martes, 5 de marzo de 2019

FRANCISCO DE MIRANDA: DE LA CONSTRUCCIÓN TEÓRICA DE UNA REPÚBLICA LIBERAL A UNA PRAXIS FALLIDA DE 200 AÑOS.



La salida de Francisco de Miranda de Cuba en el año 1783 se debió a una acusación infundada de la que sería absuelto en el año 1799. Para esa fecha ya había corrido mucha agua en el río de la historia y habían ocurrido acontecimientos que habían cambiado el mundo. Así pues, su llegada traumática a la recientemente constituida república estadounidense que se encontraba en un proceso de consolidación, el 09JUN1783, se produjo dos meses después en que habían cesado las hostilidades contra el Reino Unido.
Miranda arribo a EEUU con una carta de recomendación realizada por Juan Manuel Cajigal y gracias a ella tendría una estrecha relación con un conjunto de individuos que contribuyeron a la fundación de un nuevo orden político. Allí experimentaría y reflexionaría sobre la forma de gobierno democrática y la estructura de gobierno basada en la división de poderes que ya estaba presente en el orden político británico después de un proceso que se inició a finales del siglo XVII. Esta reminiscencia política de Miranda nos permite examinar los momentos en que su relación con los fundadores de la república en el norte de América sirvió para forjar su pensamiento político. Los momentos de esta relación fueron tres: la que aconteció entre los años 1783-1784 que fue eminentemente teórico, la siguiente acaeció entre los años 1805-1806, después de un proceso de maduración teórico-práctica vivida en su experiencia francesa y la última que se materializó en la constitución venezolana del año de 1811.
Con estos tres momentos hemos pensado que es posible examinarlos para indagar cómo la ilustración moldeó el pensamiento mirandoniano y cómo se materializaría la teoría y la praxis política en el precursor suramericano. Para ello haremos una revisión de lo que significó la ilustración y como se manifestó en el mundo vivido por Miranda. Luego examinaremos su primer momento estadounidense, después su segundo momento ya cargado de su experiencia francesa y una fase reflexiva inglesa y finalmente cómo se materializaría esto en la praxis republicana caraqueña.
1.- La Ilustración vista por Francisco de Miranda.
La ilustración fue un movimiento que surgió en la Europa de finales del siglo XVII una vez que los absolutismos del recientemente consagrado estado-nacional moderno se había hecho firme políticamente. Consistió en un movimiento que tuvo como ideal el acceder a la naturaleza a través de la razón, y se hizo más fuerte en el Reino Unido, Francia y los territorios alemanes. En España también estuvo presente la ilustración sobre todo en todo aquello que no cuestionó el orden político-religioso existente. Esto nos permite abordar sucintamente cómo se expresó la ilustración en los lugares que visitó Miranda, en especial, Norteamérica, Inglaterra, Alemania y Francia.
Con respecto a España Kant en sus Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y de lo sublime (1764) expresó acerca del carácter del español que su limitada capacidad para progresar estribaba en que para ellos era “importante su ascendencia, su pasado. La tradición. No el futuro”, una orientación que la capacidad de pronosticar que se había inaugurado con Galileo y Descartes marcaban el signo de la modernidad. Este fue el contexto en que se circunscribió la ilustración en España. La ilustración en Venezuela se manifestó en un importante proceso de reformas instrumentadas para mejorar la administración pública[1]. Dentro de este proceso de reformas se enmarca la fundación de la Pontificia Universidad Santa Rosa de Caracas, lugar donde Miranda se diplomaría en Artes. La ilustración española entraría en crisis por tres causas: la invasión napoleónica, la pérdida de la mayoría de las colonias americanas y el retorno del absolutismo. La ilustración a la española acabaría en Venezuela en el año 1810. Por su parte, Miranda en España accedería a la ilustración francesa por intermedio de los enciclopedistas, así como del acceso al pensamiento de Voltaire, Rousseau y Montesquieu.
La ilustración francesa se conoció como enciclopedismo y se manifestó en el plano político en la lucha contra el absolutismo y la nobleza. Su filosofía política estuvo basada en el concepto de derecho natural siguiendo, por una parte, una línea que fue iniciada por el pensamiento de John Locke y, por la otra, como en el caso de Rousseau en el pensamiento de Spinoza. El fin del Estado, en este contexto, sería defender los derechos del hombre, garantizar su libertad, su seguridad y su propiedad, por lo que el Estado debía ser representativo y liberal. Por ello la ilustración en ese país se opuso al absolutismo monárquico inclinándose por un régimen que estuviese basado en la igualdad y en la libertad. En este país, la ilustración se caracterizó por su racionalismo, la búsqueda de la felicidad, la creencia en la bondad natural del hombre, el optimismo en lo atinente a su visión en el progreso y el laicismo y la tolerancia religiosa. Miranda en su pasaje por Ginebra llegaría a conocer al señor du Peyron impresor de Rousseau en Ginebra y la morada de Voltaire (Colombeia, IV:162-164)[2]. La ilustración a la francesa entraría en crisis después de la muerte de Luis XVI y el inicio de la era del terror inaugurada por Robespierre.
En Inglaterra la Ilustración comenzó en la práctica cuando se produjo, en primer lugar, la separación de poderes entre lo que podríamos decir el ejecutivo, la monarquía, y el legislativo, es decir, el parlamento, en segundo lugar, cuando la riqueza, comenzó a ser medida por el trabajo, en tercer lugar, cuando los europeos interiorizaron la idea de la existencia de otras civilizaciones que podían aportar a la humanidad y, en cuarto lugar, cuando se interiorizó la idea, gracias al pensamiento de Newton, de la multiplicidad de centros y pluralidad de los mundos (Cussen, 1982). La síntesis de estas cuatros variaciones fue dada por John Locke cuando publicó su Ensayo sobre el Entendimiento Humano. Locke en esta obra postuló el empirismo como la base del conocimiento y la idea de que la realidad podía ser útil y podía ser cambiada en beneficio del hombre. Con su Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil (1690), proporcionó a su vez, los elementos básicos que prevalecerían durante la Ilustración (Ibíd.).
Esta visión del mundo tuvo una influencia directa en hombres como D’Alembert, Condillac, Reid, Dugald Stewart, Smith y Bentham, así como también en muchos intelectuales en América y, en parte indirecta en muchos pensadores y conductores del proceso independentista. En Norteamérica e influidos por el pensamiento lockeano la ilustración se expresó en la American Philosophical Society, un grupo de discusión filosófica fundado por Benjamín Franklin en 1743 y que tuvo entre sus miembros a Washington, Madison, Hamilton, von Steuben, Jefferson y Samuel Adams, entre otros.
La ilustración alemana estuvo signada por el proceso de reconocimiento del pensamiento spinoziano en un contexto despótico signado por el reinado de Federico II el grande y el apogeo del sistema kantiano. Al respecto, en Colombeia se puede leer acerca del rey prusiano lo siguiente:
“A la mentalidad de un filósofo, une el corazón y los sentimientos de un tirano, desluce acciones que pueden proceder únicamente de un espíritu elevado, con la mezquindad y la avaricia más despreciable, cubre la inmundicia y la pobreza con grandeza y elegancia superficiales y adorna sus mirmidones con toda la vistosidad y esplendor de sus uniformes, mientras que con tres medios peniques por día, se morirían de hambre en sus cuarteles, si no fuese porque se las arreglan cuando no están de guardia (Colombeia, IV:61)[3].

