miércoles, 10 de febrero de 2021

1.886 LOS VAPORES DE GUERRA VENEZOLANOS “CENTENARIO“ Y “LIBERTAD” EN LA FACHADA ATLÁNTICA

 


Dr. Jairo Bracho Palma


Un pueblo es una creación del pasado, en ella las tradiciones constituyen parte de las leyes  internas de la conciencia individual y de la colectiva, origen de nuestra alma nacional. Cuando superponemos percepciones transitorias y nos ocupamos de ellas como asunto prioritario, ahogamos la esencia de nuestra identidad.

Estas percepciones transitorias no son otras cosas que cualidades prelingüísticas nacidas del hábito o la repetición.

En el caso específico de la Guayana Esequiba, nos rigen percepciones masificadas que complican la determinación de soluciones reales. Varias de ellas están referidas a omisiones en los actos del Estado, origen supuesto de todo cuanto nos ha acontecido, como por ejemplo: 

1.     Venezuela no ejerció actos públicos y notorios en el territorio Esequibo durante el siglo XIX.

2.     El Estado no contó con funcionarios preparados para emitir opinión experta en los puntos esenciales de la controversia.

3.     El gobierno careció de iniciativas que mejoraran la situación política interna y externa para enfrentar las presiones sobre sus espacios territoriales y marítimos.

Esto ha resultado no ser cierto.

En cambio, si ha resultado cierto el incuestionable hecho de que nuestras grandes pérdidas territoriales han ocurrido en momentos de graves crisis económicas, políticas y de alistamiento militar, aprovechado convenientemente tanto por nuestros vecinos, como por las potencias dominantes y sus compañías globales, lo que nos lleva al deber inaplazable de examinar unas condiciones renovadas  en la actualidad con cambios identificables en sus formas estéticas.

A partir de 1791, el gobierno inglés había diseñado las grandes líneas maestras para treparse en el arco amazónico:

1.  La partición de Venezuela en dos grandes macizos tomando como divisoria el curso del río Orinoco para el control de la navegación y el establecimiento de una economía extractiva de naturaleza parasitaria.

2.  El desplazamiento de hombres y dinero superfluo por las grandes arterias fluviales que intermedian desde la confluencia de los ríos Cuyuní, Esequibo y Mazeroni en dirección Noroeste en procura de los territorios con mayores probabilidades de yacimientos auríferos.

3.  La consolidación de un tipo de derecho de fuerza, de acuerdo a los postulados de Trasímaco de Caledonia. [1] 

EL TERRITORIO FEDERAL YUARUARI

Minas de Caratal, jurisdicción de Guasipati, Territorio Federal del Yuruari, 1886, la inclemente depredación del medio físico había convertido las selváticas regiones de bosques de verde altanero en enfermos tugurios poblados de ranchos de bahareque y techos de paja cuyos patios eran cráteres contaminados, y que constituían la zona de extracción, lugares donde el chipo, los mosquitos y las enfermedades propias de la precariedad sanitaria hacían estragos entre la miríada de mineros de mayoría extranjera que acudían en tropel desde Trinidad, las Antillas, las colonias británicas del Esequibo, y del Demerara, pero también franceses, alemanes, italianos, entre una amalgama de nacionalidades que cambiaron costumbres y lenguaje.

 Invadían aquellas tierras en busca de la ganancia rápida y sustanciosa, el ciclo de oro guayanés estaba en apogeo.

El populacho trashumante se había abalanzado sobre nuestra tierra destrozando literalmente todo a su paso. Los precios de víveres, utensilios de labor y de las obligadas meretrices, pagados a precio pesado en oro, la distorsión inflacionaria, evidente. Los caminos plagados de asaltantes y facinerosos. Ciento cincuenta años después, la historia de la minería no ha cambiado.

Es el momento en que la rápida expansión británica en zonas que sobrepasaban los límites del estado Bolívar se deja sentir, como también el superávit económico por la nueva riqueza, y por supuesto, a las probabilidades nunca desmentidas del prevaricato vernáculo.

Inquietaba a nuestro gobierno la histérica y nada disimulada ambición del ministerio británico a causa del impacto global que había significado unos apetecibles descubrimientos que resultaron contrariamente insignificantes en sus colonias al otro lado del río Esequibo.

