viernes, 19 de agosto de 2011

EL CONCEPTO DE REVOLUCIÓN DE HANNAH ARENDT Y EL PROCESO QUE DIO INICIO A LA INDEPENDENCIA VENEZOLANA



 

Hannah Arendt escribió una obra titulada “Sobre la Revolución donde sugiere un modelo de explicación histórica centrado a partir de los procesos de cambios, especialmente de los cambios revolucionarios y parte para demostrar su propuesta en dos hechos históricos sucedidos a finales del siglo XVIII y se han constituido en modelos de los procesos de cambio ocurridos en el siglo XIX y XX: El primero de ellos fue la revolución estadounidense y el segundo la revolución francesa.

Estos procesos desencadenaron otros de semejante naturaleza y en la América hispánica fue en Caracas donde tuvieron su inicio. Pero a pesar de haber sido en Caracas donde se iniciaron los procesos de cambios fue  Francisco de Miranda quien los condicionó y fue una de las causas primeras de los mismos. Estas circunstancias permiten intentar explicar el proceso independentista venezolano a partir del concepto de revolución de Arendt utilizando para ello las vivencias de Miranda referido por Parra-Pérez, protagonista y testigo de todos esos eventos y también de los documentos oficiales realizados en esos momentos de la historia venezolana.

La confluencia en Caracas de las ideas que le dieron vida a la revolución estadounidense y la revolución francesa y la manera en que la entendieron y la llevaron a cabo sus principales protagonistas hacen necesario que se intente entender la idea de la revolución debido a que de acuerdo a Arendt la idea que evoca la palabra revolución no es univoca.

Esta aclaratoria es necesaria ya que el proceso venezolano se produjo en un contexto donde los factores exógenos jugaron un importante papel en el desarrollo de dichos eventos. El modelo arendtiano se caracteriza por su intencionalidad, por destacar aquellas experiencias relevantes que permiten construir la historicidad, por considerar una multiplicidad de perspectivas dentro del contexto del relato para desocultar el hecho en si y comprender, mediante un nuevo enfoque, el hecho histórico. Arendt afirmó que “el fin de la revolución es y ha siempre sido la libertad” y la libertad la entiende como “la capacidad para trascender lo que es dado y para empezar algo nuevo”.

La idea de la revolución esta asociada, según Arendt, con el cambio y presupone, en principio, una concepción lineal del tiempo, pero la idea del cambio está relacionada con la idea del origen en el sentido que el cambio puede estar referido a un retorno a un origen o una situación inicial o al establecimiento de un nuevo origen o situación inicial. La revolución americana buscó retornar a un origen, dada una situación opresiva y la revolución francesa establecer uno nuevo. Pero como en la búsqueda de los orígenes ya había unas condiciones preestablecidas, en América del norte un bienestar más o menos general y en Francia una miseria abismal, el retorno al origen para los norteamericanos fue asegurar las condiciones de bienestar que habían alcanzado y la de los franceses alcanzar la libertad y luego el bienestar siguiendo al efecto una nueva línea de universo establecida democráticamente por los propios franceses.

Partiendo de esta premisa se podría pensar que en Venezuela hubo tantos orígenes como intentos de revertir la situación a la que tuvieron que enfrentar, es decir,

·         Miranda declaró en el año 1806 lo siguiente: “… llegó el día,…, en que recobrando nuestra América su soberana independencia”. Refiriéndose a los españoles dijo: “…consiguieron… mantener su abominable sistema de administración por tres siglos consecutivos…”. Más adelante agrega: “…la recuperación de nuestros derechos como ciudadanos y de nuestra gloria nacional como americanos colombianos…”.
·         Para los protagonistas del 19ABR1810, el retorno al origen tuvo varias vertientes: 1.) la independencia que remitía a un origen, y 2.) la preservación de los derechos de Fernando VII para asegurar la paz en la Capitanía de acuerdo a los criterios que se establecieran los individuos que asumieron el rol de conductor en estos acontecimientos[1]. Esta última fue la que prevaleció. La necesidad de regresar a una situación original se topó, en ese entonces, con la oposición de Coro, Maracaibo y Guyana.
·         Para los protagonistas del Congreso Constituyente, de la evidencia que se extrae del juramento que realizaron al inicio de sus sesiones el 02MAR1811, la acción política estaba en concordancia con la necesidad de preservar los derechos de la población y los de Fernando VII[2].
·         Para los que aprobaron el Acta de Independencia la acción política estuvo dirigida a retornar a un origen, a recuperar algo que la conquista les había arrebatado. Desde el punto de vista arendtiano, este acto tenía componentes restauradores[3] muy a pesar que estos argumentos se remontaban al periodo de conquista. También es de destacar que en dicho acto se apeló a la situación de exclusión en que se encontraban los pobladores de esta región[4] con respecto a los peninsulares, con lo cual es posible afirmar que en este reclamo había: 1.-) el deseo de lograr algo nuevo, 2.-) había un supuesto estado de indignación por el hecho que las autoridades españolas hubiesen aceptado el nuevo estado de cosas impuesto por la Francia napoleónica[5] a pesar de que las colonias habían defendido los derechos de la corona hasta los primeros años del siglo XIX, y por último 3.-) responder a las retaliaciones que estaban sufriendo los venezolanos como consecuencia de su iniciativa por parte de las nuevas autoridades españolas[6]. Valencia desconocería la declaración de independencia.

En el caso venezolano, se puede afirmar que el cambio, en principio revolucionario, se produjo para regresar a una situación, que en cada momento del proceso, les pudo haber parecido la más ventajosa. La libertad estuvo presente en cada una de las instancias en que se fue avanzando en el proceso independentista pero la motivación que al final de cuentas prevaleció fue diferente a la que inició el proceso. Esta realidad hace necesario tratar de entender cómo evolucionó el fin que se establecieron los venezolanos de ese entonces. La motivación de los estadounidenses y de los franceses fue la libertad, pero mientras unos buscaron los medios para canalizarla una vez alcanzada, los franceses cambiaron su objetivo una vez alcanzado y buscaron la igualdad[7]. La consecuencia para los primeros fue la independencia y para los segundos el regreso a las condiciones previas al inicio del proceso de cambios.

Ahora bien ¿la libertad fue producto de la necesidad, o fue la necesidad la que hizo que la libertad se alcanzara o se perdiera? Para Arendt, las injusticias inglesas generaron un estado que produjo una necesidad de cambios y estos cambios tuvieron como fin la libertad. En el caso francés la pobreza y la exclusión generaron un estado de necesidad que hizo que el objetivo original del proceso de cambio fuese cambiado en aras del bienestar del pueblo. La experiencia de Miranda en la Francia revolucionaria parece constatar esta idea, puesto que al salir de prisión[8] propuso un proyecto político que buscaba asegurar la libertad atribuyendo todo el mal de la republica francesa a la sumisión del poder ejecutivo y el judicial a la Convención[9], es decir, el mal fue debido al cambio de dirección del proceso revolucionario y posteriormente a la parálisis política que provocó las luchas internas dentro del seno de la asamblea.

Para los venezolanos hubo una necesidad de liberarse y la resultante de sus acciones fue la independencia de la España napoleónica. Esta circunstancia es de importancia capital puesto que a pesar de existir un movimiento independentista contra la España borbónica, fue la usurpación del trono español lo que produjo el cambio y este hecho en si, si se considera la posterior restauración realista en Venezuela, explica por qué, en los primeros años de la independencia, fracasó el intento de crear algo nuevo. El proceso de liberarse de la influencia francesa produjo la libertad absoluta y la libertad absoluta no estuvo en el espíritu del Acta del 19ABR, ni del juramento realizado por los constituyentistas antes del comienzo de sus sesiones de trabajo. Por consiguiente, se puede afirmar que en Venezuela entre 1810 y 1811 hubo varias ideas de libertad: una entendida de manera absoluta (los que querían la independencia), otra que se podría denominar como intermedia (los que se acogían a las libertades otorgadas por la Junta de Sevilla) y los que se consideraban libres siendo súbditos de España. Por otra parte, en lo que respecta a la liberación hubo unos que pensaron que había que liberarse de franceses y españoles y otros que sólo aspiraban a evitar la influencia francesa.  

