domingo, 2 de diciembre de 2018

HOMO (NO) SACER: LO QUE QUEDA DE AUSCHWITZ DESDE UNA RELECTURA ARENDTIANA.


Congreso Iberoamericano de Filosofía Política

Giorgio Agamben es un filósofo contemporáneo que ha criticado a Foucault y Arendt buscando con ello articular y superar el pensamiento de ambos autores. Dentro de este contexto se enmarca su serie del Homo Sacer. En una de estas obras específicamente Lo que queda de Auschwitz hizo una exégesis de la experiencia en ese campo de concentración para extraer una serie de conceptos usados para explicar la realidad actual apoyándose en testimonios, los autores antes citados y le ética spinoziana. Lo interesante de esta articulación es que la presencia de Spinoza en el pensamiento arendtiano es, si se quiere, referencial probablemente por la visión fatalista de su sistema filosófico que le atribuyó Kant y el papel que jugó Spinoza en un pensamiento de un Marx marcado por una orientación historicista.
Como se sabe, Benedictus de Spinoza y Hannah Arendt fueron dos supervivientes que lograron encarar efectivamente una realidad adversa siendo, no sólo, testigos y ejemplo de cómo conducirse en situaciones semejantes, sino también sus vivencias pueden ayudar a comprender el mundo de hoy a la luz de dos situaciones extremas: por una parte la consolidación del estado-nación en el siglo XVII con la Paz de Westfalia y, por la otra, su tendencial disolución desde la Primera Guerra Mundial. Dos supervivientes desde el mismo momento que
§  Spinoza tuvo que lidiar con la exclusión de su comunidad y el temor de correr la misma suerte que otros de sus contemporáneos como Uriel da Costa o Adrián Koerbagh[1], dentro de un contexto de estado de excepción, es decir, el estado de guerra permanente que vivió en los Países Bajos después de su independencia de España. El propio Spinoza escribiría en su Ética que “en un hombre libre,…, una huida a tiempo revela igual firmeza que la lucha; o sea, que el hombre libre elige la huida con la misma firmeza o presencia de ánimo que el combate” (1677/2011:1530)[2].
§  Arendt tuvo que vivir las persecuciones que sufrieron los judíos en Alemania y Francia antes y durante la Segunda Guerra Mundial y tuvo que sufrir la crítica y censura de sus propios coterráneos por abrir a la comprensión el genocidio judío a la luz del juicio de uno de sus ejecutores, es decir, Adolf Eichmann. 
Teniendo presente que el foco de atención de Agamben giró en torno al campo de concentración de Auschwitz porque su interés fue la naturaleza biopolítica de un espacio excepcional que circunscribe a la palabra ‘campo’ debido a las confusiones que se presentaron, según él, entre derecho y moral, y entre teología y derecho y su consecuencia y la dificultad de absolución y de establecer responsables nos interesa examinar detenidamente esta obra desde la perspectiva arendtiana para determinar su consistencia. Por ello vamos a referirnos a describir este texto de Agamben, en segundo lugar, una comparación del pensamiento entre Agamben y Arendt a propósito de los campos, luego vamos a establecer una especie de articulación con la presencia del pensamiento spinoziano en Arendt y luego examinaremos cómo la orientación arendtiana difiere del pensamiento agambiano resaltando la vigencia de la autora. Mi finalidad es tratar de establecer la naturaleza de la diferencia en el pensamiento de ambos autores para poder determinar la intencionalidad y la consistencia del pensador italiano.
Agamben: Lo que queda de Auschwitz.
Esta obra de Agamben persigue traer al presente un fenómeno sin parangón en la historia como lo fueron los campos de concentración nazi en la Segunda Guerra Mundial para destacar qué de ese acontecimiento estamos viviendo hoy en día. Lo hace a través del análisis de lo que representó el testimonio en tercera persona y lo que infiere pudo haber sido el testimonio en primera persona por intermedio de la figura del musulmán, la relación con la vergüenza y, finalmente, trata de construir una meta-semántica del testimonio a partir de la vacuidad del sujeto producido en el campo.
En el primer capítulo Agamben describió lo que es la experiencia de un testigo sobreviviente, Primo Levi, del campo de concentración de Auschwitz. En esta descripción él establece la existencia de una zona gris que observó como una zona de irresponsabilidad que rompió el lazo que une a un verdugo con su víctima que lo llevó a considerar la idea de la banalidad del mal desde la perspectiva arendtiana desde el mismo momento que se produjo una separación entre derecho y moral (2000:21). Pero agregó que a pesar de que el testigo testimonia a favor de la verdad y de la justicia, en el caso del testimonio vale en lo esencial lo que falta en él; es decir, el contener “en su centro mismo, algo que es intestimoniable, que destruye la autoridad de los supervivientes”. Este centro está constituido por aquellos que no han testimoniado ni hubieran podido hacerlo por haber "tocado fondo", los musulmanes, los hundidos (Ibíd.:20-25).
En el segundo describe a este ‘musulmán’. Es decir,
“al prisionero que había abandonado cualquier esperanza y que había sido abandonado por sus compañeros, no poseía ya un estado de conocimiento que le permitiera comparar entre bien y mal, nobleza y bajeza, espiritualidad y no espiritualidad. Era un cadáver ambulante, un haz de funciones físicas ya en agonía… El musulmán no le daba pena a ninguno, ni podía esperar contar con la simpatía de nadie. Los compañeros de prisión, que temían continuamente por su vida, ni siquiera le dedicaban una mirada” (Ibíd.).

Agamben consideró que la ética en Auschwitz comenzó en el punto en que la imagen del musulmán había eliminado toda posibilidad de distinguir entre el hombre y el no-hombre por el hecho de encontrarse en el extremo umbral entre la vida y la muerte. El significado político de esa situación lo constituyó el hecho de su ubicación en un campo, un no-lugar que comparable a lo que se conoce como estado de excepción[3]. El límite extremo de este no-lugar se llamaba en la jerga del campo, de acuerdo con su exégesis, Selektion, es decir, la operación de escoger a los destinados a la desaparición física. De ahí que, la más importante preocupación de los no-musulmanes era la de esconder sus minusvalías porque todos se reconocían en el rostro del condenado. Así pues, lo que designó la palabra ‘musulmán’ fue la imposibilidad de ver, es decir, de entender la realidad perdiendo en consecuencia, el rasgo de dignidad y respeto. Este hecho constituyó para él el emblema del fin y ruina “de toda ética de la dignidad y de la adecuación a una norma”.
En la parte correspondiente a la vergüenza, presenta esta aislada de la culpa y de la exaltación de la supervivencia, es decir, el sentimiento predominante en los sobrevivientes. Un sentimiento caracterizado por la desubjetivación: la experiencia temporal de ser testigo “del propio perderse como sujeto" que le permite a Agamben pensar en el concepto de causa inmanente spinoziano en un sentido inverso, o sea en la negación de la capacidad de producir y autoproducirse. Esto es como vivir la experiencia en el lugar del vacío desde una perspectiva fenomenológica (Ibíd.:110-122). En este contexto, todo testimonio pasa a ser un proceso o un campo de fuerzas recorrido sin cesar por corrientes de subjetivación y de desubjetivación" (Ibíd.:127).
Y finalmente en el Archivo y el Testimonio Agamben puso en debate la pregunta por el individuo viviente que ocupa el "puesto vacío" del sujeto en la situación extrema de un campo esencialmente a partir del pensamiento de Foucault. A partir del pensamiento de este autor francés Agamben estableció una estela histórica, es decir
“no la memoria de una existencia oprimida, sino el mudo ardor de un ethos sin memorial; no el rostro de un sujeto, sino la desconexión entre el viviente y el hablante que señala su puesto vacío" (Ibíd.:150).

La intención de Agamben apuntó a situar una ética del testimonio en relación con este ethos sin memorial en un espacio ubicado más acá de la negación del sujeto para mostrar al testigo como un "ser sujeto de una desubjetivación" con el fin de dar más autoridad al testigo que al testimonio por ser la constatación de un suceso acaecido (Ibíd.:171).
Así pues, en esta obra Agamben hizo un innegable aporte en relación con el tema del genocidio y, a través de dicha exégesis, establecer mediante la semejanza las diversas prácticas del terrorismo de estado que han acaecido en todo el siglo XX e inicios del siglo XXI que nos ha llevado a la situación extrema de vivir en un permanente de un estado de excepción. Sin embargo, hay dos aspectos que merecen ser tenidos en consideración. En primer lugar, la absolutización de unos testimonios sobre un hecho trágico limita la posibilidad de vincular dicho acontecimiento con el papel que hoy día tiene el recuerdo en sentido práctico. En segundo lugar, la profundización del concepto de ‘campo’, como se observa en otras obras posteriores, ha permitido al autor extraer elementos que nos ayudan a comprender lo que entendemos está en el fondo de la obra que no es más que explicar la tendencia extrema a la que se podría llegar en función del estado de cosas acaecidos a finales del siglo XX. Pero como esta tendencia extrema, que consideramos irrepetible en esas condiciones, tiene un origen común, según Hannah Arendt, veamos que nos dijo esta autora que observamos no fue suficientemente considerado en la exégesis agambeana.
El ‘campo’ en Arendt y Agamben
Consideramos que además de la realidad descrita en su carácter extremo, Agamben tiende a ocultar quizás de manera no deliberada otros ‘campos’ que Arendt describió en Los Orígenes del Totalitarismo que podrían ayudar a comprender la realidad de este espacio excepcional en que vivimos desde una perspectiva global y, de manera particular, en Venezuela. Ella los categorizó en tres tipos que corresponden
“… a las tres concepciones básicas occidentales de la vida después de la muerte, Hades, purgatorio e infierno. Al Hades corresponde esas formas relativamente suaves,..., para apartar del camino a los elementos indeseables de todo tipo - refugiados, apátridas, asociables, parados; como los campos de personas desplazadas, que no son nada más que campos para personas que se han tornado superfluas y molestas,… El purgatorio queda representado por los campos de trabajo de la Unión Soviética, donde la desatención queda combinada con un caótico trabajo forzado. El infierno, en el sentido más literal, fue encarnado por aquellos tipos de campos perfeccionados por los nazis, en los que toda la vida se hallaba profunda y sistemáticamente organizada con objeto de proporcionar el mayor tormento posible… Los tres tipos tienen algo en común: las masas humanas apartadas en esos campos son tratadas como si ya no existieran, como si lo que les sucediera careciera de interés para cualquiera, como si ya estuviesen muertas (2004:541).

