viernes, 29 de julio de 2011

EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO ESTRATÉGICO NAVAL VENEZOLANO


INTRODUCCIÓN

Para hablar del pensamiento estratégico naval venezolano se hace necesario entender en una primera instancia qué es lo “naval”, en qué se circunscribe “lo naval”, y luego entender el pensamiento en tanto decisiones que históricamente se han tomado en relación con lo naval y que den una idea del objeto de estudio y cómo se ha materializado ese qué en tanto forma de hacer y de pensar para alcanzar un objetivo político. Por ultimo, habría que mencionar las reflexiones que se han hecho en torno a la conducta estratégica del Estado venezolano, en el ámbito marítimo y naval en su devenir, puesto que, como expresó en una oportunidad R. Pérez era incomprensible que en el país hubiese un desconocimiento de cómo había sido afectado por la guerra submarina llevada a cabo en el mar Caribe por la Alemania nazi y de los esfuerzos que llevó a cabo la clase dirigente nacional para afrontar este problema y desarrollar capacidades para la defensa en el mar en función de la creciente dependencia de la nación de las comunicaciones marítimas (2000:576). Al efecto se va a intentar responder estos interrogantes siguiendo el presente esquema de trabajo:

1.-     Consideraciones Ónticas y Ontológicas.
2.-     Consideraciones Hermenéuticas.
3.-     El Pensamiento Naval Venezolano: Problemas futuros.
4.-     Conclusiones. 
5.-     Bibliografía Consultada.

         Al final de cuentas lo que se pretende demostrar es cómo, a pesar de la naturaleza marítima de la entidad política que se llama Venezuela, por su alta dependencia del mar, las decisiones que se han tomado en su devenir histórico han convertido al país en una epirocracia con limitada capacidad de maniobra en el ámbito internacional.

1.-     CONSIDERACIONES ÓNTICAS Y ONTOLÓGICAS[1].

En primer lugar, “lo naval” refiere a un concepto de origen anglosajón que en sus inicios denotaba muchas cosas y describía una capacidad para usar y defender un espacio marítimo. La originalidad de esta expresión se debe al Almirante estadounidense Alfred Mahan, pero él no llegó a definir ese concepto. De ahí es que se hizo común el uso de expresiones como poder naval y poder marítimo. Sin embargo, fue al parecer en la Alemania de inicios del siglo XX donde se precisó estos conceptos en el sentido que hoy día son conocidos, es decir, se hizo común el referir el poder marítimo a todas aquellas actividades referidas al uso del mar, o la capacidad para autoorganizarse en el mar (Blanco, 2004:59) y el poder naval como todo lo referido a la capacidad para usar la fuerza en dicho espacio.

La expresión “uso” ha sido la más universalizada debido a que ella parte de la idea del mar libre, no la idea del mar en vías de territorialización o como concibieron algunos autores en el pasado, bajo el concepto de mar cerrado, donde se excluía su uso a terceros. La evolución del derecho del mar y la mayor capacidad de los Estados ribereños en articular los espacios marítimos a la realidad funcional del Estado fue lo que permitió sugerir la idea de autoorganización hacia el mar, puesto que ya históricamente ha habido antecedentes sobre la articulación de los espacios marítimos al territorio. Una de ellos fue, no sólo la declaración del Mar de Venezuela realizada por Bolívar “El viejo” en el año 1596, sino la efectividad con que los súbditos de España excluyeron a terceros desde Tierra Firme y áreas circunvecinas en una gran parte del mar Caribe[2]. Por otro lado, la expresión “autoorganizar” denota una acción, una intencionalidad, en función de las necesidades de desarrollo del país dado su alta dependencia de los espacios marítimos o acuáticos.

A pesar de lo afirmado, la expresión “uso” da una mayor amplitud en cuanto al propósito que se tiene en éste trabajo de entender y reflexionar sobre el proceso evolutivo del pensamiento naval venezolano puesto que de ésta expresión “uso” se puede entender el paso a la expresión “autoorganización”. Partiendo de este concepto de “autoorganización”, se hace necesario hacer unas precisiones de orden ontológico y epistemológico, entendido éste último como consideraciones de orden metodológico. En otras palabras qué se entiende con la pregunta qué desde el punto de vista naval y de igual forma qué significa el por qué, para qué y cómo. La razón de este requisito se debe a la necesidad de establecer el momento en que se puede hablar de venezolanidad, es decir, el momento de la unidad de los contrarios en un contexto en que todavía estaba en pleno desarrollo la colonización y conquista del territorio de lo que hoy se llama Venezuela. Consecuentemente, el qué, en este sentido, es la expresión de una voluntad que determina el entendimiento y la razón en tanto que representaciones de un mundo deseado y construido (Schopenhauer, 1818/2003:95).

Al respecto se ha usado como el momento en que se puede hablar de venezolanidad el acaecido durante y después de los eventos relacionados con el intento de invasión inglés a Tierra Firme (La Guaira y Puerto Cabello) en el año 1743. En esa oportunidad todos los habitantes de esa región lucharon bajo una misma bandera a pesar de las contradicciones existentes. El qué establecido por una voluntad de defensa determinada por un soberano se materializó en una voluntad de defensa por parte de aquellos habitantes que sintiéndose diferentes se identificaron frente a un enemigo común, pudiéndose superar las contradicciones previas originadas por el proceso de conquista y colonización. En esa ocasión hubo una amenaza marítima y hubo una respuesta marítima, desde el punto de vista estratégico, y costera en el ámbito operacional. Desde esta perspectiva el qué estaba determinado por el verbo preservar unos dominios de un soberano.

El otro aspecto a tener en consideración es el cómo de esos usos de los espacios acuáticos y de cómo evolucionaron estos en el tiempo en función de un propósito político específico. Aquí entra en escena el cómo entendido como una metodología normativizada para la consecución de un propósito establecido, es decir, lo que podría denominarse hoy en día doctrina en sentido básico. Al respecto, el cómo estaba relacionado con la estructura para la defensa y con las maniobras para hacer de esta defensa efectiva o eficaz. Dicho en otras palabras, la estructura estaba relacionada con la estrategia, entendida ésta, en principio, como una secuencia de decisiones puntuales que persiguen un propósito establecido en lo que atañe a la solución de problemas a largo plazo y la maniobra, que es producto de esta secuencia, con la estrategia operacional que estaba relacionada con el cómo de la solución de la contingencia mientras ésta acontecía. roblema de largo plazo y la maniobra con la estrategia operacional que estdrna voluntad de hacer para la satisfacciConsecuentemente, con la estructura de defensa se está afirmando que el hacer, en este caso, determina el ser, porque las prácticas continuas en un periodo dado es lo que ha permitido generar circunstancias especiales que han generado a su vez títulos sobre espacios geográficos determinados. 

La importancia de lo afirmado precedentemente radica en que los usos de los espacios acuáticos favorecieron la ocupación de espacios continentales e insulares, y a su vez determinaron el estatus jurídico de los espacios marítimos y continentales.

El mar originalmente fue una fuente de recursos y un medio de comunicación. Luego del Tratado de Tordesillas se convirtió en un espacio de conflictos que, al parecer, no ha dejado de serlo a pesar de los mecanismos de solución de controversias existentes en el mundo de hoy. La necesidad de proteger la explotación de recursos, el comercio y los espacios recién descubiertos y en proceso de conquista hizo que los medios para la defensa naval comenzaran a evolucionar rápidamente y adquirieran su propia lógica y su propia gramática.

Desde el punto de vista de la guerra, en general, la guerra en el mar era una prolongación de la guerra terrestre. Incluso los dispositivos de batalla eran similares y el combate final se realizaba cuerpo a cuerpo mediante el abordaje. Un ejemplo de ello lo constituyó la batalla de Lepanto o el asalto final a Constantinopla. En el caso de Lepanto, dos ejércitos embarcados se encontraron frente a frente y maniobraron convenientemente para obtener la mayor ventaja en la batalla. En el caso del fin del Imperio Romano de Oriente, en el asalto final a la ciudad amurallada se transportó una parte de la escuadra otomana por tierra[3] logrando sorprender a los defensores bizantinos.

Con el desarrollo de la artillería y los medios de propulsión y de orientación fue cambiando la táctica hasta la adopción de la formación en línea, con lo cual fue entrando en desuso el combate cuerpo a cuerpo en la medida en que podían ser hundidos los navíos con el desarrollo de la potencia de fuego de los medios de combate. Sin embargo, el abordaje todavía llegó a practicarse a finales del siglo XIX. Por otra parte, desde la perspectiva del desarrollo de destrezas para hacer la guerra en el mar hubo muchos caminos que siguieron las potencias marítimas en los albores de la modernidad: muchos comerciantes se hicieron marinos y después guerreros, otros fueron guerreros y se hicieron marinos. Desde el primer punto de vista podríamos mencionar a los holandeses y lo que se instituyó como el Fecho de Mar, la institución española de la milicia que fue la que inició el proceso de conquista y colonización de América (Blanco, 2004:184). Desde la segunda perspectiva podríamos citar como ejemplo a la Armada japonesa, la marina francesa de Colbert y la marina inglesa del Príncipe Ruperto y el Duque de Sándwich. Hoy día, un miembro de cualquier armada debe ser militar, marino y técnico.

A este punto es conveniente agregar que la civilización Caribe hizo un gran uso del mar, pero no disputaron al español su uso en si, aunque sus formas de combate fueron eficaces en hostigar a los nuevos amos. Pero, estos hostigamientos fueron sobre la línea de la costa y no representaron aportes sustanciales a la complejidad de las formas de combate de ese entonces aunque se realizaron con gran audacia. Con ello se quiere afirmar que las acciones llevadas a cabo por los caribes, tuvieron una connotación táctica en el sentido que, no modificaron el curso de los acontecimientos (MD, 2005:54). Por ello, sin desestimar su sacrificio, el énfasis de evaluación se hará sobre el segundo y tercer momento del poder marítimo y naval español en Tierra Firme. La razón de lo afirmado se debe a que con el desarrollo de las operaciones especiales, estas acciones de los caribes, en tanto que principios de acción adquirieron otra naturaleza (Blanco, 2004:245)[4]. 