En otro orden de ideas, Arendt afirmó que “sólo se puede hablar de revolución cuando está presente este pathos de la novedad y cuando ésta aparece asociada a la idea de la libertad” y en ese sentido, aquí en Venezuela hubo algo nuevo asociado a la idea de libertad: se fundó una república por lo que es posible hablar de revolución, pero, ¿es posible hablar del establecimiento de un nuevo origen? Ciertamente hubo un nuevo origen y este fue establecido desde adentro en la Capitanía General, pero su generación y más específicamente sus causas fueron la necesidad de restaurar algo perdido que no necesariamente implicaba el establecimiento de un nuevo origen, debido a que el proceso iniciado en el año 1810 buscó más que la libertad, que en parte significó para los venezolanos de ese entonces la posibilidad de decidir su propio destino, la liberación de un gobierno que estaba imposibilitado para “oprimir” por diversas circunstancias.   

El pathos al que se hizo mención está referido al momento a partir del cual las acciones generadas por los protagonistas del proceso, aún en contra de su voluntad, eran irreversibles. En el caso venezolano, la irreversibilidad  vino desde afuera y desde adentro. Desde afuera por la incapacidad española de ejercer la autoridad y desde adentro por la necesidad de evitar la influencia francesa. Pero a pesar de esta situación los cambios acaecidos en el país buscaron preservar aquello que se percibió estaba amenazado, es decir, la religión[10]. Bajo esta perspectiva, el proceso venezolano tuvo como propósito, en principio asegurar una situación original en cuanto al papel de la iglesia se refiere.

Los independentistas criollos, en general, fueron independentistas en tanto y en cuanto ese acto no fuese una emulación del proceso francés no por la orientación que este tuvo sino por el hecho que la Francia revolucionaria había afectado valores fundamentales de la hispanidad como la religión y la autoridad. El papel que jugó Miranda en Europa y en EE.UU es fundamental para comprender el proceso venezolano puesto que dedicó parte de su vida a la causa independentista, incluso mucho antes de que en estos parajes se pensara en independencia. Miranda recurrió a Francia, el Reino Unido y EE.UU para conseguir apoyo para su proyecto, pero la cambiante situación política europea lo conminó al final a obrar solo. Si se tiene presente las intenciones de los europeos con respecto a la América meridional y la actitud que Miranda asumió hasta el desembarco en la Vela de Coro se puede afirmar que el Precursor no fue instrumento de los europeos para el logro de sus fines, aunque sirvió en parte a sus propósitos. En parte debido a que renunció en 1806 a luchar por la libertad cuando percibió que los que iban a ser liberados en cierta forma se sentían “libres” en la condición en que se encontraban, y debido al hecho que las principales potencias europeas, luego de la experiencia estadounidense, consideraron útil a sus políticas y beneficioso para todos un cambio de circunstancias en el resto del continente. 

El fin de la revolución es la libertad, pero si en cierta forma el desconocimiento francés nos hacía libres y el estatus de igualdad dado por la Junta de Sevilla nos hacía iguales, entonces aquí lo que se hizo fue intentar resolver un problema tratando de alcanzar el mayor consenso posible. En Venezuela, el problema que se plantearon los fundadores de la república no fue social, estaba relacionado con la forma de gobierno, no con la ordenación de la sociedad. El problema fue político. Entre el periodo que medio entre el 19ABR y la promulgación de la primera constitución republicana se hicieron importantes reformas: unificación de las provincias y reforzamiento de su autonomía, libre comercio, supresión de los derechos de exportación, fomento de la agricultura y la industria, abolición del tributo indígena, prohibición de la introducción de esclavos en el país y convocación a elecciones para legitimar las nuevas relaciones de poder. Pero, para las elecciones fueron convocados sólo los hombres libres, mayores de veinticinco años y propietarios de bienes raíces, restringiendo con ello la participación política, por lo que se puede afirmar que para los independentistas venezolanos no hubo diferencias en conceptos tales como propiedad y democracia.

Arendt expresó que toda revolución contiene dos elementos al parecer contradictorios: la novedad de la fundación y la estabilidad de lo fundado. Como ya se ha podido observar el 19ABR se inició un proceso político para actuar en contra de la usurpación francesa. La respuesta de las nuevas autoridades hizo que dicho proceso tomara el curso de la independencia y el establecimiento de un nuevo origen. Como ya se afirmó no todas las provincias acataron el llamado de Caracas por lo que hubo necesidad de acelerar la fundación y asegurar que lo nuevo permaneciera mediante la promulgación de una constitución republicana. La liberación, en este contexto, significó la libertad para unos pocos, pero como esos pocos también estaban divididos el problema fue de distribución del poder no sólo en lo correspondiente a la forma de gobierno sino a la distribución entre los “pocos” liberados.

La primera Constitución fue muy similar a la de los EE.UU, sobre todo en lo que respecta a las ideas de los tres poderes de Montesquieu, la bicameralidad y la autonomía de las provincias. A pesar de estas similitudes, la constitución venezolana de 1811 tenía unas particularidades derivadas de las circunstancias que les habían tocado vivir a los venezolanos. Estas particularidades estaban relacionadas con lo siguiente:

·         Hubo un énfasis en defender la religión, declarada “única del país”.
·         Asumía como derechos fundamentales del individuo la libertad, la igualdad, la propiedad y la seguridad (Art. 152)[11].
·         Declaraba la igualdad de los pardos, de los indios (Art. 200) y prohibían terminantemente el comercio de esclavos (Art. 202).
·         El Poder de la nueva república descansaba en el Poder legislativo.
·         Tenía expresiones propias del proceso francés como “voluntad general”, “soberanía del pueblo”, “pacto social”, etc., que no estaban precisados.

Esta constitución fue aprobada con reservas, especialmente: 1.-) las relativas al poder de la iglesia, 2.-) al desequilibrio de los poderes públicos, 3.-) la falta de sencillez del texto, 4.-) al desajuste del texto con los usos y costumbres de la población y 5.-) el fomento de la división del “Cuerpo Social”. Estas observaciones fueron realizadas precisamente por Francisco de Miranda[12]. Para Miranda uno de los problemas que había que afrontar en el proceso de cambio era el de la autoridad dada su experiencia en el proceso revolucionario francés. Esta observación es pertinente debido a que el poder legislativo destacó por el resto de los poderes y se aprecia que esta particularidad se debió a la precariedad del consenso alcanzado por los independentistas en todo el proceso.

El énfasis en la religión católica observada en todo el proceso evidencia que las bases del sistema colonial erigidas sobre la catequización, el comercio y la industria habían sido tan fuertes que los fundadores de la república consideraron la necesidad de preservarlas. Esta visión católica era compatible con la visión pesimista del hombre debido a la idea del pecado original lo cual significaba que esta concepción iba a tener importantes consecuencias políticas como se desprende de todas aquellas concepciones que han seguido la filosofía política de Hobbes, Locke, Rousseau, Kant y otros. En cuanto a los derechos fundamentales se refiere, en la constitución de 1811 se buscó una inclusión más amplia de la población, aunque esta no implicaba necesariamente una mayor participación política.

Las expresiones que fueron incluidas en lo que se podría denominar como parte de un léxico revolucionario francés parecieron tener un carácter declarativo, debido a la necesidad de contener las diferencias existentes en los actores involucrados en el proceso, puesto que ese aire francés contradecía el fuerte apoyo dado a la iglesia hecho expresó en ese documento constitutivo.  

Al final del documento constitucional se incluyó lo siguiente: “El término de la revolución se acerca: apresuraos a llegar a él por medio de la Constitución que os ofrecemos, si queréis sumir en la nada los proyectos de vuestros enemigos, y apartar para siempre de nosotros, los males que ellos nos han causado”. Con esta exhortación se buscaba, en primer lugar, incluir a la mayor cantidad de venezolanos posibles (a pesar de las diferencias existentes), con la finalidad de hacer el proyecto político duradero y en segundo lugar, se buscó fijar el proceso con el fin de evitar perturbaciones o al menos determinar sus focos en caso de desavenencias o desacuerdos. Estas dos intencionalidades permiten mostrar la contradicción referida previamente.

Arendt expresó que “ninguna revolución, ninguna fundación de un cuerpo político nuevo, era posible donde masas estuviesen agobiadas por la miseria”. Partiendo de esta premisa se puede afirmar que Venezuela como una entidad fundada en el nuevo mundo tuvo los atributos del nuevo mundo de acuerdo a la citada filosofa y por lo tanto en este país era posible una fundación en el sentido estadounidense del término. No obstante, el proceso de cambios fue producto de la necesidad de evitar la influencia francesa. En este aspecto hubo consenso, más no en el cómo para lograrlo. Imponer el cómo y su efecto costaría un alto precio debido a las diversas ideas de revolución contenidas en el proceso.

