lunes, 18 de julio de 2016

VENEZUELA Y LA GEOPOLÍTICA DEL BREXIT




“There is no line of demarcation between peace and war. In all the struggles of the human race we are unable to determine with exactitude the beginning of a single war. The difference between war and peace is not that which distinguishes inquietude from conflict. It is a difference only in manner and degree. It is but the temporary ascendancy of composite struggle over individual strife” (Lea, 1912/2008).

Se ha especulado mucho acerca de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, pero se ha tendido a olvidar que ese país no forma parte de la zona euro y su entrada a esa comunidad fue tardía. No obstante, recuerdo haber leído una vez que para un inglés un europeo es un individuo cuyo país ha sido invadido por otro. Claro, a los británicos se le olvida las invasiones romanas, germanas y vikingas, pero bueno, Europa es un vecindario muy grande. Lo que si es conveniente tener presente es que ese país, en primer lugar, ha logrado construir una visión global de sus intereses desde finales del siglo XVIII y ha sido consistente en mantenerlos hasta el presente y, en segundo lugar, se tiende a olvidar que el Reino Unido no sólo está conformado por las islas británicas, por lo menos hay que incluir en esa comunidad a un conjunto de países comenzando por Australia y Canadá ¿Qué ha sido diferente? Creo que el Reino Unido ha sido el único país en la historia que ha quedado entre los vencedores de dos grandes guerras (específicamente en el siglo XX) pero políticamente ha quedado tan disminuido que no se sabe si debería considerarse como un perdedor. Ahora, ¿Por qué incluir a Australia[1] y Canadá[2]? Porque, en primer lugar, han sido los países que más han acompañado las aventuras bélicas de EE.UU. y el propio Reino Unido y, en segundo lugar, son los países, más desarrollados, con más alto nivel de vida de la comunidad y con una importante capacidad de recursos estratégicos a pesar de los problemas internos (movimiento separatista del Canadá francés y movimiento independentista australiano) que confrontan.

Con el fin de la guerra fría y el proceso de reordenamiento del orden global que aun la humanidad está padeciendo, sobre todo después de los acontecimientos que ha vivido en los últimos veinte años, se ha comenzado a gestar una reestructuración del orden global por intermedio de la fragmentación y recomposición de las comunidades políticas que hacen vida en el mismo. El Reino Unido ha tenido una importante participado en gran parte de los eventos que han marcado este proceso. A qué eventos nos estamos refiriendo:

·      La entrega de Hong Kong a China por parte del Reino Unido supuso un nuevo tipo de relación que ha estrechado las relaciones entre los dos países.

·      En el año 1998 el mando británico tuvo que desobedecer ordenes de las fuerzas de intervención en Kosovo cuando el mando estadounidense ordenó desalojar a las fuerzas rusas que estaban mediando al final de la crisis

·      En la guerra de Afganistán hubo desacuerdos entre británicos y estadounidenses en el trato de los capturados (terroristas o prisioneros de guerra) durante las operaciones militares.

·      En la invasión de Irak en el año 2003 las fuerzas británicas operaron de forma independiente en relación con EE.UU. en un contexto en que ha habido una poca inclinación estadounidense a sufrir bajas militares.

·      La crisis financiera del año 2008 mostró de forma más notoria la debilidad estructural que padece EE.UU tanto desde el punto de vista económico, financiero y político. De igual forma, la crisis mostró la incapacidad europea para dar respuestas eficaces que sostuviesen la unidad por la diversidad cultural que contiene en su seno. Por ultimo,

·      Las intervenciones en Libia, Ucrania, Yemen y Siria y, la consecuente crisis de refugiados en Europa (y migrantes en EE.UU) han tendido a generar una fragmentación evidenciada en el surgimiento de los nacionalismos bajo la forma de racismo, clasismo, etc. El Brexit, en este contexto, es entendido como una forma extrema de nacionalismo.

De ahí que Garrett (2016) haya afirmado que,

“Brexit is the more extreme example of a political momentum that threatens to end that group imagining, that way of thinking, which pushed aside old Westphalian ideals of home improvement, strict boundaries, and loss of citizens’ respect in favor of institutions and dreams of globalism”.

Estos hechos crearon las condiciones de posibilidad en el Reino Unido de revisar su papel en el mundo quizás como se hizo en España a inicios del siglo XVII frente a los Países Bajos y frente a la guerra civil que estalló en el seno del Sacro Imperio Romano Germánico. Esta circunstancia hace necesario analizar cuáles son las implicaciones geopolíticas que están subyacentes en el Brexit desde una perspectiva global y su impacto en Venezuela. Para ello vamos, en primer lugar, a examinar el pensamiento geopolítico ingles del pasado y su pertinencia en el mundo de hoy, en segundo lugar, analizar el statu quo global y sus principales tendencias y, en tercer lugar, a valorar sus repercusiones en nuestro país.

1.    El pensamiento geopolítico inglés y su pertinencia actual.

Históricamente se le ha reconocido a Mackinder, después de Mahan, el mérito de haber hecho notar el papel de la masa continental euroasiática en el desarrollo de las relaciones internacionales en el siglo XX. Como se recordará, él afirmó por allá por el año 1911 que quien controlase el heartland de la masa continental euroasiática tendrá el control de la misma y podrá dominar el mundo. Después de esta afirmación ocurrió la Primera Guerra Mundial y este acontecimiento cambió drásticamente el escenario geopolítico mundial: el Reino Unido, Italia y Francia había salido sumamente debilitados, había desaparecido el imperio austrohúngaro, Rusia había sufrido una revolución que no sólo le hizo perder grandes territorios, también la había debilitado enormemente, China no logró alcanzar sus objetivos políticos, Alemania y Turquía habían salido derrotadas y debilitadas, además de perder su imperio colonial y, por último, Japón, al igual que China, no logró un status de igualdad en Versalles iniciando en consecuencia una política agresiva en el este de Asia[3]. A pesar de la radicalidad de los resultados de la guerra, la visión de Mackinder no fue desestimada. Para que se tenga una idea, la obra de Lidell Hart, la Aproximación Indirecta estuvo inspirada en cómo Gengis Khan logró construir un imperio que se extendió desde China hasta el río Danubio.

Para garantizar el statu quo de potencia hegemónica mundial, el Reino Unido apeló al Tratado de Washington como un modo de establecer límites a las principales potencias marítimas con el fin de garantizar estabilidad global, pero el tratado en sí fue un reconocimiento explícito de ese país de que ya no era capaz de competir con potencias emergentes como EE.UU. a escala global y Japón a escala regional. Dentro de este marco fue que el propio Mackinder visualizó que un entendimiento germano – ruso, como se produjo a finales de los años veinte, constituiría una poderosa fuerza continental que podía amenazar su posición política global. Ello empujo aún más el entendimiento anglo-estadounidense sobre todo frente a Japón, la guerra civil china, el expansionismo italiano y finalmente el entendimiento germano-ruso de 1939. Aquí se circunscribe el pensamiento de Homer Lea. Este excéntrico pensador estadounidense, consideró a inicios del siglo XX (antes del estallido de la Primera Guerra Mundial) que el imperio británico se iba a ver envuelto en una lucha por la supervivencia frente a Alemania y a Rusia debido a que había entrado en una fase de decadencia evidenciada en un actuar negligente que produjo un estado de soñolencia que, cuando lograron salir, se encontraron frente a un nuevo mundo, “stripped and desolate” (Lea, 1912/2008)[4]. Ello se observó, en la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente, en la Guerra Fría.

La Segunda Guerra Mundial debilitó aún más la posición estratégica global del Reino Unido por las graves pérdidas sufridas. El Reino Unido hubiese sucumbido sin el apoyo estadounidense[5], pero en este conflicto hay un hecho que es conveniente rescatar como lo fue los intentos de Churchill de acercar a la Unión Soviética a su país como un modo de hacer frente al eje germano-italiano. Gracias a la perseverancia de Churchill y de los británicos y al sacrificio soviético y la capacidad industrial estadounidense fue que se pudo derrotar a Italia, Alemania y Japón.

Al final de la citada guerra cambió totalmente el escenario estratégico global y ello hizo que el estadounidense Nicolás Spykman perfeccionara la tesis de Mackinder sintetizándola con el pensamiento mahaniano. A la tesis del heartland surgió la del rimland como modo de realizar una estrategia de contención al expansionismo soviético. Con ello se inició la Guerra Fría. La tesis de Cohen (1980) centrada en la existencia de dos regiones geoestratégicas globales se circunscriben dentro de este enfoque: una región geoestratégica marítima y una región geoestratégica representada por la masa continental afroeuroasiática. En esta fase histórica el Reino Unido jugó un papel más o menos subordinado a la política exterior estadounidense frente a la Unión Soviética y protagónico en función de sus intereses nacionales dentro de un contexto de declive. Ello se evidenció durante la crisis del canal de Suez, donde el país se vio obligado a acatar la voluntad estadounidense de retirar sus fuerzas militares de Egipto una vez que no fueron capaces (junto a los franceses) de doblegar la voluntad nacionalista existente en el país africano y del cercano oriente.

