La revolución francesa fue un vórtice que acercó y
alejó ideas e individuos en una época de cambios acelerados. Podemos decir que Francisco de Miranda
(1750-1816) y Antoine Destutt de Tracy (1754-1836) fueron un caso ejemplar.
Ambos eran coroneles al momento del estallido de la revolución francesa que
fueron promovidos a generales por méritos de guerra, ambos sufrieron con cárcel
la represión jacobina, ambos siguieron caminos diferentes a la era napoleónica
y ambos realizaron propuestas revolucionarias para salvar la revolución
francesa y los órdenes políticos resultantes tanto en Venezuela como en Francia.
El espacio de encuentro
de estos dos personajes fue la Francia en plena revolución. Miranda llegó a ese
país el 20 de marzo de 1792 en medio de una situación de crisis que al final
significó la caída del marqués de Lafayette y su huida y captura en Austria a
finales de ese mismo año y el refugio de Destutt de Tracy junto con su familia cerca
de París, después de ser representante de la nobleza en los Estados Generales, de dedicarse a la solución de
los problemas financieros del Estado y de servir a las órdenes del marqués de
Lafayette en el año 1792[1]. En dicho refugio se
dedicó al estudio sistemático de filosofía y ciencias de la mano de los
enciclopedistas y los economistas ilustrados convirtiéndose en uno de los
fundadores del grupo republicano liberal clásico conocido como los «ideólogos»,
que incluía figuras tan destacadas como el marqués de Condorcet o Madame de
Staël (Marty, 2024: 36). El fruto de su trabajo estuvo relacionado con el
desarrollo del concepto de ‘ideología’ y con la convicción de que las ciencias
físico-matemáticas son tan necesarias para una educación completa, como las
ciencias morales y políticas. Mientras
esto sucedía Miranda en Paris fue presentado en el círculo de los girondinos (Jérôme
Petión, Jacques Pierre Brissot, Thomas Paine entre otros) y aceptó enrolarse en
el ejército francés bajo el mando del general Charles Francois Dumouriez y se
hizo ciudadano francés.
Si consideramos además que ambos autores fueron protagonistas
y testigos de la revolución francesa desde perspectivas paralelas debemos decir
que este acontecimiento espacialmente no se produjo en un plano sino en un
espacio curvo y movedizo donde este paralelismo es aparente. Son líneas que se
acercan y se alejan siguiendo un curso que al final de cuentas alejó a ambos
personajes de la revolución. Por ello, vamos, en primer lugar, a examinar la
vida militar de ambos autores, en segundo lugar, analizar el contexto
revolucionario en que se desenvolvieron ambos autores, en tercer lugar,
analizar el pensamiento político en Francisco de Miranda y, en cuarto lugar,
examinar el pensamiento ideológico de Antoine Destutt de Tracy
1.- La vida militar de ambos
autores
El contexto militar de
ambos autores estuvo signado inicialmente por la participación franco-española
en la guerra de independencia de los Estados Unidos. Antoine Destutt fue Conde de Tracy y Señor de
Paray-le-Frésil e hizo la carrera militar hasta el grado de coronel del Real de
Caballería sirviendo a las órdenes del marqués de Lafayette en el año 1792. Miranda
por su parte, fue un oficial de infantería que combatió en el norte de África y
participó en la recuperación española de Pensacola durante la guerra de
independencia de los Estados Unidos. Aquí debemos hacer una reflexión acerca de
la doctrina militar en la cual estuvieron inmersos ambos personajes.
Miranda siendo testigo de la masacre de Paris del
02SEP1792 fue testigo y participe en un nuevo tipo de guerra que le permitió a
Arendt asociarla con la revolución. Desde el 06SEP llega a Granpré para unirse
a la campaña del Norte bajo las órdenes del General del ejército del Norte,
Charles François Dumouriez. Allí reorganizó las tropas francesas y contuvo a
los prusianos en Wargermoulin, participa en la victoria de Valmy. Es ascendido a
teniente general en un contexto donde se abole la monarquía proclamándose así
la Primera República de Francia (21SEP). Miranda toma la ciudadela de Amberes y
posteriormente Ruremonde. El guillotinamiento del rey Louis XVI el 21ENE1793
colocó a Francia en guerra contra todas las monarquías europeas inaugurándose
un nuevo tipo de guerra: la guerra revolucionaria.
