Es muy difícil hablar de una estrategia de defensa nacional en la época gomecista cuando la mayor parte de la historiografía venezolana coincide en que la Fuerza Armada Nacional estuvo organizada y equipada para asegurar el mantenimiento de Gómez en el poder. La base de la defensa del régimen lo constituyó el ejército. El resto sólo estuvo estructurada para “hacer revistas navales en la bahía de Turiamo y ocasionalmente capturar barcos de los opositores” en el caso de la marina y para “un desenvolvimiento deportivo y lleno de anécdotas… por el temor de que en alguna oportunidad fuese utilizado para bombardear a los centros del gomecismo”, en el caso de la aviación (Zeims, 1979:232-233). De igual forma, a pesar de que el ejército fue el más consentido de las tres armas, su crecimiento fue precario y atrofiado debido a que se puso “énfasis en ramas y elementos que correspondían a elementos precisos del gomecismo y no a la concepción moderna de la organización militar” (Ibíd.). El énfasis en el desarrollo se pondría 1.-) en la infantería, en especial la tropas proveniente de los andes, por la desconfianza en las otras armas y servicios en el propio ejército y 2.-) una regionalización que privilegiaba la concentración de la fuerza militar en pocas plazas (Maracay, Caracas y San Cristóbal) para asegurar una rápida capacidad de maniobra desde una posición central.
Desde la perspectiva de las adquisiciones militares se observa de igual manera que el panorama fue sombrío a pesar del esfuerzo de dotar al país de un significativo sistema de defensa de costas antes del año 1914. Teniendo presente la débil economía del país, lo costoso del armamento moderno y las restricciones para su venta y la existencia de un numeroso ejercito dedicado a tareas de mantenimiento del orden interno, las adquisiciones militares estuvieron orientadas esencialmente a la dotación de “materiales livianos” y “determinado tipo de material de guerra” que sólo servían para sostener en el poder a la clase político-militar dirigente (Ibíd.:240)[1].
Con respecto al origen de las adquisiciones y su relación con la estructura se tiene que esencialmente, hasta el año 1914 la organización y equipos fueron de origen prusiano. Después de la Primera Guerra Mundial, el ejercito especialmente sería permeado por la influencia francesa en cuanto a material se refiere, sin embargo, esta influencia no lograría penetrar la estructura y este hecho se constituiría en un factor determinante en el tipo de relaciones políticas que tendría el país en los albores de la II Guerra Mundial[2].
En este escenario de carencias llama la atención la preocupación de los principales dirigentes de la Fuerza Armada Nacional de extender el ámbito de adquisiciones de “material liviano” a la marina de guerra, arma que estuvo prácticamente relegada desde el descubrimiento de la conspiración del año 1912. Al respecto, gracias a las investigaciones llevadas a cabo por R. Rivero-Blanco se ha tenido conocimiento que la Legación del Reino de Italia entregó al Ministro de Guerra y Marina en abril del año 1935[3] un estudio para organizar y equipar a la marina de guerra venezolana para asegurar una eficaz defensa naval con medios que teóricamente nos recuerdan a la Jeune École, pero que en la práctica parece constituir una síntesis del pensamiento estratégico naval de un grupo de entusiastas franceses con la exitosa experiencia naval italiana de la I Guerra Mundial[4]. Teniendo presente lo mencionado precedentemente se va a tratar de analizar la propuesta de equipamiento naval realizada por el Reino de Italia al estado venezolano para tratar de entender cuál fue el pensamiento teórico predominante en la concepción estratégica naval de ese momento histórico para darle un nombre más contemporáneo, a las preocupaciones navales de los dirigentes venezolanos de la época especialmente del ejercito puesto que tuvieron a su cargo la conducción de la dirección de marina precisamente en el año en que el país europeo hizo el ofrecimiento[5]. A tal efecto se va a: 1.-) describir la teoría y la praxis italiana predominante en la Primera Guerra Mundial y el periodo entre guerras, 2.-) una descripción y análisis de la propuesta italiana hecha a Venezuela, 3.-) una evaluación de la aplicabilidad de la propuesta italiana y 4.-) una reflexión final.
1.- La Teoría y Praxis Naval Italiana predominante: 1890-1943.
Según Coutau-Begarie, el pensamiento estratégico naval italiano de finales del siglo XIX estuvo altamente condicionado por las limitaciones impuestas por las características del mar Mediterráneo. Por ello, este autor francés ha afirmado que la producción intelectual italiana en cuanto a estrategia marítima desde la perspectiva epistemológica se enmarca en lo que ha dado en denominar método geográfico, es decir, un método caracterizado por tener en consideración la posición geográfica del país, la configuración de sus costas y de sus puertos debido a la poca ventaja que ofrece para la proyección naval (1999:531). Los principales exponentes del pensamiento naval italiano de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, según el autor francés fueron D. Bonamico y G. Secchi (Ibíd.:515). Ambos autores como también todos los pensadores navales de la época fueron influidos por las obras de Mahan con lo cual los pensadores italianos intentaron producir un pensamiento sintético que congeniara la geografía con el pensamiento ofensivo materializado en el concepto de batalla decisiva. La consecuencia de esta síntesis fue que en Italia se trató de construir un equilibrio entre dos escuelas de pensamiento: la mahaniana y una basada en el aprovechamiento de la geografía para asegurar una importante capacidad de proyección ofensiva. Esta corriente de pensamiento fue permeable a la influencia de otras escuelas, en especial, la mejormente conocida como la Jeune École[6].
Sobre el pensamiento sintético naval italiano habría que contrastarlo con la praxis de ese país en la Primera Guerra Mundial para entender cómo funcionó la síntesis de la escuela mahaniana con las ideas innovadoras propuestas por la Jeune École.
Como se sabe, Italia en la Primera Guerra Mundial se alineó a la Entente Cordiale. Este hecho bloqueo ipso facto a la flota austrohúngara en el mar Adriático y confinó a las operaciones navales de guerra a un inmovilismo similar a lo que estaban sufriendo los frentes terrestres. Este inmovilismo se caracterizó por: 1.-) bombardeos de puertos y posiciones enemigas, 2.-) la guerra submarina y de minas y 3.-) la realización de golpes de mano de diferente naturaleza (de la Sierra, 1984:348). Para romper el efecto de este inmovilismo, la Regia Marina Italiana se valió de sus capacidades de proyección costera materializada en su flotillas de Motobarca Armata Silurante (MAS)[7], para propinarle varios golpes a la marina austrohúngara que no sólo estremecieron los cimientos de toda la estructura doctrinaria naval predominante, también le dieron validez a todos los desarrollos teóricos enmarcados en lo que se ha dado en denominar la Jeune École.
La marina de guerra austrohúngara sufrió entre los años 1917 y 1918 la perdida de tres poderosos Dreadnoughts, a saber: Wien (8000 ton.), Szent Istvan y Viribus Unitis (ambos de 21.000 ton.) a manos de un pequeño grupo de marinos con medios insignificantes, es decir, esencialmente: 1.-) lanchas torpederas de 18 toneladas capaces de desarrollar 20 nudos de velocidad y portar dos torpedos de 450 mm usadas originalmente para combatir a los sumergibles (submarinos) y 2.-) un torpedo tripulado “Mignatta” capaz de desarrollar 04 nudos de velocidad y auxiliado por las mismas lanchas torpederas (Ibíd.:352)[8]. Estas acciones serían superadas en la Segunda Guerra Mundial en lugares como Gibraltar, Alejandría, la bahía de Suda, el estrecho de Sicilia, la costa argelina y la península de Crimea.
