la necesidad, desde el Estado, de
canalizar la angustia y el miedo para obtener objetivos políticos hacia dentro
y hacia fuera del mismo.
2. La guerra desde el Imperio, según HyN, debe entenderse como un modo de extensión de la disciplina y el
control aunque este sea diferencial (Negri, 2004:149 e I, 135). La forma de la
guerra es según estos autores de naturaleza policial, justificada en la
protección de los Derechos Humanos como aconteció en Costa de Marfil y Libia[81]
y/o contra los “bárbaros”, como está sucediendo en Afganistán. Esta forma de
guerra imperial se ha caracterizado: a.) por una alta dimensión tecnológica evidenciada
en múltiples planos de actuación dada la baja proclividad a tener bajas, b.) Un
difusión de las líneas de choque de los flujos y contraflujos de destrucción haciendo
de la guerra un fenómeno complejo. Esta complejidad viene dada por un lado, por
la dificultad de controlar la relación angustia-miedo subyacente, y por otro, por
los beneficios que se obtienen participando en los bandos enfrentados. De estas
dos consideraciones proviene la analogía de la guerra global actual con la
GdlXXXa.
3.
La guerra contra la guerra como
evento es, por su parte, una trinidad indivisible conformada por la
resistencia, la insurrección y la revolución entendida como poder constituyente
donde los dos primeros representan esencialmente formas latentes del último en
la medida en que pueda tener un alcance global (Negri, 2004:107-108, 157 y
163). Ello significa que, desde esta intención el miedo se habría suplantado
por un temor y el proceso de Éxodo pasaría a ser el acto primigenio que
permitiría al mismo tiempo que la trinidad revolucionaria se desarrolle de
manera efectiva, a partir del advenimiento de una nueva subjetividad enmarcada
en la idea de multitud. Como esta intención depende del advenimiento de una
nueva subjetividad, el óbice que se les presenta a HyN es saber, en primer
lugar, cómo se produce ese cambio de mentalidad dentro de un contexto de
disciplina y control (biopoder) que hoy más que nunca apela al terror para
alcanzar su cometido y, en segundo lugar, hasta qué punto están dadas las condiciones
para emprender un Éxodo del capital a escala global. Los otros inconvenientes
que hemos observado se les ha presentado a HyN han sido, el carácter esencialmente
racional que le han dado al miedo, y la desconexión del miedo con un clima
caracterizado por una angustia que facilite la constitución de rizomas a escala
global[82].
La guerra dentro de estas tres categorías básicas puede
ser entendida entonces como una multiplicidad que se presenta a su vez de forma
múltiple. Pero de estas, el tiempo de la revolución expresado en hacer la guerra contra la guerra ha sido
la respuesta que le han dado HyN para oponerse a las primeras dos categorías de
guerras mencionadas precedentemente desde el mismo plano de la conciencia. La
guerra entonces es un fenómeno que se presenta primeramente en la conciencia
como tiempo interior que puede significar cambio y destrucción, y se puede representar
también como un flujo de cambio y destrucción física a partir de lo que la misma
conciencia puede lograr convertir en acto. En la primera categoría, la relación
ansiedad-miedo se evidencia en que la focalización del miedo se dirige a otro,
es decir, una alteridad cuyas acciones podrían provocar daños como
consecuencias de una acción propia o como repetición de una experiencia ya
vivida. En la segunda categoría, se puede presentar un inconveniente debido a
la dificultad de identificar el objeto de miedo. Esta situación explica por sí
sola la denominada guerra contra el
terrorismo, es decir, una guerra contra un concepto. En la tercera
categoría, HyN están planteando la guerra desde una nueva perspectiva y a
partir del momento en que la relación potencia-acto provoca en un ser una
situación no-intencional en relación con la guerra que además de
reinterpretarla como un ir contra la
guerra, lo coloca en el plano de hacer
la guerra contra como acto revolucionario. De ahí la expresión hacer la guerra contra la guerra. Sin
embargo, la propuesta de HyN presenta el inconveniente de saber cómo lograr operacionalizar
la relación instante-presencia, es decir, el instante del tiempo circular del
Estado con la presencia enmarcada dentro del concepto de tiempo interior debido
a que esta relación va a determinar la actitud (conciencia intencional) que
generará la intensidad y la duración del flujo necesario para acabar con la
estructura del nuevo orden que tiende a hacerse global. El otro inconveniente
que presenta la propuesta de estos autores es que a pesar de los esfuerzos
realizados para mostrar la existencia de un estado de guerra global y de
duración indefinida que ocurre desde el mismo plano de la conciencia, nos
preguntamos ¿realmente estamos en un estado de guerra que tiende a hacerse
global para hacer la guerra contra dicho estado?
