domingo, 3 de junio de 2018

CAOS, ORDEN Y ESTRATEGIA DEL ENJAMBRE



Históricamente se ha opuesto el caos al cosmos para comprender la realidad. El cosmos se asocia con la totalidad de lo existente bajo una idea de orden regido por un nomos (νόμος) que tiene su correlato en el campo de la política. El caos (Χάος), por el contrario, refiere lo impredecible y se asocia con desorden. Por ejemplo Aristóteles llama σμήνος, enjambre, para indicar una situación caótica, un desorden, algo impredecible en una estructura lógica. La stasis (στάσις), que hoy se asocia con guerra civil (global), es consecuencia de una alteración del movimiento en una comunidad política que genera desorden (Agamben, 2015). Esta alteración generalmente está asociada con la detención del movimiento de evolución de una comunidad de acuerdo con la interpretación que hizo Rosales (1971/2018). Esta conceptualización me parece idónea si se considera la crítica que hizo Žižek (2006) al concepto de ‘cuerpo sin órganos’ de Deleuze y Guattari (2008)y sus consecuencias políticas teniendo como foco la revolución cultural china. Es decir, la creación de una estructura política fija dentro de un contexto de cambios que conspira contra la permanencia de un orden político dado el contexto de cambios en que nos encontramos en una escala global[1].
La alteración, o sea, la detención del movimiento genera discordia, desorden, enjambre, caos. Sin embargo, John de Salisbury citando a Virgilio le da al concepto de enjambre otra significación con consecuencias políticas. Según él las comunidades políticas deben comportarse como un enjambre con lo cual a esta palabra se le comenzó a dar otra significación en el sentido que se asoció con orden. La importancia de su mención es que cuando lo escribió, es decir, en la alta Edad Media no existía el Estado como convencionalmente lo conocemos hoy en día.
Como la guerra y el Estado surgieron simultáneamente siguiendo los postulados de Deleuze y Guattari (2008), podemos decir que en un duelo entre comunidades políticas lo que busca cada contendiente es generar desorden en la organización del adversario para facilitar la obtención de un fin político. Teniendo presente esta afirmación, vamos a examinar, en primer lugar, cómo se juega el caos y el orden en la guerra, en segundo lugar, como han evolucionado las formas de hacer la guerra hasta llegar a la concepción del enjambre, en tercer lugar, cómo una comunidad puede actuar como un enjambre para alcanzar un propósito político y, finalmente, el enjambre en la sociedad venezolana desde una perspectiva constitutiva. La finalidad es mostrar cómo actuando en enjambre se pueden crear las condiciones de posibilidad de construir una comunidad política republicana en concordancia con lo que he denominado Estrategia del Enjambre[2].
El caos y el orden en la guerra
Boyd (1976/2012) en Creation and Destruction trató de explicar el fenómeno bélico como un flujo de destrucción siguiendo al efecto el pensamiento científico. Él estableció unos patrones de acción en una situación de confrontación siguiendo al respecto, en primer lugar, el Teorema de Gödel, en segundo lugar, el principio de indeterminación o incertidumbre de Heisenberg y, en último lugar, la primera y segunda ley de la termodinámica. En relación con el Teorema de Gödel[3], hizo una diferenciación entre la consistencia de un concepto y la consistencia de un hacer, es decir, hizo un emparejamiento entre realidad observada y el concepto que describe esa realidad. Él creyó que si se asumía como resultado previo un esfuerzo de deducción (con fines destructivos o creativos) se podría obtener de forma no diferenciada una observación dentro de un contexto de experimentación. ¿Cómo podría aplicarse este teorema al conflicto? Si nos apoyamos en la expresión clausewitziana de que la guerra tiene su propia gramática, pero su lógica es la política, la política es un campo donde se puede establecer un criterio de verdad sin necesidad de hacer una demostración; la guerra (gramática), en este contexto, depende de un cúmulo de variables establecidas por la política donde es difícil establecer un criterio de verdad desde el punto de vista científico, que permita su demostración. Por último, la consistencia entre deducciones y razonamientos en un conflicto sólo es posible desde la política.
A partir de este teorema, siguiendo a Heisenberg, consideró que a nivel de partículas en un medio continuo, la distinción entre observador y lo observado comienza a desaparecer y el valor de incertidumbre representa la inhabilidad para determinar el carácter o naturaleza (consistencia) de un sistema dentro de sí. Los principios por los que se rige un medio continuo son: en primer lugar, conservación de la masa y de la cantidad de movimiento en el medio que ocupa y, en segundo lugar, la primera y segunda ley de la termodinámica. La primera y segunda ley de la termodinámica, están relacionadas con los principios de conservación y transformación de la energía
En estas circunstancias, el carácter y naturaleza de ese sistema (en nuestro caso las operaciones de guerra realizadas desde una perspectiva experimental en un teatro de operaciones) puede ser determinada (aunque no exactamente) desde el mismo momento que el valor de incertidumbre no oscurece la conducta del fenómeno observado de una manera general.
Según Boyd, siguiendo a Gödel, se puede determinar la consistencia de un sistema y por consiguiente su carácter y naturaleza en términos abstractos. Apoyándose entonces en Heisenberg y la segunda ley de la termodinámica consideró que cada esfuerzo por comprender la realidad nos expone a incertidumbre y a la generación de desorden. Tomados todos en conjunto, cada esfuerzo continuado y orientado hacia el interior de un sistema mejora el desarrollo de un concepto y, en este contexto, la incertidumbre y desorden generado por un sistema orientado al interior de otro puede ser desbalanceado desde afuera creando un nuevo sistema. La validez del pensamiento de este autor radica en que con este criterio es posible generar una parálisis estratégica para evitar que un sistema (adversario) produzca flujos de destrucción o un efectivo sistema de contención. En este sentido, la parálisis estratégica es un modo de acción que consiste en operar en un tiempo o ritmo mayor o menor que el del adversario para hacer aparecer nuestras acciones como impredecibles generando con ello incertidumbre y desorden. Un ejemplo del primer caso es la Blitzkrieg, aquí, desde una situación de certidumbre, los planificadores alemanes buscaron en 1940 generar caos en la estructura de defensa aliada mediante el desarrollo de la iniciativa de los combatientes y un conjunto de maniobras por medios mecanizados a un alto ritmo y cadencia que provocaron una parálisis que les impidió responder adecuadamente para contener el flujo. Del segundo, la teoría de la guerra prolongada. En este caso, a un bajo ritmo pero con una cadencia sostenida se fue erosionando el poder del Kuomintang por parte de las fuerzas maoístas hasta que la invasión japonesa produjo un cambio de circunstancias. En Vietnam también se aplicó este concepto.
En Venezuela, la tiranía ha generado caos y por tanto una parálisis estratégica que ha impedido que las fuerzas democráticas que luchan por recuperar la libertad puedan actuar convenientemente. Sólo basta recordar el conjunto de acaecimientos iniciales que condujeron al 11 de abril, al paro petrolero, a la intifada de 2014 y la rebelión de 2017. Por ello se puede afirmar que el orden de la tiranía es el caos de los venezolanos. Los venezolanos hemos aprendido a vivir caotizados y ese es ha sido el modo de resistencia. Pero la tiranía no soporta caos y ese es el reto que tenemos.
Generar un flujo bélico es entonces adecuar la relación de pérdida y aprovechamiento máximo de la energía de dicho flujo para reducir la fricción y vencer la resistencia que representa el sistema de contención o de contraflujo del adversario dentro de un contexto de acción recíproca. Así pues, generar caos es hacerlo desde una idea de orden. Este caos puede ser hecho desde afuera y desde adentro si seguimos el caso chino y vietnamita. El propósito es caotizar la estructura de acción y de información de un adversario, no caotizar mi mundo de vida porque este ya ha sido caotizado por el régimen porque me considera su enemigo.
Como mi mundo de vida es producto de una situación de co-existencia con otros vistos como partículas de un medio continuo, estas partículas desde una perspectiva sistémica pueden estar dispersas o concentradas. Este paso de lo disperso a lo concentrado es posible mediante un proceso de autoorganización sólo posible a través de la cooperación. La cooperación, entendida como táctica, se puede manifestar como un flujo bélico en un caso determinado con un alto nivel de efectividad. La idea es producir acciones que nos conviertan en atractores que faciliten la conformación de un flujo que permita a su vez la generación de un tejido social. Con esto podemos examinar la evolución de las formas de hacer la guerra.
La evolución de las formas de hacer la guerra: de la geometría euclidiana a la geometría no euclidiana
