El libro
I de la República, comienza con un dialogo sobre la vejez entre Céfalo y
Sócrates en la cual afirma el primero que ella “es un estado de reposo y de
libertad en lo que atañe a los sentidos...” y complementa afirmando que “la
vejez es soportable cuando se tienen costumbres moderadas y cómodas...” en caso
contrario “tanto la vejez como la juventud son infelicísimas”.
A este
respecto creo que la sabiduría obtenida por el conocimiento y la experiencia
permiten a un individuo ser en cualquier circunstancia. La moderación a la que
se refiere Céfalo está dada como un estado de equilibrio que es buscado en todo
momento, y este equilibrio se va manifestando en cambios de estados que al ser
interiorizados generan esa libertad y reposo. No pienso en que deba hablarse de
la vejez como algo que se deba soportar o no, es y más nada.
Inquiriendo
aún más Sócrates pregunta a Céfalo el porqué de la manera desapegada en que ha
vivido en lo que atañe a sus riquezas, debido a que los hombres sienten apego a
aquello logrado por obra suya. Céfalo le dio la razón a Sócrates sin agregar
más comentarios al respecto.
Para
Céfalo ha sido fácil puesto que su circunstancia le permitió tener otras
motivaciones en la vida y no el preocuparse de la procura de lo necesario para
vivir y a la vez tener otras motivaciones que le permitan a uno estar en
armonía y equilibrio. Tal vez esa es la razón por la cual algunos individuos
llegados a la vejez sufren del “yugo de los sentidos”. Sus circunstancias lo
han obligado a elegir o se lo ha obstaculizado, pienso que al final todos
llegan a ese estado, aunque sea por un breve tiempo. La moderación es
importante, pero para que ella sea es necesario conocer, o al menos conocer por
intermedio de otros. Habría que entender que la vida no son momentos sino la
acumulación de todos ellos.
Pero
Sócrates va más allá, pregunta: ¿Cuál es la mayor ventaja de cuantas procuran
las riquezas? A este respecto Céfalo expresa que “...cuando uno está al término
de su vida, comienza a sentir temores e inquietudes por cosas por las que antes
no se preocupaba...” y “repasa todos los actos de su vida para ver si ha hecho
o no daño a alguien...”, el que no tiene de que preocuparse encuentra una dulce
esperanza que acompaña a la vejez por haber “vivido justa y santamente”. Luego
Céfalo contesta que “las riquezas son de grandísima utilidad para llegar a ese
estado”, agregando que sólo para aquellos hombres que son sensatos; puesto que
gracias a ellas se puede vivir lejos de la mentira y se pueden pagar las deudas
que no se hayan podido saldar.
¿Qué se
podría entender por sensato en este contexto? Pareciera ser buen juicio de las
personas razonables que entienden el mundo no sólo a partir de su ser sino
también a partir de los otros. Sería como aquel ser capaz de encontrar un punto
de armonía entre el uno y lo demás.
El
dialogo continua con la siguiente pregunta que hace Sócrates: ¿...te parece que
sea definir bien la justicia hacerla consistir simplemente en decir la verdad,
y en restituir a cada cual lo que de él se haya recibido, o no será esto más
bien justo o injusto según los casos? Ante esta pregunta Céfalo se retira y
cede el puesto a Polemarco, quedando en el aire la expresión “lo propio de la
justicia es dar a cada cual aquello que se le debe...”. Este argumento fue
analizado en una primera instancia siendo catalogada como un arte, pero con el
siguiente interrogante ¿Qué da y a quien le conviene? El dialogo luego se
extiende para tratar de responder ambos interrogantes.
Acredito
que la justicia sea un arte, entendida como creación, pero como el hombre es un
ser inconmensurable, la justicia es un arte que está en estado de generación y
no de existencia. La justicia da certidumbre, trata de dar forma a algo que
está en estado de generación para que los individuos puedan convivir en
armonía. Este intento de dar forma es un esfuerzo constante por crear un
equilibrio que facilite la armonía a la que se hizo mención, y en todo momento.
Luego se
hace la pregunta ¿no es la justicia la virtud propia del hombre? al
afirmar que sí, se discute sobre la virtud y se concluye que es un error de un
hombre sensato afirmar que la justicia es dar a cada cual lo que se le debe,
eso es un argumento “de cualquier hombre rico y poderoso”, para lo cual se vuelve
a preguntar ¿en qué consiste la justicia?
Si es
difícil establecer en que consiste la justicia, por ello hice mención a que es
una forma en estado de generación, pero considero que no es absoluta la
conclusión a la que llegaron los conversadores, creo que es una conclusión
parcial, es una parte de ella puesto que como es un ente que se le intenta dar
forma, esa puede ser una de sus caras. Por ello es que Trasímaco afirma a
través de una negación que “es lo que conviene, lo que es útil, lo que es ventajoso,
o lucrativo, o provechoso”.