Además de esta categorización del campo pudiéramos agregar otro espacio enmarcado dentro del concepto de estado de excepción, es decir, el gueto  nazi que se pudiera corresponder con una especie de purgatorio soviético. Como todos tienen en común el hecho de que las masas humanas “son tratadas como si ya no existiera” creemos que el Hades y el Purgatorio (o el gueto) se corresponden más con lo que hemos estado viviendo en una realidad signada por el estado de excepción que expresa, en nuestro caso, cómo los venezolanos y otras poblaciones que, a escala global, se encuentran en situaciones parecidas.
Esta categorización nos lleva a examinar qué es un campo, el contexto de excepcionalidad que lo caracteriza y cómo se evidencia el testimonio dentro de esos espacios
Con respecto al ‘campo’, Agamben (1996) en un estudio posterior señaló que era el lugar donde se ha llegado a la más absoluta condición inhumana que haya acaecido puesto que toda protección jurídica estatal se hallaba suspendida. Ello es consecuencia del hecho de ser un espacio que se abre cuando el estado de excepción se transforma en una regla permanente (Ibíd.:36). El estado de excepción es un espacio territorial que es puesto fuera del ordenamiento jurídico normal de una forma estable y donde ‘todo’, en el sentido arendtiano del dominio totalitario, es posible, pero no por esto es un espacio exterior. ‘Todo es posible’ significa para Arendt y Agamben que allí sus habitantes han sido despojados de sus derechos políticos y reducidos completamente a la nuda vita. Como en este espacio, el poder sólo tiene frente a sí, sin ninguna mediación, a la pura vida biológica, Agamben lo denomina espacio biopolítico, es decir, aquel donde el homo sacer se confunde virtualmente con el individuo que ha dejado de ser ciudadano.  El campo de acuerdo con este criterio tiene unos límites. Estos van desde donde espaciotemporalmente el Estado puede ejercer su poder de manera irrestricta hasta el cuerpo de cada individuo. Este último aspecto es importante tenerlo presente debido a que el cuerpo sometido a condiciones extrema en la medida en que se es consciente puede convertirse en una prisión y en la condición del ‘musulmán’ un estorbo que puede ser desechado, homo sacer.  En estas circunstancias Agamben finalizó afirmando que
“… si la esencia del campo consiste en la materialización del estado de excepción y en la consecuente creación de un espacio para la vida desnuda como tal, deberemos entonces admitir que nos encontramos virtualmente en presencia de un campo toda vez que se crea una estructura semejante, independientemente de la entidad de los crímenes que se cometan en ella y cualesquiera sean las denominaciones y la topografía específica” (Ibíd.:41).

De acuerdo con este criterio podemos afirmar que Venezuela es un campo que orbita en torno al Hades para los que están recluidos afuera y Purgatorio para los que estamos adentro. Sin embargo, la generalización que hace el pensador italiano que orbita en torno al ‘infierno’ los relativiza y es eso lo que llama la atención.
El contexto de excepcionalidad se puede evidenciar, en principio, de acuerdo con la exégesis que hace Agamben de dos conceptos: el desarrollado por Carl Schmitt y el concepto de biopolítica reconstruido por Foucault (2008)[4], es decir, un estado temporal donde el que es capaz de declararlo puede disponer de la vida y la muerte (Schmitt) y que al hacerse permanente se torna biopolítico (Foucault) permitiendo con ello hablar de totalitarismo (Arendt). Sin embargo, creemos que en la exégesis que hemos estado realizando el Hades es la negación de un estado de cosas que lleva a una persona consciente a vivir una situación donde un ser se encuentra en lo que Arendt denominó ‘labor’ de forma confinada y exterior al campo que lo llevó a esas circunstancias. El Purgatorio es diferente. Es el espacio en el cual un ser vive en ‘labor’ en estado de naturaleza, en sentido hobbesiano, promovido desde el propio Estado. Este Ser puede vivir de forma consciente o inconsciente. El centro de gravedad en ambas situaciones es la voluntad. Con este concepto volveremos en el siguiente parágrafo. Sólo nos interesa destacar aquí la vivencia de Viktor Frankl (1991), otro testigo y superviviente de la experiencia de un campo que tuvo una respuesta spinoziana a una situación extrema: reflexionar sobre el conatus, establecer un proyecto y seguirlo (voluntad) y observar los avatares de la realidad como obstáculos.
Hay unos hechos que describe Agamben que tienen un parangón en el caso venezolano y pueden ser descritos de acuerdo con las categorías arendtianas dentro de un contexto excepcional signado por la existencia de un orden que supuestamente está luchando contra las consecuencias del ‘capitalismo’. Estas son: la idea del testimonio de las penalidades de los que se pueden ir y entran en el Hades o las que permanecen en el Purgatorio. Este testimonio no es en tercera persona. Muchos ocurren en primera persona. Lo que vendría siendo el ‘musulmán’ es el individuo que se retrae y se va aislando. Ese es el preludio del hundimiento. La Selektion para nosotros se observa en expresiones como ‘me tocó’ o ‘le tocó’[5]. Ambas expresiones en conjunto con el retraimiento vistas como formas de hundimiento tienen un abanico de opciones que van de la violación de la dignidad y el respeto hasta la desaparición física.
El plano de inmanencia, en sentido positivo spinoziano, para pensar en una acción política se corresponde con la conciencia de aquellas personas que entienden de su situación y tratan de convertir sus testimonios en armas. Si consideramos que la ética spinoziana es usada por Agamben para pensar en una ética que permita pensar en la constitución de un nuevo orden político a partir de la experiencia del ‘campo’ tendríamos que pensar en el ‘consenso’ como fundamento para la construcción de un nuevo tejido social, es decir, una vez que el testimonio es visto como un arma, como un instrumento, el propósito es redefinir el objetivo de manera consensuada como base para poder concordar en función del objetivo establecido. Un testimonio genera un cambio de estado en la relación emisor-receptor y la relación en sí puede producir un quiebre de un orden en la medida en que éste no tenga respuesta para evitar las alteraciones. Esto nos obliga a examinar la presencia de Spinoza en el pensamiento arendtiano.
Spinoza en Arendt
La presencia de Spinoza en el pensamiento de Arendt tienen dos momentos: las referencias hechas en Karl Marx y la tradición del pensamiento político occidental y en escritos póstumos recopilados en La Vida del Espíritu. El Pensar, la Voluntad y el Juicio en la Filosofía y la Política. Veamos estas referencias para determinar el fundamento de la orientación agambeana en relación al pensamiento spinoziano y colocar las bases para establecer la diferencia, desde una perspectiva intencional, entre Arendt y Agamben.
Con respecto a la presencia de Spinoza en la exégesis arendtiana de Marx se puede afirmar que ella señaló que este pensador neerlandés ha sido considerado como la figura simbólica del filósofo desde el mismo momento que la filosofía se observó alejada de la praxis (2007:61-62). Pero, según nuestra autora Marx no desafió la filosofía en sí, sino la “supuesta condición no práctica”, cumpliendo así el ideal de Platón, con lo cual desde Marx, la política, para ella, se convirtió en una actividad inherentemente filosófica (Ibíd.). ¿Dónde puede enmarcarse ahora la presencia de Spinoza en el pensamiento de Marx?
La presencia de Spinoza en el pensamiento de Marx provino de un proceso que partió de su pertenencia al DoktorKlub y del proceso que vivió ese grupo y de la crítica que se hizo a Hegel desde lo religioso, lo jurídico y lo histórico buscando pensar las condiciones de posibilidad de un cambio político. En este sentido, Spinoza fue una de las herramientas de la crítica permitiéndole a Marx desarrollar desde allí su concepto de Democracia. Las dos ideas spinozianas que serían usadas por Marx fueron la libertad de pensamiento y su relación con la forma-estado. Con respecto al primer aspecto, Marx se inclinó por la forma-estado republicana porque es la que garantiza, desde una perspectiva contractualista, la libertad de pensamiento y expresión. En este sentido, el filósofo alemán contrapuso dos formas de Estado: la confesional, teocrática y autoritaria, que persigue el dominio sobre la población por intermedio de la religión y; la democrática que coloca como su propio objetivo la libertad espiritual y se limita a prescribir sólo lo que atañe a la salud del Pueblo[6]. Ello le permitirá reinterpretar el concepto de democracia spinoziano presente en el Tratado Teológico-Político y en algunas de sus correspondencias relacionadas con el mal y la superstición. Con respecto a su interpretación de la democracia spinoziana señaló que fue la única que tuvo lo que consideró como “los cuatro atributos fundamentales de un buen gobierno”, es decir,
“1) la Libertad de Expresión garantizada como fin en sí mismo, 2) Mecanismos de dominio político no-violentos y consensuales; 3) conversión del Vulgo (fanatismo popular) en Pueblo; 4) Estabilidad del pactum constitucional (aunque siempre con una íntima y permanente tensión)” (Ibíd.:118).

Estos apuntes de Spinoza orbitaron en torno a su tesis acerca de la Differenz, es decir, Diferencia de la Filosofía de la Naturaleza en Demócrito y en Epicuro (1841/1971). Allí en relación con las razones de la crítica de la existencia de las cualidades internas de los átomos señaló, apoyándose en Spinoza, que la ignorancia no es argumento (Marx, 1841/1971:36). Su propósito final fue, con la ayuda de Epicuro y Lucrecio, establecer como su fundamento la casualidad y seguidamente la libertad y la posibilidad de acción del hombre sobre la necesidad exterior y la lucha contra ella.
Como se sabe, esta obra constituye el punto cero del sistema marxiano y gracias a Althusser muchos autores contemporáneos han establecido vínculos entre el pensamiento spinoziano y el marxista promoviendo una reinterpretación del pensamiento del filósofo neerlandés con propósitos políticos. Esta intencionalidad es, en principio, la que observamos sigue Giorgio Agamben de forma indirecta. Veamos ahora la otra presencia spinoziana en Arendt.
La Vida del Espíritu…, fue una obra inconclusa que Arendt la proyectó en tres partes: el pensar, la voluntad y el juicio. El juicio, que quedó inconcluso, estuvo focalizado en el análisis de la filosofía política de Kant a partir de una exégesis de la última parte de la Crítica de la Facultad de Juzgar. Nuestra autora consideró que el pensar, la voluntad y el juicio eran tres actividades mentales básicas que no se derivan unas de las otras. El pensar tiene que ver con la necesidad de razón, es decir, el “impulso interno que lleva a… actualizarse en la especulación”. La voluntad como algo que proviene de sí mismo. Y el juicio como el modo en que lo general se une a lo particular. De la autonomía de estas tres actividades mentales se deriva el ser incondicionado de la libertad.
En la parte correspondiente al Pensar nuestra autora tuvo dos razones bien diferentes para su elaboración: uno derivado de su experiencia del juicio a Eichmann y su ensayo subsiguiente acerca de la Banalidad del Mal debido a que la había perturbado el hecho que el mal que generó el acusado fue producto de una falta de reflexión. A Arendt le impresionó en el juicio la “comedia macabra” que significaba que el acusado hubiese vivido y testimoniado situaciones para las que no valía ningún procedimiento rutinario de valoración normativa (1971/1984:14). Es decir, la autora ubicó en la ausencia de pensamiento el mal radical.
La segunda razón fue indagar por qué hombres dedicados a la vida contemplativa estuviesen dedicados a reflexionar sobre aquello que habían denominado Vita Activa, una actividad que se despliega en lo público y en el plano de la Acción. Como el pensar termina en la contemplación, consideró que este era un estado de alarma privilegiado en el que el espíritu se desplegaba para anticipar un estado futuro (Ibíd.:17). Así podemos ya inferir que la experiencia del testimonio a la cual hace alusión Agamben a propósito del ‘musulmán’ es una experiencia que sólo podemos conocer en la medida que un ser se coloca como objeto de observación tal como lo hizo San Agustín en Las Confesiones. La desconexión que reduce o elimina esta experiencia que interrumpe la posibilidad de hacerse compañía a si mismo creo que es difícil de testimoniar a no ser que sea de manera excepcional, es decir, de alguien consciente que vaya describiendo su ida del mundo.
La presencia de Spinoza tuvo que ver con dos citas referenciales: una relativa al pensar la pluralidad de cosas en el mundo y del hecho que cada una es diferente en razón a su propia naturaleza (Ibíd.:183). La otra estuvo relacionada con el pensar en sí, es decir, en tener presente que sí, desde el punto de vista filosófico, el pensar comporta la admiración y la maravilla
“por la armonía de lo no visible que causa una satisfacción interior, aquiescencia desde la perspectiva spinoziana,…, entonces, esta aquiescencia debe cuidar de no hacer nada que haga imposible la amistad y la armonía mediante la convicción, a posteriori, de poder vivir en paz con uno mismo en el momento de reflexionar sobre acciones y palabras” (Ibíd.:170, 175-177, 223).

Así pues, de acuerdo a lo que estamos considerando aquí, el mal es una compulsión que se origina cuando se lleva a unos individuos a no ser capaces de pensar. Por ello Arendt se preguntó si el mal era una auténtica realidad negada como lo fueron las experiencias de las persecuciones y los campos o es expresión de una explicación realizada desde lejos de un hecho sobre el cual es difícil saber algo. Como se puede observar, esta fue una pregunta abierta. Nosotros creemos que la negación fue intencional desde dos perspectivas: una cuando se pretende construir un nuevo mundo negando el pasado y cuando se pretende relativizar los efectos de esa intención ocultando otras formas de negación. Así pues, el mal es consecuencia de estas formas de negación
En lo que concierne a la voluntad, la reflexión de Arendt estuvo anclada a las enseñanzas de Epicteto y orbitó, en sentido histórico, en torno a los conceptos de ‘voluntad’ y ‘libertad’ indicando que su origen se ubicó en los primordios de la consolidación del cristianismo y el desarrollo de la teología y en especial en el pensamiento de San Pablo, San Agustín, Santo Tomás de Aquino y Duns Scoto (y Guillermo de Ockham). Este último de manera destacada debido a que fue el primero que habló de la primacía de una voluntad (Ibíd.:284) y de los tres géneros de conocimiento[7], que en Spinoza se va a observar en el desarrollo de su concepto de derecho natural, en relación con la voluntad[8] y, para establecer lo que es una idea adecuada, con respecto a los tres géneros antes indicados.
Según la exégesis de Arendt, para Duns Scoto, lo que hay en el espíritu humano que le hace capaz de trascender sus propias limitaciones y su absoluta finitud es la voluntad (Ibíd.:395). Esta consiste en que no puede ser obligada a querer y valiéndose del ejemplo spinoziano de la piedra que rueda distinguió en Duns Scoto dos tipos de voluntades: voluntad natural para seguir las inclinaciones inspiradas por el deseo o la razón y la libre voluntad propiamente hablando[9]. La voluntad natural funciona como la piedra spinoziana y la libre voluntad designa libremente los fines que se persiguen por ellos mismos (Ibíd.:399-400). Esta última la concibió como un órgano para el futuro y con un poder para iniciar algo (Ibíd.:281), que en Spinoza expresa el conatus, es decir, la potencia[10].
Seguidamente señaló que la duda acerca de la facultad de la voluntad, en la edad moderna, partió del hecho que fue vista bajo el criterio de que los hombres son subjetivamente libres, pero, objetivamente están sujetados por la necesidad. Aquí ubicó a Hobbes y Spinoza. Así pues, para Arendt, “la negación de la voluntad está firmemente enraizada en Hobbes y Spinoza” (Ibíd.:275-276). Así pues, Arendt señaló que
“el problema ha sido siempre que la libre voluntad - entendida como libertad para elegir o como libertad para comenzar algo impredeciblemente nuevo parece ser extremadamente incompatible, no solo con la divina providencia, sino también con la ley de causalidad; la libertad de la voluntad puede ser basada en la fortaleza o debilidad de la experiencia interior que permiten iniciar un nuevo proceso” (Ibíd.:287).

Visto así, un musulmán fue un individuo que se hizo incapaz de iniciar un nuevo proyecto y un testigo fue alguien que evitó ser un musulmán evitando así un destino inexorable. No tuvo tampoco lo que decía Spinoza la capacidad de evitar o huir. En los testigos, si apelamos a la exégesis agambeana se limitaron a ‘sobrevivir’ explicando con ello la necesidad de testimoniar para tratar de lograr producir una forma de trascendencia y expiar sus propias limitaciones. El proyecto en el caso del testigo es potencia, en sentido spinoziano, no expresada.
Esta necesidad de trascender hizo a Hannah Arendt apelar al pensamiento de Nietzsche y Heidegger. En relación con Nietzsche ella observó a la voluntad como algo trascendente, es decir, el modo de superar una concepción de la vida que ve esta como un experimento de cognición. De ahí que la eliminación de la intención y el propósito, como vio en el caso Eichmann eliminaba la causa y el efecto y, por consiguiente, la responsabilidad (Ibíd.:442-444) y podríamos decir que colocó a los ‘testigos’ y ‘musulmanes’ en una situación en que se vieron incapaces de dar una respuesta. Por ello consideró que Nietzsche al desarrollar el concepto de superhombre buscó establecer una situación donde un individuo ha vencido estas falacias, colocando el motor para la acción dentro del mismo individuo (Ibíd.:445).
Creemos que el acercamiento de Arendt a Spinoza siguió el camino dejado por Nietzsche y en parte por la exégesis del pensamiento de Marx. Sabemos que en Spinoza voluntad está relacionada con el entendimiento[11]. Esto puede ser visto como una negación pero más que negación nos parece que es más bien una condición que posibilita la potencia para perseverar en la propia existencia. De ahí que consideramos que Arendt al valorar que sin la posibilidad de entender no había voluntad creyó que Spinoza negaba a esta y por consiguiente la libertad por la determinación al cual están sujetos seres finitos. De ahí como veremos su apelación a la natalidad. Para nosotros la natalidad es lo que expresa el conatus y este se expresa en pensamiento y extensión.
En la Voluntad de no querer, según nuestra autora, Heidegger desubjetiviza el mismo pensamiento, lo sustrae de un Sujeto, el hombre como un ser pensante, y lo transforma en una función del Ser.  Con ello, es el mismo Ser el que, siempre cambiante, se manifiesta en el pensamiento del actor de manera que la acción y el pensamiento coinciden. De ahí que el instinto de autoconservación fue para Heidegger una intencionada rebelión contra el orden de la creación que en cuanto tal es rara en la historia de las ideas (Ibíd.:448).
Todo esto le sirve a Arendt concluir que la voluntad como motor ubicado dentro del mismo Ser y el instinto de conservación con sus proyectos futuros desafían la creencia en la necesidad, la aquiescencia en el ordenamiento del mundo y a la complacencia para no crear las condiciones de posibilidad de producir algo nuevo. Pero ella reconoce que ello es oscuro en tanto y en cuanto remiten a sus conceptos de nacimiento y de milagro. No obstante, creyó que el hecho de que los hombres aparecen una y otra vez en el mundo “en virtud del nacimiento”, hace que
“estamos destinados a ser libres en virtud de haber nacido, sin importar si nos gusta la libertad o abominamos de su arbitrariedad, si nos sentimos complacidos con ella o preferimos rechazar su espantosa responsabilidad eligiendo alguna suerte de fatalismo” (Ibíd.:496),

Este impasse creyó que sólo podía ser resuelto con la facultad de juicio. Finalmente en la facultad de Juicio, la presencia de Spinoza se circunscribe a indicar que su fin último no era político sino que consistía en la libertas philosophandi que lo observó como una forma de evasión al que Kant también apeló, sin embargo, este último estimó que la libertad política esencial era la libertad para hablar y publicar por sus consecuencias políticas en lo que concierne a la asunción de responsabilidades como lo observamos en el opúsculo ¿Qué es la Ilustración?. Con lo hasta aquí indicado podemos examinar con mayor detenimiento la diferencia de Arendt con respecto a Agamben.
La diferencia entre Arendt con respecto Agamben
Con lo que hasta hemos examinados podemos afirmar que Hannah Arendt opone a la experiencia de los campos y del testimonio del juicio a Eichmann la voluntad. Esto es lo que no vemos en Agamben. La visión del pensador italiano es fatalista, pero un fatalismo dirigido a señalar lo que en una obra posterior enmarcará dentro del concepto de ‘dispositivo’ elemento característico que “define la fase presente del capitalismo” en tanto que una estructura de separación y captura, es decir,
“cualquier cosa que tenga de algún modo la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes. No solamente,..., las prisiones, los manicomios, el panóptico, las escuelas, la confesión, las fábricas, las disciplinas, las medidas jurídicas,..., sino también la lapicera, la escritura, la literatura, la filosofía, la agricultura, el cigarrillo, la navegación, las computadoras, los celulares y… el lenguaje mismo,..., en el que [hace] millares y millares de años un primate… tuvo la inconciencia de dejarse capturar” (2011:256).

Este concepto de dispositivo lo podemos analizar desde dos perspectivas: una relacionada con el ‘capitalismo’ contra quien va dirigido su esfuerzo intelectual siguiendo la estela de pensamiento dejada por Marx y otra relativa al concepto de ‘voluntad’ siguiendo la genealogía realizada por Hannah Arendt. El concepto de ‘voluntad’ es el centro de gravedad del pensamiento agambeano desde el mismo momento que no se observa en las obras examinadas del pensador italiano en este ensayo. Es un hueco, un vacío que podemos decir asemeja a los Black Hole.
En relación con el pensamiento marxista de acuerdo con la exégesis realizada por Arendt, hay tres aspectos a tener en consideración y permiten explicar la orientación del pensamiento agambeano. Marx siguió un naturalismo inmanentista de base tanto a nivel ontológico, como antropológico y moral que explica la importancia que le dio y se le ha dado a su tesis sobre la Differenz así como otras de sus obras iniciales. En esta orientación naturalista tienen su lugar tanto Demócrito para explicar el inmovilismo, Epicuro para justificar el azar, como Spinoza para determinar que este azar, dentro de un contexto de finitud es determinado en sentido histórico. De igual forma, Arendt señaló que Marx nunca fue un racionalista ingenuo, ya que estuvo siempre atento, como Spinoza, a los elementos irracionales del comportamiento humano y como estos muchas veces se imponían sobre los racionales. Por último, también compartieron, el Marx maduro y Spinoza, un interés por la sistematización del conocimiento y su exposición lo más coherente y organizada posible. Inmanentismo, racionalidad compleja abierta a los sentidos y los sentimientos y sistematismo son puntos que acercaron las posiciones teóricas de Marx con el filósofo neerlandés que explica la posición de Agamben y otros autores post-althussereanos con respecto a estos dos autores.
La diferencia de Agamben con Arendt se observa en que él y los exégetas de Marx habían seguido un camino que conducía al totalitarismo y la no consideración del filósofo italiano, al parecer, de esta tendencia relativiza, en relación con el ‘dispositivo’ que estaba imponiendo el ‘capital’ en tanto que proceso de desubjetivación y de conformación de un nuevo sujeto bajo “una forma larvaria y, por así decirlo, espectral” que nos recuerda al ‘testigo’ y el ‘musulmán’, con otras situaciones como la experiencia venezolana que permite entender la situación totalitaria de una manera más específica siguiendo su propia línea discursiva. La implantación de estos dispositivos, que en el caso venezolano, se han realizado bajo una fuerte resistencia, han generado al ‘capital’, según Agamben, una  extraña inquietud desde el mismo momento que este
“se encuentra frente al cuerpo social más dócil y más sumiso que jamás hubiese aparecido en la historia de la humanidad. No es más que por una paradoja aparente que el ciudadano inofensivo… que ejecuta con presteza todo eso que se le dice que haga y que no se opone más que con sus gestos más cotidianos; esos que se preocupan porque su salud, sus posibilidades de evasión y sus actividades, su alimentación y sus deseos sean comandados y controlados por dispositivos hasta en los detalles más ínfimos; ese ciudadano… es considerado un terrorista potencial. [Porque] A los ojos de la autoridad… nada se parece más a un terrorista que un hombre ordinario” (Ibíd.:262-263).