Antes de comenzar a examinar las formas de hacer la guerra es conveniente acotar que estas han sido vistas como la oposición entre nómadas y sedentarios lo cual supone la existencia de agrupamientos basados en formas de producción determinadas[4]. Con ello se puede afirmar que las formas de la guerra están relacionadas con las formas de ordenamiento político y las formas de producción. Esta acotación obedece a que hoy en día estamos viviendo cambios sociales con consecuencias políticas debido al cambio de las formas de producción, en nuestro caso signadas por la inteligencia artificial (IA), la robótica y las tecnologías digitales de información y comunicación (TIC). Byung-Chul Han (2014), al respecto, ha señalado la dificultad de congregar a individuos aislados en una red con una finalidad política debido a que ellos viven en una soledad que impide la reunión y la cooperación de forma sostenida gracias a las TIC. Eso lo ha llamado como enjambre en la era digital que está conformado por individuos aislados que padecen de la incapacidad de decir ‘nosotros’. Y se “diferencia de la masa debido a que en él no es inherente a ninguna alma, a ningún espíritu que tiene la virtud de ser congregadora y unificante que puede, a su vez, generar poder”. A los enjambres digitales les falta esta decisión y su inestabilidad le impide desarrollar energías políticas. Sólo se precipitan sobre entidades determinadas, para comprometerlas o convertirlas en blanco de ataque cuando perciben una amenaza. Esto es lo que nos interesa destacar debido a que nos permite ubicarnos en el plano de la guerra.
Keegan en su estudio de los modos de hacer la guerra a lo largo de la historia se ha apoyado en el análisis de la forma en que la etnia yãnomãmi hace la guerra. Su propósito fue obtener pistas sobre cómo se produce una agresión en grupo que permita el uso de la palabra “guerra”. Al efecto este autor usó la palabra raid para indicar cómo esta agresión se produce. Esta acción (o raid) es un flujo deliberado que produce daño. Después de aquí la evolución de esta forma de confrontación pasó por el desarrollo de fortificaciones, luego siguió con el desarrollo de las armas de proyección, posteriormente continuó con el desarrollo de la organización de la logística y el apoyo y, finalmente, con la aparición de las armas de fuego. Podemos agregar además las armas de destrucción masiva, la modificación climática y cualquier medio para producir daño y reducir la capacidad de maniobra de una entidad política como, por ejemplo, la ira puesto que puede ser vista como arma ofensiva para producir daño, es decir, para producir cambios políticos.
De manera simultánea a la idea evolutiva de estas formas de producir daño, Arquilla y Rundfeld (2000) indicaron que las formas de combatir han sido producto de un proceso evolutivo que ha tenido cuatro etapas: en primer lugar, “melee” o mezcla producida por grupos que se enfrentan sin ningún tipo de organización aparente como hemos mencionado en el caso yãnomãmi, en segundo lugar, el choque de masas como el tipo de combate que se desarrolló hasta la I GM siguiendo un orden geométrico euclidiano similar al que hubo en Arbelas, Cannas, Lepanto, Trafalgar, Ayacucho o Marne, etc.; en tercer lugar, la maniobra tipo Blitzkrieg, como comenzó a realizarse desde la II GM desde la perspectiva operacional; y por último, el enjambre, básicamente el tipo de acciones que comenzaron a realizarse para responder a las operaciones subversivas ejecutadas por movimientos de liberación pero que puede ser observada en las tácticas de manadas de lobos realizadas por los U-Boot en la batalla del Atlántico o en los ataques aéreos realizados contra portaaviones en el teatro de operaciones del océano Pacífico.
Esta última forma de combate evidenció un cambio en los dispositivos de combate desde una perspectiva espacial que expresa efectivamente el paso de una concepción geométrica euclidiana a otra no euclidiana. La constatación empírica de este cambio en importante grupos de combate se observó en el dispositivo empleado por la Royal Navy en la guerra de las Malvinas, pero un análisis más detallados de la estructura de ataque empleada por EE.UU. (y Francia y UK) por una parte y Rusia, por la otra, en Siria obedecen a una concepción espacial completamente diferente a como se entendían las operaciones militares donde la geometría está condicionado por un espacio curvo, es decir, el planeta tierra hasta al menos la órbita L2 se ha convertido en un espacio de combate.
Así pues, el término enjambre establece una analogía biológica con los movimientos de avispas, hormigas y lobos” que hoy en día se basan en el empleo combinado de alta tecnología de comando y control para dar a unidades de combate específicas una ventaja importante sobre un enemigo, provocando caos desde una posición de certidumbre con el fin de generar parálisis estratégica u operacional. Esta forma de combate, entendida como un flujo generado por la acción simultánea se caracteriza por ser relativamente de corta duración y realizado siguiendo unos principios básicos como son: tecnología, movilidad, oportunidad y el conocimiento del ambiente donde se desarrolla la acción.
Dicho de otra manera, es un patrón de ataque donde unidades dispersas en una red convergen en un mismo blanco desde diferentes direcciones a fin de mantener una presión sostenida generando caos en un adversario desde la creación de una forma de orden aunque sea de corta duración. En este modo de acción se busca evitar la simetría o la asimetría debido a que constituyen una condición de desventaja porque permite la comparación. Ello explica la idea de a-rostridad o enmascaramiento que he hecho mención en otras reflexiones[5].
Sobre la forma de comunicación que permite la congregación en una red es lo que se ha denominado stigmergy sobre lo que ya hemos hecho mención[6]. Sus principios, es decir, lo que permita que se constituya en red son: horizonte compartido e intercambio de acontecimientos y afectos. Estos son los elementos característicos en una red que creemos necesario considerar para la constitución de un medio continuo, desde la perspectiva social, que facilite a su vez la constitución de una nueva república debido a que permite hablar de democracia y cosa pública desde una perspectiva horizontal siguiendo el orden de la naturaleza.
Enjambre y constitución republicana
Hay dos visiones de las sociedades que podrían tener una o más consecuencias políticas: la de la re-tribalización[7] y la del enjambre.
Con respecto a la primera visión, Redondo citando un texto de Bartlett coincide en que el “exceso de información y conectividad ha fomentado un modo divisivo de política tribal emocional, en la que la lealtad al grupo y la ira desbancan a la razón y el compromiso” debido a que el resultado político puede conducir al populismo. El tribalismo lo entiende como identificación con un grupo en función de carencias o cualidades  determinadas. En esta identificación, “la defensa de los ideales deja de tener argumentos razonados para recurrir al dogma aprehendido por la agrupación por intermedio de una incesante repetición”. El populismo, por su parte, puede ser visto de dos maneras diferentes como ‘ideología y comportamiento de los políticos que defienden demagógicamente los intereses de las clases populares’ y como ‘la puesta en marcha de procedimientos democráticos antielitistas, capaces de incorporar a la vida política a las masas populares que se habían sentido excluidas en etapas anteriores’. Teniendo presente la experiencia venezolana, me interesa destacar que el acto de incorporación de las masas ha tendido a convertir a estas en rebaño de una ideología, por lo que podemos definir el populismo como el procedimiento de convertir en rebaño a una población mediante un dispositivo que contiene elementos ideológicos y totalitarios.
Vista así las cosas según Bartlett citado por Redondo, el populismo se apoya del ciberespacio por la facilidad de transmitir mensajes caracterizados por su capacidad para remover las emociones y los sentimientos generando así una especie de flujo que es direccionado para destruir cualquier forma de oposición al orden totalitario. Así pues, las TIC en el mundo de hoy no solo tiene la capacidad de ampliar los mensajes populistas y de propagarlos rápidamente a donde se desea, sino también, se comporta como un magnificador de las llamadas para agrupar a la gente y removerlas íntimamente con el fin de conseguir unos propósitos acordes con la ideología que apuntan al mantenimiento de ese orden político. Por lo que considera que gracias a las TIC está cambiando la naturaleza de la política y de cómo actuamos como seres-políticos. Y finaliza afirmando que,
“Esto supone que haya una fragmentación de las identidades hasta ahora estables,…, para ser sustituidas por unidades más pequeñas de personas que piensan igual o de modo similar. Estamos asistiendo a una re-tribalización que supone una auténtica amenaza para nuestras democracias, básicamente porque tiene el efecto de magnificar las pequeñas diferencias existentes entre nosotros y transformarlas en enormes abismos insalvables”.

