martes, 1 de septiembre de 2020

¿QUÉ ES SOBERANÍA?

 

Soberanía es una palabra que denotaba ‘lo que es alto, extremado y singular’. Como concepto es de origen medieval y significaba ‘poder supremo’, es decir, aquel poder “que no reconoce por encima de sí mismo a ningún otro”. Además de ello, Jean Bodin al definirlo como “poder [indivisible,] absoluto y perpetuo de un Estado” asoció dicho concepto con un estado político. Absoluto, en este contexto significó, para el pensador francés, que debe estar desligado de la obligación de obedecer leyes terrenas dadas por él o sus predecesores porque no se puede mandar a sí mismo y, perpetuo se refieren a la estructura del poder que no se limita a una persona determinada. Este poder tenía unos límites: no podía sobrepasar las leyes naturales establecidas por Dios y no podía “posesionarse de la propiedad ajena y disponer de ella sin el consenso del propietario”.

Con respecto a la diferenciación entre ‘estado’ y ‘soberano’ señaló que las formas de los Estados son tres: monarquía, aristocracia y democracia, por lo que rechazó el concepto de forma mixta en cuanto a los órdenes políticos debido a que consideró que era fuente de inestabilidad y en contra de la opinión de los antiguos como Aristóteles o Polibio afirmó que eso que llamaron orden político mixto en realidad no era así porque siempre prevalencia una forma sobre otra. Esta crítica obedeció a que para él hay una titularidad de la soberanía que es el Estado y un ejercicio de la soberanía que puede ser confiado a un monarca, a una asamblea aristocrática o a un régimen popular. Así pues, para este autor puede haber Estados monárquico-monárquico, monárquicos-aristocráticos, monárquico-democrático, aristocrático-monárquico, aristocrático-aristocrático, aristocrático-democrático, democrático-monárquico, democrático-aristocrático y democrático-democrático. Esta clasificación permite entender las formas degeneradas como vicio del ejercicio de la soberanía. Desde esta perspectiva, señaló que toda monarquía puede ser “real, despótica[1] y tiránica[2], toda aristocracia puede ser legítima, despótica y facciosa [y] toda democracia puede ser legítima, despótica y tiránica”.

Para Carl Schmitt[3] la idea de Estado en Bodin es producto de los conflictos civiles (religiosos) en Europa, aspecto que explica la inclinación hacia la tolerancia religiosa dentro de la tipología de los órdenes políticos dados y el respeto a la propiedad privada. No obstante, nos interesa destacar dos aspectos que se derivan de lo indicado en las primeras líneas relativas a lo que denota la palabra ‘estado’ por la estrecha relación que existe entre esta palabra y la palabra ‘soberanía’ y lo que implica este concepto de ‘soberanía’ desde la perspectiva de los órdenes políticos desde una perspectiva histórica.

Con respecto a la palabra ‘estado´ es conveniente tener presente que esta expresión ya denotaba en la edad media un estado de cosas político estable, pero fue Niccolò Machiavelli quien la popularizó cuando hizo la categorización de repúblicas y principados al inicio de Il Principe para explicar los órdenes políticos estable e inestables[4]. De acuerdo con nuestra línea discursiva, como Norberto Bobbio expresó que sólo había verdadero Estado a partir de la teorización del concepto de soberanía realizado por Bodin al entender como aquel donde el sumo poder organizado e institucionalizado se ejerce efectivamente podemos entonces asociar las expresiones ‘soberanía’ y ‘Estado’[5]. Esto nos lleva de nuevo al concepto de soberanía. Carl Schmitt al respecto nos indicó que un soberano es aquel que puede declarar un estado de excepción, es decir, es aquel que puede suspender la ley para reinstaurar dicha ley o para implantar otra[6]. Si consideramos que desde Aristóteles la soberanía radicaba en la ley y, por supuesto, de quién la hacía entonces se hace necesario hablar del origen del Estado y su evolución desde una perspectiva genealógica destacando los cambios más relevantes sufridos hasta la constitución del estado-nación moderno.

Como el estado-nación moderno se reconoció formalmente gracias a la Paz de Westfalia analizaremos seguidamente la crisis del orden westfaliano debido a que esta crisis está estrechamente relacionada con la crisis del estado-nación. De igual forma si consideramos que el estado de excepción es consecuencia de stasis, estado de guerra o de bellum como indicamos en ¿qué es la guerra?, nos encontramos, frente a la necesidad de explicar las causas que han llevado a los Estados en el presente a estar en un permanente estado de excepción en unas condiciones que se han hecho globales. Todo esto nos va a permitir definir qué es soberanía en el mundo de hoy.

Genealogía sucinta de las formas ‘Estado’ hasta la Paz de Westfalia.

‘Política’ es una palabra de origen griego que proviene de ‘polis’ y para explicarla Aristóteles siguió dos derroteros que debemos tener muy en cuenta por las implicaciones que tuvo a posteriori. El primero estuvo relacionado con la comprensión de la política como ‘praxis’ y el segundo estuvo referido a cómo se operacionalizó esta praxis en lo atinente a los órdenes políticos.

La ‘praxis’ en el plano ético y político la entendió como el propósito de la política, es decir, algo que se busca por sí mismo y no como medio para alcanzar otro fin. Este fin en sí mismo es el bien humano visto como una actividad del alma conforme a la virtud. Como la palabra praxis refiere movimiento se requiere una mayor explicación. Alberto Rosales al respecto expresó que ‘Praxis’ es una palabra de acción que significa movimiento acabado en sí mismo (ser-en-obra) y sin límites temporales, es decir, cambio. Este cambio es lo que le permitió a Rosales afirmar que praxis es una acción acabada en sí misma “y por tanto energeiai”. Agregando además que “como energeia significa presencia, Aristóteles expresó que es práxis y opuso a ella la palabra stasis”, que interpreta como quietud y discordia como hemos visto en otras interpretaciones[7]. Para nosotros stasis es a su vez ‘quietud’ y ‘discordia’. ‘Dynamis’, su contra parte, la asoció con el concepto de potencia, es decir, la condición de posibilidad para que la praxis se despliegue en el tiempo. Desde esta perspectiva podemos decir que praxis es expresión de la estabilidad producida por la armonía de un orden dado con los cambios, digamos sociales, que se están produciendo dentro de una comunidad política en un tiempo indeterminado.

Con respecto a los órdenes políticos Aristóteles estableció una distinción entre los buenos y los malos tomando como referente que la soberanía estaba basada en la ley. Para la constitución de estos órdenes habló del proceso de reunión de las familias para la conformación de la polis que en el futuro servirá erróneamente para hacer distinciones entre la reunión de las familias en sí, es decir, la sociedad, y el estado. Decimos erróneamente porque para el estagirita la sociedad es el estado[8].

El impacto de estos dos aspectos producidos por la separación epistemológica de la ‘sociedad’ y el ‘estado’ lo veremos más adelante cuando nos topemos con visiones de la política que no consideran el movimiento generado por el cambio o visiones de la política basadas en la distinción entre sociedad y Estado o ambas. Finalmente, con respecto a Aristóteles queremos destacar que él expresó que entre las formas buenas de órdenes políticos había una mixta basada en la unión de dos formas degeneradas, es decir, la oligarquía y la democracia. La importancia de esta acotación obedece a que después del estagirita Polibio indicará además que la mejor forma de gobierno estaría representada por un régimen mixto que contuviera las formas buenas puras considerando la democracia como una forma buena. Las formas buenas para él fueron la monarquía, la aristocracia y la democracia.