Eso comenzaría a cambiar con el entendimiento chino-estadounidense y la Guerra de las Malvinas. La nueva relación chino-estadounidense permitió revertir el fracaso en Vietnam desde la perspectiva de la estrategia de contención e hizo revalorizar el papel del Reino Unido por su posición estratégica en el país asiático. La Guerra de las Malvinas, aun a pesar del costo económico social le hizo recordar e los británicos su pasado de esplendor. Posteriormente, el colapso soviético que colocó a EE.UU. como potencia hegemónica puso en evidencia, como ya indicamos, una debilidad estructural en ese país como lo fue la poca disposición a tolerar bajas militares para garantizar su orden político global. Este hecho unido a la recuperación económica británica hizo reflexionar a la élite dirigente de ese país sobre su pasado, su presente y su futuro, por lo que comenzaron a actuar de manera más autónoma frente a la política estadounidense. Esta autonomía no significó que no mantuvieran intereses comunes, lo que comenzó a mostrarse es que en esta comunidad había diferencias acerca del modo de hacer política y de alcanzar objetivos político y militares.

Además de estos hechos, la rápida solución de los problemas estructurales de la unificación alemana y la necesidad rusa de ayuda económica colocó a Alemania en una posición privilegiada en Europa oriental que puso de nuevo en la reflexión geopolítica la tesis de Mackinder desde dos perspectiva: el entendimiento ruso-alemán y el ruso-chino. La crisis ucraniana ha supuesto una detención del proceso germano-ruso, pero la tensa situación en el mar de china entre China y sus países vecinos ha enfrentado al país asiático con las potencias occidentales y ello ha favorecido las relaciones chino-rusas.

De igual forma, la crisis siria y la imposibilidad estadounidense, hasta ahora, de derrocar el régimen político en el poder en ese país del cercano oriente, con la crisis de refugiados que ha portado consigo, ha representado otro hito en el nuevo escenario de confrontación global. Este hito se ha agravado por el intento de golpe de estado ocurrido el 16JUL2016 en Turquía porque supone el fortalecimiento del islamismo en ese país[6]. Este nuevo escenario caracterizado por la existencia de básicamente dos conflictos diferentes está entrelazado por el hecho que su foco orbita en torno al cuestionamiento del orden westfaliano vigente desde el siglo XVII (Blanco, 2016). Por una parte, están Rusia, China y EE.UU. que compiten por establecer un nuevo equilibrio global[7] y, por la otra, se encuentran los movimientos antiestados representados por las empresas transnacionales, el Foro de São Paulo y el Estado islámico en todas sus manifestaciones. La conexión de estas dos tendencias es lo que ha hecho surgir de nuevo los movimientos nacionalistas y ha hecho reflexionar a la clase dirigente británica a cerca de su rol en el nuevo orden global que está en proceso de construcción.

Si bien el Brexit afectó la relación del Reino Unido con la Europa continental, no va a afectar la relación con Alemania. Hay que tener presente que a principios de este año la reina británica dispensó una visita a Alemania que orbitó en torno al pasado referéndum. Con Francia, a pesar de la rivalidad histórica entre ambos países tampoco parece ser relevante. De ahí que, los británicos no se han mostrado tan apurados para iniciar el proceso para establecer la nueva relación con la Europa continental. En realidad, el país que más sale afectado del referéndum británico es EE.UU. debido a que la Unión Europea era el mecanismo por medio del cual los estadounidenses limitaban la capacidad de maniobra británica en los escenarios globales. Al reducir la atadura con la Europa continental, el Reino Unido puede entrar en el juego global en conjunto con los países cuyo soberano continúa siendo la Reina de Inglaterra. La importancia de este hecho para nosotros es que varios de esos países comparten frontera con Venezuela.

Al entrar el Reino Unido a jugar un rol más global al menos con el concurso de Canadá y Australia, el poder naval británico, gracias a la geografía, en cierta forma se equipara al poder naval estadounidense pasando a ser, en consecuencia, un punto de equilibrio entre la entente ruso-china y EE.UU. Ello se puede observar en el siguiente cuadro relativo al despliegue estratégico de la Commonwealth:


Además del triángulo conformado por Canadá, el territorio metropolitano británico y sus posesiones en el Caribe que le permiten proyectarse en todo el hemisferio norte atlántico, está el triángulo menor (Malvinas, Santa Helena y Gibraltar) de puntos de apoyo que le permite proyectarse en el Atlántico sur. De igual forma está, en primer lugar, el triángulo conformado por Australia, Diego García y les islas Seychelles en el océano índico que le permiten proyectarse al cercano oriente, en segundo lugar, el triángulo representado por Canadá, Australia y Singapur que influye en el océano pacífico norte y el triángulo menor representado por Nueva Zelanda y Oceanía. Falta determinar, por una parte, el papel de Suráfrica e India para poder enlazar su área de proyección marítima en el océano Atlántico y el océano Pacífico desde la perspectiva de la Commonwealth[8] y, por la otra, Francia (por su despliegue global) y de Japón (por su capacidad de proyección regional) por el grado de dependencia o de independencia que demuestren dentro de este juego. Con esta situación podemos ahora examinar los escenarios actuales y sus tendencias.

2.    El statu quo global actual y sus tendencias

Así como señalamos en el parágrafo anterior el papel de Winston Churchill en tratar de incluir a la Unión Soviética en el bando de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, es conveniente traer a colación otros hechos que evidencian el pragmatismo inglés en política exterior. El antecedente de este pragmatismo lo encontramos en el reconocimiento de la independencia estadounidense y el establecimiento de relaciones diplomáticas luego del Tratado de París. Los otros hechos que nos interesan destacar son: el Tratado Hay-Paucefote del año 1901, el entendimiento anglo-soviético que precedió la perestroika en el año 1984, el entendimiento anglo-chino con motivo de la entrega de Hong Kong a China en el año 1997.

Tratado Hay-Paucefote fue concluido entre el Reino Unido y EE.UU. en el año 1901 con lo que el país europeo le dio vía libre al segundo para continuar la construcción del canal de Panamá siempre y cuando se cumpliesen una serie de condiciones que en todo caso se resumen a la preservación de los intereses del país europeo[9]. Este acuerdo, que se firmó dentro del marco de la posición que adquirió EE.UU. como consecuencia de su desarrollo industrial y de haber expulsado a España de la región después de derrotarla militarmente y del debilitamiento relativo que había sufrido el Reino Unido en la guerra Boer y de la creciente amenaza de una guerra de gran escala en Europa[10]. Este acuerdo adquiriría una nueva dimensión en el año 1940 con el denominado Destroyers for Bases agreement cuando en apoyo a la situación crítica en que se encontraba el Reino Unido, EE.UU. sale de su condición de neutralidad para apoyarla abiertamente. A partir de allí el apoyo estadounidense, en la Segunda Guerra Mundial, fue tan decisivo que marcó el inicio del declive relativo británico, su inserción a la estructura del conflicto este-oeste y la adopción de una estrategia británica que se denominó “power by proxy”. En este marco fuerzas británicas se enfrentaron a unidades militares chinas en Corea, y, en menor escala, realizaron actividades de apoyo a las fuerzas anticomunistas en Vietnam y Afganistán, esta última, durante la invasión soviética. De igual forma participaron en la liberación de Kuwait, en la crisis yugoslava y la invasión de Irak del año 2003.

Con respecto al entendimiento anglo-soviético de 1984, es de mencionar que se produjo en el marco de recrudecimiento de la Guerra Fría. Este enfrentamiento indirecto tuvo tres focos importantes: la subversión en Centroamérica luego del triunfo de la revolución sandinista, la revolución islámica en Irán y la guerra de este último país con Irak y la resistencia a la invasión soviética en Afganistán. Si bien es cierto el incondicional apoyo que recibió el país europeo en la guerra de las Malvinas por parte de EE.UU., hay que tener presente que en el marco del enfrentamiento este-oeste el Reino Unido fue más objeto que sujeto de las relaciones internacionales. Este hecho fue muy patente en la década de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Por ello, la apuesta británica de liberalización de la economía tuvo como fin reformar el Estado para lograr recuperar un rol histórico en los escenarios geopolíticos globales. De ahí se circunscribe el entendimiento anglo-soviético. Para la clase dirigente británica había la necesidad de que la escalada de confrontación este-oeste no se saliera de control y de ahí la iniciativa que abrió el canal de comunicación que posibilitó la perestroika y el glasnost.

