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http://saber.ucv.ve/ojs/index.php/rev_af/issue/current
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Antes que nada tengo que
agradecer a Lugar Común la
oportunidad de conversar con ustedes acerca de un espinoso tema, el militar. Lo
hago en honor a un colega de la escuela de filosofía de la UCV, el profesor
Jorge Machado que actualmente es un preso político así como todos los presos
políticos que al menos desde el año 2014 tratan de reconstituir la república,
incluyendo entre ellos a Luis Ojeda Pérez a la luz de los últimos
acontecimientos que hemos estado presenciando.
Antes que nada quiero
aclarar que las fuerzas armadas venezolanas tal como actualmente existen deben desaparecer.
Ahora si deben crearse otras o no dentro del contexto nacional o global actual
o "encerrarlas en los cuarteles" como han dicho algunos voceros
políticos son aspectos que me parece deben ser reflexionados serenamente debido
a nuestra particular condición en tanto que seres humanos y a la misma realidad
que nos determina. Por ello, mi propósito es abrir a la comprensión el
ser-militar en Venezuela, si se quiere desde una perspectiva ontológica, para
introducir otro enfoque en las discusiones que hasta el presente se han
generado acerca de qué debe ser un militar en la nueva Venezuela republicana.
Para ello voy a dividir el
conversatorio en cuatro partes: 1) tratar de responder qué refiere la expresión
'militar' desde el punto de vista etimológico y cómo ha sido su evolución, 2)
examinar la relación del militar con la política y cómo se ha presentado esta
relación en Venezuela, 3) explicar cuáles son las tendencias globales: militar
post-heroico, profesional de seguridad y finalmente 4) cómo se podría pensar el
ser-militar en una nueva Venezuela republicana.
Sobre
la expresión ‘militar’.
Qué refiere las palabras
milicia, militar o milico, dicho de manera despectiva. La palabra militar
proviene del latín ‘militia’ que proviene de la palabra 'miles'. Esta palabra
es la raíz de 'milite'. 'Milite' es el acusativo de 'mille' que tiene una
connotación numérica y que en los orígenes de Roma indicaba la organización
cívica para la defensa: 1000 hombres a pie. Pero además de esta connotación
'mille' refiere el número con que un herbáceo, el 'millo' era sembrado dentro
de su estructura productiva. Con lo cual de la organización de la producción de
un medio para la vida se derivó otra relacionada con la defensa. La ocurrencia
de los actos de defensa determinó si esta estructura era temporal o más o menos
permanente. Es decir, la temporalidad de la amenaza indicaba si se organizaba
una milicia o se mantenía organizada una milicia armada de forma permanente.
Como se puede inferir ahora las
poblaciones sedentarias se defendían de otras. La forma en que lo hacían ha
sido difícil de precisar en la historia. Hay autores como John Keegan que se
han dedicado al estudio de poblaciones guerreras como los yanomamis para
comprender los orígenes de las formas de hacer la guerra. La guerra en este
sentido se produce como un acto de defensa frente a una agresión para evitar o
minimizar un daño deliberado.
Aquí podemos tomar dos
aspectos que van a marcar la naturaleza de la organización militar: por una
parte, producción y defensa y, por la otra, organización temporal relativa a la
milicia y organización permanente relacionada con las fuerzas armadas que
podemos llamar regulares.
Los romanos tuvieron fuerzas
armadas regulares de forma permanente, pero cuando desapareció el imperio se
retornó a la figura de las milicias. En España las milicias operaron cuando
estaban realizando la reconquista e incluso la forma en que se organizó la
conquista del nuevo mundo fue en base a la organización de milicias denominadas
'fecho de mar'. Esta organización de
milicias permaneció en Venezuela hasta el inicio de la independencia. Las
organizaciones militares permanentes resurgieron a partir de las órdenes de
caballería. De estas órdenes surgirían los emprendimientos militares y el
cuerpo de oficiales. En España se establecieron cuando comenzó a asumir un rol
imperialista en Europa y en el resto del mundo.