La decadencia de Roma y el establecimiento del cristianismo como religión oficial del imperio trajeron aparejada un cambio de circunstancias que significó la detención del movimiento de cambio en sentido histórico y la separación entre ‘sociedad’ y ‘Estado’ de una manera tan radical que fueron vistas como dos entidades diferentes. La causa de lo primero fueron las mejoras de las condiciones de vida que provocaron tensiones políticas que comenzaron a desestabilizar el orden político medieval. La causa de lo segundo se debió a la disputa por la soberanía entre la iglesia y el imperio y su subsiguiente impacto en los órdenes políticos que comenzaron a emerger como consecuencia de dicha disputa.

Estas tensiones y finalmente las disputas se radicalizarían por tres causas: el renacimiento, el avance de la reforma protestante y la conquista de América. Con respecto al renacimiento Machiavelli, pensaría de la política desde una perspectiva republicana apoyándose en Polibio, Tito Livio y Marsilio di Padova. Bodin, como ya indicamos haría una reflexión acerca del proceso histórico de conformación de los nuevos ordenes políticos y de ahí su concepto de soberanía, Martín Lutero que creó las condiciones de posibilidad de pensar la política en términos teológicos a partir de una exégesis de las sagradas escrituras y Francisco Suárez como uno de los ‘adelantados’ de la contrarreforma y con conocimiento de la experiencia española en América que concibió la soberanía desde una perspectiva popular. En estos tres últimos autores es que se observa la reflexión para entender la política a partir de la unidad de dos cosas pensadas como ‘separadas’, es decir, ‘sociedad’ y ‘Estado’ cuyas ramificaciones veremos en formas políticas tan dispares como el marxismo, la monarquía o el republicanismo. Con respecto a América nos interesa mencionar que la observación de nuevas y viejas formas de órdenes políticos les permitirá a los teóricos establecer un anclaje ontológico para desarrollar una teoría y/o una teología política que marcará el advenimiento del mundo moderno.

Aquí es conveniente que hagamos una digresión con algo que está directamente relacionado con nuestra línea discursiva. Con las mejoras de las condiciones de vida de la población en la Europa medieval y las implicaciones políticas que ello trajo consigo el pensamiento aristotélico cobró un renovado auge en autores como Santo Tomás de Aquino e Ibn Rush después que el pensamiento político de San Agustín que fue influido por el pensamiento de Cicerón, pero la crisis que empezó a afectar a la iglesia romana y su impacto en el orden europeo hizo que varios pensadores como Guillermo de Ockham, Marsilio di Padova y Dante Alighieri pensaran la política separada de la iglesia. Ockham sería junto con su tutor, Duns Scoto quienes generarían las condiciones de posibilidad de pensar la ‘sociedad’ y el ‘Estado’ como dos entidades diferentes y separadas en condiciones similares a la ‘materia’ y la ‘forma’. Marsilio radicalizaría la necesidad de separar la iglesia de la política tomando como referente la reforma de Constantino y el concilio de Nicea y Dante Alighieri propondría una ‘Monarquía Universal Cristiana’ donde quedarían separados los roles de la iglesia y de la política asegurando con ello un equilibrio. Si bien la propuesta de Dante, al contrario de los otros dos autores citados, no tendría ninguna aplicación práctica, estaría posteriormente en la mente de Carlos V y sus sucesores Habsburgo y de todos aquellos que en Europa trataron de restablecer un orden imperial estable, en este contexto, el renacimiento fue una reacción contra los defensores del pensamiento aristotélico y Francisco Suárez fue uno de los encargados de renovar el pensamiento del estagirita para usarlo como un arma contra los reformados. La línea de fuga contra estas dos corrientes antagónicas la trazó René Descartes con la certeza de la mente en los inicios de la Guerra de los Treinta Años, fase final de conflicto religioso que asoló al viejo continente por más de un siglo y daría paso al Tratado de Paz de Westfalia.   

Paz de Westfalia y estado-nación moderno.

El estado-nación moderno fue producto de un proceso histórico que sintetizó, en la mayor parte de Europa, los conceptos de soberanía y orden político en la figura de un príncipe, es decir, de un primer ciudadano que era el monarca. Decimos que de forma mayoritaria porque a pesar del panorama absolutista de las entidades políticas modernas que se consolidaron, dos comunidades encarnaron el ideal renacentista frustrado de adecuar el orden político republicano con el desarrollo social de la época. Las excepciones fueron los Países Bajos y la confederación Helvética países que durante la Guerra de los Treinta Años lucharon por su independencia. Pero como el contexto de las guerras religiosas fue esencialmente el de stasis, o sea, el de guerra civil, podemos observar que este conflicto se produjo por el antagonismo existente entre los emergentes estados-nacionales y el intento infructuoso de instaurar en los órdenes políticos soberanos que se estaban consolidando la concepción de la monarquía universal como una estructura superior.

Como ya dijimos, la guerra civil o stasis constituyó la realidad de las comunidades políticas europeas hasta el Tratado de Paz de Westfalia. A partir de ese acontecimiento el conflicto interno comenzó a declinar, pero no fue por la superación del conflicto, sino por la supresión del contrario como indicamos en Anaciclosis en Venezuela y la crisis del orden westfaliano y la implantación de un régimen de violencia que garantizó estabilidad. En este contexto se destacan el pensamiento de tres autores que fueron más o menos contemporáneos, es decir, a Tomas Hobbes, Benedicto de Spinoza y John Locke. El primero, describió racionalmente la realidad de un Estado que se erige para contener la guerra civil a partir de la atemorización de sus habitantes lo cual supone la existencia de una separación entre ciudadanos (sociedad) y Estado, el segundo, consciente de estos riesgos de contención se inclinó por evitar la separación entre sociedad y Estado a pesar de reconocer su existencia y de establecer un sistema de equilibrios y, el tercero, describió la realidad inglesa a través del surgimiento de un sistema de equilibrios (ejecutivo y legislativo) que contuviera la concentración de poder por los riesgos de ejercerlo discrecionalmente bajo la figura de la situación excepcional.

La contención y el equilibrio condujeron al establecimiento de una estructura de representación que creó las condiciones de posibilidad de pensar en una concepción de la soberanía más inclusiva que cerrara la brecha entre la sociedad y el Estado. Pero ello ocurrió en la comunidad política británica. Este fue el marco del surgimiento del liberalismo político. Desde esta perspectiva Montesquieu perfeccionó esta estructura de equilibrio y de representación y Rousseau, inspirándose en Spinoza y Montesquieu, radicalizó la estructura de representación al hacerla más inclusiva pero rompió la estructura de equilibrios que estaba cristalizando en el tiempo. Esto fue lo que observaremos en la revolución francesa. Pero esta ruptura se produjo en un país, Francia, regido por un sistema absolutista, provocando una reacción en cadena cuyos efectos repercutirían en la América Hispánica. Pero la revolución francesa no fue la primera y única ruptura. Hannah Arendt al respecto señaló dos aspectos que nos van a ayudar a comprender la mutación del concepto de soberanía a propósito de las revoluciones estadounidenses y francesa[9]. En primer lugar, que todas las revoluciones, que en sí mismas son producto de una crisis interna, es decir, de una stasis, son guerras que de acuerdo al concepto de ‘guerra’ que hemos estado empleando y, en segundo lugar, la desviación del propósito revolucionario de establecer una nueva forma de soberanía condujo a que se solaparan los conceptos de ‘guerra’ y ‘bellum’ como vivió Occidente desde 1776 hasta el año 1826 con la rendición de los últimos focos realistas en Suramérica. Esta acotación va a ayudar a comprender dos cosas: el papel de Kant en este proceso histórico y la naturaleza del estado de excepción que hoy en día estamos viviendo.

Immanuel Kant fue un testigo del proceso revolucionario francés hasta que la misma onda expansiva de la revolución alcanzó a su país. Él, en palabras de Omar Astorga, asumiría una posición conservatista en el sentido de que abogó, en primer lugar, por una actitud reformista para evitar los excesos franceses y el desvío y fracaso de lo que originalmente perseguían desde la perspectiva del concepto de soberanía, es decir, hacer que la sociedad fuese más el Estado de acuerdo con una estructura de representación equilibrada[10] y, en segundo lugar, acabar con el estado de guerra permanente mediante una confederación de repúblicas soberanas enmarcadas dentro de un contexto cosmopolita que deberían renovar los fundamentos de dicha organización en la medida en que fuesen avanzando las sociedades. Estas repúblicas soberanas dentro de la concepción kantiana estaban basadas en la estructura de equilibrios y de representatividad (según los autores indicados previamente), por lo que su foco se encontraba en el legislativo como expresión de una concepción de soberanía que buscaba cerrar la brecha entre la sociedad y el estado.

Con la excepción estadounidense, en Iberoamérica no sólo se reprodujeron los excesos franceses, sino también la separación entre sociedad y Estado dando origen al caudillismo, autoritarismo y populismo. Esta realidad se reproduciría como un boomerang en Europa con el auge de los nacionalismos con la complicación de que ideológicamente se buscaría también la minimización (Proudhon) o la desaparición (Marx) del Estado y luego, después de la Primera Guerra Mundial esta tendencia basada en la separación entre sociedad y Estado se extendería a todo el mundo. En EE.UU la separación se fue produciendo con el tiempo explicando con ello la crisis política que vive en los actuales momentos y los esfuerzos gubernamentales por cerrar la brecha existente. Sobre esto volveremos más adelante. Ahora bien, si anteriormente habíamos dicho que lo opuesto a bellum era la paz, o sea el pacto, el acuerdo que cesaba el estado de conflicto creando un nuevo estado de cosas que políticamente asociamos con el ‘Estado’ como indicamos en ¿Qué es la paz?, ¿Por qué permanece el estado de guerra dentro de ese orden?, ¿Será que el pacto ha sido una imposición no sólo desde la perspectiva del vencedor al vencido, sino también desde la misma constitución de la polis entre facciones de una misma comunidad?

Al respecto Deleuze y Guattari expresaron que la guerra y el Estado habían surgido al mismo tiempo[11]. Pero aquí nosotros estamos entendiendo ‘guerra’ de acuerdo con la exegesis que hemos estado realizando considerándola un estado. De hecho estos autores tienden a asociar ‘guerra’ y ‘Estado’ de acuerdo con unos regímenes de violencia que van desde bellum por una parte hasta la acción policial por la otra, entonces, ¿dónde queda la soberanía si esta no expresa a la sociedad en una comunidad política? La separación entre sociedad y Estado y el empeño de mantener unido dos entidades concebidas como distintas dentro de un contexto de auto-destrucción provocado por el mismo Estado como indicamos en ¿Qué es la ‘Guerra’?, condujo a los procesos revolucionarios del siglo XVIII, siglo XIX y los que pusieron fin a la Primera Guerra Mundial y pusieron en crisis el orden westfaliano debido a que esta se presentó en principio como una crisis en cómo se aplicó el concepto de soberanía. Esta crisis se acentuaría con el fin de la Segunda Guerra Mundial y con los procesos políticos globales derivados del fin de ese conflicto como la descolonización, las migraciones, los desarrollos tecnológicos y la ‘necesidad’ de mantener el orden en sí mismo. Por ello, el empeño de destacar la separación de conceptos o distinción formal del que hicimos mención no fue para unir lo que estaba separado sino para mantener una estructura de mediación dentro de la separación para mantener el estado de cosas existentes. Así pues, el estado de excepción ha sido uno de los medios para mantener una mediación de la separación entre ´sociedad’ y ‘estado’.

Estos hechos hicieron que los Estados se comportasen como estructuras de contención que con el pasar del tiempo se han hecho más ineficientes en relación con los parámetros que se habían establecidos y explican de suyo que se encuentren en un estado de excepción permanente en sus relaciones con la sociedad y con los otros Estados, por lo que podemos decir que estamos reeditando las mismas circunstancias que produjeron el orden westfaliano, no sus causas ni sus consecuencias. Es decir, antes de dicho orden existió una unidad metafísica y estructural en la cristiandad occidental que se rompió como indicamos previamente y hoy día la unidad metafísica y estructural de la comunidad internacional se ha roto en semejantes circunstancias, pero a diferencia de la segmentación del poder que se produjo en 1648, hoy en día estamos observando un esfuerzo de unificación del poder en condiciones, que nos recuerdan a la monarquía universal de Dante Alighieri, con una estructura de mediación que lo asegure y para ello se requiere debilitar aún más a los Estados aprovechándose de la ventaja de la separación conceptual existente entre la sociedad y su estructura política. Esto nos lleva a examinar la estructura de fallas del orden westfaliano que han conducido al estado de excepción permanente.   

El estado de excepción en el Estado y en los estados.

Con lo que hasta aquí hemos estado expresando podemos afirmar que el estado-nación moderno ha sido una estructura de contención que ha existido en circunstancias excepcionales en condiciones cada vez más desventajosas. Esto se ha debido al hecho de que la estructura de control que le había permitido conducir a la sociedad se ha hecho cada vez más ineficiente. Los símbolos de esta ineficacia son los muros (en las propiedades, las urbanizaciones y las fronteras), la violencia política y la extensión de los dispositivos de control a lo más profundo de las sociedades, es decir, a los cuerpos de los individuos en eso que hoy en día se está denominando biopolítica. Veamos ahora la naturaleza de esta ineficacia para determinar así quién es soberano y si se puede entender la soberanía de manera diferente.

Los principios sobre los cuales se erigió el orden westfaliano que pueden ser vistos como atributos de la soberanía fueron: independencia política, no injerencia en los asuntos internos, libre determinación de los pueblos (como se puede observar en la carta de la Naciones Unidas) y la libertad de navegación y de comercio. Este orden se tradujo en un equilibrio de poderes soberanos a escala global y estos poderes se ejercían en cada comunidad política sobre el territorio, la población y la estructura administrativa que los gobernaban en unas condiciones tendencialmente autárquicas y expansivas, desde una perspectiva económica, impulsadas por el libre comercio. La crisis del orden westfaliano comenzó, como dijimos, con la Primera Guerra Mundial cuando se modificó la configuración territorial de Europa, se hicieron de difícil control los flujos poblacionales y el Estado comenzó a ejercer su soberanía de manera extrema al intervenir inicialmente en la sociedad controlando un comercio que dejó de ser libre y conteniendo los factores de disolución del orden al interno del mismo. Esta crisis se acentuó con el fin de la Segunda Guerra Mundial, acelerando este proceso de decadencia, agregándose además otros elementos como el surgimiento de organizaciones supra e intra nacionales que limitaron la capacidad de los estados en su devenir histórico, por una parte y, por la otra, el crecimiento geográfico de los estados a expensas del mar.