El impacto de la muerte del rey de Francia fue muy
grande en el ejército del norte causando desorden. Miranda ocupó Tongers y
después Tirlemond. Luego se le ordenó atacar Maastricht a pesar de aconsejar lo
contrario y el fracaso allí y en Neerwinden lo condujo al Tribunal revolucionario en
la capital el 25MAR1793[2]. Luego de ser absuelto y
liberado fue detenido nuevamente por orden de Robespierre a través del Comité
de Salvación Pública. Contemporáneamente a la detención de Miranda comenzó lo
que se conoció como el levantamiento de la Vendée la mayor insurrección armada y
popular contra la Primera República Francesa[3]. Miranda tomará las armas
nuevamente en el año 1806 para liberar la América meridional y en el año 1812
para defender la república de Venezuela.
Hasta 1792 la guerra que había vivido Miranda y
Destutt se enmarcaba en lo que se conoce como guerra limitada a pesar de la
desorganización y poco entrenamiento de los voluntarios que tuvieron que
resolver ambos personajes. A partir del 21ENE1793 la guerra tendencialmente
llevada a los extremos alcanzó un carácter casi absoluto en términos
clausewitzianos con la aparición de las fuerzas armadas nacionales y la
democratización de la guerra[4]. En este sentido, Jacques-Antoine-Hippolyte
conde de Guibert fue el artífice de la expresión “nación en armas”. Este militar
francés fue el primero que hizo la diferenciación entre, por una parte, las
naciones armadas y, por la otra, de los ejércitos de los gobernantes,
decantándose por el sistema de milicia (le soldat citoyen). Es decir,
los ejércitos de gobernantes (permanentes) compuestos por profesionales y
mercenarios son inadecuados para lograr resultados decisivos en una guerra,
mientras tanto la masa del pueblo, sin entrenamiento militar, tiende a la
degeneración. Por ello vaticinó, quizás siguiendo la estela dejada por
Machiavelli en el arte de la guerra, que la hegemonía sobre Europa caerá
en manos de esa nación que logre desarrollar virtudes varoniles y crear un
ejército nacional. Para Guibert un ejército nacional es entonces aquel en el
que todo soldado es ciudadano y todo ciudadano soldado. Para él esta es la forma
eficiente de organización militar. Las ideas de este militar francés, según Moloeznik
(2018), inspiraron el decreto revolucionario del 23 de agosto de 1793, que
estableció la leva en masa, surgiendo de esta forma el concepto de nación
armada (Pág., 251). En este decreto se nombró a Lázaro Carnot como responsable
de las operaciones militares después de la deserción de Dumouriez.
Lázaro Carnot, según Müller Rojas (1990), produjo unos
cambios en la estrategia operacional desde una perspectiva administrativa y logística
que aseguró el continuo abastecimiento de los combatientes. Dicho de otra
manera, él determinó que la relación entre recursos disponibles en el Estado,
generalmente limitados, y el costo de una defensa cuya ejecución exitosa exigía
gran cantidad de medios era sólo posible colocando la responsabilidad de la
defensa nacional en la sociedad (Pág., 216). Con esta acción, como la soberanía
nacional residía en el pueblo, no sólo la guerra fue democratizada, sino
también él orden político comenzó a disponer de contingentes humanos y los
recursos materiales necesarios para sostener el esfuerzo bélico en múltiples
frentes. La implantación de esta nueva concepción tuvo que afrontar tres
óbices: el número de efectivos, los materiales y la disciplina. La leva en
masas resolvió el primer y los castigos severos el tercero. Para la solución
del segundo óbice el citado decreto designó a los administradores de distrito
para avituallar a los combatientes y organizar a la población para sostener el
esfuerzo bélico (Pág., 217). En este sentido, el decreto señaló lo siguiente:
“todos los franceses estaban sujetos a requisición para el servicio de
los ejércitos. Los jóvenes irían al combate, los hombres casados forjaran las
armas y transportaran suministros; las mujeres confeccionarán las tiendas, los
uniformes y servirán en los hospitales, los niños recogerán las telas viejas
para picarlas y convertirlas en vendas, los ancianos se harían trasladar en las
plazas públicas para excitar el coraje de los guerreros y predicar el odio al
rey y la unidad de la república” (Pág., 217).
