Resumen
Deleuze y Guattari, desarrollaron en sus
obras una nueva manera de entender el filosofar a través del concepto de
acontecimiento. Para llegar a este concepto se han apoyado, en especial, en Badiou
y en una interpretación de la obra Mímica
de Mallarmé. Pero a pesar de esta afirmación, hemos conseguido trazas en el
pensamiento deleuzoguattariano que nos remiten a autores como Whitehead,
Benjamin y Heidegger. Por ello, nos hemos propuesto como objetivo general
examinar el concepto de acontecimiento en Deleuze y Guattari para determinar su
pertinencia en el mundo de hoy. Para tal fin vamos a analizar, en primer lugar,
la ontología deleuzo-guattariano, en segundo lugar, la concepción del espacio y
del tiempo en ambos autores y en último lugar, vamos a examinar el
acontecimiento en sí y su relación con el devenir.
Descriptores: acontecimiento, tiempo, espacio,
concepto, devenir.
Introducción
Siguiendo la estela dejada por Kant,
cuando se preguntó ¿qué es revolución? y ¿qué es ilustración?, y Nietzsche,
cuando intentó diferenciar el acontecimiento de las fuerzas de la historia para
colocar al primero en el terreno del azar, en el siglo XX, los primeros autores
que examinaron la expresión ‘acontecimiento’ en tanto que concepto fueron Whitehead,
Benjamin y Heidegger, para dar cuenta de una situación determinada y de la
condición de posibilidad de su reconocimiento y/o transformación.
Para Whitehead (1928/1956), el elemento
componente del acontecimiento es la ‘prehensión’ (aprehensión no consiente), que
para él consiste en cualquier contacto, cualquier intercambio entre dos
entidades actuales producida por sentimientos que, a su vez, pueden ser producidos
de forma secuencial por una multiplicidad que genera a su vez ‘prehensiones’
más complejas[1]. La ‘prehensión’ pasa a
ser aprehensión con la aparición de la conciencia.
Para Benjamín, la palabra ‘acontecimiento’
aparece en estrecha relación con el tiempo y la historia. Él señaló que el
tiempo de la historia era infinito por lo que se podía pensar un acontecimiento
de carácter empírico que tuviese “por fuerza una relación de carácter forzoso y
necesario con la situación temporal en que sucede”. Ello era así debido a que
el tiempo era entendido para él como “una forma sin consumar”. En cuanto a la
forma histórica del tiempo agregó que esta no podía ser captada plenamente por
ningún tipo de acontecimiento empírico, ni se recogía tampoco plenamente en ningún
acontecimiento empírico concreto, por lo que éste venía a ser algo
empíricamente indeterminado, es decir, una idea “teñida de destino” ya que condiciona
el mundo en que vivimos aunque no estemos dispuesto a aceptarlo para con
nosotros mismos (Ibíd.).
Por su parte, Heidegger (1957/1990) a
partir del criterio de que Ser es pensar, el ‘acontecimiento’ (ereignis) es “el
ámbito, en sí mismo oscilante, mediante el cual hombre y ser se alcanzan uno a
otro en su esencia y alcanzan lo suyo esencial,…” de modo que se pueda
sobreponer al mero dominio de la composición generada por el moderno mundo
técnico (1990:87-89). En este sentido, el acontecimiento es una especie de trans-apropiación
que sólo se podía dejar experimentar en lo que confiere. Por estas circunstancias,
no se puede considerar, según Berciano (2002), como un resultado sino “lo que
da”, y este dar otorga “algo así como un hay del cual necesita incluso el ser
para llegar, como hacerse presente, a lo suyo propio”[2].
La importancia de la conceptualización
realizada por estos dos pensadores alemanes es que en el primero se puede
detectar trazas de su pensamiento en la obra de Deleuze y Guattari (DyG) en lo
concerniente a la naturaleza del tiempo y
el segundo es usado por Badiou para fundamentar su propuesta basada en un
criterio de multiplicidad. En este sentido, nos interesa destacar el
pensamiento de Badiou debido a que es fundamental en el pensamiento de DyG.
