La guerra ha sido un fenómeno
repudiado y sublimado a lo largo de la historia. Como fenómeno, su
manifestación había sido considerada lo suficientemente clara que no había
ameritado su comprensión, sino la elaboración de mecanismos tendentes a su regularización
y posterior supresión. Sin embargo, estos esfuerzos no han sido suficientes
debido a su recurrencia. En este contexto, un ex combatiente en las denominadas
guerras de la revolución y el imperio, el General Carl von Clausewitz, intentó
elaborar un tratado, “De la Guerra”, que permitiera a los estudiosos del
fenómeno, no sólo comprenderlo, sino actuar convenientemente para alcanzar
objetivos militares y políticos a partir del conocimiento de su naturaleza.
A tal fin, Clausewitz intentó
establecer una serie de principios generales que descansaron en el genio del
conductor militar, es decir, de la capacidad de representarse una situación y
actuar creativamente en un contexto signado por una total incertidumbre para
producir un efecto deseado, cuya utilidad fuese de naturaleza política. Pero,
éste esfuerzo, que supuso una inconclusa revisión a posteriori, se topó con el presunto reconocimiento de encontrarse
explicando cómo producir un cambio (recurriendo a la guerra) en un contexto
signado por el cambio (la guerra en sí) sin tener la certeza de que sus
promotores en relación con el objeto (el motivo de la guerra) y en relación con
sí mismo supieran qué querían cambiar y sin saber con certeza cuanto iba a durar
ese efecto deseado.
Este reconocimiento convirtió a
uno de los primeros tratados que intentaron explicar, en la era de la razón, la
naturaleza de la guerra, en un objeto de estudio debido a que puso en manos de
los lectores un problema no resuelto: el de entender la guerra a partir de su
esencia, no sólo de las causas, de su objeto y de sus métodos. Estos problemas
que originalmente avizoró el General prusiano plantearon la necesidad de ser
evaluados a la luz de cómo en ese entonces se interpretó ese fenómeno,
intentando determinar el horizonte de precomprensión de este autor y los
prejuicios a los que tuvo expuesto, para determinar en cuánto la interpretación
clausewitziana ha constituido la base de la precomprensión de dicho fenómeno en
el mundo de hoy.
La importancia de lo expresado
precedentemente radica en que con la caída del muro de Berlín se creyó que
había cesado el riesgo de que ocurriese una guerra (o conflicto) de alcance
global que hiciese de la destrucción el medio para alcanzar supuestos objetivos
políticos. Pero, los hechos no se correspondieron con esta creencia: Por una
parte, el colapso de la Unión Soviética puso, al parecer, en manos de
organizaciones no-estatales, el control de armas de destrucción masiva y, por
la otra, el auge de las tecnologías de información y comunicación generaron las
condiciones para que cualquiera construyera y utilizara dichas armas o
amenazase con utilizarlas. Además, otros acontecimientos se presentaron en un
periodo relativamente corto: una coalición político-militar bajo el manto de la
Organización de las Naciones Unidas restituyó por la fuerza un statu quo político internacional, otra
coalición internacional, específicamente la Organización del Tratado del
Atlántico Norte trató de establecer un nuevo statu quo en Sudan y los
Balcanes. Y en el ínterin organizaciones no-estatales efectuaron acciones
violentas en Asia, África y Estados Unidos que determinaron a su vez actos
bélicos en Afganistán e Irak. La espiral de violencia subsiguiente ha alcanzado
ya a muchos pueblos y la expresión que ha subsumido estos actos de violencia es
lo que se ha dado en denominar “terrorismo”.
Mas allá del significado que
pueda tener la expresión “terrorismo”, que Derrida puso en duda en relación con
el concepto de guerra, lo que es relevante mencionar es que, al parecer, la
humanidad antes de la caída del muro de Berlín había asumido el hecho de que se
encontraba en un estado de no-guerra, es decir, un estado donde una guerra general
era posible y estuvo caracterizado por el hecho que los actos bélicos
estuvieron limitados y circunscritos a situaciones determinadas por la
geografía y la política de los afectados directamente, siendo estos actos
tolerados siempre y cuando no afectasen a la comunidad internacional en su
conjunto (por ejemplo, la guerra entre Eritrea y Etiopía o entre Etiopía y
Sudán). Esta circunstancia no
significaba propiamente la paz, aunque era denominado paz. El fantasma nuclear
permitía que esa creencia fuese no sólo generalizada, sino también
universalizada. Hoy día, los hechos parecen haber demostrado que en la paz la
guerra se ha manifestado de otras muchas maneras.