El intento constitucional de contener distintas visiones en un proyecto político permite afirmar que se intentó implantar un régimen plural, pero como esta pluralidad no se constituyó en un poder único, sino más bien en varios poderes, la imposición y/o supresión de la diferencia plantearía el conflicto. Conflicto con los que desde el principio se negaron a seguir el proyecto y el conflicto con aquellos que aún habiendo aceptado dicho proyecto político no se consideraron incluidos en condiciones de igualdad por diversas causas, muy a pesar de que los criollos, en parte, se consideraban excluidos con respecto a los peninsulares. Aquí es pertinente la afirmación realizada por Castro quien expresó que los venezolanos quisieron “…ser republicanos y liberales, abrazando una religión, la católica, todo ello a un mismo tiempo,… sin querer discernir sobre las dificultades de coherencia que esto supone”.

A pesar de las reformas que hicieron los fundadores de la república, las instituciones creadas parecen que no fueron hechas para limitar el poder del gobierno sino para llenar el vacío dejado por España bajo un ropaje ilustrado. Bajo estas premisas se puede afirmar que en Venezuela hubo, en general, un proceso revolucionario, en las dos perspectivas referidas por Arendt, es decir, 1.-) hubo un proceso revolucionario de propósito copernicano para restaurar lo hispánico frente a lo francés, que significó un nuevo origen: la independencia, con lo cual nos encontramos en presencia de una situación similar a la vivida por los estadounidenses y 2.-) hubo un cambio súbito y repentino de circunstancias que hicieron a España incapaz de ejercer la soberanía en Venezuela que nos impulsaron a sangre y fuego a seguir un camino diferente. En esos procesos simultáneos y sucesivos también se presentaron otros procesos de carácter revolucionario: la de aquellos que pretendieron regresar al espíritu de la Junta de Sevilla y los que pretendieron regresar al absolutismo español. Ante esta situación, los venezolanos se encontraron ante una situación análoga a la vivida por los franceses y estos hechos permiten afirmar que se produjo un proceso revolucionario de carácter copernicano que haría que se perdiera el propósito y se regresara posteriormente, al menos por pocos años, a la situación colonial.

         Teniendo presente lo expresado del proceso venezolano, es posible afirmar ahora que en una revisión a posteriori del modelo arendtiano sobre el origen y sus implicaciones en el concepto de revolución, se puede inferir también que el proceso francés contuvo diversas concepciones de un nuevo origen que además de presentarse de forma sucesiva, también estuvieron presente de manera simultanea en todo el transcurso del proceso hasta que se produjo la restauración napoleónica. Los nuevos orígenes estuvieron relacionados con: 1.-) en acabar con la política del terror desatada por Robespierre y restaurar a la libertad como el objetivo del proceso tal como se evidenció en la propuesta primero de Danton y posteriormente de Miranda y 2.-) en restaurar el orden perdido para poder preparar al país para la defensa frente a las otras potencias europeas[13]. En ambos momentos estuvo también presente la idea de la restauración borbónica por lo que se puede concluir que la idea que prevaleció del origen contuvo su contradicción ya que fue planteada de diversas formas y la imposibilidad de superar esas contradicciones generó la circularidad que hizo que se regresara a la situación previa.

Ahora bien, la pregunta subsiguiente es: ¿En el proceso independentista norteamericano estuvieron presente también lo sucesivo y lo simultáneo encontrados en el proceso revolucionario francés y venezolano? De acuerdo a Arendt, el criterio de validez que dio inicio al proceso estadounidense fue el consenso, y este se sustentó en la posibilidad de sustentar opiniones “en nombre de lo que se consideraba valido”. Consecuentemente, lo valido que en las Trece Provincias produjo el consenso fue la certeza de un perjuicio y este perjuicio tuvo una causa. Las opiniones que se produjeron estaban relacionadas con el cómo salir de la situación desventajosa, no con la causa que había originado el perjuicio que era contrastable empíricamente y ello permite afirmar que el proceso que produjo la independencia en América del Norte fue eminentemente racional.

Siendo la ratio, la base por medio del cual se sustentó el consenso que produjo el proceso estadounidense, faltaría determinar las razones que sustentaron la decisión inglesa que produjo la ruptura, sobre todo debido a que la experiencia obtenida por los ingleses en las guerras libradas contra España y Francia entre 1739 y 1807, les había enseñado la poca factibilidad de conquistar nuevos territorios, caracterizados por su inmensidad, sin la ayuda de su población y la dificultad de defenderlo si hay hostilidad de la misma población dentro de un contexto de guerra internacional.   

         Entendidas así las cosas, en EE.UU hubo una revolución que se sustentó en un criterio de verdad, debido a que las circunstancias que la produjeron, fueron en principio contrastables empíricamente. La circunstancia que produjo la revolución francesa se fundó en un criterio de verdad no contrastable empíricamente puesto que el fin original fue cambiado durante el proceso, dando origen a otros procesos que sólo en el presente ha estudiado Antonio Negri. Para finalizar, en el caso venezolano operaron varios criterios de verdad en un contexto signado por la complejidad que impidió sentar las bases por medio de las cuales se pudiese construir un consenso. Esta realidad hizo que dentro del proceso revolucionario venezolano se produjeran simultáneamente otros procesos con los resultados conocidos.

Consecuentemente, la duda que se presenta es la de saber a partir de que momento es posible usar la expresión “consenso” en un proceso signado por la racionalidad.

5.-     BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.

ARENDT, H. (1967). Sobre la Revolución. Ediciones Revista de Occidente. Madrid. 343 p.

ARENDT, H. (1993) La Condición Humana. Barcelona. Editorial Paídos. (T. R. Gil). 366 p.

BLANCO, E. (2005) Consideraciones de Orden Estratégico que Enmarcaron el Intento de Francisco de Miranda de Independizar la América del Sur. Comp.: H. Jiménez. En el Desembarco de la Vela de Coro. Caracas. CGA. 2005. 203 p.

BLANCO, E. (2004). Reflexiones sobre Estrategia marítima en la Era de la Libertad de los Mares. Caracas. Editorial Panapo. 305 p.

CABILDO DE CARACAS. Acta del 19 de Abril de 1810.  www.analitica.com/bitblioteca/venezuela/19abril1810.asp

CASTRO, L. (1999). Sed Buenos Ciudadanos. Caracas. Alfadil ediciones y IUSI. 245 p.

CONGRESO CONSTITUYENTE DE Venezuela. Acta de la Independencia de Venezuela, 5 de julio de 1811. www.analitica.com/bitblioteca/venezuela/acta.asp

CONGRESO CONSTITUYENTE DE VENEZUELA. Constitución de Venezuela del año 1811. www.analitica.com/bitblioteca/venezuela.asp

PARRA-PÉREZ, C (1966). Miranda y la Revolución Francesa. Tomos I y II. Caracas. Ediciones del Banco del Caribe.

PARRA-PÉREZ, C. (1959). La Constitución federal de Venezuela de 1811. Estudio preliminar. Academia Nacional de Historia, Caracas.

RODRIGUEZ, J. (1986). Vida Militar del General Miranda. Ediciones del Autor. San Sebastián. 317 p.