2.-     CONSIDERACIONES HERMENÉUTICAS

La defensa exitosa de Tierra Firme en el año 1743 acaeció a su vez en un momento particular de la historia de España, es decir, cuando había dejado de ser la potencia hegemónica en el occidente de ese entonces, por lo cual es posible hacer mención a tres momentos de esa España por su impacto en el mundo marítimo y Venezuela. Estos momentos fueron los siguientes:

·         El primero, cuando logró poseer un casi control absoluto en el mar océano evidenciado por la gran libertad en usar el espacio marítimo para la conquista, colonización y evangelización. En este estado, los adversarios de España usaron el mar pero a un alto riesgo.
·         El segundo cuando España tuvo que asegurar sus comunicaciones con ultramar debido a que el control del mar fue disputado con otras potencias marítimas que competían por el comercio y las bases productivas del mismo.
·         El tercero, cuando España dejó de ser un competidor en el mar por subordinar su poder naval a los intereses de una potencia extranjera, a la sazón, la Francia Napoleónica.

El primer momento se caracterizó por el dominio marítimo español (y portugués) y la lucha que iniciaron Inglaterra, Francia y Holanda por tener acceso al nuevo mundo usando para ello las comunicaciones marítimas. La manera como se logró establecer el principio de la libertad de los mares por parte de las potencias opositoras mencionadas previamente, fue mediante la generación de prácticas continuas y la defensa de estas prácticas a cualquier precio. La otra manera fue mediante el hostigamiento de las actividades marítimas españolas mediante la piratería y el corso. Sin embargo, la efectividad del dominio español se evidenció en el hecho que según Ricardo Cerezo, entre 1535 y 1650, España sólo sufrió un 0,5 % de pérdidas ocasionadas por ataques de buques corsarios (Coutau-Bègarie, 1999:502). Desde el punto de vista de desarrollo de prácticas que posteriormente se constituirían en doctrina es de mencionar que el periodo que se inició con el descubrimiento del nuevo mundo y finalizó con el tratado de Paz de Westfalia en el año 1648 se caracterizó no sólo por la abundante literatura sobre asuntos navales escrita por los españoles, sino también por el desarrollo de nuevas técnicas y por consiguiente nuevos procedimientos para el combate, con lo cual se puede afirmar que la guerra y el mar fueron escuelas donde todos los adversarios aprendieron unos de otros dados los avances técnicos que se estaban produciendo como el paso de la galera al galeón y de éste al navío de línea. Estos cambios siempre han producido procesos similares, la diferencia es que en ese entonces las diferencias de desarrollo entre los europeos fue muy poca. No así la diferencia entre los europeos y los otros.

En relación con los escritos militares más influyentes se pueden destacar las ordenanzas militares y navales realizadas por Carlos I y Felipe II que fomentaron la creación de la organización militar de los Tercios, la milicia de mar y la organización naval en flotas para actividades de transporte, vigilancia y defensa de carácter específico. De igual forma se destacaron los tratados de táctica de Cháves (Espejo del Navegante) que estuvo relacionado con la carrera de las Indias, la influyente obra de Mendoza (Teoría y Práctica de la Guerra), que trató sobre el desarrollo de campañas militares en tierra y mar y donde propuso una tipología de las guerras defensivas (Ibíd.). Por último se destacó la obra de Céspedes (Regimiento de Navegación) (Ibíd.). En este periodo, Tierra Firme perdió lo que hoy se conoce como las Antillas Holandesas (1632). La explicación de la perdida es que al parecer, los adelantados sólo colonizaron lo grande no lo pequeño y esto a la larga se constituyó en un foco de perturbaciones para España.

El segundo momento que marco el uso que hacían los españoles del mar se inició con el fin de la llamada Guerra de Sucesión española, guerra que dejó a ese reino sumamente debilitado en todos los órdenes. Su nuevo monarca (borbónico) tuvo que reorganizar sus dominios para que estos pudieran resistir una agresión o defenderse de manera autónoma mientras desarrollaba nuevamente su flota del mar océano. En otras palabras, una necesidad de orden marítimo condicionó el modo de ser y hacer de los españoles en su territorio metropolitano y en ultramar. Este fue el tiempo de la Compañía Guipuzcoana, de la Armada de barlovento y de la reorganización administrativa de los dominios en ultramar para que pudieran resistir una agresión y pudieran defenderse de manera más o menos autónoma. Aquí se destacaron Gabriel Zuloaga, quien reorganizó las milicias y articuló a estas para que apoyaran la red de defensa de costas, en especial en La Guaira, Puerto Cabello y Cumaná entre los años 1739 y 1743 y José Solano y Bote quién participó en la defensa de la Guaira y en la expedición de límites del año 1750 y reorganizó el sistema de defensas fluviales desde San Tomé de Guayana a San Carlos de Río Negro (Blanco, 2004:188). El pensamiento militar español durante el siglo XVIII estuvo dominado por la obra del Marqués de Santa Cruz de Marcedano, cuya “Reflexiones Militares”, que fue traducida a varios idiomas consideró aspectos de la guerra naval y terrestre, sus principios y las maniobras para cada tipo de operación específica (Coutau-Bègarie, 1999:181-182).

La influencia borbónica hizo que el pensamiento militar francés permeara el sistema de defensa naval español. Así se destaca la obra de Vauban en lo que concierne al sistema de fortificaciones costeras. Las fortificaciones costeras que bordean toda la costa de Venezuela pueden ser observadas de dos maneras diferentes en atención al referente: el español y el colonial. Si se toma en consideración el referente español la fortaleza en Venezuela era el punto periférico entre la metrópoli y lo desconocido, teniendo por intermedio el mar. Si se toma como referente a Venezuela, la fortaleza era el punto intermedio entre el mar (lo desconocido) y lo desconocido de lo no ocupado. Desde el punto de vista del referente español, la fortaleza no sólo era el punto periférico, podía ser un punto intermedio si era capaz por si solo de desarrollar capacidades logísticas para sostener la flota. La flota del mar océano era lo que hacía que el mar fuese algo conocido (entendido como controlado) o una vía de comunicación. Por ello, desde la perspectiva naval pura se destacaron los trabajos de: Juan Navarro, cuya obra fue influyente en gran parte del siglo XVIII, y Mazarredo (Rudimentos de Táctica Naval) y el mismo Solano, quién fue también Capitán General de Venezuela (Táctica Naval) cuyas obras salieron a la luz a finales de ese siglo (Coutau-Bègarie, 1999:502 y 507).

A partir de esa exitosa defensa de las costas de Venezuela, se constituyeron mediante ordenanzas, la Capitanía General de Venezuela, como existió hasta el año 1810 y las ordenes de crucero para la vigilancia marítima para hacer más efectivo el dominio español en el mar de Venezuela y aguas adyacentes. La efectividad de estas medidas fue mejorada con el desarrollo del Apostadero de Marina de Puerto Cabello, hasta convertirse éste en, no sólo un arsenal, sino en la primera institución militar permanente del país. Al respecto ha constituido un valioso aporte los trabajos realizados por J. Bracho sobre este tema[5]. Aquí se puede afirmar que el nacimiento de Venezuela obedeció a una necesidad militar de carácter marítimo. La importancia de esta acotación se debe a que no fue un decreto el que determinó una necesidad de defensa, sino al contrario, fue una necesidad, que fue satisfecha convenientemente, la que determinó un proceso. Había un qué establecido, mantener un territorio, el cómo de este mantenimiento determinó un qué desde el punto de vista operacional, y esto amerita hacer una serie de consideraciones puesto que a la necesidad de mantener que entra en un plano abstracto hay que determinar físicamente cómo esta necesidad puede ser objetivada.

Hablar de un cómo implica necesariamente hablar de procesos y del cómo en sí. Dicho de otra manera es hablar de estrategia y de táctica, tal como se conoce hoy día, pero la expresión estrategia entró nuevamente en uso a finales del siglo XVIII probablemente gracias a los escritos de Joly de Maizeroy quién asoció los términos de Gran Táctica y Táctica de Ejércitos con la palabra estrategia, apareciendo ésta después en los escritos de Dietrich von Bülow, Nockern de Schorn, el Marqués piamontés Silva y el Archiduque Carlos (Ibíd.:59-61)[6], con lo cual, la palabra estrategia, es de presumir no fue conocida doctrinariamente por el Libertador, ni por los Jefes patriotas de la guerra de independencia, aunque pudo haber sido introducida por los ingleses en ese periodo. El Libertador, gracias al barón de Thièbault, (veterano de las Guerras de la Revolución y el Imperio) sólo aplicó los conceptos de Gran Táctica y Táctica (1815/2005)[7], con lo cual el hacer la guerra era un asunto de los soberanos que establecían el qué abstracto y físico. El cómo era un asunto de las campañas, muchas veces conducidas por los mismos jefes políticos, como fueron los casos de Bolívar y Napoleón. El cómo era un asunto de la doctrina, entendida ésta como el intentar repetir las acciones que en el pasado fueron exitosas y de establecer nuevas formas de hacer a partir de la experiencia adquirida (Blanco, 2007:125). Partiendo de esta premisa se puede afirmar que El Libertador, en tanto que gobernante con poderes absolutos determinó el qué y el cómo in bello hasta que inició la campaña del sur. A partir de ese momento estableció el qué y el cómo lo establecería el Gran Mariscal de Ayacucho.

Esto es lo que permite comprender entonces las fuentes del conocimiento de Zuloaga, Mazarredo, Navarro y Solano y entender las fuentes del cómo y como evolucionaron las técnicas y las visiones del mundo en un ámbito tan estrecho, como lo es la guerra y lo naval, siguiendo los criterios establecidos por Gadamer en cuanto a la comprensión e interpretación se refiere (I 2003:365 y 380). Al respecto, ya se hizo mención de que las prácticas han sido producto del querer repetir aquello que ha dado un resultado satisfactorio, y esto ha estado en el plano de la doctrina y de la técnica[8]. Desde el advenimiento del mundo marítimo dependiente del comercio, de acuerdo con la expresión de Cohen (1980:115)[9] a partir de los procesos que se iniciaron luego de concretarse efectivamente el tratado de Tordesillas, el cómo de la técnica condicionó las posibilidades de usar el mar, es decir, la galera dio paso al galeón y del galeón al navío de línea con sus técnicas de combate específicas, y con ello se pasó de la guerra naval que fue una representación de la guerra terrestre a una guerra con sus propias particularidades en tanto que representación y extensión de una voluntad, en sentido schoperhaueriano (1818/2003:201), y de ahí a la guerra naval y la guerrilla naval en un sentido más generalizado, llevadas ambas de manera simultánea. Ello explica el por qué, Bracho, en sus dos trabajos principales refiere la defensa marítima de Venezuela hasta inicios del siglo XIX a partir de la confluencia de dos técnicas arraigadas en un momento específico, momento de ser que se encontró ante un evento bélico (en sentido heideggeriano) donde se produjo una crisis del ser como gentilicio como lo fue la repercusión que tuvo en el país la revolución estadounidense y la revolución francesa, y su posterior desenlace en la España de inicios del siglo XIX.

Esta crisis en tanto que establecimiento de un nuevo qué y un cómo tuvo su portador en Francisco de Miranda (Blanco, 2006:40), es decir, las ideas de la guerra revolucionaria y de movilización nacional y militar que se conocieron en el país a inicios de la guerra de independencia y sirvieron para complementar la doctrina existente, tuvieron en parte su fundamento en las ideas de Guibert y las decisiones de Carnot. Este fue el tercer momento, el independentista, caracterizado por la imposibilidad española de defender y mantener sus colonias americanas porque se encontró resistiendo la invasión napoleónica y su poder naval había quedado minimizado como consecuencia de las batallas navales de los cabos San Vicente, Finisterre y Trafalgar.

En éste tercer momento, Venezuela heredó de España no sólo el qué en tanto que organización administrativa para la guerra, es decir, el qué en tanto espacio autonómicamente defendible, sino también los problemas que la defensa en sí conllevaba y conlleva desde todos los puntos de vista. Basta sólo decir aquí que la principal vulnerabilidad del país se ha presentado en los espacios marítimos, y ello se ha evidenciado en lo siguiente:

·         La expedición Pacificadora del General Pablo Morillo, se proyecto desde el mar hacia la tierra.
·         Las expediciones libertadoras de los Cayos se proyectaron desde el mar hacia la tierra.
·         La diplomacia de cañoneras de que fue objeto el país entre los años 1848 y 1900.
·         Los intentos de cambio de gobierno que se realizaron entre 1836 y 1929[10].
·         El bloqueo del año 1902-1903.
·         La Guerra Submarina llevada por la Alemania Nazi en el Caribe entre 1942 y 1945.
·         El paro petrolero del año 2002-2003.

Si bien fue, al parecer, cierto que El Libertador expresó en el año 1826 que era pues llegado el momento en que los venezolanos o colombianos salieran al mar, quizás con motivo de la captura de la corbeta española “Ceres” por parte de Renato Beluche cerca de Cuba (o por el fusilamiento del Almirante Padilla), también fue cierto que después de la guerra contra el Perú, Colombia y posteriormente Venezuela contaron con muy pocos medios para la defensa marítima. Hay que recordar que hasta la batalla del Lago de Maracaibo, enfrentamiento que se desarrolló en tierra y mar, y después, la forma de la guerra en el mar que prevaleció en nuestras aguas fueron las operaciones de bloqueo y contrabloqueo, transporte de tropas y suministros, y la guerra de corso (Blanco, 2004:203)[11], con lo cual se puede afirmar que la geografía, por su extensión, jugó un papel importante y el control del mar estuvo en disputa todos esos años. De igual manera, en esa geografía tan extensa, no se valoró con agudeza la importancia que tenía para la naciente república el mar y consecuentemente las líneas de comunicaciones marítimas.

El signo distintivo de las operaciones navales españolas a lo largo de su historia fue que éstas constituyeron una extensión de la guerra terrestre. El problema del mantenimiento de sus posesiones en ultramar fue lo que le dio a las operaciones navales su especificidad. Aquí en Venezuela, a partir de la guerra de independencia, las operaciones navales tuvieron como propósito apoyar a las operaciones terrestres y ésta forma de hacer, que fue interiorizada por la experiencia ha sido la que ha acentuado la vulnerabilidad del país en el ámbito marítimo por mucho tiempo[12], motivado a que a las grandes extensiones del territorio nacional sólo era posible su acceso por vía marítima o fluvial.

A partir del año 1903, en el gobierno nacional se despertó una preocupación por los asuntos marítimos y cuando se plantearon las posibles soluciones para comenzar a resolver el problema que originó esas preocupaciones apelaron al pasado, a los esfuerzos que hicieron las administraciones españolas para asegurar y desarrollar la estructura marítima existente, así como también sus normas, procesos y procedimientos. Fue muy significativo que para la reconstitución de lo marítimo, fueron puestos en vigencia reglamentos basados en las ordenanzas navales y de marina de Felipe VI, Carlos III y Carlos IV, o sea que, luego de cien años, la conducción del país intentó retomar aquello que le había dado a España una gran flexibilidad operacional en el ámbito marítimo, en un contexto en que se estaba produciendo una revisión del pensamiento estratégico, a nivel global, de la mano de autores como Mahan, Corbett, Schlieffen y Mackinder. El personaje que condujo este renacimiento naval en Venezuela, gracias a sus destacadas actuaciones para defender desde el mar a la Revolución Restauradora, fue Román Delgado Chalbaud quien dirigió la en ese entonces creada Marina Mercante y los Diques y Astilleros de Puerto Cabello.

La discrepancia si se quiere de éste revisionismo venezolano fue que se subordinó el mar a la tierra, cuando en la historia de la venezolanidad y de Venezuela, la tierra estaba subordinada al mar, por permitir desde este medio el acceso a territorio interior del Estado. El problema no es un asunto de determinismos de orden geográfico, sino del sentido de la proyección y de la plataforma a usar desde el punto de vista político y estratégico. Ésta discrepancia se agravó aún más cuando la naciente marina nacional cuestionó la legitimidad en el poder del Jefe de Gobierno de ese entonces: Juan Vicente Gómez. Ello significó la territorialización y prusianización de la marina[13] y de los asuntos marítimos en ese entonces y en cierta forma el inicio del proceso de modernización de la Fuerza Armada Nacional.

En ese proceso de modernización, lo relevante fue que la formación, en tanto que formación militar, estaba dirigida a hacer la guerra, la estrategia, la conducción era un asunto de los altos niveles de decisión, que en ese entonces tenían un monopolio los oficiales del Ejercito, con lo cual la presión en cuanto a la modernización naval provino de los niveles técnicos de ejecución. Este no significó una modernización en lo que se refiere al pensamiento  estratégico, los temas relevantes se enfocaron desde una perspectiva técnica y no política. Ello fue evidente en la Armada de los años treinta del siglo pasado y poco comprendida por los altos niveles de decisión a pesar de que nuestro país se estaba convirtiendo en un gran exportador de combustibles fósiles, es decir, un país altamente dependiente de sus líneas de comunicaciones marítimas. Esta preocupación fue más notoria a partir del año 1936, con la desaparición del Gómez.

Con lo expresado hasta ahora se puede afirmar que el proceso de evolución del pensamiento estratégico naval venezolano si se quiere provino de un proceso reflexivo que se originó en primer lugar desde los altos niveles de decisión política desde el siglo XVIII, y en segundo lugar, de las necesidades técnicas derivadas de la aparición de nuevos medios y planteadas por quienes tuvieron la responsabilidad de operar los medios disponibles. Históricamente ello parece que siempre ocurrió así, es decir, la necesidad de proteger el tráfico marítimo con América, obligó a la España Imperial a instaurar el sistema de convoyes. La necesidad de impedir desde el mar que España mantuviera sus operaciones terrestres en el Flandes o que invadiera Inglaterra obligó a los holandeses y luego a los ingleses a las ordenes de Drake y Raleigh (Chaliand, 1994:572) a evitar el abordaje de los galeones españoles y combatir a distancia para contrarrestar la superioridad técnica y táctica del adversario. Al navío de línea lo sustituyó el buque de vapor, sobre todo luego del enfrentamiento de Hampton Road, y del buque a vapor se pasó al acorazado, al portaaviones y luego al submarino con capacidad balística estratégica. Pero, aquí se está haciendo referencia a problemas de orden táctico en cuanto a técnica, procesos, procedimientos y usos de los medios en sí, no a la esencia de lo marítimo y naval.

El fin de una guerra contenida en los verbos proteger, obtener, defender, por sólo citar unos de uso común en ese entonces, era un asunto de los soberanos y ello quizás hizo que a inicios del siglo XX, la clase dirigente venezolana los tomase muy en cuenta luego de las perdidas territoriales sufridas por recientes laudos a todas luces injusto y por la amarga experiencia del bloqueo, con lo cual el proceso de reflexión en lo concerniente al pensar y hacer marítimo se inició a posteriori y en función de circunstancias específicas. Se ha llegado a afirmar que los errores de las guerras pasadas se corregían en las futuras y quizás esa reflexión es de alguna manera aplicable a lo acontecido en Venezuela. Pero, el a priori que implicaría un proceso de reflexión y previsión en función de imperativos hipotéticos provendría mucho después. Así pues, los problemas que enfrentaron los marinos venezolanos a inicios del siglo XX, en especial Antonio Piccardi y Felipe Larrazabal, así como sus sucesores[14] fueron esencialmente problemas técnicos: cómo disponer de barcos idóneos y asegurar su disponibilidad operacional, para hacer posible el cumplimiento de la misión tal como lo llegaría a expresar de forma crítica el Ministro de la Defensa Isaías Medina Angarita, en su Memoria y Cuenta en el año 1937 (Pérez, 2000:79).