En relación con la entrega de Hong Kong a China, una vez que la clase dirigente británica se percató de que no iba a ser posible postergar la entrega del dominio buscaron adecuarse a las nuevas realidades. ¿Cuáles fueron esas nuevas realidades? En primer lugar, EE.UU. está en un declive relativo, a pesar de poseer grandes recursos y una alta capacidad productiva, que se ha acentuado por la dinámica de su política interna. Algo que Lea (1912/2008) observó de los anglosajones a principios del siglo XX. En EE.UU. han operado históricamente dos tendencias hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial: una hacia el aislamiento y la otra hacia el protagonismo global. Después de ese conflicto y de la Guerra Fría y una vez que se encontraron en una situación hegemónica que ha descrito muy bien Hardt y Negri (2004), es decir, una imperial clásica y otra que han denominado Imperio. La primera fue derrotada después de la invasión de Irak del año 2003, pero con el auge político de la candidatura populista de Trump pareciera cobrar nueva fuerza. La segunda que se ajusta más al partido demócrata ha sido incapaz de asumir un rol más decisivo en los asuntos globales y esta incapacidad parece haber detenido el proceso de cristalización de un mercado global, más conocido como globalización por la crisis financiera del año 2008 y los males que ha engendrado.

En segundo lugar, el ascenso de China se ha producido de una forma muy acelerada contando con recursos y capacidad productiva desafiando a sus países vecinos (a Japón por las islas Senkaku, a Filipinas, Vietnam, Indonesia por las islas Spratley y Parecel y, con Taiwán por la unificación del país) con el agravante de que las posesiones británicas en el Asia oriental prácticamente desaparecieron, no así sus intereses económicos. El poder que ha alcanzado ese país asiático le ha permitido extender sus intereses a todo el mundo. La forma en que han extendido sus intereses ha seguido varias vías que Qiao y Wang (1999) han descrito en su obra Unrestricted Warfare, pero siguiendo una estrategia que recuerda el juego de “GO”, es decir, ocupando espacios vacíos. Este proceder se explica porque ellos, aunque no descartan ningún tipo de acción militar, tienen la creencia de que sistémicamente ya hay una situación dada que es poco variable (en un mediano plazo) y en consecuencia apelan a aquellos elementos que forman parte del sistema cuyos ajustes en función de circunstancias que se presentan por la dinamicidad de las relaciones existentes, permiten provocar cambios a largo plazo, sin amenazar la estructura. En este contexto, Venezuela desde el año 1998 provocó un desequilibrio de alcance regional y desde el año 2012 se convirtió en un espacio vacío que ha sido llenado estratégicamente por la capacidad financiera china.

En tercer lugar, Rusia está jugando la misma posición central que jugó a inicios del siglo XX frente a Europa occidental y EE.UU., dentro de un contexto de rápida recuperación político-económica evidenciada en el resultado de la guerra en Chechenia, Georgia y el reciente conflicto en Ucrania. Este país euroasiático no ha seguido la línea estratégica china, más bien ha apelado a la política seguida por la antigua Unión Soviética a escala global aprovechando los desequilibrios producidos por la política estadounidense sobre todo en Irán, Libia y Siria y por el giro a la izquierda en Iberoamérica en la primera década del siglo XXI. En este contexto, Cuba y Nicaragua se han convertido nuevamente en importantes aliados estratégicos. Rusia, como se sabe, es un país con importantes recursos y una respetable capacidad productiva que le permite una apreciable capacidad de maniobra a escala global. En este marco, Venezuela ha hecho depender la casi totalidad de su capacidad defensiva a la tecnología rusa con la excepción de la capacidad de proyección de la infantería de marina que es de tecnología china pero sin una flota que haga factible esa capacidad de proyección. Este hecho permite afirmar que económicamente Venezuela está controlada por China y política y militarmente por Cuba y Rusia.

Y, en cuarto lugar, la Unión Europea no ha sido capaz de crear una política exterior[11] y militar común[12] y, como se evidencia en el presente, ni siquiera una política económica. Esto es debido a que hay una creciente percepción en esa Unión, sobretodo de los países más débiles (como Grecia, Portugal, España y Hungría)  de que Alemania ha logrado su estado de bienestar en perjuicio de sus intereses. Pero, Alemania está limitada militarmente. Aún mantiene fuerzas de ocupación británicas y estadounidense además de estar ubicada en el centro de Europa con lo cual está limitada su capacidad de proyección. De ahí el temor a un entendimiento germano-ruso. Italia, también afectada por la crisis, está empeñada en el mar Mediterráneo por lo que se capacidad de maniobra está reducida. Y Francia a pesar de poseer intereses globales no está en capacidad de competir con China, Rusia, EE.UU. y el Reino Unido (con Canadá y Australia), por lo que estaría obligada a coaligarse para poder jugar un papel relevante en esa estructura multipolar de cuatro polos[13]. En este contexto, Europa occidental tiene una baja capacidad de maniobra a pesar de poseer intereses globales. La posibilidad de obtener provecho de estos intereses está hoy débilmente resguardada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). De ahí que cada país de forma particular vele por sus intereses y que el objetivo de la organización, a pesar de haber realizado demostraciones de fuerza[14], se haya reducido a mantener su cohesión.

Con este statu quo en un estudio comparativo previo tratamos de visualizar un escenario tomando como referencia la campaña de Siracusa durante las Guerras del Peloponeso (Blanco, 2015). En ese análisis nos planteamos la posibilidad de repetición de una situación parecida considerando que la base del poder estadounidense la constituye su flota de guerra frente a dos países, Rusia y China, vistos como epirocracia. Apostar a la flota estadounidense para mantener el actual orden en transición a escala global, es apostar todo su poder en un medio, aunque este medio sea muy poderoso, porque si se considera que ese medio sustenta la confianza en el sistema económico, una fisura puede destruir la confianza, como aconteció con Atenas, acelerando su fin. En este contexto se circunscribe el Brexit.

El Brexit en sí mismo se explica por una ecuación que tiene entre sus elementos recursos, capacidad militar y voluntad. En este sentido, Lea (1912/2008) señaló en relación con el declive anglosajón la existencia de dos leyes que gobernarían en el futuro el estallido de conflictos decisivos. Estas son:

·      Cuando los recursos de una nación estaban en relación inversa a su poder militar, y la capacidad militar de su competidor es proporcional a las necesidades de sus intereses, el conflicto sobrevendrá cuando la decadencia militar de uno y las necesidades económicas del otro alcance un punto de equilibrio.

·      Cuando la explotación de los recursos naturales de una nación militarmente débil es prohibitivo para las naciones militarmente fuertes, el conflicto sobrevendrá cuando las necesidades económicas de los poderes militantes excedan sus recursos naturales propios.

Como estas leyes expresan en el presente como lo expresaron en el pasado la debilidad británica, la política exterior estadounidense ya no puede garantizar sus intereses globales frente a Rusos y Chinos y la Unión Europea mantiene su incapacidad de operar como conjunto en asuntos globales, el Reino Unido ha optado por el despliegue que le ofrece la Commonwealth y operar así desde esta entidad política en un nuevo tipo de relación. Esta es la principal tendencia. Falta convencer a la India para que forme parte de su nueva coalición. Claro esta se enfrenta a la posición que pueda asumir Escocia e Irlanda del Norte, pero la derrota del movimiento separatista escoceses, por el temor de perder su estado de bienestar, es un aspecto a tener en cuenta en esta nueva reconfiguración del globo.

El punto de apoyo sobre el cual se sustenta el Brexit es una estrecha relación del Reino Unido con China que orbita entorno al centro financiero que es Hong Kong. Con la crisis del 2008, el papel que jugó China para estabilizar la economía mundial en lo concerniente al sostenimiento de la confianza del dólar estadounidense y el rol que aun juega la libra esterlina como moneda de reserva a escala mundial han sido los elementos sobre los cuales la elite dirigente británica se está sustentando para convertirse en un punto de equilibrio en el juego de ajedrez mundial. ¿Cómo se podría presentar este juego? Eso va a depender de los resultados de las elecciones estadounidenses y de la fortaleza de la relación chino-británica. Si gana el partido republicano el Reino Unido va a inclinarse en su relación con China y aumentar la negociación con Rusia. Si gana el partido demócrata va a disponer de mayor capacidad de negociación internacional. Con respecto a la relación chino-británica, Lea (1912/2008) señaló que

“… the interdependence of China and the British Empire for the preservation of their political and territorial integrity in Asia that determines the natural character of their relationship”

Homer Lea habló, en el pasado, de una interrelación tierra y mar con respecto a China y el Reino Unido, pero hoy en día con el crecimiento del poder naval chino, la cosa parece diferente. De ahí que se pueda hablar, en la actualidad, de la apuesta británica en un nuevo tipo de relación donde el segundo pueda preservar sus intereses. El problema que se presenta, y es destacado por Lea es que la Commonwealth es una confederación, y ella en el año 1912 era vista como una expresión de debilidad quizás visualizando el resultado de la guerra de secesión estadounidense, pero ¿será igual hoy en día considerando, al menos, en el caso de Australia y Canadá que han participado en coaliciones militares de manera seriada? La historia reciente habla en favor de la confederación. Todo va a depender de que se desestabilicen de forma crítica regiones geopolíticas importantes. ¿Cuáles serían estas regiones? Principalmente Venezuela y el cercano Oriente. Ello se puede observar en el siguiente mapa del Admiraly Chart:


Como se observa, los puntos donde se interceptan tres líneas pueden ser vistos como los lugares de interés para el Reino Unido. Ahí se observa Venezuela. Teniendo esto presente, en el cercano Oriente ya hay una situación de guerra, en el extremo Oriente hay una fase de distensión que parece haberse interrumpido con la reciente decisión de la Corte Internacional de Justicia de la Haya de favorecer a Filipinas en su litigio marítimo con China[15] y, las tendencias globales actuales, donde el Brexit es un ejemplo emblemático apuntan, o parecieran apuntar, a una exacerbación de los antagonismos. Veamos cómo sería el impacto del Brexit en Venezuela desde una perspectiva geopolítica.