Teniendo presente lo antes expresado, se puede afirmar
que siendo la conciencia un efecto de las ideas que expresan la influencia de los
cuerpos exteriores sobre el nuestro, y, también, ideas de nuestras afecciones[83],
la guerra, en el plano de la conciencia, es el efecto de la acción recíproca de
estos dos tipos de ideas y va a estar condicionada por la respuesta racional o
pasional de lo que se le opone, es decir, el enemigo, dentro del marco de otra
relación recíproca que puede conducir a los extremos en el sentido
clauswitziano del término debido a que una idea de la guerra se combatiría con
una idea concebida en el mismo plano de la conciencia a partir de la relación
conocimientos-afecciones. La guerra es, entonces, la manifestación entonces de
un miedo producido de múltiples formas en un instante dado y en un sitio
localizado que se manifiesta en acciones recíprocas (flujos y contraflujos) dentro
de un contexto de angustia generalizada.
4.- Reflexión final.
Al ser la guerra un fenómeno provocado por una conciencia
intencional, se observa que HyN, así como otros muchos autores, desde que se
inició la era de la disuasión nuclear y el terror, han colocado la guerra como un fenómeno que también
actúa dentro del plano de la conciencia declarándose en consecuencia la
existencia de un nuevo campo de resistencia y combate. De esta afirmación se
puede inferir que la guerra es permanente, un estado de la conciencia (estado
de guerra), constituyendo los actos presentaciones y representaciones de dicho
estado.
Al ser la conciencia también
un espacio de combate, el temor es la forma en que se expresa la guerra debido
a que esta pasa a ser la expresión del vaivén entre concepciones que pueden ser
fuente de inseguridad y miedo produciendo respuestas
que pueden apuntar en un extremo a la no acción o a la acción con el propósito
de asegurar la supervivencia, en otras palabras, luchar o huir para intentar
perseverarse en su ser.
En este contexto, la guerra, y
en especial la guerra revolucionaria, es un fenómeno signado por el temor que
se exterioriza mediante un afecto que puede asumir una vertiente racional o
pasional en función de las circunstancias. La vertiente, en cualquiera de sus
formas, ha apuntado por una parte a creer que es posible reproducir los flujos
de Physis como formas en que se
materializa la agresión y el daño, para generar cambios súbitos y repentinos de
naturaleza política. La guerra es, en consecuencia,
una forma de miedo que la conciencia exterioriza como representación del poder
destructivo y de cambio de Physis.
Como HyN no están interesados
en ajustarse a esquemas lógicos que mantengan o alimenten el estado de guerra,
están proponiendo la resistencia y el Éxodo como alternativa para evitarla
mediante un proceso de auto-valorización y auto-determinación que reduzca la
posibilidad de duda en la medida en que este proceso liberador se vaya haciendo
eficiente. Este acto abriría la posibilidad de captar a una conciencia
no-intencional en relación con el fenómeno bélico. Además, están proponiendo el
vaciamiento del poder como la forma de producir daño en la estructura del
Estado y su evolución como Imperio. Este proceso es el que denominan guerra contra la guerra.
Así pues, la guerra entendida como un concepto basado
en la conservación de la relación producción-excedentes y la guerra contra la guerra concebida como
la lucha contra ese concepto, nos coloca frente a la oposición entre dos criterios
de certeza: una producida por el propio sujeto contra otra producida por la
creencia en la existencia de un orden que pretende hacerse global. Partiendo de
esta premisa, HyN intentan pensar la guerra desde la misma conciencia para
destruir el Estado, y consecuentemente al Imperio, plantea también el conflicto
en términos absolutos.
Desde la óptica de HyN, hacer la guerra contra la guerra como
actitud es la consecuencia de un evento que expresa el carácter para la lucha
por una libertad que permita el despliegue de la potencia de cada ser en pos de
alcanzar nuevos espacios de libertad, por lo que la conciencia intencional que
lo motiva le otorga una eticidad que hace del hacer la guerra contra la guerra un evento de naturaleza ontológica
porque persigue hacer primeramente de la autovalorización y autodeterminación y
posteriormente del rechazo y la resistencia a la guerra una expresión de la
vida misma. El inconveniente que presenta esta propuesta es que estos autores
establecen unas nuevas reglas a seguir que mantienen la guerra como elemento
suplementario de la política abriendo la posibilidad de ser recapturada por un
nuevo Estado, es decir, se presenten los mismos inconvenientes que motivaron a
la lucha dentro de los mismos criterios esgrimidos por ambos autores.
