La salida de Francisco de
Miranda de Cuba en el año 1783 se debió a una acusación infundada de la que
sería absuelto en el año 1799. Para esa fecha ya había corrido mucha agua en el
río de la historia y habían ocurrido acontecimientos que habían cambiado el
mundo. Así pues, su llegada traumática a la recientemente constituida república
estadounidense que se encontraba en un proceso de consolidación, el 09JUN1783,
se produjo dos meses después en que habían cesado las hostilidades contra el
Reino Unido.
Miranda arribo a EEUU con
una carta de recomendación realizada por Juan Manuel Cajigal y gracias a ella
tendría una estrecha relación con un conjunto de individuos que contribuyeron a
la fundación de un nuevo orden político. Allí experimentaría y reflexionaría
sobre la forma de gobierno democrática y la estructura de gobierno basada en la
división de poderes que ya estaba presente en el orden político británico
después de un proceso que se inició a finales del siglo XVII. Esta
reminiscencia política de Miranda nos permite examinar los momentos en que su
relación con los fundadores de la república en el norte de América sirvió para
forjar su pensamiento político. Los momentos de esta relación fueron tres: la
que aconteció entre los años 1783-1784 que fue eminentemente teórico, la
siguiente acaeció entre los años 1805-1806, después de un proceso de maduración
teórico-práctica vivida en su experiencia francesa y la última que se
materializó en la constitución venezolana del año de 1811.
Con estos tres momentos
hemos pensado que es posible examinarlos para indagar cómo la ilustración
moldeó el pensamiento mirandoniano y cómo se materializaría la teoría y la
praxis política en el precursor suramericano. Para ello haremos una revisión de
lo que significó la ilustración y como se manifestó en el mundo vivido por
Miranda. Luego examinaremos su primer momento estadounidense, después su
segundo momento ya cargado de su experiencia francesa y una fase reflexiva
inglesa y finalmente cómo se materializaría esto en la praxis republicana
caraqueña.
1.-
La Ilustración vista por Francisco de Miranda.
La ilustración fue un
movimiento que surgió en la Europa de finales del siglo XVII una vez que los
absolutismos del recientemente consagrado estado-nacional moderno se había
hecho firme políticamente. Consistió en un movimiento que tuvo como ideal el
acceder a la naturaleza a través de la razón, y se hizo más fuerte en el Reino
Unido, Francia y los territorios alemanes. En España también estuvo presente la
ilustración sobre todo en todo aquello que no cuestionó el orden
político-religioso existente. Esto nos permite abordar sucintamente cómo se
expresó la ilustración en los lugares que visitó Miranda, en especial,
Norteamérica, Inglaterra, Alemania y Francia.
Con respecto a España Kant
en sus Observaciones sobre el sentimiento
de lo bello y de lo sublime (1764) expresó acerca del carácter del español
que su limitada capacidad para progresar estribaba en que para ellos era “importante
su ascendencia, su pasado. La tradición. No el futuro”, una orientación que la
capacidad de pronosticar que se había inaugurado con Galileo y Descartes
marcaban el signo de la modernidad. Este fue el contexto en que se
circunscribió la ilustración en España. La ilustración en Venezuela se
manifestó en un importante proceso de reformas instrumentadas para mejorar la
administración pública[1].
Dentro de este proceso de reformas se enmarca la fundación de la Pontificia Universidad
Santa Rosa de Caracas, lugar donde Miranda se diplomaría en Artes. La
ilustración española entraría en crisis por tres causas: la invasión
napoleónica, la pérdida de la mayoría de las colonias americanas y el retorno
del absolutismo. La ilustración a la española acabaría en Venezuela en el año
1810. Por su parte, Miranda en España accedería a la ilustración francesa por
intermedio de los enciclopedistas, así como del acceso al pensamiento de Voltaire,
Rousseau y Montesquieu.
La ilustración francesa se conoció
como enciclopedismo y se manifestó en el plano político en la lucha contra el
absolutismo y la nobleza. Su filosofía política estuvo basada en el concepto de
derecho natural siguiendo, por una parte, una línea que fue iniciada por el
pensamiento de John Locke y, por la otra, como en el caso de Rousseau en el
pensamiento de Spinoza. El fin del Estado, en este contexto, sería defender los
derechos del hombre, garantizar su libertad, su seguridad y su propiedad, por
lo que el Estado debía ser representativo y liberal. Por ello la ilustración en
ese país se opuso al absolutismo monárquico inclinándose por un régimen que estuviese
basado en la igualdad y en la libertad. En este país, la ilustración se
caracterizó por su racionalismo, la búsqueda de la felicidad, la creencia en la
bondad natural del hombre, el optimismo en lo atinente a su visión en el
progreso y el laicismo y la tolerancia religiosa. Miranda en su pasaje por
Ginebra llegaría a conocer al señor du Peyron impresor de Rousseau en Ginebra y
la morada de Voltaire (Colombeia, IV:162-164)[2]. La ilustración a la
francesa entraría en crisis después de la muerte de Luis XVI y el inicio de la
era del terror inaugurada por Robespierre.
