martes, 7 de abril de 2020

LA POLÍTICA MARÍTIMA DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI Y EL HUNDIMIENTO DEL GUARDACOSTAS “NAIGUATA”



El hundimiento de un buque de guerra en una acción represiva es un acontecimiento indiferentemente de las causas que produjeron ese desenlace. Mi propósito no es reflexionar sobre el hecho en sí que es de suyo doloroso donde un cazador resultó cazado, sino acerca de las consecuencias de la conducción de los asuntos marítimos con una concepción continental o terrestre, es decir, una concepción completamente desnaturalizada[1]. Por lo que sabemos oficialmente el comandante de un buque de pasajeros decidió hacer mantenimiento a las máquinas de su buque y escogió un lugar tranquilo ubicado en el mar de Venezuela en las adyacencias de la isla La Tortuga. Después de que es detectado por las autoridades oficiales se decide enviar un buque para detenerlo con el desastroso resultado por todos conocidos. Desastres de esta naturaleza han ocurrido a lo largo de la historia naval, pero me interesa traer al presente tres hechos que han sido ejemplos de una errada o nula concepción de los asuntos marítimos para ir más allá del lamentable hundimiento del guardacostas venezolano con la finalidad de mostrar la cadena de fallas que condujo a ese lamentable hecho desde su propia estructura de planificación de fuerzas. Estos fueron la estrategia marítima de Napoleón que condujo a Trafalgar, la estrategia hitleriana que condujo a la humillación en el combate del mar de Barents y el desenlace de la crisis de los misiles en Cuba que condujo al acelerado crecimiento de la marina soviética. Estos tres hechos van a servir para contextualizar el incidente naval en el mar de Venezuela y nos van a servir para dimensionar el alcance de dicho acontecimiento
La campaña de Trafalgar
Raoul Castex en su voluminosa Teorías Estratégicas se dedicó a demostrar que la concepción estratégica que condujo al desastre de Trafalgar había sido viable[2]. Pero este es un caso de la aplicación de una concepción terrestre de los asuntos marítimos a pesar de la resistencia que ofrecieron los marinos españoles y franceses. En qué consistió la concepción. Napoleón consideró a la marina como una brigada ligera de húsares que debían moverse de manera tal para poder facilitar la maniobra de su ejército contra la isla británica, pero el conductor naval francés el Almirante Pierre Charles Villeneuve debía preservar sus buques que estaban en una baja disponibilidad operacional y a su vez esperar instrucciones de un oficial del ejército acerca de cómo debía conducir sus buques. La baja disponibilidad operacional se debió a que la revolución había dado cuenta de la oficialidad naval y el mantenimiento de sus buques llevando a la marina francesa a su casi completa paralización. El problema que presentó Napoleón en Egipto y la situación estratégica lo obligaron a buscar el modo de recuperar apresuradamente el alistamiento de su flota. Pero una marina no se recupera apresuradamente.
A pesar de estas acciones apresuradas de la conducción militar francesa, la conducción naval de ese país representada por el citado almirante no estuvo a la altura de las circunstancias y ello se tradujo en pérdidas catastróficas para los españoles[3]. Primero en el combate del cabo Finisterre, después, la errática conducción naval produjo una cadena de indecisiones que frustraron la maniobra de Napoleón (naval y terrestres) y, finalmente en la propia batalla de Trafalgar después que el almirante francés decidió evitar su destitución conduciendo la flota hispano-francesa en condiciones desfavorables. Como se sabe, después Napoleón iniciaría lo que se conocería como bloqueo continental a Inglaterra y en su afán por hacer efectivo el bloqueo terrestre contra una potencia marítima consiguió la derrota. Aquí podemos decir que la marina venezolana, ni la francesa de ese entonces estuvieron a la altura de la española.
Batalla del mar de Barents.
La Deutsche Kriegmarine entró a la Segunda Guerra Mundial en condiciones de minusvalía desde el mismo momento que su plan de desarrollo naval quedó interrumpido. Después del hundimiento del acorazado Bismark tratando de hacer guerra corsaria la decisión del alto mando militar fue la de no exponer sus buques de guerra capitales, pero la inactividad de los buques como fue una de las causas de la revolución de 1918 le planteó a los conductores navales alemanes en especial al Almirante Eric Reader un dilema sobre todo cuando el peso de la guerra lo llevaba la fuerza submarina: mantener sus buques inactivos creando las condiciones de posibilidad de repetir lo acaecido en 1918 o ejecutar operaciones con un riesgo calculado. La decisión fue la segunda y se propusieron a ejecutar operaciones de perturbación del tráfico marítimo en el océano Ártico con buques de gran porte. Como los alemanes se aprestaron a realizar operaciones de caza de convoyes, los ingleses diseñaron también una operación de contra cacería para emboscar a los buques alemanes. El resultado de ambas intenciones fue la batalla del mar de Barents. En este encuentro unos destructores ingleses frustraron las intenciones alemanas y al final los ingleses no pudieron emboscar los alemanes pero el convoy logró llegar a Rusia sin problemas. Este fracaso hizo que Hitler decidiera desmantelar su flota de alta mar y usar su artillería para la defensa de costas. La conducción de la marina desobedeció la orden y esos buques tan desdeñados por la conducción político-militar posteriormente lograron evacuar a más de un millón de personas del avance soviético. En el caso alemán la geografía fue un importante condicionante en el desarrollo naval y militar y por ello fueron cazadores cazados en varias oportunidades, pero, en la mayoría de esos casos los buques y sus tripulaciones se comportaron a la altura de las circunstancias en términos operacionales. En el caso venezolano, la geografía y la actividad económica favorecían el desarrollo naval pero la política marítima que debería estar a la par de las necesidades geográficas y económicas fue pobremente considerada.
Crisis de los misiles en Cuba.
La marina soviética padeció los mismos problemas de la marina francesa durante la revolución. Además hay que agregar las purgas posteriores a la que fue sometida, pero la Segunda Guerra Mundial hizo que muchos de los oficiales navales rusos afectados por las purgas regresaran a sus cargos por causas operacionales. Después de la guerra, la marina soviética fue organizada para la defensa de los intereses continentales (euroasiáticos) hasta que se presentó la crisis de los misiles en Cuba. Indiferentemente de las causas que motivaron el fin de la crisis, lo cierto es que los soviéticos en términos de buques no estuvieron en condiciones de escalar más sin que se fuera a una guerra y la decisión que adoptaron, a posteriori, fue desarrollar en el más breve plazo posible una marina oceánica. Lo lograron en un poco más de una década al costo de la propia Unión Soviética que agotada económicamente debió apelar a la transparencia y la reestructuración para evitar en vano una caída estrepitosa. Pero, ¿cómo lograron construir una armada oceánica en un poco más de una década? Apelando a la experiencia de las marinas Occidentales agrupadas en la Organización del Tratado del Atlántico Norte. El artífice de este milagro, el Almirante Sergéi Geórgievich Gorshkov, se apropió de la doctrina de Occidente produciendo sus propios medios y métodos operativos. En el caso venezolano, luego de una larga historia de indigenización y de producción de una doctrina propia tuvo que encarar los embates de la “nueva doctrina militar bolivariana” con funestos resultados. En mis últimos momentos de mi carrera profesional portaba una biografía del almirante ruso producida por la Annapolis press service para tratar de evitar lo que después se haría inevitable, es decir, el abandono del pasado para servir un proyecto antinatura.
Análisis histórico
Los ejemplos antes indicados tienen unos elementos en común que van más allá de un encuentro en el mar como el vivido por los tripulantes del Guardacostas “Naiguatá”. De hecho lo que quiero decir, es que el hundimiento de ese buque es consecuencia y no es sólo algo fortuito que determinará un tribunal de arbitraje en el mejor de los casos. Me refiero a que la existencia de ese buque obedece a una política marítima determinada, su operación obedece a una estrategia y una doctrina establecida y las acciones que ejecuta son producto de la confluencia de al menos estos dos factores dentro de un contexto determinado, por lo que la acción a emprender en un momento dado debe estar en armonía con la propia naturaleza del medio[4]. En los casos históricos se sintetiza en lo siguiente