Además de lo mencionado HyN no
han podido dar cuenta de la indeterminación que explicaría, en primer lugar,
cómo operaría la relación tiempo interior y tiempo circular para hacer posible
una nueva subjetividad que genere una red de intencionalidades que a su vez se
constituya en un rizoma de guerra a escala global. En segundo lugar, no han
podido determinar cómo hacer para que una nueva subjetividad produzca un daño,
es decir, un flujo de destrucción para el cambio y pueda dar paso al proceso
que conduzca a una democracia constituyente a escala global. Y en tercer lugar,
dado que la libertad es la duración de una potencia del hombre basada en una
nueva subjetividad que expresa una idea de eternidad, esta eternidad está
sujeta a un cuerpo que en otras circunstancias podría padecer las mismas
tristezas que motivaron su lucha en un tiempo presente.
A pesar de lo afirmado, HyN
han apostado de forma razonable por una apropiada combinación de razón y pasión
para indicar cómo el miedo puede ser fundamento de un evento, tal como se observó
en la propia primavera árabe en una
pequeña escala. El miedo, como ya se expresó, tiene un fuerte componente
cultural y es muy difícil determinar racionalmente, fuera de un clima de
angustia, un abuso desmedido, clave para darle a la indignación un contenido
operativo desde la perspectiva insurreccional y revolucionaria a escala global.
Más que un abuso desmedido lo que podría servir de detonante para generar las
condiciones para un cambio súbito y repentino a escala global sería un hecho
significante de carácter religioso que pudiese ser entendido por toda la
humanidad de manera más o menos similar. Pero ello nos coloca en el plano de
azar, una alternativa poco consistente, mientras la humanidad adquiera la
conciencia suficiente para pensar y hacer en términos globales.
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# ¾. [Documento en línea]. Disponible: www.egs.edu. [Consulta: 01ABR2012].
[1] Se van a usar las letras “I” para referirse a la obra Imperio, “M” para nombrar Multitud y “C”, Commonwealth.
[2] Esta expresión, al parecer, fue usada por primera vez de forma
clara y pública por Miguel de Unamuno en los prolegómenos de la Primera Guerra
Mundial. Ver: (1912/2012). “Guerra a la Guerra”. Madrid. Mundo Gráfico año II N° 59. 03 pp. [Documento en línea].
Disponible: http://www.filosofia.org/cla/gue/gueca20.htm. [Consulta:
13AGO2012].
[3] Moseley al respecto ha expresado que el miedo no es el único
motivo para pelear y aunque sea adecuada su consideración como respuesta base a
un objeto singular de miedo, es difícil su utilización como fundamento para el
tratamiento de grupos conformados por sujetos que responden de manera diferente
frente a un mismo estimulo en una multiplicidad de situaciones (2002:75-76). Por ello,
desde el siglo XX ha sido necesario generar estados de ansiedad y de angustia
que permitan manipular el miedo con fines políticos.
[4] Para Foucault, la analogía era una forma de semejanza por medio
del cual se manifestó la episteme
hasta el siglo XVII. Esta se
caracterizaba por la producción de encadenamientos de ideas por conveniencia y
emulación generando en consecuencia espacios políticos (1968:27-38).
[5] Ver también: Análisis de los Discursos sobre la primera Década de
Tito Livio, donde Maquiavelo explica las razones de por qué se hace la
guerra a partir del miedo (1519/1987:45 y 213-217). En la actualidad el rol
político que juega el miedo ha sido destacado por Svendsen (2008), Bourke, (2006:191) y Clemente (2007:126).
[6] Para Spinoza el
miedo es “una tristeza inconstante, que brota de una cosa futura o pretérita,
de cuya efectividad dudamos de algún modo” y el temor es “el deseo de evitar,
mediante un mal menor, otro mayor, al que tenemos miedo” (1677/1980:168 y 174).
La particular interpretación que ha hecho Negri de
Spinoza ha sido usada en “I”, “M” y “C” para fundamentar una propuesta política
anti-moderna que permita darle a la política un nuevo significado. Al respecto
Negri usa la expresión “Spinoza sovversivo” (2006:288-378). Esta forma de
interpretar la obra de Spinoza ha sido objeto de críticas, como veremos, debido
a la existencia de “puntos oscuros” en la interpretación de la relación alma y
conocimiento. Ver al respecto: Rubin (2012:147).
[7]Hobbes en De Cive afirmó que el miedo es que algo que nos atemoriza (affrighted) (1651/1983:14).
En Leviathan agrega que es una aversión, “con una opinión de que
el objeto va a dañarnos” (1651/1989:53). Su causa proviene de la natural
igualdad de los hombres y de la asunción de un futuro demonio (evill) que provoca inseguridad. La razón, a su vez, nace
del miedo, de la inseguridad y del terror (1651/1983:14). El
origen de la razón para Hobbes (y también para Descartes) es uno de los
aspectos centrales de la crítica que le han hecho HyN porque ha sido entendida
como el instrumento para controlar las pasiones único medio de garantizar
seguridad (2006:265 y 268).
[8] La angustia
para Heymann, siguiendo a Heidegger, es una disposición afectiva producida “por la pérdida de significatividad de las cosas y el mundo entero
en tanto que nexo del tener-que-ver...” (1999:146). Para el filósofo alemán, la
angustia es también un abrir el mundo tal cual es porque “hace patente… el ser libre para la libertad del elegirse
y empuñarse a sí mismo” (1927/1998:207-208).
[9] P. Virno (2003:124) es un filósofo contemporáneo italiano que
junto con Negri fue encarcelado dentro
del marco del proceso “07 de abril” por realizar actividades subversivas. Ambos
autores a pesar de sus concordancias y discrepancias han mantenido una línea de
pensamiento semejante en lo concerniente a la revisión del pensamiento marxista
a partir del pensamiento spinoziano.
[10] Sloterdijk define
este clima como el espacio “…donde las energías de lo
vivo se desplazan hacia la simpatía de lo catastrófico, lo apocalíptico, lo
espectacular y violento” (2007:203).
[11] Para Spinoza la
duración “es una continuación
indefinida de la existencia” (Ibíd.:68). Esta duración, según Deleuze está
referida al cuerpo. Al efecto él expresa que “mientras nuestro cuerpo existe,
dura y se define por la duración” (1975:211).
[12] Ver también: Deleuze (1975:211 y 241)
[13] Para Heidegger, el miedo se constituye en cuanto tal en la medida en que lo perjudicial
en su devenir no disminuye la posibilidad de alcanzarnos (Ibíd.). Sobre el tema del miedo
en Heidegger ver también: Mascaró (2009).
[14] Svendsen (2008) fundamenta su propuesta sobre el miedo a partir
de: 1.-) la conceptualización que hace Heidegger
en Ser y Tiempo destacando la
temporalidad como un expectante presente que se va haciendo y pasando y 2.-) de
la percepción en tanto que fenómeno de la conciencia en Merleau-Ponty.
[15] Para Bourke, la
ansiedad es producto de un miedo donde el objeto amenazante no ha sido
identificado (2006:188). Esta autora desarrolla su estudio
histórico del miedo estableciendo, entre otros, un criterio de confrontación
que usa como base los conceptos de estado
de naturaleza hobbesiano, así como la interrogante foucaultiana de vivir
bajo un cuestionamiento político que se fundamenta en una estrategia basada en
el miedo (2005:269-284). Es de tener presente que para Foucault, para describir
los orígenes del pacto social, Hobbes centra el conflicto en el plano de las
representaciones generadas a partir del miedo de unos contra otros, y al
establecer este criterio debería haber colocado al miedo como fundamento del
pacto social y no el estado de guerra
(2000:88).
[16] DyG han afirmado que
cuanto más duro es el orden impuesto “más nos tranquiliza. Eso es el miedo…”
(2008:230-231).
[17]Glenn parte de una concepción existencialista de la naturaleza
humana con un marcado acento heideggeriano (2005:248-259).
[18] Este autor desarrolla su estudio del miedo desde la perspectiva
política a partir del análisis del papel que éste juega en el pensamiento de
Hobbes y Spinoza. Bula (2008), por su parte, destaca el carácter cognitivo del
miedo a partir del pensamiento de Spinoza y Nussbaum.
[19] Sobre el concepto de cuerpo viviente, es
decir, como el punto de vista de un mundo percibido dado a partir de la
comunicación interior que un ser tiene consigo mismo, ver: Merleau-Ponty
(1957:76-77). Este criterio parte de la idea que la conciencia es sensación y
de que la conciencia es ser en la cosa por intermedio del cuerpo (Ibíd.:15). A
este respecto, nos interesa destacar el cuerpo como eje central del concepto de
biopolítica debido a que este concepto se basa en el establecimiento de
mecanismos de control en las conciencias y en los cuerpos de la población, con
lo cual es posible afirmar también que el miedo se manifiesta en el cuerpo
(Agamben, 2010:166).