En Inglaterra la Ilustración
comenzó en la práctica cuando se produjo, en primer lugar, la separación de
poderes entre lo que podríamos decir el ejecutivo, la monarquía, y el
legislativo, es decir, el parlamento, en segundo lugar, cuando la riqueza,
comenzó a ser medida por el trabajo, en tercer lugar, cuando los europeos
interiorizaron la idea de la existencia de otras civilizaciones que podían
aportar a la humanidad y, en cuarto lugar, cuando se interiorizó la idea,
gracias al pensamiento de Newton, de la multiplicidad de centros y pluralidad
de los mundos (Cussen, 1982). La síntesis de estas cuatros variaciones fue dada
por John Locke cuando publicó su Ensayo
sobre el Entendimiento Humano. Locke en esta obra postuló el empirismo como
la base del conocimiento y la idea de que la realidad podía ser útil y podía ser
cambiada en beneficio del hombre. Con su Segundo
Tratado sobre el Gobierno Civil (1690), proporcionó a su vez, los elementos
básicos que prevalecerían durante la Ilustración (Ibíd.).
Esta visión del mundo tuvo
una influencia directa en hombres como D’Alembert, Condillac, Reid, Dugald
Stewart, Smith y Bentham, así como también en muchos intelectuales en América y,
en parte indirecta en muchos pensadores y conductores del proceso
independentista. En Norteamérica e influidos por el pensamiento lockeano la
ilustración se expresó en la American
Philosophical Society, un grupo de discusión filosófica fundado por
Benjamín Franklin en 1743 y que tuvo entre sus miembros a Washington, Madison,
Hamilton, von Steuben, Jefferson y Samuel Adams, entre otros.
La ilustración alemana
estuvo signada por el proceso de reconocimiento del pensamiento spinoziano en
un contexto despótico signado por el reinado de Federico II el grande y el apogeo del sistema
kantiano. Al respecto, en Colombeia
se puede leer acerca del rey prusiano lo siguiente:
“A la mentalidad de
un filósofo, une el corazón y los sentimientos de un tirano, desluce acciones
que pueden proceder únicamente de un espíritu elevado, con la mezquindad y la
avaricia más despreciable, cubre la inmundicia y la pobreza con grandeza y
elegancia superficiales y adorna sus mirmidones con toda la vistosidad y
esplendor de sus uniformes, mientras que con tres medios peniques por día, se
morirían de hambre en sus cuarteles, si no fuese porque se las arreglan cuando
no están de guardia (Colombeia, IV:61)[3].
Miranda, en el año 1785, llegaría a conversar
con Moses Mendelssohn, uno de los representantes de la ilustración alemana, quien
sería descrito como “una vieja figura antidiluviana” por estar muy deteriorado
por la edad. Fallecería poco después en medio de una disputa intelectual que se
enmarcó en la crisis de la corriente ilustrada imperante en Alemania. En esta
conversación Miranda predicaría “la libertad y la independencia con tanto celo
como no la hizo jamás el rey de los judíos, cuando estableció su sistema
religioso. El israelita sostuvo e insistió que eso era un ideal y una necedad,
etc...” (Ibíd.)[4],
con lo cual en el caraqueño se expresaba de forma digamos intuitiva una crítica
que Kant haría publica un año antes en ¿Qué
es la Ilustración? Al tratar de responder esta pregunta Kant y Mendelssohn,
entre otros, se puso en evidencia hasta qué punto el proyecto ilustrado de
perfeccionar las facultades humanas y de aumentar el conocimiento era para
ellos inseparable del problema de la compatibilidad entre el bien común, el
mantenimiento del orden y la libertad de pensamiento (Solé, 2011:161). Pensar en Miranda, en este contexto, es posible desde la música de Haydn. Oír al respecto: https://www.youtube.com/watch?v=EmZF3kBZQ6E
Así pues, la libertad de
pensamiento y expresión que caracterizaron el reinado de Federico II en Prusia estuvo
atravesado por una profunda contradicción. Mientras amplió y garantizó la
libertad de pensamiento en el ámbito de la discusión religiosa, temas como la crítica
al ejercicio absoluto del poder político y el cuestionamiento de los
fundamentos de la organización económica y social no fueron puestos en discusión.
Al final de cuentas todo se resumiría en la máxima kantiana “Razonad todo lo
que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced” (Ibíd.:159).
