domingo, 8 de mayo de 2016

ONTOLOGÍA DE LA GUERRA: CRÍTICA AL CONCEPTO DE GUERRA EN HARDT Y NEGRI



Esta exposición que va a tratar sobre la ONTOLOGÍA DE LA GUERRA: CRÍTICA AL CONCEPTO DE GUERRA DE HARDT Y NEGRI se va a regir por el siguiente orden: introducción, justificación, situación problemática, objetivos, camino seguido durante la investigación, crítica y reflexión final.
La guerra es una expresión de nuestra condición humana. Pareciera ser la reproducción de las fuerzas de destrucción y creación de la naturaleza bajo la creencia de que es posible hacerlo de forma controlada. En lo personal he sido formado para la guerra y mi experiencia militar estuvo relacionada tanto con la guerra regular entre Estados como con la irregular contra grupos subversivos que operaban en la frontera venezolana. Esta formación y experiencia me llevó al estudio de la filosofía de la guerra y su estrategia. Tratar de comprender la guerra me condujo, en el año 2007 a la realización de un estudio de la obra de Clausewitz que se denominó De la Guerra y la Paz: Una Perspectiva Hermenéutica. El examen de la obra de este pensador alemán me permitió detectar unas líneas potenciales de investigación. Estas inquietudes me condujeron a considerar la posibilidad de examinar el pensamiento de Michael Hardt y Antonio Negri (HyN) acerca de la guerra debido a que el estudio de este fenómeno ha sido un tema importante en sus investigaciones y asumí como reto comprender sus reflexiones a pesar de la dificultad que comporta examinar el pensamiento de dos autores que aún están activos en su producción intelectual.
Estos autores hicieron una exégesis de la guerra en su obra Multitude: War and Democracy in the Age of Empire para considerar de una manera diferente un fenómeno que convencionalmente ha sido entendido de forma clausewitziana, es decir, como la continuación de la política con otros medios expresada en un enfrentamiento violento y cruento, tiene como propósito compeler a un adversario a acatar nuestra voluntad. El modo como ellos entienden la guerra se sintetiza en la expresión hacer la guerra contra la guerra. Esta expresión sirve para indicar que éste fenómeno había adquirido un carácter ontológico y absoluto, planteando la necesidad de “…destruir el régimen de violencia que perpetúa el estado de guerra y sustenta los sistemas de desigualdad y opresión” mediante un nuevo método basado en la resistencia, el Éxodo y el vaciamiento de la estructura de poder del Estado que sería realizado por una Multitud conformada por singularidades que actúan en común para alcanzar un objetivo político orientado a la instauración de una democracia de talante spinozista. 
Con este foco y teniendo presente que la obra de ambos autores aborda una serie de temáticas dignas de examen y discusión, me propuse buscar los orígenes de la expresión guerra contra la guerra. Así pues, me encontré que esta expresión fue usada a principios del siglo XX por Miguel de Unamuno para alertar sobre los riesgos de una confrontación bélica en Europa. Ahora bien, si nos vamos al momento de la popularización de esta expresión, hay que recordar a Ernst Friedrich quién en el año 1925 publicó un libro de fotografías sobre el tema (krieg dem kriege). El uso generalizado de esta expresión se acentuó a finales de los años veinte, primeramente con los trabajos artísticos de Kollwitz y, posteriormente, cuando se concretó el Tratado de París conocido como Briand-Kellogg donde los Estados firmantes renunciaron a hacer la guerra como medio para alcanzar fines políticos.
En una búsqueda posterior descubrí que esta frase fue usada también por Gilles Deleuze en La Lógica del Sentido y posteriormente por Deleuze y Feliz Guattari (DyG) en ¿Qué es la Filosofía?, para indicar que la filosofía entendida como la construcción de conceptos debe ser digna de algo que denominan acontecimiento. Negri también usó esta expresión en una obra anterior y otra posterior a Multitud, por lo que hoy tengo la certeza de que estas palabras, con la carga intencional que han tenido a lo largo del siglo XX, han pasado de ser más que una mera expresión retórica.
Pudimos considerar la expresión guerra contra la guerra como un concepto teniendo presente, por una parte, que HyN entienden la guerra como un fenómeno de una naturaleza diferente a lo que convencionalmente por ella se ha entendido porque para estos autores el Ser llamado a realizarla es alguien que produce sus propias formas de vida y para la vida y, por la otra, que Negri afirmó en los años ochenta, en una obra contemporánea con la Anomalia Selvaggia, es decir, Kairos, Alma Venus, Multitudo que un concepto es un ‘nombre’, es decir, un signo lingüístico que se atribuye a una cosa y como todo lo nombrado existe, su problema ha sido tratar de comprender cuál es su naturaleza y sus condiciones de posibilidad y, al mismo tiempo, del acontecimiento y de la cosa nombrada.
Esto marcó mi orientación investigativa, es decir, me propuse examinar el concepto de guerra de estos autores en vista de que su visión ético-política, desde la cual se acercan a este fenómeno, va más allá de los estudios realizados, en primer lugar, de los conceptos basados en el criterio de la guerra justa esgrimidos por autores contemporáneos como Rawls y Walzer que han servido para justificar las intervenciones militares en Afganistán, Iraq y más recientemente en Libia. En  segundo lugar, dicha visión se aleja del concepto de guerra de Beyerchen, fundamentado en una concepción clausewitziana de la teoría del caos destinada a mantener el carácter limitado del conflicto bélico y de la teoría de Boyd, quién trató de explicar el fenómeno bélico como un flujo de destrucción siguiendo para ello el pensamiento científico. En tercer lugar, se distancia de la reflexión de Mouffe quién trató de revalorizar el conflicto desde una perspectiva limitada en sentido westfaliano. En cuarto lugar, HyN se distinguen del pensamiento de Sloterdijk, Habermas y Derrida quienes han hecho una exégesis de la guerra desde el terror y del terrorismo. Y, en quinto lugar, se diferencian de los enfoques asumidos por Qiao y Wang (Q&W), Umberto Eco, Luttwak y van Creveld quienes han destacado los cambios de la naturaleza de la guerra y su extensión a otros campos del quehacer político.
El abordaje que he hecho de la guerra contra la guerra en tanto concepto se debe a que HyN, apoyándose en DyG, expresaron que,
“… en la era contemporánea…, la construcción de conceptos no es sólo una operación epistemológica, sino también un proyecto ontológico. Construir conceptos… es… una actividad que combina inteligencia y la acción de la multitud, y la hace trabajar en conjunto. Construir conceptos significa hacer realidad un proyecto que es una comunidad… Esta comunidad es, desde el punto de vista de la fenomenología de la producción, desde el punto de vista de la epistemología del concepto y desde el punto de vista de la práctica, un proyecto en que la multitud está incluida plenamente”.

