domingo, 14 de agosto de 2011

ICONOLOGÍA NAVAL VENEZOLANA




Jairo Bracho Palma expresó en una oportunidad que Venezuela, desde la guerra de independencia, había tenido muchos ejércitos pero una sola Marina de Guerra. Esta afirmación pareciera a simple vista ser un contrasentido. Un contrasentido porque muchas de las operaciones que se desarrollaron durante el periodo de guerras civiles que asoló el país se ejecutaron desde el mar, pero por barcos armados para tal fin. Este contrasentido se disuelve solamente con entender que Venezuela desde sus inicios se constituyó como una nación marítima y la institución naval nunca actuó contra el país.

De la sangre de los Caribes, de los ibéricos y de los negros que fueron traídos por la fuerza desde África por mar, Venezuela se formó como gentilicio y como nación, y este hecho obliga a preguntarse sobre el por qué de la discrepancia del ejercito con la armada y el por qué de la concordancia de la Armada con el país.

La respuesta a este interrogante está dada por la imposición en el tiempo de diferentes proyectos políticos que mantuvieron alguna u otra forma de exclusión por lo que el Estado se ha visto obligado a consumir enormes esfuerzos para minimizar la fricción y neutralizar la resistencia política que estos proyectos han generado.

La Marina de Guerra nunca fue una facción. La Armada ha sido desde sus inicios, expresión de la realidad del país y el porteñazo y otras acciones concurrentes fueron demostraciones de ello. Una vez que el tiempo disipó la niebla ocasionada por el humo de la metralla y la propaganda, y gracias a la nueva manera de ver el mundo que se abrió en 1999, se evidenció que esas acciones fueron consecuencia de la exclusión de una parte de la nación desde que se impuso un proyecto político a inicios de la década de los años sesenta del siglo pasado que debilitó deliberadamente a la joven Marina de Guerra y delegó la defensa nacional a la satisfacción de intereses extranjeros.

En el siglo XX este hecho no fue la primera vez que ocurrió. A inicios de ese siglo se produjo un despertar de la conciencia nacional sobre los asuntos marítimos productos de las amenazas provenientes del mar. Este despertar se evidenció en muchas obras que se iniciarían en el periodo, pero donde fue más patente fue en los esfuerzos de formación a fin de que los oficiales navales estuviesen a la altura de la época. Es decir, salvar el abismo existente entre capacidades marítimas y navales y nuestra creciente dependencia marítima. Este despertar de la conciencia marítima produjo una generación de oficiales navales con un alto grado de profesionalismo que les permitió no sólo enfrentar a fuerzas navales francesas superiores en Río Hacha, salvar el honor ante situaciones trágicas como el bloqueo de 1902 y neutralizar los últimos focos de resistencia de la Revolución Libertadora en ciudad Bolívar, sino también resistir los avatares de la política gomecista una vez que este se instauró firmemente en el poder.

Lo que ganó la Venezuela de esa época en el ámbito naval fue en calidad humana y profesional a pesar de que los medios navales no se correspondieron con una estatura estratégica cónsona con la creciente importancia de Venezuela en la escena mundial.

Las facciones políticas fueron la fricción que estos oficiales navales tuvieron que superar para ayudar a construir una política marítima durante gran parte del siglo XIX y todo el siglo XX, y el Capitán de Navío Jairo Bracho Palma ha tenido la iniciativa de presentar en imágenes a estos hombres y sus hechos de mar y guerra como fase inicial de un levantamiento historiográfico de la Armada nacional de todo el siglo XX. 

Si bien el trabajo de Bracho se centra en los centros de formación naval, estas instituciones están íntimamente relacionadas con los acontecimientos de la época. Es decir, las escuelas navales de Maracaibo y Puerto Cabello no se pueden desligar del ascenso y caída de Joaquín Crespo, la Revolución Restauradora, la Revolución Libertadora y el bloqueo de 1902-1903. Estos eventos los enmarcó Ramón J. Velázquez como el marco que el auge y caída del Liberalismo Amarillo. De igual forma, la escuela naval embarcada así como los desarrollos que representaron el arsenal de Puerto Cabello, la compañía de telégrafos, las compañías de navegación marítima y fluvial y la posterior represión de la naciente armada nacional están íntimamente relacionada con el proceso de prusianización que se enmarcó en la creación del nuevo ejército nacional liderado por el presidente Juan Vicente Gómez. El auge de la Venezuela petrolera y de la creciente dependencia del país de las comunicaciones marítimas y fluviales está estrechamente relacionado con el origen y crecimiento de la escuela naval de la calle Los Baños en Maiquetía y el fortalecimiento del puntofijismo estuvo relacionado con el ocaso de esta escuela naval.

La Escuela Naval de la Meseta de Mamo fue ciertamente una escuela técnica de gran importancia, pero a esta escuela parece que le faltó algo que se quedó en la calle Los Baños. La nueva Armada que se inauguró con la apertura de esta escuela recuerda la critica que han hecho intelectuales navales españoles del cambio de actitud que sufrió la armada española con el advenimiento de los borbones. Según esta corriente la armada española del siglo XVIII fue una armada moderna y poderosa (la tercera del mundo) pero con las excepciones de Blas de Lezo, Antonio Solano y otros marinos que se sacrificaron en el cabo Finisterre y Trafalgar, había perdido su alma como consecuencia de un cambio de su concepción político-estratégica proclive a subordinarse a los intereses franceses de la época. Recuperar el espíritu naval que yace en los tenues acordes que aún las paredes de ese recinto de la calle Los Baños mantienen parece ser el objetivo de los arquitectos de este trabajo.

Ciertamente una imagen dice más que mil palabras, pero estas imágenes enmarcadas dentro de un contexto histórico determinado no sólo dicen más, también hace necesaria las palabras para tratar de establecer el sentido y la intención por las cuales fueron detenidas en el tiempo y en el espacio. Esta es una tarea pendiente de Bracho para con todos nosotros, no obstante, el trabajo de este Capitán de Navío no constituye un acto objetivo y deliberado para hacer histórico una serie de hechos inscritos en nuestro pasado político y militar-naval. Es al contrario. Es el efecto de una consciencia intencional que está mostrando un espíritu de esta época que busca indagar en el pasado una explicación del por qué de las vivencias del mundo de hoy. Para ello se está realizando un levantamiento arqueológico para hacer de conocimiento público lo oculto de los paradigmas que signaron la historiografía naval y en general venezolana del siglo XX.

La importancia de este esfuerzo inicial de Jairo Bracho en mostrar en imágenes la evolución de la Armada venezolana ha sido la de dar a conocer una parte de la visión, la tenacidad, la perseverancia y el espíritu de sacrificio de varias generaciones de oficiales navales que a pesar de los óbices que tuvieron que enfrentar hicieron posible que se estableciera un plano de inmanencia centrado en las ideas de libertad y democracia en el año 1958 generando las condiciones para que existiese armonía entre la institución armada y el país.

Como se sabe, la libertad y la democracia fueron gravemente heridas con el pacto de Punto Fijo, pero fue con el porteñazo y el deliberado debilitamiento de la Armada acaecido en la década de los años sesenta del siglo pasado, que se cercenó el espíritu democrático del 23 de enero. El acto simbólico de ese hecho terminó siendo “la mudanza” de la escuela naval a la Meseta de Mamo. Después de ello, el país ha tenido que esperar casi medio siglo para pensar nuevamente en construir el camino que permita fundamentarse en sus orígenes y reencontrarse en su esencia marítima.

Lo acontecido en la década de los años sesenta del siglo pasado fue políticamente una repetición de lo acontecido en la primera década del siglo XX y así como muchos oficiales navales resistieron la represión gomecista permitiendo la concreción de una nueva subjetividad que se materializó en la constitución de una maquina abstracta que produjo la evolución de la Armada venezolana a partir de la escuela naval de la calle Los Baños, corresponde, en función del esfuerzo realizado por Bracho, a las nuevas generaciones seguir el espíritu de esta época para que junto con el país se reencuentre con sus orígenes marítimos y en un futuro puedan desenvolverse en el nuevo espacio de la guerra, o sea, los nuevos espacios abstractos.

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