Los actos de gobierno ejecutados entre 1870 y 1899 nos indican que se tomaron serias medidas para hacer frente al reto que supuso la aparición de la próvida bondad minera. En 1868, el Congreso Nacional concedió a Guayana el estatus de “estado minero”, por lo que administró sus propios recursos. [2]

Las consecuencias geopolíticas de la inmigración desordenada, la ingente  circulación de capital, el aprovechamiento  adecuado de los recursos, y la invasión británica, mueven al ejecutivo de Guzmán Blanco a consolidar la antigua visión del gobernador español Manuel Centurión en el siglo XVIII, de crear el Territorio Federal Yuruari en 1883 con la segregación de los departamentos guayaneses de Roscio y Guzmán Blanco. [3]

Yuruari formaba parte del plan de reorganización territorial, otra manera de contención a las reclamaciones territoriales pendientes, un reordenamiento que se hizo efectivo con el Decreto del 10 de diciembre de 1880, que da forma al Territorio Federal Alto Orinoco, formado por el norte del estado Amazonas y los territorios colombianos de San Martín y el Caquetá; la Constitución del  27 de abril de 1881 establece la nueva división territorial en nueve estados: Bermúdez (Oriente), Bolívar (Guayana y Apure), Carabobo (actual estado Carabobo y el distrito Nirgua), Falcón, Guzmán Blanco (Centro, excepto Apure), Norte de Occidente (sin Falcón), Los Andes, Sur de Occidente (sin Carabobo, Apure y Zamora) y Zulia. Al siguiente año, el decreto del 27 de febrero crea el Territorio Federal Delta que abarca el segregado departamento Zea de Guayana y el delta propiamente dicho.

El Territorio Yuruari tuvo un gobernador con residencia en Guasipati, sus ejecutorias estaban desvinculadas de la gobernación del estado Bolívar. Se puso en marcha un sistema de comunicaciones para controlar la entrada de inmigrantes, de compañías extractoras y de sus equipos de labores a través de los ríos, alternados con vagones tirados por burros que conectarían San Félix, Upata y su capital.

En 1885, el doctor Miguel Palacios realiza exploraciones geológicas en los ríos Cuyuní, Supamo, Chicanán, Gaspón Mochila, Venamo, Acarabisi, dentro de la zona en disputa.[4]

Como en aquel año el mundo había avanzado en la globalización de las comunicaciones, los cables telegráficos dieron cuenta en las principales capitales sobre el descubrimiento de prometedores yacimientos de oro en la región del Yuruani, y que superaban nuevamente, la marginal producción minera que venían explotando los invasores ingleses en territorios tomados a Venezuela.

No solamente las minas recién descubiertas sacaron de su habitual flematismo a los muy avaros comerciantes y gobernantes ingleses convertidos en uno solo en razón de los comunes intereses que dicta la codicia insaciable. En 1885, el Congreso autorizaba al general Guzmán Blanco a realizar las diligencias necesarias para crear una casa de moneda, lo que implicaría la liberación de los contratos con las empresas extranjeras, y un salida franca de la grave situación económica del país por causa de la plaga de langosta, el descenso de los precios del cacao y de la caña de azúcar entre otras calamidades. La casa de la moneda de Bruselas facilitó los punzones y las matrices, es así como el 16 de octubre de 1886 queda establecida la Casa de la Moneda de Caracas, que acuñó en sus tres años de vida más de doce millones de bolívares en oro.[5]

A todas estas medidas, se sumaban las repentinas posesiones del ahora emprendedor minero y presidente Guzmán Blanco, quien en una deforme combinación nacionalista, petulante y trincona, obtuvo 164.125 acciones de la compañía del Callao que rendían un 7% anual, además de diez concesiones mineras en el Territorio Yuruari.

LA RESPUESTA DEL GOBIERNO BRITÁNICO

Todas estas acciones y sus debilidades provocaron una violenta respuesta del gobierno inglés.

Un poblamiento apresurado

A pesar de las protestas venezolanas, el gobierno inglés había invadido el territorio esequibo dentro del esquema estratégico de control de las bocas de Orinoco y de los nuevos yacimientos auríferos.

Se trataban de rancheríos cuyo componente étnico mayoritario lo constituían las naciones caribe, yek´uana y arawaca, que no eran considerados como súbditos de la corona, pero si ciudadanos venezolanos. En 1886, la demografía del territorio esequibo era la siguiente[6]:

Río

Ubicación

Número

Composición étnica

Idioma oficial

Amacuro

Ambos márgenes cerca de la boca

8 ranchos.
75 personas

Mayoría caribe
Colonos del Demerara
3 venezolanos

Inglés
Español

Aruca

Ambos márgenes cerca de la boca

200 personas

100 Colonos de la Guayana inglesa
100 originarios.

Inglés

Guaima

Cucurital

2 familias
2 sembradíos

Venezolanos

Español

Guaima

Cuabana

10 ranchos

80 personas
Misión protestante

Yek´uana

Ingles

Yek´uana

Morajuana

Morajuana

70 habitantes

 

