domingo, 4 de enero de 2015

LOS ATAQUES INGLESES A LAS COSTAS DE VENEZUELA ENTRE 1739-1743 Y LOS ORIGENES DE LA VENEZOLANIDAD


 
En general se ha convenido en hacer mención a la historia militar venezolana a partir del momento en que nació la república, o sea a partir del momento en que Venezuela comenzó a ser independiente, pero ¿Cuándo Venezuela comenzó a ser Venezuela para poder hablar de independencia?. Esta pregunta por si sola no permite ubicar esos inicios en los momentos tempranos de la conquista porque hacer mención de la expresión Venezuela y de lo que de ello se deriva, es decir, la venezolanidad implica la superación de la oposición existente entre los que vivieron y murieron en Tierra Firme.
 

Venezuela comenzó a ser Venezuela a partir del momento en que fue superada esta oposición, si se quiere contradicción, no por el hecho que haya desaparecido la oposición por la desaparición del o los contrarios, sino por el hecho que la oposición pasó a estar contenida en una red de relaciones más complejas, es decir, una organización más compleja capaz de auto-sostenerse u autodeterminarse. Ese momento se produjo en Venezuela cuando aparecieron nuevas amenazas que hicieron que la conflictividad económica y social interna fuera relativizada por la aparición de unos otros, en otras palabras, cuando la conducción política del Reino Unido determinó que se había presentado la oportunidad de atacar las costas de Venezuela y de obtener grandes beneficios.
 

Entre los años 1739 y 1743, la Guaira, Guayana, Cumaná y Puerto Cabello fueron atacadas en repetidas oportunidades por fuerzas navales británicas y aunque estos ataques constituyeron algunos de los muchos realizados durante el periodo colonial, los ocurridos en ese periodo estaban caracterizados por una unidad de propósitos de todos los moradores del territorio.
 

A pesar de que España fue literalmente expulsada del mar para el año 1714, los nuevos reyes borbónicos actuaron con celo para restituir su poder militar en el mar y en esa situación de vulnerabilidad España tuvo que lidiar sola con el Reino Unido[1]. Esta situación de vulnerabilidad se hizo propiamente manifiesta con la intensificación del comercio ilegal con sus colonias en el Caribe. Ante esta situación España implantó una efectiva red de guardacostas que tuvieron como propósito “capturar y confiscar las naves británicas que violaran sus territorio” (Chacón, 1991:31) y perfeccionaron la organización político-administrativa de las colonias para que ellas pudiesen de manera más o menos autónoma defenderse.
 
         Esta medida hispánica generó tensiones con el Reino Unido y fue considerada por los ingleses como una oportunidad  para suplantar el dominio español por el suyo propio (Zapatero, 1990:37). Por tal motivo Inglaterra intentó cortar las líneas de comunicaciones marítimas de España con la América Meridional apoderándose en una primera instancia de las islas del Caribe oriental.

 
        Esta situación obligó a España a fortificar su sistema defensivo en América teniendo en consideración los lugares estratégicos  que eran puertas de entrada a los territorios  interiores a sus dominios. Estos lugares estratégicos fueron denominados “llaves por ser decisiva política y militarmente su conservación para la seguridad y desenvolvimiento” de los territorios de ultramar (Ibíd.). Estas llaves eran, entre otras: Tierra Firme y los territorios de la Nueva Andalucía y estaban representada por: Cumaná, La Guayana, la Guaira y Puerto Cabello, que protegían al “Mítico Dorado” y al “Reino del Perú”; y también protegían al “caño de la Ymbernada”[2]. Desde el punto de vista marítimo la monarquía española reforzó sus flotas mercantes y de guardacostas con naves de la Armada.

La estrategia que se propusieron los ingleses en ese período fue, en una primera instancia, cortar la unidad territorial y política de los virreinatos españoles a través de la destrucción de la Guaira, la conquista de Portobello y Cartagena de Indias. Consecuentemente, el Puerto de la Guaira fue atacado, por primera vez, por tres naves inglesas el 22 de octubre de 1739. Este ataque fue efectivamente rechazado por la defensa de costa y al día siguiente el Reino Unido le declaró la guerra a España, guerra que se conoció como la “Guerra del asiento de Negros” o “Guerra del Contrabando”[3].

Luego del fracaso de la primera  incursión a la Guaira, la escuadra inglesa se dirigió a Portobello, Cartagena y Guantánamo. La primera plaza fue arrasada, las otras dos restantes repelieron la incursión inglesa. De igual forma se llevaron a cabo otras dos incursiones: sobre Cumaná que fue poco relevante y la de san Tomé de Guayana que fue arrasada en el año 1741.

