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La Economía Azul ha sido una nueva manera
persuasiva de reorientar la competitividad en un contexto signado por la crisis
climática, la necesidad de nuevos recursos, la emergencia de nuevas tecnologías
y un reordenamiento político global que está en curso. Decimos persuasiva
debido a que en un contexto signado por la idea del progreso Alfred N.
Whitehead (1933 [1969]) no sólo pensó la ‘persuasión´
en oposición a la ‘fuerza’, sino también retóricamente afirmó el triunfo de la
primera sobre la segunda debido a que asoció a la primera con el concepto de
‘libertad’ por ser esta la condición de posibilidad para dar a la palabra
‘creatividad’ su significado como principio último del universo.
Para el programa sobre el desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD)
(2024) la Economía Azul es “el uso sostenible de los recursos oceánicos
para el crecimiento económico, el empleo y la inclusión social y financiera,
centrándose en la preservación y restauración de la salud de los ecosistemas
oceánicos y los servicios que prestan”. De esta definición se destacan: la
economía desde una órbita política, el conocimiento de la naturaleza para
prevenir los riesgos medioambientales y la orientación social desde un enfoque
moral y ético. Estas tres orientaciones nos permiten hacer una valoración del
grado de consistencia del concepto de economía azul para determinar su alcance
desde una lectura práctica. Por ello vamos a analizar el
concepto de ‘Economía Azul’ desde tres ángulos de análisis: la intervención
estatal, la competitividad y el desarrollo.
El intervencionismo del
Estado, según Serra Rojas (1985), refiere a “un sistema intermedio de
transición, entre el liberalismo y el socialismo que combina intereses públicos
y privados y confía a la acción del Estado agrupar, dirigir y suplir en la vida
del país a la iniciativa privada, a la que asigna todavía un amplio margen de
acción”. Cuando el intervencionismo es menor se habla de economía de mercado (o
libre) llevada a cabo por la empresa privada. Cuando es mayor se habla hoy en
día de economía mixta, es decir, dónde se combina lo privado y lo público en lo
concerniente a la producción a través de la asignación de recursos para cumplir
objetivos específicos. Mientras en la economía de mercado el Estado favorece la
actividad económica y establece un régimen financiero fuerte para crear las
condiciones de posibilidad de que se desarrolle la industria y el comercio, es
decir, para hacer más competitivo el mercado, la economía mixta parte de un
proceso de planificación que dirige más o menos la actividad económica y
restringe la capacidad de competencia trayendo como consecuencia, según Ludwig
von Mises, el estableciendo monopolios estatales o de cualquier otra naturaleza
y el empobrecimiento. Esta competencia Mises (1986) la denominó competencia
cataláctica, entendida desde una perspectiva praxeológica, para diferenciarla
del antagonismo y el conflicto que parte de la idea de la existencia de
intereses incompatibles[1].
Esto nos lleva al concepto de competitividad.
La competitividad, en general, está relacionada con la
preparación de los individuos, la tecnología disponible, la capacitación que se
tenga y, finalmente, la mayor efectividad o eficiencia en lo que se produzca o se desee
producir. Esto es importante con respecto a la Economía Azul debido a
que ella se fundamenta en la creatividad y la innovación. Mises partió
de la idea de que los medios de subsistencia son escasos. En este contexto, la
cooperación social desvanece cualquier potencial de conflictos y produce una
comunidad de emprendedores. Pero ello no quiere decir que no haya competencia.
Para él representarse un sistema sin competencia habría que imaginarse una
república socialista. En esa república, como se ha demostrado, la gente es
totalmente apática e indiferentes y no busca su superación por vivir bajo la
protección del Estado evidenciándose un estado de inautenticidad que se devela
cuando este no puede protegerlo más. Por ello consideró que la competencia
cataláctica se caracteriza por una parte, por ser un fenómeno social debido a
que no sólo corresponde exclusivamente a los consumidores el determinar
libremente qué misión cada entidad actual haya de desempeñar en la sociedad,
sino también comprando o dejando de comprar, los consumidores señalan la
posición social de cada ciudadano y, por la otra, cumple una función social en
la medida en que garantiza de forma persuasiva la mejor satisfacción posible a
los consumidores dadas las circunstancias económicas específicas concurrentes.
Las palabras claves para Mises (2011) para lograr la superación, además de
libertad, es innovación. Creemos, por una parte, que este es el punto de
confluencia entre el pensamiento de Whitehead y Mises y, por la otra, esta
confluencia aleja la desmesura y los extremos que caracterizan el uso de la
fuerza por la persuasión que sustenta la línea del progreso.
La Comisión Económica
para América Latina (CEPAL) introdujo, por su parte, el concepto de competitividad auténtica que
entienden “como la capacidad de incrementar, o al menos de sostener, la
participación en los mercados internacionales con un alza simultánea del nivel
de vida de la población”. Esta competitividad auténtica depende de la condición
de posibilidad de elevar la productividad al nivel de las mejores prácticas
internacionales y supone la identificación, imitación y adaptación de nuevas
funciones de producción por parte de las empresas. Pero, para ello se requiere
de políticas desarrolladas e instrumentadas por los gobiernos relativas a la
investigación, desarrollo e innovación tecnológica, así como la implantación de
políticas relacionadas con la equidad, la educación, el crédito y el
aseguramiento de una institucionalidad estable.
Ahora bien, la necesidad de que el
Estado cree las condiciones de posibilidad para poder ser competitivo nos
obliga a examinar qué se
entiende por ‘desarrollo’. Mises, en este sentido, partió de un axioma
fundamental basado en que “el ser humano actúa intencionalmente para alcanzar
los fines que desea”. Fundamentando esta premisa consideró que realmente ha
sido la propiedad privada sobre los medios de producción la que ha permitido el
desarrollo de la humanidad. Así pues, para él, quienes han propugnado la libre competencia y la libertad
de empresa han generado la mayor prosperidad y un gran desarrollo económico.
Para Mises, en este sentido, el desarrollo dentro de un contexto de libertades económicas
es la forma en que se exterioriza el progreso. Así pues, lo
que Mises (2007) llamó progreso económico es el efecto de una acumulación de
bienes de capital que excede el aumento de la población. Esto nos lleva a examinar el concepto de ‘libertad’
entendida desde la perspectiva del desarrollo.
Amartya Sen (2000) expresó que la libertad es un bien primario que posibilita el
desarrollo tanto desde la perspectiva individual como grupal debido a que es la
forma de romper “las ataduras, en cualquiera de sus formas que impiden al
individuo ejercer su voluntad a partir de un juicio racional” y está asociada
con la necesidad de evitar el hambre, la desnutrición, las enfermedades y la
muerte prematura y la de garantizar los conocimientos básicos para expresarse
de cualquier forma y por cualquier medio. En este sentido la libertad es un
medio y un fin para el desarrollo. El desarrollo, por otra parte, lo entendió
como el proceso de expansión de las libertades reales que disfrutan los
individuos.
Estas libertades se expresan en lo
político, lo económico, en la seguridad social y las garantías individuales. La
libertad política está relacionada con la capacidad de elegir y establecer el
gobierno que se desee y la de expresarse y asociarse libremente. La libertad
económica se refiere a la posibilidad de utilizar recursos para el consumo, la
producción o el intercambio. Este es el marco de la Economía Azul que hemos
considerado. Las oportunidades sociales apuntan a la educación y la salud para
el ejercicio de otras libertades y las garantías son la transparencia que
implica poder relacionarse con reglas muy claras. La seguridad, en este
contexto, es el instrumento que garantiza la posibilidad de que todas estas
libertades sean viables. Estas libertades se caracterizan por dos aspectos:
oportunidades para alcanzar metas prioritarias referidas a la libertad como
desarrollo y procesos referidos a la toma de decisiones para la obtención de
esas metas. En la libertad como desarrollo interesa la capacidad para vivir de
acuerdo a los valores de cada individuo ante un sinnúmero de posibilidades
reales. En la libertad como proceso lo que interesa son las metas a alcanzar en
un abanico de posibilidades que creemos promueven la creatividad en una lectura
whiteheadana.
Con lo antes indicado podemos afirmar
que la libertad, por una parte, es un bien capital para el desarrollo, la
producción y la competitividad y, por la otra, la libertad como fundamento de
la creatividad, en una lectura whiteheadana, fomenta el desarrollo y el
progreso. La Economía Azul, desde esta perspectiva, para ser consistente como
instrumento de persuasión debe fundamentarse en la libertad y el desarrollo.
Referencia Bibliográficas
Medeiros, V., Gonçalves, L. y Camargos, E. (2019). “La
competitividad y sus factores determinantes: un análisis sistémico para países
en desarrollo”. Revista de la CEPAL N° 129. Pp 07-27. Documento en línea.
Disponible: https://repositorio.cepal.org/server/api/core/bitstreams/820532b5-0b65-4f87-9990-fe54b4a6e507/content
Mises, L. (1986). Planificación para la
libertad y otros dieciséis ensayos y conferencias. Buenos Aires. (T. Unión
Editorial. de Madrid.). 339 p.
Mises, L. (2011). La acción humana. Tratado
de Economía. 10° ed. Madrid. (T. J. Reig). Unión
Editorial. 1138 p
Mises,
L. (2007). Theory and history. An interpretation of social and economic
evolution. Alabama.
Ludwig von Mises Institute. 404 p. Documento en línea. Disponible: https://cdn.mises.org/Theory%20and%20History%20An%20Interpretation%20of%20Social%20and%20Economic%20Evolution_1.pdf
Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2024). Economías azules y soluciones
basadas en la naturaleza para mejorar la acción climática en los pequeños
estados insulares en desarrollo de América Latina y el Caribe. New York. UN. 60
p. Documento en línea. Disponible: https://www.undp.org/sites/g/files/zskgke326/files/2024-04/economias_azules_y_soluciones_basadas_en_la_naturaleza_en_sids_de_alc.pdf
Sen, Amartya (2000). Desarrollo
y libertad. Barcelona (T. E. Rabasco y L. Toharia). Ediciones Planeta. 220
p. Documento en línea. Disponible: https://indigenasdelperu.wordpress.com/wp-content/uploads/2015/09/desarrollo_y_libertad_-_amartya_sen.pdf
Serra Rojas, A. (1985).
El intervencionismo de Estado en la economía. México. UNAM. 75 p.
documento en línea. Disponible: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/3/1274/4.pdf
Whitehead,
Alfred N. (1933 [1969]). Adventures of ideas.
New York. The
Macmillan Company. 404 p. Documento en línea. Disponible: https://ia801509.us.archive.org/35/items/in.ernet.dli.2015.506439/2015.506439.adventures-_text.pdf
[1] Para Mises la competencia cataláctica
se presenta entre gentes que desean mutuamente sobrepasarse. Pero aquí no se
refiere a la aniquilación del contrario sino el relegamiento “a un puesto más
conforme con su [capacidad productiva], inferior a aquél que habían pretendido
ocupar” en función de la posibilidad de ofrecer productos “mejores y más
baratos, mientras los compradores porfían entre sí ofreciendo los precios más
atractivos” (Pág., 141).

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