Para Badiou un acontecimiento es “una acción transformadora radical –originada-
en un punto, que es, en el interior de una situación, un sitio de
acontecimiento” (1999:199). Una situación es una multiplicidad presentada, es decir, es “el lugar del
tener-lugar, cualesquiera sean los términos de la multiplicidad implicada”
(Ibid.:34)[3] y un sitio de acontecimiento es un punto localizado que concierne a una
multiplicidad dentro de una situación histórica. Este pensador francés no
explica qué es esta multiplicidad, de hecho DyG afirmaron que él a partir de un
conjunto que señala una multiplicidad cualquiera, establece una línea, única a
pesar de ser este conjunto muy complejo (1991/2005:153), por lo que DyG afirman
que “las multiplicidades se refieren a dos vectores que se cruzan” debido a que
una actúa en función de estados de cosas que actualizan los acontecimientos, y la
otra según “el cual los acontecimientos absorben (o mejor aún adsorben) los
estados de cosas” (Ibíd.). La pregunta que surge al respecto es ¿qué es una
multiplicidad presentada?
Derrida (1993) a pesar de no señalar
qué es una multiplicidad, nos ha indicado que es un acontecimiento el ser, el
pensamiento, la humanidad y más aún la historia, por lo que gracias a este
señalamiento podemos entender, no sólo qué es una multiplicidad, en una primera
instancia, sino también el dónde y el qué, que nos da una idea acerca de qué es
un acontecimiento para DyG.
Partiendo de este criterio
para DyG el ‘acontecimiento’ está íntimamente relacionado con el filosofar que
entienden como la creación de conceptos (1991/2005:25). El acontecimiento es,
para ellos, una entidad, una haecceidad (Ibíd.:266), es decir, un ser, un
pensamiento, la humanidad y/o el devenir dado su carácter indeterminado. En
este contexto, un concepto constituye el perímetro, la configuración, la
constelación de un acontecimiento por venir (Ibíd.). Franco (2011), nos indica,
en este sentido, que el concepto al caracterizarse por ser el movimiento del
pensamiento constituye un devenir.
Con lo hasta aquí enunciado
nos interesa examinar cómo DyG han llegado a estas afirmaciones con el fin de
determinar el alcance de la conceptualización realizada en relación a lo que
entiende por ‘acontecimiento’. Con este propósito vamos, en primer lugar, a
describir la ontología deleuzoguattariana, en segundo lugar, a analizar la
concepción del espacio tiempo en ambos autores y en último lugar, vamos a
realizar una exégesis del acontecimiento en sí y su relación con el devenir.
1.- La ontología deleuzo-guattariana.
La ontología
deleuzo-guattariana, tributaria de la teoría de las ‘prehensiones’ de
Whitehead, se fundamenta en los conceptos de máquina abstracta y rizoma.
Una máquina abstracta[4]
es aquella capaz de hacer cortes, escisiones y uniones. Siguiendo a Del Bufalo
(2011), es desde la perspectiva kantiana, la facultad de pensar. La facultad de
cortar, escindir y unir está relacionada con la idea de multiplicidad y
consecuentemente a la producción de conceptos debido a que este es el resultado
de la unión de un conjunto de entidades que son contorneadas con una intencionalidad
específica. Un rizoma es para ambos autores “un sistema
a-centrado, no jerárquico y no significante,…, sin memoria organizadora o
autómata central, definido únicamente por la circulación de estados” (2008:26).
La “circulación de estados” está relacionada con el estado actual de una
entidad producido por el paso de estados de ideas a estados de cosas y
viceversa, generadas por el cruce y la absorción de nuevas actualidades. El
estado actual se refiere a las características del rizoma en sí. Estas
características están relacionadas con los principios de: conexión y
heterogeneidad, multiplicidad, ruptura a-significante y cartografía y
calcomanía. En este sentido, llaman Meseta
a una multiplicidad conectable que ayuda a formar y extender un rizoma.