 

Para el ataque a las costas de Venezuela en el año 1743, los ingleses centraron su objetivo en la Guaira y Puerto Cabello debido a que habían tenido conocimientos de las diferencias que se habían generado entre los habitantes por el inicio de las actividades de la Compañía Guipuzcoana y el papel que había desempeñado esta en la represión del contrabando.


Esta acotación a la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas obliga a hacer mención sobre ella. Esta fue una empresa comercial constituida el 25 de septiembre de 1728, con el objeto de monopolizar el comercio de la provincia de Caracas con España. Esta empresa operó por más de cincuenta años en la región y tuvo gran influencia en el desarrollo económico, social y político de esta[4].  Además logró unir bajo un mismo mar, las provincias de Maracaibo, Guayana, Cumaná y Trinidad, Venezuela, Mérida y Barinas, puesto que todas pasaron a depender en lo marítimo, del juez conservador de Caracas, que iba unido al cargo de gobernador[5]. La institucionalización de la defensa marítima y los fundamentos para las tácticas de cruceros, fueron otros de sus aportes. La Real Compañía Guipuzcoana también fundó con tripulación y parte de oficiales nacidos en Tierra Firme, el denominado “Resguardo y Corso Marítimo”[6].

Teniendo este telón de fondo, la misión inglesa fue “tomar las fortificaciones de la Guaira y Puerto Cabello; y de tener éxito guarnecer aquellas plazas con fuerzas de tierra y mar; y hacer saber a los habitantes del país que no venían a despojarlos de sus derechos, religión o libertades, sino que recibirían de ellos una mayor seguridad y más felicidad que bajo la tiranía y crueldad de la Compañía Guipuzcoana de Caracas, de la cual los venían a liberar para establecer el libre comercio…”.

Para la defensa de Puerto Cabello se contó con el castillo San Felipe que disponía de ocho baterías con 56 cañones en total y tres reductos de protección. La defensa también estuvo compuesta por varias compañías de milicias formadas por los habitantes del lugar en previsión del ataque.

La fuerza de ataque inglesa comandada por el Comodoro Charles Knowles  estuvo compuesta por siete navíos de 50 a 70 cañones, cuatro fragatas, una bombarda, un paquebote, cinco balandras y una goleta. Esta fuerza naval se dirigió primero a la Guaira para hacer un mayor aprovechamiento de la relación oportunidad y movilidad, en función de los objetivos que se habían propuesto. Las fuerzas españolas contaron en la Guaira con 26 cañones distribuidos en ocho baluartes y una buena preparación considerando el hecho que los defensores, a pesar de la inferioridad, tuvieron información precisa sobre el ataque. De igual forma, la Guaira contó con diez compañías de milicias. El Teniente General Don Gabriel Zuloaga, Capitán General de la provincia nombró como Comandante de la defensa de la Guaira al Capitán de Fragata Don José de Iturriaga y este contó con la ayuda de Don Mateo Gual[7] y Don José Solano quien después se destacaría con escritor de táctica naval.

 

El ataque inglés se inició el 02 de marzo y como preparación previa al desembarco se lanzaron sobre las defensas españolas más de nueve mil tiros de cañón, pero fueron sorprendidos por la respuesta española. La defensa española fue tan efectiva que en ese primer día averiaron tres navíos ingleses produciéndole además un centenar de muertos y doscientos cincuenta heridos. Este hecho alteró el plan inglés y los obligó a establecer objetivos más modestos. Consecuentemente, los ingleses continuaron durante los días sucesivos con los bombardeos y luego se retiraron a Curazao. Las bajas de los defensores fuero cuatro muertos y nueve heridos.

La fuerza naval inglesa se retiró el 06 de marzo de la Guaira y se dirigió a Barbados para reorganizar sus medios de combate y el 16 de marzo se dirigieron a Curazao a tratar de conseguir refuerzos para cumplir con su próximo objetivo: Puerto Cabello. La defensa de esta plaza estuvo a cargo del Capitán de Navío Martín de San Cireneo, el ingeniero de la fortificación Juan Gayangos Lascari y el Capitán de infantería Don Juan Ferrer.

El ataque a Puerto Cabello se inició el 26 de abril de 1743 con un violento bombardeo sobre el castillo San Felipe y sobre el baluarte de Punta Brava. Al día siguiente lograron desembarcar mil cien infantes de marina sobre Punta Brava apoyados por el fuego de las naves invasoras, pero en el proceso se produjo tal confusión entre los invasores que tuvieron que abortar la misión con un alto costo entre muertos y heridos.

Luego de este fracaso, los ingleses doblaron sus esfuerzos por silenciar las baterías, pero la resistencia de los defensores se fue haciendo cada día más fuerte en la medida en que fueron aumentando las bajas de los agresores. También hicieron esfuerzos para conminar a la población a revelarse contra los miembros de la Compañía Guipuzcoana, pero sin obtener un resultado favorable. El Gobernador Zuloaga, que asumió el mando directo de la defensa, reforzó su dispositivo con las reservas organizadas al efecto y constituidas por la población que supuestamente estaba descontenta con la acción de la empresa vizcaína.
 