Estas unidades más pequeñas es lo que nos ha permitido en pensar en el Enjambre. Veamos ahora lo que piensa Byung-Chul Han.
Byung-Chul Han (2014), por su parte, ha señalado que los individuos en la era digital se configuran a veces como multitudes inteligentes dentro de un enjambre. Pero estas multitudes, como hemos señalado, son muy fugaces e inestables, como los “rebaños” debido a su volatilidad. Pero no consideró la existencia de un plano de inmanencia basado en ese horizonte compartido e intercambio de acontecimientos y afectos.
Si creemos, como él señala, que en la era digital no es posible la confianza por quedar obsoleta ante informaciones fácilmente disponibles, la conexión digital ha pasado a ser una especie de ‘panóptico’ en sentido benthamiano[8] para explicar la creciente instrumentación de dispositivos de control. Con lo cual, es posible pensar a la sociedad actual desde una perspectiva global como una especie de estado de naturaleza por el nivel de caos existente pero contralada por un dispositivo. Desde esta perspectiva el orden del instrumentador del dispositivo (panóptico) es el caos de la sociedad. Con el control la principal exigencia de la sociedad es transparencia.
Sin embargo, este autor agrega dos aspectos a tener en consideración: en primer lugar, que en este panóptico digital ha comenzado a desaparecer la diferencia entre el controlador (Big Brother) y los seres que integran las sociedades y, en segundo lugar, que se ha producido un cambio de paradigma, es decir, se ha pasado a una sociedad que él denomina psicopolítica de la transparencia. La psicopolítica, con ayuda del panóptico digital, está en condiciones de leer pensamientos y de controlarlos pudiendo intervenir en los procesos psicológicos desde el mismo momento que es capaz de vigilar, controlar y mover a los hombres no desde fuera, sino desde su mismo ser pudiendo desarrollar rasgos totalitarios.
Pero Byung-Chul Han no desarrolló la capacidad que tienen los mismos individuos de una sociedad de vigilarse y de vigilar al Big Brother. Esta capacidad que me permitió introducir el concepto de estado de naturaleza puede conducir a una estructura totalitaria y convertir un enjambre en un rebaño o generar una nueva estructura política desde el mismo momento que, la marca de un principio de autoridad a partir de un cambio de estado de individuos que poseen un horizonte compartido y pueden intercambiar acontecimientos y afectos (stigmergy). Este es el momento en que podemos afirmar que estamos en una situación constitutiva en el sentido que se puede generar un nuevo orden político. La posibilidad de controlarse por falta de confianza es la base para establecer un horizonte compartido que facilita la cooperación y la generación de confianza en un nuevo sentido gracias a una experiencia común aunque sea instantánea. Un panal no es permanente, una vez que cumple su objetivo da paso a otro tipo de organización en un movimiento que es un devenir. Esto no lleva al caso venezolano.
Enjambre y sociedad venezolana.
Desde que comenzó a instrumentarse el gobierno electrónico en el país, por la acción de un tercer Estado que forma parte de un proyecto político internacional (Foro de São Paulo), los venezolanos hemos entrado al mundo digital. Esto no significa que la era de la sociedad de la información no haya hecho que muchos venezolanos hayan entrado a ese mundo mucho antes, por el contrario, nosotros hemos de alguna u otra manera estado en la cresta de la ola de la era de la información, con lo cual se puede hablar de la existencia de dos niveles de control. Las TIC han dividido a los venezolanos en pasivos y activos. Todos los venezolanos estamos controlados pasivamente por el Estado desde el punto de vista electrónico, pero no desde el punto de vista psicopolítico. Su modo de proceder apunta a la generación de miedo con el fin de empujar a los venezolanos a la soledad como medio de control.
La actividad o no actividad es la que escapa del control del Estado aunque ello no significa que exista otro nivel de control superior generado por los creadores de las TIC. En este caso es una ventaja. La actividad o no actividad puede ser digital o no. La actividad digital puede ser parcialmente controlada por el Estado y la actividad no digital no puede ser controlada por el Estado. En esta parcialidad y la incapacidad de controlar las actividades no digitales es donde el Estado busca actuar con el fin de evitar que se generen situaciones caóticas que puedan amenazar su existencia. En este espacio de no control por parte del Estado no existe el caos sino una forma de orden que es el orden social desde el punto de vista histórico. En ese espacio el Estado ha buscado ejercer un mayor grado de control por otros medios convencionales: espionaje, infiltración, etc., pero hasta ahora no ha podido efectivamente lograrlo debido a que la sociedad venezolana ha podido resistir el caos generado por la tiranía y esta capacidad de resistencia se le ha revertido a la tiranía en su contra porque ha tenido un efecto erosivo en su estructura represiva y de control y se ha reducido su capacidad de acción política a pesar del avance de su proyecto totalitario. Este es el espacio de maniobra de la sociedad venezolana dentro de una estrategia del enjambre. Desde aquí se puede desbalancear desde adentro produciendo  incertidumbre y desorden a partir de la impredictibilidad creando las condiciones de posibilidad de crear un nuevo sistema al generar una parálisis estratégica.
El modo de acción para producir esta parálisis estratégica en la era digital ha sido mediante la creación artificial de sistemas intuitivos. Lo que nosotros creemos es que el horizonte compartido y la posibilidad de intercambiar acontecimientos y afectos es un plano de inmanencia natural de carácter intuitivo que facilita la ejecución de acciones tácticas individuales masivas y dañinas contra la tiranía con consecuencias estratégicas. Sólo hace falta desplegar la iniciativa.
Bibliografía Consultada

