En el post relacionado con "Acerca del Plan Zamora: de la unicidad
de la tiranía a la multiplicidad del enjambre"[1]
trate de desarrollar un 'cómo' para hacer efectiva la restitución del orden
político venezolano roto visiblemente en marzo del presente año 2017 como medio
para reconstruir una nueva república venezolana. El propósito fue proponer la
creación de una estructura aplanada que permitiera el máximo de flexibilidad e
iniciativa para diseñar y ejecutar acciones de forma múltiple que provocasen un
colapso sistémico. Sobre quién diseñaría y ejecutaría dichas acciones mencioné
a las singularidades que operando en común conforman una multitud. Me faltó
describir el carácter de estas singularidades y cómo lograr una coordinación
horizontal entre ellas desde la perspectiva de la multitud para alcanzar el
propósito que se establezca desde una perspectiva táctico-estratégica. Por ello
vamos, en primer lugar, a describir algo que he denominado auctoritas situacional,
luego su modo de articulación horizontal en algo que en principio denominaremos
epistemología social y finalmente abordaremos
cómo articular auctoritas situacional
y epistemología social en algo que
denominaremos flujo de destrucción por intermedio de una máquina de guerra.
Auctoritas situacional
En el ámbito de la gestión empresarial se ha desarrollado un concepto
que se ha conocido como liderazgo
situacional que nos va a servir para desarrollar el concepto de auctoritas situacional. Existe una
amplia literatura sobre liderazgo situacional basada en la aplicación de un
concepto a una estructura formal con el fin de hacerla más efectiva[2].
Mi propósito es examinar los conceptos que conforman la composición ‘liderazgo
situacional’ es decir, 'liderazgo' y 'situacional' para conformar estructuras
informales o ad hoc que incubadas en
estructuras formales puedan provocar un colapso sistémico.
‘Liderazgo’ es una palabra
que denota ‘condición de líder’ y ‘líder’ es una expresión que refiere, entre
otras cosas, “director, jefe, guía o conductor… de un grupo”. Nos interesa
destacar la palabra ‘conductor’. ‘Conductor´ es una composición de ‘con’ y
‘ductor’ que refiere “guiar o dirigir…, hacer seguir y llevar hacia”, lo cual
supone que se haga tras del que conduce, a lo largo de un camino y/o por
intermedio de una disposición. Esta conducción se logra tras una relación
social que puede ser afectiva, racional o tradicional siguiendo al efecto los
criterios de Weber (1922/1994) que explicaremos más adelante. Estas formas de
relación social se expresan en una organización entendida como acto. Esta
organización puede ser una empresa (para obtener fines de modo continuo), un Instituto
(mediante ordenaciones otorgadas), una sociedad (polis) (mediante la complementación
de intereses) y/o una república como expresión de un orden social donde todos
sus miembros compartan funciones de gobierno.
En relación con la palabra ‘situacional’
es de mencionar que esta es también producto de una composición generada por
adopción de un anglicanismo. Así pues, podemos descomponer esta palabra en
‘situación’ y ‘al’ para los efectos de la presente reinterpretación. En este
sentido, ‘situación’ es efecto de ‘situar’ que es en sí un estado o
constitución de las personas y las cosas. ‘Situar’ proviene de la expresión
latina ‘situs’ y esta palabra con el prefijo ‘ex’ significa ‘originarse’ y ‘auto-referirse’.
Esta palabra remite a la expresión ‘existencia’. La existencia es un estar
siendo que remite a las intuiciones puras de tiempo y de espacio en sentido
kantiano así como también a la idea de organización. Como organizar es un acto,
este acto está referido al tiempo y al espacio porque indica una vivencia tanto
desde la perspectiva existencial como organizacional.
El sufijo ‘al’ da una idea
de movimiento. El movimiento, en tanto que acción, es un acto que recuerda la
idea de organización (composición) que efectivamente se sostiene en un contexto
dado. Un cuerpo es en tanto permanece la composición basada en la relación de
reposo y movimiento según Spinoza (1677/1980). Esta idea se refiere también a
un cuerpo social. En este contexto, una organización es un emprender, un
instituir o un estructurarse a partir de un valor que se le da a algo basado en
la posibilidad de extender la existencia y permite aumentar la potencia de la
composición para perseverar en dicho acto.