Podríamos agregar que en
España, apartando el tema de la religión, hubo similitudes con la experiencia
alemana con respecto a la ilustración y en ambos casos experimentarían la
catástrofe que significó el cambio de circunstancias que representaría Napoleón
para la historia europea y americana. Esto nos lleva a examinar la experiencia ilustrada
estadounidense de Francisco de Miranda.
2.-
El primer momento estadounidense.
En la introducción indicamos
que Miranda arribo a EE.UU en el año 1783, año en que Kant escribió sus Prolegómenos para toda metafísica futura.
En ese país tuvo relación con un conjunto de personas que crearían un nuevo
orden que tendría un impacto mundial. Con Washington compartió en varias
ocasiones y su impresión, como ilustrado, fue la siguiente
"... le debí
bastante agasajo, y tuve el gusto de comer en su compañía todo el tiempo que
estuvo en… Filadelfia. Su trato es taciturno, circunspecto y poco expresivo,
bien que un modo suave y una gran moderación le hace soportable. Nunca le vi
verle deponer esta cualidad..." (Colombeia III, 305-306) y Rodríguez
(1978:71).
En el año 1784 conoció a los
Generales George Clinton, Henry Knox y Alexander Hamilton. Con estos últimos el
plantearía su proyecto independentista. En New England tuvo la oportunidad de
conocer a Samuel Adams quien tuvo una importante influencia de Locke en lo
concerniente al concepto de derecho natural. Con él Miranda tuvo la oportunidad
de realizar discusiones acerca de la constitución de esa república. Allí le
planteó dos objeciones al proceso político en curso donde manifestó su visión crítica
del mismo. Estas fueron:
“¿Cómo en una
democracia, cuya base era la virtud, no se le señalaba puesto a ésta, y por el
contrario todas las dignidades y el poder se daban a la ‘propiedad’, que es
justamente el veneno de una República semejante? [La otra fue],… la
contradicción que observaba entre admitir como uno de los derechos de la
humanidad, el tributar culto al Ser Supremo del modo y forma que le parezca,
sin dar predominancia a ley o secta alguna, y que después se excluya de todas
cargo legislativo o representativo al que no jurase ser de religión cristiana”
(Colombeia, III: 305)
Miranda manifestó haber sido
bien tratado por el personaje citado indicándole además origen, principios y
ocurrencias de la pasada revolución. Nos vamos a detener en sus principios,
según Adams, desde el mismo momento que George Washington apeló el concepto de ley
natural indicando que una comunidad política no podía prescindir “de las
eternas reglas del derecho y la justicia, que el mismo Cielo ha ordenado”
(Ugarte, 2010). Para Adams, siguiendo el pensamiento de Locke, el orden
político debe fundarse en “las eternas e inmutables leyes de Dios y la
Naturaleza”, dado que “todas las personas tienen derecho a una libertad justa,
verdadera, igual e imparcial, tanto espiritual como temporal” (Ibíd.). Según él,
la primera ley natural, vista como un deber irrenunciable, es la
autopreservación. Esta entendida sin
perjuicio de incluir ciertos derechos que son inherentes al mismo: “primero, el
derecho a la vida; segundo, a la libertad; tercero, a la propiedad; junto con
el derecho a mantenerlos y defenderlos” (Ibíd.).
Para Adams, “cuando los hombres
entran en sociedad, es por consentimiento voluntario; y los individuos congregados
tienen derecho a demandar e insistir en el cumplimiento de las condiciones y
limitaciones que integran el equitativo acuerdo original” (Ibíd.; pero ello no implica
un derecho a alienarse, es decir, ceder sus derechos, sino más bien establecer
un nuevo consentimiento cuando se encuentren frente a una “opresión
intolerable, civil o religiosa”, como fue percibida por los colonos antes del
establecimiento de la república (Ibíd.). El gobierno civil, por la naturaleza
misma de su institución, es la institución encargada de la mantención,
protección y defensa del derecho natural; y si de hecho alguien renuncia a
ellos, “la eterna ley de la razón y el gran fin de la sociedad anularían
absolutamente tal renuncia” (Ibíd.). Como se sabe la constitución
estadounidense entraría en vigor a partir del año 1787. De ahí que dicho país
viviría un proceso de institucionalización donde se iría opacando el espíritu
revolucionario según Hannah Arendt[5]. Para ella la idea de la
revolución estuvo asociada con el cambio y presupuso, en principio, una
concepción lineal del tiempo, pero la idea del cambio la observó relacionada
con la idea del origen en el sentido que el cambio podía estar referido a un
retorno a un origen o una situación inicial o al establecimiento de un nuevo
origen o situación inicial. Arendt señaló que la revolución estadounidense
buscó retornar a un origen, dada una situación opresiva que estaba padeciendo la
población que significó establecer uno nuevo y la revolución francesa buscó
establecer uno nuevo teniendo como referente la experiencia británica. Pero
como en la búsqueda de los orígenes ya había unas condiciones preestablecidas,
en América del norte un bienestar más o menos general y en Francia una miseria
abismal, el retorno al origen para los norteamericanos fue asegurar las
condiciones de bienestar que habían alcanzado y la de los franceses fue alcanzar
la libertad y luego el bienestar siguiendo al efecto una nueva línea de tiempo
establecida democráticamente por los propios franceses. Este hecho nos permite
introducirnos en el segundo momento donde Miranda experimentó ese proceso de
consolidación institucional.