La resistencia venezolana se ha basado en el hecho que los venezolanos no han sido dóciles frente a la forma totalitaria que se ha estado imponiendo. Los venezolanos hemos luchado o huido de diversas formas como lo hicieron Spinoza y Arendt. Por otra parte, frente a esta docilidad, Agamben propuso la ‘profanación’ como un contra-dispositivo que permita el restablecimiento de un espacio común. Este espacio común hecho desde una lectura digamos post-marxista de Spinoza es lo cuestionable debido a que a una conceptualización de la voluntad entendida como entendimiento o intelecto, el conocimiento de la realidad según su criterio apunta a relativizar la opción marxista spinozanizada basada en la posibilidad de reinterpretar de forma comunitaria la Ética… y el Tratado Político. Por ello veamos qué nos dice Spinoza acerca de la voluntad con mayor detenimiento para comprender cuál es la diferencia de Agamben con el pensamiento de Arendt.
En la última parte de la segunda parte de la Ética… es decir en el escolio a la proposición 49, Spinoza establece cuatro objeciones que se le podrían hacer a la igualación de los conceptos de ‘voluntad’ e ‘intelecto’ y las respuestas que le da a estas objeciones:

Objeción[12]
Respuesta[13]
1
La voluntad se distingue del entendimiento en que es finita, mientras que la segunda es infinita en tanto esta se enmarca en el conocimiento de Dios.
Hizo la concesión de: si por intelecto se entiende ideas claras y distintas, pero negó que la voluntad pudiese ir más allá de las percepciones.
2
La voluntad, es decir, la facultad de asentir es libre y distinta de la facultad de conocer.
Niega que se tenga libre poder para suspender el juicio porque este es una percepción y no una libre voluntad a pesar de conceder que las imaginaciones del alma consideradas en sí misma no envuelven especie alguna de error.
3
No parece que tengamos necesidad de una mayor potencia para afirmar que eso que es verdad, es verdad o para afirmar que una cosa es falsa, es verdad, mientras que una idea puede tener mayor realidad que otra en cuanto sea más perfecta.
La voluntad es algo general que se une a todas las ideas y significa solamente lo que es común a todas. De lo contrario, uno tiende a engañarse cuando confunde nociones generales con particulares.
4
La última objeción la estableció mediante un cuestionamiento ¿Qué pasa si el hombre no opera mediante la libertad de su voluntad? ¿Ocurrirá, en caso de equilibrio, como al asno de Buridán?
Declara no saber que responder si un hombre puesto ante el dilema del asno de Buridán sea un hombre así como tampoco saber en qué estima tener a un hombre que se ahorca, a los niños, los estúpidos y a los dementes

Nos interesa destacar la respuesta (1) y la (4) debido a que nos coloca frente al ‘testigo’ y el ‘musulmán’. Sabemos que para Spinoza, el tercer nivel de conocimiento se ubica más allá de la idea clara y distinta (segundo genero), es decir, entra en un plano intuitivo en sentido scotista. Dicho de otra manera, si la voluntad es una idea por medio de la cual podemos explicar todas las voliciones singulares, entonces, esta facultad puede extenderse al infinito y en ese plano intuitivo es que puede ser la expresión del conatus el modo en que es posible en el acto de ‘perseverar’ conservarse. De ahí la utilidad que otorga a la relación de la voluntad con el intelecto, es decir, nos enseña
§  que obramos por el solo hecho de Dios y participamos de la naturaleza divina,
§  cómo comportarnos frente a sucesos de la fortuna por seguir el designio de Dios, es decir, esperar y soportar estoicamente frente a las cosas que no se siguen de nuestra naturaleza,
§  no odiar ni despreciar a nadie y a estar contento con lo que se tiene y,
§  la condición conforme a la cual deben ser gobernados y dirigidos los ciudadanos, no para que sean esclavos, sino para que hagan libremente lo mejor.
Es frente a esta circunstancia que puede entenderse la ‘huida a tiempo’ en el pensador neerlandés como indicamos al inicio del presente ensayo. De aquí se sigue que Agamben, siguiendo a Spinoza, niega que haya voluntad y por consiguiente la libertad debido a la dificultad de conocer, pero, por una parte, busca interferir el curso del mundo de forma limitada usando un lente determinado que conduce a otra estructura totalitaria y, por la otra, no considera los condicionantes establecidos por el filósofo neerlandés.
Hannah Arendt, por su parte, trató de pensar en otra alternativa siguiendo un camino diferente que pasa por Nietzsche y Heidegger que solo niega en Spinoza, como hemos visto, la voluntad a pesar de su fuente scotista-ockhamista por estar determinada por Dios aunque fuese expresión de infinitud. Ella señaló que al Ser pertenecer al pasado y, la negación del duradero presente pasa a ser el futuro, el yo volente al constituir su proyecto vive para el futuro (1971/1984:298). Ello puede ser visto mediante el testimonio de Viktor Frankl, un hombre que también logró salir con vida de los campos de concentración nazis. Frankl citando a posteriori a Spinoza indicó que su fortaleza de ánimo surgió de una imagen de futuro que relativizó los sufrimientos del presente gracias a que superó la formación de una idea clara y distinta al colocarse en un tercer nivel de entendimiento (1991:79). Dicho de forma más específica señaló:
“De forma instintiva, algunos prisioneros trataban de encontrar una meta propia. El hombre tiene la peculiaridad de que no puede vivir si no mira al futuro: sub specie aeternitatis. Y esto constituye su salvación en los momentos más difíciles de su existencia,... Por lo que a mí respecta, lo sé por experiencia propia. Al borde del llanto a causa del tremendo dolor… recorrí con la larga columna de hombres los kilómetros que separaban el campo del lugar de trabajo. El viento gélido nos abatía. Yo iba pensando en los pequeños problemas sin solución de nuestra miserable existencia. ¿Qué cenaríamos aquella noche? ¿Si como extra nos dieran un trozo de salchicha, convendría cambiarla por un pedazo de pan? ¿Debía comerciar con el último cigarrillo que me quedaba de un bono que obtuve hacía quince días y cambiarlo por un tazón de sopa? ¿Cómo podría hacerme con un trozo de alambre para reemplazar el fragmento que me servía como cordón de los zapatos? ¿Llegaría al lugar de trabajo a tiempo para unirme al pelotón de costumbre o tendría que acoplarme a otro cuyo capataz tal vez fuera más brutal? ¿Qué podía hacer para estar en buenas relaciones con un capo determinado que podría ayudarme a conseguir trabajo en el campo en vez de tener que emprender a diario aquella dolorosa caminata?”

“Estaba disgustado con la marcha de los asuntos que continuamente me obligaban a ocuparme sólo de aquellas cosas tan triviales... De pronto me vi de pie en la plataforma de un salón de conferencias bien iluminado, agradable y caliente. Frente a mí tenía un auditorio atento, sentado en cómodas butacas tapizadas. ¡Yo daba una conferencia sobre la psicología de un campo de concentración! Visto y descrito desde la mira distante de la ciencia, todo lo que me oprimía hasta ese momento se objetivaba. Mediante este [hecho],…, conseguí distanciarme de la situación, pasar por encima de los sufrimientos del momento y observarlos como si ya hubieran transcurrido…” (Ibíd.).

En esta larga cita, se observa que en Frankl se produjo un conatus que activó su voluntad para supervivir que fue más allá del ‘testigo’ y del ‘musulmán’ frente a las mismas circunstancias. Por ello Arendt señaló que la existencia de  una cosa como Vida del Espíritu se debe a que este posee un órgano para el futuro que desafía la creencia en la necesidad, la aquiescencia en un orden existente y la complacencia. Su camino fue diferente pero llegó al mismo resultado. Este desafío lo enmarcó en los conceptos de nacimiento y de milagro, como hechos que generan siempre las condiciones de posibilidad de producir algo nuevo que de alguna u otra manera nos coloca de nuevo en el plano de infinitud y de determinación ubicado en la esfera spinoziana, pero desde una perspectiva no fatalista que apunta a alejar la posibilidad de que un Ser no sea sacrificado: homo (no) sacer.
Así pues, los que huyen pueden tener una idea de mantener el presente o el pasado y no necesariamente tener un proyecto, pueden que tengan un proyecto y no necesariamente sea de ruptura con el pasado y el presente, pueden tener un proyecto que signifique continuidad del cambio como evolución que vea el presente como un obstáculo qué hay que resistir o sortear y pueden tener un proyecto que signifique ruptura. Nos quedamos con las dos últimas, porque huir también es ceder mientras se construyen las condiciones para alcanzar lo que se ha proyectado.
Corolario.
Agamben ha definido la filosofía como el mundo contemplado en una situación extrema, como los campos y su expresión actual enmarcada en el estado de excepción, que se ha convertido en regla, pero su propuesta apunta a crear las condiciones de posibilidad de inferir y elegir una opción más atenuada de esa situación que para los venezolanos ha sido espantosa. No sabemos si la elección es una ficción, pero si la resistencia venezolana ha generado la atención del mundo significa que los cálculos, cuando se aplican a lo humano, como siempre yerran. Arendt por su parte fue más allá. Ella creyó que a pesar del extremismo de esas situaciones hay hendiduras que posibilitan el establecimiento de algo nuevo y la voluntad es el motor que puede penetrar en ellas. Como siempre estas hendiduras se están generando siempre y hay y habrá posibilidades para establecer un nuevo comienzo.
Los venezolanos, en este contexto, vivimos en un campo que se corresponde con Hades, el Purgatorio y en muchos casos, el Infierno cuando el retraimiento conduce al estado del ‘musulmán’. Pero el campo, en este contexto, es el espacio de la resistencia desde el mismo momento que los testimonios pueden ser usados como arma y como medio para generar el consenso que cree las condiciones de posibilidad de un hecho acontecimental, un milagro en sentido arendtiano, porque estamos obrando de acuerdo con la voluntad de Dios y participamos de su naturaleza divina, y hemos aprendido a comportarnos frente a la situación que nos ha afectado siguiendo el designio de Dios y a no odiar ni despreciar a nadie y a estar contento con lo que se tiene y, finalmente hemos aprendido las condiciones conforme a la cual debemos ser gobernados y dirigidos, para no ser esclavos.
Bibliografía Consultada

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SCHMITT, C. (2009). Teología Política. Madrid. (T.F. Conde y J. Navarro). Editorial Trotta. 180 p.

