Ensayo disponible también en: http://www.svfilosofia.org/anno-domini-1989-caracas-beijing-y-berlin-sitios-de-acontecimientos-o-componentes-de-un-proceso/
Más allá del determinismo
historicista que asumieron los intérpretes de Hegel empezando por Marx que
forzaron a Nietzsche y después Heidegger a pensar el acontecimiento como una
manera de provocar una ruptura de la línea del tiempo de la humanidad, hay
otros determinismos que debemos considerar. Me refiero al expuesto por Alexandre
Deulofeu en su teoría acerca de la Matemática
de la Historia[1].
Según esta teoría,
“las civilizaciones
duran 5.100 años, divididos en tres ciclos de 1.700 años… Durante el primer
ciclo las civilizaciones, incapaces de crear una cultura original propia, se
inspiraban en otras culturas para construir su identidad. Durante el segundo
ciclo, la civilización alcanzaba la madurez, es decir una plenitud social y
cultural propia que la hacía incomparable. Y finalmente en el tercer ciclo,
equiparado a la vejez, la civilización experimentaba un renacimiento que en la
práctica sólo copiaba el apogeo del ciclo anterior y que irremediablemente
acababa con su desaparición”.
“A su vez, cada uno
de estos ciclos se dividía en dos etapas: una de fragmentación demográfica o
federal de 650 años, y otra de unificación política o imperial de 1.050 años,
que comenzaba con la constitución de un imperio que se alargaba unos 550 años.
A partir de esta base sólo había que determinar cuál era el punto de partida de
cada civilización para saber dónde estaba y qué esperanza de vida tenía”.
Esta teoría fue cuestionada por
la imprecisión del concepto de civilización debido a que el autor le otorgó un
carácter genérico aplicable a una comunidad política, no obstante ello, nos interesa
destacar tres aspectos que merecen ser tenidos en cuenta desde la perspectiva
del acontecimiento y del proceso: 1.-) para el cristianismo hubo un principio y
hay un fin y parece que este fin se refiere a una manera de entender el mundo, 2.-)
para Jaldún lo importante era lo normal no lo excepcional o acontecimental
debido a que de lo normal era posible observar los procesos que hacen una
comunidad porque de ahí es posible visualizar los procesos degenerativos desde
esta perspectiva coincide con Polibio, Machiavelli y Vico en su interés por
comprender el ciclo como proceso y finalmente[2], para Hegel, Nieztsche,
Badiou y Hardt y Negri, lo importante es el acontecimiento por sus
implicaciones en cuanto a la posibilidad de un cambio político. Por otra parte,
para Heidegger, Whitehead y Deleuze y Guattari su interés fue también el
acontecimiento, pero en un sentido diferente. Para los dos primeros, lo
importante fueron las entidades que conforman lo múltiple y lo hacen una
totalidad. Para los últimos fue el modo como una entidad en sí misma como parte
de una multiplicidad sigue un devenir sin ninguna orientación.
Si retornamos a la tesis de Deulofeu
seguida por Fernández Bolívar, un venezolano que en Francia promovió su difusión,
podemos hacer dos indicaciones: en primer lugar, su teoría se fundamenta en un
tiempo lineal que coincide con la temporalidad cristiana, es decir, si
consideramos el siglo XVII con el momento en que la iglesia romana perdió
formalmente el poder político sobre la Europa Occidental los diecisiete siglos
a los que se refiere el autor constituyen un indicador que pudiera ser visto
como la preparación para una nueva era y, en segundo lugar, en sus conclusiones
hace tres predicciones que nos permiten contextualizar un anclaje ontológico, que
vamos a adoptar, para tratar de contrastar los enfoques antes indicados y
comprender la realidad como proceso y/o acontecimiento. El anclaje ontológico
es el año 1989, año en que acaecieron tres acontecimientos que han marcado el
rumbo de la humanidad: el Caracazo,
la represión en la plaza Tiananmén y la caída del muro
de Berlín. El primero porque a la luz del presente padecemos su impacto a
escala nacional y regional y sirvió de norte para reagrupar a los estertores
del socialismo real a la luz de la crisis del sistema soviético. El segundo
porque representó un punto de reflexión de lo que se creyó era la apertura de
la China continental, mostró su capacidad para reprimir sin importar los costos
y en la práctica ha revelado el renovado papel de los sistemas políticos
despóticos indicados desde Herodoto hasta Hegel. Y el tercero porque, en primer
lugar, motivó además del cierre de un capítulo de la historia alemana y
europea, el acontecimiento que marcó el fin de sistema soviético y, en segundo
lugar, de acuerdo con nuestra interpretación de la tesis de Deulofeu, como
veremos más adelante, puede ser visto como el punto de inicio del declive no de
Europa, sino de Occidente en su configuración actual. Estos acontecimientos que
sucedieron en el mismo año en tres continentes diferentes muestran en una
visión superficial su estrecha relación a la luz de la realidad del primer
cuarto del siglo XXI y nos plantean el problema de comprender estos
acontecimientos como parte o no de un proceso de gran trascendencia histórica.