[20] Al respecto es de tener presente que para Merleau-Ponty “el
tiempo es una red de intencionalidades” (1957:461).
[21] Sobre este tema, Keegan se apoya en la obra de A. J. Herbert
(1976). The Physiology of Aggression.
[22] Ver al
respecto: Cermignani
(Lolas, 1991:25). Este autor ha desarrollado su estudio analizando las bases
neurobiológicas de la agresión. Al respecto se han realizado estudios más recientes
que han sido publicados por Castro-Perea (2007) en “Descubiertas las bases neurológicas de la agresión
humana”
[23] Ver al respecto: “Conflicto en cárcel
de Yare atrae atención internacional” en El
Universal 21AGO2112. [Documento en línea]. Disponible: http://www.eluniversal.com/sucesos/120821/conflicto-en-carcel-de-yare-atrae-atencion-internacional [Consulta: 20DIC2012].
[24] El concepto de rizoma fue desarrollado por DyG y utilizado por
HyN (I, 278) para construir su propuesta política. Para DyG es un “sistema
a-centrado, no jerárquico y no significante…” (2008:26). Para Negri es un
proceso de producción de singularidades, donde el concepto de vida se presenta
como un conjunto de interrelaciones que se invierten en una cartografía
incesantemente renovada (2006-2008:103). Por otra parte, un agenciamiento es
“un conjunto de singularidades y de rasgos extraídos de un flujo –
seleccionados, organizados, estratificados – a fin de converger (consistencia)
artificialmente y naturalmente” (DyG, 2008:408). Es un término que significa
también expresión y movimientos organizados a modo de composición. Ver: Del
Bufalo (2011) y Negri (2006-2008:101).
[25] Keegan ubica históricamente esta afirmación gracias a los
hallazgos de las fortalezas de Çatal Hüyük y Jericó en la
edad de piedra (Ibíd.). Ver también: DyG (2008:438). Pero, en los orígenes de la cultura
judeocristiana no se usaba la expresión guerra,
sólo se usaban expresiones como retaliación, venganza para denotar agresiones u
otro tipo de respuesta violenta para reparar una injuria. Ver: (Chaliand,
1994:61-63 y 387).
[26] Estos regímenes de violencia son: 1.-) la lucha, como violencia individual,
2.-) la guerra relacionada con la
máquina de guerra, 3.-) el crimen, entendido como la captura de algo que no se
puede capturar y 4.-) la policía o violencia de derecho que “consiste en
capturar y a la vez, constituye un derecho de captura” (2008:454).
[27] Ver Bravo (1998:21) y
Tucidides (423 ac/1984:45).
[28] Sun Zi (500 a.C./1996:10) y Sun
Tzu/Cleary (1978:12).
[29] Ver Kumar (2005:01-03).
[30] Rousseau al
tratar de encontrar una forma de asociación que permitiera proteger y defender
a la persona sin menoscabar su libertad por intermedio de un contrato social le
dio los fundamentos teóricos a los revolucionarios franceses para canalizar el
miedo con una intencionalidad política. La forma de usar el miedo con estos
fines se logró por intermedio de la operacionalización del concepto de
“voluntad general”. Sobre este concepto ver: Rousseau (1762/2010).
[31] Derrida, coincidiendo también con lo expresado por Arendt, expresó
que el terrorismo era una forma de violencia estatal que denominó autoinmunitaria debido a
que el Estado por esta vía se ha empeñado en destruir su propio mecanismo de
sustentación (Borradori.2003:102).
[32] Para HyN el Estado es un constructo moderno y el Imperio es una
evolución postmoderna de la forma Estado. El Imperio es, en este sentido, una red de normas de alcance global cuyo
cumplimiento es observado por un sinfín de instituciones (incluyendo al
Estado-nacional moderno) que operan en múltiples planos. Como el Estado es
producto de la segmentación del poder acaecida como consecuencia de la GdlXXXa,
según DyG (2008:458), para efectos de este trabajo las palabras “Estado” e
“Imperio” son entendidas como sinónimas. Este concepto de Imperio ha sido
criticado y avalado en los círculos académicos de occidente. Ver al respecto
Blanco (2012). Desde el punto de vista iberoamericano, entre otros, ha sido
criticado su carácter eurocéntrico por Castro-Gómez y Quijano. Ver al respecto:
Grosfoguel (2008)
[33] En este sentido, Spinoza expresó que “en un hombre
libre,…, una huida a tiempo revela igual firmeza que la lucha; o sea, que el
hombre libre elige la huida con la misma firmeza o presencia de ánimo que el
combate” (1677/1980:229).