3.    Repercusiones para Venezuela

Como se sabe, nuestro país actualmente tiene una alta dependencia económica de China. Esta dependencia ha sido tan creciente que su última etapa la ha constituido la entrega en concesión de gran parte de lo que se denomina el  Arco Minero al país asiático. Un espacio donde se concentran minerales estratégicos para las finanzas internacionales (reservas de oro y diamante) y reservas de minerales estratégicos para la producción de energías basadas en combustibles no fósiles. No obstante, a pesar de la impensada cesión de soberanía que ha hecho la clase dirigente socialista y nacionalista venezolana, para los chinos, Venezuela está aún muy lejos desde una perspectiva geográfica para que los chinos piensen en la defensa de sus intereses. Si bien, Rusia pudiera operar desde Cuba para defender los intereses chino, los rusos están más cerca que los chinos, pero todavía muy lejos. El Commonwealth, en cambio, está muy cerca. El juego global que está buscando el Reino Unido, contrariamente a lo que se ha afirmado, persigue operar con una relativa libertad de maniobra para mediar entre los intereses de las principales potencias en pugna en escenarios de confrontación críticos.

La entente chino-británica afecta intereses venezolanos en relación con el territorio Esequibo y ahora el Arco-Minero. El Reino Unido no reconoce la soberanía venezolana en importantes espacios marítimos en el mar Caribe y en el océano Atlántico y geo-históricamente intentó penetrar al hinterland venezolano tomando como referente el río Orinoco. Por otra parte, hasta el año 2000 EE.UU. no cuestionaba la soberanía venezolana sobre los territorios que asumimos como nuestro al contrario que Cuba que si apoyó al régimen guyanés durante la confrontación este-oeste. Cuba y el Reino Unido han coincidido en intereses comunes con respecto a Guyana, pero no es una alianza sólida. Es solida mientras los cubanos estén en Venezuela y eso va a cambiar. El problema Esequibo va a seguir por el interés de empresas internacionales provenientes de Canadá, China y EE.UU. de operar en el Atlántico Meridional venezolano. Pero queda pendiente el caso chino. La clase dirigente venezolana para evitar una mayor dependencia del Fondo Monetario Internacional recurrió a la ayuda china. Gracias a esta acción, los chinos comenzaron a ocupar espacios políticos vacíos dejados por EE.UU. y la dirigencia del país[16].

En lo que respecta a Venezuela, el espacio vacío lo comenzaron a llenar los chinos cuando la clase dirigente socialista venezolana se comenzó a ver en la necesidad de endeudarse y entregar concesiones petroleras y mineras, para mantenerse en el poder. Desde esta perspectiva Venezuela se convirtió en un objeto intercambiable de intereses globales, debido a que ha perdido gran parte del control de los recursos del país. China, en este contexto, busca controlar los precios de recursos estratégicos a escala global dentro de un contexto monopólico.

El espacio vacío llenado por los chinos gracias al endeudamiento venezolano ha generado una debilidad para China. Esta debilidad no es crítica para el país asiático debido a que el principal producto de exportación venezolano a China, es decir, el petróleo no es significativo en relación con otros suplidores al país asiático (Jones, 2014) como se evidencia en el siguiente cuadro:


Más bien, se observa que la dependencia china de las líneas de comunicaciones marítimas tiene un talón de Aquiles representado por el estrecho de Malaca, un espacio controlado por el Reino Unido. Y las riquezas del Arco Minero en sí aún se encuentran en una fase potencial aunque creemos que el interés chino no está representado en la necesidad de explotar los recursos allí existentes debido a que los producen en su propio territorio. El interés chino está en su necesidad de controlar, como ya indicamos, los precios a escala mundial en condiciones monopólicas y de ejercer poder en aquellos países que carecen de esos recursos y lo necesitan para mantener su desarrollo industrial[17]. Esto constituye una oportunidad para el Reino Unido, debido a que ese espacio coincide con las líneas del Admiralty charts a pesar de encontrarnos en un contexto de gran incertidumbre. Y a su vez constituye un fraude que se está generando por el desconocimiento de la clase dirigente venezolana de la geopolítica mundial. Esto merece una aclaración. La política de la clase dirigente venezolana ha obedecido a pautas establecidas por el Foro de São Paulo, no ha obedecido a necesidades de los venezolanos sino a lo que ellos han determinado acerca de las necesidades de los venezolanos. Ahí está el problema. La ingenuidad de la clase dirigente venezolana soportada por el resentimiento ha sido directamente proporcional a sus intereses personales. Esa ha sido la gran obra cubana: alimentar el resentimiento de unos individuos que, en nuestro territorio, heredaron las consecuencias del conflicto este-oeste para el beneficio de la clase dirigente isleña. La clase dirigente socialista actual luchó contra la división internacional del trabajo que puso al país como proveedor de materias primas y con las concesiones dadas en el Arco Minero cayeron en su propia contradicción. Su propósito no ha sido el beneficio de los venezolanos sino mantenerse en el poder en función de dar continuidad a un proyecto político cubano fracasado en la propia isla caribeña y que ha servido para que unos estafadores de su propio pueblo se mantengan en el poder. A continuación se presenta imagen publicada por VTV


Esta realidad permite afirmar que en un proceso de negociación de los cuatro polos de poder mundial teniendo a Venezuela como objeto, como ocurrió en el año 1903, podría darse un escenario donde el Reino Unido medie en la representación de los intereses chinos en nuestro país. El fundamento para el reconocimiento estadounidense de este hecho lo constituiría la repetición parecida de las circunstancias que generaron las condiciones que permitieron el acuerdo Hay-Paucefote. El otro lado de la balanza lo constituyen Rusia y Cuba. Estos dos países, y en especial el segundo, son los que tienen el control político de Venezuela, pero mientras Rusia tiene capacidad de maniobra, Cuba no. ¿Qué deberían hacer los venezolanos?

Si los venezolanos hemos llegado hasta aquí resistiendo los embates de políticas mezquinas significa que hemos tenido entereza, constancia, valor e inteligencia. Falta orientar estas virtudes para construir un proyecto político que aleje las mezquindades y el resentimiento. Si todos podemos beneficiarnos de las bondades del país ¿por qué alguien debe determinar lo que es bueno para cada quién? En todo caso la principal función de una comunidad política es proveer los mecanismos para que el conjunto de los miembros que la conforman puedan determinar qué es lo más útil para lograr su propio beneficio dentro de un contexto de comunidad. Si todos los venezolanos llegásemos a comportarnos siguiendo este criterio, no sólo podríamos recuperar el país, sino también nos colocaríamos en las condiciones de salir airosos frente a la tenaza representada por la acción de esos cuatro polos de poder que nos han cercado. No es un tema de esperar la llegada de un líder. El costo de esa espera lo hemos vivido en estos últimos dieciséis años. Sólo hace falta pensar en Venezuela para que se autoconstituya una organización aplanada donde cada quien se ubique en el lugar dónde pueda ser más útil y remar hacia la misma dirección de forma armónica para maximizar el resultado representado en un beneficio común con un mínimo esfuerzo.  

Así pues, la principal repercusión para Venezuela del Brexit es que el país va a tener que encarar la acción política de cuatro polos de poder global que van a usar la dinámica fluctuante de los cambios que acontecen a escala global para su propio beneficio. Quedará para los venezolanos provocar una punto de equilibrio que permita mediante la invocación de la autodeterminación preservar lo que para nosotros ha sido lo más preciado: el bienestar y el progreso.

4.    Reflexión final: el día de los anglosajones.

Contrariamente a lo indicado por Homer Lea, hace un poco más de un siglo, creemos que los anglosajones hoy día están haciendo su apuesta final de supervivencia como potencia hegemónica. Es posible que se hayan adormecido a finales del siglo XIX, pero despertaron no con el fragor de las guerras del siglo XX, sino por la impotencia de no poder realizar lo que más le apetecía desde el punto de vista geopolítico. Los primeros síntomas de esa incapacidad se presentaron primeramente con el tema de la Guayana Esequiba y posteriormente con el Tratado del Golfo de Paria y el protocolo de Puerto España, pero con la dinámica de acontecimientos actuales es posible que se hayan propuesto alcanzar aquello que tuvieron que renunciar a finales del siglo XIX en relación con Venezuela.

