INTRODUCCIÓN
Se ha tendido a afirmar que
Mao Zedong es el padre de la teoría de la guerra revolucionaria. Ciertamente
este pensador chino sistematizó unas prácticas subversivas que dieron paso a
una doctrina sobre el tema que ha sido aplicada a rajatabla por muchos líderes
revolucionarios desde su cristalización. Sin embargo, una de las fuentes de
inspiración de este autor fue el rifeño Abdelkrim el Jatabi quien lideró una revuelta anticolonialista en
el Magreb usando tácticas guerrilleras contra fuerzas superiores[1]. Esto no fue nuevo. La
revuelta árabe liderada por T.E. Lawrence también se basó en la instrumentación
de tácticas guerrilleras a partir de un profundo conocimiento de la historia y
de la cultura de la civilización árabe[2]. Ahora, si bien las
acciones emprendidas por estos dos personajes fueron sumamente cruentas hubo
una diferencia sustancial, es decir, mientras el rifeño dirigió sus esfuerzos
contra las fuerzas coloniales españolas y posteriormente francesas por tener
una baja moral para el combate, el inglés se focalizó en perturbar el esfuerzo
logístico otomano con el objeto de ayudar a provocar un colapso sistémico en el
momento en que se produjera el esperado acontecimiento de la ofensiva en Gaza
que, al final de cuentas, resultaría definitorio[3].
Este foco de acción contra
el sistema logístico es el que me interesa analizar debido a que nos podría
ayudar a establecer un objetivo físico en una estrategia del enjambre que pudiese ayudar a provocar un colapso
sistémico sin producir pérdidas de vidas ni daños personales de ninguna
naturaleza. Para ello, vamos a examinar el razonamiento desarrollado por
Lawrence para acelerar el debilitamiento del potencial militar otomano en sus
dominios árabes y posteriormente vamos a tratar de establecer la condición de
posibilidad que permita operacionalizar aún más la estrategia del enjambre siguiendo al efecto los ensayos realizados
previamente como una suerte de estructura para la acción[4].
LAWRENCE
Y LOS SIETE PILARES DE LA SABIDURÍA[5].
La revuelta árabe fue un
acontecimiento que contribuyó a terminar con el dominio otomano en el cercano
oriente y facilitó la entrada de Francia y el Reino Unido configurando así un
escenario de confrontación cuyas cruentas consecuencias se observan en los
conflictos que actualmente se desarrollan en ese espacio. Eso no quiere decir
que los pobladores de ese espacio hayan vivido de forma pacífica, al contrario,
ese territorio ha sido testigo de grandes catástrofes humanas y de choques
civilizacionales. A inicios del siglo XX esa región estaba bajo el dominio
otomano, un imperio de gran longevidad, pero que después de la apuesta
realizada de participar en la guerra europea comenzó a agonizar de forma
acelerada y es la evaluación que hizo Lawrence acerca de la situación de
Turquía la que me interesa mostrar desde dos perspectivas: la evaluación de la
situación y la orientación de la acción.
En relación con la evaluación
de la situación, el pensador inglés señaló que Turquía agonizaba por “el
excesivo esfuerzo realizado, por la tentativa de mantener, con recursos cada
vez menores y con las condiciones tradicionales [un vasto territorio]”. La causa
de esta decadencia se debió a que la vida se le había hecho demasiado compleja
para ese pueblo “cuya pujanza había radicado en la simplicidad, en la paciencia
y en la capacidad de sacrificio”. Esta complejidad vista como un problema se
evidenciaba en su incapacidad “para adaptarse a las nuevas ciencias de gobierno
y de vida” trayendo como consecuencia que su población y la de sus dominios se
fuese alejando de sus gobernantes. Como el método que emplearon para detener
este alejamiento fue la fuerza se produjo una carga abrumadora para los pobres
“cuyas privaciones comenzaron a aumentar incesantemente” en un contexto donde
los hombres que aplicaban la fuerza actuaban como un rebaño que padece “una
fiebre estéril [y] una falta incurable de iniciativa”. Frente a este proceso de
descomposición se encontraban los árabes, un pueblo caracterizado por la falta
de cohesión política y social que el pensador inglés veía como una civilización
“más disolvente que dominante” y capaz de ayudar a terminar la agonía otomana
perturbando las líneas de comunicaciones que facilitaban el sostén logístico.