AGAMBEN, G. (2015). Stasis. La guerra civile come paradigma político. Homo sacer II, 2. Torino. Bollati Boringhieri. 83 p.

ARQUILLA, J. y RONFELDT, D. (2000). Swarming and the Future of Conflict. Washington. [Documento en Línea]. Disponible: www.rand.org. [Consulta: 05JUN2012]. 102 p.

BLANCO, E. (2016). Ontología de la Guerra. Crítica del concepto de guerra en las obras de Hardt y Negri. Caracas. Editorial Rivero-Blanco. 452 p.

BOYD, J. (1976/2012). “Destrution and Creation”. Atlanta. [Documento en Línea]. Disponible: www.d-n-i.net [Consulta : 14ABR2013].

BYUNG-CHUL HAN. (2014).  En el Enjambre. Barcelona. (T. R. Gabás). Editorial Herder. 111 p

DELEUZE, G y GUATTARI, F. (2008). Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia. 8º éd. Valencia. (T. J. Vásquez y U. Larraceleta).  Editorial Pre-Textos. 522 p.

KEEGAN, J. (1994). A History of Warfare. New York. Vintage Books. 432 p.

REDONDO, S. (2018). “Sobre la re-tribalización de la política en el espacio digital”. [Documento en Línea]. Disponible: http://entreparentesis.org/retribalizacion-politica/ [Consulta: 28MAY2018].

ROSALES, A. (1971/2018). Dynamis y Energeia. Caracas. Editorial Apuntes Filosóficos. 124 p.

ŽIŽEK, S. (2006). Órganos Sin Cuerpo. Sobre Deleuze y consecuencias. Valencia (T. A. Cuspinera). Editorial Pre-Textos. 245 p.