En todo caso, en esta multipolaridad de cuatro potencias, quedará para los venezolanos abducir un punto de equilibrio que nos beneficie a todos alejando, con ello, el conflicto.

Bibliografía consultada.

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BLANCO, E. (2016). Ontología de la Guerra. Crítica al concepto de Resistencia en las obras de Hardt y Negri. Caracas. UCV-FHE. Tesis doctoral. 452 p

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COHEN, S. B. (1980). Geografía y Política en un Mundo Dividido. Madrid. Ediciones Ejército. 476 p.

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HARDT, M y NEGRI, A. (2004). Multitude: War and Democracy in the Age of Empire. New York. Penguin Press. Edición en Castellano: Madrid. Editorial Random Hause Mondadori. 462 p

JONES, B. (2014). “Despite Growing Energy Independence, U.S. Cannot Escape Global Risks”. Washington. The Brookings Institution. [Documento en Línea]. Disponible: http://www.brookings.edu/blogs/planetpolicy/posts/2014/05/27-energy-independence-us-global-risks-jones

LEA, H. (1912/2008). The Day of the Saxon. New York. Harper and Brothers Publishers. 280 p.

PERLEZ, J. (2016).La Haya rechaza reclamos de Pekín sobre el mar de China Meridional”. New York. The New York Times. [Documento en Línea]. Disponible: http://www.nytimes.com/es/2016/07/12/la-haya-rechaza-reclamos-de-pekin-sobre-el-mar-de-china-meridional/?smid=tw-espanol&smtyp=cur

QIAO, L & WANG, X. (1999). Unrestricted Warfare. [Documento en línea]. Beijing: PLA Literature and Arts Publishing House. Disponible: http://www.cryptome.org/cuw.htm. [Consulta: 13FEB2002].


[1] Lea (1912/2008) expresó que “The security of Australasia rests entirely upon one condition — the integrity and continuance of the British Empire. Concomitant with its defeat and disintegration Saxon dominion in the south Pacific comes to an end. As we have seen that even if Canada should become independent …, the Empire might continue; but with the loss of India… the Empire is shattered and Saxon Australasia will at that time, or in the final political and military readjustment of the Pacific, pass under the tenure of another race”. Como se sabe, a pesar de la perdida de la India, los británicos pudieron mantener la unidad de la comunidad, pero fue gracias al apoyo que le brindó EE.UU. a la defensa de Australia durante la Segunda Guerra Mundial. Esta defensa fue sólo posible porque fue naval y esa cultura naval es la que los australianos han desarrollado efectivamente.
[2] Lea, de igual forma afirmó: “Canada is in an embryonic sense an United States without its revolution or republicanism” (1912/2008).
[3] Iberoamérica en general logró mantenerse al margen del conflicto con la excepción de Brasil quien le declaró la guerra a los aliados. Venezuela, Argentina, Chile y Uruguay fueron los únicos países que lograron mantener su neutralidad durante toda la guerra.
[4] En este sentido afirmó: “When we consider that characteristic now so predominant in the nations of the Anglo-Saxon race, of allowing individual wants to take precedence over the vital interests of national existence, we find in it Levery source of militant immobility and decay” (Ibíd.:08).
[5] De igual forma es de mencionar, que ese país contó con los recursos mineros y energético suramericano durante toda la guerra. Ver al respecto: Farage (2011).
[6] Ello se evidencia en el hecho que, entre las primeras medidas que ha adoptado el repuesto presidente turco están la destitución de más de 2500 jueces y la purga de las fuerzas armadas.
[7] Además de Francia que históricamente y aun hoy en día juega un papel global, se pueden incluir otros países que aspiran a jugar ese mismo rol. Ellos son: Brasil, India, Japón, Italia, Alemania y las dos Coreas. Brasil es el país más débil de ese grupo, para alcanzar sus pretensiones requiere del apoyo suramericano, pero en los actuales momentos es difícil por su alineación política.
[8] A pesar de que India se independizó del Reino Unido, su no alineamiento pone un halo de incertidumbre a su política. De igual manera algo similar sucede con Pakistán y Bangladés, pero en el caso de estos dos países por las tensiones que padecen por el islam militante. Lea (1912/2008) argumentó que el más grave error del Reino Unido fue su ignorancia de la India debido a que “Only because India is British are the Mediterranean and Red seas, Malta, Cyprus, Egypt, the Suez, and coasts of Asia Minor under Saxon sovereignty. For the same reason Africa is principally British as well as Mauritius, Seychelles, and other islands of the Indian Ocean together with Burma, the Straits Settlements, Hong kong, New Zealand, and Australia”.
[10] Dentro de este marco fue que se produjo el Tratado de Paris que significó la pérdida de la Guayana Esequiba; el apoyo venezolano a la independencia de Cuba y el laudo arbitral de Madrid que significó para el país de importantes espacios frente a Colombia y; el bloqueo ítalo-germano-británico del año 1903.
[11] Ello se observa en el caso de la crisis de los refugiados.
[12] Ver también al respecto: Blanco (2010).
[13] Japón se encuentra en una situación similar a la francesa, al igual de otros países como India, Corea del Sur y Brasil. En este sentido, Cambeses ha insistido en la unión iberoamericana. Al efecto ha señalado que “Certamente não haverá um projeto histórico mais ou menos autônomo para a América Latina, neste alvorecer do terceiro milênio, sem unidade e coesão dos Estados-Membros. Ademais, é urgente e imprescindível que transformemos a integração latino-americana em um imperativo geopolítico, se desejamos deixar de ser considerados exóticos e marginais espectadores no cenário internacional”.
[14] Un ejemplo de ello lo constituyó la operación Join Caribbean Lion conducida por el Reino de los Países Bajos y realizada frente a aguas venezolanas en el año 2006.
[15] Ver al respecto: Perlez (2016).
[16] Como para un socialista, toda actividad humana es política, aquí lo político incluye lo económico.
[17] China utilizó la producción de minerales Tierras Raras para coaccionar a Japón por la disputa por las islas Senkaku.

domingo, 19 de junio de 2016

LA RACIONALIDAD EN ACUDIR A LA GUERRA


 


Generalmente, cuando se piensa en la racionalidad para acudir a la guerra se tiene en mente a Clausewitz, pero por tratarse de racionalidad es mejor observar este tema precisando qué vamos a entender por racionalidad. A tal efecto vamos a considerar esta como la acción racional con respecto a fines que implica valernos de los valores veritativos de verdad, método y justificación[2]. Estos valores de naturaleza eminentemente cartesiana persiguieron alcanzar seguridad, certeza que justificara aseveraciones, es decir, hacer que un objeto que tiene un significado para nosotros sea un objeto cierto para todos. La racionalización consecuentemente, corresponde a la ampliación de los criterios de racionalidad.

La verdad pareciera estar relacionada con la certeza, la creencia de que la guerra es un estado / acto que permite en cualquier caso deliberadamente calculado alcanzar fines específicos en sentido clausewitziano. El método es el que permite llevar las ideas a la acción, adecuando medios a fines alcanzar la certeza esperada. Esto es lo que en principio puede ser entendido como estrategia. La justificación es lo que permitió validar el acto de guerra desde el punto de vista cualitativo, pero que hoy pareciera revestir un carácter ético-moral. Es más o menos remontar la historia de este concepto desde Santo Tomás de Aquino y Baltasar Ayala hasta John Rawls.  

La guerra en este contexto es una mediación, es el estado a través del cual se decide pasar para alcanzar el fin que se haya establecido, por lo cual se puede afirmar que la guerra es un estado y un acto equiparable al concepto de seguridad, más aún si se considera que para algunos países la seguridad está centrada en la defensa.

Esta idea del estado y del acto no es original, fue enunciada por Hobbes, padre del contractualismo político y la importancia de su mención radica en el hecho que logra justificar el estado de guerra o mejor dicho el estado de la naturaleza eliminando el estado de guerra entre los hombres mediante una ficción basada en la cesión del derecho natural de cada ser para perseverar en su propia existencia, permitiendo explicar el estado de guerra interestatal. Pero la idea de estado remite a la idea de cambio, porque lo que se persigue es un cambio de estado, es decir, tal como decía el general Fuller (1984) “el fin de la guerra es una paz ventajosa”.

El otro aspecto que es conveniente tomar de Hobbes (1651/1989) es la noción de temporalidad presente en su concepto de guerra. Al afirmar que la guerra no consiste solamente en el acto de luchar sino que es un periodo en que la voluntad de confrontación violenta es suficientemente declarada, está afirmando que la única forma de paz es contractual y el hecho que no se combata no significa que se esté en paz.

