En muchas conversaciones sostenidas con el
recordado Dr. José Giacopini Zarraga me señaló, recalcó y repitió de manera
insistente su tesis de los ciclos históricos que había caracterizado a la
Venezuela republicana[1].
De acuerdo con su tesis que en cierta forma se enmarca dentro del pensamiento
fisiocrático por denominarlo de alguna manera, el país había vivido varios períodos
donde la idea de la política estuvo determinada por la figura de una persona o clase
dirigente. Estos periodos fueron mediados por una etapa de transición que daba
paso al propio periodo histórico. Así pues, nuestro país según J. Giacopini
tuvo un periodo paecista de más o menos treinta años, luego vivió una etapa de
inestabilidad y transición política hasta que el guzmancismo se consolidó en el
poder. Con el declive del guzmancismo se inició otro periodo de inestabilidad
política que finalizó con la asunción al poder de Juan Vicente Gómez y
finalmente, hasta el año 1998, se puede hablar del poder ostentado por el grupo
conformado por el denominado Pacto de Punto Fijo.
El declive del denominado Pacto de Punto
Fijo comenzó formalmente con el caracazo en 1989, posteriormente se profundizó con
los intentos de golpe de Estado fallidos del año 1992 y 1993, y finalmente con
la ascensión al poder del actual presidente de la república. Su materialización
se produjo con la implantación de la constitución del año 1999. Estos cuatro
grandes periodos históricos, es decir, el paecista, el guzmancista, el
gomecista y el representado por el pacto de Punto Fijo en principio ocultan los
procesos de transición política que permitieron el avance y concreción de cada
ciclo, sin embargo, la nueva fase de inestabilidad que comenzó a vivir el país
desde el año 1999 me hizo preguntarle a J. Giacopini en varias oportunidades su
opinión sobre la situación política interna y hacia donde iría el país en esta
nueva fase histórica. A la pregunta respondía que harían falta varios años para
visualizar que podría pasar, pero llegó a recalcar en varias oportunidades que
si el actual presidente de la república lograba mantenerse en el poder se produciría
un proceso paulatino de estabilización que constituiría el inicio del nuevo
ciclo histórico que marcaría el destino del país por las próximas décadas. Ciertamente,
el presidente de la república ha logrado consolidarse en el poder, pero ello no
ha significado un proceso paulatino de estabilización, al contrario, se ha
visualizado a partir del año 2006 un proceso paulatino de agotamiento del
modelo que ha tratado de imponer de muchas y diversas maneras por lo que las
elecciones del 07 de octubre de 2012 son percibidas como cruciales para la
clase dirigente actual debido a que estas elecciones representan, al parecer,
el último obstáculo para la implantación no sólo de un nuevo proyecto político,
también una nueva forma de vida para los venezolanos. Este hecho permite
plantear las siguientes situaciones problemáticas: ¿la transición política que
se inició en el país en el año 1989 con el caracazo aun no ha finalizado?, ¿se
ha producido una aceleración de la historia colocándose el país a las puertas de
otro nuevo proyecto político? o ¿se podrá concretar el proyecto político
implantado en el país en el año 1999?.
Para responder a estas interrogantes nos
vamos a apoyar en esta teoría giacopineana con el propósito de intentar evaluar
de forma reflexiva cómo confluyeron la situación interna e internacional en la
generación de los ciclos en cuestión y establecer así: 1.-) algunas analogías
entre las situaciones del pasado y del presente que nos permitan dar luces
sobre el rumbo a seguir frente a las tempestades que se otean en el horizonte,
y 2.-) constatar la validez de la teoría antes reseñada. Al efecto se va a
seguir el siguiente esquema:
·
La transición política como mediación entre
periodos históricos.
·
El movimiento en nuestra historia:
dirección y velocidad.
·
La estabilidad política y el tiempo
interior.
·
Reflexión Final.
La
herramienta empleada en este trabajo es la hermenéutica[2]
entendida como una premisa para tratar de acceder a una especie de la
arqueología revolucionaria que permita evaluar el horizonte de comprensión de
nuestra historia como pobladores de un mismo espacio geográfico.
1.-
La transición política como mediación entre periodos históricos.
La palabra transición en nuestra historia
ha sido sinónimo de violencia política. Según el J. Giacopini ha sido el
proceso que conduce a la estabilización. Pero una ojeada a nuestra historia nos
señala que los cambios de poder se han producido de forma poco cruenta y poco
republicana y la violencia ha sido la forma recurrente en que se ha manifestado
la política. Poco cruenta porque ha sido consecuencia de una violencia recurrente
por lo que el cambio es efecto de un vacío que ha sido ocupado por un nuevo
grupo que ha operado en función de intereses particulares. Este vacío nuevamente
ocupado por la nueva clase dirigente ha necesitado de un proceso de
consolidación, es decir, de extensión de su poder a todos los confines del
Estado y este proceso de llenado ha producido situaciones de violencia política
hasta que se reordenan las fuerzas políticas creando las condiciones para el
inicio de un nuevo ciclo.
