La persuasión ha sido un recurso retórico para influir
en el comportamiento de los individuos. Al respecto, Alfred N. Whitehead en Process
and Reality le dio a esta palabra otro sentido a partir de su
contraposición con la palabra ‘fuerza’ para asociar a la primera con el
concepto de ‘libertad’ por ser esta la condición de posibilidad para dar a la
palabra ‘creatividad’ su significado como principio último del universo. Esta
palabra ‘persuasión’ que pareciera incluir la posibilidad de una libre
elección, creemos que para Whitehead se basa en relaciones simétricas entre
entidades que hace que la palabra ‘libertad’ esté entre comillas. La fuerza,
por su parte, la definió a partir de una concepción de las posibilidades
intrínsecas del carácter humano basada en las distintas formas de conciencia
que tienen en la religión como una parte de su fundamento generando diversas
formas de escepticismo que impiden el progreso. Teniendo presente que el centro
de gravedad de ambos conceptos orbita en Dios a partir de un entramado
panenteísta Deleuze y Guattari siguiendo su misma estela evitaron cualquier
forma de teísmo y, por consiguiente, cualquier forma de relación asimétrica
entre dos entidades actuales en un eventual proceso concresivo.
Estos conceptos en un contexto signado por la
aceleración en la producción de cada vez más avanzados dispositivos
tecnológicos de comunicación han hecho que, por una parte, produzcan
"señuelos para la emoción" y, por la otra, la persuasión se
interprete en términos de credibilidad e incertidumbre. Este es el caso del
desarrollo de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) puesto que puede
generar credibilidad en un contexto de aceleración (e incertidumbre) debido a
que puede hacer que la persuasión se torne una fuerza blanda y aun coercitiva y
la fuerza puede ser ejercida de manera persuasiva. Estos hechos nos obligan a
valorar la dicotomía entre ‘persuasión’ y ‘fuerza’ en la era de la IAG a la luz
del pensamiento de Whitehead y, consecuentemente, Deleuze y Guattari. Para tal
fin, en primer lugar, examinaremos los conceptos de ‘persuasión’ y ‘fuerza’ en
la filosofía de Whitehead, en segundo lugar, analizaremos la ontología del
poder en Deleuze y Guattari, en tercer lugar, analizaremos la IAG como medio y
fin en sí en un campo de batalla ontológico y, en cuarto lugar, valoraremos la
diferencia panenteísta que pudiera existir en las tres perspectivas: Un Dios
que persuade vs. un universo de fuerzas. Como aspectos resaltantes de la
investigación destacamos lo siguiente:
El carácter
pananteísta de la filosofía de Whitehead que permite pensar en la existencia de
una divinidad que está presente en el proceso del mundo sin ser idéntica a él
permite considerar a la persuasión como una forma de empatía porque abre espacios a la compasión. Es decir, al
considerar el problema del mal buscó que todas las entidades siguiesen un valor
más alto y un mayor orden con miras a la reducción del sufrimiento de la
humanidad. Sin embargo, la propuesta de Whitehead no garantiza una victoria
sobre el mal y con ello el futuro permanece incierto más aún si consideramos el
papel que están jugando las IAG’s en relación a la autonomía que están
alcanzando.
Entendemos
la IAG como una ocasión o entidad actual en el plano tecnológico que surge,
integra datos generando novedad en el momento de interactuar con otra entidad
actual de forma concrescente participando en el “devenir” creativo del
universo. Observada como un dispositivo, según Giorgio Agamben, la
"persuasión" puede inducir a otra entidad actual para que
explore ciertas posibilidades de modo que siga un valor más alto y un
mayor orden tanto desde la perspectiva racional como teológica. Por otro lado,
la ‘fuerza’ entendida como la cara coercitiva de la prehensión refiere a la
influencia directa y “dura” que una “ocasión actual” ejerce sobre otra
limitando las posibilidades de una nueva ocasión. En términos algorítmicos la
"fuerza" se manifiesta en su lógica inherente y los datos de
entrada y salida.
