El empirismo lógico fue una corriente filosófica que surgió a inicios del
siglo XX caracterizada por atenerse a un estricto empirismo (esto es, la
adscripción a una teoría del conocimiento modelada sobre la base de lo que se
creía era el fundamento de las ciencias empíricas) y la sistemática utilización
de la lógica matemática (esto es, la incorporación de una teoría del
razonamiento especialmente atenta a las exigencias de las ciencias formales).
Como proceso fue el efecto de una serie de inquietudes que aparecieron a
finales del siglo XIX como consecuencia de la crítica que se hizo a una manera
de entender la filosofía en momentos en que se estaban produciendo grandes
descubrimientos que permitieron el desarrollo tecnológico. Esta corriente
filosófica tuvo sus raíces en la concepción de la verdad de Aristóteles, el
empirismo de Hume y el racionalismo kantiano y tuvo como fuente de inspiración
elementos de carácter filosófico, histórico e instrumental.
Consecuentemente, vamos a exponer los fundamentos del empirismo lógico: primero
se hará mención a sus antecedentes, segundo se hará mención a las críticas que
hicieron al idealismo y, tercero examinaremos al Círculo de Viena destacando
sus contribuciones en sus comienzos
1.- Los Antecedentes del Empirismo
Lógico
En sus raíces dos elementos se destacaron en el empirismo lógico: la
concepción de la verdad de Aristóteles y las contribuciones de David Hume,
Immanuel Kant y Augusto Comte.
Con respecto a la teoría de la verdad enunciada por Aristóteles esta
expresaba una correspondencia entre el decir y el ser: decir las cosas como son
era sinónimo de un discurso verdadero.
En relación con el empirismo se puede afirmar que este pregonaba antes y
después de Hume que la única fuente del conocimiento era la experiencia
sensible. Según Ayer, Hume representó un excelente ejemplo de positivismo
porque exigía la confirmación en todo discurso argumentativo. Pero junto con
Hume, Kant también afirmó que el entendimiento humano se perdía en
contradicciones cuando se “aventuraba más allá de los límites de la experiencia
posible”.
En este sentido el sistema filosófico de Kant fue un intento de mediación y
síntesis entre la postura racionalista y la empirista. Kant desarrolló el
primer modelo interpretativo de las ciencias y para ello se fundamentó en dos
teorías firmemente establecidas para la época: la geometría euclidiana y la mecánica
newtoniana y se preguntó por la estructura esencial que se escondía detrás de
estas teorías puesto que permitieron obtener nuevos conocimientos. Kant supuso
que es el sujeto el que determina al objeto, y no a la inversa y este cambio de
paradigma permitió el advenimiento de un enfoque lógico al plantearse el cómo
es posible que surja el conocimiento. Kant expresó que todos los enunciados
tienen forma de juicios estableciendo cuatro tipos de ellos: dos lógicos y dos
gnoseológicos (ver cuadro) tratando de justificar los juicios sintéticos a
priori. Para
Kant, en este sentido, la verdad podría haber sido el conocer todos los juicios
sintéticos a priori. A partir de él se han mantenido dos corrientes de pensamiento: una que
trató de mejorar los juicios sintéticos a priori y otra representada por
los positivistas que trataron de negarla. La preocupación de Kant por la
estructura esencial del conocimiento científico fue retomada a finales del
siglo XIX y principios del siglo XX, dando origen a una serie de corrientes que
intentaron dar respuesta a estas inquietudes.
Augusto Comte fue un filósofo francés, cuyas obras dieron inicio
propiamente a la corriente que se denominó positivismo. Esta corriente sostenía
que el único auténtico saber era el saber científico caracterizándose por
asumir una actitud crítica ante la filosofía tradicional, en especial la
metafísica y por seguir un conjunto de reglas inmutables, es decir, la
ontológica del fenomenismo, según el cual la realidad se manifestaba en los
fenómenos; el nominalismo, según el cual el saber abstracto era el saber de
cosas individuales generalizadas; la renuncia a los juicios de valor y a los
enunciados normativos, por carecer de contenidos cognoscitivos y, finalmente,
la regla de la unidad del método de la ciencia.
