1.- Introducción
La
conciencia acuática es una expresión cuyo devenir se inició en la alborada del
siglo XXI viviendo en consecuencia un importante proceso de conceptualización cuyo
fin ha sido no sólo el de alcanzar una efectiva consistencia en el plano de
inmanencia que en sí constituye el pensamiento, sino también sea expresión
concreta del devenir de los venezolanos en tanto que productores de sí mismo y
de sus medios para la vida. En este contexto, asumimos la expresión ‘acuático’
desde la perspectiva del ciclo del agua que envuelve a todos los seres vivos
que habitamos en este mundo. Esta expresión de ’conciencia acuática’ fue
conceptualizada originalmente por Pedro González Caro (2006), como
“la sumatoria de las
representaciones simbólicas elementales (expectativas, conocimiento, sentido de
pertenencia, identidad, entre otras) relacionadas a los Espacios Acuáticos de
nuestra geografía, con las que la media de los venezolanos se interpreta a sí
mismo, dentro de las coordenadas tempo espaciales que dan sentido a su accionar
social”[1].
Estas
representaciones que entendemos intencionalmente como la consecuencia de la
relación recíproca de los venezolanos con dichos espacios que se ha
materializado en la expresión de conciencia acuática ha sido la concepción de La
Venezuela Azul, que fue definida místicamente por O. Mendoza como
“un concepto marcado
por un signo el color ‘azul’ que refiere religiosidad, infinitud,
contemplación, serenidad y acción, cuyos contornos consideran los espacios
[acuáticos] como unas raíces que se insertan en el territorio continental y
convoca su uso, su conocimiento, su mantenimiento y la esperanza como expresión
cultural”[2].
Esta
frase, al igual que la desarrollada por González Caro, indica una
intencionalidad que como signo y significado remiten a un origen que mezcla lo
mundano y lo divino, a una historicidad[3] y a una identidad derivada
de ese origen que se remonta a la confluencia de tres civilizaciones acuáticas:
la hispánica, la africana y la aborigen[4]. Estos tres últimos
aspectos indicados refieren la existencia de dos criterios: uno de verdad y
otro de identidad que debemos tener muy presente. Finalmente, la Directiva
Estratégica del Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos 2021-2025: El
Horizonte de la Venezuela Azul (DESINEA 2021-2025) elaborada por el
Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos (INEA) define la conciencia
acuática como
“El conocimiento del
pueblo de las dimensiones físicas, posibilidades y recursos existentes en todos
los espacios acuáticos; así como la convicción popular de la importancia de su
aprovechamiento sustentable...”
Agregando,
además
“Cualidad sobre el
estado de conocimiento y experiencias vinculados con los espacios acuáticos,
permitiendo una valoración sobre su importancia en la propia supervivencia y en
la sustentabilidad de su desarrollo”
Como
se puede observar en esta conceptualización la intencionalidad del concepto apunta
a llenar un vacío a través del conocimiento y experiencias conscientemente adquiridas
del uso de los espacios acuáticos. A este punto estamos entendiendo como
experiencia el efecto de algo que sale del interior de cada quien, para probar,
intentar o arriesgar frente a las cosas del mundo para luego interiorizarlo.
Estas
diversas orientaciones nos permiten examinar los dos criterios de verdad e
identidad presentes en el concepto de conciencia acuática desarrollado por el
INEA para determinar su consistencia. Para tal fin vamos a analizar el concepto
de conciencia acuática desde una perspectiva conceptual, seguidamente vamos a
valorar el concepto de conciencia acuática siguiendo el criterio de verdad
antes indicado y finalmente vamos a valorar dicho concepto desde el criterio de
identidad. Con esta estrategia metodológica creemos que podremos establecer en
el plano de inmanencia que en sí constituye el pensamiento, de acuerdo con
Deleuze y Guattari, el acontecimiento de transapropiación que permitirá a los
venezolanos usar de forma sustentable y sostenible los espacios acuáticos.
1.- El
concepto de conciencia acuática de DESINEA desde una perspectiva metafísica
El concepto de conciencia acuática nos obliga inicialmente
a conceptualizar el concepto en tanto que concepto y la conciencia acuática
como experiencia consciente y estado mental conscientemente experimentado en
función de una intención espacialmente determinada.
Un concepto es un objeto, una entidad que puede
ser eterna es autorreferencial, de difícil representación y se define por su
consistencia. Como elemento último de todos los pensamientos, Gilles Deleuze y Félix
Guattari definen el concepto desde tres perspectivas que examinaremos a
continuación.
En primer lugar, un concepto tiene componentes basados
en otros conceptos, y se definen por ellos y remiten a problemas que sólo pueden
ser aislados y comprendidos en la medida en que son solucionados[5]. Desde esta perspectiva, la
conciencia acuática posee dos conceptos básicos que operan como símbolos
de las significaciones: ‘conciencia’ y ‘acuático’ y remite a un problema que,
como dijimos, expresa una carencia en cuanto a desconocimiento y uso. La
conciencia tiene dos lecturas: por una parte, “reconocimiento de algo, sea de
algo exterior, como un objeto, una cualidad, una situación, etc., sea de algo
interior, como las modificaciones experimentadas por el propio yo” que podemos
relacionarla con la comprensión, el conocimiento observado desde la prehensión
del espacio y la significación y sentido desde diferentes ángulos de análisis
como el aprovechamiento del mismo así como la seguridad de los usuarios y, por
la otra, “Conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar
moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios” que permite
entender la carencia antes señalada como mala y el uso como bueno desde un
autojuicio desde diferentes enfoques: del autocontrol, la valoración y
autovaloración, la responsabilidad ante la sociedad y la concientización[6].
Estas dos lecturas apuntan a la realidad
entendida desde el plano de la carencia que se expresan por la falta de
utilización de un espacio y las acciones que intencionalmente promueve para
eliminarla, es decir: ‘conocimiento y experiencia’ y ‘convicción’ y
‘valoración’. El conocimiento y la experiencia apuntan al espacio físico en sí
y las actividades que se realizan desde una perspectiva política, estética,
económica, psicológica, etc., en lo que concierne a la comunidad como un todo.
La convicción y la valoración están relacionados con el fuerte convencimiento
de la necesidad de acrecentar el uso de los espacios acuáticos como medio para
que cada venezolano pueda satisfacer libremente sus necesidades y pueda hacerlo
en mejores condiciones, es decir, pueda considerar la existencia de valores
establecidos mediante una acción específica que no suprimen nuestras libertades
y podamos valorar desde una perspectiva que no sea arbitraria y esté en
consonancia con el resto de la comunidad política llamada Venezuela en función
de sus deseos y aspiraciones[7]. Sobre esto volveremos más
adelante.
En segundo lugar, para estos autores un
concepto tiene tres componentes: primero, un mundo posible, que remite a una
historia que en nuestro caso abarca más de cinco siglos e incluye una
costelación que comprende tres civilizaciones (europea, aborigen y africana) y
a una lógica modal que hace de esta historia una espiral de movimiento y
progreso que incluye las detenciones y retrocesos, y evidencia en estos últimos
doscientos años un devenir, segundo, un rostro existente que establece un
contorno que remite a un espacio abstracto[8], los espacios acuáticos,
en tanto y en cuanto el hombre sólo puede estar en él mediante el uso de plataformas
adecuadas a tal fin y refiere los ríos, los lagos y los mares hasta la milla
náutica 12,1 que nos separa de un tercer Estado y, tercero, un lenguaje que permite
desocultar lo que hay en el pensamiento y la experiencia en función de la
existencia de un espacio con significados, es decir, los espacios acuáticos que
en nuestro caso en particular se sintetiza bajo una expresión retórica, la Venezuela
Azul, por medio del cual, a través de otro concepto se busca
intencionalmente establecer una relación de correspondencia orientada a lograr
que, cuando se nombra el concepto simbólico se produzca el efecto deseado, esto
es, la producción de sí mismo en y para los espacios acuáticos. Teniendo
presente esta visión simbólica señalamos en el pasado reciente que la Venezuela
Azul es una expresión ideal que apunta a la proyección de los
venezolanos en los espacios lisos (siguiendo el concepto desarrollado por
Deleuze y Guattari) desde una perspectiva espiritual y material[9]. Esta
forma
simbólica ha buscado, por una parte, conectar los espacios acuáticos con la
conciencia del venezolano y, por la otra, recuperar el fundamento trascendental
acuático de nuestro origen que permitió la territorialización del espacio que
hoy constituye Venezuela.