SPINOZA, B. (1677/2011). Tutte le Opere. Milano. (T. M. Buslacchi, A. Dini, G.Durante, S. Follini y A. Sangiacomo). Editorial Bompiani. 2838 p.




[1] Ver al respecto: Moreau (2012: 41).
[2] Homini igitur libero æque magnæ Animositati fuga in tempore, ac pugna ducitur: sive homo liber eadem Animositate, seu animi præsentia, qua certamen, fugam eligit. Esta afirmación proviene de la proposición IV, 69 que señala: la virtud del hombre libre se revela igualmente grande tanto en el evitar así como en el superar los peligros (Hominis liberi virtus æque magna cernitur in declinandis, quam in superandis periculis) (Ibíd.).
[3] Ver al respecto: Schmitt (2009).
[4] Sobre este concepto de biopolítica, ver al respecto: ESPOSITO, R.  (2006). Bíos. Biopolitica y Filosofía. Buenos Aires. (T. C. Molinari). Amorrortu editores. 320 p.
[5] Ejemplos de estas expresiones podemos encontrarla en twitter. Es decir: “Nueve pacientes fallecieron por falta de oxígeno en tres estados del país”. ...ya nada causa asombro, la muerte se ha convertido en un dato más, como el índice de inflación. ¿A cuántos les tocará hoy? ¿A cuántos mañana?, Laureano Márquez; “En una sociedad enferma, llena de carencias materiales y fuertes desequilibrios emocionales, el espíritu se debilita y la moral languidece, lo peor de la condición humana emerge en una ecología de vanidades y egoísmos”, Ángel Lombardi; “Caracas se parece al Berlín de la RDA. Todos somos, en el fondo, sobrevivientes de la espantosa era mediocre y oscura... Recorrer Caracas a las 9 de la noche es andar por una ciudad desolada. Cualquier capital de Sudamérica tiene zonas completamente vivas y de fiesta un jueves en la noche. Maduro ha sido eso: mediocridad, silencio, oscuridad”, Alonso Moleiro.
[6] Ver al respecto: González, (2012:117), estudio introductorio.
[7] Ver al respecto: Scribano (Manzini, 2011:41).
[8] Ver al respecto: Muralt (2002:124-126). Este autor señaló que “el voluntarismo se define como una doctrina en la que la voluntad, indiferente tanto al bien como el mal,… es única causa eficiente por sí de sus actos, independientemente de toda causalidad objetiva ejercida por su fin... y donde, por tanto, la voluntad, en razón de su indiferencia absoluta con respecto a su objeto, se dice libre esencialmente, es decir, por naturaleza y por creación arbitraria de Dios”. Esta doctrina puede ser observada en la obra de autores cristianos como Duns Escoto y Ockham, en el sentido que ambos admitieron una determinación final de la voluntad, establecida a priori y prescrita a la voluntad humana (Ibíd.:78).
[9] En el Tratado Breve señaló que “Gelyk ook alzoo de bewegende steen niet en zal komen te rusten, als door iets anders dat minder bewegt” (por otra parte, una piedra en movimiento no puede pararse si se encuentra cualquier otra que está en un movimiento menor) (1677/2011:306-307).
[10] Según Spinoza, “Conatus, quo unaquæque res in suo esse perseverare conatur, nihil est præter ipsius rei actualem essentiam” (el esfuerzo, con el cual alguna cosa se esfuerza en perseverar en su ser no es otro que la esencia actual de la casa misma (Eth, III, 7, 1677/2011:1328-1329).
[11] En relación con la voluntad Spinoza señaló que en la mente no existe alguna voluntad absoluta o libre, es decir, la mente está determinada a querer esto o aquello de una causa que está determinada por otra y así sucesivamente hasta el infinito  (“In Mente nulla est absoluta, sive libera voluntas; sed Mens ad hoc, vel illud volendum determinatur a causa, quæ etiam ab alia determinata est, & hæc iterum ab alia, & sic in infinitum”) (Eth, II, 48: 1298-1299). Es decir, define la voluntad en relación con el intelecto como uno y lo mismo (“Voluntas, & intellectus unum, & idem sunt”) (Eth, II:1301-1303).
[12] Spinoza (1677/2011, Éth. II, 48S: 1304-1305).
[13] Ibíd.:1309-1311.

sábado, 10 de noviembre de 2018

DOS AÑOS Y TRECIENTOS DÍAS A BORDO DEL A.R.V. “LOS CAYOS”

Disponible también en: http://www.fav-club.com/2019/08/10/dos-anos-y-trecientos-dias-a-bordo-del-arv-los-cayos/ 


En una soleada tarde caraqueña de mediados de julio del año 2018 acompañado con el buen amigo Luis Farage en una cafetería de Santa Paula me enteré de que el Guardacostas “Los Cayos” se había hundido en Puerto Cabello y necesitaban de la información que pudiese suministrar para proceder a su desincorporación. Lo primero que vino a mi mente fue que con ese hundimiento se habían ido los restos de la Marina de Guerra venezolana rescatados de la flota muerta y que asumí el comando de esa unidad los primeros días del año 1986 contra mi voluntad. Una decisión del alto mando naval dispuso que el comandante de esa unidad debiera ser un oficial y fui designado para ocupar un cargo que cambió radicalmente mi vida profesional y personal.
Hubo dos motivos que me empujaron a tratar de no asumir esa responsabilidad. El primero lo explique al comandante de la fragata “General Soublette” al menos un año antes de que se tomara esa decisión. Él me preguntó cuáles eran mis aspiraciones en la Armada y le respondí que ser almirante como todos los demás, y me inquirió por no decir que quería ser comandante de un buque de guerra. Le respondí en ese entonces que observaba que la imagen del comandante todopoderoso que tenía de mis lecturas no se correspondía con la realidad de unos comandantes que tenían que actuar con estrictos controles por el grado de sofisticación de unos navíos que fueron en esa época expresión del estado del arte de la construcción naval a escala global. El segundo, después, cuando se produjo el nombramiento, tuve la intuición de que además de las vicisitudes que viviría en el mar iba a tener que enfrentar la fricción de una burocracia generada por la coexistencia de dos fuerzas que impedían el desarrollo marítimo venezolano que ni Estado ni la Armada han podido superar: dos visiones limitadas de cómo debería ser el país marítimo dentro de un contexto signado por limitaciones financieras y materiales. A pesar de esta resistencia asumí el cargo de Comandante de la Lancha Guardacostas “Los Cayos” LG-12, una nave de 29 metros de eslora, 6 de manga, un desplazamiento de 380 toneladas, una ametralladora de 12,7 mm, un propulsor y un eje que le daban una velocidad sostenida de siete nudos, un viejo generador que no contaba con repuestos que pudiesen prolongar su vida útil y una tripulación que osciló en torno a 12 hombres. Esta unidad había entrado al servicio en la Armada a principios de los años ochenta del siglo pasado después de haber terminado sus días como pesquero luego de un proceso legal de confiscación. Se le hicieron algunas modificaciones de forma apresurada que lo convirtieron en una nave de apoyo logístico.
Con respecto al primer aspecto puedo decir que mi vivencia como Comandante fue la de un ser todopoderoso como lo indicaba mi patente de navegación. Asumí el reto debido a que ya había aprendido en otras oportunidades que hacer resistencia cuando algo estaba destinado era inútil en el más puro sentido estoico. Lo más inteligente fue para mí sacar el mejor provecho de la experiencia. En relación con el segundo vamos a hacer histórica y traer al presente lo que la memoria me permita del tejido de experiencias memorables que se fue construyendo en dos años y trecientos días a bordo de esa unidad siguiendo el derrotero que indicaré a continuación: las primeras navegaciones, la lucha contra la burocracia y la metamorfosis en buque de guerra.
Las primeras navegaciones.
La asunción del cargo de Comandante de la Guardacostas “Los Cayos” fue muy administrativa, digamos anglosajona, llegue al navío, hablé con el Comandante saliente y luego de un reconocimiento se formalizó todo en un acta. En una primera impresión, luego de haber permanecido tres años a bordo de la fragata “General Soublette” me pareció que el navío padecía de muchas carencias y limitaciones. Carencias porque no estaba armado para “hacer… la guerra…” y cumplir tareas de Guardacostas, ni poseía instrumentos de navegación que permitieran un posicionamiento confiable, y limitado porque su disponibilidad operacional era baja. Dada esta situación su misión fundamental fue el apoyo al Apostadero Naval de Turiamo. Así fue como se dieron mis primeras navegaciones.

Navegar por primera vez, como todo, es la experiencia de caer y golpearse y aun así levantarse y seguir adelante. Tuve la suerte de recibir un buen consejo después de haber-sido-en-obra en mi primera misión de manera exitosa: dadas las características del buque, no se podía maniobrar en contra del viento y las corrientes,… había que tenerlas a favor. El arte de navegar es usar los elementos de la naturaleza para alcanzar lo que uno se ha establecido como meta, no ponérselos en contra. La segunda enseñanza fue lograr que todo el equipo, es decir, toda la tripulación estuviese enfocado en facilitar el logro de lo que se había establecido como meta. Esto fue importantísimo debido a que aprendí que un acto de desobediencia puede ser crucial para alcanzar un objetivo lo cual suponía a su vez que había que asumir riesgos. De más está decir que asumir riesgos significaba actuar de acuerdo a un cálculo y consecuentemente una evaluación de posibilidades.
Una vez nos pasó que el navío se accidentó en Turiamo por falla en el arranque del propulsor. Para poder regresar a Puerto Cabello necesitábamos de un repuesto que no sabíamos cuando llegaría por lo que teníamos una posibilidad de encender el propulsor con el riesgo de que si se apagaba podría ocurrir una tragedia. Reuní a la tripulación y logré focalizarla en la misión del navío de manera tal que a partir de allí estuvo cohesionada. Pudimos retornar y dedicarnos a tratar de resolver los problemas que padecía el navío. En función de mi experiencia vivida en esa oportunidad y en la última navegación del Transporte A.R.V. “Los Roques”[1], me propuse convertirla en una especie de mini lupo en alusión a la fragata clase “Mariscal Sucre” y de ahí hice una campaña para lograr ese objetivo. El navío fue armado y se lograron algunas mejoras, pero los principales problemas que padecíamos no habían sido resueltos.
A pesar de ello, entre las acciones que emprendimos estuvo, en primer lugar, darle una identidad, en segundo lugar, construir un manual de organización y, en tercer lugar, tratar de extraer de la flota muerta aquello que pudiese servir para nuestros propósitos de ayudar a convertir a “Los Cayos” en un buque de guerra.
La identidad dentro de ese ambiente fue darle al navío un escudo, es decir, un signo y una heráldica, un significado. Para ello diseñamos un blasón con un fondo en azul aguamarina. En jefe tenía el Casco de Palas Atenea mirando a destra simbolizando la inteligencia que debe poseer todo marino que tome el destino de las armas. En el corazón del escudo un Trébol Negro de cuatro hojas que simbolizaba la buena suerte que se debe tener si se cultiva un temperamento prudente y previsor. Debajo del corazón un tridente y una espada posicionada como una cruz de san Andrés. El tridente de Poseidón y una espada cruciforme de estilo medieval. En punto estaba escrito en un listel a sinistra el nombre ‘Pontoporeia’ y a destra ‘Eulimene’. En el centro el nombre de la unidad: A.R.V. “Los Cayos”. ‘Pontoporeia’ es la Nereida que conduce los navíos en la mar y ‘Eulimene’ las que los conduce a buen puerto. Esta insignia fue aprobada y ostentada por la tripulación. Vale decir que un oficial cuando vio ese escudo exclamó “demasiado escudo para ese pedazo e’barco”. Pero el efecto que logró fue el esperado: logró identificar a la tripulación con el navío y así cada quien pudo contar su historia.
El Manual de Organización fue una exigencia urgente del comando superior para el momento en que recibí el cargo. Para mí fue la estructura de su identidad. Tardé dos años porque fue la escritura de las actividades que hicimos en todo ese periodo partiendo de cero. Fue como escribir cómo hacíamos las cosas en circunstancias normales y excepcionales una vez que nos aseguramos que la manera de hacerla era práctica y segura y podía ser seriada. Construimos una doctrina a partir de la fijación en palabras prácticas que se hicieron consuetudinarias hasta su desaparición física. Este principio de individuación generó identificación y permanencia.