Desde la
perspectiva de Deleuze y Guattari la prehensión o agenciamiento es el lugar
donde se ejerce el poder. El poder lo entienden como una potencia intrínseca de
lo real que puede manifestarse tanto en procesos de persuasión y captura como
en actos de resistencia y liberación. La persuasión, en este contexto, es la modulación
de un agenciamiento visto como una forma de control que Deleuze (2006) nos
advirtió en su post-scriptum que convierte a los individuos en
"piezas componentes intrínsecas" de "megamáquinas de la
información". En estas megamáquinas se enmarca las IAG’s porque pueden
inducir a una entidad actual para que explore ciertas posibilidades de
modo que sigan un valor más alto y, a su vez, se mantenga el orden. La
modulación está relacionada con el deseo, la domesticación de un proceso que de
otro modo desencadenaría inestabilidad. La lógica de la "prueba social”,
la "escasez" y la "reciprocidad" que encontramos en el
marketing digital no buscan convencer racionalmente, sino que capturan el deseo
y encauzarlo para que se autoregule y genere engagement. La
"persuasión" logra que alguien realice acciones que son de su “interés”
aunque lo desconozca en un primer momento, mientras que la
"manipulación" es la coacción por la fuerza. El poder de la
persuasión reside en la capacidad de hacer que los individuos deseen
convertirse en piezas de una máquina que los utiliza, haciendo de su voluntad
un instrumento de su propia subyugación.
Las IAG’s
como algo producido expresa una situación problemática generada por el
desarrollo tecnológico en el sentido que, por una parte, siguiendo a Heidegger
(1938), ha oscurecido la conexión esencial entre los humanos y el mundo
trayendo como consecuencia que se genere un estado de olvido afectando la cura
de sí y la vida auténtica con el agravante de que los algoritmos no son neutrales
y, por la otra, Keren Wang (2023) consideró que el ser-IA-en-el-mundo,
era posible debido a que las IAG’s, por auto desarrollarse a través del
procesamiento de los datos suministrados por los usuarios, “parece[n] acercarse
mucho a los elementos de arrojamiento y en el mundo del Dasein”.
En relación a la cura de sí expresó que las IAG’s no tienen proyectos o
preocupaciones en el sentido humano del término, por lo que su comprensión no
se basa en este tipo de criterio, pero si se tiene presente que dicha
comprensión está supeditada a un conjunto de códigos y transacciones simbólicas
que están ritualizadas, por tanto, si en la vida cotidiana los rituales sirven
para experimentar y reforzar valores culturales, religiosos, sociales o
personales específicos, las IAG’s están sirviendo, por una parte, para “señalar
formalmente la transición de ser una máquina no sensible y sin agencia moral a
un ser sensible con ethos” a pesar de que, según Sánchez (2018), todo lo
existente que remite a lo universal refiere a aquello que está ausente, es
decir, la espiritualidad y las IAG’s no son capaces de dar cuenta de ello y,
por la otra, la persuasión más allá de ser expresión de un dispositivo adquiere
una nueva dimensión debido a que podemos ser utilizados por una máquina
autónoma que no sólo nos reduce al mero funcionamiento de una máquina en una forma
radical de objetivación, sino también a abrazar la tecnología como una forma
de religión basada en una imagen
científica del mundo.
Para finalizar podemos afirmar que la
perspectiva panenteísta de Whitehead nos permite pensar en una ética
fundamentada en la armonía donde la persuasión pudiera asegurar de una manera
eficaz la senda del progreso. Sin embargo, para que ello fuese posible se hace
necesario que el nexus de prehensiones abarque la humanidad como un todo para
evitar cualquier forma de exclusión. En ese contexto las IAG’s, en su alcance
limitado, pudieran ser consideradas como medios para ese fin; y la fuerza sería
observada en un alcance más limitado acercándola a lo que hemos definido como
persuasión. Por otra parte, nos encontramos con la perspectiva inmanente de
Deleuze y Guattari que nos proporciona unas herramientas para analizar el ser
actual de las IAG´s como un instrumento de persuasión, de fuerza y de control a
partir de la idea del dispositivo. La idea del dispositivo aquí hace que la
persuasión sea entendida como una forma de fuerza. Las IAG’s como expresiones
de ese dispositivo ablandarían el ejercicio de control en condiciones más
eficientes trayendo como consecuencia que el destino final de la humanidad dependa
de una estructura algorítmica compuesta por una infinidad de programas operando
simultanea y sucesivamente. Faltaría considerar cómo podría pensarse la persuasión
y la fuerza cuando el programador deje de ser un ser humano y se pueda pensar
la creación como efecto de una máquina. En esas circunstancias ¿estaríamos
retornando a un origen?

