viernes, 19 de junio de 2020

REFLEXIONES EN TIEMPO DE PANDEMIA V. La reclamación del Esequibo en un eterno debate.



Josmar Fernández

@josmarfernandez

josmarfernandez@gmail.com 


Esta semana correspondía retomar el tema de los expertos en materia de fronteras y límites, sin embargo, desde hace unos días, el grupo Mi Mapa ha realizado interesantes cuestionamientos sobre el comportamiento pasivo de los venezolanos, exteriorizando un clamor nacional, de vieja data, de exhortar al Estado venezolano a ser más agresivo en su accionar respecto a la reclamación del Esequibo, espacio geográfico que no se nos pretendió despojar con el Laudo de 1899, sino que, en efecto se nos despojó.

Analizando los últimos 50 años, no se ha dado un debate nacional en esta materia, como tampoco se nos habló propiamente de las ventajas y desventajas que representaba para Venezuela, la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966.

Siendo éste el único instrumento jurídico que garantiza, al menos, el reconocimiento por parte del Reino Unido y Guyana, de una contención por parte de Venezuela, cuestión que no significa de ninguna manera, que se haya dejado sin efecto el Laudo Arbitral, declarado unilateralmente nulo e írrito; no es menos cierto que tiene sus bemoles y así lo dieron a conocer en su oportunidad insignes venezolanos de la talla de Efraín Schacht Aristiguieta, Marcos Falcón Briceño, Isidro Morales Paúl, Carlos Sosa Rodríguez, Pedro José Lara Peña, Juan Carlos Rey, Ramón Carmona y el jurista y ex canciller René de Sola, como uno de los mayores críticos, quien publicó “Guayana Esequiba y el Acuerdo de Ginebra” donde exponía a detalle sus reservas sobre el acuerdo. Tales observaciones parecieran no haber tenido mayor repercusión, al menos el debate sobre los posibles desafíos que se nos presentarían a futuro no se dio. Para el año 1981 Pedro José Lara Peña decretaba tajante “con el Acuerdo no hemos logrado ningún paso positivo ni lo haremos en el futuro”. Expresión lapidaria.

Sería inútil a estas alturas, profundizar sobre lo que dejamos de hacer internamente en 54 años y hoy nos pasa factura. Para dar un ejemplo y, apartando la cuestión político-partidista, que tanto daño ha hecho en este particular, sería irresponsable negar que en el año 2013, un grupo de diputados de “Movida Parlamentaria”, encabezado por la entonces diputada María Corina Machado, preparó un proyecto de ley para ser introducido ante la Asamblea Nacional, cuyo objeto era reforzar la posición de Venezuela en el territorio en reclamación ante las pretensiones de Guyana, la idea central era determinar las zonas marítimas, incluyendo la plataforma continental extendida, correspondiente a la proyección de la fachada atlántica del estado Delta Amacuro y hacer reserva expresa de los derechos de nuestro país sobre el Esequibo.

El proyecto se desestimó en su momento, luego, en el año 2018 se creó la Comisión Mixta de Defensa del Esequibo y su Fachada Atlántica de la Asamblea Nacional (AN) a quien se le instruyó “iniciar la preparación de un proyecto de ley que fije claramente los espacios correspondientes a la Fachada Atlántica, e igualmente convoque activistas y expertos en la materia, con el objeto de elaborar los proyectos de leyes necesarios que tengan que ver con la reafirmación de nuestra integridad territorial y marítima”. Hasta hoy no se conocen detalles al respecto.

Analizar la controversia implica conocer la perspectiva venezolana y comprender los argumentos esgrimidos por Guyana, para poder realizar cuestionamientos sensatos. Ello nos lleva a identificar una discrepancia de interpretaciones: Venezuela afirma que la controversia es territorial, lo que implica la devolución del territorio que le fue despojado, Guyana sostiene que la controversia es jurídica, reconoce la contención de Venezuela al manifestar unilateralmente que el Laudo de 1899 es nulo e írrito, por lo cual, exige discutir en principio la validez o no del Laudo ¿Cómo se concilian dos interpretaciones de la controversia, mutuamente excluyentes? ¿Cómo se selecciona el mecanismo para solventar la controversia, si su aplicación depende precisamente de ello?

Remitirnos al Acuerdo de Ginebra, implica referir el artículo IV, tremendamente discutido, en el cual se cita el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas, donde el arreglo judicial está previsto, sin embargo, hay quienes sostienen que es un párrafo enunciativo, porque Venezuela no hace reconocimiento expreso de la jurisdicción de la Corte y no creen que se pueda interpretar de tal manera.

En todo caso, la negociación obliga a pensar en mínimas y máximas aspiraciones respecto al territorio Esequibo, hay que decirlo responsablemente. Alimentar un discurso diferente, puede llevarnos al punto poco conveniente de una escalada del conflicto, cuestión que se traduciría en una amenaza a la paz de la región. Pareciera que no se ha puesto sobre la balanza el efecto rebote, por parte de la sociedad venezolana hacia las fuerzas políticas, ante el posible desenlace de esta controversia.

Debemos dejar la ingenuidad, las relaciones internacionales no se basan en hacer amistades, sino en entrar en un juego de intereses nacionales y poder. Estamos en una situación compleja y desfavorable, frente a una CIJ impredecible, cuya aceptación del caso podría significar una solución conforme al estricto derecho o con arreglo de normas de equidad, ex aequo et bono. Hay que decirle al venezolano que la tendencia en sus decisiones ha sido lo segundo y ello no necesariamente nos beneficia, tampoco se puede seguir vendiendo la idea de teorías conspirativas o apostar al desprestigio de los organismos internacionales que son consultados por la comunidad internacional.

Con una visión clara, el profesor Juan Carlos Rey refería “la tentación de la demagogia” como un peligro en la conducción de nuestra Política Exterior y del cual debemos estar atentos, cuyo significado es “abdicación por parte de los líderes políticos de su responsabilidad de tomar decisiones y el renunciar a su deber de tratar de orientar a la opinión pública por temor a la impopularidad”. En 1962 nos pronunciamos oficialmente respecto a la reclamación, hay dos opciones: quedarnos de brazos cruzados para luego señalar responsables, nuestro pasatiempo favorito, o pensamos en una mejor estrategia que el discurso retórico.

No hay espacio ni tiempo para falsas expectativas, hacen seguimiento Colombia y algunos países del Caribe, con los que tenemos una delimitación de áreas marinas y submarinas pendiente.



1 comentario:

  1. Sería importante evaluar los casos en que la Corte ha aceptado seguir un juicio sin una de las partes y cuál ha sido el resultado

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