Como proceso se puede
afirmar que todo lo que está dentro y sobre la realidad está continuamente
ocurriendo aunque hay aspectos de esta realidad que pueden ser temporalmente
estables y recurrentes. Esto nos lleva a considerar la realidad del proceso en
sí misma desde dos perspectivas: los procesos de la naturaleza provienen de una
orientación teleológica (teológica) hacia un destino positivo o son una
cuestión de dinamismo interno que no poseen ninguna dirección o al menos sin
ninguna dirección hacia un destino especificable (naturalista). La primera
observa esto en términos de un propósito: Fuerza directiva orientada que
plantea la pregunta ¿es producto de un ente fuera del proceso o dentro del
mismo? y la segunda lo observa en términos de aleatoriedad que aleja en forma
arbitraria las formulaciones establecidas de un pasado acaecido. Estas tres
interrogantes nos llevan a examinar los tres acontecimientos antes mencionados
desde estos diversos enfoques para determinar su origen causal. Para ello vamos
a examinar primeramente los conceptos de acontecimiento en tanto que elemento
constituyente del proceso, en varios autores, posteriormente vamos a contrastar
esos conceptos con los acontecimientos antes mencionados a la luz de la tesis
de Deulofeu y finalmente vamos a evaluar los acontecimientos de 1989 desde la
perspectiva de Deulofeu y de los autores considerados.
Acerca
del acontecimiento: aspectos conceptuales
Un evento es según la Real Academia Española un acaecimiento,
es decir, una cosa que sucede y un acontecimiento, que proviene del
latín ‘contingere’, es decir, contingencia o accidente, es un hecho o suceso,
“especialmente cuando reviste cierta importancia”. Pero, según el Diccionario de Autoridades todas estas
expresiones eran sinónimas manteniendo su proximidad de significado a la
expresión latina “eventus”, o sea, “acontecimiento, acaecimiento, suceso,
casualidad y cosa que puede acaecer”, por lo que en muchos casos lo
observaremos como sinónimas. Nosotros mantendremos la distinción.
Desde el punto de vista
filosófico, la expresión ‘acontecimiento’ fue usada a inicios del siglo XX por Nietzsche,
Benjamin, Whitehead y Heidegger. Para Nietzsche un acontecimiento es un momento
de ruptura en un sentido histórico que permite salir del nihilismo generado por
las corrientes marxistas y conservadoras imperantes en la Alemania de ese
entonces y reestablecer así la “concordancia de acción y receptividad” que
permita autenticidad y posibilite un devenir entendido como algo que sucede sin
ningún direccionamiento[3]. Por su parte, Benjamín expresó
que esta palabra, con esta connotación especial, aparece en estrecha relación
con el tiempo y la historia. Para él, viene a ser algo empíricamente
indeterminado, es decir, una idea “teñida de destino” por condicionar el mundo
en que vivimos aunque no estemos dispuestos a aceptarlo para con nosotros
mismos[4]. Para Whitehead, el
acontecimiento se ajusta a la conceptualización castellana de ‘evento’ en una
escala infinita pero que por la interrelación entre todas las entidades que
conforman el sistema es capaz de afectar a la totalidad. Él consideró: en
primer lugar, que estos son entidades relacionales irrepetibles (accidentes)
que se entrecruzan determinando regiones espacio-temporales que avanzan e
individualizan el paso de la naturaleza. En segundo lugar, asume que los
instantes y puntos son breves duraciones de su paso que permiten pensar en la
existencia de un compacto devenir. En tercer lugar, considera al espacio a
partir de la tesis leibniziana de la red de relaciones (nexus de prehensiones) en todos los niveles de la realidad. Y, en
cuarto lugar, considera al mundo como un proceso y como tal lo observa como el
devenir[5]. Para Heidegger el ‘acontecimiento’
(ereignis) es “el ámbito, en sí mismo
oscilante, mediante el cual hombre y ser se alcanzan uno a otro en su esencia y
alcanzan lo suyo esencial,…” de modo que se pueda sobreponer al mero dominio de
la composición generada por el moderno mundo técnico, con lo cual este autor
alemán observa el acontecimiento como un proceso de oscilación y de
escenciación que conduce a un ser a ser-sí-mismo y evitar así su objetivación[6]. Como podemos observar,
solo Nietzsche refiere el acontecimiento a algo político. Los otros tres
consideran el acontecimiento como algo que pudiera tener también consecuencias
políticas. A partir de estos conceptos iniciales, Alain Badiou, Gilles Deleuze
y Feliz Guattari y Michael Hardt y Antonio Negri reflexionaron también sobre el
acontecimiento.