En este sentido Jairo Bracho, en su novela Muana
Ïmajana. El Alma de la Sombra[10],
nos desvela el mito Matakabi relacionado con la capacidad de entrar en
la nada, el vacío o lo absoluto a través de la palabra en tanto y en cuanto la
palabra es el medio que nos conecta con lo divino y con los espacios acuáticos
como seres-en-y-para-los-espacios-acuáticos desde una perspectiva originaria.
Pero la conexión entre los aspectos humanos y divinos que refieren a un origen
lo desarrollaremos en el siguiente parágrafo. Sólo nos interesa mostrar aquí
cómo conceptualmente hay un anclaje ontológico que nos permite contar con un
fundamento sobre el cual podemos pensar conciencialmente desde un origen
plenamente determinado.
Finalmente, en tercer lugar, un concepto es el contorno,
la configuración y la constelación de un acontecimiento por venir que en
nuestro caso se expresa en la puesta en ejecución de la DESINEA, en primer
lugar, a través del incremento de la formación en calidad y en número de la
gente de mar y de todos aquellos venezolanos que participan y participaran en
las actividades conexas relacionadas con el mundo acuático, en segundo lugar, el
fomento de los usos de los espacios acuáticos mediante la promoción de la
conciencia acuática y, finalmente, la promoción de la protección del medio
acuático en términos de sustentabilidad y sostenibilidad. Como se puede
observar aquí, la orientación estratégica nacional apunta a la formación y la
promoción, sin embargo, falta un aspecto observable en el plano axiológico desde
los ángulos ético, estético y religioso que timológicamente, entendida como un
positivo impulso vital generador del movimiento y de la agitación[11], empujen a los venezolanos
al emprendimiento, es decir, se lancen a los espacios acuáticos observando este
acto como un valor que debe ser asumido y practicado. Sobre el tema del valor
volveremos en el siguiente parágrafo por la relación existente entre valor y
verdad desde el ángulo de la conciencia acuática.
Desde la perspectiva fenomenológica de la
experiencia consciente, consideramos que acaecen actos de esa naturaleza en los
espacios acuáticos, como por ejemplo la sensación oceánica[12], pero como estos no son suficientemente
percibidos por la comunidad política la DESINEA persigue aumentar dichos actos
en cualidad y cantidad con el fin de hacer esta experiencia plena y beneficiosa
para los venezolanos. Sin embargo, David Chalmers (1999) expresó que existe una
brecha explicativa entre la experiencia consciente y el plano físico donde esta
acaece y, aunque hay una sistemática interrelación entre ambas, creemos que la
conciencia constituye la superación de lo físico en los términos que ya hemos
analizado como reconocimiento de algo y como conocimiento del bien y del mal, desde
el mismo momento que las propiedades fenomenológicas son ontológicamente
independientes de las propiedades físicas[13]. Sin embargo, como
veremos más adelante vamos a apelar a las pasiones como vehículo de
comunicación.
Si consideramos ahora la posibilidad de emitir juicios
sobre los espacios acuáticos desde una perspectiva territorializada hasta la no
territorializada se tiene que en el primer caso el juicio se produce por
desconocimiento y el segundo porque nos encontraríamos ubicados en el plano
kantiano de lo sublime, o sea de inconmensurabilidad, que puede generar
sentimientos de admiración, de rechazo y/o de temor-terror[14]. En ambos casos estamos
considerando que los espacios acuáticos poseen algunas propiedades fenoménicas que
pueden ser observadas como propiedades básicas del mundo, es decir, vientos,
corrientes, etc., que pueden derivar en otros fenómenos previstos o imprevistos
que entran en un plano psicofísico porque explican cómo las propiedades
fenoménicas que se traducen en sensaciones y sentimientos dependen de las propiedades
físicas del espacio.
Este enfoque, que entendemos como naturalista,
plantea, por una parte, que todo lo que acaece es una consecuencia de la
existencia de una red de relaciones cuyos componentes poseen propiedades y
leyes básicas que afectan al conjunto de los miembros que la integran, y, por
la otra, esta concepción es compatible con el estadio de desarrollo de la física
moderna. Desde esta perspectiva, la conciencia es solo otro fenómeno natural
que en lenguaje spinoziano es producto de la relación de sensaciones y
sentimientos desde la trinidad entorno-cuerpo-mente por lo que lo físico, en
nuestro caso, nuestra relación con el espacio acuático, y lo fenoménico, es
decir, la experiencia consciente que de él se deriva, son dos aspectos
diferentes de una misma naturaleza. Sin embargo, viene la pregunta crucial que
da sentido a este ensayo: cómo inclinarnos por algo, es decir, los espacios
acuáticos, si lo hemos experimentado conscientemente muy poco. Creemos que ello
es posible por dos vías: una parte de la máxima spinoziana de que lo que es
útil para el hombre es el hombre mismo que en sí misma es un acto del
entendimiento de acuerdo con el filósofo neerlandés de un objeto intencional de
un estado mental que existe dentro de la propia mente y no tiene por qué
corresponder a un objeto externo a ésta con lo cual una política establecida
institucionalmente entra dentro de este ámbito[15], y la otra parte proviene
de los estudios neuronales que nos pueden reconectar con nuestros propios orígenes
a partir del grado de desarrollo de la física cuántica vista como una caja de
probabilidades donde acaecen infinitas interacciones en millonésimas de segundo[16]. Es decir, nuestra mente
es influida por el mundo que nos rodea y esta influencia la utiliza para
ordenar o poder guiar la acción que es transmitida al cuerpo o a alguna parte
de éste. Según Galíndez, la mente señala
“el camino para que se
ejecute la acción, pero no en forma desordenada, sino de acuerdo a la idea, que
se forma con la inteligencia que poseen, entre otras partículas, los electrones
que sensorialmente han sido influenciados por el medio debido a la conciencia
de la realidad y que junto al resto de las micropartículas o partículas
cuánticas que forman la materia, reciben millones de señales que luego permiten
construir las ideas transmitidas por el sistema neuronal a través de los
neurotransmisores. Es decir, se reciben sensorialmente las señales, se convierten
en ideas y luego son transmitidas por el pensamiento de acuerdo a la conciencia
de la realidad, por el sistema neuronal para que se ejecute la acción”
(2007:25-26).
Aquí observamos cuánticamente, desde la
perspectiva spinoziana, que una infinidad de sensaciones que podemos
circunscribir al entorno acuático, se convierten en sentimientos que pueden ser
tristes o alegres en un contexto de unidad que se expresa en una multiplicidad
capaz de ser percibida desde una visión ‘emergentista’ fundamentada en la existencia
de un origen, como examinaremos seguidamente. Si bien no está claro cómo se
produce la conciencia en esta totalidad a través de estas interacciones,
creemos en la multiplicidad de percepciones y de la unidad del sentimiento que
de ella se genera y creemos también que esta unidad es espacial y temporal y su
recurrencia genera hábitos y recuerdos.
Esta visión en sí misma es monista desde el
mismo momento que considera la realidad de forma unificada, es decir, considera
la mente como expresión de un fenómeno que es consecuencia de la fisiología y su
interacción con el entorno. Si consideramos la importancia que revisten para la
humanidad los océanos y el ciclo del agua como un todo podemos entender que
esta unidad es acuática: el agua es fuente de vida. Dentro de esta forma de
monismo podemos encontrar el denominado como ‘emergentista’ que considera que los
procesos mentales son efecto de la existencia de sistemas neurales en los organismos
dotados de un sistema nervioso desarrollado y complejo capaz de recibir percepciones
múltiples. En lo concerniente a los procesos mentales humanos el medio de
interacción es físico y sociocultural. Así pues, los procesos mentales, en
general, emergen de un origen y tienden a la conformación de una conciencia, en
principio, unificada y, que creemos tiende a ser integral luego de haber
seguido, por una parte, un largo proceso evolutivo (filogénesis) que se produce
por saltos y, por la otra, un desarrollo individual (ontogénesis)[17].