Como se puede observar este decreto fue la génesis de
la nación en armas y de la era del terror. Este decreto llevará a prisión a
Miranda y Destutt de Tracy y los alejaría de la acción política en la medida en
que el país se fue dirigiendo a la dictadura en golpes de estado sucesivos.
Veamos ese contexto.
2.- El contexto revolucionario en que se desenvolvieron
ambos autores
El contexto revolucionario de ambos autores estuvo
signado por las diversas fases del proceso revolucionario que se evidencia en
los diversos cambios de ordenes políticos. El primero se inicio en el año 1789
cuando la Asamblea Nacional se convierte en Asamblea Constituyente. Destutt de Tracy forma parte de esta asamblea
y su firma aparece, entre otras, en la “Declaración de los derechos del hombre
y del ciudadano” (26AGO1789) y en la Constitución de 1791 junto con las de
Lafayette, Siéyes, Talleyrand, entre otros. Fue en este periodo en que comenzaron
las discusiones acerca de la instrucción pública que constituirá el foco de
atención del pensador y militar francés. Esta fase finaliza el 23AGO1793 cuando
se consolida el régimen del terror. Destutt de Tracy, como dijimos, se refugia
en las afueras de París y después será detenido en noviembre de 1793 junto con
Lavoisier y otros por acusarlos de antirrevolucionarios.
El 09JUL1793 Miranda fue nuevamente arrestado y
permaneció 18 meses en prisión: primero en la Force y luego en la de las
Madelonnettes donde conoció a Quatremère de Quincy con quien establecerá una
relación que le ocasionará también problemas. Miranda dirá en su panfleto de
1794 Sobre la Situación actual de Francia y los remedios adecuados para sus
dolores que
“La tiranía horrible de Robespierre y del antiguo Comité de Salvación Pública,
fue causada por esta fatal confusión entre los poderes. (...) Seis años de
revolución nos evita buscar en la historia de los poderes, hemos traspasado los
límites de todos los crímenes y de todos los sufrimientos que los anales del
mundo nos hayan transmitido; y esto precisamente porque la Convención se otorgó
una plenitud de poder más grande que la que ningún otro tirano haya obtenido
jamás”.
Miranda y Destutt de Tracy serán liberados después de
la caída de Robespierre. Pero mientras el primero se dedicó a la política, el
segundo se dedicó al progreso del conocimiento en el Instituto de Francia
creado en el año 1795 que tendrá un importante papel en el golpe de Brumario.
En abril de 1796 Destutt leyó su «Memoria sobre la adquisición del conocimiento»
que constituirá el punto de partida desde la perspectiva metodológica porque
trató la moral, la política y la educación.
La tercera fase comenzó en el año 1795 cuando se elabora
la constitución del año III que entraría en vigor en octubre de ese mismo año.
En ese nuevo instrumento que estuvo vigente hasta el año 1799 se depositó el poder legislativo en el Consejo de los
Quinientos y en el Consejo de los Antiguos cuya característica estuvo dada en
que le truncó las aspiraciones a todo aquel considerado contrarrevolucionario, mientras
que el poder ejecutivo recayó en un Directorio de cinco miembros. Esta
estructura se convirtió en fuente de descontento creando las condiciones de
posibilidad de una sublevación. Esta sublevación se produjo el 13 Vendimiario
(5 de octubre de 1795) y convirtió a Napoleón Bonaparte en el salvador de la
República después de que había logrado un importante éxito en Tolón contra
fuerza navales hispano-británicas. En el año 1797, una mayoría monárquica fue
elegida en el directorio y ello motivó lo que se conoció como el golpe de
Estado del 18 Fructidor. La represión que siguió significó el intento
fallido de destierro de Miranda a Guayana acusado de ser realista y agitador de
potencias extranjeras. A Ana Luisa Germana Necker, Madame de Staël, se le ordenó, de
igual forma, abandonar el territorio francés tras ser acusada de apoyar la
rebelión monarquista. Miranda huyó a Londres. El detonante, en el caso
del americano, fue la publicación realizada por Quatremère de Quincy de sus
Lettres au général Miranda sur les préjudices qu’occasionneraient le
déplacement des monuments de l’art de l’Italie, le démembrement de ses écoles,
et la spoliation de ses collections, galerie, musées, etc. Esta carta fue una
denuncia de la política del general Bonaparte quien pensaba conservar el
patrimonio romano en la nueva Roma que, según él, debía ser París.