           El 14 de mayo, el Comodoro inglés viendo la imposibilidad de alcanzar su objetivo solicitó un intercambio de prisioneros retirándose posteriormente a Barbados. Los ingleses perdieron a 175 hombres y muchos heridos, además tuvieron graves daños en sus unidades flotantes. Los defensores tuvieron 33 muertos y cinco heridos, además de los daños sufridos en las fortificaciones.

Más allá de las exitosas defensas de la Guaira y Puerto Cabello, que demostraron la preocupación de los gobernantes de esta provincia por su defensa, se destaca que esta fue mayormente organizada por y con los habitantes de la región y con pocos recursos, lo cual sorprendió a los ingleses que habían menospreciado la capacidad española de defender sus dominios y la capacidad de los dominios para defenderse por si mismo. Ahora esta capacidad evidenció no sólo la solidaridad existente entre la colonia y la metrópoli en tanto y en cuanto los súbditos de la colonia defendieron los derechos del soberano, lo que se evidenció también es que los habitantes de la región eran capaces de hacer y exigir muchas cosas y de hacerlas por ellos mismos. La organización para la defensa en tierra fue hecha bajo el sistema de milicias y dirigida por oficiales de la Armada (con la excepción del castillo de San Felipe) y en el mar, en parte, por el Cuerpo de Guardacostas organizados para ejercer la autoridad.

El cuerpo de Milicias[8] tuvo un importante desarrollo en la región desde el mismo momento de la conquista. Las huestes indianas fueron los primeros cuerpos civiles organizados para la defensa. Esta defensa se hizo en el mar, por intermedio de las patentes que se otorgaron a privados y desde tierra por los vecinos organizados para la defensa del territorio. Los vecinos eran blancos, pardos, negros e indios y si bien antes de estos acontecimientos ocurrió el levantamiento de Andrés López del Rosario “Andresote” y que durante la defensa se mantuvo la tensión entre razas y entre clases producto de las diferencias con la Compañía Guipuzcoana ningún habitante de la región cuestionó la autoridad del Rey y este hecho fue significativo. Aquí fue donde se produjo la superación. Hubo una situación interna y externa y cada una dio su respuesta, en función de la circunstancia del momento y una respuesta posterior.

La respuesta del momento se evidenció en la movilización para la defensa. Pero toda movilización implica una preparación. La preparación formalmente se instituyó mediante la Real Cedula del 21 de abril de 1607 que refiere en forma concreta la “existencia, real o presunta de Compañías de... de vecinos gobernadas- y gobernables- por Capitanes y de Infantería y por Alféreces y Sargentos en... Tierra Firme...”. En la práctica esta institución entró en funcionamiento en el año 1736 cuando el Teniente General Zuloaga asumió la gobernación de la provincia dentro de un contexto determinado por la posibilidad de una nueva guerra contra el Reino Unido y una amenaza potencial sobre el territorio. Este hecho permite afirmar que la victoria obtenida durante las operaciones defensivas en la Guaira y Puerto Cabello en el año 1743, no se logró, no se produjo durante las acciones militares llevadas a cabo, sino desde el momento en que se preparó la defensa. Por ello es posible afirmar que “un guerrero no es aquel quien hace la guerra sino quien la planifica”.

La respuesta posterior condujo a un proceso que cristalizó en el año 1777 con la unificación administrativa de un territorio que denominaron Capitanía General de Venezuela gracias al establecimiento de la Real Hacienda e Intendencia del Ejercito (que otorgó la unificación económica y comercial), la Real Audiencia (al separar la aplicación de la Justicia de la Audiencia de  Santo Domingo) y el Real Consulado (que unificó la justicia mercantil, estimuló a la industria y comercio y desarrollo del servicios Publico). Los territorios que quedaron unificados en esa entidad comprendían a todos aquellos ubicados en la cuenca hidrográfica del río Orinoco, la Costa Firme, el territorio al norte del río Amazonas y todos aquellos territorios ubicados al oeste del río Esequibo. La cuenca hidrográfica del lago de Maracaibo fue incluida posteriormente por la facilidad física para ejercer su control y administración por vía marítima.

Esta unificación, resultado de la exitosa defensa ante los ataques producidos entre el periodo 1739-1743 produjo una nueva organización para la defensa que se denominó Venezuela, pero más allá de la organización del territorio lo que se determinó fue lo que la gente del territorio era capaz de defender por si misma. El tiempo demostraría después que esa gente no sólo fue capaz de defenderse, también fue capaz de libertar otros pueblos.