Esta realidad permite afirmar
que la guerra, como un acto, ha sido y parece ser aún un camino para obtener
fines, pero, como estos fines parecen que han sido y son establecidos por los
que representan a las comunidades políticas y no las comunidades políticas en
sí, se puede dudar de que la humanidad, representada por un pequeño circulo de
miembros de esas comunidades, sean medios, o medios y fines (en el sentido
kantiano) o fines en sí y como tales competentes para decidir sobre asuntos de
vida y muerte. Las angustias que sufrieron las poblaciones civiles kosovar,
bosnia, yugoslava, keniana, sudanesa, estadounidense, española, colombiana,
inglesa, iraquí, por citar algunos casos, fueron motivos suficientes para
tratar de entender un fenómeno que afecta a la humanidad en su condición debido
a que ha hecho entender, en parte, el significado de encontrarse en un estado
de guerra donde los actos de fuerza pueden presentarse de manera súbita y
repentina afectando a la totalidad. Todo esto permitió hacer el interrogante de
saber y entender qué es la guerra.
El concepto de la guerra de Clausewitz
se caracterizó por el hecho de partir de un modelo que fue construyendo a
partir de la visión imperante en las escuelas de pensamiento europeas del siglo
XVIII y principios del siglo XIX, sin embargo, este hecho no permite afirmar
que este General prusiano haya sido influido por un autor en particular o que
su noción de la guerra fuese esencialmente mecanicista. Por tal motivo se
consideró pertinente abordar el problema de la guerra y la paz a partir de
Clausewitz, pero, partiendo de los conceptos de guerra que él emitió para
determinar su alcance.
Por ello se planteó el siguiente problema: entender qué es la guerra y la paz dentro
de la lógica del cambio, es decir, como momentos de una mismidad y para su
solución se estableció el siguiente objetivo general:
Establecer los vínculos existentes entre las nociones guerra y paz, a
partir del tratado “De la Guerra” de Clausewitz.
Para este objetivo general, se determinaron
los alcances de la propuesta clausewitziana, para afirmar que la guerra y la paz
eran momentos del cambio, y la intuición, en el sentido más amplio, determina
la significación del mismo debido a que se está en un proceso continuo de
desocultar, de aprehender algo de múltiple apariencia y esencia, trayendo como
consecuencia una gran dificultad de comprensión y por consiguiente, de
conceptualización. Para alcanzar este objetivo
general se establecieron los siguientes objetivos específicos:
·
Determinar
el marco conceptual sobre el cual se sustentó “Vom Kriege”.
·
Analizar
los fundamentos de la conducción de la guerra en la obra de Clausewitz.
·
Apreciar
la noción de cambio en “Vom Kriege”,
a partir de la crítica del juicio.
·
Determinar
el alcance de la obra de Clausewitz a partir de los prejuicios que se generaron
luego de la difusión de su obra.
Para
el logro del objetivo general se consideró la hermenéutica en tanto que
aproximación a la verdad, es decir, se intentó comprender el fenómeno de la
confrontación violenta usando como referente la obra del General Prusiano. Este
abrirse que se pretendió buscó interpretar y descubrir relaciones en lo que
respecta al conflicto armado y todas sus derivaciones, detectando y entendiendo
todos los prejuicios[1] que se han
tenido sobre el uso deliberado de la fuerza y cómo éstos se hicieron presentes
en esa obra clausewitziana y con posterioridad a ella. Lo que se pretendió fue hacer
una evaluación de la obra Vom Kriege
mediante la comprensión del texto usando para ello la propuesta hermenéutica
realizada por Gadamer, para, a partir de allí, establecer la significación que
el fenómeno bélico representa para la humanidad en el mundo de hoy. Este autor
expresó que el punto de partida de su teoría hermenéutica fue precisamente que
la obra de arte era un reto para nuestra comprensión porque escapaba a todas
las interpretaciones y oponía “una resistencia nunca superable a ser traducida
a la identidad de un concepto”.