Consecuentemente, cuando se decide racionalmente asumir la mediación de la guerra para obtener fines, lo que se está buscando es intervenir el tiempo para producir el cambio de estado de manera más rápida. La guerra contiene el cambio y al contener lo que es y lo que será en términos de objetivación lo que se está buscando incluir la contradicción en un proceso diseñado sistémicamente. La guerra como un estado contiene la contradicción, la oposición, la diferencia. Por este motivo el profesor Frischknechst (1995) afirmó que el proceso estratégico es un proceso de ensayo y error. La explicación es que la lógica de la guerra es la política y la única manera de entender la racionalidad en acudir en la guerra es partiendo de una abstracción que como se demostrará parte de lo que Kant entendía como realidad esencial (wirklichkeit). Clausewitz (1832/1989) que entendió esto hizo la distinción entre guerras reales e ideales para poder sustentar el marco conceptual de su obra[3].

La oposición, la diferencia que aquí se refiere no sólo abarca a los bandos oponentes, también está presente en un mismo bando y en los propios individuos debido a que lo que está subyacente es la idea de cambio y la velocidad e intensidad en que se quiere hacerlo. La paradoja es que mientras a este estado nosotros lo llamamos guerra, conflicto, etc., por la idea de la separación los romanos a estas ideas le daban otro sentido: la mismidad. El conflicto es lo mismo porque contiene la diferencia que está en un individuo, una comunidad y entre comunidades.

Entonces interpretar el concepto de guerra o conflicto desde la mismidad sería entonces como considerar la paz como una forma de entender el conflicto, el cambio y no la negación de estos procesos. La guerra sería como un cambio que se produce y se percibe de manera más acelerada y su percepción coloca a esta en el plano de la conciencia. De estas interpretaciones nacen las creencias y el escepticismo que de estas se derivan. Partiendo de estas premisas vamos a examinar la racionalidad para acudir a la guerra partiendo de los valores veritativos para constatar su consistencia y demostrar así que esta racionalidad está limitada no por el acto en si mismo sino por el escepticismo que esta mediación ha producido. Para ello empezaremos por el método debido a que este evidencia el sentido de intencionalidad, la verdad o la certeza de alcanzar aquello que se ha deseado pasional o racionalmente y por la justificación.

El MÉTODO


Con respecto al método podemos afirmar que Jean Guitton (1972) realizó un libro que se llama el Pensamiento y la Guerra una recopilación de Conferencias dictadas en la Escuela Superior de Guerra en Francia. En estas sus reflexiones indicaba el cambio radical que estaba sufriendo el fenómeno guerra por efectos de la disuasión Nuclear. El cambio a que se refería implicaba el traslado de la guerra a un campo muy poco conocido: la Mente, la conciencia. La pregunta ahora es saber si ese cambio realmente se ha producido. Creo que desde el punto de vista humano no se ha operado un cambio, más bien se ha reconocido que ha cambiado el campo de batalla.

Desde la conciencia es que se produjeron estos conceptos de método, verdad y justificación. Desde la perspectiva metodológica, hay un proceso de pensamiento para determinar un objetivo y cómo alcanzarlo y hay un proceso de pensamiento y acción en el proceso de alcanzar lo que se ha determinado. Estos dos procesos son conocidos como ‘estrategia’ (στρατηγία), es decir, es una actividad relacionada con el conductor en la guerra y ha sido asociada con las expresiones engaño, astucia y maniobra militar. Este paso del ser-estratégico a la actividad estratégica hizo que esta actividad pudiese ser objetivada, es decir, racionalizada y como tal estudiada en tanto que actividad y en tanto que posibilidad de ser adquirida la capacidad para ejecutar esta actividad, con un fin determinado. La táctica (τακτική), consecuentemente, refiere, entre otras cosas, ‘arte que enseña a poner en orden las cosas’, ‘procedimiento para ejecutar una acción o conseguir un objetivo’, ‘habilidad o tacto para aplicar ese procedimiento’, ‘arte de disponer y mover, para el combate, los elementos bélicos, según los planes de la estrategia’.

Con esta diferenciación nos planteamos los interrogantes: ¿Qué es pensar estratégicamente?, ¿hay una diferencia sustantiva entre estrategia y táctica desde el punto de vista metodológico? En el campo de la estrategia está subyacente la relación pensar-hacer, es decir, la adecuación medios-fines en donde la racionalidad está en los medios y en los fines. Por ello, vamos a examinar qué se entiende cuando se menciona la palabra ‘estrategia’, porque para unos es considerada como una ciencia y para otros un arte.

Como ciencia la estrategia entendida ontológicamente pareciera ser un proceso de llevar las ideas a la acción tal como lo expresan Frischknecht y otros pensadores.  Pero digo ciencia entendida ontológicamente porque desde el punto de vista etimológico, episteme (ἐπιστήμη), denotaba conocimiento. Así pues, conocimiento puede ser entendido en este caso como el saber que, en un espíritu eminentemente Kantiano, permite la adecuación de medios a fines para hacer y alcanzar algo.

Cuando nos referimos a Kant (1781/1993) lo primero que viene a la mente son los juicios sintéticos a priori, las hipótesis, los pronósticos, las proyecciones etc. También la razón práctica en la voluntad (1788/2003) y la facultad de juzgar entendida desde una perspectiva teleológica (1790/2005). Tanto la razón pura como la razón práctica se expresan en el lenguaje. Cuando estamos hablando de lenguaje estamos hablando de estructuras lógicas.  De la lógica del Primer Orden del lenguaje científico, que se ha extendido mediante un proceso paulatino y sostenido de racionalización que ha abarcado el quehacer estratégico, al Campo de Ares.

La estrategia en términos epistémicos se basa en esta estructura del lenguaje. Con ello se puede afirmar que cuando hablamos de la estrategia, estamos hablando de algo que es predecible no desde las perspectivas del pensar y del hacer  sino de la perspectiva  del pensar mismo. Estamos hablando de un proceso deductivo donde solo están interviniendo como factores variables la voluntad y el tiempo. Esta afirmación es sostenida no sólo por el hecho que estamos viviendo en un contexto globalizador signado en la racionalidad, la sociedad de la información, sino por el tipo de enfrentamiento que hoy en día estamos presenciando. La voluntad es entendida en el sentido clausewitziano del término y el tiempo no es entendido en sentido aristotélico únicamente, puesto que este con la técnica ha sido Racionalizado, más bien el tiempo se está entendiendo dentro de la misma estructura del ser que ha hecho que la conciencia se haya convertido en un campo de batalla.

Esta manera de pensar racional es producto de un proceso sistemático de racionalización iniciado por Hobbes, Descartes y Kant que pareciera hoy día estar encontrando resistencia desde el punto de vista político[4]. De ahí la importancia del pensamiento de Spinoza, Bergson y Heidegger quienes le han dado al concepto de tiempo otra connotación y le ha permitido a otros autores como Deleuze y Guattari y Negri pensar la guerra desde otra perspectiva[5]. La base lógica de esta racionalización la estableció Alfred Tarski al afirmar que A=A Û A=A con lo cual se fundamentó un criterio de verdad en las ciencias[6]. Contemporáneamente con este autor, Kurt Gödel estableció un teorema  que indicaba  que el universo de la verdad es superior a la capacidad de nosotros para aprehenderla tanto desde las perspectivas de la razón pura como de la razón práctica (Omnès, 1995)[7].

 Así pues, la estrategia se atiene a un método, es decir, a una τεχνη (technē) que indica cómo se debe pensar así como existe una técnica para el hacer. Si la técnica se condiciona a los medios cualquier acción pensada puede ser predicha. Este condicionamiento opera también desde el punto de vista moral. En la actualidad la limitación orbita en torno a la defensa de los derechos humanos y si se considera desde una manera más extendida a la sujeción a lo que se conoce como derecho de la guerra o derecho humanitario bélico, se puede observar las normas en otro ángulo de acción política.

Desde la perspectiva de la facultad de juzgar teleológica también existe una sujeción si se considera que el juzgar a priori como posibilitador de una capacidad creativa innata está condicionado a modelos reales e ideales preconfigurados dentro de una realidad determinada[8]. De ahí la necesidad de salir de estos marcos de racionalidad como un modo de pensar y hacer que eventualmente permita crear nuevas formas de racionalidad.