La Jeune École fue el resultado de la necesidad de dar una respuesta operacional a los problemas navales franceses derivados de su rivalidad con el Reino Unido dentro de un contexto de innovación tecnológica. En este sentido, Coutau-Bégarie afirmó que este escuela fue una manifestación de un pensamiento relativista que apeló a la adopción de nuevas formulas para la realización de la guerra en el mar en oposición a un pensamiento dogmático y absolutista basado en la tradición y en unas enseñanzas de la historia que apuntaba al desarrollo de una fuerza naval que fuese capaz de enfrentar decisivamente a su adversario para alcanzar el dominio del mar (1999:514-516).
Al efecto, la Jeune École se entusiasmaría por el empleo de la mina, el torpedo y el submarino y haría énfasis en usar estos instrumentos para la realización de formas de guerra no convencionales que permitieran la inutilización de navíos de línea con medios ligeros y realizar raid´s contra el comercio marítimo del adversario para obligarlo a dispersar sus fuerzas. Como se observa, la Jeune École se fundamentó en los avances tecnológicos en la guerra en el mar y esta orientación presupone una forma de hacer, un método de carácter materialista basado en los procedimientos, los medios disponibles y el contexto en que podrían ser estos usados (naturaleza de la guerra, geografía, etc.). Junto con esta escuela, surgió otra muy emparentada que abogaba por el desarrollo de una potente artillería de defensa de costa que fuese capaz de mantener alejada a una fuerza naval enemiga[9]. Pero esta tendencia, que es un proceso de evolución tardío de la escuela de pensamiento basada en sistema de fortificaciones costeras estaba condenada a entrar en la historia debido a los avances tecnológicos que empezaron a hacer énfasis en la movilidad y en la posibilidad de operar en el aire. Por ello, la mayoría de los Estados comenzaron a integrar la defensa de costa dentro de un sistema de defensa naval en profundidad basada esencialmente en el empleo de buques de guerra. Las excepciones a esta tendencia se debió a asuntos corporativistas, por ejemplo, en Brasil la defensa de costa la condujo el ejercito desde finales del siglo XIX por la desconfianza en la marina debido a que apoyó en su momento la restauración monárquica. En Venezuela, las fortificaciones costeras la comenzaron a controlar el ejército después de la independencia y con la adquisición de la artillería de defensa de costas después del bloqueo de 1902-03 asumieron directamente esa responsabilidad.
En oposición a este método materialista se encuentra el preconizado por Mahan, es decir, el método histórico fundamentado en la adopción de ideas generales que han tendido a alcanzar un valor universal. De acuerdo con este método se persigue alcanzar el dominio del mar mediante la realización de una batalla decisiva entre grandes buques. Esta concepción se fundamentó en el empleo de la artillería y la utilización de los medios de acuerdo con los siguientes principios: objetivo, maniobra, ofensiva, concentración, etc., que evidencia al final de cuentas un gran contenido táctico (Ibíd.).
Como manifestación del enfrentamiento entre fuerzas organizadas, la Jeune École representó un cambio significativo en lo concerniente al combate naval porque produjo una modificación en la oposición movilidad de los buques vs. inmovilidad de los sistemas de fortificaciones costeras a otro tipo de oposición basada en la movilidad de los buques de guerra vs. altísima movilidad de la defensa costera. Es decir, se paso de las fortificaciones costeras a sistemas de defensa-ataque altamente móviles que obligó a las fuerzas navales convencionales a alejarse de las costas y emplear otros métodos para el control del mar y sus manifestaciones practicas como el bloqueo a distancia, embargos, etc.
A pesar de lo antes mencionado, esta escuela no pudo dar una respuesta para un país, Francia, con una alta dependencia de sus líneas de comunicaciones marítimas sobre todo en lo concerniente a sus territorios de ultramar. Además de ello, esta escuela fue duramente criticada porque produjo una dispersión doctrinal y consecuentemente una dispersión de recursos que limitaron el desarrollo del poder naval francés en los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial (Ibíd.:262) y su aplicabilidad sólo se circunscribió, según la mentalidad europea, al caso francés y a una especial hipótesis de conflicto que fue desechada a principios del siglo XX (Till, 1988:53-55). Como se recordará, la Francia metropolitana es un espacio con una fachada atlántica y una fachada mediterránea y para los franceses el tema de la concentración condicionó su estrategia marítima no sólo desde la época en que España tuvo la hegemonía de los mares, sino también desde que el Reino Unido se apoderó de Gibraltar. A diferencia de Francia, Italia no tuvo ese tipo de desventaja estratégica y la geografía en sí mismo le dio unidad a su pensamiento estratégico naval pudiendo desarrollar una armada más o menos equilibrada y cónsona con los intereses de un país que había logrado una unificación tardía y aspiraba a jugar un importante rol en los asuntos europeos y globales.
Después de la guerra, y con el advenimiento del fascismo en Italia, el énfasis en el papel de la geografía y de los problemas marítimos hizo permeable a este país al pensamiento geopolítico alemán (Coutau-Bégarie, 1999:532)[10] por lo que la estructura de fuerza de la Regia Marina Militare italiana pasó a ser expresión de una doctrina basada en un poder semi-oceánico capaz de realizar operaciones contra: 1.-) fuerzas navales organizadas, 2.-) las líneas de comunicaciones marítimas del adversario, y 3.-) hacer guerrilla naval. Como doctrina en sí fue de carácter particular en cuanto a la naturaleza del método, es decir, eminentemente realista en función de los medios y determinista en cuanto a su demarcación y al establecimiento del punto de aplicación del esfuerzo (Ibíd.:533).
Pero esta estructura padecía unas graves deficiencias derivadas del hecho que la política naval de ese país no fue lineal ni moderna según Gabriele y Santoni. No fue lineal debido a que: 1.-) las hipótesis de conflicto variaron en el periodo, es decir, en primer lugar tuvo como foco a Francia, luego al Reino Unido y posteriormente a los dos países; 2.-) gracias al Tratado de Washington, y conferencias posteriores[11], lograron una paridad naval estratégica con respecto a Francia a pesar de no tener ni un imperio colonial ni enormes recursos económicos en relación a su vecino Mediterráneo. Este hecho obligó doctrinalmente a Italia a hacer énfasis en el método histórico orientando sus esfuerzos a reproducir hipótesis de conflictos basadas en la realización de una batalla naval decisiva (1993-1994:101-102)[12]. Este énfasis daría paso a la consideración de otras alternativas de acción cuando el Reino Unido acrecentó su presencia en el mar Mediterráneo dadas las tensiones internacionales que empezaron a nublar la citada cuenca geográfica produciendo un desbalance desfavorable para la marina de guerra italiana. No fue moderna, según estos autores, porque la orientación de las principales marinas después de la Primera Guerra Mundial (EE.UU., Japón, Reino Unido y la derrotada Alemania) estuvo enfocada al alcanzar la máxima eficacia con los materiales disponibles dentro de una línea de pensamiento epistémicamente materialista apoyándose en el desarrollo de un sistema de información que asegurase los propios medios y permitiera la identificación del enemigo[13].
En Italia, según Gabriele y Santoni, oficialmente no se le dio la importancia que merecía a un desarrollo estructurado de la armada hasta que el incremento de la presencia británica los obligó a considerar otras formas de acción propias para tratar de corregir el desequilibrio. De esta necesidad se retomó: 1.-) la idea del uso de motoscafi basándose en la propuesta de mejora de los medios empleados en la Primera Guerra Mundial realizada por el cantieri Baglietto capaces ahora de dar más de 40 nudos de velocidad y que en nuestro país recibirían el nombre de “Torpederos ultra-rápidos”[14], y 2.-) otros proyectos realizados a partir de unas propuestas realizadas previamente Teseo Tesei y Elios Toschi al Almirante Aimone Savoia-D´Aosta, Comandante General de los MAS en el año 1936 de donde surgirían los Siluro a Lenta Corsa, los famosos “Maiale” y los barquinos explosivos denominado “motoscafo turismo”[15].
Aquí se observa que a pesar de la necesidad de mantener el equilibrio estratégico de acuerdo con el espíritu del Tratado de Washington, la Regia Marina Militare Italiana apeló a la geografía y a los nuevos materiales, pero manteniendo un balance de medios que le dio una importante capacidad ofensiva. Al respecto, el pensador naval italiano más prominente de finales de la década de los años 30´s del siglo XX y le dio a los decisores político-militares de ese país esa unidad de pensamiento fue O. Giamberardino, un autor influido por el pensamiento sintético del Almirante francés R. Castex que propugnaba el desarrollo de una armada balanceada (Coutau-Bégarie, 1999:519). La obra de este autor italiano fue traducida al español en el año 1940, por lo que es probable que este tratado fuese conocido en Venezuela directamente por vía italiana o indirectamente por canales argentinos junto con la misma obra del Almirante Castex.
Las preguntas que saltan a la vista son: ¿cómo se desarrollaron los proyectos MAS en ese contexto de limitaciones y qué buscaron los asesores navales italianos con la propuesta hecha a Venezuela? La primera interrogante podría ser respondida por el hecho que cuando los italianos se percataron de que una nueva guerra se avizoraba en el horizonte, encontrándose empeñados, en ese momento, en Etiopia y en España, buscaron alternativas para desarrollar y poner en práctica sus nuevos proyectos. La segunda interrogante podría ser respondida afirmando que nuestro país se convertiría en un laboratorio de los proyectos italianos debido a que los ofrecimientos hechos a nuestro país se encontraban en fase de proyectos tal como se deduce del análisis del Prot. N° 414 del 15ABR1935 que contiene el ofrecimiento de la Legación Italiana. En este contexto, el supuesto sobre el cual estamos trabajando es que para darle fuerza a estos proyectos latinos, en Europa, se valieron de los compromisos adquiridos con Venezuela en ese mismo periodo para mayor sustentabilidad práctica y financiamiento[16].
2.- Naturaleza y alcance de la propuesta italiana a Venezuela.
Después de los datos que nos ha suministrado Zeims sobre el estado de la Fuerza Armada Nacional y su finalidad, llama la atención que desde el mismo seno del gomecismo haya surgido la preocupación por modernizarla haciéndose especial énfasis en la marina de guerra y la aviación. Si seguimos su línea de pensamiento habría que considerar las más resonadas acciones antigomecistas que acontecieron en el pasado cercano a la fecha de la propuesta transmitida por la Legación del Reino de Italia contenida en el documento Prot. N° 414 del 15ABR1935. Con ese horizonte en mente lo que surge a la vista es: el asalto al fuerte Ámsterdam en Curazao y el desembarco del Falke[17]. Pero estas acciones por sí mismas no constituyen motivos para una preocupación puesto que ambas fueron eficazmente derrotadas. No obstante, la acción emprendida por un grupo de venezolanos contra un país extranjero, el Reino de los Países Bajos, aunque el objetivo final se encontraba en Venezuela desencadenó, en relación con este país, una estela de desconfianza que sólo desaparecería con el fin de la Segunda Guerra Mundial[18]. El otro tema que surgiría en la clase dirigente venezolana y consecuentemente en la opinión pública lo representó la disputa que se mantenía con el Reino Unido por el asunto de isla de Patos. Pero estas dos fuentes de preocupación no representaban, de igual forma, una amenaza de guerra más aún si se tiene presente el papel que ya estaba jugando EE.UU en la región. Las disputas que en ese entonces mantenía Venezuela desde el punto de vista internacional y si fueron fuentes de preocupación fueron: 1.-) Con Colombia, por las secuelas que había dejado el Laudo de Madrid y los riesgos que ello representaba dada la exitosa experiencia obtenida en la guerra por el cuadrilátero de Leticia[19] y 2.-) con EE.UU. por las diferencias arancelarias en lo concerniente al comercio petrolero[20]. El tema petrolero fue, en ese entonces, un instrumento para la cooperación británica, neerlandesa y estadounidense que pudo generar desconfianza en el país dentro de un contexto de crisis económica mundial y un punto de fricción entre los países suramericanos y todas las potencias extra-continentales que tradicionalmente habían hecho presencia hasta ese momento en la región.
En este escenario, la dirigencia política venezolana debió haber reflexionado sobre las perdidas territoriales sufridas y la impotencia que debió haber representado la inadecuada capacidad defensiva demostrada durante el bloqueo de 1902-03. De igual forma, les debió parecer inadecuada la artillería de defensa de costas disponible dadas las nuevas técnicas de guerra desarrolladas en la Primera Guerra Mundial y en la inmediata postguerra. Si a este análisis se le agrega las acciones focalizadas de Román Delgado-Chalbaud y de Rafael Simón Urbina, se puede deducir entonces que los entes gubernamentales venezolanos hayan decidido buscar ayuda extranjera lográndose con ello que se conectaran las rivalidades europeas con las rivalidades americanas. Así pues, la hipótesis de conflicto que probablemente comenzarían a manejar los dirigentes venezolanos fue la de un conflicto de naturaleza múltiple como el experimentado entre los años 1899 y 1903 y ello es lo que se desprende de la propuesta entregada por la Legación italiana.
La propuesta entregada por la Legación del Reino de Italia tenía como propósito inicial construir una Marina de Guerra costera en un mediano plazo. Para este propósito se consideró que el desarrollo debía realizarse en varias fases: 1.-) había que construir una base material y contemporáneamente dotar a la armada de unos medios ligeros y ultra-rápidos que pudieran hacer una defensa eficaz y a la vez ir formando oficiales y marineros para prepararlos para la dotación de medios de mayor porte y operación más compleja, 2.-) Adquisición de buques de 1800 a 2000 toneladas que sirvieran de apoyo a los medios ligeros ya desplegados convenientemente en todo el país y 3.-) adquisición de aeronaves de patrullaje, reconocimiento, bombardeo, torpedeamiento y de protección. Desde el punto de vista material, los asesores italianos, específicamente, la Sociedad, Odero-Termi-Orlando de Génova recomendaron para esta fase inicial la adquisición de lanchas torpederas y cañoneras ultra-rápidas.
Esta recomendación puede ser analizada desde dos enfoques diferentes: el técnico y el realista. Lo técnico referido a un concepto de empleo que tenía una vertiente estructural, geográfica y presupuestaria. Desde la perspectiva estructural la propuesta italiana consideraba que los torpederos cumplirían una función de vigilancia “activa” debido a que nuestras costas se caracterizaban por ser “tan extensa y tan abierta…, dominada en sus puntos más delicados, en sus claves estratégicos, por dos islas extranjeras” y los destructores, cuando estuviesen disponible, servirían como “buques-apoyo” en caso de contingencia. En relación con la geografía se evidencia el peso que los marinos italianos le daban al espacio en lo que concierne a la estructura de fuerzas. Aquí se puede afirmar que a diferencia del dispositivo de defensa español que era netamente pasivo[21], los italianos usaban la geografía para proyectarse ofensivamente con medios idóneos para ello de acuerdo con la experiencia adquirida en la Primera Guerra Mundial.
El enfoque realista que consideraba las verdaderas capacidades para asumir un proyecto de esa envergadura teniendo presente los potenciales adversarios. Para los asesores italianos, la ventaja de las lanchas torpederas estaba dada por su bajo costo de adquisición y bajo costo de mantenimiento. Además eran idóneas para un país con una baja capacidad para producir capital y una baja densidad poblacional. Para los italianos, usar destructores para vigilancia constituiría un gasto desproporcionado y si se consideraban los peligros que podría enfrentar el país, en caso de enfrentarse contra fuerzas superiores, estas “los destruirían con precisión matemática y en un corto espacio de tiempo…”.