Me interesa destacar este momento
histórico porque frente a las organizaciones militares permanentes y agresivas,
Maquiavelo propuso una organización de milicias para la defensa dentro de una
organización política renovada tendencialmente republicana que estaba en
concordancia con la estructura de producción de la época. Como se sabe,
Maquiavelo reflexionó dentro de un contexto renacentista donde las
instituciones políticas no habían sido capaces de adecuarse a los cambios
sociales que estaban acaeciendo. Pero en el otro lugar donde floreció el
renacimiento en Europa fue en los Países Bajos. En los Países Bajos por
necesidades derivadas de la revuelta contra los españoles, la defensa se
organizó también de acuerdo con la estructura de producción en unas condiciones
ambientales muy adversas que favorecieron la conjunción de saber teórico y el
saber práctico. Según Wiep van Bunge uno de los artífices de esta conjunción
fue Mauricio de Nassau. El tercer elemento que fue integrado a esta relación
entre saber teórico y práctico fue la instrucción.
En paralelo al conflicto
hispano-neerlandés estaba acaeciendo otro acontecimiento de gran significación
como lo fue la Guerra de los Treinta Años (GdlXXXa) alemana, que el año 2018 su
inicio cumple su cuarto centenario. Su importancia fue que, además de
consolidarse el Estado-nacional moderno con el Tratado de Paz de Westfalia en
1648,
·
Surgieron las fuerzas armadas nacionales
permanente en contraposición a los cuerpos de milicias y los cuerpos
mercenarios. Su artífice fue Gustavo Adolfo de Suecia.
·
Se articuló la producción y la defensa
mediante el sistema de aprovisionamiento. Sus artífices fueron los franceses
Dubois y Letelier.
Así
pues, la estructura de defensa del Estado-nación fue el efecto de la
articulación de la producción y la conformación de cuerpos militares
permanentes instruidos y profesionalizados dentro de una unidad política más o
menos uniforme. Con la excepción de la revolución francesa
que en sí inició la democratización del proceso de decisión de ir a la guerra,
esta situación se mantuvo más o menos estable hasta que se prohibió que la
guerra fuese usada para la solución de controversias a nivel internacional y
surgiera la guerra revolucionaria planteando la necesidad de entender la
relación de los militares con la política.
En Venezuela, la génesis de
la formación militar se produjo en el año 1810 con la creación de la escuela de
matemáticas y la escuela náutica. Su matriz hispánica es incuestionable. La
formación se sistematizó a partir del año 1813 cuando se adoptaron los
principios doctrinarios napoleónicos del General P. Thiébault y cuando se
asimiló la doctrina militar anglosajona. Posteriormente, la fuerza armada
nacional con los criterios de unidad nacional e instrucción se establecería
firmemente a partir del año 1911 en pleno régimen gomecista. Pero la
articulación de la instrucción y profesionalización en una fuerza armada
nacional no se relacionó con la producción en el país por diferentes causas. Con
este hándicap se puede inferir el papel que jugaron los militares venezolanos
en el desarrollo del país sobre todo después del año 1945. Con esto podemos
pasar al segundo punto de la disertación.
La
relación del militar con la política y cómo se ha presentado esta relación en
Venezuela.
Después de la Segunda Guerra
Mundial Samuel Huntington reflexionó en su obra El Soldado y el Estado acerca de la relación de los militares con
la política y al efecto concluyó afirmando que ellos eran unos administradores
de la violencia para los fines del Estado. Su foco estuvo centrado en la
subordinación de los militares a la política. Posteriormente, Amos Perlmutter
usó los conceptos huntingtoneanos para establecer unas categorías que nos van a
permitir entender la situación en Venezuela.
Según este autor existen
tres tipos de militares: el profesional, el pretoriano y el revolucionario.
Esta tipología se fundamenta esencialmente en la relación del tipo de militar
con la política. El profesional tiene una baja inclinación a la participación
en política, su adhesión es al Estado y es conservador. El pretoriano tiene una
inclinación permanente y continua a participar en política, su adhesión es a la
nación, el partido, al Estado y es materialista. El revolucionario tiene una inclinación
a participar en política, y tiene la ideología del partido. La tendencia es que
el revolucionario se convierta en profesional. Y este junto con el profesional
tiende a ser los más eficaces en la guerra.
Con esto podemos afirmar ahora
que la fuerza armada nacional venezolana, al menos desde el año 1835, fue
pretoriana en el sentido que participó directamente en la política. A partir
del año 1958 y hasta el año 2005 siguió siendo pretoriana pero bajo la figura
de guardián y árbitro de la política. Con ello la pregunta que surge es ¿por
qué los militares tienen que preservar o cambiar el orden político y no los
ciudadanos?
En el año 2005 se produjo un
giro con lo que se denominó “Nueva doctrina militar venezolana” que buscó de
forma deliberada convertirla en una fuerza armada revolucionaria. Su objeto fue
constituir un cuerpo militar eficaz para la defensa. Pero cómo quedó la
producción. Para hablar de este tema hay que aclarar que aparte de los
problemas fronterizos y el bloqueo que sufrió el país en el año 1902, la
articulación producción y defensa sólo se comenzó a considerar cuando en la
Segunda Guerra Mundial se instalaron en el país dispositivos de defensa aeronavales
estadounidenses para proteger la incipiente industria petrolera, por lo que
podemos decir que la relación Estado y fuerza armada nacional se mantuvo en el
país para mantener el orden y la defensa de la capacidad productiva quedó a
manos de la estructura de defensa de occidente. Claro hubo momentos en la
década de los años sesenta y ochenta del siglo pasado en que la fuerza armada
nacional formó parte de esa estructura.
A partir del año 2002
comenzó a cambiar todo cuando se publicó la ley Orgánica de Seguridad de la Nación
debido a que la seguridad y la defensa se orientaron al modelo de desarrollo.
En el año 2007 se declaró que el modelo de desarrollo es socialista y eso se
ratificó con el denominado Plan de la Patria actualmente en curso con el apoyo
del fraudulento proceso constituyente comunal.
Así pues, con una fuerza
armada venezolana altamente politizada y un modelo de desarrollo orientado a la
construcción del socialismo, la seguridad y la defensa nacional quedan
circunscritas a la construcción y defensa del modelo. Por ello, los militares
venezolanos construyen el modelo al participar en la actividad productiva y la
defienden con sus medios. Sabemos que este modelo de desarrollo es producto de
la iniciativa de un proyecto transnacional cuyo foco se encuentra en el Foro de
São Paulo. Ello explica porque hay personas que han indicado que la fuerza
armada nacional actúa como una fuerza militar de ocupación para la defensa de
intereses extranjeros.
La participación de los
militares en la actividad productiva de la manera como acaece en el país no es
nueva. Fue aplicada de forma intensiva en Rusia después de la guerra civil y
sistematizada en el proceso constituyente que finalizó en el año 1924. En China
mediante la simbiosis del soldado y campesino y en la actualidad en Cuba al
tener casi la exclusividad de la actividad de servicios. Pero hay que aclarar
que el tipo de guerra que libraron los dos primeros países antes indicados
estaba en concordancia con la estructura de producción y sus fuerzas armadas en
la actualidad están profesionalizadas y orientadas hacia el exterior. En Cuba
no es así. Ese país históricamente ha sido un satélite que ha operado en
concordancia con intereses transnacionales y hacia el interior actúa como una
fuerza pretoriana. Por otra parte, si volteamos la mirada hacia Occidente nos
encontramos con la tendencia a la constitución de fuerzas armadas profesionales,
altamente tecnificadas y en un contexto político severamente limitado. Esto nos
lleva al tercer aspecto de nuestra disertación.
Las
tendencias globales en el quehacer militar: militar post-heroico, profesional
de seguridad y finalmente.
La crisis de Kosovo del año
1998 marcó para mí el inicio formal de una tesis que surgió en el mundo
anglosajón que se ha denominado la del militar post-heroico. El iniciador de
esta tesis fue Edward N. Luttwak y se le agregó después Martin van Creveld. La
causa de esta tesis estuvo relacionada con la baja proclividad de los países en
embarcarse en conflictos bélicos en un contexto postwestfaliano signado por: 1.-)
la emergencia de otros actores políticos más allá de los Estados, 2.-) la
crisis de la política como posibilitadora de la creación de espacios públicos
que permitan la libertad y la trascendencia desde el individuo y 3.-) la
transformación de las formas de hacer la guerra así como la reaparición de
formas prewestfalianas como el resurgimiento de empresarios de seguridad.
Si examinamos estos cambios
a la luz de las categorías indicadas de Perlmutter podemos afirmar la
ocurrencia de unas tendencias que permiten explicar el comportamiento de los
Estados y de sus cuerpos militares y específicamente la relación de lo militar
y lo político desde una perspectiva postwestfaliana:
·
Desde el militar
profesional: surgimiento de cuerpos militares que podemos denominar
para-estatales, empresarios de seguridad o mercenarios.
·
Desde el militar pretoriano: utilización de
la fuerza armada para sostener el orden político dentro de un contexto de
deslegitimación del espacio político.
·
Desde el militar
revolucionario: militarización de la sociedad.
Frente a estas tres
tendencias los Estados se encuentran en el medio de lo westfaliano y
postwestfaliano. Unos Estados mucho antes y otros en fechas recientes. Si
examinamos esta realidad desde la producción nos encontramos que el militar profesional está siendo
absorbido por la estructura de producción dentro de un contexto signado por
cambios tecnológicos y de la estructura económica global de gran envergadura,
el militar pretoriano mantiene unas
relaciones de producción que pueden ser entendidas como tradicionales a la luz
de los cambios antes mencionados indiferentemente de los beneficiarios. Y el
militar revolucionario tiende a capturar la estructura productiva del Estado
como una respuesta basada en la interpretación ideológica de la realidad.
¿Cómo se encuentra Venezuela?
Nuestro país, como todos los Estados se encontraba en un punto intermedio entre
lo westfaliano y postwestfaliano, pero en la actualidad se encuentra en una
situación intermedia entre lo pretoriano y revolucionario dentro de un contexto
postwestfaliano. ¿Qué significa eso? Que los militares, por una parte,
defienden unas relaciones de producción que en nuestro caso orbitan esencialmente
en torno a la producción de combustibles fósiles y en el futuro cercano otras
materias primas de importancia estratégica. Estas relaciones de producción han
sido de naturaleza histórica, pero hoy día están afectadas por el hecho que
esta relación ha sido capturada por una organización transnacional liderada,
como ya dijimos, por el Foro de São Paulo que busca destruir el orden global
aun marcadamente westfaliano. Por la otra, los militares han capturado sectores
productivos, de por sí atrasados, de la sociedad y el Estado venezolano en un
contexto de cambios acelerados de la estructura productiva a escala global
gracias a importantes desarrollos tecnológicos.
En estas circunstancias,
confinar a los militares a los cuarteles es postergar un problema, al igual que
eliminar las fuerzas armadas debido a que la militarización de la sociedad ha
generado la aparición de cuerpos para-militares dentro de un contexto estatal
signado por la no disposición de fronteras y límites seguros. El otro aspecto a
considerar es que desde el inicio de esta disertación se ha hecho énfasis en la
relación entre producción y defensa. A estas alturas, se puede observar con más
claridad que la estructura productiva nacional focalizada en el tema petrolero
nunca fue tema de seguridad nacional a pesar de que muchas individualidades
alertaron sobre el problema. Cuando en el año 2002 fue capturada la industria petrolera
la acción se hizo como un problema de seguridad no del Estado, sino de la
supervivencia del proyecto político transnacional. A partir de ese momento se
cambió la cabeza y se inició un proceso de depuración de la estructura de
defensa para crear las condiciones de producir la desviación que hoy día
estamos observando. Esto propiamente comenzó después del año 2005. ¿En qué
consiste la desviación? La desviación se observa, como ya dijimos en la
militarización de la sociedad y en la participación activa en el desarrollo
nacional. Ambas persiguen la defensa del modelo de desarrollo pasando a segundo
plano “la defensa militar del espacio geográfico” como lo dice también la
constitución.
La militarización de la
sociedad comenzó por dos vías: con la creación de un cuerpo de milicias
altamente politizadas que no se corresponde con lo que hemos estado hablando,
en sentido histórico, y la constitución de cuerpos combatientes paramilitares:
eso aparece en la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional.
La participación activa en
el desarrollo nacional explica la constitución de empresas militares que no se
corresponden con la función específica de defensa, es decir, la creación de
condiciones logísticas para hacer una defensa eficaz. La pregunta ahora es por
qué se produjeron estas desviaciones. Si observamos la estructura normativa que
se comenzó a instrumentar en el año 1999 se habla de la elaboración de un
concepto estratégico nacional y este concepto debe ser producido por el Consejo
de Defensa de la Nación y su elaboración ha sido omitida formalmente. Este es
el centro de gravedad para el ejercicio de un control político de la fuerza
armada nacional y para la determinación de las verdaderas necesidades de defensa.
Con ello quiero indicar que
esta omisión se produjo por la histórica separación de lo ‘civil’ y lo
‘militar’ y esta separación fue aprovechada por la clase dirigente después del
año 1998 para producir lo que hoy en día estamos padeciendo. Con ello se puede
afirmar que la relación militar e instrucción se consolidó formalmente en el
país, pero al margen de la estructura de producción. Esto nos lleva al último
punto de nuestra disertación
Pensar
el ser-militar en una nueva Venezuela republicana.
Para pensar en un
ser-militar en una nueva Venezuela republicana se hace necesario primero
definir qué país queremos. Lo que estamos observando hasta el presente es que
unos aspiran a volver a la situación anterior al año 1998 en unas condiciones
que podríamos decir que “mejoradas”, otros aspiran al perfeccionamiento del
modelo instaurado en el año 1998 y otros aspiramos a la constitución de una
república bien ordenada. ¿Por qué? Volver a la situación anterior a 1998
significa crear las condiciones de posibilidad de repetir los mismos errores
que nos llevaron a esta situación. El perfeccionamiento del modelo de país
instaurado en el año 1999 supone un abanico de escenarios que van de la
aplicación del modelo ruso en el fraude constituyente a la repetición del
modelo sandinista. Aquí me quiero detener un poco.
Me imagino que la
constitución que nos van a tratar imponer ya está elaborada. Estamos hablando
de un proyecto trasnacional que ha sido constante y consistente en su actuación.
Me imagino que al cuerpo de milicias le van a dar un rango constitucional para
iniciar el desmontaje definitivo de la fuerza armada nacional y asegurar que su
fin incluya la defensa del modelo socialista como característica distintiva de
un modelo totalitario. Seguir el modelo sandinista es mantener el paradigma de
lo ‘civil’ y lo ‘militar’ y el uso de expresiones como “a los militares hay que
volverlos a los cuarteles”. Eso sería un error catastrófico debido a que
seguiríamos manteniendo una estructura pretoriana.
Ahora para pensar en una
Venezuela republicana quiero introducir dos imágenes: una del pasado y otra más
reciente: en el pasado Maquiavelo trató de pensar en una nueva manera de
entender la política y la defensa en función de los cambios sociales que estaba
viviendo la Florencia de ese entonces. Él buscó, en primer lugar, la creación
de un orden político estable y duradero y, en segundo lugar, y muy
estrechamente ligado al primer aspecto evitar la contratación de cuerpos
mercenarios y extranjeros para la defensa de la república por ser
contraproducente. De ahí su obra El Arte
de la Guerra.
La otra imagen que les
quiero mostrar es la de Noruega. Los noruegos fueron y creo que son amantes de
la paz. Pero su ubicación estratégica, sus recursos, sus paisajes, etc., la
convirtieron en un campo de batalla en el año 1940 de dos potencias
extranjeras. Con esa amarga experiencia se alineó durante la Guerra Fría en la
Organización del Tratado del Atlántico Norte y se ha mantenido así hasta el
presente. No obstante, un autor, teniendo presente la realidad transicional de
un mundo westfaliano al postwestfaliano se ha preguntado qué tipo de militar
debe haber en su país. Este autor es Anders
Sookermany. Él está pensando en un militar que pueda defender los intereses de
su país y no pongan a sus nacionales en contradicciones que lo coloquen en un
plano post-heroico y postwestfaliano.
Estas dos
imágenes que les he mostrado indican que mi propuesta de la nueva república venezolana debe apuntar a dar
un salto que minimice la posibilidad de distorsiones que generen un ritornelo
focalizando la nueva estructura a la defensa de la capacidad productiva y de
las condiciones geográficas que la hace posible. Esto es difícil, pero después de
ver una sociedad venezolana que pudo sostener efectivamente tres meses de
protestas en función de una capacidad productiva disponible es posible. Ello me
plantea una pregunta: ¿si los venezolanos produciendo armamentos caseros han
podido resistir por qué no pueden tener otros tipos de armas como una milicia en
sentido histórico? Eso amerita una sosegada discusión. Como han observado, hay
que articular defensa de la capacidad productiva, producción e instrucción. Esa
es mi propuesta. Pero por lo pronto hay que pensar en una transición.
La
transición, en este sentido, debe considerar dos aspectos sobre los cuales esta
podrá ser viable: el primero es la reducción de la separación entre lo ‘civil’
y lo ‘militar’, mediante la realización y aprobación del concepto estratégico
nacional debido a que allí se tendrán que considerar hipótesis de conflicto,
amenazas y cómo atender a esas contingencias. Si consideramos el tema de
fronteras y límites no asegurados, guerrilla, narco-tráfico ya son bastantes
los problemas a encarar. El segundo es el control de las armas para evitar la
reversión de la transición.
Finalmente la
pregunta que surge en el plano militar es: ¿necesitamos ayuda internacional? Si
se tiene presente que el proyecto instaurado en el país es transnacional y está
relacionado estrechamente con el fraudulento proceso de paz colombiano claro
que sí. El problema es el tipo de ayuda. El plebiscito del 16J dan unas
respuestas, pero faltan pensar otras acciones.
Si bien es
cierto que a nivel discursivo se introdujo por parte del gobierno
estadounidense la expresión ‘opción militar’, esta abarca un conjunto de
acciones que van de la ayuda humanitaria hasta el empleo de armas nucleares. De
hecho, la misma expresión ya es una acción que obliga a la consideración de
mecanismos de respuesta que en un contexto de escasez resultan altamente costosos
y erosivos. En la situación que estamos viviendo la ayuda debería apuntar a lo
siguiente:
·
Forzar la salida de los
cubanos castristas debido a que, como representantes del Foro de São Paulo,
sostienen la estructura política existente.
·
Aclarar en Colombia la relación que tienen los
grupos subversivos pacificados y disidentes con el negocio del narcotráfico y
con el Foro de São Paulo para neutralizar las acciones desestabilizadoras del
proyecto transnacional.
·
Volver a la situación de
neutralización de facto que vivió el país desde el 30ENE1942 hasta 1998, con
observación internacional, para evitar que sea espacio de conflicto de
intereses transnacionales.
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