3.-
El segundo momento estadounidense.
En el segundo momento
estadounidense ya Miranda tenía una vasta experiencia intelectual[6] y de la praxis política
acumulada en el Reino Unido y la Francia revolucionaria. Vamos a examinar
sucintamente esta experiencia desde la teoría y la praxis, es decir, la praxis
francesa, las diligencias que realizaría en EE.UU. y la reflexión teórica
realizada en el Reino Unido.
La
Praxis en Francia
En el país galo Miranda pudo
contemplar y contribuir en el proceso de implantación a la fuerza de las ideas
políticas de la ilustración, en especial, las ideas de Rousseau. Es decir, al
contrario de lo que ocurrió en Norteamérica donde las injusticias inglesas
generaron un estado que produjo una necesidad de cambios y estos cambios
tuvieron como fin la libertad, en Francia la pobreza y la exclusión generaron
un estado de necesidad que hizo que el objetivo original del proceso de cambio político
fuese cambiado en aras del bienestar del pueblo (Blanco, 2011). La experiencia
de Miranda en la Francia revolucionaria parece constatar esta idea, puesto que
al salir de una prisión en la época del terror después de haber participado en
operaciones militares en Francia, Bélgica y los Países Bajos, propuso un
proyecto político que buscaba asegurar la libertad atribuyendo todo el mal que
se había gestado en la república francesa a la sumisión del poder ejecutivo y
el judicial a la Convención.
Siguiendo la tesis
arendtiana sobre el origen y sus implicaciones en el concepto de revolución, se
puede inferir que el proceso francés contuvo diversas concepciones de un nuevo
origen que además de presentarse de forma sucesiva, también estuvieron presente
de manera simultánea en todo el transcurso del proceso hasta que se produjo la
restauración napoleónica y en las que participó Miranda. Los nuevos orígenes
estuvieron relacionados con: 1.-) acabar con la política del terror desatada
por Robespierre y restaurar a la libertad como el objetivo del proceso y 2.-)
en restaurar el orden perdido para poder preparar al país para la defensa
frente a las otras potencias europeas[7]. En ambos momentos estuvo
también presente la idea de la restauración por lo que se puede concluir que la
idea que prevaleció del origen contuvo su contradicción ya que fue planteada de
diversas formas y la imposibilidad de superar esas contradicciones generó la circularidad
que hizo que se produjera la restauración en 1815. En el intento de
restauración del orden perdido, Miranda intentó implantar un orden político en
Francia donde tuviese más preeminencia el poder ejecutivo que el legislativo. A
tal efecto señaló que la fuerza del poder ejecutivo debe estar en razón directa
con la libertad del pueblo. Específicamente expresó lo siguiente
“Los desgraciados acontecimientos
de la revolución han producido... que... Las personas y las propiedades [hayan]
sido tan repetidas veces presas de las violencias públicas y privadas que aún
los más fríos egoístas conocen la necesidad que hay de una autoridad
protectora, y de una organización que se componga de diferentes poderes, de
suerte que los ciudadanos nada tengan que temer de la arbitrariedad de su
ejercicio”.
“… Así es que
solamente por una sabia división de poderes podrá dársele estabilidad al
gobierno [en donde] las autoridades constituidas vienen a celarse mutuamente,
porque todas se interesan en la permanencia de la constitución de que ellas
emanan, y es por esto por la que todas se ligan contra cualquiera que intente
atacar a una de ellas. Más al contrario, si todos los poderes se concentran en
un solo cuerpo, se arrogara siempre la autoridad de la masa entera y bastara a
una facción dirigir sus tiros a esta masa soberana de hecho para hacer una
revolución...”
“La espantosa tiranía
de Robespierre… no fue producida sino por esta fatal confusión de los
poderes... la Convención, transfiriendo toda su fuerza al comité de salud
pública, hizo desvanecer enteramente... el poder ejecutivo [luego el] judicial”.
“Para volver pues a
los principios de que tan horriblemente nos hemos separado, conviene seguir una
carrera inversa. Es necesario que la libertad los divida escrupulosamente y
haga desde luego imposible esa monstruosa confusión...”