Es decir, de una concepción absolutista en relación con el concepto de soberanía se pasó a una concepción flexibilizada basada en la autonomía, plenitud y exclusividad de competencias porque el territorio comenzó a ser permeable a los flujos de cualquier naturaleza (poblacionales, energéticos, financieros, económicos, alimentarios, radioeléctricos), el gobierno quedó limitado, en principio, por la acción de actores supranacionales y después por la acción de individuos y/o grupos subnacionales capaces de afectar la toma de decisiones y la población se hizo más asertiva. La flexibilización en sí misma produjo, en efecto, una ruptura debido a que se ensanchó la brecha entre la sociedad y el estado dentro de un contexto donde las sociedades estaban sufriendo cambios importantes. Esta concepción relativizada de la soberanía se relajó aún más por el auge de las tecnologías de información y comunicación que mejoraron los procesos económicos e industriales trayendo como consecuencia cambios notables en los procesos de producción, intercambio, acceso y consumo a escala global, por una parte y, por la otra, en la ubicación y direccionamiento de esos procesos en dicha escala.

Estos hechos se han estado produciendo dentro de un contexto signado por la separación existente entre el estado y la sociedad haciendo más precaria la situación del individuo dentro de dichas sociedades y por el creciente ensanchamiento de esa separación hasta producir un abismo que ha favorecido, por una parte, la acción de grupos insurgentes y, por la otra, ha hecho del estado de excepción una situación permanente dentro de un contexto donde cada vez y de forma creciente la fuerza ha sido el medio empleado para contener el orden en las condiciones en que se encuentra.

Pudiéramos decir entonces que ‘soberano’ en un contexto de stasis es aquel capaz de emplear la fuerza para someter a otro, a otros o a una sociedad, o dicho de manera más específica un soberano es aquel capaz de hacer daño para mantener un orden o implantar uno nuevo. El problema que se presenta es que la soberanía es un concepto que se aplica en la relación con terceros si nos atenemos a las pautas westfalianas. Pero como el mismo orden está en proceso de cambios, habría que analizar la situación de países como Venezuela o de un venezolano cualquiera en la circunstancia política excepcional que estamos viviendo. Si consideramos que en unas líneas atrás expresamos que un soberano es aquel capaz de emplear la fuerza para sus propios fines, es decir, hacer daño, la capacidad y la posibilidad de ‘hacer’ es lo que distingue a un soberano de un no soberano. El ‘hacer’ está referido para la vida, para la subsistencia. Hacer es producir, producir para autosostenerse indiferentemente de los cambios que están acaeciendo en los procesos de producción e intercambio a escala global.

Esta distinción es lo que nos permitió hablar en un momento determinado de sociedades mayormente desarrolladas y sociedades mayormente dependientes. Las sociedades desarrolladas son aquellas que se pueden autosostener y autoorganizarse y su forma de organización se corresponde con su capacidad productiva. Desde esa perspectiva la soberanía es una estructura de cooperación basada en el respeto del otro, es decir, del respeto entre productores. Desde ese respeto es que horizontalmente se produce el pacto o el contrato que permite la erección de una estructura donde la soberanía se expresa en la estructura en sí. En cambio, en las sociedades mayormente dependientes la fuerza es la que mantiene el orden y soberano es quien puede, como dijimos, emplear la fuerza para sus fines. Estas sociedades dependientes son entidades que generalmente han sido exoorganizadas y es en esta circunstancia donde radica el estado de excepción.

Pero, con los cambios sociales que comenzó a vivir la humanidad después de 1945, y en especial, 1989 las estructuras de las sociedades a escala global están tendiendo a ser similares a las de las sociedades dependientes y esto es lo que ha hecho que el estado de excepción se haya extendido a escala global por diferentes causas: terrorismo, criminalidad, subversión, etc., tal como lo ha explicado Giorgio Agamben[12]. Si bien se entiende que el terrorismo[13] hoy en día se corresponde con una categoría política al igual que la subversión, la criminalidad es un acto que tiene una respuesta de acuerdo a los regímenes de violencia de un Estado, por tanto, si el Estado no puede reducir la criminalidad esta se puede convertir en un flujo de destrucción en su contra porque, indiferentemente de su naturaleza, es una forma de violencia capaz de destruir el orden existente. Esto es más notorio aun si se observa desde la perspectiva de la criminalidad organizada en una escala internacional desde dos perspectivas: por una parte, expresa la relativización del concepto tradicional de soberanía desde la perspectiva de la separación entre Estado y sociedad y, por la otra, la criminalidad internacional evidencia la emergencia de un tipo de sociedad global sin Estado que podemos decir aspira a instaurar una nueva forma de orden y utiliza el crimen como una forma de subversión.

En esas circunstancias es que se puede visualizar mejor la capacidad o no de ‘hacer’ de una entidad soberana en las nuevas circunstancias que estamos viviendo y su incidencia a nivel de los individuos, de grupos, de los Estados y la comunidad internacional como un todo y se puede entender la estructura de los agrupamientos que se está presentando a escala global en función de la capacidad de ‘hacer’ de manera efectiva (productivo o dañino en un contexto donde el daño puede ser visto como una forma de producción). Es decir, una que tiende a ser westfaliana o post-westfaliana y otra que denominamos estructura de poder global en red[14]. Con respecto a la primera, hay autores como Chantal Mouffe que abogan por el establecimiento de un nuevo orden westfaliano o postwestfaliano que reforme el orden caduco adecuándolo a las nuevas circunstancias, pero la tendencia antes indicada se está produciendo dentro de un contexto donde se están observando prácticas pre-estatales o pre-westfaliana sobre todo si tenemos el tema de la criminalidad que hemos indicado o la permealización del territorio como acaece en la frontera venezolana donde participan actores políticos extraestatales que conspiran contra el orden estatal westfaliano y/o postwestfaliano. Con respecto a la segunda, Hardt y Negri y otros autores como Juval Harari, Byung Chul Han, Alain Turraine o Luigi Ferrajoli se han apoyado, en este contexto antes indicado, para plantear su tesis de la democracia global, un nuevo orden global semejante al medieval europeo pero de talante postmarxista[15]. En el primer caso, la soberanía estaría focalizada en el Estado indiferentemente de la situación de la sociedad en el mismo aunque la tendencia apuntará a reducir la brecha entre la sociedad y el Estado. En el segundo caso, la soberanía va a estar distribuida en los grupos de poder que conforman la red. En ambos casos, el alcance de los dispositivos de control es lo que va a determinar la condición política del orden en lo atinente a la sociedad y el Estado.

Sin embargo, no fue sólo la ruptura del equilibrio de poderes globales lo que estuvo en el primer plano en la crisis del orden westfaliano, sino también el hecho de que los estados tendencialmente pasaron a ser menos autónomos, menos plenos y menos exclusivos, es decir, se han hecho menos soberanos desde el mismo momento que el empleo de la fuerza en sus diferentes modalidades en condiciones excepcionales depende de la capacidad del orden de autosostenerse. Esto hace que en el primer caso (orden westfaliano o postwestfaliano) si bien tiende a reducirse la separación entre la sociedad y el Estado, esta permanecerá. En el segundo (estructura de poder en red) se mantendrá la brecha que el agravante de que la estructura de representación se va a diluir generando más tensiones sociales. En ambos casos la concepción de soberanía va a estar condicionada por el respeto, es decir, por la capacidad de producir y de defenderse con o sin una estructura de mediación representada por el Estado.