Los éxitos en Italia lo llevaron a asumir
el mando del ejército de Italia y después de un año de operaciones victoriosas
logró la paz de Campo-Formio (1797), que hizo acrecentar su fama (Fernández,
1994). A la llegada triunfal
de Bonaparte a Paris logra ingresar al Instituto de Francia que ya llevaba a
cabo reformas educativas desde inicios de ese periodo con la finalidad de
establecer un gobierno más moderado y estable en comparación con el período del
Terror (Marty, 2024:37) y, a la par de que es nombrado General
en jefe del Ejército de Inglaterra, pero dada la dificultad de realizar un
ataque directo a la isla propuso una aproximación indirecta para amenazar la
dominación británica en la India. Fue aquí donde surgió la campaña de
Egipto. Esta campaña contó con la aprobación del directorio, en primer lugar,
por razones económicas y, en segundo lugar, por causas políticas, es decir, les
preocupó el carisma del corso. También contó con el apoyó del Instituto y es en
este contexto en que Bonaparte invita a Destutt de
Tracy a recoger su espada y unirse a él en la citada campaña (Fernández, 1994).
Al rechazar la invitación en Destutt se produjo la conversión del militar al
filósofo. Fue en este contexto donde el autor francés introdujo el pensamiento
de Kant en Francia en 1798 especialmente la obra la Paz Perpetua con el
objeto de ser discutida en la asamblea general creemos que fue debido a la
convicción de que el nuevo tipo de guerra que se había generado no iba a tener
límites[5].
La campaña de Egipto comenzó de forma exitosa hasta
que la flota francesa fuese derrotada en Abukir y la
estabilidad política del directorio comienza a resquebrajarse. Las dos
situaciones empujan a Bonaparte a regresar a Francia. En su país reanudó su
relación con el Instituto que, a la sazón, muchos de sus miembros
ocupaban cargos públicos y buscó reunirse, en primer lugar, con Mme. Helvetius
porque su casa era un lugar frecuentado por ellos y, en segundo lugar, con
Sieyès porque consideró necesario establecer un nuevo gobierno y consideró que
él nombrado recientemente Director en mayo de 1799 y veterano
constitucionalista podía ayudarlo en ello. De estas reuniones surgió la
comisión ejecutiva del consulado formada por Bonaparte, Sieyès y Roger Ducos el
18-19 brumario. La cuarta fase comienza con la elaboración de la constitución
colocó a Bonaparte como primer cónsul y a los miembros del Instituto como miembros
de un senado conservador dominado por una élite revolucionaria inmóvil eclipsando
así la soberanía popular y allanando el camino para que Bonaparte se
convirtiera en Cónsul decenal, Cónsul vitalicio y, posteriormente, Emperador.
Miranda regresaría a Paris una vez que el Primer Cónsul Napoleón autorizó su
regreso. Pero sería nuevamente detenido por órdenes de Joseph Fouché, el
ministro de la Policía, quien le acusó de ser un agente británico.
Miranda fue liberado posteriormente por lo que
abandonó Paris y no regresó más nunca. Por ello, después de esa experiencia francesa
Miranda afirmó a Lanjuinais en carta del 08JUN1801 lo siguiente
“No me importa el impacto que los funestos ejemplos de la revolución
francesa hayan podido producir en la mente de la gente pusilánime o de lis que
intencionalmente han aprovechado la oportunidad para infundir desprecio hacia
el único valor que en todos los tiempos fue capaz de hacer en general felices a
los hombres... Cuando hablo de Libertad, no me estoy refiriendo a lo que
Robespierre, Sieyes o Fouché quisieron establecer, sino más bien a la que
Montesquieu y Locke definieron con mucha claridad...” (Miranda, 1982:292).
La salida de Miranda no fue el único hecho. Contemporáneamente,
el instituto también comenzó a distanciarse del primer Cónsul.
El enfrentamiento con el Instituto comenzó formalmente
con la organización de la enseñanza pública. En octubre de 1800 el Consejo de
Estado ordenó la disolución del Comité de Instrucción pública del que formaba
parte Destutt de Tracy. En 1803, Bonaparte ordenó cerrar el instituto e inició
una campaña de desprestigio llamándolos despectivamente como “ideólogos”,
«charlatanes», «espíritus confusos y falsos» y «metafísicos nebulosos»
causantes de todos los males de Francia acusándolos, entre otras cosas, del desastre
de Rusia. Con este marco, Destutt de Tracy abogó por la destitución del
emperador en el año 1814 cuando la guerra en Europa había pisado territorio
francés después de sus derrotas en España y Alemania.