Originalmente nosotros hablamos de A=A es decir, estrategia es el arte concebir, estrategia es cualquier secuencia meditada con anticipación de decisiones puntuales que trae un propósito especificado etc., o sea estrategia es estrategia si solo si estrategia es estrategia, pero fíjense en estas definiciones se observan diferencias ¿A qué obedecen estas diferencias? Podríamos afirmar que a la estructura de acción de cada individuo, de cada grupo y de cada Estado basada en costumbre. Esta acotación en el contexto actual signado por la Guerra contra el Terrorismo, es decir, un conflicto global donde los Estados le hacen la guerra a individuos que pueden amenazar el orden global, indica que se ha producido un solapamiento de los conceptos de estrategia y táctica desde el mismo momento que un individuo puede causar un daño similar al que puede realizar un Estado. Si un grupo de individuos se asocian en una estructura política diferente a un Estado podríamos afirmar la existencia de una forma de producción de conocimientos basada en la cooperación. Esta cooperación apunta a la estructuración de organizaciones inteligentes. Esto es lo que se podría denominar epistemología social. La epistemología social es una forma de saber de alcance grupal que preserva la individualidad y fomenta la cooperación[9]. Ello explica el concepto de enjambre desarrollado a partir de la tesis de Arquilla y Ronfeldt (2000) realizado por Hardt y Negri (2004)[10]. Esta estructura de acción es un pensar-hacer individual-colectivo que siendo idénticos contienen diferencias, que como vimos históricamente se han sintetizados en un proceso de racionalización, es decir, se ha tomado lo que identifica y se ha desechado la diferencia y lo que identifica es lo que nos ha hecho “Racionales” o mejor dicho predecibles, por lo que el conflicto se está presentando entre dos formas de racionalidad: una convencional determinada por la racionalidad construida en la modernidad y otra que es vista como caótica.

En estas circunstancias, el cálculo o sea la adecuación o el paso de las ideas a la acción son elementos inherentes a la lógica formal y estas según Gödel sólo nos dice una parte de la realidad determinada por la forma de racionalidad antes indicada. Lo que está más allá es el modo como se está realizando la guerra hoy en día. Con ello se quiere afirmar que lo que ha ocurrido es una ruptura epistemológica y praxeológica puesto que la realidad nos esta desbordando. Sólo basta reflexionar acerca de la denominada Guerra contra el Terrorismo.

JUSTIFICACIÓN

Desde el punto de vista de la justificación, la guerra se topó desde inicios de la edad media con el concepto de “guerra justa” gracias al pensamiento de San Agustín. Este fue un intento por justificar o legitimar algo que no fue un bien en si, pero necesario para la conquista y colonización violenta que se realizó en la edad media y la edad moderna. Posteriormente, Tomás de Aquino estableció que los requisitos para que una guerra sea declarada justa son: un fin puramente pacífico sin odios ni ambiciones, causa justa, declaración de guerra por autoridad legítima, y prohibición de toda mentira. Pero como este concepto no aclaraba que era lo que se consideraba una guerra justa, fue necesario establecer otro que evitara pronunciarse sobre la difícil cuestión de saber quién tenía la razón en la guerra (blanco, 2016). La primera aproximación sobre este asunto la hizo Baltasar Ayala quien consiguió diferenciar entre las guerras que corresponden a la confrontación entre dos Estados soberanos calificados cada uno de ellos de "iustus hosti" y las "guerras civiles" y "demás persecuciones penales y supresión de bandidos, rebeldes y piratas"[11]. El uso de la palabra "justo" en el sentido de la "guerra justa" fue entendido entonces como "ajustado a la forma". Por esta razón, este pensador español expresó lo siguiente:

a)    “la guerra en el sentido justo” hay que desviarla de la justicia material, de la causa justa, hacia “las cualidades formales de una guerra jurídico pública, es decir, interestatales”. Es esta la cuestión fundamental: “la guerra ha de ser pública en ambos lados”. No puede admitirse las “guerras privadas” (ámbito en el que tendría cabida los “principios éticos” de negación de las “guerras”).
b)    “la guerra justa” es la que se produce entre “enemigos justos”. Y "enemigo" es el iustus hostis, el soberano estatal en paridad e igualdad con el estado beligerante, aunque éste no tenga "causa justa" para la guerra, en el sentido moral, ya que se cumple sencillamente con ser un “estado soberano”.
c)    la decisión sobre "si existe o no una causa justa le corresponde exclusivamente a cada soberano estatal".

Estos conceptos emitidos por Baltasar Ayala formaron partes del orden instituido en Westfalia, pasando a ser principios de derecho internacional. Pero hay que adelantar que estos principios hoy en día están en cuestión porque esta justicia no está dada por la cualidad sino por la capacidad en hacer la guerra. de ahí que hayan resurgido las guerras privadas.

Para dar mayor complejidad a lo antes indicado, varios siglos después Kant (1797/2008) introdujo involuntariamente la categoría política del "enemigo injusto" rompiendo con ello la "igualdad formal" entre Estados beligerantes.  Este pensador alemán entendió lo "justo" como "moralmente" bueno, y lo "injusto" como "malo". Esta calificación no contribuyó a una paz perpetua como en su momento propuso (1795/2002)[12], sino a un perpetuo estado de la naturaleza interestatal tal como pareciera evidenciarse hoy en día. En este sentido, él posibilitó la introducción de las "guerras" contra un "enemigo" que es considerado peor que un "criminal" dando lugar a la posibilidad de desatar conflictos por causas morales con las complicaciones que lo moral trae consigo.

Las instituciones creadas luego de 1945 incluyendo la arquitectura normativa de los DD.HH. pareciera haber generado las condiciones para hablar de una moral internacional en statu nascendi y se dice pareciera porque los que efectivamente ha sucedido es que esta estructura aun responde a una forma de dominación producto del proceso de racionalización de Occidente que ha evolucionado desde la Paz de Westfalia en el año 1648 y que hoy día ha seguido su curso a pesar de la crisis de legitimidad que hoy sufre dicho proceso en todos los ámbitos del quehacer humano.

Al tener los DD.HH. un carácter universal, su defensa pareciera adquirir un carácter globalizante, racionalizador, no sólo en el sentido que el acto de defensa en si se puede realizar en nombre de la humanidad en cualquier parte del globo, sino que también esta defensa se puede realizar por cualquier humano. Al defender DD.HH. en esencia se está defendiendo a un Ser que es expresión de humanidad, y esta defensa pareciera justificar un acto racional de guerra. Esto pareciera ser la esencia de la propuesta política de autores contemporáneos como J. Rawls y M. Walzer. Las obras de estos autores buscan justificar la actual política exterior estadounidense, desde una perspectiva moral, aún cuando hoy día todavía se hace difícil hablar de una moral internacional a no ser que sea sólo desde una perspectiva contractual, de ahí la vigencia de tesis de Hobbes y Kant.

Rawls (1999) afirmó que “si los crimenes contra los derechos humanos son de relevancia excepcional y la sociedad permanece insensible a la imposición de sanciones,  una intervención armada en defensa de los derechos humanos resultaría aceptable y eventualmente necesaria”. Con ello se reconoce la existencia de “enemigos injustos” en las relaciones internacionales, se acepta que la violación de derechos humanos son un casus belli y se legitima la ingerencia en otros Estados en caso de violaciones graves de los derechos humanos. El enemigo injusto, en este contexto, lo constituiría la clase dirigente de un Estado fuera de Ley que se resiste a aceptar las pautas establecidas por la razón, o sea por el contrato social al cual se ha adherido desde el punto de vista interno y externo. Walzer (2011) yendo más allá ha afirmado que una intervención militar podría realizarse, como un acto humanitario realizado de forma caritativa para ayudar a la población de un país afectada por los abusos de un regimen tiránico. Esta caridad estaría condicionada a unos principios a ser aplicados como aceptar la autodeterminación, ser realizada a pedido de una población indefensa y no ofender la dignidad de la población. Aunque reconoce el autor que es sólo una propuesta que debe ser revisada, esta sirve para explicar la intervención en Libia aunque no sus consecuencias[13].

Las tesis contractualistas en cierta forma buscan sostener el orden westfaliano para que los cambios produzcan racionalmente “una paz ventajosa”, sobre todo para los defensores de dicho orden. De ahí el porque hoy día se ha logrado una legislación antiterrorista en el marco de la ONU y las operaciones militares de EE.UU. y sus aliados pueden ser entendidas desde una perspectiva policial a escala global. La paradoja que se presenta es que ésta es una manera de continuar el proceso racionalizador con otros medios quebrando las pautas del Estado racional westfaliano recurriéndose sólo a la guerra en caso de que se encuentre resistencia a este proceso. Los intentos de democratización en Irak, Afganistán, Libia y Siria son algunos ejemplos a tener en consideración.

Al plantearse la guerra desde una perspectiva moral-racional, dentro de un contexto signado por la denominada globalización, hemos entrado en un nuevo estado de la naturaleza donde están en juego las diversas perspectivas de lo que se entiende por moral, es decir, por vida buena y la reflexión de lo que se entiende por ella. En estas circunstancias desde la estructura westfaliana pasa a ser malo todo aquello que no se corresponda con esa visión particular occidental del mundo, siendo susceptible de ser suprimido, aniquilado o subyugado. Es lo que Clausewitz denominó Guerras Ideales. Dentro de este marco entran los movimientos antiwestfalianos islámicos y marxistas actualmente activos en el mundo.