Pero
Trasímaco al final de cuentas no quiso decir eso, realmente él afirma que “la
justicia no es otra cosa sino aquello que es ventajoso para el más fuerte” y
agrega “en cada Estado, la justicia no es sino el provecho de aquel que tiene
en sus manos la autoridad y es, por ende, el más fuerte. De lo cual se sigue, para
todo hombre que sepa razonar, que dondequiera que sea, la justicia y lo que
aprovecha al más fuerte son una y la misma cosa”.
Aquí hay
dos caminos que sigue la justicia, una entre los hombres y otra entre el Estado
y los hombres. Entre hombres Trasímaco afirma que es provechosa al más fuerte.
Y entre el Estado y los individuos a quien tiene la autoridad. Con respecto a
este último aspecto estimo que el Estado es un producto de la suma de
voluntades, todos se congregan en él porque perciben que con ello pueden
convivir en armonía y en equilibrio. Si ello es así es menester que el Estado
sea fuerte, puesto que si es fuerte puede cumplir de manera eficaz con el pacto
social que le da existencia. Así pues, la justicia hace al Estado fuerte en la
medida en que garantizando la armonía y el equilibrio puede hacer que todos sus
miembros sientan seguridad en que pueden alcanzar la condición de bienestar que
le permita desarrollarse.
Ahora
Trasímaco habló que beneficia al que tiene más autoridad. Si ello es así es
porque se está produciendo una desviación debido a que ese quien tiene
autoridad la tiene no es porque la obtuvo para si a pesar de los otros sino por
la aceptación de los otros. La autoridad vino dada por un pacto que se
sintetiza en el hecho que “te doy autoridad para que nos facilites a todos el
Estado de bienestar que deseamos”, si esto no es así esa autoridad la perderá
al termino de la distancia. Pero Trasímaco también expresó que “la justicia no
es otra cosa sino aquello que es ventajoso para el más fuerte”. Es posible en
relación a su rol dentro del Estado, pero aquí también se produce una
desviación en lo que correspondería a cualquier pacto social. Si el pacto
social es impuesto no existe como tal puesto que lo que se impone es una
situación de desarmonía y desequilibrio que generará inseguridad y finalizará
cuando ya sea esta insostenible.
El
discurso de Trasímaco es descriptivo y es dicho, al parecer, en un contexto
donde los sentidos, todavía lo subyugan, siendo afectado por esa situación y su
circunstancia.
Sócrates
se encarga de refutar los argumentos de Trasímaco y en esa discusión sale a
relucir otro argumento: que es lo que se entiende por “provechoso para el más
fuerte es aquello que el más fuerte considera que redunda en beneficio suyo”.
Pienso
que la discrepancia producida entre la relación hombre-Estado y hombre-hombre
que hacen que se quiebre el pacto social es producto de la expresión citada
arriba, es decir, “lo que el más fuerte considera...”; un individuo que actué
de esta manera carece de sabiduría, o sea aún está sometido al “yugo de los
sentidos”, no permitiéndole razonar para poder encontrar un punto de armonía
entre el uno y lo demás, por ello considero valida la expresión de Sócrates de
que “todo hombre que gobierne, considerado como tal, y de cualquier orden que
su autoridad sea, no se propondrá jamás, en aquello que ordene, su interés
propio, sino el de sus súbditos”. No obstante, esta afirmación sería más exacta
si es hecha de manera condicional debido a que Sócrates mismo habla de
recompensa, o sea premio o castigo para las personas que tienen que enfrentar
dichos cargos, agregando además que “el peor castigo para el hombre de bien...
consiste en ser gobernado por otro hombre peor que él”.
Si la
sabiduría es el conocimiento obtenido por la experiencia y el estudio, y esta
se logra luego de un largo recorrido y sólo las personas que han vivido podrían
discernir entre lo justo y lo injusto, dándole a cada quien lo que le
corresponde, entonces, el problema es cuando se obtiene esta condición de
sabio.
Luego
Sócrates retoma nuevamente la noción de virtud, sacándole a Trasímaco la
asociación virtud a la justicia y de vicio a la injusticia. Después, en un
proceso de deducción asocia virtud con cordura, sensatez, habilidad terminando
por afirmar que justicia es habilidad y virtud e injusticia es ignorancia, por
lo que se entiende que la justicia es un arte que requiere la sabiduría. Si la
injusticia hace surgir sediciones, odios y combates mientras que la justicia
mantiene la paz y la concordia, entonces la justicia es equilibrio y la
injusticia desequilibrio. Virtud es, en consecuencia, aquella noción del bien
que permite lograr el estado de armonía y equilibrio. Los individuos virtuosos
procurarán los medios que garanticen una justicia virtuosa y la sabiduría es el
medio para conseguirlo debido a que esta está en estado de generación. Por ello
es más fácil describir sus atributos y su naturaleza, puesto que con ello se
tiene una idea de las dos expresiones más repetitivas de este ensayo: armonía y
equilibrio.
Se es
sabio entonces cuando se está en reposo y se es libre de los sentidos.
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