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La teoría de la guerra
revolucionaria de Lenin y en especial de Mao Zedong estaban planteadas en términos
absolutos, es decir, buscaban la aniquilación de la organización
político-administrativa del adversario como medio para instaurar su concepción
de la política. Este aspecto hay que tenerlo presente en la crisis venezolana
desde el año 2002 y en especial entre los años 2014-2017 para comprender por qué
la tiranía logró mantenerse de manera efectiva debido a que la izquierda
internacional ha construido un cuerpo doctrinario desde el siglo XIX que le ha
permitido construir una estructura de acción que ha sido puesta en práctica desde
que el Foro de São Paulo se apropió de Venezuela de manera efectiva desde el
año 2004 y le ha permitido negociar en una posición de fuerza frente a una
clase política histórica que actúa en base a la obtención de objetivos
limitados. Este corpus teórico puede
ser observado en www.marxists.org. Por
ello vamos examinar, en primer lugar, cómo ha operado históricamente este
corpus teórico, en segundo lugar, analizar cómo ha sido aplicado en Venezuela
y, finalmente, vamos a analizar los inconvenientes que ha presentado la
doctrina izquierdista en su aplicación a Venezuela. El objeto es demostrar el
inconveniente de negociar con una estructura de acción de esa naturaleza si no
se posee una fuerza equiparable.
Los esfuerzos que el
comunismo ha empleado para alcanzar el poder en sus diferentes variantes (local
o global) datan de la segunda mitad del siglo XIX. El Manifiesto Comunista puede ser considerado el horizonte de
comprensión para marcar un punto de inicio de ese esfuerzo sostenido teniendo
presente que ya habían o estaban aconteciendo procesos revolucionarios en Europa
con esa ideología. Teniendo esto presente, esa izquierda tuvo que aprender de
los fracasos para lograr sostenerse efectivamente en el poder en Rusia sobre
todo después de su guerra civil. Con ese logro y por intermedio de los
congresos internacionales que se iniciaron también en la segunda mitad del
siglo XIX se comenzó a producir una doctrina que se fue alimentando de errores
y aciertos con el transcurrir del tiempo. Primeramente se consideró esta
doctrina como el medio para que cada sociedad pudiese construir el socialismo
en cada país y después de la Segunda Guerra Mundial, como medio de generar un
nuevo orden fuera del capital y el Estado tal como lo había concebido Marx
siguiendo su particular visión filosófica de la historia.
Los aciertos en este corpus teórico
se observaron primeramente en China y fueron perfeccionados en Argelia y en Vietnam
y posteriormente en Cuba y Nicaragua, pero no fue exitoso en el resto de Iberoamérica
ni ha demostrado ser exitoso en la conservación del nuevo orden ni en alcanzar
el objeto que supuestamente motivó la destrucción del orden antiguo, es decir,
una sociedad sin clases dentro de un contexto de abundancia. Esto se evidenció
en el hecho que los supuestos marxistas ni sus consecuencias se produjeron en
la Unión Soviética ni en el resto de los países donde se puso en práctica, al
contrario han provocado el despliegue de desgracias a un ritmo temiblemente
acelerado. Ello explica porque, en todos los casos, han asumido un carácter totalitario.
En relación a la aplicación
de este corpus teórico en Venezuela
podemos afirmar que esto se produjo en tres fases históricas: la primera
acaeció en la década de los años sesenta cuando se pensó, de forma errónea, que
los éxitos en Argelia y Cuba podían ser repetidos en el país. La segunda,
cuando se inició el proceso de infiltración de la FF.AA.NN aprovechándose de su
carácter pretoriano, es decir, del grado de politización existente en los
cuadros militares[1].
La tercera se inició a partir del año 2005 cuando se instrumentó la “Nueva
Doctrina Militar venezolana” una vez que se había logrado el control de la
FF.AA. después del año 2002. Sobre la primera y segunda fase hay que comentar
lo siguiente: el hecho decisivo que impidió la instauración de un sistema
totalitario fue la movilidad social que hubo en el país entendido por la
posibilidad de mejora de las condiciones sociales de los venezolanos. En estas
fases los interesados en subvertir el orden no poseían el poder de negociación
suficiente para producir un cambio político. Cuando se comenzó la
desaceleración de la movilidad social fue que se comenzaron a crear las
condiciones de posibilidad de aplicar el corpus
teórico de la izquierda internacional. Ello ocurrió a partir del año 1989.
No obstante lo señalado, hay
que mencionar lo siguiente: si bien, parte de la subversión se acogió a la política de
pacificación iniciada a principios de los años setenta, la izquierda siguió planteando
el cambio político en términos absolutos mientras que el orden venezolano
instaurado con el Pacto de Punto Fijo lo planteó en términos limitados desde la
perspectiva clausewitziana. Para la izquierda había una guerra revolucionaria
que las circunstancias la obligaron a aceptar unas condiciones para ganar
tiempo e ir construyendo su nueva estructura de fuerzas.
