miércoles, 1 de noviembre de 2017

AUCTORITAS SITUACIONAL, MULTITUD Y COLAPSO SISTÉMICO


En el post relacionado con "Acerca del Plan Zamora: de la unicidad de la tiranía a la multiplicidad del enjambre"[1] trate de desarrollar un 'cómo' para hacer efectiva la restitución del orden político venezolano roto visiblemente en marzo del presente año 2017 como medio para reconstruir una nueva república venezolana. El propósito fue proponer la creación de una estructura aplanada que permitiera el máximo de flexibilidad e iniciativa para diseñar y ejecutar acciones de forma múltiple que provocasen un colapso sistémico. Sobre quién diseñaría y ejecutaría dichas acciones mencioné a las singularidades que operando en común conforman una multitud. Me faltó describir el carácter de estas singularidades y cómo lograr una coordinación horizontal entre ellas desde la perspectiva de la multitud para alcanzar el propósito que se establezca desde una perspectiva táctico-estratégica. Por ello vamos, en primer lugar, a describir algo que he denominado auctoritas situacional, luego su modo de articulación horizontal en algo que en principio denominaremos epistemología social y finalmente abordaremos cómo articular auctoritas situacional y epistemología social en algo que denominaremos flujo de destrucción por intermedio de una máquina de guerra.
Auctoritas situacional
En el ámbito de la gestión empresarial se ha desarrollado un concepto que se ha conocido como liderazgo situacional que nos va a servir para desarrollar el concepto de auctoritas situacional. Existe una amplia literatura sobre liderazgo situacional basada en la aplicación de un concepto a una estructura formal con el fin de hacerla más efectiva[2]. Mi propósito es examinar los conceptos que conforman la composición ‘liderazgo situacional’ es decir, 'liderazgo' y 'situacional' para conformar estructuras informales o ad hoc que incubadas en estructuras formales puedan provocar un colapso sistémico.
‘Liderazgo’ es una palabra que denota ‘condición de líder’ y ‘líder’ es una expresión que refiere, entre otras cosas, “director, jefe, guía o conductor… de un grupo”. Nos interesa destacar la palabra ‘conductor’. ‘Conductor´ es una composición de ‘con’ y ‘ductor’ que refiere “guiar o dirigir…, hacer seguir y llevar hacia”, lo cual supone que se haga tras del que conduce, a lo largo de un camino y/o por intermedio de una disposición. Esta conducción se logra tras una relación social que puede ser afectiva, racional o tradicional siguiendo al efecto los criterios de Weber (1922/1994) que explicaremos más adelante. Estas formas de relación social se expresan en una organización entendida como acto. Esta organización puede ser una empresa (para obtener fines de modo continuo), un Instituto (mediante ordenaciones otorgadas), una sociedad (polis) (mediante la complementación de intereses) y/o una república como expresión de un orden social donde todos sus miembros compartan funciones de gobierno.
En relación con la palabra ‘situacional’ es de mencionar que esta es también producto de una composición generada por adopción de un anglicanismo. Así pues, podemos descomponer esta palabra en ‘situación’ y ‘al’ para los efectos de la presente reinterpretación. En este sentido, ‘situación’ es efecto de ‘situar’ que es en sí un estado o constitución de las personas y las cosas. ‘Situar’ proviene de la expresión latina ‘situs’ y esta palabra con el prefijo ‘ex’ significa ‘originarse’ y ‘auto-referirse’. Esta palabra remite a la expresión ‘existencia’. La existencia es un estar siendo que remite a las intuiciones puras de tiempo y de espacio en sentido kantiano así como también a la idea de organización. Como organizar es un acto, este acto está referido al tiempo y al espacio porque indica una vivencia tanto desde la perspectiva existencial como organizacional.
El sufijo ‘al’ da una idea de movimiento. El movimiento, en tanto que acción, es un acto que recuerda la idea de organización (composición) que efectivamente se sostiene en un contexto dado. Un cuerpo es en tanto permanece la composición basada en la relación de reposo y movimiento según Spinoza (1677/1980). Esta idea se refiere también a un cuerpo social. En este contexto, una organización es un emprender, un instituir o un estructurarse a partir de un valor que se le da a algo basado en la posibilidad de extender la existencia y permite aumentar la potencia de la composición para perseverar en dicho acto.