La principal aportación que hizo Comte al positivismo fue la idea, errónea al
fin, de que la realidad humana era social y susceptible de ser conocida
científicamente[1]. Desde el
punto de vista epistemológico, designa sobre todo el punto de vista según el
cual el criterio de un conocimiento verdadero es un consenso entre humanos (Omnes,
1996:306). Comte expresó que
Toda ciencia,
igual que todo individuo y aun la especie humana, pasa por tres estados: el
estado teológico, cuando el hombre explica las cosas recurriendo a principios y
fuerzas sobrenaturales y de carácter personal; el metafísico o abstracto,
cuando el hombre sustituye lo sobrenatural por lo abstracto, y recurre a
fuerzas y causas a modo de entidades ocultas que explican la naturaleza; y el
científico o positivo, cuando el hombre, renunciando a un saber absoluto, se
conforma con conocer las meras relaciones entre fenómenos, esto es, las leyes.
Con estos antecedentes podemos ahora hacer mención a las influencias
considerando que todas convergieron hacia la conformación del Círculo de Viena.
Según Pitter y Rincón las influencias provinieron de cuatro fuentes: Dos de
carácter filosófico: el neopositivismo de Ernst Mach y la vinculación del
empirismo con la lógica matemática, uno de carácter histórico y el ultimo de
carácter instrumental. De acuerdo a este criterio se va a hacer una reseña de
los aportes de los principales filósofos influyentes.
a.- En lo concerniente al
neopositivismo de Mach se tiene que este se originó por el rechazo a la
división del conocimiento en especialidades separadas. Él desarrolló una
filosofía positivista, empirista y antimetafísica, que recibió el nombre de
“sensacionalismo” o empirismo radical porque llamaba a las unidades últimas del
conocimiento «sensaciones» o «elementos», equivalentes a las «ideas» e
«impresiones» de los empiristas clásicos. Partiendo de esta premisa, Mach creyó
que las ciencias deberían haber sido unificadas porque todas tenían por objeto
las mismas sensaciones y sólo cambiaba la orientación del estudio. Junto con
este autor austriaco también se destacó un filósofo francés de nombre Henri
Poincaré quien expresó que “la ciencia consiste sólo en convenciones”,
con lo cual se mantuvo cerca de posiciones filosóficas inspiradas en Kant y que
fueron conocidas con el nombre de convencionalismo.
b.- En la vinculación del empirismo
con la lógica matemática destaca la figura de Ludwig Wittgenstein y su "Tractatus
lógico-philosophicus". Este autor expresó que su objetivo en esa obra
fue “trazar un límite a la expresión de los pensamientos” y buscó al efecto un
lenguaje formal que significara precisamente algo con verdad. Hay tres
elementos que se destacan en este esfuerzo: realidad, pensamiento y lenguaje. A
la identidad lógica entre la estructura de la realidad, la estructura del
pensamiento y la estructura del lenguaje la llamó isomorfía. Esta no considera
a otros ámbitos de la realidad, como la inmortalidad, el sentido de la vida,
los valores, el mundo de la ética, de lo religioso, de lo estético, etc.. Estos
traspasan los límites del lenguaje y no son verificables.
En relación con la Estructura de la realidad Wittgenstein afirmó que el
mundo es un conjunto de hechos. Estos hechos son atómicos, independientes,
aislados, contingentes, que se pueden conocer al margen del universo (en
concordancia con el intento de Gottfried Leibniz de establecer un lenguaje
matemático universal). Los hechos son las combinaciones de objetos y la
estructura del mundo lógico-matemática. Con respecto a la Estructura del
pensamiento afirmó que es la que interpreta la realidad; es como una pintura
que reproduce el paisaje. En lo que concierne a la Estructura del lenguaje,
afirmó que es la expresión perceptible del pensamiento, y se expresa en
proposiciones. La proposición es el retrato lógico de la realidad. Cada hecho
atómico sólo tiene una expresión correcta. Para Wittgenstein conocer toda la verdad
sería conocer el mundo, pero, toda la realidad no es posible ser
expresada mediante el lenguaje. Por ello también Wittgenstein expresó que “Los límites
de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”.