El punto de unión entre
‘liderazgo’ y ‘situacional’ es el auctoritas
que permite a alguien conducir para realizar algo que da valor a un cuerpo. Sin
embargo, en este punto concordamos con Arendt (1996) que hay una crisis que
afecta este concepto en el campo de la política debido a que este concepto no está
relacionada con violencia ni con persuasión. Esta crisis es lo que me ha
permitido hacer este cambio de orientación de los conceptos antes señalados en
términos temporales[3].
Auctoritas proviene, en este sentido,
de la palabra ‘auctor’ que denotaba originalmente “Autor, promotor, fundador, garante,
modelo, maestro, que valora una acción o hecho y que impulsa a obrar” en el
sentido de aquellos que inspiraban la construcción y hacían la vida diaria, y
estaba emparentada, según Arendt, con el verbo augere (aumentar). Por ello agregó que “la autoridad o los que
tienen autoridad aumentan constantemente es la fundación” de un cuerpo político
ya creado (Ibíd.:133).
Esta auctoritas provenía, en parte, de la tradición generada a partir de
una fundación, por lo que ésta “tenía sus raíces en el pasado”, pero en nuestro
caso no está referido a un pasado en particular, sino a un ideal republicano
que se inculcó en el pasado y ha estado en el espíritu de los venezolanos desde
el momento en que empezaron a valerse por sí mismo, pero que nunca se ha
concretado[4]. Arendt en su obra se está
refiriendo a la autoridad de los fundadores, específicamente de Roma, nosotros
aquí estamos pensando en producir algo nuevo haciendo efectivo el ideal con una
nueva praxis política a partir del concepto de multitud siguiendo al efecto una
concepción spinozista apartada de la visión hardtnegriana (Hardt y Negri, 2009).
Aquí es donde comienza mi desplazamiento. Estoy buscando apelar, no a la
tradición, sino al ideal no concretado gracias a la unión, o mejor dicho, la
liga de saber teórico y praxis con el fin de producir una acción política
efectiva que pueda sostenerse en el tiempo. Es decir, crear las condiciones de
posibilidad de producir una trinidad conformada, en primer lugar, por el ideal
republicano nunca alcanzado emparentado con un saber existente en sentido general
a partir de una experiencia histórica común, en segundo lugar, por la praxis,
en sentido aristotélico y spinoziano, para enfatizar en la necesidad de hacer pivotear
esta trinidad sobre el concepto de excelencia, y, en tercer lugar, la liga de
ambas con el fin de pensar en las condiciones de posibilidad de fundar un nuevo
concepto de auctoritas en el país basado
en una experiencia común que a pesar de las vicisitudes que hemos vivido no ha
provocado todavía fragmentación y aislamiento y, posteriormente permitir la religa
con los principios establecidos favoreciendo la convivencia y estabilidad de un
nuevo orden político donde el poder vinculante descanse en esa trinidad y en la
voluntad de no repetir los errores del pasado ya dentro de una perspectiva
republicana.
Como este religarse no está
relacionado con la iglesia y teniendo presente que la iglesia católica,
siguiendo a Arendt, tomó el ideal fundacional romano que contenía la expresión
‘auctoritas’ generando con el tiempo
la distinción entre autoridad (sagrada o espiritual) y poder (real), Weber,
mucho antes, produjo una tipología del concepto de autoridad que evidenciaba la
perdida de la autoridad que hemos presenciado en el campo de la política.
Según Weber (1922/1994), la
autoridad puede ser racional, tradicional y carismática. La racional descansa en la creencia en la
legalidad de las ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los
llamados por esas ordenaciones a ejercer autoridad (Autoridad legal). Se
obedece a ordenaciones impersonales y objetivas legalmente estatuidas, en un
círculo de competencias. La tradicional
descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que
rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa
tradición para ejercer la autoridad (Autoridad tradicional). Se obedece a la
persona del señor llamado por la tradición y vinculado por ella (en su ámbito)
por motivos de piedad en el círculo de lo que es consuetudinario. La carismática, descansa en la entrega
extra-cotidiana a la santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las
ordenaciones por ella creadas o reveladas (Autoridad Carismática). Se obedece
al conductor por razones de confianza personal, en un círculo en que la fe en
su carisma tiene validez mientras esta exista (Ibíd.).