De la flota muerta hablaremos más adelante. En ese entonces se discutía su desguace, fundición y aprovechamiento de sus materiales, en especial acero naval y bronce aun adherido fuertemente a las estructuras que medianamente se encontraban a flote. Ello nos hizo tener que pensar el navío que queríamos y explorar qué podíamos tomar para constatar si era viable para el nuevo destino que habíamos diseñado.
Todo este esfuerzo se hizo a pesar de la fricción representada por la burocracia. Esta burocracia, en las condiciones en que estaba producía retardos que podían generar una matriz de fallas que podía crear las condiciones de posibilidad de que ocurriese un accidente en la medida que las exigencias operacionales fuesen mayores. Esa fue una de mis principales preocupaciones.
La lucha contra la burocracia.
Asumí el cargo de Comandante y casi simultáneamente me fue entregada la Patente de Navegación. Esta patente era dada por el Presidente de la República, en ese entonces, a los oficiales navales para ejecutar “todos los actos de paz y de guerra necesarios al cumplimiento de sus funciones, sujetándose en todo a las leyes de la República…”. La lectura razonada de este documento me hizo comprender que si bien había sido designado por el alto mando naval la responsabilidad que portaba encima de mis hombros iba más allá de los promotores del nombramiento. Mi rendición de cuentas era ante la República en la figura de su Presidente. Este hecho resultó trascendental para mí debido a que recibí la gran responsabilidad de conducir un medio naval inseguro e incapaz de estar a la altura de las circunstancias y no quería repetir la experiencia de la última navegación del A.R.V. “Los Roques”. Por lo que después de un año de gestiones infructuosas para aumentar la disponibilidad operacional del navío decidí dirigirme al Comandante General de la Armada para tratar de resolver los problemas por mi planteado. Semejante acción puso a la Armada en contra mía. Pero en el año 1986, como dije, existían dos mentalidades en la Armada: la de los viejos buques y la que luchaba por estar a la altura de las circunstancias que significaba el disponer de tecnologías avanzadas para la época. Frente a esta dualidad, tuve que enfrentarme a una comisión inspectora que debía poner en cintura al oficial que había desafiado a toda la estructura de comando.

La comisión inspectora constató que estaba en lo cierto. Pero aun así después de importantes reparaciones salimos a operar con severas limitaciones. Fue un problema: la mentalidad de los oficiales de los viejos buques que navegaban en condiciones inseguras exigía que operase en las condiciones en que estuviese, la mentalidad nueva de ese entonces exigía que NO se operase en condiciones inseguras. Después de alertar al comando superior de mis limitaciones y de los riesgos que podría acarrear a la unidad como un todo cumplimos dos misiones: recuperar un torpedo de prueba lanzado contra una fragata por un submarino tipo U-209 y a interceptar una posible operación de tráfico de narcóticos en horas nocturnas en el Golfo Triste. En ese entonces ya contaba con una tripulación entrenada y muy capaz.
En relación con la recuperación de un torpedo de prueba la maniobra fue muy complicada a pesar de su sencillez por lo que ameritó mucha paciencia en la ejecución. Siempre tuve presente una sentencia dicha por un oficial brasileño en un conferencia pre-zarpe en una operación combinada con buques de la Marina de Brasil dos años atrás. Los oficiales planificadores venezolanos querían incluir más ejercicios en el plan de eventos alegando el alto nivel de adiestramiento de las tripulaciones y el oficial brasileño, que era el comandante del grupo de tarea del país vecino dijo: “por más adiestrada que esté una tripulación, una maniobra marinera puede durar cinco minutos o cinco horas”. En ese momento esa sentencia fue suficiente para que los venezolanos desistieran de la idea. El día que nos tocó la recuperación del torpedo esa sentencia del oficial brasileño se convirtió en máxima. El mar embravecido hizo que se tuviera que localizar el torpedo y ejecutar varios intentos para recuperarlo. Después de las 2200 horas logramos cumplir nuestro propósito y nos dirigimos a puerto remolcando el artefacto. Tratamos de comunicarnos con la capitanía de puerto para reportar nuestra entrada y la comunicación fue en vano. No hubo nadie que nos respondiera. En vista de ello decidimos entrar a la dársena y allí se presentó un grave problema: un portacontenedores estaba enfilándose al canal de entrada/salida en el mismo momento en que nosotros estábamos haciendo lo mismo para entrar en condiciones restringidas por el remolque. En semejante situación decidí seguir adelante. Hay que aclarar que el canal de entrada/salida a la dársena de Puerto Cabello era en ese entonces muy estrecho, sólo podía navegar un buque a la vez. Para seguir avante sólo se necesitó sangre fría. Calculé que disponía de un mínimo espacio para pasar y mi tripulación respondió a la altura de las circunstancias. Todas las órdenes fueron cumplidas milimétricamente. En el momento exacto en que los dos navíos estaban pasando por el canal podía tocar el casco del portacontenedores. Todo ocurrió en menos de un minuto. Después, el atraque fue suave y entregamos la encomienda. No felicité a la tripulación, me comporté como si todo hubiese sido normal. Después mi segundo al mando, uno de los más excelentes profesionales con los cuales tuve la oportunidad de compartir experiencias, José Medina Zambrano me dijo que creyó que el portacontenedores nos iba a embestir; yo le dije que en ese momento no pensé en nada, sólo que no podía abortar la maniobra porque el remolque lo impedía y si lo hacía iba a ser más riesgoso. Aprendí que en situaciones extremas uno se conecta con el todo, por ello uno no piensa nada, todos los sentidos se alinean para pasar el trance, pensar en algo es catastrófico. Después del atraque la sangre fría me salió del cuerpo y duré ensimismado varias horas hasta que volví a adquirir conciencia de mi responsabilidad.
Con respecto a la interceptación de presuntos narcotraficantes en el Golfo Triste esta fue una operación nocturna. Luego de varias acciones sorpresivas de visita y registro no logramos ningún resultado. Finalizamos la misión cuando sentimos que estábamos poniendo en riesgo físico a la unidad por la existencia de bajos, aunque arenosos, en el área de interceptación. Al regreso a puerto ocurrió lo que más temía: que una de las condiciones inseguras reportadas se manifestase. Es decir, se sobregiró el generador fracturándose en el acto. Logramos atender la emergencia mitigando los daños y pudimos regresar a puerto a duras penas. En la entrada a puerto no conseguimos ningún percance. El reporte de accidente consecuente hizo mover cielo y tierra al comando superior para resolver la situación embarazosa en que había quedado. Dos meses después la unidad dispuso de un nuevo generador con alta confiabilidad y estábamos en condiciones, después de resolver algunos problemas disciplinarios, de navegar por todo el mar de Venezuela.
Esta situación y su evolución como un todo con un resultado favorable para la unidad, desde una perspectiva institucional, produjo en mí un cambio radical sobre mi visión de la Armada que tendría sus consecuencias debido a que fui objeto de una conspiración, la de los necios que se negaron a aceptar la ocurrencia de unas alteraciones que estaban aconteciendo en la Armada y respondieron tratando de apartar al oficial molesto por alertar como lo hace un tuerto a individuos que se negaban a ver un problema que ya se estaba haciendo patente, es decir, la decadencia generada por la imposición de una visión limitada de la realidad completamente des-armónica en relación a un contexto de cambios generalizados. Estas alteraciones, que indicaban un agotamiento institucional, apuntaron al inicio de un ritornelo, es decir, algo que ha sido para nosotros un eterno retorno que se haría evidente en los años 1992, 2002 y 2014-2018 y que probablemente se había vivido en el año 1945, 1948, 1958 y 1962.
La metamorfosis en buque de guerra.
El A.R.V. “Los Cayos” sufriría aun importantes transformaciones que aumentarían sus capacidades marineras y lo posibilitaría a cumplir con su misión como buque de guerra. En ese momento me percaté de que debería prepararme para navegar más allá del espacio marítimo al cual estuvimos acostumbrados, es decir, en todo el mar de Venezuela. Como los costos para adquirir accesorios nos eran sumamente altos, recurrimos a la flota muerta para tratar de “raspar la olla” y recuperar todo aquello que nos pudiese servir en función de una lista de requerimientos que nos habíamos hecho. Así pudimos hacernos con muchos accesorios de acero naval y de bronce cuyos costos no podíamos sufragar y que mejoraron nuestro apresto operacional. Por lo que con el hundimiento de A.R.V. “Los Cayos” se fue a pique el resto material viviente de la marina venezolana de los años cincuenta, sesenta y setenta.
Después de varias misiones de patrullaje y de verificación del grado de alistamiento, nos destinaron junto con el patrullero costero “Independencia” a apoyar la ejecución de una regata entre el Cabo de la Vela y Curazao. Fue un fin de semana de los primeros días de agosto de 1987. La actividad de apoyo se cumplió con el único inconveniente que una embarcación deportiva neerlandesa se había quedado a la deriva teniendo que ser remolcada por el patrullero costero. El domingo, después de mediodía fue destacado de emergencia el patrullero costero al Golfo de Venezuela por lo que nos correspondió a nosotros terminar el auxilio. Después de allí regresamos a Puerto Cabello. El arribo fue a las 0800 hrs. del día siguiente. Sentí una gran impresión ver la gran actividad que existía en la base naval. Actividad excesivamente anormal para un lunes en la mañana. Luego me enteraría de que había estallado una crisis en el Golfo de Venezuela que sería conocida como la crisis de la Corbeta “Caldas”. El A.R.V. “Los Cayos” fue puesto a la orden de la Fuerza de Tarea que se había establecido y aparte de cumplir varias misiones de apoyo relativas a la provisión de material de guerra para los buques y de presenciar los acontecimientos en una sala de operaciones mi vivencia de la crisis se produjo después y de otra manera. La crisis oficialmente terminó el 18 de agosto, pero las condiciones de alerta máxima en la Armada se levantaron después generando un importante desgaste de personal y de medios. En general, considero que el personal de la Armada asumió la crisis de manera estoica y ese acontecimiento en sí develó la verdadera vocación de muchos que hicieron vida en la institución en ese momento.
En esos días posteriores se presentó una falla grave en el propulsor y después de hacer fallidos intentos en la base para solucionarla la reporté al comando superior donde me indicaron que me dirigiese a los Diques y Astilleros Nacionales. Allí me dijeron que la única persona capaz de resolver mi problema era un técnico colombiano. Este hecho me planteó un gran problema si se considera que a pesar de la desescalada, las condiciones de seguridad se habían hecho sumamente exigentes, sobre todo en lo concerniente a la entrada de extranjeros a instalaciones militares. Así pues, mi dilema fue: me atenía a la situación de seguridad o la violaba para lograr la operatividad del navío. Pensando en la patente de navegación y en mi vivencia hasta el momento como Comandante asumí el riesgo personalmente y llevé al técnico a mi navío hasta que logró reparar la máquina. La unidad estuvo lista a principios de septiembre por lo que pudimos cumplir tareas de apoyo en Turiamo para mitigar a los venezolanos que fueron afectados por la tragedia del río Limón.