 

De todos los anteriores, sólo en las poblaciones de Amacuro y Aruca existían comisarios que representaba al gobierno de la colonia inglesa, el de Aruca cobraba impuestos y utilizaba un rancho como edificio público. [7]

La adulteración de mapas

Un memorándum del ministro de Colonias, Lord Stanley, expresaba su preocupación por la falta de fundamentos de los mapas de  Shomburgk para avalar las aspiraciones británicas. En este sentido, el bibliotecario de asuntos exteriores de Inglaterra, Edward Herslet, solicitó un mapa al administrador de la Guyana británica, éste le envió uno elaborado en 1875, cuya impresión fue ordenada. Al parecer un funcionario de la Oficina de Colonias indicó que ese mapa no era conveniente para sus intereses. La impresión fue suspendida y en su lugar, elaborado uno de acuerdo al trazado por el botánico alemán. [8]

Es así como el gobierno inglés edita un mapa “oficial” pero ésta vez sin la aclaratoria de que Venezuela reclamaba el territorio Esequibo, que coincide con las noticias de descubrimiento de grandes yacimientos de oro en la región del Yuruani.

 


Es así como por obra de una maravilla de la técnica geográfica, la línea Schomburgk se desplazó hasta la cuenca del río Cuyuní que hasta ese año Inglaterra había reconocido a Venezuela. En consecuencia, el mapa de 1886 aumentaba en 25.000 km2 el expolio, e incluían poblaciones como Guasipati, cercando a Tumeremo y Upata. [9]

El asunto de los mapas no quedó allí, lo que da cuenta de una agresiva campaña global para consolidar creencias y desmerecer la reclamación venezolana. En 1897, una estampilla circuló en las colonias inglesas en la que figuraba el cerro Roraima como parte de aquellas colonias. Los textos escolares y los mapas de ferrocarriles publicados en los Estados Unidos por la editorial “Rand Mac Nally and Co.” (1894) colocaban la región esequiba como perteneciente a Inglaterra, igual el “Mapa Político de América del Sur” publicado en Chicago en 1894.[10]

La diplomacia armada

A finales de 1880, Inglaterra había apostado un buque de guerra frente a las bocas del Orinoco, un asunto que tuvo por respuesta una nota de protesta y la reacción de los Estados Unidos, que en aquel entonces no mantenía buenas relaciones con la madre patria.

La nota diplomática del 20 de mayo de 1886 dirigida al gobierno venezolano nos adelanta las intenciones y logros geopolíticos del gobierno inglés con el Laudo de París. Planteaba sin mayores explicaciones la libre navegación en los ríos fronterizos, lo que fue rechazado inmediatamente por el presidente Crespo. [11]

Así las cosas, en 1887 el general Domingo Antonio Sifontes detiene y remite a Ciudad Bolívar a un grupo de mineros ingleses que se habían internado en la región del Cuyuní, donde arriaron la bandera venezolana e izaron la propia. La respuesta no se hizo esperar, y un grupo expedicionario británico regresó para tomar represalias por la acción de Sifontes. Aquello forajidos intentaron sin éxito su fusilamiento y la toma de Tumeremo. [12]

Desde 1840, Venezuela venía insistiendo ante Inglaterra sobre un compromiso arbitral y el cumplimiento del acuerdo del 18 de noviembre de 1850, al ser ignorada en todo cuanto proponía,  rompe relaciones el  20 de febrero de 1887.

Las represalias comenzaron por semejante atrevimiento. El 10 de octubre de ese año arribaba a La Guaira el HMS “Forward”, con una nota del Gobierno colonial de Trinidad a exigencia de la metrópoli, en la que exigía reparaciones pecuniarias por el caso del apresamiento de los mercantes ingleses “Henriquete” y “Joshepine”, un procedimiento legal realizado tres años atrás en Maturín. De no cumplirse el ultimátum en un plazo de siete días, la flota del caribe se movería a las costas venezolanas para hacer efectiva la demanda.[13]

Pero como Inglaterra sin mayores consultas establecía montos, determinaba daños y le importaba bien poco las sentencia de los tribunales que no fueron los propios, y al débil sólo le quedaba el recurso de quejas y protestas para sordos, el gobierno venezolano, no obstante había expresado que tales acciones eran represalias por la ruptura unilateral de relaciones, tuvo que emplear a su canciller como mensajero y pagador de $ 32. 810 que personalmente llevó a Trinidad. Además canceló una deuda de $ 20.206 por supuestos daños al mercante “L´Enviuse” y $ 6.000 adicionales  por la expulsión de un indeseable ciudadano británico.[14]