Estas situaciones de violencia han sido
consecuencia: 1.-) del anómalo proceso de constitución del país[3],
2.-) del proceso de declive político de una envejecida clase dirigente y 3.-)
del proceso de consolidación de la nueva clase dirigente. De acuerdo con esta
afirmación, la palabra “estabilización” es una expresión clave para entender
más o menos el proceso de consolidación de una clase dirigente en el poder, pero
como nuestra historia lo ha demostrado esta consolidación ha sido precaria
debido a la violencia que se ha manifestado de forma más o menos constante
desde el año 1830. Por ello se puede afirmar que los momentos de cambio
político han sido momentos en que ha disminuido la intensidad de la violencia
más allá de los estados en que han sido constantes de represión política. Así
pues la estabilización es la forma en que se manifiesta la transición de un
régimen a otro y esta ha sido, con la excepción del inicio del guzmancismo,
mediante la aniquilación política de la clase dirigente depuesta del poder. El
tiempo que ha durado este proceso ha dependido de la habilidad para producir el
cambio como aconteció en el famoso Tratado de Coche de 1863 que puso fin a la
hegemonía de Páez o la incapacidad para producirlo por la naturaleza de las
fuerzas en pugna como aconteció con el fin del gomecismo entre los años 1935 y
1958.
En nuestro caso actual vivimos una
transición cuyo inicio formal se produjo en el año 1989, pero al contrario de
lo que pensó y percibió J. Giacopini hasta su despedida de este mundo, no
vivimos una fase de estabilización o de consolidación como la hemos denominado,
más bien como ya se anunció hemos estado viviendo un proceso de declive de la
clase dirigente agravada por factores internos (en relación con el país y con
respecto a la cohesión del propio grupo político) y externos (por la gran
presencia extranjera en el país, en especial la cubana) que han acelerado su
declive en los últimos años. Este proceso de declive que se inicio con la
derrota sufrida por la clase dirigente en su intento de imponer una reforma
constitucional y se ha acentuado con los retrocesos sufridos a nivel
legislativo y gubernamental nos ha mostrado que en la práctica no se ha
producido el cambio político y tanto el presidente de la republica como el
resto de la clase dirigente han estado conscientes de ello. Por este motivo,
las elecciones del 07 de octubre de 2012 son consideradas vitales para asegurar
la viabilidad y permanencia del nuevo proyecto político. Las preguntas que
saltan a la vista son ¿qué ha impedido que ocurra el cambio político? Y ¿qué
del pasado ha constituido un óbice que ha impedido que se produzca dicho
cambio?
En relación con la pregunta sobre qué ha
impedido el cambio político se puede afirmar que además del defectuoso nacimiento
del país que ha impedido que se constituya en una república persisten los
restos históricos de clases dirigentes pasadas que aún persiguen recuperar el
poder. Con respecto a qué del pasado ha impedido que se produzcan los cambios
en la actualidad habría que buscar la respuesta en el puntofijismo. La causa de
esta afirmación obedece a que este pacto político pudo persistir porque rescató
fuerzas remanentes del gomecismo para oponerlas al remanente del perezjimenismo
y de lo que podríamos denominar el larrazabalismo en alusión al poder político
que ostentó la marina de guerra entre los años 1958 y 1961. El porteñazo
produciría una reunión del gomecismo y perezjimenismo que se mantuvo latente en
el ejército hasta su reaparición el 04FEB1992. Con el colapso de los partidos
políticos considerados como tradicionales en el año 1998 nadie se percató, a
pesar de la gran cantidad de estudios realizados al respecto, que el gomecismo
se comportó como el embrión de un partido político armado hasta mucho después de
la muerte de Gómez[4],
reproduciendo en el presente prácticas que se habían considerado hechos del
pasado. Así pues, para que se pudiera hablar del colapso de los partidos
políticos tradicionales se debió incluir al partido militar. El proceso de
declive que se ha estado observando a pesar de los esfuerzos de la clase
dirigente de fortalecer un partido que unifique en su seno a todas las
tendencias políticas existentes de los que ostentan el poder es lo que ha hecho
del 07OCT la tabla de salvación para la implantación del nuevo modelo para
desde el poder producir un proceso de reacomodación política.