Alain Badiou expresó que un
acontecimiento es “una acción transformadora radical –originada- en un punto,
que es, en el interior de una situación, un sitio de acontecimiento”. Una
situación es “el lugar del tener-lugar, cualesquiera sean los términos de la
multiplicidad implicada” y un sitio de acontecimiento es un punto localizado
que concierne a una multiplicidad dentro de una situación histórica. Esta
acción trasformadora radical busca que una entidad trascendente dentro de una
situación produzca un cambio político[7]. Para ello colocó como
ejemplo el papel trascendente del cristianismo en la historia de Occidente. Deleuze
y Guattari cuestionaron en Badiou a la entidad trascendente. Hardt y Negri
también lo hacen pero consideran la situación como una oportunidad para aplicar
su concepción de la política que en cierta forma es de la misma línea
ideológica del autor francés.
Deleuze y Guattari
expresaron que el acontecimiento se ubica en el terreno del azar, es decir, se
presenta como la emergencia de una diferencia que se expresa en un estado de
cosas dado a partir de unas condiciones objetivas, pero buscaron establecer una
filosofía que fuese digna del mismo, como lo fue la de Rousseau en relación con
la revolución francesa, con el fin de crear las condiciones de posibilidad de
un devenir que mantenga su azarocidad[8]. Finalmente Hardt y Negri siguieron
la línea de pensamiento de Deleuze y Guattari y han tratado de proponer una
filosofía de talante postmarxista que fuese digna de ese acontecimiento[9].
Con esta panorámica podemos
categorizar a estos autores desde una perspectiva teológica o laica haciendo
unas acotaciones de rigor, es decir, creemos que la visión de Whitehead es
teleológica o teológica sin dirección por lo que observa el evento (o
acontecimiento) como parte de un proceso, la de Badiou es teleológica, el acontecimiento
tiene un fin revolucionario y parte desde dentro del cosmos o sistema. Desde la
perspectiva laicista observamos a Benjamín como expositor de una línea destinal
sin una dirección específica. Nietzsche y Heidegger buscaron evitar que hubiese
dirección desde una perspectiva existencial y Deleuze y Guattari y Hardt y
Negri buscaron pensar las condiciones para que fuese posible y, los dos últimos
buscaron direccionarla una vez que acaeciese. De forma sintética se presenta
como sigue:
Orientación
|
Autor
|
||
Teleológica o teológica
|
Sin dirección
|
A. Whitehead
|
|
Con dirección
|
Desde afuera
|
----
|
|
Desde adentro
|
A. Badiou
|
||
Laicista o naturalista
|
Sin dirección
|
----
|
W. Benjamín
|
Existencialista desde dentro
|
F. Nietzsche
M. Heidegger
|
||
Oportunista
|
G. Deleuze y F. Guattari
M. Hardt y A. Negri
|
La orientación teleológica
dirigida desde afuera puede ser vista como el conjunto de interpretaciones religiosas
expresadas por las diversas religiones que existen en el mundo. Esta teología
en muchos casos, al menos en Occidente, se ha secularizado o laicizado dando
paso a importantes sistemas filosóficos políticos (Spinoza, Kant, Hegel, Marx y
otros más recientes como la filosofía de la liberación). Ello explica la tesis teológica
de Badiou. En el caso de Hardt y Negri, si bien mantienen una posición
naturalista o laicista, su propósito final entra en el marco teológico en
función de su propuesta política.
Con este cuadro podemos
ahora contrastar estas visiones del acontecimiento con el determinismo radical
de Deulofeu.