Pero como en nuestro país los temas internos se mezclan con los asuntos internacionales en unas cadenas causales que afectan la posesión del territorio, entre los varios alzamientos armados ocurridos en aquellos años, resultó el más inoportuno por el mensaje político evidente dentro del contexto económico minero, el alzamiento en Ciudad Bolívar del 14 de septiembre de 1885.  Juan Carlos Loreto, comandante de armas de aquel estado, asalta la casa del presidente de la entidad, lo arresta junto al candidato a sucederle y a otros ciudadanos. Cinco años antes, el general Pío Rebollo había alterado el orden con su pronunciamiento en la misma ciudad. Otros alzamientos como los ocurridos en Margarita y Carúpano entre junio y julio de aquel año comprometió a la Armada en asuntos domésticos, como la persecución de los vapores rebeldes “Justicia” y “Torito”, y el transporte de tropas y equipo.[15]

LA POLÍTICA NAVAL

Algunas medidas

Por aquellos años, el gobierno se había empeñado con éxito en hacer palmario el ánimo de dominio sobre sus espacios marítimos,  fluviales, y sobre su cornisa insular tal como lo demuestran diversos actos: 

1.     La apertura de rutas para el incremento del transporte marítimo.

2.     Ayudas a la navegación.

3.     La adquisición de buques de guerra.

4.     Actos expresos y unilaterales del Estado en la fachada Atlántica.

El Congreso promulgó varias leyes aprobatorias de contratos para aumentar el trafico marítimo, especialmente en el Sur del país como el establecimiento de vapores de transporte de carga y pasajeros para cubrir las rutas  Ciudad Bolívar - Soledad, y Ciudad Bolívar – Trinidad[16] ;  Orinoco – río Apure y sus afluentes;[17] sobre el río Tuy;[18]  Orinoco - Meta;[19] Maturín – Trinidad;[20] Ciudad Bolívar - Las Tablas de San Félix – Estados Unidos[21]  entre otras en el centro y occidente. Mediante la Ley del 19 de julio de 1883, quedaba aprobado el contrato con la compañía inglesa “Guayana Limited” para establecer de manera racional colonias mineras, agrícolas y pecuarias en el Territorio Federal Yuruari.[22]

Un contrato celebrado entre el gobierno y el señor Abraham Morón daba inicio a la construcción de un moderno faro en la Boca Grande del Orinoco.[23]

Ahora, la supresión de las Capitanías de Puerto el primero de febrero de 1881 impidió la creación de esta importante figura en la fachada Atlántica[24] como había sido la intención, una de nuestras sonadas contradicciones motivo de estudio subsiguiente.

El vapor “Centenario”

Diciembre de 1886, puerto de La Guaira, el vapor de guerra venezolano “Centenario de Bolívar” estaba arrimado a muelle. Había cumplido tres años desde su adquisición y arribo a Venezuela, entonces fue recibido en un acto memorable, encabezado por el ministro de guerra y marina, general y prócer Carlos T. Irwin, en compañía del contralmirante José Trinidad Oquendo, su primer comandante.

El “Centenario” era un buque de hierro forrado de madera de 120 pies de eslora, 16 pies  de manga, 10 de puntal, y una velocidad de crucero de 14 nudos. Estaba armado con un cañón “Blanklay” y consumía poco combustible. [25] Su vida útil transcurrió entre Ciudad Bolívar, Trinidad, el delta del Orinoco y las costas de la Guayana Esequiba.

Formaban parte de la escuadra de 1886 los vapores “Reivindicador”, “Guzmán Blanco”, las goletas “Colombiana” “Bolivariana”  y “Tradicionalista”, y el mencionado “Centenario”, donde funcionó la Escuela Náutica hasta 1887. Una escuadra pequeña, pero operacionalmente eficiente desbordada por los focos de insurrecciones internas.

Aquel 12 de diciembre de 1886 a bordo del “Centenario” la faena se desarrollaba con cierta aprensión por el embarque apresurado de provisiones, carbón y agua, así como el retiro de la paga en efectivo para la tripulación en el Banco de Venezuela en la Guaira. Atento en el puente, observa el comandante propietario, el CN Francisco Cotarro, un oficial nacido en Puerto Cabello, manco del brazo derecho por causa de un pasado abordaje. De una longeva hoja de servicios que superaba los 35 años a bordo, aún en 1901 ejercía el mando del cazatorpedero “Bolívar”.