“Dos condiciones son
esenciales para la independencia absoluta de los poderes: la primera que la
fuente de donde ellos emanen sea una; la segunda que velen continuamente los
unos sobre los otros. El pueblo no sería soberano si uno de los poderes
constituidos que le representan no emanase inmediatamente de él, y no habría independencia
si uno de ellos fuera el creador del otro” (1982:177-180)
Como se sabe, Miranda tuvo
que huir de Francia después de la ascensión de Napoleón. A pesar de ello, en
esa manifestación se evidencia el peso del papel de los filósofos políticos
ilustrados en la estructura de su pensamiento. Este peso lo haría inclinarse
más hacia una visión liberal. Por ello, después de esa experiencia francesa
Miranda afirmó a Lanjuinais en carta del 08JUN1801 lo siguiente
“No me importa el
impacto que los funestos ejemplos de la revolución francesa hayan podido
producir en la mente de la gente pusilánime o de lis que intencionalmente han
aprovechado la oportunidad para infundir desprecio hacia el único valor que en
todos los tiempos fue capaz de hacer en general felices a los hombres... Cuando
hablo de Libertad, no me estoy refiriendo a lo que Robespierre, Sieyes o Fouché
quisieron establecer, sino más bien a la que Montesquieu y Locke definieron con
mucha claridad...” (Miranda, 1982:292).
Con ello podemos examinar
ahora su paso por EE.UU. y su retorno al Reino Unido.
El
paso por EE.UU. para obtener apoyo
Miranda volvió sobre el
concepto de derecho natural después de la experiencia francesa y ello nos
obliga a reflexionar sobre la concepción lockeana de la libertad debido a que cuando
Miranda se entrevistó con William Pitt el 16 de enero de 1798, este le preguntó
cuál sería la forma de gobierno de los pueblos liberados. Miranda contestó que
un sistema liberal semejante al de Inglaterra y para evitar el contagio de los
principios revolucionarios franceses proponía anticiparse rápidamente y
establecer una alianza con EE.UU. e Inglaterra (Blanco, 2005). Dada la amenaza
francesa sobre las islas británicas, el apoyo inglés no se pudo concretar como
aspiraba Miranda y por ello decidió recurrir a la ayuda estadounidense. Ello lo
haría en otoño del año 1805 (Miranda, 1982:327-328). En EEUU Miranda se reunió
con el presidente Jefferson para solicitar primeramente un apoyo indirecto como
lo hizo Francia en ese país al inicio de la lucha por la independencia. Después,
a Madison solicitaría un “consentimiento tácito del gobierno” para su empresa independentista
(Ibíd.:331-333).
Las Expediciones realizadas
por Francisco de Miranda para independizar las colonias españolas de la América
meridional en el año 1806 se produjeron en un momento crítico para España en el
sentido que el cordón que la unía con sus provincias de ultramar había quedado
roto como consecuencia de la batalla naval de Trafalgar ocurrida el 21OCT1805. Este
hecho limitó la capacidad de respuesta de la metrópoli para asegurar el control
del mar en los espacios que estaban bajo su soberanía y jurisdicción y por
consiguiente la defensa de sus dominios americanos. No obstante ello, Miranda
fracasó en sus intentos no tanto por la debilidad de sus fuerzas (hay que
recordar que su pequeña fuerza fue interceptada en su primer intento en Ocumare
de la Costa), sino por la recepción que tuvo por parte de los individuos que
iban a ser independizados. Este hecho lo colocó en una fase reflexiva.
La
Reflexión teórica en el Reino Unido
Luego de su fracaso de la
expedición realizada Miranda establecería una estrecha relación en el plano
intelectual con Jeremy Benthan y James Mill. Hay tres textos que marcaron la
relación de estos tres hombres según Gómez Mueller (2004). Estos fueron: Dos de
Bentham: el Panóptico y ¡Emancipad vuestras colonias! El tercer texto
fue un artículo escrito por Miranda y James Mill titulado Emancipation of Spanish America (1809)[8].
Con respecto al Panóptico Gómez Mueller señaló que en él
aparecen los elementos primordiales de la
comprensión benthamista de
lo humano como utilidad y
rentabilidad a partir de la evaluación del régimen penitenciario británico. Su
causa no obedeció a la alta mortalidad
que afectaba a la población penitenciaria y el respeto de la
vida humana en sí misma, sino su utilidad y consecuentemente su rentabilidad
económica. El criterio sobre el cual basó su visión fue que “el interés debe
estar indisolublemente ligado con el deber, para que el cumplimiento del deber
sea efectivo en la protección de la vida a propósito de la administración del
presidio” (Ibíd.). De ahí se circunscribe el Panóptico, es decir, una estructura mecánica de observación donde
es difícil que el observador sea observado.
