lunes, 9 de octubre de 2023

FUNDAMENTOS DEL EMPIRISMO LÓGICO



El empirismo lógico fue una corriente filosófica que surgió a inicios del siglo XX caracterizada por atenerse a un estricto empirismo (esto es, la adscripción a una teoría del conocimiento modelada sobre la base de lo que se creía era el fundamento de las ciencias empíricas) y la sistemática utilización de la lógica matemática (esto es, la incorporación de una teoría del razonamiento especialmente atenta a las exigencias de las ciencias formales). Como proceso fue el efecto de una serie de inquietudes que aparecieron a finales del siglo XIX como consecuencia de la crítica que se hizo a una manera de entender la filosofía en momentos en que se estaban produciendo grandes descubrimientos que permitieron el desarrollo tecnológico. Esta corriente filosófica tuvo sus raíces en la concepción de la verdad de Aristóteles, el empirismo de Hume y el racionalismo kantiano y tuvo como fuente de inspiración elementos de carácter filosófico, histórico e instrumental.

Consecuentemente, vamos a exponer los fundamentos del empirismo lógico: primero se hará mención a sus antecedentes, segundo se hará mención a las críticas que hicieron al idealismo y, tercero examinaremos al Círculo de Viena destacando sus contribuciones en sus comienzos

1.- Los Antecedentes del Empirismo Lógico

En sus raíces dos elementos se destacaron en el empirismo lógico: la concepción de la verdad de Aristóteles y las contribuciones de David Hume, Immanuel Kant y Augusto Comte.

Con respecto a la teoría de la verdad enunciada por Aristóteles esta expresaba una correspondencia entre el decir y el ser: decir las cosas como son era sinónimo de un discurso verdadero.

En relación con el empirismo se puede afirmar que este pregonaba antes y después de Hume que la única fuente del conocimiento era la experiencia sensible. Según Ayer, Hume representó un excelente ejemplo de positivismo porque exigía la confirmación en todo discurso argumentativo. Pero junto con Hume, Kant también afirmó que el entendimiento humano se perdía en contradicciones cuando se “aventuraba más allá de los límites de la experiencia posible”.



En este sentido el sistema filosófico de Kant fue un intento de mediación y síntesis entre la postura racionalista y la empirista. Kant desarrolló el primer modelo interpretativo de las ciencias y para ello se fundamentó en dos teorías firmemente establecidas para la época: la geometría euclidiana y la mecánica newtoniana y se preguntó por la estructura esencial que se escondía detrás de estas teorías puesto que permitieron obtener nuevos conocimientos. Kant supuso que es el sujeto el que determina al objeto, y no a la inversa y este cambio de paradigma permitió el advenimiento de un enfoque lógico al plantearse el cómo es posible que surja el conocimiento. Kant expresó que todos los enunciados tienen forma de juicios estableciendo cuatro tipos de ellos: dos lógicos y dos gnoseológicos (ver cuadro) tratando de justificar los juicios sintéticos a priori. Para Kant, en este sentido, la verdad podría haber sido el conocer todos los juicios sintéticos a priori. A partir de él se han mantenido dos corrientes de pensamiento: una que trató de mejorar los juicios sintéticos a priori y otra representada por los positivistas que trataron de negarla. La preocupación de Kant por la estructura esencial del conocimiento científico fue retomada a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, dando origen a una serie de corrientes que intentaron dar respuesta a estas inquietudes.

Augusto Comte fue un filósofo francés, cuyas obras dieron inicio propiamente a la corriente que se denominó positivismo. Esta corriente sostenía que el único auténtico saber era el saber científico caracterizándose por asumir una actitud crítica ante la filosofía tradicional, en especial la metafísica y por seguir un conjunto de reglas inmutables, es decir, la ontológica del fenomenismo, según el cual la realidad se manifestaba en los fenómenos; el nominalismo, según el cual el saber abstracto era el saber de cosas individuales generalizadas; la renuncia a los juicios de valor y a los enunciados normativos, por carecer de contenidos cognoscitivos y, finalmente, la regla de la unidad del método de la ciencia.

La principal aportación que hizo Comte al positivismo fue la idea, errónea al fin, de que la realidad humana era social y susceptible de ser conocida científicamente[1]. Desde el punto de vista epistemológico, designa sobre todo el punto de vista según el cual el criterio de un conocimiento verdadero es un consenso entre humanos (Omnes, 1996:306). Comte expresó que

Toda ciencia, igual que todo individuo y aun la especie humana, pasa por tres estados: el estado teológico, cuando el hombre explica las cosas recurriendo a principios y fuerzas sobrenaturales y de carácter personal; el metafísico o abstracto, cuando el hombre sustituye lo sobrenatural por lo abstracto, y recurre a fuerzas y causas a modo de entidades ocultas que explican la naturaleza; y el científico o positivo, cuando el hombre, renunciando a un saber absoluto, se conforma con conocer las meras relaciones entre fenómenos, esto es, las leyes.

Con estos antecedentes podemos ahora hacer mención a las influencias considerando que todas convergieron hacia la conformación del Círculo de Viena. Según Pitter y Rincón las influencias provinieron de cuatro fuentes: Dos de carácter filosófico: el neopositivismo de Ernst Mach y la vinculación del empirismo con la lógica matemática, uno de carácter histórico y el ultimo de carácter instrumental. De acuerdo a este criterio se va a hacer una reseña de los aportes de los principales filósofos influyentes.

a.- En lo concerniente al neopositivismo de Mach se tiene que este se originó por el rechazo a la división del conocimiento en especialidades separadas. Él desarrolló una filosofía positivista, empirista y antimetafísica, que recibió el nombre de “sensacionalismo” o empirismo radical porque llamaba a las unidades últimas del conocimiento «sensaciones» o «elementos», equivalentes a las «ideas» e «impresiones» de los empiristas clásicos. Partiendo de esta premisa, Mach creyó que las ciencias deberían haber sido unificadas porque todas tenían por objeto las mismas sensaciones y sólo cambiaba la orientación del estudio. Junto con este autor austriaco también se destacó un filósofo francés de nombre Henri Poincaré quien expresó que “la ciencia consiste sólo en convenciones”, con lo cual se mantuvo cerca de posiciones filosóficas inspiradas en Kant y que fueron conocidas con el nombre de convencionalismo.

b.- En la vinculación del empirismo con la lógica matemática destaca la figura de Ludwig Wittgenstein y su "Tractatus lógico-philosophicus". Este autor expresó que su objetivo en esa obra fue “trazar un límite a la expresión de los pensamientos” y buscó al efecto un lenguaje formal que significara precisamente algo con verdad. Hay tres elementos que se destacan en este esfuerzo: realidad, pensamiento y lenguaje. A la identidad lógica entre la estructura de la realidad, la estructura del pensamiento y la estructura del lenguaje la llamó isomorfía. Esta no considera a otros ámbitos de la realidad, como la inmortalidad, el sentido de la vida, los valores, el mundo de la ética, de lo religioso, de lo estético, etc.. Estos traspasan los límites del lenguaje y no son verificables.

En relación con la Estructura de la realidad Wittgenstein afirmó que el mundo es un conjunto de hechos. Estos hechos son atómicos, independientes, aislados, contingentes, que se pueden conocer al margen del universo (en concordancia con el intento de Gottfried Leibniz de establecer un lenguaje matemático universal). Los hechos son las combinaciones de objetos y la estructura del mundo lógico-matemática. Con respecto a la Estructura del pensamiento afirmó que es la que interpreta la realidad; es como una pintura que reproduce el paisaje. En lo que concierne a la Estructura del lenguaje, afirmó que es la expresión perceptible del pensamiento, y se expresa en proposiciones. La proposición es el retrato lógico de la realidad. Cada hecho atómico sólo tiene una expresión correcta. Para Wittgenstein conocer toda la verdad sería conocer el mundo, pero, toda la realidad no es posible ser expresada mediante el lenguaje. Por ello también Wittgenstein expresó que “Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”.