Teniendo esta tipología en
mente, podemos decir que el concepto de autoridad se fundamenta en la capacidad
transformacional, organizacional, transaccional y formal o informal que está
relacionada con un hecho fundacional caracterizado porque el que pasa a ser
investido de auctoritas no tiene
poder, sino que tiene un algo cuya no consideración impediría un ‘aumento’ en
un sentido general del termino (vida, felicidad, libertad, etc.). La capacidad transformacional
estaría focalizada en la trinidad antes indicada con el fin de establecer
relaciones, de otorgar mayor significado a las actividades independientes y
generar las condiciones para incluir más seguidores en un proceso de cambios
dentro de un contexto cambiante. La organizacional está focalizada en el
aprendizaje continuo dentro de un rol específico dentro de una organización. La
transaccional en la relación entre conductores y conducidos a partir del
reconocimiento de una situación contingente. Y la formal e informal está
focalizada en la relación existente entre la autoridad racional y tradicional y
la capacidad para ser efectivo y eficiente en el cumplimiento de un rol
asignado.
Teniendo este análisis
presente, podemos volver a los conceptos de ‘liderazgo’ y ‘situacional’. Así
pues, hablar de liderazgo situacional es redundante debido a que ‘liderazgo’
refiere a un ser que conduce y ‘situacional’ a una situación existencial que
proyecta a un hombre y/o un grupo en un horizonte espacio-temporal para
asegurar su permanencia. Nosotros preferimos usar la expresión ‘auctoritas
situacional’ debido a que el contexto espaciotemporal lo va a diferenciar de la
autoridad carismática en el sentido que no va a estar concentrada en un
individuo, desde la perspectiva schmittiana o laclauiana, sino en muchos auctores
carismáticos de manera simultánea[5].
La auctoritas situacional es entonces una conceptualización dinámica
para la conducción en múltiples contextos, de manera simultánea, donde la eficacia
va a depender primordialmente del convencimiento personal del auctor sobre la importancia del
cumplimiento de un rol determinado, en un contexto dado, para alcanzar un fin y
el bienestar de los hombres que aceptan estar dentro de una estructura
determinada por una situación que, como ya indicamos, puede hacer que la auctoritas cambie como consecuencia de
la necesidad de preservar la estructura cooperativa. Consiste,
consecuentemente, en la conducción y desarrollo de un ciclo, el cual se inicia
con un diagnóstico sobre una situación y el nivel de apresto del individuo para
emprender una tarea o misión, continua con la aplicación de un modo de conducción
adecuado al diagnóstico hecho para cumplir la misión que se ha establecido y de
ser posible, con la satisfacción de las expectativas de los miembros de la
estructura cooperativa con el objeto de incrementar su potencia para perseverar
en su propia existencia individual y organizacional.
Con esta tipología podemos
afirmar que la auctoritas situacional
se basa en mantener un equilibrio entre dos tipos de comportamiento que ejerce
un auctor para adaptarse al nivel de
desarrollo de una acción de un grupo dentro de una organización que en nuestro
caso es ad hoc, es decir, el de
inspirar y el de cooperar en función de sus capacidades. Para ello, siguiendo a
Watkins (2012), un auctor debe ser:
•
Especialista en generalizar para evaluar y
poder autoevaluarse.
•
Analista para posibilitar la generación de un
conocimiento colectivo mediante una episteme social que permita la solución de
problemas complejos.
•
Capaz de percibir patrones en ambientes
complejos para anticipar e influenciar las reacciones claves de agentes
externos en una estructura cooperativa.
•
Capaz de comprender y diseñar estructuras
organizacionales adaptativas que se adecuen a un contexto de cambios.
•
Capaz de solucionar problemas a partir del
establecimiento de cursos de acción apropiados que permitan focalizar elementos
claves.