La figura de Wittgenstein en su primera etapa de existencia estuvo asociada
a la de Bertrand Russell. Las conversaciones que sostuvieron ambos autores
permitieron que Russell formulara la concepción que denominó "Atomismo
Lógico"[2]. Esta
concepción se caracterizó por afirmar que toda la realidad se caracterizaba por
estar compuesta de átomos (todo lo complejo está formado por cosas simples),
que el lenguaje formal de la lógica era el mejor método para estudiar la
estructura atómica de la realidad mediante la idea del isomorfismo (tratando de
demostrar que toda la matemática proviene de la lógica) y que los enunciados
metafísicos no eran verificables, y, por tal motivo no eran científicos y por
consiguiente no eran susceptibles del análisis lógico. De ahí partió su teoría
de las Descripciones y su logicismo filosófico. En su teoría de
las Descripciones intentó eliminar las paradojas metafísicas de la
existencia y las paradojas de lo no existente. En su logicismo filosófico se
evidenció el afán de someter toda la problemática propia de la filosofía al
filtro de la lógica y, específicamente, a una lógica del lenguaje y de los
hechos empíricos. El atomismo lógico pretendió sintetizar el empirismo y la
lógica. La lógica brindaba las formas estandarizadas del correcto razonamiento
y el empirismo aportaba las premisas consistentes en las proposiciones.
c.- La vinculación de carácter
histórico estuvo determinada por el desarrollo que tuvo la física a comienzos
del siglo XX. En este sentido se destacan las contribuciones que hizo Alberto
Einstein en todo lo referente a la comprensión de la estructura del
espacio-tiempo, de la gravitación y de Niels Bohr en relación con la mecánica
cuántica para la comprensión de la estructura atómica y nuclear. Las aportaciones
de Einstein se centraron en lo que se denominó la Teoría sobre la
Relatividad Especial. Esta teoría partió de la suposición de que no existía
un espacio-tiempo universal o absoluto (mientras que sí era constante la
velocidad media de la luz), que la simultaneidad de acontecimientos sólo existe
dentro de un mismo sistema físico inercial, y que la materia y la energía son
equivalentes.
Las consecuencias de la teoría de la relatividad especial fueron: que a
partir de ella se creyó que los intervalos de tiempo son relativos al
movimiento del observador; que el espacio se contrae o dilata en el mismo
sentido y por la misma razón que lo hace el tiempo; y que la velocidad de la
luz es la máxima del universo. La teoría general de la relatividad es una
generalización de la especial y fue la que propiamente supuso un nuevo modelo
de cosmología en el que la gravitación universal se convirtió en una geometría
(no euclidiana) del espacio/tiempo. Pero más allá de estas aportaciones que por
sí solo fueron significativas lo que se destacó fue la simplicidad y la
posibilidad de verificación de las teorías que propuso.
d.- Desde el punto de vista instrumental se destacan las contribuciones que
hicieron Gotlob Frege, Giuseppe Peano y los trabajos de Russell y Whitehead
enmarcados en lo que denominaron Principia Mathematica. Estas
contribuciones permitieron a Rudolf Carnap construir un lenguaje lógico que
facilitara “el análisis de los conceptos científicos y la clarificación de los
problemas filosóficos”.
La importancia de Frege en la filosofía ha radicado en el hecho que los problemas
que él se planteó son los mismos que hoy enfrenta la filosofía analítica. Hay
tres periodos en su obra de acuerdo al resultado de sus trabajos y a sus
concepciones filosóficas: el primer periodo (1879-90) donde sus estudios
estuvieron centrados en la lógica formal y la filosofía de las matemáticas.
Estos trabajos fueron una de las fuentes de las que se sirvió Russell para la
realización de su obra. El segundo periodo (1891-1900) donde se dedicó al
desarrollo de la semántica filosófica. De aquí se inspiró Wittgenstein puesto
que el problema del Tractatus fue, en
principio, un problema semántico. En el tercer periodo (1900-1925) Frege se dedicó
a la metodología de las matemáticas. De estos trabajos se sirvió Carnap. Frege
cambió la unidad de análisis de los juicios permitiendo una apertura en el
plano filosófico.