La crítica a los ideólogos, en este sentido, la
ubicamos en su participación en el golpe y constitución del brumario que acabó
con la soberanía popular y la defensa de una instrucción pública que se alejó
del principio de igualdad preconizado por la revolución. Más allá de nuestras críticas Napoleón logró
cambiar a través de su crítica a los ideólogos una abstracción inherente a cada
individuo, segregado, por lo tanto, del conjunto de las relaciones sociales y
de las determinaciones históricas por una concepción donde el hombre comienza a
ser analizado como un ser social e histórico.
3.- La praxis política
de Francisco de Miranda en la Francia revolucionaria
En el
país galo Miranda pudo contemplar y contribuir en el proceso de implantación a
la fuerza de las ideas políticas de la ilustración, en especial, las ideas de
Rousseau. Es decir, al contrario de lo que ocurrió en Norteamérica, en una
lectura arendtiana, donde las injusticias inglesas generaron un estado que
produjo una necesidad de cambios y estos cambios tuvieron como fin la libertad,
en Francia la pobreza y la exclusión generaron un estado de necesidad que hizo
que el objetivo original del proceso de cambio político fuese cambiado en aras
del bienestar del pueblo (Blanco, 2011). La experiencia de Miranda en la
Francia revolucionaria parece constatar esta idea, puesto que al salir de una
prisión en la época del terror después de haber participado en operaciones
militares en Francia, Bélgica y los Países Bajos, propuso un proyecto político
que buscaba asegurar la libertad atribuyendo todo el mal que se había gestado
en la república francesa a la sumisión del poder ejecutivo y el judicial a la
Convención.
No
sabemos hasta qué punto Miranda estuvo consciente del impacto que tuvo el
decreto de agosto de 1793 no sólo en lo concerniente a la defensa contra los
enemigos externos, sino también en relación con el brutal aplastamiento de la
insurrección de la Vendée. Lo que si puede entender de Miranda es que,
siguiendo a Parra-Pérez (1966) él al igual que Bonaparte buscaron el poder, pero
por vías diferentes: mientras Miranda lo intentó por la vía de acabar con la
Convención, Napoleón buscó usarla como un medio para sus fines. Por ello
Miranda, a pesar que al final buscó restituir el orden, fue perseguido por los
nuevos actores que entraron en escena y el General Bonaparte asumiría el
protagonismo político en ese país y en Europa por veinte años. Esto nos lleva a
la tesis de Hannah Arendt (1967) sobre la revolución y el establecimiento de un
nuevo origen.
En
concordancia con Arendt (1967) sobre la idea de origen y sus implicaciones en
el concepto de revolución, se puede inferir que el proceso francés contuvo
diversas concepciones de un nuevo origen que además de presentarse de forma
simultánea como lo acabamos de indicar en el párrafo anterior en relación con
Miranda y Bonaparte y sucesiva, por las diversas constituciones que se pusieron
en vigencia, también estuvieron presente de manera simultánea otras ideas que
buscaron poner un freno al proceso revolucionario en sí y sus desmanes. Estas
corrientes que explican la metáfora del espacio curvo y movedizo se mantuvieron
durante todo el transcurso del proceso hasta que se produjo la restauración
napoleónica materializada en su coronación en la que estuvo presente Simón
Bolívar. Miranda vivió ese proceso hasta el año 1801, Destutt de Tracy la
restauración después de la caída de Napoleón. Los nuevos orígenes estuvieron
relacionados con: 1.-) acabar con la política del terror desatada por
Robespierre y restaurar a la libertad como el objetivo del proceso, 2.-) en
restaurar el orden perdido para poder preparar al país para la defensa frente a
las otras potencias europeas, 3.-) adecuar la estructura del Estado para hacer
más eficaz la movilización nacional. En estos tres momentos estuvo también
presente la idea de la restauración por lo que se puede concluir que el
pensamiento que prevaleció del origen contuvo su contradicción ya que fue
planteada de diversas formas y la imposibilidad de superar esas contradicciones
generó la circularidad que hizo que se produjera, en Francia, la restauración
en 1815. En el intento de restauración del orden perdido, Miranda intentó
implantar un orden político en Francia donde tuviese más preeminencia el poder
ejecutivo que el legislativo. A tal efecto señaló que la fuerza del poder
ejecutivo debía estar en razón directa con la libertad del pueblo.
Específicamente expresó lo siguiente:
“Los
desgraciados acontecimientos de la revolución han producido... que... Las
personas y las propiedades [hayan] sido tan repetidas veces presas de las
violencias públicas y privadas que aún los más fríos egoístas conocen la
necesidad que hay de una autoridad protectora, y de una organización que se
componga de diferentes poderes, de suerte que los ciudadanos nada tengan que
temer de la arbitrariedad de su ejercicio”.
“…
Así es que solamente por una sabia división de poderes podrá dársele estabilidad
al gobierno [en donde] las autoridades constituidas vienen a celarse
mutuamente, porque todas se interesan en la permanencia de la constitución de
que ellas emanan, y es por esto por la que todas se ligan contra cualquiera que
intente atacar a una de ellas. Más al contrario, si todos los poderes se
concentran en un solo cuerpo, se arrogará siempre la autoridad de la masa
entera y bastará a una facción dirigir sus tiros a esta masa soberana de hecho
para hacer una revolución...”
“La
espantosa tiranía de Robespierre… no fue producida sino por esta fatal
confusión de los poderes... la Convención, transfiriendo toda su fuerza al
comité de salud pública, hizo desvanecer enteramente... el poder ejecutivo
[luego el] judicial”.
“Para
volver pues a los principios de que tan horriblemente nos hemos separado,
conviene seguir una carrera inversa. Es necesario que la libertad los divida
escrupulosamente y haga desde luego imposible esa monstruosa confusión...”
“Dos
condiciones son esenciales para la independencia absoluta de los poderes: la
primera que la fuente de donde ellos emanen sea una; la segunda que velen
continuamente los unos sobre los otros. El pueblo no sería soberano si uno de
los poderes constituidos que le representan no emanase inmediatamente de él, y
no habría independencia si uno de ellos fuera el creador del otro” (1982:177-180).
Como
se puede observar, Miranda desarrolló un análisis fundamentado en la separación
de poderes de Montesquieu y la observación directa de los órdenes políticos más
avanzados de su tiempo, como el Reino Unido y Estados Unidos. Si consideramos
sus reflexiones a la luz del estado de cosas en Francia encontramos coherencia
en sus apreciaciones, pero habría que considerar otros aspectos que también
estuvieron en el contexto de estas palabras: en primer lugar, la peligrosa
inestabilidad remanente después del terror que generaba una atmosfera de
nerviosismo agravada por la existencia de movimientos antirrevolucionarios y, en segundo
lugar, el hambre causada por las malas cosechas y la devastación económica ocasionada
por la continua guerra que Francia trató de mitigar con las imposiciones que
hizo a los vencidos. Por ello se infiere que Miranda, como lo hará después
Destutt de Tracy tres años después, tratará de buscar un retorno a la paz a
través de la construcción de un nuevo Estado dentro de unas fronteras
razonables especialmente en relación con Alemania y Bélgica. Aquí es importante
destacar el intercambio epistolar realizado con Madame de Staël un interesante
personaje que formó parte en el mismo grupo en que estuvo Destutt de Tracy, es
decir, la ideología[6]. Este
personaje que por sus ideas liberales fue acusado de monárquica y desterrada
posteriormente hizo un llamamiento a los extremistas (monárquicos y
republicanos) para preservar las libertades civiles (Staël, 1817 [2018]). Pero,
la marea revolucionaria estaba dando paso a otro de sus extremos, es decir, de
la concentración del poder en una asamblea se fue pasando de forma sostenida a
una situación donde el poder pasó a manos de un individuo. Este fue el
escenario donde los o idéologistes, se convirtieron en idéologues
(según su acepción napoleónica).
4.- La
ideología en Antoine Destutt de Tracy
El
termino ‘ideología’ fue usado por primera vez por Destutt de Tracy en el año
1796 en la lectura de su Memoire sur la faculté de penser que sería
publicado en el año 1798 a partir de la consideración de que el hombre es un
ser sensible. Con esta palabra trató de describir una nueva manera de pensar
basada en la ciencia que estudia la génesis de las ideas que pudiera explicar
la idea estética y la idea moral a través de la interacción de estas con el
entorno, pero manteniendo un enfoque enciclopédico que mantuviera alejada a la religión
(lo cual le traerá muchas críticas) y la metafísica como el sistema unificador
dominante. En este sentido, la ‘ideología’ como no podía ser reducida a ninguna
corriente de pensamiento podía, por una parte, garantizar la unidad de las ciencias reduciéndolas todas a ella
y, por la otra, considerarse como una fuerza positiva capaz de generar avances
sociales al confiar en la capacidad de la ideología para estructurar la
sociedad de “manera beneficiosa” (Marty, 2024:36).