•
Capaz de actuar proactivamente de forma
persuasiva en ambientes compartidos y de desarrollar y fomentar la iniciativa.
•
Dar el ejemplo exhibiendo una conducta inspiradora
dentro de los grupos de acción.
Estas características deben
ser complementadas con la adopción de unos principios basados en la
comunicación que nos permitirán más adelante introducir el concepto de stigmergy. Groysberg y Slind (2012) los
han descrito como se mencionan a continuación:
• Obrar
con la verdad y oír bien para posibilitar la cooperación.
• Interactividad,
o sea promover dialogo.
• Inclusión,
es decir, expandir (aumentar) los roles de los miembros y los miembros de la
organización.
• Intencionalidad,
es decir, actuar en función de la estrategia organizacional para alcanzar el
objetivo propuesto.
La característica esencial de un auctor
situacional es que crea y hace estable una organización dinámica
indiferentemente del contexto en que se encuentre. Por ello vamos a referirnos
ahora a la articulación horizontal para la conformación de organizaciones que
persiguen un propósito específico de modo que sea posible hacer comprender la
estabilidad a la cual me estoy refiriendo.
Articulación horizontal por intermedio de la
epistemología social.
La articulación horizontal que describí como estrategia del enjambre en
“Acerca del Plan Zamora…” hace
necesario explicarla entonces desde la auctoritas
situacional. Para ello vamos a comenzar con el concepto de ‘enjambre’. El
concepto de enjambre fue desarrollado por Arquilla y Ronfeldt para denotar una
forma de combatir que había sido producto de un proceso evolutivo de naturaleza
histórica. Este término establece una analogía biológica que expresa la
existencia de un patrón de ataque donde singularidades dispersas en un tejido
dado convergen (en red) en un mismo blanco desde diferentes direcciones con el
fin de mantener una presión sostenida[6].
Sus principios para la acción son: horizonte compartido e intercambio de
acontecimientos y afectos que permiten actuar de forma cooperativa (Blanco,
2016).
Visto así, el enjambre es una forma de auto-organización que persigue
asegurar la supervivencia de un grupo. Esta auto-organización se expresa
mediante la conformación de paredes de protección que hace que un grupo actúe
como un tejido que sostiene dichas paredes y permite a su vez, la construcción
de nuevos patrones de comportamiento grupales (Ibíd.). La forma en que se produce
la comunicación que permite la autoorganización se denomina stigmergy, es decir un modo de
comunicación indirecta basado en la modificación del ambiente que permite que
un cambio de conducta individual sea percibido por un grupo de modo que estos adapten
sus acciones a las nuevas circunstancias. Aquí es donde se circunscribe el auctoritas situacional. Esta auctoritas generada mediante el stigmergy produce un testimonio,
cooperación y espacio de reunión que comprenden en su conjunto lo que se ha
denominado epistemología social
(Ibíd.)[7]. Esta
forma de epistemología social es una estructura
cooperativa desarrollada de abajo hacia arriba, es decir, desde pequeños grupos
hasta grandes conjuntos sociales que desde un orden impuesto puede observarse
como un no-orden, caos, pero desde la perspectiva social tiene el germen de una
democracia constitutiva.
Esta organización desde la perspectiva cooperativa es una organización
informal que transversaliza una estructura formal, creando las condiciones de posibilidad
de hacerla colapsar. Pero veamos ahora qué entiendo por organización desde una
perspectiva cooperativa apoyándome al respecto en C. Barnard.