La relación entre procesos mentales e
interacción con el medio físico, en nuestro caso acuático, y sociocultural nos
indica la existencia de vínculos entre la conciencia y la cognición que se
expresa en las practicas que se desarrollan en el entorno específico para
perseverar en la propia existencia. Según Chalmers esta relación es sistemática
con lo cual, la naturaleza de la cognición es fundamental para la explicación
de los estados de conciencia debido a que a través de ella es que podemos captarla. La
importancia de esta afirmación obedece a la carencia a la cual hemos hecho
mención, es decir, en la relación recíproca de la experiencia consciente y la cognición
las fallas en la cognición han impedido una experiencia plena y las fallas en
la experiencia plena ha dificultado la cognición. Desde esta perspectiva
comenzamos a observar que estas fallas están relacionadas con la virtud,
entendida como conatus, para usar los espacios acuáticos. Dicho de otra
manera, falta el timo que vitalmente impulse al emprendimiento o producción de
sí.
Al aspecto fenoménico del estado mental que expresa el carácter
cualitativo de la experiencia consciente consiste en un modo de sentir que es sólo
introspectivamente accesible. Según Chalmers, este estado mental consciente “ligado
a una sensación cualitativa, una cualidad asociada de experiencia” se denota con la
palabra latina ‘qualia’ (1999:26). Desde esta mirada, en tanto
que experiencias en primera persona en un espacio y un tiempo determinado podemos
decir que cada una tiene un carácter cualitativo diferenciado que
sentimos como por ejemplo el dolor, el sabor, el sonido, el color, u otros que generan
tristeza o alegría y son procesados por la mente en un único campo unificado
como estados (procesos, eventos, entre otros conceptos) que son cualitativos y
subjetivos que nos permiten hablar de conciencia en términos fundacionales.
Así pues, la cualitatividad, la subjetividad y
la unidad podemos entenderla como tres aspectos diferenciados de la esencia de
la conciencia. Junto a esta conciencia se agrega el timo o conatus
para impulsar a un individuo o a una comunidad a ser-en-los-espacios-acuáticos.
Es pensar cómo desarrollar un qualia acuático que ayude a expresar
lo bello, lo bueno y lo verdadero que poseen los espacios acuáticos de una
manera trascendente como fundamento de una conciencia unificada e integral, así
como el mito de las nereidas dieron seguridad, bienestar y sosiego a los
usuarios de los espacios acuáticos a partir de una experiencia consciente que
de individual se fue haciendo colectiva. La trascendentalidad a la cual hicimos
mención persigue intuir la unión profunda con la totalidad de todo lo que
percibimos. Un ejemplo de quaila acuático, en este contexto, se produjo
cuando las bulas alejandrinas permitieron a españoles y portugueses colonizar,
comerciar y evangelizar a través de la exclusividad del uso de los espacios
acuáticos.
Así pues, si se tiene presente que el concepto
de conciencia acuática es intencional, apunta a la solución de un problema que
se traduce en bienestar, seguridad y sosiego para los venezolanos, la
conciencia acuática la observamos como una experiencia consciente unificada, un
qualia que produzca una metamorfosis que entendemos como una forma de
concienciación que buscamos sea integral de modo que nos permita de forma
atemporal tener presente nuestros orígenes y nuestro futuro de una manera
a-perspectiva. Siguiendo a Erick Del Bufalo, la metamorfosis es “un cambio de
forma empírica según la incesancia del devenir de la conciencia” (Llanes,
2020:110)[18]
que, en nuestro caso, busca una reterritorialización de los espacios acuáticos.
Finalmente, reinterpretando a Jean
Gebser, podemos decir que la conciencia es la capacidad de sondear aquellas
interconexiones que nos constituyen en un acto continuo de integración y
dirección que nos permte observar y actuar con funciones reguladoras. Dado que
la conciencia está sujeta a las metamorfosis que va transfiriendo una presencia
originaria predada al hombre, expresa con cada nueva transformación que esta
presencia de origen se realiza y se concreta a través de él. Así pues, la
conciencia es una intensidad capaz de integrar las diferentes metamorfosis en
su totalidad en el hombre y está fundada en esta presencia de origen que es una
conciencia cosmica que Gebser denominó experiencia radical (1949 [1985]:204)[19].
Consecuentemente, Hannah Arendt en La vida
del espíritu planteó que, el gusto es la fuente para la conformación de un
sentido común que puede crear las condiciones de posibilidad de construir un
tejido originario que fundacionalmente genere un orden político estable[20]. Desde este enfoque, lo
bello puede contribuir a generar lo bueno y lo verdadero desde una perspectiva
originaria. Esto nos lleva a considerar lo bueno y lo verdadero en la
conciencia acuática.
2.- La
verdad y la conciencia acuática
El aspecto axiológico considerado
intencionalmente nos coloca en el plano de la ética y de la praxis que
observamos desde un enfoque fenomenológico estrechamente relacionadas en tanto
y en cuanto contribuye a desarrollar o promover aquello que denominamos qualia
acuático como fundamento para la creación de las condiciones de posibilidad
para que cada venezolano pueda perseverar en su propia existencia en mejores
condiciones. El ‘valor’ como fundamento de las concepciones de la existencia y
el mundo se caracteriza objetivamente, desde este ángulo de análisis, en
nuestro caso, en el hecho de que el uso de los espacios acuáticos es valioso
porque es una incontable fuente de recursos y un medio de comunicación que le
otorgan al mismo un carácter benéfico y utilitario[21]. Desde este ángulo de
análisis, la
verdad del valor está en los beneficios que se pueden obtener del uso, es
decir, en la medida en que los espacios acuáticos vayan dando cumplimiento a su
condición valorativa de la cual se parte teniendo presente que la realidad del
valor es el valer y que la ‘verdad’ en el sentido teleológico en que la estamos
usando está referida a la realidad de nuestros espacios acuáticos.
Como la teleología correspondiente a la
valoración y a las cosas reales es lo que los agrupa racionalmente, la razón
materializada en la DESINEA pasa a constituir el a priori teleológico
que, desde un enfoque moral, establece un criterio de valoración con los
espacios acuáticos desde el mismo momento que la acción ejecutada sobre el
mismo es tenida por buena posibilitando la generación de un movimiento
simpático de aunamiento en torno al uso de los espacios acuáticos. Desde este
ángulo de análisis la razón se constituye en uno de los fundamentos del devenir
de los venezolanos porque orienta y promueve en un horizonte experiencial
consciente los hábitos y potencialidades prácticas y desoculta, trayendo de
nuevo al presente, una parte de nuestro origen haciendo del pasado una especie
de co-presente. Aquí se está teniendo también en cuenta que la racionalidad de
la acción política que se ha emprendido en torno al DESINEA también considera los
afectos, los hábitos y otros aquellos factores que pudieron o pudiesen haber
sido impuesto y se realimentan con la praxis del presente que impiden el resurgimiento
del quaila acuático venezolano. Por ello, se ha establecido en la citada
directiva que actuar bien es usar los espacios acuáticos y este actuar debe ser
expresión de un salto disruptivo como lo señaló Jean Gebser, un acontecimiento
como lo expresó Martin Heidegger o un milagro como lo llamó Hannah Arendt. Actuando
bien, es decir, usando efectivamente los espacios acuáticos, se recupera y se
readquiere el conjunto de hábitos y disposiciones anímicas (el timo), es decir,
aquellas experiencias que fueron conscientes y ocultadas deliberadamente o no,
que unificará e integrará simpáticamente el modo de ser-acuático venidero de
los venezolanos permitiendo que cada uno persevere en su propia existencia en mejores
condiciones.
Esta es la naturaleza de la promoción del qualia
acuático que desarrolla la DESINEA en relación con la conciencia acuática
en la medida en que el desarrollo de los usos de los espacios acuáticos es
entendido como un fin absoluto en términos ético-normativos, a los que los
venezolanos conscientemente deben adherirse y deben sustentarse los fines que se
establezcan de manera individual y colectiva como sujetos éticos, de modo que
simpáticamente la congregación de las energías psíquicas de cada experiencia
consciente referidas a los espacios acuáticos puedan dotarlos de una nueva
identidad integral, subjetiva y viviente que contenga, a su vez, la totalidad
de la memoria acumulada y no segmentos de ella como ha sido hasta el presente. El
fin de la DESINEA, en este contexto, actúa en la comunidad venezolana como el
proyecto unificador integral en función del cual se podrían aunar las
voluntades de los venezolanos, midiéndose con ello la contribución que hace
cada uno, en función de la experiencia consciente adquirida, en términos de su
aproximación al fin común dirigido a que cada venezolano desarrolle en los
espacios acuáticos una capacidad productiva a partir de su quaila acuático
como modo de expresar una eticidad que moralmente garantice una duradera
solidaridad orgánica de la comunidad política denominada Venezuela[22].
Teniendo presente lo antes indicado si bien es
cierto que el criterio de verdad que estamos basándonos es el de utilidad y, en
cierta medida, el de correspondencia, la verdad podemos entenderla también desde
otros cuatro puntos de vista: como revelación, como coherencia, como basada
desde un momento originario y como desocultamiento permanente. La verdad como
utilidad la entendemos a partir de un benéfico, sustentable y sostenible uso de
los espacios acuáticos y la verdad como correspondencia la hemos establecido
teleológicamente como un fin último a través de la correlación del ‘valor’ y la
‘eticidad’. No nos vamos a detener en ambas debido a que existe abundante
material acerca de las potencialidades de los espacios acuáticos venezolanos[23]. Vamos a examinar el
resto de criterios de verdad que hemos indicado.
La verdad como una revelación en relación con
los espacios acuáticos fue de alguna manera desarrollada por Mendoza (2020) a
partir de la mística judeo-cristiana desde un enfoque ontológico y
epistemológico teniendo como plano de inmanencia el ‘azul’ del concepto de Venezuela
Azul. Es de advertir que la investigación realizada por este autor tiene
aún la tarea pendiente de ser difundida y discutida. En este ensayo nos hemos
propuesto analizar esa mística desde otra perspectiva espiritual. Desde nuestra
línea discursiva podemos entender la mística como una actividad espiritual que
aspira a conseguir la unión o el contacto del alma con la divinidad a través de
la experiencia consciente mediante el uso de los espacios acuáticos. Aquí se
incluye también la cruzada emprendida por Jiménez Rattia.
En este sentido, la tesis de Jean Gebser nos
permite observar la espiritualidad desde otro enfoque. Este autor en su obra “Ursprung
und Gegenwart” (Origen y Presente) la humanidad ha pasado por tres grandes
etapas espirituales (Op. Cit.): La primera es la imperspectivista, la segunda
es la perspectivista, y, finalmente, la tercera, es la aperspectivista. La
imperspectivista corresponde con la antigüedad y hasta la edad media. Se
caracteriza por la falta de perspectiva, cosa que se demuestra en la historia
de la pintura. La segunda etapa es la perspectivista. Está caracterizada por el
descubrimiento de la perspectiva en el renacimiento. Y la tercera, la
a-perspectivista que es consecuencia de un proceso discontinuo, una
metamorfosis producida a través de un salto cualitativo que está produciendo, a
su vez, la superación de la perspectiva, o dicho de otra manera de la
positividad, en el sentido que se puede observar en un objeto todas las
perspectivas antes indicadas a la vez[24]. Aquí debemos aclarar dos
cosas: la primera es que esta metamorfosis puede ser entendida, como lo hemos
estado indicando, como una creación ex nihilo, como "la
aparente" aparición a partir de la nada, que pudiera muy bien asociarse
con el acontecimiento en sentido whiteheadano, heideggeriano o
deleuzoguattariano puesto que solo el espíritu podría ‘sacar de la nada’ algo
y, la segunda, que los saltos cualitativos a los que se hizo mención son saltos
cuánticos y tienen que ver con los cambios que ha tenido históricamente la
conciencia. Esta etapa espiritual a-perspectivista es la que se encuentra
actualmente en proceso de constitución. La verdad revelada desde este enfoque
perspectivista obedece a que la posibilidad de observar al mismo tiempo origen
y presente expresa una forma de armonía que nos conecta con una nueva
espiritualidad. La creciente devoción en el país de la advocación de la Virgen
del Valle, patrona de los marinos, es una manifestación de lo expresado que
permite asociar lo acuático con lo divino como verdad revelada.
La verdad como coherencia debemos observarla
desde el concepto de decoherencia cuántica, es decir, desde la consideración
del hecho que los venezolanos viven dos realidades distintas: por una parte, en
una escala molecular o particular en la cual desde el punto de vista
onto-epistémico coexisten o se oponen entre sí desde una perspectiva
contraintuitiva en lo concerniente a pensamiento y la producción de medios para
su subsistencia y, por la otra, en una escala molar donde el estado exhibe un
comportamiento clásico sin los efectos contraintuitivos característicos de la
mecánica cuántica. Desde la perspectiva acuática la decoherencia se observa a
nivel molar en la dependencia del país de los espacios acuáticos para su
supervivencia y el poco uso que históricamente se ha hecho en dicho espacio a
pesar de ser parte integrante del espacio geográfico nacional y a nivel
molecular o particular en los óbices y deficiencias que han impedido de forma
deliberada o no que los venezolanos desplieguen sus potencialidades en ese
espacio.
Como dos de los principios de la decoherencia es
la interferencia y la superposición vamos a examinarlos a continuación. La
interferencia se produce por la infinidad de intencionalidades y de acciones
que acaecen dinámicamente en relación con las actividades que finalmente se
ejecutan en los espacios acuáticos, desde la perspectiva de un observador,
haciendo que se proyecte en la mente la realidad distorsionada en forma de espejo,
es decir, una fantasía en función de lo representado y, la superposición se
expresa probabilísticamente en la ocurrencia de los estados antes mencionados,
es decir, en el molar y en el molecular de forma simultánea y sucesiva que
generan una realidad bifurcada entre lo que se piensa y decida y lo que se hace[25].
Así pues, la verdad es la resultante de
percibir intuitivamente una realidad a partir de la consistencia, la coherencia
histórica y la no-ambigüedad en relación con las actividades que efectivamente
se realizan en los espacios acuáticos[26]. Como este criterio está
asociado a la correspondencia, debemos tener presente que los saltos a los
cuales hemos hecho mención más atrás sólo permiten visualizar la coherencia si
se observa como un proceso de evolución espiritual de acuerdo con nuestra línea
discursiva. En nuestro caso la percepción de la realidad y la praxis
consecuente debe abarcar de forma coherente a los espacios acuáticos.
La verdad como consecuencia de un pacto
originario nos remonta a los orígenes de la venezolanidad como punto de confluencia
de dos visiones del mundo en términos perspectivisticos siguiendo los criterios
de Gebser: una carente de perspectiva (imperspectiva) como la de las tribus
originarias como se puede observar estéticamente en los petroglifos hallados en
Venezuela (aquí hay que incluir también a las razas africanas traídas por la
fuerza) y otra perspectivista, que encontramos, por una parte, en la cultura
hispánica de talante renacentista, barroca e ilustrada y, por la otra, la
republicana de talante positivista y moderna. El paso de la visión carente de
perspectiva a la perspectivista se produjo cuando se consagró un sentido común
como consecuencia de la necesidad de defensa del espacio durante la Guerra del
Asiento en el año 1743[27]. Creemos que este fue el
momento fundacional y originario de la venezolanidad puesto que fue la base
para que la comunidad política pudiera adecuarse al cambio de circunstancia
político que significó la invasión napoleónica de España a inicios del siglo
XIX a pesar de lo cruento que fue nuestro proceso independentista. La ruptura
que significó el salto independentista produjo una desconexión con el mar a
pesar de que fue en el lago de Maracaibo y seguidamente en Puerto Cabello donde
se concretó la independencia venezolana.
Así pues, como experiencia consciente acuática
la verdad, desde una perspectiva originaria, se asienta en el hecho de que hacia
el mar se produjo la expansión caribe, desde el mar se produjo la conquista y colonización,
desde el mar se inició y posibilitó la independencia venezolana (expediciones
mirandinas y de los Cayos) y desde el mar han provenido las principales
amenazas a la república (diplomacia de cañoneras, bloqueo naval de 1902-1903,
guerra submarina en las costas venezolanas de 1942-1944, entre otras). Estos
momentos han acaecido tanto en la fase imperspectivista como en la fase
perspectivistica. Ahora bien, nosotros hemos hablado de una conciencia
unificada e integral que nos reconecte de nuevo con los espacios acuáticos y en
esta integralidad hemos incluido los criterios anteriores de verdad para lograr
una mayor consistencia y amplitud en lo que entendemos por conciencia acuática
como fase previa para establecer un nuevo marco de espiritualidad. Gebser
consideró esta conciencia unificada e integral como un campo. Vamos a examinar
ahora qué él entiende por campo.
Según Jean Gebser el concepto de campo está
asociado con el juego de acontecimientos significativos que marcan la traza del
despertar cósmico en un orden de la naturaleza dado. A este estado de despertar
el autor lo denominó conciencia integral o cósmica[28]. Esta conciencia se basa
en la percepción y la denomina Wahrnehmung (tomando la verdad)[29]. La palabra ‘campo’ aquí indica entonces percepción
atemporal dentro de una estructura de diferenciación temporal que incluye las
percepciones perpesctivisticas mencionadas. Preferimos usar la palabra ‘fracto’
como veremos a continuación. Para observar lo expresado con mayor claridad
imaginemos la obra ‘Guernica’ de Pablo Picasso. Cada fracto es una imagen
diferenciada, pero co-presente junto con otras imágenes dentro de la estructura
de percepción en un mismo tiempo y espacio, es decir, el campo perceptivo se
articula a través de los fenómenos perceptivos diferenciadores. Esta
diferenciación perceptual permite observar lo presente, lo pasado y lo futuro
de forma atemporal y simultánea. Esto puede observarse en clave spinoziana como
el tercer nivel de conocimiento que es el conocimiento intuitivo o el
conocimiento de Dios. Ese momento intuitivo que es discontinuo y atemporal es
lo que entendemos como despertar de la conciencia, en nuestro caso conciencia
acuática, conciencia integral u ‘origen’ como paso previo a una nueva forma de
espiritualidad. Esta integración que Gebser denominó transparencia en un estado
de conciencia aperspectivistica puede ser observado como una apertura integral
o cósmica en las mismas circunstancias observadas por Mendoza a través de su
exégesis de la Venezuela Azul (Op. Cit.).
Así pues, este estado de conciencia integral es
a-temporal, a-posicional y a-local, pero a su vez se produce dentro de un
movimiento cósmico que en clave spinoziana es la armonía con el todo. Según Gebser, el que pueda observar este
‘presente’ en términos espirituales “habrá superado la confusión de nuestra
época y verificará la realidad más grande y decisiva del todo…” que para él son
ambas cosas: Origen y presente. Gebser introdujo además la
noción de presentiation, es decir, el hacer presente las diferentes
estructuras perspectivisticas de la conciencia antes mencionadas de forma transparente
como forma de expresión de lo espiritual (Op. Cit.:428). Esta toma de
conciencia y aceptación de las diversas estructuras nos permite vivir a través
de las diferentes estructuras en lugar de ser sometido por ellas ("vivido
por" ellas en alemán) como más adelante volveremos a partir de la tesis
desarrollada por Martin Heidegger. Esto
nos lleva finalmente al plano de la cognición.
La verdad es un proceso de desocultamiento
permanente en tanto y en cuanto la realidad es estructuralmente dinámica. Desde
esta orientación podemos hablar del acontecimiento de la verdad y
consecuentemente que la verdad es producto de la conjunción de una relación
recíproca que abarca la superación de la experiencia consciente y la cognición como
expresión del surgimiento y/o resurgimiento del quaila acuático en lo
relativo al uso creciente de los espacios acuáticos para nuestro propio
beneficio.
El desocultamiento en sí mismo es, siguiendo a la
exégesis realizada Heidegger de los fragmentos de Heráclito, un proceso
armónico de ensamblaje que produce el surgir de aquello que envuelve y es ocultado
(1944:182)[30].
Desde este ángulo interpretativo podemos decir que los espacios acuáticos
fueron ocultados a los venezolanos desde el mismo momento que se produjo la
ruptura con España manteniendo más o menos el mismo estado de cosas existente
antes de la independencia de forma fragmentada.
El surgir en este contexto es descubrir lo
oculto y lo envuelto que los griegos pensaron como el ‘ser’ y a través de la
DESINEA se busca recuperar, y la
naturaleza (Physis), entendida a partir de su esencia relacional, es la
armonía, el ensamble, “[la que] toca al todo del ente como el desenvolver
ensamblador y el [disponedor] que despeja y decide” (Ibid.:184) y está haciendo
que se recupere el equilibrio armónico en la relación con los espacios
acuáticos que originalmente tuvieron los venezolanos. Lo que se opone a la
palabra ‘ocultar’, en este orden de ideas, es Legei, es decir,
descubrir, desocultar, dejar aparecer permaneciendo contenido en la unidad
originaria del ensamble (Ibid.:199). El medio que hace posible el desocultar,
el descubrir, el dejar aparecer es la techné.
La techné es la referencia que concierne a todo
producir en el sentido del fabricar humano, es decir, es la que hace que
podamos orientarnos en lo desoculto a partir de la experiencia consciente y en
los modos de alcanzar, de poseer y de cumplir lo desoculto, lo verdadero. Si
correlacionamos lo verdadero con la palabra “saber”, entendida en un sentido
amplio, entonces la techné es una especie de saber que ilumina, que da
“claridad”, por tanto, reinterpretando a Heidegger, esta techné la podemos asociar
con las palabras ‘acabamiento’ y ‘habilidad’ (Ibid.:226), que nos permite
asociar también lo verdadero con la experiencia consciente desde un enfoque
unificado e integral dirigido al ser-acuático venezolano. Conocer,
consecuentemente es desocultar lo oculto o lo ocultado en relación con los
espacios acuáticos en un proceso permanente en función del fluir de la
realidad.
Los criterios de verdad antes examinados, en
conjunto con la experiencia consciente y el proceso permanente del desocultar
constituyen el plano de inmanencia que permite pensar en un qualia acuático
venezolano y en el impulso vital, el timo, el conatus que hace este
acontecimiento posible. Este acontecimiento nosotros lo denominamos identidad
que analizaremos a continuación.
3.- La
identidad acuática
La conciencia unificada e integral acuática constituye,
para nosotros, el paso previo necesario para la conformación de la conciencia integral
en el sentido que nos ha indicado Gebser y como veremos en el sentido indicado
por Heidegger. La causa de esta afirmación está relacionada con el desarrollo que
hace del concepto de sentimiento oceánico freudiano. Gebser lo reinterpretó como
un registro acústico del recuerdo “del mar primigenio - y por lo tanto del alma
primordial - y del sonido del nacimiento” (Op. Cit.:326) que entendemos como acuático
otorgándole al mismo una reminiscencia mítica en términos de una forma de
pensamiento estructuralmente circular que según este autor se encuentra
originalmente en el pensamiento heracleitiano: "Para las almas es muerte
convertirse en agua; para el agua es muerte convertirse en tierra. Pero de la
tierra viene el agua y del agua, [el] alma" (Op. Cit.:251-253). En esta
frase podemos observar la armonía de la cual hicimos mención de la mano de la
exégesis heracleitica heideggeriana. Este carácter circular fue lo que le
permitió a Gebser hablar ya no de sentimiento oceánico sino de pensamiento
oceánico.
Ahora bien, el paso del pensamiento circular,
que también encontramos en nuestras civilizaciones originarias, al pensamiento
perspectivista fue en un momento de transición que en nuestro caso tuvo
formalmente en el año 1743 un momento culminante cuando se pudo hablar de un
sentido común unificado. Sin embargo, desde el momento independentista hemos
estado haciendo loop’s o ciclos que han impedido que superemos ese estadio de
conciencia. Creemos que igual sucede con la humanidad en una escala más amplia.
De ahí la importancia de la completud y la actualización como formas de
integración de la conciencia. La forma en que esta se debe expresar es mediante
la ‘verificación’, concepto que para Gebser tiene un alcance más amplio al abarcar
tanto el sentido de percibir y constatar, siguiendo un criterio verdad que
hemos ya deducido de manera general, como el de consentir la verdad en términos
de valoración (Ibid.:272). Verificar, en este contexto, es un integrar a través
del cual “el origen que pone su huella en el todo deviene presente percibido”,
es decir, es la forma de realización de la estructura de conciencia integral
que presta al mundo aperspectivo una realidad transparente (Ibid.:300).
Nosotros hemos descrito esta forma de realización bajo los criterios de coherencia
histórica, consistencia y no-ambigüedad. Nos interesa examinar ahora la
naturaleza del salto hacia la conciencia integral porque nos va a permitir expresarnos
en términos de identidad y, consecuentemente, de identidad acuática.