Una Meseta
es un rizoma compuesto por la conexión producida por agenciamientos[5] de deseo o de
enunciación. Dicho a la manera de Whitehead una Meseta es una multiplicidad
producida por un conjunto de prehensiones. Como la clave son los afectos,
Franco (2011) expresó que el método deleuzoguattariano está compuesto por lo
que denominó collage (o retrato) y dramatización. Un collage está representado por cortes, uniones y acercamientos que
permite la generación de conexiones. La dramatización está caracterizada por
ser histórica, fragmentaria y no discursiva. Esta caracterización produce una
dinamicidad espacio-temporal que se expresa en repetición, articulación,
intersección de multiplicidades y comunicación, contorsión y, consecuentemente,
produce las conexiones o agenciamientos. Como conjunto constituye, el estado de
cosas, es decir, una haecceidad. Una haecceidad
puede ser un ser, un pensamiento, la humanidad y/o el devenir.
Este estado de cosas o mejor dicho, una
haecceidad es una dinamicidad que
contiene un signo y un sentido (Franco, 2011:59). El signo es la fuerza que
atraviesa un ahora y un aquí donde componen sus relaciones con otra cosa. El
sentido es la fuerza que se apropia de la cosa o dicho desde la perspectiva
heideggeriana es “el horizonte del proyecto estructurado por el haber-previo,
la manera previa de ver y la manera de entender previa, horizonte desde el cual
algo se hace comprensible en cuanto algo” (Heidegger, 1927/98). Una haecceidad es, consecuentemente, un ente
al que le pertenece una infinidad de movimientos cuyo ritmo lo dan los afectos
producidos por encuentros. Un afecto, en este contexto es un devenir y es un
acontecimiento incorporal que posee una duración y se produce en un espacio. Estas
características hacen necesario que examinemos ahora qué es el espacio y el
tiempo para estos autores.
2.- El espacio y el tiempo.
Para DyG el espacio es
intensivo y preexiste a toda cualidad y a toda experiencia que se ordena. Ello permite
trazar una función de movimiento que permite afirmar que el movimiento es la
descripción del espacio. Dicho a la manera del Mallarmé de Derrida (1993) es la
página en blanco sobre la cual se hacen composiciones. Esta página en blanco
DyG la denominan espacio liso que
oponen frente a un espacio estriado. El
espacio liso es aquel que va unido a multiplicidades rizomáticas. Este se ocupa
sin medirlo y se caracteriza por ser vectorial y proyectivo. El espacio
estriado, por su parte, es métrico: se mide para ocuparlo (2008:368). A partir
de esta tipología del espacio ambos autores desarrollan una geo-filosofía
centrada en los conceptos de tierra y territorio. Esta “geo-filosofía” es definida como el grado de vecindad
(física, psicológica o social) que conecta los componentes de un concepto en un
territorio, otorgándole un fundamento uniforme sin niveles y una ordenación sin
jerarquía (1991/2005:107). Guattari (2006), en relación con el territorio expresó
que es sinónimo de apropiación, de subjetivación fichada sobre sí misma. Este
territorio es un conjunto de representaciones sobre las cuales van a
desembocar, en una serie de comportamientos, inversiones, en tiempos y espacios
sociales, culturales, estéticos, cognitivos.
Estos
“territorios” remiten al tipo de agenciamiento que permite que estos sean
construidos porque relacionan pensamientos y deseos produciendo, en
consecuencia, vectores de “desterritorialización” y “reterritorialización” que
le dan contenido y expresión (Herner, 2009:166). La “desterritorialización” es
relativa en la medida en que concierne a la relación histórica de la tierra con
los territorios que en ella se diseñan o se apagan, y es absoluta cuando la
tierra entra en el puro “plano de inmanencia” de un pensamiento, que remite a
una máquina abstracta. Pensar
consiste, según DyG, en extender un “plano de inmanencia” que absorbe la tierra entendida como construcción social mediante
un proceso de cortes, escisiones y uniones que se proyectan sobre un devenir
(1991/2005:106).