Barnard (1938/1968) ha
afirmado que las organizaciones son un sistema social cooperativo, es decir, un
sistema de actividades o fuerzas sociales, biológicas y físicas conscientemente
coordinadas que se mantiene en equilibrio desde el punto de vista interno como
externo para alcanzar un objetivo. Para que esta cooperación sea posible es
necesario asegurar el equilibrio entre las restricciones que impone la
organización formal y las demandas que provienen de grupos informales, que
hemos señalado como organización informal. La organización informal se
diferencia de la organización formal en que la cooperación entre los individuos
es más inconsciente y espontánea. Es decir, es aquella relación social basada
en un conjunto de interacciones que no tienen un propósito constituido a partir
de una totalidad trascendente. Este tipo de organización se caracteriza por ser
indefinida, es decir, a-significante, a-centrada y a-jerárquica en relación con
la estructura formal y por ser de una densidad producida por los efectos de su
relación con el entorno social del cual forma parte (Ibíd.:114-115). Este
aspecto es el que nos interesa destacar debido a que una estructura cooperativa
dentro de un contexto de cambios sólo es posible desde una perspectiva informal
debido a que la estructura se va a conformar como una entidad actual, en sentido whiteheadano (Whitehead, 1928/1956) o un
rizoma como nos lo ha indicado
Deleuze y Guattari (2008), donde la auctoritas
situacional y la comunicación van a ser claves para fomentar la cooperación.
Estas estructuras se van a ir autoorganizando en base a la cooperación para
autosostenerse en la medida en que se procede a alcanzar un fin dado o cuando
cese una situación contingente.
Las organizaciones
informales al ser ad hoc, su duración
va a estar determinada por la duración de la contingencia. La cooperación, en
este contexto, supone la acción frente a una situación contingente que puede
dar origen a una estructura permanente mediante procesos de carácter abductivo
tal como lo ha explicado Gil (2014) siguiendo a Peirce (1931/1994)[8] y Duggan (2007)[9]. Esta estructura
permanente se enmarca en la praxis política entendida como aquella que tiene
como fin la acción en sí misma, es decir, el acto organizativo. En este
contexto, la auctoritas situacional
no es fija, va a depender de las competencias de cada uno de los miembros de
una estructura, por los que sus integrantes, es decir, la multitud, de alguna u
otra manera van a ser expresión de la autoridad, en la medida en que cada
miembro coopere en la solución de un problema solo posible de solucionarlo de
manera grupal. Si ello es posible se puede hablar que se encuentra en gestación,
desde una perspectiva fundacional vista como una entidad actual que debe buscar
ser auto-perpetuante, una organización auto-sostenible.
Teniendo estos dos autores
presentes, Gil (2014) ha expresado que la intuición estratégica tiene tres
rasgos característicos que pueden ayudar a la solución de problemas: desde el punto
de vista epistemológico se basa en la inferencia abductiva, desde la
perspectiva anticipatoria se fundamenta en la lógica de la efectuación asociada
al logro en función de los medios disponibles y, desde una mirada estructural,
es de naturaleza sistémica, fundada en la posibilidad de actuar desde un punto
de aplicación o apalancamiento que un auctor
situacional es capaz de visualizar.
Al ser este tipo de organización un sistema
auto-organizado y basado en la cooperación, su fortaleza se evidencia en la
fuerza de voluntad de los sujetos integrados dentro de este sistema cooperativo
para mantener la cooperación. En este sentido, la voluntad depende de la
creencia de que el propósito va a ser alcanzado y en la fe en el camino seguido
para alcanzar dicho propósito y de ello depende que un auctor situacional sea capaz de llevarla a cabo produciendo una
dinámica que puede ser vista como un flujo producido por la abducción y la
efectuación que genera una estructura sistémica. Vamos ahora a examinar la
naturaleza de este flujo que para nuestros efectos deben ser destructivos y
creativos.
Flujo de destrucción y máquina de guerra contra la tiranía
La estructura auto-organizada posibilitada por auctoritas situacionales actuando, gracias al stigmergy, como un flujo puede ser explicada de forma científica y fenomenológica.
Veámoslo a continuación y lo que ello significa.