El fundamento
antes indicado tenía como propósito orientar las ideas que nos hacemos sobre el entorno para que correspondiera
con las secuencias de la educación de la razón y para configurar y orientar las
ideas económicas y políticas de los que han de detentar el poder y la acción de
gobierno. De ahí que propuso la existencia de una Escuela Central para la
formación de los que han de cumplir funciones en la alta administración pública.
De ahí la importancia que tuvo la ideología y los ideólogos en el sentido que orientaron
desde su fundación, desde una perspectiva liberal, tanto en sentido negativo
(para apoyar el 18 de brumario) como positivo (criticar la deriva imperialista
de Napoleón) hasta el final la marcha de la revolución.
El carácter liberal del ideologismo de Destutt de
Tracy tuvo dos vertientes: el liberalismo y la metodología
deductiva de Condillac, y el derecho de propiedad de John Locke. Pero se
distinguió en el hecho de que consideró a
las ciencias sociales como un cuerpo diferente de conocimientos que los separa
de las ciencias físicas a pesar de que ambos aplican métodos deductivos. En
este sentido se distinguió de los positivistas al rechazar el uso de las
herramientas de las ciencias físicas en el campo de las ciencias
sociales porque consideró que gran parte de la realidad no podía ser reducida a
construcciones matemáticas y se adelantó a los fenomenólogos del siglo XX. En
esta fuente de influencia nuestros dos personajes tuvieron un momento de
convergencia cuya trascendencia se extendería al pensamiento de los eclécticos
franceses e ingleses y en el pensamiento de Andrés Bello. Lo antes indicado nos
lleva a examinar los aspectos sociales, políticos y educativos del pensamiento
del autor francés.
Con respecto
a la sociedad consideró como una estructura histórica seriada, continua y
evolutiva de intercambios que se desarrollan libremente y sin restricciones en
la que no hay perdedores. Desde un enfoque cataláctico esta afirmación se
corresponde desde la perspectiva económica que los postulados económicos de
Ludwig von Mises, es decir, la sociedad es una sucesión acumulativa e ininterrumpida
de ventajas que se renueva sin cesar para todos sus miembros. Estas ventajas
están determinadas por la vivacidad con que se desea una cosa que permiten hablar,
no sólo de ‘medida de la utilidad’, sino también, del valor de una cosa, por
ello cuestionó la intervención del Estado en la actividad económica. Para el
consumo era el principal destructor de la utilidad considerando que el Estado
era el principal consumidor en el sentido que la relación del este con
cualquier tipo de emprendimiento terminaba siendo nociva. El trabajo, en una
lectura lockeana, motoriza la medida de utilidad.
La
perspectiva política en Destutt de Tracy tiene dos vertientes: una tendencia
aislacionista en política exterior considerando que Francia era un país
autosuficiente y de alto crecimiento y, por esta razón, defendió la propiedad y
la libertad económica. Por ello criticó el igualitarismo comunista de la
Francia revolucionaria en una lectura convergente al pensamiento de Hannah
Arendt cuando expresó que
“Deberíamos ver tantas peleas por
una mayor parte de los bienes comunes, o una menor parte de los problemas
comunes, como puedan existir entre nosotros para la defensa de la propiedad de
los individuos; y el único efecto de tal orden de cosas sería establecer una
igualdad de miseria y privación, extinguiendo la actividad de la industria
personal” (Terrell, 2008)
Si tenemos presente las causas socio-económicas de la
revolución francesas y las diferentes crisis que vivió el país en medio de las
guerras de la revolución se observa que Destutt de Tracy propuso las mismas
medidas económicas que en su momento aplicarían Rusia y China en el siglo XX.
Por ello, se puede afirmar que sus ideas sobre la libertad individual y la importancia que
en ella juega la razón, desde una perspectiva práctica, influyeron en el
desarrollo del pensamiento liberal.