Martin Heidegger nos ha indicado que el
principio de identidad mira hacia delante y hacia atrás como de cierta manera
fue desarrollado por la DESINEA, es decir, esa institución miró para atrás para
orientar a los venezolanos en el presente y el futuro cercano. Nosotros hemos
ido más lejos pensamos en un origen y un presente dentro de un contexto
transicional de la conciencia. Ahora este principio de identidad el autor
alemán lo relacionó con la palabra ‘mismidad’, esto es, que cada ser mismo es
“consigo mismo lo mismo” representando el ‘con’ una mediación, una vinculación
o una síntesis que refleja la unión en una unidad consigo mismo (1990:63)[31]. La ‘mismidad’ de acuerdo
con este autor está relacionada con la ‘mutua pertenencia’ en lo que concierne
a pensar y ser que nosotros correlacionamos con los espacios acuáticos desde la
perspectiva de la unidad, nexus o conexión entre el ‘pensar’ como conciencia
acuática y ser-para-los-espacios-acuáticos siguiendo los criterios de verdad
antes examinados. Aquí estamos partiendo, siguiendo al pensador alemán, de la
máxima parmenideana de que “lo mismo es… percibir (pensar) que ser” (Ibid.), en
el sentido que estamos considerando que el venezolano debe ser expresión de
esta relación de correspondencia.
Esta relación de correspondencia es para dicho
autor solo y necesariamente experimentable a través de un ‘salto’, es decir,
“la brusquedad de la
vuelta sin puentes al interior de aquella pertenencia que es la primera en conceder
la mutua relación de hombre y ser, y, con ello, la constelación de ambos. El
salto es la puerta que abre bruscamente la entrada al dominio en el que el
hombre y el ser se han encontrado desde siempre en su esencia porque han pasado
a ser propios uno del otro desde el momento en el que se han alcanzado. La
puerta de entrada al dominio en donde esto sucede, acuerda y determina por vez
primera la experiencia del pensar” (Ibid.:79).
Este salto debe ser visto en un doble sentido: es
el que conduce al ‘origen’ de acuerdo con nuestra línea discursiva y permite
traerlo al presente bajo un nuevo estado de conciencia que hemos denominado,
siguiendo a Gebser, a-perspectivista. Pero la ocurrencia de este salto tan
esperado no se ha producido por una doble causa: la existencia de un
dispositivo que impide que podamos liberar todas nuestras potencialidades y un
contexto de dominación y aceleración que ha impedido la unidad entre el pensar
y el ser-acuático. Este dispositivo que para Giorgio Agamben es
“todo aquello que
tiene, de una manera u otra, la capacidad de capturar, orientar, determinar,
interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las
opiniones y los discursos de los seres vivos” (2011:257)[32]
Heidegger
lo llamó originalmente ‘aparato’ y después lo denominó techné en un sentido
amplio para denotar aquello que “el hombre proyecta y que finalmente le obliga
a decidir si quiere convertirse en esclavo de su plan o quedarse como su señor”
(Ibid.:81). Para evitar lo primero y pensar en lo segundo a través de la mutua
correspondencia entre pensar y ser producido a través del ‘salto’, Heidegger lo
denominó acontecimiento de transpropiación que entendió como un sobreponerse al
mero dominio de la composición [de la techné] para llegar a un acontecer más
originario (Ibid.:89). Este acontecimiento de transapropiación que denominó ‘ereignis’
es “el ámbito en sí mismo oscilante, mediante el cual el hombre y el ser se
alcanzan el uno al otro en su esencia y adquieren lo que les es esencial…”
(Ibid.), en términos de mutua correspondencia desde un enfoque originario.
Heidegger expresó que “la identidad tiene que
ver mucho, si no todo, con el Ereignis” en la medida en que la ‘pertenencia’
indicada en la expresión ‘mutua pertenencia’ tiene preeminencia sobre la
palabra ‘mutuo’. Como para él la esencia de la identidad es una propiedad del
acontecimiento de transpropiación, el ser-acuático-venezolano tiene su lugar,
junto con el pensar, en esa quaila-acuática que impulsa “una identidad cuya
esencia procede de ese dejar pertenecer mutuamente” desde un enfoque originario
(Ibíd.91). Desde este ángulo de análisis el pensador alemán consideró la
identidad como un rasgo del ser al que se llega a través de un salto que es el
acontecimiento de transpropiación que nosotros estamos orientándolo a los
espacios acuáticos como paso previo para la obtención de una conciencia integral,
a-perspectivista. De ahí concluyó que
En el camino que va
desde el principio entendido como un enunciado sobre la identidad, hasta el
principio entendido como un salto al origen de la esencia de la identidad, el
pensar se ha transformado; por ello, mirando de frente la actualidad, pero
pasando su mirada por encima de la situación del hombre, ve la constelación de
ser y hombre a partir de aquello que los hace propios el uno del otro, a partir
del acontecimiento de transpropiación. Suponiendo que espere a nuestro
encuentro la posibilidad de que la composición, esto es, la provocación
alternante de hombre y ser en el cálculo de lo calculable, nos hable como el
Ereignis que expropia al hombre y al ser para conducirlos a lo propio de ellos,
habría entonces un camino libre en el que el hombre podría experimentar de modo
originario lo ente, el todo del mundo técnico moderno, la naturaleza y la
historia, y antes que todo, su ser (Ibid.:93).
Es como pasar de una forma de nihilidad que por
su naturaleza es negativa siguiendo una lectura nietzschiana a una forma de nadidad
positiva siguiendo el pensamiento de Keiji Nishitani que posibilita un nuevo
comienzo[33].
Consecuentemente, lo propio, es decir, la unidad expresada como ‘lo mismo’,
como mismidad, en este caso lo entendemos, en un ser, como la armonía que se
manifiesta como una forma de identificación en sí mismo y en relación primeramente
con los espacios acuáticos, desde nuestro enfoque, y seguidamente con el todo
desde el mismo momento en que la identidad “tiene su sentido en esta ‘transpropiación’,
en esta abertura en donde ser y hombre se encuentran” (Ibid.). Pero ahora
podemos ir más allá. La transpropiación como expresión de identidad es el modo
en que se produce la armonía integral con el universo. Esta forma de armonía
nos permite volver sobre el concepto de conciencia y plantear el interrogante
de cómo hacer para que esta conciencia acuática sea simpática o empática a
todos los venezolanos como paso previo a una conciencia integral o
a-perspectivista.
La conciencia en términos de identidad acuática
podemos entenderla ahora como la capacidad de sondear aquellas interconexiones
que nos constituyen y nos determinan desde una perspectiva originaria en un
acto continuo de integración y de direccionamiento permitiéndonos con ello
ser-en-sí-mismo como ser-acuático. En este sentido, su función iluminadora se
orienta a observar y agenciar en términos de transpropiación teniendo también,
como indicamos, funciones reguladoras que apuntan al incremento de la
interrelación con los espacios acuáticos.
Así pues, la conciencia acuática es el
plano de inmanencia capaz de integrar las metamorfosis que en su totalidad son producidas
en cada salto transpropiativo que acaece en el hombre, en el venezolano. El
acontecimiento de transpropiación como expresión de la identidad acuática
es el momento del qualia acuático trascendente que debe ser cultivado para
que los venezolanos puedan reencontrarse con sus orígenes y dar el salto
necesario para hacer frente al futuro que ya está llegando. Esto nos lleva a
responder el interrogante de cómo hacer para que la mayoría de los venezolanos
vivan este acontecimiento de transpropiación. Creemos que es a través de los
sentimientos de empatía y de simpatía entendidos como fundamentos de la
moralidad desde la perspectiva de Andrés Bello que examinaremos a continuación[34].
La empatía
la estamos entendiendo como la disposición que tiene una persona consciente
para ponerse en el lugar de otra. En nuestro caso nos referimos a aquellos que
viviendo en el litoral venezolano no ha podido ser-sí-mismo y ser-para-los-espacios-acuáticos.
Desde esta óptica, la empatía es el sentimiento
de identificación (o
emoción, o afecto o pasión) o la disposición
de identificación con alguien y compartir sus sentimientos en cualquier circunstancia y apoyarlo en
caso de que estos sentimientos sean tristes en función de una incapacidad o la
existencia de óbices que le impiden desplegar sus potencialidades para
perseverar en su propia existencia. Así pues, este
sentimiento está relacionado con la receptividad y tolerancia, la compresión y,
finalmente, el apoyo solidario puesto que estamos partiendo del hecho de que el
origen de cualquier acción es el
sentimiento que es el móvil para ejecutarla.