Los problemas que se planteó Frege fueron esencialmente: ¿cómo se vincula
el lenguaje con el pensamiento y la realidad?, ¿Por qué la lógica ha de ser
extensional? y ¿cómo se relaciona el significado de expresiones complejas con
el significado de sus componentes simples? La obra de Frege tuvo su base en dos
principios: el principio del contexto y el principio de
composicionalidad. El principio del contexto establecía que las palabras no
significaban nada aisladamente, sino que su significado era una contribución
específica al significado de las oraciones en las que pueden aparecer. El
principio de composicionalidad, por su parte, requería que el significado de
las "palabras", a diferencia del significado de las oraciones, fuese
establecido caso por caso. El segundo requería que las reglas del significado
para las palabras hicieran necesariamente referencia al modo en que, dada una
categoría semántica general a la que pertenecen, contribuyesen junto con
palabras de otras categorías al significado de las oraciones. El principio del
contexto requería que las reglas que determinan el significado de las oraciones
no tomaran en consideración del mismo modo el significado de todas las
palabras.
Según Frege, existía una relación entre signo, sentido y referencia. Esta
relación era la siguiente: cada signo tiene un sentido, cada sentido tiene una
referencia, pero, una referencia podía tener varios. La referencia de una
palabra es aquello de que se quiere hablar cuando se la usa normalmente y está
asociada a su valor veritativo. De aquí se sigue que todos los enunciados verdaderos tienen la misma
referencia: la verdad; y que todos los enunciados falsos tienen la misma
referencia: lo falso. El conocimiento que nos proporciona un enunciado proviene
de unir al pensamiento expresado en el enunciado su referencia, es decir, su
valor veritativo. Hubo otro autor que tuvo los mismos intereses que Frege, pero
con una orientación diferente. Él fue Charles S. Peirce.
Del otro autor que se sirvió Russell para construir su teoría del atomismo
lógico fue G. Peano. Peano fue uno de los fundadores de la
ciencia que trató de las propiedades formales de un sistema deductivo. Fue el
primero en utilizar el nombre de “lógica matemática”, un instrumento para
describir la lógica simbólica. Sostuvo la tesis de que todo enunciado
matemático es una implicación con la forma de «si p entonces q». El objetivo de
su lógica matemática fue lograr que las demostraciones matemáticas fueran
rigurosas y excluyeran todo procedimiento intuitivo; para ello, construyó un
sistema de signos.
Como ya se afirmó, Russell elaboró una teoría que establecía que la
estructura de las frases (su gramática o sintaxis) guardaba relación con la
estructura de los hechos. El punto esencial de esta teoría fue que una frase
puede contribuir al significado de una oración sin tener significado aisladamente
posibilitando la renuncia a entidades fantásticas.
Mucho después de la misma escuela inglesa surgió otro autor: Alan Turing,
quien hizo importantes aportes al positivismo lógico. Este matemático dio una
respuesta a la cuestión de si existe un algoritmo capaz de determinar si un
enunciado es decidible -computable- en un sistema dado. Esta fue la tesis
Church-Turing y al procedimiento ideal construido para demostrarla se le
denominó, máquina de Turing.
2.- La Critica al idealismo.
Previamente se hizo mención al papel que jugó Hume en el desarrollo del
empirismo o positivismo lógico. Frege, Peano y Russell, al igual que Hume
dividieron las proposiciones significativas en dos tipos: las formales (de la
lógica o la matemática) que eran tautológicas y las fácticas que requerían ser
verificadas empíricamente. Una proposición que no estuviese enmarcada dentro de
estos dos tipos carecía de sentido. Estas eran o son las afirmaciones
metafísicas. Estas afirmaciones, según los empiristas lógicos, carecían de sentido
porque no tenían relación con los hechos y no estaban formadas a partir de
ningún enunciado elemental. Por ello luego afirmaron que el significado de una
proposición consistía en su método de verificación. No obstante, en fechas
posteriores, el método de verificación en si pasó a ser cuestionado porque este
no podía ser verificado por sí mismo (Ayer, 1959).
Esta no fue la única critica a un idealismo esencialmente hegeliano. De sus
discípulos y especialmente de Marx, Hegel recibió una fuerte crítica, no
obstante, estos autores se mantuvieron dentro de la esfera del hegelianismo,
reconociendo el Circulo de Viena la novedad que representaron los postulados de
Marx en lo concerniente al estudio científico de la historia. Reconocimiento
tal que fue considerado según Ayer una de las fuentes del positivismo lógico.