La revuelta de Tiananmén, el
colapso soviético y yugoslavo y el aislamiento cubano obligaron a la izquierda
internacional a reagruparse y revisar su corpus teórico para adecuarse a las
nuevas circunstancias del conflicto global. De ahí el surgimiento del Foro de São
Paulo para replantear el conflicto a escala global y la adopción no sólo de medidas
surgidas de las críticas realizadas a la doctrina existente, sino también la de
nuevas formas de hacer la guerra hechas por pensadores post-estructuralistas y
chinos. ¿Qué buscó este foro? Aumentar su poder de negociación a escala global
que logró efectivamente con el cambio político iniciado en el país a partir del
año 1998.
¿Por qué, luego de
diecinueve años, no se ha podido concretar el proyecto político en Venezuela?
La respuesta a este
interrogante tiene dos vías: en primer lugar, los venezolanos han resistido ese
proyecto político desde sus orígenes tempranos y en segundo lugar, no ha generado
una sociedad de la abundancia como este proyecto preconizaba. Esto nos lleva finalmente,
a analizar los inconvenientes que ha presentado la doctrina izquierdista en su
aplicación a Venezuela. Esto lo vemos a hacer examinando primeramente la
realidad global, seguidamente la tiranía entendida como instrumento de una
organización transnacional y posteriormente la oposición venezolana.
La realidad global ha estado
sujeta a la sucesión de grandes cambios sociales que se han acelerado en las
últimas décadas del siglo pasado. Estos cambios han sido posibles por la
existencia de un ciclo determinado por la producción y el consumo que a pesar
de sus implicaciones ambientales no se ha detenido. Este aspecto es el que solo
me interesa destacar en el sentido que la izquierda ha buscado detener ese
ciclo y ello se ha traducido en retraso donde se ha aplicado. Ello explica que
la visión del mundo de la sociedad norcoreana esté suspendida en la guerra
fría, la sociedad cubana en la década de los años cincuenta y la sociedad venezolana
en la década que marcó el fin y el inicio del tercer milenio. Por ello siempre
he creído que un cambio político debería producirse para estar en sintonía con el
mundo entendido como una totalidad. No para producir un desfase cuya acentuación
produzca calamidades de todo orden debido a que pasa a ser un sinsentido como el
que estamos viviendo en el país.
El elemento a favor que han
tenido los izquierdistas venezolanos que han sido instrumentos del foro de São
Paulo es que tienen conciencia de que forman parte de un proyecto global. La parte
siniestra del proyecto internacional en Venezuela es que ya están conscientes
de que su esfuerzo fracasó por no comprender la lógica del desfase de los
cambios sociales y, como hemos indicado, están usando como instrumento a los
venezolanos. El foro de São Paulo al haberse apropiado de los recursos
venezolanos dispone de un alto poder de negociación porque le permite acceder a
medios de canje en cualquier parte del mundo. Este poder de negociación lo
mantiene aún en una posición de fuerza. En Venezuela este poder de negociación
se complementa por el hecho de disponer de los instrumentos de violencia del
Estado. El elemento en contra que ha tenido la izquierda, además de la
incomprensión antes indicada está dado por el hecho que se ha visto obligada a
someter a toda la población para preservar el poder. Este acto de fuerza ha
generado una atemporalidad en relación con el mundo que en el país se evidencia
en carestía y pérdida de la posibilidad de procurarse su modo de trascendencia.
Ello explica la rebelión.
Con respecto a la ‘oposición’
venezolana me han preguntado qué entiendo por ella y he dicho que tendencialmente
es una multitud, es decir, un conjunto de singularidades y grupos minoritarios
que han operado más o menos en común. Ello empezó a verse de forma más clara en
la rebelión ciudadana que se inició en marzo del presente año. Esta oposición
está o estaba conformada por grupos de diferentes tendencias (partidos,
asociaciones, individuos) cuyo plano de inmanencia está dado por su rechazo a
la tiranía. Pero repasemos un poco los acaecimientos para determinar su
consistencia. Entre enero y marzo del presente año la preocupación de los
partidos políticos congregados en la Mesa de la Unidad (MUD) era las elecciones
regionales dentro de un contexto de deslegitimación generado por las
negociaciones que realizaron a espaldas de la población y permitieron que la
tiranía se sostuviera. El inicio de la protesta realizado por los estudiantes
se produjo por la conjunción de una serie de factores que para simplificar
estuvieron determinados por un conjunto de sentencias realizadas por el
Tribunal Supremo de Justicia. Luego que se iniciaron estas protestas se
integraron los partidos agrupados en la MUD y otros sectores de la sociedad
venezolana.
El poder de negociación de
esta multitud estaba dado en su capacidad de destruir el orden político en la
medida en que no fuese canalizada ni domesticada. Este fue su punto a favor. Para
poder destruir se necesitada una estructura, no una conducción personificada,
por ello propuse una estrategia del enjambre debido a que se observaba como un
medio, un principio democrático, para generar una unidad de criterio a partir del
plano de inmanencia antes indicado y evitar la domesticación mediante la
rutinización[2].
Eso fue lo que hizo la MUD. Un proceso de domesticación de la protesta para
erigirse como representante. Este fue su punto en contra. ¿Por qué? Porque la
MUD no tiene poder de negociación. Esta organización se montó en una situación
para lograr lo que aspiraban, es decir, las elecciones regionales. La tiranía
ha negociado con la MUD porque la ha visto como un instrumento para amainar la
protesta no porque desease negociar. Aquí entra de nuevo el corpus teórico.