En estas circunstancias podemos decir entonces que en un contexto de cambio político dentro de las comunidades políticas y del orden global como totalidad, soberano es aquel que posee la capacidad de producir sus medios para la vida en un espacio-tiempo dado y no está afectado por una estructura de mediación tanto desde la perspectiva de un individuo y como de una comunidad. Por ello, la dependencia es un mecanismo de subsistencia no para el que subsiste en el orden dado sino para quien impone dicho orden. Ello explica la emergencia de dispositivos de control biopolitico como medio para garantizar un orden dentro de este contexto de cambios.  

El aspecto biopolítico a la luz de la actual pandemia global merece una consideración aparte en lo concerniente al impacto en el concepto de soberanía de acuerdo con nuestra línea argumentativa por doble vía: encerramiento de los Estados para asegurar su supervivencia y la instrumentación de medidas de alcance global cuya aplicación para las sociedades dependientes tienden a ser obligatorias o necesarias. Esta situación generó una discusión en el Grupo de Investigación de Evoluciones Metafísicas (GIEM) teniendo como foco un conjunto de declaraciones realizadas por Giorgio Agamben donde se pone en cuestión no sólo el orden westfaliano sino también los mismos valores sobre los cuales se desarrolló la civilización Occidental[16]. Para nosotros la importancia de esta situación radica en que las concepciones de la soberanía que están en discusión son, por un lado, la que parte de la separación entre la sociedad y el estado y, por el otro, la que considera que la sociedad es el Estado. Pero estas concepciones reducen la capacidad de un ser para que pueda perseverar en su propia existencia. Por ello insistimos, el productor, y el productor dentro de una estructura de cooperación autoorganizada, es el único que puede invocar la soberanía tanto en lo atinente a los medios para la vida y para la defensa.

Así pues, la naturaleza del estado de excepción que evidencia la crisis del orden westfaliano se evidencia por la viabilidad misma de los propios estados. Lo que se hace patente además es que muchos de los esfuerzos que se hacen para mitigar los efectos de la crisis que padecen las comunidades políticas tienen como referente el modelo estatal westfaliano y la realidad es que este referente perdió su vigencia desde el mismo momento en que ese orden se encuentra en transición. Por lo que el proceso en que estamos inmersos los venezolanos en sí mismos y la humanidad como un todo indica que la forma de encararlo ha sido hasta ahora inadecuada debido a que se buscan referentes externos cuando en realidad debemos buscarla en nosotros mismos como seres capaces de producir nuestros propios medios para la vida y superar así lo que realmente impide el proceso de movimiento de la historia.

Corolario

Ciertamente la concepción de la soberanía basada en el no reconocimiento de un poder por encima de uno mismo ha perdido su consistencia, sin embargo, en el orden medieval se reconocía que era Dios ese único poder por lo que ‘poder’ estaba referido al mundo y la estructura de relaciones que gobiernan a los entes que allí cohabitan, con lo cual, podemos decir que ‘soberanía’ refiere a la potencia que tiene un ser para autoproducirse a sí mismo, perseverar en el tiempo en mejores condiciones y posibilitar las condiciones para la cooperación de modo que el orden que se establezca o pueda establecerse se base en esa estructura de relaciones donde todos sean medios y a la vez fines y no favorezca el surgimiento de otras formas que posibiliten estructuras de mediación que destruyan la autoproducción y la cooperación.

 



[1] Despótica en relación con los bienes y personas obtenidas “por derecho de las armas y de guerra justa”. un ejemplo de este tipo de monarquía lo constituye para Bodin el papel de Carlos V en relación con los dominios americanos. Ver al respecto: Bodin, J. (1576 [1997]). Los seis libros de la República. 3° ed. Madrid. (T. P. Bravo). Editorial Tecnos. 389 p

[2] Según Bodin “Donde se transgrede las leyes de naturaleza, abusa de los libres como si fueran esclavos, dispone de los bienes de los súbditos como si fueran propios”.

[3] Schmitt, C. (2005). El Nomos de la Tierra en el Derecho de Gentes del "Jus publicum europaeum". Buenos Aires.  (T. D. Schilling). Editorial Struhart. 375 p.

[4] Passerin D’Entreves, A. (1969). The Notion of the State. An Introduction To Political Theory. Oxford. Clarendon Press. 233 p

[5] Bobbio, N. (2008). Teorías de las Formas de Gobierno en la Historia del pensamiento Político. Año académico 1975-1976. 2° ed. México. (T. J. Fernández). Fondo de Cultura Económica. 193 p.

[6] Schmitt, C. (2009). Teología Política. Madrid. (T.F. Conde y J. Navarro). Editorial Trotta. 180 p.

[7] Rosales, A. (1971 [2018]), Dynamis y Energeia en Aristóteles, Caracas, Editorial Apuntes Filosóficos.

[8] Muralt. A. (2002). La Estructura de la Filosofía Política Moderna. Sus orígenes medievales en Escoto, Ockham y Suárez. Madrid. (T. V. Fernández). Editorial Istmo. 187 p.

[9] Arendt, H. (1967). Sobre la Revolución. Madrid. (T. P. Bravo). Ediciones de la Revista de Occidente. 343 p.

[10] Astorga, O. (1999) El Pensamiento Político Moderno: Hobbes, Locke y Kant. Caracas. Ediciones de la Biblioteca UCV. 445 p.

[11] Deleuze, G y Guattari, F. (2008). Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia. 8º éd. Valencia. (T. J. Vásquez y U. Larraceleta).  Editorial Pre-Textos. 522 p.

[12] Agamben, G. (2015). Stasis. La guerra civile come paradigma político. Homo sacer II, 2. Torino. Bollati Boringhieri. 83 p.

[13] Ver al respecto: Estrategia de las Naciones Unidas contra el Terrorismo en  https://www.un.org/disarmament/es/adm/estrategia-de-las-naciones-unidas-contra-el-terrorismo/

[14] Sobre esta red de poder en red se recomienda de Hardt y Negri (2000), Empire. Cambridge. Harvard University Press. Edición en castellano Barcelona. (T. A. Bixio). Ediciones Paidós Ibérica

[15] Ver al respecto: “La emergencia viral y el mundo de mañana. Byung-Chul Han, el filósofo surcoreano que piensa desde Berlín”. [Documento en línea]. Disponible: https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html , “Yuval Harari: El mundo después del coronavirus” [Documento en línea]. Disponible: https://www.lavanguardia.com/internacional/20200405/48285133216/yuval-harari-mundo-despues-coronavirus.html ,  Alain Touraine, sociólogo: “Esta crisis va a empujar hacia arriba a los cuidadores” [Documento en línea]. Disponible: https://elpais.com/ideas/2020-03-28/alain-touraine-esta-crisis-va-a-empujar-hacia-arriba-a-los-cuidadores.html , Luigi Ferrajoli, filósofo: “Los países de la UE van cada uno por su lado defendiendo una soberanía insensata” [Documento en Línea]. Disponible: https://elpais.com/ideas/2020-03-27/luigi-ferrajoli-filosofo-los-paises-de-la-ue-van-cada-uno-por-su-lado-defendiendo-una-soberania-insensata.html


miércoles, 12 de agosto de 2020

SILVERIO CARRERO Y LOS ALZAMIENTOS ANTIGOMECISTAS 1920-1929

 

“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”

Ludwig Wittgenstein

 