A pesar de estas afirmaciones, hay que destacar que los positivistas
lógicos, según Ayer, no identificaron la filosofía con la ciencia y pensaron
que la filosofía con su carga metafísica “debía contribuir, a su manera, al
progreso del conocimiento científico”, sobre todo por la posibilidad de ver al
mundo de una manera “nueva e interesante”. Wittgenstein afirmó que “si los
problemas filosóficos –surgían- porque ciertos rasgos de nuestro lenguaje nos extravían,
el metafísico, por sus extravagancias propias, puede contribuir a disolverlos”.
3.- El Circulo de Viena.
El Circulo de Viena fue fundado en el año 1929 en torno al filósofo Moritz
Schlick, Rudolf Carnap, Hans Hahn,
Otto Neurath y otros. Este grupo redactó el documento
del Círculo: la concepción científica del mundo. Otros miembros del Círculo
fueron también: Víctor Kraft, F. Waismann, H. Freigl, K. Menger, K. Gödel, G.
Bergmann, P. Frank y F. Kaufmann.
3.1.- Proyecto,
características y Postulados
La aplicación de los conceptos lógicos a la reconstrucción racional de los
conceptos científicos, el análisis lógico del lenguaje que asegurara
significatividad, la exigencia de comprobabilidad de las frases y la búsqueda
de un criterio de sentido empírico, el rechazo a la metafísica por su carencia
de significatividad empírica, la superación de la distinción entre humanidades
y ciencia de la naturaleza mediante la traducibilidad general al lenguaje de la
Ciencia Unitaria, etc., constituyeron las preocupaciones fundamentales de ese
grupo.
El principio de verificación, como característica epistemológica fue lo que
esencialmente identificó al positivismo lógico. El objetivo central de la
metodología era formular y legitimar una regla de aceptación de los enunciados
conforme a la convicción fundamental según la cual una proposición científica
debía ser aceptada sólo cuando era verdadera (Damiani, 1997). Para la
concreción de esta norma era necesario establecer un criterio de
significatividad que permitiera determinar si una proposición era o no
verdadera. Este criterio les permitió establecer una demarcación del discurso
científico del no científico.
La tarea de la reconstrucción racional de los conceptos científicos la
llevó a cabo Carnap. Este filosofo estableció un sistema de construcción de los
conceptos a partir de lo inmediatamente dado (es decir, las experiencias
elementales) mediante el empleo de las nociones de “clase” y “relación”. A
partir de las relaciones fundamentales que rigen entre ellas, logró establecer
un árbol genealógico de los conceptos de las ciencias humanas y experimentales
que garantizaba la reducción de todos los conceptos científicos a la base
fenomenalista que constituyen las experiencias elementales. Pero la necesidad
de comprobación hizo que a este fenomenalismo (de carácter epistémico) se
incluyera un fisicalismo (real científico) que perseguía también abarcar toda
la ciencia en un sistema consistente y unitario.
La verificación (observable y teórica) va a ser el problema que se va a
plantear Carnap debido a que consideró que no había independencia en los
términos de las teorías científicas y en este proceso de resolución del
problema va a ser posible constatar la evolución de su pensamiento. Carnap
intentó unir el lenguaje con el mundo mediante una implicación material. Él
estableció dos órdenes de verificación: el directo y el indirecto. Si un
enunciado, por ejemplo, afirmaba algo respecto a una percepción actual, entonces
el enunciado podría probarse directamente acudiendo a la percepción
actual. En la verificación de tipo indirecto se trataba de proposiciones que no
eran verificables en sí mismas, pero que sí lo son mediante la verificación
directa de otras proposiciones ya verificadas con anterioridad.
De esta manera, toda aseveración científica debía afirmar algo acerca de
percepciones actuales o acerca de otra clase de observaciones y, entonces, es
verificable por ellas; o bien afirmar enunciados acerca de futuras experiencias
que se infieren de la unión de datos científicos u otros que se sometían a
constatación empírica. La ciencia, pues, era un sistema de hipótesis
verificables que, en última instancia, tocaban la realidad. Y todas las
proposiciones de su lenguaje expresivo eran reducibles a "enunciados atómicos",
"juicios de percepción", "proposiciones protocolares" que
eran propiamente empíricas en sentido estricto. La conclusión de este análisis
le añadió a las proposiciones analíticas y sintéticas otro tipo de
proposiciones: las metafísicas, es decir, las carentes de significación que,
como tales, eran expresiones de pseudoproblemas. Según Carnap podía llegarse a
proposiciones sin sentido cuando su contenido era inverificable. De ahí que,
según Carnap, la filosofía debía ser sustituida por la lógica de la ciencia.