La selección
de la propuesta hermenéutica de Gadamer radica en el hecho que, para él, “la
comprensión es… un proceso que tiene como presupuesto el estar dentro de un
acontecer tradicional” y la tarea de la
hermenéutica es “iluminar las condiciones bajo las cuales se comprende”. De
igual forma, hay que tener presente, que según G. Llanes “desde la antigüedad, …,
se ha usado la mirada del artista para explicar cuestiones metafísicas”, y más aún, en el propio siglo XX, se ha
usado el arte para encontrar “una manera diferente de percibir el mundo”.
Todos estas premisas permitieron abordar Vom
Kriege a partir de la historicidad del fenómeno bélico en sí, tomando en
cuenta los modelos de cómo ha sido éste percibido, ya como momentos de dicha
comprensión y considerados por Clausewitz en su trabajo. Lo que se buscó al
final de cuentas fue comprender el fenómeno bélico de una manera diferente
mediante un desplazamiento hacia el acontecer de la tradición de lo que se ha
entendido por guerra para determinar lo extraño y lo familiar en el fenómeno y
determinar, a su vez, la situación concreta por medio del cual Clausewitz
construyó sus juicios sobre dicho fenómeno.
La idea central de la propuesta
clausewitziana fue el carácter utilitario que le dio al fenómeno guerra. La
expresión que él usó, al efecto, fue der
krieg que en principio es más restrictiva que la expresión guerra en
relación con su significado. Por ello se usó la expresión bellum para traducir la expresión alemana, no sólo por ser más inteligible
su significado, sino por ser la expresión común con que se identificó el
fenómeno en su vertiente utilitaria no sólo hasta la paz de Wetsfalia, sino
hasta que el latín dejó de ser la lengua de uso común en las relaciones entre
comunidades en la Europa de los tiempos que siguieron a la realización de ese
tratado. Partiendo de esta circunstancia en la investigación se obtuvo lo
siguiente:
En primer lugar, Clausewitz
intentó establecer un concepto de bellum
partiendo de su experiencia personal y cuando ésta le resultó insuficiente
apeló a todos los recursos que consideró adecuado para alcanzar su objetivo de
fundar las bases de una nueva ciencia. Este problema se debió a que intentó
producir una síntesis desde la perspectiva de la utilidad de bellum y este esfuerzo quedó inconcluso
motivado a que no pudo integrar en ese concepto otras características del
fenómeno en sí, trayendo como consecuencia que en la obra objeto de estudio, no hubiese uno, sino varios conceptos
sobre el mismo objeto de estudio. Este problema se produjo por la imposibilidad
de entender los prejuicios existentes sobre dicho fenómeno, y ello se evidenció
también por la presencia de residuos de conceptos recogidos gracias a una
tradición y desocultados intuitivamente.
Estos conceptos provenían de
dos vertientes: una originada de lo que se entendió por el fenómeno y dio
origen a expresiones como Werra, bellum (polemos), krieg y guerra anteriores
a 1648, y otra que fue instituida en Westfalia a partir del año 1648, y que
permitió la consolidación de lo que se dio en denominar Estado-nación,
caracterizada por el hecho que con la perdida del uso del latín, las palabras
que sustituyeron la expresión bellum
tendieron a ocultar sus significados originales reafirmando la noción
utilitaria que tenía la generación de ese fenómeno. Con el advenimiento de
nuevas estructuras políticas derivadas de la revolución americana y francesa
que representaron nuevas formas en que se presentaba el acto bélico, no
variaron la esencia del acto en sí, ni el estado en que éste se desarrollaba
debido al impacto que tuvo la consolidación del orden instituido en el año
1648.
Las vertientes de donde
Clausewitz hizo su conceptualización permitieron el parcial desarrollo de las
categorías de Ideal y Wirklichen Krieg por el carácter
inconcluso de su obra, con el inconveniente que al problema referido
previamente los conceptos de Absoluter
y Wirklicher Krieg (establecidos en
el libro 8) dieron origen a otras diversas interpretaciones. Estas categorías
dieron paso a unas líneas de interpretación que apuntaron a considerar ese
fenómeno como limitado o absoluto, cosa hoy día fácilmente constatable por el
signo de lo nuclear y las armas de destrucción masiva. Pero, la idealidad a la
que se refirió el autor estaba dada por la relación que había entre lo que se
concebía en el plan de bellum (que
podía ser planteado en término limitado o absoluto) y lo que efectivamente
sucedía. Esta diferencia es la que permite explicar desde la perspectiva de
Guibert, el intento de categorización que hizo el General prusiano, puesto que
este autor francés concibió idealmente lo absoluto para obtener un resultado
definitivo in bello.