[1] Un Cuerpo sin Órganos es una estructura, sin orden, sin jerarquías, donde “lo que hace de órganos… se distribuye según fenómenos de masa,… bajo la forma de multiplicidades moleculares” (Deleuze y Guattari, 2008). Sobre el Cuerpo sin Órganos, Žižek (2006) ha expresado que la visión de revolución ha partido de la idea de que paradigmáticamente se ha pensado revolucionar algo que está estable, pero se plantea la interrogante acerca de ¿cómo es posible realizar una revolución en un contexto de constantes cambios…” .
[2] Ver al respecto: “T. E. LAWRENCE Y LA ESTRATEGIA DEL ENJAMBRE” en http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2018/01/t-e-lawrence-y-la-estrategia-del.html .
[3] Este autor alertó sobre las limitaciones en el tratamiento del problema de la verdad en el proceso que se llevó a cabo para unificar las ciencias al indicar, en primer lugar, que no todo lo verdadero es demostrable, en segundo lugar, no había cálculo que supliera la semántica (hay lenguaje donde lo que se puede deducir es verdadero) y, en tercer lugar, la consistencia entre deducciones y razonamientos, en términos aristotélicos, sólo podría obtenerse si se especifica en qué lógica se está trabajando.
[4] Para una mayor explicación de estos aspectos, ver: Blanco (2016). Ontología de la Guerra. crítica a los conceptos de guerra en las obras de Hardt y Negri.
[5] Ver al respecto: “AUCTORITAS SITUACIONAL, MULTITUD Y COLAPSO SISTÉMICO” en: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/11/auctoritas-situacional-multitud-y.html
[6] Ibíd.
[7] Articulo posteado por Yurimia Blanco.
[8] Ver al respecto: Foucault, M. (1979). Jeremías Bentham. El Panóptico. El Ojo del Poder. Madrid. Editorial La Piqueta. 149 p. https://iedimagen.files.wordpress.com/2012/02/bentham-jeremy-el-panoptico-1791.pdf

