Disponible también en: http://www.svfilosofia.org/sobre-la-utilidad-y-el-riesgo/
Jürgen Habermas expresó
en una oportunidad que histórico es todo aquello que debe ser mantenido
presente. Tener algo presente supone la existencia de una estructura de acción
que apunta utilitariamente a que un estado de cosas determinado en cierto modo
se conserve. La importancia de la conservación radica en el hecho de que el estado
de cosas en sí constituye el baremo para determinar la evolución o la
corrupción. La evolución es superación del estado de cosas a una nueva realidad
más compleja, no es supresión. Supresión es simplificación. La simplificación
ha sido el carácter de la historia en Venezuela desde una perspectiva histórica
y la evidencia concreta se presenta en los ciclos que ha vivido el país que
expresan en sí un nuevo empezar. La corrupción se presenta cuando se producen
desvíos en un estado de cosas dado porque lo que debe ser mantenido presente deja
de cumplir su función utilitaria. Los problemas se agravan cuando la historia
deja de ser importante, es decir, cuando se olvida, o cuando se convierte en un
paradigma de tal dureza que impide ver el presente y el futuro de una manera
más consistente.
La importancia del
conocimiento de la historia está tan sobreentendida que, en general, olvidamos
por qué y para qué tenemos que tenerla presente. Hay autores como Nicolás
Machiavelli que han afirmado que la historia es la continua repetición de lo
mismo cuando los hombres se someten a la fortuna o sea cuando olvidamos su
utilidad. Paul Ricoeur en La Memoria, La
Historia y el Olvido[1]
al plantearse las preguntas ¿de qué hay recuerdo y de quién es la memoria?, nos
indica en cierta medida una parcelación temporal de lo que se recuerda que se
sustenta en imágenes que pueden ser alteradas como hemos visto en el país en
los últimos treinta años, en contraposición a la rememorización que se
fundamenta en la realidad que permite ser objetivada o historizada. Con respecto
a la historia pensó en una epistemología de las ciencias históricas que incluye
el testimonio y los archivos, los usos del porque en la explicación y la
comprensión y finaliza con la representación histórica. En nuestro caso podemos
afirmar que la calcificación paradigmática proviene de este cómo y por qué explicar
la historia venezolana. Y finalmente en relación con el olvido reflexionó
acerca de “la condición histórica de los hombres que somos” siguiendo tres
pasos: la filosofía crítica de la historia atenta a un conocimiento histórico que
puede ser transgredido, que en nuestro país no ha sido valorado por la
dificultad de tratar las imágenes, la hermenéutica ontológica que explora las
modalidades de temporalización, que explica el por qué deliberadamente se
consideran unos períodos de nuestra historia y otros no y, finalmente el olvido
en sí que se debate entre la destrucción de las huellas que en nuestro caso
puede ser vista también como un acto deliberado realizado bajo la consigna del “nuevo
hombre” o “nuevo comienzo” y la dejadez marcada por la negligencia y, por último,
conservación.
Así pues, siguiendo a
Ricoeur, podemos decir que los paradigmas calcificados y las desviaciones intencionales
o no de los registros, nos han puesto en la situación riesgosa de traer al
presente pedazos de historia que nos hacen difícil entender el presente. O
dicho de otra manera, nos ha puesto frente a retazos de un tejido que puede ser
visto como mitos. Esto es, pensar e interpretar retazos para poder recomponer un
tejido histórico. Por ello me ha parecido necesario traer al presente a Platón
en su Dialogo Timeo puesto que nos ha
legado unas palabras que nos pueden ayudar a calibrar el papel de los mitos y
la importancia del conocimiento de los hechos históricos
“Hay en
Egipto, dijo Critias, en la punta del delta,…, una provincia llamada Saltica,
cuya ciudad más importante es Sais, de donde… era el rey Amasis. Para sus
habitantes, la fundadora de la ciudad es una diosa, cuyo nombre en egipcio es
Neith y, en griego,…, Atenea... Solón dijo que, cuando llegó allí, fue muy
apreciado por ellos, y que una vez, al preguntar a los sacerdotes más
entendidos por las cosas antiguas, descubrió que ni él ni ninguno de los
griegos sabía casi nada,… Entonces uno de los sacerdotes, que era muy anciano,
le advirtió: «Solón, Solón, vosotros los griegos sois siempre niños; no hay un
griego viejo». Al escucharlo, Solón le preguntó: «¿Qué quieres decir con esto?»
Y el sacerdote le respondió: «Todos vosotros sois jóvenes de alma; pues no
tenéis en ella ninguna opinión antigua, transmitida oralmente desde el pasado,
ni tampoco ningún conocimiento vuelto cano por el tiempo. Y la causa de esto es
la siguiente. Muchas veces y de muchas maneras la humanidad ha sido y seguirá
siendo destruida. Los desastres más importantes son provocados por el fuego y el
agua,… [que no son recordados. En cambio de]… todo [de] lo que tengamos
noticia, aquí o en otro lugar, y conozcamos por haberlo escuchado,…, está todo
escrito desde la antigüedad aquí en los templos y preservado. Sin embargo, cada
vez que, entre vosotros y en otros lugares, se encuentra disponible
recientemente la escritura y todo cuanto necesitan las ciudades, tras
intervalos regulares, vuelve de nuevo como una enfermedad, el torrente del
cielo se precipita sobre vosotros, y solo deja de entre vosotros a los
analfabetos y los incultos. Así que nuevamente os volvéis como niños desde el principio,
sin saber nada de lo que, ni aquí ni entre vosotros, ha sucedido en los tiempos
antiguos”[2]
Podemos decir que
nosotros los venezolanos somos jóvenes de alma a pesar de que, considerando la
tesis matemática de Fernández Bolívar[3], los
cien años de Bracho[4]
o de los ciclos de 30-45 años de Giacopini[5], la
‘enfermedad’ no nos ha hecho volver a empezar como en la práctica sí debemos
hacerlo ahora. Pero, por qué. De igual forma, por qué un acaecimiento del
pasado se hace histórico convirtiéndolo en un momento dado en un evento,
acontecimiento como ha apuntado Ricoeur. Si consideramos las vivencias que
hemos tenido los venezolanos en estos últimos treinta años, es decir, desde el
año 1989, se ha producido una creciente preocupación por la historia en
Venezuela que ha seguido diferentes vías: una ha servido para legitimar el
estado de cosas actuales y otros para cuestionarlos. Ambos desde una
perspectiva ideológica. En otras palabras, ha emergido una preocupación acerca
de qué debe ser mantenido presente. En esas dos vertientes hay que tener
presente dos cosas: la primera es que hay una constelación de tendencias que
apuntan a la precisión y significación de un hecho en sí que nos lleva a
fundamentarnos en retazos y, segundo, otras que apuntan a su reinterpretación.
Es decir, el foco está dirigido a lo epistémico, es decir, el método.
En todo caso, hay un
interés por la historia que parece que es producto de la superación de la dejadez
y hay un interés por hacer presente hechos del pasado, en general, para que se
repitan o no y/o para comprender el alcance de lo que hemos estado viviendo. En
los asuntos relativos al mar ese interés tuvo un importante impulso con el revisionismo historicista de talante hermenéutico
emprendido por Jairo Bracho y el desocultamiento del papel del mar en la
historia de Venezuela iniciado por el propio Bracho y Luis Farage. Antes y
después de estos interesados se han presentado otras iniciativas realizadas por
diferentes individuos, pero uno de los problemas con que se han topado para
lograr un resultado efectivo ha sido el de los retazos con que contamos como
fuentes históricas y consecuentemente de la intencionalidad subyacente en la
imagen usada como estructura de representación histórica, la transgresión en la
historización, las modalidades de temporalización y la destrucción o digamos el
abandono de las huellas. El asunto de las fuentes ha sido el foco de atención
de autores como Jairo Bracho, Ramón Rivero-Blanco y Gustavo Sosa Larrazabal. La
importancia de qué debe ser tenido presente fue objeto de atención de Tomás Mariño
Blanco, José Maita, Luis Farage, Javier Nieves-Croes, Julio Chacón y otros. En
mi caso personal el interés ha estado orientado a la significación del o de los
hechos en sí y por qué se consideran unos si y otros no. Todas estas orientaciones
convergen en un punto: el qué y su naturaleza y cómo acceder al pasado y las
dificultades que ello comporta. Por ello vamos a examinar algunos aspectos de
interés relativos a la filosofía de la historia que nos pueden ayudar a
contextualizar el qué de la investigación histórica, luego vamos a analizar el
problema de las fuentes históricas en Venezuela tomando como caso el evento
naval de Río Hacha para mostrar el movimiento del proceso de investigación
histórica y finalmente vamos a indagar acerca de la historia como medio para
decidir acerca del futuro. El objeto es crear un plano de inmanencia que
permita orientar operativamente cómo crear las condiciones de posibilidad de
usar el pasado para decidir acerca del futuro.
La filosofía de la historia como derrotero.
Al contrario de aquellas
expresiones relativas al fin de la historia de raigambre hegeliano, en nosotros,
los venezolanos hay en la actualidad un interés por la historia que nos indica
que el presente está respirando por la historia en un contexto determinado por
la incertidumbre por saber cuál va a ser la nueva realidad[6].
Quizás esta fue la actitud de los pensadores alemanes a finales del siglo XVIII
y principios del siglo XIX cuando se vieron al frente de la ola revolucionaria
que al final batiría los cimientos de todo aquello a lo que estuvieron
acostumbrados. Ahora, el evocar el fin de la historia que pudiera ser el
fundamento para expresar una crisis en la reflexión sobre el acaecimiento de grandes
acontecimientos dejó de ser un argumento: estamos en medio de una tormenta histórica
y estamos como los griegos, según el sacerdote del rey Amasis, con un alma
joven porque no disponemos de solidos referentes en nuestro propio pasado que
nos permita capear las gigantescas olas que nos están batiendo. Solo hemos
dispuesto de mitos, que como hemos indicado, son la consecuencia cíclica de la
recolección de retazos cada vez que ha ocurrido un cambio de orden. Esto nos
permite afirmar que el lugar de la historia es el presente.
Pero, pensar en la
historia como un modo de poder vivir mejor el presente supone el hecho de que
hay una continuidad que nos permite comprender las causas del presente. De ahí
los sobresaltos que causó Giacopini y causa Bracho con sus reflexiones. De ahí
el inusitado interés que ha despertado la convocatoria del Congreso La Ilusión de la Libertad convocado por
la Universidad de Sevilla para la primavera del año 2020 para reflexionar
acerca de los cambios políticos a ambos lados del Atlántico como consecuencia
de la revolución francesa y el nuevo orden implantado como consecuencia[7]. Desde
esta perspectiva, podemos decir que el pasado puede resultar inteligible a la
luz del presente si se coloca como referente la situación que estamos viviendo.
Aquí creemos que empiezan los problemas. Si un historiador habla desde su presente,
no necesariamente puede hablar todo desde su tiempo. Aquí entramos en el tema
de la parcialidad, la intencionalidad y la ideología que indicamos en la
introducción. El antídoto para esta situación está representado por la
pluralidad de visiones de la historia que se puedan producir y la libertad
necesaria para ello. Pero la pregunta que surge es: ¿podemos hablar de pluralidad
de relatos en Venezuela? Aquí comienzan las dudas. Creo que antes de 1998 lo
histórico servía para dar consistencia a la permanencia. Después de 1998 ha
servido para cuestionar lo contingente desde la perspectiva de los que se
oponen al nuevo orden. Frente a esta corriente, los detentores del orden se han
valido de la imagen y, consecuentemente, el mito de la gesta independentista
para justificar el estado de cosas actual y, gran parte de los que se oponen se
han anclado ambiguamente en otros periodos que denominan de civilidad para
producir otro ritornello. En ambos
casos, que delata identidades específicas, hemos llegado a un punto en que estamos
peores que los atenienses porque no ha sido ni el agua ni el fuego lo que han
producido el cambio de circunstancias que le da sentido al estado de cosas
actual. Esto plantea la pregunta: ¿la historia es el espacio para enjuiciar o
para actuar?
En las dos corrientes que
hemos indicado acerca de la manera de hacer historia en Venezuela se han
emitido tantos enjuiciamientos que se ha perdido el referente sobre el cual se
juzga debido al sectarismo de los jueces y el contexto sobre el cual se juzga.
Esto nos coloca en el plano del sentido de la historia como línea de fuga que
nos ayude a salir del problema planteado por el sacerdote del rey Amasis y por
los ritornellos. Desde esta
perspectiva, tal como expresó Vattimo, “si la historia debe tener algún
sentido, éste hay que buscarlo en la pérdida del sentido”[8]. Cómo
podemos interpretar esto: creo que si nos encontramos a solas en nuestra
‘juventud’, es decir, de nuestra incapacidad, que es la consecuencia de la
pérdida de sentido, entonces debemos partir de nuestra propia subjetividad.
En esto Kant nos puede
dar una ayuda. En su obra ¿Cómo
orientarse en el pensamiento?, uso la analogía del cuarto oscuro para
indicar cómo un individuo va estableciendo referentes para ubicarse y conocer
dentro de ese espacio donde todo está oculto[9]. Aquí
se circunscribe la corriente historicista naval que parte de la creencia de la
maritimidad de Venezuela. Si bien esta creencia parte de un ideal, es decir, la
existencia de Venezuela proviene de circunstancias marítimas, estamos
consciente que es un ideal que consideramos bastante consistente desde la
perspectiva de la comprensión de las causas por las cuales acaecieron los
hechos como efectivamente acontecieron[10]. Por
tal motivo, nuestra reflexión apunta a aumentar la calidad del conocimiento del
pasado y aumentar su cantidad de modo que el conocimiento del presente sea lo
suficientemente consistente para reducir el problema de la incompletitud como
causal de los desvíos que dificulte la toma de decisiones de cara al futuro.
Así pues, si la historia
nos ayuda a entender el presente, el conocimiento del presente nos va a permitir
decidir acerca del futuro. Desde esta perspectiva, para esta corriente
maritimista, realmente la importancia del estudio de la historia desde una
perspectiva filosófica no es precisamente para conocer el pasado sino para reflexionar
acerca del futuro. Esto nos lleva al problema de la calidad y de la cantidad y
al papel que juegan los mitos en la comprensión de la historia.
El problema de las fuentes y el evento en río Hacha
Volviendo al dialogo
entre el sacerdote del rey Amasis y Solón, la juventud de los que se han
interesado por el mar en la historia de Venezuela ha sido marcada por severas
limitaciones en cuanto a calidad y cantidad de las fuentes. Por ello, para
nosotros el registro superficial de un hecho puede ser considerado un mito. El
mito visto como el tejido de un relato es la explicación de un fragmento de un
relato mayor que por alguna u otra causa no ha llegado completo hasta el
presente. Por ello este fragmento se opone al conocimiento que permite la
comprensión desde y para el presente y dificulta la toma de decisiones. Desde
esta perspectiva se encuentra lo que Tomás Mariño Blanco denominó ‘Combate
naval de Río Hacha’.
Este evento fue traído al
presente por Mariño Blanco como un mito entendido en los términos en que hemos
estado hablando[11].
Esta afirmación categórica obedece a que las fuentes disponibles en el país, a
pesar de la existencia de la Memoria y
Cuenta del Ministerio de Guerra y
Marina y del Archivo General de la
Nación, son escasas y el interés por la historia era muy bajo. Por ello, la
iniciativa desplegada por este historiador resulta encomiable. A este punto hay
que decir que la Memoria y Cuenta del
Ministerio de Guerra y Marina es un medio básico para la investigación
histórica, es decir, es el medio a través del cual se nos dice oficialmente qué
es histórico. Pero dentro de la estructura organizacional dudo de que históricamente
haya existido un mecanismo formal para determinar la naturaleza del proceso
para hacer algo histórico y corregir deficiencias o reafirmar aciertos en
cuanto a los modos de hacer en el ámbito militar sobre todo en un contexto país
signado por las destrucciones periódicas. Así pues, esa fuente primaria que
indicó un hecho, del modo en que lo hizo, la hemos considerado un mito por no
explicar completamente qué aconteció de forma específica hasta el más mínimo
detalle posible. Mariño Blanco nos dijo un qué que debe ser tenido en cuenta más
allá de los paradigma calcificados y en ese proceso salieron a la luz las
implicaciones e inconvenientes que tiene nuestra memoria, nuestra historia y lo
que hemos olvidado o perdido.
Pero el autor iniciador
de este análisis no estaba rodeado de “analfabetos [e] incultos” como nos ha
narrado el sacerdote del rey Amasis, hubo ‘jóvenes de alma’ que valoraron el
hecho como una crisis internacional donde la marina de guerra de Venezuela
había tenido un cierto protagonismo. Bracho, en este sentido, partiendo del
relato realizado por Mariño Blanco logró recabar más datos acerca del evento en
sí a partir del estudio biográfico de algunos marinos venezolanos ilustres que participaron
en ese evento y los avatares que ha vivido el país habían lanzado al olvido[12]. Pero
en sí sólo confirmó parte de la veracidad del evento. Hasta este punto el
evento de Río Hacha había sido un Combate Naval. Tan fue así que Sosa
Larrazabal y quien escribe lo tomaron, en principio, como un hecho verificado y
digno de hacerlo histórico.
Pero Sosa Larrazabal no
se conformó con la información desde el mismo momento que a posteriori trató de corroborarla. De hecho, Sosa logró acceder a
otras fuentes extranjeras que señalan que no hubo ningún combate naval en Río
Hacha[13]. Por
ello lo llamó ‘Encuentro de Río Hacha’, porque si hubo un encuentro de buques
en ese puerto en un escenario de conflicto a pesar de que no había una guerra
declarada entre Colombia y Venezuela. Es de destacar en el caso de este autor
de que a pesar del exhaustivo arqueo de fuentes realizado, no incluyó fuentes
oficiales, pero definitivamente fue más allá de lo alcanzado por Bracho en el
sentido que además de corroborar la información acerca del comandante
venezolano de la fallida operación de bloqueo en Río Hacha y del impacto del
fracaso en las operaciones terrestres, hizo precisiones con respecto a los
medios navales empleados. Es decir, dicho por el propio autor
“… las
unidades venezolanas presentes fueron los cañoneros Miranda, Zumbador y General
Crespo; que participaron dos unidades francesas, el crucero Suchet y el
mercante Alexander Bixio; que la única unidad colombiana fue el cañonero
Próspero Pinzón y que no hubo ningún combate naval”.
“El fracaso del bloqueo sobre Riohacha resultó
determinante en el resultado de las operaciones en el teatro terrestre, ya que
a las fuerzas liberales comandada por los generales Dávila y Castillo, se les
opuso ahora, inesperadamente para ambos, un ejército colombiano conservador de
tamaño semejante, descansado de marchas, con liderazgo centralizado y mejor
armado; que cayó sobre ellos en las cercanías del caserío de Carazúa, situado a
un kilómetro al este de Riohacha, causándoles enormes bajas y poniéndolo en
fuga en un episodio donde los jefes liberales exhibieron escasa competencia
militar”[14].
Esta precisión de la
información, sin embargo, no indica el papel de un buque de guerra francés en
medio de la crisis colombo-venezolana. Por mi parte, la importancia que le di
al evento de Río Hacha, siguiendo la estela dejada por Bracho, se debió a que
éste entraba en el marco de lo que se conoce como diplomacia naval. Mi criterio
fue que el evento correspondió a aquello que James Cable denominó diplomacia
naval catalítica en el sentido que el buque francés estaba ‘pescando en río
revuelto’ en un contexto signado por el surgimiento de la república panameña[15]. Para
mí el enfrentamiento no era relevante porque al final había resultado en un
fracaso y me apoyaba en el hecho de que según el autor inglés, puede en estos
casos acaecer hechos de fuerza siempre y cuando no sean percibidos como actos
de guerra[16].
En este caso me refiero a la interacción del buque francés con los venezolanos[17]. Mi desvío,
siguiendo a Sosa Larrazabal fueron dos: no podía hacer inferencias del supuesto
combate puesto que no hubo combate y en aceptar la presencia de un medio naval
de bandera británica. Pero creo que eso no está claro aún. En este caso me
apoyé de otra fuente, es decir, Herwig y Helguera, Alemania y el bloqueo internacional de Venezuela 1902-03[18]. Por
ello hay que hurgar para tratar de saber qué nos dicen las fuentes oficiales. Aquí
nos encontramos de nuevo con el problema de la confiabilidad de las fuentes y
la necesidad de rehacer consistentemente el tejido para asegurar la
confiabilidad de la comprensión del hecho histórico. En todo caso, lo
rescatable de todo esto es el concepto de diplomacia naval puesto que no
disminuye la relevancia histórica del evento de Río Hacha desde esa perspectiva.
Pero hasta ahora hemos
hecho un análisis de los inconvenientes que presentan los testimonios, las
crónicas y las autobiografías y los desvíos que provoca. El esfuerzo de Sosa
Larrazabal, hasta el presente el más exhaustivo en reconstruir el tejido, debe
cumplir un paso más para que se convierta en un conocimiento cano o que permita la comprensión de las causas por las cuales acaecieron los hechos como
efectivamente acontecieron teniendo presente que parte de los actores del
evento formaron parte de entidades oficiales de tres países: Colombia, Francia
y Venezuela. Para ello debemos consultar las fuentes oficiales, si ello es
posible, para determinar la naturaleza de los actos intencionales y determinar
así, por una parte, el sentido de ese hecho para constatar su pertinencia en el
presente y, por la otra, el alcance del desvío y su impacto en la comprensión
de un hecho histórico. Con ello no estoy desestimando al mito puesto que su
consideración es parte de la esencia de la gente de mar. El mito es lo que nos
ha llevado a este ensayo. Esto nos lleva de nuevo a la iniciativa de Mariño
Blanco.
Para que desde el
presente se traiga un hecho histórico que había pasado desapercibido es porque
el espíritu de la época lo ha convocado. No vamos a hablar aquí de las fallas
estructurales del país, ni de su posible ocultamiento como expresión de una
fase histórica oscura o porque lo marítimo expresa una visión del Estado que no
se corresponde con el orden existente. Sabemos de los inconvenientes que tuvo
la obra de Mariño Blanco para dar a luz, pero si tomamos como referente el año
2006, año de su publicación, podemos decir que el alumbramiento fue providencial.
Si el sacerdote del rey Amasis nos dijo que desde las aguas (y del fuego)
provienen los desastres más importantes, podemos decir que ese fue el año de la
presencia de una fuerza naval de la Organización del Tratado del Atlántico
Norte en las adyacencia a las aguas venezolanas y de la decisión de un Tribunal
Internacional sobre el diferendo limítrofe entre Barbados y Trinidad y Tobago
que creo las condiciones de posibilidad para colocar la fachada Atlántica venezolana
como un espacio de un conflicto potencial que va a afectar los interés
marítimos de nuestro país. Además de ello, los incidentes fronterizos con
Colombia comenzaron a ser recurrentes en ese período y con tendencia a su
incremento como hoy en día los estamos presenciando. Con ello quiero decir que
los ‘jóvenes de alma’ se dieron cuenta de esas señales y no se interesaron por
estudiar el bloqueo naval que comenzaría un año después, sino de las nubes que
presagiaban la llegada de las aguas. Desde esta perspectiva, el acierto de
Mariño Blanco fue que impulsó a un grupo de individuos con las limitaciones ya
indicadas a recoger retazos, a rehacer el tejido histórico y a reflexionar
críticamente sobre los acaecimientos que se produjeron por el develamiento
realizado por el autor antes citado. Esto nos lleva de nuevo al problema de la
calidad y digamos variedad para hacer crecer el tejido y comprender
reflexivamente un hecho histórico de cara al presente y el futuro.
La historia como medio para decidir acerca del
futuro.
Como nos ha ayudado Kant,
si volvemos a la historia del Timeo,
unos jóvenes de alma sin conocimiento
cano tuvieron la indicación de un mito y trataron de determinar subjetivamente
un sentido mediante la reunión de retazos obtenidos a partir de la
significación que le dieron: Bracho, los hombres; Blanco, sus implicaciones;
Sosa, la veracidad de los mismos y, Rivero-Blanco, la recolección de datos y su
difusión. Pero el norte de todos ha sido el futuro. Hemos en cierta forma retomado
con este ensayo parte de ese pasado siguiendo algo parecido a un círculo hermenéutico
y necesitamos romper con el ciclo de destrucciones que históricamente hemos
propiciado nosotros mismo en nuestro devenir como comunidad política.
En este sentido Heidegger
cuando nos habló de aletheia como el
proceso exegético de desocultar la verdad nos alertó de que este es infinito
debido a que va a depender del presente y de todo lo que lo caracteriza[19]. Por
ello creo que la verdad siempre se está moviendo en función del espíritu de la
época y de cómo hemos sido afectados por este movimiento. En este contexto
nosotros con el evento de Río Hacha hemos realizado un movimiento que todavía
no ha concluido debido a la accesibilidad de las fuentes y de cómo el actual
presente nos afecta y afectará en el proceso de determinar y comprender que
pasó. Queda para ello seguir uniendo retazos de modo que las decisiones que se
tomen de cara al futuro tengan una mayor consistencia. Esto nos remite de nuevo
al método de explicación histórica y la comprensión del presente.
No es de mi interés
indicar el método. Mi interés es dar un golpe de timón que facilite el estudio
de la historia en el país, al menos en el ámbito naval, más allá de la imagen y
sus representaciones, más allá de las transgresiones deliberadas y del olvido
intencional o no desde una perspectiva onto-epistémico. Es decir, el estudio de
la historia debe partir de un anclaje ontológico firmemente establecido que
permita hacer hablar, a los retazos que se rescaten y reúnan y este anclaje
debe partir ontológicamente de un evento de unión y no de separación. Es decir,
debe fomentar la unión y no la separación porque desde allí es posible determinar
precisamente el alcance y naturaleza de una relación. Desde este fundamento
cualquier presente desde donde se examine la historia va a tener otro sentido
porque su espíritu va a estar orientado a la superación de cualquier situación
y no el ritornello de un eterno
retorno mal entendido. La independencia, en este contexto, es un punto de
separación que sólo tendría validez cuando una comunidad, en tanto que
totalidad, ha adquirido la conciencia de que ha dejado de ser dependiente y es
capaz de generar las condiciones de posibilidad de perseverar en su propia
existencia. Creo que hasta ahora ese no ha sido el caso venezolano y creo que
iberoamericano. Esto nos coloca en el presente y el futuro.
El ‘qué’ indicado por
Mariño Blanco que produjo este movimiento investigativo se produjo en un
contexto en que presagiaba tormentas. El encuentro de Río hacha se produjo en
una situación de conflicto sin que hubiese una guerra declarada. Este encuentro
se circunscribió en un conjunto de enfrentamientos que no se limitaron solo a
Carazúa, sino también a Palmira y la región fronteriza en torno al río Catatumbo
entre fuerzas oficiales y no oficiales de Colombia y Venezuela. Este hecho se
produjo porque en ambos estados se vivía una situación crisis política y de
guerra interna que su repetición en el año 2006, e incluso para analistas
actuales, parece exagerado. Pero la intuición del propiciador de este ensayo y
de los que nos hemos esforzado para evitar la ocurrencia de una nueva afirmación
como la dicha por el sacerdote del rey Amasis hasta ahora no ha sido errada por
dos causas: por una parte, la cadena de eventos que hemos vivido entre 2006 y
2019 lo confirman a pesar de que aún no se ha llegado a la intensidad del
conflicto como acaeció en el año 1901[20] y,
por la otra, las situaciones de conflicto que se están viviendo en otras partes
del mundo (Siria, Irak, Gaza, Libia, por citar algunos ejemplos) obedecen a un
mismo patrón, es decir, una pérdida del monopolio de la fuerza por parte del
Estado y el surgimiento de formas de organizaciones militares (o paramilitares)
pre-westfaliana que hoy se denominan: contratistas militares o bandas que
obedecen a un interés privado o público. La acotación al tratado de Westfalia
comporta una diferencia en cuanto a la situación de 1901 y el presente: el
orden westfaliano en el pasado no estaba cuestionado y en el presente se busca
reconstituir en circunstancias inciertas. De ahí el esfuerzo de buscar el
sentido en el desvío que produjo el sinsentido en esta reflexión acerca de la historia.
El futuro, en este sentido, si lo consideramos producto de una linealidad
histórica correremos el riesgo de incurrir en los errores que llevaron a Machiavelli
a hablar de repetición. El futuro es lo que prospectivamente decidamos a partir
de una comprensión consistente del presente.
No obstante lo indicado,
el circulo hermenéutico que se generó en torno al encuentro o evento de Río Hacha
permitió salir de la consideración de la imagen como fundamento para hacer
historia y ha permitido pensar en un episteme diferente a aquella que ha partido
de las asunción de paradigmas que se han fundamentado, a su vez, en imágenes indiferentemente
del formato usado. Si bien ello comporta riesgo, hemos tratado de que los
desvíos que nos ha generado, es decir, la perdida de sentido, sirvan de
utilidad para evitar incurrir nuevamente en ellos no sólo desde nuestra
perspectiva, sino también en el esfuerzo general porque nuestra condición
histórica no sea transgredida por acción u omisión. Finalmente, con respecto a
nuestra condición histórica, hemos partido de una modalidad diferente de
temporalización que dificulta la transgresión o dejadez deliberada, pero nos
fuerza a sistematizar, profundizar y extender el interés de la historia para
poder rehacer el tejido que permita comprender el presente y decidir acerca del
futuro.
Corolario
La necesidad de escribir
sobre el encuentro o evento de Río Hacha fue producto del hecho de considerar
de utilidad exponer los avatares que ha significado escribir historia con un
nuevo sentido y los riesgos que ha implicado para superar la situación indicada
por el sacerdote del rey Amasis contando con pocos medios para ello. Como estos
riesgos han estado relacionados con el hecho de tener que lidiar con retazos el
riesgo del error es latente. Pero creo que un círculo de comprensión a varias
manos puede ayudar a tener una visión más consistente del presente y otear el
futuro de forma prospectiva. En todo caso ese ha sido el legado del Capitán de
Navío Tomás Mariño Blanco.
[1] Ver al respecto: Ricoeur, P. (2010).
La memoria, la Historia y el Olvido. 2°
ed. Madrid. (T. A. Neira). Editorial Trotta. 688 p
[2] Ver al respecto: Platón. (358 -
356 a .C [2010]). Timeo. Madrid. (T. J. Zamora). Abada editores. 473 p
[3] Ver al respecto: Fernández B, F.
(2009). Los Principios Matemático-Históricos y la Evolución de la Libertad.
Windermere. Publicado por Fernández M. 146 p. [Documento en línea]. Disponible:
http://www.gutenberg.org/files/30175/30175-pdf.pdf
y “ANNO DOMINI 1989: CARACAS, BEIJING Y BERLÍN, SITIOS DE ACONTECIMIENTOS O
COMPONENTES DE UN PROCESO”. [Documento en Línea]. Disponible: https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2019/11/anno-domini-1989-caracas-beijing-y.html
[4] Ver al respecto: “INTRAHISTORIA
E IDEOLOGÍA (La ‘Ventaja’ de la Izquierda Global)”. [Documento en línea].
Disponible: https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2019/12/intrahistoria-e-ideologia-la-ventaja-de.html
[5] “LA TEORÍA DE LOS CICLOS
HISTÓRICOS DEL DR. JOSE GIACOPINI ZARRAGA: UNA REVISIÓN A LA LUZ DEL PRESENTE Y
DEL FUTURO POR VENIR”. [Documento en Línea]. Disponible: https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2012/05/la-teoria-de-los-ciclos-historicos-del.html
y “ANNO DOMINI 1989: CARACAS, BEIJING Y BERLÍN, SITIOS DE ACONTECIMIENTOS O
COMPONENTES DE UN PROCESO”. [Documento en línea]. Disponible: https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2019/11/anno-domini-1989-caracas-beijing-y.html
[6] Ver al respecto: Cruz, M.
(1991). Filosofía de la historia. El
debate sobre el historicismo y otros problemas mayores. Barcelona.
Ediciones Paidos. 195 p.
[7] Ver al respecto: “ENTRE
REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN” en https://entrerevolucionycontrarrevolucion.wordpress.com/2019/03/10/congreso-internacional-1820-la-ilusion-de-la-libertad-el-liberalismo-revolucionario-en-espana-y-america-en-los-anos-veinte-las-cabezas-de-san-juan-y-sevilla-10-11-y-12-de-marzo-de-2020/
y https://entrerevolucionycontrarrevolucion.files.wordpress.com/2019/03/congreso-internacional-1c2aa-circular.pdf
[8] Citado por Cruz (Op.Cit.:30)
[9] Ver al respecto: Kant, I.
(1786/1982). Cómo orientarse en el
pensamiento. Buenos Aires. (T. C. Correas). Editorial Leviatán. 71 p
[10] Ver al respecto: “VENEZUELA Y SU
HISTORICIDAD MARÍTIMA: PASADO, PRESENTE Y FUTURO”. [Documento en línea].
Disponible: https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2013/12/venezuela-y-su-historicidad-maritima.html
[11] Ver al respecto: Mariño Blanco,
T. (2006). Buques de la Armada Venezolana
1901 – 1950. Caracas. Ministerio de la Defensa. 230 p. allí él expresó lo
siguiente: “El 8 de septiembre de 1901, la Escuadra venezolana con un Grupo de
Tarea integrado por el cazatorpedero ARV Bolívar, el crucero-auxiliar ARV
Restaurador, el cazatorpedero ARV Miranda, la corbeta ARV General Crespo, y el
cañonero ARV Totumo, se presentó frente al puerto de Riohacha en la Guajira,
para bloquear ese puerto y asegurar que un Cuerpo de ejército de Venezuela,
comandado por el general de división Antonio Dávila tomara la ciudad y
controlara la península de la Guajira. Pero a media mañana se presentó al mismo
puerto una Fuerza de Tarea combinada colombo-franco-británica integrada por el
crucero francés Suchet, el
crucero-ligero ARC Pinzón, cuatro
lanchas cañoneras colombianas, dos pequeños vapores mercantes colombianos, el
buque mercante francés Alexander Bixio
y el remolcador de altura artillado británico Penélope. Al medio día las dos
fuerzas se enfrentaron y se produjo el Combate Naval de Riohacha. El Penélope atacó al Totumo, el cual lo
repelió y atacándolo conjuntamente con el General Crespo lo echaron a pique. El
Suchet avanzó a toda velocidad hacia
el General Crespo, disparando sin
éxito sus cañones de 160 mm, pero el Bolívar
lo atacó por su costado de babor, lanzándole dos torpedos que fueron evadidos a
toda velocidad, estallando uno de ellos cerca de una lancha cañonera
colombiana. El Suchet se retiró a más
de dos mil metros para evitar otros ataques de torpedos y comenzó un feroz
cañoneo hacia los buques venezolanos con sus piezas de 160 mm y 100 mm, pero
sus proyectiles no dieron en el blanco. Ante la superioridad de fuego de los
franceses, la entrada en combate de los buques colombianos y la distancia de
nuestros barcos de su base de operaciones, el Grupo de Tarea venezolano se
retiró a Bahía Honda”.
[12] Ver al respecto: Bracho, J.
(2012). Hombres de Hierro. Tomo I. Caracas.
Ediciones de Rivero-Blanco. 296 p. allí el autor expresó: “Pellicer se dirigió en un bote a
bordo del Suchet y conferenció largamente con su Comandante. No hubo acuerdo… Terminada
la entrevista, sin noticias del general Dávila, el carbón escaso y con el
Miranda averiado, la Escuadra se trasladó hasta Cabo de la Vela, sirviendo el
Zumbador como remolque”
[13] Ver al respecto: Sosa
Larrazabal, G. El Encuentro de Río Hacha.
Las fuentes que logró acceder fueron estadounidenses y colombianas: Edwin Emerson
Jr. en “The South American War”, publicado en la revista Collier’s Weekly del 9
noviembre de 1901 volumen XXVIII Nº 6 pp 8 y reportes de prensa extranjera de
la época, específicamente del New York Daily Tribune. Con respecto a Colombia
las fuentes fueron: Las Memorias del
general José María García y el libro Riohacha,
Fénix del Caribe de Lázaro Diago Julio.
[14] Es de notar que en Carazúa
también hubo venezolanos que combatieron contra las fuerzas enviadas por
Cipriano Castro. Uno de ellos fue Rafael De Nogales Méndez.
[15] Ver al respecto: Cable, J.
(1977). Diplomacia de Cañoneras.
Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales. (T. B. Cosentino y M.
Cosentino). 200 p y Blanco, E. (2004). Reflexiones
sobre estrategia marítima en la era de la libertad de los mares. Caracas.
Editorial Panapo. 376 p
[16] Ver al respecto: Rivero-Blanco,
R. (2013). Historia de la Marina de
Guerra de Venezuela de inicios del siglo XX. Legado del Capitán de Corbeta
Ramón Díaz. Caracas. Ediciones de Rivero-Blanco218 p.
[17] Ver al respecto: Blanco
(Rivero-Blanco, 2013: 86-90, 97).
[18] Ver al respecto: Herwig, H. y Helguera,
L. (1977). Alemania y el bloqueo
internacional de Venezuela 1902-03. (T. G. Palacios y A. Lozada). Caracas:
Editorial Arte, 1977. 138 p., y reseñada en Blanco, E. (2004). Reflexiones sobre estrategia marítima en la
era de la libertad de los mares. Caracas. Editorial Panapo. 376 p.
[19] Ver al respecto: Heidegger, M.
(1927/1967). Sein und Zeit. Tübingen.
Max Niemeyer Verlag. 449 p. En español: (1927/98). El Ser y el Tiempo. (2ª ed.). (T. J. Gaos) Santa Fé de Bogotá. FCE.
478 p.
[20] Ver al respecto: “LA ESTRUCTURA
DEL CONFLICTO: PUNTO UNO DE LA ESCALADA REGIONAL” [Documento en Línea]. Disponible:
www.edgareblancocarrero.blogspot.com
El escrito de Mariño Blanco sobre los buques de la Marina Venezolana tiene una particularidad. No suministra ninguna referencia. NINGUNA. Además, la descripción que hace de esa tal batalla de Rio Hacha es tan minuciosa, que podría hacernos pensar que él estuvo embarcado en uno de los buques de la Marina venezolana que hicieron presencia en el fallido bloqueo de ese puerto colombiano el 6 de septiembre de 1901. Sin embargo, al estar esa descripción tan alejada de la actual verdad histórica, me hace pensar que forma parte de esa desmesura con que a veces se quiere elevar nuestro pasado a cumbres heroicas que no posee.
ResponderEliminarMuchisimas gracias por el comentario. Hay un filósofo contemporáneo, Michael Foucault, que no citaba fuentes aunque de él es muy facil deducirlas... en lo particular Heidegger. A pesar de ello, él dijo cosas que, a partir de esta omisión deliberada, han sido pertinentes. Por ello creo que la omisión deliberada de las fuentes una vez que hemos quitado la paja del trigo es su relevancia actual. En lo personal una vez traté de averiguar el destino de los supervivientes del SMS "Karlsruhe" hundido a 300 mn al sur de Trinidad y me dijo que esos sobrevivientes e incluso el buque fueron rescatados por el crucero Mariscal Sucre y traídos a Venezuela. Le pregunté dónde podía corroborar eso y no me lo dijo. No crei esa información, pero, al parecer muchos sobrevivientes y estuvieron en Venezuela y llegaron a bordo de mercantes usados al efecto...
EliminarQuerido y sabio amigo. No se puede omitir lo que no existe, por lo que en el caso que nos ocupa no es una omisión deliberada, sino de una ficción deliberada. Allí no hay trigo y en el mejor de los casos sería como encontrar una aguja en el pajar. Con ésto y por respeto a los ausentes, declaro terminada mi intervención en este asunto, esperando que haya servido para que no se siga propagando como verdolaga
ResponderEliminarEn cierta forma sí... lo inexistente producto de la imaginación es una especie de nada que puede generar una fábula, un cuento, una ficción deliberada', un mito, cuando sólo se poseen retazos. Creo que ha sido deber de nosotros convertir esa ficción en algo concreto y creo que lo hemos logrado... en parte aún... Por ello hay que seguir investigando.... Saludos!!!!
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