La figura de Wittgenstein en su primera etapa de existencia estuvo asociada a la de Bertrand Russell. Las conversaciones que sostuvieron ambos autores permitieron que Russell formulara la concepción que denominó "Atomismo Lógico"[2]. Esta concepción se caracterizó por afirmar que toda la realidad se caracterizaba por estar compuesta de átomos (todo lo complejo está formado por cosas simples), que el lenguaje formal de la lógica era el mejor método para estudiar la estructura atómica de la realidad mediante la idea del isomorfismo (tratando de demostrar que toda la matemática proviene de la lógica) y que los enunciados metafísicos no eran verificables, y, por tal motivo no eran científicos y por consiguiente no eran susceptibles del análisis lógico. De ahí partió su teoría de las Descripciones y su logicismo filosófico. En su teoría de las Descripciones intentó eliminar las paradojas metafísicas de la existencia y las paradojas de lo no existente. En su logicismo filosófico se evidenció el afán de someter toda la problemática propia de la filosofía al filtro de la lógica y, específicamente, a una lógica del lenguaje y de los hechos empíricos. El atomismo lógico pretendió sintetizar el empirismo y la lógica. La lógica brindaba las formas estandarizadas del correcto razonamiento y el empirismo aportaba las premisas consistentes en las proposiciones.

c.- La vinculación de carácter histórico estuvo determinada por el desarrollo que tuvo la física a comienzos del siglo XX. En este sentido se destacan las contribuciones que hizo Alberto Einstein en todo lo referente a la comprensión de la estructura del espacio-tiempo, de la gravitación y de Niels Bohr en relación con la mecánica cuántica para la comprensión de la estructura atómica y nuclear. Las aportaciones de Einstein se centraron en lo que se denominó la Teoría sobre la Relatividad Especial. Esta teoría partió de la suposición de que no existía un espacio-tiempo universal o absoluto (mientras que sí era constante la velocidad media de la luz), que la simultaneidad de acontecimientos sólo existe dentro de un mismo sistema físico inercial, y que la materia y la energía son equivalentes.

Las consecuencias de la teoría de la relatividad especial fueron: que a partir de ella se creyó que los intervalos de tiempo son relativos al movimiento del observador; que el espacio se contrae o dilata en el mismo sentido y por la misma razón que lo hace el tiempo; y que la velocidad de la luz es la máxima del universo. La teoría general de la relatividad es una generalización de la especial y fue la que propiamente supuso un nuevo modelo de cosmología en el que la gravitación universal se convirtió en una geometría (no euclidiana) del espacio/tiempo. Pero más allá de estas aportaciones que por sí solo fueron significativas lo que se destacó fue la simplicidad y la posibilidad de verificación de las teorías que propuso.

d.- Desde el punto de vista instrumental se destacan las contribuciones que hicieron Gotlob Frege, Giuseppe Peano y los trabajos de Russell y Whitehead enmarcados en lo que denominaron Principia Mathematica. Estas contribuciones permitieron a Rudolf Carnap construir un lenguaje lógico que facilitara “el análisis de los conceptos científicos y la clarificación de los problemas filosóficos”.

La importancia de Frege en la filosofía ha radicado en el hecho que los problemas que él se planteó son los mismos que hoy enfrenta la filosofía analítica. Hay tres periodos en su obra de acuerdo al resultado de sus trabajos y a sus concepciones filosóficas: el primer periodo (1879-90) donde sus estudios estuvieron centrados en la lógica formal y la filosofía de las matemáticas. Estos trabajos fueron una de las fuentes de las que se sirvió Russell para la realización de su obra. El segundo periodo (1891-1900) donde se dedicó al desarrollo de la semántica filosófica. De aquí se inspiró Wittgenstein puesto que el problema del Tractatus fue, en principio, un problema semántico. En el tercer periodo (1900-1925) Frege se dedicó a la metodología de las matemáticas. De estos trabajos se sirvió Carnap. Frege cambió la unidad de análisis de los juicios permitiendo una apertura en el plano filosófico.

Los problemas que se planteó Frege fueron esencialmente: ¿cómo se vincula el lenguaje con el pensamiento y la realidad?, ¿Por qué la lógica ha de ser extensional? y ¿cómo se relaciona el significado de expresiones complejas con el significado de sus componentes simples? La obra de Frege tuvo su base en dos principios: el principio del contexto y el principio de composicionalidad. El principio del contexto establecía que las palabras no significaban nada aisladamente, sino que su significado era una contribución específica al significado de las oraciones en las que pueden aparecer. El principio de composicionalidad, por su parte, requería que el significado de las "palabras", a diferencia del significado de las oraciones, fuese establecido caso por caso. El segundo requería que las reglas del significado para las palabras hicieran necesariamente referencia al modo en que, dada una categoría semántica general a la que pertenecen, contribuyesen junto con palabras de otras categorías al significado de las oraciones. El principio del contexto requería que las reglas que determinan el significado de las oraciones no tomaran en consideración del mismo modo el significado de todas las palabras.

Según Frege, existía una relación entre signo, sentido y referencia. Esta relación era la siguiente: cada signo tiene un sentido, cada sentido tiene una referencia, pero, una referencia podía tener varios. La referencia de una palabra es aquello de que se quiere hablar cuando se la usa normalmente y está asociada a su valor veritativo. De aquí se sigue que todos los enunciados verdaderos tienen la misma referencia: la verdad; y que todos los enunciados falsos tienen la misma referencia: lo falso. El conocimiento que nos proporciona un enunciado proviene de unir al pensamiento expresado en el enunciado su referencia, es decir, su valor veritativo. Hubo otro autor que tuvo los mismos intereses que Frege, pero con una orientación diferente. Él fue Charles S. Peirce.

Del otro autor que se sirvió Russell para construir su teoría del atomismo lógico fue G. Peano. Peano fue uno de los fundadores de la ciencia que trató de las propiedades formales de un sistema deductivo. Fue el primero en utilizar el nombre de “lógica matemática”, un instrumento para describir la lógica simbólica. Sostuvo la tesis de que todo enunciado matemático es una implicación con la forma de «si p entonces q». El objetivo de su lógica matemática fue lograr que las demostraciones matemáticas fueran rigurosas y excluyeran todo procedimiento intuitivo; para ello, construyó un sistema de signos.

Como ya se afirmó, Russell elaboró una teoría que establecía que la estructura de las frases (su gramática o sintaxis) guardaba relación con la estructura de los hechos. El punto esencial de esta teoría fue que una frase puede contribuir al significado de una oración sin tener significado aisladamente posibilitando la renuncia a entidades fantásticas.

Mucho después de la misma escuela inglesa surgió otro autor: Alan Turing, quien hizo importantes aportes al positivismo lógico. Este matemático dio una respuesta a la cuestión de si existe un algoritmo capaz de determinar si un enunciado es decidible -computable- en un sistema dado. Esta fue la tesis Church-Turing y al procedimiento ideal construido para demostrarla se le denominó, máquina de Turing.

2.- La Critica al idealismo.

Previamente se hizo mención al papel que jugó Hume en el desarrollo del empirismo o positivismo lógico. Frege, Peano y Russell, al igual que Hume dividieron las proposiciones significativas en dos tipos: las formales (de la lógica o la matemática) que eran tautológicas y las fácticas que requerían ser verificadas empíricamente. Una proposición que no estuviese enmarcada dentro de estos dos tipos carecía de sentido. Estas eran o son las afirmaciones metafísicas. Estas afirmaciones, según los empiristas lógicos, carecían de sentido porque no tenían relación con los hechos y no estaban formadas a partir de ningún enunciado elemental. Por ello luego afirmaron que el significado de una proposición consistía en su método de verificación. No obstante, en fechas posteriores, el método de verificación en si pasó a ser cuestionado porque este no podía ser verificado por sí mismo (Ayer, 1959).

Esta no fue la única critica a un idealismo esencialmente hegeliano. De sus discípulos y especialmente de Marx, Hegel recibió una fuerte crítica, no obstante, estos autores se mantuvieron dentro de la esfera del hegelianismo, reconociendo el Circulo de Viena la novedad que representaron los postulados de Marx en lo concerniente al estudio científico de la historia. Reconocimiento tal que fue considerado según Ayer una de las fuentes del positivismo lógico.

A pesar de estas afirmaciones, hay que destacar que los positivistas lógicos, según Ayer, no identificaron la filosofía con la ciencia y pensaron que la filosofía con su carga metafísica “debía contribuir, a su manera, al progreso del conocimiento científico”, sobre todo por la posibilidad de ver al mundo de una manera “nueva e interesante”. Wittgenstein afirmó que “si los problemas filosóficos –surgían- porque ciertos rasgos de nuestro lenguaje nos extravían, el metafísico, por sus extravagancias propias, puede contribuir a disolverlos”.

3.- El Circulo de Viena.

El Circulo de Viena fue fundado en el año 1929 en torno al filósofo Moritz Schlick, Rudolf Carnap, Hans Hahn, Otto Neurath y otros. Este grupo redactó el documento del Círculo: la concepción científica del mundo. Otros miembros del Círculo fueron también: Víctor Kraft, F. Waismann, H. Freigl, K. Menger, K. Gödel, G. Bergmann, P. Frank y F. Kaufmann.

3.1.-          Proyecto, características y Postulados

La aplicación de los conceptos lógicos a la reconstrucción racional de los conceptos científicos, el análisis lógico del lenguaje que asegurara significatividad, la exigencia de comprobabilidad de las frases y la búsqueda de un criterio de sentido empírico, el rechazo a la metafísica por su carencia de significatividad empírica, la superación de la distinción entre humanidades y ciencia de la naturaleza mediante la traducibilidad general al lenguaje de la Ciencia Unitaria, etc., constituyeron las preocupaciones fundamentales de ese grupo.

El principio de verificación, como característica epistemológica fue lo que esencialmente identificó al positivismo lógico. El objetivo central de la metodología era formular y legitimar una regla de aceptación de los enunciados conforme a la convicción fundamental según la cual una proposición científica debía ser aceptada sólo cuando era verdadera (Damiani, 1997). Para la concreción de esta norma era necesario establecer un criterio de significatividad que permitiera determinar si una proposición era o no verdadera. Este criterio les permitió establecer una demarcación del discurso científico del no científico.

La tarea de la reconstrucción racional de los conceptos científicos la llevó a cabo Carnap. Este filosofo estableció un sistema de construcción de los conceptos a partir de lo inmediatamente dado (es decir, las experiencias elementales) mediante el empleo de las nociones de “clase” y “relación”. A partir de las relaciones fundamentales que rigen entre ellas, logró establecer un árbol genealógico de los conceptos de las ciencias humanas y experimentales que garantizaba la reducción de todos los conceptos científicos a la base fenomenalista que constituyen las experiencias elementales. Pero la necesidad de comprobación hizo que a este fenomenalismo (de carácter epistémico) se incluyera un fisicalismo (real científico) que perseguía también abarcar toda la ciencia en un sistema consistente y unitario.

La verificación (observable y teórica) va a ser el problema que se va a plantear Carnap debido a que consideró que no había independencia en los términos de las teorías científicas y en este proceso de resolución del problema va a ser posible constatar la evolución de su pensamiento. Carnap intentó unir el lenguaje con el mundo mediante una implicación material. Él estableció dos órdenes de verificación: el directo y el indirecto. Si un enunciado, por ejemplo, afirmaba algo respecto a una percepción actual, entonces el enunciado podría probarse directamente acudiendo a la percepción actual. En la verificación de tipo indirecto se trataba de proposiciones que no eran verificables en sí mismas, pero que sí lo son mediante la verificación directa de otras proposiciones ya verificadas con anterioridad.

De esta manera, toda aseveración científica debía afirmar algo acerca de percepciones actuales o acerca de otra clase de observaciones y, entonces, es verificable por ellas; o bien afirmar enunciados acerca de futuras experiencias que se infieren de la unión de datos científicos u otros que se sometían a constatación empírica. La ciencia, pues, era un sistema de hipótesis verificables que, en última instancia, tocaban la realidad. Y todas las proposiciones de su lenguaje expresivo eran reducibles a "enunciados atómicos", "juicios de percepción", "proposiciones protocolares" que eran propiamente empíricas en sentido estricto. La conclusión de este análisis le añadió a las proposiciones analíticas y sintéticas otro tipo de proposiciones: las metafísicas, es decir, las carentes de significación que, como tales, eran expresiones de pseudoproblemas. Según Carnap podía llegarse a proposiciones sin sentido cuando su contenido era inverificable. De ahí que, según Carnap, la filosofía debía ser sustituida por la lógica de la ciencia. Este fue el denominado enfoque sintáctico.

En el enfoque semántico, Carnap hizo distinción entre semántica descriptiva y semántica pura. La primera versaba sobre los lenguajes naturales e históricos relacionada con la descripción de datos empíricos, lo cual la hacía una ciencia de enunciados sintéticos. La semántica pura, en cambio, era de índole analítica y tenía como objeto la interpretación del significado de sistemas lógicos formalizados, por lo tanto, estaba dirigida a los lenguajes idealmente perfectos. La tarea del filósofo semantista estaba relacionada entonces con la búsqueda de definiciones exactas y adecuadas de los conceptos semánticos ordinarios y de otros nuevos a fin de elaborar una teoría basada en dichas definiciones.

El trabajo de Carnap fue complementado por los trabajos de Alfred Tarski en lo concerniente al criterio de verdad, pero Kurt Gödel[3] alertó sobre las limitaciones sobre el tratamiento del problema de la verdad en el proceso que se llevó a cabo para unificar las ciencias. Este autor expresó lo siguiente:

§  No todo lo verdadero es demostrable

§  No hay un cálculo que supla la semántica (hay lenguaje donde lo que yo deduzco es verdadero).

§  La consistencia entre deducción y razonamientos en términos aristotélicos sólo puede obtenerse si se especifica en qué lógica se está trabajando

Para Gödel la verdad era inagotable, no todo lo verdadero coincidía con lo demostrable[4].

Por otra parte, los postulados originales del positivismo lógico fueron: todo conocimiento (no analítico) depende de la experiencia y la significación cognitiva de un enunciado es tal, sólo si es analítico o si puede ser verificado experimentalmente.

3.2.-          Contribuciones al Círculo de Viena en sus comienzos

Las principales aportaciones que recibió el Circulo de Viena en sus comienzos provinieron de sus colaboradores en Berlín y en Varsovia, pero fue desde la ciudad polaca donde se hicieron las aportaciones más trascendentes. En Berlín se destacó Hans Reichenbach.  Sus principales aportaciones se centraron en la filosofía de la ciencia y en la teoría de la probabilidad. Reichenbach recurrió a esta teoría para establecer que un enunciado empírico inductivo tiene sentido en la medida en que es probable. Este filosofo fue el que promovió la distinción entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación[5].

Por el lado polaco, Alfred Tarski, hizo sus principales aportaciones a la lingüística y a la lógica en su teoría semántica de la verdad. Esta concepción se colocó en la línea del concepto aristotélico de la verdad como correspondencia entre el pensamiento y los hechos al definir “verdad” con respecto a un lenguaje. Según esta teoría, “verdadero” es una propiedad (metalingüística) de toda proposición que describa (en un lenguaje objeto) un hecho tal como éste es en el mundo real. Se llama “semántica” porque “verdad” o “verdadero” son términos semánticos, cuyo significado sólo puede explicarse mediante un metalenguaje; un metalenguaje puede relacionar expresiones lingüísticas con hechos, mientras que un lenguaje objeto sólo puede hablar de sus propias expresiones lingüísticas o de los hechos. “Verdad” para Tarski, es una propiedad del enunciado. Para Tarski la verdad no puede ser discutida dentro de su propio lenguaje, tiene que ser discutida a través de metalenguaje, de lo contrario es inconsistente. Algunos aspectos de su teoría semántica se deben a la influencia de su maestro Stanislaw Lesniewski.

Lesniewski formó parte del círculo creado en torno a Kazimierz Twardowski, y en el que se encontraban también autores como Tadeusz Kotarbinski y Jan Lukasiewicz. Este filosofo centró su interés en el estudio de las paradojas lógicas, en la teoría de probabilidades y en el estudio de la lógica de relaciones. Según Lesniewski, la mayoría de las antinomias se producen por una confusión originada por la superposición de los usos discursivo y colectivo de las expresiones de la teoría de conjuntos. Es decir, por la confusión entre ser elemento de una clase determinada o ser parte de un cierto objeto. Lukasiewicz fue el que propuso las lógicas polivalentes.  Estas son aquellas que no se fundan en el principio clásico de bivalencia, sino que otorgan a las funciones veritativas valores intermedios entre la verdad y la falsedad.

La filosofía de Kotarbisnki fue nominalista y basada en la teoría del cálculo de los nombres de Lesniewski. Según este autor existían dos grandes clases de nombre: los nombres genuinos y los nombres aparentes o ficticios. Según su ontología solamente existen objetos individuales concretos: todo lo que existe es una cosa o una persona, mejor dicho, todo lo que existe es un cuerpo.

Twardowski aclaró la distinción entre el acto de un fenómeno psicológico y su representación. Por otra parte, y a diferencia de la posición radical del Círculo de Viena, Twardowski señaló que los conceptos metafísicos no son simplemente no científicos, sino que, aunque frecuentemente son de naturaleza precientífica, tienen auténtico sentido y pueden llegar a convertirse en problemas científicos cuando son incorporados a nuevos desarrollos de la ciencia. La inspiración aristotélica heredada de Brentano se reflejó en su actitud de realismo objetivista que favoreció el desarrollo de la noción de verdad como correspondencia, que culminó en la teoría semántica de la verdad de Tarski.

Generalmente se ha asociado el empirismo lógico, positivismo lógico, neopositivismo con el Circulo de Viena, no obstante, este grupo se comenzó a disolver propiamente a partir del año 1934 por muy diversas causas. Aun así, su tradición influyó en lo que se conoció como filosofía analítica y la filosofía de las ciencias, permaneciendo especialmente en el Reino Unido, en Escandinavia y en Estados Unidos.

  

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.

 

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AYER, Alfredo (Compilador). Positivismo Lógico. Fondo de Cultura Económica. México. 1965/81. 412 p.

BACETA, Jesús. Cátedra de Introducción a la Epistemología. Caracas. UCV. 2002.

CORTES, Jordi y MARTÍNEZ, Antoni. Diccionario de Filosofía. Barcelona. 1996-99. Empresa Editorial Herder S.A., CD-ROM

DAMIANI, L. Epistemología y Ciencia en la modernidad. Caracas. UCV. 1997.

DIEZ, José y MOULINES, C. Ulises. Fundamentos de Filosofía de la Ciencia. 2ª Edición. Barcelona. Editorial Ariel. 1999. 501 p.

MUGUERZA, Javier. La teoría de las Revoluciones Científicas (Una Revolución en la Teoría Contemporánea de la Ciencia). En Introducción a la Crítica y el Desarrollo del Conocimiento de I. Lakatos y A Musgrave. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1975. 522 p.

OMNÈS, Roland (1995). Filosofia da Ciência Contemporânea. São Paulo. (T. R. Leal), UNESP. 315 p.

PITTER, Williams y RINCÓN, Elita. El Circulo de Viena y el Positivismo Lógico. Universidad del Zulia. Facultad de Humanidades y Educación 2002. 17 p.

RIVADULLA RODRÍGUEZ, Andrés. Filosofía Actual de la Ciencia. Madrid Editorial Tecnos 1986. 328 p.

 



[1] Omnes expresó que la dificultad de las ciencias humanas es su limitada capacidad de predicción. Ver al respecto: Omnes (1996:280-281). De igual forma, Agamben alertó acerca de la aplicación de la metodología de las ciencias a problemas humanos (xxxx:xx). Por su parte, Heidegger expresó que la rigurosidad en las ciencias humanas estaba dada por la imprecisión.

[2] B. Russell afirmó:  "llamo atomismo lógico a mi doctrina porque los átomos, a los que deseo llegar como elemento último del análisis, son átomos lógicos y no átomos físicos".

[3] Teorema de la Incompletud: 1º de los teoremas de Gödel, que afirma que todo sistema de axiomas que sea consistente y capaz de incluir la teoría formal de la aritmética es necesariamente incompleto; dicho sistema de axiomas contiene algún teorema que, a pesar de ser verdadero, no puede deducirse del sistema. El 2º teorema es complementario del 1º y establece que no es posible probar la consistencia de un sistema formal de la aritmética con los solos medios que dicho sistema proporciona; no siendo la consistencia un teorema del sistema, ha de probarse desde fuera del sistema.

[4] La verdad es vacua epistémicamente. La verdad es un mecanismo que ancla el discurso al mundo pero que no aporta nada al discurso cognoscitivo, lo único que asegura es que tiene una referencia objetiva.

[5] Contexto de descubrimiento: Todo cuanto se refiere a la invención de una hipótesis. Es irrelevante, para la investigación científica, la manera como se halla o descubre una hipótesis: proceso creativo, observación de hechos, inducción, etc., porque, en definitiva, no se considera que esta tarea sea propiamente obra de la razón, sino de la imaginación: se trata de una cuestión psicológica, sociológica o histórica, no propiamente epistemológica. Contexto de justificación: Todo cuanto se refiere a las razones por las que, en ciencia, debe aceptarse una hipótesis. La justificación de una hipótesis -la demostración de que es racional considerarla verdadera- es obra propiamente de la razón y es lo que permite hablar propiamente de una lógica de la ciencia