Las personas confinadas en
este Panóptico a pesar de estar “sometidas
a una disciplina mecánica y actúen como máquinas”, el objetivo a ser alcanzado es
la felicidad. En el caso del régimen penitenciario,
la felicidad de los presidiarios se expresa
en el hecho de que su integridad debe ser garantizada por el propio interés
egoísta del administrador para evitar pérdidas monetarias (Ibíd.).
En ¡Emancipad vuestras colonias!, Bentham se propuso demostrar que la
República francesa debía liquidar el monopolio comercial que significaba el
mantenimiento de las colonias como paso previo para la instauración de la
felicidad de la humanidad entera (Ibíd.). Esto era posible debido a que el valor
que puede tener la posesión de una colonia dependía exclusivamente de su valor mercantil.
Desde esta perspectiva, la “libertad” era para él la “libertad” económica
(Ibíd.).
Finalmente, en el
artículo publicado en la Edinburgh Review, Miranda y Mill se orientaron a la
idea de la universalidad normativa y antropológica siguiendo el pensamiento de Bentham.
Para ambos, la universalidad normativa que legitimó la empresa independentista tuvo
un contenido netamente económico articulado a otros contenidos de naturaleza
cultural, ideológica y político (Ibíd.). Al igual que Bentham, Miranda y Mill entendieron
la emancipación de Hispanoamérica como una exigencia para la universalización
del comercio y establecer así un “intercambio liberal de beneficios” para el género humano.
Bentham buscó instituir la
utilidad como principio normativo de la sociedad civilizada y consideró esta
como la base de la cultura. De ahí que observó de forma negativa a la sociedad
española y a los pueblos americanos sometidos a España, debido a dos causas: al
poder de la iglesia en los asuntos públicos y al papel del Estado en la
actividad económica. Con respecto a los pueblos americanos la situación era más
grave porque además de la visión poco ilustrada de los españoles peninsulares,
estaban divididos en grupos que mantenían formas de culturas no europeas planteando
la necesidad de formarlos de acuerdo con este principio normativo basado en la
utilidad visto como una ideología. Ideología esta que será asumida por Miranda
y Mill y, después, por las clases dirigentes iberoamericanas, durante el resto
del siglo XIX.
Para Miranda y Mill la universalización
del principio de utilidad y de
rentabilidad expresaba la universalización de normas culturales
europeas. Ellos esperaban que por este medio, las culturas no europeas pudiesen
adecuarse a la “civilización europea” ilustrada de modo que, en un corto plazo,
se pudiesen alcanzar su completa adaptación. La universalización comercial,
desde esta perspectiva, era vista como algo correlativo a la universalización
de lo europeo que debería tender a una especie de uniformización cultural, un
aspecto que un siglo después denunciaría Foucault y a partir de él Byung Chul
Han[9].
En su artículo en la Edinburgh Review, Miranda y Mill entendieron
este proceso de uniformización cultural
como una condición de la universalización comercial en América (Ibíd.). Desde
este ángulo de análisis ambos observaron una carencia desde la perspectiva antropológica
en Hispanoamérica que era posible subsanar mediante el sistema benthaneano.
Pero esta carencia vista como división establecida por la existencia de
diferentes cosmovisiones, ameritaba la construcción de una unidad, según estos
autores, usada para articular ideológica y filosóficamente intereses sociales, económicos
y culturales particularistas. El no aprovechamiento de la diferencia, en tanto
que realidad específica, en este sentido utilitario es lo que marcaría la
conflictividad y los desaciertos en las futuras repúblicas americanas.
4.-
La praxis caraqueña.
La confluencia en Caracas de
las ideas que le dieron vida a la revolución estadounidense y la revolución
francesa y la manera en que la entendieron y la llevaron a cabo sus principales
protagonistas para establecer un nuevo origen pueden ser observadas en una
sucesión de eventos que tuvieron un antecedente en el año 1806[10] con el fallido intento de
Miranda de liberar la América Meridional y se enmarca en un periodo que abarcó
los años 1810 y 1811 donde el precursor tuvo un papel protagónico.
En este período se consideraron
al menos tres puntos de anclaje para justificar un origen. Miranda participaría
al menos en dos después que regresase después del pronunciamiento del 19ABR1810.
En el congreso constituyente subsiguiente la acción política estuvo dirigida a
la preservación de los derechos de Fernando VII, pero se agregó también la
necesidad de preservar los derechos de la población, pero en el Acta de
Independencia se produjo un cambio.
En el Acta de Independencia venezolana
la acción política se dirigió a retornar a un origen, es decir, a recuperar
algo que la conquista les había arrebatado. Desde el punto de vista arendtiano dicho
acto declaró una situación de exclusión en que se encontraban los pobladores con
respecto a los peninsulares, con lo cual es posible afirmar que en este reclamo
había: 1.-) el deseo de lograr algo nuevo, 2.-) había un supuesto estado de
indignación por el hecho que parte de las autoridades españolas hubiesen
aceptado el nuevo estado de cosas impuesto por la Francia napoleónica a pesar
de que las colonias habían defendido los derechos de la corona, y por último
3.-) responder a las retaliaciones que estaban sufriendo los venezolanos como
consecuencia de su iniciativa por parte de las nuevas autoridades españolas
(Blanco, 2011). Teniendo presente lo antes indicado, en Venezuela hubo un
proceso de decantación política donde estuvieron presentes varias ideas de
libertad: los que se consideraban libres siendo súbditos de España
en el sentido absolutista o liberal y los que querían la independencia de
manera absoluta siguiendo al efecto una concepción liberal. Miranda apoyaría
esta última.
Hay dos elementos a destacar
en el proceso venezolano: en primer lugar, los independentistas criollos, en
general, fueron independentistas en tanto y en cuanto ese acto no fuese una
emulación del proceso francés porque este había afectado valores fundamentales
de la hispanidad como la religión y la autoridad. En segundo lugar, en Venezuela,
el problema que se plantearon los fundadores de la república no fue social,
estaba relacionado con la forma de gobierno. Entre el periodo que medio entre
el 19ABR y la promulgación de la primera constitución republicana se hicieron
importantes reformas: unificación de las provincias y reforzamiento de su
autonomía, libre comercio, supresión de los derechos de exportación, fomento de
la agricultura y la industria, abolición del tributo indígena, prohibición de
la introducción de esclavos en el país y convocación a elecciones (Blanco,
2011). Por lo que se puede afirmar que para los independentistas venezolanos
hubo una relación directa entre propiedad y participación política. Aquí coincidiría
el pensamiento mirandoniano en el sentido que se incluiría un proceso
sistemático de inclusión a los otros grupos civilizacionales. La liberación, en
este contexto, significó la libertad para unos pocos, pero como esos pocos
también estaban divididos el problema fue de distribución del poder (Ibíd.).
Como indicamos en otro
ensayo, la primera Constitución fue muy similar a la de los EE.UU, sobre todo
en lo que respecta a las ideas de los tres poderes de Montesquieu, la
bicameralidad y la autonomía de las provincias. A pesar de estas similitudes,
la constitución venezolana de 1811 tenía unas particularidades derivadas de las
circunstancias que les habían tocado vivir a los venezolanos y conspirarían con
la visión mirandoniana. Estas particularidades estaban relacionadas con lo
siguiente:
·
Hubo un énfasis en defender la religión,
declarada “única del país”[11].
·
Asumía como derechos fundamentales del
individuo la libertad, la igualdad, la propiedad y la seguridad (Art. 152)[12]. En este contexto, declaraba
la igualdad de los pardos, de los indios (Art. 200) y prohibían terminantemente
el comercio de esclavos (Art. 202).
·
El Poder de la nueva república descansaba en
el Poder legislativo.
·
Tenía expresiones propias del proceso francés
y por ende rousseauano como “voluntad general”, “soberanía del pueblo”, “pacto
social”, etc., que no estaban precisados.
Esta constitución fue
aprobada con reservas, especialmente: 1.-) las relativas al poder de la
iglesia, 2.-) al desequilibrio de los poderes públicos, 3.-) la falta de
sencillez del texto, 4.-) al desajuste del texto con los usos y costumbres de
la población y 5.-) el fomento de la división del “Cuerpo Social”. Estas
observaciones fueron realizadas precisamente por Francisco de Miranda dada su
experiencia francesa y española[13].
El énfasis en la religión
católica observada en todo el proceso evidencia que las bases del sistema
colonial erigidas sobre la catequización, el comercio y la industria habían
sido tan fuertes que los fundadores de la república consideraron la necesidad
de preservarlas. En cuanto a los derechos fundamentales se refiere, en la
constitución de 1811 se buscó una inclusión más amplia de la población, aunque
esta no implicaba necesariamente una mayor participación política. Dentro de
este plano es que se circunscriben las ideas de Benthan, Mill y Miranda. Frente
a la idea de mantener la estructura social hispánica la visión ilustrada de
Miranda buscaba el establecimiento de un sistema de control que permitiera
incluir a la población dentro de una estructura ilustrada de forma sucesiva.
Todos sabemos qué sucedió
con la constitución de 1811, lo que no se ha examinado con una mayor atención
es que después de 1819 se buscó mantener la misma estructura social a pesar del
proceso erosivo que esta sufrió por la dinámica de las circunstancias. Esta erosión
que sufrió una aceleración con la gran movilidad social que vivieron los
venezolanos en el siglo XX nos ha colocado frente a la crisis que hoy vivimos a
doscientos sesenta y nueve años del natalicio de Francisco de Miranda.