La simpatía, por su parte, es entendida aquí
como un principio de armonía en la conducta social que describe la experiencia de la vida común que experimenta
cotidianamente todo hombre desde una perspectiva individual sin importar su
condición, así como la inclinación a interesarse e identificarse con la buena
fortuna de los demás, a ponerse también en su lugar y acompañarlos en su
sentimiento, a pesar de no recibir ninguna retribución excepto el placer
de contemplarlo (Smith, 2002:11)[35]. El principio de armonía,
como se puede observar, es la constante para pensar en una conciencia acuática
y una conciencia integral. La simpatía, desde esta perspectiva, fue utilizada por
Smith a partir de una exégesis del pensamiento de David Hume para denotar el sentimiento
de compañerismo y solidaridad ante cualquier sentimiento debido a que estos se
pueden transferir a otro por la fuerza de la imaginación de quien recibe la
acción (Ibid.:14). Este concepto, como ya indicamos está presente en la
filosofía originaria de Andrés Bello como un fundamento pre-moral.
La simpatía, como
un principio de la vida práctica, puede permitir la articulación del proceso de
conformación de principios y reglas que podrían ordenar una conducta social y
estructurar un tejido de identificación que comprenda los sentimientos afines de
los demás hombres. Es aquel sentido común que intentó desarrollar Hannah Arendt
desde la perspectiva política en la Vida del Espíritu. Este criterio, que
está sometido al criterio del azar, parte de una concepción de la virtud basada en el hecho de que los
hombres deben tener mucho en común con aquello que los hace en sí o aquello que
hace que sus acciones merezcan aprobación. La aprobación o la desaprobación, en
este contexto, se conceden a partir de la ejecución de una acción y, la
aprobación de cualquier acción debe ascender hasta el sentimiento que realmente
explica la acción. Como la propiedad (el sentimiento del agente) y el mérito (la
calidad de un acto que el espectador imparcial consideraría digno de gratitud) son
los atributos del sentimiento subyacente en toda acción, que determinan el
grado de virtud de ésta, podemos observar no sólo un sentido de valor por una
acción dada, sino también un sentimiento de identificación que nos permite
pensar en una conciencia acuática unificada y, consecuentemente, en una
conciencia integral. En esta concepción de virtud proveniente de un sentimiento
es que encontramos el fundamento de la moral como expresión de la teoría del
valor que hemos analizado. Esta identificación se produce gracias a
“la capacidad del hombre
(como espectador) de imaginarse a sí mismo en la situación de este último (el
actor), de concebir cuáles serían los sentimientos y las sensaciones que
experimentaría de estar en aquella situación. Merced a esta capacidad es que
puede explicarse que un hombre se encoja, sufra y emita un alarido cuando
observa que otro hombre recibe un puñetazo, o sonría y llore de emoción cuando
el héroe protagonista de la novela que se encuentra leyendo salva
inesperadamente su vida”[36].
La simpatía, como estamos observando, está
estrechamente relacionada con la imaginación puesto que ambas en su conjunto
definen la naturaleza social del hombre más allá de todo egoísmo primigenio. La
interacción de ambas hace que un hombre, por su propia naturaleza trascienda su
propio ser y, aunque no comparta efectivamente los sentimientos de los demás, tiende
a imaginarse a sí mismo en el lugar de ese otro y va a tender a participar,
aunque sea indirectamente, en los sentimientos producidos por las situaciones
contingentes en la existencia de los otros. Por este motivo, los hombres, por
una parte, eligen ser virtuosos, debido a que en su naturaleza está el desear
la aprobación y el amor de sus congéneres y, por la otra, hay en él una disposición
natural para vivir-con-los-otros. Lo más útil para el hombre es el hombre mismo
como nos ha dicho Spinoza.
Como los hombres, en general, consideran más el
resultado de una acción que la intención de llevarla a cabo, ese el baremo que
hay que tener presente para que la empatía y la simpatía se constituyan en los
elementos impulsores del quaila acuático venezolano y de la conciencia e
identidad acuática que hay que promover y desarrollar.
4.- Escolio
Hemos pivoteado en lo mítico y lo conciencial
desde una perspectiva conceptual, axiológica y acontecimental o identitaria para
poder pensar en cómo repensar en un quaila acuático venezolano y,
consecuentemente, una conciencia e identidad acuática. Para ello hemos
considerado la armonía como un principio que garantiza sostenibilidad y
sustentabilidad que entendemos como una fase previa para que los venezolanos
nos reconectemos con el ‘uno’ y ‘todo’ desde un enfoque a-perspectivistico en
consonancia con los cambios que está viviendo la humanidad. Este es el reto de
la DESINEA y de todos los venezolanos.
[1] Ver al respecto: González Caro, Pedro.
(2006). “Propuesta de Políticas para Fomentar el Uso Cognitivo y Conductual del
Territorio Acuático Nacional, Sobre la Base Teórica del Conocimiento y Sentido
de Pertenencia”. Caracas. CGA. Estado Mayor General. Dirección de Asuntos
Civiles. Nota Informativa. 07 p.
[2] Ver al respecto:
Mendoza, O (2020). Venezuela Azul como elemento constitutivo de la Seguridad
de la Nación. Caracas. IAESEN. Tesis doctoral. 130 p. Sobre la ‘esperanza’
Marialsira González expresó que este concepto de Venezuela Azul está “concebido
como el reconocimiento de la existencia del Ser-marino venezolano y su
pensamiento, que se conozca su uso, sus potencialidades hacia su desarrollo y
así mantener la esperanza, en el más sentido spinoziano, como expresión
cultural para la seguridad de la Nación”. Ver: González,
Marialsira, (2014). “Pensamiento Spinoziano: de la seguridad de la nación”.
Caracas. UMBV. Revista Columnata Nº 6. 201-218 pp.
[3] Ver al respecto: Jiménez Rattia,
Eladio en: Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos (2021). Directiva
Estratégica del Instituto de los Espacios Acuáticos (2021-2025): El Horizonte
de la Venezuela Azul. Caracas. 156 p Jiménez, E. (2020). “La Venezuela Azul. Una visión
talasocrática del Estado venezolano y su destino marítimo. Un reto de libertad
y de grandeza”, en Talasocracia La Venezuela Azul, Editorial Hormiguero,
disponible en: https://drive.google.com/file/d/1l6-qyzzinxlpckoszuyfftahtroqoziy/view,
consultad en noviembre 2021. y Bracho, Jairo (2011). Iconología Naval Venezolana. La imagen y el
símbolo en 200 años de Historia. Caracas. CGA. 212 p.
[4] Ver al respecto: el Concepto
Estratégico Naval venezolano del año 2005. Caracas. CGA. 15 p.
[5] Ver al respecto: Deleuze, Gilles y
Guattari, Félix (1991/2005). Qu’est-ce que la Philosophie? París.
Editorial Minuit. 206 p.
[6] Ver al respecto: Ferrater Mora,
José. (2006). Diccionario de filosofía abreviado. Buenos Aires.
Editorial Sudamericana. Pp 61-63.
[7] Sobre el tema del valor, ver al
respecto: Ricoeur, Paul. (1994). “Ética y cultura. Habermas y Gadamer en
diálogo”, Buenos Aires. En Ética y cultura, Docencia. pp. 23.
[8] Sobre el concepto de espacio
abstracto, ver: Blanco, E. (2010). Espacio-tiempo y la guerra: reflexiones
sobre política y estrategia marítima. Caracas. Editorial Panapo. 276 p
[9] Ver al respecto: Blanco, E.
(2021). “Geo-Derecho y la territorialización del espacio en el siglo XXI”.
Caracas. Festina Lente. Cátedra impartida en el Doctorado de Seguridad
de la Nación en IAESEN. [Documento en Línea]. Disponible: https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2021/06/geo-derecho-y-la-territorializacion-del.html
[10] Ver al respecto: Bracho, Jairo
(2019). MUANA ÏMAJANA: El Alma de la Sombra. Caracas. Ediciones del
autor. 423 p.
[11] Ver al respecto: Peter Sloterdijk.