Por estas razones técnicas y realistas, los asesores italianos se inclinaban en proponer el empleo de torpederas ultra-rápidas que operasen, en pareja, cerca de la costa, en mares tranquilos, “de noche, a luces apagadas”, pudiéndose esconder “días y meses en pequeñas ensenadas de la costa o en la vegetación de la orilla de los ríos”, y allí controlar, esperar, sin posibilidades de ser vistos con la ventaja de no poseer mástiles altos ni chimeneas, de disponer de unas potentes armas ofensivas y una alta velocidad como arma de defensa. Estos medios podrían resolver “de manera completa y brillante las necesidades navales urgentes” de nuestro país[22]. Una vez que los marinos venezolanos adquiriesen las destrezas necesarias para operar destructores “que les conviene por su servicio sea en el sentido geográfico, topográfico y militar, absoluto; sea en el sentido estratégico, relativo, por el equilibrio internacional de las fuerzas” sería del “interés comercial” del país europeo “proponer la opción” de esos medios navales en función de los requerimientos navales hechos a la Legación Italiana antes de entregarse el documento citado previamente y ha sido la fuente principal para la elaboración del presente trabajo.
Por otra parte, para los asesores italianos la situación estratégica de Venezuela era visualizada como un anillo de agua, es decir:
“… una frontera militar circular de agua absolutamente característica que tiene dos grandes cabeceras, sus dos grandes entradas, la del Lago de Maracaibo y la del Orinoco, a pocas horas de navegación de dos islas en manos extranjeras, y que se han distinguido siempre, en el curso de la historia, como base de intranquilidad del Mar Caribe y almacenes del contrabando internacional”.
“Además, el lado occidental del anillo estratégico de agua está casi abierto, por vía de mar, al paso de una potencia vecina”.
Como se puede observar de lo reseñado en los párrafos anteriores, para los italianos la geografía jugaba un papel importante. En su estudio dividieron el país en cuatro zonas geográficas dadas sus particularidades topográficas y estratégicas a fin de asegurar una vigilancia eficaz y una rápida capacidad de respuesta en caso de necesidad de realizar acciones defensivo-ofensivas. Desde el punto de vista de la vigilancia, el énfasis era el “dominio” de las rutas marítimas y el acceso terrestre a las principales áreas productivas y portuarias del país. Estas zonas fueron las siguientes: 1° Zona: Lago de Maracaibo y ríos que desembocan en el mismo; costas del Golfo de Venezuela y costa de Falcón; 2° Zona: Costas del centro de la república; 3° Zona: costa oriental, isla de Margarita y la entrada del río Orinoco; y 4° Zona: la representada por los ríos navegables del país.
A partir de esta configuración los asesores italianos proponían lo siguientes: en la 1° Zona dos torpederos armados con torpedos y dos armados con ametralladoras de 40 mm, en la 2° Zona dos torpederos cañoneros, en la 3° Zona, dos torpederos armados con torpedos y dos armados con ametralladoras de 40 mm y en la 4° Zona cuatro torpederos armados con ametralladoras de 40 mm[23]. De igual forma, para explicar de manera gráfica la propuesta realizada, simularon los casos del Falke y de la motonave “Maracaibo” capturada por el grupo de Urbina en Curazao e indicaron cinemáticamente cómo hubiese sido la respuesta evidenciando con ello un gran conocimiento de la realidad política nacional.
En la segunda etapa del proceso de adquisiciones, recomendaron a nuestro país: 1.-) uno o dos destructores de 2000 toneladas de desplazamiento y 2.-) hidroaviones para vigilancia y descubierta tanto en las costas como en los ríos navegables y para bombardeo, torpedeamiento, etc. La justificación de los destructores fue mantener un equilibrio estratégico en función del vecino colombiano y su cantidad estaba relacionada con presupuesto, capacidad industrial, adiestramiento y disponibilidad de personal necesario para tripularlos, entre otras[24]. Por otra parte, la justificación de los hidroaviones estaba dada porque la concepción de empleo italiana concebía el uso de estos medios aéreos en conjunto con las MAS. Para los italianos este binomio constituía “las tremendas armas de los pobres en contra del poderío de los ricos, de los imperios”. En relación con los hidroaviones, los asesores italianos recomendaron “un mínimum” de: 12 aeronaves de alta mar y gran bombardeo, 12 aeronaves de reconocimiento estratégico y 22 aeronaves de caza, sin especificar modelos[25]. Todos estos medios deberían haber estado repartidos proporcionalmente en las cuatro zonas de operaciones antes mencionadas.
Como se puede observar en toda esta exposición, los asesores europeos aplicaron a nuestro país la teoría estratégica de la Jeune École de acuerdo con la variante italiana que le daba un peso importante al factor geográfico y material dentro de un contexto: 1.-) realista determinado por el potencial nacional venezolano y 2.-) desfavorable considerado en función de la geografía misma y las potenciales amenazas[26]. Esta aplicación estaba concebida como el proceso inicial para la reconstrucción o la creación de una Armada moderna, pero en su concepción perseguían restituir un equilibrio estratégico sin afectar la situación estratégica existente en todo el mar Caribe. La propuesta italiana apuntaba a crear una armada con una fuerte capacidad de defensa por intermedio del uso de medios ofensivos tratando de evitar que la proporción de medios alterasen la relación de Italia con otros países, en especial, Francia, Reino Unido y EE.UU. Sobre este aspecto habría que detenerse un momento. Los asesores italianos fueron abiertos en ofrecer submarinos, pero su foco estuvo centrado en las MAS, destructores e hidroaviones, a diferencia de los ofrecimientos hechos por Francia dos años después que hacían énfasis en el submarino, quizás pensando en alcanzar un equilibrio estratégico global en relación con el Reino Unido.
En el caso especial del Reino Unido habría que tener presente la fecha de la propuesta italiana, es decir, 1935, en los albores de la crisis de Abisinia y un año antes del estallido de la Guerra Civil Española. Así como los italianos demostraron ser buenos conocedores de la situación venezolana, los británicos lo eran aún más. Pienso que los anglosajones estimaron el alcance de la propuesta italiana a Venezuela y ejecutaron una maniobra de muleta de torero al ofrecer por intermedio de Portugal los famosos destructores de la clase “Douro” a Colombia para obligar a los venezolanos a corregir el desequilibrio y echar por tierra la concepción latina. Por supuesto esta aseveración habría que demostrarla[27]. Al respecto, el laborioso trabajo de desocultación realizado por Bracho nos ha indicado el rol que desempeñaron oficiales navales ingleses en la modernización de la marina de guerra y marina mercante nacional en el periodo estudiado, es decir, 1935-1940[28] y nos podría dar luces acerca del papel de los asesores navales extranjeros, especialmente británicos, estadounidenses y alemanes, entre los años 1911 y 1940, en relación con la misión naval italiana. Pero sería tema de otra investigación.
El caso es que entre el año 1935 y 1939 se produjo una desviación del proyecto italiano retrasando su aplicación para corregir el desequilibrio generado por los buques colombianos y en ese periodo la marina de guerra dejó de ser conducida por un oficial del ejército y pasaría a ser dirigida por dos oficiales navales: F. Larrazabal y A. Picardi, este último que sufriría las penurias de las cárceles gomecistas luego de la conspiración de Delgado-Chalbaud.
3.- Evaluación de la aplicabilidad de la propuesta italiana a Venezuela.
En una primera instancia se puede afirmar que la propuesta italiana fue sensata, adecuada a las realidades de un país donde el costo de un cañón francés representaba dos años de presupuesto de un hospital nacional según Zeims. La eficacia de estos cañones de defensa de costas, como se sabe, no daba más sino para mantener más o menos alejada del Mar Territorial a un potencial amenaza. El asunto es evaluar cómo el planteamiento de la necesidad de la defensa naval generó un proceso de negociación de naturaleza burocrática que se materializó en la misión naval italiana y qué consecuencias trajo consigo esa negociación si se considera que la propuesta italiana del año 1935 se realizó cuando Gómez estaba en el poder y la ejecución de lo acordado se realizaría en un periodo de transición política.
Lo primero que se puede afirmar, como ya se mencionó, es que los italianos estaban pensando en construir o reconstruir una marina de guerra para su interés económico y estratégico, en función de nuestras capacidades y la dirigencia política venezolana del año 1935 estaba pensando en tener a la brevedad medios navales para resolver un problema marítimo-estratégico después de más de una década de subordinar los asuntos marítimos a EE.UU y de descuidar deliberadamente los asuntos navales. Esta paradoja amerita la profundización en la misma para determinar una línea de fuga que facilite la comprensión de la situación estratégica.
Desde el punto de vista italiano, como ya se ha indicado, se presentó una necesidad que se agravó con el cambio de la situación estratégica en el mar Mediterráneo. Esta necesidad fue militar y presupuestaria, con lo cual buscaron la manera de resolverla tratando de adquirir recursos financieros donde estos se encontrasen y lo hicieron de una manera que se podría considerar ética y profesional, al menos de lo que se desprende de los hallazgos obtenidos por Rivero-Blanco. Desde la perspectiva venezolana debió haber sido interesante observar a los asesores italianos explicando a los burócratas del Ministerio de Guerra y Marina en el año 1935 las revolucionarias propuestas tácticas navales en un contexto donde la artillería y la bayoneta eran en nuestro país la reina de la batalla. Por supuesto que las propuestas italianas fueron analizadas por oficiales navales. Del documento italiano se desprende que los oficiales navales venezolanos estaban preocupados por crear una base logístico-material que garantizara la disponibilidad operacional de los medios navales, con lo cual se plantea el interrogante de saber que estaba subyacente en la oposición destructores vs. MAS.
Si se piensa la propuesta italiana desde la perspectiva de la realidad venezolana se puede argumentar que la misma era por lo menos innovadora. Para un montonero debió ser difícil comprender que la guerra de la era industrial se hacía de acuerdo con otros parámetros diferentes a los conocidos por el tipo de guerra que debió haber realizado hasta hacerse con el poder. Venezuela en el año 1935 se regía de forma cuasi feudal pero lo que le daba sustento, el petróleo, era un elemento de la era industrial y en consecuencia los códigos de relación eran diferentes a los vividos por los que hicieron la revolución restauradora a pesar de que estos o sus descendientes vivieron la experiencia del bloqueo de 1902-03. Teniendo este contexto como premisa habría que indagar un poco más, sobre el impacto en Venezuela de la propuesta italiana antes de la muerte de Gómez, en el periodo de transición que inició López Contreras y desde el momento en que la dirección de marina paso a ser asumida por F. Larrazabal.
Antes de la muerte de Gómez, el caudillo ejercía su poder por intermedio del ejército. ¿Qué era este ejercito gomecista? El ejército nacional, a diferencia de la marina de guerra, es el resultado del proceso de conversión de una facción política en un cuerpo militar pretoriano. Este cuerpo militar se caracterizó por tener un brazo armado y un brazo político ambos unidos por un tronco y una cabeza representada por Gómez y el gomecismo. En este contexto, el ejército funcionaba como un Estado-partido político cuyo ámbito de competencia se introducía en muchos aspectos de la vida política del país tanto para ejercer control como para evitar el surgimiento de fuerzas que se le opusieran[29]. Este poder se extendía sobre la marina de guerra y la aviación militar, por ello, en ese periodo gomecista sólo existió el ejército-partido y es en este sentido que se usa esta palabra y para indicar la sujeción de la marina de guerra al partido militar que estaba en el poder. En este escenario, cuando Gómez le plantea a López Contreras la posibilidad de encarar un conflicto bélico con Colombia, Gómez tenía en su mente los años en que su vitalidad le permitió derrotar en todos los frentes a la revolución Libertadora y hacerle frente a la agresión de tres potencias europeas y a los grupos insurgentes provenientes de Colombia[30]. Pero el ejército pasó treinta años de reposo en los cuarteles a pesar de las excepciones producidas por la necesidad de sofocar algún movimiento revolucionario.
Con esta situación, la necesidad de convertir al ejército en una fuerza militar eficaz se convirtió en una prioridad y un problema. Una prioridad debido a las amenazas que estaban apareciendo en el horizonte y ya mencionadas en este trabajo y un problema en la medida que un posible desarrollo podría significar una pérdida de control político-militar. Incluso la misma asesoría extranjera, muy diferente a la recibida en el país hasta ese momento era una fuente de tensión porque implicaba el estudiar, conocer y en cierta forma divulgar, la situación estratégico-militar del país. Desde esta perspectiva teniendo presente que la propuesta italiana estuvo en manos del gobierno nacional en abril de 1935, 1.-) se presupone que esta provino de un requerimiento inicial y 2.-) mediaron al menos siete meses desde la recepción del documento hasta la muerte de Gómez, para que los técnicos venezolanos estudiaran su contenido.
El requerimiento inicial supone la existencia de un proceso de discusión previa en donde participaron los asesores italianos. En esta discusión se intuye hubo dos tendencias: 1.-) la de adquirir potentes medios a la brevedad, liderada por los dirigentes del partido-militar y 2.-) los que planteaban la necesidad de crear una base material para hacer viable la adquisición y operación de cualquier medio naval moderno, liderada por oficiales de la Armada. De lo que se desprende del documento Prot. N° 414 del 15ABR1935, los italianos se inclinaron por la visión naval, pero abrieron convenientemente la posibilidad de vender los medios navales requeridos por la clase dirigente que en términos prácticos se podría entender desde la perspectiva naval como un proceso de evolución de un importante alcance.
La insistencia del partido-militar fue consistente en los años subsiguientes y el momento más emblemático de esta preocupación lo constituyó la memoria y cuenta del Ministro de Guerra y Marina en el año 1937[31]. ¿Cuál era entonces la preocupación de la dirigencia político-militar venezolana? Creemos que una clase dirigente avejentada como la gomecista comenzó a percibir que las bases de poder del régimen se podrían perder desde el mar y los años subsiguientes comenzaron a demostrar con suma claridad dicha percepción[32]. Sobre lo que pasó en los siete meses que mediaron entre la llegada del documento y la muerte de Gómez se presume que no pasó nada relevante porque seguramente la agenda política se debió haber paralizado por causa de la enfermedad del caudillo.
La muerte de Gómez provocó un cambio radical de las circunstancias. Dio paso para que, por un tiempo relativamente corto, la Marina de Guerra comenzase a dar sola sus primeros pasos después de veinte años de represión, pero condicionada a un conjunto de servidumbres políticas, positiva y negativa, usando al respecto una expresión de Castex. Positiva porque de alguna u otra forma se iba a desarrollar la Armada y negativa porque este desarrollo iba a estar condicionado por la política. Desde el punto de vista burocrático se presume que fue difícil para el partido-militar manejar el tema de los torpedos, sobre todo porque esta era el arma principal para las MAS y para los destructores que estaban solicitando. La propuesta de uno o dos destructores de 2000 toneladas fue producto del establecimiento de un punto intermedio entre el partido-militar familiar a la artillería[33] y la creación previa de una base material que posibilitara el uso de nuevos armamentos ya parcialmente conocidos por los marinos venezolanos al menos desde el combate de Río Hacha[34]. Pienso que fue ante este dilema, incapaz de ser manejado por el partido-militar, que la clase dirigente decidió entregar la dirección de marina a un oficial naval. Hecho que fue posible también gracias al proceso de apertura que trató de iniciar el General López Contreras como Presidente de la República.
Cuando asumió Larrazabal la Dirección de Marina se debió haber retomado la propuesta italiana, pero ya en ese entonces la situación internacional se había complicado tanto en Europa (retrasando los proyectos MAS) como en la región por el conocimiento de la existencia de los destructores colombianos de la clase “Douro”. La consecuencia de este hecho fue el establecimiento de un punto medio en el proceso de negociación, es decir, adquirir unos buques superiores en tonelaje a las MAS e inferiores a los destructores de 2000 toneladas. El acuerdo debió haber apuntado a satisfacer las necesidades políticas generadas por las recomendaciones realizadas por Parra-Pérez que apuntaban a unos buques que fueran diplomáticamente visibles y después seguir con el programa propuesto por los asesores italianos[35].
Esta solución intermedia fue sumamente pobre porque la guerra en Europa llegó más rápido de lo previsto y rica porque le dio a la generación de oficiales navales venezolanos de la época un norte que tratarían de seguir y llegarían más o menos a alcanzar en la década siguiente. Pero la pobreza de esta solución amerita hacer un paréntesis. Parra-Pérez, un diplomático, no un militar, estaba consciente del poder diplomático de un buque de guerra en un escenario de carencias de todo orden y planteó la necesidad, para evitar que se produjera un conflicto bélico al menos desde la perspectiva naval, sin conocer la complejidad que tiene consigo el desarrollo de una armada. Así pues, la adquisición de los cañoneros “General Urdaneta” y “General Soublette” permitiría solucionar un problema presupuestario para la Regia Marina Militare Italiana y solucionaría, en parte, un problema estratégico para la percepción de la dirigencia político-militar venezolana. En parte porque en el año 1939, el ministro de Guerra y Marina estaba procurando, de forma infructuosa, adquirir medios navales a cualquier costo[36]. Aún así, la Misión Naval Italiana arribo al país en el año 1938 y cumpliría una importante labor de formación paradójicamente con la presencia de oficiales navales estadounidenses. Sobre esta curiosidad, tuve la oportunidad de conversar con el desaparecido Capitán de Navío Talhyardat y le pregunté cómo había sido la convivencia de los venezolanos al tener que navegar entre dos aguas. No dio una respuesta. Quizás la pregunta fue mal formulada. La pregunta debió haber sido: ¿Cómo fue la convivencia entre oficiales navales estadounidenses e italianos en el seno de la armada venezolana en los prolegómenos de una guerra? La respuesta a esta pregunta se podría deducir en este capítulo y confirmar en el trabajo que sobre las MAS en Venezuela ha realizado Ramón Rivero-Blanco.
La Segunda Guerra Mundial sorprendería a los proyectos ítalo-venezolanos en su fase inicial. Ello significaría que la clase dirigente nacional quedaría desarmada para defender la neutralidad del país o un planteamiento estratégico que perseguía en última instancia la sobrevivencia del gomecismo gracias a la ayuda italiana y eventualmente alemana[37].
El punto culminante de la presencia de los asesores navales italianos en Venezuela debió ocurrir durante el primer semestre del año 1940, y en especial, cuando se presentó la crisis del “Alabama” y “Dentice”, debido a la fuerte acción diplomática naval emprendida por EE.UU. contra el país. En ese periodo ya los estadounidenses debieron estar en conocimiento del alcance del plan de desarrollo naval ítalo-venezolano por lo que amparándose en la política de neutralidad continental, forzaron a la dirigencia política nacional a cambiar de tutores y consecuentemente a abandonar el plan de desarrollo.
De igual forma, el inicio de la Operación NEULAND representó una gran presión para la dirigencia política nacional, debido a la aplicación del poder por parte de EE.UU., siguiendo los parámetros establecidos por Schwarzenberger (1960) en lo concerniente al convenio naval que el país se vio obligado a acordar con el país del norte en el año 1942. No tanto por la interrupción del tráfico marítimo petrolero en sí mismo, ni la posibilidad de que los U-Boot atacaran blancos posibles dentro del territorio nacional como se demostró en el caso de la diplomacia naval estadounidense, sino por la posibilidad de perder el poder político nacional después de cuarenta años de dominación. En este contexto, al quedarse la clase dirigente nacional sin MAS ni destructores que les permitiera negociar con una relativa capacidad de maniobra, regresaron a la vieja práctica artillera y aceptaron o solicitaron la dotación de sistemas de artillería de defensa de costas con el fin de mantener el proceso de negociación mientras se definiera la situación militar en Europa. Esta decisión fue tomada a sabiendas que ello significaba no sólo el sacrificio de la Armada y del propio Estado, también debieron haber intuido que esta decisión a mediano plazo representaría también su salida del poder tal como lo ha sugerido Mariño-Blanco a partir de otra argumentación. Este es pues el origen de la tutela militar-naval estadounidense y de las limitaciones que impusieron al proceso de desarrollo de nuestras capacidades defensivas.
El error que cometería el partido-militar venezolano encarnado en la clase dirigente gomecista, y quizás pudo haberlo intuido desde el mismo momento que los asesores italianos realizaron su propuesta, fue que para crear una marina de guerra a partir del concepto de la Jeune École se debería partir de la existencia de una república en el sentido democrático del término, cosa que no estaba aún dentro de sus intereses[38]. De ahí su inclinación por la adquisición de destructores que implicaba un importante grado de control en función de la posibilidad de manipular presupuestariamente su disponibilidad operacional. Lo que no llegaría a saber la clase dirigente venezolana fue que la Regia Marina Militare Italiana era una fuerza esencialmente monárquica cuyas inclinaciones apuntaban a la defensa del Estado-nación y no de una facción política fuerte como lo representó el fascismo y que muchas de las acciones que emprendieron las unidades MAS durante la Segunda Guerra Mundial fueron producto de la iniciativa personal y no de las decisiones de una estructura de poder que estaba destinada a desaparecer cuando los vientos de la guerra se pusieron en su contra[39].
El defecto de la propuesta italiana fue que partía de una concepción pesimista, es decir, un país pequeño, Venezuela, rodeado de países grandes y por ello sin posibilidad de desarrollar una marina de guerra para defender su tráfico marítimo petrolero, en otras palabras, sus intereses marítimos vitales. En este sentido, condenaba a nuestra marina de guerra, dentro de su proceso evolutivo, solamente a defender el país de una agresión al propio territorio nacional. Aquí se puede observar entonces que el desarrollo de la marina de guerra venezolana tuvo una doble barrera: 1.-) la impuesta por la marina italiana y 2.-) la aplicada por el partido-militar usando como instrumento la presión estadounidense. La diferencia fue que la concepción italiana abría la posibilidad de generar las condiciones para que el país saliera al mar para beneficio de todos los venezolanos. Estas dos barreras han sido los principales óbices que ha debido y debe superar el pensamiento naval venezolano para recuperar el rol que le corresponde en un país con una alta dependencia de los espacios acuáticos como medio de comunicación y como fuente de recursos.
4.- Reflexión Final.
La concepción de la marina de guerra basada únicamente en destructores indicada en el documento Prot. N° 414 del 15ABR1935 y seguida por el partido-militar se adoptaría después de la crisis por el Archipiélago de Los Monjes del año 1952. La adopción de este planteamiento, quizás inducida por oficiales navales de la época, especialmente por Ghersi, según Bracho, se produjo sin que se desarrollara una base material que le diera durabilidad a los medios navales adquiridos. A pesar de que la Armada venezolana contó con una serie de patrulleros cedidos por EE.UU., sólo la emergencia del nuevo derecho del mar y la intensidad de la guerra fría en el mar Caribe hizo más o menos posible la adopción de la propuesta italiana de antes de la Segunda Guerra Mundial con las variantes tecnológicas del momento, es decir, los misiles anti-buque que demostraron su efectividad en el hundimiento del destructor israelí “Eilat” en 1967 (Hill, 1990:140 y 197). Casi simultáneamente con la instalación de la tercera conferencia de las Naciones Unidas sobre el derecho del Mar en Caracas en 1973, Venezuela recibió seis patrulleros de la clase “Constitución”, de los cuales tres fueron misilisticos y tres cañoneros, dos submarinos del tipo U-209 y un escuadrón de aeronaves antisubmarinas ya con un gran número de horas de vuelo[40]. Así pues, sólo la llamada del mar ha movido a la clase dirigente nacional a tomar medidas para dar una respuesta. La gravedad de esta actitud es que en los asuntos marítimos la reactividad es expresión del fracaso de una política basada únicamente en la preservación del poder.
Después de la crisis de la Corbeta “Caldas” esta situación se está repitiendo nuevamente, sobre todo después del año 1998 y especialmente en los puntos de máxima vulnerabilidad geográfica más o menos indicados por los asesores italianos: el Golfo de Venezuela y la fachada Atlántica. Esta realidad haría necesario la disposición de medios navales adecuados para la defensa de los intereses marítimos venezolanos. No sólo en relación con los problemas geográficos, también en relación con la alta dependencia del país del comercio petrolero y por consiguiente de las líneas de comunicaciones marítimas. Una política exterior en la era de la libertad de los mares sin buques de guerra está condenada al fracaso o al mantenimiento de un sospechoso de un statu quo contrario al discurso político que ha conducido al país a tantos sacrificios.
Como se ha estado observando la orientación estratégica del país, que está siguiendo un rumbo eminentemente continental, está apuntando al desarrollo de sistemas de defensa de costas y a una concepción basada en lo que se ha dado en denominar guerra popular de resistencia. Esto significa que se abandonó literalmente a los espacios acuáticos a pesar de que los principales aliados del país (China, Rusia e Irán) le han quitado a las potencias occidentales espacios marítimos no con sistemas misilisticos de defensa de costas cuya efectividad ha sido apenas visualizada en la última guerra del Líbano realizada contra Hezbollah, sino con una actualización de la concepción estratégica de la Jeune École cuyo máximo exponente lo ha constituido la táctica del enjambre enmarcada dentro del proyecto C-14 chino e iraní. Este proyecto ha constituido un paso previo para hacer una presencia permanente en la alta mar, el espacio donde se decidirá su carácter de Res Nullius en las próximas décadas.
Así pues, con la adopción de una estrategia continental para la defensa de la geografía nacional basada en los sistemas de defensa de costas y en la guerra popular de resistencia se ha retornado a la visión gomecista de una política exterior fundamentada en la necesidad de defender el régimen político en perjuicio de la comunidad política denominada Venezuela. El tiempo que todo construye y todo disuelve nos dará su veredicto en el futuro venidero.
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[1] Sobre las adquisiciones venezolanas de material de guerra en el periodo ver: Pérez-Lecuna (2000), Hernández (Farage, 2011) y Nieves-Croes (2012).
[2] Por supuesto que la aviación militar venezolana tuvo también el padrinazgo francés en lo que se refiere a adquisiciones.
[3] Ver al respecto el oficio Prot. N° 414 del 15ABR1935 – XIII emanado de la Legación de su majestad el Rey de Italia en Caracas al Ministro de Guerra y Marina.
[4] El antecedente de la relación de Venezuela con la Regia Marina Militare italiana lo constituyó su participación en el bloqueo a las costas de Venezuela del año 1902-03. Ver: Blanco (2004) y Ojeda (2002).
[5] Sobre la influencia naval italiana ver: Farage (2011), Rivero-Blanco (2011), Blanco (2010) y www.edgareblancocarrero.blogsopot.com. En este blog se podrá observar en los artículos relacionados con la diplomacia naval alemana, francesa y estadounidense cómo incidió la relación de Venezuela con Alemania e Italia en la conducta estratégica estadounidense y neerlandesa antes y a inicios de la Segunda Guerra Mundial.
[6] Al efecto, para hacer esta afirmación, Coutau-Bégarie se apoya en la obra de E. Ferrante “The Impact of the Jeune École on the Way of Thinking of the Italian Navy” dans Marine et tecnique du XIX° siècle (Ibíd.).
[7] Después adoptaría el nombre de Motoscafo Armato Silurante, Motum Animat Spes, Memento Audare Semper. Estos medios fueron originalmente proyectados a inicios del siglo XX, pero recibieron un impulso cuando Italia entró en la guerra del 14, gracias al Jefe de Estado Mayor de la Regia Marina Militare Paolo Thaon di Revel. El concepto que se desarrolló en ese entonces fue el de no invertir en pocas y fuertemente armadas naves de guerra, sino en pequeñas, agiles, veloces y económicas naves capaces de atacar a los buques enemigos con torpedos aprovechando el efecto sorpresa. Como se observa aquí se evidencia una traza de la Jeune École. Este concepto seria modernizado por los chinos en lo que se ha dado en denominar el proyecto C-14. La Armada iraní también ha realizado desarrollos similares al proyecto chino.
[8] Los héroes de estas operaciones, cuatro específicamente, fueron Rizzo, Paoluci, Rosseti, Ferrarini y Giuseppe. Para conocer parte de su hazaña, ver (Ibíd.: 349-357). De igual forma, es de destacar el asalto que hizo el Comandante D´Annunzio contra el puerto de Buccari según el Prot. N° 414 del 15ABR1935.
[9] Ver también al respecto: Roksund (2007) y Till (1988). Este ultimo autor destacó que las ideas de la Jeune École se remontaban a escritos realizados por Vauban a inicios del siglo XVIII (1988:53). Ello explica la relación del concepto restringido de fortificaciones costeras con el amplio de sistema de defensa de costas introducido al menos en el país a inicios del siglo XX.
[10] Esta influencia fue también importante en el pensamiento militar argentino, según Coutau-Bégarie. En Argentina, la persona más influida e influyente fue S. Storni (1999:532), por lo que desde finales de los años treinta los oficiales navales venezolanos estuvieron expuesto por esta vía al pensamiento geopolítico.
[11] Ver al respecto: Sainz-Borgo (Farage, 2011).
[12] Pero a pesar de este esfuerzo, de mantener la paridad estratégica no se hizo el suficiente énfasis en mejorar la eficacia del tiro en los grandes buques (Ibíd.).
[13] En estos países se estudio el empleo de la aeronave en funciones antibuque tanto con el uso de bombas como de torpedos, así como también investigaron sobre la aplicación de nuevas tácticas más productivas y adiestramiento más exhaustivos para lograr una mayor capacidad ofensiva (Ibíd.).
[14] Estos torpederos ultra-rápidos estarían en fase de prototipo para el año 1935, año en que fueron ofrecidos a Venezuela y recibirían en Italia el nombre de MAS serie 500. Los prototipos fueron realizados en el año 1932 y fueron denominados MAS 431 a partir de 1.-) la experiencia adquirida en colaboración con el astillero Loire en la construcción de una lancha torpedera para la marina francesa y 2.-) la experiencia bélica adquirida en la Primera Guerra Mundial. Ver: Malvezzi (2012) y Prot. N° 414 del 15ABR1935.
