Josmar Fernández
@josmarfernandez
josmarfernandez@gmail.com
Venezuela, Guyana, las transnacionales y la CIJ
A partir de la notificación
realizada por la Corte Internacional de Justicia (CIJ), a través de su página
oficial, el viernes 29 de mayo, informando que daría curso vía videoconferencia,
debido a la pandemia generada por el COVID19, a las audiencias públicas
referidas al caso pendiente entre Guyana y Venezuela sobre el Laudo Arbitral de
1899. Los comentarios no se hicieron esperar y por eso resulta interesante
hacer una revisión de la situación.
Con la firma del Acuerdo de Ginebra en 1966, se instaba a “buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia” a través de la creación de una Comisión Mixta que, en 4 años no dio resultados. Inmediatamente se firma el Protocolo de Puerto España en 1970 y se suspenden las conversaciones por 12 años. Cumplido el período, Venezuela denuncia el Protocolo, pero por falta de acuerdo entre las partes se pierden 7 años más, cuestión que presionó el acercamiento hacia el Secretario General de las Naciones Unidas, estableciéndose como mecanismo de arreglo pacífico de la controversia, los Buenos Oficios en 1989, facilitando el acercamiento entre las partes, pero sin ningún progreso significativo hasta el año 2017.
Haciendo un balance, llevamos 54 años en espera de resultados
positivos. Si bien los temas territoriales no son de fácil y rápida solución, ante
lo que en teoría de juegos se llama juego de suma cero, Antonio Guterres, Secretario
General de la ONU el 30 de enero del año 2018, escoge el arreglo judicial (CIJ)
como mecanismo de solución de controversia. Guyana aplica la solicitud ante la
CIJ el 29 de marzo de 2018, mientras que, Venezuela manifestó al día siguiente que
lo desestima y posteriormente el 28 de noviembre de 2019, consigna ante la
Secretaría de la CIJ un “memorándum donde reitera su posición sobre la falta
de jurisdicción de esa instancia judicial internacional respecto de la demanda
unilateral”.
Guyana, Estado de reciente
creación, pequeño, pobre, con marcadas diferencias raciales y problemas
gubernamentales de corrupción, se preocupó por hacer lobby en los organismos
internacionales, realizó alianzas estratégicas y fortaleció relaciones y apoyos
con Caricom y Commonwealth, avanzó en los procesos de delimitación marítima
pendientes con los países vecinos, propuso la extensión de su plataforma
continental, flexibilizó su legislación para atraer inversiones y así,
consolidó la presencia de algunas de las empresas trasnacionales más
importantes del mundo, en el territorio bajo su jurisdicción -incluyendo el Esequibo-,
transgrediendo así los derechos de Venezuela sobre su proyección marítima en el
Atlántico, que hoy se ven amenazados.
Venezuela, desde el primer momento
apostó por la negociación directa y la confianza del cumplimiento de buena fe
por parte de Guyana de lo convenido en el Acuerdo de Ginebra, cuestión que,
independientemente de ello, si hemos honrado. Ha insistido por más de 30 años, ingenua
o soberbiamente, por un mecanismo dentro del cual no se han logrado avances
porque los intereses en juego son, sin duda, mutuamente excluyentes. Las
acciones parecieran limitarse al ámbito diplomático, a través de acercamientos
poco exitosos por la vía de la cooperación bilateral, pero también, mediante innumerables
y enérgicas notas de protestas que lograron neutralizar en muchas oportunidades
las pretensiones del Estado vecino.
Ahora, pese a la decisión soberana
de no reconocer la jurisdicción de la corte, persisten dudas en algunos
sectores sobre el compromiso asumido en el artículo IV del Acuerdo de Ginebra, donde
se cita el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas, en el cual el
arbitraje y el arreglo judicial están incluidos dentro de los medios de
solución pacífica. De otra parte, han resurgido cuestionamientos sobre la
actitud de las transnacionales
frente al conflicto, ideas sobre poblar la Guayana Esequiba o acercar los
programas sociales, crear un nuevo estado, entre otras propuestas que fueron desestimadas
en su momento. Cabe la pregunta ¿por qué serían pertinentes ahora?
Un
caso aleccionador, cuando el entonces ministro de la juventud Charles Brewer
Carías junto a un grupo de 50 jóvenes voluntarios, se adentraron en una sección
de la parte norte del territorio Esequibo, durante la Semana Santa del año
1981, y levantaron información importante donde demostraban -para ese entonces-
el intensivo desarrollo que Guyana había adelantado durante los 12 años de congelamiento
de las negociaciones e instaba a hacer lo propio. Ello trajo consigo fuertes
señalamientos al entonces ministro, por parte de personajes de la política
venezolana y algunos de sus pares dentro del gabinete ministerial; probablemente
una de las razones de su salida del ministerio.
Lo
cierto es que nunca se les ha explicado a los venezolanos por qué dichas
acciones se consideran inconvenientes, como tampoco se aborda esa matriz de opinión,
39 años después, de repoblar y desarrollar actividades sobre un territorio que,
aunque sujeto a reclamación, está administrado por otro actor desde hace 121
años.
Pareciera
que la situación exige sincerar escenarios, redefinir estrategias, informar y
reeducar eficientemente a los venezolanos sobre las ventajas y desventajas que
representa este conflicto, así como neutralizar matrices de opiniones que, por
no atender a tiempo, se han atrincherado en el pensamiento colectivo
venezolano.
Como decía Simón Rodríguez
“Inventamos o erramos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario