GUSTAVO SOSA LARRAZABAL
¿Gasto militar o Gasto civil? Esa es
una disyuntiva sobre
la cual tienen que decidir los
rectores de la política nacional.
Cañones versus Mantequilla
Como
los recursos de un Estado no son infinitos, su planificación de Seguridad y
Defensa debe especificar y priorizar los riesgos y las amenazas que se le
puedan presentar en su entorno estratégico, indicando, para cada caso, los
costos estimados para enfrentarlas, de modo que la asignación de los recursos
disponibles entre el sector civil y el sector militar estén muy bien
balanceados. El ejemplo planteado por el laureado economista norteamericano
Paul Samuelson, entre comprar cañones (gasto militar) o comprar mantequilla
(gasto civil), presenta una disyuntiva sobre la cual tienen que decidir los
rectores de la política nacional.
Este
proceso de planificación debe ser dinámico para ir actualizando, con cierta
regularidad, los escenarios y amenazas que, en este convulsionado planeta, se
mueven cada vez con mayor incertidumbre.
Si
durante las labores de planificación estratégica se concluye que la
neutralización de alguna de esas probables amenazas podría requerir el
empleo del poder militar contra objetivos terrestres en un teatro marítimo,
una de las opciones disponibles sería la creación de un cuerpo militar
expedicionario especializado en operaciones anfibias, que algunos países llaman
Infantería de Marina, otros Fusileros Navales y otros Marines. Este tipo de operación
es de carácter ofensivo y es reconocida como la más complicada dentro del
portafolio de posibles operaciones militares, y su realización requiere, además
de las actividades normales de una operación aeronaval, una intrincada
coordinación entre los numerosos especialistas participantes en áreas tales
como: planificación logística, apoyo aéreo cercano, apoyo de fuego naval,
transporte naval, equipamiento anfibio especializado y tácticas anfibias.
Sin
embargo, como ese proceso de planificación de Seguridad y Defensa nunca se ha
realizado en Venezuela, sus Fuerzas Armadas han venido siendo organizadas y
dotadas según un modelo de importación de capacidades militares que, en algunos
casos, no se corresponden con la realidad nacional.
Uno
de los casos más evidentes son las Fuerzas Navales Venezolanas que, a partir
del año 1946, comenzaron a crear, sin planificación alguna, una Infantería de
Marina preparada para la guerra expedicionaria anfibia basada en el modelo que
los Estados Unidos de América crearon para enfrentar al Japón en el teatro
marítimo del océano Pacífico durante la segunda guerra mundial.
De
ese proceso, resultó una infantería de marina venezolana que es una caricatura
del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos de América, y que no tiene ni la
doctrina, ni la organización, ni el personal, ni el adiestramiento, ni el
equipamiento ni la capacidad logística requerida para realizar operaciones
anfibias. No es otra cosa que un conjunto de unidades del Ejército adscritas a
la Marina, que a veces juegan a ser unidades de Infantería de Marina.
Entonces
es justamente esa la razón por lo que el asunto central de este ensayo es
presentar una narrativa construida sobre algunos elementos que puedan hacer
claro a los lectores qué es y cuál es la utilidad que tiene una Infantería de
Marina Anfibia; y en ese contexto, puedan finalmente, por una parte, concluir
por ellos mismos que los recursos invertidos por Venezuela en la preparación de
un cuerpo militar anfibio que tenga esas características no tiene ninguna
justificación y, por la otra, abrir a la discusión el tema de la ‘justificación’
considerando la existencia en el país de espacios con muy baja densidad
poblacional en el territorio insular y al sur del país, con especial énfasis en
la difluencia Orinoco-Casiquiare.
Con
ese propósito, comenzaré con una descripción de la evolución que han
experimentado los dos conceptos de los primeros Infantes de Marina a través de
la historia. El primero se explica desde la batalla terrestre de Maratón y el
segundo se explica desde la batalla naval de Lepanto.
Desde
esos tiempos remotos, seguiremos el camino a grandes zancadas hasta la Primera
Guerra Mundial, continuando con su evolución durante la Segunda Guerra Mundial
hasta la sorpresiva Guerra de Corea, cuando en los Estados Unidos de América
(EUA) vimos ya perfeccionado el rudimentario concepto de Infantería de Marina
que venía desde Maratón, mediante la creación de una nueva doctrina, organización,
tácticas y tecnologías, que otorgan a las fuerzas anfibias unas características
de FLEXIBILIDAD, MOVILIDAD y ALISTAMIENTO, que las dotan de significativas
ventajas operacionales para su empleo en teatros marítimos.
Desde que finalizó la guerra de Corea en 1953 hasta estos
tiempos, las amenazas y escenarios para los cuales se han venido preparando los
Marines han sufrido cambios significativos en tiempos relativamente muy cortos.
De ser una fuerza fundamentalmente expedicionaria
anfibia, pasaron también a cumplir misiones de contrainsurgencia como en
Vietnam durante los años 1960-1970 y de guerra terrestre regular en la guerra
del Golfo contra Irak en 1990. También fueron llamados a participar en la
denominada Guerra Global contra el Terrorismo entre los años 2001-2008. En
estos momentos, están abandonando todos esos tipos de operaciones para volver
su atención a las operaciones expedicionarias anfibias en el Océano Pacífico,
considerando las amenazas de China, Rusia y Corea del Norte.
Después de haber realizado el viaje histórico y captado
la idea de cuál es el modelo anfibio de los Marines y cómo evolucionó a través
del tiempo, considero que sería instructivo presentar los principales aspectos de
las fuerzas de Infantería de Marina anfibia de algunos países suramericanos,
para permitirnos una idea general de cómo esas Marinas lo han adaptado a sus
circunstancias.
No es que el modelo de los Marines se debe copiar
exactamente. Todo dependerá de la amenaza que se pretende neutralizar, del
escenario específico donde se pretende emplear y de los recursos con que se
cuentan. Pero insisto, si los recursos disponibles son manejados de forma que
la Fuerza resultante disponga de Flexibilidad, Movilidad y Alistamiento; su
empleo, para esa amenaza dentro de ese teatro maritimo específico, tendrá alta
probabilidad de éxito.
Espero
que las ideas presentadas en este ensayo, puedan ser utilizadas para entender
que el concepto moderno de la Infantería de Marina con capacidades anfibias, es
considerarlas como una fuerza expedicionaria de carácter naval, que se emplea
ofensivamente en teatros marítimos para realizar asaltos anfibios en territorio
enemigo, aportando alternativas tácticas y/o estratégicas en la conducción de
la guerra.
También
espero que este ensayo contribuya para que cada lector se forme una opinión
educada sobre la necesidad de invertir, en Cañones o en Mantequilla, los
recursos que el Estado Venezolano ha venido utilizando para crear y mantener
una Infantería de Marina justificada teóricamente para la Guerra Anfibia.
Teniendo
todo esto presente vamos, en primer lugar, se van a definir unos conceptos fundamentales
de las operaciones anfibias, en segundo lugar, se va a describir de forma
sucinta la evolución de la infantería de marina, en tercer lugar, se va a
analizar el concepto de infantería de marina en EE.UU., en cuarto lugar, se va
a analizar la naturaleza de las operaciones de la infantería de marina
estadounidense en el océano Pacífico y seguidamente, en quinto lugar, den la
guerra de Corea, en sexto lugar, se va a hacer un análisis del futuro de la
infantería de marina a la luz de las experiencias examinadas, en séptimo lugar,
se va a analizar a la infantería de marina en Suramérica, en octavo lugar se
analizará en teatro de operaciones de la infantería de marina en Venezuela, en
noveno lugar se analizará la infantería de marina en Venezuela y finalmente se
harán unas conclusiones.
1.- DEFINICIONES
Con la finalidad de facilitar el entendimiento de este
ensayo, voy a presentar algunas definiciones que se emplean en relación al
asunto en cuestión:
Una Expedición es una operación militar realizada por una fuerza armada
para lograr un objetivo específico en un país extranjero. La característica
definitoria de una operación expedicionaria es la proyección de una Fuerza en
un entorno extranjero. Por definición, una Expedición implica el despliegue de
fuerzas militares y su apoyo logístico necesario a una distancia significativa
desde sus bases hasta el lugar de la crisis o el conflicto. Todas las expediciones
implican la proyección de poder en un escenario extranjero.
Es un tipo de operación militar expedicionaria que usa medios navales
para proyectar una FUERZA DE DESEMBARCO sobre objetivos situados en territorio enemigo.
El personal de esa Fuerza de Desembarco es constituido por Infantes de Marina Anfibios.
Si el objetivo de la Guerra Anfibia es establecer una base naval
avanzada en territorio enemigo, desde donde continuar la ofensiva posterior terrestre,
se denomina ASALTO ANFIBIO. Durante ese movimiento, que se ejecuta viniendo desde
el mar hacia la tierra, la Fuerza de Desembarco tiene poca capacidad defensiva,
por lo que, al llegar a su objetivo, debe construir, a máxima velocidad, una CABEZA
DE PLAYA con
suficiente poder de fuego, desde donde se pueda continuar las operaciones
tierra adentro del territorio enemigo.
Si el objetivo de la operación es limitado en cantidad de efectivos,
espacio y tiempo, entonces recibirá el nombre de INCURSIÓN ANFIBIA.
Cuando es geográficamente posible, casi todos los Asaltos Anfibios son
acompañados de una DEMOSTRACIÓN ANFIBIA, ejecutada por una Fuerza de Tarea
Naval, que se aproxima al territorio enemigo, con la supuesta intención de
realizar un Asalto Anfibio, pero termina sin realizar el desembarco. Este tipo
de operación persigue causar una distracción para que el enemigo disperse sus
defensas.
Es
aquel efectuado sin oposición en territorio amigo.
2.-
LOS PRIMEROS INFANTES DE MARINA
Siempre
que me sumerjo en cualquier lectura sobre la evolución del Poder Naval y su
decisiva influencia sobre las relaciones entre los Estados Nacionales a través
del tiempo, evoco de manera natural cómo han evolucionado los asuntos de la
guerra en el mar.
Entonces,
acuden a mi mente algunas imágenes de dos de las batallas más importantes en la
historia de la humanidad, separadas por más de dos mil años de historia, pero
que de manera mágica me transportan, al mismo tiempo, al 12 de septiembre del
año 490 A.C, y al 7 de octubre de 1571 D.C, cuando se libraron respectivamente,
la batalla terrestre de Maratón y la batalla naval de Lepanto. Si cierro los
ojos, me imagino a Filipides corriendo raudo hacia Esparta en busca de
refuerzos mientras los persas desembarcaban su dispositivo de combate en la
playa de Maratón y, además, siento una brisa que me trae el grito de Don Juan
de Austria hacia sus artilleros de la Galera Real en Lepanto: ¡Disparad tan
cerca del enemigo que seáis salpicado por su sangre!
En
Lepanto, la artillería naval estaba en sus albores y la tecnología de
propulsión naval estaba en transición, de remos hacia velas. Lepanto fue la
última gran batalla naval trabada como si el mar fuese tierra y los soldados
marinos. En efecto, las flotas cristiana y musulmana, que sumaban unas
quinientas ochenta naves, transportaban, además de los miles de remeros y
marineros, entre unos veinte y cinco mil a treinta y cinco mil soldados de
infantería cada una, que, a falta de una mejor definición para esa época, me
atrevería a llamarlos Soldados de Infantería de Marina.
Esa
denominación se me insinúa al observar la similitud entre la batalla terrestre
de Maratón y la batalla naval de Lepanto. Ambas fueron muy parecidas en lo que
se refiere a la formación inicial de ambos contrincantes, y al posterior
movimiento táctico que ambos realizaron. Esa similitud me permite argumentar
que, en esos tiempos, era posible librar una batalla terrestre sobre las
cubiertas de las unidades navales de las flotas combatientes.
De
hecho, tanto la flota cristiana al mando de Don Juan de Austria como la flota
turca al mando de Alí Pasha organizaron su unidades navales empleando una
disposición táctica concebida para enfrentamientos terrestres, que consistía en
disponer ambas Escuadras en una formación de línea de frente reforzada por los
flancos, procediendo a navegar cada una hacia la Armada enemiga, buscando
finalmente el abordaje y el combate sobre las cubiertas de las unidades
flotantes empleando principalmente armas
blancas.
En
el encuentro terrestre de Maratón, Milcíades y Artafernes organizaron sus
respectivas tropas en línea de frente reforzada por los flancos, realizando
cargas de infantería para romper la línea de frente del enemigo y flanquear la
formación del adversario, mediante el empleo de armas blancas.
Sin
embargo, hubo una diferencia significativa entre ambos combates. En Maratón, la
falange de Hoplitas Atenienses y Plateos estaba formada en tierra y los
soldados de infantería ligera persas vinieron del mar. Fue un episodio de
guerra anfibia. La batalla de Lepanto fue un episodio de guerra naval.
Durante
los siguientes siglos, ambas formas de hacer la guerra en los teatros
marítimos; la Naval y la Anfibia coexistieron, y fueron experimentando cambios
en función de la percepción de las amenazas y de los avances tecnológicos, que
a su vez fueron generando cambios en las tácticas, y estas a su vez fueron
permitiendo nuevas consideraciones estratégicas.
Veamos
primero cómo comenzaron a manifestarse los cambios en el combate naval a partir
de 1588, cuando el Rey Felipe II de España envió los 130 navíos de guerra que
constituían su Armada Invencible a invadir Inglaterra. Los galeones artillados
españoles eran lentos y pesados, diseñados para transportar soldados de
infantería de marina y emplearlos usando la táctica del abordaje, tal cual como
en Lepanto. Los navíos ingleses eran veloces, más maniobrables y su artillería
superaba, en alcance, precisión y cadencia de fuego, a la de los galeones
españoles.
Las
naves inglesas se mantuvieron eludiendo el abordaje y cañoneando al enemigo
durante los nueve días de enfrentamientos, que culminaron con la victoria
inglesa en la batalla naval de Gravelinas, en la cual, el mejor aprovechamiento
de los cambios tecnológicos introducidos por los ingleses, tanto en el diseño
de sus buques de guerra como en el mejoramiento de la artillería naval, les
había permitido emplear nuevas tácticas en las guerras marítimas, impidiendo
que esa batalla naval pudiese ser trabada como otro combate terrestre librado
en el mar. De ciento treinta navíos y veintiséis mil hombres solo regresaron a
España sesenta embarcaciones y catorce mil efectivos.
Durante
la era de los grandes navíos a velas, la táctica más comúnmente utilizada para
el combate naval recibió el nombre de “Línea de Batalla”, que consistía en
colocar los navíos de una Escuadra navegando uno muy cerca en la estela de la
unidad que lo precedía, en una formación de línea cerrada, y con ese dispositivo,
intercambiar el fuego de la artillería sobre la Escuadra enemiga que navegaba
en una línea paralela. La forma de conseguir una victoria decisiva era ir
aproximándose a la línea enemiga hasta llegar al abordaje y decidir el
resultado mediante la lucha cuerpo a cuerpo entre ambas tripulaciones. Esa
táctica requería que cada buque embarcase un gran número de tropas que
pudiésemos llamar Soldados de Infantería de Marina.
Pero
ya a finales del siglo XVIII, los buques de guerra de la marina británica, que
continuaban siendo más veloces, más maniobrables y su artillería más mortífera
que la de los buques de sus enemigos, comenzaron a demostrar fehacientemente
que los avances tecnológicos y las nuevas tácticas que sobre esos avances se
diseñaban, venían tornando obsoleta la definición del soldado infante de marina
que se arrastraba desde Lepanto, cuando introdujeron exitosamente una táctica
llamada “Romper la Línea” (Breaking the Line) en las batallas de “Los Santos”
en 1782 , “Glorioso 1º de Junio” en 1794 y “Camperdown” trabada en 1797 entre
las flotas Británica y de la República de Batavia (Holanda) en el Mar del
Norte.
Esa
maniobra consistía en embestir perpendicularmente la línea enemiga para romper
su cohesión táctica, permitiendo, a cada navío propio, al momento de
atravesarla, lanzar andanadas concomitantemente por ambos bordos hacia la línea
de combate del enemigo (Raking) y concentrar sucesivamente la artillería de dos
navíos propios sobre cada uno de los navíos enemigos (Doubling). Esta táctica
no requería embarcar un gran número de soldados infantes de marina ya que, en
principio, el abordaje se realizaba para capturar al buque enemigo cuando ya
estaba vencido.
La táctica de romper la línea
fue empleada también por el Almirante Horatio Nelson en la famosa batalla de
Trafalgar el 21 de octubre 1805, pero con la variante que el almirante inglés
dividió su Escuadra de 27 navíos en dos líneas paralelas, ambas perpendiculares
a la línea de cinco millas formada por los 33 navíos de la Escuadra Franco-Española
comandada por el almirante francés Villeneuve. La primera línea, con el buque
insignia “Victory” como matalote de proa, cortó la formación de la flota
combinada Franco – Española aproximadamente por su centro. La otra, al mando
del vicealmirante Cuthbert Collingwood a bordo del “Royal Sovereign”, la cortó entre
el centro y el matalote de popa.
La maniobra del almirante Nelson consiguió dividir la línea
de la Escuadra Combinada en tres secciones. La sección delantera quedó
prácticamente aislada de la batalla y las dos siguientes secciones fueron
sometidas a un “Raking” y a un “Doubling” que causaron a la flota combinada la
pérdida de 23 navíos. La flota inglesa consiguió la victoria sin perder una sola
unidad naval.
Si
hacemos una comparación de las tripulaciones de las Escuadras que participaron
en la batalla de Trafalgar, concluimos que en los buques de la Escuadra Franco -
Española aun continuaban siendo conformadas para favorecer el abordaje. El
promedio de tripulantes de los quince (15) navíos de línea españoles era de
setecientos noventa (790), de los cuales el 24% eran soldados de Infantería de
Marina. El promedio de tripulantes de los dieciocho (18) navíos de línea
franceses era de ochocientos veinticuatro (824), 26% de los cuales eran soldados
de infantería de marina.
En
el caso de las tripulaciones de los buques de la Escuadra Británica, vemos que
estaban diseñadas para favorecer la maniobra y el número de tripulantes
promedio, en cada uno de los veintisiete (27) navíos de línea, era de
seiscientos treinta y nueve (639), el 15% de los cuales eran soldados de
infantería de marina.
El
número total de Soldados de Infantería de Marina en la Escuadra británica era
de unos dos mil quinientos (2.500) y el de soldados de Infantería de Marina en
la Escuadra Combinada de unos nueve mil (9.000).