Este fue el denominado enfoque sintáctico.
En el enfoque semántico, Carnap hizo distinción entre semántica
descriptiva y semántica pura. La primera versaba sobre los lenguajes
naturales e históricos relacionada con la descripción de datos empíricos, lo
cual la hacía una ciencia de enunciados sintéticos. La semántica pura, en
cambio, era de índole analítica y tenía como objeto la interpretación del
significado de sistemas lógicos formalizados, por lo tanto, estaba dirigida a
los lenguajes idealmente perfectos. La tarea del filósofo semantista estaba
relacionada entonces con la búsqueda de definiciones exactas y adecuadas de los
conceptos semánticos ordinarios y de otros nuevos a fin de elaborar una teoría
basada en dichas definiciones.
El trabajo de Carnap fue complementado por los trabajos de Alfred Tarski en
lo concerniente al criterio de verdad, pero Kurt Gödel[3]
alertó sobre las limitaciones sobre el tratamiento del problema de la verdad en
el proceso que se llevó a cabo para unificar las ciencias. Este autor expresó
lo siguiente:
§ No todo lo
verdadero es demostrable
§ No hay un cálculo
que supla la semántica (hay lenguaje donde lo que yo deduzco es verdadero).
§ La consistencia
entre deducción y razonamientos en términos aristotélicos sólo puede obtenerse
si se especifica en qué lógica se está trabajando
Para Gödel la verdad era inagotable, no todo lo
verdadero coincidía con lo demostrable[4].
Por otra parte, los postulados originales del positivismo lógico fueron:
todo conocimiento (no analítico) depende de la experiencia y la significación cognitiva
de un enunciado es tal, sólo si es analítico o si puede ser verificado
experimentalmente.
3.2.- Contribuciones al Círculo
de Viena en sus comienzos
Las principales aportaciones que recibió el Circulo de Viena en sus
comienzos provinieron de sus colaboradores en Berlín y en Varsovia, pero fue desde
la ciudad polaca donde se hicieron las aportaciones más trascendentes. En
Berlín se destacó Hans Reichenbach. Sus
principales aportaciones se centraron en la filosofía de la ciencia y en la
teoría de la probabilidad. Reichenbach recurrió a esta teoría para establecer
que un enunciado empírico inductivo tiene sentido en la medida en que es
probable. Este filosofo fue el que promovió la distinción entre contexto de
descubrimiento y contexto de justificación[5].
Por el lado polaco, Alfred Tarski, hizo sus principales aportaciones a la
lingüística y a la lógica en su teoría semántica de la verdad. Esta concepción
se colocó en la línea del concepto aristotélico de la verdad como
correspondencia entre el pensamiento y los hechos al definir “verdad” con
respecto a un lenguaje. Según esta teoría, “verdadero” es una propiedad
(metalingüística) de toda proposición que describa (en un lenguaje objeto) un
hecho tal como éste es en el mundo real. Se llama “semántica” porque “verdad” o
“verdadero” son términos semánticos, cuyo significado sólo puede explicarse
mediante un metalenguaje; un metalenguaje puede relacionar expresiones
lingüísticas con hechos, mientras que un lenguaje objeto sólo puede hablar de
sus propias expresiones lingüísticas o de los hechos. “Verdad” para Tarski, es
una propiedad del enunciado. Para
Tarski la verdad no puede ser discutida dentro de su propio lenguaje, tiene que
ser discutida a través de metalenguaje, de lo contrario es inconsistente. Algunos aspectos de su teoría semántica se deben a
la influencia de su maestro Stanislaw Lesniewski.