Clausewitz, superó el trabajo
de Guibert al hacer depender estas categorías de la relación trinitaria de
pasión, entendimiento y cálculo político. Este concepto de la trinidad fue el
que permitió al General prusiano ir de lo específico relacionado con la
utilidad de bellum a lo complejo de intentar
entender lo que había más allá de la utilidad en ese fenómeno.
El impacto que tuvo esta unidad
de sentido no acabada de bellum que
representó el esfuerzo de Clausewitz, se evidenció en que su vivencia, sumida
dentro del fenómeno bellum, tuvo como
referente el Yo, en sentido fichteano (a pesar de partir de una perspectiva
realista, en sentido kantiano), un Yo soportado por una tradición, muy a pesar
que el paradigma que lo había sostenido había entrado en crisis, como
consecuencia de los cambios que se produjeron en América y Europa a finales del
siglo XVIII y principios del siglo XIX. Desde la perspectiva epistémica intentó
producir conocimientos tomando, si se quiere, una propiedad del fenómeno para
desocultar las causas, los efectos y el camino que media entre ambos para
obtener fines de naturaleza política.
En
segundo lugar, Clausewitz intentó conocer la esencia de bellum para afirmar la autonomía del individuo frente a ese
fenómeno resultando que, al final de cuentas, sólo encontró que bellum era inconmensurable. Por ello
recurrió a la tesis del genio, como único capaz de actuar convenientemente para
alcanzar en lo posible un objetivo político.
La
apelación al genio vino determinada por tener, el General prusiano, la
conciencia de que en las costumbres sobre las maneras de hacer bellum se podía obtener las herramientas
necesarias para la solución de problemas ab
e in bello. A partir de esta
creencia, Clausewitz intentó establecer una serie de principios generales, que
pudieran constituirse en la base de una nueva ciencia y que permitieran
aprehender un fenómeno que por su naturaleza es cambiante, para luego actuar de
manera conveniente en función de un objetivo establecido. A pesar de que
Clausewitz apeló a la costumbre, no consideró los cambios que tuvo el concepto bellum en sí, y eso le dio al fenómeno un
carácter metafísico que en realidad fue posible visualizarlo por la crítica que
se hizo del esfuerzo de conceptualización intentado por el autor en Vom Kriege.
Sin
embargo, Clausewitz afirmó que bellum
era un movimiento para alcanzar un fin en condiciones extremas a partir de la
creatividad en la solución de problemas e imprevistos de cualquier naturaleza.
Este movimiento, que en sí corresponde en esencia a un juego, presuponía la
permanencia de los jugadores, al final del juego, de modo que éste pudiera ser
nuevamente jugado. La permanencia de los jugadores en este sentido, era dada a
partir de la mesura en el acto bélico en sí, y esta mesura le daba a la
propuesta un carácter moral por el efecto que la trinidad tenía en la
composición de dicho fenómeno.
La apelación
al genio estaba sustentada también en una estética entendida desde el punto de
vista moral, con el inconveniente que, el concepto de libertad necesario, para
hacer ésta idea viable estuvo en tensión tanto en la vida de Clausewitz como en
su obra, por el impacto de la tradición y el advenimiento de nuevos paradigmas
de orden político.
En tercer lugar, la idea del
uso del instrumento bélico para provocar un cambio de estado favorable a quien
de él se valiese para alcanzar un propósito político estaba determinada por la
creencia en una necesidad de mantener limitado el alcance del uso del
instrumento en sí, debido a que el uso en tanto que uso podía generar
situaciones incontrolables. La razón por la cual se generaban estas situaciones
tenía que ver con la inconmensurabilidad del fenómeno en sí, en tanto que una
manifestación del cambio, en una circunstancia de cambio. A partir de la
experiencia histórica, Clausewitz sugirió la prudencia en llegar a una solución
usando ese medio, dado el carácter sangriento del mismo y la poca certeza que
se tenía de que pudiesen ser alcanzados los objetivos que hubiesen determinado
seguir ese camino. Ello explica la idea de la mesura que contenía la expresión
prudencia frente a ese fenómeno y el carácter moral subyacente.
Bellum fue para Clausewitz,
también, un horroroso espectáculo que se presentaba por acuerdo de las partes
que seguían ese camino para alcanzar fines políticos. Este fue el sentido del
duelo, duorum bellum. La guerra fue,
consecuentemente, un estado donde se presentaban los actos de bellum indiferentemente de si existía o
no un acuerdo previo y que no fue percibido por Clausewitz por la alta
frecuencia de actos bélicos que presenció y conoció en su vivencia. La paz fue
para él un acuerdo que suspendía momentáneamente bellum que no tuvo las connotaciones de unión, eirene o superación de una situación adversa y su finalidad era la
preparación para la realización de otro acto bélico. Con el tiempo las
expresiones bellum (y polemos) se relativizarían, permaneciendo
las expresiones de “guerra” (war, krieg, etc.) para denotar el acto como sí
fuera éste el estado. Y el estado en sí, donde la violencia política era
potencial, fue denominado paz, hasta que por efectos de la revolución francesa,
bellum adquiriera otra finalidad y
otra naturaleza, relativizándose aún más el estado de paz, es decir, el acuerdo
que cesaba el enfrentamiento, favoreciendo, por consiguiente, la permanencia de
una de las manifestaciones de Physis,
la guerra y bellum, como lo era y es
hoy día el terror y el terrorismo. Esta relativización fue la que ocultó los
diversos significados que ha tenido ese fenómeno a lo largo de la historia e
impidieron al mismo Clausewitz ahondar sobre la naturaleza del mismo.
En cuarto lugar,
el concepto utilitario de bellum que
suministró Clausewitz y que fue tomado, en general por todos sus referencistas,
sin cuestionar los fundamentos de su obra, también ocultó las dudas que tuvo
este autor sobre un fenómeno que trató de comprender, pero, estas mismas dudas
y la serie de conceptualizaciones que él hizo de este fenómeno también han dado
las bases para una mejor comprensión.
Intento de
comprensión que sólo se inició cuando se ha tenido la certeza de que el
fenómeno en sí se ha mantenido presente a pesar de todos los esfuerzos
realizados para su erradicación. Estos esfuerzos también se han visto
frustrados por el hecho que, al tomar como referente un fenómeno difícil de
conceptualizar, ha sido difícil definir su opuesto y esta circunstancia ha
traído como consecuencia que la humanidad no haya podido salir de un circulo
conceptual producido a partir de otros conceptos que al final de cuentas se
fundamentan en la duda, el temor y el horror. Ello se manifiesta en que, a
partir de Clausewitz, se han consolidado dos visiones de bellum, en sentido utilitario: una que sigue la visión tradicional
de bellum en tanto que instrumento que tiene a Rawls y Habermas como sus
continuadores a (esto es lo que se podría entender como bellum limitado). La otra visión proviene de la idea de revolución de acuerdo con el criterio
de Arendt, que hoy día puede ser denominada de derecha o de izquierda y que han
seguido los discípulos de Marx y Engels por un lado y de C. Schmitt por el
otro.
Si bien fue
difícil para Clausewitz, estudiosos y seguidores conceptualizar un fenómeno que
al final de cuentas ha sido históricamente un intento de
reproducción/representación de Physis,
ha sido mucho más difícil establecer un concepto de su contrario, de su
opuesto, que ayude a erradicar algo que forma parte de nuestra condición humana
y por ende de difícil comprensión. Tal vez, partiendo de otro enfoque, es
decir, algo que siendo expresión de la misma Physis y común a todos, fuese lo deseable y asumido de forma
explicita por todos, a partir de sus capacidad para crear y sin presuponer un
fin de la Physis por ser ésta
inconmensurable, se podría establecer un camino que evitara a la humanidad
padecer terribles males bajo la inconsistente argumentación de obrar por el
bien común. Al respecto, la expresión armonía,
podría ser la base para ello.
Todas las evidencias
presentadas precedentemente permiten hacer mención al vínculo existente entre
las nociones de guerra y paz, a partir de la relación que se
estableció entre las nociones de bellum
y paz. No obstante, habría que
aclarar que la expresión vínculo refiere unión, relación recíproca y fundación,
es decir, base sobre la cual se erige una cosa. Desde esta perspectiva, se
puede afirmar que la expresión vinculo no viene dada por la noción de identidad
de los contrarios que refiere al carácter excluyente que en sí hayan podido
parecer los términos bellum y paz,
porque el mismo Clausewitz expresó que la paz era el momento de preparación
para bellum y bellum en sí era un acto que buscaba un fin político. Esta visión
clausewitziana plantearía el problema de entender la paz como un efecto de bellum o de entender bellum como un efecto de la paz. Este problema en sí evidencia la
dificultad de aprehensión del objeto de estudio y un problema de
conceptualización ya referido previamente.
Si se considera la entidad que
hace bellum y pacta la paz, es decir, el Estado, se tiene que
ésta entidad, desde el punto de vista westfaliano, ha sido una entidad erigida
para hacer bellum en defensa de un
estado de cosas existente y que se traducen en un orden político que
eventualmente fue y ha sido aceptado por quienes hacen vida en él. Desde este
enfoque se podría afirmar que hay una relación recíproca entre bellum y paz dentro de un estado de guerra encarnado por el Estado.
Ahora bien, si se tiene
presente que Clausewitz hizo bellum
dentro de un orden político aceptado e hizo bellum
también fuera de ese orden, bellum en
tanto que acto puede ser considerado una representación en relación con el
orden aceptado y una manifestación de una situación específica fuera de ese
orden. Como representación bellum fue
hecho por quienes en representación de ese orden político perseguían su
reestablecimiento o la imposición de otro. Como manifestación, bellum, en tanto que expresión de la
condición humana es una manifestación de Physis,
en donde la inconmensurabilidad está en el todo y en cada una de las partes,
por lo cual hay una posibilidad de elección y de creación que está en cada
individuo y que no ha sido considerada en función de ese orden. Como
representación a partir del orden existente, bellum, entonces ha asemejado el efecto del intento de los
representantes de ese orden de reproducir algo desde una caverna (que ha sido
también una representación), siguiendo la metáfora de la caverna de Platón, con
las consecuencias que eso ha traído consigo.
A partir de la idea de orden y
de la pretensión de representar ese orden fue que Clausewitz llegó a la
conclusión de que bellum era un
horroroso espectáculo. A partir de la expresión horroroso espectáculo, el
general prusiano abogó por la mesura y esta mesura era la que debían adoptar
los genios, los conductores militares y políticos, en tanto que decisión
individual con efectos colectivos, por lo que sólo es posible establecer
vínculos entre bellum y paz a partir
de los individuos, no a partir del Estado dentro de la perspectiva westfaliana,
debido a que el Estado es la
continuación de la guerra con otros medios, usando la expresión
clausewitziana, en tanto que
representación de un orden indiferentemente del carácter conceptual que bellum tuvo subyacente. Desde esta perspectiva es posible
afirmar la existencia de una relación recíproca entre guerra y Estado, de la
que se fundan y han fundado los conceptos de bellum y paz. Este hecho
permite asociar guerra y bellum con terror y terrorismo,
haciendo necesario tratar de darle a la expresión paz un significado que vaya
más allá de la idea de orden que ésta trae subyacente.
Desde la perspectiva de la
expresión guerra, como efecto de un estado producido por una representación, se
podría vincular entonces bellum con
paz como un momento de una mismidad en sentido heideggeriano, pero si se toma
en consideración la unidad de los contrarios, base de la tesis heracleitica, bellum (polemos) en tanto que metáfora
del proceso que conduce a esa unidad, resulta pertinente hablar de vinculación
en tanto que unión, porque desde la perspectiva de la guerra, bellum y paz han supuesto momentos
sucesivos entre los que participan en un duelo y la idea de la unidad indica
simultaneidad y por consiguiente, superación de una situación previa como ya se
ha afirmado.
Consecuentemente, si se
entiende la expresión guerra, bellum o krieg, no como una representación, sino como una metáfora que
indica la unidad de los contrarios, entonces se puede afirmar que es posible
superar ese estado originado por la pretensión de representar una
representación y obtener nuevos horizontes de comprensión del todo a partir de
las partes que permitan la creación de condiciones para superar situaciones
adversas que afectan al todo y a cada una de las partes.
[1] Para Gadamer un prejuicio era un juicio que se formaba antes de la
convalidación definitiva de todos los momentos que eran objetivamente
determinantes (I, 2003: 337)
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