Der Krieg, “…hat freilich seine eigene Grammatik,
aber
nicht seine eigene Logik…”
Clausewitz,
1832
Hardt y Negri (HyN) han
establecido un concepto de guerra para poder hacer la guerra contra la guerra. Este concepto integra una trinidad
indisoluble integrada por la resistencia, el Éxodo y el vaciamiento de la
estructura de poder del Estado que tiene por objeto destruir el orden existente
por ser expresión de un estado de guerra global que ha alcanzado un estatus absoluto
y ontológico. Este hecho nos obliga a hacer un sucinto recorrido de la historia
del concepto en sí para poder abrir a la comprensión la naturaleza del concepto
hardtnegriano[1].
Platón ha tenido el mérito
de haber sido el primero que se dedicó al estudio de la definición como paso
previo para producir conceptos. Según Bravo, el carácter esencialista de la
pregunta “¿Qué es X?”, le permitió al filósofo ateniense superar la ambigüedad
subyacente a esta interrogante cuando se refiere al sujeto o al predicado al
dirigir su atención al contexto en que ésta es determinada. Esta determinación
le permitió definir la definición como un proceso y como un resultado por
intermedio del término que las refiere (2002:78). Como proceso la definición,
entendida como ‘horizein’ (que se
traduce como delimitar, confinar) refleja, “como dice en el Fedro”, una “téchnê” (Ibíd.:81), que consistía en
dividir y distinguir, que tenía en Platón el sentido de definir (‘diorízein’) constituyendo este un principio de demostración. Como resultado,
el acto de definir tenía como resultado un hóros
(ὅρος) o un logos (λóγος) (Ibíd:82). Hóros tenía el sentido lingüístico de
“término” y además el sentido epistemológico de “criterio” para discernir e
incluso proveer una regla de acción. Logos
por su parte tenía un nivel lingüístico que puede ser entendido como palabra y
otro gnoseológico que se entendía como pensamiento (Ibíd.).
Según Bravo, la definición
tenía para Platón un objetivo y un propósito. Como objetivo, su intención tenía
un carácter semántico, ético y epistemológico. Semántico para determinar qué
términos pueden aplicarse a los objetos sensibles; ético teniendo como foco el cuidado de sí, tal como hemos indicado,
y epistemológico, en el sentido que esta es la “la premisa necesaria para
obtener cierta información que se encuentra más allá de la simple extensión del
término general involucrado” (Ibíd.:94). Su objeto es, por una parte, la cosa (Ousía, Eîdos e idea y Génos y Physis), es decir, pragma o praxis y, por la
otra, expresiones que entran en el campo del metalenguaje (Ibíd.:97-105). Sus
características estaban relacionadas con la unidad (esencia, cualidad y
metalenguaje) y la totalidad (engloba todo su contenido, no carece de partes y
tiene un principio, medio y fin) para evitar una pluralidad que asemeje un
enjambre (σμήνος smênós)
(Ibíd.:130-132). El método para definir en Platón evolucionó de una dialéctica
basada en la hipótesis, seguida por el análisis filosófico basado en la reunión
y la división de “varios objetos” o “diversas ciencias”, hasta llegar al método
del paradigma fundamentado éste en un razonamiento por analogías que persigue
“abrir la vía hacia un logos” por intermedio de un modelo que permitiera
descubrir un orden detrás de las cosas sensibles. Para el filósofo griego, la
definición es la condición necesaria de todo conocimiento (Ibíd.:200-203 y
302). Desde esta perspectiva podríamos afirmar que HyN reunieron
dialécticamente dos cosas con un mismo significado en una misma definición, es
decir, hacer la guerra contra la guerra.
En esta reunión definieron, como hemos indicado, la guerra contra la guerra esencialmente como la guerra contra el Estado porque el Estado se había convertido en un
estado de guerra, para hacer del “hacer la guerra contra…” un principio de democracia.
Siguiendo con el recorrido,
Aristóteles denominó logos al
estudios de las voces de significación compleja (335-322 a.C./1995, 41). En los
Tópicos, el estagirita expresó que
una definición (ὸρισμός, horismós) es
un enunciado que significa qué es ser con el fin de declarar la esencia del
mismo (Ibíd., 95-96)[2]. En los Analíticos Segundos expresó, de igual
manera, que una definición es una tesis que,
“… o bien es un
principio de la demostración, o bien una demostración que difiere por la
posición <de los términos>, o bien la conclusión de una demostración… y
sólo hay que entenderla” (Ibíd.).