Desde el punto de vista científico, Boyd estableció unos patrones de acción en una
situación de confrontación bélica siguiendo al respecto, en primer lugar, el
Teorema de Gödel, en segundo lugar, el principio de indeterminación o
incertidumbre de Heisenberg y, en último lugar, la primera y segunda ley de la
termodinámica. En relación con el Teorema de Gödel[10],
este pensador hizo una diferenciación entre la consistencia de un concepto y la
consistencia de un hacer, es decir, hizo un emparejamiento entre realidad
observada y el concepto que describe esa realidad. Él creyó que si se asumía
como resultado previo un esfuerzo de deducción se podría obtener de forma no
diferenciada una observación dentro de un contexto de experimentación. A partir
de este criterio, siguiendo a Heisenberg, a nivel de partículas en un medio
continuo, consideró que la distinción entre observador y lo observado comienza
a desaparecer y el valor de incertidumbre representa la inhabilidad para
determinar el carácter o naturaleza de un sistema dentro de sí. En estas
circunstancias, el carácter y naturaleza de ese sistema puede ser determinada
(aunque no exactamente) desde el mismo momento que el valor de incertidumbre no
oscurece la conducta del fenómeno observado de una manera general (Blanco, 2016).
Según Boyd,
siguiendo a Gödel, se puede determinar la consistencia de un sistema y por
consiguiente su carácter y naturaleza en términos abstractos. Apoyándose
entonces en Heisenberg y la segunda ley de la termodinámica consideró que cada
esfuerzo por comprender la realidad nos expone a incertidumbre y a la
generación de desorden. Tomados todos en conjunto, cada esfuerzo continuado y
orientado hacia el interior de un sistema mejora el desarrollo de un concepto
y, en este contexto, la incertidumbre y desorden generado por un sistema
orientado al interior de otro puede ser desbalanceado hasta su colapso desde
afuera creando un nuevo sistema. La validez del pensamiento de este autor
radica en que con este criterio es posible generar una parálisis estratégica para evitar que un sistema (adversario)
produzca flujos de destrucción o un efectivo sistema de contención. En este
sentido, la parálisis estratégica es
un modo de acción que consiste en operar en un tiempo o ritmo mayor o menor que
el del adversario para hacer aparecer nuestras acciones como impredecibles
generando con ello incertidumbre y desorden (Ibíd.). Un ejemplo del primer caso
es la Blitzkrieg realizada mediante
la aplicación del concepto de auftragtaktik[11].
Del segundo, la teoría de la guerra prolongada y sus variantes y
actualizaciones.
Generar un
flujo bélico, siguiendo a Boyd, es adecuar la relación de pérdida y
aprovechamiento máximo de la energía de dicho flujo para reducir la fricción y
vencer la resistencia que representa el sistema de contención o de contraflujo
del adversario dentro de un contexto de acción recíproca. La dificultad que
presenta la tesis de este autor radica en considerar la guerra dentro de un
marco referencial delimitado por un sistema de coordenadas basado en el espacio
y el tiempo cuando la realidad de este fenómeno está determinada por la misma
entidad que establece el plano de referencia, es decir, la política. De igual
forma y en nuestro caso, lo que se busca es crear las condiciones de posibilidad
para crear una parálisis estratégica desde adentro que produzca un colapso
sistémico.
De modo fenomenológico Deleuze y Guattari indicaron que un flujo de
destrucción, entendido como una máquina
de guerra, posee cuatro características que nos sirven para explicar cómo
una multiplicidad basada en el auctoritas
situacional puede operar como un enjambre. Para DyG, la máquina de guerra se caracteriza desde
la perspectiva epistémica por ser expresión de un modelo: en primer lugar,
“hidráulico”: el flujo es su realidad o consistencia, en segundo lugar, “de
devenir y heterogeneidad”: es de una naturaleza atómica donde cada átomo opera
a su libre albedrío, en tercer lugar, “turbulento”: porque es efecto del paso
de “la turba al turbo”, es decir, del paso de “las bandas o manadas de átomos a
las grandes organizaciones turbulentas” y en cuarto lugar, es “problemático”
porque se parte de la superación de los obstáculos a partir de la consideración
de estos en función de los afectos que producen (2008:368). La ventaja de esta
tesis es que explica, a partir de una consideración histórica, cómo opera una
multiplicidad que desde el punto de vista político puede actuar como una
multitud.