En relación con el tiempo es
de destacar que este debe ser entendido a partir del concepto de duración. Una haecceidad es en tanto que dura. El
tiempo es entendido por ambos autores, según Marchesini (2007), como una
multiplicidad o, según Williams (2011), como un manifold de procesos que se
expresan en un plano de coexistencias virtuales que se actualiza de las
formas más diversas. En ambas interpretaciones está subyacente la idea del
tiempo entendida como un rizoma. Este tiempo, que opera como una flecha (aión),
se opone al tiempo circular (tiempo corporal, cronos) que remite a la idea del
eterno retorno y de la historia, haciendo que el futuro se presente como una diferencia emergente entre esas dos
concepciones del tiempo. Este modo de
entender el tiempo hace necesario examinar qué es presente, pasado y futuro, para
DyG, aclarando que, en cada una de estas temporalidades, se incluye los tres
momentos del tiempo.
Para Deleuze (2002), el
presente es un instante contemplativo donde coexisten pasado y futuro. Al ser
la forma más plural del tiempo, este se reconoce en función del tipo de
repetición que en él ocurre. A tal efecto se puede distinguir, según Marchesini
(2007), dos tipos de repetición, una material y una espiritual. La material
está relacionada con instantes sucesivos que son contraídos en un presente vivo.
En este contexto, el presente es siempre diferencia contraída. Y la espiritual
donde el pasado puro es contraído como una totalidad virtual coexistente
caracterizada, en primer lugar, por ser el pasado y el presente de naturalezas
diferentes y, en tercer lugar, por estar ubicada en una dimensión diferente del
presente llegándose mediante saltos y/o por cambios de niveles en función de
sus naturalezas. La dificultad que presenta esta concepción del presente
consiste en que a pesar de ser vivo (o actual), también puede ser leído a
partir de su virtualidad que constantemente está actualizando.
El pasado para Deleuze (Op.
Cit.), es trascendental y anterior al presente, y condición del pasaje de los
presentes. Este pasaje, le da un valor al presente como consecuencia del cambio
y del movimiento que procede del pasado puro. El valor no es otra cosa que la
diferencia interna de esos presentes ya que el pasado puro devuelve la
diferencia interiorizada de forma pasiva e involuntaria por la memoria. Frente
a esta memoria pasiva, el filósofo contrapone la memoria activa caracterizada
por ser representativa. La memoria pasiva penetra en su naturaleza
sumergiéndose en el en-sí del pasado, que jamás fue presente y el pasado
inmemorial que fundamenta cualquier presente, por lo que se puede afirmar que
el pasado deleuziano no es una dimensión empírica del tiempo.
El futuro es, según DyG
(1991/2005), lo incondicionado y es lo que se torna objeto de repetición. El
modo en que esto es posible es, en primer lugar, relacionándolo estrechamente
al instante y, en segundo lugar, anclándolo al tiempo circular, donde las medidas
usuales del tiempo son abolidas. En ambas, el futuro es lo que está en
cualquier dirección, arrastrando para sí todo lo virtual. Por ello es que DyG han
afirmado que es una diferencia emergente puesto que contiene repetición y
diferencia. Podríamos decir, siguiendo a Sagastume (2013), que el tiempo es la
diferencia que se produce entre dos repeticiones, donde el pasado es
repetición, el presente es el repetidor y lo repetido es el futuro. Veamos esta
concepción del tiempo de una manera más gráfica.