El punto de unión entre ‘liderazgo’ y ‘situacional’ es el auctoritas que permite a alguien conducir para realizar algo que da valor a un cuerpo. Sin embargo, en este punto concordamos con Arendt (1996) que hay una crisis que afecta este concepto en el campo de la política debido a que este concepto no está relacionada con violencia ni con persuasión. Esta crisis es lo que me ha permitido hacer este cambio de orientación de los conceptos antes señalados en términos temporales[3]. Auctoritas proviene, en este sentido, de la palabra ‘auctor’ que denotaba originalmente “Autor, promotor, fundador, garante, modelo, maestro, que valora una acción o hecho y que impulsa a obrar” en el sentido de aquellos que inspiraban la construcción y hacían la vida diaria, y estaba emparentada, según Arendt, con el verbo augere (aumentar). Por ello agregó que “la autoridad o los que tienen autoridad aumentan constantemente es la fundación” de un cuerpo político ya creado (Ibíd.:133).
Esta auctoritas provenía, en parte, de la tradición generada a partir de una fundación, por lo que ésta “tenía sus raíces en el pasado”, pero en nuestro caso no está referido a un pasado en particular, sino a un ideal republicano que se inculcó en el pasado y ha estado en el espíritu de los venezolanos desde el momento en que empezaron a valerse por sí mismo, pero que nunca se ha concretado[4]. Arendt en su obra se está refiriendo a la autoridad de los fundadores, específicamente de Roma, nosotros aquí estamos pensando en producir algo nuevo haciendo efectivo el ideal con una nueva praxis política a partir del concepto de multitud siguiendo al efecto una concepción spinozista apartada de la visión hardtnegriana (Hardt y Negri, 2009). Aquí es donde comienza mi desplazamiento. Estoy buscando apelar, no a la tradición, sino al ideal no concretado gracias a la unión, o mejor dicho, la liga de saber teórico y praxis con el fin de producir una acción política efectiva que pueda sostenerse en el tiempo. Es decir, crear las condiciones de posibilidad de producir una trinidad conformada, en primer lugar, por el ideal republicano nunca alcanzado emparentado con un saber existente en sentido general a partir de una experiencia histórica común, en segundo lugar, por la praxis, en sentido aristotélico y spinoziano, para enfatizar en la necesidad de hacer pivotear esta trinidad sobre el concepto de excelencia, y, en tercer lugar, la liga de ambas con el fin de pensar en las condiciones de posibilidad de fundar un nuevo concepto de auctoritas en el país basado en una experiencia común que a pesar de las vicisitudes que hemos vivido no ha provocado todavía fragmentación y aislamiento y, posteriormente permitir la religa con los principios establecidos favoreciendo la convivencia y estabilidad de un nuevo orden político donde el poder vinculante descanse en esa trinidad y en la voluntad de no repetir los errores del pasado ya dentro de una perspectiva republicana.
Como este religarse no está relacionado con la iglesia y teniendo presente que la iglesia católica, siguiendo a Arendt, tomó el ideal fundacional romano que contenía la expresión ‘auctoritas’ generando con el tiempo la distinción entre autoridad (sagrada o espiritual) y poder (real), Weber, mucho antes, produjo una tipología del concepto de autoridad que evidenciaba la perdida de la autoridad que hemos presenciado en el campo de la política.   
Según Weber (1922/1994), la autoridad puede ser racional, tradicional y carismática. La racional descansa en la creencia en la legalidad de las ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer autoridad (Autoridad legal). Se obedece a ordenaciones impersonales y objetivas legalmente estatuidas, en un círculo de competencias. La tradicional descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa tradición para ejercer la autoridad (Autoridad tradicional). Se obedece a la persona del señor llamado por la tradición y vinculado por ella (en su ámbito) por motivos de piedad en el círculo de lo que es consuetudinario. La carismática, descansa en la entrega extra-cotidiana a la santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas (Autoridad Carismática). Se obedece al conductor por razones de confianza personal, en un círculo en que la fe en su carisma tiene validez mientras esta exista (Ibíd.).
Teniendo esta tipología en mente, podemos decir que el concepto de  autoridad se fundamenta en la capacidad transformacional, organizacional, transaccional y formal o informal que está relacionada con un hecho fundacional caracterizado porque el que pasa a ser investido de auctoritas no tiene poder, sino que tiene un algo cuya no consideración impediría un ‘aumento’ en un sentido general del termino (vida, felicidad, libertad, etc.). La capacidad transformacional estaría focalizada en la trinidad antes indicada con el fin de establecer relaciones, de otorgar mayor significado a las actividades independientes y generar las condiciones para incluir más seguidores en un proceso de cambios dentro de un contexto cambiante. La organizacional está focalizada en el aprendizaje continuo dentro de un rol específico dentro de una organización. La transaccional en la relación entre conductores y conducidos a partir del reconocimiento de una situación contingente. Y la formal e informal está focalizada en la relación existente entre la autoridad racional y tradicional y la capacidad para ser efectivo y eficiente en el cumplimiento de un rol asignado.
Teniendo este análisis presente, podemos volver a los conceptos de ‘liderazgo’ y ‘situacional’. Así pues, hablar de liderazgo situacional es redundante debido a que ‘liderazgo’ refiere a un ser que conduce y ‘situacional’ a una situación existencial que proyecta a un hombre y/o un grupo en un horizonte espacio-temporal para asegurar su permanencia. Nosotros preferimos usar la expresión ‘auctoritas situacional’ debido a que el contexto espaciotemporal lo va a diferenciar de la autoridad carismática en el sentido que no va a estar concentrada en un individuo, desde la perspectiva schmittiana o laclauiana, sino en muchos auctores carismáticos de manera simultánea[5]
La auctoritas situacional es entonces una conceptualización dinámica para la conducción en múltiples contextos, de manera simultánea, donde la eficacia va a depender primordialmente del convencimiento personal del auctor sobre la importancia del cumplimiento de un rol determinado, en un contexto dado, para alcanzar un fin y el bienestar de los hombres que aceptan estar dentro de una estructura determinada por una situación que, como ya indicamos, puede hacer que la auctoritas cambie como consecuencia de la necesidad de preservar la estructura cooperativa. Consiste, consecuentemente, en la conducción y desarrollo de un ciclo, el cual se inicia con un diagnóstico sobre una situación y el nivel de apresto del individuo para emprender una tarea o misión, continua con la aplicación de un modo de conducción adecuado al diagnóstico hecho para cumplir la misión que se ha establecido y de ser posible, con la satisfacción de las expectativas de los miembros de la estructura cooperativa con el objeto de incrementar su potencia para perseverar en su propia existencia individual y organizacional.
Con esta tipología podemos afirmar que la auctoritas situacional se basa en mantener un equilibrio entre dos tipos de comportamiento que ejerce un auctor para adaptarse al nivel de desarrollo de una acción de un grupo dentro de una organización que en nuestro caso es ad hoc, es decir, el de inspirar y el de cooperar en función de sus capacidades. Para ello, siguiendo a Watkins (2012), un auctor debe ser:
        Especialista en generalizar para evaluar y poder autoevaluarse.
        Analista para posibilitar la generación de un conocimiento colectivo mediante una episteme social que permita la solución de problemas complejos.
        Capaz de percibir patrones en ambientes complejos para anticipar e influenciar las reacciones claves de agentes externos en una estructura cooperativa.
        Capaz de comprender y diseñar estructuras organizacionales adaptativas que se adecuen a un contexto de cambios.
        Capaz de solucionar problemas a partir del establecimiento de cursos de acción apropiados que permitan focalizar elementos claves.
        Capaz de actuar proactivamente de forma persuasiva en ambientes compartidos y de desarrollar y fomentar la iniciativa.
        Dar el ejemplo exhibiendo una conducta inspiradora dentro de los grupos de acción.
Estas características deben ser complementadas con la adopción de unos principios basados en la comunicación que nos permitirán más adelante introducir el concepto de stigmergy. Groysberg y Slind (2012) los han descrito como se mencionan a continuación:
     Obrar con la verdad y oír bien para posibilitar la cooperación.
     Interactividad, o sea promover dialogo.
     Inclusión, es decir, expandir (aumentar) los roles de los miembros y los miembros de la organización.
     Intencionalidad, es decir, actuar en función de la estrategia organizacional para alcanzar el objetivo propuesto.
La característica esencial de un auctor situacional es que crea y hace estable una organización dinámica indiferentemente del contexto en que se encuentre. Por ello vamos a referirnos ahora a la articulación horizontal para la conformación de organizaciones que persiguen un propósito específico de modo que sea posible hacer comprender la estabilidad a la cual me estoy refiriendo.
Articulación horizontal por intermedio de la epistemología social.
La articulación horizontal que describí como estrategia del enjambre en “Acerca del Plan Zamora…” hace necesario explicarla entonces desde la auctoritas situacional. Para ello vamos a comenzar con el concepto de ‘enjambre’. El concepto de enjambre fue desarrollado por Arquilla y Ronfeldt para denotar una forma de combatir que había sido producto de un proceso evolutivo de naturaleza histórica. Este término establece una analogía biológica que expresa la existencia de un patrón de ataque donde singularidades dispersas en un tejido dado convergen (en red) en un mismo blanco desde diferentes direcciones con el fin de mantener una presión sostenida[6]. Sus principios para la acción son: horizonte compartido e intercambio de acontecimientos y afectos que permiten actuar de forma cooperativa (Blanco, 2016).
Visto así, el enjambre es una forma de auto-organización que persigue asegurar la supervivencia de un grupo. Esta auto-organización se expresa mediante la conformación de paredes de protección que hace que un grupo actúe como un tejido que sostiene dichas paredes y permite a su vez, la construcción de nuevos patrones de comportamiento grupales (Ibíd.). La forma en que se produce la comunicación que permite la autoorganización se denomina stigmergy, es decir un modo de comunicación indirecta basado en la modificación del ambiente que permite que un cambio de conducta individual sea percibido por un grupo de modo que estos adapten sus acciones a las nuevas circunstancias. Aquí es donde se circunscribe el auctoritas situacional. Esta auctoritas generada mediante el stigmergy produce un testimonio, cooperación y espacio de reunión que comprenden en su conjunto lo que se ha denominado epistemología social (Ibíd.)[7]. Esta forma de epistemología social es una estructura cooperativa desarrollada de abajo hacia arriba, es decir, desde pequeños grupos hasta grandes conjuntos sociales que desde un orden impuesto puede observarse como un no-orden, caos, pero desde la perspectiva social tiene el germen de una democracia constitutiva.
Esta organización desde la perspectiva cooperativa es una organización informal que transversaliza una estructura formal, creando las condiciones de posibilidad de hacerla colapsar. Pero veamos ahora qué entiendo por organización desde una perspectiva cooperativa apoyándome al respecto en C. Barnard.
Barnard (1938/1968) ha afirmado que las organizaciones son un sistema social cooperativo, es decir, un sistema de actividades o fuerzas sociales, biológicas y físicas conscientemente coordinadas que se mantiene en equilibrio desde el punto de vista interno como externo para alcanzar un objetivo. Para que esta cooperación sea posible es necesario asegurar el equilibrio entre las restricciones que impone la organización formal y las demandas que provienen de grupos informales, que hemos señalado como organización informal. La organización informal se diferencia de la organización formal en que la cooperación entre los individuos es más inconsciente y espontánea. Es decir, es aquella relación social basada en un conjunto de interacciones que no tienen un propósito constituido a partir de una totalidad trascendente. Este tipo de organización se caracteriza por ser indefinida, es decir, a-significante, a-centrada y a-jerárquica en relación con la estructura formal y por ser de una densidad producida por los efectos de su relación con el entorno social del cual forma parte (Ibíd.:114-115). Este aspecto es el que nos interesa destacar debido a que una estructura cooperativa dentro de un contexto de cambios sólo es posible desde una perspectiva informal debido a que la estructura se va a conformar como una entidad actual, en sentido whiteheadano (Whitehead, 1928/1956) o un rizoma como nos lo ha indicado Deleuze y Guattari (2008), donde la auctoritas situacional y la comunicación van a ser claves para fomentar la cooperación. Estas estructuras se van a ir autoorganizando en base a la cooperación para autosostenerse en la medida en que se procede a alcanzar un fin dado o cuando cese una situación contingente.
Las organizaciones informales al ser ad hoc, su duración va a estar determinada por la duración de la contingencia. La cooperación, en este contexto, supone la acción frente a una situación contingente que puede dar origen a una estructura permanente mediante procesos de carácter abductivo tal como lo ha explicado Gil (2014) siguiendo a Peirce (1931/1994)[8] y Duggan (2007)[9]. Esta estructura permanente se enmarca en la praxis política entendida como aquella que tiene como fin la acción en sí misma, es decir, el acto organizativo. En este contexto, la auctoritas situacional no es fija, va a depender de las competencias de cada uno de los miembros de una estructura, por los que sus integrantes, es decir, la multitud, de alguna u otra manera van a ser expresión de la autoridad, en la medida en que cada miembro coopere en la solución de un problema solo posible de solucionarlo de manera grupal. Si ello es posible se puede hablar que se encuentra en gestación, desde una perspectiva fundacional vista como una entidad actual que debe buscar ser auto-perpetuante, una organización auto-sostenible.
Teniendo estos dos autores presentes, Gil (2014) ha expresado que la intuición estratégica tiene tres rasgos característicos que pueden ayudar a la solución de problemas: desde el punto de vista epistemológico se basa en la inferencia abductiva, desde la perspectiva anticipatoria se fundamenta en la lógica de la efectuación asociada al logro en función de los medios disponibles y, desde una mirada estructural, es de naturaleza sistémica, fundada en la posibilidad de actuar desde un punto de aplicación o apalancamiento que un auctor situacional es capaz de visualizar.
Al ser este tipo de organización un sistema auto-organizado y basado en la cooperación, su fortaleza se evidencia en la fuerza de voluntad de los sujetos integrados dentro de este sistema cooperativo para mantener la cooperación. En este sentido, la voluntad depende de la creencia de que el propósito va a ser alcanzado y en la fe en el camino seguido para alcanzar dicho propósito y de ello depende que un auctor situacional sea capaz de llevarla a cabo produciendo una dinámica que puede ser vista como un flujo producido por la abducción y la efectuación que genera una estructura sistémica. Vamos ahora a examinar la naturaleza de este flujo que para nuestros efectos deben ser destructivos y creativos.
Flujo de destrucción y máquina de guerra contra la tiranía
La estructura auto-organizada posibilitada por auctoritas situacionales actuando, gracias al stigmergy, como un flujo puede ser explicada de forma científica y fenomenológica. Veámoslo a continuación y lo que ello significa.
Desde el punto de vista científico, Boyd estableció unos patrones de acción en una situación de confrontación bélica siguiendo al respecto, en primer lugar, el Teorema de Gödel, en segundo lugar, el principio de indeterminación o incertidumbre de Heisenberg y, en último lugar, la primera y segunda ley de la termodinámica. En relación con el Teorema de Gödel[10], este pensador hizo una diferenciación entre la consistencia de un concepto y la consistencia de un hacer, es decir, hizo un emparejamiento entre realidad observada y el concepto que describe esa realidad. Él creyó que si se asumía como resultado previo un esfuerzo de deducción se podría obtener de forma no diferenciada una observación dentro de un contexto de experimentación. A partir de este criterio, siguiendo a Heisenberg, a nivel de partículas en un medio continuo, consideró que la distinción entre observador y lo observado comienza a desaparecer y el valor de incertidumbre representa la inhabilidad para determinar el carácter o naturaleza de un sistema dentro de sí. En estas circunstancias, el carácter y naturaleza de ese sistema puede ser determinada (aunque no exactamente) desde el mismo momento que el valor de incertidumbre no oscurece la conducta del fenómeno observado de una manera general (Blanco, 2016).
Según Boyd, siguiendo a Gödel, se puede determinar la consistencia de un sistema y por consiguiente su carácter y naturaleza en términos abstractos. Apoyándose entonces en Heisenberg y la segunda ley de la termodinámica consideró que cada esfuerzo por comprender la realidad nos expone a incertidumbre y a la generación de desorden. Tomados todos en conjunto, cada esfuerzo continuado y orientado hacia el interior de un sistema mejora el desarrollo de un concepto y, en este contexto, la incertidumbre y desorden generado por un sistema orientado al interior de otro puede ser desbalanceado hasta su colapso desde afuera creando un nuevo sistema. La validez del pensamiento de este autor radica en que con este criterio es posible generar una parálisis estratégica para evitar que un sistema (adversario) produzca flujos de destrucción o un efectivo sistema de contención. En este sentido, la parálisis estratégica es un modo de acción que consiste en operar en un tiempo o ritmo mayor o menor que el del adversario para hacer aparecer nuestras acciones como impredecibles generando con ello incertidumbre y desorden (Ibíd.). Un ejemplo del primer caso es la Blitzkrieg realizada mediante la aplicación del concepto de auftragtaktik[11]. Del segundo, la teoría de la guerra prolongada y sus variantes y actualizaciones.
Generar un flujo bélico, siguiendo a Boyd, es adecuar la relación de pérdida y aprovechamiento máximo de la energía de dicho flujo para reducir la fricción y vencer la resistencia que representa el sistema de contención o de contraflujo del adversario dentro de un contexto de acción recíproca. La dificultad que presenta la tesis de este autor radica en considerar la guerra dentro de un marco referencial delimitado por un sistema de coordenadas basado en el espacio y el tiempo cuando la realidad de este fenómeno está determinada por la misma entidad que establece el plano de referencia, es decir, la política. De igual forma y en nuestro caso, lo que se busca es crear las condiciones de posibilidad para crear una parálisis estratégica desde adentro que produzca un colapso sistémico.
De modo fenomenológico Deleuze y Guattari indicaron que un flujo de destrucción, entendido como una máquina de guerra, posee cuatro características que nos sirven para explicar cómo una multiplicidad basada en el auctoritas situacional puede operar como un enjambre. Para DyG, la máquina de guerra se caracteriza desde la perspectiva epistémica por ser expresión de un modelo: en primer lugar, “hidráulico”: el flujo es su realidad o consistencia, en segundo lugar, “de devenir y heterogeneidad”: es de una naturaleza atómica donde cada átomo opera a su libre albedrío, en tercer lugar, “turbulento”: porque es efecto del paso de “la turba al turbo”, es decir, del paso de “las bandas o manadas de átomos a las grandes organizaciones turbulentas” y en cuarto lugar, es “problemático” porque se parte de la superación de los obstáculos a partir de la consideración de estos en función de los afectos que producen (2008:368). La ventaja de esta tesis es que explica, a partir de una consideración histórica, cómo opera una multiplicidad que desde el punto de vista político puede actuar como una multitud.
Teniendo esto presente se puede afirmar que ninguna de las dos formas expresan el comportamiento de una tiranía. Una tiranía se comporta como una estructura de contención que busca evitar que se creen internamente o que se presenten externamente estos dos tipos de flujos tanto por exceso como por defecto debido a que se caracterizan por la a-rostridad, es decir, por la incapacidad de identificar un líder o una autoridad situacional. Por ello, la tiranía busca penetrar los grupos que pueden amenazarlos para corromperlos estructuralmente y hacerlos predecibles y en ello han sido altamente efectivos.
En nuestro caso, generando una sumatoria de flujos en pequeña escala de forma simultánea y sostenida por auctoritas situacionales, sin rostro, podrían ocasionar, operando como una multitud, una parálisis estratégica superior a la acaecida durante la ofensiva Tet que podría generar las condiciones de posibilidad de pensar en una trinidad, como la antes referida, que pueda constituir una república.
En este contexto, auctoritas situacional, estrategia del enjambre y voluntad para la cooperación y la acción política en sentido amplio son los fundamentos de la nueva venezolanidad.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

ARENDT, H. (1996). Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política. Barcelona. (T. A. Poljak). Editorial Peninsula. 317 p

BARNARD, CH. (1938/1968). The Functions of the Executive. Cambridge. Harvard University Press. 334 p.

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DUGGAN, W. (2007). Strategic Intuition. The Creative spark in Human Achievement. New York. Columbia Press Service. 207 p.

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GROYSBERG, B y SLIND, M. (2012). “Leadership Is a Conversation. How to Improve employee engagement and alignment in today’s flatter, more networked organizations”.  Boston. Harvard Business Review. Vol 90. N° 6. 76-84 pp.

HARDT, M y NEGRI, A. (2009). Commonwealth. Cambridge. Belknap Press of Harvard University Press. 434 p..

OTERO, S. y GONZÁLEZ, M (2013). Del Yo al Líder CPC (Creativo-Participativo-Colectivo). Caracas. Editorial Hormiguero. 152 p.

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SPINOZA, B. (1677/1980). Ética demostrada según el Orden Geométrico. Madrid. (T. V. Peña). Ediciones Orbis. 269 p.

WATKINS, M. (2012). “How Managers become Leaders. The seven seismic shifts of perspective and responsibility”. Boston. Harvard Business Review. Vol 90. N° 6. 65-72 pp

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WHITEHEAD, A. (1928/1956). Proceso y Realidad. Buenos Aires. (T. J. Rovira). Editorial Lozada. 475 p.







[2] Ver al respecto: Otero y González (2013).
[3] Para Arendt está relacionada con el pasado, mi intención es asociarla con entidades actuales en sentido whiteheadano.
[4] Aquí quiero destacar que este ‘valerse’ fue un proceso que se inició al menos efectivamente desde el año 1739 con la guerra hispano-inglesa y ha sido interrumpido en distintos momentos de nuestra historia desde el año 1811.  Uso esta fecha debido a que con el ataque a la Guaira y Puerto Cabello (dentro del marco de esta guerra) los habitantes de lo que hoy es Venezuela echaron a un lado sus diferencias para defenderse de un enemigo común. Con este hecho fue que comenzó la praxis política en Venezuela. Ver al respecto: “Los Ataques Ingleses a las costas de Venezuela entre 1739-1743 y los orígenes de la venezolanidad”. Caracas. [Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2015/01/los-ataques-ingleses-las-costas-de.html
[5] Ver al respecto: Blanco (2014).
[6] El artífice de esta nueva concepción biológica fue J. J. Üxküll siguiendo al efecto la Crítica de la facultad de juzgar teleológica kantiana.
[7] La epistemología social es el estudio de las dimensiones sociales del conocimiento o información. Sobre este tema, ver también: (2015) “Comentarios sobre La Epistemología Social”. Caracas. [Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2015/12/comentarios-sobre-la-epistemologia.html
[8] Para Peirce (1931/1994) la abducción se produce cuando se está enfrente de una situación que permanece oculta y debe ser develada y sólo se manifiesta bajo signos observables no necesariamente asimilados al efecto o a la causa permitiendo con ello introducir una idea nueva.
[9] Duggan, por su parte, cree que la intuición estratégica, entendida como acto de creación, está compuesta por cuatro elementos fundamentales: en primer lugar, conocimiento de la historia, en segundo lugar, una mente libre de todo prejuicio, en tercer lugar, capacidad para traer al presente las experiencias históricas combinándolas en un nuevo concepto y por último, capacidad para aplicar el nuevo concepto para resolver una situación problemática (2007:57-65).
[10] Este autor alertó sobre las limitaciones en el tratamiento del problema de la verdad en el proceso que se llevó a cabo para unificar las ciencias al indicar, en primer lugar, que no todo lo verdadero es demostrable, en segundo lugar, no había cálculo que supliera la semántica (hay lenguaje donde lo que se puede deducir es verdadero) y, en tercer lugar, la consistencia entre deducciones y razonamientos, en términos aristotélicos, sólo podría obtenerse si se especifica en qué lógica se está trabajando.
[11] Auftragstaktik es una forma de acción que reduce la fricción y la oposición para que un flujo bélico se mantenga como un medio continuo desde el punto de vista molecular, mediante la deducción rápida de todas las opciones posibles en una situación determinada a partir de la iniciativa y un control descentralizado. Desde esta perspectiva puede ser visto como una forma de stigmergy producido de forma artificial.

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