En el año 1978 me presenté en casa de mis abuelos en Zorca Lagunillas (estado Táchira). Tenía varios años que no iba. La oportunidad anterior había ido con mi tío Encarnación. Esta vez llegue con el uniforme de cadete de segundo año de la Escuela Naval una vez que había participado en la conmemoración del día de la Armada en Maracaibo a bordo del transporte anfibio A.R.V. “Amazonas”. En ese momento era cadete de segundo año recién ascendido. Mi abuelo estaba en la entrada de la casa sentado en una silla recostada de la pared de forma inclinada en el momento de mi arribo. Para él produciría una gran impresión. Sobre todo el uniforme blanco. Después que me aloje me llamó para enseñarme dos cicatrices de heridas de balas sufridas en combate. Me dijo que después de esas heridas lo llamaron varias veces para ir a la guerra y para evitarla “se iba pal monte” mientras pasaba la recluta. Creo que eso fue en el año 1929. Después supimos que había sido sargento, por lo que no fue precisamente un recluta forzado propiamente, había seguido una carrera profesional en el mundo militar. Ello significa que el abuelo sirvió en el nuevo ejército nacional formado por Juan Vicente Gómez para acabar con las montoneras que habían asolado al país. De ahí pues la impresión por el color del uniforme. Después de él uno de sus hijos, Próspero seguiría su estela y mucho después, dos de sus nietos. Cuántos años prestó servicios en las fuerzas armadas. No sabemos. Probablemente unos cinco u ocho años. Lo que sí sabemos es que su uniforme estuvo cuidadosamente guardado en casa por muchos años después de su partida.

El tío Prospero también seguiría la carrera militar una vez que se ofreció para cumplir el servicio para asegurar que su hermano menor Silvino terminara sus estudios. Él llegaría a obtener el grado de Sargento Mayor y viviría en esa profesión los alzamientos militares de 1945 y 1948 sin verse obligado a participar en dichos eventos en alguno u otro bando. No así sus nietos cuya experiencia militar y política en los años 1992 y 2002 fue más notable. Pero esas son otras historias. A continuación una foto del tío Próspero con la abuela Rosa Méndez.


De la abuela Rosa también hay muy poca información disponible. Sólo que ese apellido es muy común entre Rubio, Capacho y Zorca y así como hubo muchos que siguieron a Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, otros lo adversaron.

Con respecto a la indumentaria hay que decir que a principios del siglo XX no había unidad de criterio en relación con los uniformes. La uniformidad en cuanto a la vestimenta se comenzaría a producir y a estandarizar a partir de la década de los veinte y treinta del siglo XX con material estadounidense excedente de la Primera Guerra Mundial. A continuación el primer uniforme que usaría el abuelo que explica por sí mismo la causa de su impresión:


Este uniforme era kaki y quizás por el uso continuado tendía a blanquearse. El equipamiento consistía de:

“… un fusil Máuser [tipo 71/84], 30 proyectiles, una bayoneta, una cartuchera, un correaje, un tahalíes, un vericues, un porta fusil, un tapa boca, dos gorras, tres cobijas, 2 a 3 vestuarios tipo kaky; un plato, una cuchara y una taza. También dotó al personal de tropa de un uniforme de faena, de color gris verdoso y alpargatas que más tarde serán sustituidas por las botas militares para mejorar la marcha del soldado en combate” [1].

 

La sencillez obedeció inicialmente a la relación inversamente proporcional de falta de presupuesto para equipamiento y número de reclutados para las campañas antisubversivas. Aquí habría que decir dos cosas: que entre 1899 y 1935 era muy difícil que no hubiesen militares en las familias andinas por necesidades de la guerra civil (stasis) y que hubo un empeño de Cipriano Castro inicialmente y después de Juan Vicente Gómez por crear un poderoso ejército nacional. La voluntariedad o no de sumarse a las filas estuvo dada por una dialéctica de la situación social: según Germán Guía Caripe, hubo una mejora paulatina de la “condición del soldado común en comparación con sus similares del siglo XIX” que se traducirá en mejora de la calidad de vida personal y profesional[2], pero junto con esta mejora también aumentaron las exigencias militares sobre todo si se considera el esfuerzo realizado por someter todos los alzamientos que se produjeron entre 1901 y 1929.

Juan Vicente Gómez tuvo una predilección por la infantería, la cual se constituyó en la principal fuerza de choque después del año 1903. El abuelo fue un infante. En relación con la tropa “según los Códigos Militares de 1923-1933, estaba conformada genéricamente por el soldado raso, el distinguido, los cabos (segundo y primero) y el ultimo de mayor rango de las tropa era el sargento (Segundo-Primero)”[3]. Así pues, por lo que sabemos nuestro abuelo fue sargento primero. Esto nos dice que hizo carrera en la fuerza armada. Por sus escritos debió de tener bajo su responsabilidad una centena de hombres, a partir de la inferencia de uno de sus escritos que se muestra a continuación:

“… soy aquel hombre sabio que hago cosas sin pensar, hago calditos de huevos para cien hombres almorzar; y también de racionar cien hombres con un chorizo, todo esto lo hago en un [provino que] bien lo están mirando la ciudad [desde] San Fernando la tumba de una helada y también de madrugada me almuerzo doscientas secas aunque mentira [pecan] que un cuero lo vuelvo llano hago como con la mano secar un rio al momento y la cuido…”

 

El abuelo nunca salió del estado Táchira. En este párrafo de difícil comprensión se debió referir al pico de montaña San Fernando ubicado al noreste de dicho estado entre Tovar y Coloncito en el período en que participó en la represión de la guerrilla.

Por otra parte, el juramento de fidelidad que debió haber realizado ante el jefe de Cuerpo, oficiales y clases al ingresar a la milicia fue el siguiente:

“Soldado! Prometéis a Dios y a la Patria, en presencia de la Bandera, defender las instituciones de la república hasta perder la vida y no manchar con delito de traición las armas que os confía?”[4]

 

La lealtad de los andinos, como se puede deducir, era fundamental para el sostenimiento de los andinos en el poder. Otros aspectos que destacó Guía Caripe que nos interesa mostrar, aunque ya hemos dicho algo, tiene que ver con las condiciones dinámicas con que el abuelo Silverio haría la vida militar considerando que vivió la reforma militar que conduciría a la conformación de las Fuerzas Armadas Nacionales[5]. En primer lugar, fue la promulgación de la Ley de Formación y Reemplazo de las Fuerzas de Tierra y Mar de 1919 que buscó reducir el reclutamiento forzoso a pesar de que, en ese entonces, se evitaba enviar al servicio militar a “hijos únicos, casados, mayores de 50 años e impedidos físicamente, menores de edad, hombres que tenían propiedades agrícolas…”. Esta ley que recogió la experiencia acumulada por los países contendientes en la Primera Guerra Mundial e instauró el servicio militar obligatorio tuvo como fin  complementar las filas de las fuerzas armadas de acuerdo con las necesidades derivadas de la paz o de la guerra y constituir una reserva que permitiera “aumentar sus efectivos y preparar una pronta y ordenada movilización"[6]. Esta ley sería modificada y perfeccionada en el año 1926 para mejorar la movilización en caso de emergencia. En segundo lugar, a pesar de esta ley, digamos más benevolente, hubo muchos desacatos y deserciones para evitar su cumplimiento. De ahí que el historiador destacó la queja del presidente del estado Zamora, en el año 1920, de que las familias preferían emigrar a Colombia que cumplir con la ley[7]. Para nuestros efectos, este año es de interés porque en ese año, las amenazas anti-gomecistas proveniente de Colombia estaban en el ambiente. En tercer lugar, el abuelo estaría en la transición de las prácticas militares de talante prusiano a la de origen francés, pero no creo que las haya vivido propiamente. Y finalmente, hay que mencionar que el marcado regionalismo de ese ejército gomecista se debió, según Guía Caripe, a “la falta de una plena integración del territorio nacional” de los estados andinos y su exclusión del poder político durante casi todo el siglo XIX.