La novela de Umberto Eco
(2004) L’isola del giorno prima es un
buen ejemplo de la relación entre repetición y diferencia. El personaje de la
novela, Roberto della Grive luego de sobrevivir a un naufragio en los mares del
sur por el año 1643 se encuentra a bordo de un navío sin tripulantes frente a
una isla que cree corresponde a la del meridiano de los 180° con respecto a las
Islas Canarias. En esa soledad comienza a describir una vida (una situación)
marcada por dos sitios de acontecimientos, el sitio de Cazale en el año 1629 y
la permanencia a bordo del buque a partir de las vivencias que lo condujeron al
nuevo estado de cosas. Ambos casos constituyen repeticiones producidas por un
presente del personaje donde la segunda es una diferencia emergente a pesar de
que en su esencia es una repetición, es decir, un estado de cosas determinado
por la casi inmovilidad en sentido físico similar a la vivida en la guerra. En
ese estado, va repitiendo nuevamente los acontecimientos produciendo
diferencias en cada acto de la memoria. La diferencia se comenzó a producir primeramente
cuando cuenta su vivencia a un monje jesuita superviviente y después cuando
comenzó a escribir un libro acerca de las circunstancias que lo llevaron a esa
situación en el buque abandonado creando en consecuencia, las condiciones para producir
una diferencia emergente dentro de un contexto de repetición.
Ahora bien, si retomamos la
idea del tiempo de Heidegger expuesta en la introducción para contrastarla con
la de DyG, vemos que el tiempo es la oscilación que se produce entre el Ser y
el hombre y el ‘acontecimiento’ es el instante donde se produce la
trans-apropiación de ambos, es decir, el momento en que se interrumpe la
oscilación. Para DyG, por su parte, el tiempo del acontecimiento es siempre una
duración sin materia, un tiempo vacío porque en ella está contenida la
diferencia contraída que recoge la forma del pasado puro y el azar del porvenir.
Es aquello que infinitamente se escapa en lo finito y que, sin embargo, nos
sostiene vitalmente haciéndonos señas, mostrándonos lo invisible en lo visible
(Deleuze 2005). Parafraseando a Heidegger, es lo que permite el acto de
trans-apropiación. Con esta introducción podemos abordar ahora el
acontecimiento y el devenir.
3.- Acontecimiento y devenir
Como ya habíamos indicado una
haecceidad en un rizoma que se puede expresar como ser, pensamiento, humanidad
y devenir. Todos estos entes son acontecimientos como también hemos señalado.
Ahora bien, si Heidegger (1990) y DyG (1991/2005) coinciden en que ser y
pensamiento son lo mismo ¿cómo es posible pensar en la diferenciación como acto
que expresa acontecimiento? En la unión entre ser y hombre indicada por el
filósofo alemán, producida por acto de pensar. El instante de unión es el
acontecimiento, es decir, cuando se produce, es el ereignis que opone esa trans-apropiación frente al espíritu
determinado por la técnica. Para DyG el acontecimiento se produce cuando en ese
instante de unión se incluye un devenir que va más allá del espíritu de la
técnica porque incluye lo que está subyacente en dicho espíritu, es decir, el
poder para mediar entre necesidades y su satisfacción, y el control para
preservar esa relación basada en el poder. Ese instante es el que nos interesa.
Ese instante es lo que denominan DyG como entretiempo. Por ello han afirmado
que:
El acontecimiento no es
el tiempo que está entre dos instantes, es un entretiempo: el entretiempo… es
devenir. El entretiempo,… es un tiempo muerto, en el que nada sucede. Este
tiempo muerto no viene después de lo que sucede, coexiste con el instante o el
tiempo del accidente, pero como la inmensidad del tiempo vacío en el que
todavía se lo percibe como venidero y ya pasado,…. Todos los entretiempos se
superponen, mientras que los tiempos se suceden. En cada acontecimiento hay
muchos componentes heterogéneos, siempre simultáneos, puesto que cada uno es un
entretiempo,…. Cada componente… se actualiza o se efectúa en un instante,… ;
pero nada ocurre en la virtualidad que sólo tiene entretiempos como componentes
y un acontecimiento como devenir compuesto. Nada sucede allí, pero todo
deviene, de tal modo que el acontecimiento tiene el privilegio de volver a
empezar cuando el tiempo ha transcurrido.