[1] El Acta del 19ABR1810 expresaba lo siguiente: “En Caracas…, se juntaron… con motivo… de atender a la salud pública de este pueblo que se halla en total orfandad, no sólo por el cautiverio del señor Don Fernando VII, sino también por haberse disuelto la junta que suplía su ausencia en todo lo tocante a la seguridad y defensa de sus dominios invadidos por el Emperador de los franceses,…,…. Y aunque, según las últimas o penúltimas noticias derivadas de Cádiz, parece haberse sustituido otra forma de gobierno con el título de Regencia, sea lo que fuese de la certeza o incertidumbre de este hecho, y de la nulidad de su formación, no puede ejercer ningún mando ni jurisdicción sobre estos países, porque ni ha sido constituido por el voto de estos fieles habitantes, cuando han sido ya declarados, no colonos, sino partes integrantes de la Corona de España, y como tales han sido llamados al ejercicio de la soberanía interina, y a la reforma de la constitución nacional; y aunque pudiese prescindirse de esto, nunca podría hacerse de la impotencia en que ese mismo gobierno se halla de atender a la seguridad y prosperidad de estos territorios, y de administrarles cumplida justicia en los asuntos y causas propios de la suprema autoridad, en tales términos que por las circunstancias de la guerra, … y usurpación de las armas francesas, no pueden valerse a sí mismos los miembros que compongan el indicado nuevo gobierno, en cuyo caso el derecho natural y todos los demás dictan la necesidad de procurar los medios de su conservación y defensa; y de erigir en el seno mismo de estos países un sistema de gobierno que supla las enunciadas faltas, ejerciendo los derechos de la soberanía, que por el mismo hecho ha recaído en el pueblo…”.
[2] El juramento fue, al parecer, el siguiente: "¿Juráis a Dios por los Santos Evangelios que vais a tocar, y prometéis a la Patria conservar y defender sus derechos y los del Señor Don Fernando VII, sin la menor relación o influjo con la Francia; …; y sin otra representación que la que reside en el Congreso General de Venezuela; oponeros a toda dominación que pretendiera ejercer soberanía en estos países, o impedir su absoluta y legítima independencia cuando la Confederación de sus Provincias la juzgue conveniente...?".
[3] El documento expresaba lo siguiente: “…reunidos en Congreso, y considerando la plena y absoluta posesión de nuestros derechos, que recobramos justa y legítimamente desde el 19ABR1810, en consecuencia de la jornada de Bayona y la ocupación del trono español por la conquista y sucesión de otra nueva dinastía constituida sin nuestro consentimiento, queremos, antes de usar de los derechos de que nos tuvo privados la fuerza, por más de tres siglos, y nos ha restituido el orden político de los acontecimientos humanos, patentizar al universo las razones que han emanado de estos mismos acontecimientos y autorizan el libre uso que vamos a hacer de nuestra soberanía”.
[4] “No queremos, …empezar alegando los derechos que tiene todo país conquistado, para recuperar su estado de propiedad e independencia; olvidamos generosamente la larga serie de males, agravios y privaciones que el derecho funesto de conquista ha causado indistintamente a todos los descendientes de los descubridores, conquistadores y pobladores de estos países, hechos de peor condición, por la misma razón que debía favorecerlos; y corriendo un velo sobre los trescientos años de dominación española en América…”
[5] …América volvió a existir de nuevo, desde que pudo y debió tomar a su cargo su suerte y conservación; como España pudo reconocer, o no, los derechos de un rey que había apreciado más su existencia que la dignidad de la nación que gobernaba. Cuantos Borbones concurrieron a las inválidas estipulaciones de Bayona,…, contra la voluntad de los pueblos, faltaron, despreciaron y hollaron el deber sagrado que contrajeron con los españoles de ambos mundos, cuando, con su sangre y sus tesoros,…; por esta conducta quedaron inhábiles e incapaces de gobernar a un pueblo libre, a quien entregaron como un rebaño de esclavos”.
[6]“A pesar de nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y de la inviolabilidad de nuestros principios,…, se nos declara en estado de rebelión, se nos bloquea, se nos hostiliza, se nos envían agentes a amotinarnos unos contra otros, y se procura desacreditarnos entre las naciones de Europa implorando sus auxilios para oprimirnos”.
[7]“La idea de libertad e igualdad  no era concebida, según Arendt, como una cualidad inherente a la naturaleza humana… eran convencionales y artificiales, producto del esfuerzo humano  y cualidades de un mundo hecho por el hombre”. Consecuentemente, la polis fue concebida como una isonomía, es decir una forma de gobierno que garantizaba la igualdad de los hombres que por su naturaleza eran desiguales mediante una institución artificial que garantizaba la igualdad en lo político, y no como posteriormente argumentó Rousseau de que los hombres habían nacidos iguales.
[8] La caída de Robespierre encontró a Miranda preso, pero a pesar de que se creyó que se produciría una liberación de todos los presos políticos esta no ocurrió y Miranda tuvo que dirigir a la Convención Nacional una memoria explicando su caso donde expresa que, según Parra-Pérez: “Existe un crimen, o en la impunidad de un gran culpable o en la persecución de un inocente. De todas las maneras de matar la libertad, no hay más asesina para una república, que la impunidad del crimen o la proscripción de la virtud. Deja de existir la sociedad allá donde un miembro del cuerpo social insulta, con la impunidad, a la justicia”… “o soy culpable, en cuyo caso hay un crimen para con el cuerpo social al dejarme impune, o soy inocente y hay un crimen para con la sociedad al tenerme preso sin juzgarme”.
[9] En ese proyecto invita  a los franceses a “repudiar el régimen de las persecuciones y de las injurias y a inquirir lo que interesa al bien público. Cese al fin, el reinado de la violencia para que los ciudadanos vuelvan a ser hermanos, que la arbitrariedad y la anarquía cedan el paso a un régimen de orden y de libertad, para que la revolución estabilice sus provechos y desarrolle su programa” (II. 159 p). De igual forma, Miranda se preguntó según Parra-Pérez que:¿Qué necesidad es la más urgente? La paz, la paz con Europa, y la paz es imposible si no se llega a organizar un buen gobierno”. Luego afirmó que “la Convención… como quería cambiarlo y revolucionarlo todo, no ha respetado nada… destrozaba lo que no le placía, fulminaba todo cuanto se levantaba contra ella… Cuando la luz de thermidor se hizo sobre el caos, viose con espanto la extensión de los males y la insuficiencia de los remedios. Desquiciadas las relaciones de la sociedad y sus vínculos interrumpidos;…”. Esto según Parra-Pérez era el resultado de la confusión de poderes. “cuando el cuerpo legislativo nombra los miembros del ejecutivo, no existe libertad política; si nombra a los jueces no hay libertad civil”.
[10] El Articulo 1º de la Constitución de 1811 decía lo siguiente: “La Religión, Católica,…, es también la del Estado, y la única,… de los habitantes de Venezuela. Su protección, conservación, pureza, é inviolabilidad será uno de los primeros deberes de la Representación nacional, que no permitirá jamás…, ningún otro culto público,…, ni doctrina contraria a la de Jesé-Christo”.
[11] La libertad era entendida como “la facultad de hacer todo lo que no daña los derechos de otros individuos, ni el cuerpo de la sociedad, cuyos limites sólo pueden determinarse por la ley, porque de otra suerte serian arbitrarios, y ruinosos á la misma libertad” (Art.153). La igualdad “consiste en que la ley sea una misma para todos los Ciudadanos, sea que castigue, ò que proteja. Ella no reconoce distinción de nacimiento, ni herencia de poderes” (Art. 154). La propiedad “es el derecho que cada uno tiene de gozar y disponer de los bienes que haya adquirido con su trabajo, e industria” (Art. 155). La seguridad existe “en la garantía, y protección que da la sociedad á cada uno de sus miembros sobre la conservación de su persona, de sus derechos, y de sus propiedades” (Art. 156).
[12] La Constitución federal de Venezuela de 1811; Estudio preliminar (Parra Pérez,  1959).
[13] Miranda y Bonaparte estuvieron conspirando contra la Convención Nacional según Parra-Pérez y de acuerdo a lo que este autor dice, ambos buscaron el poder, pero por vías diferentes: mientras Miranda lo intentó por la vía de acabar con la Convención, Napoleón buscó usarla como un medio para sus fines. Por ello Miranda, a pesar que al final buscó restituir el orden, fue perseguido por los nuevos actores que entraron en escena y el General Bonaparte asumiría el protagonismo político en ese país y en Europa por veinte años.

domingo, 14 de agosto de 2011

ICONOLOGÍA NAVAL VENEZOLANA




Jairo Bracho Palma expresó en una oportunidad que Venezuela, desde la guerra de independencia, había tenido muchos ejércitos pero una sola Marina de Guerra. Esta afirmación pareciera a simple vista ser un contrasentido. Un contrasentido porque muchas de las operaciones que se desarrollaron durante el periodo de guerras civiles que asoló el país se ejecutaron desde el mar, pero por barcos armados para tal fin. Este contrasentido se disuelve solamente con entender que Venezuela desde sus inicios se constituyó como una nación marítima y la institución naval nunca actuó contra el país.

De la sangre de los Caribes, de los ibéricos y de los negros que fueron traídos por la fuerza desde África por mar, Venezuela se formó como gentilicio y como nación, y este hecho obliga a preguntarse sobre el por qué de la discrepancia del ejercito con la armada y el por qué de la concordancia de la Armada con el país.