En la Metafísica la definición es efecto de la unidad de un enunciado, es
decir, es la razón resultante de las diferencias. Está basado en su forma y en
la diferencia de sus partes componentes (Aristóteles, 352)[3]. Para el estagirita, una
definición puede ser clara u oscura. La claridad y la oscuridad dependen, en
primer lugar, de la falta de elegancia demostrativa y, en segundo lugar, de la
falta de rigor para capturar su esencia y lo que la hace evidente para obtener
certeza. Esto es más notorio en los casos de las definiciones retóricas o
poéticas y en el caso de la metáfora (Zagal, 2002:52). La importancia de esta
categorización obedece a que si bien, una definición retórica o poética puede
ser considerada como clara, en el caso de una metáfora ello resulta dificultoso
por lo que Aristóteles afirmó que no era conveniente su uso desde el punto de
vista ontológico debido a que no era explicativa (Op. Cit., 475)[4]. La obscuridad puede
provenir, según Zagal, (2002:55-57), en primer lugar, por el intento de hacer
semejante por homonimia una expresión definitoria como han tratado de hacer HyN
con su concepto de guerra contra la
guerra cuando asocian al Estado como estado de guerra. En segundo lugar,
cuando no es evidente la definición de lo contrario a partir de lo enunciado.
La falta de rigor puede
provenir de la equivocidad y de la redundancia. La equivocidad se debe a que
las partes de la definición no son adecuadas para unir significante y
significado y la redundancia se produce cuando se añaden más elementos de lo
estrictamente indispensable que hace oscura la esencia de lo que se pretende
significar, en nuestro caso, cuando se entiende que la guerra contra la guerra es
la guerra contra el Estado sin
indicar que en la democracia que pretenden alcanzar la guerra va a seguir
siendo un fenómeno de nuestra condición humana. Como se sabe, en el siglo XX
Unamuno y Friedrich usaron la expresión antes mencionada para tratar de
proscribir la guerra realizada entre Estados de acuerdo a lo que la práctica
había producido desde el Tratado de Paz de Westfalia, pero como HyN hacen
analógicas las expresiones guerra y Estado, a partir de la exegesis de la obra
de Deleuze y Guattari (DyG), se evidencia que ambos autores hacen
intencionalmente un giro lingüístico en el uso de la citada expresión que hace
necesario prestar atención al aspecto retórico por la carga política que
contiene.
Después de Aristóteles, la
definición de retórica cambió con la escuela megárico-estoica. Para esta
escuela, la definición de retórica provenía, de acuerdo a Bochenski, del logos
filosófico constituido por una triple partición donde sus componentes estaban
íntimamente relacionados: una parte era física (relativa al alma), la otra era
ética y la última era lógica (1985:118). La lógica consecuentemente estuvo
dividida en Retórica y Dialéctica. Para los estoicos, el objeto principal de la
lógica era lo dicho, lekta (λεκτά), que constituía la cosa
significada. Lekton (λεκτόυ), era
entendido como una representación mental. El lekton era, en términos del filósofo polaco, lo que equivaldría al concepto objetivo escolástico
(Ibíd.:120)[5].
Así pues, un concepto plenamente desarrollado era un horismós y este es a su vez dos cosas: en primer lugar, la forma en
que se manifiesta la actividad pensante y, en segundo lugar, la esencia que
poseemos cuando llegamos a poseer algo (Glockner, 1965:27).
Con la modernidad, Descartes
expresó que el concepto es producto de una concepción clara y distinta generada
por un sujeto que determina los límites, el alcance y el criterio de verdad y
falsedad del acto de conocer dado que “… lo verdadero es alguna cosa”
(1641/2004:89). Siguiendo este criterio, Spinoza expresó que el concepto
expresa “una acción del alma” (1677/1980:67) y “que la verdadera definición de
cada cosa no implica ni expresa nada más que la naturaleza de la cosa definida”
por lo que debe notar en ella que la causa “en cuya virtud existe” está contenida
en la misma naturaleza y en su definición (Ibíd.:33-34).
El concepto de concepto se
modificó gracias a Kant cuando en la lógica trascendental este se transformó en
una teoría del conocimiento, es decir, cuando se buscó establecer una
estructura formal del saber acerca de un contenido, tratando de garantizar con
ello la objetividad de un objeto de conocimiento en el seno de la subjetividad
(Glockner, 1965:32)[6].