Pero el 07OCT2012 no sólo podría
representar un proceso de reacomodamiento de las fuerzas políticas de la clase
dirigente que en sí es interpretado como una tabla de salvación, también su
colapso definitivo. De ahí la importancia que estas elecciones presidenciales
le han sido dadas por las fuerzas en pugna. Así pues, si retomamos las
conversaciones sostenidas con J. Giacopini sobre la estabilización del país luego
del año 2004 puedo concluir que el presidente de la republica no sólo no pudo
lograr la estabilización debido entre otras muchas causas al hecho que se apoyó
en un partido (el militar) que estaba en declive desde el punto de vista
político, también, y a razón de ello, ha conducido al país a una fase de mayor
inestabilidad sólo semejante a la representada por el postgomecismo debido a la
resistencia que se ha producido tanto dentro de sus filas como del resto de las
fuerzas opositoras de implantar un régimen que aún no ha sido aceptado por una
gran parte de la población venezolana. Con este panorama, al país le queda
manejar los escenarios representados por los siguientes hechos del pasado
tomados como modelos: 1.-) el modelo postgomecista, 2.-) el castrista o 3.-) el
modelo constituido por el Tratado de Coche. El puntofijismo en este caso no
representa un modelo a seguir porque mediante el fraude político se excluyó a
una parte considerable de la nación y ello significó no sólo casi dos décadas
de subversión armada, también el incremento de la injerencia extranjera en los
asuntos internos.
La consideración de estos modelos permite
introducir el tema externo, anunciado unos párrafos atrás. Los momentos de
transición política que ha vivido el país han estado signados por la presencia
de potencias extranjeras que han visto la inestabilidad como una oportunidad
para obtener beneficios a costa del Estado venezolano. De una manera más clara
se tiene lo siguiente:
·
Con el ascenso del guzmancismo el país fue
sometido a la presión diplomática naval francesa, holandesa e inglesa[5].
·
Con el ascenso del gomecismo el país fue
sometido a la presión diplomática naval italiana, alemana, holandesa, británica
y estadounidense. Además fue el periodo en que el país tuvo las mayores
pérdidas territoriales.
·
Con el postgomecismo el país aceptó la
presencia militar primeramente italiana y posteriormente estadounidense después
de fuertes presiones diplomáticas y militares.
Como se puede observar la presencia
extranjera ha sido creciente con el pasar del tiempo. Esto ha ocurrido debido a
la importancia estratégica del país dentro de la esfera internacional. Hoy día vivimos
una importante y desmesurada presencia cubana que le ha dado a la transición
política una gran complejidad. Junto a esta presencia extranjera se agregan
otros problemas fronterizos que han puesto al país en el centro de la atención
internacional, con lo cual se evidencia que la estabilización del país para la
actual clase dirigente cada día se observa más alejada. Este hecho permite
plantear el interrogante de saber si se ha producido una desaceleración del
proceso de transición en relación con los otros ciclos históricos o estamos en
presencia del inicio de otro curso a seguir en nuestra historia.
2.- El movimiento en nuestra historia:
dirección y velocidad.
El uso de la palabra “ciclo” refiere a una
vuelta a un origen[6].
Por ello se han usado las expresiones “revolución liberal”, “revolución
restauradora” y “revolución de octubre”. Estos han sido unos nombres que
indican una intencionalidad que ha estado justificada en todos los casos por el
interés en recuperar los ideales que signaron nuestro proceso independentista
desde el punto de vista bolivariano. Pero estas vueltas a un origen también han
tenido otra cara, la de modernizar el país. Por ello la línea de tiempo de la
historia que se inició en 1830 en nuestro país ha tenido los recorridos
marcados por el espíritu de la época y unos retrocesos marcados por los declive
de las clases dirigentes que hacen que la que la ha sustituido vaya atrás para
“recuperar” lo perdido intentando con ello hacer una nueva historia cuyo punto
inicial ha pasado a ser el momento en que se asciende al poder. Así pues, la
linealidad de nuestra historia ha estado signada por unos grandes saltos hacia
atrás determinado por la forma en que han obtenido el poder y su duración ha
estado determinada por la efectiva duración de la clase dirigente en el poder.
Al respecto, todos estos ciclos han tenido una fase de nacimiento,
consolidación y declive.
La percepción de los saltos hacia a atrás
en realidad ha sido aparente. Lo que ha sucedido es que con cada toma del
poder, la nueva clase dirigente ha concentrado sus esfuerzos en mantenerse, y
este mantenerse, teniendo presente el origen de la nueva posición política, es
la forma en que se ha materializado el Estado, es decir, el tiempo se convierte
en circular por lo repetitivo de los esfuerzos por mantenerse en el poder y su
mantenimiento ha sido posible gracias a la implantación de unos regímenes de
violencia y una reordenación del Estado para los propios fines de la clase
dirigente[7].