Lesniewski formó parte del círculo creado en
torno a Kazimierz Twardowski, y en el que se encontraban también autores como
Tadeusz Kotarbinski y Jan Lukasiewicz. Este filosofo centró su interés en el
estudio de las paradojas lógicas, en la teoría de probabilidades y en el
estudio de la lógica de relaciones. Según Lesniewski, la mayoría de las
antinomias se producen por una confusión originada por la superposición de los
usos discursivo y colectivo de las expresiones de la teoría de conjuntos. Es
decir, por la confusión entre ser elemento de una clase determinada o ser parte
de un cierto objeto. Lukasiewicz fue el que propuso las lógicas
polivalentes. Estas son aquellas que no
se fundan en el principio clásico de bivalencia, sino que otorgan a las
funciones veritativas valores intermedios entre la verdad y la falsedad.
La filosofía de Kotarbisnki fue nominalista y basada en la teoría del
cálculo de los nombres de Lesniewski. Según este autor existían dos grandes
clases de nombre: los nombres genuinos y los nombres aparentes o ficticios.
Según su ontología solamente existen objetos individuales concretos: todo lo
que existe es una cosa o una persona, mejor dicho, todo lo que existe es un
cuerpo.
Twardowski aclaró la distinción entre el acto de
un fenómeno psicológico y su representación. Por otra parte, y a diferencia de
la posición radical del Círculo de Viena, Twardowski señaló que los conceptos
metafísicos no son simplemente no científicos, sino que, aunque frecuentemente
son de naturaleza precientífica, tienen auténtico sentido y pueden llegar a
convertirse en problemas científicos cuando son incorporados a nuevos
desarrollos de la ciencia. La inspiración aristotélica heredada de Brentano se
reflejó en su actitud de realismo objetivista que favoreció el desarrollo de la
noción de verdad como correspondencia, que culminó en la teoría semántica de la
verdad de Tarski.
Generalmente se ha asociado el empirismo lógico, positivismo lógico, neopositivismo
con el Circulo de Viena, no obstante, este grupo se comenzó a disolver
propiamente a partir del año 1934 por muy diversas causas. Aun así, su
tradición influyó en lo que se conoció como filosofía analítica y la filosofía
de las ciencias, permaneciendo especialmente en el Reino Unido, en Escandinavia
y en Estados Unidos.
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RIVADULLA
RODRÍGUEZ, Andrés. Filosofía Actual de la Ciencia. Madrid Editorial
Tecnos 1986. 328 p.
[1] Omnes expresó que la dificultad de las ciencias humanas es su
limitada capacidad de predicción. Ver al respecto: Omnes (1996:280-281). De igual
forma, Agamben alertó acerca de la aplicación de la metodología de las ciencias
a problemas humanos (xxxx:xx). Por su parte, Heidegger
expresó que la rigurosidad en las ciencias humanas estaba dada por la imprecisión.
[2] B. Russell
afirmó: "llamo atomismo lógico a
mi doctrina porque los átomos, a los que deseo llegar como elemento último del
análisis, son átomos lógicos y no átomos físicos".
[3] Teorema de la
Incompletud: 1º de los teoremas de Gödel, que afirma que todo sistema de
axiomas que sea consistente y capaz de incluir la teoría formal de la
aritmética es necesariamente incompleto; dicho sistema de axiomas contiene
algún teorema que, a pesar de ser verdadero, no puede deducirse del sistema. El
2º teorema es complementario del 1º y establece que no es posible probar la
consistencia de un sistema formal de la aritmética con los solos medios que
dicho sistema proporciona; no siendo la consistencia un teorema del sistema, ha
de probarse desde fuera del sistema.
[4] La verdad es vacua epistémicamente. La
verdad es un mecanismo que ancla el discurso al mundo pero que no aporta nada
al discurso cognoscitivo, lo único que asegura es que tiene una referencia
objetiva.
[5] Contexto de
descubrimiento: Todo cuanto se refiere a la invención de una hipótesis. Es
irrelevante, para la investigación científica, la manera como se halla o
descubre una hipótesis: proceso creativo, observación de hechos, inducción,
etc., porque, en definitiva, no se considera que esta tarea sea propiamente
obra de la razón, sino de la imaginación: se trata de una cuestión psicológica,
sociológica o histórica, no propiamente epistemológica. Contexto de
justificación: Todo cuanto se refiere a las razones por las que, en
ciencia, debe aceptarse una hipótesis. La justificación de una hipótesis -la
demostración de que es racional considerarla verdadera- es obra propiamente de
la razón y es lo que permite hablar propiamente de una lógica de la ciencia
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