domingo, 1 de noviembre de 2015

LA SEGURIDAD DE LA NACIÓN DESDE UNA RE-LECTURA DEL PENSAMIENTO DE NICOLÁS DE CUSA.







Hay una estrecha relación entre las palabras ‘doctor’ e ‘investigar’. ‘Doctor’ proviene de la expresión latina ‘docere’, enseñar e, ‘investigar’, también de origen latino era ‘vestigium’ y denotaba ir en busca de una huella, un dato. Así pues, podemos decir que un doctor es alguien que enseña los resultados de una búsqueda de algo. Este algo puede estar relacionado con la verdad o falsedad, lo bueno o lo malo, el bien y el mal y lo bello y lo feo. Este algo, que tiene que ver con un dato, indica la búsqueda de un principio dentro de un contexto de limitación. Y de una limitación también se puede inferir una incapacidad para determinar cualquier cosa. Este es un aspecto a tener en consideración porque un docto es un ser que piensa en los límites, aleja los límites y/o determina los límites de nuestra propia ignorancia para cuestionarlos y romperlo, y crear así las condiciones de posibilidad de adquirir nuevos conocimientos.

Se reconoce que Nicolás de Cusa (1440/2011:100) con su obra De Docta Ignorancia ayudó a promover un movimiento intelectual que produjo una nueva manera de ver el mundo. Esto lo hizo dentro de un contexto determinado por la existencia, en primer lugar, de conflictos político-religiosos en el seno de la cristiandad y, en segundo lugar, por la amenaza creciente del imperio otomano sobre Europa. Este pensador alemán, según Cassirer (1927/1951), produjo una ruptura en el pensamiento escolástico en lo concerniente a la determinación del concepto de verdad objetiva al ahondar en el concepto de medida puesto que el conocer era un “simple caso particular de la función universal del medir” abriendo la posibilidad de establecer otros referentes que permitieran acceder al conocimiento. ¿Cómo pudo hacer eso? Koyré (1999) nos da una respuesta acerca de ello.
Según este pensador ruso-francés, el cusano negó la finitud del mundo y su clausura dentro de los muros de las esferas celestes sin afirmar la infinitud del universo. Él reservó a Dios el calificativo «infinito» e indicó que el universo era «interminado» (interminatum), es decir, carecía de “fronteras… [y] de precisión y de determinación estricta… [y] Por consiguiente, no [podía] ser objeto de conocimiento preciso y total, sino tan sólo de un conocimiento parcial y conjetural” (Ibíd.).
Este reconocimiento del carácter limitado de nuestro conocimiento, y por consiguiente, de la imposibilidad de construir una representación unívoca y objetiva del universo, fue lo que constituyó uno de los aspectos de la docta ignorantia que permitió  “transcender las limitaciones de nuestro pensamiento racional”. La manera como lo logra Nicolás de Cusa fue explicada por Cappelletti (Bravo, 1998). Este pensador argentino-venezolano expresó que “la idea cusana de la concidentia oppositorum” permitió la postulación de una nueva lógica “basada en el principio de contradicción”, debido a que como “entre el infinito (Dios) y finito (hombre)” no había proporción, se podía pensar adecuadamente lo infinito” pudiéndose demostrar no sólo que Dios es inaccesible, sino también que está en todo[1].
Reconocer esta limitación y pensar cómo sobrepasarla significó una ruptura y una apertura que llevó a la humanidad de un mundo cerrado a un universo infinito. Nicolás de Cusa escribiría otros libros. De ellos me interesa destacar “De Pace Fidei” (1453/1996). Este libro fue escrito bajo la influencia de la caída de Constantinopla. En esta obra el cusano trató de pensar una “paz perpetua” en las religiones “por un medio conveniente y conforme a la verdad” a partir de un criterio basado “una sola religión en la diversidad de los ritos”. Es una coincidencia que el estado de ansiedad que se vivió en el siglo XV sea similar al que estamos viviendo hoy en día, quizás de forma contraria, cuando el propio papa Francisco I alertó el hecho de que la humanidad está viviendo una nueva guerra mundial cuya naturaleza es civil, siguiendo los criterios de Agamben (2015), debido a que el principal antagonismo se presenta en el alcance de los límites entre lo público y lo privado[2]. Hablar de guerra nos coloca en el plano de la defensa y la seguridad y, consecuentemente, en la docta ignorantia en todo lo relativo a la seguridad de la nación. Por ello nos hemos establecido como objetivo general tratar de examinar los problemas onto-epistémicos acerca de la seguridad de la nación en Venezuela siguiendo la episteme usada por el pensador alemán del medioevo tardío. Para tal fin vamos, en primer lugar, a describir de qué manera saber es ignorar en lo concerniente a la seguridad de la nación, en segundo lugar, a analizar la incomprensibilidad de la seguridad de la nación en lo concerniente a la relación entre norma y ordenamiento y, en tercer lugar, examinar los problemas de los fundamentos metodológicos para reflexionar acerca de la seguridad de la nación.

1.- De qué manera saber es ignorar en lo concerniente a la seguridad de la nación.

La seguridad de la nación en Venezuela es un concepto que fue desarrollado durante el proceso constituyente para marcar una diferencia con relación a la doctrina de seguridad nacional que estuvo vigente hasta el año 1999. Según los constituyentistas la seguridad nacional fue el reflejo de la imposición de una forma de hacer política que creó las condiciones de posibilidad de considerar enemigos a una parte de la población venezolana por pensar y hacer de manera diferente. La seguridad de la nación, en cambio, fue el concepto que se produjo para dar consistencia a la nueva realidad política que se estaba constituyendo. El alcance del concepto de seguridad de la nación está establecido en el artículo 2° de la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación[3]. Aquí comienzan los interrogantes. La Constitución Nacional y la Ley Orgánica de la Seguridad de la Nación constituyen, consecuentemente, el marco sobre el cual se puede determinar la verdad o falsedad, la bondad o la maldad, lo bueno o lo malo y lo bello y lo feo de un enunciado. La verdad o falsedad remiten a lo científico, la bondad o la maldad así como lo bueno o lo malo entre en el plano filosófico y lo bello y lo feo entran en el plano estético. Teniendo estos aspectos presentes, desde el punto de vista científico ¿podemos afirmar que el plano de referencia de la seguridad de la nación considera las variables necesarias para asegurar que no sea falsado desde una perspectiva poperiana?, ¿las causas que motivaron el paso del concepto de seguridad nacional a seguridad de la nación están presentes desde una perspectiva ontológica?, y consecuentemente ¿establecer nuevos límites, desechar los existentes o cambiar la visión epistémica que los establece y su fundamento ontológico, será posible? Desde la perspectiva filosófica ¿el concepto que va a anunciar el acontecimiento desde un enfoque constitucional o legal es consistente?, ¿es posible dar consistencia a un concepto normativo o constitucional a partir de un sistema de referencia dado? Con relación al lado estético de nuestro análisis, entendido éste desde una analítica de la facultad de juzgar teleológica que considera un concepto a partir de su idoneidad objetiva y material desde las causas y sus efectos, ¿una acción política puede ser considerada como producto de un arte o material para un arte de la política de otros posibles seres de la naturaleza?[4]
Con estas interrogantes lo que he buscado es indicar que el plano sobre el cual se sustenta la seguridad de la nación es endeble desde el punto de vista conceptual, cognoscitivo o estético y este plano es el asidero sobre el cual un docto va a enseñar sus hallazgos en términos de referencia, consistencia o sensibilidad. Por ello Nicolás de Cusa (1440/2011) en el capítulo primero de su docta ignorancia indica de qué manera saber es ignorar debido a que el saber exacto es incomprensible desde el mismo momento que un entendimiento limitado de las cosas indiferentemente de las causas que sean no puede dar cuenta de lo indeterminado y lo infinito. Con ello podemos ahora reflexionar acerca del alcance de esta incompresibilidad.

2.- La incomprensibilidad de la seguridad de la nación en lo concerniente a la relación entre norma y ordenamiento.

Entiendo por ordenamiento aquello que hace que los miembros de una comunidad política puedan, en sentido spinoziano, perseverar en su propia existencia adquiriendo mayores grados de perfección (Spinoza, 1677/1980)[5]. Y por norma, las reglas que permiten que ello sea posible. De aquí se deriva que una comunidad política bien ordenada es aquella, como ya he indicado en otras oportunidades, estructura política que permite a cada ser que conforma esa comunidad perseverar en su propia existencia de la forma más libre posible a fin de alcanzar una mayor perfección, es decir, es producir y autoproducirse en las mejores condiciones posibles y de la mejor manera deseable y un buen gobierno es aquel que sea más efectivo en el logro de ese propósito. La defensa, consecuentemente, es la protección contra algo que impida que se efectúe el buen ordenamiento (Blanco, 2013). Esta conceptualización plantea una serie de interrogantes y problemas sobre los cuales habría que reflexionar por los límites que en sí están subyacentes en el enunciado. Estos son: ¿Es posible pensar la seguridad de la nación en una comunidad que no está bien ordenada?, ¿qué significa buen ordenamiento y cómo éste puede ser producido?
Si se considera los escritos de Spinoza que, como se sabe, tuvieron en Machiavelli una importante influencia se evidencia que en el ordenamiento de una comunidad política hay una tensión entre los conceptos de seguridad y libertad. Esta tensión se evidencia en el hecho que el pensador neerlandés pasó de considerar la libertad y la seguridad desde una especie de liberalismo individualista a un comunalismo democrático a fin de garantizar la seguridad mediante un buen gobierno (Blanco, 2014). Teniendo presente lo antes indicado podemos indicar que el artículo 3° de la Constitución Nacional al establecer que el fin esencial del Estado es “la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad,…, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo…” se entiende que el Estado va a definir el desarrollo de cada persona y lo que es ‘prosperidad’ y ‘bienestar’ y la seguridad de la nación (artículo 2°) mediante planes y programas va a hacer ello posible y la defensa estará orientada a preservar ese estado de cosas. De esta situación se evidencian tres aspectos a tener en consideración para pensar desde el punto de vista teórico en los límites de la seguridad de la nación. En primer lugar, para el Estado es más importante la seguridad del orden, que se supone bueno, que la libertad de sus miembros, en segundo lugar, si los miembros no están seguros, ni prósperos ni en condiciones buenas y dignas no se está cumpliendo la constitución y no hay ordenamiento y, en tercer lugar, como el fin del Estado es su autoconservación va a hacer todo lo posible para preservarse a expensa de sus miembros, lo que implica a su vez la conflictivización de lo público y lo privado.
Como se puede observar, en este estado de cosas hay una tensión entre seguridad de la nación y libertad de los miembros que la conforman que hace incomprensible todo lo concerniente a la seguridad de la nación debido a que los límites que han sido impuesto por la norma y el ordenamiento no logra evitar que se repita aquello que se trató de corregir cuando se cambió la expresión de ‘seguridad nacional’ por ‘seguridad de la nación’. Ello obliga a considerar la esencia misma de lo que se entiende por buen ordenamiento desde una perspectiva originaria para pensar en la seguridad de la nación desde una perspectiva docta.

3.- Los problemas de los fundamentos metodológicos para reflexionar acerca de la seguridad de la nación.

Reflexionar acerca de lo que se entiende por buen ordenamiento desde una perspectiva originaria es considerar aquello que Agamben denominó anclaje ontológico desde un enfoque epistémico. El anclaje ontológico, según Agamben (2008), es una expresión que indica el fundamento a partir del cual se va a intentar dar cuenta de una realidad determinada.
De aquí se derivan otros problemas para abordar una investigación: ¿Cuál es el anclaje ontológico a usar para encarar cualquier tema relativo a la seguridad de la nación considerando los problemas abordados en los parágrafos anteriores?, ¿este anclaje va a estar basado en las ciencias del espíritu a partir de una aproximación genealógica o en las ciencias cognitivas por intermedio de una aproximación biológica centrada en el sistema neuronal o el código genético? Imagínense, seguir un camino nos coloca en el plano metafísico que conduce a determinar esencialmente la naturaleza de la seguridad de la nación desde la perspectiva de la conceptualización de ‘buen ordenamiento’ y en el plano científico que nos lleva a la construcción de modelos teóricos para aplicar la seguridad de la nación en un contexto determinado. Si se adopta el camino cognoscitivo se va a colocar límites a un problema metafísico como lo constituye la seguridad. Por ello es importante plantearse la pregunta: ¿Cuál es el fundamento en que descansa la seguridad de la nación? Una lectura detallada del artículo 2° de la ley antes indicada nos dice que esta es una sensación y un proceso basado en un modelo, pero si nos preguntamos qué es ‘seguridad’ y qué es ‘nación’ más allá de las respuestas que podamos encontrar está el hecho que pensar en la seguridad de la nación es pensar en los fundamentos que garanticen la existencia misma de la comunidad política no de un tipo particular de ordenamiento[6]. Por otra parte ¿Cuál va a ser el camino a seguir para pensar en los fundamentos y sus límites conceptuales? La episteme sobre la cual reflexionó el cusano se basaba en la semejanza. Esta episteme estaba caracterizada según Foucault (1968), en primer lugar, por la búsqueda del sentido para “sacar a la luz lo que se asemeja” y, en segundo lugar, por la determinación de “la ley de los signos” porque ello permitía “buscar las cosas semejantes”. Desde el siglo XVII esta, según este autor, comenzó a ser suplantada por la medida (rex extensa) y en el presente el mismo Foucault así como otros autores han tratado de construir los medios de salirse de esta visión del mundo fundamentada en la medida y que ha constituido el fundamento de la modernidad. Teniendo esto presente, ¿es posible medir la seguridad de la nación o algún aspecto de ella…?, ¿es posible pensar la seguridad de la nación a partir de una semejanza establecida por una realidad de nuestro pasado a apropiándose de un modelo foráneo?
Enfrentar estos interrogantes desde la perspectiva de Nicolás de Cusa es establecer la esencia de la docta ignorantia. Evadirse es aferrarse a los límites impuestos por un ordenamiento o autoimpuestos por una realidad incomprensible y no considerarlo es retornar a los supuestos que hicieron que el pensador alemán cuestionara a través de la obra comentada en los supuestos del conocimiento. ¿Cuáles eran estos supuestos? Un saber limitado por producirse en un mundo cerrado de acuerdo con los dictámenes de un poder trascendente que determinaba qué era verdadero o falso, bueno o malo y bello o feo, frente a una realidad que estaba cambiando. Nicolás de Cusa tuvo la audacia de no cuestionar estos límites y sin embargo crear las condiciones de posibilidad de que fuesen desbordados.

4.- Corolario.
La importancia de tomar al cusano como referencia, siguiendo a Cassirer, se debió, en primer lugar, a que este filósofo tuvo en Leonardo da Vinci y Albert Dürer unos herederos del pensar metódico que posibilitó una nueva manera de entender el mundo. Esta nueva forma de pensar, fundamentada en la asunción de la existencia de un sujeto cognoscente que unió la experiencia técnica manual con la actividad científica, fue seguida, según Rossi (1970) por indoctis artesanos y agricultores y posteriormente por filósofos y científicos. En segundo lugar, hubo, por una parte, una importante relación entre el filósofo alemán y el matemático P. Toscanelli, un personaje que mantuvo “unas relaciones de amistad y cooperación con Brunelleschi y Alberti” que simbolizaron el profundo movimiento de renovación que se produjo en Firenze en la segunda mitad del siglo XV, y, por la otra, una notable conexión entre el pensamiento del cusano y el máximo representante de la academia platónica de esa ciudad italiana, M. Ficino (Cassirer, 1927/1951). Todos estos personajes representativos de lo que se conoció como Renacimiento, según Huizinga (1927/1982), contribuyeron a generar un nuevo concepto de virtud antropocéntrica fundamentada en el hacer bien lo que se hiciese. Machiavelli, según Cassirer (1927/1951), fue otro de esos personajes.
Por ello, así como Nicolás de Cusa dio cuenta de sus propios límites para pensar en lo indeterminado y lo infinito en los prolegómenos de un movimiento cultural de alcance mundial como el Renacimiento, un docto en seguridad de la nación debe dar cuenta de sus propios límites para acceder a la realidad y crear las condiciones de posibilidad para proponer o producir algo digno de ser asegurado.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

AGAMBEN, G. (2015). Stasis. La guerra civile come paradigma político. Homo Sacer II, 2. Torino. Bollati Boringhieri. 83 p.

AGAMBEN, G. (2008). Signatura Rerum. Sobre el Método. Buenos Aires. (T.F. Costa y M. Ruvituso). Editora Adriana Hidalgo. 162 p.

ARENDT, H. (2003). Conferencias sobre la Filosofía Política de Kant. Buenos Aires. (T. C. Corral). Editorial Paidós. 272 p.

BLANCO, E. (2015). “Operación Escorpión II. Talasocracia vs. Epirocracia: ¿Las Dos Caras de la Guerra Civil Global?”. Caracas. [Documento en Línea]. Disponible: www.edgareblancocarrero.blogspot.com

BLANCO, E. (2013). “Acercamiento Filosófico hacia la Seguridad y la Defensa”. La Paz. [Documento en Línea]. Disponible: www.edgareblancocarrero.blogspot.com

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CASSIRER, E. (1927/1951). El Individuo y el Cosmos en la Filosofía del Renacimiento. Buenos Aires. (T.A. Bixio). Emecé editores. 147 p.

FOUCAULT, M. (1968). Las Palabras y las Cosas. Una Arqueología de las Ciencias Humanas. Buenos Aires. (T. R. Prost). Siglo XXI Editores. 378 p.

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HUIZINGA, J. (1927/1982). El Otoño de la Edad Media. 4º ed. Madrid (T. J. Gaos). Alianza Editorial. 468 p.

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KOYRÉ, A. (1999). Del Mundo Cerrado al Universo Infinito. 4° ed. Madrid. (T. C. Solis). Editorial Siglo XXI. 268 p.

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SPINOZA, B. (1677/1980). Ética demostrada según el Orden Geométrico. Madrid. (T. V. Peña). Ediciones Orbis. 269 p.



[1] En este sentido, Hardt y Negri (2000) expresaron que este filósofo alemán demostró la coherencia de un nuevo saber ontológico inmanente basado en la “afirmación de los poderes de este mundo” al manifestar que “la especulación es un movimiento del intelecto del quia est al quid est; y puesto que el quid est está infinitamente alejado del quia est, tal movimiento nunca concluye porque su movimiento no genera fatiga, sino que produce luz y calor”.
[2] Sobre la naturaliza de la guerra global actual, ver: Blanco (2015).
[3] Decreto N° 1473, G. O. E. N° 6156 del 19NOV2014
[4] Ver al respecto: Kant (1790/2005) y Arendt (2003).
[5] Sobre la relación del pensamiento de Spinoza y la seguridad de la nación, ver también: González (2014).
[6] Ver al respecto: Blanco (2013).

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