Política marítima
Estrategia militar y naval
Doctrina
Contexto
Idoneidad de los medios
Resultado
Trafalgar
Subordinada a intereses continentales
Viable según Castex
Adecuada a sus prácticas históricas
Guerra
Baja en cuanto a disponibilidad operacional
Desastre
Mar de Barents
Subordinada a intereses continentales
Adecuada
Adecuada a sus prácticas históricas
Guerra
Idóneos
Fracaso
Crisis de los misiles en Cuba
Subordinada a intereses continentales
Adecuada a los medios
Deficiente para las exigencias de una potencia con pretensiones globales
Guerra Fría
Baja en cuanto a la necesidad derivada de su política marítima
Fracaso
El elemento en común en los tres casos como se puede observar obedeció a la existencia de una política marítima subordinada a intereses continentales a pesar de que Francia y la Unión Soviética pretendían poseer intereses globales. De ahí se infiere que la estrategia adoptada se correspondía con la política marítima vigente. En términos doctrinarios comenzamos a observar variantes en el caso francés y soviético. En el caso francés, de acuerdo a todos sus tratadistas ha seguido una política de fleet in being debido a que era un país con formidables adversarios continentales, por lo tanto su flota de alta mar era un elemento que le otorgaba poder de negociación. Por ello su foco de atención era la preservación de los medios navales. En el caso de Trafalgar, en consecuencia, el almirante francés estaba en capacidad de ejecutar las maniobras ordenadas pero no de empeñarse en combate debido al peso de la conducta estratégica en términos históricos y al estado de sus medios[5]. Ello explica la cadena de indecisiones que lo llevaron al desastre. En el caso ruso, si bien estaban conscientes de que no estaban en capacidad de extender su brazo armado erraron en el cálculo de la respuesta estadounidense. Ello explicó a posteriori el programa de desarrollo naval soviético. En el caso alemán su programa de desarrollo naval, como dijimos, fue interrumpido por el estallido de la guerra en 1939 debiendo, en consecuencia, adaptarse a las circunstancias. En términos de medios, la baja disponibilidad de la marina francesa estaba en concordancia con su política marítima que en ese entonces buscaba recuperar su posición global. En el caso soviético la baja disponibilidad estaba asociada a no contar con los medios adecuados.
En todos los casos planteados, los errores cometidos los han resuelto de modo tal de evitar su ocurrencia en la próxima guerra en que se empeñaron. En el caso venezolano, el plan de desarrollo naval estuvo especificado en el Plan Estratégico de la Armada del año 2000 (PLESAR). Este plan cuya vigencia fue de diez años fue puesto de lado después del taller estratégico instrumentado a finales del año 2004 que condujo al país al calvario del socialismo. En términos militares se tradujo en el desarrollo de una nueva doctrina militar bolivariana basada en la guerra popular prolongada y una estructura de fuerza que minimizó el papel de la armada a pesar de los intereses marítimos históricos que posee el país. Esta reducción del papel de la armada se materializó en dos aspectos: en primer lugar, en la disminución de su potencia de fuego y de su capacidad disuasiva convencional y, en segundo lugar, en el cambio de la doctrina, estructura y de roles operacionales. Esto nos lleva al caso del Guardacostas “Naiguatá”.