Tal vez el comentario realizado antes del
zarpe por el capitán Lucas, comandante del Navío de Línea francés ¨Redoutable¨,
nos confirme la razón por la cual había un abultado número de soldados de
infantería de marina en las tripulaciones de la Escuadra Combinada: Nada se
omitió a bordo para instruir la tripulación de mi buque en todo tipo de
ejercicio. Mis pensamientos siempre giraban en torno al abordaje de mi enemigo
en cualquier acción de combate, y tanto contaba con encontrar esa oportunidad,
que hice de esa forma de ataque una parte de nuestros ejercicios diarios, a fin
de asegurar el éxito cuando llegara la hora. En todos nuestros ejercicios los
hombres practicaban el lanzamiento de granadas de mano falsas hechas de cartón,
hice embarcar cien mosquetes provistos de bayonetas largas y mis hombres
también aprendieron a lanzar ganchos con tal habilidad que podíamos contar con
poder enganchar el barco de mi enemigo antes que su costado se hubiese abarloado
al nuestro
¡Habían pasado doscientos
siete años desde la batalla de Gravelinas y el concepto de guerra naval de las
marinas francesa y española priorizaba la táctica del abordaje por Infantes de
Marina!
Finalmente, entre
los años 1880 – 1890, la sustitución de la propulsión naval a vela por la de
vapor, y el aumento significativo del alcance y precisión de la artillería
naval, descartaron definitivamente por obsolescencia, el uso del abordaje como
táctica de combate en el mar, y con ello, el fin de ese concepto del Soldado Infante
de Marina como tripulante de un buque de guerra, que aún persistía en algunas
Marinas desde Lepanto.
Sin embargo, el
concepto del Infante de Marina anfibio, que es aquél que se proyecta
ofensivamente desde el mar hacia la conquista de territorios enemigos, tal cual
como en la batalla de Maratón, continuó perfeccionándose a lo largo de la
historia hasta nuestros días.
Un ejemplo cercano
que merece ser estudiado es el asalto anfibio realizado por la marina chilena
en el puerto peruano de Pisagua durante la llamada Guerra del Pacífico, librada
por Chile contra la alianza entre Perú y Bolivia entre los años 1879 – 1884.
El motivo directo
que dio inicio al conflicto bélico conocido como La Guerra del Pacífico, fue la
disputa entre Chile y Bolivia sobre el negocio del salitre, que una compañía
privada chilena explotaba mediante acuerdos con Bolivia en la región del
desierto de Atacama. El involucramiento del Perú se debió al compromiso asumido
por ese país en el Tratado de Alianza Defensiva entre Bolivia y Perú, firmado
el 6 de febrero de 1873 en la ciudad de Lima.
Analizando la
geografía de los países en conflicto, era evidente, que antes de iniciar las
operaciones terrestres, había que conquistar el control del mar, ya que era
impensable someter las tropas a marchas de cientos de kilómetros en un terreno
tan difícil como el desierto de Atacama. Además, quien conquistase
el control de esa extensa franja marítima del océano Pacífico a lo largo de las
costas de Perú, Bolivia y Chile, obtendría una significativa ventaja logística
que le permitiría desplazar sus tropas vía marítima, tomar la iniciativa, y llevar
la guerra hacia el territorio del oponente. La distancia Antofagasta – Pisagua
es de unas cuatrocientas millas y hasta Lima son unas 800 millas.
Los primeros seis
meses de la guerra fueron en el mar, hasta que Chile derrotó a la flota peruana
en la batalla naval de Angamos el 8 de octubre de 1879.
A partir de ese
momento, la Armada chilena pudo operar sin oposición en la costa peruana,
apoyando las operaciones de su Infantería de Marina, entre ellas, el exitoso
asalto anfibio realizado el 2 de noviembre de 1879 en el puerto de Pisagua,
situado en la región peruana de Tarapacá, donde, una vez neutralizadas las
baterías costeras por la artillería naval, los infantes chilenos desembarcaron
desde botes de fondo plano especialmente construidos para la ocasión, y
vencieron a las fuerzas bolivianas y peruanas que defendían el puerto,
demostrando dos de las características únicas de la guerra anfibia: Movilidad y Flexibilidad. La primera es evidente si comparamos el desgaste de las
tropas y los tiempos que hubiesen sido necesarios para recorrer las cuatrocientas
millas entre Antofagasta y Pisagua, a pie atravesando el desierto, o por mar. La
segunda, Flexibilidad, permitió seleccionar el lugar óptimo para desembarcar
unos nueve mil quinientos hombres y unos novecientos
animales, que en este caso particular fue en Pisagua;
tomando en consideración que era necesario evitar la reunión del ejército
peruano del norte concentrado en el puerto de Arica, con el ejército peruano
del sur, concentrado en el puerto de Iquique. Pisagua queda justo entre esos
dos puertos.
Una vez ocupada la
región de Tarapacá, las fuerzas chilenas prosiguieron sus operaciones hacia el
norte hasta la ocupación de Lima en 1881.
Los tratados de paz
con Perú y Bolivia se firmaron en 1883 y en 1884 respectivamente. Perú perdió
la región de Tarapacá y Bolivia la región de Antofagasta, convirtiéndose en un
país mediterráneo.
Durante
la Primera Guerra Mundial se realizaron dos grandes asaltos anfibios en el
frente europeo. El primero fue el llevado a cabo por las potencias del Entente
(Gran Bretaña, Francia y Rusia) en la península de Gallipoli el 17 de febrero
de 1915, con el objetivo de tomar los estrechos de Dardanelos y Bósforo para
abrir una vía marítima hacia los puertos rusos en el Mar Negro y debilitar la
posición del Imperio Otomano, una de las Potencias Centrales, junto con
Alemania y el imperio Austro - húngaro.
La
operación fue un gigantesco fracaso al no haber sorpresa táctica, insuficiencia
de inteligencia sobre el área de operaciones, mala planificación logística,
tropas sin adiestramiento especializado, equipos de desembarco inapropiados y
deficiente Comando y Control. Finalmente, la fuerza de desembarco fue retirada
después de diez meses y doscientas cincuenta mil bajas y sin haber podido
efectuar ningún progreso más allá de haber asegurado una Cabeza de Playa. El
desastre en Gallipoli fue de tal naturaleza, que convenció a la mayoría de los
planificadores militares de esa época, que realizar un asalto anfibio contra
una playa defendida era imposible. Esa creencia llegó a conocerse en los medios
militares como el “Complejo de Gallipoli”.
Sin
embargo, el estudio del caso de Gallipoli, y principalmente de su fracaso,
sirvió como una escuela, para que, en el periodo entre ambas guerras mundiales,
los Marines desarrollaran las bases de su planificación y de su doctrina
anfibia, que fueron el marco dentro del cual se ejecutaron las operaciones
anfibias en el Océano Pacífico en la II Guerra Mundial.
El
otro Asalto Anfibio, denominado operación Albión, fue ejecutado el 11 de
octubre de 1917 por una fuerza anfibia alemana compuesta por 23.000 efectivos,
diez acorazados, veinte transportes y otros buques menores. La maniobra
consistía en ocupar las islas Osel, Dago y Moon, situadas en la boca del golfo
de Riga en el mar Báltico, que estaban guarnecidas por unos 13.000 soldados del
ejército ruso.
Sin
embargo, esta operación tenía un objetivo estratégico mucho más
amplio, que buscaba la conquista de la totalidad del golfo de Riga, para
asegurar definitivamente el flanco septentrional de la ofensiva terrestre del Octavo
Ejército Alemán
que ya había reconquistado la ciudad de Riga y avanzaba hacia el norte,
apoyando su flanco izquierdo en la costa del mar Báltico, que en esos momentos
estaba bajo el dominio de la flota rusa. Esta situación hacía que las fuerzas
alemanas fuesen vulnerables a un desembarco por su retaguardia o al bombardeo
naval, como ya había ocurrido.
Como
dato curioso, los alemanes utilizaron seis dirigibles para observación y
bombardeo. La operación fue todo un éxito y el ejército alemán pudo continuar
sus operaciones sin mucha oposición hasta la conquista de Tallin, la capital de
Estonia.
La
operación Albión es un buen ejemplo de la flexibilidad táctica que ofrece la
Guerra Anfibia ya que desequilibró las fuerzas terrestres rusas en el frente Báltico
y facilitó el avance hacia el norte de las doce divisiones alemanas que habían
comenzado la ofensiva terrestre en abril de 1915.
Un
ejemplo de desembarco Administrativo fue el realizado durante la Primera Guerra
Mundial por las tropas del ejército británico, cuando cruzaron el Canal de la
Mancha para luchar al lado del ejército francés. Un segundo ejemplo lo constituyó
el desembarco, en los puertos franceses de Saint-Nazaire, Burdeos, La Pallice y
Brest, de la Fuerza Expedicionaria de los Estados Unidos de América, compuesta
por unidades del Ejército y dos Regimientos de Marines con un escuadrón de
aviones DH-4. Ambos desembarcos se realizaron sin oposición.
Al
finalizar la primera guerra mundial y siguiendo el mandato de la Liga de
Naciones, Japón había ocupado las posesiones que el derrotado imperio colonial
alemán poseía en el Océano Pacifico, a saber, las islas Marshall, Palaus,
Carolinas y Marianas (menos Guam ocupada por los E.U.A.), donde comenzó una política
de colonización y militarización contraria a las directrices del mandato
otorgado. Esta circunstancia fue evaluada por la Marina de los E.U.A. como una
amenaza a sus posesiones en al archipiélago hawaiano, por lo que comenzaron a
considerar a la marina japonesa como su próximo adversario en el Océano Pacífico.
La
posición histórica que el Departamento de Guerra de los Estados Unidos de América
venía sustentando en relación a la participación de los Marines en los asuntos
militares del país, era la de considerarlos buenos para cumplir tareas de
infantería colonial por lo que su concepto de empleo debería limitarse a la
ocupación y defensa de bases navales avanzadas en tiempos de paz, dejando la
guerra en manos del Ejército. En última instancia, la misión de los Marines
quedaba circunscrita a servir como guarnición de los establecimientos navales.
Pero
como habían demostrado en la primera guerra mundial, los Marines no querían
continuar a ser considerados como una fuerza colonial ni como una duplicidad
del ejército, por lo que decidieron aprovechar las circunstancias que se
estaban presentando en el Océano Pacífico para buscar un lugar dentro de
la estructura militar del país, formulando una misión única como servicio,
que les permitiese realizar una contribución propia a las necesidades militares
de los E.U.A. El expansionismo japonés en un teatro marítimo como el Océano
Pacífico les estaba brindando esa oportunidad y los Marines no la iban a
desaprovechar.
En
1920 se dio inicio a varios desarrollos fundamentales, entre ellos, la creación
de las escuelas de guerra anfibia para el Cuerpo de los Marines en Quántico y
la reorganización del Comando que incluyó una sección de Historia, considerada
como vital para ir señalando el camino del Cuerpo de Marines hacia el futuro.
Como
un ejemplo de la importancia que los Marines dan a este campo del saber humano,
los interesados pueden leer en el siguiente link el reporte histórico del rol
desempeñado por la Primera División de Marines en las operaciones “Desert Shield”
y ¨Desert Storm”; escrito por la División de Historia y Museos del Comando del
Cuerpo de Marines, para documentar sus operaciones en la “Guerra del Golfo” en
los años 1990 y 1991: https://www.usmcu.edu/Portals/218/With%20the%201st%20Marine%20Division%20in%20Desert%20Shield%20and%20Desert%20Storm.pdf
También
en ese mismo año de 1920, se comenzó la planificación, preparación y
adiestramiento para una posible guerra en el Océano Pacífico, que llevó a la
realización de una serie de ejercicios de desembarco anfibio y al desarrollo
preliminar del equipamiento para las fuerzas de desembarco. Los ejercicios
continuaron durante los siguientes años, creciendo en el tamaño de las fuerzas
involucradas y la complejidad del escenario.
Al
mismo tiempo, el Comando de los Marines inició una revisión de los planes de
guerra contra Japón tomando como base el estudio realizado por el Mayor Earl
Hancock Ellis en su documento "Operation Plan 712 – Advanced Base
Operations in Micronesia". (http://www.ibiblio.org/hyperwar/USMC/ref/AdvBaseOps/index.html) que predecía las circunstancias bajo
las cuales se conduciría una guerra contra Japón en el Océano Pacífico. De esa
actividad surgió el entendimiento
que esa inmensa área marítima era un teatro de guerra para el cual el Ejército
de tierra no estaba preparado, por lo que sería necesario crear un nuevo
concepto de Infantería de Marina para enfrentar a los japoneses en esas vastas
extensiones acuáticas. El
estudio fue aprobado por el Comandante de los Marines el 23 de julio de 1921.
Comenzando
el año de 1923, la Oficina de Inteligencia Naval de la marina de los E.U.A.
preparó un documento en términos conceptuales de cómo sería una guerra
transpacífica contra Japón, y a varios departamentos se les ordenó preparar un
portafolio de planes para implementar este concepto. En respuesta a ese pedido,
en julio de 1923 los Marines presentaron el plan “Operaciones de Bases
Avanzadas en Micronesia”, donde se predecía que Japón atacaría primero y que,
para combatirlo, sería necesario proyectar la flota y las fuerzas de desembarco
de Marines a través del teatro marítimo del Pacífico, para librar una guerra en
aguas japonesas capturando sus bases a lo largo de ese vasto océano,
principalmente en las islas Marshall, las Carolinas y las Palaus, hasta la
invasión a Japón.
Estas
operaciones requerirían de tropas preparadas y adiestradas en nuevas tácticas
para la guerra anfibia, dotadas de nuevas armas, de vehículos especializados
para el desembarco, de buques diseñados y construidos para el asalto anfibio;
además de una adaptación de los sistemas de comando, control y comunicaciones
existentes y de los procedimientos para el empleo de la artillería y la
aviación en el apoyo aéreo cercano durante operaciones anfibias.
También
en 1923, el Comandante de los Marines, General John Lejeune planteaba que:
En ambos flancos de una Flota cruzando el Pacifico existen numerosas islas que
son apropiadas para ser utilizadas por el enemigo como estaciones de radio y
bases para aviones, submarinos y destructores. Todas esas posiciones deben ser
eliminadas a medida que progresamos….. La presencia de una fuerza
expedicionaria junto con la Flota aumentará significativamente el poder de
ataque del Comandante en Jefe de la Flota …… Yo considero que el mantenimiento,
equipamiento y adiestramiento de una fuerza expedicionaria capaz de estar lista
de inmediato para apoyar la Flota en caso de guerra, es el deber más importante
del cuerpo de Marines en tiempo de paz.
Este
desarrollo de la guerra anfibia que venía siendo realizado por los Marines, va
a recibir el impulso de nuevas ideas que terminarán remitiendo el complejo de
Gallipoli a los libros de historia, cuando el 8 de septiembre de 1925 la marina
española realiza un exitoso asalto anfibio en la bahía de Alhucema, situada en
la costa de lo que para esa época era el Protectorado Español de Marruecos, que
había sido tomado por los marroquíes, que proclamaron la República del Rif.
Ese
día dos brigadas de infantes españoles apoyados por una fuerza aeronaval
combinada Franco – Española, formada por tres acorazados, seis cruceros, un porta
hidroaviones, veintisiete buques de transporte y otros buques menores, dieron
inicio a un asalto anfibio en Alhucema apoyados por unas 160 aeronaves, entre
bombarderos y observación. Como una curiosidad hay que resaltar que las
barcazas tipo K que fueron utilizadas para el desembarco fueron las mismas que
los ingleses utilizaron en Gallipoli, que habían sido almacenadas en Gibraltar.
Alhucema
introdujo varias novedades en el menú anfibio. La primera es que se ejecuta
bajo un solo comando conjunto unificado entre las fuerzas terrestres, navales y
aéreas; en este caso el comandante de la operación fue el general Primo de Rivera
embarcado en el acorazado Alfonzo XIII. La segunda es el empleo del apoyo aéreo
cercano a las tropas en el campo de batalla. Por último, hay que resaltar el
desembarco de once carros de combate Renault F-17 que fueron de gran utilidad
en el proseguimiento de los combates tierra adentro.
La
operación concluyó el 2 de octubre con la toma de la ciudad de Axdir, capital
de la República del Rif.
Un
paso muy importante en el reconocimiento de los Marines fue dado en 1927,
cuando se publicó el manual que podemos ver en el siguiente link, ¨Joint
Action, Army and Navy¨, que fue aprobado
por los Secretarios del Ejército y de la Marina, donde por primera vez de
manera oficial aparecen las responsabilidades del Cuerpo de Marines como:
“Proveer y mantener fuerzas para operaciones terrestres en apoyo a la Flota,
para la captura inicial y defensa de bases avanzadas que son esenciales para la
prosecución de la campaña naval”. (https://nhc.duracloud.org/durastore/collections/RG04_35_28_01.pdf)
En
1929 se comenzaron a diseñar, producir y experimentar las primeras lanchas de
desembarco y en 1932 se realizó un gran ejercicio de asalto anfibio en la isla
de Oahu en Hawái, que reveló lo inadecuado de esas primeras lanchas de
desembarco, las fallas de adiestramiento y de coordinación entre las fuerzas de
asalto, el fuego de apoyo naval y el apoyo aéreo cercano.
Un
hito organizacional de importancia fundamental que se concretó el año de 1933,
fue la creación de la Fuerza de Marines de la Flota (FMF), que fue encuadrada
dentro de la organización de la Flota como una parte integral de ella y sujeta
a las órdenes del comandante de la Flota para su empleo táctico. Se crearon dos
FMF, una para la Flota del Atlántico y otra para la Flota del Pacífico.
Esta
transformación estructural de los Marines se reflejó en una actualización de la
doctrina que dejó de ser de carácter colonial para convertirse en una
focalizada en la Guerra Anfibia. Este cambio también se reflejó en la misión de
la aviación de los Marines, que pasó a operar directamente en apoyo cercano a
la FMF durante las operaciones de desembarco.
Esta
integración de los Marines a la Escuadra les permite cumplir su lema “We Fight
First” (Nosotros peleamos primero), ya que, al ser parte de las fuerzas
flotantes, comparten su Movilidad y Flexibilidad para ser
desplegados en cualquier momento y en cualquier parte alrededor del mundo, por
lo que son obligados a mantener un alto grado de Alistamiento para su
empleo inmediato. Estas son las tres características fundamentales que hacen
los Marines diferentes al Ejército. Mas adelante veremos un ejemplo de esto
con la guerra de Corea.
A
partir de todos los años siguientes, las Fuerzas de Marines de la Flota
continuaron a ejecutar numerosos ejercicios de asalto anfibio para explorar
nuevas tácticas y medios para realizar este tipo de operación, tanto en el
Atlántico como en el Pacífico. Los resultados eran después analizados en las
escuelas de Quántico y posteriormente en la Escuela de Guerra Naval para crear
escenarios de estudio para sus alumnos. De todo ese proceso resultó el manual de
Doctrina de Operaciones de Desembarco, aprobado en 1938: Landing
Operations Doctrine, U.S. Navy FTP 167
El
primero de septiembre de 1939 los alemanes iniciaron la Segunda Guerra Mundial
invadiendo Polonia. Es de mencionar aquí que entre esta fecha y el ataque
japones a Pearl Harbor se realizaron un importante número de operaciones
anfibias: fuerzas británicas desembarcaron en Francia en 1939, fuerzas alemanas
desembarcaron en Noruega en 1940 y fuerzas ítalo-alemanas desembarcaron en las
islas del Peloponeso y Dodecaneso, entre otras. En esta última campaña se utilizaron,
como novedad, fuerzas paracaidistas de apoyo a las operaciones anfibias.
Para
el estallido de la Segunda Guerra Mundial el pie de fuerza de los Marines estadounidense
era de 19.701 entre oficiales y alistados. Sin embargo, el estallido de la
guerra en Europa cambió el contexto estratégico en que se manejaba la
planificación de los Marines, iniciando un proceso de movilización que lo elevó
a 70.425 para el momento del ataque de los japoneses a Pearl Harbor el 7 de
diciembre de 1941. Ese mismo día los japoneses ocuparon el atolón de Tarawa en
las islas Gilbert y la isla de Guam en el Archipiélago de las Marianas.
A
seguir, la atención del Japón se focalizó en el Pacifico suroccidental y
ocuparon las islas Salomón, Filipinas, Singapur, Malasia y en las Indias Orientales
Neerlandesas.
Durante esa campaña sucedió un hito en la historia naval, al ser hundidos, por
ataques aéreos japoneses, los acorazados ingleses “Prince of Wales” y “Repulse”,
marcando el inicio del portaviones como buque capital de una Armada.
Los
Marines comenzaron a aplicar el nuevo concepto definido en la Doctrina para
Operaciones de Desembarco, en la primera operación ofensiva de los E.U.A. el 7
de agosto de 1942, con la retomada de la isla de Guadalcanal en el archipiélago
de las islas Salomón, situadas en el Océano Pacífico suroccidental. Esa
operación tomó por sorpresa a los japoneses, por lo que se realizó sin
oposición en una playa de arenas volcánicas, y además, por razones operacionales,
la primera división de Marines tuvo que permanecer combatiendo en el interior
de la isla hasta el 9 de diciembre de 1942, en un terreno montañoso, selvático,
pantanoso y plagado de malaria, cuando fue relevada por la Vigésima Quinta División
del Ejército.
Este
escenario geográfico bajo el cual se realizó la ofensiva en Guadalcanal, no
guarda mucho parecido con el presentado por las islas coralinas del Pacífico
central, cuyas características fueron las que exigieron el empleo de todas las nuevas
capacidades militares representadas por los Marines.
Guadalcanal
fue la primera operación anfibia real ejecutada por una fuerza de Marines, comandados
por el General Alexander Vandegrift, quien así escribe el epítome de esa
campaña: Nosotros atacamos en Guadalcanal para detener el avance de los
japoneses. No sabíamos cuan fuerte eran ni sus planes. Nosotros solo sabíamos
que ellos estaban avanzando hacia el sur de la cadena de islas y que era
necesario detenerlos. Nosotros estábamos tan bien entrenados y tan bien armados
como el tiempo y nuestras experiencias en tiempo de paz nos habían permitido
estar. Nosotros necesitábamos que el combate nos dijera cuan efectivos eran
nuestro adiestramiento, nuestra doctrina y nuestras armas. Nosotros los
probamos contra el enemigo y encontramos que funcionan. Desde ese momento en
1942 la marea cambió y los japoneses nunca más avanzaron.
Pero
fue en el teatro del Océano Pacífico Central que los Marines tuvieron que echar
mano de todas las capacidades especiales que justificaban su existencia. En ese
teatro marítimo se realizaron un total de catorce asaltos anfibios; tres en las
islas Gilbert, cinco en las Marshalls, tres en las Marianas, uno en Peleliu,
uno en Iwojima y uno en Okinawa.
En
esta ocasión, la ofensiva tuvo un carácter diferente a la realizada en el
Pacífico suroccidental, ya que en este nuevo teatro las playas de las islas
ocupadas por los japoneses estaban muy bien preparadas con sistemas defensivos
para no permitir un desembarco sin oposición, por lo que las operaciones
navales sobre las islas Gilbert se constituyeron en la primera prueba completa
de la aplicación del nuevo concepto bajo el cual operaban las fuerzas de asalto
anfibio de los Marines de los E.U.A.
Para
que los lectores tengan una idea de lo que significa un asalto anfibio sobre
una playa preparada para evitarlo, nos extenderemos un poco más sobre la operación
en las islas Gilbert, que recibió el nombre código de “Operación Galvanic”.
En
el archipiélago Gilbert se realizaron tres desembarcos anfibios diferentes para
tomar las islas de Makin, Abemama y Betio, esta última situada en el atolón de
Tarawa. En las dos primeras, las fuerzas de defensa japonesas eran pequeñas y
ambas se tomaron con relativa facilidad mediante Incursiones Anfibias. Pero en Betio
fue necesario realizar un asalto anfibio que requirió una Fuerza de Tarea que a
primera vista parece descomunal ante el minúsculo tamaño de una isla de 2 x ½ millas,
pero que demostró la extrema dificultad de un asalto anfibio a una playa bien
fortificada y la necesidad de una gran cantidad de medios con doctrina, adiestramiento
y equipamiento especializado para realizarla.
También
llama la atención que, sobre ese pequeño punto de tierra perdido en la
inmensidad del Océano Pacífico, los japoneses hayan podido concentrar tal
capacidad de defensa, que el comandante de la isla, Contralmirante Shibasaki se
jactaba que los norteamericanos no podrían capturar la isla ni en un millón de
años.
Veamos
las defensas japonesas en Betio: Unas cinco mil tropas de infantería. La zona
entre el arrecife coralino y la playa estaba minada y sembrada con alambre de
púas y obstáculos de concreto anti lanchas. No existían tablas precisas de
marea para Tarawa, lo que causó una dificultad mayor para el desembarco y se
constituyó en el mayor factor individual de bajas en los Marines. La isla
estaba rodeada por una barricada de un metro de alto, construida con troncos de
cocoteros y se habían instalado catorce cañones de defensa de costa de calibres
127 mm y 203 mm, veinticinco cañones de artillería de campaña dispuestos en
posiciones cubiertas, catorce tanques semienterrados con cañones de 37 mm,
dieciséis cañones antiaéreos de 127 mm y 106 casamatas cada una con una
ametralladora de 13 mm.
Veamos
las fuerzas de ataque de la Marina de los E.U.A: Una Fuerza de Tarea Anfibia
constituida por tres acorazados, cinco portaviones de escolta, cuatro cruceros,
nueve destructores de escolta, doce transportes de ataque (AP), tres
transportes de carga de ataque (AK), un buque de desembarco de dique (LSD),
tres buques de desembarco de tanques (LST), dos barreminas y la Segunda
División de Marines con 18.600 efectivos dividida en cinco Regimientos, sumando
catorce batallones de Marines, tres batallones de ingenieros, dos batallones de
tractores anfibios, dos batallones de tanques y un batallón de artillería.
Una
Fuerza de Cobertura Sur formada por dos portaviones de flota, un portaviones
ligero, tres cruceros pesados, un crucero antiaéreo y cinco destructores de
escolta, y una Fuerza de Cobertura Norte formada por dos Portaviones de flota y
un portaviones ligero con sus respectivas escoltas.
Al
amanecer el 18 de noviembre de 1943 se inició el bombardeo aéreo sobre Betio,
causando algunos daños al aeropuerto y a las posiciones japonesas. El día 20 al
amanecer la Fuerza de Tarea Anfibia recaló en Tarawa e inició el asalto anfibio
sobre la isla, precedido de un bombardeo naval durante ochenta minutos. Al
tercer día de combate, cesó la resistencia japonesa y la Segunda División de
Marines ocupó totalmente la isla a un costo humano de 990 muertos y 2.391
heridos. Los japoneses tuvieron un costo humano de 4.863 muertos.
La
cadena de asaltos anfibios que se inició el 18 de noviembre de 1943 en Tarawa,
prosiguió en las islas Marshalls, Marianas, Palaus e Iwojima; finalizando el 21
de junio de 1945 en la isla de Okinawa, la mayor de las islas Ryukyus, situada
a 350 millas de Japón continental. Aquí debemos hacer un paréntesis para aclarar
dos aspectos que hemos decidido dejar de lado por dos cosas por exceso de
información como es el caso de la operación “Overlord” y por defecto como fue
el caso de las operaciones anfibias germano-soviéticas en la península de Crimea
entre 1941 y 1944 en el sentido de que fue muy poco el aporte doctrinario. Esta
última porque sus aportes doctrinarios no fueron relevantes. Desde esa isla partiría
la planificada operación de la invasión al Japón continental denominada
operación Downfall, que no se realizó porque el presidente Truman decidió usar
la bomba atómica.
La
campaña de Okinawa fue el mayor desembarco anfibio realizado hasta la fecha en
el Pacífico y requirió la presencia de unidades del Ejército, ya que los
Marines no tenían los efectivos suficientes para cubrir los requerimientos de
esa operación, considerando que la isla tiene un área de mil doscientos km2
y estaba guarnecida por unos ciento diecisiete mil efectivos.
El
asalto anfibio comenzó el 26 de marzo de 1945 con la participación de 540.000
efectivos de los E.U.A. de los cuales 183.000 fueron tropas de asalto
pertenecientes a tres divisiones de Marines que sumaban unos ochenta mil
hombres y a cuatro divisiones de infantería del Ejército, que habían recibido
el adiestramiento básico en guerra anfibia, apoyadas por 1.200 unidades
navales. Los combates duraron 82 días con los japoneses sufriendo 107.539
muertos y los estadounidenses 7.374.
Para
redondear este asunto, quisiera recalcar que la carrera de diecinueve meses
entre Betio y Okinawa tuvo también como componente la búsqueda de la eficiencia
en las operaciones anfibias, entendida en gran parte como la capacidad de
cumplir la misión disminuyendo el número de bajas propias. Un ejemplo de ello
fue el avance tecnológico que experimentaron los vehículos de desembarco tipo
LVT (Landing Vehicle Tracked/Vehículo de desembarco con orugas), que estaban
disponibles en pocas unidades por primera vez en Betio; setenta y cinco LVT-1 y
cincuenta LVT-2. Por esa razón la mayoría de los Marines tuvieron que
desembarcar en esa isla mediante LCVP (Landing Craft Vehicle Personnel/ Lancha
de desembarco de personal), las cuales, por motivos de marea, no pudieron
superar el arrecife de coral para llegar a la playa, obligando a los Marines a
vadear ese trecho bajo intenso fuego enemigo, sufriendo innumerables bajas. En
la isla de Okinawa se emplearon cerca de mil vehículos anfibios de oruga en los
modelos LVT-3 y LVT-4,
A
medida que se progresaba de isla en isla, fueron notables las mejoras que se
introdujeron en todos los aspectos tecnológicos, tácticos, y logísticos de las
operaciones. Los lectores que estén
interesados en este asunto, pueden encontrar los detalles en la tesis de grado
bajo el siguiente link. https://apps.dtic.mil/dtic/tr/fulltext/u2/a602899.pdf.
Al
finalizar la II Guerra Mundial, la misión del Cuerpo de Marines de los E.U.A.
podría sintetizarse así:
-
Capturar o defender bases navales avanzadas y
conducir aquellas operaciones terrestres que resulten ser esenciales a la
continuación de las campañas navales.
-
Proveer destacamentos para servir en los
buques de la Armada y protección de las propiedades navales en las bases navales.
-
Desarrollar conjuntamente con las otras
fuerzas armadas, las tácticas, técnicas y el equipamiento empleado por las
fuerzas de desembarco en operaciones anfibias.
-
Adiestrar y equipar como requerido las
fuerzas de Marines para operaciones aerotransportadas.
-
Desarrollar con otras Fuerzas Armadas,
doctrinas, procedimientos y equipos de interés para el Cuerpo de Marines en operaciones
aerotransportadas que no sean provistas por el Ejército.
-
Ser capaz de aumentar sus componentes desde
tiempos de paz, para cubrir las necesidades de guerra, de acuerdo a los planes
de movilización.
5.- LOS MARINES
EN COREA
Este
párrafo tiene como objetivo dar una rápida ojeada a la guerra de Corea usándola
como un gran ejemplo de las tres características que hacen de los Marines una
fuerza militar única. Primero, tienen la FLEXIBILIDAD que les permite realizar
un asalto anfibio en el lugar más conveniente de cualquier teatro de
operaciones marítimo, y para ello tienen la organización, las tácticas, el
equipamiento y el adiestramiento para ello. Segundo, tienen la MOVILIDAD
inherente a las fuerzas navales ya que forman parte de ellas. Tercero, son
siempre mantenidas en un alto grado de ALISTAMIENTO, ya que se encuentran
convenientemente desplegadas alrededor de sus teatros de operaciones.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial la península de
Corea, que estaba bajo la ocupación japonesa fue dividida en dos partes, tomando
como frontera entre ambas el paralelo 38º Norte. La mitad norte quedó bajo la
administración de la Unión Soviética y pasó a llamarse Corea del Norte (CDN).
La mitad sur quedó bajo la administración de E.U.A. y paso a llamarse Corea del
Sur (CDS).
Por otro lado, y siguiendo la política de economía del presidente
Truman, llevada a cabo por su Secretario de Defensa Louis Johnson, las Fuerzas
de Marines de la Flota habían sido reducidas, de los 300.000 efectivos que
tenían al finalizar la Segunda Guerra Mundial, a solo 28.000. Ver relato en el
link siguiente: https://web.archive.org/web/20021113195108/http://www.usna.com/News_pubs/Publications/Shipmate/2000/2000_06/inchon.htm
Pero como la realidad contradice con frecuencia la
improvisación, el 25 de junio de 1950, Corea del Norte (CDN) tomó por sorpresa
al mundo invadiendo a Corea del Sur (CDS) con el apoyo de la Unión Soviética. Ese
mismo día el consejo de Seguridad de la ONU hizo un llamado a sus miembros para
prestar toda la asistencia posible a Corea del Sur y muchos países pasaron a
contribuir con el esfuerzo de guerra bajo el comando del general del ejército
de los E.U.A. Douglas MacArthur.
Las fuerzas del ejército estadounidense destacadas, tanto
en Japón como en la propia CDS, no estaban preparadas para enfrentar esa
situación, por lo que no pudieron contener el arrollador avance de las tropas
norcoreanas, que en dos meses ocuparon casi toda la península coreana, arrinconando
las fuerzas aliadas en un perímetro de unos 200 km en torno al puerto de Pusan.
Ante la tamaña catástrofe que se avecinaba, el general
MacArthur, que había visto el desempeño de los Marines en Guadalcanal, solicitó
en dos oportunidades el apoyo de una fuerza de Marines. En la primera obtuvo una
Brigada con tres escuadrones de apoyo aéreo que sumaban 6.534 Marines. Los
buques de transporte zarparon el 14 de julio desde San Diego hacia CDS teniendo
como destino el puerto de Pusan, que se encontraba amenazado por las fuerzas de
CDN. La Brigada recaló a puerto el 3 de agosto y ese mismo día inició
operaciones ofensivas para defender el perímetro de ese puerto.
Entre el instante en que el Estado Mayor Conjunto
Estadounidense autorizó el envío de la Brigada, hasta el momento que entró en
combate, pasaron 24 días, incluyendo las dos semanas de navegación entre ambos
puertos. Que una organización militar haya podido reaccionar con ese tempo,
demuestra que el cuerpo de Marines de U.S.A mantenía un excelente Alistamiento
gozaba de una gran Movilidad para el combate, a pesar de las fuertes
reducciones de personal a la que habían sido sometidas las dos Fuerzas de Marines
de la Flota.
En la segunda oportunidad MacArthur ya tenía en mente un
asalto anfibio en el puerto de Inchon, como se lo había manifestado el 10 de
julio de 1950 en la siguiente conversación al General Lemuel Shepherd, quien se
desempeñaba como comandante de las FMF del Pacífico: (MacArthur) Si yo
tuviera la Primera División de Marines bajo mi mando, lanzaría un asalto
anfibio aquí - mostrando en el mapa el puerto de Inchon con la boquilla de su
pipa – y cortaría el apoyo logístico al ejército de Corea del Norte que está
atacando el perímetro de Pusan, ocasionando su retirada y aniquilación.
(Shepherd) ¿Porque Ud. no solicita la Primera División, General?. (MacArthur)
Tu piensas que me la pueden dar?
Shepherd le sugirió que la solicitara de inmediato,
agregando que la Primera División de Marines estaría lista para el Asalto
Anfibio en Inchon para el primero de septiembre, menos tiempo del que se
necesitaría para alistar las tropas del ejército que ya estaban en Corea del
Sur y Japón.
La experiencia adquirida por el general MacArthur durante
su comando en el Océano Pacífico en la II Guerra Mundial, le permitió
visualizar naturalmente que el asalto anfibio en Inchon era la estrategia que
le permitiría conseguir los resultados deseados con el mínimo de pérdidas en el
menor tiempo posible, y esa Flexibilidad para escoger el mejor sitio
posible para responder ofensivamente a la agresión enemiga se la brindó la
Primera División de Marines en Inchon.
Pero como vimos anteriormente, la política del gobierno
había reducido significativamente las fuerzas de Marines, y además la Primera
División se había desprendido de una Brigada que ya se encontraba defendiendo
el perímetro de Pusan.
Así, la Primera División había sido reducida a solo 3.386
efectivos entre oficiales y tropas, por lo que, para poder cumplir con la fecha
prometida, el Comando General del Cuerpo de Marines realizó una reorganización
general de todo el Cuerpo de Marines para alistar la Primera División a su
nivel de combate de 28.000 Marines con su Ala Aérea incluida.