Los
conceptos de acontecimiento a la luz de la visión determinista de la historia
de Deulofeu
Hay que aclarar que según
Deulofeu su teoría a pesar de ser determinista buscó romper con dicho
determinismo para evitar la recurrencia de los ciclos. Estos ciclos los podemos
observar en Platón, Aristóteles, Polibio, Jaldún y Vico, por citar algunos
ejemplos, pero al indicar que son parte de un proceso histórico, los
acontecimientos que merecen ser considerados de acuerdo con nuestra línea
discursiva son los que producen fragmentación y unificación debido a que estos
son los que deliberadamente se hacen historizables. La intencionalidad del
teórico catalán se entiende que apunta a los momentos de ruptura y de
unificación porque creemos que operan como catalizadores de los ciclos y pueden
ser provocados intencionalmente.
En relación con el cuadro
del parágrafo anterior podemos decir que Deulofeu se enmarca en un teleologismo,
pero no indica si este es dirigido desde adentro o desde afuera. De igual forma
indica que la clave para conocer un proceso de semejante envergadura en una
civilización particular radica en el anclaje, es decir el punto de inicio. El
punto de inicio es el que nos podría indicar si es causado desde adentro o
desde afuera en función de quien lo pudo haber iniciado o no. Ciertamente, el
autor se basa en patrones y esos patrones indican de suyo el problema del
concepto de civilización debido a que tendría que ser capaz de responder qué
hubo antes del inicio y qué habrá después del fin. Así pues, el iniciador
coloca a la teoría en un talante teleológico generado desde afuera y el patrón
es la explicación que se hace desde adentro. Esto coloca al autor catalán en
una posición intermedia debido a que hizo una mezcla de aspectos racionales en
temas humanos a pesar de no aparecer lo divino con un sistema de referencia
precario. Es decir, le dio carácter teleológico desde una perspectiva
naturalista estableciendo un principio y un fin. Esta precariedad en sí misma
es riesgosa debido a que quien la asuma como cierta, algo que supuestamente es
un hecho natural puede ser direccionado para evitarlo o retardarlo en su caso y
acelerarlo en otros que pudieran afectar su ciclo vital. Desde la perspectiva
teológica, la religión pudiera operar como un justificador moral o enmascarador
para cualquiera de los actos intencionales antes mencionados. A esto es que
quizás se refiere el autor cuando expresó la necesidad de romper con el
determinismo. Si podemos graficarlo tendríamos algo como lo siguiente:
Orientación
|
Autor
|
||
Teleológica
|
Sin dirección
|
A. Whitehead.
|
|
Con dirección
|
Desde afuera
|
-----
|
|
Desde adentro
|
A. Badiou.
-----
|
||
Determinista radical
|
Con dirección
|
Afuera[10] y adentro
|
A. Deulofeu.
|
Laicista
|
Sin dirección
|
----
|
W. Benjamín.
|
Existencialista desde dentro
|
F. Nietzsche.
M. Heidegger.
|
||
Oportunista
|
G. Deleuze y F. Guattari.
M. Hardt y A. Negri.
|
En relación con Whitehead,
Deulofeu al igual que el inglés necesitan un punto de inicio pero el segundo
además de establecerlo axiomáticamente no indica el final además de no dar una dirección.
Benjamín se ubica en esta línea pero su visión es pesimista y este pesimismo
pudiéramos asociarlo al pensamiento del catalán en el sentido de considerar un
fin final. En relación con Badiou, este último se limita a la fragmentación y
la unificación y establece una finalidad (orientación) que pudiera ser diferente
a Deulofeu y un final que pudiera ser igual aunque no lo describe por no estar
preocupado por el tema de la trascendencia. Podemos decir que Hardt y Negri
también. Deleuze y Guattari piensan la fragmentación y unificación como proceso
pero no hablan de finalidad. Nietzsche y Heidegger buscaron romper con la
finalidad pero coinciden con el español en la existencia de un fin.