lunes, 7 de mayo de 2018

LA CORRUPCIÓN COMO ARMA DE DESTRUCCIÓN DEL ORDEN POLÍTICO EN VENEZUELA



El Secretario del Tesoro de EEUU, Steven T. Mnuchin, hizo recientemente un comunicado de prensa en el cual informó que sostuvo una reunión con representantes de Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Francia, Alemania, Guatemala, Italia, Japón, México, Panamá, Paraguay, Perú, España, el Reino Unido y los Estados Unidos, para abordar la “catástrofe humanitaria y económica” que sufre Venezuela[1]. Si bien su foco de atención se centró en el control social lo que se destacó en el informe fue el papel de la inteligencia financiera ‘compartida’ que permitió recabar datos de cómo la corrupción se ha expresado en la implantación de esos dispositivos de control social y ha significado la destrucción de la economía venezolana y consecuentemente todas sus instituciones con “consecuencias que se extienden más allá de las fronteras de Venezuela” amenazando la estabilidad regional al abusar del sistema financiero internacional.
Esta situación de deterioro acentuado se produjo cuando la clase dirigente que asumió el poder en el año 1998 instrumentó un plan para cambiar el modelo de desarrollo del país dentro de un contexto de cambios políticos y sociales. Así pues, el deterioro y su acentuación se produjo por una alteración de una dinámica social que estaba en curso. Esto permite preguntarnos qué es una alteración para poder hablar de corrupción. Podemos decir que en una dinámica dada por el movimiento, cualquier cosa que acelere el movimiento o lo detenga es una alteración. La alteración nos permite recordar a Aristóteles.
En Física Aristóteles estableció los principios generales de su filosofía a partir de la relación de movimiento y de reposo[2]. Estos principios según el estagirita son dos (identidad y su contrario) o tres (lo antes, lo ahora y lo después). El principio de dos le permitió hablar del lugar y el principio de tres es lo que le permitió hablar del tiempo y de la generación y corrupción[3]. Teniendo presente este concepto de movimiento, la preocupación del estagirita estuvo relacionada con la racionalidad del cambio, pero en el caso de la obra Acerca de la Generación y Corrupción al examinar el nivel más profundo de transformación que podía afectar a un ente que se expresa en movimiento, enfatiza la integridad del Ser “frente al poder disolutorio de la diversidad y del cambio” por representar una cierta idea de orden, estabilidad y permanencia que está presente en todo su pensamiento político[4]. Este carácter político es el que nos interesa destacar debido a que en una comunidad política la praxis se expresa en su esfuerzo por perseverar en su propia existencia por estar sujeta a un solo y único movimiento que indica finitud por lo que es importante determinar qué alteración puede hacer que esta se acelere o se detenga y cómo puede ser esta inducida de forma deliberada. Esta finitud es la que nos invita a actuar de forma prudente para conservar un particular orden político.
Teniendo esta idea presente, vamos a examinar cómo los cambios sociales afectan los órdenes políticos desde tres perspectivas históricas, luego veremos cómo la corrupción puede ser usada como un arma para provocar cambios y finalmente cómo la corrupción ha sido usada en Venezuela para implantar un nuevo orden político. El objeto es reflexionar acerca de cuáles deben ser las bases constitutivas de una nueva estructura social en el país.
La corrupción como un desequilibrio entre cambios sociales y órdenes políticos.
Machiavelli en El Príncipe (1532/2013) y en Los Discursos sobre la primera década de Tito Livio (1519/1987)[5], planteó la necesidad de recomponer un orden político enfocando su análisis en los conceptos de generación y degeneración o corrupción como episteme para comprender cómo se conserva un orden político determinado en un contexto de cambios sociales.
La diferencia entre degeneración y generación está dada por la naturaleza de la alteración y la voluntad de preservar un orden. La generación cuando se crean las condiciones de posibilidad para que una comunidad siga en acto su curso histórico. Ello supone la adecuación de las estructuras políticas a las nuevas realidades sociales de forma permanente y las normas que las rigen. Las alteraciones en sí son los desfases entre el orden social y el político. La degeneración o corrupción se presenta cuando se producen los desfases entre el orden social y el orden político y estos no son readecuados o reajustados produciendo una tendencia que finaliza con el fin del orden político.
En Venezuela, la generación y corrupción se puede observar en la teoría que se ha desarrollado de los ciclos históricos por parte de José Giacopini Zarraga[6]. Así pues podemos hablar, que en el país hubo un agotamiento del orden político en el año 1945, pero su cambio se produjo efectivamente en el año 1958, pero este cambio no siguió el curso de la historia, hubo una alteración con el pacto de Punto Fijo (1958). Esta alteración produjo, a su vez, una cadena de alteraciones que fueron percibidas en el tiempo: viernes negro (1983), caracazo (1989), 1992 y 1998. Todas estas alteraciones ocurrieron a pesar de los esfuerzos de regeneración infructuosos producidos desde el seno la misma sociedad venezolana. Al respecto, Dilia Monasterio en su Modelo Teórico Demostrativo de la Corrupción como Condicionante del Desarrollo Económico Social del País (Caso Venezuela), expresó que en Venezuela el proceso político constituye el eje del engranaje que delinea la estructura del sistema de corrupción demostrando que es un conjunto de elementos que interactúan entre sí o se comportan en forma interdependientes, formando un todo complejo.
La degeneración que ahora denominaremos corrupción ha sido observada desde el punto de vista político desde dos perspectivas: por una parte está la de Samuel Huntington (1990) y, por la otra las que han desarrollado Michael Hardt y Antonio Negri (2000).
Para Huntington, la corrupción se presenta cuando, dentro de este proceso de cambios políticos, se produce "una desviación de la conducta de los funcionarios públicos que se aparta de la norma establecida para ponerse al servicio de intereses privados" (1990:63)[7]. La corrupción, en este contexto, es para este autor un indicador que muestra la falta de institucionalización política efectiva y sus causas obedecen: en primer lugar, a que se ha producido un cambio de valores básicos de la sociedad que no ha sido asimilado políticamente. Estos cambios que tienen incidencia entre lo que está bien y lo que está mal lleva al repudio tanto de lo nuevo como de las prácticas tradicionales generando una relación de fuerza que genera inestabilidad política y funcional. En segundo lugar, cuando existe una diferenciación entre bienestar público e interés privado generada como consecuencia del cambio político que fomenta la inclinación a favorecer esta última. Y en tercer lugar, cuando se crean nuevas fuentes de riqueza y poder cuya relación con la política no está definida por las normas tradicionales dominantes.
Huntington señala además que las consecuencias de la corrupción, así como sus causas, son similares a las de la violencia. A ambas la fomenta el cambio político y son síntomas de la debilidad de las instituciones y a la existencia de varios sistemas de valores o culturas que compiten dentro de una misma sociedad (Ibid.:67), pero aparece, junto con la violencia, cuando "la ausencia de oportunidades fuera de la política, junto con la falta de instituciones políticas fuertes y flexibles, canaliza las energías hacia comportamientos políticos desviados" (Ibid.:69). En esta línea de pensamiento y en época más recientes, Della Porta y Mény en su obra Democracia e Corrupção na Europa, la han explicado como un intercambio soterrado entre dos mercados, el político-administrativo y el económico-social, este cambio es, en principio imperceptible pues afecta normas jurídicas, públicas y éticas, sacrificando el interés general a intereses privados, corporativos o partidarios[8].
Por otra parte, Hardt y Negri han utilizado este concepto para referirla como "degeneración, [es decir] como el proceso inverso a la generación y composición, un momento de metamorfosis que potencialmente libera los espacios y permite el cambio"[9]. El propósito de estos autores es dar a entender que el viejo orden se define por la corrupción, puesto que, la corrupción "es sencillamente el signo de la ausencia de cualquier ontología" (2000, 190-191) que crea las condiciones de posibilidad de producir un cambio político. En este sentido afirman que la corrupción es "en verdad el signo de la imposibilidad de vincular el poder al valor y su denuncia es, pues, una intuición directa de la falta de ser" (Ibíd.:353) y señalan, que esta ocurre, en primer lugar, "como una decisión individual que se opone y viola la comunidad y solidaridad fundamentales definidas por la producción biopoliticas[10], en segundo lugar, como explotación en un orden productivo, por la expropiación de los valores que se derivan de la cooperación colectiva de los trabajadores y la privatización de lo que en otro contexto era público en sus orígenes. En tercer lugar, cuando se presenta en el funcionamiento de una ideología o, dicho de otro modo, en la perversión de los sentidos de la comunicación lingüística. En cuarto y último lugar, por la amenaza del terror que pasa a ser un medio para resolver conflictos limitados (Ibíd.: 354).
Esta dos ideas generales de la corrupción como hemos indicado que afectan las relaciones políticas se manifiesta de tres formas: en que el poder ejecutivo carece de la consistencia necesaria frente al complejo escenario de la convivencia social, en que la acción de la justicia genera desconfianzas, y, en que el órgano legislativo no crea las normas indispensables acorde con las circunstancias, no se refiere a lo que normalmente se ha considerado como corrupción desde la perspectiva normativa, es decir, lo que la estructura normativa venezolana considera como delito aunque, las deficiencias antes mencionada desemboquen en la elaboración de normas que cierren la brecha que potencialmente pueda existir.
En este contexto, la existencia de corrupción como consecuencia de la ocurrencia de cambios político-sociales pasa a ser un grave problema para la estabilidad política tal como puede ser visto desde la revolución francesa y Hannah Arendt ha señalado debido a que se manifiesta como enriquecimiento ilícito por parte de la nueva clase dirigente en el poder[11]. Esto nos coloca en el siguiente aspecto de nuestra argumentación.
La corrupción como arma de destrucción política.