Este saber formal estaba relacionado con el juicio entendido éste como un
puente entre el concepto y lo que realmente era concebido (Composition, Zusammensetzung) o comprendido (begreifen), es decir, el fenómeno[7]. Al estar el fenómeno
determinado espacial y temporalmente, este fue visualizado en una posición
anterior a todo concepto, por lo que el concepto en sí poseía además de su
propio contenido un elemento fenoménico (Ibíd.:35-36). Como se puede observar,
con Kant, el concepto (Begriff)
adquirió una nueva dimensión gracias a la introducción del concepto de juicio (Urtheilskraft) debido a que el juicio,
en sí es la facultad de subsumir bajo reglas o de distinguir si una cosa está o
no bajo una regla dada (1781/1993:133). Según Glockner, a la manera kantiana
podría ser definido conceptualmente el juicio como “un elemento esencial de
todo juicio, sin el cual ningún juicio es posible” (1965:41), permitiéndose con
ello ir más allá de lo formal. Este ir más allá trajo como consecuencia que la
filosofía saliera del marco teórico especial de una doctrina de las ciencias
generando las condiciones de posibilidad de examinar aspectos de naturaleza
metafísica del concepto en sí desde una perspectiva intencional como a
continuación examinaremos.
Desde esta perspectiva de
cambio es que se enmarca el pensamiento de Hegel. Este filósofo alemán definió
el concepto (Definition)[8] como un objeto de
conocimiento revestido primeramente de la forma de la noción determinada (Begriff), de tal modo que se pudiese
poner su género (Gattung) y su
determinabilidad general por intermedio de un proceso de externalización (Äußerlichkeiten) de la noción de
aquellos elementos necesarios para su existencia y de abstraer (abstrahirt) lo que permitiría su
determinación (1841/1973:360). Este proceso, que se constituyó a partir del
movimiento de un Ser hacia un devenir que se produce “dentro de un
conceptualismo puramente apriorístico que facilita el paso del concepto, como
preformativo, a la idea cumplida” (Glockner, 1965:76), permitió considerar al
concepto desde una perspectiva intencional[9]. Este devenir, consecuentemente,
ha sido considerado como “la identidad del Ser y del no-Ser, y el proceso que
lleva de la nada hacía algo” (Ibíd.:84). Este carácter intencional del concepto
es conveniente tenerlo en cuenta, debido a que DyG también le dan al concepto
un carácter intencional, siguiendo la estela dejada por Hegel y posteriormente
por Peirce, Husserl y Heidegger[10] (y si se quiere también
Wittgenstein[11]),
con la diferencia que adoptaron la idea de que éste posee un devenir y está
dirigido a un acontecimiento por venir (1991/2007:17).
A este punto, es conveniente
destacar que el concepto hardtnegriano de guerra
contra la guerra a pesar de expresar en sí mismo un acto del pensamiento,
tiene dos aspectos que deben ser tomados en consideración: en primer lugar, el
giro lingüístico hecho por HyN pareciera hacer oscura la representación mental
por la homonimia estado de guerra y Estado, trayendo como consecuencia que
la esencia de la expresión tenga algo más que es de difícil aprehensión que
hace necesario su examen para una mayor comprensión y, en segundo lugar, a
pesar de la fuerte presencia del pensamiento de Spinoza en la obra de estos
autores, no siguen la idea que este autor tuvo sobre el mismo. Vamos ahora a
abrir a la comprensión el pensamiento de DyG y sus ideas acerca del concepto,
por ser fundamental en la obra de HyN.
DyG expresaron que la
filosofía procede por frases y filosofar es producir conceptos. Este aspecto es
importante tenerlo en cuenta debido a que la expresión guerra contra la guerra es un concepto desarrollado por HyN que,
como ya hemos indicado, posee una historia (devenir) que, en el siglo XX se
inicia con Unamuno hasta que DyG le da
una orientación que apunta hacia el porvenir (1991/2007:206)[12].
También posee un horizonte a donde va dirigido, es decir, un mundo posible
materializado, en nuestro caso, en una democracia absoluta de inspiración
spinozista.
Como este horizonte “est le
contour, la configuration, la constellation d’un événement à venir”
(1991/2007:36), el problema que se plantearon HyN fue el de desarrollar un
concepto que permitiera alcanzar ese mundo posible. Pero, el concepto guerra contra la guerra, como ya hemos
señalado, es expresión de un proceso que contiene en sí mismo el acto de
luchar, el objeto contra el que se lucha o se va a luchar, el Estado y los
seres llamados a ejecutarla, es decir, las singularidades que conforman la
multitud. No obstante, no se puede visualizar en el concepto el futuro por
venir, debido a que en una primera instancia se entiende que el fin último es
acabar con las guerras, como ya hemos indicado, pero en Multitud aclaran que lo que persiguen es limitar su alcance dentro
de un contexto democrático spinoziano, por lo que el evento por venir
caracterizado por contener en su seno el futuro a alcanzar no es visible desde
su propia enunciación. Este hecho hace necesario examinar este concepto en
tanto que concepto para constatar, de acuerdo con DyG, si éste se avala por la
naturaleza de los eventos que convoca o nos hace capaces de decantar (dégager) en conceptos la naturaleza de
esos eventos porvenir (Ibíd., 37). En este orden de ideas, DyG han afirmado que
un concepto es autoreferencial y posee dos características que deben ser
tenidas en consideración: en primer lugar, remite a un problema, en nuestro
caso la guerra y, en segundo lugar, está compuesto por tres elementos
heterogéneos inseparables que le dan su consistencia, a saber: mundo posible
(en este caso, un mundo sin guerra o una democracia que la limite), rostro
existente (visage existant) o
acontecimiento (en nuestro caso “hacer la guerra contra…”) y lenguaje real (langage réel ou parole) que nos indica
la forma en que el concepto es expresado como un todo comprensible (Ibíd.:23). Esta
consistencia es, según ambos autores, interna y externa y está relacionada a un
“plano de inmanencia” entendido este como el plano donde se erigen los
conceptos. Además, tiene como guía a unos “personajes conceptuales” que operan
los movimientos que describen el “plano de inmanencia” de HyN y han permitido
que estos desarrollen el concepto de guerra
contra la guerra que nos aproxima al objeto de estudio. Sobre estos dos
últimos aspectos, es decir, los “personajes conceptuales” y el “plano de
inmanencia”, DyG expresaron que
“Le concept est bien une
solution, mais le problème auquel il réspond reside dans ses conditions de
consistance intensionnelle,... Si le concept est une solution, les conditions
du problème philosophique sont sur le plan d’immanence qu’il suppose (à quel
mouvement infini renvoie-t-il dans l’image de la pensé?) et les inconnues du
problème sont dans les personnages conceptuels qu’il mobilise (quel personnage
précisément?)” (Ibíd.:78).
Por último poseen un espacio
físico, psicológico y social que DyG denominan “geo-filosófico”. Esta
“geo-filosofía” es definida como el grado de vecindad que conecta los
componentes de un concepto en un territorio, otorgándole un fundamento uniforme
sin niveles y una ordenación sin jerarquía (Ibíd.:107). Un territorio es una
construcción social, es decir, un nomos que se estructura en un espacio que
ambos lo definen dividiéndolo en liso y estriado. Un espacio liso es vectorial, proyectivo y topológico sin conductos ni
canales y el espacio estriado es
métrico, es decir, delimitado (2008:368).
Pensar consiste, según DyG,
en extender un “plano de inmanencia” que
absorbe la tierra entendida como construcción social mediante un proceso de
reunión y división proyectándola sobre un devenir establecido (1991/2005:106).
En nuestro caso la relación tierra y territorio se evidencia, en primer lugar,
en la tensión entre la historia y un devenir que la considera como el estudio
del conjunto de condiciones por medio de las cuales nos desviamos para crear
algo nuevo (Ibíd.) y, en segundo lugar, entre el Ser y el ente, es decir, en
cómo definir y separar en conceptos dos entidades determinadas. En HyN esta
tensión, desde el punto de vista conceptual, se observa en el concepto de
multitud, es decir, entre el Ser entendido como una singularidad que va a
actuar políticamente en común con un conjunto de singularidades que como un
todo va a generar un efecto político.
Al seguir los postulados
filosóficos de DyG, HyN han producido, dentro del marco de la propuesta de
instaurar una democracia de talante spinozista de alcance global, un concepto
de guerra contra la guerra orientado
a un futuro por venir..
Así pues, el concepto de guerra contra la guerra sería producto
de una intuición en lo que concierne a la guerra como un estado donde los actos
son permanentes y una intención que se expresa en hacer “la guerra contra…”
siguiendo al efecto, en primer lugar, la lógica spinoziana consistente en
incluir en dicho concepto la causa y el efecto de tal manera que la unidad del
objeto no sea fragmentada y, en segundo lugar, otorgándole una carga
intencional orientada al futuro de acuerdo con DyG. Por este motivo nos
propusimos determinar la consistencia de este concepto desde la perspectiva
fenomenológica, epistemológica y ontológica con el fin de determinar el logos
de la guerra contra la guerra para
ambos autores.
Como hemos visto, desde un
enfoque fenomenológico, el concepto hardtnegriano esta nueva manera de hacer la
guerra presenta dos inconvenientes, por una parte, ocurrieron cambios de
circunstancias que lo hicieron inaplicable y, por la otra, de saber quiénes
serían los llamados a emprenderla.
El primer inconveniente nos
llevó a una epistemología de la guerra
contra la guerra, que supone la aplicación de un criterio de razonabilidad
que intenta suplantar el miedo por una temor basado en el cálculo de riesgo que
depende, en primer lugar, de una fe que compensa la falta de información y, en
segundo lugar, de la confianza en que se va poder alcanzar el objetivo
político. Esta suposición limita la capacidad de producir ideas adecuadas
creando las condiciones de posibilidad de generar, por una parte, un resultado
inesperado o indeseado y, por la otra, que un ser actúe de acuerdo con un
cálculo de riesgo en función a la información existente limitando la acción
política. Desde la perspectiva de la multitud, de igual forma, se evidencia que
lo que motiva la acción es una mezcla fluctuante de ideas adecuadas y no
adecuadas producidas por alegrías y tristezas en un lugar y momento determinado
y, en este contexto, no tiene sentido otorgarle a una tristeza la capacidad de
producir una idea adecuada. Este hecho le resta consistencia a la propuesta
hardtnegriana debido a que la acción política va a generar más incertidumbre
que la que existía antes de dicha acción. Con respecto al segundo aspecto que
nos conduce al Ser de la guerra contra la
guerra, hemos encontrado que este es inexistente y su generación podría
constituir una minoría que podría generar las mismas condiciones por las cuales
se haría la guerra contra la guerra
debido a que en tanto que minoría, podría establecer un orden similar al que se
ha pretendido deponer.
Teniendo presente lo antes
indicado, ambos autores no pudieron dar consistencia al concepto de guerra contra la guerra por lo que éste
desde el plano intuitivo se presenta como una reflexión acerca de las
condiciones de posibilidad de ocurrencia de un evento de esa naturaleza.
Teniendo presente lo antes
indicado, el concepto hardtnegriano de guerra
contra la guerra, no es oscuro, ni ha tendido a desvanecerse desde su
elaboración. Tampoco ha perdido los componentes que le han dado forma, pero
requiere, para que obtenga consistencia, que sea sumergido en un medio
caracterizado no por la relación Ser y Estado, sino en un medio que abarque
todas las relaciones presentes en el mundo de hoy desde la perspectiva de los
antagonismos existentes entre seres singulares, grupos y Estados, de modo que
sea posible pensar un nuevo orden y no reproducir los mismos males que han
aquejado a la humanidad desde los orígenes de los tiempos. La inmersión a la que se hace alusión obedece a que en la actualidad se está usando el lenguaje para imponer una realidad a pesar de que esta realidad nos está desbordando.
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[1] Concepto es una expresión que
proviene del latín ‘conceptus’, ‘concipio’ que denotaba recibir, coger,
absorber, contraer, concebir y expresar. En el Diccionario de Autoridades, entre otras acepciones denota “la idea
o imagen que forma el entendimiento” a partir de un principio de
proporcionalidad debido a que “en él fe atiende à la correfpondencia que hacen
los extremos cognofcibles entre sí” y, también, “se suele tomar por el feto”
desde la perspectiva de la concepción entendida esta como principio de
formación. De acuerdo con la Real Academia Española denota, entre otras, idea
que concibe o forma el entendimiento, pensamiento expresado con palabras,
sentencia, agudeza dicho ingenioso y feto.
[2] Ver también: Bochenski
(1985:64). Según este filósofo, la definición se deriva de la expresión hóroi que significa límite, por lo que
definición en sí es una determinación o delimitación (Ibíd.:56).
[3] De igual forma agrega que el
concepto (νόημα) es “uno, no sólo en lo concerniente a las ousias (οuσία), sino también a otras cosas” (Aristóteles, 143). Ver
también: Bravo (2002:268).
[4] Ver también: Zagal (2002:53).
Este autor agregó, siguiendo a Aristóteles, que una metáfora es la asignación “de
un nombre poco usual o contrapuesto a lo común o desde el género a la especie o
desde la especie al género, o desde una especie a otra especie, o por analogía”
(Ibíd.:62). La analogía era entendida a partir de la igualdad de razones,
específicamente es una transposición de nombres basada en una relación de
relaciones (Ibíd.:65). Este aspecto es conveniente tenerlo en cuenta, en lo
concerniente al concepto de semejanza que Foucault asoció a la episteme europea
prevaleciente hasta el siglo XVII.
[5] A este punto es conveniente
indicar que los estoicos siguieron las descripciones realizadas por Porfirio
que permitieron “incorporar la lógica aristotélica al neoplatonismo especialmente la doctrina de las categorías del
ser interpretada en los términos de las entidades”. La consecuencia de este hecho fue que los
conceptos se comenzaron a subordinar partiendo de los más generales a los más simples dando inicio a lo que se conoció
como nominalismo (Abbagnano, 1994:220 y
339).
[6] En su lógica trascendental, Kant
expresó que pensar es el conocimiento por conceptos, pero los conceptos se
refieren, como predicados de juicios posibles, a cualquier representación de un
objeto todavía indeterminado (1781/1993:90). Por otra parte, el filósofo alemán
agregó que la lógica trascendental encuentra ante sí el múltiple de la
sensibilidad a priori, que la
estética trascendental lo presenta para dar una materia a los conceptos puros
del intelecto, por lo que esta multiplicidad debe ser penetrada, recogida y
unificada para obtener un conocimiento mediante un acto que él denominó
síntesis (Ibíd.:94).
[7] Ver al respecto: Kant,
(1795/2000:235).
[8] También puede traducirse como
“término”.
[9]
“Hegel a défini puissamment le concept, parce qu’elles constituent le côté sous
lequel le concept est créé par et dans la conscience, á travers la succession
des esprits, tandis que les moments dressent l’autre côté suivant lequel le
concept se pose lui-même et réunit les esprits dans l’absolu du Soi. Hegel montrait ainsi que le
concept n’a rien á voir avec une idée générale ou abstraite, pas plus qu’avec
une Sagesse incréée qui ne dépendrait pas de la philosophie même” (Hegel
definió poderosamente el concepto por las figuras de su creación y los Momentos
de su autoposición: las figuras se tornan en pertenencias del concepto, porque
constituyen el lado sobre el cual el concepto es creado por y en la
consciencia, por medio de una sucesión de espíritus, en cuanto los momentos
erigen el otro lado, por el cual el concepto se pone a sí mismo y reúne los
espíritus en lo absoluto de sí. Hegel mostraba así que el concepto nada tiene
que ver con una idea general o abstracta, ni tampoco con una sabiduría no
creada, que no dependería de la propia filosofía). Ver también: DyG
(1991/2007:17).
[10] Peirce (1931/1994) estableció,
gracias a lo que denominó abducción, las condiciones de posibilidad para
generar hipótesis explicativa que permiten inventar una teoría que las
explique, porque facilita la introducción de nuevas ideas en el proceso de
adquisición de nuevos conocimientos (Ver también: Gil, 2014 y Espejo, 2008).
Husserl, por su parte, expresó que “se
puede tomar la definición en el sentido de que no sólo un contenido parcial sea
puesto en relación con un todo más amplio, sino en general un contenido con
otro contenido, aunque los dos sean disyuntos” de igual forma, llama conceptos
“a tanto los objetos universales como a las representaciones universales
(significaciones universales) o más exactamente las representaciones directas
de objetos universales” por lo que significación quiere decir también
concepto (I, 1901/2006:382). En relación
con Heidegger, él expresó con respecto al Begriff
des Logos que este “ist φωνή und zwar φωνή μετά φαντασίας”
(1927/1967:33) (“el λóγoς es φωνή y
además φωνή μετά φαντασίας”) y agregó que su función “im schlichten Sehenlassen
von etwas liegt, im Vernehmenlassen
des Seienden, kann λóγos Vernunft
bedeuten” (consiste en el simple permitir ver algo, en el permitir percibir los
entes, puede el λóγoς significar también “percepción racional” y “razón”). De
ahí que fenomenología puede formularse en griego como λéγeιν τά φαινόμενα”
(1927/ 1993:43-44).
[11] Para Wittgenstein un concepto (Begriff) es a su vez un significado que
forma parte de una familia de significados (familie
von Bedeutungen) y una regla que expresa un límite no trazado que indica un
juego de lenguaje (sprachspielen) (2004:69-75)
[12]
“Vouloir la guerre contre les guerres à venir et passées, l’agonie contre
toutes les cicatrices, ou nom du devenir et non pas de l’eternel: c’est en ce
seus seulement que le concept rassemble” (1991/2007:151).
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