Lawrence consideró que los
enfrentamientos frontales en una estrategia de desgaste contra un adversario
que no se puede derrotar eran muy costosos y ello era muy grave en el caso en
que no se contase con una fuerza organizada. Esta gravedad era aun mayor debido
a que los árabes, en ese entonces, eran un pueblo caracterizado culturalmente
por darle un mayor peso a los sentimientos que a consideraciones de naturaleza
racional por lo que no se podían soportar bajas humanas debido a que ello podía
generar disolución del esfuerzo.
Pero estimó, en el caso
otomano, que en un contexto de escasez sobre todo de medios materiales que
hacía que los hombres fuesen “menos apreciados que el equipo” más que destruir
la estructura de fuerza de combate había que destruir los materiales que posibilitaban
el uso de la fuerza. Esto lo denominó estrategia
de apartamiento y su fin fue fijar al enemigo “mediante la amenaza callada”
caracterizada por la erosión de su capacidad para dominar un vasto territorio mediante
el aislamiento de sus centros logístico. En este modo de acción buscaron
mantener la confidencialidad hasta el momento de una acción ofensiva
puntualmente localizada. Este ataque fue nominal, sólo se dirigió a destruir
los medios materiales más accesibles del oponente. Para ello desarrolló “el
hábito de no entablar combate jamás”
a menos que las circunstancias obligasen desde el punto de vista defensivo y
usó como herramientas la velocidad y el tiempo. El espacio lo observó como un
mar donde se podía desplazar a cualquier punto frente a un enemigo que lo
consideraba limitado a una línea de comunicación que sostenía unos
emplazamientos fijos con un alto costo de mantenimiento.
Con esta concepción
estratégica, finalmente estableció que las virtudes necesarias para emprender
una rebelión debían ser la reserva y el dominio de sí mismo y las cualidades
para que ello fuese posible la rapidez, la resistencia y la independencia
respecto a las fuentes de suministros debido a que el tipo de acciones que llegaron
a realizar fueron “mucho más intelectual que una carga a la bayoneta” y mucho
más agotadora que una acción basada en una organización formal. Para Lawrence
el desorden máximo fue su punto de equilibrio por lo que la irregularidad, la
diversidad y el capricho fueron vistos como fortalezas en virtud de que las
acciones fueron simples e individuales o realizadas por pequeños grupos.
Como se sabe, la rebelión
árabe fue un fracaso motivado a que no lograron lo que aspiraban alcanzar. Ello
fue debido a la incapacidad que mostraron en convertirse en un poder
constituyente que organizase políticamente el espacio liberado y la existencia
de intereses foráneos que terminaría convirtiendo la región en un espacio de
conflictos. Veamos ahora cómo podría la reflexión estratégica de Lawrence
ayudar a construir un objetivo físico en una estrategia del enjambre.
EL
OBJETIVO FÍSICO DE LA ESTRATEGIA DEL ENJAMBRE.
Así como hay pilares de la
sabiduría, hay cosas abominables. Estas cosas abominables la padecen una clase
política que ha llevado a Venezuela al desastre[6]. Contra esto estamos
luchando. Nosotros no hablamos de rebelión, al contrario lo que se busca, en
principio, es restituir el orden constitucional roto. Nuestra palabra es Restitución.
Como creo que esta operación de restitución debe ser multinivel mi propósito es
indicar qué pudiera hacerse en el nivel más bajo siguiendo la exégesis
lawrenceana.
En dos trabajos previos, “… la multiplicidad de enjambre” y “auctoritas situacional…” hice una serie
de orientaciones que sucintamente hay que retomarlas de nuevo.
En “… la multiplicidad de
enjambre” se indicó que la tiranía había escogido el espacio para la
contención de las protestas y el tiempo para agotarla y había adoptado un
esquema de maniobra que ha satisfecho sus necesidades temporales que no viene
al caso mencionar en este momento. Esas condiciones fueron aceptadas por lo que
hoy negocian neutralizando la posibilidad de escalar en el conflicto hasta
niveles que sirvieran para restituir el orden.
La tiranía actuó de forma más o menos limitada y direccional
generando asimetría porque condujeron a la oposición por el camino donde era
más fuerte. De igual forma actuó de manera sincronizada multidimensionalmente
con medios más o menos ilimitados porque controlaba los pocos recursos que
entraban en el país. Sin embargo ha sufrido un alto consumo en todos los
ámbitos y en la actualidad se encuentra con mayores limitaciones operativas reduciendo,
en consecuencia, su capacidad para reprimir a gran escala. Por ello, se
consideró que en la medida en que se erosione la movilidad de su fuerza, en
general, se puede reducir hasta hacer inefectiva su capacidad represiva. Esta inefectividad
se puede lograr por una parte, obligándolos a desplegar sus medios y evitando
la represión y, por la otra, inutilizando
sus medios materiales en la medida de las posibilidades de forma
ocasional (blanco de oportunidad) y antes de los despliegues evitando toda
confrontación. El factor sorpresa se lograría mediante un despliegue masivo de iniciativa
y creatividad. El objeto es actuar asemejando un enjambre en una escala que
evite lamentables pérdidas humanas a pesar de que estamos conscientes de que enfrentamos
una estructura difusa que está escalando en violencia para permanecer en el
poder como pudimos observar el 15ENE2018 donde fueron asesinados unos valientes
venezolanos inspirados que con iniciativa, creatividad y conocimiento de sus
capacidades trataron a su manera de restituir el orden constitucional y
construir una república bien ordenada.
Así pues trate de desarrollar un 'cómo' para hacer
efectiva la restitución del orden político venezolano. El propósito fue
proponer la creación de una estructura capaz de operar en red mediante la
articulación horizontal y con un máximo de flexibilidad e iniciativa para
diseñar y ejecutar acciones de forma múltiple que provocase un colapso sistémico.
En “Auctoritas situacional…” traté de describir el
carácter de quiénes contribuirían a la restitución del orden realizando
acciones por propia iniciativa. La auctoritas
situacional consiste, como se indicó, en la conducción y desarrollo de un
ciclo, el cual se inicia con un diagnóstico sobre una situación y del nivel de
apresto del individuo para emprender una acción erosiva, continua con la
aplicación de un modo de conducción adecuado al diagnóstico hecho para cumplir
la misión que se ha establecido dentro de un contexto cooperativo y la
ejecución realizada por iniciativa y creatividad. Las claves son: determinación
de una oportunidad, inspiración, cooperación y furtividad.
La articulación horizontal que describí como
estrategia del enjambre hace necesario explicarla entonces desde la auctoritas situacional. Un enjambre es
una analogía biológica que expresa la existencia de un patrón de ataque donde
singularidades dispersas en un tejido dado convergen (en red) en un mismo
blanco desde diferentes direcciones con el fin de mantener una presión
sostenida que en nuestro caso apuntaría a la erosión de las capacidades operacionales
de una fuerza represiva. La forma en que se produce la convergencia se denomina
stigmergy, es decir un modo de
comunicación indirecta basado en la modificación del ambiente que permite que
un cambio de conducta individual sea percibido por un grupo de modo que estos
adapten sus acciones a las nuevas circunstancias. Es decir, buscar y detectar
una situación oportuna y con inspiración procurarse con lo disponible en el
lugar de medios que sirvan para reducir la movilidad del enemigo de modo que pueda
reproducirse a escala local y global.
Aquí es donde se circunscribe el auctoritas situacional debido a que
posibilita la conformación de estructuras cooperativas ad-hoc. Esta auctoritas situacional no es fija, va a
depender de las competencias de cada uno de los miembros de la estructura, por
los que sus integrantes, es decir, la multitud, de alguna u otra manera van a
ser expresión de la autoridad, en la medida en que cada miembro coopere en la
ejecución de una acción restitutiva mediante la erosión de capacidades.
La estructura auto-organizada posibilitada por auctoritas situacionales actuando,
gracias a la detección en el ambiente de una situación favorable (stigmergy), es la expresión estructural
de un enjambre. Este enjambre, sin rostro, furtivo, realizado de forma
simultánea y sostenida dirigido a la inutilización de todos los medios
materiales posibles que son usados para reprimir o apoyar a la represión podría
ocasionar una parálisis estratégica que podría generar las condiciones de
posibilidad de constituir una república.
Teniendo presente las orientaciones dadas por
Lawrence, la estructuración del cómo a partir de la estrategia del enjambre realizadas por auctoritas situacionales capaces de generar estructuras
cooperativas ad-hoc, se puede afirmar
que el objetivo físico para una tiranía que padece una importante limitación de
recursos es definitivamente la inutilización masiva y simultánea de sus medios
materiales usados para reprimir o apoyar la represión, en un sentido amplio, mediante
la iniciativa, la creatividad la a-rostridad y la furtividad, evitando la
confrontación en cualquier caso.
COROLARIO.
La naturaleza metafísica de la propuesta realizada
es la erosión. Esta erosión supone la estructuración de otro conjunto de
acciones restitutivas, por lo que la acción en sí es complementaria a un hecho
principal. No obstante, si se considera el deterioro creciente de la situación
social, económica y sanitaria del país, dentro de un contexto de parálisis
política, cualquier acontecimiento servirá como la situación principal y restitutiva
que junto con la estrategia del enjambre
permitirá la conformación de un proceso constituyente embrionario como inicio
de un proceso de transición. En estas circunstancias del acontecimiento, el
enjambre debe asumir una actitud defensiva mientras la estructura que va a
restituir el orden transite a la ejecución efectiva de sus funciones
constitucionales. Para ello, la estructura de transición debe estar lista para
asumir sus funciones.
Para finalizar, con el uso de la palabra ‘restitución’
he buscado quitar la carga negativa que pudiera tener la palabra ‘rebelión’ y
con la palabra ‘enjambre’ he buscado darle a la carga intencional de la palabra
‘restitución’ un espíritu democrático y constituyente.
[1] Ver al respecto: MADDY-WEITZMAN,
B. (2012). “Abdelkrim: Whose Hero is He?”. Providence, RI. The Brown Journal of World Affairs. Volume XVIII . [Documento en Línea].
Disponible: https://www.brown.edu/initiatives/journal-world-affairs/sites/brown.edu.initiatives.journal-world-affairs/files/private/articles/18.2_Maddy-Weitzman.pdf
[2] Ver al respecto: LAWRENCE, T. E.
(1990). Los siete Pilares de la Sabiduría.
2° ed. Madrid. Editorial Libertarias. 848 p.
[3] Vale decir que un venezolano a
las órdenes del ejército otomano, Rafael De Nogales Méndez realizó acciones
similares a las ejecutadas por Lawrence en la península de Sinaí hasta la
segunda batalla de Gaza, pero eso es otra historia.
[4] Ver al respecto: “Auctoritas
Situacional, Multitud y Colapso Sistémico” en: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/11/auctoritas-situacional-multitud-y.html
y “Acerca del ‘Plan Zamora’: De la unicidad de la tiranía a la multiplicidad
del enjambre” en: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/06/acerca-del-plan-zamora-de-la-unicidad.html
[5] “La Sabiduría edificó su casa,
talló sus siete columnas, inmoló sus víctimas, mezcló su vino, y también
preparó su mesa. Ella envió a sus servidoras a proclamar sobre los sitios más
altos de la ciudad: El que sea incauto,
que venga aquí. Y al falto de entendimiento, le dice: Vengan, coman de mi pan, y beban del vino que yo mezclé. Abandonen la
ingenuidad, y vivirán, y sigan derecho por el camino de la inteligencia".
Capítulo 9, El banquete de la Sabiduría, 9:1- 9:6. Consecuentemente, los
pilares son: (1) mantén las relaciones sociales y religiosas, (2) administra
con eficacia, (3) ejerce compasión hacia los desafortunados, (4) aconseja al
fracasado, (5) evita ser avergonzado, (6) colabora con los que están pasando
adversidades y (7) teme a Dios.
[6] Las siete cosas que son para el
Señor una abominación son: “los ojos altaneros, la lengua mentirosa y las manos
que derraman sangre inocente; el corazón que trama proyectos malignos, los pies
rápidos para correr hacia el mal, el falso testigo que profiere mentiras, y el
que siembra discordias entre hermanos”. Capítulo 6, El banquete de la
Sabiduría, 6:16- 6:19.
No hay comentarios:
Publicar un comentario