Finalmente,
desde la perspectiva educativa, como ya indicamos, consideró que la ideología
podía mejorar la sociedad y promover la libertad individual apoyándose en las
ciencias naturales y sociales porque proporcionaban herramientas para
comprender el mundo de manera objetiva, por una parte, para liberar al
individuo de los prejuicios y, por la otra, promover un pensamiento racional y
crítico. Para ello la educación como un medio transformador debía, en primer
lugar, basarse en la experiencia, en segundo lugar, fomentar el desarrollo de
todas nuestras facultades mentales, como la razón, el juicio y la memoria, en
tercer lugar, promover la libertad individual y el pensamiento crítico,
permitiendo a cada persona desarrollar sus propias ideas y capacidades y, en
cuarto lugar, permitir a los individuos comprender mejor el mundo y tomar
decisiones informadas promoviendo el progreso social.
Los
mecanismos a través de los cuales Destutt de Tracy pensó que ese propósito era
posible fueron la creación de las Escuelas Centrales debido a que a partir de
allí se podía transmitir rápidamente la ideología y la aplicación, por una
parte, del método inductivo, es decir, partir de la observación de hechos
particulares para llegar a conclusiones generales y, por la otra, el uso de un
lenguaje claro y preciso. La eliminación de estas escuelas fueron el punto
definitivo de ruptura entre los ideologistas y Napoleón.
Para finalizar, Destutt de Tracy concibió el propósito
de la ideología como la expresión práctica de los ideales de la Revolución
Francesa como la igualdad de oportunidades y la importancia de la educación
para todos (Marty, 2024:36-37).
5.- Corolario
No se sabe si ambos personajes lograron encontrarse.
Pudo haber sido en las cárceles parisinas considerando que Miranda estuvo en
las cuatro que existían o en el salón de conversaciones de la casa de Delphine
Custine[7]. Con Mme Staël
sabemos que ambos mantuvieron intercambios epistolares, pero ello no supuso en
sí una convergencia entre las paralelas que hemos trazado de los personajes
analizados. Lo que sí se puede afirmar es Francisco de Miranda y Destutt de
Tracy compartieron el ideario liberal y la búsqueda de una sociedad más justa y
equitativa y este ideario hizo que ambos estuvieran presentes en la elaboración
de la primera constitución venezolana. Destutt de Tracy a través de las trazas
dejadas de los ideales de libertad, igualdad y fraternidad de la revolución
francesa expresadas en la declaración de los derechos del hombre y la
constitución de 1791 que se esparcieron al otro lado del Atlántico y fueron
recogidas por los constitucionalistas venezolanos, entre ellos Miranda. En este
sentido, las ideas de ambos pensadores inspiraron los movimientos
independentistas en Iberoamérica.
Referencias bibliográficas
Arendt, H. (1967). Sobre la Revolución. Ediciones Revista de
Occidente. Madrid. 343 p
Blanco, E. (2019). “Francisco de Miranda: De la construcción teórica de
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[1] Destutt de
Tracy se instaló con su familia en casa de Mme. Helvetius cuando en
1792 decidió no acompañar a La Fayette en su huida a Austria. La importancia de
esta casa en ese entonces estuvo relacionada con el hecho de que fue un centro
de reunión de intelectuales franceses y de ideólogos después de que surgió la
citada filosofía.
[2] Ver al
respecto: Cronología de la vida de Miranda y su época. Miranda: un destino
cosmopolita https://ve.ambafrance.org/spip.php?action=api_docrestreint&arg=5315/9605970514d06f1c939feea34c53a3dab1b30b93/pdf/expo_miranda_y_francia-basse_resolution.pdf
[3] Hubo otra
insurrección monárquica denominada guerra de los chuanes que contó con el apoyo de la marina
británica en Quiberon, Bretaña.
[4] Ver al
respecto: Blanco (2016)
[5] Ver al
respecto: Belissa, M. (2005). Kant idéaliste? Le débat sur la paix perpétuelle
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siècles. Villeneuve d'Ascq: Presses universitaires du Septentrion, [Documento
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[6]
Correspondencia con Madame de Staël (1795). Documento en línea. Disponible: https://www.franciscodemiranda.info/es/documentos/correspondenciastael.htm
[7] Carta de
Delphine de Custine a Francisco de Miranda (1796). Documento en línea.
Disponible: https://www.franciscodemiranda.info/es/documentos/delphinelettre.htm
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