martes, 7 de mayo de 2024

HISTORIA DEL TIEMPO: De los textos védicos hasta Heidegger


En la física clásica admite sólo un fluir “absoluto” del tiempo en un contexto donde no se conoce el sistema de referencia que permite hacer una afirmación semejante. Desde esta perspectiva, Prigogine en su exposición acerca del origen del tiempo señaló que él precedía a la existencia. Esta afirmación fue producto de un conjunto de consideraciones basadas en la necesidad de respetar las exigencias actuales de la física orientada a seguir un paradigma basado en el principio de entropía establecido en la segunda ley de la termodinámica, es decir, irreversibilidad, probabilidad y coherencia. La irreversibilidad conduce a la autonomía. Está relacionada con el desequilibrio, es decir, con estructuras disipativas y el desorden, esto es, con la turbulencia entendida como fenómeno estructurado. La explicación que da el autor es que un sistema en equilibrio no tiene historia “porque las fluctuaciones son nulas”.  La vida, en este contexto, parte del principio de incertidumbre que puede explicar cómo un sistema se mantiene o no. De este principio surge la memoria. Por ello puede argumentar que gracias al segundo principio de la termodinámica es que se puede explicar cómo se ha desarrollado el tiempo bajo la imagen de la flecha que sólo puede ser descrita a partir de un acontecimiento que trascienda las categorías de devenir y de eternidad. El desequilibrio es lo que permite introducir el principio de la probabilidad en el sentido que estamos regidos por la incertidumbre. La coherencia está dada por la autorreferencialidad y la capacidad de mantenerse.

Teniendo presente lo antes señalado podemos concluir, en una primera instancia, que el tiempo es una inestabilidad que puede favorecer la creatividad en la medida en que haya irreversibilidad y eso me permite plantear el interrogante acerca cuándo el tiempo empezó a ser para nosotros repetitivo y cuándo dejó de serlo. Para poder examinar la idea del tiempo en Deleuze y Guattari vamos a revisar las variaciones del concepto de tiempo a lo largo de la historia siguiendo en lo que sea aplicable a los autores en que nos hemos apoyado a propósito del espacio.

A propósito del espacio, señalamos que el concepto de tiempo surgió del concepto de espacio y ello fue así por la necesidad de contar los intervalos de una repetición que permitiera predecir las inundaciones, las sequias, las cosechas. Los testimonios más remotos se remontan a los acadio-sumerios. Sin embargo, de acuerdo con la tradición oral, según los textos védicos, el concepto de tiempo (nakshatra) es una relación que tiene dos vertientes. Por un lado, se corresponde con el movimiento entre el sol y la luna una vez que el universo dinámico (Virat) se hizo existente gracias a la divina energía del supremo Ser (Rig Veda.10.90.5). El Ser supremo es considerado en los textos védicos como el preservador de la eternidad (Rig.10.125.2). La eternidad es definida como

“Eternity is sky, eternity is mid-air,

Eternity is mother, father and son

Eternity is all that exists

Eternal is the social consciousness

Eternal are all that have been born

And shall be born” (Rig.1.89.10).

 

(“La eternidad es cielo, la eternidad está en el aire,

La eternidad es madre, padre e hijo.

La eternidad es todo lo que existe.

Eterna es la conciencia social.

Eternos son todos los que han nacido.

Y nacerá”) (Rig.1.89.10).

En relación con la eternidad en los textos védicos existe una deidad, Mitra que en antigüedad védica fue asociada con el origen del mundo y fue festejada como la entidad que prefigura su fin. También fue asociada con la entidad que observa y protege a los hombres que pagan justamente sus deudas, por lo que podría ser visto como el dios del intercambio de dones. Con el devenir, en Persia el intercambio convertiría a Mitra en deidad de la mediación. Estas dos visiones de Mitra en Roma dieron posteriormente origen a una asociación con el tiempo y el destino, es decir, el tiempo infinito y el tiempo devorador donde se paga lo que ha sido recibido. De estas dos visiones es posible entender en la Grecia antigua el tiempo infinito ‘Aión’ y el tiempo medido ‘Cronos’ vistos como las dos potencias que marcan el devenir del mundo. ‘Aión’ en Roma pasó a ser nombrado como ‘aevo’ y denotaba un largo e indeterminado curso de tiempo y comenzó a aplicarse a largos períodos históricos.

En la mitología Tamanaco, a diferencia del antiguo Testamento, la idea del tiempo comienza cuando Amalivaca reconstruye el mundo empezando por la creación de la luna y el sol. Desde este momento se puede hablar de espacio-tiempo. El tiempo anterior, que era eterno, fue finalizado porque los tamanacos no adoraron a sus dioses.

En concordancia con la idea de la eternidad, entre los presocráticos, Heráclito ha sido considerado el padre de la filosofía del devenir, es decir, como señala Cappelletti “del cambio y del devenir del Uno, que se hace múltiple, aunque permanece en el fondo de las cosas múltiple y más allá de todas ellas, siempre uno”. El devenir es visto como un flujo de momentos diferentes y sucesivos que expresan en sí la idea de cambio en una concepción de la naturaleza vista como proceso. De ahí la expresión de que quien penetra dos veces el mismo río se consigue aguas siempre diferentes permitiendo con ello pensar un logos que permita considerar la unidad a partir de la multiplicidad. El tiempo es un tipo de ordenamiento del movimiento con sus límites y períodos y se corresponde con un gran ciclo (gran año), de la eterna recurrencia de todas las cosas que es análogo al ciclo de vida humana y se repite alrededor de cada 10000 años.

Estas dos ideas del tiempo expresan relatividad. La relatividad viene dada porque la hace dependiente de ciertas condiciones: el día y la noche dependen del sol y en esta oposición es que se puede observar la existencia de una unidad. En esta unidad de los contrarios es que se observa la existencia de un logos. En tal sentido, Heidegger, tratando de determinar un concepto de logos como unidad, para su proyecto filosófico, contrastó ser y devenir para luego contraponer los conceptos de ser y apariencia con la finalidad de determinar su unidad oculta y formular su exégesis de la verdad, alétheia, como desocultamiento. Consecuentemente, la idea de eternidad la desarrolla bajo la idea de permanencia en relación con el cosmos que es Dios y de los seres que lo conforman como entes sujetos a un ciclo que expresa en sí unidad y armonía.

La idea de eternidad en Heráclito (fuego siempre vivo) puede ser también visualizada en el Crátilo de Platón en relación a la metáfora del rio. Pero Platón desarrolló su propio concepto en el Timeo. Este filósofo señaló que Dios resolvió crear el tiempo “como una imagen móvil de la eternidad” dentro de un contexto de unidad que indicaba orden en contraposición al caos. El tiempo. Los días y las noches, los meses y los años son partes del tiempo que fueron creados por Dios cuando este introdujo el orden en el cielo bajo una imagen de la eternidad que avanza según el número que hemos designado con el nombre de tiempo. Como Dios “no podrá ser ni más viejo ni más joven, no es, ni ha sido ni será en el tiempo”. Es decir, “no está sujeto a ninguno de los accidentes que la generación pone en las cosas que se mueven y caen bajo los sentidos”; el ‘fue’ y ‘será’, en esta contextualización, son formas del tiempo que expresan el movimiento que imitan a “la eternidad al efectuar sus revoluciones medidas por el número”. Para que estas revoluciones fueran posibles de ser medidas Dios hizo que naciera el Sol, la Luna y los cinco astros que han sido llamados planetas, todos destinados “a marcar y mantener las medidas del tiempo”.

Aristóteles, a diferencia de Platón a pesar de la naturaleza cíclica que ambos le atribuyeron, se focalizó en la medida como veremos a continuación. Para él el tiempo presentaba dificultades de conceptualización debido a que, en primer lugar, “una parte de él ha acontecido y ya no es, otra está por venir y no es todavía”, y ambas, en sí, componen el tiempo infinito como el tiempo periódico”. En segundo lugar, considera que “aunque el tiempo sea divisible, algunas de sus partes ya han sido, otras están por venir, y ninguna es”. En tercer lugar, no es fácil ver si el ahora permanece siempre uno y el mismo o es siempre otro distinto. Ello debido a que es difícil admitir “que los ‘ahoras’ sean contiguos entre sí, como que un punto lo sea con otro punto”. En cuarto lugar, ningún ahora permanece siempre el mismo, pero al ser un límite, “es posible tomar un tiempo limitado”. El otro problema que planteó Aristóteles estuvo relacionado con la simultaneidad. En este sentido agregó que

“… si ser simultáneo con respecto al tiempo es ser en uno y el mismo ahora…, y si tanto las cosas anteriores como las posteriores estuvieran en este ahora presente, entonces los acontecimientos de hace diez mil años serían simultáneos con los actuales, y nada de cuanto suceda sería anterior o posterior a nada”.

Por todo ello y después de un razonamiento exhaustivo concluyó que cuando se percibe un antes y un después, se podía hablar de tiempo, debido a que el tiempo es, en concordancia con Platón, el número del movimiento (y del reposo) según el antes y después, gracias a la división que produce el ‘ahora’ y, es continuo, porque es número de algo continuo[1]. En cuanto a número, puede ser mucho o poco y en su carácter continuo, el tiempo puede ser largo o corto, evidenciándose con ello su espacialidad original.

Esta espacialidad es la que nos interesa destacar en el sentido que Aristóteles al examinar lo que era el ser en el tiempo indicó que ello significaba que ese ser era mensurable, porque se era ser cuando el tiempo era o se era ser cuando se decía que una cosa era en un número. Aquí se puede uno imaginar que ser ‘5’ es ser un sujeto con unas particulares características con las consecuencias que ello trae consigo y es lo que estaba en la preocupación de Heidegger, según Alberto Rosales.

De aquí se deduce, en primer lugar, que las cosas que son en “el tiempo tienen necesariamente que ser contenidas por el tiempo”, es decir, en un tiempo mesurable, y que las cosas que son siempre no son en el tiempo, ya que no están contenidas por el tiempo, ni su ser es medido por tiempo lo que supone se enmarca dentro del concepto de eternidad platónico y, en segundo lugar, que “todas las otras cosas que son en algo, como las que existen en un lugar, son en el lugar”, en sentido espacio-temporal como veremos en el próximo acápite e incluso bajo otra forma de matematización como la que es posible ser visualizada mediante la teoría de conjuntos como veremos más adelante cuando examinemos la tesis de Alain Badiou.

Por otra parte, ser en el tiempo, era para el estagirita ser afectado por el tiempo, en el sentido que era, por sí mismo, causa de destrucción ya que el movimiento hacía salir de sí a lo que existe puesto que todo cambio y todo movimiento se producen en el tiempo. La eternidad, el estagirita la estudiaría en su Metafísica. En ella señala que está relacionado con algo ingénito (sustancias) no susceptible de generación o degeneración que corresponde con los principios eternos y primeros que sólo se bastan a si mismo. En esta línea de pensamiento, con muy pocas variantes, se mantuvieron los estoicos y epicúreos. Para los estoicos el tiempo era visto como una extensión del movimiento y los epicúreos como una forma de acompañamiento. En Plotino se produjo una síntesis de pensamiento de estas cuatro últimas corrientes. Según él, el tiempo procedía desde la trascendencia del intelecto. Como la eternidad era vista por él como la vida del intelecto (nous), el tiempo era la vida del alma la cual la identificaba con una razón discursiva (dianoia) que descendía desde la hipostasis del intelecto. En el “antes” del descenso del alma, el tiempo estaba, para el neoplatónico, en reposo con la eternidad y, luego, por ser de una naturaleza inquieta y activa que quería controlarse y estar sola, el alma transfirió lo que vio a otra cosa y ‘pasó a la’ siguiente y el ‘después’.

Como el alma constituye en sí misma, en tanto que imagen del intelecto y productora del mundo físico como su propia imagen, también esta constituía el tiempo el cual era su propia vida entendida como una imagen proyectiva de la eternidad, creando a su vez, como una imagen de sí misma, el mundo sensible en el tiempo. El tiempo entonces era para Plotino una entidad que existía en dos niveles: En el primero, el tiempo era la vida del alma en un movimiento de paso de un modo de vida a otro. Dicho a la manera deleuziana era “una adición irreparable del ser en sí mismo”. En el segundo, era la medida del tiempo en el mundo físico. La vida del alma es la razón discursiva, que es, el movimiento de una idea a otra de acuerdo con un ‘antes’ y un ‘después’ que da una idea de irreversibilidad. Aquí se puede observar entonces que la teoría del tiempo de Plotino conecta la idea del tiempo platónica entendida como imagen móvil de la eternidad y con la concepción aristotélica que la concibe como el número del movimiento.

Otro pensador influido posterior y tardíamente por el neoplatonismo fue San Agustín. Para este filósofo, el tiempo no es posible sin el alma que lo piensa. En Las Confesiones señaló que cuando el tiempo pasaba se podía sentir y medir, “pero cuando ha pasado ya, no puede porque no existe” por lo que se preguntó “¿Qué es pues el tiempo?”. Para dar una respuesta a esta interrogante expresó la famosa máxima de que

“si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Lo que si digo sin vacilación es que sé que si nada pasase no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, pretérito y futuro ¿cómo pueden ser, si el pretérito ya no es él y el futuro todavía no es? Y en cuanto al presente, si fuese siempre presente y no pasase a ser pretérito, ya no sería tiempo sino eternidad. Si pues, el presente, para ser tiempo es necesario que pase a ser pretérito, ¿cómo decimos que existe éste, cuya causa o razón de ser está en dejar de ser, de tal modo que no podemos decir con verdad que existe el tiempo sino cuando tiende a no ser?”.

La respuesta que se da el filósofo después de afirmar que el tiempo es una distensión es que “…los tiempos son tres: presente de las cosas pasadas, presente de las cosas presentes y presente de las cosas futuras”, porque todas ellas existen de algún modo en el alma, con lo cual el foco de su atención no estuvo en el movimiento de los cuerpos sino en la duración del alma.

Partiendo de San Agustín, la cristiandad, asumiendo la cultura imperial romana adoptó la concepción del tiempo medida, a través de un calendario, establecida por Julio Cesar caracterizada por padecer una serie de limitaciones que produjeron un desfase en el cómputo de los días en alrededor de 10 días para cuando el papa Gregorio VII produjo el cambio, para encadenar las fiestas religiosas a acontecimientos astrales específicos de forma más exacta. Este cambio, que se produjo en el siglo XVI si bien redujo el error, no lo ha podido hacer del todo puesto que hay todavía un margen de inexactitud de alrededor de medio día que se expresa en complicaciones de naturaleza financiera que generan importantes pérdidas que cada año se hacen acumulativas que ya han sido observadas por hacedores de políticas públicas[2].

El concepto de tiempo en Santo Tomás tuvo una fuerte influencia aristotélica. Para él, al igual que para el estagirita, es el número del movimiento, pero agrega que este “número no es abstracto e independiente de lo que se enumera, sino en cuanto existente en lo enumerado (el movimiento)”, para que sea continuo. Esta existencia estaba determinada por la medida de la duración del ser corpóreo que es, en sí, ser en movimiento, es decir, un ser que muta dentro de un contexto de cambios. El concepto de eternidad es esencialmente platónico y, consecuentemente agustiniano en tanto que totalidad simultánea. Así como la noción del tiempo se origina en la percepción del fluir de la hora, la eternidad es la idea del ahora permanente no sujeto a la degeneración de algo finito como lo es el movimiento en sí mismo. Frente a estas dos ideas, el aquitense, incluye otra, es decir, una criatura espiritual que, en cuanto a su ser natural y en especial a su modo de ser, no está limitada por el tiempo y denomina evo, y a su vez está contenida en la eternidad. El aevo, dentro de un contexto de multiplicidad, tiene principio, pero no tiene fin, con lo cual el modo de ser expresa, en sí, un modo de la duración que tiende a la eternidad. Aquí podría explicarse el énfasis que hace Spinoza en el concepto de duración y eternidad y podría explicar aquello que Heidegger denominó una autenticidad y responsabilidad como expresión del dasein.

Este concepto de duración también sería objeto de la reflexión en Suarez. Para el filósofo granadino, la "duración es la positiva permanencia en el existir, sea este existir permanente o sucesivo", de ahí se sigue que “habrá tantas clases de duraciones como de existencias”, por lo que se interesa por analizar la esencia del tiempo. En tal sentido argumenta que, si “todo ser que existe realmente, permaneciendo en su existencia, tiene una duración proporcionada a su ser”, y puesto que se dan entes que duran sucesivamente, es decir, en movimiento, entonces el “tiempo es la duración del movimiento” y habrá tantos tiempos como movimientos, porque cada uno tiene su ser y por tanto su propia duración. El concepto de duración no sería considerado por Descartes, más si por Spinoza, como veremos a continuación.

Según Deleuze y Guattari, Descartes desarrolló el concepto de cogito pero expulsando el tiempo como forma de anterioridad para hacer de él un simple modo de sucesión que remite a la creación continua.

Spinoza, considerado como un perfeccionador del pensamiento cartesiano por Whitehead, entiende el tiempo de tres maneras diferentes, pero estrechamente relacionadas a partir de los conceptos de eternidad, de duración y del movimiento entendido como tiempo en sí. Con respecto a la eternidad expresa que es un atributo por medio del cual concebimos la existencia infinita de Dios, desde el mismo momento que todo lo que no es Dios no existe por su propia fuerza. De ello deduce que las cosas creadas participan de la duración mientras que Dios no y, que todas las cosas creadas, mientras participan de la duración, aunque no tengan fin y de la existencia en sí están privadas de aquella futura y eso porque debe ser constantemente provista, mientras que en Dios no se le puede atribuir una existencia futura.

La duración es, por su parte, el atributo bajo el cual concebimos racionalmente la existencia de la cosa creada en la medida en que se mantiene en acto. Para determinarla, la comparamos con la duración de otra cosa que tiene un movimiento constante y determinado, por lo que la comparación en sí, es lo que denomina tiempo. De ahí que el tiempo sea para el filósofo neerlandés un modo de pensar, es decir, un ente de razón que sirve para explicar la duración de una existencia cualquiera, por intermedio de una percepción cuya imaginación se produce por un cierto número y bajo una determinada duración y cantidad que acaece cuando se mueve una parte de la materia a través del espacio así sea este de pequeñas dimensiones. En esta circunstancia, el tiempo con el cual se mide será todavía divisible y, en consecuencia, su duración.

Para finalizar señala que antes de la creación no se puede imaginar algún tiempo ni duración, puesto que ambos se inician en conjunto a la cosa creada. Leibniz consideró el tiempo, al igual que el espacio como un fenómeno producto de un ente de razón y por lo tanto no era verdadero ni real de por sí, sino parte de un conjunto de relaciones de orden continuo y unificado, ordenes de coexistencia que excluían el vacío e imposible de considerarlo ónticamente, es decir, como un receptáculo, sino más bien como una idea basada en la conexión de las cosas. De ahí que el tiempo era para él, una relación sincrónica de acontecimientos.

Kant, por su parte, siguiendo a Deleuze y Guattari, reintrodujo el tiempo en el cogito. Este tiempo lo consideró de una forma completamente diferente de la anterioridad platónica. El tiempo fue considerado por Kant como una forma a priori de la subjetividad, una forma de interioridad con tres componentes: sucesión, simultaneidad y permanencia, que permitieron considerar el ‘espacio’, el ‘tiempo’ y ‘Yo pienso’ como tres conceptos originales unidos por unos puentes que constituyen otras tantas encrucijadas que permiten a su vez pensar en nuevos tipos de relaciones. Según Deleuze, el tiempo para Kant era trascendente.

Para Hegel, invirtiendo la concepción kantiana, el tiempo es el concepto mismo que está ahí. Es decir, un ahora, que indefinidamente se re-crea a sí mismo, por lo que lo entiende como expresión de lo eterno, es decir, el tiempo es un concepto intuido que apunta a lo absoluto y eterno en un proceso de reconocimiento de la propia existencia y la propia actividad. Este proceso en sí es un desarrollo temporal cuyo curso está determinado por el auto-movimiento del espíritu mismo que pasa a observarse no como espíritu en el tiempo, sino tiempo en sí. En este sentido, el pasado y el futuro son dimensiones del ser, que en un proceso de negación y de negación de la negación conduce a la liberación respecto de la contingencia temporal permitiendo la apertura a nuevos desarrollos que darán inicio a otro ciclo histórico.

Por otra parte, Wandschneider indicó que el concepto de tiempo en Hegel se deriva de una carencia derivada de la existencia de un límite esencial de un espacio con respecto a otro que representa categorías como pasaje, cambio y mudanza. El tiempo es, de esta manera, el proceso del devenir entendido como una continua autodestrucción donde el carácter del durar expresa el cambio de eso que persiste y permanece coexistente.

El punto intermedio de las concepciones del tiempo en Hegel (y podemos incluir a Marx por su carácter teleológico) y las realizadas por Husserl, Bergson y Heidegger corresponde con el pensamiento de Nietzsche. Husserl, en una estrecha cercanía con Bergson, tal como la señalan Deleuze y Guattari descubrió que el tiempo, es decir, la conciencia del tiempo era el fundamento de la conciencia en total. Para él el tiempo es una “multiplicidad unidimensional ortoidea”. En esa tesis verá Heidegger algo radical: la conciencia es tiempo y el tiempo es conciencia. En ese mismo plano coincidirá con Bergson.

Para Bergson el tiempo se confunde con la continuidad de nuestra vida interior. Esta continuidad es un despliegue y un pasaje que expresa en si una transición artificialmente captada y que es naturalmente experimentada que denomina duración. Por ello, para él el tiempo es la propia fluidez de nuestra vida interior. En esta fluidez, no se concibe el tiempo sin un antes y un después, por lo que, en sí, este es sucesión. Ello significa que allí donde no hay alguna memoria, alguna conciencia, real o virtual, no podrá haber un antes y un después, en consecuencia, es preciso, para este pensador, que estén los dos para que haya tiempo. En este contexto, la simultaneidad es la posibilidad de que dos o más acontecimientos pudiesen entrar en una percepción única e instantánea. La considera en el plano de la percepción y de los flujos. Llama simultáneas dos percepciones instantáneas aprehendidas en un mismo acto mental, poniendo la atención más de una vez en hacer de ellas una o dos a voluntad. Puesto esto, es fácil ver que es de nuestro mayor interés tomar por 'desenvolver el tiempo' un movimiento independiente de nuestro propio cuerpo. Este tiempo la sociedad lo adoptó para nosotros con lo cual lo encontramos ya tomado. Se observa en el movimiento de rotación de la tierra, pero, ha sido aceptado debido a que hay un viaje de nuestro propio cuerpo, virtual, y es, en consecuencia, eso que podría ser para nosotros el desenrollar del tiempo, o sea, como el trayecto de un cuerpo móvil encargado de contarlo, que se exterioriza en duración[3].

De igual forma, llamó simultáneos dos flujos exteriores que ocupan la misma duración porque están ambos comprendidos en la duración de un mismo tercero, el nuestro: esa duración es apenas la nuestra cuando nuestra conciencia ve solamente para nosotros, pero se torna igualmente a ellos cuando nuestra atención abarca los tres flujos en un único acto indivisible. La instantaneidad implica por tanto dos cosas: una continuidad de tiempo real (duración) y un tiempo espacializado (una línea simbólica de tiempo que describe un movimiento).

Así pues, la simultaneidad en el instante y simultaneidad de flujo son cosas distintas que se complementan recíprocamente, con lo cual, la simultaneidad entre dos instantes de dos movimientos exteriores a nosotros que permite que midamos el tiempo, pero es la simultaneidad de esos momentos con momentos marcados por ellos a lo largo de nuestra duración interna que hace que esa medida sea una medida de tiempo. Por ello, Bergson afirmó que medir el tiempo es enumerar simultaneidades.

Duraciones diferentes, es decir, con ritmos diversos, podrían coexistir, por lo que la consideración de un tiempo material uno y universal es una hipótesis fundamentada en un raciocinio dado por una analogía que se sustenta en la creencia de que todas las conciencias humanas (que expresan duración) son de la misma naturaleza y perciben de la misma manera. Como están lo suficientemente cerca las unas a las otras pueden tener en común una porción externa del campo de su experiencia exterior, generando una experiencia única. De ahí que se puede pensar en la unidad de un tiempo impersonal. Esta es la hipótesis del sentido común que podría ser igual a la de Einstein en el sentido de confirmar un tiempo único para todas las cosas.

Finalmente agrega que el tiempo espacializado es en la realidad una cuarta dimensión del espacio. Solamente esa cuarta dimensión nos permitirá yuxtaponer lo que está dado en sucesión gracias a que se le atribuye al tiempo una rapidez infinita. De ahí la tendencia inmanente a vaciar el contenido del tiempo en un espacio de cuatro dimensiones donde pasado, presente y futuro estarían siempre superpuestos. Ello expresa una limitación, es decir, la incapacidad de traducir matemáticamente el tiempo y el balizamiento para realizar paradas virtuales entre la duración consciente y el movimiento real. El campo, en este contexto, mide solo una duración en un tiempo mayor a un instante.

Vemos entonces que la duración es el propio tejido de nuestro ser, de todas las cosas y de cómo el universo es a nuestros ojos una continuidad de creación, puesto que esta es experimentada, al constatar que el tiempo se despliega y no podemos medir este sin convertirlo en espacio. En una posición cercana al pensamiento de Bergson se encuentra la conceptualización realizada por Whitehead. Para Whitehead el tiempo es descrito bajo lo que denominó Epochal Theory of Time como totalidades discontinuas complejas o cuantas imposibles de descomponer, cuya conexión es la que otorga la apariencia de continuidad al tiempo, por lo que todo análisis de las entidades actuales es solo intelectual, pudiéndose afirmar que la unidad de composición de nuestra percepción del tiempo es la duración vista en un sentido bergsoniano.

Heidegger, por su parte, siguiendo el derrotero iniciado por Nietzsche y continuando lo realizado por Husserl expresó que nuestra “conciencia” del tiempo, más exactamente, nuestra temporalidad, se extiende directamente hacia lo pasado y lo futuro. Ella es la forma originaria del estar­fuera­de­sí como estructura de la conciencia. Este extenderse mismo constituye una dimensión patente que permite comprender los entes a partir del Ser y éste a partir del tiempo. Este extenderse no se prolonga indefinidamente sino se dirige a un límite último, a un horizonte temporal del Ser. Por ello la temporalidad es extática y horizontal y, finalmente, como la conciencia es la que se extiende así se puede afirmar que ella misma es el tiempo.

De acuerdo con esta orientación Heidegger distinguió dos grandes clases de entes y de modos de ser: el ente que está patente a sí mismo (el Dasein que cada hombre es, así como el Mitdasein desde la perspectiva de su relación con el prójimo) y el ente que carece de patencia (la cosa, el utensilio, la obra de arte, la naturaleza inorgánica, el ente matemático etc.). Entre esos dos extremos se ubica su obra Sein und Zeit. De acuerdo con el proyecto heideggeriano plasmado en esta obra, en ese momento histórico, la distinción de los modos de ser ha de fundarse en la temporalidad. Para ello se le hizo necesario mostrar que el tiempo mismo tenía una de ellas originaria, peculiar al Dasein, y otra derivada, la cual es a su vez es el origen de la idea vulgar del tiempo como sucesión de ‘ahoras’ que está en la base de la tradicional ontología de la cosa. Por ello consideró que la temporalidad originaria no podía ser ella misma un flujo sino más bien una patencia extática del tiempo como una dimensión, en la que existe constantemente cada dasein mientras está con vida que en sí corresponde con el concepto de eternidad tanto en el Timeo platónico como en la Metafísica aristotélica.

El hacer patente que el estar fuera de sí designa de acuerdo con su fundamento temporal el comprender (advenir, futuro), en el sentido de proyectar ese ente a sus posibilidades ónticas y ontológicas (existencia); el encontrarse (sido, pasado), en el sentido del sentimiento o temple de ánimo que revela cómo nos encontramos en relación con otros entes a partir de la asunción de la angustia como sentimiento principal y; el comportarse (presente) que supone un ser-junto-a y un horizonte temporal que denomina presencia, la presencia es el ámbito del Ser cotidiano. Pero, en este ámbito es dónde este Ser se puede apartar de su comprensión propia al caer (caída) en la patencia de otros seres intramundanos.

En lo concerniente a los horizontes de Ser (ser-posible y ser-ya), entre el comprender y el encontrarse ya se puede observar la posibilidad de una pugna entre ser y ente. Como el Dasein es la unidad estructural permanente del comprender, encontrarse y comportarse, se puede entender que esta está en permanente movimiento a la verdad y no verdad y viceversa. La unidad de esta estructura es lo que llama cura.

En palabras de Alberto Rosales, el objeto de Heidegger con Sein und Zeit, como ya indicamos, fue convertir al Ser en objeto de una ontología para evitar la objetivación del Ser mismo. En este esfuerzo se produjo un giro en la orientación del pensamiento del filósofo alemán cuya solución fue lograda en parte al entender, en primer lugar, “el originario ocultamiento del Ser” y, en segundo lugar, el aferramiento al “supuesto metafísico que la verdad reside y se agota en la patencia de objetos para el alma (humana o divina)”. De ahí el pensador venezolano infirió que

“si el comprender humano no pone ante sí al Ser como un horizonte, y éste, en tanto originariamente oculto, no es una hechura del comprender; entonces el Ser es independiente de éste, es autoestante, si bien en una referencia necesaria al comprender en tanto sale de su ocultamiento y se hace patente a él”.

 

La fuente de la verdad en Heidegger no está en el alma sino en el Ser y en este contexto el Ser es a la vez su ocultamiento y su patencia. Esto significa que las figuras del Ser son, para él, “múltiples y diversas” y su desocultamiento debe desplegarse a lo largo de la historia. La causa de esta afirmación obedece a que consideró que si ocurriese lo contrario existiría el riesgo de que al hacerse patente el hombre, el Ser se revelara por entero de una forma tal que “hiciera imposible la historia futura” en el sentido de que dejaría de ser azarosa y “aboliera la esencia de la verdad en tanto desocultamiento”. El modo en que acaece concretamente la verdad del Ser es, entonces, la relación recíproca entre el hombre y el Ser para garantizar el ocultamiento de éste. Este acaecer es un movimiento circular que, como ya indicamos, Heidegger denominó ereignis

Como se puede observar, en el pensamiento de Husserl, Bergson, Whitehead y Heidegger se produjo una ruptura en el sentido que más allá del concepto de sustancia inmóvil que privilegio la filosofía a lo largo de la historia, estos autores se orientaron a considerar el rol del acontecimiento desde una perspectiva metafísica apoyándose en el concepto de tiempo gracias a la génesis y el desarrollo de la física cuántica y del advenimiento del espacio de cuatro dimensiones conocido como espacio-tiempo.

 

 



[1] El número lo entiende Aristóteles en dos sentidos: a lo numerado y lo numerable, y a “aquello mediante lo cual numeramos”. Así pues, “el tiempo es lo numerado, no aquello mediante lo cual numeramos. Aquello mediante lo cual nulo meramos es distinto de lo numerado”.

[2] Como se sabe, originariamente existieron diversos calendarios como el acadio-sumerio, el judío, el egipcio, el maya y el chino. Todos estaban basados a hechos físicos que le permitían en cierto modo producir sus medios para la vida. Con el proceso globalizador iniciado con la conquista de américa se produjo un proceso de estandarización del calendario, específicamente Gregoriano, que es el que conocemos en el presente. Ver al respecto: Stratfor (2016) “The Geopolitics of the Gregorian Calendar”. Austin. [Documento en Línea]. Disponible: https://www.stratfor.com/analysis/geopolitics-gregorian-calendar?utm_medium=email&utm_content=stratfor_analysis&utm_campaign=nid-203408&utm_source=Facebook

[3] Deleuze y Guattari, en este sentido, expresaron que la duración correspondía a un tipo de multiplicidad “propiamente filosófica” que expresaba la inseparabilidad de las variaciones que ordenaban mezclas y remitían a variables independientes.

sábado, 6 de abril de 2024

LOS SISTEMAS DE REFERENCIA DE ALTA PRECISIÓN PARA LAS DELIMITACIONES DE FRONTERAS MARÍTIMAS: FALSABILIDAD Y MANIPULACIÓN

 


Trabajo presentado en el foro conmemorativo del 58 aniversario del Acuerdo de Ginebra en la Sala de Usos Múltiples ubicada en el piso 7 de @facesucv.oficial

Introducción

La tesis que pretendemos demostrar es que la precisión en lo que concierne a delimitaciones de áreas marinas y submarinas y, en especial, a partir de la determinación del punto ‘0’ es difícil de lograr en costas que se están modificando por su naturaleza física y por los efectos del cambio climático. Esto es aplicable a los conceptos de línea de base, incluyendo las referidas a las desembocaduras en el océano Atlántico de los ríos Esequibo, Barima y Barama[1]. A propósito de estos casos particulares en la Fachada Atlántica es conveniente tener en cuenta lo siguiente: hay dos opciones en lo concerniente al Laudo Arbitral de París que están en juego actualmente en la Corte Internacional de Justicia (CIJ)[2]: que se reconozca o no se reconozca y, hay una situación de facto que acaece en función del citado laudo: que ninguna nave de terceros estados, incluso Guyana, puede acceder a los ríos Barima y Amacuro a través del Orinoco y que no se aplica la costa seca en el rio Cuyuni. Esta situación de facto podría ser considerada por la CIJ en su sentencia final. De igual forma, si la decisión es desfavorable para Venezuela, es muy difícil que se pueda aplicar la sentencia por el desconocimiento por parte de nuestro país de la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Ello haría que el espíritu del Acuerdo de Ginebra de 1966 cobrase mayor fuerza.

Las líneas de base recta (LOS, 7°)[3] se aplican cuando la costa tiene “profundas aberturas y escotaduras o en los que haya una franja de islas a lo largo de la costa situada en su proximidad inmediata". En la legislación venezolana estos conceptos fueron recogidos en la Ley Orgánica de los Espacios Acuáticos (LOEA) (2014). Aquí se debe tener presente que en la LOS, según el Manual de Delimitación de Fronteras Marítimas (MDFM) (2001) no define qué es "una franja de islas" o qué es "proximidad inmediata"[4]. El trazado de las líneas de base rectas, según el MDFM (2001) debe hacerse respetando los siguientes criterios:

“no debe apartarse de la dirección general de la costa, las zonas de mar situadas del lado de tierra de esas líneas han de estar suficientemente vinculadas al dominio terrestre para estar sometidas al régimen de las aguas interiores, no se trazarán hacia ni desde elevaciones que emerjan en bajamar ni aislarán el mar territorial de otro Estado de la alta mar o de una zona económica exclusiva”.

Por su parte, en lo concerniente a la desembocadura de ríos, la LOS 9° expresa que, si un río desemboca directamente en el mar, la línea de base es "una línea recta trazada a través de la desembocadura entre los puntos de la línea de bajamar de sus orillas". Se debe tener presente aquí que el río Barima se bifurca y desemboca tanto en la desembocadura del río Orinoco como directamente en el océano Atlántico casi en forma paralela con el río Barama. Esta bifurcación del río dio origen a una isla pantanosa, llana e inundable que se llama Corocoro (estado Delta Amacuro) que abarca 685 Km2. Una mínima porción en la parte oriental de la isla se encuentra en el Esequibo (15 km2) en cuyo límite de facto está Punta Playa[5].

De igual forma, el citado artículo 9° no nos da alguna orientación sobre la determinación de los puntos de base de la línea de cierre, sólo nos dice que debe estar en la línea de bajamar de las orillas del río. De igual forma, a pesar de hacer mención a la desembocadura de un río, puede darse el caso de que se trate de un área difícil de definir debido a que se puede tratar de una costa baja con gran diferencial de mareas como acontece en la fachada Atlántica. Para nosotros, como dijimos, este aspecto es relevante en relación con los ríos Barima y Barama en el punto donde desemboca en el Atlántico y el rio Esequibo.

Esta particularidad relacionada con la dificultad de establecer las líneas de base recta en áreas específicas nos obliga, en primer lugar, a examinar el método de delimitación que está contenido en el MDFM (2001), en segundo lugar, describir el sistema geodésico mundial WGS 84 como sistema de referencia que puede ser usado para un proceso de delimitación, en tercer lugar, analizar cómo el cambio climático puede afectar un proceso de delimitación y, en cuarto lugar, valorar propiamente los conceptos de falsabilidad y razonabilidad en relación con un proceso de delimitación donde participan terceros. El propósito es demostrar la conveniencia de un acuerdo entre las partes.

1.- Los métodos de delimitación según las Organización de las Naciones Unidas

El MDFM establece que la delimitación fundamentada en normas jurídicas de la CIJ y los tribunales arbitrales han interpretado siempre que los criterios y factores equitativos "pertinentes" aplicables a la delimitación de fronteras marítimas significan literalmente pertinentes al proceso de delimitación y, en consecuencia, no tienen para ellos naturaleza ni política ni económica. Esto es debido a que cada delimitación es un caso particular que ha de decidirse siguiendo sus propias particularidades. Al ser cada delimitación un caso particular, el principal problema a resolver para la CIJ está relacionado con “los parámetros aplicables para evaluar la equidad de una línea de delimitación particular” teniendo presente consideraciones de naturaleza geográfica y la equidad desde un sentido relativo de la aplicación de correctivos a la justicia[6]. Esto nos lleva a considerar la prolongación natural del dominio terrestre, la proporcionalidad, los puntos de base, las líneas perpendiculares y otros métodos existentes.

En relación con las consideraciones de naturaleza geográfica el principio aplicable es la prolongación natural de su dominio terrestre, es decir, no debe existir una intrusión o invasión de dicha prolongación a no ser que existiese “una importante discontinuidad geológica entre las dos plataformas continentales” (MDFM, 22)[7]. Junto con este principio de prolongación natural se destaca el concepto de proporcionalidad. Este concepto se fundamenta en la relación existente entre las longitudes de las costas de dos o más Estados cuyas áreas marítimas van a ser delimitadas y en “la superficie del espacio marítimo que la delimitación ha de asignar a cada una de las partes” (MDFM, 24). El factor de proporcionalidad, a su vez, puede presentarse, por una parte, a través “del coeficiente entre las áreas de la plataforma continental y las longitudes de las líneas costeras” de cada Estado y, por la otra, “como un factor para delimitar los efectos razonables o poco razonables --equitativos o poco equitativos- de características o configuraciones geográficas determinadas sobre el trazado de una frontera mediante la línea de equidistancia” (MDFM, 29). Esto nos lleva a detenernos un momento para examinar qué se entiende por razonabilidad y cómo puede afectar un proceso de delimitación.

La mención a la razonabilidad nos conduce a la filosofía práctica, es decir, a la razón práctica y a la razón teórica que, según Popper, Kuhn y Gadamer no están separadas (Flores, 2005). Vamos a examinar la razonabilidad en ambas considerando que esta se ubica en los límites de la condición humana debido a que, según Villoro, “una creencia es ‘razonable’ cuando cumple con dos condiciones: ser racional, en el sentido de estar basada en razones y asumir que dichas razones son falibles y por ello pueden dar lugar a creencias falsas” (2007:221-222). Es conveniente aquí tener presente que la razonabilidad tiene, en general, tres lecturas desde la perspectiva moral: una forma de usar la razón, una forma de ser de las personas (virtud de la prudencia) y un criterio moral[8].

En términos de la filosofía de la ciencia y en la hermenéutica filosófica se encuentra también una metodología y actitud falibilista. Esto significa que, si bien, el conocimiento científico se basa en razones que pueden resultar incontrovertibles, en un momento determinado, puede ocurrir el caso de que surjan nuevas razones que puedan falsar, es decir, pongan en entre dicho aquellos argumentos supuestamente incontrovertibles. Aquí es donde entra la razonabilidad. Las creencias razonables sólo buscan alcanzar cierto grado aceptable “de verosimilitud o de probabilidad” en lo que se afirma, no certeza. Ello es posible a través de argumentos que se caracterizan por estar siempre relacionados con las circunstancias particulares, locales y temporales a las que se refieren como ya hemos visto en el MDFM. Aquí se puede observar la dimensión moral de la razonabilidad a pesar de que esta posee, según Flores (2005), un carácter predictivo respecto de los fines y programas tanto en la filosofía de la ciencia, como en la hermenéutica, desde un enfoque más que todo prospectivo. Esto nos conduce de nuevo a la equidad como principio para la delimitación y como correctivos a la justicia debido a la dificultad de dictar una sentencia razonable y equitativa a no ser que las partes hayan aceptado de mutuo acuerdo acogerse a un tribunal.

Desde la perspectiva de los actores frente a un tribunal, la aplicación del principio debe ser considerada de manera predictiva, ahora, la acción de los actores debería ser considerada de manera prospectiva, es decir, construir el futuro deseado de una decisión o sentencia y seguir el camino para alcanzar lo construido sobre todo si se considera que, para el MDFM, en general, la desproporción constituye el criterio o factor pertinente para actuar siguiendo el criterio de la equidad desde la perspectiva de la razonabilidad. Es decir, ha de usarse como un factor pertinente para evaluar la equidad de ciertas situaciones geográficas con un cierto grado de certidumbre. Su objeto es solucionar

“la falta de proporcionalidad y los efectos no equitativos producidos por configuraciones o características geográficas particulares en situaciones en que, en caso contrario, la atribución de partes aproximadamente comparables de la plataforma continental a cada Estado estaría indicada por los factores geográficos” (Pág., 25-26).

La falta de una completa certeza en un proceso de delimitación dentro de un contexto donde existen consideraciones históricas y no hay un mutuo acuerdo para acogerse a la sentencia de un tribunal hace inaplicable el principio de equidad dentro de un contexto de razonabilidad.

Con respecto a los puntos de base el MDFM destaca que hay una practica consolidada de que “los puntos de base utilizados para delimitar zonas marítimas entre dos Estados no tienen que coincidir necesariamente con los puntos de base y las líneas de base rectas que son utilizados para medir la anchura del mar territorial por esos mismos Estados”. La importancia de la línea de base radica en que permite dibujar una línea de equidistancia estricta que se usa, por una parte, como punto de inicio de una negociación y, por la otra, como fundamento para realizar ajustes teniendo presente los principios de equidad y proporcionalidad. Aquí es de tener presente que la Corte no se siente obligada “necesariamente a tener en cuenta los puntos de base o las líneas de base elegidos por un Estado cuando tienen que trazar su frontera marítima con un Estado vecino” (MDFM, 34).

Para la aplicación del principio de equidistancia se trazan, como método, línea perpendicular a la costa o a la dirección general de la costa (MDFM, 50). Pero también puede usarse en conjunto con otros métodos (uso de paralelos y meridianos combinados)[9], independientemente o partir de una situación de facto dada. Para ello, las partes interesadas deben convenir el sector de la costa que ha de considerarse en este proceso (MDFM, 56). Aquí es conveniente detenerse un momento para considerar la representación de la recta geodésica que desemboca en punta de playa entre Venezuela y el Territorio Esequibo debido a que esa recta separaba originalmente dos territorios, pero habría que evaluar si existe territorio al Este de la citada recta y en qué condiciones debido a que esto podría entenderse como un cambio de circunstancias que modificaría el límite de Venezuela más hacia el Este con la desaparición de la citada recta. Es decir, hay que determinar si la representación se corresponde con la realidad.


2.- El sistema geodésico mundial WGS 84

Para poder definir qué es el WGS 84 primero debemos definir qué un datum y antes de ello qué es el geoide y el elipsoide. El geoide es una representación de la superficie de la tierra que une todos los espacios de igual gravedad. La forma de la representación así creada, que no es uniforme, considera la continuación por debajo de la superficie de los continentes, de la superficie de los océanos y mares sin tener presente las mareas y ninguna perturbación exterior (Fernández-Coppel, S/F). El elipsoide, por su parte, es un modelo matemático de representación aproximada de la tierra considerando que su forma no es redonda. Para ello se hace gira una elipse sobre su eje. La no existencia de una figura geométrica que permita hacer un modelo único hace que cada continente y cada país tenga su propio modelo debido a que permite adaptarse mejor a la forma del espacio que se desea cartografiar (Villa Caro, 2016). Sobre la cartografía hablaremos más adelante. La diferencia que hay entre ambos está determinada por la fuerza gravitacional de la tierra y las perturbaciones locales que no superen los 100 mts. El datum o punto fundamental, consecuentemente, es el punto tangente al elipsoide y al geoide, es decir, donde ambos son coincidentes. Este punto se define por sus coordenadas geográficas de longitud y de latitud donde se le agrega un azimut.

Así pues, en el punto fundamental coincide el elipsoide con la superficie real de la tierra. De igual forma, en este punto coincide también las coordenadas astronómicas (las del elipsoide) y las geodésicas (las de la tierra) (Fernández-Coppel, S/F). Estas coincidencias matemáticas y físicas han permitido que se establezcan datum regionales, ya indicado, como el Sistema de Referencia Geocéntrico para América del Sur (SIRGAS) y estatales como la Red Geodésica Venezolana (REGVEN).

El datum oficial para Venezuela está establecido en el SIRGAS, del cual forma parte la REGVEN desde el 1º de abril de 1999 por ser un datum geodésico de carácter geocéntrico y combinable con las nuevas tecnologías de medición, específicamente con el GPS. Este datum se denomina SIRGAS – REGVEN y posee los siguientes parámetros: a – 6378 137,000 m y f: 1: 298,2572221 utilizándose como sistema de referencia vertical para las alturas el nivel medio del mar en la estación mareográfica de la Guaira[10]. El datum anterior al antes indicado fue La Canoa – Hayford (PSAD-56; Provisional South American 1956) (Lat. 08° 34 17,17 N, Long. 063° 51 34,88 W). El datum SIRGAS – REGVEN ha sido progresivamente instrumentado en el país desde su establecimiento. Teniendo esto presente, existen diferentes datum en el país a partir del SIRGAS - REGVEN. El ubicado más al Este está en Punta Barima (Lat. 09° 35’ 03’’. 5830 N., Long 060° 24’ 40’’. 2680 W) en la estación piloto sobre el helipuerto (esquina NE). Para el año 2008 se hicieron estudios del SIRGAS – REGVEN para comprobar su exactitud correlacionándolos con el sistema de posicionamiento global (GPS) en lo concerniente al nivel de las mareas arrojando resultados satisfactorios[11]. La utilización de GPS nos conduce, finalmente, a examinar el sistema geodésico mundial.

El sistema geodésico mundial (WSG) es consecuencia del desarrollo de los nuevos sistemas de posicionamiento global (GPS) creados por EE.UU., de acuerdo con sus necesidades militares, debido a que se hizo necesario establecer un datum universal con cobertura a toda la superficie terrestre evitando así la territorialidad de los otros datum existentes. La última actualización de este sistema fue en el año 1984. Si se considera ahora que EE.UU. es una de las partes interesadas en no reconocer los derechos de nuestro país en el territorio de la Guayana Esequiba, a la falsabilidad que puede existir en un asunto de naturaleza técnica o científica se le agrega la posibilidad de manipulación por intereses político-económicos. Uno de los medios que se apoya en el WSG 84 lo constituyen las Cartas Náuticas.

Las cartas náuticas son unos instrumentos de representación gráfica diseñados para el posicionamiento y la seguridad en la navegación marítima e incluye, por una parte, sondas, naturaleza del fondo, elevaciones, configuración y características de la costa, peligros y ayudas a la navegación y, por la otra, límites marítimos. Estas cartas se pueden obtener en formato analógico (papel) o digital. Estas cartas generalmente son publicadas formalmente u oficialmente por el Estado a través de su servicio hidrográfico. Dentro de este marco se circunscriben las “Cartas Náuticas Electrónicas” (“Electronic Navigational Chart”). Estas cartas náuticas electrónicas tienen como atributo su basamento en datos oficiales que están bajo la responsabilidad del servicio emisor, que están codificados de acuerdo a estándares internacionales y están referenciadas, como dijimos, al WGS 84 y son periódicamente actualizadas en función de los cambios geográficos. La carta náutica que ha elaborado el Estado venezolano en el oriente del país corresponde a Boca Grande y áreas circundantes. Google earth, en este sentido se apoya de este sistema y, como vimos, en la imagen N° 1, los límites en Punta de Playa no están claros por diversas causas que apuntan al cambio de la configuración de la costa. Esto nos lleva al papel que podría generar el cambio climático en la conformación de las costas de áreas marinas y submarinas en disputa.

3.- El cambio climático

De acuerdo a la CEPAL (2015), apoyándose en los estudios realizados por Magrin y otros (2014) afirmó que las zonas costeras de América Latina y el Caribe están sintiendo los efectos del cambio climático. La tendencia media de aumento a nivel planetario en la actualidad es de 3,3 mm por año y se espera que esta tasa se incremente como resultado del aumento de la temperatura de los océanos y el derretimiento de los casquetes polares. Pero esta no es la única amenaza para las zonas costeras de la región. Para la CEPAL (2015).

“Los cambios en la acción de las olas, la temperatura de la superficie del agua, su salinidad y los factores meteorológicos relacionados con las mareas también pueden plantear graves peligros y exacerbar la erosión costera, dar lugar a un blanqueamiento más grave de los corales, reducir el atractivo de determinadas zonas para turistas y dificultan la protección de las zonas de playa, dificultan el funcionamiento eficiente de los puertos, amenazan la infraestructura marítima y aumentan la probabilidad de inundaciones en determinadas zonas ecosistemas”.

Para la CEPAL, la línea costera que va del norte de Brasil a la República Bolivariana de Venezuela ha sufrido las mayores afectaciones y el incremento de las mismas se extenderá en condiciones ceteris paribus hasta el año 2040 y se incrementará aún más a partir de ese año. Ahora bien, estos cambios también están dando lugar a una serie de otros problemas asociados con la conservación de los hábitats costeros que se están manifestando en costos económicos, sociales, políticos y ambientales significativos haciéndose necesario el desarrollo de estrategias de adaptación para adecuarse a los cambios geográficos producidos por el cambio climático. Desde esta perspectiva, la representación geográfica mostrada de Google earth tiene cierto grado de certeza.


Magrin y otros (2014), por su parte y de forma más específica, alertaron acerca de la necesidad de redirigir nuevos asentamientos a ubicaciones mejor protegidas y promover inversiones en infraestructura adecuada en las zonas costeras de baja elevación en el caso específico de Guyana debido no sólo a la inundación sino también a la erosión que está provocando la rotación de las playas. Es en este punto cuando nos preguntamos entonces: las condiciones en que se encuentra Punta de Playa son iguales a las existente en el momento de determinación como límite, hasta qué punto ha variado la conformación de la costa al este de esa referencia. Si se observa google earth, visto como una herramienta superficial de observación, pareciera que la franja costera al este de la recta geodésica que le fue impuesta a Venezuela como límite ha desaparecido en gran parte produciéndose un cambio de circunstancias. De igual forma, Magrin y otros (2014) estiman un decrecimiento del caudal de aguas de los ríos Orinoco (20%) y el Esequibo (50%).

Con respecto a Guyana Hickey y Weis (2012) expresaron que es un país muy susceptible al aumento del nivel del mar, a intensas tormentas tropicales y a las inundaciones debido a que el 90 % de la población y prácticamente toda la producción agrícola del país se encuentran en sólo el 5 por ciento del territorio del país, una estrecha franja costera de aproximadamente 25 kilómetros (o menos) de ancho y 425 km de largo, y que es atravesado por tres grandes ríos: el Esequibo, el Demerara y el Berbice que en su mayor parte se encuentra por debajo del nivel medio del mar. Este problema también se está presentando al occidente del río Esequibo, en especial en la desembocadura al Atlántico de los ríos Barima y Barama, pero esa área está despoblada. Si bien el gobierno de ese país tomó modestas medidas para adaptarse a los cambios que impone el clima, en la década pasada, no se sabe hasta qué punto las ganancias en la explotación petrolera han servido para mejorar sus condiciones de vida.

Así pues, el cambio de la configuración de la costa al este de Punta de Playa representa un cambio de circunstancias en un proceso de negociación de límites marítimos que nos permite examinar de nuevo la falibilidad y la razonabilidad como herramientas epistémicas que acompañan la delimitación de áreas marinas y submarinas.

4.- Falibilidad del método de delimitación de fronteras marítimas

Karl Popper estableció que el principio de falibilidad posee una dimensión ética debido a que algo puede no ser perfecto y puede ser erróneo en el sentido de que el problema central de su epistemología apunta al aumento del conocimiento (Flores, 2005). Por este motivo, el falibilismo para el filósofo austriaco es una propuesta metodológica para evaluar correctamente las pretensiones de conocimiento y está estrechamente relacionada con el falsacionismo. Para Popper el falibilismo es

"… la idea, o la aceptación del hecho, de que podemos equivocarnos, y de que la búsqueda de la certeza (e incluso la búsqueda de una alta probabilidad) es una búsqueda equivocada. Pero esto no implica que la búsqueda de la verdad sea una equivocación. Por el contrario, la idea de error implica la de verdad como el patrón que puede no ser alcanzado. Implica que, si bien podemos buscar la verdad, e incluso podemos encontrarla… nunca podemos estar bien seguros de haberla encontrado... Pero el falibilismo no tiene en absoluto por qué dar lugar a conclusiones escépticas o relativistas. Esto se hace patente si consideramos que todos los ejemplos históricos conocidos de falibilidad humana -incluyendo todos los ejemplos conocidos de equivocaciones en la justicia- son ejemplos del avance de nuestro conocimiento. Cada descubrimiento de una equivocación constituye un avance real en nuestro conocimiento... Por tanto, podemos aprender de nuestros errores. Esta perspectiva fundamental es, en realidad, la base de toda la epistemología y la metodología... " (2006:375-376).

El error es el elemento clave para comprender la dificultad de aplicar el derecho o la justicia siguiendo el principio de razonabilidad para decidir en base a la equidad. Teniendo esto presente, si se considera que, para Kuhn (2004), los errores pueden ser de dos tipos: los normales relacionados con el no cumplimiento cabal de las reglas que gobiernan un paradigma como el que rige para la delimitación de fronteras marítimas y extraordinarios cuando una teoría o, mejor dicho, otro paradigma es desplazado de forma revolucionaria por otro mejor por lo que se asume la conciencia de que se había caído en un error. Pero aquí debemos hacer una acotación con el empleo de la palabra paradigma debido a que el Manual de Delimitaciones de Fronteras Marítimas se ha adquirido un carácter paradigmático en un doble sentido: como lo que los miembros de una comunidad, en nuestro caso marítima, poseen en común (técnicas, modelos, valores, etc.) y como “elemento singular de ese conjunto que, sirviendo como ejemplo común sustituye las reglas explicitas y permite definir una tradición de investigación particular y coherente” (Agamben, 2009:15-16). Este hecho más que producir soluciones en una disputa por límites que pretende ser dirimida en la CIJ ha generado problemas de gran consideración que han obligado a países a apelar a la solución bilateral cuando hay recursos no vivos de por medio (ver por ejemplo el caso entre Tailandia y Camboya). La causa de este modo de proceder se debe a la necesidad de determinar qué efectos de poder (político) circulan entre los enunciados científicos y cuál es el régimen interno que los determina y les da un sentido (Pág.,19). Esto nos lleva al método.

El tema del método apunta a dos direcciones: cómo hacer descubrimientos y cómo establece la humanidad la concordia entre sus conocimientos y lo real. En relación con lo primero, tal como lo señaló Paul Feyerabend, no existe método para trazar de antemano un itinerario en tierra desconocida, pero si existe una lógica que puede ayudar a ello tal como la desarrolló inicialmente Charles Peirce bajo el nombre de lógica abductiva. Ello explica la apelación a la particularidad y la razonabilidad en lo que respecta al MDFM. Con respecto a lo segundo, Karl Popper, como ya indicamos, elaboró un criterio esencial denominado falsacionismo o racionalismo crítico que consiste en el establecimiento de hipótesis o teorías explicativas basadas en la experiencia (método hipotético deductivo) que luego es verificada de forma inductiva. La falsación que parte del criterio de demarcación de que no hay una teoría concluyente en la ciencia y el racionalismo crítico que busca criticar las teorías establecidas por la ciencia, son dos de los elementos que forman parte del principio de falibilidad (exposición a ser refutada) (1980:39). Aquí nos encontramos entonces con un criterio ético y un criterio científico en un proceso de delimitación: el criterio ético es consistente si las partes afectadas en una controversia de límites concuerdan en cómo se debe producir ese proceso. Sólo aquí aplica, como dijimos, el principio de razonabilidad basado en la equidad en todas sus manifestaciones. El criterio científico del MDFM, a la luz de los cambios geográficos provocados por el cambio climático, pueden ser falsados cuando el objeto de estudio o de delimitación tiene que ser establecido mediante un sistema de referencias que no representa la realidad. Modus Tollendo Tollens.

Esta situación nos deja con una pregunta: cómo puede ser una decisión correcta en un tribunal internacional en un contexto dónde, en primer lugar, los criterios de equidad se fundamentan en una justicia establecida por entidades políticas que generaron injusticias y, en segundo lugar, las circunstancias geográficas están cambiando haciendo que los sistemas de referencia no representen la realidad.

5.- Corolario

Lo único razonable para la solución de una disputa sobre territorio es el arreglo amistoso entre las partes. Esto nos conduce al espíritu del Acuerdo de Ginebra. Esto hace necesario y con carácter urgente la realización de un estudio de la costa desde punta Barima hacia el este de Punta de Playa dónde sea posible. Ello implica necesariamente la elaboración de cartas náuticas que deben ser actualizadas frecuentemente por los cambios de la configuración de la costa que se están produciendo. Desde esta perspectiva, Punta de Playa como límite impuesto ya es historia.

Referencias Bibliográficas

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[1] La desembocadura del rio Barama la estamos incluyendo aquí por los potenciales efectos del cambio climático en esa área.

[2] Sobre el proceso que condujo a Venezuela sin su consentimiento a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ver, al respecto: Blanco (Bracho, 2023)

[3] Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar (LOS).

[4] Hay que tener presente que en este manual de la ONU se usa como ejemplo los procesos de delimitación de áreas marinas y submarinas de Venezuela con Trinidad y Tobago, el Reino de los Países Bajos, Francia y EE.UU.

[6] Debemos tener presente que la equidad, según Aristóteles, considera que “… lo equitativo, si bien es justo, no lo es de acuerdo con la ley, sino como una corrección de la justicia legal. La causa de ello es que toda ley es universal y que hay casos en los que no es posible tratar las cosas rectamente de un modo universal [...] el yerro no radica en la ley, ni en el legislador, sino en la naturaleza de la cosa, pues tal es la índole de las cosas prácticas” (s.IV a.C. [2000]).

[7] El referente, en este caso es el relativo a la delimitación de la plataforma continental del Mar del Norte de 1969 (MDFM).

[8] Ver al respecto: Muñoz (2015).

[9] Como, por ejemplo: Países Bajos-Venezuela (1978) o Trinidad y Tobago-Venezuela (1990) (MDFM,58)

[10] Resolución del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (N° 10, del 22 de enero de 1.999), publicada el 03 de marzo de 1.999 en la Gaceta Oficial N° 36.653

[11] Ver al respecto: Hoyer (2008).