También se convocó la Reserva organizada que proporcionó
33.528 Marines entre oficiales y tropa, muchos de ellos veteranos de la Segunda
Guerra Mundial, que fueron a ocupar los cargos que habían quedado vacantes por
la movilización.
Es realmente notable que, a pesar de todas estas circunstancias,
la Primera División de Marines completa con su Ala Aérea, estuvo presente en el
teatro de operaciones a la orden de MacArthur el 7 de septiembre de 1950 y
constituyó la punta de lanza del exitoso asalto anfibio que se realizó en el
puerto de Inchon el 15 de septiembre y la sucesiva toma de Seúl. Esa maniobra
cortó las líneas de abastecimiento del ejército norcoreano y permitió el
contraataque del Octavo Ejército que se encontraba sitiado en Pusan, que se
sumó a las subsecuentes operaciones terrestres de las tropas aliadas que
condujeron a la total retirada del ejército invasor hacia su territorio.
Posteriormente el ejército aliado invadió a CDN y
continuó al avance hacia la frontera con China en el rio Yalú. Esto resultó en
la entrada de China comunista en la guerra con el apoyo de la Unión Soviética,
ocasionando la retirada forzada de las tropas aliadas de vuelta hacia Corea del
Sur. El 27 de julio de 1953 se firmó el armisticio que dio fin a las
operaciones militares y la frontera entre ambas Coreas volvió a ser
prácticamente la misma que existía antes de la guerra.
Al concluir las operaciones en Corea, Douglas MacArthur
declaró: El Asalto Anfibio es la herramienta más poderosa que tenemos.
Desde que finalizó la guerra de Corea en 1953 hasta estos
años, las amenazas y los escenarios para los cuales se preparan y combaten los
Marines han venido experimentando cambios significativos en tiempos
relativamente muy cortos. Y cada vez los Marines se han adaptado a esas nuevas
condiciones.
De ser una fuerza creada fundamentalmente con un carácter
expedicionario anfibio, pasaron además a cumplir misiones de contrainsurgencia
como en Vietnam durante los años 1960-1970, de guerra terrestre regular como en
Irak en 1990 y en la guerra global contra el terrorismo que aún se libra en
algunos países del Medio Oriente y África.
Durante ese mismo periodo, los Marines han venido
introduciendo avances tecnológicos y organizacionales que en determinadas
circunstancias les permiten conducir un asalto anfibio sin desembarcar en la
playa mediante la ejecución de una maniobra directa realizada preferiblemente
en horas nocturnas, desde un buque de asalto anfibio situado más allá del
horizonte, hasta el objetivo anfibio situado tierra adentro, pasando del mar
hacia la tierra sin solución de continuidad.
En estos casos, la Fuerza de Desembarco es desplegada
empleando helicópteros y/o aeronaves del tipo aterrizaje/despegue vertical, que
se dirigen directamente hacia el objetivo, obviando la necesidad de pasar por
la playa.
La maniobra se aligera al mantener el comando y control,
la logística y el fuego de apoyo naval y aéreo a bordo de las unidades navales,
entregando las provisiones a la Fuerza de Desembarco “Justo lo Suficiente” y
“Justo a Tiempo”, mientras avanzan en tierra a medida que las necesitan. Todos
estos avances tecnológicos y operacionales vienen siendo diseñados e
incorporados para mejorar las características de Flexibilidad, Movilidad y
Alistamiento, que son las que en el fondo definen cualquier fuerza de
infantería de marina.
Además, introdujeron cambios en la organización que
también han mejorado las supracitadas características, principalmente el Alistamiento,
mediante la creación de las MAGTF (Marine Air Ground Task Force – Fuerza de
Tarea de Marines Aire Tierra), compuesta por un elemento terrestre, un elemento
aéreo, un elemento logístico y un elemento de comando. Estas MAGTF son
configuradas a la medida de la misión y existen tres tipos. La MEU (Marine
Expedicionary Unit - Unidad de Marines Expedicionaria) basada en un batallón
con unos 2.200 Marines, la MEB (Marine Expedicionary Brigade - Brigada de
Marines Expedicionaria) con unos 4.000 - 16.000 Marines y la MEF (Marine
Expedicionary Force - Fuerza de Marines Expedicionaria) basada en una División,
con unos 46.000 – 90.000 Marines.
Existen siete MEU que están configuradas por un batallón
de desembarco anfibio, un escuadrón de medios aéreos y un batallón logístico. Tres
de ellas están asignadas permanentemente a la Flota del Atlántico y cuatro a la
Flota del Pacífico. Están comandadas por un Coronel Infante de Marina y llevan
consigo quince días de provisiones.
El caso de las MEB es especial ya que son configuradas
para misiones específicas y se constituyen por un Elemento de Combate Terrestre
de tamaño regimental, un Grupo Aéreo y un Regimiento Logístico de Combate. Están
comandadas por un General de Brigada Infante de Marina y llevan consigo
provisiones para treinta días.
Existen tres MEF que constituyen la principal fuerza de
combate para grandes operaciones. la Nº 1 basada en el Campo Pendleton,
California; la Nº 2 en el Campo Lejeune, Carolina del Norte y la Nº 3 con base
en la isla de Okinawa. Estas unidades están compuestas por una División de
Marines, Una Ala Aérea y un Grupo Logístico. Están comandadas por un General de
División. y llevan consigo provisiones para sesenta días.
Los lectores que deseen profundizar en este tema del
futuro del Cuerpo de Marines pueden ver el siguiente link que muestra cómo los
Marines estaban evolucionando con la visión de retomar su capacidad
expedicionaria anfibia para el año 2025, manteniendo al mismo tiempo sus
capacidades para las operaciones de guerra terrestre: https://www.secnav.navy.mil/donhr/Site/Commandant%20Strategic%20Documents/USMC%20Vision%20and%20Strategy%202025.pdf
Sin embargo, en el medio de ese proceso que concluiría en 2025, se
definieron nuevas amenazas y escenarios, que redirigieron el foco de la misión
del Cuerpo de Marines hacia una nueva visión estratégica para el año 2030, que les
indicó que debían dejar de lado las operaciones de guerra irregular, pero
manteniendo su rol como fuerza expedicionaria anfibia, y simultáneamente
deberían modernizar el Cuerpo de Marines preparándolos para nuevas tácticas de
guerra anfibia, que se realizarían mediante Operaciones Distribuidas,
dividiendo las grandes fuerzas en unidades más pequeñas y ampliamente
dispersas, pero asegurando que tengan suficiente poder para marcar una
diferencia real en un enfrentamiento militar, con énfasis especial en las
potencias del Océano Pacífico.
Ese cambio está en ejecución y viene resultando muy polémico, ya que considera un
recorte de algunos batallones de infantería, el reemplazo de unas tres cuartas partes de las baterías de
artillería móviles por sistemas de misiles de largo alcance, eliminación de
todos los tanques y la sustitución de algunos escuadrones de helicópteros por vehículos
aéreos no tripulados de última generación. En definitiva, las unidades serán menores y
operarán dispersas, pero con un impacto mucho mayor gracias a una variedad de
nuevos sistemas de armas más poderosos.
Como dice el Comandante de los Marines: Alcanzar el estado
operativo final requiere una Fuerza de Marines dotada de sensores y armas
móviles de baja firma, que puedan crear las virtudes de la masa sin las
vulnerabilidades de la concentración. Los interesados en los detalles pueden
ver el documento “Force Design 2030”, promulgado en marzo del 2020: https://www.hqmc.marines.mil/Portals/142/Docs/CMC38%20Force%20Design%202030%20Report%20Phase%20I%20and%20II.pdf?ver=2020-03-26-121328-460
En este parágrafo examinaremos el estado de la infantería
de marina en Argentina, Brasil, Colombia, Perú y Chile.
En el caso de Argentina, su Infantería de Marina venía
históricamente desempeñando funciones como guarnición de unidades navales, tomaba
parte en operaciones terrestres, fluviales y conformaba unidades de artillería
costera. En ese pasado remoto, esas tareas eran comunes a la mayoría de las
infanterías de marina alrededor del mundo. Fue solo luego a partir de la segunda
guerra mundial, cuando la Infantería de Marina de la Armada Argentina creó un
elemento anfibio, con sus uniformes y grados iguales a los de la Armada.
El año de 1947 fue creado el Comando General de
Infantería de Marina y la Brigada
de Infantería de Marina Nº 1 y sus unidades de apoyo, iniciándose así la
formación de la capacidad anfibia de la Infantería de Marina
Argentina.
En 1969 se realizó una reorganización del Comando General de la
Infantería de Marina, en el cual, sus tareas operativas fueron asignadas al
recién creado Comando de la Infantería de Marina que pasó a depender del
Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada, que, a su vez, depende
del Jefe del Estado Mayor General de la Armada, que es el Comandante de la
Armada
Las
tareas administrativas tales como organización y doctrina, logística y otras
fueron asignadas a la Subjefatura del Estado Mayor General de la Armada.
Ese
modelo que exige que las unidades operativas de la Flota y de la Infantería de
Marina estén bajo un comando operativo común es similar al empleado por
los E.U.A con sus Fuerzas de Marines de la Flota, y también fue adoptado en su
momento por las Marinas de, Brasil, Chile y Perú para sus componentes anfibios.
Al Comando de Adiestramiento
y Alistamiento (COAA) están
subordinados todos los comandos operativos de la Armada Argentina, a saber: El
Comando de la Flota de Mar (COFM), el Comando de la Infantería de Marina (COIM),
el comando de la Aviación Naval (COAN) y el Comando de la Fuerza de Submarinos
(CFSS) y el Comando de Transportes Navales (COTN). También le están
subordinadas operativamente las tres Áreas Navales, la Austral (ANAU), la
Atlántica (ANAT) y la Fluvial (ANFL); además de la Base Naval de Puerto
Belgrano y la Jefatura de Mantenimiento y Arsenales de la Armada.
Algunos
elementos de la brigada anfibia fueron desplegados en dos oportunidades. La
primera fue en 1978 durante el conflicto con Chile por las islas del canal de
Beagle y sus aguas circundantes, en cuyo caso, la gestión del Papa Juan Pablo
II logró solucionar el conflicto antes que se desataran las hostilidades. La
segunda oportunidad fue durante la guerra de las Malvinas en 1982 que tuvieron
una participación destacada a pesar de la derrota argentina.
El personal de la
Infantería de Marina se divide en tres categorías. Los oficiales que se forman
en la Escuela Naval Militar durante cinco años, y además disponen, para su
capacitación a lo largo de su carrera, de la Escuela de Capacitación y
Especialización de oficiales.
Los suboficiales que
se forman en la Escuela de suboficiales de la Armada durante un tiempo que
varía de un año a dos años y medio, dependiendo de la especialidad. Los grados
de los suboficiales van desde Cabo Segundo al graduarse, hasta suboficial
Mayor, pasando por Cabo Primero, Cabo Principal, Suboficial de Segunda, de
Primera, y Principal.
El personal de
soldados de Infantería de Marina consta de voluntarios seleccionados y
adiestrados en la base de Baterías, que son dados de alta firmando un
compromiso de servicios por dos años como Infante de Segunda. Al finalizar
dicho periodo, podrán renovar anualmente como Infante de Primera hasta la edad
de 28 años como máximo. Durante su servicio, estos infantes de marina
voluntarios pueden aplicar a la Escuela de Suboficiales de la Armada, caso hayan
completado la educación secundaria.
El Comando de la
Infantería de Marina (COIM) está constituido por:
-
Un componente anfibio denominado Fuerza de Infantería de Marina de
la Flota de Mar; formado por el Batallón de Infantería de Marina Nº 2, el
Batallón de Artillería de Campaña Nº 1, El Batallón de Comunicaciones Nº 1, la
Agrupación de Comandos Anfibios, El Batallón de Comando y Apoyo Logístico, el
Batallón de Vehículos Anfibios Nº 1, el Batallón Antiaéreo y la Compañía de Ingenieros
Anfibios. Todos estos medios están concentrados en la Base Naval de Puerto
Belgrano.
-
El
Batallón de Infantería de Marina Nº 3 con asiento en la Base Naval Zárate,
desplegada en el Área Naval Fluvial y especializada en operaciones ribereñas en los grandes ríos de la cuenca
del Plata.
-
Una Fuerza desplegada en
el Área Naval Austral, constituida por los Batallones de Infantería de Marina
Nº 4 y Nº 5 que operan en zona fría y de montaña. En esta área austral de la
provincia de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur, opera el
Destacamento Naval de Rio Grande, basado en la ciudad de Rio Grande. Esta
unidad fue creada respondiendo a la necesidad de concentrar las tareas
logísticas y servicios de base, en una unidad dedicada exclusivamente a tal
fin, y así, posibilitar que los Batallones de Infantería del área austral se
adiestren para su razón de ser, que son las operaciones de combate.
-
Un Comando de
Instrucción y Evaluación de la Infantería de Marina, con sede en la Base
logística de Baterías, unidad que provee los servicios y la infraestructura
necesaria para la ejecución de ejercicios y el adiestramiento de las unidades
de la Infantería de Marina.
-
Una Agrupación de Servicios de Cuartel que se
dedica al control, administración y mantenimiento de todo el material e
infraestructura donde se encuentra instalada la Fuerza de Infantería de Marina
de la Flota de Mar.
En el caso de la República de Brasil, la infantería de
marina recibe el nombre de “Corpo de Fuzileiros Navais” (CFN) y hasta finales de
la década de 1940 eran identificados por sus actividades terrestres orientadas
hacia la seguridad de las unidades e instalaciones navales y la defensa
costera.
Después de la Segunda Guerra Mundial comenzó un
movimiento entre los oficiales más antiguos de ese Cuerpo en el sentido de
crear una mentalidad anfibia en la Marina Brasilera, que se manifiesta
paulatinamente a partir de los años 1950 con la adquisición de cuatro buques
transporte dotados de embarcaciones de desembarco, la creación de un centro de
adiestramiento para la guerra anfibia y el envío de oficiales para realizar
cursos de guerra anfibia en U.S.A., con la finalidad de implantar la doctrina
anfibia estadounidense dentro del CFN.
Durante ese proceso la Marina Brasilera (MB) entendió que
un aspecto fundamental de la doctrina anfibia requería que la fuerza de
infantería de marina a ser creada, estuviese lo más cerca posible, en términos geográficos
y organizacionales, a las fuerzas flotantes que harían posible su empleo
a la brevedad en teatros distantes. Con ese criterio la MB creó la Fuerza de
Fusileros de la Escuadra (FFE) que depende del Comandante de Operaciones
Navales y está acantonada en bases cercanas al puerto de Rio de Janeiro donde
están surtas las unidades de la flota.
Los aspectos administrativos del CFN son manejados a
través del Comando Doctrinario, del Comando de Material y del Comando de
Personal, que dependen del Comandante General del Cuerpo de Fusileros Navales,
que a su vez, depende del Comandante de la Marina.
Actualmente el Cuerpo de Fusileros Navales consta de tres
tipos de unidades operativas:
El primer tipo es la Fuerza de Fusileros de la Escuadra,
que como ya vimos, está subordinada al Comandante de Operaciones Navales y se
distribuye en tres bases situadas en Rio de Janeiro. La primera es la isla del
Gobernador donde está acantonado el Comando de la División Anfibia, un Batallón
de Comando y Control, tres batallones de Infantería de Fusileros Navales, un
Batallón de Blindados, un Batallón de Artillería y un Batallón de Control
Aerotáctico. La segunda base en la Isla de las Flores, donde se encuentra el
Comando de las Tropas de Refuerzo, un Batallón de Vehículos Anfibios, un Batallón
de Ingeniería, un Batallón Logístico, una Compañía de Policía y una Compañía de
Apoyo al Desembarque. La tercera base es la isla de Mereti donde funciona el
Comando de las Fuerzas de Desembarco y un Batallón de Fuerzas Especiales
El segundo tipo de unidad son los tres Batallones de
Operaciones Ribereñas que operan en las regiones Amazónica y Pantanal, que
están subordinados a los Distritos Navales 4 (Belém), 6 (Ladario) y 9 (Manaus)
respectivamente
El tercer tipo de unidad son los seis Agrupamientos de
Fusileros Navales que operan subordinados a cada uno de los seis Distritos
Navales restantes, que son empleados en la defensa de puertos e instalaciones
navales, operaciones de seguridad interna y garantía de la ley y el orden.
El Cuerpo de Fusileros Navales dispone de unos dieciocho
mil efectivos que se manejan en dos categorías. La primera categoría la
constituyen los oficiales que provienen de la Escuela Naval, donde a partir del
segundo año pueden seleccionar la especialidad de Fusilero Naval. La segunda
categoría es constituida por el personal de tropa que se incorpora por concurso
público y es enviado posteriormente a realizar el curso inicial de guerra
anfibia. Luego de aprobarlo, pasa por un periodo de ambientación para ser
promovido a Soldado. A los tres años puede optar a Cabo Especialista mediante
curso de capacitación y después de seis años a 3º Sargento mediante un curso de
habilitación. Con el tiempo y el cumplimiento de los requisitos exigidos, puede
alcanzar el grado de Sub-Oficial.
En el caso de la República de Colombia, la creación de la Infantería de Marina se oficializa el año de 1937,
mediante el decreto gubernamental No. 050 del 12 de enero de este mismo año,
donde se define una estructura organizacional compuesta por dos compañías de Infantería
de Marina acantonadas, una en Cartagena y otra en Puerto Ospina. A ese proceso
se incorpora una misión de los Marines norteamericanos para suministrar el
adiestramiento en guerra anfibia.
Durante sus primeros años, las
tareas que fueron asignadas a la Infantería de Marina consistían en su participación
en operaciones terrestres, anfibias, fluviales y especiales, además de responder
por la seguridad de las instalaciones navales y participar en la defensa de costa.
Sin embargo, la Marina
Colombiana identificó que su enemigo es interno y que el teatro de operaciones
de su Infantería de Marina es el territorio de Colombia, por lo que abandonó la
misión anfibia y se ha especializado en operaciones fluviales y de ámbito
terrestre, para combatir la guerrilla, los paramilitares, el narcotráfico, y
otros delitos que sucedan en sus áreas de responsabilidad fluviales y terrestres.
