Hay una estrecha
relación entre las palabras ‘doctor’ e ‘investigar’. ‘Doctor’ proviene de la expresión
latina ‘docere’, enseñar e, ‘investigar’, también de origen latino era ‘vestigium’
y denotaba ir en busca de una huella, un dato. Así pues, podemos decir que un
doctor es alguien que enseña los resultados de una búsqueda de algo. Este algo
puede estar relacionado con la verdad o falsedad, lo bueno o lo malo, el bien y
el mal y lo bello y lo feo. Este algo, que tiene que ver con un dato, indica la
búsqueda de un principio dentro de un contexto de limitación. Y de una
limitación también se puede inferir una incapacidad para determinar cualquier
cosa. Este es un aspecto a tener en consideración porque un docto es un ser que piensa en los límites, aleja los límites y/o
determina los límites de nuestra propia ignorancia para cuestionarlos y
romperlo, y crear así las condiciones de posibilidad de adquirir nuevos
conocimientos.
Se reconoce que
Nicolás de Cusa (1440/2011:100) con su obra De
Docta Ignorancia ayudó a promover un movimiento intelectual que produjo una
nueva manera de ver el mundo. Esto lo hizo dentro de un contexto determinado
por la existencia, en primer lugar, de conflictos político-religiosos en el
seno de la cristiandad y, en segundo lugar, por la amenaza creciente del
imperio otomano sobre Europa. Este pensador alemán, según Cassirer (1927/1951),
produjo una ruptura en el pensamiento escolástico en lo concerniente a la
determinación del concepto de verdad objetiva al ahondar en el concepto de
medida puesto que el conocer era un “simple caso particular de la función
universal del medir” abriendo la posibilidad de establecer otros referentes que
permitieran acceder al conocimiento. ¿Cómo pudo hacer eso? Koyré (1999) nos da
una respuesta acerca de ello.
Según este
pensador ruso-francés, el cusano negó la finitud del mundo y su clausura dentro
de los muros de las esferas celestes sin afirmar la infinitud del universo. Él
reservó a Dios el calificativo «infinito» e indicó que el universo era
«interminado» (interminatum), es decir, carecía de “fronteras… [y] de precisión
y de determinación estricta… [y] Por consiguiente, no [podía] ser objeto de
conocimiento preciso y total, sino tan sólo de un conocimiento parcial y
conjetural” (Ibíd.).
Este
reconocimiento del carácter limitado de nuestro conocimiento, y por
consiguiente, de la imposibilidad de construir una representación unívoca y
objetiva del universo, fue lo que constituyó uno de los aspectos de la docta ignorantia que permitió “transcender las limitaciones de nuestro
pensamiento racional”. La manera como lo logra Nicolás de Cusa fue explicada
por Cappelletti (Bravo, 1998). Este pensador argentino-venezolano expresó que
“la idea cusana de la concidentia
oppositorum” permitió la postulación de una nueva lógica “basada en el
principio de contradicción”, debido a que como “entre el infinito (Dios) y
finito (hombre)” no había proporción, se podía pensar adecuadamente lo
infinito” pudiéndose demostrar no sólo que Dios es inaccesible, sino también
que está en todo[1].
Reconocer esta
limitación y pensar cómo sobrepasarla significó una ruptura y una apertura que
llevó a la humanidad de un mundo cerrado a un universo infinito. Nicolás de
Cusa escribiría otros libros. De ellos me interesa destacar “De Pace Fidei” (1453/1996). Este libro
fue escrito bajo la influencia de la caída de Constantinopla. En esta obra el
cusano trató de pensar una “paz perpetua” en las religiones “por un medio
conveniente y conforme a la verdad” a partir de un criterio basado “una sola
religión en la diversidad de los ritos”. Es una coincidencia que el estado de
ansiedad que se vivió en el siglo XV sea similar al que estamos viviendo hoy en
día, quizás de forma contraria, cuando el propio papa Francisco I alertó el
hecho de que la humanidad está viviendo una nueva guerra mundial cuya
naturaleza es civil, siguiendo los criterios de Agamben (2015), debido a que el
principal antagonismo se presenta en el alcance de los límites entre lo público
y lo privado[2].
Hablar de guerra nos coloca en el plano de la defensa y la seguridad y,
consecuentemente, en la docta ignorantia
en todo lo relativo a la seguridad de la nación. Por ello nos hemos establecido
como objetivo general tratar de examinar los problemas onto-epistémicos acerca
de la seguridad de la nación en Venezuela siguiendo la episteme usada por el
pensador alemán del medioevo tardío. Para tal fin vamos, en primer lugar, a
describir de qué manera saber es ignorar en lo concerniente a la seguridad de
la nación, en segundo lugar, a analizar la incomprensibilidad de la seguridad
de la nación en lo concerniente a la relación entre norma y ordenamiento y, en
tercer lugar, examinar los problemas de los fundamentos metodológicos para
reflexionar acerca de la seguridad de la nación.
1.- De qué manera saber es
ignorar en lo concerniente a la seguridad de la nación.
La seguridad de
la nación en Venezuela es un concepto que fue desarrollado durante el proceso
constituyente para marcar una diferencia con relación a la doctrina de
seguridad nacional que estuvo vigente hasta el año 1999. Según los constituyentistas
la seguridad nacional fue el reflejo de la imposición de una forma de hacer
política que creó las condiciones de posibilidad de considerar enemigos a una
parte de la población venezolana por pensar y hacer de manera diferente. La
seguridad de la nación, en cambio, fue el concepto que se produjo para dar
consistencia a la nueva realidad política que se estaba constituyendo. El
alcance del concepto de seguridad de la nación está establecido en el artículo
2° de la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación[3].
Aquí comienzan los interrogantes. La Constitución Nacional y la Ley Orgánica de
la Seguridad de la Nación constituyen, consecuentemente, el marco sobre el cual
se puede determinar la verdad o falsedad, la bondad o la maldad, lo bueno o lo
malo y lo bello y lo feo de un enunciado. La verdad o falsedad remiten a lo
científico, la bondad o la maldad así como lo bueno o lo malo entre en el plano
filosófico y lo bello y lo feo entran en el plano estético. Teniendo estos
aspectos presentes, desde el punto de vista científico ¿podemos afirmar que el
plano de referencia de la seguridad de la nación considera las variables
necesarias para asegurar que no sea falsado desde una perspectiva poperiana?,
¿las causas que motivaron el paso del concepto de seguridad nacional a
seguridad de la nación están presentes desde una perspectiva ontológica?, y
consecuentemente ¿establecer nuevos límites, desechar los existentes o cambiar
la visión epistémica que los establece y su fundamento ontológico, será
posible? Desde la perspectiva filosófica ¿el concepto que va a anunciar el
acontecimiento desde un enfoque constitucional o legal es consistente?, ¿es
posible dar consistencia a un concepto normativo o constitucional a partir de
un sistema de referencia dado? Con relación al lado estético de nuestro
análisis, entendido éste desde una analítica de la facultad de juzgar
teleológica que considera un concepto a partir de su idoneidad objetiva y
material desde las causas y sus efectos, ¿una acción política puede ser
considerada como producto de un arte o material para un arte de la política de
otros posibles seres de la naturaleza?[4]
Con estas
interrogantes lo que he buscado es indicar que el plano sobre el cual se
sustenta la seguridad de la nación es endeble desde el punto de vista
conceptual, cognoscitivo o estético y este plano es el asidero sobre el cual un
docto va a enseñar sus hallazgos en términos de referencia, consistencia o
sensibilidad. Por ello Nicolás de Cusa (1440/2011) en el capítulo primero de su
docta ignorancia indica de qué manera
saber es ignorar debido a que el saber exacto es incomprensible desde el mismo
momento que un entendimiento limitado de las cosas indiferentemente de las
causas que sean no puede dar cuenta de lo indeterminado y lo infinito. Con ello
podemos ahora reflexionar acerca del alcance de esta incompresibilidad.
2.- La incomprensibilidad de la
seguridad de la nación en lo concerniente a la relación entre norma y
ordenamiento.
Entiendo por
ordenamiento aquello que hace que los miembros de una comunidad política
puedan, en sentido spinoziano, perseverar en su propia existencia adquiriendo
mayores grados de perfección (Spinoza, 1677/1980)[5].
Y por norma, las reglas que permiten que ello sea posible. De aquí se deriva
que una comunidad política bien ordenada es aquella, como ya he indicado en otras oportunidades, estructura política que
permite a cada ser que conforma esa comunidad perseverar en su propia
existencia de la forma más libre posible a fin de alcanzar una mayor
perfección, es decir, es producir y autoproducirse en las mejores condiciones
posibles y de la mejor manera deseable y un buen gobierno es aquel que sea más
efectivo en el logro de ese propósito. La defensa, consecuentemente, es la
protección contra algo que impida que se efectúe el buen ordenamiento (Blanco,
2013). Esta conceptualización plantea una serie de interrogantes y problemas
sobre los cuales habría que reflexionar por los límites que en sí están
subyacentes en el enunciado. Estos son: ¿Es posible pensar la seguridad de la
nación en una comunidad que no está bien ordenada?, ¿qué significa buen
ordenamiento y cómo éste puede ser producido?
Si se considera los escritos de
Spinoza que, como se sabe, tuvieron en Machiavelli una importante influencia se
evidencia que en el ordenamiento de una comunidad política hay una tensión
entre los conceptos de seguridad y libertad. Esta tensión se evidencia en el
hecho que el pensador neerlandés pasó de considerar la libertad y la seguridad desde una
especie de liberalismo individualista a un comunalismo democrático a fin de
garantizar la seguridad mediante un buen gobierno (Blanco, 2014). Teniendo
presente lo antes indicado podemos indicar que el artículo 3° de la
Constitución Nacional al establecer que el fin esencial del Estado es “la
defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad,…, la
promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo…” se entiende que el Estado
va a definir el desarrollo de cada persona y lo que es ‘prosperidad’ y
‘bienestar’ y la seguridad de la nación (artículo 2°) mediante planes y
programas va a hacer ello posible y la defensa estará orientada a preservar ese
estado de cosas. De esta situación se evidencian tres aspectos a tener en
consideración para pensar desde el punto de vista teórico en los límites de la
seguridad de la nación. En primer lugar, para el Estado es más importante la
seguridad del orden, que se supone bueno, que la libertad de sus miembros, en
segundo lugar, si los miembros no están seguros, ni prósperos ni en condiciones
buenas y dignas no se está cumpliendo la constitución y no hay ordenamiento y,
en tercer lugar, como el fin del Estado es su autoconservación va a hacer todo
lo posible para preservarse a expensa de sus miembros, lo que implica a su vez la
conflictivización de lo público y lo privado.
Como se puede observar, en este estado de cosas hay
una tensión entre seguridad de la nación y libertad de los miembros que la
conforman que hace incomprensible todo lo concerniente a la seguridad de la
nación debido a que los límites que han sido impuesto por la norma y el
ordenamiento no logra evitar que se repita aquello que se trató de corregir
cuando se cambió la expresión de ‘seguridad nacional’ por ‘seguridad de la
nación’. Ello obliga a considerar la esencia misma de lo que se entiende por
buen ordenamiento desde una perspectiva originaria para pensar en la seguridad
de la nación desde una perspectiva docta.
3.- Los
problemas de los fundamentos metodológicos para reflexionar acerca de la seguridad
de la nación.
Reflexionar
acerca de lo que se entiende por buen ordenamiento desde una perspectiva
originaria es considerar aquello que Agamben denominó anclaje ontológico desde un enfoque epistémico. El anclaje ontológico, según Agamben
(2008), es una expresión que indica el fundamento a partir del cual se va a
intentar dar cuenta de una realidad determinada.
De aquí se
derivan otros problemas para abordar una investigación: ¿Cuál es el anclaje
ontológico a usar para encarar cualquier tema relativo a la seguridad de la
nación considerando los problemas abordados en los parágrafos anteriores?, ¿este
anclaje va a estar basado en las ciencias del espíritu a partir de una
aproximación genealógica o en las ciencias cognitivas por intermedio de una
aproximación biológica centrada en el sistema neuronal o el código genético?
Imagínense, seguir un camino nos coloca en el plano metafísico que conduce a
determinar esencialmente la naturaleza de la seguridad de la nación desde la
perspectiva de la conceptualización de ‘buen ordenamiento’ y en el plano
científico que nos lleva a la construcción de modelos teóricos para aplicar la
seguridad de la nación en un contexto determinado. Si se adopta el camino
cognoscitivo se va a colocar límites a un problema metafísico como lo
constituye la seguridad. Por ello es importante plantearse la pregunta: ¿Cuál
es el fundamento en que descansa la seguridad de la nación? Una lectura
detallada del artículo 2° de la ley antes indicada nos dice que esta es una
sensación y un proceso basado en un modelo, pero si nos preguntamos qué es
‘seguridad’ y qué es ‘nación’ más allá de las respuestas que podamos encontrar
está el hecho que pensar en la seguridad de la nación es pensar en los
fundamentos que garanticen la existencia misma de la comunidad política no de
un tipo particular de ordenamiento[6].
Por otra parte ¿Cuál va a ser el camino a seguir para pensar en los fundamentos
y sus límites conceptuales? La episteme sobre la cual reflexionó el cusano se
basaba en la semejanza. Esta episteme estaba caracterizada según Foucault
(1968), en primer lugar, por la búsqueda del sentido para “sacar a la luz lo
que se asemeja” y, en segundo lugar, por la determinación de “la ley de los
signos” porque ello permitía “buscar las cosas semejantes”. Desde el siglo XVII
esta, según este autor, comenzó a ser suplantada por la medida (rex extensa) y
en el presente el mismo Foucault así como otros autores han tratado de
construir los medios de salirse de esta visión del mundo fundamentada en la
medida y que ha constituido el fundamento de la modernidad. Teniendo esto
presente, ¿es posible medir la seguridad de la nación o algún aspecto de ella…?,
¿es posible pensar la seguridad de la nación a partir de una semejanza
establecida por una realidad de nuestro pasado a apropiándose de un modelo
foráneo?
Enfrentar estos
interrogantes desde la perspectiva de Nicolás de Cusa es establecer la esencia
de la docta ignorantia. Evadirse es
aferrarse a los límites impuestos por un ordenamiento o autoimpuestos por una
realidad incomprensible y no considerarlo es retornar a los supuestos que
hicieron que el pensador alemán cuestionara a través de la obra comentada en
los supuestos del conocimiento. ¿Cuáles eran estos supuestos? Un saber limitado
por producirse en un mundo cerrado de
acuerdo con los dictámenes de un poder trascendente que determinaba qué era
verdadero o falso, bueno o malo y bello o feo, frente a una realidad que estaba
cambiando. Nicolás de Cusa tuvo la audacia de no cuestionar estos límites y sin
embargo crear las condiciones de posibilidad de que fuesen desbordados.
4.- Corolario.
La importancia de tomar al cusano como referencia,
siguiendo a Cassirer, se debió, en primer lugar, a que este filósofo tuvo en
Leonardo da Vinci y Albert Dürer unos herederos del pensar metódico que
posibilitó una nueva manera de entender el mundo. Esta nueva forma de pensar,
fundamentada en la asunción de la existencia de un sujeto cognoscente que unió
la experiencia técnica manual con la actividad científica, fue seguida, según Rossi
(1970) por indoctis artesanos y
agricultores y posteriormente por filósofos y científicos. En segundo lugar,
hubo, por una parte, una importante relación entre el filósofo alemán y el
matemático P. Toscanelli, un personaje que mantuvo “unas relaciones de amistad
y cooperación con Brunelleschi y Alberti” que simbolizaron el profundo
movimiento de renovación que se produjo en Firenze en la segunda mitad del
siglo XV, y, por la otra, una notable conexión entre el pensamiento del cusano
y el máximo representante de la academia platónica de esa ciudad italiana, M. Ficino
(Cassirer, 1927/1951). Todos estos
personajes representativos de lo que se conoció como Renacimiento, según Huizinga
(1927/1982), contribuyeron a generar un nuevo concepto de virtud
antropocéntrica fundamentada en el hacer bien lo que se hiciese. Machiavelli,
según Cassirer (1927/1951), fue otro de esos personajes.
Por ello, así como Nicolás de Cusa dio cuenta de sus
propios límites para pensar en lo indeterminado y lo infinito en los
prolegómenos de un movimiento cultural de alcance mundial como el Renacimiento,
un docto en seguridad de la nación debe dar cuenta de sus propios límites para
acceder a la realidad y crear las condiciones de posibilidad para proponer o producir
algo digno de ser asegurado.
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Orden Geométrico. Madrid. (T. V. Peña). Ediciones Orbis. 269 p.
[1]
En este sentido, Hardt y Negri (2000) expresaron que este filósofo alemán
demostró la coherencia de un nuevo saber ontológico inmanente basado en la
“afirmación de los poderes de este mundo” al manifestar que “la especulación es
un movimiento del intelecto del quia est
al quid est; y puesto que el quid est está infinitamente alejado del quia est, tal movimiento nunca concluye
porque su movimiento no genera fatiga, sino que produce luz y calor”.
[2]
Sobre la naturaliza de la guerra global actual, ver: Blanco (2015).
[3] Decreto N° 1473, G. O. E. N° 6156 del 19NOV2014
[4]
Ver al respecto: Kant (1790/2005) y Arendt (2003).
[5]
Sobre la relación del pensamiento de Spinoza y la seguridad de la nación, ver
también: González (2014).
[6]
Ver al respecto: Blanco (2013).
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