[34] En relación al concepto de Éxodo ver también: Negri (2006/2008:97
y 114).
[35] DyG afirmaron que Moisés organizó una máquina de guerra cuando preparó a su pueblo para la huida de
Egipto (2008:391 y 417).
[36] Spinoza no relaciona el concepto de duración con el de Éxodo.
Este autor desarrolla su ética para explicar cómo un conjunto de agentes
(modos) congregados en una multitud pueden aumentar su potencia para perseverar
en su propia existencia en una comunidad política. En este contexto, la expresión de la potencia
es duración. Por otra parte, en el Tratado teológico Político Spinoza analiza
la existencia de Dios en el Éxodo a partir de una presencia eterna dada por una
revelación que nos da una idea de la diferencia y alcance de los conceptos de
duración y de eternidad en el filosofo del siglo XVII con los usos que le han
dado HyN. Ver al respecto: Spinoza (1677/1980:231-232 y 1677/2008:241-242) Deleuze
(1975:283-284), Astorga, (1998:443) y Del Bufalo (2012).
[37] Clausewitz se fundamentó en la categoría kantiano-fichteana de la
relación recíproca para desarrollar su tesis de la ascensión a los extremos a
partir de la relación miedo-temor (Blanco, 2007:67). Sobre la relación recíproca, ver también:
Clausewitz (1832/1989:45)
[38]Merleau-Ponty expresó que “el mito pone la esencia en la
apariencia” haciendo que dicho fenómeno se constituya en una verdadera
presencia (1957:321). A partir de este criterio es que reviste importancia los
mitos de Rex y Flamen, Indra Mitra-Varuna, citado por DyG de la obra de Dumezil
(2008:359-360). Ver también: trimurti, en hindú (Vyasa c. 500 a.C./2006 y Schopenhauer, (2003:369-370), en griego, polemos (Bravo, 1998:23, 32-33, 38;
Cappelletti, 1969:110), en
chino, zhan zheng. Por otra
parte, desde el punto de vista ritual, Agamben (1010:137) describió el proceso de producción de una zona de
indistinción entre lo humano y lo animal que convertía al hombre en un homo sacer, generando las condiciones
para hacer de la agresión un acto benéfico.
[41] Kant,
en este sentido expresó que, a pesar de lo malo que podría ser, la guerra tenía
algo de sublime si se atenía a una serie de requisitos morales previos por el
sentimiento que genera la propia posibilidad de representar a la propia
naturaleza (1790/2005:109).
[42] Según Onetto, deinón significa algo terrible (horrible), violento e inhabitual
(por ser inalcanzable desde la perspectiva de lo conocido). Esta palabra
“deinón” al ser correlacionada con la expresión latina “damno” permite entender
la guerra como expresión de un rito cuyo mito planteó una interrogante que
todavía la humanidad no ha podido responder dado el estado de guerra en que se
encuentra inmersa.
[43] Parafraseando a Schopenhauer, la guerra como representación es un objeto cuyo
ser intuitivamente se manifiesta en un estado de inquietud y en el actuar, es
decir, en el damno consistiendo esto
en su realidad efectiva (1818/2003:97).
[44] Sobre el concepto de revolución HyN han coincidido con Arendt en
lo concerniente a que su objeto debe ser la libertad, pero agregan que debe ser
democrática su dirección y el contenido de la transición debe ser definido por
la necesidad de incrementar la democracia de la multitud (C, 362).
[45] Ver: DyG (2008:498). Por otra parte, Day ha realizado un análisis
de los cambios de la relación tiempo-valor argumentados por Negri ha concluido
que se ha abierto una caja de Pandora de problemas para la concepción
tradicional de la economía política que es difícil de cerrar (2002:1080).
[46] Sobre el estado de excepción, ver
también: Agamben (2010:166)
[47] Un evento es
según la real academia española un acaecimiento, es decir, una cosa que sucede
y un acontecimiento es un hecho o suceso, “especialmente cuando reviste cierta
importancia”. Pero, según el diccionario de Autoridades todas estas expresiones
eran sinónimas manteniendo su proximidad de significado a la expresión latina
“eventus”, o sea, “acontecimiento, acaecimiento, suceso, casualidad y cosa que
puede acaecer” (Tomo I:236). En este trabajo se van a considerar las
expresiones evento y acontecimiento como sinónimas.