Así pues, el abuelo Silverio, que nació el 21 de junio del año 1900, hijo de un inmigrante español de una población llamada ‘Carrero’ en las adyacencias de Salamanca probablemente arribó al país alrededor del año 1891 cuando se produjo el auge de la explotación del café y el cacao, sirvió en el ejército y estuvo en combate en una época en que el Táchira vivió un largo periodo de turbulencia política después que el conductor de la revolución Restauradora Cipriano Castro tomara el control del país a finales del siglo XIX[8]. Contextualizar en cuál situación bélica participó precisó reuniones familiares. Y los momentos de reunión de los Carreros han variado desde los velorios hasta las reuniones festivas. En el velorio del tío Vicente inquiriendo acerca de saber dónde había sido herido el abuelo salieron a relucir las palabras ‘Peñaloza’ y ‘Cúcuta’. Navegando por Internet apareció el año ‘1920’ y ‘los hombres de las Chácaras’[9] de Pregonero y permitió acceder a fuentes documentales más formales en una primera aproximación. En la bienvenida de David un mes antes de que la pandemia cerrara más al país en una cuarentena, pudimos hablar de nuevo sobre las heridas del abuelo pero con Darío y Alba, los primos más cercanos.

En el año 1920, la amenaza antigomecista representada por Juan Pablo Peñaloza generó en el Táchira reclutas forzadas. No en balde llegaron a estar alrededor de 20000 tachirenses refugiados en Colombia por la represión y la recluta gomecista[10]. Para un joven de veinte años de ese entonces que habitaba en los alrededores de Rubio y Capacho las posibilidades eran muy pocas de no participar en una contienda. Silverio Carrero pasó a enrolar de manera forzada por la ley o no a las fuerzas gubernamentales del nuevo ejército nacional que ya se había comenzado a organizar desde el año 1911 con la ayuda del coronel chileno Manuel Mc Gill.

Así pues, Peñaloza desde Cúcuta organizó una invasión para derrocar a Juan Vicente Gómez que se había hecho fuerte en el poder desde el año 1913 cuando fracasó el intento de Román Delgado Chalbaud para restituir el orden constitucional. De hecho, ambos fueron co-participes. Pero mientras el segundo terminó en La Rotunda. El primero insistió en el año 1920 en lo que se conoció como La Guerra de los Treinta Días o La Revuelta de los Chácaros, luego en el año 1921 y finalmente en el año 1931 cuando fue detenido y conducido a la prisión del castillo Libertador en Puerto Cabello. Allí murió a los 77 años “con los pies cargados con grillos de 60 libras”.

En el año 1920, la amenaza de la invasión de Peñaloza causó zozobra en el estado Táchira a pesar de que el jefe político del estado se había valido de bandoleros para acabar con el bandolerimos y cualquier forma de oposición política. Este estado a la sazón estaba presidido por Eustoquio Gómez, primo del dictador Juan Vicente Gómez, conocido como ‘mano negra’ y gobernante con mano de hierro, ordenó reclutas forzadas que generaron malestar en la población. La imposición fue tan alta que los cronistas refieren que “Amarrados unos con otros, cabizbajos y a golpe de culata, los jóvenes de Uribante eran obligados a salir por la calle principal de Pregonero camino del cuartel...”. Esta fue la gota que rebosó el vaso y empujó a la gente de Pregonero a la lucha.

De acuerdo con los planes, el General Juan Pablo Peñaloza entraría el 30 de setiembre al país con una cantidad de venezolanos que por alguna u otra circunstancia habían tenido que huir del país y se uniría a los sublevados que lo apoyarían[11]. Sin embargo, el general fue descubierto por lo que tuvo que abortar su misión dejando solo a los que iban a seguirlo. Aun así, el levantamiento en Pregonero se produjo el primero de octubre de 1920 y fue conocido como la Guerra de los Treinta Días[12]. También se unieron a la revuelta Queniquea, Mesa del Tigre, el Cobre, Las Trincheras, las Amarillas, la Cuchilla de los Muertos, Rubio y El Remolino. El encargado de aplastar la rebelión fue el general Rufo Dávila quien  con la orden de “mate, candela y robe”, trató de doblegar a la población. Según la crónica de Pregonero se afirmó que 

“Aquí ya había mucha gente levantada en armas comandada por varios hombres del pueblo y, dadas las circunstancias, se vieron en la necesidad de seguir luchando contra las fuerzas del gobierno aunque, finalmente sucumbieron porque el gobierno envió tropas para reprimir la rebelión…”

 

Los alzados mantuvieron el poder por 17 días. Además de las autoridades del pueblo se unieron según García[13], Francisco Useche y Calazán Andrade. Al décimo sexto día, Dávila intentó entrar a Pregonero, por la vía que conduce al Municipio Guaraque del estado Mérida, con 500 hombres y fue repelido por encontrar una fuerte resistencia. Se dice que dónde hubo mayor violencia fue en las Amarillas y en el Vaho de las Ánimas. Pero el arribo de 2000 hombres de refuerzo al mando del general Amaya bastó para disolver toda resistencia. Los alzados en armas escaparon a las montañas para evitar ser asesinados o encarcelados iniciando una especie de guerrilla. Los que no pudieron “fueron tomados prisioneros: algunos fusilados y otros enviados al castillo de San Carlos en Maracaibo”.

Con la vuelta al orden comenzó la represión. Según García,

“las tropas del gobierno, amparadas en el ambiente de dolor y miedo, se entregaron a la desdichada tarea de ultraje y abuso sin la menor fórmula de empacho. En la geografía uribantina se sufrieron en carne propia los aviesos y execrables actos de vesania, cometidos sin ningún género de contemplación contra humildes ciudadanos tanto del pueblo como del campo. Todos los vecinos se encontraron atribulados por el miedo y sumidos en el más profundo desamparo”.

 

La guerra de guerrillas que siguió a ese acontecimiento en el año 1921 coincidió con el tercer intento de Peñaloza. Para mediados de 1922 todavía había resistencia en esos parajes. Aquí comienzan nuestros interrogantes: ¿el abuelo estuvo en los combates y fue herido?, ¿el abuelo estuvo en combate, en la represión y fue herido en la guerra de guerrillas? No se sabe. Lo que se sabe es que fue herido. Mi hermano David señaló que el abuelo hablaba que había caminado mucho por esas montañas. ¿Podría haber sido que en una patrulla fue emboscado? las Memoria y Cuenta del Ministerio de Guerra y Marina de esos años dicen muy poco en relación a esos hechos. Creemos que fue por causa de la censura.


Considerando todas las posibilidades antes indicadas y con la poca información que tenemos a la mano creo que el abuelo fue herido en una emboscada durante una patrulla. Por ello, si se considera que después de dos años el gobierno no pudo someter completamente a los alzados y ante la continua amenaza de invasión por parte de los refugiados en Colombia tuvo que pactar con ellos. Con el pacto cesaron los hostigamientos contra los vecinos, se modificó el sistema de recluta que se hacía muy arbitraria, se disminuyeron los impuestos, se resarcieron los daños, lo lugareños pudieron nombrar sus autoridades locales y se  reconocieron los grados militares de los alzados, entre otras prerrogativas. Lograda estas exigencias por los pregoneros se logró la paz[14].