La propuesta de hacer la guerra contra la guerra, en este contexto, es muy novedosa debido a que intentan mantener el concepto tradicional de guerra dentro del ámbito de la política por intermedio de un juego lingüístico que persigue, sin embargo, crear algo nuevo. A pesar de ello no queda claro qué entienden en definitiva por ese fenómeno pues en cierta forma pareciera que el resultado de su propuesta se traduce, por una parte, en una nueva organización de los antagonismos y, por la otra, en la permanencia de dicho fenómeno desde una perspectiva que recuerda la conceptualización hobbesiana.
La determinación de este problema en el rumbo seguido en mi línea de investigación fue posible gracias a Giuseppe Cocco, una persona muy cercana a Hardt y a Negri, quien me suministró, de algún modo, la carta de navegación para poder conducirme en el pensamiento de estos autores y precisar, dentro del conjunto de críticas que habían recibido, si el tema de la guerra había sido efectivamente abordado. El conjunto de críticas han estado relacionadas, con la posición política que han asumido, con la estructura metodológica de las obras, con la estructura argumentativa de talante hobbesiano y utópico y, finalmente, por su carácter entusiasta y poco realista.
En relación con la guerra, valga destacar dos observaciones críticas hechas a HyN: la de Mouffe que cuestiona el modo en que se podría llevar a cabo la revolución, entendiendo esta, siguiendo el criterio de Arendt, como guerra, pero sin analizar el concepto de guerra en sí y, la de Sloterdijk, que analiza el papel de la ira como medio para generar cambios políticos, aunque, la orientación de su reflexión no apuntó exclusivamente al examen de la propuesta de los autores considerados.
La orientación de la reflexión de los autores mencionados y lo indicado por los propios HyN, planteó la necesidad de considerar la guerra desde el punto de vista ontológico. En este campo, no se ha planteado una exégesis de la guerra desde una perspectiva ontológica que permite comprender cuál es la intención que persiguen ambos autores. Más allá de la pregunta clausewitziana que interroga acerca de la guerra y que apuntó a considerar ésta como una nueva ciencia, Aron, Howard y Paret la catalogaron como una expresión de la política, Bouthoul la consideró como un fenómeno social “susceptible de observación” desde el punto de vista científico, Moseley la examinó desde diversos enfoques en un plano filosófico y, Foucault, DyG y Q&W la analizaron a partir de la inversión de la formula clausewitziana, es decir, la política es la continuación de la guerra con otros medios. 
Heidegger nos ofreció inicialmente un enfoque que resultó útil en este sentido. Teniendo presente la caracterización absoluta y ontológica de la guerra que hacen HyN consideré, que la existencia condicionada por la guerra puede ser entendida desde una perspectiva óntica, y el sentido de Ser, de esa existencia en esa guerra, como aquello que podría darle a esta un carácter ontológico y, que una ontología de la guerra podría ser definida, en una primera instancia, como la comprensión del Ser y de su esfuerzo en perseverar en su propia existencia. Con esta aproximación se tomó en consideración el pensamiento de Clausewitz y de Hartmann para establecer un concepto que nos permitiera abordar el pensamiento sobre la guerra de los autores estudiados. De Clausewtiz asumimos su naturaleza cambiante y camaleónica. Y siguiendo a Hartmann, consideramos que la realidad, “como una manera de ser [dada] de todo aquello que tiene en el tiempo su lugar”, se produce dentro de un contexto de cambios.
Con esta nueva aproximación, se nos presenta la ontología desde tres ángulos exegéticos tal como DyG lo indican al afirmar que el ente puede ser visto como el mundo, la humanidad o un Ser en su singularidad. Como para estos autores franceses el acontecimiento puede ser entendido como el evento de trans-apropiación de estas tres maneras de comprender el ente, ello me ha permitido evaluar el concepto de guerra contra la guerra desde una perspectiva ontológica a partir de la comprensión del Ser y su esfuerzo en perseverar en su propia existencia en un mundo en constante cambio donde la guerra se presenta como un fenómeno que también cambia su naturaleza en cada caso concreto.
Teniendo presente esta orientación, en vista de que en el proceso de búsqueda de información no encontré un examen satisfactorio del concepto de guerra de HyN me planteé como problema determinar hasta dónde llega la pretensión ontológica de la guerra en ambos autores. Con este marco, el objetivo general que nos propusimos en esta investigación fue: Evaluar desde el punto de vista ontológico el concepto de guerra en las obras de Hardt y Negri.
Teniendo presente el objetivo general decidimos explorar el anclaje ontológico que le atribuyen a la Guerra de los Treinta Años (GdlXXXa), hecho acaecido en el centro de Europa entre los años 1618 y 1648. De ahí surgió como primer objetivo específico la tarea de analizar la guerra en tanto que estado.
De igual forma, como ellos plantearon que la guerra deje de ser una representación de otra representación (el Estado) para que sea un elemento constituyente en cada Ser a partir de una concepción material del hombre, el segundo objetivo específico apuntó a analizar la guerra en tanto que acto, para determinar qué es éxodo, resistencia y vaciamiento de la estructura del Estado.
Por otra parte, frente a la pretensión de que la guerra contra la guerra sólo es posible en la medida en que el disenso y la diferencia se conviertan en fuerza en función de la obtención de un objetivo, el tercer objetivo específico fue evaluar la guerra en tanto que medio para destacar los problemas epistemológicos que enfrentaron ambos autores.
En estrecha conexión con lo anterior, si se considera el argumento según el cual hoy en día, vivir en las actuales circunstancias, para cada ser, en su singularidad, es luchar a partir del momento que adquiere conciencia de sí, el cuarto objetivo específico fue analizar a los seres en tanto que combatientes. Por último, si se tiene presente que la propuesta política de ambos autores apunta a la constitución de una organización política inspirada en el pensamiento spinoziano, el quinto objetivo específico de este trabajo fue determinar el alcance ontológico de su concepto de guerra.
Para alcanzar estos objetivos nos hemos apoyado en la metodología de DyG y en los principales autores que le permitieron a HyN construir su concepto de guerra contra la guerra, es decir, Machiavelli, Spinoza, Clausewitz, Marx, Heidegger, Schmitt, Foucault y los propios DyG.
Para dar respuesta a los objetivos antes señalados hemos estructurado el presente estudio en cinco partes. En la primera analizamos por qué usaron la GdlXXXa como anclaje ontológico dentro de un horizonte de comprensión que se remonta a los orígenes del Renacimiento italiano y, por la otra para poder explicar la naturaleza del estado de guerra actual. Para ello describimos la GdlXXXa para conocer la relevancia que pudiera tener ese acontecimiento para traerlo de nuevo al presente desde una perspectiva global. Seguidamente, nos propusimos analizarlo como horizonte de comprensión de la guerra actual para constatar su pertinencia. Posteriormente, interpretamos el uso que se hace de ese evento histórico como paradigma y signo para determinar la intencionalidad de su uso. Y, por último, examinamos desde el punto de vista arqueológico el significado de la expresión guerra contra la guerra.
En la segunda parte, con el fin de dar respuesta al segundo objetivo hicimos un análisis fenomenológico de la guerra contra la guerra para comprender cómo la agresión y su respuesta nos pueden ayudar a desocultar la esencia del fenómeno guerra y lo que persiguen los autores estudiados. Para tal cometido se analizó la guerra como efecto de una conciencia intencional; el daño como el fenómeno fundamental de la agresión, las armas entendidas como procesos para producir daño, y examinamos el momento de la guerra, es decir, el evento entendido como un hecho que acaece en un espacio-tiempo determinado.
Para dar respuesta al tercer objetivo examinamos las formas en que se han abordado los modos de hacer la guerra con el propósito de determinar las condiciones de posibilidad de la guerra contra la guerra que haga posible su propuesta política debido a que en las obras Imperio, Multitud y Commonwealth hicieron una interpretación particular del método marxista para tratar de proponer unas líneas de acción destinadas a alcanzar el objetivo que se han propuesto. Sin embargo, dadas las dificultades inherentes a dicho método, en la obra Declaration se vieron en la necesidad de establecer el camino a seguir con el fin de suministrar herramientas para la guerra. Partiendo de esta premisa, en este capítulo se hizo un examen del método seguido por HyN a la luz de lo que hoy día se conoce como epistemología de la guerra, para determinar las condiciones de posibilidad de alcanzar el objetivo político que se han propuesto.
En la cuarta parte se hizo una exégesis del Ser, en su singularidad, en la guerra contra la guerra para determinar cómo la producción de subjetividad crea las condiciones de posibilidad de construir el sujeto adecuado que la haga posible. A tal fin, se describe qué es la subjetividad para HyN vista como fundamento de la acción bélica, qué es y cuáles son las características de la nueva subjetividad con el propósito de analizar el contexto que la hace posible, cuáles son las condiciones de posibilidad del nuevo Ser para actuar como combatiente y, por último, cuál es el Éthos del nuevo Ser que haría la citada guerra.
Y para dar respuesta al quinto objetivo, es decir, determinar el alcance ontológico de la expresión guerra contra la guerra, examinamos dicho concepto con el fin de determinar su consistencia desde el punto de vista intuitivo e intencional conforme a la lectura de Spinoza que han realizado DyG. Para tal fin se valoró su consistencia a la luz de los análisis arqueológico, fenomenológico, epistemológico y ontológico realizados. De igual manera, se examinó la forma en que éste concepto ha sido erigido como el espacio en que se desenvuelve para entender a final de cuentas el lugar en que se desarrollaría la guerra contra la guerra.
 Con este marco, quisiera destacar que AyR, DyG, De Landa, Boyd, Q&W, van Creveld y Luttwak hicieron un análisis acerca de las formas en que han evolucionado los modos de hacer la guerra utilizando al respecto una metáfora hidráulica que va desde la aplicación de las leyes de la termodinámica hasta la explicación del comportamiento de un enjambre. Sin embargo, DyG, a diferencia del resto de los autores antes mencionados, fueron más allá al hacer énfasis en la ruptura ontológica que significó históricamente la batalla naval de Salamina en el sentido de que este hecho colocó la guerra en el plano de la conciencia. Este plano creó las condiciones de posibilidad de apropiarse de un espacio por intermedio de una abstracción dada a partir del aprovechamiento de la capacidad productiva que estaba en concordancia con las necesidades de la época. HyN, tratando de superar el pensamiento de estos autores franceses, colocaron también la guerra en el plano de la conciencia, pero haciendo uso del tiempo como una forma de hacer política con otros medios.
Del estudio realizado hemos encontrado en el presente que el papa Francisco I ha advertido justificadamente que la humanidad se encuentra viviendo una tercera guerra mundial. Esta afirmación, que expresa una preocupación generada por la serie de eventos conflictivos que hemos vivido en este inicio del siglo XXI, recuerda el mismo sentimiento que embargó a Nicolás de Cusa cuando elaboró su obra La Paz de la Fe después de la caída de Constantinopla y pudiera explicar porque HyN la han dado a la guerra actual, encarnada en la guerra contra el terrorismo, un carácter absoluto y ontológico. De ahí partió la necesidad, en ambos autores, de hacer la guerra contra la guerra, entendida ésta como guerra contra el Estado y su manifestación tendencial, vale decir, el Imperio. Sin embargo, esta expresión, entendida como un concepto orientado hacia un porvenir, requiere la revisión de una serie de aspectos para que se pueda apreciar su consistencia. 
Esta afirmación tiene que ver con la orientación de su propuesta. Como esta apunta hacia el porvenir gracias a la consideración de una tendencia producida por un acontecimiento desencadenante, el ataque del 11 de septiembre de 2001, y una serie de acaecimientos que han ocurrido de forma más o menos encadenada desde ese evento, la no ocurrencia de lo que han esperado ha subsumido su propuesta en una zona de incertidumbre. Esta subsunción obedece a que de las causas argumentadas por ellos no se derivan los efectos que han estado esperando para justificar un modo de proceder que permita alcanzar el fin que han establecido. Ello explica, por una parte, que en un período que se inicia poco antes de la obra Imperio hasta el presente, en un contexto global caracterizado por la ocurrencia de cambios acelerados, los ajustes dados a su propuesta busquen darle consistencia para justificar la ocurrencia del acontecimiento generador de cambios políticos. Por la otra, los ajustes en sí para lograr esta consistencia han presentado una serie de inconvenientes.
Por ello, para que esta consistencia sea posible, en primer lugar, se debe considerar al mundo como una totalidad, tanto en el pasado como en el presente, para que la analogía de la GdlXXXa con la realidad actual sea adecuada tanto desde el punto de vista teológico-político como geográfico debido a que la operación epistemológica de reunir el Renacimiento italiano con la realidad vivida por los neerlandeses del siglo XVII no considera una gran cantidad de acaecimientos políticos que marcaron la gran conflictividad que caracterizó ese período. De igual forma, desde una perspectiva ontológica, se deben considerar las condiciones de posibilidad de existencia de un conflicto para determinar el nivel de antagonismo existente. Desde este ángulo de análisis, como veremos, estar en guerra es asumir conscientemente una posición política frente a la realidad.
En segundo lugar, desde el punto de vista fenomenológico, a pesar de lo novedoso de los planteamientos relativos a las nuevas formas de hacer la guerra consistente en considerar el daño desde un enfoque amplio entendido como éxodo, resistencia y vaciamiento de la estructura de poder del Estado y las armas destinadas para ello como procesos destructivos de acuerdo con una estrategia del enjambre que nos permiten comprender su naturaleza actual, se debe considerar en la relación recíproca entre el Ser y el Estado (o el Imperio) que es muy difícil hablar de escalada dentro de un conflicto asumido como absoluto y ontológico porque la Multitud, tal como la han concebido, tiene un alcance limitado que dificulta su capitalización desde una perspectiva política.
En tercer lugar, desde el punto de vista del fundamento epistemológico, el principal elemento sobre el cual se sustenta la propuesta de ambos autores es la razonabilidad para realizar una acción ético-política que considera también el cálculo de riesgo. No obstante, la razonabilidad entendida como un supuesto ha padecido hasta el presente de la máxima popperiana del Modus Tollendo Tolens porque no ha ocurrido lo estimado por ambos autores, por lo que esta razonabilidad entendida a partir de la relación entre ética y certeza que genera fe, debería ser suplantada por la esperanza como ha sido entendida históricamente y por el entendimiento, en sentido spinoziano.
En cuarto lugar, el Ser llamado a realizar la guerra contra la guerra de acuerdo con el criterio de ambos autores aún no existe y si existiera o fuera construido, dadas las diferencias en cuanto al acceso al conocimiento, su acción podría correr los mismos riesgos de implantar un orden político igual al que se quería suplantar. De igual forma, desde la perspectiva del Ser que debe ser transformado para cumplir un fin político, no se podría pensar que pueden existir otras opciones que le permitan perseverar en su propia existencia en mejores condiciones. Llama la atención que el personaje usado por HyN, es decir, Simplicius Simplicissimus haya abandonado la guerra como modo de supervivencia. Esa acción la encontramos también en otros personajes de ese periodo histórico, me refiero, en el Renacimiento italiano a Galeoto Cei, citado por José Balza y en la propia GdlXXXa a Estebanillo González referido por Carl Schmitt. Desde esta perspectiva, a pesar de lo novedoso del planteamiento de nuestros autores, los testimonios de la época apuntan a lo contrario.
Y en quinto lugar, si la lógica de la guerra es la política, para qué destruir un orden si hay un riesgo de implantar uno no deseado debido a que el pensamiento spinoziano visto como una ideología por parte de HyN se presenta como la introducción en nuestra conciencia de ideas estructuradas que podrían provocar una mezcla fluctuante de alegrías y tristezas que nos podrían convertir más que en actores políticos en objetos de unas nuevas relaciones de poder basada en la mediación en la relación de sentimientos y de sensaciones. En este sentido, afirmo categóricamente que la guerra es un estado de conciencia que se exterioriza como una representación del poder de cambio de la naturaleza cuando la asumo desde el punto de vista político. Si la guerra no es considerada políticamente, es la lucha que normalmente desarrolla un Ser para perseverar en su propia existencia. Este es el problema de la tesis de HyN y por ello necesitan colocar una prótesis ideológica que les permita hacer consistente su propuesta política.
Esta prótesis tiene dos inconvenientes relacionados con su naturaleza y su intención. Con su naturaleza tiene que ver con las inconsistencias planteadas en los cinco capítulos antes indicados. Con su intención de producir un cambio político a escala global para quitarle a la guerra su carácter ontológico y absoluto y convertirla en instrumento de la política es, como hemos señalados antes, una reorganización de los antagonismos. Es esta reorganización de los antagonismos la que hace oscura la propuesta de HyN debido a que se plantea el interrogante: ¿para qué cambiar si la guerra entendida desde el punto de vista ontológico y absoluto es una lucha por el poder de aquellos que están en armonía con los cambios sociales que han ocurrido hasta el presente?
Además de lo mencionado, para lograr que el concepto de guerra contra la guerra sea consistente se debería disponer de una considerable capacidad intelectiva derivada del hecho que la Multitud, entendida como una multiplicidad de temporalidades, le da al acontecimiento un carácter azaroso difícil de ser calculado. Es como si HyN estuviesen intentando explicar cómo se controla la energía así como, en el pasado, fue el proceso que condujo a la elaboración del arma atómica. Crear a voluntad una Multitud para destruir un orden a escala global es pensar la producción de un arma absoluta. Como se sabe, la efectividad del arma atómica está no en el uso, sino en la amenaza de su uso. Por ello, si se tiene presente la estrecha conexión entre los conceptos de Imperio y Multitud en ambos autores: ¿será posible amenazar a un hipotético Imperio con una Multitud de la misma manera como se utilizan las armas nucleares? En la respuesta a esta interrogante se evidencia el alcance ontológico de la propuesta de ambos autores y su propio límite, debido a que la respuesta a la consideración de una guerra global desde una perspectiva ontológica y absoluta, es una guerra contra la guerra planteada también en un plano absoluto y ontológico sin lograr determinar su condición de posibilidad ni su ocurrencia.
Lo antes indicado se puede resumir de la forma siguiente: La ontología de ambos autores se basó en la consideración de cuatro niveles de multiplicidades, es decir, la realidad, la guerra, la multitud y la conciencia. En este esfuerzo de reunión, no lograron dar cuenta de la realidad de forma consistente tal como se evidenció en los ajustes que debieron realizar sobre todo en la obra Declaration. A esta realidad proponen constituir un rizoma de guerra sin considerar todos los conflictos existentes. De igual forma, a la realidad y con los conflictos existentes, una Multitud con una alta carga disolutiva y de naturaleza volátil debe provocar un cambio en un momento “x” que denominan acontecimiento que no se ha presentado. Y por último, las singularidades que deben conformar esa Multitud deben ser también constituidas de una manera determinada para provocar un cambio dentro de un contexto de cambios. Por ello, en este notable esfuerzo han tenido que dar respuesta a una serie críticas producidas por diversos cuestionamientos a sus obras, pero, en esos cuestionamientos también se ha evidenciado la importancia del esfuerzo realizado por los autores estudiados.
Por ello, se hace necesario continuar examinando la propuesta de HyN a la luz de los cambios de la realidad actual y de su naturaleza conflictiva, debido a que en cierta forma esta se presenta como un enfrentamiento, por una parte, entre Estados y, por la otra, entre Estados y movimientos anti-Estados. Entre Estados como consecuencia del proceso de reacomodo internacional luego del fin de la Guerra Fría y anti-Estado por la creciente conflictividad que se ha hecho patente en gran parte del globo contra ese orden histórico establecido.
Con respecto al conflicto entre Estados y movimientos anti-Estados, es de señalar que Hobsbawn a propósito del bicentenario de la revolución francesa, destacó el tibio entusiasmo que despertó la conmemoración de ese evento como un modo de hacer ver la poca inclinación de Occidente a que se repitiera algo de naturaleza semejante. Si bien este autor da un conjunto de explicaciones para resaltar su vigencia, el asunto que está subyacente en el escritor británico es cómo un conflicto interno puede convertirse en un conflicto internacional. Esta si ha sido la preocupación de otros autores como Schmitt y Charnay, porque han podido de forma aproximada dar cuenta de cómo se ha producido este tránsito desde finales de la Edad Media. HyN trataron de ir más allá. Pero, mientras la preocupación de nuestros autores ha sido la de estudiar las condiciones de posibilidad para que un evento focalizado en un sitio de acontecimiento en Occidente pueda convertirse en un rizoma de guerras civiles en ese espacio político cuya conexión propicie la instauración de una democracia a escala global, están sucediendo una serie de eventos que originalmente había sido examinado por Ibn Jaldún, que si bien no han sido justamente valorados, ha servido a autores como DyG para explicar la guerra a partir del concepto de máquina de guerra. Para estos autores franceses, al igual que el pensador tunecino, el conflicto histórico ha sido entre civilizaciones sedentarias o urbanas y civilizaciones nómadas y esto, al parecer, es lo que hoy en día está nuevamente planteado de una u otra manera, si se observa actualmente la crisis siria y sus repercusiones en Europa así como el debate político actualmente presente en EE.UU. sobre el tema de la inmigración.
Esta tesis de DyG ha sido utilizada de forma limitada por HyN. Este alcance ha sido limitado debido a un foco sobre el cual han sustentado sus argumentos que no toma en consideración otros fenómenos políticos que están ocurriendo fuera de Occidente que tienen como centro al Estado. Ello plantea la siguiente interrogante: ¿hasta qué punto es viable una democracia de alcance global de talante spinoziano, si existen lugares en ese mundo donde el Estado, en el sentido que ha justificado el pensamiento de los autores estudiados, va a conspirar para que esta se implante dentro de un contexto donde la guerra mantenga su carácter de instrumento de la política?
En lo personal, a pesar de los aspectos innovadores que contiene creo que la propuesta de HyN termina siendo oscura e incierta. Así como han logrado hacer un importante aporte acerca de cómo destruir un orden, en su propuesta se encuentran también los gérmenes que posibilitarían la instauración de un orden similar al que pretendieron destruir. Por ello es que se ha evidenciado el alcance limitado de su ocurrencia a escala global.
Para finalizar, además de la crítica antes mencionada hay que tener en consideración el papel de Spinoza en el pensamiento de HyN. En lo personal, la pertinencia del Spinoza del Tratado Político ha sido la de proponer la estabilidad de los regímenes monárquicos y aristocráticos haciéndolos más democráticos de modo que sea más difícil que la guerra sea usada con fines políticos. No sabemos cómo hubiese sido la democracia spinoziana de acuerdo a su propia línea discursiva. En todo caso, destruir un orden para construir otro como proponen HyN a partir de la reinterpretación del pensamiento del filósofo neerlandés no resulta razonable si consideramos literalmente esa obra. No sabemos por qué quedó inconclusa. Se cree que la muerte lo sorprendió antes de acabarla, pero si él mismo nos indicó que al principio las comunidades políticas fueron democráticas ¿habría para él necesidad de retornar al principio para recomponer un orden político óptimo como para que sus exégetas pensaran que si es posible? De igual forma, si se tiene presente que la república era el mejor sistema de gobierno ¿por qué no es posible visualizar en el pensador neerlandés otra idea de un régimen mixto democrático que fuese capaz de ser puesto como modelo en dicho tratado?
En consecuencia, si el pensamiento spinoziano ha sido usado en la actualidad para hacer énfasis en la libertad como condición de posibilidad de un Ser, en su singularidad, para perseverar en la propia existencia, falta saber si la reinterpretación que se ha hecho de su pensamiento no ha creado más que la imagen de un paraíso que, como nos lo ha indicado Borges, evoca un paraíso perdido.