Cotarro esperaba no sólo las provisiones, sino la llegada del comisionado presidencial a quién llevaría hacia la Guayana Esequiba: el ingeniero y general Jesús Muñóz Tébar.

Los funcionarios y sus competencias

La personalidad y ejecutorias de Jesús Muñóz Tébar nos reconcilian con las posibilidades del servidor público, y nos demuestra que la tradición no es un mecanismo de dominación, sino que resulta fundamental para un nacionalismo inmanente. Honesto, culto, dedicado, eficiente, y de una preparación que nada tuvo que envidiar a sus colegas europeos. El padre de Muñóz había sido general de la Guerra de Independencia; su tío, periodista y político, estuvo cerca del Libertador como secretario privado, ejerció diversas responsabilidades durante la Segunda y Tercera República. [26]

Jesús Muñóz Tébar se había graduado en Ciencias Matemáticas por la Universidad Central de Venezuela. Profesor de la Escuela Militar de Matemáticas (1872). Doctor en Filosofía. Dos veces rector de la Universidad Central (1887 y 1906). Ejerció cargos de la mayor utilidad, como director de Instrucción Pública, director de la primera escuela modelo creada por Guzmán Blanco (1871). Ingeniero en jefe de la construcción de la carretera Puerto Cabello – San Felipe (1873); uno de los creadores del Ministerio de Fomento (1874), institución de primer orden en la historia del desarrollo de la infraestructura del país, su longevidad da cuenta de este hecho. Director de obras del ferrocarril Caracas - La Guaira, Caracas – Santa Lucía y Valencia – Puerto Cabello (1881-1883). Planificador y supervisor de diferentes realizaciones portuarias, carreteras y puentes. Lleva a término la construcción del hospital Vargas. Ministro de Fomento en seis ocasiones. General de brigada, senador. Sus servicios fueron muy apreciados por diferentes gobiernos. En 1889 el presidente Rojas Paúl quiso reconocer sus aportes al país otorgándole Bs. 40.000, una suma considerable para la época. La rechazó argumentando que su sueldo había sido suficiente recompensa. [27]

Sus estudios técnicos nos indica la intención de este resumen: Ensayos sobre la barra de Maracaibo, Estudios sobre la unión de los golfo de Cariaco y Paria; Estudio sobre los raudales  de Atures y Maipures. [28]

Su hijo, Luis Munóz Tebar, ingeniero, arquitecto, y oficial naval, director del astillero de Puerto Cabello durante seis años, hizo posible la primera fabricación de clavos en el país. Trabajó en la elaboración del “Mapa Físico y Político de Venezuela” (1904). Fue el constructor del faro de Punta Barima. Murió de gripe española (1918). [29]

Todos estos antecedentes biográficos nos sirven para determinar que Jesús Muñóz Tebar fue un destacado ingeniero militar, cuya formación fue producto del ejemplo familiar devenido en tradición, y que tuvo las competencias técnicas necesarias para realizar levantamientos de planos, mapas y cartas, precisar cauces, cuencas y ríos de acuerdo a los estándares de la época en que fue comisionado hacia la fachada Atlántica.

La comisión encargada a Muñóz Tébar tuvo varios objetivos:

1.     Nombramiento de autoridades locales en la Guayana Esequiba.

2.     Actualización del censo poblacional.

3.     Estudio de los poblados y de sus condiciones materiales.

4.     Determinar el origen y naturaleza de los ríos Amacuro, Barima, entre otros.

5.     Entrega de nota diplomática a las autoridades inglesas en el Demerara.

LA COMISIÓN

El vapor de río “Libertad”

Si algo nos sirve de lección es el hecho de que a pesar de las gravísimas dificultades económicas, los continuos enfrentamientos internos que desangraban a la nación, y las abiertas agresiones a nuestro territorio y a nuestros mares por una potencia que abanderaba el colonialismo parasitario, el gobierno venezolano estuvo determinado a oponerse sin mayores anuncios y poco útiles demostraciones verbales.

El “Centenario” zarpó de la Guaira el 14 de diciembre de 1886. Hizo escala en el puerto de Barcelona para luego recalar en Puerto España (16 de diciembre). Embarcado el práctico, además de carbón y aceite, el buque siguió el rumbo hacia Ciudad Bolívar, donde arribó tres días después.

En Ciudad Bolívar, Muñóz debía recoger a dos integrantes de la comisión presidencial: el general Santiago Rodil, quien era baqueano en el territorio esequibo, y al señor Juan Bautista Dalla Costa. Recopilación de planos e informes, reunión con prácticos de la zona y minutas de todo lo acordado, fueron las diligencias en que la comisión se ocupó en aquellos días.