Una vez concertada la paz el país vivió otros eventos de semejante naturaleza: el alzamiento de José Rafael Gabaldón entre abril y mayo de 1929 en Boconó, Guanare, El Tocuyo y Biscocuy. Este levantamiento ocurrió en un contexto signado por la invasión a Coro desde Curazao por Rafael Simón Urbina y la invasión del Falke comandada por Román Delgado Chalbaud en agosto del mismo año. Todos fracasaron costándole al país un sinnúmero de muertos.  Quizás en este período fue que el abuelo se fue ‘pal monte’ para no tener que exponerse de nuevo a las balas[15].

Sabemos que gran parte de su vida él se ganó el respeto por ser un ‘curandero’, o sea, curaba con sus manos y con sus rezos. Faltaría saber dos cosas: en primer lugar, qué sintió y qué pensó cuando estaba caído y sangrando. Los grandes cambios en una persona ocurren en un instante. Por ejemplo Wittgenstein comenzó a apreciar la vida después de sobrevivir a un tiroteo en el frente ruso en plena ofensiva del General Brusilov durante la Primera Guerra Mundial.  El filósofo contó que tuvo miedo, pero no sabemos qué pensó en ese momento. De acuerdo con mi experiencia personal puedo decir que tuve una experiencia de peligro extremo en una operación de abordaje a un buque que había naufragado cerca del cabo San Román siendo tripulante de la fragata “General Soublette”. En esos momentos no pensé en nada, uno se conecta con el todo. Cuando piensas viene el miedo. Tuve suerte. No me pasó nada. En el suelo, mi abuelo, por su parte, si debió de pensar en algo, vivió un intervalo. En ese espacio temporal o atemporal debió encontrarse con algún misterio. Ahí se produjo el cambio. Y, en segundo lugar, si sus heridas fueron en el vaho de las Ánimas ¿Ahí fue el encuentro con ese misterio?, ¿Con quién fue el encuentro que convirtió a un soldado en un curandero? Hubo otro caso. John Rawls fue un combatiente estadounidense de la infantería de marina que participó en las campañas del Pacífico y la experiencia del combate lo hizo desistir del sacerdocio convirtiéndose en ateo. No sabemos cómo fue la convalecencia, la recuperación, la religiosidad, ni tenemos testimonios acerca de las aventuras militares del abuelo. Sólo fragmentos. Los pocos escritos que dejó dicen muy poco, pero indican por su sencillez la dureza de la vida en Venezuela en el primer cuarto de siglo por sus principales temores: el hambre y la falta de palabra. Qué consejo dio. Veamos:

“El hombre que esté soltero y que se fuese a casar debe de reflexionar en lo que ha de tener y si no ha de desistir, no debe parecer tal cosa que esto de tener esposa no es de hoy para mañana, piense que cada semana tiene que comprar mercado así haya maíz obligado, tenga o no tenga dinero su familia puede quedar como embustero porque lo que va a ser adquirido todo lo va a ir consumiendo con sus hijos y mujer cumpliendo con su deber”.

 

Hay otras palabras que nos dejó el abuelo relacionado con las penurias que vivió:

“Una tarde en un granado, ya cuando el sol se oculta, estaban en una consulta un perruno y pintao se dijo del uno al otro que haremos para gallina que estamos como una espina / mudemos de condición / terminemos el corrido”

 

Al final de cuentas, las obligaciones para con su familia serían lo que terminaría de alejar al abuelo de las aventuras guerreras. Los otros escritos en su cuaderno de anotaciones fueron la partida a Caracas de sus hijos José y Encarnación (23ENE1946) y Próspero (05SEP1947) y de Rubén Carrero (24NOV1934), la muerte de Darío (19FEB1941), el nacimiento de su nieta Daisy (10JUN1963). Sus escritos terminan con lo siguiente: “Señores les pongo en cuenta esta corta relación y a mirarse en este espejo el que fuese hijador…”.

En todo caso, la palabra ‘Chácaro’ devendría en la palabra ‘chácharo’, apodo, según Pinzón, usado de manera burlesca que los caraqueños llamaban a los andinos que vinieron con Juan Vicente Gómez[16].

 



[1] Ver al respecto: Guía, G. (2007). “Condiciones de vida del soldado: uso y abuso de la tropa en el ejército Nacional Gomecista”. Caracas. CONHISREMI, Revista Universitaria de Investigación y Diálogo Académico, Volumen 3, Número 3.

[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

[4] Ibíd.

[5] Ver al respecto: Guía, G. (2009). La Recluta Forzosa y su Transición al Servicio Militar Obligatorio (1908-1933). Caracas. Fundación Centro Nacional de Historia. 125 p

[6] Un aspecto que llama la atención de esta ley, según Guía Caripe fue que “los hombres con escasa o ninguna formación recibieran una enseñanza gratuita y obligante para lograr no sólo un ejército bien armado y organizado, sino también instruido. Por ende, atacará los vicios de la población, basados en el latrocinio y la vagancia, mediante el uso efectivo de los ciudadanos en el servicio activo” (Ibíd.:71).

[7] Ibíd.

[8] Desde la invasión de Rangel Garbiras derrotada en Palmira, pasando por las montoneras y guerrillas que se formaron después de la derrota hasta los sucesivos intentos de derrocar a Juan Vicente Gómez en las dos décadas subsiguientes. 

[9] Según el cronista de Pregonero José García (2001), "chácara" era “una cartera masculina de cuero, una especie de mochila donde llevaban, en algunos casos, alimentos y, en otros, las armas que utilizaban para defenderse, principalmente cuchillos”. Cárdenas (2013) agregó que también llevaban, además, imágenes religiosas y, chimó.

[10] Ver al respecto: Fundación Polar (2011). Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas. Fundación Polar.

[11] Este General, que se consideraba liberal amarillo ‘lagartijo’, formó parte de la revolución Libertadora a la par de Rangel Garbiras y después que Juan Vicente Gómez se hizo con el poder integró entre sus filas a muchos castristas perseguidos. Ver al respecto: Alcalde, J. (2012). Primos y Tiranos. Juan Vicente y Eustoquio Gómez, crónica de dos primos dictadores. Bloomington. Palibrio. 516 p

[13] García Mora, J. (2001). Uribante, geografía e Historia. Caracas. Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. 308 p.

[14] Ver al respecto: Cárdenas, D. (2013). “Una Mirada al Grupo Uribante a través de una Entrevista al Dr. Ramón J. Velásquez”. Caracas. Tiempo y Espacio vol.23 no.59. [Documento en Línea]. Disponible: http://www.scielo.org.ve/pdf/te/v23n59/art05.pdf

[15] Según Guía Caripe, “La falta de reemplazo desalentaba a los individuos de tropas que prestaban servicio activo, puesto que no tenían esperanza de volver a la vida civil, cuestión que llevó a varios soldados a desertar de las filas del ejército. La deserción tenía sus causas, en los siguientes casos: tiempo ilimitado del servicio activo (más de cuatro años), castigos, y el no derecho a conceder una licencia de permiso al soldado por temor a la deserción absoluta”. Quizás esta fue una de las causas que hicieron que el abuelo se fuese ‘pal’monte’ en el año 1929.

[16] Según Quintero (2013) CHÁCHARO, es un báquiro de collar y su nombre se usó como apodo ofensivo que se aplicó a los tachirenses rústicos y de alta peligrosidad que formaron una guardia especial o cuerpo represivo durante la tiranía gomecista. Ver al respecto: http://lecturas-yantares-placeres.blogspot.com/2013/09/de-chacharos-y-capacheros.html?m=1