Después de las operaciones de apoyo en Turiamo fui destacado al oriente del país, a Guanta y Puerto La Cruz, desde donde cumplí tareas de patrullaje que nos llevaron hasta Güiria y al territorio insular que bordea al mar de Venezuela. Una vez oí que los marinos venezolanos hasta la era de los años treinta eran capaces de orientarse por el olor de la costa adyacente en que navegaban. Confieso que nunca pude adquirir ese don. Las herramientas de navegación mías fueron el radar y la combinación del reconocimiento de las estrellas con un radiogoniómetro. El radar fue la herencia de mi experiencia en la fragata “General Soublette”. La navegación astronómica era (y creo que aún lo es) una disciplina obligatoria en la Escuela Naval de Venezuela. La destreza la adquirí en el crucero de instrucción a EE.UU. en el Buque Escuela “Simón Bolívar” y en la navegación a Italia en la mencionada fragata, pero, como se pudo visualizar en la heráldica del navío, en esa época tenía una atracción por las obras de Hesíodo y Ovidio, mi capacidad para la navegación astronómica estuvo realmente asociada al reconocimiento de los mitos griegos que siempre nos condujeron en el mar y nos llevaron a buen puerto. El radiogoniómetro fue el instrumento que nos unía a tierra. Mi respeto por ese instrumento anticuado provino de mis lecturas acerca del papel que desempeñó en la batalla de Tsushima.

Este fue mi último periodo como comandante del A.R.V. “Los Cayos”. Los patrullajes que ejecutamos fueron momentos que propiciaron en mí una gran paz interior. Sentí la libertad de estar en contacto con la naturaleza a pesar de la sublimidad subyacente, es decir, del poder que podía ejercer la inmensidad sobre nosotros, y a la vez con la suficiente autonomía de mi voluntad para decidir qué hacer a diferencia de lo que había percibido de los comandantes de las grandes unidades. Después del derrotero seguido en el oriente del país fui destinado de nuevo a Puerto Cabello. Allí participamos en el desfile naval del año 1988. Después de allí fui destinado a Punto Fijo y con esta asignación recibí el nombramiento de mi relevo y mi regreso a la Fragata “General Soublette” para ocupar el cargo de jefe de artillería principal.
Cuando fui nombrado como Comandante me informaron que permanecería en el cargo por un año. Me imagino que los problemas que generé alargaron el tiempo de mi estadía, pero aun así consideré larga la permanencia que tuve.
En Punto Fijo cumplí varias comisiones a Los Monjes. En la última navegación cuando estábamos arribando se presentó como a las 2200 hrs. una falla eléctrica en la península de Paraguaná que dificultó la maniobra de atraque. Fue la peor maniobra que ejecuté en toda mi vida… había perdido las referencias visuales. Nada que lamentar, todo fue efecto de la ansiedad de que no ocurriese nada que pudiese interrumpir la entrega normal del cargo. Lo peor ocurriría inmediatamente. Venezuela no se caracteriza por ser un país que sea afectado por huracanes. Pero en esos días la tormenta Joan se acercó mucho a nuestras costas y se dirigió directamente a la península de Paraguaná. Cuando anunciaron las alertas me encontraba en La Guaira en una reunión de Comandantes y traté de dirigirme a mi unidad pero se me hizo difícil porque se interrumpieron las comunicaciones terrestres, marítimas y aéreas. Sólo quedaron las comunicaciones telefónicas. Mi indicación a la tripulación fue asegurar el navío con guayas de acero así como cualquier cosa que pudiera actuar como un proyectil y lo abandonasen momentáneamente mientras pasaba el ojo de la tormenta. La guardia cumplió a la letra la orden y los daños fueron mínimos. La tormenta se convirtió en huracán cuando entró en el Golfo de Venezuela. En medio de los destrozos alrededor, cuatro días después, con la unidad en un estado de alta disponibilidad operacional entregué el cargo.
Corolario.
Regresé a la Fragata “General Soublette” a finales de octubre de 1988. En ese momento era lo que deseaba. No me fue mal, pero tampoco bien. Ante la opción de ser jefe de armamento o asumir un cargo en tierra, elegí lo segundo. Quería estudiar. Me había percatado desde mi comando que los buques habían dejado de ser medios confiables porque los esfuerzos en garantizar un aceptable nivel de mantenimientos fueron insuficientes por un conjunto de causas. Permanecí hasta agosto de 1990, después de que una crisis política que había desangrado a Trinidad había amainado. En julio del año 1992 me ofrecieron de nuevo asumir el cargo de jefe de armamentos en una fragata  y no acepté el nombramiento, preferí ser segundo Comandante de la Guardacostas “General Morán”. Pero, los intentos de golpes de Estado de ese año provocarían cambios de circunstancias en lo profesional y personal.
El Guardacosta A.R.V. "Los Cayos" tendría más de una década de vida operativa en la Armada venezolana como se puede evidenciar en esta imagen suministrada por Ramón Rivero-Blanco




[1] En el año 1983 después que la fragata “General Soublette” sufrió una avería de importancia su comandante decidió convenientemente enviarme de comisión a bordo del A.R.V. “Los Roques” porque ese medio necesitaba cumplir una misión de apoyo y faltaba un oficial de su dotación. Fue la última navegación de ese buque puesto que se encontraba en un pésimo estado en cuanto a condiciones de seguridad. La navegación fue accidentada porque el buque comenzó a presentar fallas. Estuvimos en la Orchila, luego en Cumaná. Allí en una mala maniobra en condiciones atmosféricas adversas un cabo de atraque se enredó en una propela produciendo retrasos en el cumplimiento de la misión. Retornamos a la Orchila y después que se averió un propulsor el Comandante decidió regresar a Puerto Cabello. La velocidad de retorno fue de dos nudos, pero navegando con un solo propulsor nuestra derrota asemejó a un espiral que iba extendiéndose lenta y lastimosamente con lo cual se extendía el retraso y la tensión a bordo. En estas circunstancias comenzamos a hacer preparativos para mitigar cualquier complicación que se presentase y a reportar nuestro estado. Alrededor de la medianoche ocurrió el momento culminante: un mercante de la Compañía Anónima Venezolana de Navegación casi nos enviste a pesar de todas las previsiones que tomamos debido a que su timón estaba bloqueado y no podía maniobrar. Llegamos a la rada de Puerto Cabello un domingo en la tarde auxiliado por unos remolcadores. Eso puso fin a esa travesía. Además de la experiencia que adquirí, lo que más me impresionó de todo lo vivido y tomé como ejemplo a seguir fue la imperturbabilidad del Comandante ante las situaciones de emergencia. En ese entonces fue Lewis Patiño Patiño.