El vapor de río “Libertad” era un buque de vapor de la Armada que utilizaba paletas laterales, cumplía servicios en los espacios fluviales. Por orden del ministro de guerra, se unió a la comisión para navegar en los ríos de aquel territorio, zarpó hacia Curiapo el 22 de diciembre, el “Centenario” lo haría al día siguiente.[30]

Curiapo

La comisión arribó a la población warao de Curiapo el 23 de diciembre, donde hicieron transbordo para el vapor "Libertad" y navegar por afluentes de profundidad caprichosa. Por su parte, el capitán de navío Cotarro movió el “Centenario” hacia Punta Barima, para comenzar el levantamiento que sirviera para la futura construcción del faro de su nombre.[31]

La derrota

El “Libertad” se internó en el río Amacuro el 24 de diciembre, se detuvieron en el rancherío existente cerca de su boca, en ella Muñóz Tebar determinó que los ingleses la habían establecido arbitrariamente antes de 1886 como límite con Venezuela.

De allí navegó hacia el río Aruca. Recalaron en el rancherío existente, luego  se dirigieron hacia el caño Morajuana, al que arribaron el 26 de diciembre, una hora después entraban en el río Guaní para remontar hasta la población de Cucurital, pasaron frente a la boca del caño Baramán, y que según Muñóz Tebar, servía como lugar de comercio con la población del Demerara. Siguieron el curso del Guainí hasta llegar a la población Yek´uana de Cuabana, catequizada por unos misioneros protestantes.

El 29 de diciembre la comisión retornó hacia Punta Barima, deteniéndose en el poblado de Morajuana. Luego de supervisar los trabajos realizados en aquel lugar para la construcción del faro, la comisión, una vez embarcada a bordo del “Centenario” navegó hacia Georgetown, en el que dejaría constancia mediante nota diplomática, de los actos realizados y la protesta correspondiente, que fueron entregados al gobernador el 2 de enero de 1887. [32]

Los actos de gobierno

En cada uno de los vecindarios visitados, Muñóz Tébar en representación del gobierno venezolano, nombró dos policías que ejercieron sus funciones. Levantó acta de lo observado, y además:

Como consta del adjunto expediente, la comisión en todos estos vecindarios hizo pública manifestación de que esas comarcas pertenecen a Venezuela… protestando contra todos los actos de autoridad ejercidos por el gobierno de la vecina colonia por ser de manifiesta usurpación. [33]

Las observaciones  geográficas

De especial importancia constituye la corrección hecha a varios errores de algunos mapas, como el de Agustín Codazzi, en el que se confunde el río Barima, con el caño de su nombre:

Gran parte (cincuenta millas hacia el Este) de lo que aparece llamado rio Barima en dicho mapa de Codazzi, junto con o que allí se llama caño Morajuana, constituyen un brazo del Orinoco hacia el Este… llamo pues Brazo Barima a esta porción fluvial que se crea de las bocas por donde el Orinoco lleva sus aguas al océano, y la isla Barima que ese brazo y la mar forman es una de la [que] constituyen el inmenso delta del grandioso río que abarca desde la boca del río Guaima.[34]  hasta la boca del caño Vagre… el verdadero río Barima que nace en los estribos orientales de los montes de Imataca y corre gran parte de Oeste a Este, dobla luego al Norte y se junta con el río Aruca, y las aguas de ambos continúan luego a desaguar en el indicado brazo Barima. [35]

 


JUICIOS SINTÉTICOS Y EXTENSIVOS

Los poblamientos

Los asentamientos mixtos encontrados en la Guayana Esequiba eran precarios rancheríos cuyos colonos no superaban los ciento treinta dentro de un área de 159.000 Km2, lo que supone menos de un habitante por kilómetro cuadrado, excluyendo a las naciones originarias que no eran consideradas súbditos ingleses.

Rancheríos dispersos de manera conveniente suponen un uso no pacífico (había sido protestado de manera reiterada por el gobierno venezolano) y no constituyeron un dato que sirva para determinar una realidad pretendida de posesión.

Las poblaciones en el esequibo no habían avanzado de la manera como los ingleses quisieron presentar en el caso de sus antecesores holandeses, pues para 1791, sólo habitaba un holandés a orillas del Aruco, ninguno en el río Guaima, y una posta en el río Moruca a ocho leguas del Esequibo que no existía en 1814, fecha en que la colonia es cedida al Reino Unido. Esto quiere decir que la proporción de poblamiento entre 1814 hasta 1886 fue a razón de un  habitante por año aproximadamente, un evidente sin sentido para la pretensión de uso continuado.

En consecuencia, la figura de posesión efectiva era precaria e insustentable. Precaria por cuanto no hubo poblamiento sistemático y continuado. Insustentable, porque las autoridades venezolanas nombraron funcionarios de gobierno en cada rancherío encontrado, y fueron protestados de forma pública y notoria.

Fue una posesión no pacífica, no continuada mancillada por la irregularidad que buscaba la legitimación forzada de un título imperfecto.

Las noticias geográficas

Los mapas oficiales no constituyen títulos de dominio o posesión, sino pruebas que ilustran o corroboran evidencias.[36] Las correcciones hechas por Muñóz Tébar resultaron de importancia porque estaban referida al principio generalmente expuesto por las potencias dominantes sobre la indivisibilidad de cuencas, de manera que quedaba en evidencia que los caños Barima y Morajuana eran parte del delta del Orinoco.

Las observaciones de Muñóz no fueron tomadas en consideración por el gobierno inglés, que optó por la opinión de supuestos baqueanos que habían hecho vida en aquellos parajes para refutar el alegato venezolano sobre el Barima, Amacuro y Morajuana.[37] Una fórmula extraña de obtener criterios en un país que se ha jactado de la experticia y de las credenciales técnicas de sus servidores. El desprecio de la técnica como medio racional para determinar datos comprobables aparece en el gobierno inglés cuando la avidez olvida la norma, entonces desaparece en ellos las consideraciones de orden lógico.

El uso de la técnica y de expertos venezolanos para determinar puntos carentes de fidelidad geográfica fue despreciado por el gobierno inglés sin argumentos, porque carecía de ellos.

Y aquí viene el problema de las percepciones colectivas, cómo nos ven y cómo esa imagen nos afecta. En su correspondencia oficial naciones como la referida y los Estados Unidos nos calificaban de “país semi – civilizado”, “no dignos de confianza” con juristas sin cualidades para la representación internacional. Esto es probadamente incierto pero la manera desordenada como hemos atendido nuestros propios asuntos nos ha descalificado.

Aproximación al conocimiento

Si comparamos en un esquema rizomático las condiciones de contorno de 1886, con cuanto acontece en el 2021 encontramos varios espacios comunes:

1.     La campaña global mediante el uso de textos, mapas y otras ayudas para formar percepciones colectivas, consideradas infundadamente como de carácter técnico, es una estrategia de interés comercial efectista pero superficial.

2.   La técnica, la preparación quedan subordinados a los intereses económicos y se convierte en un mecanismo de imposición.

3.     El derecho al estilo de Trasímaco de Caledonia vuelve por sus fueros.

4.     Un alto nivel de experticia en los funcionarios es fundamental para dar respuesta al hecho político, no lo contrario.

5.     Los actos públicos y notorios, de diplomacia armada deben ser continuos en aquellos territorios y no de naturaleza reactiva.

6. El problema de la reclamación esequiba tiene una decidida esencia marítima, lo que no puede ser subestimado.

7.  Los ingleses rompieron a ex profeso principios sustantivos del derecho como “la justa expectativa” en función de sus intereses económicos.  Esto se comprueba cuando observamos la violación sistemática del acuerdo del 18 de noviembre 1850, que congelaba y anulaba cualquier poblamiento o acto de soberanía posterior a ese año en el territorio en reclamación.

8.     Las coyunturas económicas y políticas han sido usadas con éxito para los despojos territoriales sufridos, por lo que el consenso no es una concesión graciosa, resulta obligado.

9.     Las ideologías y las posiciones políticas aparecen y fenecen, pero la esencia del nacionalismo es inmanente, porque nace en nuestra naturaleza biológica reptil.

 Son tiempos complejos, que requieren de consenso de voluntades y de expertos, y de disciplinas, en la que sobran las comisiones gorronas y los expertos en verborrea sin conocimiento.



[1] La ley la impone el más fuerte al que deben someterse los débiles.

[2] Venezuela: Estado Guayana, selección leyes vigentes  en el estado Guayana (1845-1877). Ciudad Bolívar, Imprenta al Vapor, 1877, pp. 50-52.

[3]Pedro Cunil Grau, “El País Geográfico en el Centenario”, en Venezuela 1883. Caracas, Ediciones de la Presidencia, 1983, pp. 439-441.