En otra oportunidad he señalado que damno es el conjunto conformado por la intención de agredir, así como su efecto y su justificación[12]. La forma de agresión dentro de un contexto de movimiento es la alteración del movimiento, es decir, hacerlo más rápido o más lento, con lo cual corromper puede ser una forma deliberada de producir damno. Un arma en este contexto es un proceso destructivo realizado de manera deliberada para producir damno. Se caracteriza en primer lugar, por liberar una fuerza de manera centrífuga, en segundo lugar, por su capacidad de proyección y, en tercer lugar, por la velocidad con que se proyecta y produce el efecto deseado[13]. Así pues, un arma es cualquier medio para producir daño y, por consiguiente, reducir la capacidad de maniobra de una entidad política, con lo cual cualquier cosa puede ser un arma. Este daño se puede realizar de muchas y variadas formas, por lo que lo importante a tener en consideración es determinar, por una parte, la fuerza que se libera y por la otra, la capacidad de multiplicar esta fuerza en términos del número de proyecciones y las velocidades de proyección para que se pueda hablar de flujo de destrucción.
En relación con la fuerza que libera un arma para producir daño de manera deliberada podemos decir que estos se pueden generar de una infinidad de maneras si se toman los efectos de perjuicio. En relación con el número de proyecciones que permiten hablar de un flujo y nos conducen al segundo aspecto de nuestra argumentación, es decir, la del flujo en sí, se tiene que una organización en sí es un arma porque permite ser expresión de un flujo en tanto que constitución de un medio continuo. Hay que imaginarse una organización corrupta concebida para generar corrupción.
Con este criterio las armas las podemos clasificar en función del daño que producen, en tres categorías: por el flujo de destrucción que libera en un espacio determinado, por el tiempo y la intensidad del flujo, y por el tiempo en que duran sus efectos.
Con respecto a los flujos de destrucción producidos en un espacio determinado, es de señalar que este está relacionado con la producción. La producción en este marco discursivo no sólo se refiere a bienes dentro de un contexto de trabajo material o inmaterial. Materialmente a partir de un cuerpo y de lo que de él emana como producido, e inmaterialmente a partir de las ideas que se hacen códigos de prácticas individuales que permiten ex – sistere,…, afectando por esas dos vías a otros seres desde la perspectiva de una comunidad. Así pues un flujo de destrucción en un espacio delimitado está concebido para destruir las condiciones de posibilidad para producir y obtener un producto determinado que pueda ser usado en contra del que inicialmente lo produce. La destrucción se expresa en desarticulación o desorganización, así como también limitación (menoscabo), prohibición o impedimento. Así pues el flujo de destrucción que se le ha aplicado a Venezuela ha estado relacionado con el impedimento que se le ha impuesto a la sociedad de seguir su curso histórico de producir para perseverar en su propia existencia.
En relación con el tiempo e intensidad del flujo de destrucción podemos afirmar que el primero se corresponde con la duración y, el segundo, con la fuerza para producir daño. Esta relación puede variar en una gama que va de los flujos de gran intensidad y corta duración para destruir en un tiempo relativamente corto, a los flujos de poca intensidad y de un gran período para producir un efecto de destrucción erosivo en un período determinado. Aquí se evidencia el alcance de la guerra limitada que persigue el Estado y la guerra revolucionaria. Antiguamente, mientras la primera perseguía objetivos limitados con los medios adecuados al efecto, la segunda buscaba alcanzar objetivos absolutos en un período no determinado pero con medios primeramente limitados y posteriormente con los medios necesarios. Teniendo esto presente, en Venezuela se planteó un conflicto ideológico en sentido absoluto y se usó la corrupción desde las alteraciones sufridas desde la concreción del pacto de Punto Fijo como un mecanismo erosivo hasta el año 1998. Desde el año 1998 se usó la erosión de manera extensiva produciendo los efectos que hoy estamos padeciendo.
Así pues, intervenir en las variables que producen esta complejidad en relación con el flujo, el espacio-tiempo y la duración para modificarlas, interferirlas, cortarlas, reunirlas, redireccionarlas o saturar su relación es lo que nos ha permitido definir las armas como proceso destructivo.
La forma en que se puede observar la corrupción realizada de manera deliberada es por intermedio de lo que se conoce como enriquecimiento ilícito, como hemos indicado, y la forma en que han sido direccionados los flujos. Esto es lo que nos retrotrae a la reunión convocada por el Secretario del Tesoro Steven T. Mnuchin debido a que la expresión ‘corrupción’ no tenía en este caso un sentido retórico o demagógico que incluso va más allá de las normas que se han estatuido en la Convención de Palermo, la corrupción ha sido vista en esa reunión como un arma de destrucción. Bayardo Ramírez en el pasado reciente hizo un estudio de cómo la legitimación de capitales puede generar un Estado paralelo como paso previo a la destrucción del orden político[14]. Creemos que hoy en día el ‘Estado paralelo’ es el estado que es en sí la negación y como tal se está esparciendo allende de las fronteras como una forma de destrucción, como máquina de guerra.
A pesar de lo antes indicado, se puede afirmar que no se puede usar la corrupción como un arma sin corromperse a sí mismo. El conocimiento de este hecho puede servir como un medio para hacer una nueva república.
La corrupción como alteración deliberada que ha impedido la evolución histórica de la sociedad venezolana.
Desde una perspectiva narrativa podríamos indicar que Venezuela vivió un proceso de cambios sociales acelerados a finales de siglo XX y las instituciones estatales estuvieron demasiado rezagadas con respecto a los cambios para adecuarse a las nuevas realidades de la población provocando inestabilidad política. Creemos que la otra alteración que produjo la catástrofe que vive el país ocurrió cuando la clase dirigente que condujo al país hasta el año 1998 insistió en mantenerse como conductora de la sociedad deteniendo el proceso histórico de la venezolanidad. Este hecho se corresponde con las alteraciones imperceptibles sugeridas al principio de esta reflexión. A inicios del siglo XXI no se corrigió la brecha generada sino se aumentó de forma deliberada dentro de un contexto de bonanza económica trayendo como consecuencia que fuese el interés privado el que prevaleciese sobre lo público en un proceso sistemático de desinstitucionalización funcional que expresa el concepto amplio desarrollado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU)[15]. Es decir, aquellas situaciones que incluye un conjunto de delitos como “soborno, fraude, apropiación indebida u otras formas de desviación de recursos por un funcionario público,… nepotismo, extorsión, tráfico de influencias, uso indebido de información privilegiada para fines personales y la compra y venta de las decisiones judiciales…”. En nuestro caso estos delitos se han producido de forma sistemática.
Esta conceptualización genérica de la corrupción indica la existencia de un problema relacionado con el referente que permite establecer los límites de lo público y lo privado en la gestión pública porque indica que la destrucción de los límites que separa ambas esferas parte del supuesto de que los individuos y no las instituciones estatales son las que incurren en situaciones delictivas, pero no contempla la posibilidad de considerar las condiciones mismas del Estado para adecuarse a los cambios sociales que puede experimentar una comunidad en una línea de tiempo determinada de modo que pueda estar en armonía con la realidad de los cambios en sí y evitar la ocurrencia de alteraciones provocadas por parte de una clase dirigente para producir brechas entre los cambios sociales en sí y la estructura estatal produciendo efectos indeseados. Esto es más grave aún si una facción, como ha ocurrido en Venezuela, se apropia del Estado.
En Venezuela se ha usado la corrupción como un medio. Como un arma para facilitar la implantación de un orden político determinado. Se ha buscado generar un vacío para hacer ello posible. ¿Cómo han generado este vacío?  Desdibujando los límites entre lo público y lo privado como medio para destruir el tejido social en sentido histórico. ¿Cómo se ha manifestado la destrucción del tejido? No sólo fomentando el resentimiento social que pudo haber existido históricamente por intermedio del cultivo del odio como pasión que permite resistir y destruir de forma justificada: resistir como respuesta a la justificación de una ideología y destruir el orden pasado existente. Sino también promoviendo el enriquecimiento fácil sin importar la fuente de la riqueza. El vacío en sí es la perdida de referentes institucionales que permiten asegurar la convivencia política, por ello la sociedad que resiste la tiranía en Venezuela se aferra a referentes internacionales.
El enriquecimiento ilícito es un delito que debe ser castigado. El problema se genera cuando los que se han enriquecido han actuado en circunstancias donde no existen normas estatuidas. Por ello se ha hecho necesario, el juicio acusatorio desde una perspectiva moral, el juicio penal a aquellos cuyo ejercicio de funciones públicas promovió la relajación de normas que produjeron perjuicios a la sociedad en general y la recuperación de los recursos que fueron capturados de una manera a-legal. Estos son medios colaterales para crear las bases para la constitución de una república. Pero creo que el problema principal ha sido que si bien el hombre es un ser político, sólo puede hacer política en la medida en que es capaz de producir sus medios para la vida de una manera eficiente, es decir, la política no es una actividad que permite producir medios para la vida, la política es la actividad que garantiza la producción, por lo que vivir de la política es una alteración que se manifiesta en corrupción porque se convierte en una actividad parasitaria. Este es el problema principal que hay que resolver para la constitución de un nuevo orden político. En la medida en que no se resuelva, Venezuela va a seguir siendo un País Portátil llevado de la mano por una clase parasitaria que utilizará la ideología como un medio para justificar lo que la realidad niega.
Benedicto de Spinoza señaló que la democracia era el orden político más natural dentro de una comunidad política (naturaleza naturada) porque se correspondía con el orden de la naturaleza como un todo (naturaleza naturante). Pero lo inmanente en este orden es la producción por lo que lo naturado es crear las condiciones de posibilidad para eliminar los obstáculos que impidan dicha producción.