Para el cumplimiento de la misión
asignada a la Armada Nacional, la Infantería de Marina cuenta con las
siguientes unidades, capaces de ejecutar operaciones terrestres, ribereñas, de
comandos y especiales
-
Primera
Brigada de Infantería de Marina con sede en Corozal, destinada a operaciones
fluviales y terrestres, a través de cuatro batallones de infantería de marina,
dos batallones fluviales de infantería de marina y dos Grupos GAULA, dedicados
al combate contra el secuestro y la extorsión.
-
Segunda
Brigada de Infantería de Marina con sede en Buenaventura, con un despliegue
costero de tres batallones de asalto fluvial de infantería de marina y un
batallón de Comando y Apoyo de Infantería de Marina
-
Tercera
Brigada de Infantería de Marina con sede el Puerto Leguizamo, compuesta por
tres batallones fluviales de Infantería de Marina y un batallón de asalto
fluvial de Infantería de Marina
-
Cuarta
Brigada de Infantería de Marina con sede en Tumaco, compuesta por un Batallón
de Comando y Apoyo de Infantería de Marina, cuatro batallones de Infantería de
Marina, dos batallones fluviales de Infantería de Marina y un batallón de
Asalto Fluvial de Infantería de Marina.
-
Quinta
Brigada de Infantería de Marina con sede en Puerto Carreño, compuesta por tres
batallones fluviales de Infantería de Marina y la Flotilla Fluvial del Oriente.
-
Batallón
de Fuerzas Especiales de Infantería de Marina, compuesto por dos Agrupaciones
de Fuerzas Especiales Antiterroristas Urbanas de Infantería de Marina, una para
la región caribe atlántica y otra para la región pacífico; y tres Grupos de
Comandos Especiales de Infantería de Marina.
El personal de la Infantería de Marina
colombiana proviene fundamentalmente de tres fuentes.
Los oficiales que egresan de la Escuela
Naval de Cadetes Almirante Padilla, que ofrece ocho opciones de pregrado, una
de ellas es la de Ciencias Navales para Oficiales de Infantería de Marina, con
duración de ocho semestres. Los oficiales de Infantería de Marina usan los mismos
uniformes e insignias que los oficiales de la flota, pero los nombres de los
grados se identifican con los del Ejército.
Los Suboficiales provienen de la Escuela
de Formación de la Infantería de Marina situada en la Base de Entrenamiento de
Infantería de Marina con sede en Coveñas, mediante cursos de cuatro semestres. Los
grados de los suboficiales van de Cabo Tercero hasta Sargento Mayor de Comando
Conjunto, pasando por Cabo Segundo, Cabo Primero, Sargento Segundo, Sargento
Viceprimero, Sargento Primero, Sargento Mayor y Sargento Mayor de Comando, en una
escalera de nueve grados durante treinta y un años de servicio.
La tercera fuente es el Servicio Militar
obligatorio, del cual la Infantería de Marina recibe sus contingentes de
conscriptos, que prestan servicio por dieciocho meses. Al terminar su servicio,
algunos de estos reservistas pueden aplicar para realizar cursos de
especialidad de combate en la base de Coveñas para adquirir el grado de Infante
de Marina Profesional, que mantendrán durante toda su carrera. Actualmente
existe un proyecto para modificar el artículo 216 la Constitución Nacional para
eliminar la obligatoriedad del servicio militar.
En el caso de la República del Perú, podríamos comenzar nuestra
síntesis a partir del año 1942, cuando la Armada asume la protección del puerto
de Talara, mediante la creación de una unidad que pasó a llamarse Fuerza Naval
de Defensa de Costa. Ese puerto revestía gran importancia ya que desde allí se exportaba
la producción petrolera peruana hacia los E.U.A. durante la Segunda Guerra
Mundial.
A mediados del año siguiente se
creó la Fuerza de Comandos Navales, asignándole como tareas, la defensa de costa,
las operaciones anfibias y la protección de los establecimientos navales. Su organización
constaba de una Compañía de Comando, una Compañía de ametralladoras, tres
Compañías de Fusileros y una unidad de artillería. A principios del año 1948 esa
unidad se denominó Infantería de Marina y sus efectivos fueron aumentados a dos
batallones.
Del Comandante de Operaciones
del Pacífico (COMOPERPAC) dependen todos los medios marítimos y aéreos de la Armada
Peruana, tales como, la Fuerza de Infantería de Marina Anfibia, cuyo componente
operativo está constituidos por una Brigada de Infantería de Marina anfibia expedicionaria,
compuesta por dos Batallones de Infantería de Marina anfibios, un Agrupamiento
de Apoyo Anfibio, un batallón de Vehículos Tácticos, y un batallón de Comandos.
Todos estos medios anfibios se encuentran concentrados en la Base Naval de
Ancón, situada a unos 40 km al norte del puerto del Callao, donde se encuentra
basada la Escuadra peruana.
Del Comandante de Operaciones de
la Amazonia (COMOPERAMA) dependen todos los medios fluviales y de selva, entre
ellos el batallón de Infantería de Marina de Selva (B.I.M.S) N 1 basado en
Iquitos, el Batallón de Infantería de Selva (B.I.M.S) N 2 basado en Pucallpa,
el Grupo de Operaciones Especiales N 3, la Flotilla Fluvial y el Escuadrón
Aeronaval de la Amazonia.
El personal de la Infantería de
Marina del Perú se maneja con tres categorías. Los oficiales, los suboficiales
y los Tripulantes de Infantería de Marina.
Los Oficiales provienen de la
Escuela Naval, donde al finalizar
sus cinco años de estudio se gradúan como bachilleres en Ciencias Marítimas
Navales, y reciben el despacho de Alférez de Fragata. Durante su primer año de
servicio se embarcan en las diferentes unidades navales, y al termino, eligen
su orientación profesional, que en el caso que estamos tratando, sería la de
Infantería de Marina, la cual pasan a cursar como una especialización en la
Escuela de Infantería de Marina.
Los técnicos navales profesionales se forman en el Instituto de
Educación Superior Tecnológico Publico Naval – CITEN -. En ese instituto de
formación profesional se dictan veintiséis especialidades, con duración
variable, entre uno a tres años. Una de ellas es Infantería de Marina, que
tiene como objetivo el de formar profesionales técnicos especialistas en
operaciones de combate y otras acciones militares. Estos técnicos se gradúan
como Suboficial de Tercera y van siendo promovidos cada 5 años a través de
siete niveles, hasta alcanzar el ultimo grado de Técnico Supervisor. Durante su
carrera, estos técnicos reciben cursos de especialización en la Escuela de
Infantería de marina.
Los Tripulantes de Infantería de Marina provienen de los jóvenes que, a
través del Servicio Militar Voluntario, se inscriben en la Escuela de Grumetes,
donde se dictan ocho especialidades y donde “Tripulante de Infantería de Marina”
es una opción. Los grumetes que la seleccionan reciben un adiestramiento básico
durante tres meses y posteriormente son enviados a los batallones de infantería
de marina.
La República de Chile es un caso
particular, ya que ellos incorporaron la guerra anfibia a la solución de sus
problemas militares desde la guerra de independencia del imperio español.
Esa visión anfibia temprana de la
marina chilena se puede atribuir a dos factores. El primero es la mentalidad
marítima que se formó en el país, bajo el entendimiento que su territorio es
una isla que limita con el desierto de Atacama por el norte, con la cordillera
de los Andes por el este, por el océano Pacífico por el oeste y con el océano
Antárctico por el sur.
Es importante notar que por debajo
del paralelo 43º sur, la costa chilena toma un carácter archipelágico, donde se
hace necesario operar con fuerzas de Infantería de Marina anfibias
El segundo factor se remonta a sus
orígenes históricos y tiene que ver con la figura del Almirante británico Lord
Thomas Cochrane, contratado por el gobierno chileno en 1818 para comandar la
Escuadra chilena y darle una estructura profesional. Cochrane reorganizó la Marina Chilena colocando comandantes
británicos en puestos claves e introduciendo los usos y costumbres navales
británicos, que fueron asimilados rápidamente.
Bajo
el mando de Cochrane, la Escuadra chilena fue determinante para alcanzar parcialmente
la independencia de Chile y Perú, conduciendo las operaciones anfibias que
derrotaron al imperio español en ese teatro; tales como el asalto anfibio en el
puerto de Valdivia el 4 de febrero de 1820, y como el desembarco anfibio del
ejército del General San Martin en la bahía de Paracas el 8 de septiembre de
1820, para ocupar la ciudad de Lima y proclamar la independencia de Perú.
Este
notable marino imprimió un sello de profesionalismo en la Armada Chilena y la
proyectó como una Armada oceánica, visión estratégica que ha perdurado hasta el
presente. El almirante Thomas Alexander Cochrane finalizó su servicio en la
Armada Chilena el 29 de noviembre de 1.822.
Habiendo ya comentado anteriormente
las operaciones anfibias de Chile en los tiempos de la independencia con el
almirante Cochrane, así como también las operaciones anfibias en la época de la
Guerra del Pacífico, en las cuales la Infantería de Marina había desempeñado un
rol ofensivo, el año de 1903 se reorganiza como Regimiento de Artillería de
Costa asumiendo así una postura defensiva, manteniendo su rol de guarnición de
los buques de la Armada.
Pero a partir del 3 de marzo de 1964 la
Infantería de Marina evoluciona hacia dos componentes: Un Cuerpo de Infantería
de Marina conformado por una Brigada Anfibia Expedicionaria que depende del
Comando de Operaciones Navales y una Fuerza de Protección que está distribuida
a lo largo de las cinco Zonas Navales en que está dividido el país, que
dependen del Comando General de la Armada. Cada Zona Naval tiene un
contralmirante como jefe de zona y de él dependen operativamente todas las
unidades navales y de Infantería de Marina de la Fuerza de Protección que le
hayan sido asignadas en su Zona.
Ambos componentes, la Brigada Anfibia
y la Fuerza de Protección, cumplen la misión de proveer fuerzas de Infantería
de Marina organizadas, equipadas y entrenadas, a los mandos operativos u
organizaciones de tarea, con el objeto de contribuir a la proyección del Poder
Naval, la defensa de la costa, la seguridad institucional y la participación en
Operaciones de Paz.
La Brigada Anfibia
Expedicionaria está compuesta por: Un comando de Brigada con sede en Fuerte
Aguayo en la ciudad de Concón, ejercido por un
Contralmirante IM, que es a su vez el Comandante del Cuerpo de Infantería de
Marina. Cuenta además con un Capitán de Navío IM como segundo Comandante y un
Estado Mayor. Esta brigada se encuentra concentrada en Fuerte Aguayo a
excepción del batallón “Aldea”, ya que esta unidad tiene un empleo ofensivo –
defensivo, ya que en ciertas situaciones tiene un empleo interno, tal como
operaciones de ayuda humanitaria y de apoyo ante catástrofes naturales.
El
Batallón de infantería de marina “Miller” Nº 21 basado en Fuerte Aguayo.
El
Batallón de Apoyo de Combate “Hurtado” Nº 41 basado en Fuerte Aguayo.
El
Batallón Logístico “Olave” Nº 51 basado en Fuerte Aguayo.
El
Batallón de Infantería de Marina Nº 31 “Aldea” basado en Fuerte O´Higgins en la
ciudad de Talcahuano.
La Fuerza
de Protección está compuesta por:
El
Destacamento de Infantería de Marina Nº 4 “Cochrane¨, que depende de la Tercera
Zona Naval y está basado en la ciudad de Punta Arenas. Tiene como tarea
principal la protección de las costas australes del país
El Destacamento de Infantería de
Marina Nº 1 ¨Lynch¨ que depende de la Cuarta Zona Naval y está basado en la
ciudad de Iquique, en la frontera con Perú. Tiene como tarea principal la
defensa de costa, para lo cual dispone de una batería de obuses de 155/39 mm y
una batería de misiles SS Exocet MM-38.
La Armada de Chile administra su
personal en dos categorías. Los oficiales y la Gente de Mar. En el caso de los
oficiales, los cadetes de la Escuela Naval se gradúan en una de las cuatro
especialidades disponibles, según hayan escogido al finalizar su primer año en
la Escuela. Una de ellas es Infantería de Marina, y en este caso los jóvenes recién
graduados se desempeñan en sus primeros años como comandantes de pequeñas
unidades de infantería e ingeniería de Combate,
unidades de reconocimiento blindado, unidades tácticas de comandos (Fuerzas
Especiales), e integrando las dotaciones de baterías de artillería de campaña o
de costa. Al término de este período, los
Oficiales completan sus estudios superiores en la Academia Politécnica Naval,
donde obtienen su especialización en Sistemas Anfibios.
Luego de
un período de desempeño, entre 3 a 5 años como Oficiales Especialistas,
efectúan diferentes cursos de post-especialidad, quedando en condiciones de
conducir unidades fundamentales, como Compañías de Fusileros, Baterías de
Artillería o Misiles, Compañías de Comandos e integrando Planas Mayores de
Puestos de Mando en funciones de Oficial de Inteligencia, Logístico, de
Comunicaciones u Operaciones. Los oficiales de Infantería de Marina que en el
transcurso de su carrera accedan al Curso de Estado Mayor, pueden ejercen al
mando de Destacamentos de Infantería de Marina, Fuerzas de Asalto Anfibio,
Unidades de Fuerzas Especiales o integrar grupos asesores de Estado Mayor.
Los Oficiales Infantes de Marina pueden alcanzar el grado de Contraalmirante y
pertenecer al Alto Mando Institucional como Comandante General del Cuerpo de
Infantería de Marina.
La carrera
de la Gente de Mar se inicia en la Escuela de Grumetes “Alejandro Navarrete
Cisternas” ubicada en la isla
Quiriquina en Talcahuano. Los aspirantes, entre muchos otros requisitos, deben
haber aprobado el nivel de educación secundaria y presentar un examen de
admisión.
Los alumnos destinados a la Infantería de Marina realizan una formación matriz de un año y se
gradúan como Combatiente Básico Anfibio. De allí se trasladan a la Academia
Politécnica Naval, ubicada en Viña del Mar para cursar durante otro año una de
las siguientes especialidades y obtener el diploma de Técnico Superior:
Infantería, Artillería IM, Ingeniería de Combate y Mecánico en Material de
Guerra (esta son 2 años).
Al graduarse
pasan a la categoría de Suboficial, siguiendo una carrera como Soldado 1º IM
durante tres años, como Cabo 2º IM durante siete años, como Cabo 1º IM por siete
años, como Sargento 2º IM por seis años, como Sargento 1º IM por tres años,
como suboficial por tres años y como suboficial Mayor un año.
Si decidiéramos abocarnos seriamente al diseño de un Plan
y de una Estrategia para la Seguridad y Defensa de Venezuela, el capítulo
relativo al poder naval debería focalizarse en su entorno marítimo cercano que,
en resumidas cuentas, lo constituyen las unidades políticas que hacen vida en
un sector del mar Caribe y en nuestra fachada atlántica. Allí, en ese escenario
marítimo, se deberían identificar los desarrollos, presentes y futuros, que pudiesen
constituir amenazas a nuestra Seguridad y Defensa, y cuya neutralización
pudiese requerir que, en algún momento futuro, se adopte una postura ofensiva que
requiera el empleo del arma anfibia.
Ese enfoque geográfico es de puro sentido común, y
representa el máximo que deberíamos considerar en función de las potencialidades
percibidas de nuestro Poder Nacional, de las unidades políticas que interactúan
en esa área geográfica y de las prioridades en la asignación de recursos entre
el sector civil (mantequilla) y el sector militar (cañones).
Es evidente que pueden existir situaciones en que la
amenaza militar que se manifieste en el teatro marítimo del Caribe se origine
en un país fuera de él. Un ejemplo fueron los ataques y hundimientos de unos 76
buques mercantes por submarinos alemanes en el Golfo de Venezuela y en el mar
Caribe durante la Segunda Guerra Mundial. Durante esa contienda, la marina
venezolana carecía de los medios apropiados para realizar operaciones de guerra
antisubmarina, por lo que esa amenaza fue manejada mediante acuerdos con la
Marina de los E.U.A. que consiguió hundir al menos 4 submarinos alemanes.
Otro ejemplo fue la llamada crisis de los misiles
generada en 1962, cuando la Unión Soviética decidió construir en Cuba una base
para el lanzamiento de misiles de alcance intermedio dotados de cabezas
nucleares. El gobierno norteamericano enfrentó la amenaza invocando el Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y declarando una Cuarentena Naval
sobre el material militar que estaba siendo enviado vía marítima hacia Cuba
desde la URSS. La negociación entre ambas potencias dio fin al conflicto y
Rusia descontinuó la construcción de las instalaciones misilísticas.
En la Fuerza de Tarea Naval Combinada constituida para
hacer cumplir la Cuarentena, se integraron unidades de la Marina Estadounidense
con los Destructores venezolanos ARV Nueva Esparta, ARV Zulia, y los
Destructores Argentinos ARA Rosales y ARA Espora.
Sin embargo, como se dijo al principio de este capítulo, es
conveniente asumir que, para el propósito de este ensayo, sería de buen sentido
común limitar el área de interés estratégico venezolano a un área marítima que
llamaré de “Caribe Estratégico Naval” (CAESNA), compuesto por tres sectores.
El primero formado por su fachada atlántica. Allí están
pendientes la delimitación con Guyana y la posición de un punto trifinio junto
con Barbados, y Trinidad y Tobago.
El segundo sector formado por un mar contenido entre la
costa venezolana y el rosario que forman de Islas de Barlovento, Puerto Rico, La
Española y Jamaica. Al interior de esa gran extensión marítima, yace una Zona
Económica Exclusiva de unos 575.643 Km2, que Venezuela aún no ha delimitado
con las islas de San Cristóbal y Nieves, Montserrat, Dominica, Santa Lucia, San
Vicente y las Granadinas y Granada; que hacen parte de las islas del Caribe que
una vez colonizó la pérfida Albión. En el caso específico de Montserrat, la
negociación de limites tendría que realizarse con Gran Bretaña, ya que esa isla
es Territorio de Ultramar Británico.
El tercer sector está en espera de la definición de los
límites marítimos con la República de Colombia a partir de las negociaciones
que se realicen para definir los limites terrestres. Sin embargo, por motivos
prácticos, la Armada de Venezuela ha venido patrullando esa frontera marítima
partiendo de la premisa que las aguas al sur del paralelo de Castillete son
aguas interiores de Venezuela, y que la frontera marítima se define por una
línea que es la prolongación de la frontera terrestre a partir de Castillete,
hasta su corte con la continuación de la línea media entre la península de la
Goajira y el archipiélago de Los Monjes, donde toma una dirección norte hasta la frontera con la
República Dominicana.
En ese CAESNA, Venezuela convive con una serie de
unidades políticas que no representan amenazas ni riesgos que requieran que
este país mantenga una fuerza anfibia para su Seguridad y Defensa. Para ello examinemos
sucintamente estas unidades políticas (área en kilómetros cuadrados/población
aproximada en miles), agrupadas según sus características comunes y veamos como
cada una de ellas se encuentra organizada para su Seguridad y Defensa.
Las islas vírgenes de los Estados Unidos de América
(347/106), que son Territorio Organizado y No Incorporado de ese país. La
principales son Santo Tomás, San Juan y Santa Cruz, y la isla de Puerto Rico
(9.104/3.193) que es un territorio organizado y No Incorporado a los Estados
Unidos de América, con carácter de Estado Libre Asociado. Todo lo relacionado con la
Seguridad y Defensa de este grupo de islas, cae bajo la jurisdicción del gobierno federal de los Estados
Unidos de América.
Las tres islas que son Territorios de Ultramar Británicos:
Anguilla (91/15), Islas Vírgenes Británicas (151/30) y Montserrat (102/5). Esta
última fue arrasada por la erupción del volcán La Soufriere Hills en 1995, que
destruyó la mitad sur de la isla. Todo lo relacionado con la
Seguridad y Defensa y de estas tres islas caen bajo la jurisdicción de Gran
Bretaña.
Las
seis islas que pertenecen al “Reino de la Mancomunidad”, lo que se traduce en un
vínculo de carácter político, que hace del rey de Inglaterra el jefe de Estado
de Jamaica (10.991/2.934), Antigua y Barbuda (442/97), San Cristóbal y
Nieves (261/53), Santa Lucia
(617/183), San Vicente y las Granadinas (389/110) y Granada (344/113). Todas
ellas también están asociadas a la “Mancomunidad de Naciones” y poseen pequeñas
fuerzas policiales para solucionar sus problemas de seguridad interna. La isla
de Jamaica es la excepción, ya que mantiene una numerosa fuerza de defensa
profesional conformada por un Comando de las Fuerzas de Defensa de Jamaica, un regimiento
de infantería constituido por cuatro batallones de infantería ligera, un
batallón de apoyo de combate y su correspondiente reserva, que suman unos ocho
mil quinientos efectivos. Además, existe un Comando multidominio Marítimo, Aéreo
y Cibernético, bajo el cual funcionan, la Fuerza de Guardacostas que opera unos
cinco patrulleros medianos, la Fuerza Aérea que opera algunos aviones
ejecutivos y helicópteros ligeros, la Inteligencia Militar y el Regimiento de
Actividades Especiales. Toda esta fuerza está dedicada a la Seguridad y Defensa
interna, principalmente para reforzar las fuerzas policiales en su lucha contra
bandas criminales.
Las
cuatro Repúblicas Parlamentarias de Trinidad y Tobago (5.131/1.394), Barbados
(430/287), Dominica (751/72) y Guyana (215/796), que están todas asociadas a la
“Mancomunidad de Naciones”. Las Fuerzas de Defensa de Trinidad y Tobago
(T&T) están organizadas para la defensa de la República. Su componente
terrestre consiste en un Regimiento de unos tres mil efectivos, cuya misión es
mantener la seguridad interna y apoyar en el mantenimiento del orden público.
Está formado por dos batallones de infantería ligera, un batallón de ingenieros
y un batallón logístico. También existe una Fuerza de Reserva. El componente
naval está organizado como un servicio de guardacostas dotado de unidades de
pequeño porte. El componente aéreo tiene como propósito proteger y patrullar el
espacio aéreo, siendo también utilizado para misiones de transporte y de búsqueda
y rescate.
Las Fuerzas de Defensa de Barbados están organizadas para
asumir la responsabilidad de la defensa territorial y la seguridad interna de
la isla, a través de un componente terrestre y un componente marítimo, con un
total de unos 600 efectivos. El componente terrestre regular consiste en tres
compañías, una de Comando, una de Soporte Técnico y una de Operaciones
Especiales, que es la principal unidad de combate, que provee le fuerza de
reacción rápida que opera en conjunto con la Policía y la Guardia Costera.
También existe un elemento de Reserva compuesto por una compañía de comando, dos
compañías de fusileros y la reserva de guardacostas.
La isla de Dominica no posee fuerzas militares ya que
fueron eliminadas en 1981 cuando cometieron un golpe de Estado. Actualmente
existe una fuerza policial que incluye una unidad de servicios especiales y de
guardacostas, bajo la supervisión del Ministerio de Justicia.
La República Parlamentaria de Guyana no será considerada
en este ensayo porque se trata de un teatro terrestre. Una vez que se defina la
frontera terrestre, entonces debe venir la delimitación marítima.
Las islas de Guadalupe (1.628/390) y Martinica (1.128/376)
que hacen parte de Francia bajo la modalidad de Departamentos de Ultramar.
También hacen parte de Francia, la parte norte de la isla de San Martin (53/41)
y la isla de San Bartolomé (25/10), ambas bajo la modalidad de Colectividad de
Ultramar. La seguridad y defensa de estas islas depende directamente de la
República Francesa.
En relación a las islas de Aruba (180/117), Curazao (444/155),
la parte sur de San Martin (34/41) y Bonaire (288/23). Las tres primeras son
países constituyentes del Reino
de los Países Bajos y mantienen
amplio control sobre sus asuntos internos, excepto aquellos relacionados con la
defensa nacional, ciudadanía y relaciones exteriores. El Jefe de Estado
de esas unidades políticas es el monarca de los Países Bajos, que
es representado en cada país por un Gobernador. La isla de Bonaire es un municipio especial de los Países Bajos y se parece mucho a
los municipios ordinarios de ese Reino, ya que tiene un alcalde, concejales y
un consejo municipal que se rige según la mayoría de las leyes neerlandesas. El
municipio de Bonaire incluye las islas de San Eustaquio (21/3) y Saba (13/2). La seguridad, defensa y
relaciones exteriores de estas islas dependen directamente del Reino de los
Países Bajos.
La isla de La Española, compartida entre la República
Presidencialista de República Dominicana (48.671/10.740) y la República Semipresidencialista
de Haití (27.750/11.400).
En el caso de la Republica Dominicana, sus Fuerzas Armadas
están diseñadas para la misión de defender la integridad territorial de la
República, su soberanía, sostener la paz y el orden público, a través de un
Ministerio de la Defensa organizado de la manera tradicional, con un Ministro
de la Defensa y todos sus órganos asesores, de planificación y de ejecución,
resumidos en tres componentes, el Ejército con unos treinta mil efectivos, la Armada
con trece mil efectivos y la Fuerza Aérea con doce mil efectivos.
Las Fuerzas Armadas cumplen un papel en la seguridad interna
que abarca los puertos y aeropuertos, la frontera, la actividad turística y
áreas urbanas apoyando a la policía en mantener y restablecer el orden público,
brindando ayuda en casos de desastres naturales o emergencias y dedicando
recursos para la lucha antidrogas.
Las unidades operativas del Ejército son seis Brigadas de
Infantería ligera, tres de las cuales se encuentran actualmente desplegadas a
lo largo de los trescientos cincuenta kilómetros de la frontera con Haití, una
Brigada de Apoyo de Combate y una Brigada de Apoyo de Servicio.
La Armada es prácticamente un servicio de guardacostas que
opera unas treinta y tres unidades, la mayor de ellas es un buque boyero
oceánico de cincuenta y cinco metros de eslora, adquirido en 2001 al servicio
de guardacostas de los Estados Unidos de América y transformado en Patrullero y
buque insignia de la marina. Las principales tareas que realiza son el combate
al narcotráfico, búsqueda y rescate, control portuario, transporte de tropas,
mantenimiento de ayudas a la navegación y patrullajes costeros. La armada opera
tres bases principales, diecisiete Destacamentos, cincuenta y nueve puestos
navales y tiene una unidad de Comandos Anfibios para operaciones especiales y un batallón
de Infantería de Marina para asuntos de seguridad terrestre.
La Fuerza Aérea Dominicana tiene como
misión fundamental la salvaguarda de la soberanía del espacio aéreo dominicano.
Sus principales medios aéreos son ocho Super Tucanos A 29B, agrupados en un
Escuadrón de Combate que son utilizados para interceptar aeronaves sospechosas
que violan su espacio aéreo y realizar patrullajes a lo largo de las costas
para detectar pistas de aterrizaje improvisadas, buques sospechosos y pequeñas
embarcaciones con viajeros ilegales. También operan un Escuadrón de Transporte con
dos aeronaves CASA 212 400 además de otras unidades ligeras y un Escuadrón de
Rescate dotado de unos veinte helicópteros Bell UH-1H.
En el caso de Haití, sus Fuerzas Armadas
fueron eliminadas en 1995 después de haber participado en varios golpes de
Estado, haber sido acusadas de interferir en los asuntos del Estado y múltiples
violaciones a los derechos humanos. Cuando en 2017 finalizó la operación de
mantenimiento de la paz por las fuerzas de la ONU, el Presidente Moise las
reconstituyó estableciendo un comando del ejército en 2018 que ha venido
recibiendo adiestramiento de algunos países de América latina. La misión
asignada a los militares consiste en prestar ayuda durante desastres naturales,
seguridad fronteriza y combatir el crimen transnacional.
En Haití existe una Policía Nacional
dependiente del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, que es responsable
por mantener la seguridad pública, las cárceles, combatir incendios, respuestas
de emergencia, seguridad de puertos y aeropuertos y el servicio de
guardacostas. También tiene una unidad para seguridad presidencial y una unidad
paramilitar motorizada para respuesta rápida.
La República de Colombia no será
considerada en este ensayo por ser un teatro terrestre y fluvial.
10.- LA INFANTERÍA DE MARINA DE VENEZUELA (IMV)
La
Infantería de Marina de Venezuela fue creada oficialmente por Resuelto
Presidencial de fecha 24 de junio de 1897, bajo un primer concepto que la
consideraba como una “fuerza marítima que guarnece los buques de la Armada
Nacional”. La citada Resolución contempló la creación de dos compañías de
Infantería de Marina “cuyo personal y organización será igual al de las
compañías de la fuerza terrestre” con un total de trece oficiales y ciento
veinte efectivos de tropa, que fueron repartidos entre los cinco buques que la
Armada disponía para ese momento. La organización de cada buque contemplaba un
coronel que ocupaba el cargo de Jefe de Guarnición y Baterías y un número
variable entre seis a quince soldados que se ocupaban de la seguridad y
operación de la artillería de la unidad.
A
este punto podemos concluir que el concepto bajo el cual nació Infantería de
Marina de Venezuela fue el de servir de guarnición y operar el armamento de los
buques de la Armada. Debemos decir aquí que esta organización fue muy similar a
la de la armada española hasta que los desarrollos de la artillería naval lo
hicieron obsoleto.
Este
primer concepto de Infantería de Marina como guarnición de los buques de la
Armada, se prolongó hasta el mes de julio de 1938 cuando, por obsolescencia, la
Dirección de Marina ordenó una nueva organización para las unidades navales,
que contemplaba los Departamentos de Cubierta, Máquinas, Artillería,
Electricidad y Radio, Cocina y Cámara. A partir de ese momento, todos los soldados
del ejército que ocupaban plaza en los buques de la Armada, y eran llamados
soldados infantes de marina, fueron desembarcados, y todos los cargos en el
Departamento de Artillería fueron ocupados por personal de marinería.
La
infantería de Marina había cesado de existir de facto, tal cual como fue definida
en la resolución presidencial de 1897.
Un
segundo concepto de Infantería de Marina Venezolana surge el 9 de septiembre de
1943, cuando por Resuelto número 55 del Ministerio de Guerra y Marina, “se crea
una Compañía de Infantería de Marina, dependiente directamente de este Despacho
y que estará acantonada en Puerto Cabello, en el edificio donde se encuentra el
Faro de Punta Brava”. En el resumen de la correspondiente Memoria y Cuenta de
la Dirección de Marina, se dice que “prestará servicio en la
jurisdicción de la rada de Puerto Cabello”. Ese mismo año, se crean tres
destacamentos de Infantería de Marina que comienzan a prestar servicio en las
islas de La Orchila, Los Roques y las Aves. Tanto este segundo concepto de IMV
como el anterior eran muy similares ya que ambos habían sido creados para
prestar servicios de guarnición, el primero a bordo de las unidades flotantes y
el segundo en establecimientos de tierra. Se debe tener en cuenta aquí la fecha,
es decir, el año 1943. En ese momento histórico las oleadas de submarinos
alemanes hacían estragos en el mar Caribe y se planteó la necesidad de ocupar
aquellos espacios que podían ser usado como guaridas de submarinos.
El
golpe de Estado militar del 18 de octubre de 1945 marca el comienzo de la
modernización de las Fuerzas Armadas venezolanas, mediante la elaboración de un
Plan Conjunto de la Defensa Nacional, realizado por el Estado Mayor General, que
apunta a la transformación de la fuerza armada gomecista, a una Fuerza Armada
Nacional.
En
el caso específico de las Fuerzas
Navales, el diagnóstico de su situación general, incluido en el Decreto Nº 349
de la Junta Revolucionaria de Gobierno de fecha 22 de Junio de 1946, indica que
se encontraba en un pie de desorganización y una carencia de
medios tales, que
no existía en propiedad una Armada…..la mayor parte de las unidades existentes
para el 18 de octubre de 1945, tendrán que ser puestas fuera de servicio…..No
obstante que se han adquirido algunos medios …... todavía la Armada Venezolana
necesita ser organizada y dotada con medios modernos para que pueda cumplir su
misión en el Plan Conjunto de la Defensa Nacional.
También
en ese mismo periodo se autoriza la creación de dos batallones de infantería de
marina (BIM) dotados de armamento y equipamiento moderno, que servirán como
modelos para la creación de futuros batallones. Los BIM Nº 1 y Nº 2 toman como
sede Maiquetía y Puerto Cabello respectivamente. Estos batallones eran
similares a los del Ejército, tanto en organización como en armamento.
En
la exposición ante el Congreso Nacional de la Memoria y Cuenta del año 1946, el
entonces Teniente Coronel Carlos Delgado Chalbaud, Ministro de la Defensa,
justifica este notable aumento de efectivos de la IMV, ya que La extensión
territorial de la República reclama una mejor defensa de sus costas y como
parte de ese programa se está incrementando la formación del personal de
infantería de marina por un miembro de la Misión Naval Norteamericana,
especializado en el entrenamiento de este tipo de tropas y con reconocida
experiencia adquirida en los campos de batalla durante el último conflicto
bélico’.
Resulta
al menos curioso que, para entrenar tropas de infantería de marina en defensa
de costas, se traiga un especialista en guerra anfibia.
Sin
embargo, a pesar que la misión asignada a la Infantería de Marina dentro del
Plan Nacional era Defensa de Costas, y que como vimos anteriormente las
unidades flotantes estaban totalmente depauperadas, las Fuerzas navales
comienzan a invertir recursos en una serie de cambios que orientan el
crecimiento de la IMV hacia la adopción de un concepto basado en las
operaciones expedicionarias de guerra anfibia ejecutadas por los Marines
estadounidenses durante la segunda guerra mundial en el océano Pacífico; y para
muestra de esa intención, las Fuerzas Navales envían un grupo de 8 oficiales y
75 marineros a recibir entrenamiento de guerra anfibia en la base naval de ese
país “Little Creek” y además, reciben de la marina de U.S.A. el 26 de noviembre
de 1946, un buque de desembarco de tanques (LST – Landing Ship Tank), bautizado
como “ARV Capana”.
Esta
unidad naval fue adquirida mediante ahorros efectuados sobre el presupuesto de
la marina y ocasiona un enfrentamiento entre el Teniente de Fragata Comandante
de las Fuerzas Navales y el Jefe del Estado Mayor General, que resulta en la
transferencia del primero hacia la Flota Grancolombiana el 14 de enero de 1947.
Visto
a la distancia de los años, la lectura de estos tres últimos párrafos indica,
que dentro de la total reorganización de las Fuerzas Armadas que venía
ejecutando el nuevo gobierno revolucionario, el Ministerio de la Defensa le
asignaba a la Infantería de Marina el rol de Defensa de Costas, pero las
Fuerzas Navales preferían iniciar la preparación de un cuerpo expedicionario
para la Guerra Anfibia.
A
estas alturas, es muy difícil entender el porqué de esa disonancia organizacional.
Una razón puede ser la ausencia de un pensamiento estratégico en la bisoña
dirigencia naval que asumió el comando de las fuerzas navales después de golpe
de Estado del 18 de octubre de 1945 que, embelesada por los cantos de sirenas
anfibios, estaba más preocupada por navegar en las turbulentas aguas políticas
del momento. Pero también resulta difícil de entender cómo la cúpula del Estado
Mayor General permitió esa clara violación a las directivas de planificación
centralizada, que hasta llegó a manifestarse en artículos profesionales que
eran publicados en la Revista de las Fuerzas Armadas, órgano del mismísimo
Ministerio de la Defensa.
Así
vemos, que a partir de año 1947, comienzan a aparecer en la “Revista de las
Fuerzas Armadas”, algunos artículos sobre la Infantería de Marina, que
contradicen la misión que ese Ministerio ha asignado a esa misma
infantería. Veamos: Volumen 3, Nº 16, mes 4, Año 2, Oct 1947 trae un artículo
llamado “La
Infantería de Marina”, donde su autor, el Alférez de Navío C. Taylhardat
contradice la política del Ministerio, al afirmar que Inicialmente la
Infantería de Marina fue designada en Venezuela como defensa de costa,
erradamente, ya que la misión de esta arma no es la defensa sino el combate
anfibio. Y después de pasearse por algunas características de la Infantería
de Marina, concluye La Infantería de Marina debe ser objeto de una
organización especial, que la aleja mucho de la organización y actuación de las
unidades de tierra.
Otro
artículo en el volumen 5, Nº 30, mes 6 año 3, Dic 1948, nos lleva a un
artículo llamado Infantería de Marina – Utilidad y Necesidad de la Infantería
de Marina – Consideraciones sobre las diferentes fases de una operación de
Desembarco, escrito por el Alférez de Navío Guillermo Gómez Muñoz, donde
menciona las operaciones de la Marina norteamericana en el Océano Pacifico y
describe algunos principios, procedimientos y experiencias. Debe
incrementarse la preparación técnica de esta nueva arma y equiparla debidamente
para encontrarla bien adiestrada cuando se le precise.
Sin
embargo, la realidad que se maneja desde el Ministerio de la Defensa se hace
patente en la Memoria y Cuenta del del año 1949 al exponer que Está en
marcha la reorganización de las unidades de infantería terrestre y naval y se
presentó, como la primera etapa, la creación del batallón de infantería tipo
‘’A’’ con la siguiente organización: Un Comando, una Plana Mayor, dos Compañías
de Fusileros, una Compañía de Armas Pesadas y un Pelotón de Servicios. Esta
reorganización ha sido hecha, no solo con lo relacionado al personal, sino
también y muy especialmente en cuanto a la dotación de armamento, ya que se le
han dado todas las armas necesarias a una organización moderna.
El Teniente de Fragata Carlos Taylhardat vuelve a la carga en un
excelente artículo llamado “La Infantería de Marina en Combate”, en el volumen
8, Nº47, mes 11, año 4, mayo 1950, donde, además de presentar una precisa
descripción de las operaciones anfibias, plantea que La Infantería de Marina
ha crecido, su organización ha mejorado, pero técnicamente estamos en nuestro
punto inicial. La función primordial de la Infantería de Marina es la de
proveer fuerzas para la guerra anfibia, siendo secundaria la de vigilancia
costera. Es preciso que la oficialidad y personal subalterno reciban una
instrucción especial, técnica y profesional, que no está contenida en las directivas
vigentes para la instrucción general dentro del conglomerado de las Fuerzas
Armadas.
Un artículo del mismo tenor aparece en el Volumen VI,
Nº100 de octubre 1954. En ese número de la Revista de las Fuerzas Armadas, el
Teniente de Fragata Juan José Molina Villegas nos indica que Nuestra
Infantería de Marina está formada solamente por 2 batallones de infantería
similares a los batallones de esta arma en nuestras unidades terrestres….. pero
cuando se piense en organizar un verdadero cuerpo de infantes de marina, habrá
que pensar en las siguientes designaciones: Fuerza de Desembarco, Fuerza Anfibia
u otro nombre que manifiesta el objetivo capital de esta fuerza en el marco de
la guerra.
Esa
especie de toma y dame que se generó entre los articulistas de la Revista y la
realidad impuesta por el Ministerio, no era cuestión baladí, ya que una
organización no es un fin en sí misma, por lo que debe estar fundamentada en la
misión, doctrina, tácticas y tecnologías, que permitan alcanzar los objetivos
deseados por esa organización. Y la misión de un
batallón de Infantería de Marina diseñado para la guerra anfibia es diferente a
la misión de un batallón del Ejército diseñado para la guerra terrestre. Como
ejemplo, vean como difieren los Marines de los infantes del Ejército de los
E.U.A.: https://www.military.com/off-duty/2020/04/06/5-differences-between-army-and-marine-corps-infantry.html
En cuanto a la formación del personal
necesario para ocupar las plazas vacantes de oficiales en los nuevos batallones
de IMV, las Fuerzas Navales recurrieron a tres soluciones a saber: La primera,
de carácter coyuntural, fue mediante la incorporación de individuos de tropa,
que a lo largo del año 1946 fueron promovidos al grado de Sub-Teniente de
Infantería de Marina, grado que no existía en el escalafón de las Fuerzas
Navales, y pocos meses después fueron incorporados como Alféreces de Navío.
Algunos de ellos alcanzaron el Almirantazgo.
La segunda, que resultó con el tiempo de
carácter estructural se inició en 1948 con el envío paulatino de diecinueve
oficiales a realizar cursos en la Escuela de Infantería del Ejército. Por
último, se utilizaron las facilidades brindadas por los E.U.A. en sus escuelas
para Marines en “Great Lakes” y “Quántico”, donde se formaron veintisiete
oficiales. Es curioso notar que esos oficiales, formados en las escuelas de
guerra anfibia de los Marines en U.S.A. a un costo significativo, llegaban a
nuestro país a ocupar cargos en batallones diseñados para la guerra terrestre.
Así,
hasta el año de 1957, el cuerpo de oficiales de la Infantería de Marina
Venezolana se había nutrido de personal de tropa que provenía de la recluta con
poca o ninguna formación profesional; de oficiales formados en la escuela de
infantería del ejército preparados para la guerra terrestre y algunos oficiales
preparados en las escuelas de los Marines en U.S.A. para la guerra anfibia. Podría
afirmarse que, en esa época, un cuartel de la Infantería de Marina Venezolana
se asemejaba a una torre de Babel anfibia organizado y dotado de un armamento
para la guerra terrestre.
El
golpe militar del 23 de enero de 1958 generó las condiciones institucionales
para que la Junta de Gobierno de la República de Venezuela emitiese el Decreto –
Ley Nº M- 288 del 27 de junio de ese mismo año, donde se elimina el Estado
Mayor General, se crea el Estado Mayor Conjunto y se especifica, en su artículo
cuarto que, “Los comandantes generales del Ejército, la Marina, la Aviación y
las Fuerzas Armadas de Cooperación ejercerán el mando, organización,
administración e instrucción de sus respectivas Fuerzas y darán cuenta al
Ministro de la Defensa’’.
Quedando
entonces la Marina venezolana liberada de la visión centralizadora que se
manejaba en el Ministerio de la Defensa a través del Plan Conjunto de Defensa
Nacional, inicia un proceso de migración de su Infantería de Marina, desde una
fuerza de características terrestres hacia una fuerza anfibia, pensada a imagen
y semejanza del cuerpo de Marines de los Estados Unidos de América. Y todo ello
sin que mediaran los estudios de seguridad y defensa que justificasen esa
cuantiosa inversión. Se quería pasar de las ideas a los hechos, sin transitar un
proceso de creación que ya los Marines habían recorrido, para convertirse en
una fuerza anfibia que, en el fondo, es el mismo proceso que debe ser utilizado
para crear cualquier Fuerza Armada, y que debe comenzar con esta pequeña frase:
¿Es necesaria?
En
principio y resumidamente, habría que conocer el enemigo que amenaza nuestros
intereses, que en el caso de los E.U.A. era el Japón, y además, familiarizase
con las características del teatro de operaciones donde se daría la confrontación,
que en nuestro caso es el mar Caribe y la fachada atlántica, y en el caso de
los Marines es el océano Pacífico. Ese conocimiento fue generando las
particulares soluciones organizacionales, tecnológicas y operacionales que
justificaron la existencia de los Marines.
Sin
embargo, si la Marina venezolana hubiese seguido ese proceso, hubiese llegado a
la conclusión que la Infantería de Marina Venezolana, en los términos anfibios
que se estaban planteando, no era necesaria ya que las amenazas que se podrían
presentar en el teatro marítimo caribeño que requieran de un asalto anfibio
para su neutralización son prácticamente inexistentes.
En
el caso de los Marines, ese proceso de creación se inició en 1920, cuando
comenzaron migrar desde la estrategia colonial a la anfibia. En ese momento,
los planes de guerra de la Marina tenían en su mira al Japón como su futuro
enemigo en al teatro del océano Pacífico, el cual, debido a su naturaleza
marítima, presentaba un escenario donde el Ejército se vería imposibilitado de
operar con la misma doctrina, organización, tácticas y tecnologías que empleaba
en operaciones terrestres.
De
allí, una de las primeras acciones que tomaron los Marines, fue crear las
escuelas para la formación, capacitación y adiestramiento de todo su personal
en guerra anfibia, concepto que no existía en esa época. En ese momento también
crearon, como ya se indicó, una sección de historia para documentar el camino
que iban a seguir, e ir “inventando” un nuevo concepto de Infantería de Marina,
mediante la ejecución de frecuentes maniobras y ejercicios que eran analizados
en Quántico y sus enseñanzas retroalimentadas en ese proceso creativo.
La
primera lección que los Marines aprendieron de ese proceso fue que en un asalto
anfibio la superioridad numérica es esencial, particularmente en el lugar del
desembarco. Pero también aprendieron que solo los números no proporcionan la
superioridad requerida y que debe también existir una cierta efectividad que
solo puede ser alcanzada por todas las fuerzas navales y de Marines
involucradas, mediante una doctrina táctica específica, una organización
apropiada y un equipamiento tecnológicamente especializado.
De
ese proceso nació una Doctrina de Operaciones de Desembarco que comenzó a
forjarse en 1920 y fue aplicada por primera vez en Guadalcanal en 1942. La
migración les tomó veintidós años de preparación, y la doctrina, organización y
equipamiento, siguen siendo modificados por el mismo proceso hasta el día de
hoy.
Sin
embargo, como señalamos anteriormente, la Marina venezolana se embarcó en un
proceso de fundación de una Infantería de Marina tomando como referencia a los
Marines de U.S.A., sin entender las bases estratégicas, operacionales y
tácticas, en las cuales, una Fuerza de Marines justifica su existencia. Tampoco
definió cuál sería el aporte de una IMV a la Seguridad y Defensa dentro de la
misión de la organización militar ya existente, y el posible teatro de
operaciones marítimo donde sería empleado este nuevo componente de
las fuerzas armadas.
Tampoco
se construyó la infraestructura educacional para la formación, capacitación y
adiestramiento del Infante de Marina, por lo que la mayoría de sus
oficiales continuaban a realizar sus cursos en las escuelas del Ejército en
Fuerte Tiuna o en las Escuelas del Ejército de U.S.A. en Panamá. Esto es un
contrasentido ya que se quería crear una fuerza diferente al ejército, pero el
personal que la constituiría era capacitado en las escuelas del ejército.
Tampoco incorporaron algunos de los batallones de
Infantería de Marina a la organización del Comando de la Escuadra, de manera
que, al menos un batallón fuese orgánico del Escuadrón de Transportes y se
integrara totalmente con dos unidades LST, formando un Grupo de Tarea dedicado
al adiestramiento anfibio. Es así como se organizan los países que disponen de
fuerzas anfibias operativas. Dependen operacionalmente del Comandante de Operaciones
Navales y las mantienen concentradas en las mismas bases navales donde se
encuentran los buques de la flota que son utilizados para sus operaciones de
desembarco. Este despliegue es el fundamento indispensable para que el empleo
de la Infantería de Marina Anfibia, se caracterice por su Flexibilidad, su
Movilidad y su Alistamiento, que son los factores que la hacen diferente del
Ejército.
En
contraste con esa visión operativa, los cuatro batallones de Infantería de
Marina venezolanos fueron esparcidos a lo largo de la costa, en Punto Fijo,
Catia La Mar, Puerto Cabello y Carúpano y llevaban una rutina de cuartel, que
alguien definió una vez lapidariamente como de 8 a 4, muy semejante a la de un
batallón en un cuartel del Ejército.
De
esa forma, no era posible que la IMV adquiriese una mentalidad y unas
características anfibias, que son fundamentales para integrarse a una fuerza
naval para un asalto anfibio.
En
definitiva, la Marina actuó como si a través del decreto 288 y la creación de
nuevas unidades operativas fuese posible contar con una fuerza anfibia, sin que
hubiese una justificación estratégica para tal fin, y sin que se siguiesen los
lineamientos doctrinarios y organizacionales que diferencian a un batallón de
infantería de marina anfibia de un batallón de infantería del ejército.
Lo
primero que se hizo fue crear el Comando de la Infantería de Marina con su
respectivo Estado Mayor, que se instala en una casona de la urbanización Playa
Grande en el Estado Vargas, y de inmediato, proceden a reorganizar los
batallones, ya que como vimos anteriormente, estaban organizados como si fueran
batallones del Ejército.
A
seguir en 1961, decretan la creación de un centro educacional para oficiales de
la Infantería de Marina, que incluía un curso básico para oficiales, un curso
de comando y un curso de Estado Mayor. De ese proyecto solo se puso en
ejecución el curso básico para oficiales, dictado anualmente a los alféreces de
Navío recién graduados en la Escuela naval, con un contenido muy teórico y
orientado más hacia la parte terrestre del infante.
También
decretan la creación de un Centro de Adiestramiento de la Infantería de Marina
(CAIM) situado en Carúpano, para recibir los contingentes de reclutas asignados;
y adiestrarlos como infantes de marina. El poco tiempo disponible, cerca de 5
meses, y el bajo perfil de entrada de los reclutas que
venían a realizar su servicio militar obligatorio, limitaba su adiestramiento
al más básico del infante terrestre.
Como
ya vimos, en esos primeros años, la idea predominante entre los oficiales de la
Infantería de Marina más antiguos era iniciar un proceso de crecimiento y estructuración
para crear una fuerza anfibia siguiendo los lineamientos que la doctrina que
los E.U.A. habían desarrollado durante la Segunda Guerra Mundial en el teatro
marítimo del Océano Pacífico.
Sin
embargo, al principio de esa evolución, la Infantería de Marina se vio envuelta
en dos circunstancias que retardaron el proceso que habían emprendido para
alcanzar el objetivo de transformarse en una fuerza anfibia.
La
primera circunstancia fue la alta politización de los comandos de los tres BIM,
que para el año de 1962 estaban maduros para la rebelión militar. En esta alta
politización confluyeron corrientes de la izquierda radical y la centro
izquierda y tuvieron como corolario el apoyo que brindó la junta de gobierno
del año 1958 a la revolución en Cuba. Esta
situación insurreccional se pudo controlar en el BIM Nº1 acantonado en La
Guaira al cambiar intempestivamente a su comandante el 9 de febrero de 1962.
Desafortunadamente
no se actuó con la misma celeridad con los otros dos BIM, que se apresuraron,
cada uno por separado, a protagonizar sendos golpes de Estado. El BIM Nº 3 en
Carúpano el 4 de mayo de 1962 y posteriormente al BIM Nº 2 en Puerto Cabello el
2 de junio de 1962. En esta última ciudad se dieron combates urbanos entre los
alzados y las fuerzas del gobierno, que dejaron numerosísimos muertos y
heridos.
La
segunda circunstancia se originó por la decisión tomada en 1961 por el Partido
Comunista de Venezuela (PCV) y por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR), que apoyados por la Cuba castrocomunista, acudieron a la lucha armada
como estrategia para alcanzar el poder.
Para
combatir la amenaza guerrillera, las Fuerzas Armadas Nacionales crearon los
Teatros de Operaciones (TO) para combatir los siete frentes guerrilleros que a
lo largo del tiempo fueron abiertos por la subversión armada en varias regiones
del país.
Los
batallones de Infantería de Marina participaron, de manera continua y exitosa, en
esa contienda terrestre irregular, desde 1963 hasta 1973, por lo que, en cumplimiento
de esta nueva tarea, debieron dedicar su adiestramiento y operación durante
esos diez años a la misión de contrainsurgencia, relegando a un segundo plano el
programa anfibio.
Otra
situación que vino a competir por los recursos destinados a la misión del
componente anfibio de la IMV fue la causada por las Resoluciones Ministeriales
Nº M-095 del 16
de junio de 1970, donde se crea e incorpora a la Armada el Comando Fluvial Nº 1
“General de Brigada Franz Risquez Iribarren” con sede en Puerto Ayacucho; y
casi dos años después, la Resolución Ministerial Nº M-330 de 7 de septiembre de
1972 donde se establece la organización del supracitado Comando Fluvial, que
finalmente toma como sede Ciudad Bolívar en 1984, con sus cuatro apostaderos,
Cabruta, Puerto Ayacucho, San Fernando de Atabapo y San Carlos de Río Negro. La
gran mayoría de las plazas de estas unidades fueron ocupadas por la Infantería
de Marina, cuya formación anfibia no tenía aplicación en un teatro terrestre
donde se imponían las operaciones fluviales.
Antes
de la creación de un Comando fluvial asignado a la Marina, las tres tareas de
las fuerzas navales consistían en Defensa Naval, Salvaguarda Naval y
Contribución al Desarrollo; siendo que las dos primeras habrían de ser
ejecutadas en dos grandes escenarios: El Mar Caribe, y en el Océano Atlántico
en la zona correspondiente al Esequibo.
Con
la asignación del Comando Fluvial a la Marina, se le anexó un nuevo escenario:
El Sistema Fluvial Venezolano.
Esta
decisión fue asumida por la Marina al considerar que la ocupación de ese
espacio físico le era políticamente conveniente. El Ejército, quien ya mantenía
desplegada en ese escenario la Quinta División de Selva, la aceptó debido a sus
limitaciones operacionales circunstanciales, que habrían podido ser superadas mediante
la apertura de un centro de adiestramiento de operaciones ribereñas adscrito a
la Quinta División.
En
realidad, en esa área, que abarca los Estados Delta Amacuro, Bolívar, Amazonas y Apure, no existe un teatro fluvial. Lo que
hay físicamente es uno o más teatros terrestres fronterizos, donde los ríos son
importantes vías de comunicación, y cuyas características generales requieren el
despliegue operativo de uno o más Comandos Unificados constituidos por
componentes del Ejército y de la Guardia Nacional, cada uno aportando las
tareas que son propias de su naturaleza.
La
infantería de marina venezolana venía siendo concebida como una fuerza diseñada
para operaciones anfibias por lo que, en ese rol, no tenía cabida en ese
teatro.
Pero
este ensayo no pretende abordar la especialidad militar del infante de marina
venezolano desde un punto de vista dogmático y asignarle obligatoriamente esa
identidad profesional solo al personal especializado en operaciones anfibias.
De hecho, como ya señalamos anteriormente, el personal asignado a tareas de
guarnición a bordo y en tierra, fueron una vez llamados infantes de marina, a
pesar que cumplían tareas de seguridad a bordo y en tierra.
Sin
embargo, el punto álgido a ser tomado en consideración para asignar identidades
profesionales es que el infante de marina anfibio opera dentro de un teatro
marítimo, donde cumple una misión distinta al infante de marina fluvial, que
opera dentro de un teatro terrestre. Debemos recordar aquí el caso colombiano
en el sentido que la infantería de marina asumió otros roles completamente
diferentes a la proyección naval. Faltaría determinar cuál es su identidad
profesional. En consecuencia, esos tipos de infantes requieren un equipamiento,
una formación y un adiestramiento diferentes.
Esta
desigualdad en el tipo de misión ocasiona consecuencias económicas
significativas, ya que el costo de adquirir, mantener y operar los sistemas
navales para realizar operaciones anfibias supera cientos de veces los
necesarios para realizar operaciones fluviales.
Cesada ya la insurgencia guerrillera,
y habiendo sido asignado a la Armada el Comando Fluvial Nº 1, la Infantería de
Marina Venezolana redefinió su misión en los siguientes términos: “Constituir
las fuerzas necesarias para formar el componente de desembarco en una operación
anfibia, y asimismo, los elementos de seguridad y vigilancia de las unidades e
instalaciones de la Armada y áreas fluviales asignadas; con el propósito de
garantizar la soberanía nacional en el litoral marítimo y en la ribera de los
lagos y ríos que sean de su competencia”.
Esa misión contempla tres tareas
diferentes. La primera, de carácter ofensivo, se orienta hacia la constitución
de las capacidades militares necesarias para la realización de operaciones
anfibias. La segunda, de carácter policial interno, se realizaría en las
unidades e instalaciones navales. La tercera, de naturaleza policial, se
ejecutaría en los espacios fluviales de su competencia. Llama la atención que
la IMV no haya tomado en consideración al territorio insular que bordea al mar
de Venezuela a pesar de su naturaleza marítima.
Para finales del año 1975 la IMV decreta una reestructuración
organizacional con la finalidad de conformar una estructura orgánica y
funcional cuanto a sus elementos de apoyo de Combate y Apoyo de Servicio de
Combate; y continúa, a lo largo el tiempo, con la adquisición de los medios que
le permitían mantener algunas características anfibias.
A
partir de ese año, se fueron incorporando las siguientes unidades: La Unidad
Táctica de Combate Francisco de Miranda Nº4 (Los batallones cambiaron su
denominación por Unidad Táctica de Combate, UTAC),
acantonada en la ciudad de Punto Fijo, Estado Falcón; a la cual, le fue
incorporado un lote de vehículos anfibios blindados para transporte de
personal, del tipo “Urutu”, de procedencia brasilera; algunos de ellos fueron
repotenciados durante el año 2019 al instalarles una cámara térmica, un cañón
de 20 mm y una ametralladora de 12,7 mm. La Unidad de Transporte de la
Infantería de Marina. La Unidad de Vehículos Anfibios de la Infantería de
Marina ¨Capitán de Corbeta Miguel Ponce Lugo¨, dotada de un lote de once
vehículos de asalto anfibio LVT-7 de procedencia estadounidense; y las unidades de apoyo de combate para Artillería,
Comunicaciones, Logística, y Reconocimiento. Esta última
unidad se transformó posteriormente en la Unidad de Operaciones Especiales
(UOPE), dependiendo del Comando Naval de Operaciones.
Un diagnóstico realizado a la Infantería
de Marina por un cursante de esa especialidad durante el Curso de Comando y
Estado Mayor en 1980 arrojó como resultado que sus principales deficiencias eran:
Ausencia de una doctrina anfibia, Ausencia de unidades para desembarco, ausencia
de unidades de apoyo logístico, bajo adiestramiento, deficiente dotación de
equipos colectivos e individuales, deficiente política de adiestramiento, deficiente
política de personal, no tiene una orientación fija en cuanto a su empleo.
Entre los años 1982 – 1984 la Marina
resolvió parcialmente la ausencia de unidades para desembarco mediante la
incorporación de cuatro buques transporte clase “Capana” de cuatro mil
toneladas tipo LST construidos en Corea que tienen cada uno, la capacidad de
embarcar dos compañías de infantería de marina con todo su equipamiento
individual. Sin embargo, las otras deficiencias continuaron a estar presentes
hasta el día de hoy en la IMV, sobre todo la ausencia de una doctrina
logística, además de la organización y los medios para ejecutarla. Los Marines
tienen una frase para que los planificadores se percaten de la complejidad de
la logística de una operación anfibia: Los aficionados hablan acerca de las
Tácticas, pero los profesionales estudian Logística.
La Logística de la IMV está acostumbrada a
la logística del Ejército, que mueve sus provisiones por tierra utilizando una
flota de camiones y otros vehículos. Sin embargo, todo lo que necesitan los
Marines al desembarcar en la playa debe ser transportado por cada uno de ellos
en su morral y de allí en adelante, todo lo que necesitan para seguir luchando
debe ser suministrado justo a tiempo mediante el uso de lanchas o helicópteros por
las unidades logísticas de asalto anfibio que están costa afuera. Esto incluye
la munición, la comida, el agua, el combustible para los vehículos, los insumos
médicos etc. Todos los ingredientes de un asalto anfibio son importantes, pero
una vez que las tropas se encuentran en la playa, el factor crítico para
asegurar el éxito es una logística que asegure un reabastecimiento rápido,
confiable y continuo. Y si quisiéramos mantener la característica de
Alistamiento que debe tener la Infantería de Marina Anfibia, se debería
mantener en existencia, en los depósitos en tierra, unas cantidades apropiadas
de todas esas provisiones, calculadas según los planes previstos para su
empleo. Estos aspectos logísticos de la guerra anfibia nunca han sido
considerados por la Infantería de Marina Venezolana.
El día 4 de febrero de 1992 volvieron a
emerger los demonios del militarismo venezolano manifestados por el golpe de
Estado. El movimiento fracasa y los principales ejecutores son encarcelados.
Nueve meses después, el 27 de noviembre
estalla un segundo golpe de Estado, dirigido por un contralmirante de la
Infantería de Marina, con la participación de la Unidad de Operaciones
Especiales y dos Unidades Tácticas de Combate, la UTAC Bolívar basada en Maiquetía
y la UTAC Urdaneta basada en Puerto Cabello. Esta última no pudo ser
transportada por 2 aeronaves C-130 hacia La Carlota como había sido planificado.
Una delación y deficiencias en el Comando y Control del movimiento conspirativo,
dieron al traste con este alzamiento militar y sus principales cabecillas
fueron encarcelados.
Durante el segundo gobierno de Rafael
Caldera (1994 – 1999) todos los golpistas fueron sobreseídos, lo que les
permitió recuperar sus derechos y participar en las elecciones de 1998, en la
cual resultó vencedor el candidato Hugo Chávez Frías, quien recibió la
presidencia de la República el 2 de febrero de 1999.
A partir del año 2004 en adelante, el
gobierno nacional fue desarrollando una nueva doctrina militar denominada “Defensa
Integral de la Nación”, donde se especifica la Misión de las FAN y se fijan las
tres tareas que la componen: Asegurar la independencia y soberanía de la
nación garantizando la integridad del espacio geográfico, la cooperación en el
mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo
nacional. Todo esto bajo los conceptos de Guerra de Cuarta Generación,
Conflicto Asimétrico y Guerra Popular Prolongada, que involucraría a todos los
venezolanos en un conflicto de naturaleza defensiva para derrotar una
invasión a nuestro territorio. Estos conceptos dieron origen a la formación de
Batallones de Reserva, máxima expresión de la llamada Fusión Cívico Militar.
Pero también dieron origen a una nueva
organización operativa militar de carácter defensivo geográfico nacional, cuyas
Fuerzas operativas están bajo un Comando Estratégico Operacional compuesto por
Regiones Estratégicas de Defensa Integral, Zonas operativas de Defensa Integral
y Áreas de Defensa Integral.
Como fruto de ese proceso de carácter
nacional basado en la Defensa Integral de la Nación, la Armada modificó su
organización, introduciendo la figura del Segundo Comandante y Jefe del Estado
Mayor de la Armada Bolivariana, del cual depende una Dirección Naval de Apresto
Operacional, a la que rinden cuenta el Comando de la Escuadra, el Comando de la
Infantería de Marina, el Comando de la Aviación Naval, el Comando de
Guardacostas, el Comando de las Fuerzas Especiales, el Cuerpo de Ingenieros y
el Comando de la Policía Naval.
Dentro de ese contexto, la Infantería de
Marina concibió una nueva misión así redactada: Alistar y comandar sus
unidades con el fin de ejecutar operaciones anfibias, fluviales, especiales, de
defensa de costa, de policía, de paz y de contribución al mantenimiento del orden interno, así
como participar en forma activa en el desarrollo nacional. Es interesante notar que esa misión
contempla la ejecución de operaciones anfibias, que son consideradas las
operaciones navales ofensivas por excelencia
En paralelo con
la nueva misión, efectuaron una reorganización interna del Comando de la
Infantería de Marina, elevándola a nivel de División con nueve Brigadas,
dotándolas de nuevos vehículos blindados anfibios, obuses, morteros, sistemas
de comunicaciones y material logístico, que complementará el material ya
existente.
En
relación a esta oleada de nuevos equipos, la prensa comentó que en el año de
2012 el gobierno de Venezuela suscribió un contrato con la empresa estatal China North Industries Corporation (NORINCO), que incluía un material para el equipamiento de la
Infantería de Marina, que contemplaba vehículos blindados anfibios VN1 8x8, vehículos
blindados anfibios con oruga VN 18, Tanques ligeros anfibios VN16, Vehículos
ligeros anfibios 8x8 CS/VP4 ATV Lynx para ser empleados por las brigadas
fluviales, Sistemas Lanzacohetes móviles, Morteros Autopropulsados de 120 mm, Morteros Autopropulsados de 81 mm,
Un lote de fusiles de precisión NSG-1/CS-LR4 para uso de los francotiradores de la Octava
Brigada de Comandos de Mar. Un Centro de Mantenimiento para vehículos Blindados AVCM y
un Centro de Adiestramiento para Vehículos Blindados.
Esta
nueva estructura de la División de Infantería de Marina General en Jefe Simón
Bolívar comprende un Comando y nueve Brigadas, lo que significa, como mínimo,
que duplicaron el tamaño de la organización de la Infantería de Marina, sin que
se haya mejorado su capacidad anfibia y además, creando numerosas plazas
vacantes en la organización. Las unidades están desplegadas a lo largo y ancho
del país de esta forma:
Comando de la División de Infantería de Marina General en Jefe Simón
Bolívar asentado en la Meseta de Mamo en el Estado Vargas. En ese
establecimiento naval está acantonado el Batallón de Comunicaciones de la
Infantería de Marina Capitán de Fragata Felipe Baptista.
-
Primera Brigada de Infantería de Marina Anfibia Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez
situada en la Base Naval Contralmirante Agustín Armario, Puerto Cabello Estado
Carabobo, conformada por las siguientes unidades:
o 11 Batallón de Infantería
de Marina General Rafael Urdaneta.
o 12 Batallón de Infantería
de Marina de Vehículos Anfibios Capitán de Corbeta Miguel Ponce Lugo.
o 13 Grupo de Artillería General
Agustín Codazzi.
o 14 Batallón de Apoyo
Anfibio Contralmirante José Ramon Yépez.
-
Segunda Brigada de Infantería
de Marina Anfibia Contralmirante José Eugenio Hernández, cuyo Comando se
encuentra situado en la ciudad de Carúpano en el Estado Sucre y está conformada por las siguientes unidades:
o 21
Batallón de Infantería de Marina General José Francisco Bermúdez en la ciudad
de Carúpano.
o 22
Batallón de Infantería de Marina Mariscal Antonio José de Sucre en la ciudad de
Carúpano.
o 23
Batallón de Infantería de Marina General Santiago Mariño.
o 24
Grupo de Artillería General en Jefe José Antonio Anzoátegui, en la ciudad de Carúpano.
o 25
Batallón de Apoyo Anfibio General en Jefe Juan Bautista Arismendi en la ciudad
de Carúpano.
-
Tercera Brigada de Infantería
de Marina Anfibia General de Brigada Manuela Sáenz, cuyo Comando y unidades
adscritas, se encuentran acantonadas en la Meseta de Mamo en el Estado Vargas, conformada
por las siguientes unidades:
o
31
Batallón de Infantería de Marina General Simón Bolívar.
o
32
Batallón de Infantería de Marina Almirante Luis Brión.
o
33
Grupo de Artillería Vicealmirante Lino de Clemente.
o
34
Batallón de Apoyo Anfibio Pedro Gual.
o
35
Batallón de Infantería de Marina General Ezequiel Zamora, en la localidad de El
Cristo, Rio Chico, Estado Miranda.
-
Cuarta Brigada de Infantería de
Marina Anfibia Almirante Alejandro Petión, cuyo Comando se encuentra situado en la Base
Naval Juan Crisóstomo Falcon en la ciudad de Punto fijo, Estado Falcón y está
conformada por las siguientes unidades:
o 41 Batallón de Vehículos
Anfibios Almirante Francisco de Miranda en la ciudad de Punto Fijo.
o
42
Batallón de Infantería de Marina Contralmirante Renato Beluche en la ciudad de
Lagunillas, Estado Zulia.
o
43
Grupo de Artillería Mariscal Juan Crisóstomo Falcón en la ciudad de Punto Fijo.
o
44
Batallón de Apoyo Anfibio Ana María Campos en la ciudad de Punto Fijo.
-
Quinta Brigada de Infantería de
Marina Fluvial Capitán de Fragata José Tomas Machado, cuyo Comando se encuentra
localizado en Ciudad Bolívar, Estado Bolívar y está integrada por las
siguientes unidades:
o
51
Comando de Infantería de Marina Fluvial General Daniel Florencio O'Leary en Ciudad
Bolívar.
o 52 Comando de Infantería de Marina Fluvial General en Jefe Ezequiel
Zamora en La Paragua, Estado Bolívar.
o 53 Comando de Infantería de Marina Fluvial José María España.
o 54 Escuadrón Fluvial Antonio Díaz.
o
55
Batallón de Apoyo Fluvial Alférez de Fragata Vicente Parrado en Ciudad Bolívar.
-
Sexta Brigada de Infantería de
Marina Fluvial Almirante
Manuel Ezequiel Bruzual,
cuyo comando se encuentra localizado en San Fernando de Apure, Estado Apure, y
está compuesta por las siguientes unidades:
o
61
Comando de Infantería de Marina Fluvial Contralmirante José María García en San
Fernando de Apure.
o 62
Comando de Infantería de Marina Fluvial Teniente de Navío Jacinto Muñoz en El Amparo, Estado
Apure.
o
63 Comando de Infantería de Marina Fluvial Teniente Pedro
Camejo
o
64 Batallón de
Apoyo Fluvial Capitán de Fragata Joaquín Quintero.
-
Séptima Brigada de Infantería
de Marina Fluvial General de Brigada Franz Risquez Iribarren, cuyo Comando se
encuentra localizado en la ciudad de Puerto Ayacucho, Estado Amazonas y está
conformada por las siguientes unidades:
o
71
Comando de Infantería de Marina Fluvial Contralmirante Francisco Pérez Hernández
en la ciudad de Puerto Ayacucho.
o
72
Comando de Infantería de Marina Fluvial Contralmirante Armando Medina en La
Esmeralda.
o
73
Batallón de Apoyo Fluvial Coronel Antonio Ricaurte en Puerto Ayacucho
-
Octava Brigada de Fuerzas
Especiales Generalísimo Francisco de Miranda, cuyo Comando se encuentra
localizado en el Apostadero Naval Teniente de Navío Tomás Vega en Turiamo,
Estado Aragua.
o 81 Batallón de Operaciones Especiales
Capitán de Corbeta Henry Lilong García en Turiamo.
o
82
Batallón de Reconocimiento Anfibio General en Jefe José Félix Rivas en Turiamo.
o
83
Batallón de Zapadores Anfibios Cacique Guaicaipuro en la Meseta de Mamo, Estado
Vargas.
o
84
Batallón de Apoyo Juan German Roscio en Turiamo.
-
Novena Brigada de Policía Naval
Gran Mariscal de Ayacucho, cuyo Comando se encuentra localizado en Maiquetía,
Estado Vargas.
o 91 Batallón
de Policía Naval Capitán de Navío Alejo Troconis del Más en Maiquetía.
o 92 Batallón de Policía
Naval Contralmirante Matías Padrón en Puerto Cabello, Estado Carabobo.
o 93 Batallón de Policía
Naval Contralmirante Otto Pérez Seijas en Carúpano, Estado Sucre.
o 94 Batallón de Policía
Naval Capitán de Navío Daniel Daniels en Punto Fijo, Estado Falcón.
La existencia de las Instituciones de un
Estado Nacional debe de estar justificadas por la seguridad, las necesidades y
los demás derechos humanos fundamentales que ese Estado debe proveer a sus
ciudadanos. En el caso de las Fuerzas Armadas de los países democráticos, el
objeto fundamental de su existencia es la Seguridad y Defensa de la Nación, que
debería ser planificada en tres niveles: Político, Estratégico y Táctico. Sin embargo,
desde los tiempos de la independencia esos tres niveles han estado en manos de
los militares, quienes los han manejado, en menor o mayor grado, sin considerar
los intereses de la Nación.
Si estudiamos la misión de la Infantería
de Marina Venezolana observamos que su principal tarea es ejecutar operaciones
expedicionarias anfibias que es el aporte único que ofrecería al país esa
componente de las Fuerzas Armadas y el que justificaría su existencia. Sin
embargo, como analizamos en el cuerpo de este ensayo, Venezuela no confronta ni riesgos ni amenazas a su
Seguridad y Defensa en su Caribe Estratégico Naval, que requiera que sus
Fuerzas Armadas dispongan de una fuerza expedicionaria de infantería de marina
anfibia. Pero además, como hemos mostrado, la actual Infantería de Marina pareciera continuar sin
poseer la doctrina, ni la organización, ni el personal, ni el adiestramiento,
ni el equipamiento ni la capacidad logística requerida para realizar
operaciones expedicionarias anfibia. En pocas palabras, la Infantería de Marina
Anfibia ni es útil ni es necesaria. Lo que actualmente existe es un ejército
terrestre paralelo que se encuentra desplegado a lo largo y ancho del
territorio venezolano.
La
misión de la IM también incluye la tarea de Defensa de Costa, pero en la
organización no figura ninguna unidad organizada ni equipada para esa tarea. Se
incluye además la ejecución de Operaciones de Paz, que se infiere son aquellas
que se ejecutan bajo la dirección de las Naciones Unidas. Pero ninguna unidad
de la IMV ha recibido el adiestramiento impartido por la ONU que es un
requisito previo para realizar estas operaciones de paz.
Son
estas las razones por la cual la Infantería de Marina venezolana debe ser
eliminada, transfiriendo sus unidades fluviales al Ejército y/o a la Guardia
Nacional, como sea requerido. La Brigada de Fuerzas Especiales debe
dimensionarse apropiadamente y pasar a depender operativamente del Comando de
Operaciones Navales y la Brigada de Policía Naval debe pasar a depender de la
Dirección Naval de Personal.
Entonces, eliminando esos “cañones” sin utilidad podremos
disponer de más “mantequilla” para construir más escuelas útiles.