En este contexto fue que se activó la misión naval italiana y se decidió el envío a Argentina a jóvenes oficiales navales para su formación y capacitación[15]. En ese entonces y a posterioridad, el pensamiento naval argentino estaba influido por la obra del Almirante francés Raoul Castex, quién merece especial atención porque su obra, a través del Instituto de Publicaciones Navales argentino, ha llegado a influir en lo que se conoce hoy día como pensamiento estratégico naval venezolano[16]. El Almirante francés, muy afectado por los problemas estratégicos que históricamente enfrentó Francia en su lucha por la supremacía europea y mundial, tuvo una posición intermedia entre el determinismo de Mahan, orientado hacia el mar y el determinismo de Mackinder orientado hacia la tierra-corazón, teniendo presente que su país formaba y forma parte de la Zona Marítima Dependiente del Comercio. Este autor francés propuso que la racionalización del pensamiento estratégico debería estar orientada al objetivo, es decir, al efecto deseado y no a la geografía en sí como una solución extrema y definitiva (Blanco, 2004:99). La importancia de lo expresado precedentemente se evidencia en que, en términos de desarrollo, Venezuela se enfrenta a problemas de carácter continental y a problemas de orden marítimo. La diferencia radica en el hecho que lo marítimo, en nuestro país se adentra a la tierra interior venezolana, y la traspasa por la red fluvial venezolana a los otros Estados continentales vecinos[17].

Con la Segunda Guerra Mundial, las preocupaciones por los problemas marítimos se hicieron más patentes. Estas preocupaciones inclinaron al país al mundo anglosajón. La relación llegó a ser tan estrecha que el país confió a expertos navales estadounidense la formación de sus cuadros profesionales y ello favoreció la entrada del pensamiento naval y la doctrina estadounidense y anglosajona. Sin embargo, la estructura del pensar y el hacer naval se mantuvo orientada a la táctica dentro del marco de otra estructura, es decir, aquella que permitió a los venezolanos ser y que fue ocultada por las vicisitudes del pasado.

Con la entrada del pensamiento naval estadounidense la Armada pasó a ser más militar, más naval que marina. ¿Qué significó esto? La respuesta es que la Armada venezolana empezó a reproducir la estructura naval estadounidense y con ello se abandonó las tareas tradicionales que ejecutó la Armada desde la colonia, como el ejercicio de la autoridad marítima[18] y las funciones de guardacostas y policía en el mar. El problema que esta realidad trajo consigo fue que si se consideraba a la Armada como un ente destinado para la guerra solamente y el mundo político no consideraba la posibilidad de una guerra, no había necesidad de mantener una estructura militar ni siquiera disuasiva si además tenía que atender graves problemas sociales y las necesidades del desarrollo. La percepción del mundo político cambiaría después, en parte, con la evolución del Derecho del Mar y la necesidad de defender intereses marítimos vitales en el Golfo de Venezuela y en las fronteras fluviales del país[19], sin embargo, esta necesidad fue producto de la ocurrencia de incidentes en el mar, es decir, de un a posteriori.

A pesar de lo afirmado, la influencia doctrinaria estadounidense permitió a la Armada crecer y desarrollarse, en parte, a la zaga de las necesidades marítimas del país en los años cincuenta. La razón se debió a que a pesar de la alta dependencia de las líneas de comunicaciones marítimas, dentro de la estrategia del denominado Nuevo Ideal Nacional propugnada por el presidente de ese entonces el General Marcos Pérez Jiménez, la orientación del país apuntaba a una estrategia de carácter continental donde el ejercito, que controlaba el Estado Mayor General de la Fuerza Armada Nacional, determinaba las necesidades y usos de los medios navales[20]. Los representantes más emblemáticos en la adaptación del pensamiento naval estadounidense, en especial en pensamiento de Alfred T. Mahan, fueron los Almirantes R. Pérez Luciani, C. Luengo Romero, G. Sosa Larrazabal y E. Daniels Hernández y el Capitán de Navío Armando De Pedraza. El Capitán de Navío De Pedraza, merece especial atención debido a que intentó sintetizar, a partir de Clausewitz, el pensamiento naval francés con el estadounidense, en un esfuerzo por producir un pensamiento naval autóctono. La razón de este esfuerzo, y muchos otros realizados por otros oficiales, estaba relacionada con la alta dependencia de las comunicaciones marítimas de un país que se encuentra en el mundo en desarrollo, con un basto territorio continental y en una zona marítima que vive del comercio.

Pero la conexión del pensamiento naval con las necesidades estratégicas del país no se produjo a pesar del alineamiento del país con EE.UU. y occidente[21] y a pesar del impacto que tuvo en el país la evolución del Derecho del Mar. Las razones fueron la inestabilidad política que vivió el país en la década de los años sesenta y noventa del siglo pasado y la desconfianza subyacente que la clase política dirigente desarrolló hacia el mundo militar. Estas circunstancias permitieron que en la Armada se comenzase a retomar tareas de naturaleza histórica y ello se materializó con la creación del Comando de Guardacostas y los Comandos Fluviales y Ribereños, impulsados estos también por el auge de la guerra interna que vivía y vive Colombia. Estas discrepancias tuvieron dos efectos agravados por el fin de la Guerra Fría:

·         En primer lugar se produjo un estancamiento en el mundo militar y naval agravado por la desconfianza que despertó EE.UU., como consecuencia de la Guerra por las Malvinas y el intento de imponer de un nuevo orden que circunscribía a las Fuerzas Armadas Nacionales a la realización de tareas de mantenimiento de un orden interno (esencialmente policiales) que estuviese integrada en la estructura internacional que está en proceso de establecerse.

·         En segundo lugar, la crisis presupuestaria que afectó al país en la década de los años ochenta y noventa del siglo pasado, afectó la disponibilidad operacional de los medios navales (de por si limitados) volcando a la Armada a los puertos, las costas y las riberas, en un contexto signado por la visión de la clase dirigente de que no habían amenazas externas y que los problemas internos podrían ser resueltos desde adentro desechando todos aquellos relacionados con el acontecer internacional.

Esta realidad afectó la cohesión institucional e hizo que sus miembros enfocaran sus esfuerzos en tratar de mantener operando los medios disponibles, orientándose la organización naval a la solución de los mismos problemas que enfrentaron los marinos venezolanos a finales del siglo XIX e  inicios del siglo XX, así como en la década de los años sesenta y setenta del siglo pasado por una carencia importante: la base industrial y de infraestructura necesaria para facilitar el uso de los espacios acuáticos en general.

Los problemas de cohesión se observaron desde la estructura de la Armada a nivel horizontal y vertical: hubo un divorcio entre los mandos superiores y subalternos y entre los mismos mandos superiores que afectó la orientación de la organización en las crisis que ha vivido el país en los últimos años[22]. Esta fragmentación se evidenció en los intentos de Golpe de Estado del año 1992 y 2002. El denominador en todos estos eventos pareció ser la falta de una visión compartida del país y de la organización militar y el síntoma de esta situación ha sido la perdida de la iniciativa en la solución de problemas relacionados con el cumplimiento de la misión militar.

En relación con la visión compartida, desde la Armada se hizo un notable esfuerzo desde la década de los años ochenta en desarrollar una Concepción Estratégica Naval que generara en la organización una unidad de esfuerzo. Esto equivalió a decir que un instrumento estaba intentando determinar el pensar y el hacer del Estado a nivel estratégico y es importante destacar que en el año 1998[23] el CA Quintero Torres, como Secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, logró que el Presidente de la República de ese entonces aprobara una Concepción Estratégica Nacional que en lo formal tuvo poca vida por los cambios políticos que se iniciarían a partir de ese año, pero que ha servido, como antecedente para orientar esfuerzos a posteriori. El problema de este esfuerzo de unificación fue que el país ya estaba dividido y por consiguiente, era difícil construir una visión compartida.

Pero, en las Concepciones Estratégicas Navales se puede evidenciar la discrepancia en la conducción del país que tenía la clase dirigente con las necesidades nacionales desde una perspectiva naval. Estos documentos por supuesto tuvieron un proceso de perfeccionamiento, pero decían algo que todavía es evidente: Venezuela es un país con una alta dependencia de sus espacios acuáticos y ello ameritaba crear las condiciones para hacer el país autosostenible por lo menos desde la perspectiva marítima.

Esta discrepancia se hizo más notoria en el denominado Plan Estratégico de la Armada 2000-2010. Este fue el primer documento estratégico que orientó de una manera más detallada a la organización, pero a pesar de su precisión, la visión del mundo y del país era de una paz entendida a partir de la aceptación del nuevo orden que estaba intentando imponer EE.UU., a pesar de que se avecinaban turbulencias mundiales y cambios políticos drásticos en el país. El objeto de los pensadores de la Armada, en ese entonces, fue consolidarse institucionalmente. El problema de la consolidación, en tanto que plan, fue dar las respuestas institucionales adecuadas a los retos por venir.

Quizás el momento en que hubo sincronía entre el pensamiento naval venezolano y la realidad del país se produjo con la crisis de la Corbeta Caldas en el año 1987 y ello motivó también una revisión de las fallas que se presentaron en ese evento en relación con la doctrina. Este proceso de revisión facilitó la indigenización del pensar y del hacer en función de las necesidades del país.

Pero, la doctrina y el pensamiento estaban determinados todavía, como ya se afirmó, por el pensamiento estadounidense. El problema fue que a partir del año 1989, con los cambios políticos que se estaban presentando a nivel mundial y nacional se evidenció desde los centros de formación y capacitación naval venezolano que había un agotamiento en cuanto a los modelos de pensar y hacer existentes. Ese año fue emblemático, se produjo el Caracazo y se desmoronó la denominada Cortina de Hierro en Europa Oriental poniendo fin a la Guerra Fría. El agotamiento mostró que no se produjo una evolución en cuanto al pensamiento naval se refiere y se evidenció en la incapacidad que se comenzó a hacer patente en los institutos de formación navales de dar respuesta a las inquietudes profesionales de los jóvenes oficiales en relación con el cumplimiento de la misión de la Armada. Esta tensión se incrementó cuando los profesionales de la institución comenzaron a buscar en el sistema educativo nacional vías alternas de mejoramiento profesional y de la institución. Pero, ello no logró cerrar la brecha que significaba la discrepancia entre el pensamiento naval y las necesidades políticas de la clase dirigente del país.

Por tal motivo, entre los años 96-99 del siglo pasado se trató de romper la inercia institucional cuando desde el Estado Mayor General de la Armada y los mismos centro de formación trataron de cambiar el paradigma existente haciendo del pensamiento estratégico naval, un pensamiento más sintético, es decir, histórico-racional[24] que considerase experiencias de países con problemas afines para perfeccionar lo que se había logrado hasta esa fecha. La evidencia de lo afirmado fue la Declaración del Mar de Venezuela en el año 1998. Sin embargo, los cambios políticos que se producirían a partir de ese año harían que la discrepancia del pensamiento naval en relación con la clase dirigente fuera mayor, agravado por el hecho que, como ya se afirmó muchos oficiales navales tuvieron una visión de país que se plasmó en el Plan Estratégico 2000-2010, que no se correspondía con las necesidades del nuevo gobierno, ni con la visión estratégica que había comenzado a cristalizar a finales del siglo XX. De igual forma se presentaron discrepancias entre las nuevas ideas políticas y el pensamiento naval existente, pero, estas fueron en parte subsanadas hasta el año 2004 con el trabajo realizado por el CA C. Giacopini[25] en la elaboración del Concepto Estratégico Militar, y posteriormente con la elaboración de la Concepción Estratégica Naval del año 2005[26]. La razón fue que con el mandato del Presidente de la República de revisar la doctrina militar existente y crear un nuevo pensamiento militar venezolano[27] realizada a finales del año 2004, se produjeron dos visiones estratégicas relacionadas con la defensa: una dirigida directamente a hacer la guerra de resistencia y otra relacionada con la necesidad de que el país estuviera en condiciones de defenderse en todas las fases de una escalada de conflicto, que implica el crear las condiciones materiales para hacer que ésta defensa fuese creíble y viable.

Desde la perspectiva naval, el desarrollo del pensamiento estratégico en los años 2005 y 2006 tuvo tres ejes que han estado confluyendo sintéticamente y han permeado toda la estructura organizacional a partir de la realización de la Fundamentación Histórica del Nuevo Pensamiento Militar Venezolano: una que fue conducida desde el punto de vista institucional y llevada a cabo por la Escuela Superior de Guerra Naval y el Comandante de la Escuadra VA Z. Quintana, otra a partir de las experimentaciones llevadas a cabo por el VA A. Monagas como Comandante de la Guarnición Militar de Carúpano y la última a partir de la reflexión hermenéutica de los procesos que han moldeado a la Armada desde el punto de vista histórico teniendo presente el incremento de la conflictividad en el ámbito internacional sobre todo luego de los atentados del 11SEP2002 acaecidos en EE.UU.

La reflexión hermenéutica tendió a interpretar las formas del pensar y el hacer de acuerdo con la experiencia militar naval propia desde el punto de vista histórico y desde que se pudo hablar de doctrina de manera consolidada y extendida. Este trabajo permitió que se pudieran establecer principios de acción de forma racionalizada con miras al establecimiento de una conducta uniforme en el orden táctico y estratégico operacional[28]. El problema hermenéutico en ese caso fue el establecer cómo se ha producido la adquisición de conocimientos a partir del hacer y de la reflexión sobre problemas específicos presentados a lo largo de nuestra historia militar y naval. Fue determinar la repetición, lo común, en las formas del hacer en operaciones navales y militares. Al respecto se puede hacer mención a la experiencia y al aprendizaje teórico.

La adquisición de conocimientos mediante la experiencia propia, en el pasado reciente, se produjo y se consolidó mediante la operación desde la perspectiva de las unidades independientes y específicas, y posteriormente mediante la realización de operaciones específicas, conjuntas y combinadas que se desarrollaron en crisis internacionales. Estas operaciones abarcaron el patrullaje y la búsqueda y salvamento durante la Segunda Guerra Mundial, hasta el manejo de crisis como aconteció en la “crisis de los misiles en Cuba”, la “Invasión de Grenada”, la crisis política en Trinidad y Tobago de 1990 y la serie de incidentes que han ocurrido en el Golfo de Venezuela y en la frontera fluvial con Colombia. Con respecto al entrenamiento, la Armada ha hecho un gran esfuerzo para profesionalizar y capacitar sus cuadros y gracias a la relación con Armadas de otros países se ha podido integrar el amalgamiento del cómo, en tanto que epísteme, en la construcción de una identidad. En este sentido, la relación internacional de carácter operacional que ha mantenido la Armada y ha facilitado el intercambio de conocimientos y experiencia ha sido con: Brasil, Colombia, Estados Unidos, Francia, el Reino de los Piases Bajos, República Dominicana, Trinidad y Tobago, el Reino Unido y en fecha reciente con Uruguay[29].

La mención de la expresión de relaciones internacionales de carácter operacional indica además, del intercambio de conocimientos y experiencias en el ámbito militar, la realización de una serie de actividades que se han convertido en prácticas racionalizadas enmarcadas en lo que se conoce como diplomacia naval benigna y ha contribuido a acercar a Venezuela con países como Grenada, Dominica, Cuba, Haití, Jamaica, Nicaragua y El Salvador[30]. Estas acciones evidencian la evolución del pensamiento estratégico naval desde la perspectiva del hacer.

La adquisición de conocimientos strictu sensu relacionada con el aprendizaje teórico se ha producido en los procesos de intercambio que Venezuela ha mantenido históricamente con las Armadas de Argentina, Brasil, Perú e Italia. 

Desde el ámbito de la doctrina, la expresión “consolidada y extendida”, se refiere al gran esfuerzo en la indigenización y creación de normas, procesos y procedimientos que realizó la Armada en la década de los años ochenta del siglo pasado. Ello indica dos (02) cosas: en primer lugar, las formas del pensar y del hacer en cuanto a la generación de una conducta estratégico-operacional y táctica ha estado presente en la Armada. En segundo lugar, la necesidad de mantener una creíble capacidad operacional conjunta y combinada ha planteado la necesidad de asegurar un cierto grado de interoperabilidad y por tal motivo, la cooperación internacional se ha entendido como un medio para el perfeccionamiento de la estructura doctrinaria[31].

Todo lo mencionado precedentemente, permite afirmar que cuando el Presidente de la República giró instrucciones para la reforma del pensamiento militar, con la finalidad de producir algo autóctono en el año 2004, ya la Armada tenía casi dos (02) décadas de ventaja en relación con el resto de la Fuerza Armada Nacional. El problema que se ha presentado desde entonces ha sido la sincronización de la estructura creada con las necesidades marítimas del país y con las necesidades marítimas percibidas por la clase dirigente desde que comenzó a evolucionar el derecho del mar y desde que se incrementó la dependencia del país de los espacios marítimos o acuáticos.

Desde otra perspectiva, se puede afirmar que ha cambiado el qué, el por qué y el para quién, en función de los cambios de la situación estratégica internacional y de la orientación política del país, y se ha ajustado el cómo para establecerlos. De igual forma, se ha ajustado el hacer en función de la determinación de unas constantes históricas, es decir, cómo ha sido el ser naval desde su historicidad, y se ha ajustado el cómo del hacer para evitar los efectos de la aplicación de prácticas universalizadas que pudieran en un momento determinado afectar el cumplimiento de la misión. La manifestación más concreta de lo afirmado se evidencia en la adopción de nuevos conceptos para la estrategia, la táctica y la doctrina. El principio de acción de la Armada hoy día es el de generar situaciones que obliguen al establecimiento de nuevos marcos de racionalidad desde el punto de vista de la estrategia y de la táctica, y bajo la premisa de entender la doctrina de la forma más flexible posible para facilitar la adopción de nuevos conocimientos (Blanco, 2006:15). El pretender ir más allá del marco de estandarización que en sí ha conllevado la universalización de las normas, procesos y procedimientos, significa el asegurar que la doctrina se constituya en un medio propio y no el medio de un medio al servicio de otros intereses.

Por otra parte, si se analiza la evolución de las concepciones estratégicas navales se puede constatar la evolución del pensamiento naval venezolano, es decir, desde un marcado acento mahaniano o estadounidense a un pensamiento sintético, en principio occidental y posteriormente universal entendido éste no como occidental globalizado, sino como universal radical por considerar otras fuentes de pensamiento no occidentales además de la propia  experiencia histórica. La evidencia concreta de lo afirmado se constata en el papel que jugó la Armada en la fase inicial de elaboración del Plan Estratégico Libertador “Simón Bolívar”[32] que dio las bases conceptuales para la orientación que ha tomado la Fuerza Armada Nacional hasta la próxima década.

El carácter sintético del actual pensamiento naval venezolano se debe a que éste es producto de la consideración de la experiencia militar venezolana a lo largo de la historia, la asunción de la racionalidad, es decir, de la modernidad de occidente en todo aquello que se ha ajustado a nuestras necesidades estratégicas desde una perspectiva realista y doctrinaria, (que considera el espacio geográfico como una totalidad) y es producto de una reflexión filosófica teniendo presente aspectos ontológicos y epistémicos relativos al rol de la Armada como un instrumento del Estado cuyas actividades están enmarcadas dentro de todo el espacio geográfico nacional[33] y en aquellos espacios que son o pudieran ser patrimonio común de la humanidad. El aspecto más importante a destacar en este proceso de reflexión del pensamiento naval venezolano es que Coutau-Bègarie expresó que el pensamiento estratégico naval a nivel mundial había entrado en una fase de declive a finales de los años ochenta del siglo pasado (1999:521) quizás con el fin de la guerra fría. Pero, en una realidad caracterizada por la presencia de un poder naval hegemónico dentro de una alianza marítima enmarcada en una unidad de pensamiento, ésta determina que la reflexión estratégica en el ámbito naval deba estar orientada a establecer cómo cumplir con la misión en condiciones adversas de la manera más efectiva posible.

3.-     EL PENSAMIENTO NAVAL VENEZOLANO: PROBLEMAS FUTUROS.

Hay que tener presente que una Armada se construye por lo mínimo en una generación partiendo de la existencia de una base material capaz de producir y reproducir los medios de vida para el uso de los espacios marítimos y/o acuáticos[34]. En este contexto, el problema que se ha planteado en fecha reciente y que tendrá un impacto futuro en el sentido que pudiera representar que las cosas permanezcan igual en todo lo que concierne a los espacios acuáticos y que evidencia las discrepancias existentes entre el mundo estratégico naval y el mundo estratégico militar y político se constata con la promulgación del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2008-2013[35] y la débil unidad de criterio que existe en el programa de crecimiento y desarrollo en el mundo marítimo en relación con el programa de crecimiento y desarrollo de la Armada y de ésta (la Armada) en relación con las necesidades de defensa y desarrollo derivada de los planes de desarrollo de la industria petrolera. El otro problema está relacionado con el proceso de reorganización de la Fuerza Armada Nacional que se lleva a cabo a nivel legislativo y estructural.

En relación con el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2008-2013 se tiene que a pesar de que se utiliza la producción y exportación de combustibles fósiles como medio para alcanzar los ambiciosos objetivos que tiene previsto, parece que este plan no toma en cuenta la importancia que hoy día tienen los espacios acuáticos para el Estado venezolano en función de hacer viable el plan en sí. La explicación de esta anomalía puede deberse a la visión continental que contiene la implantación de un modelo de desarrollo de carácter socialista sin considerar al espacio geográfico nacional como una totalidad. Ciertamente menciona aspectos relacionados con el mundo marítimo como el desarrollo portuario y los planes de la industria petrolera relativos a los desarrollos costa afuera, pero, al parecer otros planes que se están ejecutando como los relacionados con la adquisición de buques tanqueros y los proyectos de desarrollo de la industria naval (por citar sólo dos ejemplos) que podrían dar viabilidad a los planes de la industria petrolera parecieran no están articulados con el plan nacional.

Desde el punto de vista del desarrollo del mundo marítimo y naval, es decir, de la capacidad de autoorganizarse hacia el mar o hacia los espacios acuáticos son más patentes estos problemas del pensar y el hacer relacionados con una parte del espacio geográfico nacional. Si la organización es un acto para la consecución de un fin, se está observando la realización de varios actos que en principio parecieran tener un mismo propósito, pero hechos bajo una unidad de intención, no una unidad de criterio y sin un fundamento sólido: una base industrial con capacidad para lo acuático que pueda satisfacer las necesidades de los venezolanos en todo el espacio geográfico nacional. Teniendo presente que el propósito gubernamental apunta a generar un cambio de la estructura económica del país disponiendo para ello de un sólo medio, se plantea la necesidad de mantener y desarrollar la plataforma para que ese medio funcione y se mantenga funcionando mientras se produce el cambio. Esta es una de las debilidades que ha presentado dicho plan y se están tratando de corregir.

Si bien es cierto que en el Ministerio del Poder Popular para la Planificación y el Desarrollo se están haciendo esfuerzos para corregir esta deficiencia con el apoyo del Ministerio del Poder Popular para el Interior y Justicia, la Armada y el Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos e Insulares, las correcciones están dirigidas a la deducción de tareas a partir de lo ya promulgado, es decir, mantener la visión continental haciendo las alteraciones convenientes para dar viabilidad al plan ya promulgado, lo cual pudiera parecer razonable si no estuviese planteado potenciales escenarios de conflictos, como los que se han planteado en el país desde el Golpe de Estado de Abril y el Paro Petrolero del año 2002 y la intensificación del Plan Colombia que generó una crisis política que involucró a Colombia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela en fecha reciente. El escenario de conflicto es marítimo, en una primera instancia, no es terrestre.

A lo largo de este trabajo se ha tratado de demostrar las discrepancias existentes entre el mundo marítimo y el mundo político a pesar de la alta dependencia de las líneas de comunicaciones marítimas que tiene el país. Hasta el año 1998 esta discrepancia no fue aparente debido al alineamiento de la clase política nacional con los intereses extranjeros de occidente, con lo cual la seguridad de esas líneas de comunicación estaba subordinada a las necesidades estratégicas del principal importador de materias primas venezolanas, es decir, EE.UU. El problema que se presenta es que con el cambio del modelo político de desarrollo venezolano y la alta conflictividad global hecha manifiesta a partir del colapso soviético y el advenimiento de un mundo unipolar liderado por EE.UU., se plantea la necesidad de producir cambios que apunten a la armonización de las políticas nacionales y hacer que éstas abarquen todo el espacio geográfico nacional. En este sentido la promulgación de la Ley Orgánica de los Espacios Acuáticos e Insulares constituyó una importante iniciativa del Estado en función de la solución de estos problemas y la propuesta de Reforma Constitucional realizada por el Presidente de la República muestra la preocupación que se ha tenido por los espacios acuáticos e insulares. Falta que esta preocupación y que las acciones que se han llevado a cabo hasta el presente permeen toda la estructura y superestructura de la sociedad venezolana.

Esta situación problemática explica el carácter de la Concepción Estratégica Naval 2008 promulgada recientemente por la Armada. Su propósito es participar en la Construcción de lo Social para a partir de éste proceso generar las condiciones para hacer la defensa naval viable. Pero, esta iniciativa naval se topa con la necesidad de disponer de la libertad de maniobra conveniente para cumplir con una misión establecida en la Constitución Nacional. La razón de esta necesidad radica en la visión de cómo la Fuerza Armada Nacional debe cumplir con su misión en circunstancias normales y/o excepcionales y dentro de éste contexto cómo deberían actuar cada componente. Este interrogante se plantea debido a que tradicionalmente la institución militar ha funcionado estructuralmente por intermedio de una burocracia jerarquizada y la unificación producida en la constitución del año 1999 no ha definido ni ha desarrollado en la práctica el concepto de unificación y de cómo se va a cumplir la misión a partir de este concepto. La explicación se debe a que una estructura centralizada es sumamente lenta para dar respuesta al contingente mundo de hoy[36]. Ahora esta contingencia y la necesidad de dar respuesta rápida subyacente ocurren en circunstancias no excepcionales caracterizadas por la presencia de un nivel de conflictividad más o menos controlado (Hardt y Negri, 2000:35). A esta circunstancia se le ha denominado comúnmente paz y ello ha planteado la necesidad de redefinir éste concepto (Blanco, 2007:245). En circunstancias excepcionales y en especial en conflicto el problema que se presenta es que la guerra ha estado cambiando su naturaleza por lo que una estructura jerárquica centralizada no garantiza la eficacia operacional y ya hay una experiencia acumulada en el pasado reciente. Ello explica los cambios en los conceptos de estrategia, táctica y doctrina. De igual manera, una estructura de esa naturaleza implicaría la necesidad de disponer de un sistema de comando y control acorde con esas necesidades en un contexto determinado por una asimetría de medios y de pensamiento.

Esta realidad ha planteado la necesidad de actuar de manera diferente en un contexto determinado por la asimetría de medios y la respuesta ha sido en generar asimetría bajo una forma de combate descentralizado, en redes polimórficas que aseguren la eficacia militar en escenarios hostiles (Hardt y Negri, 2004:82), sin embargo, el pasar de una circunstancia normal a una excepcional implicaría una escalada y en este contexto, de igual forma se requeriría de sistemas descentralizados de respuesta rápida hasta que se instituya la estructura de manejo de crisis en circunstancias excepcionales (que pueden ser éstas declaradas o no declaradas). Si se considera la paz como un estado de conflicto controlado (indiferentemente de su escala), habría que generar las condiciones para hacer la defensa viable, en ese estado, y en este contexto es que se planteó la deficiencia de los planes nacionales. Si la Armada debe operar bajo un comando centralizado, no va a ser capaz de dar respuestas en términos de desarrollo y de policía en tiempos normales. En circunstancias excepciones[37], el problema del comando y control se presentará de forma más compleja si se tiene presente el cambio de la naturaleza de la guerra.

La guerra en los espacios acuáticos (igual se aplica al espacio aéreo y ultraterrestre) de por si es de naturaleza compleja y ello es debido a la característica de los medios empleados para operar en un espacio donde el hombre no puede estar por si sólo. Hardt y Negri han afirmado que las guerras que se han desencadenado hoy en día contra las drogas o contra el terrorismo lo que han hecho ha sido el de declarar un estado de guerra permanente contra un concepto y contra un enemigo abstracto, en unas circunstancias donde no hay límites espaciales, con la finalidad de consolidar un nuevo orden basado en estructuras de poder en redes (2004:35 y 55). Este hecho permite afirmar una cosa: que los espacios marítimos a pesar de la artificialidad que implica el estar ahí se han convertido en espacios de estar concretos para quien pueda hacer presencia y tener permanencia, pero desde el punto de vista legal, el mar a pesar de que lo define es el uso, el modo de hacer y de estar siguen siendo artificiales, abstracto y ello implica que la adecuación a ese nivel de abstracción implica el actuar más acá o más allá de esa racionalidad subyacente. Más acá significaría el actuar dentro del plano de la intuición y el más allá significaría el partir de la intuición para generar nuevos marcos de racionalidad (Blanco, 2006:25). En ambos casos, no se podría hablar de comando y control, o control centralizado o descentralizado debido a que un desenvolvimiento dentro de un contexto abstracto para combatir contra un enemigo abstracto como lo es un enemigo producido por una ideología implicaría la necesidad de otorgar una libertad de maniobra lo suficientemente amplia para alcanzar un objetivo establecido.

De igual forma, si se tiene presente que para los venezolanos los espacios marítimos siguen siendo abstractos por la limitada capacidad de permanencia, se plantean dos situaciones, ambas perjudiciales que podrían afectar negativamente el hacer del país mediante la Armada en términos de cumplimiento de la misión:

·         Si se reconoce el carácter abstracto de los espacios marítimos en términos de permanencia, colocar los medios bajo un comando único, limitaría la capacidad de cumplir eficazmente cualquier misión tal como aconteció con las fuerzas militares iraníes con motivo de la operación  Praying Mantis”, es decir, las acciones retaliativas que emprendió la Armada estadounidense cuando uno de sus buques fue averiado por una mina marina sembrada por el país persa.
·         Desde el punto de vista abstracto en sí, es decir, desde la superestructura, el Presidente de la República ha mostrado preocupación e interés por los espacios acuáticos[38] debido a que el proceso de cambios políticos venezolano orbita en torno a la más importante actividad de producción y reproducción de la vida material[39] como lo es la explotación y exportación de combustibles fósiles. El problema que se presenta es que si se priorizan otras actividades y si se presupone una presunta incapacidad de la Armada para cumplir su misión en circunstancias normales y excepcionales, se podría prescindir informalmente de ella y dedicar todos los esfuerzos del país a la solución de otros problemas, con las graves consecuencias que ello implica.

Cualquiera de las dos situaciones colocaría a la Armada y al país en la situación posterior al ataque anglo-alemán de diciembre del año 1902 lo cual representaría el comenzar de nuevo en un contexto de mayor dependencia de los espacios marítimos. Comenzar de nuevo significaría esperar que otra generación pueda dar respuestas eficaces en el ámbito marítimo.

Otro aspecto que es importante destacar es que la descentralización militar se ha estado produciendo en otro sentido con la institucionalización del Comando de la Reserva Nacional y Movilización Nacional, con lo cual se evidencia que hay una tendencia a la centralización de medios en el ámbito militar, pero dentro de un contexto de descentralización al más alto nivel de decisión del Estado indiferentemente de las razones que hayan llevado a ello. El efecto de este proceso va en doble sentido: por una parte, el presupuesto de defensa, como totalidad, tiene que ser dividido, por la otra, la movilización nacional que implica la orientación de todos los recursos del Estado para atender una situación excepcional también va a tener que ser dividido entre la preparación para la contingencia y para atacar la contingencia, que a su vez va ser ejecutado por otro ente que no depende del Ministerio de la Defensa como lo es el Comando Unificado. La división en sí no representa ningún problema, pero la falta de sincronización entre los planes nacionales y sectoriales y el hecho de que sean tres entes involucrados para actuar en una circunstancia excepcional pudieran generar problemas de orden administrativo y operativo, más aún cuando en esta sincronización participan también otros entes de orden logístico que determinarán la viablidad de las operaciones y de la defensa en sí.

En todo caso, la reflexión estratégica es la que ha permitido a los miembros de la Armada participar activamente en los procesos de cambios políticos que han vivido los venezolanos en los últimos años y ésta es la que le permitirá estar y participar en los años venideros. De igual forma, la crítica es la que ha permitido y permitirá hacer los cambios de rumbos pertinentes para llegar a puerto seguro, y ese trabajo le corresponde ahora a las generaciones venideras.

4.-     CONCLUSIONES.

En función de lo expresado precedentemente, se puede afirmar que el pensamiento estratégico naval venezolano se originó de unas necesidades derivadas del interés español de conservar unos dominios que en un momento de su historia estuvieron expuestos en el mar por la debilidad de su poder naval y en el continente americano por existir espacios no explorados y por consiguiente no ocupados y expuesto a la ocupación por otras entidades colonialistas. De igual forma, estas necesidades de la monarquía española se produjeron en un contexto de creciente cristalización de una división internacional del trabajo que ubicó a Venezuela dentro de una región geoestratégica marítima dependiente del comercio como proveedor de materias primas. De la dinámica de situaciones que se presentaron a lo largo del siglo XVIII determinadas por los procesos de intercambio y la necesidad de las potencias europeas de procurarse materias primas y mercados para sus productos, se comenzó a consolidar una venezolanidad en función de su capacidad para autodefenderse. En ello no sólo contribuyó la Armada española, también la organización de milicias en el mar y en tierra perfeccionadas no sólo para la defensa, sino para garantizar la seguridad de los habitantes de Tierra Firme. En este sentido se destacaron también los Guardacostas de Caracas y Cumaná, y la Compañía Guipuzcoana. Desde esta perspectiva, la independencia de Venezuela se produjo, en parte, por la incapacidad marítima de España de mantener sus posesiones en ultramar. Por la otra fue consecuencia de un proceso histórico.

El problema fue que las colonias recién liberadas, y en especial Venezuela, no sustituyeron la actividad marítima, ni el debilitado poder naval español, y dentro de la estructura determinada por la división internacional del trabajo, Venezuela como proveedor de materias primas, quedó tutelada en el mar y esto se hizo una amenaza patente, de manera formal, a partir de diciembre del año 1902. Desde ese momento se inició por diversas vías un proceso de reflexión en cuanto al ser y el hacer en el mar y en general en los espacios acuáticos. Esta reflexión estuvo determinada por la orientación política que tuvo la clase dirigente del país hasta el año 1998 y se incrementó cuando la orientación del país ha apuntado a salirse de la esfera de influencia de la región geoestratégica marítima dependiente del comercio por el impacto marítimo que tendría este cambio en un país que tiene una alta dependencia del mar para su subsistencia. La alta dependencia del mar que tiene Venezuela la obliga a realizar un gran esfuerzo para autoorganizarse hacia los espacios acuáticos para poder generar capacidades para el uso y la defensa a partir del mismo y el esfuerzo realizado no se corresponde aún con las necesidades. Esta es la reflexión y la crítica hoy en día.

Para finalizar, como se ha intentado destacar, muchas personas han contribuido a la conformación de un pensamiento naval venezolano en la historia reciente y muchas de ellas han confluido en un momento crítico para la historia del país y para la construcción de esa historia, pero como también se ha intentado evidenciar es que éste ha sido el inicio de la crítica y la reflexión estratégica en la Armada y se espera que en el país.

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THIÈBAULT, Barón de. (1815/2005). Manual de los Ayudantes Generales y Adjuntos empleados en los Estados mayores Divisionarios de los Exercitos. Caracas. CGA. Editorial Tecnocolor. 125 p)

VEIGA, F. (2007). El Turco. Diez Siglos a las Puertas de Europa. Madrid Editorial Random Hause Mondadori. 667 p.




[1] Se está entendiendo como ontológico en el presente trabajo el ser venezolano desde su historicidad y su relación con el mundo marítimo y lo óntico como el ser de la estrategia naval en Venezuela a partir de la cosa en sí, es decir, la estrategia entendida como una voluntad de hacer para la satisfacción de una necesidad.
[2] Ver BRACHO, J. (2005) El Derecho Internacional Marítimo en el Mar de Venezuela (1700-1783). Caracas. Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos. Capitulo VI
[3] Para este asalto, Mehmed II, Fatih (conquistador), emperador de los turcos  logró que se pasaran al Cuerno de Oro alrededor de sesenta galeras y  “El 24ABR se inició el extraño desfile que aterrorizó a Constantinopla. Para aumentar el impacto… se ordenó a los remeros de los barcos que permanecieran en sus puestos mientras eran remolcados accionando los remos en el aire… como si estuvieran navegando. Además los navíos llevaban las velas desplegadas, con las banderas al viento y las bandas militares hacían sonar tambores, pífanos y trompetas” (Veiga, 2007:147).
[4] Al respecto son relevantes las operaciones realizadas por incursotes italianos en Alejandría en el año 1941 y las realizadas por paracaidistas alemanes en el año 1943.
[5] Al respecto ver BRACHO, J. (2005). La Defensa Marítima en la Capitanía General de Venezuela (1783-1813) y El Derecho Internacional Marítimo en el Mar de Venezuela (1700-1783). Caracas. Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos.
[6] En las obras del Barón de Jominí y General Clausewitz aparecerá estos conceptos a partir de los años treinta del siglo XIX.
[7] Aquí es conveniente destacar también, el conocimiento que tuvo El Libertador, en el lecho de su muerte sobre el tratado de táctica que hizo el Conde de Montecuccoli “Memorie della guerra e istruzione d ´un generale” (Venecia 1703), con lo cual, la presunción a que se hizo mención tiene un mayor fundamento.
[8] Para que se tenga una idea de lo que se está afirmando, el Almirante Padilla, quien fue contramaestre del navío de línea español Santísima Trinidad, forzó la barra de Maracaibo, exponiendo uno de sus buques frente a sus adversario en el castillo de San Carlos, logrando sorprender a los defensores, sin embargo, unas cuantas décadas atrás, otro marino español, específicamente Blas de Leso realizó una maniobra similar en el norte de África, pero incendiando su nave insignia, logrando forzar el bloqueo y liberar una plaza hispánica.
[9] Ver también Chaliand (1994:09-14)
[10] Aquí hay que tener presente que las acciones más emblemáticas de quienes aspiraron al poder en Venezuela en parte se produjeron en el mar como aconteció con el bloqueo de Puerto cabello en el año 1836, el bloqueo de Maracaibo y San Carlos en el año 1848-49, la Guerra Federal y las acciones del Bang Righ y el Falke, a pesar de que éstas  no lograron el propósito que se habían establecido
[11] En estas operaciones se destacaron Brión, Beluche, Joly, D´Chitty y otros. Con las excepciones de Lino de Clemente, veterano de la batalla del cabo San Vicente y José P. Padilla, veterano de Trafalgar, la mayoría de marinos españoles no siguieron la causa patriota.
[12] Ello explica no sólo la efectividad de la diplomacia de cañoneras de que fue objeto el país a partir de las acciones del Almirante Fleeming en el contexto de la separación de Venezuela de la Gran Colombia en el año 1830 hasta las acciones de bloqueo llevada a cabo por el Reino Unido, Alemania e Italia en el año 1902-1903, sino que en ese periodo, los medios disponibles sólo reprodujeron las acciones que se llevaron a cabo durante la independencia dentro del contexto de las luchas civiles.
[13] El proceso de modernización del ejército nacional se inició con el apoyo de una extensión de una misión chilena que fue conducida por el Coronel Mc Gill. En este proceso fueron incluidos los cadetes de la recientemente reorganizada escuela de formación de oficiales de la marina. Este proceso no fue ni malo ni bueno per se, significó que se consideró un problema desde otra perspectiva. Si se tienen a los espacios marítimos actuales y los espacios continentales desde siempre, nos encontramos con el problema que las necesidades de ocupación que se tiene en el territorio continental se tienen también en el mar mediante el uso y eso de por sí trae el problema de determinar hacia donde se va a orientar el esfuerzo si se está en un contexto donde los recursos son escasos.
[14] Aquí habría de mencionarse a W. Larrazabal, J. Montero, C. Sosa Ríos y A. López Conde.
[15] El aporte de este país se ha extendido hasta el presente de múltiples manera. También se puede mencionar el apoyo que ha facilitado Brasil, Chile y Perú para la capacitación de profesionales navales venezolanos en diferentes ramas del quehacer marítimo.
[16] De igual manera, es de destacar el apoyo que ha tenido la Armada venezolana, de manera informal, del Instituto de Publicaciones Navales Argentino.
[17] Si se tiene presente la cartografía francesa del siglo XVIII, esta tendía a considerar las guayanas (o el escudo guayanés) como una isla. En sí ello pareciera no indicar nada. Pero si se tiene presente la interconexión fluvial Orinoco-Amazonas, esta visión pasa a tener sentido y se presta a otras interpretaciones. Para los brasileños en general Venezuela es un país caribeño. Sin embargo, en discusión mantenida con la profesora T. de Castro a partir de la visión francesa, Venezuela es un país Atlántico, no sólo desde la perspectiva meridional, sino orientado hacia el sur.
[18] En este sentido, el trabajo del CN C. Sánchez Caparros ha sido influyente en orientar a la Armada a sus raíces en todo lo concerniente a la actividad relacionada con al aplicación de la ley en el mar partiendo del pasado hispánico.
[19] En este sentido es conveniente mencionar el trabajo realizado por el CA Velasco Collazo al frente de la Dirección de Fronteras del Ministerio de Relaciones Exteriores.
[20] Al respecto es importante destacar que el Gral. Müller Rojas expresó que Venezuela, al igual que todos los países de América del Sur se comportaba como una talasocrasia por los problemas de comunicación existentes en el continente, aunque sus estructuras de gobierno tendían a ser epirocráticas.
[21] Una de las evidencias de éste alineamiento de Venezuela con EE.UU., parece constituir de acuerdo con la percepción del Presidente de Venezuela fue la adquisición de transporte anfibios a inicios de la década de los años ochenta del siglo pasado para estar preparados para interrumpir la línea de suministros logísticos a las fuerzas cubanas que estaban operando en Angola y tenían en Guyana como punto de apoyo. En ese entonces Guyana fue gobernada por una clase política afín a Cuba y el socialismo real que caracterizó a los países que adoptaron esa ideología política. Pero estas necesidades de adquisición de medios para un fin determinado se hizo sin considerar qué medios navales necesitaba el país y por consiguiente la Armada para cumplir con su misión. Esta discrepancia entre la clase dirigente y la realidad nacional se hizo más notoria en los años noventa del siglo pasado.
[22] Un oficial de la Armada argentina que fue testigo de los acontecimientos del 11ABR2002 expresó que una de las razones por las cuales se había producido esa fragmentación era debida a que los oficiales navales venezolanos no se conocían entre sí y por consiguiente no saben como van a reaccionar en momentos críticos. Esa deficiencia también la vivió el mencionado oficial durante la Guerra de las Malvinas y en ese país han tratado de corregir institucionalmente ese problema. En lo personal creo que tanto en la Escuela Naval y en la Escuela Superior de Guerra Naval se lograban determinar buenos perfiles de los oficiales, pero la utilidad de esos datos parece que no estuvo orientada a la solución de problemas institucionales relacionados con la misión naval, sino que estuvieron condicionados por la circunstancia política del momento.
[23] En estos esfuerzos hay que destacar los trabajos desarrollados por los Almirantes Daniels Hernández, Chacón Hernández y Bustamante Cáceres en el Estado Mayor General de la Armada en la década de los años ochenta y a finales de la década de los años noventa del siglo pasado
[24] En este proceso constructivo-evolutivo participaron voluntaria, espontánea e  inicialmente, entre otros, C. Giacopini, J. Salcedo, A. Monagas, J. Bracho, L. Farage, L. Ojeda, G. Rivero  y J. Nieves-Croes.
[25] Este oficial hizo una síntesis del pensamiento naval de occidente con el pensamiento militar chino más allá de los postulados clásicos maoístas y de otros líderes de izquierda del extremo oriente.
[26] Este documento fue elaborado durante la conducción del VA B. Bastardo, como Jefe del Estado Mayor General de la Armada.
[27] En este sentido, el Taller “El Nuevo Mapa Estratégico Nacional” realizado por el Presidente de la República fue determinante en el establecimiento de una nueva Concepción Estratégica Nacional y unos lineamientos estratégicos que hiciesen viable el nuevo proyecto de país que está promoviendo la más alta conducción político-estratégica nacional.
[28] A este respecto es de mencionar el importante papel que desempeño el CN J. Bracho y la Lic. H. Jiménez en la elaboración de  la Fundamentación Histórica del Nuevo Pensamiento Militar Venezolano. De igual forma es conveniente destacar el trabajo de investigación de carácter histórico realizado por el CA D. Ojeda y el CN E. J.Rattia y la fundamentación de tradiciones navales realizado por el CN C. Cuervo.
[29] Aquí hay que hacer dos (02) acotaciones: en primer lugar, la Armada ha ejecutado operaciones con otro gran número de países que han hecho visitas operacionales y de cortesía, y en segundo lugar, en el futuro próximo ésta relación se extenderá a Rusia
[30] Aquí hay que incluir además las actividades realizadas por el Buque Escuela “Simón Bolívar” que ha permitido que los propios estudiantes de los institutos de formación naval se familiaricen con ese tipo de actividades
[31] En este sentido se destacan las reuniones de Estados mayores Conjunto y Navales que periódicamente se realizan con las Armadas de Argentina, Brasil y Francia.
[32] En éste esfuerzo se destacaron el VA Z. Quintana, el CA R. Fernández y el CN Touceiro A.
[33] En este sentido es conveniente tener presente la posibilidad de navegación de los ríos venezolanos y sus limitaciones.
[34] Este término acuático, que aparece definido en la Ley Orgánica de los Espacios Acuáticos e Insulares fue introducido por el VA Daniels a finales de la década de los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado. La intencionalidad de esta propuesta es univoca, se pretendía incluir unos espacios navegables que no estaban dentro de los paradigmas de los tomadores de decisiones sobre los espacios marítimos en ese entonces. Sin embargo, la sola existencia de puertos marítimos dentro de territorios continentales, como es el caso de Iquitos para citar un ejemplo, evidencia que al final de cuentas, las expresiones: marítimo y acuático, son realmente sinónimos.
[35] El otro problema de naturaleza política que se evidencia a partir de la discrepancia actual es determinar el papel de la policía nacional en los espacios acuáticos en relación con las funciones de policía y ejercicio de autoridad marítima en los espacios acuáticos.
[36] Más aún cuando se está hablando de conflictos cuya naturaleza es reticular y polimorfita. Resulta una paradoja que en un mundo donde todo se está conduciendo en forma de redes cuyo principio se centra en la descentralización y el aplanamiento, se mantenga una visión burocrática que recuerda más que a Taylor, desde el punto de vista del manejo organizacional a Weber y las formas de dominación racional.
[37] En Venezuela el estado de excepción abarca una serie de situaciones, por lo que en este trabajo sólo se hará mención a las situaciones de conflicto.
[38] Ello se ha evidenciado en los siguientes hechos a parte de otros ya anteriormente nombrados: La Ley de reactivación de la Marina Mercante, la renovación de la flota petrolera nacional, el proyecto de la empresa naviera del ALBA, los proyectos de construcción de puertos en oriente y occidente del país, el proyecto Apure-Orinoco, las inducciones concientizadoras realizadas en el programa Aló Presidente relacionada con los límites marítimos, los planes de desarrollo de la Armada, etc.

[39] Ver MARX, K (1844). Manuscritos Económicos y Filosóficos. [Documento en línea]. Disponible: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/index.htm. [Consulta: 2003, mayo 27] y ver también MARX, K (1846). Feuerbach: Oposición entre las concepciones materialista e idealista (Primer Capitulo de La Ideología Alemana). [Documento en línea]. Disponible: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/feuerbach/index.htm. [Consulta: 12MAR2007].




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