[1] Ver al respecto: “Secretario del Tesoro de EEUU abordó la crisis de Venezuela con países de América, Europa y Japón (comunicado)” en: https://www.lapatilla.com/site/2018/04/19/secretario-del-tesoro-de-eeuu-abordo-la-crisis-de-venezuela-con-paises-de-america-europa-y-japon-comunicado/
[2] Ver al respecto: ARISTÓTELES. (s IV a. C./1995). Física. Madrid. (T. G. De Echandia). Editorial Gredos. 506 p.
[3] La palabra está compuesta, en su acepción latina, de la raíz ‘cha’ - en su sentido de intensificación y – ‘rupción’ equivalente a romper, desmembrar, desmenuzar.
[4] Ver al respecto: ARISTÓTELES. (s IV a. C./1987). Acerca de la Generación y Corrupción. Madrid. (T. E. La Croce y A. Pajares). Editorial Gredos. 367 p.
[5] Ver al respecto: MAQUIAVELO, N. (1519/1987). Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio. (T. A. Martínez). Madrid. Alianza Editorial. 437 p, y (1532/2013). El Príncipe. Barcelona. (T. E. Blanco). Editorial Planeta. 200 p.
[6] Ver al respecto: “LA TEORÍA DE LOS CICLOS HISTÓRICOS DEL DR. JOSE GIACOPINI ZARRAGA: UNA REVISIÓN A LA LUZ DEL PRESENTE Y DEL FUTURO POR VENIR” en: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2012/05/la-teoria-de-los-ciclos-historicos-del.html
[7] Ver al respecto: HUNTINGTON, S. (1990). El orden político en las sociedades en cambio. Buenos Aires (T. F. Mazia). Editorial Paidos. 404 p.
[8] Ver al respecto: DELLA PORTA, D. MÉNY, Y. Y SERRAO, L. (1996). Democracia e Corrupção na Europa. Lisboa. Editorial Inquérito.
[9] Ver al respecto: HARDT, M y NEGRI, A. (2000). Empire. Cambridge. Harvard University Press. Edición en castellano Barcelona. (T. A. Bixio). Ediciones Paidós Ibérica. 432 p.
[10] La biopolítica es entendida como la forma en que se ha politizado la vida dentro de un contexto excepcional.
[11] Ver al respecto: ARENDT, H. (2006). Sobre la Revolución. Madrid. (T. P. Bravo). Ediciones de la Revista de Occidente. 343 p
[12] Ver al respecto: BLANCO, E. (2016). Ontología de la Guerra. Crítica al concepto de guerra en las obras de Hardt y Negri. Caracas. Rivero-Blanco ediciones. 452 p.
[13] Ver al respecto: DELEUZE, G y GUATTARI, F. (2008). Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia. 8º éd. Valencia. (T. J. Vásquez y U. Larraceleta).  Editorial Pre-Textos. 522 p.
[14] RAMÍREZ, B. (2005). El Estado Paralelo. Sólo Negocios.... Caracas. Bid & co. Editor. 355 p.
[15] La ONU trabajó en el año 2003 para la elaboración de un Convenio para prevenir y luchar contra la corrupción que abarca la prevención, las medidas de penalización y fortalecimiento de la ley, la cooperación internacional, la recuperación de activos y asistencia técnica e intercambio de información.