Si contrastamos la teoría de
Deulofeu con la línea de tiempo del cristianismo observamos con preocupación el
carácter paradigmático que podría asumir esta y las fuentes sobre las cuales se
erigió porque podría asumir caracteres profético, de forma similar a como acaeció
en el siglo XVII, es decir, en Europa hubo la creencia del fin de los tiempos
como los marxistas hoy en día hablan del inicio de un nuevo orden en una nueva
era. Este es el ‘desde afuera’ que no indicamos en el cuadro. Esto nos lleva al
tema de los aciertos como el colapso soviético y el declive estadounidense en
relación con China y los relativos al propósito establecido en esta reflexión relacionada
a los momentos de fragmentación por su relación con el año 1989 y el momento
actual. Deulofeu habla de guerra civil de forma simultánea en los casos de
EE.UU. Alemania, UK y Francia, luego indica que estos países se recuperan y van
a un proceso de estabilización y decadencia. No sucede lo mismo con China. La
guerra civil nos interesa destacarla debido a que además de coincidir entre
países hay una coincidencia con la tesis actual de Hardt y Negri de la guerra
civil global. En esta guerra civil global España desaparece como organización
política y es lo que en cierta forma estamos viviendo en Iberoamérica de una
naturaleza diferente. De aquí se infiere que la guerra civil es en Occidente. China
ocupará el rol de potencia hegemónica global y Japón será su gran dique de
contención. De este proceso el autor indica que surgirá una gran civilización
al sur de Suramérica que producirá en la región un proceso de unificación.
De Venezuela, en específico,
no sabemos si hizo mención. Sólo sabemos, según esta teoría, la aplicación
realizada por Fernández Bolívar que en cierta manera coincide con la tesis de
los ciclos históricos de José Giacopini Zarraga[11]. Giacopini fue más allá
que Fernández al tratar de pensar en un quinto ciclo en el caso venezolano si
el nuevo orden establecido en el año 1999 se lograba estabilizar, pero no pensó
en la naturaleza del mismo. Sabemos que eso no se pudo lograr debido a que no
se pudo concretar la reforma constitucional del año 2007 y el país entró en una
inestabilidad de la que no ha podido salir por la coincidencia y la relación
con otros procesos que están acaeciendo de manera simultánea en toda América y
Europa Occidental. Esto nos lleva de nuevo al año 1989.
Evaluación
de los acontecimientos de 1989 a la luz de la estructura conceptual de acontecimiento y proceso.
Si consideramos el Caracazo
como una acción deliberada dentro del marco de la confrontación ideológica
iniciada a posteriori de la Segunda
Guerra Mundial podemos afirmar categóricamente que los tres acontecimientos
acaecidos en el año 1989 constituyeron tres momentos de ruptura dentro de un
proceso histórico del alcance global. Por ello pudiéramos denominarlos
acontecimientos ya que esos momentos promovieron una fragmentación, la
conservación o una unificación. Pudiéramos afirmar también que los tres fueron
expresiones de decisiones tomadas frente a una coyuntura cuyo fin iba dirigido
a lograr un efecto deseado.
La confrontación que se
produjo después de 1945 y que se conoció como Guerra Fría fue un enfrentamiento
entre Estados que se manifestó como guerras civiles en gran parte del mundo. No
fue el enfrentamiento que se planteó a finales del siglo XIX entre movimientos
anti-Estado (que hoy podemos denominar globalistas) contra los Estados. De
hecho la Unión Soviética fue un obstáculo dentro del marco de esa confrontación
cuyos orígenes se remontan, a su vez, a los orígenes del estado-nacional
moderno. Por ello la tesis de Deulofeu presenta inconsistencias debido a la
precariedad de su sistema de referencia, pero no por ello se puede menospreciar.
El estado-nación moderno surgió dentro de un proceso de fragmentación de la
Roma cristiana y medieval como entidad supraestatal. La caída del muro de
Berlín, en este contexto, fue un proceso de unificación de una ruptura provocada
por dos hechos contingentes: las guerras mundiales, pero podemos decir en el
caso alemán que ha mantenido su continuidad histórica desde una perspectiva
procesual y se presenta aun como alternativa o contraparte histórica frente a
Roma.
El Caracazo podría ser
visto, en este contexto, como la respuesta adelantada a un proceso de
decadencia soviético acelerado en ese período. Decimos respuesta adelantada
debido a que permitió plantear la guerra desde una nueva-vieja mutación que
recuerda a los desórdenes civiles de la era medieval que permitieron a autores
como Santo Tomás y Francisco Suárez pensar en la legitimidad de un tiranicidio.
La mutación en sí misma fue un ritornello,
es decir, un retorno a las formas de conflicto político anterior a la guerra
civil alemana de los Treinta Años y que significó la consolidación del
estado-nacional moderno.