El hundimiento del Guardacostas “Naiguatá”
Siguiendo esta línea discursiva podemos decir que la política marítima venezolana estaba subordinada a intereses continentales y, específicamente políticos-revolucionarios, orientado a realizar un cambio político radical de alcance regional a pesar de los problemas marítimos que padece el país y al margen de la experiencia histórica. El énfasis en lo expresado considera la implantación del territorio insular y de la adquisición de buques de Guardacostas y de transportes acorde con la política marítima. Es decir, la política marítima en estos últimos 20 años ha estado en las antípodas de los intereses marítimos venezolanos[6]. De aquí se deriva que la estrategia militar y naval fue diseñada para la defensa del orden político tiránico existente y no para la defensa de los intereses marítimos de los venezolanos. Este diseño se va a materializar en la conducta operacional de los conductores de los medios navales.
En términos doctrinarios podemos decir en relación con el video expuesto en la declaración del Comandante General de la Armada acerca del accidente que la operación de interceptación realizada se hizo de acuerdo con los procedimientos establecidos de acuerdo con la nueva doctrina militar bolivariana basada en la doctrina de la guerra popular prolongada. Estos procedimientos no se corresponden con las prácticas realizadas históricamente por la marina de guerra venezolana. ¿Cuándo se produjo la ruptura doctrinaria? Creemos que entre los años 2002 y 2005 luego de las purgas a que fue sometida la institución naval y después que se instrumentó por la fuerza una doctrina militar no acorde con las necesidades del país. Las fallas en cuanto a la doctrina no son de data reciente: hubo un buque de la misma generación que se perdió ejecutando maniobras navales y hubo dos graves accidentes que significaron la pérdida de vidas humanas y de medios materiales.
En términos contextuales, si bien formalmente el país no está en guerra, podemos decir que la tiranía si desde el mismo momento en que ha sido objeto de graves sanciones que han trascendido al ámbito marítimo. El ejemplo más patente de lo afirmado, además de las sanciones, lo representa el reciente lanzamiento de un misil OTOMAT con carácter disuasivo y demostrativo de las capacidades navales venezolanas[7]. Esto nos permite recapitular con lo enunciado al principio de esta reflexión: En las circunstancias de conflicto que vive la tiranía el capitán de un buque extranjero decide hacer mantenimiento a las máquinas de su buque y decide ubicarse en un lugar donde no iba a ser molestado ni iba a molestar a nadie. Ese lugar se ubicaba en el mar de Venezuela en las cercanías de la isla La Tortuga. Más allá del hecho que el comandante venezolano cumplió la orden por considerarse capaz de hacerlo destaca que las acciones emprendidas por el Guardacostas “Naiguatá” estaban contextualmente en consonancia con la política marítima y la estrategia naval y no estaban en armonía desde el punto de vista doctrinario y la realidad. Estaba en armonía debido a que esa unidad intentó ejecutar lo que se le exigió, pero en un contexto en que la estructura de mando paradójicamente no valoró como una amenaza a los intereses venezolanos. Es decir, en un contexto de crisis el comandante de un buque decide realizar actividades de cualquier tipo en aguas del mar de Venezuela y la decisión represiva operacional basada en una política y una estrategia fue la de intentar aplicar sus procedimientos de rutina a una situación que no era de rutina. Lo absurdo de la situación es que se desplegaron importantes medios navales para un ejercicio de tiro con un OTOMAT y no para la defensa de los intereses marítimos que supuestamente predican defender con lo cual se evidencia una brecha abismal entre la predica y la política marítima. Esto nos lleva al siguiente punto acerca de la idoneidad del medio.
El Guardacostas “Naiguatá” dispone de un cañón que es el mejor del mundo Occidental así como de armamento secundario capaz de cumplir las tareas de guardacostas. Si nos preguntamos si el medio era idóneo en función de la intención hostil o del acto hostil creo que ningún procedimiento en el mundo dice que haya que acercarse de la manera como lo hizo el guardacostas venezolano para aplicar la fuerza graduada. Aquí una vez más se observa la discrepancia entre doctrina y contexto a pesar de que el buque de guerra estaba en capacidad de hundir ese buque de pasajeros si hubiese sido necesario. Desde esta perspectiva el medio era idóneo. Falta saber si su disponibilidad operacional lo capacitaba para hundir, si fuese necesario, al infractor. En todo caso, si nos atenemos al resultado podemos decir que fue un desastre para la armada desde el mismo momento que uno de sus cazadores fue cazado. El desastre no obedece sólo a la acción del comandante en sí y la tripulación del Guardacostas “Naiguatá”, el desastre proviene de una política marítima que, al menos, desde el año 2002 subordinó los intereses marítimos de la república a una organización criminal transnacional.
Corolario
El hundimiento del Guardacostas “Naiguatá” por parte de un crucero alemán con bandera portuguesa es la consecuencia de una cadena de fallas que se propiciaron deliberadamente desde el año 2002 que incidieron negativamente en la defensa de los intereses marítimos, en la doctrina y la idoneidad de los medios y que significaron desde esa fecha otros graves accidentes que han representado pérdidas humanas y materiales. Reiteramos que esta acción política deliberada y sistemática obedeció a una política y estrategia marítima que está y estuvo de espalda de los intereses de los venezolanos. En todo caso, en los asuntos marítimos desde una perspectiva histórica, el sentido común forma parte importante de la estructura doctrinaria y por ello el buen juicio siempre ha permitido que un comandante en la mar haya podido preservar a sus hombres y su buque y evitar así un hecho indeseable.