[48] Ver al respecto: Negri, T (2012) “El mundo visto por Toni Negri”. Buenos aires. (T. A. Cangi y A. Pennisi). La Nación. [Documento en
línea]. Disponible: http://www.lanacion.com.ar/1522445-el-mundo-visto-por-toni-negri [Consulta:03DIC2012]
[50] El tiempo, en sí mismo, es la propia
fluidez de la vida interior que se enlaza con otras vidas en lo que denomina
Bergson trazo-de-unión que los une en una experiencia única (Ibíd.). A partir
de este criterio DyG afirmaron que la vivencia es el agregado de momentos en que el
hombre ha sido capaz de obrar motu
proprio satisfaciendo su propia naturaleza (2008:491-492).
[51] Heidegger expresó que el
Ser es un ser-ahí. Este ser-ahí es la expresión ontológica del Ser como
espacio-tiempo y sus acciones, que pueden ser de finalidad específica, están
orientadas a la creación, conservación y destrucción que son, en
sí, representaciones de su propia naturaleza, es decir, de su propia
condición de ser parte de Physis (Ibíd.).
[52] Ya hemos visto la concepción del tiempo en Negri. Sobre la
crítica que hacen HyN a Bergson y Heidegger ver: (C, 27-29).
[53] Este tipo de relación es lo que se entiende por capitalismo (Del
Bufalo, 2011 y Negri, 1997:66).
[54] Para Kant el tema
del conflicto parece balancearse en el fiel donde, por un lado se debate entre
el precario equilibrio de la expresión insociable sociabilidad que plantea
entre otras cosas la necesidad de la coacción (Astorga, 1999:348-354) y la
necesidad de restringirlo para hacerlo más civilizado (1795/2002:26-28).
[56] Ver también: Mao Zedong (1936).
[57] Este concepto se entiende a partir de la consideración de un ser
que produce y coopera desde lo común.
[58] Según HyN,
Badiou colocó al evento como tema central de la filosofía contemporánea al
proponerlo como el locus de la verdad (C, 60). Por tal motivo, el evento debe,
según ellos, ser interpretado no sólo lingüística y epistemológicamente sino
también desde el punto de vista antropológico y ontológico como un acto de
libertad (Ibíd.:59). HyN utilizan el concepto de acontecimiento de
Badiou porque, según sus criterios, logra describir el foco por medio del cual
es posible la generación de un cambio político.
[60] Ver también: Pufendorf
(1672/1931:13-17).
[62] Ver: Betz (2011), HyN (M, 66-73), Q&W (1999:275-298), Coutau-Bégarie,
(1999/2003:957), DyG, (2008:385) entre otros.
[63] Ver también: Mouffe (2007:86), Carpenter
(2011:146-152) y HyN (M, 24).
[66] Ver al respecto: Brooks y Mangan (2011:191-192)
[67] Hoy día se está observando la instrumentación de nuevas técnicas
de guerra urbana que ha convertido a regiones como Gaza y Bagdad en ciudades
cárceles controladas por intermedio de una combinación de: 1.-) técnicas de
destrucción empleadas en la Segunda Guerra Mundial para reducir el potencial de
peligro de ciudades enemigas, 2.) empleo masivo de sensores remotos de alta
tecnología, 3.) armas de alta precisión, capaces de funcionar de forma
teledirigida por intermedio de sensores remotos y 4.) relativización del
derecho humanitario bélico vigente (Graham, 2010:36-37).
[68] Ver: Astorga (1999:439).
[69] Si se entiende el trabajo a partir de la relación tiempo-valor,
el trabajo inmaterial está produciendo una red de intencionalidades que hace
posible la realización de una guerra
contra la guerra. Por otra parte, es de aclarar que pareciera existir una
confusión de términos entre lo que ellos denominan guerra, estado de guerra y
paz. Al principio HyN asocian guerra como estado de guerra, luego hacen la
distinción entre actos de guerra y estado de guerra y pusieron como ejemplo la
Guerra Fría, pero posteriormente se observa que según sus tesis entienden el
estado de guerra como el de la guerra fría pero donde los actos son más
intensos, simultáneos y sucesivos en relación con un mismo observador (M, 13).
[70] Pero esta eternidad es sólo referida al alma en cuanto “le
pertenece una parte intensiva que define su esencia” siguiendo a la
interpretación de Spinoza que hace Deleuze (1975:309). Esto significa que
“Mientras el alma sea la idea del cuerpo existente, coexisten en ella partes
extensivas que le pertenecen en la duración, y una parte intensiva que la
constituye en eternidad” (Ibíd.:310). Como en esta nueva subjetividad, según
HyN, se produce en esta parte intensiva que correspondería al tercer genero de
conocimientos, entonces la experiencia de la eternidad corresponde a una nueva
visión del mundo cuya duración estará determinada por la pérdida en extensión
de las “partes que componían nuestra existencia” (Ibíd.). Esta afirmación
deleuziana evidencia el alcance limitado del concepto de eternidad en HyN
porque esta idea de eternidad queda restringido al concepto de duración.