Clausewitz caracterizó a las guerras como reales (las que hacían los príncipes) e ideales (las de la revolución y el imperio). Estas últimas para él han sido rarezas en la historia, pero las ideologías parecieran haber convertido a las guerras ideales en reales y vigentes: Lázaro Carnot, Lenin y Mao Zedong pueden dar fe de ello, así como la racionalidad entendida como visión del mundo que de ellos ha surgido. Esta realidad permite afirmar, en primer lugar, que las guerras que orbitan en torno al cuestionamiento o no del orden westfaliano están planteadas en términos absolutos y, en segundo lugar, que las guerras que ocurren dentro de la esfera de influencia de Occidente son civiles o policiales.

La racionalización basada en la adecuación medios-fines debe ser entonces entendida como un proceso revolucionario si se entiende que persigue revertir el orden westfaliano, pero en este contexto es muy difícil justificar racionalmente un acto de guerra cuando la racionalidad, entendida como ciencia y técnica, ha pasado a ser un fin en si misma. Un fin que puede justificar una guerra contra el mal solo para implantar una única manera de ver el mundo. Esta es la naturaleza de la crisis que estamos viviendo: aceptar o no una verdad que proviene desde afuera.

VERDAD

La certeza puede ser visualizada desde dos puntos de vista convergentes: primero, la creencia de que el uso de la fuerza puede ser el camino para la obtención de un fin y segundo que la certeza de que si adecuo medios a fines, si se pasa ideas preconcebidas a la acción, podríamos alcanzar el objeto que nos hayamos propuestos por intermedio de esa mediación, es decir, una paz ventajosa. En este sentido se puede afirmar que no hay ninguna diferencia entre objeto y creencia cuando se define un objeto a ser conocido o alcanzado en base a la creencia y la fe de que se puede conocer o alcanzar. La diferencia está en el método que define el objeto y en la fe en que este puede servir para alcanzar el fin propuesto (Blanco, 2016).

Teniendo esto presente, al haberse prohibido el uso de la fuerza como un medio para alcanzar fines en el ámbito internacional el problema de seguridad para una entidad política queda circunscrito a la defensa: de establecer de QUÉ (que implica los medios disponibles para la guerra) y de QUIÉN. Por citar un ejemplo, el concepto de defensa de EE.UU. pasó del quién al qué y ese paso que expresa un supremo acto de racionalidad muestra también una pretensión: todos somos sus potenciales enemigos si nos ajustamos a un patrón “no-racional”. Esto es lo que Deleuze y Guattari (1991/2005) señalan como establecimiento de un plano de referencia. También, como hemos indicado gracias al Teorema de Gödel, señala las limitaciones del método científico aplicado a la guerra y la política.

El QUÉ muestra la realidad como dato y como proceso. El QUÉ nos dice el carácter existencial de la guerra y su posibilidad. El fundamento de esa racionalidad nos lo expresó, por una parte, el General Moshe Dayan: “no seremos los primeros, pero tampoco los últimos en usar armas nucleares”. Dicho de otras maneras, si vamos a morir, vamos a morir todos. Por otra parte, Qiao y Wang (1999) en su obra Unrestricted Warfare señalaron que en un contexto existencial era inútil hacer la guerra dentro de un marco de racionalidad debido a que la relación recíproca se circunscribe a escalar en el empleo de la fuerza hasta llegar a la guerra absoluta en sentido clausewitziano y por ende existencial. Por ello propusieron hacer la guerra más allá de todo esquema de racionalidad usando al efecto cualquier medio que pueda ser convertido en arma. Para ello hay que tener presente que un arma es un medio que puede ser usado para amenazar o producir un daño (Blanco, 2016).

Por último hay que examinar la racionalidad de la guerra desde la perspectiva de QUIÉN decide o QUIÉN cree que es posible alcanzar algo siguiendo ese camino. La racionalidad hasta aquí la habíamos abordado desde el Estado. El problema se presenta ahora cuando otras entidades políticas hacen la guerra con o contra el Estado o viceversa, como hoy día está aconteciendo con la guerra contra el terrorismo. En un conflicto entre Estados el criterio de verdad como se indicó estaba basado en el control del tiempo y del espacio. Pero en un conflicto entre un Estado contra una entidad política que no es un Estado tal como hoy en día se reconoce, la racionalidad ha dado paso a la razonabilidad, es decir, una combinación de ética y certeza. Visto desde la entidad política que no es un Estado el criterio es la fe. Esto nos hace volver a la fe como modo de alcanzar certeza.

La razonabilidad está sustentada en un acto de fe, que para algunos está movido por la confianza y para otros por la desconfianza llevada a niveles de angustia existencial. El desequilibrio entre confianza y desconfianza produjo la Primera y Segunda Guerra Mundial. El equilibrio inestable que se produjo a posteriori evitó una guerra mundial entre el año 1945 y 1989 y posibilitó otro estado de guerra a partir del año 1991. La posibilidad de uso de armas nucleares y de otras armas de destrucción masiva no sólo ha sido considerada sino que también hoy está presente. Estamos hablando de guerra en sentido ideal y ello no se corresponde con un criterio de verdad basado en la certeza sino en las fallas que se presentaron en construir el sistema de referencias sobre los cuales se sustentó esa verdad. La guerra global actual se basa en el intento o aceptación acerca de la implantación de un plano de referencia sobre el cual se pueda erigir un criterio de verdad.

La pregunta ahora es si se va a mantener este criterio y la respuesta, validada por la historia es afirmativa, pero este referente deja también a la creencia sin fundamento. En este sentido ¿Cómo es posible sustentar una creencia si el problema, desde el Estado, ha estado centrado en una racionalidad que esencialmente es deductiva cuando estamos confrontados a un problema de elección basado en un plano de referencia impuesto? ¿Cómo es posible que un ser, en su singularidad, pueda perseverar en su propia existencia cuando se le impone un plano de referencia, una realidad, que le impide desarrollar su potencia? Creemos que cuando la humanidad pierda su condición y actue como un rebaño.

Ahora la defensa como acto en si pareciera asegurar un cierto grado de existencia, ello valida la máxima CI VIS PACEM PARABELLUM, no desde la perspectiva del Estado porque el criterio de racionalidad no es capaz de dar cuenta para satisfacer sus propias necesidades ni la de los seres que aglutina. Estamos en un punto en que cada ser en su singularidad debe obrar por su propia supervivencia como modo de crear las condiciones de posibilidad de construir un nuevo espacio político. El cuestionamiento por diferentes modos a la racionalidad sobre la cual ha orbitado el modo con que los Estados han hecho la guerra hasta el presente es otra manera de indicarnos que estamos viviendo una guerra civil de alcance global.

CONCLUSIONES

Como hemos observado los valores veritativos mencionados al inicio de esta disertación más que validar la racionalidad para usar la guerra como medio para obtener fines, la cuestiona porque la realidad ha demostrado incluso desde el colapso soviético que la tendencia actual apunta a la idealidad, es decir, a aquella idealidad que Clausewitz observó en las guerras de la revolución y el imperio y que consideró excepcional y no deseable. Esta idealidad hoy en día le da a la guerra un carácter absoluto y ontológico y explica el carácter civil del actual conflicto global.

Alguien dijo por ahí que “los sueños de la razón generan monstruos” y el escepticismo que esta situación despierta no sólo se evidencia en el hecho que estemos reflexionando sobre este problema, sino en el hecho que la humanidad está en estado de guerra, en la guerra contra el terrorismo, es decir, en la guerra de los que impusieron este orden internacional y están actuando consecuentemente para mantenerlo. Y así como las fallas de la razón en establecer un plano de referencia que permita alcanzar fines políticos de alcance global no han podido validar el camino de la guerra, los actos de defensa que se manifiestan de diversas formas en un contexto en que la guerra ha cambiado su naturaleza tanto desde el punto de vista individual, grupal y estatal es lo que podría darle a la humanidad las herramientas para reconstruir un nuevo espacio político desde una perspectiva metafísica.
 
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[1] Esta fue originalmente una conferencia realizada en la Escuela Superior de Guerra Naval en Caracas en el año 2005.
[2] Al respecto ver: Albujas (2004).
[3] Ver al respecto: Blanco (2007) De la Guerra y la Paz: Una perspectiva Hermenéutica.
[4] Sobre la influencia de Hobbes y Descartes en el pensamiento de Kant, ver: Astorga (1999).
[5] Sobre Negri (1997), ver al respecto La Costituzione del tempo. Prolegomini. Orologi del capitale e liberazione comunista.
: Blanco (2016).
[6] Ver al respecto: Badesa et alii (1998)
[7] Ver también: Baceta (2004).
[8] Ver al respecto: Habermas (1991).
[9] Ver al respecto: Marsh y Onof (2007).
[10] Ver al respecto: Blanco (2016).
[11] Antes de este pensador español Francisco de Vitoria y Alberico Gentili buscaron quitarle a la guerra la carga moral y darle un carácter racional. Posterior a Ayala lo hicieron Suarez, Grocio y Pufendorf. Ver al respecto: Blanco (2016).
[12] Como se sabe, esta fue la visión federalista de Kant. Su visión cosmopolita, mucho anterior puede observarse en: Filosofía de la Historia (Kant, 1784/2002).
[13] Ibíd.