La respuesta a este interrogante está dada por la imposición en el tiempo de diferentes proyectos políticos que mantuvieron alguna u otra forma de exclusión por lo que el Estado se ha visto obligado a consumir enormes esfuerzos para minimizar la fricción y neutralizar la resistencia política que estos proyectos han generado.

La Marina de Guerra nunca fue una facción. La Armada ha sido desde sus inicios, expresión de la realidad del país y el porteñazo y otras acciones concurrentes fueron demostraciones de ello. Una vez que el tiempo disipó la niebla ocasionada por el humo de la metralla y la propaganda, y gracias a la nueva manera de ver el mundo que se abrió en 1999, se evidenció que esas acciones fueron consecuencia de la exclusión de una parte de la nación desde que se impuso un proyecto político a inicios de la década de los años sesenta del siglo pasado que debilitó deliberadamente a la joven Marina de Guerra y delegó la defensa nacional a la satisfacción de intereses extranjeros.

En el siglo XX este hecho no fue la primera vez que ocurrió. A inicios de ese siglo se produjo un despertar de la conciencia nacional sobre los asuntos marítimos productos de las amenazas provenientes del mar. Este despertar se evidenció en muchas obras que se iniciarían en el periodo, pero donde fue más patente fue en los esfuerzos de formación a fin de que los oficiales navales estuviesen a la altura de la época. Es decir, salvar el abismo existente entre capacidades marítimas y navales y nuestra creciente dependencia marítima. Este despertar de la conciencia marítima produjo una generación de oficiales navales con un alto grado de profesionalismo que les permitió no sólo enfrentar a fuerzas navales francesas superiores en Río Hacha, salvar el honor ante situaciones trágicas como el bloqueo de 1902 y neutralizar los últimos focos de resistencia de la Revolución Libertadora en ciudad Bolívar, sino también resistir los avatares de la política gomecista una vez que este se instauró firmemente en el poder.

Lo que ganó la Venezuela de esa época en el ámbito naval fue en calidad humana y profesional a pesar de que los medios navales no se correspondieron con una estatura estratégica cónsona con la creciente importancia de Venezuela en la escena mundial.

Las facciones políticas fueron la fricción que estos oficiales navales tuvieron que superar para ayudar a construir una política marítima durante gran parte del siglo XIX y todo el siglo XX, y el Capitán de Navío Jairo Bracho Palma ha tenido la iniciativa de presentar en imágenes a estos hombres y sus hechos de mar y guerra como fase inicial de un levantamiento historiográfico de la Armada nacional de todo el siglo XX. 

Si bien el trabajo de Bracho se centra en los centros de formación naval, estas instituciones están íntimamente relacionadas con los acontecimientos de la época. Es decir, las escuelas navales de Maracaibo y Puerto Cabello no se pueden desligar del ascenso y caída de Joaquín Crespo, la Revolución Restauradora, la Revolución Libertadora y el bloqueo de 1902-1903. Estos eventos los enmarcó Ramón J. Velázquez como el marco que el auge y caída del Liberalismo Amarillo. De igual forma, la escuela naval embarcada así como los desarrollos que representaron el arsenal de Puerto Cabello, la compañía de telégrafos, las compañías de navegación marítima y fluvial y la posterior represión de la naciente armada nacional están íntimamente relacionada con el proceso de prusianización que se enmarcó en la creación del nuevo ejército nacional liderado por el presidente Juan Vicente Gómez. El auge de la Venezuela petrolera y de la creciente dependencia del país de las comunicaciones marítimas y fluviales está estrechamente relacionado con el origen y crecimiento de la escuela naval de la calle Los Baños en Maiquetía y el fortalecimiento del puntofijismo estuvo relacionado con el ocaso de esta escuela naval.

La Escuela Naval de la Meseta de Mamo fue ciertamente una escuela técnica de gran importancia, pero a esta escuela parece que le faltó algo que se quedó en la calle Los Baños. La nueva Armada que se inauguró con la apertura de esta escuela recuerda la critica que han hecho intelectuales navales españoles del cambio de actitud que sufrió la armada española con el advenimiento de los borbones. Según esta corriente la armada española del siglo XVIII fue una armada moderna y poderosa (la tercera del mundo) pero con las excepciones de Blas de Lezo, Antonio Solano y otros marinos que se sacrificaron en el cabo Finisterre y Trafalgar, había perdido su alma como consecuencia de un cambio de su concepción político-estratégica proclive a subordinarse a los intereses franceses de la época. Recuperar el espíritu naval que yace en los tenues acordes que aún las paredes de ese recinto de la calle Los Baños mantienen parece ser el objetivo de los arquitectos de este trabajo.

Ciertamente una imagen dice más que mil palabras, pero estas imágenes enmarcadas dentro de un contexto histórico determinado no sólo dicen más, también hace necesaria las palabras para tratar de establecer el sentido y la intención por las cuales fueron detenidas en el tiempo y en el espacio. Esta es una tarea pendiente de Bracho para con todos nosotros, no obstante, el trabajo de este Capitán de Navío no constituye un acto objetivo y deliberado para hacer histórico una serie de hechos inscritos en nuestro pasado político y militar-naval. Es al contrario. Es el efecto de una consciencia intencional que está mostrando un espíritu de esta época que busca indagar en el pasado una explicación del por qué de las vivencias del mundo de hoy. Para ello se está realizando un levantamiento arqueológico para hacer de conocimiento público lo oculto de los paradigmas que signaron la historiografía naval y en general venezolana del siglo XX.

La importancia de este esfuerzo inicial de Jairo Bracho en mostrar en imágenes la evolución de la Armada venezolana ha sido la de dar a conocer una parte de la visión, la tenacidad, la perseverancia y el espíritu de sacrificio de varias generaciones de oficiales navales que a pesar de los óbices que tuvieron que enfrentar hicieron posible que se estableciera un plano de inmanencia centrado en las ideas de libertad y democracia en el año 1958 generando las condiciones para que existiese armonía entre la institución armada y el país.

Como se sabe, la libertad y la democracia fueron gravemente heridas con el pacto de Punto Fijo, pero fue con el porteñazo y el deliberado debilitamiento de la Armada acaecido en la década de los años sesenta del siglo pasado, que se cercenó el espíritu democrático del 23 de enero. El acto simbólico de ese hecho terminó siendo “la mudanza” de la escuela naval a la Meseta de Mamo. Después de ello, el país ha tenido que esperar casi medio siglo para pensar nuevamente en construir el camino que permita fundamentarse en sus orígenes y reencontrarse en su esencia marítima.

Lo acontecido en la década de los años sesenta del siglo pasado fue políticamente una repetición de lo acontecido en la primera década del siglo XX y así como muchos oficiales navales resistieron la represión gomecista permitiendo la concreción de una nueva subjetividad que se materializó en la constitución de una maquina abstracta que produjo la evolución de la Armada venezolana a partir de la escuela naval de la calle Los Baños, corresponde, en función del esfuerzo realizado por Bracho, a las nuevas generaciones seguir el espíritu de esta época para que junto con el país se reencuentre con sus orígenes marítimos y en un futuro puedan desenvolverse en el nuevo espacio de la guerra, o sea, los nuevos espacios abstractos.

viernes, 5 de agosto de 2011

JORGE LUIS BORGES EN UNA PERSPECTIVA HEIDEGGERIANA.




Edgar E. Blanco  Carrero

El filosofo Juan Nuño expresó e intentó, al parecer, demostrar que Jorge Luís Borges no escribió filosofía, sino más bien fue un artista que cubrió a su obra de un marco que le dio un cariz filosófico[1]. La palabra fue la forma de expresión artística donde se manifestó la obra de Borges y en este sentido hay dos conferencias dictadas por el autor argentino en su país y en Estados Unidos, específicamente: “El Libro” y “El Enigma de la Poesía” respectivamente, donde este autor hace si se quiere una ontología de la palabra escrita, pero sin categorizarla. Borges le permitió al lector y al oyente interpretar como más le fuese conveniente su experiencia como escritor y como expositor en un momento avanzado de su vida.

Aún así, Borges habla de filosofía cuando se pregunta “¿Qué es la historia de la filosofía sino la historia de las perplejidades de los hindúes, los chinos, los griegos, los escolásticos, el obispo Berkeley, Hume, Schopenhauer y otros muchos…?”. Esta pregunta ya como pregunta expresa un desdén por el tema filosófico, pero no en lo que representa o intenta representar la filosofía en si, sino de la filosofía como una categoría, como un exclusivo oficio de un grupo de individuos privilegiados cuyas ideas han adquirido un cierto rango de universalidad. ¿Pero qué significado podría tener esta expresión “universalidad”?. ¿Se está usando esta expresión a partir de un contenido científico? De lo que se desprende de la pregunta de Borges no sólo es la perplejidad de esos autores, sino también la duda que estas perplejidades han generado.