[1] Hay que tener presente que este no es el primer buque que se hunde en una operación. El primero se fue a pique por estar en paupérrimas condiciones hace una década por lo que la marina venezolana en un poco más de una década ha perdido tres buques: dos relativamente nuevos y otro que se encontraba más allá del límite de su vida operacional.
[2] Ver al respecto: Castex, R. (1938). Teorías Estratégicas. Cinco Tomos. Buenos Aires. Escuela de Guerra Naval.
[3] Hay que recordar que sin su flota de alta mar se le hizo a la monarquía española sofocar los levantamientos de sus colonias americanas.
[4] Sobre estos temas, ver al respecto: Blanco, E. (2004). Reflexiones sobre estrategia marítima en la era de la libertad de los mares. Caracas. Editorial panapo. 376 p.
[5] No así los españoles que si estaban y necesitaban por un asunto de supervivencia.
[6] Ver al respecto: VENEZUELA Y SU HISTORICIDAD MARÍTIMA: PASADO, PRESENTE Y FUTURO en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2013/12/venezuela-y-su-historicidad-mariti. ma.html
[7] Ver al respecto: IMPLICACIONES OPERACIONALES ACERCA DEL LANZAMIENTO DE UN MISIL OTOMAT POR PARTE DE LA ARMADA VENEZOLANA DENTRO DEL MARCO DE LA DIPLOMACIA NAVAL EN PROCESO EN EL ESCENARIO CARIBEÑO en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2020/02/implicaciones-operacionales-acerca-del.html ,  LA GUERRA CONTRA EL TERRORISMO EN EL MAR Y LA CRISIS EN VENEZUELA en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2019/08/la-guerra-contra-el-terrorismo-en-el.html y DIPLOMACIA NAVAL: DE LA INTERRUPCIÓN DEL TRÁFICO PETROLERO VENEZUELA-CUBA A LOS INCIDENTES DEL USCG “JAMES” Y USS "DETROIT" en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2019/05/diplomacia-naval-de-la-interrupcion-del.html

jueves, 2 de abril de 2020

1918 (A propósito de las histerias colectivas)




Dr. Jairo Bracho Palma

           
En siglos anteriores, las pestes han sido bautizadas con nombres alusivos al posible origen geográfico, denominaciones escogidas no porque sean ciertas las procedencias, en algunos casos han prevalecido consideraciones políticas, en el que la xenofobia tiene un efecto colectivo aglutinante, es un medio en tanto fines de perverso criterio económico.
El 16 de octubre de 1918, un soldado es recluido en el hospital Vargas de la Guaira. Presenta un cuadro de “fiebre, cefalea y odinofagia”. En la tarde del mismo día, el registro aumenta a cuarenta de soldados con iguales síntomas. Veinticuatro horas después, las cifras indican que se trata de una epidemia: 500 infectados.
En 1918, uno de cada cuatro venezolanos podía ser portador de tuberculosis, era una sociedad golpeada por sucesivas oleadas de paludismo, de fiebre amarilla, peste bubónica; azotada por la difteria, por el tifus, entre otras.
Sin servicio de aguas servidas, con la disponibilidad de un médico por cada 5000 habitantes,  una mortalidad infantil superior al 12%, una esperanza de vida de 42 años, y un servicio sanitario apuntalado por el sacrificio de magníficas individualidades, como el Dr. Luis Razetti, no era asunto extraño, hasta que  la epidemia dejó detrás de su inapelable sentencia, viudas, huérfanos y una violenta ausencia de seres queridos.
La llamada “Gripe Española” había llegado a nuestro país. Caracas, Los Valles del Tuy, La Guaira, Maracaibo, Miranda, Ciudad Bolívar y Táchira,  fueron los lugares más afectados.
Como suele suceder con los complejos de infalibilidad, el gobierno negó la existencia de una epidemia que se llevó al viaje sin retorno, a 50 mil almas entre 1918 y 1920, el 2% de la población venezolana.
Venezuela fue sacudida por la segunda oleada de la enfermedad, la más virulenta, y que había comenzado a mediados de agosto de aquel año. Fue  diseminada por los soldados de la Primera Guerra Mundial, desde los  “puertos de Freetown (Sierra Leona), Boston (EEUU) y Brest (Francia)”.
Realmente la “Gripe Española” no salió de España, la mayoría de las opiniones coinciden en que se inició en los Estados Unidos, específicamente en Fort Riley, Kansas. Pero como lo que parecen ser prácticas calcadas, las culpas recayeron sobre los chinos, en cuyo país la influenza se cobró 30 millones de víctimas. Una gripe de España que propagaron los chinos, una verdadera tontería. Los actos de xenofobia y las medidas de aislamiento no se hicieron esperar. Al parecer las naciones desarrolladas están exentas de convertirse en el “Azote de Dios”.
La gripe española ha sido la pandemia que más víctimas ha cobrado en el siglo XX. Un total de 100 millones de personas muertas, el 2,5% de la población mundial.
Ninguna iniciativa de contención tuvo éxito, a excepción de Australia, pero luego recibió una tercera oleada que dejó una gran desolación. Desde allí se expandió a todo el mundo con mayor virulencia, efectos que se prolongaron hasta 1920.
Los síntomas de la peste de influenza de 1918 tienen ciertas semejanzas con la actual pandemia:
Quienes sobrevivían permanecían deprimidos y fatigados por meses, y quienes no lograban sobrevivir morían en pocos días, con fiebre, fatiga extrema, palidez, cianosis, disnea tos con expectoración, hemoptoica, delirio y otros trastornos psiquiátricos, para finalmente expirar con una respiración débil, en narcosis... Las autopsias revelaban una neumonía bacteriana masiva (neumonía de múltiples focos) intercalada con cambios inflamatorios en la que no se identificaban siempre las mismas bacterias.