[15]Todos los medios que llegarían a desarrollar y que emplearían en la Segunda Guerra Mundial permitieron el hundimiento de 72.190 toneladas en buques de guerra y 130.500 en buques mercantes.
[16] Ver al respecto: Associazione Nazionale Arditi Incursori Marina, en www.anaim.it., www.regiamarina.net y www.ump.pg.it.
[17] Ver al respecto: Blanco (Farage, 2011).
[18] Una de las medidas tomadas por el Reino de los Países Bajos al estallar la guerra en Europa en el año 1939 fue destacar un destructor y dos submarinos para Curazao. Ver: Blanco (Farage, 2011).
[19] En relación con este conflicto y la denominada Guerra del Chaco se tiene: 1.-) Ambos tuvieron como denominador común el petróleo (Blanco-Farage, 2011) y 2.-) Según la Legación del Reino de Italia, Colombia había “aumentado enormemente sus armamentos militares… con evidente ruptura… del equilibrio de las fuerzas militares relativas que han existido hasta 1932”. Ver: Prot. N° 414 del 15ABR1935. Sobre el tema colombiano en la época, ver también: Bustamante (2007) y Guzmán (2011).
[20] Ver: Blanco (2012). La Diplomacia naval estadounidense en Venezuela. 1933-1942. Documento en línea. Disponible en: www.edgareblancocarrero.blogspot.com
[21] Este se basaba en Tierra firme en el sistema de fortalezas de costa y en los buques guardacostas. Su capacidad ofensiva descansaba, por otra parte, en la flota del mar océano. Ver: Bracho (2005) y Chacón (1991). La causa de esta afirmación se debe a que Venezuela, después del bloqueo de 1902-03 rescató la concepción de defensa naval española de la era colonial con el Código de la Marina de Guerra del año 1903, debido a la eficacia demostrada por España en la defensa de sus colonias en ese período histórico.
[22] Los modelos ofrecidos a Venezuela se destacarían, con la táctica sugerida, en el mar Mediterráneo, especialmente en las operaciones para destruir el famoso convoy “Pedestal” (De la Sierra, 1976:411-413) y en Argelia (Ver: www.regiamarina.net. ) y para rendir el puerto ruso de Sebastopol (Manstein, 2006:340 y www.regiamarina.net ). Estos modelos presentaban las siguientes características: construcción de madera con nueve compartimientos estancos, eslora de 18 mts., manga hasta 4,65 mts. y calado de 0,9 a 1,1 mts. Potencia: dos motores de 1900 HP. Velocidad de 42 nudos, autonomía 400 millas náuticas a 42 nudos, estación radiotelegráfica y capacidad de operar autónomamente en un gran radio de acción. Tripulación: un oficial y nueve marineros. En cuanto al armamento se refiere, se puede afirmar que habían tres tipos de MAS que fueron ofrecidas a Venezuela: torpedera, cañonera y la propiamente anti-submarina (capaz de lanzar bombas de inmersión). Sobre las MAS en Venezuela ver el excelente ensayo de Ramón Rivero-Blanco “El Experimento MAS en Venezuela” (2012) realizado en paralelo con este trabajo.
[23] Todo el armamento de estos medios era desmontable e intercambiable.
[24] Llama la atención que los asesores italianos resaltaron que el interés del país era adquirir destructores. Al respecto hay que tener presente que en el año 1935 la marina de guerra venezolana estaba conducida por oficiales del ejército. Los italianos argumentaron que si bien esos medios eran necesarios la realidad era que el país necesitaba medios de vigilancia y los más económicos eran los MAS. Además agregaron que “Tomando en consideración las necesidades de vigilancia de las costas venezolanas… se necesitarían, como mínimo absoluto, seis de esas unidades”, pero el país no disponía ni de tripulantes, ni base industrial, económica ni técnica para sostener presupuestariamente dichos medios.
[25] De las aeronaves que pudieron haber operado en nuestras aguas con bandera venezolanas se mencionan al Romeo Ro 43 (como aeronave de caz y reconocimiento), el Savoia-Marchetti SM-79 para reconocimiento estratégico y torpedeamiento y el Cant Z 506 para bombardeo y patrullaje de largo alcance. De estas aeronaves es de mencionar que el Ro 43 era obsoleto cuando estalló la guerra (al igual que muchas de las aeronaves embarcadas británicas) y tuvo poco tiempo de vida útil. El Cant Z 506 corrió la misma suerte que el Ro 43 aunque estuvo por un tiempo considerable en servicio en la España de Franco. El SM 79 por su parte, fue un avión exitoso y ampliamente utilizado por Italia durante toda la guerra en muchas y diversas variantes.
[26] Aquí hay que destacar el recurrente uso de la palabra “dominio” que evidencia la influencia que ejercieron Bonamico y Secchi en el pensamiento estratégico naval italiano.
[27] Ver al respecto: Bracho (2010).
[28] Ver al respecto de este autor: Iconología Naval venezolana (2011) y Hombres de Hierro (2012).
[29] Ver al respecto: Deleuze y Guattari (2008:454) y Agamben (2010:60).
[30] Ver: Bracho (2010).
[31] Ver: Pérez-Lecuna (2000), Blanco (2010) y Farage y Hernández (Farage, 2011). Bustamante (2007) y Petrásh (Nweihed, 2000) también reseñaron las preocupaciones de Medina Angarita en relación con el tema de la defensa naval.
[32] Ver: Blanco: (2011 y 2012).
[33] Llama la atención el ofrecimiento italiano de destructores de 2000 toneladas de desplazamiento. Llama la atención primero porque estaban ofreciendo un arma nueva desde el punto de vista de tecnología naval que tendría un importante papel en la Segunda Guerra Mundial y segundo porque el desplazamiento indicaba una importante capacidad de portar armas, con lo cual se podía satisfacer los requerimientos del ejército y la marina venezolana. Esto indica que la propuesta italiana fue consecuencia del esfuerzo por solucionar una rivalidad burocrática y no para solucionar un problema estratégico. Las características de los destructores que estaban ofreciendo los técnicos italianos eran: velocidad, 40 nudos; armamento, 08 cañones de 120 mm en cuatro torres gemelas o 06 cañones de 150 mm, dos cañones de 75/47 mm antiaéreos, 06 o 04 tubos lanzatorpedos, un número indeterminado de ametralladoras antiaéreas de 12,7 mm y/o 20 mm. Tripulación de 180 a 200 hombres.
[34] Ver: Bracho (2011).
[35] Ver: Parra-Pérez (2000).
[36] Ver: Petrash (Nweihed, 2000).
[37] Ver: Leonard y Bratzel (2007).
[38] La causa de esta afirmación se debe a que la construcción de esos medios de poco tamaño y poca tecnología a mediano plazo en el país habrían facilitado la conexión del Estado con la sociedad generando las condiciones para el establecimiento de una nueva relación social a partir de la existencia de una capacidad productiva.
[39] Como toda Italia, las unidades MAS se dividieron al inicio de la guerra civil que se desencadenó en el país después del armisticio de septiembre del año 1943, pero hoy día se conoce que las unidades MAS que quedaron en el lado republicano, es decir de la Republica fascista de Saló, lo hicieron para evitar la disolución de Italia tal como lo declaró Junio Valerio Borghese, uno de los líderes de la citada fuerza naval, con lo cual se evidencia que los marinos italianos trataron de construir una república desde sus ruinas en las peores condiciones para hacerlo.
[40] Llama la atención que hasta la fecha, la base industrial nacional ha sido suficiente para asegurar una alta disponibilidad operacional para los patrulleros y parcialmente suficiente para los submarinos, pero ha sido muy cuesta arriba para asegurar la disponibilidad operacional de fragatas y destructores.
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