Estas dudas plantean el problema de la verdad y en este sentido Martín Heidegger expresó que la verdad se manifiesta en la obra de arte. Esta expresión permite revisar nuevamente la sentencia de Juan Nuño, pero usando como instrumento las conferencias antes citadas para  constatar a la luz de Heidegger si estas obras son filosofía o arte o más aún si ambas (la filosofía y el arte en las obras seleccionadas de Borges) son la misma cosa. Para ello se hará una síntesis de las dos conferencias borgianas, una síntesis del pensamiento estético de Heidegger, una revisión de la obra de Borges a la luz de la estética heideggeriana y al final una reflexión de la estética heideggeriana para por una parte entender a Borges y si se quiere a Nuño y su visión de la obra de Borges. El esquema que se seguirá será el siguiente:

1.-    Borges y la palabra
2.-    Heidegger y la obra de arte.
3.-    Borges  a la luz de la propuesta heideggeriana.
4.-    Heidegger, Nuño y Borges.

1.-    BORGES Y LA PALABRA[2].

En las conferencias “El Libro” y “El Enigma de la Poesía”, el tema central fue el libro y lo que este representa en si mismo y desde la perspectiva del que lo escribe y de quien lo lee. Borges habla del libro y por intermedio de un libro conocemos lo que habló y lo que expresa lo hace desde la perspectiva de la creación, de la representación, de la interpretación que eventualmente se pueda extraer de ella y de su finalidad, por lo que en una primera instancia se plantea la necesidad de determinar si estas conferencias tienen un contenido estético con una envoltura filosófica o por el contrario tienen un contenido filosófico con una envoltura estética.

Esta duda se reafirma por el mismo cuestionamiento que hace Borges sobre la historia de la filosofía ya expresada previamente y por las dudas que este autor expresa sobre lo que representa la creación en si, pero esta creación no es la creación en si, sino el desocultamiento de la obra de arte en tanto que obra de arte. No en balde afirma: “Cada vez que me he enfrentado a la página en blanco, he sabido que debía volver a descubrir la literatura por mi mismo” y por tal motivo en esas sus conferencias expresa que es la duda lo que él puede ofrecer: “He dedicado la mayor parte de mi vida a la literatura y sólo puedo ofrecerles dudas”.

Estas dudas se refieren al cómo y el porque de la obra porque la verdad es la obra y la obra es porque está y a partir del estar el observador, el lector hace que la obra sea. De aquí se pueden deducir que el libro es porque está y de lo que de él sea interpretado surge otro ser, el ser a partir del cual el libro adquiere un significado. En tal sentido Borges expresó que un libro “es un objeto físico en un mundo de objetos físicos. Es un conjunto de símbolos muertos. Y entonces llega el lector adecuado, y las palabras – o mejor, la poesía que ocultan las palabras, pues las palabras solas son meros símbolos – surgen a la vida y asistimos a una resurrección del mundo”.

De estas palabras se puede afirmar que hay un acto de creación en la creación de la obra y otro acto de creación de lo que sea interpretado de ella. Es decir, así como el acto de crear es un desocultamiento, el desocultamiento en sí se manifiesta en lo que los otros puedan ver de lo que ha sido desocultado. Por ello lo “más importante de un libro es la voz del autor, esa voz que llega a nosotros”, pero en el libro también “…releer es más importante que leer…” debido a que en este releer puede obtenerse nuevas verdades de lo que sea desocultado.

Ahora ¿Qué es lo que es desocultado para Borges? Si se tiene en cuenta la siguiente expresión: “… creo que una forma de felicidad es la lectura; otra forma de felicidad menor es la creación poética, o lo que llamamos creación, que es una mezcla de olvido y recuerdo de lo que hemos leídos”. Se podría afirmar que lo desocultado es la felicidad por intermedio del placer. En ello coincide con los griegos, en el sentido que para ellos, la belleza es lo que los hacía felices.

Esta afirmación se sustenta también de otras expresiones borgianas: “... un libro tiene que ser una forma de felicidad”, “pienso que el libro es una de las posibilidades de felicidad que tenemos los hombres”, “un libro… es una ocasión para la belleza. Y ha de ser así, pues el lenguaje cambia sin cesar” y “…la literatura es también una forma de la alegría”.

De estas expresiones habría que hacer mención a dos aspectos que resaltan de ellas: la creación y la felicidad como un acto de desocultamiento.

Desde la perspectiva de la creación Borges expresó que “un libro se lee para la memoria” y por ello es posible afirmar que estos “están cargados de pasado”, el libro, consecuentemente “es una extensión de la memoria y de la imaginación”[3]. Por ello se pregunta: “¿Qué es nuestro pasado sino una serie de sueños? ¿Qué diferencia puede haber entre recordar sueños y recordar el pasado? Esa es la función que realiza el libro”. En otras palabras, el libro hace que se despliegue el pasado, el futuro y el presente, como un estar-cabe-algo en el más propio sentido heideggeriano. ¿Y qué hay en relación con la verdad? El descubrir la literatura cada vez que se enfrenta a una pagina en blanco, es desocultar una verdad, la que va a ser puesta adelante mediante otro desocultamiento: el de repensar el todo para reobtener lo que del todo es significativo. En este sentido, es posible afirmar que Borges fue un desocultador en su obra literaria y también en las obras referidas en este trabajo.

En cuanto al desocultamiento se refiere, Borges expresó que hay dos conceptos del libro como medio para acceder a la verdad:

·         El primero es que “…un libro no debe revelar las cosas, un libro debe, simplemente ayudarnos a descubrirlas” y coloca como ejemplo el libro de las revelaciones, una obra que no fue escrita para ser entendida, “sino para ser interpretada”.

·         El segundo es que el libro puede ser considerado una “obra divina”. En este sentido, originariamente el libro fue considerado un “sucedáneo de la palabra oral” y posteriormente esta visión fue sustituida por la creencia de que “cada país tiene que ser representado por un libro…”.

En el primer caso Borges da a entender que la verdad es producto de una interpretación, en el segundo dice que el libro fue considerado como el portador de la verdad o de lo que debe ser entendido por verdad. En ambos casos el libro debe ser desocultado debe ser releído y leído. Releído porque en la relectura es que es posible desocultar de tal manera que sea posible aprehender la esencia, lo que permanece de lo leído. Leído en el sentido de la afectación que produce la obra la primera vez, en su primer encuentro.

Ahora bien se ha hecho mención a la felicidad como un acto y un efecto del desocultamiento. ¿Es posible afirmar que la verdad es felicidad o la felicidad es la verdad? Porque la verdad podría ser referida al conocimiento, a la ciencia y la felicidad al placer. Hay que acordarse de que el libro es una ocasión para la belleza y también que “los libros son… ocasiones para la poesía”, entonces el libro como medio y fin es un proceso por lo que se puede afirmar que la verdad y la felicidad son para Borges medio y fin, y si esto es así se podría afirmar también que verdad y felicidad son la misma cosa. En este sentido, Cappelletti expresó que: “Ciencia y poesía se remiten, en ultima instancia a lo divino. Se diferencian, sin embargo, ante todo, por los diversos grados de lo divino, y luego también por los modos de la relación entre lo divino y el alma” (2000, p. 44). En otras palabras, al ser el fin el mismo, en el camino es que se pueden observar las gradaciones existentes en la verdad como felicidad y en la felicidad como verdad.

2.-    HEIDEGGER Y LA OBRA DE ARTE.

Para Heidegger la palabra oral y escrita tiene un papel central en el quehacer artístico. Basta recordar no sólo la especial admiración que Heidegger sentía por el poeta Hölderlin, también las citaciones que, en su obra, hace de Dostoiesvki. El filosofo alemán, en este sentido, expresó que “la obra del lenguaje, el poema en sentido estricto, ocupa un lugar privilegiado dentro del conjunto de las artes” debido a que la poesía es uno de los modos que adopta el proyecto esclarecedor de la verdad, es decir, el del cómo esta es desocultada[4]. De igual forma expresó que “el lenguaje es poema en el sentido esencial… es poema porque la poesía acontece en el lenguaje debido a que este conserva la esencia originaria del poema”. El desocultamiento es un traer delante y lo traído es la obra. El proceso de traer y de mostrar es la creación.