Teniendo esto presente se puede afirmar que ninguna de las dos formas
expresan el comportamiento de una tiranía. Una tiranía se comporta como una
estructura de contención que busca evitar que se creen internamente o que se
presenten externamente estos dos tipos de flujos tanto por exceso como por
defecto debido a que se caracterizan por la a-rostridad, es decir, por la
incapacidad de identificar un líder o una autoridad situacional. Por ello, la
tiranía busca penetrar los grupos que pueden amenazarlos para corromperlos
estructuralmente y hacerlos predecibles y en ello han sido altamente efectivos.
En nuestro caso, generando una sumatoria de flujos en pequeña escala de
forma simultánea y sostenida por auctoritas
situacionales, sin rostro, podrían ocasionar, operando como una multitud,
una parálisis estratégica superior a la acaecida durante la ofensiva Tet que
podría generar las condiciones de posibilidad de pensar en una trinidad, como
la antes referida, que pueda constituir una república.
En este contexto, auctoritas
situacional, estrategia del enjambre y voluntad para la cooperación y la
acción política en sentido amplio son los fundamentos de la nueva venezolanidad.
BIBLIOGRAFÍA
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[1] Ver al respecto: [Documento en
Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/06/acerca-del-plan-zamora-de-la-unicidad.html
[2] Ver al respecto: Otero y
González (2013).
[3] Para Arendt está relacionada con
el pasado, mi intención es asociarla con entidades actuales en sentido
whiteheadano.
[4] Aquí quiero destacar que este
‘valerse’ fue un proceso que se inició al menos efectivamente desde el año 1739
con la guerra hispano-inglesa y ha sido interrumpido en distintos momentos de
nuestra historia desde el año 1811. Uso
esta fecha debido a que con el ataque a la Guaira y Puerto Cabello (dentro del
marco de esta guerra) los habitantes de lo que hoy es Venezuela echaron a un
lado sus diferencias para defenderse de un enemigo común. Con este hecho fue
que comenzó la praxis política en
Venezuela. Ver al respecto: “Los Ataques Ingleses a las costas de Venezuela entre
1739-1743 y los orígenes de la venezolanidad”. Caracas. [Documento en Línea].
Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2015/01/los-ataques-ingleses-las-costas-de.html
[5] Ver al respecto: Blanco (2014).
[6] El artífice de esta nueva
concepción biológica fue J. J. Üxküll siguiendo al efecto la Crítica de la
facultad de juzgar teleológica kantiana.
[7] La epistemología social es el
estudio de las dimensiones sociales del conocimiento o información. Sobre este
tema, ver también: (2015) “Comentarios sobre La Epistemología Social”. Caracas. [Documento en Línea].
Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2015/12/comentarios-sobre-la-epistemologia.html
[8] Para Peirce (1931/1994) la
abducción se produce cuando se está enfrente de una situación que permanece
oculta y debe ser develada y sólo se manifiesta bajo signos observables no
necesariamente asimilados al efecto o a la causa permitiendo con ello
introducir una idea nueva.
[9] Duggan, por su parte, cree que
la intuición estratégica, entendida como acto de creación, está compuesta por
cuatro elementos fundamentales: en primer lugar, conocimiento de la historia,
en segundo lugar, una mente libre de todo prejuicio, en tercer lugar, capacidad
para traer al presente las experiencias históricas combinándolas en un nuevo
concepto y por último, capacidad para aplicar el nuevo concepto para resolver
una situación problemática (2007:57-65).
[10] Este autor alertó sobre las
limitaciones en el tratamiento del problema de la verdad en el proceso que se
llevó a cabo para unificar las ciencias al indicar, en primer lugar, que no
todo lo verdadero es demostrable, en segundo lugar, no había cálculo que supliera
la semántica (hay lenguaje donde lo que se puede deducir es verdadero) y, en
tercer lugar, la consistencia entre deducciones y razonamientos, en términos
aristotélicos, sólo podría obtenerse si se especifica en qué lógica se está
trabajando.
[11] Auftragstaktik es una forma de acción que reduce la fricción y la
oposición para que un flujo bélico se mantenga como un medio continuo desde el
punto de vista molecular, mediante la deducción rápida de todas las opciones
posibles en una situación determinada a partir de la iniciativa y un control
descentralizado. Desde esta perspectiva puede ser visto como una forma de stigmergy producido de forma artificial.
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