Cuando se ha roto el círculo se ha retornado la línea (por eso se habla de
avance, evolución, desarrollo) mientras se establece el nuevo ciclo (círculo)
de dominación. Así pues se puede afirmar que los momentos de transición han
sido los momentos de avance en nuestra historia. La pregunta que surge ahora es
cuál ha sido la dirección de la línea de nuestra historia antes de convertirse
en círculo y cuál ha sido el sentido del círculo[8].
La línea puede ser entendida como el curso
por medio del cual se sigue hacia una mayor perfección desde la perspectiva
política mediante el cultivo de la libertad que individualmente facilita una
mayor perfección en el esfuerzo de cada ser en perseverarse en su propia
existencia. Ello se ha evidenciado en los logros que la sociedad venezolana a
alcanzado a costa del Estado en toda su historia política.
El círculo por su parte es la forma con que
el poder se repite a sí mismo para conservarse mediante el Estado. El tema a
considerar en cada caso es el origen que se han establecidos los poderes para
justificar la repetición. Los periodos de nuestra historia signados por el
guzmancismo y gomecismo pusieron su horizonte de justificación ideológica en
las ideas del Libertador Simón Bolívar. Por su parte, el paecismo y el puntofijismo colocaron su horizonte de
justificación en una idea de república cuyo inicio data en el año 1830. Estos
dos últimos periodos mencionados a pesar de tener su origen en una desmembración
(la de la Colombia La Grande) tienen
sus raíces ideológicas en los acontecimientos acaecidos entre los años 1810 y
1811. La debilidad del establecimiento de estos horizontes de justificación
radica en que todos fueron producto de un vacío que intentó ser llenado de una
manera u otra (incluso con la fuerza), es decir:
·
En 1810-1811 se buscó llenar el vacío
dejado por el colapso de la monarquía española después de la invasión francesa.
·
El bolivarianismo parte de las ideas que
nuestro Libertador impuso en el Congreso de Angostura para llenar el vacío
provocado no sólo por la pérdida española de Guayana, también por el vacío que
se estaba generando por las discrepancias en la autoridad de la conducción
político-militar de una guerra que a partir de ese momento dejó de ser interna
para comenzar a ser considerada internacional.
·
En 1830, por su parte, se buscó llenar el vacío
producido por las luchas internas en el seno de Colombia La Grande.
El origen del vacío en todos los casos
mencionados ha estado en la supresión y la represión de una parte de la
población. Por ello, tomar estos horizontes de comprensión para justificar desde
el punto de vista ideológico la toma del poder por parte de una clase dirigente
ha constituido un problema porque la solución ha representado un importante
costo de vida cuando lo que se proponía en un principio era salvarlas.
La “revolución bolivariana” pareciera no
ser la excepción. La denominada “revolución bolivariana” ha tomado dos
orígenes: el Congreso de Angostura y la lucha emprendida por Ezequiel Zamora
digámoslo por la igualdad social. Ya hemos destacado el inconveniente de tomar
el inicio de Colombia La Grande como
un origen. El caso de Zamora no es la excepción. Este caudillo, después de
haber servido a una clase dirigente se alzó contra esta para imponer su visión
del mundo a partir de: 1.-) un origen defectuoso ubicado en el año 1830 y 2.-)
un origen difuso que se puede rastrear en la resistencia indígena, la lucha por
la libertad de los negros iniciada por Andrés Blanco (materializada en la
fundación de Curiepe), en la lucha emprendida por José Leonardo Chirinos e
incluso la llevada a cabo por José Tomás Boves.
Como se puede observar, la denominada
“revolución bolivariana” al tomar como horizonte de comprensión y justificación
los orígenes mencionados precedentemente, es decir, el bolivarianismo y el
zamoranismo ha fomentado en cierta forma: 1.-) la exclusión dentro de un
contexto de fragmentación política y social y 2.-) la violencia política y
social como mecanismo de control y perpetuación en el poder. Aunado a ello, la
clase dirigente de este país ha intentado de imponer un “socialismo” entendido
de una manera diferente, pero teniendo como modelo la experiencia cubana a
pesar de que una parte considerable de la izquierda mundial ha expresado que el
modelo cubano ha repetido los errores que llevaron a la desaparición de la
Unión Soviética y lo que fue denominado el socialismo real. Este esfuerzo en
implantar esta nueva ideología se ha topado con: 1.-) una creciente resistencia
por parte de importante sectores de la sociedad y 2.-) el resurgimiento, a la
par del mismo proceso revolucionario bolivariano, del gomecismo y el
perezjimenismo encarnado en el partido militar que ha sumido a la nueva clase
dirigente del país en una gran contradicción.
La contradicción en el seno de la clase
dirigente por contener en sus filas tendencias gomecista-perezjimenistas en
conjunto con las ideas “socialistas” remanentes del socialismo real se ha
complejizado por el esfuerzo de intentar integrar en un concepto ideas de
origen defectuoso con una ideología cuya forma en que fue implantada fracasó
estrepitosamente a finales del siglo XX. Esta compleja contradicción ha sido la
causa de: 1.-) la extensión de la transición, 2.-) la propia descomposición del
régimen y 3.-) incremento de los niveles de intolerancia en el país. La
solución de la contradicción va a significar una purga en el seno de la clase
dirigente lo cual va a prolongar la transición en sí misma y va a generar
también más inestabilidad.
Frente a estos inconvenientes se plantea la
necesidad de establecer: 1.-) un nuevo horizonte (o un nuevo punto de retorno) para
evitar que la exclusión entendida en sus múltiples formas se constituya en una
herramienta de “estabilización” o 2.-) crear un nuevo origen que represente una
línea de fuga[9],
es decir, un nuevo camino que permite escapar del pasado y a la violencia
política que pudiera estar acrecentándose. Establecer un nuevo punto de origen
es complicado. Habría que basarlo en un momento de unión y no de supresión.
Antes de 1810, el único momento de unión se produjo en el año 1743, cuando
hispanos, blancos criollos, pardos, mestizos, negros y amerindios se unieron
para repeler la agresión inglesa en la Guaira y Puerto Cabello. Ese momento
tiene la ventaja de que a partir de ahí se pudo empezar a hablar de “nosotros”,
pero tiene la desventaja de que ese “nosotros” se produjo a partir de la
desigualdad y la separación racial y social.
A partir del año 1743 se produjo un proceso
de unificación en un espacio geográfico determinado gracias a la existencia de
un contexto estabilizado. El agotamiento de ese modelo se produjo con el fin
del denominado “ancient regime”, es decir, el absolutismo monárquico. En la
Capitanía General de Venezuela ello se sintió primeramente con el levantamiento
de José Leonardo Chirinos y posteriormente con el levantamiento de Gual y
España. Esto significa que el país vivió una relativa estabilidad a pesar de la
desigualdad de la población de más o menos cincuenta años a pesar de la Guerra
de los Siete Años y la Guerra de Independencia Estadounidense. La causa pudo
deberse a la prosperidad económica en un ambiente monopolizado cuyos beneficios
se irradiaron a importantes segmentos de la sociedad venezolana.
Un nuevo origen, por su parte, debería:
1.-) evitar los ciclos históricos, 2.-) aprovechar las ventajas que han
significado los momentos de transición y canalizarla para el beneficio colectivo
y 3.-) debe ser inclusiva. Evitar los ciclos históricos para impedir que surja
otra estructura de poder. Aprovechar y canalizar la ventaja de la transición es
implantar en el país un proceso constituyente de manera permanente y en
consecuencia, obligatoriamente inclusivo. Pero esto hace necesario analizar la
transición en sí misma.
La transición es el proceso que se inicia
desde el momento en que ha empezado a ser visible la decadencia de un régimen.
Así pues, el periodo que medio entre el paecismo y el guzmancismo fue de
aproximadamente 15 años contados a partir del asalto del Congreso de la
república protagonizado por José Tadeo Monagas hasta el Tratado de Coche. De
igual forma, la transición que condujo al gomecismo fue alrededor de 13 años
contados a partir de la muerte de Joaquín Crespo en la batalla de Mata
Carmelera hasta el declive físico de Cipriano Castro que lo fue apartando del
poder hasta que Gómez llenó el vacío dejado por su predecesor. Por último, el
periodo de transición que marco la muerte de Gómez hasta la consolidación del
puntofijismo después del porteñazo fue de 37 años. Si se considera el periodo
de 13 a 15 años como lo normal habría que preguntarse qué pasó con el ascenso
del puntofijismo. Esto nos obliga a dirigir la mirada a la Capitanía General de
Venezuela. La transición del régimen colonial al de un Estado independiente se
produjo en un periodo de 20 años contados desde el año 1810 hasta el año 1830.
Pero si se consideran los primeros síntomas, en este caso los movimientos de
Chirinos, Gual y España nos encontramos que ese proceso de transición duró
alrededor de 35 años. Este resultado nos da dos largos períodos de transición y
dos relativamente cortos períodos. Si pretendemos buscar la causa de esta
diferencia, habría que buscarla en los factores internos y externos que
influyeron en ese proceso y el papel de Venezuela en los mismos. Desde esta perspectiva, se tiene lo
siguiente:
·
La transición al guzmancismo coincidió con
el estallido de la guerra de secesión estadounidense, la segunda guerra de
independencia mexicana, la guerra de la triple alianza, la guerra pruso-danesa
y la guerra austro-prusiana con lo cual la atención extranjera estaba volcada a
otros escenarios diferentes al venezolano. En este periodo hubo al inicio una
aceleración de los procesos de cambios que disminuyó en intensidad con la
muerte de Zamora.
·
La transición al gomecismo, o mejor dicho
el castrismo, se produjo en momentos en que EE.UU. había logrado establecerse
como potencia hegemónica regional con lo cual las acciones emprendidas contra
Venezuela por las potencias europeas en los años 1902-1903 estuvieron
condicionadas militar y políticamente. En este periodo hubo también al inicio un
proceso de aceleración que fue frenado con las negociaciones que pusieron fin
al bloqueo y la toma de Ciudad Bolívar por las fuerzas castristas[10].
·
La transición al puntofijismo comenzó con
el estallido de la guerra civil española, continuo con la segunda guerra
mundial y se acentuó con el estallido de la guerra fría. La aceleración en este
caso se produjo con la denominada revolución de octubre, o sea luego que
terminó la contienda mundial y la desaceleración se produjo con el estallido de
la guerra fría y en especial cuando occidente logró el control de los campos
petroleros iraníes y aseguró los campos petroleros venezolanos[11].
·
Por último, la transición al paecismo
comenzó en el año 1810. Aquí se produjo una aceleración que perdió fuerza en el
año 1814, luego se produjo otra aceleración con la toma de Angostura y duró
hasta la rendición del Callao en Perú y luego se produjo una desaceleración
signada por la descomposición de Colombia La Grande.
Como se puede observar claramente, la
situación internacional condicionó los cambios políticos en los cuatro grandes
periodos históricos si seguimos la clasificación hecha por J. Giacopini, pero
de forma reajustada. En este sentido, con relación al proceso independentista
se tiene lo siguiente: 1.-) la situación española, es decir, su paso de la
condición de aliado a súbdito francés después de la derrota naval de Trafalgar
le otorgó al Reino Unido libertad de maniobra para actuar en España pero sin
menoscabar su poder colonial. Después del año 1815, cambio la situación y el
gobierno inglés permitió el reclutamiento de voluntarios para participar en el
proceso independentista venezolano y 2.-) Venezuela tuvo libertad de maniobra
para actuar políticamente desde los años 1810 hasta 1813, esta libertad se redujo
hasta que se produjo la liberación de Angostura y se realizó el nuevo congreso
constitutivo. Con respecto al fin del gomecismo, Venezuela ya era un importante
proveedor de petróleo a escala global en un contexto que apuntaba al estallido
de una nueva guerra en Europa. Con este escenario, los actores políticos del
país que contaron con una relativa libertad de maniobra en el periodo 1936-1939
fueron perdiendo capacidad para actuar políticamente debido a que el país fue
sometido a un proceso de neutralización por la acción deliberada de EE.UU y
otros países aliados.
Teniendo presente lo antes mencionado se
puede afirmar que en el caso español hubo una situación condicionante por la
falta de claridad político-estratégica en su relación con Francia. Esta
situación provocó un vacío de poder que se extendió en la medida en que fue
cambiando la situación estratégica de la guerra en Europa. En el caso
venezolano a partir de 1936, la transición se extendió porque se trató de
evitar que el país se involucrara en la guerra mundial y posteriormente que la
influencia comunista se hiciese fuerte en el país de modo que variase la
precaria estructura de poder existente. Con este conocimiento se puede entender
qué está sucediendo en esta transición política signada por el poder que
ostenta la clase dirigente que conduce la “revolución bolivariana”.
En el caso de la revolución bolivariana se
puede afirmar lo siguiente: 1.-) el fin del puntofijismo estuvo a la par con el
fin de la Guerra Fría, 2.-) el ascenso del bolivarianismo se produjo en un
contexto de reacomodamiento de la comunidad internacional. El Dr. Giacopini
habló de una transición. El inicio de esta estuvo marcado por una fuerte
aceleración. Los sucesos ocurridos entre los años 2002 y 2004 marcaron un freno
en lo concerniente al proceso de estabilización. Con la vía libre a partir del
año 2004 la revolución bolivariana debió haber profundizado el proceso de
cambios políticos, pero paradójicamente no pudieron recuperar la velocidad
inicial y a la par de la inercia remanente por efecto de la conflictividad de
los años mencionados se había producido una desaceleración tal que asemejaba más
una parálisis[12].
Esta parálisis se constató con el fracasado
intento de reformar la constitución nacional en el año 2007. A partir de esa
fecha el régimen entró en un periodo de altibajos que han confirmado más un
pronunciado proceso de desgaste que un avance hacia un proceso de
estabilización[13].
Este desgaste se ha confirmado también por defecciones dentro de sus filas y
por retrocesos a nivel legislativo y gubernamental. Con estos inconvenientes,
la revolución bolivariana ha considerado como una prioridad la victoria
electoral en las elecciones pautadas a partir del 07OCT hasta mediados del año
2013. Este triunfo les permitiría, de acuerdo con sus creencias, concretar los
cambios que hasta la fecha no han podido alcanzar, el asunto que se presenta es
que esa necesidad confirma la prolongación de la transición y el incremento de
la incertidumbre por causas de origen interno y externo. Interno por la
incapacidad manifiesta de la revolución bolivariana de concretar el nuevo
proyecto político instaurado en el año 1999. Externo porque hay suficientes
indicios en la esfera internacional que indican que el mundo camina hacia un
estadio de mayor conflictividad[14].
Así pues, si todos los caminos conducen a la conflictividad, habría que buscar
uno que canalice esta conflictividad, desde la perspectiva interna, a un escenario
donde no sólo se pueda evitar las tormentas también que genere las condiciones
para que cada venezolano pueda desplegar sus capacidades para asegurar su
supervivencia en un contexto de convivencia. Ese camino debería ser un objeto a
ser considerado por los grandes asesores del Estado.
3.- La estabilidad política y el tiempo
interior.
De acuerdo con lo que hasta aquí se ha
escrito se deduce que la estabilidad ha sido sinónimo de represión. La
represión, en este sentido, ha tenido como propósito la perpetuación en el
poder. La búsqueda y manutención de la estabilidad, mientras que esta
permanezca, es la forma en que se ha exteriorizado el tiempo del Estado. El
tiempo del Estado se ha materializado en normas, en la acción policial y en la
organización de la producción que asegura el normal funcionamiento. La alteración de esta normalidad es una
situación excepcional y ello explica la existencia de los estados de excepción como una institución que determina cuando una
norma no puede ser cumplida ratificándose con ello el poder que detenta una
clase dirigente en un momento dado[15].
La violencia en este caso es proporcional a la circunstancia excepcional y es
válida hasta que se retorne a la normalidad.
La violencia también significa en este caso la posibilidad de decidir sobre la
vida y la muerte en aras de esa normalidad. De ahí que una transición es el
embrión de una línea de fuga, es
decir, una situación diferente donde la libertad empieza a hacerse camino hasta
que se instaura un nuevo orden.
La transición en este contexto es también la
incapacidad de mantener la normalidad
y se refleja por la incapacidad de cumplir con el régimen normativo en ese
momento vigente. La forma en que se manifiesta esta incapacidad varía de
acuerdo con las circunstancias, pero estas van desde el incremento de la
violencia por parte del régimen hasta el retorno a una especie de estado de
naturaleza.
El estado de naturaleza puede ser entendido
de manera hobbesiana o spinoziana y puede indicar el probable camino a seguir
como una comunidad política. En sentido hobbesiano es legitimar a una nueva
clase dirigente lo cual significa estabilizar una situación política bajo una
nueva faceta del poder generando las condiciones para que se inicie un nuevo
ciclo histórico[16].
En sentido spinoziano se abre un sinfín de posibilidades desde el punto de
vista político porque permite considerar el establecimiento de una línea de fuga que genere las condiciones
para hacer política de manera diferente. En el estado de naturaleza hay
libertad e inseguridad. Para Hobbes hay que restringir la libertad para que
haya seguridad. Para Spinoza la seguridad puede dar mayor libertad si para ello
nos valemos del conocimiento y la razón[17].
En nuestra historia ha habido mayor libertad en los momentos de transición y
especialmente cuando hay una mayor aceleración de los procesos de cambios. La
causa de esta afirmación obedece a que desde la vivencia de cada venezolano se
produce un momento de autoreafirmación que ha traído como consecuencia la expansión
de los espacios de libertad[18].
La autoreafirmación se produce por la relación recíproca entre el tiempo
interior y lo vivido que permite usar la expresión vivencia. Esta relación
recíproca es la que determina la voluntad de hacer, de perfeccionarse, de
perseverar en la propia existencia. Ello
explica la transición y los cambios en sí mismo. Por ello habría que canalizar
este proceso de modo que no se constituya en fuente de violencia y de procesos
de estabilización.
La transición en consecuencia es una
situación embrionaria de un proceso constituyente. Ahora canalizar la
transición no es canalizar el proceso constituyente. Canalizar la transición es
conducir la expansión de los espacios de libertad por un camino que minimice
los traumas y facilite la convivencia, es decir, que se elimine la posibilidad
de “estabilizar”, suprimir o excluir a una parte de la sociedad.
Los traumas que se podrían generar son
producto de un miedo que se respira en el ambiente que se agrega a la violencia
política y social ya existente. Este miedo se incrementa porque por una parte
perder el poder pudiera significar el retorno a la pobreza y/o a la muerte, y
por la otra se cree que la violencia política y social se pueda incrementar de
tal forma que signifique también el empobrecimiento y/o la muerte. Estos miedos
han hecho que la radicalización haya escalado por el lado de la clase dirigente
y el deseo de venganza por parte de una parte importante de la oposición al
régimen. El centro de gravedad de esta situación está ubicado en el tema de los
derechos humanos. La protección de los derechos humanos conecta la situación
interna con la situación internacional. Esto es aún más cierto por el mandato
establecido por la constitución nacional. Producir un cambio que implique
omitir o no a la constitución supone deficiencias en la constitución y
consecuentemente el proceso constitutivo que le dio vida. Sin embargo, este
reconocimiento podría representar la posibilidad de plantear una línea de fuga que evite la violencia
política por intermedio de la realización de un nuevo proceso constituyente.
Ello reduciría las tensiones actualmente en crecimiento y abriría las puertas a
otras formas de relación política. Lo que habría que cuidar es la forma de representatividad.
En este escenario hipotético la representatividad no debe ser un poder, sino
una vocería en el foro constitutivo. Por ello, el proceso constituyente no
puede tener fecha límite. El fin del proceso se producirá cuando la convivencia
y el proyecto de país hayan sido efecto de una acción recíproca que produzca
una línea de universo cuyo propósito sea el bien común.
4.- Reflexión Final.
Como
se ha podido observar a lo largo del presente ensayo, la teoría de los ciclos
históricos en la Venezuela republicana del Dr. J. Giacopini ha servido para
hacer una propuesta para romper con la recurrencia de estos ciclos y hacer una
cosa diferente desde el punto de vista político.
En
este sentido, basta decir que el destino generalmente ha sido visualizado como
azar, imposición por parte de una entidad superior que determina por causas
pasadas o presentes un fin para un individuo o grupo, y como una divinidad que
nos determina por nuestras acciones u omisiones. Ha sido una travesura de la
historia que el Almirante Carlos Giacopini Martínez, hijo de ese ilustre
venezolano, sea una de las personas que demostrará la validez de la teoría de
los ciclos históricos. Por mi parte, me considero en mí deber tratar de hacer
algo en estas cruciales circunstancias. Espero que sirva para algo…
5.- Bibliografía Consultada.
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[1] Esta tesis es de dominio público
y ha sido reseñado en muchos momentos de nuestro pasado reciente en diversos
medios de comunicación de masas.
[2] Ver al respecto: Gadamer (2003).
[3] Al respecto ver: Blanco (2011) “El
Concepto de Revolución de Hannah Arendt y el Proceso que dio Inicio a la
Independencia Venezolana” en www.edgareblancocarrero.blogspot.com.
[4] Ver: Blanco
(2012). “La Regia Marina Militare Italiana y su
participación en la concepción de una estrategia de defensa marítima del
territorio venezolano. 1935-1940”. www.edgareblancocarrero.blogspot.com
[5] Ver: Blanco (2004:254).
[6] Ver al respecto: Arendt (1967).
Para Negri (2002), la validez de esta conceptualización radica en la asociación
de las expresiones “revolución” y “guerra”.
[7] Ver al respecto: Deleuze y
Guattari (2008).
[8] Ver: Negri (1997).
[9] Ver al respecto: Deleuze y
Guattari (2008).
[10] Ver al
respecto: Bracho (2012). Hombres de Hierro. Tomo I
e Iconología naval venezolana. La imagen
y el símbolo en 200 años de historia.
[11] Ver al
respecto: Blanco (2011). “La Diplomacia Naval: El Caso de
los Linienschiff SMS Schleswig-Holstein y del SMS Schlesien y su Relación con Venezuela:
1936-1944”, (2012) “La Diplomacia Naval francesa en Venezuela: periodo
1936-1942”, (2012). “La Diplomacia Naval Estadounidense en
Venezuela: 1933-1942”, “La Regia
Marina Militare Italiana y su participación en la concepción de una estrategia
de defensa marítima del territorio venezolano. 1935-1940”. Documentos en Línea.
Disponibles: www.edgareblancocarrero.blogspot.com y Bracho (2010). Los Sueños Rotos. La
Historia de los Delgado-Chalbaud.
[12] A pesar de ello, la revolución
bolivariana tuvo una gran figuración a nivel internacional. Esto fue debido al interés
de producir un proceso de reordenamiento en las relaciones continentales. El
éxito o fracaso de este esfuerzo es un motivo para otro análisis.
[13] Ello explica el aumento de la
“ayuda” cubana en todos los sectores del quehacer político nacional.
[14] Sólo falta observar: 1.-) en
Europa la crisis de la zona-euro, 2.-) en el cercano oriente por las secuelas
de la denominada primavera árabe, y 3.-) la crisis nuclear iraní.
[15] Ver al respecto: Agamben (2010).
[16] Ver al respecto: Astorga (2000),
Hobbes (1651/1989).
[18] Ver al respecto: Negri (1997).
Extremadamente interesante. Te felicito.
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