Las medidas de contención y de erradicación resultaron inútiles como va dicho. Las medicinas poco hicieron. La aspirina fue la más utilizada.  En países como el nuestro, se usó la quinina, pero al parecer, sumaba otros síntomas y no ayudaba a la mejoría.
El virus apenas fue identificado en 1933:
Es una cepa A (H1N1), precursora del que circula actualmente por el mundo, muy similar al que habita en las aves y para el cual el sistema inmunológico del ser humano no tenía memoria inmunológica en 1918.
En Venezuela, las políticas sanitarias para contener el virus fueron coordinadas por el Dr. Luis Razetti, quien presidió la Junta de Socorro Central en Caracas, en ella estaban representadas las parroquias y los estados. Se suspendieron actividades escolares, reuniones sociales, misas, se prohibieron fiestas y actos públicos.
 Caracas entró en cuarentena, y la población en fobia”.
En 1985, el médico venezolano Samir Kabbabe predijo que en el futuro cercano, (revista Medicina Interna, abril de 1985, V. 35) una nueva pandemia de parecido origen viral, causará una potencial mortandad, estimada entre 150 y 300 millones de personas.
¿Qué podemos aprender de la crisis de la pandemia de 1918?
Detengámonos un momento en el caso de Gran Bretaña, sin anuncios triunfalistas, se han dedicado a aislar a los ancianos y han echado mano de la experiencia de múltiples pestes que los han azotado por siglos, así como de su natural pragmatismo: desarrollo inmunológico como proceso inevitable, y eso pasa por la posibilidad de infección y decesos, complementado con la prevención, las medidas sanitarias sin histerias, sin cerrar escuelas, ni lugares públicos. Seguramente vendrá otra oleada de un virus mas fuerte, el desarrollo de la inmunidad es importante, algo básico.

¿Qué podemos aprender los venezolanos de la crisis de influenza de 1918?

Pues podríamos tomar debida nota de las políticas sanitarias que desarrolla Gran Bretaña en este caso, leer el informe en circulación, y no repetir al dedillo las medidas de contención y prevención tomadas por la Junta de Socorro de 1918, porque buena parte de ellas, como los encierros, ciudades fantasmas y exageradas prohibiciones, probaron no ser efectivas.

La higiene, la prevención, la contención en fronteras son medidas válidas, pero deberían ser complementarias. La necesidad del desarrollo de la memoria inmunológica resulta fundamental. Para exhaltados y sarracenos, no estoy diciendo que debemos exponernos adrede y enfermarnos para desarrollar defensas, queramos o no, estos virus son estacionales y remitirán paulatinamente.