Así pues, volviendo al
personaje de Umberto Eco en L’isola del
giorno prima vivió varios entretiempos: el primero fue el instante que lo
condujo a producir una diferencia emergente determinada por un estado de
inmovilidad determinado por su permanencia en un navío sin tripulantes, el
segundo fue el periodo que medio entre los dos estados de inmovilidad que hizo
que la memoria pura saltase de recuerdo en recuerdo para revivir la experiencia
pasada y presente, el tercero fue la vivencia en sí, entendida como vida
desnuda en el sentido agambiano del término[6],
del personaje que existió en el período que medio entre el hecho histórico del
inicio de la búsqueda de una unidad de medida del tiempo que representó el
meridiano de 180° y el instante en que permitió que en los siglos venideros se
estableciera el plano de referencia para conquistar y colonizar el resto de lo
no conocido en el mundo.
Nos interesa destacar ahora la
palabra ‘devenir’ por la importancia que tiene en la concepción de
‘acontecimiento’ presente en el pensamiento deleuzoguattariano. Como ya hemos
indicado, el ‘acontecimiento’ es un entretiempo y como tal no obedece a la
actividad de una conciencia. Es, siguiendo a Franco, a posteriori que se efectúa en un individuo como un movimiento del
pensamiento (2011:77). Este movimiento, que es la creación conceptual, es para
DyG, el devenir. Éste crear no es otra cosa que la producción de sí mismo.
Veamos qué esto significa.
Esta autoproducción del
devenir se realiza, siguiendo a DyG con la ayuda de Umberto Eco por el hecho
que el ‘acontecimiento’ se actualiza en un estado de cosas, la supervivencia en
un navío abandonado, en un cuerpo solo frente a un navío que es prisión y
cobijo, en una vivencia como la Roberto della Grive marcada por dos sitios de
acontecimientos y por un devenir (multiplicidad azarosa) que conceptualmente
apuntó al establecimiento de una isla referenciadora del cambio de fecha a 180°
de Greenwich. Según DyG, este carácter azaroso del devenir
“… tiene una parte
tenebrosa y secreta que se resta o se suma a su actualización incesantemente: a
la inversa del estado de cosas, no empieza ni acaba, sino que ha adquirido o
conservado el movimiento infinito al que da consistencia” (Ibíd.).
Este aspecto tenebroso y
secreto del devenir es el que nos recuerda a Benjamín cuando indicó, en primer
lugar la incapacidad de captar algún tipo de acontecimiento empírico y, en
segundo lugar su carácter indeterminado. El devenir es entonces una idea “teñida de destino” que nos
determina. La idea que facilitó el establecimiento del meridiano 180° después
de varios intentos mediante un concepto y ha marcado el destino a un mundo que
cada vez se hace más pequeño nos permite ahora entender su naturaleza. Un
concepto es un entretiempo que aprehende el ‘acontecimiento’. Al poseer una “potencia
de repetición”, en su producción y su reproducción, contiene “la realidad de un
virtual, de un incorpóreo, de un impasible”, que le permite sobrevolar en el
tiempo de acuerdo con la categorización realizada por Marchesini.
Así pues, si filosofar para
DyG es producir conceptos que sean dignos de acontecimientos por venir,
entonces la filosofía es la inclinación hacia un saber de las cosas que nos
determinan. Es decir, es el gusto por saber aquellas discontinuidades
temporales determinadas por el azar que crean las condiciones de posibilidad de
un nuevo mundo. El modo en que ello es posible, según DyG, es mediante una
contraefectuación que puede ser entendida como una puesta en jaque de la
linealidad del tiempo. Por ello concluyen afirmando que quien
“… contraefectúa el
acontecimiento, Mallarmé lo llamaba Mimo, porque esquiva el estado de cosas y
«se limita a una alusión perpetua sin romper el hielo». Semejante Mimo no
reproduce el estado de cosas, como tampoco imita la vivencia, no da una imagen
sino que construye el concepto… La filosofía no tiene más objetivo que volverse
digna del acontecimiento, y quien contraefectúa el acontecimiento es [el] Mimo [quien]
es el personaje conceptual efectuando el movimiento infinito [que permite]
Desear la guerra contra las guerras futuras
y pasadas, la agonía contra todas las muertes, y la herida contra todas las
cicatrices, en nombre del devenir..."