Miranda, en el año 1785, llegaría a conversar con Moses Mendelssohn, uno de los representantes de la ilustración alemana, quien sería descrito como “una vieja figura antidiluviana” por estar muy deteriorado por la edad. Fallecería poco después en medio de una disputa intelectual que se enmarcó en la crisis de la corriente ilustrada imperante en Alemania. En esta conversación Miranda predicaría “la libertad y la independencia con tanto celo como no la hizo jamás el rey de los judíos, cuando estableció su sistema religioso. El israelita sostuvo e insistió que eso era un ideal y una necedad, etc...” (Ibíd.)[4], con lo cual en el caraqueño se expresaba de forma digamos intuitiva una crítica que Kant haría publica un año antes en ¿Qué es la Ilustración? Al tratar de responder esta pregunta Kant y Mendelssohn, entre otros, se puso en evidencia hasta qué punto el proyecto ilustrado de perfeccionar las facultades humanas y de aumentar el conocimiento era para ellos inseparable del problema de la compatibilidad entre el bien común, el mantenimiento del orden y la libertad de pensamiento (Solé, 2011:161). Pensar en Miranda, en este contexto, es posible desde la música de Haydn. Oír al respecto: https://www.youtube.com/watch?v=EmZF3kBZQ6E 
Así pues, la libertad de pensamiento y expresión que caracterizaron el reinado de Federico II en Prusia estuvo atravesado por una profunda contradicción. Mientras amplió y garantizó la libertad de pensamiento en el ámbito de la discusión religiosa, temas como la crítica al ejercicio absoluto del poder político y el cuestionamiento de los fundamentos de la organización económica y social no fueron puestos en discusión. Al final de cuentas todo se resumiría en la máxima kantiana “Razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced” (Ibíd.:159).
Podríamos agregar que en España, apartando el tema de la religión, hubo similitudes con la experiencia alemana con respecto a la ilustración y en ambos casos experimentarían la catástrofe que significó el cambio de circunstancias que representaría Napoleón para la historia europea y americana. Esto nos lleva a examinar la experiencia ilustrada estadounidense de Francisco de Miranda. 
2.- El primer momento estadounidense.
En la introducción indicamos que Miranda arribo a EE.UU en el año 1783, año en que Kant escribió sus Prolegómenos para toda metafísica futura. En ese país tuvo relación con un conjunto de personas que crearían un nuevo orden que tendría un impacto mundial. Con Washington compartió en varias ocasiones y su impresión, como ilustrado, fue la siguiente
"... le debí bastante agasajo, y tuve el gusto de comer en su compañía todo el tiempo que estuvo en… Filadelfia. Su trato es taciturno, circunspecto y poco expresivo, bien que un modo suave y una gran moderación le hace soportable. Nunca le vi verle deponer esta cualidad..." (Colombeia III, 305-306) y Rodríguez (1978:71).

En el año 1784 conoció a los Generales George Clinton, Henry Knox y Alexander Hamilton. Con estos últimos el plantearía su proyecto independentista. En New England tuvo la oportunidad de conocer a Samuel Adams quien tuvo una importante influencia de Locke en lo concerniente al concepto de derecho natural. Con él Miranda tuvo la oportunidad de realizar discusiones acerca de la constitución de esa república. Allí le planteó dos objeciones al proceso político en curso donde manifestó su visión crítica del mismo. Estas fueron:
“¿Cómo en una democracia, cuya base era la virtud, no se le señalaba puesto a ésta, y por el contrario todas las dignidades y el poder se daban a la ‘propiedad’, que es justamente el veneno de una República semejante? [La otra fue],… la contradicción que observaba entre admitir como uno de los derechos de la humanidad, el tributar culto al Ser Supremo del modo y forma que le parezca, sin dar predominancia a ley o secta alguna, y que después se excluya de todas cargo legislativo o representativo al que no jurase ser de religión cristiana” (Colombeia, III: 305)

Miranda manifestó haber sido bien tratado por el personaje citado indicándole además origen, principios y ocurrencias de la pasada revolución. Nos vamos a detener en sus principios, según Adams, desde el mismo momento que George Washington apeló el concepto de ley natural indicando que una comunidad política no podía prescindir “de las eternas reglas del derecho y la justicia, que el mismo Cielo ha ordenado” (Ugarte, 2010). Para Adams, siguiendo el pensamiento de Locke, el orden político debe fundarse en “las eternas e inmutables leyes de Dios y la Naturaleza”, dado que “todas las personas tienen derecho a una libertad justa, verdadera, igual e imparcial, tanto espiritual como temporal” (Ibíd.). Según él, la primera ley natural, vista como un deber irrenunciable, es la autopreservación. Esta entendida  sin perjuicio de incluir ciertos derechos que son inherentes al mismo: “primero, el derecho a la vida; segundo, a la libertad; tercero, a la propiedad; junto con el derecho a mantenerlos y defenderlos” (Ibíd.).
Para Adams, “cuando los hombres entran en sociedad, es por consentimiento voluntario; y los individuos congregados tienen derecho a demandar e insistir en el cumplimiento de las condiciones y limitaciones que integran el equitativo acuerdo original” (Ibíd.; pero ello no implica un derecho a alienarse, es decir, ceder sus derechos, sino más bien establecer un nuevo consentimiento cuando se encuentren frente a una “opresión intolerable, civil o religiosa”, como fue percibida por los colonos antes del establecimiento de la república (Ibíd.). El gobierno civil, por la naturaleza misma de su institución, es la institución encargada de la mantención, protección y defensa del derecho natural; y si de hecho alguien renuncia a ellos, “la eterna ley de la razón y el gran fin de la sociedad anularían absolutamente tal renuncia” (Ibíd.). Como se sabe la constitución estadounidense entraría en vigor a partir del año 1787. De ahí que dicho país viviría un proceso de institucionalización donde se iría opacando el espíritu revolucionario según Hannah Arendt[5]. Para ella la idea de la revolución estuvo asociada con el cambio y presupuso, en principio, una concepción lineal del tiempo, pero la idea del cambio la observó relacionada con la idea del origen en el sentido que el cambio podía estar referido a un retorno a un origen o una situación inicial o al establecimiento de un nuevo origen o situación inicial. Arendt señaló que la revolución estadounidense buscó retornar a un origen, dada una situación opresiva que estaba padeciendo la población que significó establecer uno nuevo y la revolución francesa buscó establecer uno nuevo teniendo como referente la experiencia británica. Pero como en la búsqueda de los orígenes ya había unas condiciones preestablecidas, en América del norte un bienestar más o menos general y en Francia una miseria abismal, el retorno al origen para los norteamericanos fue asegurar las condiciones de bienestar que habían alcanzado y la de los franceses fue alcanzar la libertad y luego el bienestar siguiendo al efecto una nueva línea de tiempo establecida democráticamente por los propios franceses. Este hecho nos permite introducirnos en el segundo momento donde Miranda experimentó ese proceso de consolidación institucional.
3.- El segundo momento estadounidense.
En el segundo momento estadounidense ya Miranda tenía una vasta experiencia intelectual[6] y de la praxis política acumulada en el Reino Unido y la Francia revolucionaria. Vamos a examinar sucintamente esta experiencia desde la teoría y la praxis, es decir, la praxis francesa, las diligencias que realizaría en EE.UU. y la reflexión teórica realizada en el Reino Unido.
La Praxis en Francia
En el país galo Miranda pudo contemplar y contribuir en el proceso de implantación a la fuerza de las ideas políticas de la ilustración, en especial, las ideas de Rousseau. Es decir, al contrario de lo que ocurrió en Norteamérica donde las injusticias inglesas generaron un estado que produjo una necesidad de cambios y estos cambios tuvieron como fin la libertad, en Francia la pobreza y la exclusión generaron un estado de necesidad que hizo que el objetivo original del proceso de cambio político fuese cambiado en aras del bienestar del pueblo (Blanco, 2011). La experiencia de Miranda en la Francia revolucionaria parece constatar esta idea, puesto que al salir de una prisión en la época del terror después de haber participado en operaciones militares en Francia, Bélgica y los Países Bajos, propuso un proyecto político que buscaba asegurar la libertad atribuyendo todo el mal que se había gestado en la república francesa a la sumisión del poder ejecutivo y el judicial a la Convención.
Siguiendo la tesis arendtiana sobre el origen y sus implicaciones en el concepto de revolución, se puede inferir que el proceso francés contuvo diversas concepciones de un nuevo origen que además de presentarse de forma sucesiva, también estuvieron presente de manera simultánea en todo el transcurso del proceso hasta que se produjo la restauración napoleónica y en las que participó Miranda. Los nuevos orígenes estuvieron relacionados con: 1.-) acabar con la política del terror desatada por Robespierre y restaurar a la libertad como el objetivo del proceso y 2.-) en restaurar el orden perdido para poder preparar al país para la defensa frente a las otras potencias europeas[7]. En ambos momentos estuvo también presente la idea de la restauración por lo que se puede concluir que la idea que prevaleció del origen contuvo su contradicción ya que fue planteada de diversas formas y la imposibilidad de superar esas contradicciones generó la circularidad que hizo que se produjera la restauración en 1815. En el intento de restauración del orden perdido, Miranda intentó implantar un orden político en Francia donde tuviese más preeminencia el poder ejecutivo que el legislativo. A tal efecto señaló que la fuerza del poder ejecutivo debe estar en razón directa con la libertad del pueblo. Específicamente expresó lo siguiente
“Los desgraciados acontecimientos de la revolución han producido... que... Las personas y las propiedades [hayan] sido tan repetidas veces presas de las violencias públicas y privadas que aún los más fríos egoístas conocen la necesidad que hay de una autoridad protectora, y de una organización que se componga de diferentes poderes, de suerte que los ciudadanos nada tengan que temer de la arbitrariedad de su ejercicio”.

“… Así es que solamente por una sabia división de poderes podrá dársele estabilidad al gobierno [en donde] las autoridades constituidas vienen a celarse mutuamente, porque todas se interesan en la permanencia de la constitución de que ellas emanan, y es por esto por la que todas se ligan contra cualquiera que intente atacar a una de ellas. Más al contrario, si todos los poderes se concentran en un solo cuerpo, se arrogara siempre la autoridad de la masa entera y bastara a una facción dirigir sus tiros a esta masa soberana de hecho para hacer una revolución...”

“La espantosa tiranía de Robespierre… no fue producida sino por esta fatal confusión de los poderes... la Convención, transfiriendo toda su fuerza al comité de salud pública, hizo desvanecer enteramente... el poder ejecutivo [luego el] judicial”.

“Para volver pues a los principios de que tan horriblemente nos hemos separado, conviene seguir una carrera inversa. Es necesario que la libertad los divida escrupulosamente y haga desde luego imposible esa monstruosa confusión...”

“Dos condiciones son esenciales para la independencia absoluta de los poderes: la primera que la fuente de donde ellos emanen sea una; la segunda que velen continuamente los unos sobre los otros. El pueblo no sería soberano si uno de los poderes constituidos que le representan no emanase inmediatamente de él, y no habría independencia si uno de ellos fuera el creador del otro” (1982:177-180)

Como se sabe, Miranda tuvo que huir de Francia después de la ascensión de Napoleón. A pesar de ello, en esa manifestación se evidencia el peso del papel de los filósofos políticos ilustrados en la estructura de su pensamiento. Este peso lo haría inclinarse más hacia una visión liberal. Por ello, después de esa experiencia francesa Miranda afirmó a Lanjuinais en carta del 08JUN1801 lo siguiente
“No me importa el impacto que los funestos ejemplos de la revolución francesa hayan podido producir en la mente de la gente pusilánime o de lis que intencionalmente han aprovechado la oportunidad para infundir desprecio hacia el único valor que en todos los tiempos fue capaz de hacer en general felices a los hombres... Cuando hablo de Libertad, no me estoy refiriendo a lo que Robespierre, Sieyes o Fouché quisieron establecer, sino más bien a la que Montesquieu y Locke definieron con mucha claridad...” (Miranda, 1982:292).

Con ello podemos examinar ahora su paso por EE.UU. y su retorno al Reino Unido.
El paso por EE.UU. para obtener apoyo
Miranda volvió sobre el concepto de derecho natural después de la experiencia francesa y ello nos obliga a reflexionar sobre la concepción lockeana de la libertad debido a que cuando Miranda se entrevistó con William Pitt el 16 de enero de 1798, este le preguntó cuál sería la forma de gobierno de los pueblos liberados. Miranda contestó que un sistema liberal semejante al de Inglaterra y para evitar el contagio de los principios revolucionarios franceses proponía anticiparse rápidamente y establecer una alianza con EE.UU. e Inglaterra (Blanco, 2005). Dada la amenaza francesa sobre las islas británicas, el apoyo inglés no se pudo concretar como aspiraba Miranda y por ello decidió recurrir a la ayuda estadounidense. Ello lo haría en otoño del año 1805 (Miranda, 1982:327-328). En EEUU Miranda se reunió con el presidente Jefferson para solicitar primeramente un apoyo indirecto como lo hizo Francia en ese país al inicio de la lucha por la independencia. Después, a Madison solicitaría un “consentimiento tácito del gobierno” para su empresa independentista (Ibíd.:331-333).
Las Expediciones realizadas por Francisco de Miranda para independizar las colonias españolas de la América meridional en el año 1806 se produjeron en un momento crítico para España en el sentido que el cordón que la unía con sus provincias de ultramar había quedado roto como consecuencia de la batalla naval de Trafalgar ocurrida el 21OCT1805. Este hecho limitó la capacidad de respuesta de la metrópoli para asegurar el control del mar en los espacios que estaban bajo su soberanía y jurisdicción y por consiguiente la defensa de sus dominios americanos. No obstante ello, Miranda fracasó en sus intentos no tanto por la debilidad de sus fuerzas (hay que recordar que su pequeña fuerza fue interceptada en su primer intento en Ocumare de la Costa), sino por la recepción que tuvo por parte de los individuos que iban a ser independizados. Este hecho lo colocó en una fase reflexiva.
La Reflexión teórica en el Reino Unido
Luego de su fracaso de la expedición realizada Miranda establecería una estrecha relación en el plano intelectual con Jeremy Benthan y James Mill. Hay tres textos que marcaron la relación de estos tres hombres según Gómez Mueller (2004). Estos fueron: Dos de Bentham: el Panóptico y ¡Emancipad vuestras colonias! El tercer texto fue un artículo escrito por Miranda y James Mill titulado Emancipation of Spanish America (1809)[8].
Con respecto al Panóptico Gómez Mueller señaló que en él aparecen los elementos  primordiales  de  la comprensión  benthamista  de  lo  humano como utilidad y rentabilidad a partir de la evaluación del régimen penitenciario británico. Su causa no obedeció a la  alta  mortalidad  que afectaba a la población penitenciaria y el respeto de la vida humana en sí misma, sino su utilidad y consecuentemente su rentabilidad económica. El criterio sobre el cual basó su visión fue que “el interés debe estar indisolublemente ligado con el deber, para que el cumplimiento del deber sea efectivo en la protección de la vida a propósito de la administración del presidio” (Ibíd.). De ahí se circunscribe el Panóptico, es decir, una estructura mecánica de observación donde es difícil que el observador sea observado.
Las personas confinadas en este Panóptico a pesar de estar “sometidas a una disciplina mecánica y actúen como máquinas”, el objetivo a ser alcanzado es la felicidad. En el caso del régimen penitenciario, la felicidad de los presidiarios se expresa en el hecho de que su integridad debe ser garantizada por el propio interés egoísta del administrador para evitar pérdidas monetarias (Ibíd.). 
En ¡Emancipad vuestras colonias!, Bentham se propuso demostrar que la República francesa debía liquidar el monopolio comercial que significaba el mantenimiento de las colonias como paso previo para la instauración de la felicidad de la humanidad entera (Ibíd.). Esto era posible debido a que el valor que puede tener la posesión de una colonia dependía exclusivamente de su valor mercantil. Desde esta perspectiva, la “libertad” era para él la “libertad” económica (Ibíd.).
Finalmente, en  el  artículo publicado en la Edinburgh  Review, Miranda y Mill se orientaron a la idea de la universalidad normativa y antropológica siguiendo el pensamiento de Bentham. Para ambos, la universalidad normativa que legitimó la empresa independentista tuvo un contenido netamente económico articulado a otros contenidos de naturaleza cultural, ideológica y político (Ibíd.). Al igual que Bentham, Miranda y Mill entendieron la emancipación de Hispanoamérica como una exigencia para la universalización del comercio y establecer así un “intercambio liberal de  beneficios” para el género humano.
Bentham buscó instituir la utilidad como principio normativo de la sociedad civilizada y consideró esta como la base de la cultura. De ahí que observó de forma negativa a la sociedad española y a los pueblos americanos sometidos a España, debido a dos causas: al poder de la iglesia en los asuntos públicos y al papel del Estado en la actividad económica. Con respecto a los pueblos americanos la situación era más grave porque además de la visión poco ilustrada de los españoles peninsulares, estaban divididos en grupos que mantenían formas de culturas no europeas planteando la necesidad de formarlos de acuerdo con este principio normativo basado en la utilidad visto como una ideología. Ideología esta que será asumida por Miranda y Mill y, después, por las clases dirigentes iberoamericanas, durante el resto del siglo XIX.
Para Miranda y Mill la universalización del principio de utilidad y de  rentabilidad expresaba la universalización de normas culturales europeas. Ellos esperaban que por este medio, las culturas no europeas pudiesen adecuarse a la “civilización europea” ilustrada de modo que, en un corto plazo, se pudiesen alcanzar su completa adaptación. La universalización comercial, desde esta perspectiva, era vista como algo correlativo a la universalización de lo europeo que debería tender a una especie de uniformización cultural, un aspecto que un siglo después denunciaría Foucault y a partir de él Byung Chul Han[9].
En su artículo en la Edinburgh Review, Miranda y Mill entendieron este  proceso de uniformización cultural como una condición de la universalización comercial en América (Ibíd.). Desde este ángulo de análisis ambos observaron una carencia desde la perspectiva antropológica en Hispanoamérica que era posible subsanar mediante el sistema benthaneano. Pero esta carencia vista como división establecida por la existencia de diferentes cosmovisiones, ameritaba la construcción de una unidad, según estos autores, usada para articular ideológica y filosóficamente intereses sociales, económicos y culturales particularistas. El no aprovechamiento de la diferencia, en tanto que realidad específica, en este sentido utilitario es lo que marcaría la conflictividad y los desaciertos en las futuras repúblicas americanas.
4.- La praxis caraqueña.
La confluencia en Caracas de las ideas que le dieron vida a la revolución estadounidense y la revolución francesa y la manera en que la entendieron y la llevaron a cabo sus principales protagonistas para establecer un nuevo origen pueden ser observadas en una sucesión de eventos que tuvieron un antecedente en el año 1806[10] con el fallido intento de Miranda de liberar la América Meridional y se enmarca en un periodo que abarcó los años 1810 y 1811 donde el precursor tuvo un papel protagónico.
En este período se consideraron al menos tres puntos de anclaje para justificar un origen. Miranda participaría al menos en dos después que regresase después del pronunciamiento del 19ABR1810. En el congreso constituyente subsiguiente la acción política estuvo dirigida a la preservación de los derechos de Fernando VII, pero se agregó también la necesidad de preservar los derechos de la población, pero en el Acta de Independencia se produjo un cambio.
En el Acta de Independencia venezolana la acción política se dirigió a retornar a un origen, es decir, a recuperar algo que la conquista les había arrebatado. Desde el punto de vista arendtiano dicho acto declaró una situación de exclusión en que se encontraban los pobladores con respecto a los peninsulares, con lo cual es posible afirmar que en este reclamo había: 1.-) el deseo de lograr algo nuevo, 2.-) había un supuesto estado de indignación por el hecho que parte de las autoridades españolas hubiesen aceptado el nuevo estado de cosas impuesto por la Francia napoleónica a pesar de que las colonias habían defendido los derechos de la corona, y por último 3.-) responder a las retaliaciones que estaban sufriendo los venezolanos como consecuencia de su iniciativa por parte de las nuevas autoridades españolas (Blanco, 2011). Teniendo presente lo antes indicado, en Venezuela hubo un proceso de decantación política donde estuvieron presentes varias ideas de libertad: los que se consideraban libres siendo súbditos de España en el sentido absolutista o liberal y los que querían la independencia de manera absoluta siguiendo al efecto una concepción liberal. Miranda apoyaría esta última.
Hay dos elementos a destacar en el proceso venezolano: en primer lugar, los independentistas criollos, en general, fueron independentistas en tanto y en cuanto ese acto no fuese una emulación del proceso francés porque este había afectado valores fundamentales de la hispanidad como la religión y la autoridad. En segundo lugar, en Venezuela, el problema que se plantearon los fundadores de la república no fue social, estaba relacionado con la forma de gobierno. Entre el periodo que medio entre el 19ABR y la promulgación de la primera constitución republicana se hicieron importantes reformas: unificación de las provincias y reforzamiento de su autonomía, libre comercio, supresión de los derechos de exportación, fomento de la agricultura y la industria, abolición del tributo indígena, prohibición de la introducción de esclavos en el país y convocación a elecciones (Blanco, 2011). Por lo que se puede afirmar que para los independentistas venezolanos hubo una relación directa entre propiedad y participación política. Aquí coincidiría el pensamiento mirandoniano en el sentido que se incluiría un proceso sistemático de inclusión a los otros grupos civilizacionales. La liberación, en este contexto, significó la libertad para unos pocos, pero como esos pocos también estaban divididos el problema fue de distribución del poder (Ibíd.).
Como indicamos en otro ensayo, la primera Constitución fue muy similar a la de los EE.UU, sobre todo en lo que respecta a las ideas de los tres poderes de Montesquieu, la bicameralidad y la autonomía de las provincias. A pesar de estas similitudes, la constitución venezolana de 1811 tenía unas particularidades derivadas de las circunstancias que les habían tocado vivir a los venezolanos y conspirarían con la visión mirandoniana. Estas particularidades estaban relacionadas con lo siguiente:
·         Hubo un énfasis en defender la religión, declarada “única del país”[11].
·         Asumía como derechos fundamentales del individuo la libertad, la igualdad, la propiedad y la seguridad (Art. 152)[12]. En este contexto, declaraba la igualdad de los pardos, de los indios (Art. 200) y prohibían terminantemente el comercio de esclavos (Art. 202).
·         El Poder de la nueva república descansaba en el Poder legislativo.
·         Tenía expresiones propias del proceso francés y por ende rousseauano como “voluntad general”, “soberanía del pueblo”, “pacto social”, etc., que no estaban precisados.
Esta constitución fue aprobada con reservas, especialmente: 1.-) las relativas al poder de la iglesia, 2.-) al desequilibrio de los poderes públicos, 3.-) la falta de sencillez del texto, 4.-) al desajuste del texto con los usos y costumbres de la población y 5.-) el fomento de la división del “Cuerpo Social”. Estas observaciones fueron realizadas precisamente por Francisco de Miranda dada su experiencia francesa y española[13].
El énfasis en la religión católica observada en todo el proceso evidencia que las bases del sistema colonial erigidas sobre la catequización, el comercio y la industria habían sido tan fuertes que los fundadores de la república consideraron la necesidad de preservarlas. En cuanto a los derechos fundamentales se refiere, en la constitución de 1811 se buscó una inclusión más amplia de la población, aunque esta no implicaba necesariamente una mayor participación política. Dentro de este plano es que se circunscriben las ideas de Benthan, Mill y Miranda. Frente a la idea de mantener la estructura social hispánica la visión ilustrada de Miranda buscaba el establecimiento de un sistema de control que permitiera incluir a la población dentro de una estructura ilustrada de forma sucesiva.
Todos sabemos qué sucedió con la constitución de 1811, lo que no se ha examinado con una mayor atención es que después de 1819 se buscó mantener la misma estructura social a pesar del proceso erosivo que esta sufrió por la dinámica de las circunstancias. Esta erosión que sufrió una aceleración con la gran movilidad social que vivieron los venezolanos en el siglo XX nos ha colocado frente a la crisis que hoy vivimos a doscientos sesenta y nueve años del natalicio de Francisco de Miranda.
5.- Corolario.
Podemos decir que el proyecto liberal e ilustrado que presentó Francisco de Miranda al país en el año 1811 tardó casi doscientos años para que fuese considerado en toda su extensión y sólo ha sido después del fracaso que significó la implantación de la constitución del año 1999 que se ha evidenciado con creces el alcance de su omisión. Aun así todavía hay resistencia. Esta resistencia está conformada por aquellos que quieren mantener bajo una forma totalitaria la misma estructura social colonial usando dispositivos de control donde la moral hace que el Panóptico sea el sistema presidiario establecido para asegurar su mantenimiento tal como ha denunciado Byung Chul Han y aquellos que buscan mantener esta estructura bajo un régimen de flexibilización. Frente a estas tendencias conservacionistas podemos decir que se está erigiendo de nuevo la visión liberal, una visión que estuvo sepultada por más de doscientos años.
6.- Bibliografía Consultada
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MIRANDA, F y MILL, J. ([1809] 2019). “Emancipation of Spanish America”. Edinburgh. Edinburgh Review. N° 26, 35 p

PARRA-PÉREZ, C. (1966). Miranda y la Revolución Francesa. Tomos I y II. Caracas. Ediciones del Banco del Caribe.

PARRA-PÉREZ, C. (1959). La Constitución federal de Venezuela de 1811. Estudio preliminar. Academia Nacional de Historia, Caracas.

PÉREZ, J y ALBEROLA, A. (1993) España y América entre la Ilustración y el liberalismo. Madrid. Instituto de la Cultura Juan Gil-Albert. 170 p.

RODRIGUEZ, J. (1978). El Siglo de las Luces visto por Francisco de Miranda. Caracas. Ediciones de la Presidencia de la Republica. 517 p

SOLÉ, M. (2011). Spinoza en Alemania (1670-1789). Historia de la santificación de un Filósofo maldito. Córdoba. Editorial Brujas. 394 p.

UGARTE, J. (2010). “Democracia y derecho natural en Estados Unidos”. Santiago. CEP. Estudios Públicos, 119. Pp 151-187.




[1] Ver al respecto: Pérez en (Pérez y Alberola, 1993:72-73).
[2] Ver también: Rodríguez (1978:463).
[3] Miranda en el año 1785 fue testigo de las ultimas maniobras militares que condujo Federico el Grande en Berlín (Rodríguez, 1978:116 y 121) en compañía de William Smith (Colombeia, IV:46-104).
[4] Según Solé, Mendelssohn fue uno de los artífices del reconocimiento de Spinoza en Alemania (2011:235). Su obra Diálogos Filosóficos que fue el vehículo para ello se fundamentó en el trabajo de Wollf y de dos obras que estuvieron en la biblioteca del precursor, es decir, La vida de Spinoza y el Diccionario de Bayle (Colombeia, VII:71-73). Cuando Miranda visitó a este autor en Berlín, él se encontraba en plena polémica con Jacobi acerca de la relación Lessing-Spinoza (Solé, 2011:232)
[5] Ver al respecto: Arendt (1967).
[6] Como se puede observar en Colombeia Miranda hizo un gran esfuerzo en profundizar en el pensamiento de Locke, Hume, Montesquieu y Rousseau.
[7] Miranda y Bonaparte estuvieron conspirando contra la Convención Nacional según Parra-Pérez y de acuerdo a lo que este autor dice, ambos buscaron el poder, pero por vías diferentes: mientras Miranda lo intentó por la vía de acabar con la Convención, Napoleón buscó usarla como un medio para sus fines. Por ello Miranda, a pesar que al final buscó restituir el orden, fue perseguido por los nuevos actores que entraron en escena y el General Bonaparte asumiría el protagonismo político en ese país y en Europa por veinte años (Blanco, 2011).
[8] Andrés Bello, Simón Bolívar y Luis López Méndez serían otros de los venezolanos que entraría en este círculo intelectual. Ver al respecto: Cussen (1982).
[9] Ver al respecto: Blanco (2018).
[10] Miranda declaró en el año 1806 lo siguiente: “… llegó el día,…, en que recobrando nuestra América su soberana independencia”. Refiriéndose a los españoles dijo: “…consiguieron… mantener su abominable sistema de administración por tres siglos consecutivos…”. Más adelante agrega: “…la recuperación de nuestros derechos como ciudadanos y de nuestra gloria nacional como americanos colombianos…”.
[11] El Artículo 1º de la Constitución de 1811 decía lo siguiente: “La Religión, Católica,…, es también la del Estado, y la única,… de los habitantes de Venezuela. Su protección, conservación, pureza, é inviolabilidad será uno de los primeros deberes de la Representación nacional, que no permitirá jamás…, ningún otro culto público,…, ni doctrina contraria a la de Jesé-Christo”.
[12] La libertad era entendida como “la facultad de hacer todo lo que no daña los derechos de otros individuos, ni el cuerpo de la sociedad, cuyos límites sólo pueden determinarse por la ley, porque de otra suerte serian arbitrarios, y ruinosos á la misma libertad” (Art.153). La igualdad “consiste en que la ley sea una misma para todos los Ciudadanos, sea que castigue, ò que proteja. Ella no reconoce distinción de nacimiento, ni herencia de poderes” (Art. 154). La propiedad “es el derecho que cada uno tiene de gozar y disponer de los bienes que haya adquirido con su trabajo, e industria” (Art. 155). La seguridad existe “en la garantía, y protección que da la sociedad á cada uno de sus miembros sobre la conservación de su persona, de sus derechos, y de sus propiedades” (Art. 156).
[13] Ver al respecto: Parra Pérez, (1959) y Miranda (1982:455)

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