5.-
Corolario.
Podemos decir que el
proyecto liberal e ilustrado que presentó Francisco de Miranda al país en el año
1811 tardó casi doscientos años para que fuese considerado en toda su extensión
y sólo ha sido después del fracaso que significó la implantación de la
constitución del año 1999 que se ha evidenciado con creces el alcance de su
omisión. Aun así todavía hay resistencia. Esta resistencia está conformada por
aquellos que quieren mantener bajo una forma totalitaria la misma estructura
social colonial usando dispositivos de control donde la moral hace que el Panóptico
sea el sistema presidiario establecido para asegurar su mantenimiento tal como
ha denunciado Byung Chul Han y aquellos que buscan mantener esta estructura
bajo un régimen de flexibilización. Frente a estas tendencias conservacionistas
podemos decir que se está erigiendo de nuevo la visión liberal, una visión que
estuvo sepultada por más de doscientos años.
6.-
Bibliografía Consultada
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[1] Ver al respecto: Pérez en (Pérez
y Alberola, 1993:72-73).
[2] Ver también: Rodríguez (1978:463).
[3] Miranda en el año 1785 fue
testigo de las ultimas maniobras militares que condujo Federico el Grande en
Berlín (Rodríguez, 1978:116 y 121) en compañía de William Smith (Colombeia,
IV:46-104).
[4] Según Solé, Mendelssohn fue uno
de los artífices del reconocimiento de Spinoza en Alemania (2011:235). Su obra Diálogos Filosóficos que fue el vehículo
para ello se fundamentó en el trabajo de Wollf y de dos obras que estuvieron en
la biblioteca del precursor, es decir, La
vida de Spinoza y el Diccionario de
Bayle (Colombeia, VII:71-73). Cuando Miranda visitó a este autor en Berlín,
él se encontraba en plena polémica con Jacobi acerca de la relación
Lessing-Spinoza (Solé, 2011:232)
[5] Ver al respecto: Arendt (1967).
[6] Como se puede observar en
Colombeia Miranda hizo un gran esfuerzo en profundizar en el pensamiento de Locke,
Hume, Montesquieu y Rousseau.
[7] Miranda y Bonaparte estuvieron
conspirando contra la Convención Nacional según Parra-Pérez y de acuerdo a lo
que este autor dice, ambos buscaron el poder, pero por vías diferentes:
mientras Miranda lo intentó por la vía de acabar con la Convención, Napoleón
buscó usarla como un medio para sus fines. Por ello Miranda, a pesar que al
final buscó restituir el orden, fue perseguido por los nuevos actores que
entraron en escena y el General Bonaparte asumiría el protagonismo político en
ese país y en Europa por veinte años (Blanco, 2011).
[8] Andrés Bello, Simón Bolívar y
Luis López Méndez serían otros de los venezolanos que entraría en este círculo
intelectual. Ver al respecto: Cussen (1982).
[9] Ver al respecto: Blanco (2018).
[10] Miranda declaró en el año 1806
lo siguiente: “… llegó el día,…, en que recobrando nuestra América su soberana
independencia”. Refiriéndose a los españoles dijo: “…consiguieron… mantener su
abominable sistema de administración por tres siglos consecutivos…”. Más
adelante agrega: “…la recuperación de nuestros derechos como ciudadanos y de
nuestra gloria nacional como americanos colombianos…”.
[11] El Artículo 1º de la
Constitución de 1811 decía lo siguiente: “La Religión, Católica,…, es también
la del Estado, y la única,… de los habitantes de Venezuela. Su protección,
conservación, pureza, é inviolabilidad será uno de los primeros deberes de la
Representación nacional, que no permitirá jamás…, ningún otro culto público,…,
ni doctrina contraria a la de Jesé-Christo”.
[12] La libertad era entendida como
“la facultad de hacer todo lo que no daña los derechos de otros individuos, ni
el cuerpo de la sociedad, cuyos límites sólo pueden determinarse por la ley,
porque de otra suerte serian arbitrarios, y ruinosos á la misma libertad”
(Art.153). La igualdad “consiste en que la ley sea una misma para todos los
Ciudadanos, sea que castigue, ò que proteja. Ella no reconoce distinción de
nacimiento, ni herencia de poderes” (Art. 154). La propiedad “es el derecho que
cada uno tiene de gozar y disponer de los bienes que haya adquirido con su
trabajo, e industria” (Art. 155). La seguridad existe “en la garantía, y
protección que da la sociedad á cada uno de sus miembros sobre la conservación
de su persona, de sus derechos, y de sus propiedades” (Art. 156).
[13] Ver al respecto: Parra Pérez, (1959)
y Miranda (1982:455)
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