[71] Ver también: Toscano (2006:35).
[72] Un ejemplo de este
proceso de discusión se encuentran en: http://www.universidadenomade.org.br/ . De igual forma es de destacar las críticas
realizadas por Žižek (2001) y Mouffe (2007) en lo concerniente a la dificultad
de producir una red de intencionalidades que confluyan en un mismo punto.
[73] Para Descartes (1648/2005) la indignación es “una especie de odio
o de aversión que se tiene por naturaleza contra los que hacen algún mal, sea
del tipo que sea; generalmente va unida a la envidia… a la admiración y no es
incompatible con la alegría”. Para este autor el uso de la indignación depende
del efecto que se pretende lograr en un orden creado por Dios. Descartes usa la
expresión “criticar” como límite para la acción y ese límite es el que usa
Negri (2007:194-195) y Del Bufalo (2012) para afirmar el carácter ambiguo e ideológico del
pensamiento cartesiano. Para Spinoza, por otra parte, la “indignación es el
odio hacia alguien que ha hecho mal a otro” (1677/1980:169). Ver también: HyN
(C, 241).
[74] Sobre estos conceptos, nos interesa llamar la atención de la
cercanía que existe entre el pensamiento de HyN y Octavio Paz. Este escritor
mexicano reflexionando sobre los conceptos de “revuelta” “rebelión” y
“revolución”, ha afirmado que la “revuelta” refiere un motín o agitación sin
propósito definido sin cuestionar la autoridad. “rebelión” por su parte es una expresión
que “evoca la imagen de la guerra civil” y su objeto es el tirano a diferencia
de la revolución cuyo blanco es la tiranía. La “revolución” es una expresión
que funde las ideas de regreso y movimiento con las de orden en pos del
establecimiento de un nuevo futuro (1967:147-150). Aunque estas expresiones
aluden, según Paz y HyN, a un orden jerárquico, o sea primero revuelta o
rebelión y después revolución, todos coinciden en que son acontecimientos que
surgen desde lo profundo de la población y no de una autoridad constituida.
[75] Ver: (2009). “Ética de la indignación”. [Documento en línea].
Disponible: www.cemupesa.org.
[76] Para Negri el aumento de la potencia para perseverar en la propia
existencia es expresión de libertad. Pero este aumento de la potencia no se
refiere a un mayor cúmulo de ideas adecuadas producto de la acumulación de
afecciones alegres, es la asociación del concepto de duración con el de
eternidad producido en el acto de autovaloración y autodeterminación.
[77] Ver Astorga, (2008:29) en relación a la confluencia de los
conceptos de Multitud de Spinoza y Hobbes en la obra de HyN.
[78] Ver también: Virno (2003:18, 2006:185), Negri (2004:126-127), Agamben (2007:479) y Astorga
(2011:05-14).
[79] Ver: Machiavelli, (1520/2011) y Negri (2002:57 y 75).
[80] Ver al respecto: a.-) la entusiasta participación de la población
europea en la guerra de 1914 (Aron, 1993:115), b.-) el poco entusiasmo que
produjo la guerra del 1939 (Ibíd.:120 y 1991:45), y c.-) las actitudes de la
sociedad y el gobierno argentino durante la guerra de 1982 (Rozitchner, 2005:150-162).
[81] Desde el punto de vista moral, Rawls hizo un esfuerzo por
justificar la intervención armada para la defensa de los derechos humanos
(1999:45). Recientemente, M. Walzer en un intento por justificar de manera
diferente la intervención armada en Libia, expresó, a partir del concepto de
caridad de Maimónides, que una intervención armada de carácter humanitario
puede ser permitida si esta persigue ayudar a ser independiente a individuos y
Estados, respetando al efecto la dignidad de las personas y comunidades que van
a ser ayudadas, pero reconoce que se necesita el establecimiento de principios
de caridad y justicia que se puedan compartir con otros pueblos (2011:73 y 79).
Estos esfuerzos han sido criticados por Vattimo (2006) debido a su perversa
noción de unidad a partir de la existencia de una razón humana. Para este autor
“A pesar de toda nuestra antipatía contra Carl
Schmitt, hemos de confesar que su doctrina de la dicotomía entre amigo y
enemigo resulta mucho más aceptable y humana que la idea corriente de la
defensa de los derechos humanos”.