La izquierda transnacional solo
negocia en situaciones simétricas, es decir, cuando la mutua destrucción es
posible o cuando se encuentran en desventaja y solo para aumentar su poder de
negociación pero manteniendo su norte de alcanzar objetivos absolutos. La MUD
perdió su poder de negociación en octubre de 2016 y se prestó para alcanzar
fines partidistas usando a la población venezolana que dio su vida en las
calles en estos meses del año 2017. Claro, hay sus excepciones dentro de ese
grupo partidista. Para mi estas excepciones estaban dadas por los que
protestaban con escoltas y los que no.
Con ello, puedo afirmar que la
rutinización de la rebelión y la negociación en la que participaron dirigentes
de la MUD solo sirvieron para apagar la rebelión. La MUD o mejor dicho, parte
de ella, negoció sin la autorización de los protestantes y sin tener poder para
ello y, en este sentido, es conveniente enfatizar que no se puede negociar en
condiciones de desventaja. La multitud no opera bajo una estrategia erosiva
sino de choque y la dirección no la da la jefatura sino una estructura
pluridireccional y multidimensional. Por ello se puede afirmar que la multitud es
una hidra de múltiples cabezas que operando en común es altamente destructiva. Solo
de aquí puede surgir, como se dijo, un principio democrático que vaya más allá
de la tiranía y la MUD.
Para finalizar podemos
afirmar que los partidos de la MUD que se prestaron a esa maniobra están
entrampados. Luego de la movilización internacional en apoyo a los venezolanos
y de certificar que los poderes de la tiranía están desacreditados quieren
ayudar a legitimar a la tiranía pasando por encima del esfuerzo de todos los venezolanos.
Creo que este va a ser su fin debido a que, al no poseer poder de negociación, necesitan
de migajas para garantizar su supervivencia. Esto plantea dos interrogantes: ¿Qué
títulos se abrogaron los “negociadores” de la oposición para negociar? y ¿Cuál
fue el contexto de la negociación?
Sobre el primer interrogante
el título que se abrogaron los “negociadores” de la oposición fue el carisma y
la evidencia fue la domesticación de la rebelión. Pero si se analizan las
situaciones y los discursos sobre todo en estos tres últimos meses lo que se
observa es ambigüedad con la sola excepción de María Corina Machado que, a mi
parecer, necesita urgentemente adquirir una visión estratégica de amplio
alcance. La arenga de Leopoldo López apuntó a las elecciones regionales. De los
demás, ni hablar: ‘Negociaron’ a los venezolanos. Con respecto al segundo
interrogante, el contexto de la negociación fue una rebelión con muertos,
heridos y detenidos. Después del 01MAY una parte de la multitud buscó escalar y
otra parte se quedó expectante para ver hasta cuánto se podía sostener la
revuelta. Ahí fue donde se observó la
fractura de la cohesión de los dirigentes de la MUD que acompañaron la
protesta. Mientras los jóvenes dirigentes partidistas se mantuvieron empeñados
fueron usados para la ‘negociación’. Luego aparecieron los discursos ‘pacifistas’
como preludio a la estrategia de domesticación. Negociar bajo el argumento de
ser pacifista en medio de una rebelión es incongruente a menos que el juego
fuese domesticar o no se tuviese la suficiente confianza en sí mismo para
seguir adelante con la rebelión. Aquí fue donde operó el corpus teórico que sustenta la tiranía: manipularon a los “negociadores”
que mental y físicamente estaban amarrados. Por ello se puede afirmar que no
existe negociación cuando no existe un equilibrio de fuerzas. Cuando no hay eso
que se denominó en el pasado destrucción mutua asegurada, el contexto de la
negociación es un espejismo cuando la otra parte, la tiranía, está buscando
alcanzar objetivos absolutos.
Por su parte, la tiranía
está operando con un corpus teórico suministrado por la izquierda
transnacional. Su temor no fue la MUD sino la multitud y utilizó a la MUD para
contener a la multitud. Pero este cuerpo no ha sido capaz de dar cuenta de los
cambios sociales que ha vivido la humanidad y aquí es donde se encuentra su
vulnerabilidad, es decir, la a-sincronía entre teoría y realidad. Por ello, su
doctrina se ha convertido en un dogma que no ha sido considerado por la
oposición como un todo por la arrogancia que han tenido en subestimar a sus
oponentes y a la multitud. Esta es el foco al cual debe apuntar la multitud
para ejecutar su próximo turno.
Venezuela no se rinde…
[1] Ver al respecto: “El Nuevo
Ser-Militar venezolano en la Nueva Venezuela Republicana”. Caracas. [Documento
en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/06/el-nuevo-ser-militar-venezolano-en-la.html
[2] Ver al respecto: Acerca del
‘Plan Zamora’: De la unicidad de la tiranía a la multiplicidad del enjambre. Caracas.
[Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/06/acerca-del-plan-zamora-de-la-unicidad.html
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