4.- Reflexión final.
El
principal aporte de DyG a la filosofía del ‘acontecimiento’ está dado por el
hecho que en cierta forma, con su ontología basada en el concepto de rizoma, ha
podido hacer aportes complementarios acerca del carácter inescrutable e
indeterminable del mismo siguiendo la estale dejada por Benjamin y por el hecho
que esta indeterminabilidad va a estar dada por el carácter oscilante de las
trans-apropiación del ser y de su esencia en un contexto dominado por la
técnica según Heidegger. La ‘prehensión’ de estas dos ideas del acontecimiento,
usando la expresión de Whitehead, es lo que le da al tiempo deleuzoguattariano
ese carácter múltiple (rizomático), sintético e irrepetible enmarcado en una
red de interacciones.
Después
de lo que hemos examinado creo que los dos vectores que se cruzan a las cuales
se refirieron DyG estuvieron marcados por los personajes conceptuales que
representaron, Benjamin, Heidegger y Whitehead. Del primero toman la afirmación
de que los estados de cosas actualizan unos acontecimientos signados por la
incapacidad de captarlos debido a su carácter indeterminado. Del segundo toma,
por intermedio del acto de trans-apropiación que expresa el acontecimiento en
sí, el hecho de que estos “absorben (o mejor aún adsorben) los estados de
cosas” generando una repetición diferenciada. Y del tercero, la posibilidad de
prehender los dos primeros para darle al tiempo un carácter azaroso y posibilitar
así el concepto de devenir como algo nuevo y inescrutable.
A pesar de lo antes afirmado,
esto nuevo anclado a una imagen del pasado ¿no puede dar posibilidad a
considerar el advenimiento de algo nuevo radicalmente diferente a toda imagen
del pasado que evite pensar acerca de una repetición diferenciada?.
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[1] Este pensador es
tributario del pensamiento de Leibniz y Bergson, autores que a su vez fueron
estudiados por Deleuze y han marcado su filosofía.
[2] Ver también sobre el tema del acontecimiento en Heidegger: Leveque
(2011).
[3] Según Deleuze y
Guattari, Badiou parte “de una base neutralizada tanto respecto a los conceptos
como a las funciones: una multiplicidad cualquiera presentada como conjunto
elevable al infinito”. Una es la situación y la otra es el sitio o
emplazamiento del acontecimiento, pero hace orbitar estos dos elementos sobre
una línea que apunta a la trascendencia limitando el alcance de su propuesta.
Como veremos DyG parten de dos vectores que se cruzan, uno actualizando los
estados de cosas y el otro absorbiendo el
estado de cosas (1991/2005:152).
[4] Para DyG es “la pura
Función-Materia – el diagrama, independientemente de las formas y de las
sustancias, de las expresiones y de los contenidos que va a distribuir
(2008:144)
[5] Un agenciamiento es “un conjunto de singularidades y de rasgos
extraídos de un flujo – seleccionados, organizados, estratificados – a fin de
converger (consistencia) artificialmente y naturalmente” (DyG, 2008:408). Este
“tiene dos polos o vectores, uno orientado hacia los estratos, en los que
distribuye las territorialidades, las desterritorializaciones relativas y las
reterritorializaciones, otro orientado hacia el plan de consistencia o de
estratificación, en el que conjuga los procesos de desterritorialización y los
conduce al absoluto de la tierra… Todo agenciamiento en su conjunto individuado
resulta ser una haecceidad”. Es un término que significa también,
co-funcionamiento, expresión y movimientos organizados a modo de composición.
Ver: Del Bufalo (2011).
[6] Ver al respecto:
Agamben (2010). Este autor diferenció la vida de un ser en tanto que forma
parte de un grupo social, es decir, un ciudadano con derechos y deberes que
denominó digna y la vida de un ser que no posee deberes ni derechos porque no
es ciudadano o no hay ciudadanía. En el caso de Roberto della Grive, al estar
solo en un navío abandonado su estado era el de un ser que vive de forma
desnuda.
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