lunes, 11 de abril de 2016

REFLEXIONES SOBRE METAESTRATEGIA Y METATÁCTICA







Jean Guitton realizó una obra denominada “El Pensamiento y la Guerra” una recopilación de Conferencias dictadas en la Escuela Superior de Guerra en Francia. En estas sus reflexiones indicaba el cambio radical que estaba sufriendo el fenómeno guerra por efectos de la disuasión Nuclear. El cambio a que se refería implicaba el traslado de la guerra a un campo muy poco conocido: la Mente, el pensamiento. La pregunta ahora es saber si ese cambio realmente se ha producido. Creo que desde el punto de vista humano no se ha operado un cambio, más bien ha cambiado el campo de batalla. Esto plantea otro interrogante ¿Qué es pensar estratégicamente?, ya que en el campo de la estrategia está subyacente la relación pensar-hacer, la adecuación medios-fines en donde la racionalidad está en los medios y en los fines. Esto nos lleva a intentar saber que es lo que se entiende  cuando se menciona la palabra estrategia puesto que nos ayudaría a entender el pensar la estrategia desde el pensar mismo. Por ello vamos a referirnos un poco a lo que generalmente se ha planteado desde la antigüedad para comprender la estrategia desde la perspectiva de la Ciencia y del Arte.

        
Como Ciencia la estrategia entendida ontológicamente pareciera ser un proceso de llevar las ideas a la acción tal como lo expresan Frischknecht y otros muchos pensadores.  Pero digo Ciencias entendida ontológicamente porque desde el punto de vista  epistémico se refleja un espíritu eminentemente Kantiano, es decir un proceso de adecuación de medios a fines.

Cuando nos referimos a Kant lo primero que viene a la mente son los juicios sintéticos a priori, las hipótesis, los pronósticos, las proyecciones etc.  También la razón pura centrada en la Ciencia y la razón práctica en la voluntad.

Tanto la razón pura como la razón práctica se expresan en el lenguaje. Cuando estamos hablando de Lenguaje estamos hablando de estructuras lógicas.  De la lógica del Primer Orden  del lenguaje científico, que se ha extendido mediante un proceso paulatino y sostenido de racionalización que ha abarcado el quehacer estratégico, al Campo de Ares. La estrategia en términos epistémicos se basa en esta estructura del lenguaje. Por ello se puede afirmar que cuando hablamos de la estrategia, estamos hablando de algo que es predecible no desde las perspectivas del pensar y del hacer sino de la perspectiva  del pensar mismo. Estamos hablando de un proceso deductivo donde solo están interviniendo como factores variables la voluntad y el tiempo.  Esta afirmación es sostenida no sólo por el hecho que estamos viviendo en un contexto globalizador signado en la racionalidad, la sociedad de la información, sino  por el tipo de enfrentamiento que hoy en día estamos presenciando. La voluntad es entendida en el sentido Clausewitziano del termino y el tiempo no es entendido en sentido aristotélico[1] únicamente, puesto que este con la técnica ha sido Racionalizado, más bien el tiempo entendido dentro de la misma estructura del ser.

La base lógica de esta racionalización la estableció Tarski al  afirmar  que A=A  Û   A=A con lo cual se fundamentó un criterio de verdad en las ciencias. Contemporáneamente con este autor, Kurt Gödel  estableció un Teorema  que indicaba  que el universo de la verdad es superior a la capacidad de nosotros para aprehenderla tanto desde las perspectivas de la razón pura como de la razón práctica.

Todo esto  ha hecho que el pensar y  el hacer hayan estado atrapados en el mejor de los casos en esquemas, modelos, procedimientos, doctrinas, métodos, etc., que eventualmente reflejan formas de dominación racional de carácter indirecto. Me explico: el Almirante Takeo Kurita no destruyó, según Kiralfy, a la fuerza de desembarco estadounidense en Leyte por la rigurosa aplicación del código del Bushido sino por seguir la Tesis Mahaniana de la batalla decisiva mediante el encuentro entre “buques”. En otras palabras, para el Almirante japonés el objetivo no fue la flota de desembarco sino la flota que protegía la flota de desembarco. Igual aconteció con la maniobra realizada por el Almirante Woodward, en las Malvinas. La maniobra inglesa fue concebida para engañar a las fuerzas argentinas que, al parecer, seguían la doctrina estadounidense.

Estas apreciaciones hacen que si consideramos a la estrategia como arte podría obtenerse una aproximación más cónsona con los propósitos que nos hemos establecido en cuanto a intentar entender el pensar desde el pensar mismo.

Pero si entendemos que nosotros pensamos también gracias al lenguaje, creamos también en función de una serie de patrones ya establecidos y desde esta óptica la estrategia podemos pensarla entonces desde patrones ya concebidos que nos evocan los trabajos de Charnay y Kuhn en el sentido que el paso de un conflicto interno a un conflicto internacional han representado cambios en la estructura del sistema y el advenimiento de un nuevo paradigma, pero como proceso este es un proceso Racionalizado. Por lo cual este crear en principio esta condicionado a modelos reales e ideales  que se presentan en los momentos de máxima negación en la realidad internacional.

Sí apelamos a la intuición desde el punto de vista Kantiano tenemos que esta es una aprehensión inmediata de la realidad por lo que podemos decir también que hay algún modelo aplicable para eliminar la diferencia  entre idealidad y realidad. Pero no para eliminar la diferencia de la idealidad en la idealidad y de lo que creemos es la realidad en la realidad (es decir, del hecho o del evento). En otras palabras, aquí nuevamente estamos enfrentados al problema de la internalidad o cartesianismo y la externalidad o el empirismo. Lo que hacemos está condicionado por nosotros y por los otros y viceversa. En este contexto el Teorema de Coddington parece demostrar las limitaciones del modelo racional.

Todo esto que se ha mencionado hasta ahora nos indicva que estamos enfrentados al problema de la Complejidad, incluso dentro de lo que nosotros entendemos como pensamiento. Por eso vamos a hablar de la complejidad pero entendida como una realidad que contiene aquello que la hace diferente. Habíamos hablado que la lógica del lenguaje de la ciencia A=A Û  A=A, pero ahora vamos a hablar de la lógica entendida como A=B  entendiéndose B como A + .

Originalmente nosotros hablamos de A=A  es decir, estrategia es el arte concebir, estrategia es cualquier secuencia meditada con anticipación de decisiones puntuales que trae un propósito especificado etc., o sea estrategia es estrategia si solo si estrategia es estrategia, pero fíjense en estas definiciones se observan diferencias ¿A qué obedecen estas diferencias? Podríamos afirmar que es a la estructura de acción de cada individuo, de cada grupo basada en costumbres.  Esta estructura de acción es un pensar-hacer individual-colectivo que siendo idénticos contienen diferencias, que como vimos históricamente se han sintetizados en un proceso de Racionalización, es decir, se ha tomado lo que identifica y se ha desechado la diferencia y lo que identifica es lo que nos ha hecho “Racionales” o mejor dicho predecibles.

Ahora ¿cómo podríamos definir estrategia dentro del contexto A=B?. Según Hegel  la identidad contiene la diferencia, nosotros somos idénticos, pero todos los días cambiamos es decir, todos los días dentro de la diferencia se mantiene la identidad, o sea, todos los días estamos sintetizándonos. La realidad esencial según Hegel es la realidad que aprehendida contiene la diferencia en aquello que lo identifica. Entonces uno de los problemas que ha prevalecido desde Kant es que la identidad no contiene la diferencia.

El concepto de Hegel se deriva del fenómeno, por lo que si retomamos las ideas iniciales del pensar y el hacer tenemos que si entendimos el pensar y el hacer como conceptos que contienen diferencias y entendemos el concepto como una idea en movimiento con la  realidad entonces tenemos un abanico ilimitado de opciones: la asimetría es una, el convencionalismo otro y el no convencionalismo otro. Por todo esto podríamos pensar en para esta relación del pensar y el hacer, de la adecuación de medios a fines este concepto de estrategia:

Estrategia es el aprovechamiento deliberado de los hechos intervinientes en un escenario de actuación dado generando nuevos marcos de Racionalidad”.

Pero si el pensar se manifiesta en toda la estructura del pensar y del hacer y ya de manera aproximada hemos abordado el pensar en el pensar-hacer, habremos ahora que abordar  el pensar en el hacer-hacer  asunto relativo a los medios en tanto que medios y a las formas en que estos son usados.  Este último punto nos remite el campo de la táctico, el campo de la ejecución, de los métodos, de los procedimientos  etc. asociados con los medios. En otras palabras, el ámbito de la racionalidad en general y de la creación en función de los espacios, pero sí la estrategia es el arte de concebir nuevos marcos de racionalidad, “la táctica es el uso de los medios en ese ámbito creativo donde no hay límites en el uso de dichos medios, ni limites de medios”.

El medio media entre la voluntad y el objetivo y el medio es cualquier cosa que puede ser usado en un espacio Multidimensional. Para los marinos esto no es una novedad y tampoco debería ser la idea de la no-limitación en cuanto al uso de los medios puesto que estamos presenciando un proceso de unificación del espacio por la vía del tiempo en sentido Aristotélico gracias a la fusión e integración de sistemas, pero nosotros somos el tiempo mismo y no el tiempo de los medios.

Con esto lo que se pretende es alcanzar una mayor flexibilidad en las decisiones en el ámbito marítimo no sólo tomando a este como Referente, sino que partiendo de allí expandirse al resto de los espacios, es decir, al resto de los ámbitos físicos y metafísicos para lograr una unidad impregnando de mar toda idea del espacio.  Consecuentemente, la doctrina no es la “doctrina”  o sea lo que hay que hacer de manera institucionalizada. La doctrina que determina el empleo de los medios es sólo el marco Referencial para establecer cuando se sigue o no. Con ello se quiere afirmar que lo que debe ser institucionalizado es la posibilidad de ruptura epistemológica y praxeológica puesto que la realidad nos esta desbordando. Hay que recordar que la tecnología es un medio y no un fin puesto que el fin es el hombre mismo.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

ALBUJAS, Miguel. Cátedra de Ciencias Humanas y Concepción del Hombre. Caracas. UCV. 2004

BACETA,  Jesús. Cátedra de Problemas Epistemológicos de las Ciencias Naturales. Caracas. UCV. 2004.

BADESA, Calixto et Alii. Elementos de Lógica Formal. Barcelona. Editorial Ariel. 1998. 334 p.

BLANCO CARRERO, Edgar. Reflexiones sobre Estrategia Marítima en la Era de la Libertad de los Mares. 2ª edición. Caracas. Editorial Panapo. 2004. 302 p.

BRICEÑO, Miguel A. Cátedra de Problemas Epistemológicos de las Ciencias Sociales. Caracas UCV. 2004.

CHARNAY, Jean-Paul. Métastratégie. Systèmes, Formes et principes de la Guerre Féodale á la Dissuasion Nucléare. Editorial Económica. Instituto de Estrategia Comparada. París. 1990. 264 p.

COUTAU-BÉGARIE, Hervé. Traité de Stratégie. 2da edición. Económica. Instituto de Estrategia Comparada.  Paris 1999. 1005 p.

FRISCHKNECHT, Federico et alií. Lógica, teoría y práctica de la Estrategia. Buenos Aires. IPN. 1995. 271 p.

GUITTON, Jean. El pensamiento y la Guerra. 1ª Edición.  Instituto de Publicaciones Navales. Buenos Aires. 1972. 149 p.

HABERMAS, Jürgen. Ciencia y Técnica como Ideología. 4ª edición. Madrid. 1991. Editorial Tecnos. 181 p.

HEGEL, G. W. F. Lógica. 2ª edición. Madrid. Editorial Ricardo Aguilera. 1973. 372 p.


[1] La definición más sucinta al respecto es que el tiempo es el número del movimiento.

miércoles, 2 de marzo de 2016

CONSIDERACIONES GENERALES PARA UNA POLÍTICA DE SEGURIDAD Y DEFENSA EN UNA VENEZUELA REPUBLICANA.




Pensar en una política de seguridad y defensa en la Venezuela en el presente no es posible debido a que la clase dirigente nacional se vio en la necesidad de declarar estados de excepción en la frontera occidental y estado de emergencia económica por su incapacidad de ejercer las competencias normales de una entidad política en cuanto a autonomía, plenitud y exclusividad de competencias, es decir, la clase dirigente nacional se ha visto en la necesidad de suspender el ordenamiento jurídico no para restituirlo sino para implantar un fracasado modelo de desarrollo que no está contemplado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV). Así pues, la no aplicación del ordenamiento por el cual se debe regir la comunidad política llamada Venezuela impide no sólo considerar, en la actualidad, la existencia de una república, también permite reflexionar acerca de la posibilidad de instrumentar una política de seguridad y defensa republicana.

Esta afirmación obliga a examinar el estado de cosas en el país en relación con la Constitución Nacional con el fin de establecer un plano de referencia que permita sentar los fundamentos de una política de seguridad y defensa en Venezuela desde una concepción republicana.  Para ello vamos a analizar a quién compete la seguridad y la defensa nacional, cuál debe ser el rol que debe cumplir los encargados de la defensa nacional en relación con la sociedad partiendo de sus funciones específicas y cuáles podrían ser los lineamientos básicos de una política nacional.

La competencia de la seguridad y defensa nacional.

De acuerdo con lo especificado en el artículo 322 de la Constitución Nacional la “seguridad de la Nación es competencia esencial y responsabilidad del Estado, fundamentada en el desarrollo integral de ésta y su defensa es responsabilidad de los venezolanos…”. Aquí se pueden observar dos intenciones cuya operacionalización se encuentra en la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación (LOSN) (2014). Es decir, la seguridad de la nación entendida como una competencia del Estado está orientada en concordancia con el artículo 4° a que su defensa esté circunscrita al modelo de desarrollo cuando afirma que

“El desarrollo integral, …, consiste en la ejecución de planes, programas, proyectos y procesos continuos de actividades y labores que acorde, con la política general del Estado y en concordancia con el ordenamiento jurídico vigente, se realicen con la finalidad de satisfacer las necesidades individuales y colectivas de la población, en los ámbitos económicos, social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar”.

Como se sabe el modelo de desarrollo fue declarado socialista por el difunto presidente Chávez y es parte de la política del actual gobierno. Ello es evidente en lo que concierne a la ley Plan de la Patria (2013). La otra parte que contiene el artículo 322 de la Constitución Nacional referida a una responsabilidad de todos los venezolanos de defender ese modelo supone la obligatoriedad de cumplir una política de desarrollo socialista que no está contenida en la norma fundamental. Esta es la causa principal de intranquilidad entre los venezolanos por los resultados de la instrumentación y desacuerdo en la comunidad política venezolana. No se puede defender, y no se debería obligar a defender algo que no está contemplado en su norma constitutiva y que ha resultado fallido.

Desde esta perspectiva se sigue que de la intranquilidad y del desacuerdo nace el deseo de imponer el modelo que ha instrumentado el régimen político y consecuentemente la resistencia. Del deseo de imponer, la clase dirigente ha desarrollado un conjunto de capacidades coercitivas que conspiran contra la Constitución Nacional y explican la situación excepcional que vivimos. Dentro del conjunto de medidas adoptadas por la clase dirigente se destacan, además del uso de la Guardia Nacional y los organismos de inteligencia como fuerza represiva, la conformación de cuerpos armados encuadrados en lo que se conoce como Milicia Nacional Bolivariana y los grupos de defensa de la revolución conocidos como “colectivos armados”. Estos hechos han convertido al gobierno nacional en una facción y en este contexto, no puede llamarse República la que está dominada por una facción política[1]. Estos hechos han generado a su vez un conjunto de distorsiones si se usa como modelo el republicanismo como forma constitutiva desde una perspectiva clásica y humanista. En primer lugar, si en una república, sus pobladores son a su vez ciudadanos y milicianos, no puede haber grupos que se abroguen la exclusividad en la defensa de una facción gobernante[2]. En segundo lugar, si el Estado, que de acuerdo con el artículo 324, sólo “puede poseer y usar armas de guerra” y la Fuerza Armada Nacional  es “la institución competente para reglamentar y controlar,… la posesión y uso de otras armas, municiones y explosivos”, permiten que otros grupos al margen de la Constitución las posean, entonces se evidencia una incapacidad de ejercer esa competencia o se ha actuado de forma permisiva en función de una intencionalidad política. En ambos casos, la facción política ha sido generada por la acción u omisión de la clase dirigente en función de implantar un modelo de desarrollo que no está contemplado en la constitución. Y en tercer lugar, si hay una diferenciación de funciones entre “Estado” y “ciudadanos”, tal como señala el artículo 322 de la CRBV y que se evidencia en el concepto de “desarrollo integral” establecido en la LOSN y se considera además la intención que se deriva de la ley Plan de la Patria de implantar un modelo de desarrollo socialista, se hace difícil afirmar la existencia de una república y de establecer una política de seguridad y defensa que incluya a todos los venezolanos, debido a que la clase dirigente tiene que usar todo el aparato coercitivo del Estado para imponer sus políticas a pesar de la manifiesta oposición publica a las citadas intenciones.

En todo caso, el estado de cosas antes descrito por la acción de la misma clase dirigente, que ha significado el no cumplimiento de la norma constitucional, indica que ésta clase se ha apartado de la misma para seguir un proyecto político obligando a la población y a las instituciones que no se hayan salido de la norma fundamental a restablecer la CRBV o proponer otro ordenamiento constitutivo que sea expresión de todos o una gran mayoría de venezolanos debido a que no se puede asegurar ni defender un modelo que está provocando la disolución del orden constituido. Esto nos lleva al segundo aspecto de nuestro análisis, es decir el relativo a la defensa nacional.  

La defensa nacional.

La defensa nacional es un aspecto que está contemplado en el artículo 323 de la CRBV bajo la figura de la defensa integral. Para tal fin se estableció el Consejo de Defensa de la Nación conformado por todos los representantes de los poderes públicos incluyendo los sectores de defensa, seguridad interior, relaciones exteriores y planificación. La defensa integral es definida en el artículo 3° de la LOSN como

“… el conjunto de sistemas, métodos, medidas y acciones de defensa, cualesquiera sean su naturaleza e intensidad, que en forma activa formule, coordine y ejecute el Estado con la participación de las instituciones públicas y privadas, y las personas naturales y jurídicas, nacionales o extranjeras, con el objeto de salvaguardar la independencia, la libertad, la democracia, la soberanía, la integridad territorial y el desarrollo integral de la Nación”.

Dentro de esta estructura se señala la episteme del Estado para garantizar la defensa y las entidades concurrentes y el objeto, y el artículo 328 de la CRBV señala dentro de este marco que la Fuerza Armada Nacional (FAN) es responsable de la defensa militar. Dicho de manera más específica, se señala en ese artículo que la FAN tiene como misión “Garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional”. Esta diferenciación expresa, de suyo, que hay acciones de defensa que no son militares y acciones que sí lo son, no obstante ello, el hecho que el Consejo de Defensa de la Nación esté ubicado dentro de la estructura del Ministerio del Poder Popular de la Defensa subordina la defensa integral a una función militar explicando con ello porque los militares actúan en todos los ámbitos del quehacer político bajo la figura de la defensa integral. Este hecho hace necesario analizar la FAN desde la perspectiva de lo que hemos argumentado hasta aquí desde el punto de vista de su denominación, sus componentes y sus funciones.

En primer lugar, es de mencionar que la denotación de la FAN como Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) dentro de un contexto donde la república es bolivariana y donde el título VII de la CRBV no lo establece, parece indicar sólo un problema semántico, pero su carácter “socialista, chavista y revolucionario”[3] y “antiimperialista” tal como se observa en el discurso de las principales autoridades militares al menos desde el año 2005 contiene un elemento ideológico y teológico político basado en el carisma que en sí ha marcado la característica de los regímenes llamados progresistas en la primera década del siglo XXI[4]. Es decir, hay una interpretación ideológica ‘progresista’ de talante marxista del pensamiento de Bolívar inculcada por el líder carismático que representó el difunto presidente Chávez que es seguido por la FAN indiferentemente de la existencia de la CRBV. 

En segundo lugar, como ya indicamos, la FAN compuesta por el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional tiene como funciones la defensa militar, la contribución en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo. Aquí se presentan tres inconvenientes relacionados con aspectos que se salen de la CRBV, es decir, la existencia de un quinto componente que obedece a una facción política, la función de defensa entendida como defensa integral desde una perspectiva desarrollista y el significado de la expresión ‘orden interno’.

En relación con el primer inconveniente, es decir, la existencia de la Milicia Bolivariana se presenta cuando la CRBV no lo contempla, no permite la existencia de cuerpos militares politizados más allá de la estructura que indica la propia constitución, ni de otros cuerpos armados bajo el concepto de “comités de defensa de la revolución” o “colectivos armados”.

La estructura básica que indica la CRBV difiere de la establecida en la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (LOFANB) (2015). En esta norma, según el artículo 5°, se indica que:

“La Fuerza Armada Nacional Bolivariana está organizada de la siguiente manera: la Comandancia en Jefe, el Comando Estratégico Operacional, los Componentes Militares, la Milicia Bolivariana destinada a complementar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en la defensa integral de la Nación y las Regiones Militares…”.

Una organización en sí está determinada por un fin, una estructura y unos procesos. En la CRBV se indica el fin de la FAN, la estructura y un marco procesal, que la LOFAN no respeta desde el punto de vista estructural. Esta estructura, que es producto de una evolución que se inició en el año 2005 se diferencia de la CRBV en que minimizó el rol de los componentes militares (Ejército, Armada, Aviación y Guardia Nacional) al igualarlo con un ente político no contemplado y unas entidades que deberían operar sólo en circunstancias excepcionales como las Regiones Militares y el Comando Estratégico Operacional (CEO). Este cambio de estructura evidencia la existencia de otro propósito que va más allá de la CRBV aunque en ese instrumento no está contemplado y es garantizar la defensa de un orden político. Cómo se observa esta intención.

Se observa de dos manera: en primer lugar, en el plano internacional, por una parte, la amenaza a la independencia política no se ha presentado por la imposición de una política determinada al país sino por una manifiesta incapacidad de autogobierno evidenciada en la pobre conducción de nuestras riquezas para alcanzar el bien común. Este problema es histórico y se hizo más patente cuando la clase dirigente actual decidió imponer otro modelo de desarrollo bajo el tutelaje extranjero. Por la otra, la integridad del espacio geográfico nacional cuyas amenazas se ciernen en los espacios marítimos específicamente en el Golfo de Venezuela y en la fachada Atlántica no ha sido considerada de forma debida por la clase dirigente. El ejemplo más patente de lo antes indicado se evidencia en que los principales incidentes que se han presentado en la fachada Atlántica han ocurrido en el espacio marítimo y la política nacional se ha focalizado en la recuperación del territorio otorgando con ello libertad de maniobra a Guyana en el mar en función de sus pretensiones políticas[5]. De igual forma, el desarrollo de capacidades de defensa nacional, sobre todo después del año 2007 se ha orientado para la guerra terrestre a pesar de que los espacios en disputa son marítimos.

En segundo lugar, si bien las Regiones Militares (REDI) dependen del CEO, estas también dependen del Presidente de la República de modo que en caso de conflicto, es decir, de conmoción interior/exterior, estas puedan operar de forma independiente siguiendo al efecto un criterio basado en la geometría fractal, con lo cual si fallan los canales jerárquicos por alguna u otra razón la dirección política del régimen puede dar órdenes directas a cuerpos armados específicos organizados fractalmente en función de su filiación política “chavista, socialista y revolucionaria”, teniendo presente la situación excepcional que vive el país atribuida a amenazas de origen interno y externo[6]. Dicho de otra manera se centralizó el comando de la FAN a expensas del Ejército, Armada, Aviación y Guardia Nacional para favorecer las acciones tácticas ejecutadas por un comando político en caso de que el CEO no pueda hacerlo.

Con respecto a la función de defensa entendida como defensa integral es de tener presente que ésta es también producto de un proceso evolutivo de la LOSN y la LOFAN. La pregunta es cómo se explica el criterio de defensa integral dentro del contexto de estado de excepción. La explicación está dada en que de acuerdo con los criterios existentes dentro de la clase dirigente, el país está afectado por una “guerra de cuarta generación”. La guerra de cuarta generación tiene una vertiente psicológica, financiera, económica y diplomática, entre otras, que es explicado de forma amplia por un conjunto de autores contemporáneos, en especial, por los generales chinos Qiao y Wang (1999)[7]. Según el criterio de estos autores la guerra, tal como se conoce convencionalmente es muy costosa para China y por ello han considerado otras formas de hacer daño en un campo donde no existen normas estatuidas.

Este hecho ha permitido explicar la masiva incorporación de militares en funciones públicas en el país, pero no explica cómo la realidad de una potencia mundial, como lo es China, pueda aplicarse en un país donde existen diversos cuerpos armados no militares y la propia doctrina militar ejemplificada en el Concepto Estratégico Militar (CEM) 2012 que indica abiertamente una hipótesis de conflicto. Este documento considera la defensa militar en períodos y fases donde se destaca una amenaza potencial y efectiva de invasión de una potencia imperialista apoyada por un país vecino y la realización de una guerra de liberación. Con este criterio se plantea el interrogante ¿cómo es posible considerar una amenaza de esa naturaleza y destacar a un importante número de profesionales para cumplir funciones en la administración pública?.

De Landa (1991) ha señalado la estrecha relación existente entre fuerza armada y complejo industrial en el mundo desarrollado. Esta relación es lo que ha explicado el desarrollo de máquinas inteligentes como se ha evidenciado en Afganistán, Irak, Libia, Yemen y Siria en lo concerniente a la precisión y autodesignación de blancos militares en situaciones de conflicto, y que algunos países, como por ejemplo Brasil, se reserve algunas industrias estratégicas para la producción de armas y/o componentes dentro de un contexto que persigue asegurar un mínimo grado de funcionamiento. En Venezuela en la actualidad se está observando a militares en tareas de producción, distribución y suministro de alimentos y de acuerdo con la crisis de producción que vive el país por una ineficiencia crónica que ha reconocido la propia clase dirigente, la FANB se va a dedicar a la extracción minera, de combustibles fósiles y a la producción de alimentos. ¿Qué relación tienen esas tareas con la defensa militar? Se podría argumentar que en Chile históricamente sus fuerzas armadas han tenido una participación en la producción de cobre, pero no en la explotación en sí, sino en el transporte y custodia del área de extracción. Si se considera que las áreas productivas (extractivas) en lo concerniente a minerales y combustibles fósiles, se hace necesario plantearse los siguientes interrogantes: ¿no será que servirá para que la FAN extraiga, comercie y custodie para sus propios fines una actividad económica en un área donde el Estado ha ejercido un débil control amparado en la figura de la participación activa en el desarrollo desvirtuando sus funciones esenciales dentro de un contexto de alta politización de la institución? ¿Por qué no se utilizan los logros alcanzados en la FAN en la construcción de aeronaves no tripuladas, buques de bajo tonelaje y vehículos todos terrenos, para potenciar otros sectores productivos del país que ayuden a recuperar la planta industrial por citar algunos ejemplos?

En la actualidad se ha estado produciendo un cambio en las estructuras de producción potenciado por la revolución de las redes de información y por las nuevas capacidades de procesamiento de nuevos materiales (tierras raras) que está generando cambios sociales y nuevas formas de hacer la guerra. Históricamente los cambios en las formas de producción han afectado las formas de defensa y de entender la seguridad, pero extraer no es transformar, por lo que la FANB al interpretar la ‘participación’ de forma muy flexible se está alejando de su misión básica, es decir, “la defensa militar”, para su propio perjuicio.

Con respecto al orden interno, la situación es aún más complicada sobre todo cuando se trata de pensar qué significa ‘orden interno’. Como se ha observado, la Guardia Nacional ha monopolizado esa función a partir de su capacidad represiva, pero ‘orden interno’ va más allá de reprimir, es el ordenamiento de la república desde una perspectiva constitutiva. El ‘orden interno’ es la expresión práctica y concreta de la seguridad ciudadana. Teniendo esto presente, si se consideran los informes realizados por la Organización Paz Activa (2015) y los escritos realizados por Bayardo Ramírez (2005) en Estado Paralelo…, es muy difícil hablar de seguridad ciudadana en la Venezuela de hoy como expresión de un orden interno con unos datos que expresan la yuxtaposición de crimen organizado, grupos armados con la anuencia o no del Estado e incumplimiento de normas estatuidas. En lo personal considero que no se puede hablar ni de orden interno ni de seguridad ciudadana cuando el Estado surfea sobre un conjunto de facciones armadas que compiten por dominar un espacio y una actividad ‘productiva’ basado en el resquebrajamiento de un orden político.

El orden político caracterizado por las disfuncionalidades antes indicadas por la voluntad de implantar, como hemos indicado, un modelo de desarrollo especificado en el Plan de la Patria desde la perspectiva militar, la LOSN (2014) lo denomina ‘paz’. Para tal fin, el citado instrumento contempla la institucionalización de un “sistema de protección para la paz” (artículo 59°) que persigue su preservación. Este artículo señala que:

“El Estado, a través del Ejecutivo Nacional creará un sistema de protección para la paz, en el cual se integren todos los Poderes Públicos del Estado, en todos los niveles políticos territoriales, con el pueblo organizado y las instancias de gobierno comunal, a  fin de promover y ejecutar un nuevo modo de planificación de política criminal y la consecución de los planes en materia de seguridad ciudadana contra amenazas externas e internas a la seguridad de la nación…”

La ‘paz’ es un estado que ha estado históricamente asociado a la justicia dentro de una comunidad política determinada. Recientemente, el papa Francisco I lo asoció a la fraternidad, pero, para que haya justicia y fraternidad se tiene que conformar la comunidad y para que cada uno de los miembros pueda sentirse en comunidad debe sentirse tranquilo, así pue, la paz en una comunidad política se expresa en la tranquilidad de sus miembros de modo que, como señala Spinoza (1677/1980) cada Ser en su singularidad pueda perseverar en su propia existencia. En este sentido Marsilio de Padua expresó que

"la tranquilidad es la disposición óptima de la ciudad instituida según la razón…, en la cual cada una de sus partes puede realizar perfectamente las operaciones convenientes a la naturaleza según la razón y su constitución. Y como el que bien define, significa igualmente su contrario, la intranquilidad será la mala disposición de la ciudad…, por la cual están impedidos todos o algunos de sus miembros para hacer sus operaciones propias, o tomados aparte absolutamente, o en su conjunto y funcionamiento total” (1324/1989:11).

Si la tranquilidad como expresión de la paz es la buena disposición de una comunidad política que se basa en una “quididad general”, es decir, donde cada miembro “puede realizar la función a ella conveniente”, se puede afirmar que Venezuela no vive en tranquilidad. Esta intranquilidad se observa en el rol que está cumpliendo la FAN en relación con el régimen político y se expresa en el sistema creado en el artículo 59° de la LOSN cuando no sólo se mantiene el concepto de enemigo interno, sino también cuando se pretende utilizar a una parte de la población (“pueblo organizado y las instancias de gobierno comunal”) para preservar un orden donde se limita a cada ser a perseverar en su propia existencia. Esta limitación, que genera intranquilidad, se observa, en los índices de criminalidad, la escasez de alimentos y medicinas, ineficacia administrativa y, en general, en el empobrecimiento de la población.

Así pues, la ‘paz’ para la clase dirigente nacional es intranquilidad y para asegurarla se utiliza a la Guardia Nacional y grupos armadas creados para tal fin como un instrumento represivo que logre mantenerla.

Teniendo presente lo antes indicado, la FAN al convertirse en FANB ha sido apartada de su esencia al permitir la existencia de otros cuerpos armados que ha variado su estructura en perjuicio del Ejército, Armada, Aviación y Guardia Nacional para defender un orden político que se ha apartado de la CRBV. Este apartamiento se ha observado en el modo en que se permite el tutelaje extranjero al margen de la defensa de la independencia política y de cómo se han manejado nuestros intereses territoriales en la fachada Atlántica y el Golfo de Venezuela en lo concerniente a la integridad territorial, en el modo en que ‘participa’ en el desarrollo integral del país al margen de la necesidad de desarrollar capacidades defensivas autóctonas y en el modo en que se preserva la ‘paz’ dentro de un marco de intranquilidad generalizada.

A modo de conclusión.

Teniendo presente lo antes reseñado, la FANB se ha alejado de la FAN establecida en la CRBV y esta desviación ha afectado todo el ordenamiento político establecido en el año 1999 de una manera sin precedentes porque no sólo se ha apartado de su esencia al permitir la politización en sus filas y la aceptación de grupos armados (politizados o no) que operan en función de los intereses de la clase dirigente, sino también, se ha alejado de sus funciones específicas de defensa de la independencia política al aceptar el tutelaje extranjero y la integridad territorial al subordinar la defensa de los espacios marítimos sobre los cuales el país tiene intereses por la defensa territorial del régimen político. Esta distorsión se ha agravado aún más por la inclinación a interpretar la participación en el desarrollo bajo un dudoso criterio de estar viviendo el país una guerra de cuarta generación donde agentes internos y externos han obligado a imponer su idea de paz en perjuicio de todos los venezolanos. Para garantizar esta ‘paz’ se ha recurrido consecuentemente a la Guardia Nacional y otros componentes de la FANB en conjunto con otros cuerpos armados que han destruido el ordenamiento político del año 1999 para imponer otro que no cuenta con el apoyo de una gran parte de los venezolanos. Con estas graves distorsiones, es imposible establecer una política de defensa, pero su señalamiento así sea hecho de forma defectuosa puede ayudar a entender la situación a la que nos enfrentamos.

Reflexión final: hacia una política de defensa nacional

Es muy difícil establecer una política de defensa nacional cuando el objeto de la clase dirigente es ‘defender la revolución’, pero unos lineamientos sobre el tema pueden ayudar a establecer un referente que permita a los venezolanos recomponer la comunidad política que le ha dado su gentilicio. En los párrafos anteriores se indicó la naturaleza de la desviación de la FAN en algo que se denomina FANB. Estas indicaciones, ya de suyo, plantean la necesidad de recomponer los fundamentos constitutivos de la comunidad política que se llama Venezuela. Este es pues el primer lineamiento de una política de defensa nacional, es decir, hay que establecer un nuevo orden político que permita que cada Ser en su singularidad pueda perseverar en mejores condiciones y de acuerdo con su propio criterio dentro de un marco de tranquilidad que permita que aflore la fraternidad y la justicia.

Si se entiende como política de defensa nacional el conjunto de orientaciones para garantizar la independencia política y la integridad del espacio geográfico nacional, ésta debe ser desarrollada fundamentalmente por los venezolanos a través de su órgano representativo mediante un consenso de los factores sociales y políticos. Desde esta perspectiva no es una clase dirigente (presidencialista y/u oligárquica) la que define la política de seguridad y defensa como la actual, es la república desde una perspectiva spinoziana, donde todos sus miembros tengan que ganar o perder en términos de seguridad y defensa nacional (Spinoza, 1677/1986). Con lo cual el Consejo de Defensa de la Nación no puede ser un órgano subordinado al Ministerio del Poder Popular para la Defensa. Si las principales amenazas que pueden afectar al país se derivan de problemas de delimitación de áreas marinas y submarinas, la orientación de una política de defensa debe apuntar al escenario marítimo y a todos aquellos factores que impidan o dificulten su buen ordenamiento.

Si bien la LOSN establece los entes que conforman el consejo y consecuentemente quienes son los encargados de desarrollar la política en el país, reiteramos que los venezolanos son los responsables de la defensa nacional y la república es la forma en que esta se expresa en todos los ámbitos de la seguridad, es decir, político, económico, social, cultural, geográfico, ambiental y militar. Por ello vamos a indicar de forma específica que ello significa.

En lo político, se debe recuperar el status del Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional. El Comando Estratégico operacional es expresión de un accionar conjunto en función de una situación excepcional específica contemplada en la política de defensa nacional, por ello no puede ser un órgano de ejecución permanente sino un órgano de planificación y de monitoreo de circunstancias excepcionales que puedan motivar la presencia de la FAN para actuar efectivamente cuando se declare el estado de excepción. Consecuentemente, en el proceso de recomposición del orden político, el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional deben recuperar su autonomía funcional limitándola en caso de situaciones excepcionales debido a que los supuestos sobre los cuales se basó el criterio de unicidad potenciaron la disfuncionalidad y la desviación. Además, se deberá promover la cooperación, la confianza a nivel inter-fuerzas y la confianza mutua a nivel regional. Ello implica la presencia activa en organismos supranacionales y de construcción de la paz internacional.

En lo económico, se debe asignar los recursos para garantizar una disponibilidad operacional que sea compatible con las necesidades de defensa. Ello supone la orientación de las adquisiciones en función de las necesidades desde una perspectiva multifuncional y estandarizada, la descentralización de las funciones administrativas a como estaban antes del año 1999 y mantener la centralización en aquellas funciones relativas al mantenimiento y reparación de equipamiento común, así como en lo relativo a la adquisición de equipamiento donde sea aplicable. Consecuentemente, la participación activa en el desarrollo nacional se debe orientar a facilitar la investigación científica y técnica a efectos de consolidar sectores de conocimiento que permitan reducir la dependencia externa del país en asuntos de defensa y la participación en los entes nacionales relacionados con la investigación científica y el desarrollo tecnológico en todos los espacios de interés nacional incluyendo la Antártica.

Desde el punto de vista social, hemos indicado que la defensa nacional es un asunto de los venezolanos como una totalidad y se expresa en la república. Desde esta perspectiva un buen ordenamiento político que garantice la cohesión social es el primer acto de defensa. Por ello el empleo de recursos militares en apoyo a la comunidad  ha sido un aspecto que ha caracterizado históricamente a la institución militar venezolana para garantizar la justicia y la paz social, pero ello no debe implicar riesgos para la defensa nacional como un todo. Para tal fin, se deberán asignar los recursos necesarios.

En lo geográfico, el principal acto de defensa está en su uso y ocupación. Este es el único modo de defender no sólo los recursos que en él existen, sino también la actividad productiva. De ahí que, el objeto de la defensa de la integridad territorial no sólo se circunscribe a garantizar la posesión, sino también, el uso y ocupación del mismo. Esta afirmación se extiende a otros espacios comunes como la alta mar, los fondos oceánicos, la Antártica y el espacio ultraterrestre.

En relación con el ambiente, el cambio climático ha modificado las condiciones para la defensa. Eso es patente hoy en día cuando se conoce acerca de la existencia de armas basadas en la modificación climática dentro de un contexto de deterioro ambiental. Por ello, la modificación realizada para producir daño dentro de un contexto de cambio producido la actividad humana que se traduce en mitigación y adaptación, obliga a considerar el problema del ambiente desde una perspectiva de gestión de riesgos y en este contexto, la política de defensa nacional debe considerar ambas desde una perspectiva militar, social, económica y política para adecuarse a las circunstancias de defensa y para ayudar a mitigar los daños producidos por estos cambios.

En lo cultural, Venezuela es una forma simbólica que existe en la medida en que el homus simbolicus venezolano existe como tal[8]. Eso es sólo posible con el buen ordenamiento que haga que en tranquilidad cada quien pueda hacer lo que considere para perseverar en su propia existencia. Preservar la cultura no es suficiente, la cultura greco-romana existe pero no existen dichas civilizaciones, por ello lo importante es preservar la forma simbólica dentro de un contexto de cambios y ello no pasa sólo por saber de dónde venimos, sino también hacia dónde vamos como comunidad. Una FAN y consecuentemente unas FAN’s deben ser expresión de una comunidad política bien ordenada entendida como forma simbólica, por lo que es deber de la FAN promover la venezolanidad y no alguna ideología. La FAN se debe a los venezolanos y no a una ideología.

En lo militar, el empleo de la FAN debe estar orientado a la disuasión estratégica convencional con lo cual se hace necesario un alistamiento y disponibilidad operacional que de credibilidad para enfrentar y eventualmente neutralizar las amenazas externas que se presenten. Para ello, debe disponer de la información procesada permanentemente actualizada que le permita efectivamente cumplir con su propósito que supone la potenciación de la vigilancia en las fronteras en todo el espacio geográfico nacional, la protección de los recursos económicos sobre todo en los espacios marítimos y la participación en operaciones de mantenimiento de paz de acuerdo con los intereses políticos de la república para conocer el estado del arte de la defensa militar y facilitar así la actualización permanente. De igual forma, se debe evaluar periódicamente sus capacidades de forma específica y conjunta, y se debe orientar la participación al desarrollo en aquellos aspectos que contribuyan a la defensa y al perfeccionamiento del sistema de movilización nacional.

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[1] Sobre este tema, ver al respecto: Cicerón (54 a. C./1991).
[2] Sobre este tema, ver al respecto: Maquiavelo (1997)
[3] El “antiimperialista”, que también se utiliza es redundante desde el punto de vista republicano e innecesario para una institución concebida para la defensa de la independencia y la integridad territorial. Este carácter antiimperialista se explica sólo en función de un modelo de desarrollo tal como se ha indicado.
[4] Sobre la teología política y sus consecuencias ver el comentario de Villacañas en Schmitt (2009). En este comentario señala el pensador español que fue usado por Schmitt para justificar el régimen nacionalsocialista alemán.
[5] En relación con el Golfo de Venezuela existe una estrecha relación en lo ocurrido en la disputa por espacios marítimos entre Colombia y Nicaragua y las pretensiones colombianas en el Golfo de Venezuela y en los ríos fronterizos. Sobre este tema ver: Blanco (2014).
[6] Sobre geometría fractal y guerra rizomática, ver Deleuze y Guattari (2008).
[7] Sobre estas nuevas formas de hacer la guerra, ver también: Blanco (2013). Fenomenología de la Guerra contra la Guerra.
[8] Ver al respecto: Cassirer (1968). Antropología filosófica. Introducción a una filosofía de la cultura