China contuvo una amenaza en
ciernes teniendo como espejo la Unión Soviética. Si recordamos los tres
acontecimientos desde una perspectiva histórica de forma secuencial, es decir,
el Caracazo, la represión en la plaza Tiananmén y la caída del muro de Berlín
debemos recordar que hubo unos antecedentes que posibilitaron los acontecimientos.
En el caso soviético la reestructuración y la transparencia, dentro de un
franco proceso de deterioro económico y de pérdida de poder político, hacía
previsible la ruptura de los países que estaban en su esfera de influencia. De ahí
el desencadenamiento de la crisis interna estaba en el horizonte. La dirigencia
China, que había llevado a su país dentro de un proceso de reformas, buscó
atajar la crisis de la manera más rápida posible considerando su experiencia
revolucionaria. Es decir, los dirigentes chinos no podían ser sorprendidos por
una insurrección dada su experiencia revolucionaria. La sorpresa, el
acontecimiento, para Occidente fue la represión. En el caso venezolano hubo también
sorpresa puesto que el establishment
político no previó, no valoró, que las tensiones sociales dentro de un
proceso de deterioro económico podían fomentar iniciativas audaces realizadas
por revolucionarios profesionales para
convertir el problema social en una crisis política prolongada. El caso de la Alemania
Oriental fue similar; la sobreestimación de la capacidad de controlar a la
población no valoró que sólo hace falta una hendidura para que se desmorone
completamente un sistema. En esta hendidura es que aparece el ereignis y el nexus de prehensiones que hacen un evento irrepetible. La sorpresa,
en este caso, se entiende como la falta de capacidad para dar una respuesta
adecuada frente a un acontecimiento. La enseñanza en estos tres casos ha sido
el mejoramiento de los dispositivos de control como se ha observado en China y Venezuela
aunque esto no signifique un control absoluto. De igual forma, se han mejorado
los mecanismos insurreccionales tal como hemos podido observar en Ecuador y
Chile.
Todo lo antes afirmado nos
lleva a pensar que el problema en los tres casos fue falta de previsión en términos
analíticos prospectivos o de pronósticos. Como se sabe la prospección se basa
en escenarios y los pronósticos en seguimiento de patrones. Siguiendo a
Spinoza, en los pronósticos es donde los paradigmas pueden hacer que entre a
jugar un papel la profecía[12]. Solo hay que recordar
las alusiones en el seno del catolicismo a las profecías de la Virgen de Fátima
y su significado a la luz de los acontecimientos del año 1989. De ahí la importancia
de las tesis de Deulofeu, Badiou y Hardt y Negri en el sentido de que a pesar
de desmarcarse de la religión por un asunto ideológico la ideología en sí misma
apela a la profecía para alcanzar sustento. Ello explica el papel que está
jugando en este momento el máximo representante de la iglesia católica en lo
que se ha denominado la tendencia a la conformación de la religión universal[13].
En relación con EE.UU.
podemos decir que realmente se produjo un declive que se acentuó de manera
deliberada entre los años 2008 y 2016. La gestión gubernamental actual ha
tratado de revertirlo, pero se encuentra bajo ataque. A tal efecto está
siguiendo el mismo derrotero cursado por la dirigencia británica entre finales
del siglo XIX y principios del siglo XX para evitar que el declive fuese pronunciado.
Con ello pudiésemos afirmar que la situación del país norteamericano es
concorde con lo indicado por Deulofeu, pero si se ha considerado históricamente
la hegemonía como una perturbación que ha fomentado una coalición
internacional, una pax china es poco
probable que ocurra efectivamente, no así una federación o confederación
internacional bajo un logos republicano.
A la luz del presente,
Badiou y Hardt y Negri coinciden con Deulofeu en el sentido de observar 1989
como momentos de ruptura, es decir, acontecimientos que promovieron no la
fragmentación y la unificación, sino la fragmentación-unificación, es decir, el
inicio de una recomposición del orden político, pero a una escala global. Esta escala
hace difícil observar estos procesos de forma localizada como intentó hacer el
teórico catalán. Desde una perspectiva global, la humanidad transita a un gran
proceso de unificación. El problema es determinar cómo va a acontecer esta. Creemos
que está ocurriendo de forma cruenta. Si seguimos la terminología de Deulofeu, observamos
coincidencias con el pensamiento hardtnegriano en la obra Imperio, pero reiteramos, a escala global. En esta escala global es
que estos autores, gracias al pensamiento de Deleuze y Guattari, persiguieron
con una nueva episteme (social) generar una fragmentación de modo que fuese
posible imponer un orden de acuerdo con una concepción ideológica que no
sabemos si será producto de un proceso de unificación.