Según este autor alemán, hay dos momentos en lo que se refiere a la obra de arte: uno que se manifiesta en lo creativo donde la expresión es la metáfora[5] puesto que ese es el primer acto de desocultamiento del ente en cuanto ente. “El arte es un llegar a ser y acontecer de la verdad” ello es debido a que “la esencia del arte es poema” y “la esencia del poema es la fundación de la verdad”[6]. La metáfora es el cordón umbilical entre el fenómeno y la significación que de ello hace el individuo en un momento dado, “para ver esto sólo es necesario comprender correctamente el concepto de lenguaje. El lenguaje no es sólo ni en primer lugar una expresión verbal y escrita de lo que ha de ser comunicado. El lenguaje no se limita a conducir hacia delante en palabras y frases lo revelado y lo oculto, eso que se ha querido decir: el lenguaje es el primero que consigue llevar a decir lo abierto a lo ente en tanto que ente”. “En la medida que el lenguaje nombra por primera vez a lo ente, es ese nombrar el que hace acceder lo ente a la palabra y la manifestación. Este nombrar nombra a lo ente a su ser a partir del ser”.

El segundo acto es el de la categorización, el de la racionalidad, de aquello que para Heidegger hace al individuo identificarse con Occidente. La categoría convierte a la metáfora en palabra, la fija, permite que pueda esta ser usada por terceros.

En el primer momento la esencia es la verdad, la verdad producida en un acto de desocultamiento en donde el móvil es la metáfora; por ello la pregunta por la esencia de la obra de arte es la pregunta por lo que permanece de esta[7]. Para Heidegger lo bello sólo se manifiesta en el acontecimiento de la creación, de la verdad. En el segundo momento se encuentran los mismos interrogantes que el mismo Heidegger retoma de Hegel, es decir, la de saber “si el arte sigue siendo todavía un modo esencial y necesario en el que acontece la verdad decisiva para nuestro Dasein histórico o si ya no lo es. Si ya no lo es, aún queda la pregunta de por qué es esto así”. La razón de este cuestionamiento está determinada por el hecho que el pensamiento de occidente está presente en el quehacer artístico, mediante lo que se ha dado en denominar estética.

Consecuentemente, en los momentos heideggerianos subyacen dos ideas del arte: el de la creación y el del cuidado que también contiene un elemento creativo. El de la creación, que podría llamarse pura porque está relacionada con el origen, debido a que en el caso de la palabra o mejor dicho de la metáfora, “empezar un libro es comunicarse con Dios, puesto que en la creación de una obra, lo sagrado se abre como lo sagrado y el Dios es llamado a ocupar la apertura de su presencia”, y el del cuidado que también contiene un elemento creativo puesto que el encontrarse con la obra permite que de ella se pueda extraer lo que de verdad ella mantiene consigo[8]. En este sentido, Heidegger expresó que “el único ámbito de la obra, en tanto que obra, es aquel que se abre gracias a ella misma, porque el ser-obra de la obra se hace presente en dicha apertura y sólo allí… en la obra está presente el acontecimiento de la verdad”. La obra de arte es un templo que, gracias a él “el dios se presenta” y esta presencia “… es en si misma la extensión y la perdida de limites del recinto como recurso sagrado”. La obra de arte “es el templo por el mero hecho de alzarse ahí en permanencia, el que les da a las cosas su rostro y a los hombres la visión de si mismo”. En el cuidado está subyacente la idea de la utilidad. La obra permite hacernos accesibles a nosotros mismos y su cuidado da continuidad a la posibilidad de apertura en función de lo que esta pueda dar.

Ahora es importante destacar que Heidegger expresa que el preguntarse “que sea el arte es una de esas preguntas a las que no se les da respuesta”. Esta afirmación se debe a que según él el arte está determinado “única y decisivamente a partir de la pregunta por el ser”, en otras palabras, el arte se encuentra en ese ámbito de las perplejidades a las cuales Borges hizo mención al hablar de la poesía y del libro. Para Heidegger el arte es un enigma y lo que él sólo se propuso fue observarlo. Pero al observarlo lo hizo desde la perspectiva en que occidente entiende el arte, es decir, desde la razón, por ello este autor afirma que el arte no se puede definir si no se está en el proceso de creación misma, pero si se tiene presente que el sujeto es un ser-con-otros, entonces se podría afirmar que todos participan de alguna manera en la obra, en tanto que creación, y en función de la temporalidad ésta estaría determinada por la significación que la obra tiene a través del tiempo.

En “el Origen de la Obra de Arte”, es difícil hacer una asociación de la verdad con la felicidad, pero en la obra de Heidegger, está presente la idea del destino que permite, según Heymann, cualquier tipo de interpretación. Aún así, cuando Heidegger expresa que el sujeto está en deuda consigo mismo, el llamado de la conciencia es para asumir esa deuda. Si el ser humano es un ser para la muerte, el aprender a morir es un desprendimiento que apunta al aprovechamiento de las posibilidades que provienen de la capacidad del hombre para proyectarse. Es ante el memento mori, aprovechar la vida. Bajo esta perspectiva se puede afirmar que habría concordancia entre verdad y felicidad. El desocultamiento abre un abanico de oportunidades para el bien desde la perspectiva de la responsabilidad hacia la felicidad.

3.-    BORGES  A LA LUZ DE LA PROPUESTA HEIDEGGERIANA.

En una primera instancia se puede sentir la pasión que ambos autores tenían por la palabra. Pasión y perplejidad por lo que ella representa en cuanto a expresión y significación. La expresión conlleva la creación y la significación es el puente entre el sujeto y lo que para él es relevante o útil. Pero, la expresión en tanto que expresión es un instrumento, un medio que permite un “para”. Este “para”, el fin, es lo que es significativo, es decir, la felicidad o la verdad, dependiendo del caso. En este sentido, la expresión oral o escrita son instrumentos que consideran ambos autores para alcanzar un fin: La verdad y/o la felicidad.

Así como Borges desdeña las perplejidades de los filósofos, Heidegger hace presente los cuestionamientos que hace Hegel sobre la obra de arte y su significación desde la perspectiva de la razón. Esta convergencia hace coincidir también a ambos autores en el punto de la creación y de la palabra como mediación.

        No obstante, a pesar de ser instrumento, también la palabra es un fin puesto que mediante la comunicación se es y se está, y este ser-estar, plantea una reflexión sobre si mismo en tanto ser-en-el-mundo y en tanto ser-con-los-otros. Esta reflexión, en ambos autores, representa la necesidad de descubrir, de desvelar la expresión, pero haciendo de este hacer el camino, la expresión, el proceso para desocultarse a si y al mundo. Ambos autores consideran el camino el fin, porque en todos los casos el fin, siendo camino y fin enmarca su existencia dentro de la verdad y la felicidad.

Para ambos autores la palabra es un medio y un fin. Es medio en tanto que desocultador, de portador, de llevar lo inexplicable a lo más o menos explicable. Es fin porque para desocultar, la palabra también tiene que ser desocultada y tomada para significar y ser significante, y en este acto creativo, como una totalidad que permite ajustar lo que es significativo es lo que contiene la verdad y la belleza. Para el filósofo alemán es la verdad la que se manifiesta en el acto de creación y este manifestar contiene la belleza. Para el escritor argentino es el placer (la felicidad) la que se manifiesta en el acto de creación y este manifestar contiene la belleza y la verdad. Ahora, para Heidegger la verdad es una posibilidad, posibilidad para saldar la deuda que tenemos nosotros con nosotros mismos y este saldar, en un camino signado por la muerte y considerado de manera optimista, es la vida buena, la felicidad si tenemos en cuenta la imagen que de Heidegger nos ha mostrado Sloterdijk.

Dentro de esta misma perspectiva, no hacen falta abrirse a la expresión oral y escrita para que esta pueda ser entendida porque para estos dos autores, las palabras penetran al sujeto y se erigen a partir de él de la misma manera en que lo hace la música desde la perspectiva de Schopenhauer.

La diferencia que se podría derivar entre estos dos autores radica en el hecho que para Borges, la palabra en tanto que estar es felicidad y para Heidegger es una posibilidad.