jueves, 1 de noviembre de 2018

LA DES-COLONIALIDAD DEL PODER EUROCÉNTRICO... A LA VENEZOLANA



Aníbal Quijano fue un autor marxista que elaboró una obra denominada la Colonialidad del Poder[1] que versa sobre su creencia en la existencia de un patrón de poder global surgido desde el descubrimiento y posterior dominio europeo sobre América que se ha extendido al resto del mundo. Este se caracteriza “por el establecimiento del sistema de dominación colonial y del mercado mundial capitalista” controlados todos por Occidente. Esta colonialidad puede ser visualizada, según este autor, siguiendo dos ejes de análisis: la raza “como el fundamento de todo un nuevo sistema de dominación social” de carácter eurocentrista que extrañamente no se observa en la experiencia vivida por las civilizaciones rusa, hindú, japonesa o turca que sufrieron procesos de europeización deliberados; y el “capitalismo” como proceso articulador de “todos los modos de producción en una única estructura” de producción de alcance global que tampoco se observa en la guerra comercial que mantienen, por ejemplo, China y EE.UU., ni en industrias específicas como la del automóvil o de los teléfonos inteligentes para citar algunos pocos.
El eurocentrismo lo observa como “un modo de producción y control de relaciones intersubjetivas” (imaginario social, memoria histórica, y producción de conocimiento) que, según él, garantiza el mantenimiento de estas relaciones de poder colonial que amerita un proceso de des-colonización. Llama la atención que este concepto escrito en castellano, concebido a partir de una estructura de pensamiento europea, sea el fundamento de unas luchas liberadoras de unos individuos que se asumen como la conciencia de una población desde una posición pre-hispánica, pre-inglesa, pre-francesa o pre-neerlandesa que no conocían el concepto de libertad o de algo parecido. No me parece que los mayas, los aztecas, los caribes, los incas, etc., hayan sido democráticos, despóticos o pueda aplicarse algún concepto europeo sin que se asuma alguna forma de eurocentrismo por semejanza. Ya desde esa perspectiva los argumentos esgrimidos por ese difunto autor son sospechosos. Podríamos preguntarnos: ¿Qué entiende, en estos momentos, un aimara, un goajiro o un yanomami con respecto a la palabra libertad? Creo que sólo la población mezclada que ha sido crisol de diversas culturas podría pensar en ella, pero no creo que un individuo que tiene muchos orígenes desde el punto de vista étnico quiera ser aimara, goajiro o yanomami, ni someterse a esas formas de organización política ancestrales. De igual forma, y como hemos vivido en Venezuela, los dirigentes de la tiranía han permitido la colonización material y cultural del país con la finalidad de destruir la sociedad y las bases con que se habían fundamentado hasta el presente de forma absurda con un discurso liberador y una praxis totalitaria que hace ver la propuesta descolonizadora como fraudulenta. 
La gran paradoja del esfuerzo de este difunto autor peruano fue liderar un movimiento descolonizador del eurocentrismo a partir de la reinterpretación del pensamiento de un europeo, es decir, Carlos Marx. Sus seguidores que en Iberoamérica han mantenido ese “esfuerzo”, que hablan idiomas de origen europeo, sus nombres son de origen europeo y sus prácticas culturales aprovechándose de los restos de civilización originaria que aún existen en el continente, llevan ya una larga lucha por imponer este nuevo eurocentrismo enmascarado de liberación. Ahora, la palabra ‘libertad’ ¿no es también un concepto europeo? Así como clase, raza, capitalismo y dominación por citar sólo algunas. E incluso el mismo lenguaje con que se expresó Quijano y se expresan otros autores como Enrique Dussel, Ramón Grosfoguel o García Linera ¿no son de origen europeo?
Esta paradoja dio paso a lo que se conoce como filosofía de la liberación, una corriente marxista de pensamiento derivada de la teología de la liberación de la cual Enrique Dussel se ha atribuido, en parte, un liderazgo siguiendo también como referente el pensamiento marxista. Ahora, qué refiere la palabra eurocéntrica ‘descolonización’ y por qué su pertinencia en la actual realidad venezolana.
Sobre la des-colonización expresó que su causa obedece a que el “patrón de poder global colonial/moderno” había iniciado un proceso de radical reconfiguración pudiendo avanzar sin restricciones a la totalidad del mundo después de los procesos políticos globales acaecidos a finales del siglo pasado[2]. Sin embargo, como este proceso indetenible está llevando “a la destrucción de las condiciones de vida en nuestro planeta, a la deliberada polarización social extrema y a la extinción por hambre de una gran parte de nuestra especie” en un contexto signado por una parte, por un inconmensurable “desarrollo científico/tecnológico… que permite una producción material e inmaterial sin límites previos, en escala mundial” y, por la otra, un proceso de “esclavitud y servidumbre… en plena re-expansión” donde el empleo cada vez es más precario y flexibilizado, cree que se han dado las condiciones objetivas para enfrentarlo.
Hay una expresión dicha por gente que vivió el socialismo real que dice más o menos lo siguiente: el camino más largo al capitalismo es el comunismo. Como se puede observar, si le damos crédito a lo que afirman Quijano y Dussel, Venezuela vive en su imagen del capitalismo, no de la economía de libre mercado que busca crear capacidades productivas bajo una eticidad fundada en la relación con los otros y dentro de un marco de protección ambiental como se evidencia en los esfuerzo derivados de la cumbre de Kioto. Ambos hechos que se produce en medios de procesos integracionistas globales dentro de una visión republicana.
Esta imagen del “capitalismo” es lo que permite explicar cómo se destruyó el aparato productivo existente en Venezuela. Estos autores afirman que “esa misma tecnología [en desarrollo expansivo] también permitiría producir todo lo que la población del mundo necesita sin recurrir a la dominación/discriminación/explotación/violencia”, por lo que consideran que ese orden es “peligroso”, “prescindible” y “ya no es útil, ni necesario”. Desde esta perspectiva podemos empezar a ver que la descolonización es destrucción bajo una justificación falaz como hemos indicado precedentemente y vivido los venezolanos y aun continuamos resistiendo. Venezuela es uno de los puntos de aplicación del esfuerzo de una acción realizada por un conjunto de actores que operan en un alcance global dentro del Foro de São Paulo. La paradoja que estamos viviendo los venezolanos es que una clase dirigente consumida por el resentimiento entregó el país a potencias extranjeras (Cuba, China y Rusia) convirtiéndola en una neo-colonia donde culturalmente los valores se miden no sólo en términos marxistas sino por las carencias de sus tiranos.
Esta intencionalidad producida por unos individuos asociados al Foro de São Paulo[3] evidencia que la crisis que está viviendo Occidente como se observa desde los disturbios en Estocolmo, pasando por los disturbios en Londres, Paris, Buenos Aires, las maniobras políticas turbias en EE.UU., España, Argentina, Perú y Venezuela no son casuales, obedecen a un mismo concepto de maniobra. Occidente está viviendo la crisis de la república romana y el establecimiento de un imperio de alcance global no es ni más ni menos que su concreción manifiesta. Con ello estoy indicando de una vez que sólo una concepción republicana dentro de una federación de repúblicas puede conjurar la amenaza sao-paulista[4]. Pero no hemos descrito aun qué es descolonización.
Quijano-Dussel creen que está emergiendo una vasta coalición social que estiman es un nuevo movimiento mundial de la sociedad en la misma línea de pensamiento en que se ubican Hardt y Negri[5], conformada por los “dominados y explotados del mundo industrial/urbano”, los “‘indígenas’ de todo el mundo… en defensa de todo lo que han usado, producido y reproducido por miles de años”, es decir, su ambiente y “la comunidad científica mundial y los intelectuales y profesionales de las capas medias”. Esta congregación a escala global la observan como un proceso de descolonización que creen está ocurriendo, es decir, una  
“emancipación del Eurocentrismo, esa forma de producir subjetividad (imaginario social, memoria histórica y conocimiento) de modo distorsionado y distorsionante, que, aparte de la violencia, es el más eficaz instrumento de control que el capitalismo colonial/moderno tiene para mantener la existencia social de la especie humana dentro de este patrón de poder”.

Estos autores creen que estos movimientos disponen ya de una “tecnología social para prescindir del capitalismo”. Esta tecnología social, como hemos podido observar en Venezuela no se sustenta en la producción sino en la rapacidad parasitaria para tomar lo privado y a su vez útil a la sociedad hasta agotar sus bondades bajo una forma que puede ser entendida como una máquina de guerra. Esta máquina de guerra se puede observar en la caravana de migrantes dirigida contra EE.UU. o el forzamiento de la diáspora venezolana por todo Occidente. El derecho internacional había prohibido convertir a las poblaciones civiles en blancos militares o escudos humanos, tal como se observa en las convenciones de Ginebra, lo que no ha prohibido es que se usen como armas[6]. A ese nivel de maldad han llegado los seguidores de las ideologías que defienden la tiranía en Venezuela y justificadores como Quijano y Dussel. Es el mal radical que señalaba Hannah Arendt: “los seres humanos son prescindibles para los propósitos superiores de la revolución y la defensa de los derechos humanos”.
Visto de otra manera, Quijano y Dussel están proponiendo una revolución cultural, a la china, con la diferencia de no estar confinada a un espacio geográfico específico como sucedió en Asia o en Cuba. El no confinamiento es lo que hace posible convertir un flujo migratorio en un arma. La conversión puede ser vista como una nueva episteme, es decir, la “nueva tecnología social”. La “nueva tecnología social” se expresa en
·         La producción de nuevas “formas de existencia social” objetas a una nueva forma de dominación y discriminación que en Venezuela se visualiza con el carnet de la patria, la diáspora o los claps
·         La imposición en Venezuela de las comunas como una nueva forma de comunidad y autoridad política no democrática al margen del deseo de la población como se evidenció en los años 2006-2007, 2013, 2014, 2016 y 2017.
·         Apropiándose de las capacidades tecnológicas para producir los bienes y valores que permitan un mayor control de la población. 
Esta nueva tecnología social la observan Quijano y Dussel como una especie de descolonización epistemológica. La descolonización epistemológica refiere el propósito de “liberar a las ciencias sociales en general y a las elites intelectuales del Sud global de su triste colonialidad mental europeo-norteamericana”. Este autor incluye a la filosofía dentro de ese esfuerzo, hecho que nos lleva a la causa de esta reflexión porque el nuevo vector de ataque de la tiranía va a ser la educación venezolana una vez que ha sido puesta contra la pared[7]. Dentro de este marco se circunscribe la creación en la Venezuela aun no doblegada por la tiranía del Instituto Nacional para la Descolonización. Este medio tendrá como fin combatir “la formación eurocéntrica que aún prevalece en muchos programas educativos” o sea, la formación no marxista que no les sirve a sus propósitos con unos medios similares a los ejecutados por Justiniano con la escuela neoplatónica de Atenas o la quema de libros como las ordenadas por los revolucionarios rusos, los nazis, las dictaduras del cono sur y los seguidores del difunto presidente de Venezuela hasta el año 2012[8].
Con ello, los conductores de la tiranía en Venezuela en su afán de mantenerse en el poder han abrazado las propuestas de unos estafadores que han vivido de lo que le han negado a los demás: el libre mercado. Además, de ello han tratado de demostrar fallidamente que la colonización ruso-chino-cubana no es neo-colonización. En lo que sí han sido efectivos es en ser unos bufones de la historia por la tragicomedia que han producido.
Así pues, como la capacidad productiva venezolana quedó prácticamente destruida y los países de la región han erigido estructuras de contención a la agresión de la tiranía venezolana, ésta se juega su supervivencia dentro de un juego estratégico global. Por ello va a tomar el núcleo de la resistencia venezolana: la educación en todos sus niveles, una vez que los otros mecanismos de descolonización y el desarrollo de una nueva episteme en Venezuela bajo la consigna “inventar o errar” han cumplido su cometido no sólo en la industria petrolera, sino también en el arco minero, la salud, la alimentación, la educación, los servicios públicos, el empobrecimiento generalizado, los dispositivos de control y la diáspora. Las circunstancias para la toma del sistema educativo ya están presentes, es decir, desde los educandos: la incapacidad de mantenerse dentro del sistema educativo. Y desde los educadores y prestadores de servicios: las protestas por reivindicaciones laborales y el paro efectivo de la estructura educativa. La expansión a las otras manifestaciones de la cultura se sentirá después.
Así pues, una vez que ha sido destruido el país la descolonización venezolana ha supuesto hasta ahora la injerencia extranjera (cubana, rusa y china) que ha sido vista como una cesión de exclusividad, plenitud y autonomía de competencias. La otra paradoja es que los conductores de la ‘descolonización’  temerosos de pagar su culpa han obrado por tres vías: han huido a aquellos lugares donde existe economía de libre mercado para disfrutar de todo el capital acumulado de forma no aclarada con lo cual han preferido finalmente plegarse sumisamente a una estructura eurocéntrica diferente al eurocentrismo ruso-chino-cubano, han enviado a sus hijos a esos parajes o han permanecido en el país con el temor de que le quiten el capital dudosamente adquirido disfrutando de los productos materiales y culturales eurocéntricos que han negado a la población. Todo ello ha generado en consecuencia una estructura social donde sólo hay pobres y ricos en unas condiciones similares a las que los bufones justificaron su lucha contra la humanidad al menos desde la revolución rusa.



[1] Toda su obra puede ser observada en el siguiente link: http://politicasociedad.blogspot.com/2009/04/escritos-de-anibal-quijano_14.html
[2] Ver al respecto: “Des/colonialidad del poder: el horizonte alternativo”, 2008 en https://www.alainet.org/es/active/24123
[4] Ello puede explicar también el fortalecimiento de los sistemas despóticos en Rusia, Turquía y China.
[5] Ver al respecto: BLANCO, E. (2016). Ontología de la Guerra. Crítica al concepto de Guerra en las obras de Hardt y Negri. Caracas. Ediciones Rivero-Blanco. 456 p.
[6] Un ejemplo podría ser las usadas por los romanos contra la fortaleza de Masada para quebrar su resistencia.
[7] Ver al respecto: “Aníbal Quijano (1928-2018)”: Enrique Dussel en: https://marxismocritico.com/2018/06/26/anibal-quijano-1928-2018/
[8] Ver al respecto: “…la creación del Instituto Nacional para la Descolonización” http://www.mincultura.gob.ve/detalles.php?meta=MTA1Nw==