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

BLANCO CARRERO, Edgar. Consideraciones de Orden Estratégico que Enmarcaron el Intento de Francisco de Miranda de Independizar la América del Sur. Compiladora: Hadelis Jiménez. En el Desembarco de la Vela de Coro. Caracas. CGA. 2005. 203 p.

BLANCO CARRERO, Edgar. Estrategia marítima en la Era de la Libertad de los Mares. Caracas. Editorial Panapo. 2004. 305 p.

CHACÓN RODRIGUEZ, David. La Defensa de las Costas Venezolanas de la Guaira, Punta Brava y Puerto Cabello, frente al Ataque Inglés de 1743. Cádiz. Bazan-Armada de Venezuela. 1991. 252 p.

COMISIÓN RELATORA DEL PENSAMIENTO MILITAR VENEZOLANO. Pensamiento Militar Venezolano. Área Histórica. Caracas. Ministerio de la Defensa. 2005. 532 p

MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES. Títulos de Venezuela en sus límites con Colombia, Caracas, Italgráfica, 1979, Tomos I y II.

ZAPATERO, Juan Manuel. La Guerra del Caribe en el siglo XVIII. Madrid. Servicio Histórico y Museo del Ejército. 1990. 327 p.

 

 

 



[1] Con la unión de la corona de Holanda e Inglaterra a principios del siglo XVIII el primero dejó de ser un competidor por el dominio del mar, aunque continuó siendo una potencia comercial. Francia, por su parte, luego de los esfuerzos realizados por Colbert para convertir a su país en la potencia hegemónica, tuvo que pasar a una actitud defensiva en el escenario marítimo, teniendo como objetivo primario la conservación de la flota, debido al desgaste que sufrió ese país como consecuencia de la Guerra de Sucesión española.
[2] Otro aspecto que es importante destacar es que unos años antes se había descubierto la conexión existente entre ríos Orinoco y Amazonas mediante la difluencia Orinoco-Casiquiare y las pretensiones de los portugueses de avanzar sobre el río Orinoco.
[3] Este nombre se debió al Tratado de asientos de negros hecho entre España e Inglaterra en el año 1713, por el cual España le concedió el monopolio por 30 años para introducir por parte de Inglaterra 144.000 negros esclavos y romper así con el monopolio francés. Para la realización de este acuerdo estuvieron involucrados los comerciantes ingleses de la Compañía Británica de los Mares del Sur, que fueron los más directamente afectados por las operaciones de guardacostas españolas, específicamente de la Compañía Guipuzcoana. Los barcos de la compañía inglesa que atracaban en los puertos de Tierra Firme para vender esclavos, eran inspeccionados por la Guipuzcoana  con órdenes de confiscar toda mercancía que no fuera esclavos. Esta actitud provocó las protestas de la compañía inglesa ante el gobierno español, pues consideraba que la práctica de inspeccionar sus barcos era una violación del convenio suscrito entre España e Inglaterra en 1713. Los afectados exigieron a los españoles indemnizaciones y España ofreció descontarlas de la deuda que había adquirido la empresa británica con motivo del tratado de 1713. Como los ingleses querían mantener el comercio y los españoles no, los primeros prefirieron ir a la guerra para obtener mayores ventajas. De ahí provino el nombre de dicha guerra.
[4] En virtud de la concesión dada por el Rey (que tenía una importante participación), las naves de la empresa podían salir directamente de los puertos de Guipúzcoa y llegar a la Guaira y Puerto Cabello, y a su vez comerciar en las provincias de Cumaná, Margarita y Trinidad. Pero, la empresa debía vigilar con embarcaciones las costas y reprimir el contrabando, desde las bocas del Orinoco hasta Río Hacha y debía mantener varias embarcaciones pequeñas y quinientos hombres para el servicio de guardacostas. Esta empresa logró reducir el contrabando en la región, abaratar los costos de los productos que se vendían en la metrópoli y lucrarse de la actividad.
[5] Ministerio de Relaciones Exteriores, Títulos de Venezuela en sus límites con Colombia, Caracas, Italgráfica, 1979, Tomos I y II, sección segunda, serie A,  pp. 1–4, real cédula del 12 de febrero de  1742.
[6] AGI. Contaduría, 1634. El  contador, sobre el apresamiento del navío  holandés “Caballero Mozo”, por el navío “San Ignacio”, de la Compañía Guipuzcoana. 28 de enero de 1732.
[7] Este fue el padre de Manuel Gual, uno de nuestros precursores de la independencia.
[8] De acuerdo al Diccionario de Autoridades las Milicias son “cuerpos formados con vecinos de algún País o Ciudad, que se alistan á campaña en su defensa, quando lo pide la necesidad, y no otra ocasión”

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