Consecuentemente, habría que preguntarse ¿Quién era el Borges que expresó unas palabras que Heidegger sólo esboza como una posibilidad?. Es posible que haya sido un Borges cuya experiencia cultivada por una larga y prolífica vida lo autorizaba a expresar desde la perspectiva del ser, del que se preguntó quién era y pudo darse una respuesta: “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento, el momento a partir del cual el hombre sabe para siempre quién es”. Tal vez el Heidegger que observa el camino andado es el Heidegger de “Serenidad”, obra que no fue considerada en este trabajo, pero la posibilidad a la cual se hizo mención permite afirmar que en Borges la poesía y la filosofía son envoltura y contenido desde la perspectiva que Heidegger permite categorizarlo aún cuando Borges y Heidegger cuestionaron las categorías, en consecuencia, desde la perspectiva de Heidegger, el Borges de las citadas conferencias estaba hablando de la palabra en un contexto donde en la envoltura y el contenido es posible encontrar poesía y ontología.

En general, se puede afirmar entonces que para estos dos autores, la obra en tanto que obra es un fin por medio del cual se obtiene un algo: la felicidad o su posibilidad, por lo que se puede afirmar que la envoltura y el contenido de las dos conferencias de Borges, a pesar de él desdeñar la filosofía, son de carácter filosófico.

4.-    HEIDEGGER, NUÑO y BORGES.

De acuerdo a lo que Alegre cita de Nuño e incluso desde la misma perspectiva de Borges se puede afirmar que este autor argentino “no hizo nunca alarde de pensamiento filosófico”. Pero, si se tienen en cuenta las conferencias del autor del Aleph se puede afirmar la existencia de un nuevo Borges, faltaría precisar ¿Cuál Borges? ¿La obra de Borges sólo se limitó a lo que escribió?, ¿Lo que hizo?, ¿Lo que dijo? Para este trabajo se tomó lo que dijo y lo que dijo fue escrito. En esta perspectiva, ¿lo que dijo es posible ser considerado como lo escrito? Como se ha podido observar aquí, en este escrito, no se ha hecho diferenciación entre lo escrito y lo dicho.

Tal vez el tema no es saber cual es la perspectiva en la cual se enmarcó Juan Nuño para hacer esas afirmaciones. Pero la misma ubicación de Borges con respecto a lo oral permite hacer otro tipo de inferencias, o más aún complementar o diferenciar la obra de Borges en función de la existencias de dos momentos, momentos a los cuales él siempre hizo mención: el del Borges escritor y el Borges lector[9]. Del Borges escritor ya por intermedio de Nuño se pueden hacer conclusiones. Del Borges lector, gracias a sus conferencias, podemos conocer su experiencia, experiencia esta complementada por la experiencia de la creación y más que dudas, lo que cualquiera persona podría entender también serían las perplejidades: Entender las perplejidades del leer y del releer en términos de desocultar tanto el placer y la verdad, así como las palabras que permiten expresarlas.

De estas perplejidades es a lo que se refiere Heidegger cuando hace mención al enigma del arte. Por ello sólo se propuso en su obra “ver el enigma” y no tratar de resolverlo. De igual forma expresa que: “el modo en que el hombre vive el arte es el que debe informarnos sobre su esencia” y Borges por intermedio de esas conferencias a pesar de haber ofrecido sólo dudas, en esas dudas se evidencia el enigma de la creación y ese enigma en tanto que enigma es una respuesta de alguien que ha creado y que a pesar de ello no tiene palabras para expresar la creación en si, pero aún así afirma que ese es el camino.  Este acercamiento de la filosofía y la poesía no es nuevo, Cappelletti expresó que Aristóteles hizo esa misma aproximación, porque creyó que la poesía tenía también “por objeto lo universal”, debido a que Aristóteles entendía la obra artística “como un intento de perfeccionar los entes sensibles para aproximarlos al Acto Puro (realidad absoluta plena)” (P. 134).

De Heidegger se podría tomar su introducción a la “Introducción a la Filosofía” para afirmar que Borges al haber intentado responder la pregunta por el ser hizo filosofía, pero la sola posibilidad de auscultar el enigma de la creación, coloca a este Borges en una dimensión diferente: La dimensión del individuo que luego de haber vivido puede decir algo.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

ALEGRE, Atanasio. Los territorios Filosóficos de Borges según Nuño. Ediciones del Vicerrectorado Académico UCV. 2002. P. 119-144.

BORGES, Jorge Luis. Borges Oral. Madrid. 2000. Alianza Editorial. 99 p.

BORGES, Jorge Luís. Arte Poética. Seis Conferencias. Barcelona. Editorial Critica 2001. 181 p.

CAPPELLETTI, Ángel. La Estética Griega. Caracas. UCV. FHE/FAHE. 2000. 298 P.

HEIDEGGER, Martín. El Origen de la Obra de Arte. Versión española de Helena Cortés y Arturo Leyte en: Heidegger, Martín, Caminos de bosque, Madrid, Alianza, 1996. 62 p.

HEIDEGGER, Martín. Introducción a la Filosofía. 3ª edición. Ediciones Cátedra. 2001. Madrid. 469 p.

HEIDEGGER, Martín. El Ser y el Tiempo. 2 da edición. Fondo de Cultura Económica. Santa Fe de Bogota. Traducción José Gaos. 1998. 478 p.

HEYMANN, Ezra  y PIGNOLO, Sara. Ser-en-el-mundo y ser-sí-mismo: el nexo de dos vertientes de Ser y Tiempo de Heidegger. En Apuntes Filosóficos 14. UCV. Caracas. 1999. 131-160 p.


[1] Juan Nuño expresó que lo que libró a Borges “de no haber hecho otra cosa que repetir una media docena de ideas metafísicas trilladas es la poderosa imaginería de sus símbolos literarios”.... “Es innegable que encierra temas de valor metafísico, pero justamente eso, el encierro vale más que los temas”.
[2] Si bien Borges da sus conferencias sobre la forma de expresión escrita, en este trabajo se usará la palabra “palabra” para referir la expresión oral y escrita.
[3] Según Alegre, el hecho “que las cosas sucedan al azar permite a Borges la creación de un centro de operaciones simbólicas como no se había visto en la historia de la literatura universal. Ese simbolismo crea la relación que se establece a partir de lo contado, entre ontología y relato”.
[4] Para Heidegger “La verdad es el desocultamento de lo ente en cuanto ente. La verdad es la verdad del ser. La belleza no aparece al lado de esta verdad. Se manifiesta cuando la verdad se pone en la obra. Esta manifestación en tanto que ser de la verdad dentro de la obra y en tanto que obra es la belleza. Así lo bello tiene su lugar en el acontecer de la verdad… lo bello reside en la forma”.
[5] La expresión “metáfora” es usada aquí como traslación, como la palabra que expresa lo traído delante, lo que es llevado hasta.
[6] La filosofía de Heidegger se destaca por el hecho de haber puesto sobre el tapete la pregunta por el ser y al igual que Husserl hace un cuestionamiento a la visión del mundo de inicios del siglo XX puesto que esta estaba centrada en la ciencia, por su objetivación y su des-significación. Para hacer estos cuestionamientos Heidegger busca las significaciones originales de una serie de expresiones y las hace presente. En este sentido expresó que “saber significa haber visto, en el sentido más amplio de ver, que quiere decir captar lo presente como tal. Según el pensamiento griego reside en el desocultamiento de lo ente…. es traer delante lo ente en la medida en que saca a lo presente como tal fuera del ocultamiento y lo conduce dentro del desocultamiento de su aspecto… pero no es un hacer”.
[7] “... el poema es el relato del desocultamiento de lo ente. Todo lenguaje es el acontecimiento de este decir en el que a un pueblo se le abre históricamente su mundo... el decir que proyecta es aquel que al preparar lo que se puede decir trae al mismo tiempo al mundo lo indecible en cuanto tal. Es un semejante decir en donde se le acuñan previamente a un pueblo histórico los conceptos de su esencia, esto es, su pertenencia a la historia del mundo”.
[8] “En tanto que el poner a la obra de la verdad, el arte es poema. No es sólo la creación de la obra la que es poética, sino también, aunque de otra manera, el cuidado de la obra. En efecto, una obra es tal cuando nos desprendemos de nuestros hábitos y nos adentramos en aquello abierto por la obra…”.
[9] Borges expresó en varias oportunidades que él se jactaba de los libros que había leído y no de los que había escrito. Esta expresión que si bien puede ser interpretada de muy diversas maneras, indican una parte de la naturaleza de este autor que fue Director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.