(2010). Ira y Tiempo. Madrid. (T. M. Vegas y E. Serrano). Editorial
Siruela. 288 p. y Carlos Peña y Carla Cordúa (2020). “Ira y tiempo: Sloterdijk
y el momento constitucional”. Revista Punto de Referencia. Humanidades y
Ciencias Sociales N° 556. [Documento en línea]. Disponible: https://www.cepchile.cl/cep/site/docs/20201217/20201217152947/pder557_ccordua_cpena.pdf
[12] Freud lo definió a partir de una
conversación sostenida con Romain Rolland y que luego desarrollo en su obra El
malestar en la cultura como una sensación de eternidad que nos recuerda el
mar primigenio y por tanto el alma primordial, como algo sin límites ni
barreras, un sentimiento de inmensidad y completitud que produce una indisoluble
comunión y una inseparable pertenencia al todo que nos rodea como un ‘uno y
todo’. Dicho de otra manera, es una ventana abierta para la comprensión de la
realidad entendida en términos molares y moleculares. Sobre esto volveremos en
el parágrafo cuatro. Ver al respecto: Freud, S. (2010). El malestar en la
cultura. Madrid. (T. L. López-Ballesteros de Torres y C. Gómez Sánchez) Alianza
editorial. 336 p
[13] Ver al respecto: Chalmers, D. J. (1999).
La mente consciente. En busca de una teoría fundamental. Barcelona:
Gedisa (T. J. Álvarez). 528 p
[14] Ver al respecto: Kant, I. (1790[2005]). Crítica del
Juicio. (T. J.
Rovira). Buenos Aires. Editorial Losada
[15] Ver al respecto: Spinoza, B.
(2011[1677]). Tutte le Opere, Trad. M. Buslacchi, A. Dini, G. Durante,
S. Follini y A. Sangiacomo, Milano, Editorial Bompiani.
[16] Sobre los estudios neuronales
aplicados a la conciencia ver al respecto: Penrose, R.
(1996). La mente nueva del
emperador. En torno a la cibernética, la
mente y las leyes de la física. México. (T. J. García). FCE. 415 p y
Galíndez, Jesús (Coord.). (2007). La física cuántica en el pensamiento, la
acción y el sistema neuronal. Mérida. ULA. Publicaciones Vicerrectorado Académico. 52 p
[17] Ver al respecto: Luis Ángel
Durán-Rivera. (2018). “Introducción al problema de la conciencia desde la
filosofía de la mente”. México. Universidad Autónoma del Estado de México. La
Colmena, núm. 99, pp. 55-69.
[18] María Guadalupe Llanes (Coord.): Evoluciones
Metafísicas. Permanencia, Emergencia y Diálogo, Caracas, GIEM-UCV,
Ediciones Rivero-Blanco, 2020, 331 p.
[19] Gebser Jean. (1949 [1985]). The
Ever-Present Origin. Ohio. Ohio University Press. (T. N Barstad y A.
Mickunas). 654 p. Edición española (2011). Origen y Presente. Girona. Editorial
Atalanta. (T. J. R. Hernández). 478 p. Aquí podemos encontrar algunos puntos de
coincidencia desde la perspectiva de la filosofía del proceso en el sentido
que, en primer lugar, en esta filosofía hay un principio cosmológico que hace
hincapie en una transmutación del orden general físico que marca el paso de una
época cósmica a otra y, en segundo lugar, en la relación entre la conciencia
cósmica (entidad actual despertada) con el todo ha servido como el punto de
acercamiento entre dicha filosofía con oriente. Al respecto Tanaka expresó que
John Cobb y Shizuteru Ueda mostraron la simpatía entre Nishida y Whitehead en
su concepción de la experiencia "radical". Esta experiencia radical
involucra al menos tres asuntos: (1) La experiencia es un todo unificado y
concreto; (2) La experiencia es anterior al individuo; Es por experiencia que
nace un individuo y que surge la dicotomía sujeto-objeto; y (3) La experiencia
es activa. Ver al respect: Cobb, J. (1982). Beyond Dialogue: Toward a Mutual
Transformation of Christianity and Buddhism. Philadelphia: Fortress Press
[20] Arendt, H. (1971[1984]). La
Vida del Espíritu. El Pensar, la Voluntad y el Juicio en la Filosofía y la
Política. Madrid. (T. R. Montoro y F. Vallespín). Centros de Estudios
Constitucionales. 541 p.
[21] La simpatía la estamos entendiendo
como la comunicabilidad de los afectos que permite que se desarrolle un sentido
común.
[22] Sobre los aspectos ético-práctico
ver al respecto: Urbano Ferrer Santos (2012). “Razón axiológica y práctica en
Husserl”. Valparaíso. Revista Veritas Nº 27. Pp 77-95. [Documento en
línea]. Disponible: https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-92732012000200004#n3
[23] No obstante, podemos mencionar
nuevos enfoques sobre dichas potencialidades como los proyectos académicos
relacionados con la Economía Azul, los proyectos de desarrollo y las alianzas
estratégicas que está emprendiendo el INEA y el viceministerio de Transporte
acuático por citar sólo algunos.
[24] Esta metamorfosis
debe ser entendida aquí desde el plano espiritual.
[25] Sobre la superposición y la
interferencia, ver al respecto: Galíndez (Op. Cit.:21 y 34)
[26] Ver al respecto: Vera Rojas, L.,
& Blanco Carrero, E. (2021). “Intuición y prospección: la realidad y su
impacto en la toma de decisiones”. Observador del Conocimiento, 6 (n° 3),
63-89. Recuperado a partir de http://www.oncti.gob.ve/ojs/index.php/rev_ODC/article/view/293
[27] Para profundizar en este tema, ver
al respecto: Blanco, E. (2020). “La Guerra del Asiento: La defensa de Cartagena
de Indias, La Guaira y Puerto Cabello (1739-1743)”. Caracas. Festina Lente B.
G. [Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2020/12/la-guerra-del-asiento-la-defensa-de.html
[28] Ver al respecto: Gebser (Op.Cit.:32)
y Grupo de Evoluciones Metafísicas (GIEM) (2020). Decasophos 3-5. [Documentos
en línea]. Disponibles: https://giem.net/
[29] Mickunas, A.
(1993). “Cosmos and Atemporality”. Ohio.
Journal of Culture and Consciousness. Volume 1 Number 1. The Journal of the
Jean Gebser Society. Pp
06-14
[30] Ver al respecto: Heidegger,
Martín, Heráclito, Cursos de Fribugo del semestre de verano de 1943 Y del semestre
de verano I944 (T. C. Másmela), editorial el Hilo de Ariadna, 460 p
[31] Heidegger, M. (1990). Identidad
y Diferencia Edición bilingüe. Barcelona. (T. H. Cortés y A. Leyte).
Editorial Antrophos. 191 p.
[32] Ver al respecto: Giorgio Agamben
(2011). “¿Qué es un dispositivo?”. México. Sociológica, año 26, número 73,
pp. 249-264. [Documento en Línea]. Disponible: http://www.scielo.org.mx/pdf/soc/v26n73/v26n73a10.pdf
[33] Sobre Keiji Nishitani, ver al
respecto: Nishitani, K. (1999). La Religión y la Nada. Madrid. (T. R. Bouso).
Ediciones Siruela. 382 p y Heisig, J. (2013). Filósofos de la Nada. Un
Ensayo sobre la Escuela de Kioto. Barcelona. Editorial Herder. 409 p.
[34] Ver al respecto: Morales, F.
(2004). “La teoría de los sentimientos morales de Andrés Bello”. Anales del Seminario
de Historia de la Filosofía, 21 pp 149-168. [Documento en línea]. Disponible: https://revistas.ucm.es/index.php/ASHF/article/download/ASHF0404110149A/4730/ y Blanco, E. (2021). “Aproximación
al Pensamiento Político de Andrés Bello”. Caracas. Festina Lente B.G. [Documento
en línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2021/12/aproximacion-al-pensamiento-politico-de.html
[35] Ver al respecto: Smith, Adams
(2002). The Theory of Moral Sentiments. Cambridge: Cambridge Texts in
the History of Philosophy. 446 p
[36] Ver al respecto: Pilar Piqué
(2018). “Las nociones de simpatía y de valor en paralelo. El problema de la
sociedad pequeña y la sociedad universal en Adam Smith”. México. Revista Tópicos
(México) nº.55. [Documento en línea]. Disponible: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-66492018000200099
No hay comentarios:
Publicar un comentario