[4]Nelly Pimentel de Bellizia y Lisbeth Flores, “Geología del Oro en Venezuela” en El Libro del Oro de Venezuela. Caracas, Banco Central de Venezuela, 2010, p.172.

[5]Pavel Sondorenko Bautista, “Historia del Oro Amonedado en Venezuela” en Ibídem, pp. 606-617.

[6] Archivo de la Dirección General de Límites y Asuntos Fronterizos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela. Número 1.4.2. (en adelante D.G.L.A.F). Jesús Munóz Tebar al Ministro de Relaciones Exteriores. Informe de Comisión a la Guayana Esequiba. Caracas, 23 de enero de 1887.

[7] Ídem.

[8]Minuta del 7 de noviembre de 1841. Memorándum confidencial del 24 de noviembre de 1857, tomado de Héctor Faúndez Ledesma, La competencia contensiosa de la Corte Internacional de Justicia y el caso Guyana vs. Venezuela. Caracas, Editorial Jurídica Venezolana, 2020, p. 77-80.

[9] Elías Daniel Hernández, CRONOLOGÍA DE LOS EVENTOS MÁS SIGNIFICATIVOS RELACIONADOS CON LA GUYANA ESEQUIBA, en Archivo del Estado Mayor Naval, Comandancia General de la Armada.

[10] D.G.L.A.F. Archivo 1.4.2. Al señor José Andrade, enviado extraordinario y plenipotenciario en los Estados Unidos. Caracas, 16 de mayo de 1898. Al Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela. Caracas, 22 de noviembre de 1894.

[11] Faúndez, La competencia contensiosa…p. 186.

[12] Elías Daniel Hernández, CRONOLOGÍA DE LOS EVENTOS MÁS SIGNIFICATIVOS RELACIONADOS CON LA GUYANA ESEQUIBA, en Archivo del Estado Mayor Naval.

[13]Francisco Alejandro Vargas, Historia Naval de Venezuela. Caracas, Imprenta de la Armada, 1984, tomo V., pp. 29-36.

[14]Ídem.

[15]Francisco Alejandro Vargas, Historia Naval de Venezuela. Caracas, Imprenta de la Armada, 1984, tomo V., pp. 25-26.

[16]3 de Julio de 1883.

[17]19 de Julio de 1883.

[18]12 de Julio de 1883.

[19]31 de agosto de 1883.

[20]27 de septiembre.

[21] 3 de Julio de 1885.

[22] Vargas, Historia Naval de Venezuela…,pp. 24-27. Adelina Rodríguez Mirabal, “ El ciclo de oro en Guayana en el siglo XIX” en El Libro del Oro de Venezuela. Caracas, Banco Central de Venezuela, 2010, p.130.

[23] 31 de agosto de 1883.

[24] Archivo General de la Nación de Venezuela. Ministerio de Guerra y Marina. Legajo 03-03-10-29-0212. Oficio con firma colectiva de los oficiales de la Armada al ministro de guerra y marina. Maracaibo, 25 de abril de 1893. Firman entre otros, CN José de los Santos; Pedro Sánchez hijo, Zenón Montero, Miguel Fuentes, José María Fossa, Antonio Peris, José Quintero, Pedro Farías, Luis Célis, Eduardo y Jacobo Sulbarán, José Urbano Taylor, Nicolás Morán, Manuel Sánchez, Nicomedes Delgado, Manuel Pereira, Manuel Ignacio Armas, José Silguero.

[25]Francisco Alejandro Vargas, Historia Naval de Venezuela. Caracas, Imprenta de la Armada, 1984, tomo V, p. 25.

[26] Diccionario de Historia de Venezuela, Caracas, Fundación Polar, 1998, T. II, pp. 1041.

[27] Diccionario de Historia de Venezuela, Caracas, Fundación Polar, 1998, T. II, pp. 1042.

[28] Ídem.

[29] Diccionario de Historia…, T. II, pp. 1043.

[30] D.G.L.A.F. Archivo 1.4.2. Jesús Munóz Tebar al Ministro de Relaciones Exteriores. Informe de Comisión. Caracas, 23 de enero de 1887.

[31] Ídem.

[32] Ídem.

[33] Ídem.

[34] Guainí.

[35] Ídem.

[36]Héctor Faúndez Ledesma, La competencia contensiosa de la Corte Internacional de Justicia y el caso Guyana vs. Venezuela,  Caracas, editorial Jurídica Venezolana, 2020, p. 78.

[37] D.G.L.A.F.  Número 1.4.2. El Ministerio de Relaciones Exteriores al Colegio de Ingenieros. Caracas, 5 de noviembre de 1898.

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