En todo caso sabemos que el
trabajo de Deulofeu quedó inconcluso por lo que su gran esfuerzo, a pesar de
las inconsistencias planteadas, pudo haber sido pensado por otros que en
condiciones más o menos similares han tratado de orientar de forma teológica un
curso histórico para lograr un efecto deseado. Desde esta perspectiva, el
esfuerzo intelectual de Whitehead y Heidegger se mantiene vigente. De manera
gráfica es como sigue
Orientación
|
Autor
|
Acontecimiento
|
||
Teleológica
|
Sin dirección
|
A. Whitehead.
|
||
Con dirección
|
Desde afuera
|
-----
|
||
Desde adentro
|
A. Badiou.
|
Caracazo
Muro de Berlín
Tiananmén
|
||
Iglesia
Católica
|
Muro de Berlín
|
|||
Determinista radical
|
Con dirección
|
Desde afuera y adentro
|
B. Deulofeu.
V. Fernández / Giacopini
|
Muro
de Berlín
Tiananmén
Caracazo
|
Laicista
|
Sin dirección
|
Oportunista
|
M. Hardt y A. Negri.
|
Caracazo
|
G. Deleuze y F. Guattari.
|
||||
Desde afuera
|
W. Benjamin.
|
|||
Existencialista desde dentro
|
F. Nietzsche.
M. Heidegger.
|
De acuerdo con este cuadro
se puede afirmar que según Badiou y Hardt y Negri, a pesar de afirmar el
acontecimiento, en realidad explicaron un proceso desde un punto de ruptura. Badiou
en el caso chino para nosotros es aplicable por la acción en sí y no por su
concreción y en el caso alemán por ser contraria a la ideología pero con el
mismo efecto. Por su parte, la iglesia y Deulofeu explicaron el proceso enfocándose
en aquellos actores que podían afectar la totalidad del cosmos. La episteme de
Deleuze y Guattari, en este contexto, es el fundamento de explicación de la
profecía.
Corolario.
Pensar que un individuo como
Deulofeu (y sus seguidores) haya podido de manera determinista trazar el rumbo
de la humanidad es recordar el papel que la pólvora jugó en la cultura china y
de cómo fue empleada por Occidente. Es decir, la de aquellos que piensan que
pueden, a partir de una idea, torcer el curso histórico para lograr un efecto
deseado excluyendo, en consecuencia, a una parte significativa de la humanidad.
Más grave aún si varios piensan de la misma manera y actúan en consecuencia de
manera más o menos simultánea. Eso es lo que ha hecho que la dinámica generada
por muchos procesos decisorios racionales vistos desde un punto del universo se
observen como caóticos. Por ello podemos considerar que los acontecimientos del
anno domini de 1989 fueron actos deliberados
de ruptura de un proceso histórico que fueron realizados bajo la creencia de
tener un importante grado de control del mismo por seguir un paradigma basado
en una ideología vista como profecía que se está autocumpliendo a partir de un
patrón e intencionalidad establecida. Quizás los efectos son tan obvios que se
nos hace difícil observarlos convenientemente.
Desde esta perspectiva, Whitehead
desde el cosmos como totalidad, Heidegger desde el ser-si-mismo como una
individualidad que expresa la totalidad y Deleuze y Guattari desde una episteme
que intenta abarcar ambas ontologías, se puede pensar en el mantenimiento de
una historia o de un devenir, la pregunta, dadas las circunstancias, apunta a cuestionar
si ello es posible a pesar de las fuerzas que están operando para conducir el
mundo tal como lo conocemos.
La otra pregunta que surge,
más allá de lo analizado, es cómo pensar en una filosofía del proceso aplicable
a una praxis política.
[1] Ver al respecto: CASAS, S.
(2018). “¿Qué es la Matemática de la Historia?”. Revista Sàpiens. N° 197. Pp 10-15. [Documento en línea].
Disponible: http://www.deulofeu.org/es/que-es-la-matematica-de-la-historia-a-sapiens/
y FERNANDEZ B, F. (2009). Los Principios
Matemático-Históricos y la Evolución de la Libertad. Windermere. Publicado
por Fernández M. 146 p. [Documento en línea]. Disponible: http://www.gutenberg.org/files/30175/30175-pdf.pdf
[2] Ver al respecto: “IBN JALDÚN Y
EL IMPACTO POLÍTICO DE LAS MIGRACIONES: DE MACHIAVELLI A DELEUZE Y GUATTARI.
Reflexiones acerca de los procesos migratorios vistos como armas de destrucción
de alcance global” en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2018/12/ibn-jaldun-y-el-impacto-politico-de-las.html
[3] Ver al respecto: “NIETZSCHE Y EL
ACONTECIMIENTO: ¿UNA PERSPECTIVA LIBERAL?” en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2018/09/nietzsche-y-el-acontecimiento-una.html
[4] Ver al respecto: BENJAMIN, W.
(2007). Obras. Madrid. (T. J.
Navarro). Abada Editores. Atlas Walter Benjamín. [Documento en línea].
Disponible: http://www.circulobellasartes.com/benjamin/termino.php?id=1 [Consulta: 15MAY2015].
[5] Ver al respecto: WHITEHEAD, A.
(1929[1978]). Process
and Reality an Essay in Cosmology. New York. Free Press
Macmillan Publishing Co. 398 p. Versión en Castellano: (1928/1956). Proceso
y Realidad.
Buenos Aires. (T. J.
Rovira). Editorial Lozada. 475 p y LLANES, G. (2018). Whitehead: Proceso y Substancia. Una reconsideración desde la filosofía
medieval. Caracas. UCV. 258 p
[6] Ver al respecto: HEIDEGGER, M.
(1957[1990]). Identidad y Diferencia.
Barcelona. (T. H. Cortés y A. Leyte). Editorial Anthropos. 191 p y (2003). Aportes de la filosofía: acerca del evento.
Buenos Aires (T. D. Picotti). Biblia: Biblioteca Internacional Heidegger. 415 p
[7] Ver al respecto: BADIOU, A.
(1999). El Ser y el Acontecimiento.
Buenos Aires. (T. R. Cerdeiras, A. Cerletti y N. Prados). Editorial Manantial.
582 p
[8] Ver al respecto: DELEUZE, G y
GUATTARI, F. (2008). Mil Mesetas.
Capitalismo y Esquizofrenia. 8º éd. Valencia. (T. J. Vásquez y U.
Larraceleta). Editorial Pre-Textos. 522
p y (1991/2005). Qu’est-ce que la
Philosophie? París. Editorial Minuit. 206 p. Edición portuguesa (2009). O que é a Filosofia? Sao Paulo. (T. B.
Prado y A. Alonso). Editora 34. 279 p
[9] Ver al respecto: BLANCO, E.
(2016). Ontología de la Guerra: Crítica
al concepto de guerra en las obras de Hardt y Negri. Caracas. Editorial
Rivero-Blanco. 476 p.
[10] El ‘afuera’ en este caso es
visto de manera discursiva, es decir, ‘Dios lo quiere así’ o ‘Dios lo quiso así’.
Decirlo de otra manera es aceptar la existencia de un Dios afuera del mundo que
lo dirige. Esto es un problema de la fe de cada individuo. Un ejemplo es el
caso de Benjamín, si bien tiene una visión laicista cree en la existencia de un
Dios que no interviene en los hechos del mundo como lo vemos en el Angelus Novus.
[11] Ver al respecto: “LA TEORÍA DE
LOS CICLOS HISTÓRICOS DEL DR. JOSE GIACOPINI ZARRAGA: UNA REVISIÓN A LA LUZ DEL
PRESENTE Y DEL FUTURO POR VENIR” en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2012/05/la-teoria-de-los-ciclos-historicos-del.html
[12] Ver al respecto: Tratado Teológico-Político en SPINOZA,
B. (1677/2011). Tutte le Opere.
Milano. (T. M. Buslacchi, A. Dini, G.Durante, S. Follini y A. Sangiacomo).
Editorial Bompiani. 2838 p.
[13] Ver al respecto: “Principales
líderes religiosos firmarán una declaración de amistad en 2020” http://www.eluniversal.com/internacional/21699/principales-lideres-religiosos-firmaran-una-declaracion-de-amistad-en-2020
Esta iniciativa recuerda la obra de Nicolás de Cusa denominada La Paz de la Fe realizada como
consecuencia de la caída de Constantinopla
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar