jueves, 8 de mayo de 2025

DIOS COMO A PRIORI DE TODOS LOS A PRIORI: LA INTUICIÓN INTELECTUAL EN IMMANUEL KANT

 


Introducción

La palabra ‘intuición intelectual’ es la traducción del alemán de la expresión ‘intellektuelle’ o ‘intellektuale Anschauung’ que tiene una gran cantidad de millas náuticas históricas que se remontan a Platón y Aristóteles y usó Immanuel Kant de forma frecuente a lo largo de su prolífica obra en relación con el concepto de libertad a pesar de que de alguna u otra manera fue su gran detractor. Decimos ‘de alguna u otra manera’ debido a que, por una parte, si bien en sus textos frecuentemente sugieren un “Sí” latente en cuanto su asunción pareciera dominar el “No” abierto a la facultad humana de la intuición intelectual y a pesar de que Klingner (2016) dice que esta ‘ambigüedad’ fue coherente y obedeció al contexto polémico en el que Kant critica la metafísica y la epistemología racionalistas, especialmente las relacionadas con Spinoza (Pág., 629), Placencia (2021) la catalogó como heterogenia (Pág., 151) y Smyth (2024) afirmó que el filósofo de Königsberg sí reconoce la existencia de una intuición intelectual, pero limitada exclusivamente a un ser divino y no aplicable a los seres humanos, pero planteó necesidad de recuperar una concepción de la intuición sensible para la cual la representación de los infinitos matemáticos sea una posibilidad constitutiva a pesar de los límites de la percepción sensorial humana[1]. En vista de esta variación nosotros hablaremos de oscilación. Y, por la otra, hemos encontrado en Kant en su Opus Postumum (OP) que Dios es un a priori de todos los a priori que se funda en la máxima de creer para saber. Esto pudiera plantear la necesidad de reconsiderar sus postulados finales desde un fundamento teológico debido a que la expresión ‘intuición intelectual’ remite, entre otros, a un modo divino de conocer que nosotros lo fundamentamos a través de la demostración que hizo Kant de la existencia de Dios en KU, los conceptos de fe y religión racional y de los conceptos de ‘esquematismo’ y de ‘autoimposición’ (Selbstsetzungs) que utilizó el filósofo prusiano[2].

El esquematismo lo entendimos como la regla del intelecto que determina a priori la intuición: 1) indica la forma, el estado, el modo de ser, el modelo, la representación, la configuración poseída de cualquier cosa o de cualquiera, su sostenimiento y su rendición de cuentas y 2) como operación de reunión y regulación efectiva de conceptos e intuiciones puras que permite la comunión divina a partir de la aceptación de sus mandatos es un acontecimiento que posibilita el acaecimiento de acciones basadas en el imperativo categórico en un espacio. La autoimposición, siguiendo a Thomson (2019), es una palabra que tiene una historia que se remonta al año 1763, es decir, el año en que elaboró Der einzig mögliche Beweisgrund zu einer Demonstration des Daseins Gottes. En esa obra Kant le dio al termino ‘Setzung’, o sea ‘posicionar’ o ‘poner’ un uso metodológico que nos interesa rescatar por sus implicaciones teológicas, es decir, ‘posicionar’, ‘poner’ o ‘postular’ denotaba relaciones de posicionamiento (positioning relations) y, por lo tanto, autoposicionamiento que explica en sí la aceptación de una ley moral (Pág., 39)[3].

Estas dos vías de lo divino colocan a la intuición intelectual en una nueva dimensión que se corresponde con el esfuerzo del filosofo de Königsberg para dar consistencia a su sistema a través de la fe. Al expresar en OP que “Me veo a mí mismo en Dios (según Spinoza), que legisla dentro de mí”, y manda incondicionalmente según leyes ético-prácticas que no están sujetas a motivos “empíricos de determinación mundana” (OP, 594) aceptará el rol de Dios como un absoluto y lo colocará completamente como fundamento de su sistema en términos teológicos e intelectuales.

El concepto de "intuición intelectual" kantiano, en principio, lo vamos a observar de tres maneras diferentes: en primer lugar, para identificar la intuición intelectual con la intuición original de Dios (intuitus originarius)[4], en segundo lugar, para describir la intuición intelectual como una intuición no sensible que puede aprehender noúmenos y, en tercer lugar, para caracterizar un tipo de percepción no discursiva, pero intelectual, como comprensión intuitiva de la realidad. Nosotros agregaremos otra perspectiva relacionada con la matemática, la especulación filosófica y la relación con Dios desde una perspectiva teológica ectípica, es decir, una copia residual del conocimiento divino que nos llega a nosotros en determinadas circunstancias debido a la importancia que tenía esta palabra en los textos religiosos en el siglo XVII[5]. Por ello podemos afirmar que la oscilación antes mencionada al final de su vida fue cesando inclinándose hacia dicho concepto sin llegar a explicarlo completamente en el OP. Teniendo esto presente vamos a, en primer lugar, examinar las oscilaciones del concepto de intuición intelectual en Kant, en segundo lugar, analizar el impacto de la demostración de la existencia de Dios en el concepto de intuición intelectual y, en tercer lugar, vamos a analizar la concepción de Dios como a priori de todos los a priori y su impacto en el concepto de intuición intelectual.

1.- Las oscilaciones kantianas del concepto de intuición intelectual.

Las oscilaciones del concepto de intuición intelectual en Kant pueden observarse en la KrV y en la Crítica de la Razón Práctica (KpV). Sucintamente vamos a examinarlos a continuación.

En KrV, según Klinger (2016), Kant usa el término ‘intuición intelectual’, como ya dijimos, de forma ambigua (Pág., 620). En tal sentido expresó que las mismas expresiones como ‘intuición originaria’ e ‘intuición no sensorial cuyo objeto es un noúmeno’ no son sinónimas debido a que, respecto a su objeto, el primero se distingue por el carácter de productividad y el segundo por el de donación. Sin embargo, en ambos casos, está “absolutamente más allá de nuestra capacidad cognitiva” (Pág., 621)[6]. Kant para explicar la naturaleza de nuestra intuición la contrapuso a la intuición divina. Allí afirmó que el conocimiento de Dios es intuitivo, directo, espontáneo, inmediato sin dependencia del objeto intuido porque todo depende de Él y, como dijimos, es una intuición originaria. Aquí el modo de imaginar de Dios se caracteriza por ser productivo en la medida en que la simple idea de algo ya implica su existencia en el sentido que significa al mismo tiempo producción (Pág., 621). Por otra parte, nuestra intuición no es originaria, es derivada, es decir, es una intuición que depende, en primer lugar, de que el ente, antes de ser intuido ya exista de por sí y, en segundo lugar, de que efectivamente el sujeto se encuentre con el objeto en la medida en que le sea dado. Aquí considerando la comprensión humana como ectípica, es decir, como copia residual[7], para la intuición se necesita se realice una síntesis de lo múltiple dado de modo que la constitución de la objetividad sea su relación con esa multiplicidad dada (Pág., 621). Por tanto, la palabra ‘intuición’ denota en Kant (1787 [1993]), en principio, el conocimiento inmediato y singular, pero, como vimos, también hizo mención a un tipo de intuición intelectual que crea el objeto antes de percibirlo que hace dicho concepto oscilante (Pág., 73).

Placencia (2021) refiriéndose a otros autores ha destacado estos mismos dos sentidos en relación con el concepto de intuición intelectual: por una parte, es una expresión que designa “un tipo de intuición que no requeriría que el objeto le sea dado, sino que sería tal que ella misma crearía al objeto” como puede observarse también en la Disertación inaugural (Pág., 144). Por la otra, siguiendo el siguiente texto de Kant (1787 [1993]) en KrV: “Si entendemos por noúmeno el objeto de una intuición no sensible, entonces aceptamos un modo de intuición particular, a saber, la intuición intelectual, que no es la nuestra, y cuya posibilidad no podemos comprender”, es decir, es el concepto problemático de un objeto para una intuición y un intelecto de hecho diverso del nuestro (Pág., 229-230). Esta cita se complementa con la siguiente:

“El concepto de un noúmeno, tomado de modo meramente problemático, permanece siendo, no obstante, no solo permisible, sino que imprescindible como un concepto que le pone límites a la sensibilidad. Pero entonces él no es un objeto inteligible particular para nuestro entendimiento, sino que un entendimiento al que perteneciera este objeto sería él mismo un problema, a saber, el de conocer su objeto no discursivamente por medio de categorías, sino intuitivamente en una intuición no sensible, entendimiento de cuya posibilidad no nos podemos hacer la menor representación” (Pág., 210-211).

Así pues, mientras que en el primer caso nos encontramos con la posibilidad de que un entendimiento cree los objetos a través del pensamiento, en el segundo caso le pone límites a la sensibilidad como en el caso del conocimiento de Dios a no ser, como veremos, que lo consideremos de forma antropológica como espejo de nosotros mismos (como observaremos en OP), desde una perspectiva ectípica. Esto hace a las dos formas de conceptualización indeterminadas y oscilantes desde la propia óptica kantiana[8]. Esta oscilación la veremos recurrentemente en adelante debido a que la receptividad de alguna manera se puede producir para individuos especiales. Dicho por el propio Klingner (2016):

“Die nichtsinnliche Anschauung wäre also – im Gegensatz zur ursprünglichen, produktiven Anschauung – eine Anschauung für nicht-göttliche Subjekte. Vielleicht wäre sie als eine solche nur mit Blick auf besondere, außerordentliche Gegenstände oder auch nur einigen, außergewöhnlichen Subjekten möglich” (La intuición no sensorial sería entonces – en contraste con la intuición original, productiva– una intuición para sujetos no divinos. Quizás sólo sería posible con respecto a objetos especiales, extraordinarios o incluso sólo a unos pocos sujetos extraordinarios) (Pág., 625).

El modo de conocer intuitivo, como veremos más adelante en KU § 77, va a ser objeto de consideración por parte del filósofo de Königsberg para evitar alguna forma de “iluminación mística” (Mystizismusverdacht), pero dejando abierta la posibilidad de que un ser especial disponga de la capacidad de conocer de esa manera. Esto nos conduce a la razón práctica.

En relación con KpV Kant (1788 [2005]) utilizó la expresión ‘intuición intelectual’ en tres partes. La primera fue en el prefacio de la analítica de los principios fundamentales donde expresó que

“La conciencia de esta ley fundamental se puede llamar un hecho [Faktum] de la razón <56>porque no se le puede deducir de datos precedentes de la razón, e.g., de la conciencia de la libertad (porque no se nos da esta conciencia anteriormente), sino porque ella se nos impone por sí misma como proposición sintética a priori la cual no está fundada en ninguna intuición, ni pura ni empírica, mientras que sería analítica si se presupusiera la libertad de la voluntad, pero para ella, como concepto positivo, se requeriría una intuición intelectual, la cual de ningún modo puede ser admitida aquí. Sin embargo, para no caer en una falsa interpretación al considerar esta ley como dada, es preciso notar que ella no es un hecho empírico, sino que es el único hecho de la razón pura por el cual ésta se manifiesta como originariamente legisladora” (Pág., 36).

Aquí analíticamente se puede observar que de forma posible la libertad de la voluntad puede estar conectada con el yo y, por tanto, se puede pensar en la existencia de la intuición intelectual a pesar, por una parte, de no ser sensorial y, por la otra, de no ser accesible al entendimiento humano, pero la consideración de la ‘libertad de la voluntad’ abre un espacio de maniobra para la praxis que pudiese ser tenida en cuenta en un contexto dado. Como se puede observar Kant usa la expresión “intuición intelectual” para negarla y para referirse a la facultad de conocer un objeto que se hace existente mediante el acto mismo de conocerlo. Esta facultad puede pensarse (no conocerse) sólo pertenece a Dios. La pregunta que surge es: ¿Si está Dios dentro de nosotros mismos, cualquiera de nosotros podríamos poseer también una intuición intelectual que nos permita conocer a través de lo dado? Para el filósofo prusiano aquí en la KpV nuestro intelecto no tiene capacidad intuitiva, pero como veremos en términos matemáticos pueden darse casos intuitivos a pesar de no ser datos sensibles.

En la, segunda, es decir, en la dilucidación crítica de la analítica expresó que

“se puede admitir que si nos fuera posible tener del modo de pensar de un hombre, tal y como se revela por sus acciones tanto internas como externas, una comprensión tan profunda que todos los móviles de estas acciones, hasta el más pequeño, nos fueran conocidos, así como todas las circunstancias externas que operan sobre estos móviles, se podría calcular, con la misma seguridad que un eclipse solar o lunar, la conducta de un hombre en el porvenir y, | pese a ello, se podría afirmar al mismo tiempo que el hombre es libre. Porque si aún fuésemos capaces de otra visión (la cual, sin embargo, para nada nos ha sido concedida, en cuyo lugar sólo tenemos conceptos racionales), es decir, si fuésemos capaces de una intuición intelectual de ese mismo sujeto, de todos modos, nos daríamos cuenta de que toda esta cadena de fenómenos, en relación con todo aquello que pueda referirse a la ley moral, depende de la espontaneidad del sujeto como cosa en sí, de cuya determinación no se puede dar ninguna explicación física” (Pág., 118).

Aquí, como se puede observar, Kant niega y le niega al ser humano una intuición intelectual, pero debemos decir que aquí, como en los casos anteriores, Dios está fuera de lo creado lo cual le comportará problemas para definir qué es el espacio y defender su sistema crítico. Consecuentemente, en la tercera parte correspondiente a la dialéctica relativa a la inmortalidad del alma Kant expresó

“Para un ser racional pero finito sólo es posible el progreso al infinito desde los grados inferiores a los superiores de la perfección moral. El Infinito, para el cual la condición del tiempo es nada, ve en esta serie, para nosotros infinita, la totalidad de la adecuación con la ley moral, y la santidad que su mandamiento exige inflexiblemente para ser conforme a su justicia en la participación que asigna a cada uno en el bien supremo, puede encontrarse totalmente en una sola intuición intelectual de la existencia de seres racionales” (Pág., 147).

Esta cita, que nos recuerda a los niveles de conocimiento spinoziano y el proceso para acceder de forma intuitiva al conocimiento de Dios, en Kant es posible a través de la perfección moral. Si consideramos que en esta obra nuestro autor se distinguió del neerlandés, por una parte, mediante la idealidad del tiempo y el espacio y, por la otra, el rechazo de la idea spinoziana de que Dios creador es infinito y a la vez constituido por modos finitos, podemos afirmar que la perfección apunta al conocimiento de Dios que es similar en ambos como veremos en OP y se hace necesario un origen, en nosotros, que no puede ser conceptual como en el caso de Spinoza sino de otra manera, mediante la intuición. Sin embargo, Kant en la KpV no se da cuenta aun de ello y considera que sólo Dios, el intellectus archetypus, es la comprensión divina de la esencia de todas las cosas en sí mismas, los noúmenos, según Woezik (2010), en lugar de la forma en que aparecen los fenómenos que constituyen la limitación del conocimiento humano (Pág., 259). Sobre el intelecto arquetípico hablaremos más adelante. Pudiéramos decir que es un conocimiento creativo, una capacidad que está muy por encima del ser humano que se expresa de forma espontánea a partir de una naturaleza arquetípica[9]. Es decir,

“A aquella naturaleza que sólo conocemos en la razón se le podría llamar naturaleza modelo (natura archetypa), y en cambio aquella que contiene el efecto posible de la idea de la primera como fundamento determinante de la voluntad se podría llamar naturaleza copiada (natura ectypa [ectípica]). Porque verdaderamente la ley moral nos transporta, en idea, a una naturaleza en la cual la razón pura produciría el bien supremo, si estuviese acompañada con la facultad física adecuada, y determina nuestra voluntad a dar al mundo de los sentidos la forma de un todo de seres racionales” (Pág., 51).

La importancia de la expresión ‘natura ectypa’ obedece a que Kant relaciona, como veremos en KUT, la naturaleza con la libertad y a través de ella a Dios. En este sentido, la natura ectípica es lo que comprendemos por intermedio de la experiencia y, por consiguiente, de la experiencia creyente en el caso de la revelación divina. Esto nos conduce al plano de la fe y a la demostración de la existencia de Dios como clave para la comprensión del proceso de asunción del concepto de intuición intelectual.

2.- El impacto de la demostración de la existencia de Dios en el concepto de intuición intelectual

Para determinar el impacto de la demostración de la existencia de Dios vamos a examinar la Crítica de la Facultad de Juzgar Teleológica (KUT) y el opúsculo de 1796 denominado Von einem neuerdings erhobenen vornehmen Ton in der Philosophie.

En el comentario sobre “el concepto de una idoneidad objetiva de la naturaleza es un principio crítico de la razón para la facultad de juzgar especulativa” KUT aparece un texto que tiende a asemejarse al concepto de intuición intelectual que hemos señalado. En este caso Kant (1790 [2005]) introdujo dicho concepto mediante la noción de intelecto intuitivo, es decir,  

“Nuestro entendimiento tiene por tanto la propiedad de que debe ir en su conocimiento, por ejemplo, de la causa de un producto, de lo analítico-universal (de los conceptos) a lo particular (la intuición empírica dada)… Ahora bien, nosotros podemos pensar también un entendimiento que, por ser intuitivo y no discursivo como el nuestro, va de lo sintético-universal (de la intuición de un todo como tal) a lo particular… Ahora, bien, como entonces el todo sería sólo un efecto (producto), cuya representación se considera como causa de su posibilidad, y se llama fin el producto de una causa cuyo motivo determinante es únicamente la representación de su efecto, dedúdece de ahí que es sólo una consecuencia de la constitución especial de nuestro entendimiento el que nos representemos como posibles ciertos productos de la naturaleza según otro tipo de causalidad distinto del de las leyes naturales de la materia, a saber: sólo según el de los fines y causas finales, y que este principio no afecta a la posibilidad de esas cosas mismas (ni siquiera consideradas como fenómenos) según este modo de producción, sino solamente al juicio de ellas posible para nuestro entendimiento (§§ 76-77, pág., 271-272).

Esta conceptualización se aleja de las indicadas en relación con KrV y la KpV y se corresponde, de forma gráfica con la intuición que puede disponer un conductor militar para la solución de un problema práctico que puede apuntar a la ley moral, pero en nuestro caso apunta a la ley moral. En todo caso sólo tenemos claro de manera consistente que, por una parte, Kant es oscilante en relación con la intuición intelectual y, por la otra, la intuición intelectual es un tipo de intuición que no necesita que el objeto le sea dado o cuyo objeto no sea sensible sino intelectual. También podría pensarse que se nos diga que ella es el fruto de un entendimiento intuitivo.

La acotación a la ley moral ahora se torna más compleja cuando Kant expresa que Dios tiende a ser considerado como aquel ser del que podríamos entender que posee una intuición intelectual, aunque no podemos determinar cuál es su naturaleza, pero si demostrar su existencia. El asunto para nuestros efectos comienza en el razonamiento que utiliza para demostrar su existencia a pesar de que, como hemos observado, el concepto de intuición intelectual no sólo tiene diversos significados como lo hemos destacado, sino también el propio filósofo prusiano, Placencia (2021), es escéptico en relación con la posibilidad de que nosotros podamos representar con certeza cuál sería la manera precisa de conocer de un entendimiento que intuyera (Pág., 149). Todo ello a pesar del ejemplo militar que hemos indicado.

Después de que en la analítica de KUT Kant (1790 [2005]) expresara que “Todo lo que existe en el universo es bueno para algo” y debe ser considerado una máxima que nos ubica en el plano teleológico (Pág., 239), en el apéndice de KUT Kant dedicó todos sus esfuerzos a demostrar la existencia de Dios como un a priori  a partir de una teología física y una teología moral para considerar la existencia de una causa suprema del mundo como bien supremo bajo leyes morales que por su naturaleza puede prescribir a la razón algo como fin sin condición (Pág., 307, 319-320). Pero para ello hay que coincidir con el fin moral. A partir de esta coincidencia Kant expresó que

“… para la razón humana no es posible en absoluto la menor prueba en sentido teorético, ni siquiera con el mínimo grado de aquiescencia, en pro de la existencia del ser originario como divinidad o del alma como espíritu inmortal; y por un motivo muy comprensible: porque no existe para nosotros ninguna materia que nos permita determinar las ideas de lo suprasensible, pues deberíamos tomarla de cosas del mundo de los sentidos, y esa, simplemente, no sería apropiada para ese objeto; por consiguiente, sin tener la menor determinación de esas ideas no nos queda más que concepto de un algo no sensible que contiene el ultimo fundamento del mundo de los sentidos, pero ese fundamento no constituye aún un conocimiento (como ampliación del concepto) de su constitución intrínseca” (Pág., 338).

Con esta afirmación Kant en KUT preparó sus velas para dirigirse a la fe práctica. Para él como el modo de pensamiento moral de la razón en la aquiescencia a aquello que es inaccesible para el conocimiento teorético es el principio firme del espíritu a tener como verdadero lo que es necesario considerar como condición de posibilidad del supremo fin final moral relacionado con la libertad, aunque no podamos conocerlo (Pág., 343). Este fin final relacionado con la libertad como el único concepto de lo suprasensible que demuestra su realidad objetiva en la naturaleza permite, por una parte, la correlación con Dios y la religión y, por la otra, que tengamos un principio que ayuda, a su vez, a creer en la existencia de un autor inteligente del mundo desde una perspectiva teológica y aceptar convencidamente la ley moral (Pág., 354-355). Sin embargo, Kant terminó afirmando lo siguiente:

“… si quiero concebir como inteligencia a un ser suprasensible (Dios), en cierto aspecto de mi uso de la razón ese modo de proceder no sólo está permitido sino que además es inevitable; pero en modo alguno es lícito atribuirle entendimiento y hacerse la ilusión de poder reconocerlo por eso como por una propiedad suya, pues entonces tengo que desechar todas aquellas condiciones que son las únicas que me permiten conocer un entendimiento, y, por ende el predicado que únicamente sirve para determinar al hombre, no puede ser referido a un objeto suprasensible, y, en consecuencia, no puede reconocerse qué sea Dios mediante una causalidad de esta suerte determinada… Pero por analogía con un entendimiento, puedo, y hasta debo, concebir, desde luego en otro aspecto determinado, a un ser suprasensible…” (Pág., 357-458)

El ‘concebir’ como algo ‘inevitable’ y/o como ‘un deber’ a Dios en tanto que un ser suprasensible que a priori es causa y fin final hace que la intuición intelectual se presente de manera incógnita, según Tilliette (1995), de diferentes formas: imaginativa, estética, religiosa, mística inteligible, suprasensible, absoluta, originaria, viviente, transcendental, etc., permitiéndonos pensarla en Kant como una facultad presente en la medida en que la fe lo posibilite y sea aceptado por todos los humanos (Pág., 261). Sobre este aspecto teológico volveremos más adelante porque primero vamos a examinar su última crítica a la intuición intelectual por sus implicaciones matemáticas y religiosas.

Con respecto al ensayo denominado Von einem neuerdings erhobenen vornehmen Ton in der Philosophie (1796)[10] (Sobre un reciente tono orgulloso y distinguido en la filosofía) publicado en el Berlinische Monatsschrift, Kant volvió sobre su crítica a la intuición intelectual, pero como veremos de manera también oscilante. El contexto ubicado en la crítica a la ilustración y, por consiguiente, a su sistema filosófico se dirige a responder de una manera similar a la forma con que algunos filósofos, en especial Johann Georg Schlosser, seguían las tendencias especulativas en la filosofía convirtiéndose, según Kant, en "oráculo en sí mismos" decantándose como lo hizo en toda su obra por la ley moral que reside en nosotros en virtud de que oímos la voz de Dios y comprendemos su imperativo. Aquí Kant comienza de nuevo a oscilar cuando agrega que “mientras la oímos, no estamos seguros de si somos su fuente o de Otro cuyo Ser nos es desconocido, pero que aún habla a través de nosotros”[11]. Después de esta afirmación se focalizó en el plano de lo que podríamos llamar la filosofía de la matemática. Antes de esta afirmación expresó lo siguiente:

“Puesto que con nuestro entendimiento, como facultad de conocer mediante conceptos, no podemos extender el conocimiento más allá de nuestro concepto a priori (lo que de hecho sucede en las matemáticas), Platón tuvo que suponer intuiciones a priori para nosotros los humanos, las cuales, sin embargo, no tienen su primer origen en nuestro entendimiento (pues nuestro entendimiento no es una facultad de percepción, solo una facultad discursiva o pensante), sino en uno que sería al mismo tiempo el fundamento primero de todas las cosas, es decir, el entendimiento divino, cuyas intuiciones merecieron entonces directamente ser llamadas arquetipos (ideas). Pero nuestra percepción de estas ideas divinas (pues teníamos que tener una percepción a priori si queríamos comprender el poder de las proposiciones sintéticas a priori en las matemáticas puras) nos ha llegado sólo indirectamente, como imágenes residuales (ectypa), por así decirlo, imágenes sombra de todas las cosas que conocemos sintéticamente a priori, con nuestro nacimiento, lo que al mismo tiempo ha conducido a un oscurecimiento de estas ideas a través del olvido de su origen: como consecuencia de que nuestro espíritu (ahora llamado alma) ha sido lanzado a un cuerpo, de cuyos lazos debe liberarse gradualmente…”[12]

Aquí debemos destacar dos cosas: el papel de las matemáticas y el carácter de copia residual, ectípica, en relación con la teología. Con respecto al primer aspecto Karl Popper (1945 [1991]) expresó que es posible aceptar que disponemos de una cierta facultad que podría denominarse “intuición intelectual” para casos específicos donde un individuo “comprende una idea, un punto de vista, o un método aritmético —v. gr. la multiplicación— en el sentido de que lo capta, podría decirse que lo comprende intuitivamente, y son incontables las experiencias intelectuales de esa suerte” como cuando Gauss exclamó en una oportunidad: “Ya conseguí el resultado que buscaba; pero todavía no sé cómo llegué a él”, pero alertó que estas experiencias no sirven para determinar la verdad de una idea o teoría (Pág., 212)[13]. En relación con el carácter residual, ectípico que puede ser entendido también como una reproducción, Tilliette (1995), en términos teológicos, expresó que

“El hecho del conocimiento en general conduce a establecer cierta paridad: si a la inteligencia ectípica, discursiva, corresponde una intuición sensible, receptiva, a la inteligencia arquetípica le corresponde una intuición no sensible, espontánea. Por eso se puede hablar de entendimiento intuitivo y de intuición intelectual, dos fórmulas para decir la misma cosa” (Pág., 22).

Si bien Kant le dio un carácter de copia residual, ectípica, debemos decir que esta palabra refiere, desde la iglesia reformada en el siglo XVII, a una teología finita, teología simpliciter o teología considerada según algo más (secundum quid) caracterizada, según Asselt (2002) por “el conocimiento de las cosas divinas informadas (informata) por Dios desde el arquetipo [de sí mismo] a través de la comunicación de la gracia para glorificarlo” (Pág., 328). Por lo que podemos entender la ‘copia residual’, en Kant, como una ‘copia reproducida’ de la mente de Dios[14] y, por lo tanto, el conocimiento de Dios no sólo es su causa eficiente, sino también va a ser el medio que nos va a permitir explicar que Dios como a priori de todos los a priori la intuición desde una perspectiva intelectual que se va a diferenciar del conocimiento intuitivo de Dios en Spinoza. La teología ectípica, según Hiebert, J. (S/F), se distingue de la teología arquetípica en que la primera es comunicable, dependiendo de la adaptación de Dios a la humanidad en su revelación a partir de la humildad, seguridad y sencillez de cada creyente, mientras que la segunda es incomunicable, existiendo solo y enteramente en la mente de Dios.

Por este motivo, siguiendo a todos los autores antes citado, los sucesores de Kant detectaron, más allá del sistema crítico, a un Kant diferente desde la perspectiva de la intuición intelectual a lo que él mismo criticó de forma vehemente en algunos momentos de su vida intelectual. En lo personal, en mi trabajo sobre el concepto de guerra en Clausewitz la intuición intelectual me sirvió para comprender su concepto de Coup d'œil[15]. Por ello, desde mi estudio de la relación entre Spinoza y Kant creemos que esa deriva se produjo en la singladura que se inició en KUT.

3.- Dios como a priori de todos los a priori

Como dijimos en la introducción, Klingner (2016) expresó que Kant desarrolló el concepto de intuición intelectual dentro del marco de la polémica de la recepción de Spinoza en Alemania (Pág., 629). En mi caso particular abduje que, si desde un concepto spinoziano de Dios constituido por todos los modos de la naturaleza la manera de conocerlo es intuitiva en el tercer nivel de conocimiento, cuando Kant coloca a Dios dentro del alma de cada individuo como base para el conocer estaba haciendo una operación inversa, es decir, para Spinoza conocemos a Dios intuitivamente y para Kant Dios lo entendemos de forma intuitiva y es el fundamento de todo conocimiento. El proceso que permitió ello, como vimos, empezó en el apéndice del KUT cuando demuestra la existencia de Dios y el papel que juega la fe en ello. En la Religión… Kant volverá sobre los conceptos de fe y de religión desde una perspectiva racional.

En la obra antes mencionada sobre la religión Kant expresó que la fe racional es algo subjetivamente suficiente dentro de un contexto de carencia de la razón. Ahora, esta subjetividad, como bien indicó Luz Marina Barreto (2008) implica que cada individuo tenga “fe en sus propios procesos reflexivos” puesto que conducirán a que se cumpla la máxima de universalidad según cada caso (Pág., 130). Esta creencia es lo que nos conduce a concebir y aceptar la existencia de un ser supremo en función de la evidencia de una tendencia que puede ser narrada históricamente que apunta a un ideal, es decir, el progreso sin necesidad de que sea considerada un deber por obligación. Pero, hay que advertir que la utilización de la palabra ‘fe’ en tanto que concepto tiene un sentido más amplio en el pensamiento kantiano debido a la necesidad de evitar cualquier tendencia o justificación del fanatismo. Debemos recordar el alcance de la teología ectípica en lo concerniente a la humildad, etc.

En relación con la religión racional Kant (1794 [1981]) expresó que, por una parte, es “el espíritu de Dios, que nos guía en toda verdad” y se materializa a través del establecimiento de “principios en orden a acciones, [que] refiere por completo a las reglas y motivos de la fe racional pura…” (Pág., 113), por lo que el foco no fue la fe en sí sino su fundamento y, por la otra, es aquella según la cual se entiende a priori que alguna cosa es un deber moral como acto de fe racional para seguidamente considerarlo como “un mandamiento divino” (Pág., 150).

Como se puede observar, en KUT y en la Religión… Kant tendió de forma continua y progresiva a unir fe y razón permitiendo pensar en una intuición intelectual, mientras que en el ensayo de 1796 Von einem neuerdings erhobenen vornehmen Ton in der Philosophie Kant llama a la intuición inmediata como iluminadora, no sensorial e intelectual para criticar a aquellos cuya filosofía es una “Verstimmung der Köpfe zur Schwärmerei” (las mentes desafinadas por ensoñación)[16], con lo cual coloca a la intuición intelectual como existente. En OP la unión de fe y razón nosotros lo observamos como el acontecimiento iluminador a partir de que el propio Kant se refirió a la esquematización como un representar originario que acaece en un espacio acontecimental. La esquematización, que mencionamos en la introducción, es expresión de la luz divina que hay en nosotros y nos permite actuar indiferentemente de la confesión o de la fe. Y el autoposicionamiento, que también ya mencionamos, es el proceso de autoconfiguramiento, desde la espiritualidad, para determinar así la realidad y/o su negación[17]. La autoconfiguración, en estas circunstancias, es lo que nos permite afirmar que Dios es, para Kant, un a priori del a priori desde una perspectiva intuitiva y, podemos agregar, intelectual.

A este punto debemos aclarar dos cosas: en primer lugar, Placencia (2021) expresó que, en Kant, la intuición sensible es anterior o primero a la intuición intelectual debido a que este último “solo es definible o caracterizable por recurso a la intuición sensible o a las capacidades cognitivas humanas” (Pág., 151), en segundo lugar, que ninguno de los autores citados analizó el OP en lo concerniente a la intuición intelectual, pero apoyándonos en Adela Cortina (1978) que expresó que “… considero que entre la obra precritica y la póstuma no media un abismo insalvable, sino que los conceptos se mantienen idénticos en cuanto a su determinación esencial y en cuanto a su validez como fundamentos” (Pág., 58), hemos creído que en la citada obra póstuma puede dar luces a cerca del alcance de la oscilación para comprender el espacio de maniobra que desarrolló Kant dentro de la polémica spinoziana.

Así pues, el filósofo de Königsberg observó a partir de la fe y la razón a Dios, en tanto que arquitecto del mundo como un ser que intuimos como si fuese un espejo que nos ilumina y permite identificarnos: “Me veo a mí mismo en Dios (según Spinoza), que legisla dentro de mi” y cuyo concepto contiene solamente derechos, no deberes, y al mundo como un todo de objeto sensible y, por ende, de las fuerzas que actúan sobre los sentidos donde hay derechos y deberes, desde una perspectiva ético-práctica, que posibilitan todas las formas de organización incluyendo la de los Estados (OP, 594). De esta manera Kant consideró a Dios y el mundo en relaciones recíprocas a partir del imperativo categórico que prueba la libertad del hombre (OP, 647-648).

Teniendo todo esto presente, podemos afirmar que la obra Metafísica de la Costumbres (MS) como continuación de la KpV es la mediación entre, por una parte, KUT y la Religión… y, por la otra, el OP debido a que al tener como un nuevo fundamento una fe racional todas las acciones políticas en lo concerniente a la constitución de un Estado, así como su relación con otros estados van a tener a la buena voluntad como medio para garantizar relaciones de naturaleza práctica más estables, es decir, la confianza en el mantenimiento de las relaciones y la intuición intelectual como el medio para considerar un más y un menos en esas relaciones.

4.- Corolario

Como hemos podido observar en este ensayo la oscilación del concepto de intuición intelectual en Kant hace que asumamos una actitud prudente debido a que, como vimos, posee cuatro orientaciones:

·         Como una intuición originaria que ‘crea’ y sólo podría atribuirse exclusivamente a un ser divino. Este concepto parte de la nivelación de la diferencia entre los principios de la sensibilidad y la razón.

·         Como una intuición no sensible cuyo fundamento es el noúmeno y sería una facultad cognoscitiva de sujetos no divinos diferente tanto de la intuición sensible como del entendimiento ectípico.

·         Como un conocimiento inmediato de lo suprasensible, cuyo objeto sería un todo que determina a priori sus partes y que representa un modo especial de conocimiento de los sujetos no divinos.

Nosotros agregamos la siguiente de acuerdo con el OP

·         Como una intuición no sensible cuyo fundamento es el ser divino y sería una facultad cognoscitiva de sujetos no divinos distinta tanto de la intuición sensible como del entendimiento ectípico.

Como consecuencia de lo anterior consideramos de una manera más general el concepto de intuición en Kant a no ser que sea determinado por un contexto dado tal como lo hizo Spinoza cuando se refirió al conocimiento intuitivo de Dios. Esto es debido a que ‘concebir’ como algo ‘inevitable’, como ‘un deber’ producto de una obligación y, ahora, agregamos como algo que aceptamos gustosamente por la gloria de Dios otorga suficiente libertad de hacer diferentes interpretaciones como lo hicieron sus sucesores inmediatos considerando incluso sus aspectos teológicos.

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[1] Ver también: Woezik (2010:259) y Popper (1945 [1991]:211).

[2] Ver al respecto: Blanco (2025).

[3] Ver también: Rivera (2005b:242).

[4] La palabra ‘Intuitus originarius’ denota, como veremos, una intuición que no depende de objetos externos porque crea su propio objeto en relación con contextos filosóficos y/o religiosos. En Kant, en principio, se podría entender, como la capacidad para crear las formas puras de la sensibilidad, es decir, el espacio y el tiempo). Decimos en principio debido a que, como veremos, en teología se entiende como la intuición divina que crea nuestra realidad

[5] Sobre este concepto volveremos más adelante por su referencia a la naturaleza y la teología, sin embargo, va a ser citado en la medida en que citemos a Kant en los lugares considerados en el presente estudio.

[6] “Denn mit Blick auf ihren Gegenstand ist die erste durch das Merkmal der Produktivität, die zweite durch das der Gegebenheit ausgezeichnet. In beiden Fällen liegt sie aber schlechterdings außer unserem Erkenntnißvermögen. Dennoch gibt Kant einige nähere Bestimmungen beider Begriffe”.

[7] Ver también: KrV (Pág., 371).

[8] Ver también: Klingner (2016:622).

[9] Ver también: Tilliette (1995:22)

[11] Ver Tambien: Woezik (2010:260).

[12] Da wir nun mit unserm Verstande, als einem Erkenntnißvermögen durch Begriffe, das Erkenntniß nicht über unsern Begriff a priori erweitern können (welches doch in der Mathematik wirklich geschieht): so mußte Plato Anschauungen a priori für uns Menschen annehmen, welche aber nicht inunserm Verstande ihren ersten Ursprung hätten (denn unser Verstand ist nicht ein Anschauungs-, nur ein discursives oder Denkungsvermögen), sondern in einem solchen, der zugleich der Urgrund aller Dinge wäre, d. i. dem göttlichen Verstande, welche Anschauungen direct dann Urbilder (Ideen) genannt zu werden verdienten. Unsere Anschauung aber dieser göttlichen Ideen (denn eine Anschauung a priori mußten wir doch haben, wenn wir uns das Vermögen synthetischer Sätze a priori in der reinen Mathematik begreiflich machen wollten) sei uns nur indirect, als der Nachbilder (ectypa), gleichsam der Schattenbilder aller Dinge, die wir a priori synthetisch erkennen, mit unserer Geburt, die aber zugleich eine Verdunklung dieser Ideen durch Vergessenheit ihres Ursprungs bei sich geführt habe, zu Theil geworden: als eine Folge davon, daß unser Geist (nun Seele genannt) in einen Körper gestoßen worden, von dessen Fesseln sich allmählich loszumachen …”

[13] El estudio de Smyth (2024) del que hicimos mención en la introducción partió de la afirmación kantiana de que podemos representar lo matemáticamente infinito en virtud de los aspectos sensibles e intuitivos de nuestra cognición. En su obra La inmensidad del sentido el autor estadounidense expresó que cualquier representación que cumpla con el rol cognitivo de una intuición es una intuición, independientemente de sus propiedades intrínsecas ya que abre la posibilidad de que una representación pueda desempeñar una función cognitiva distintiva de una intuición sin hacer evidentes las limitaciones intrínsecas (sensoriales, fenomenológicas o de cualquier otra naturaleza) propias de la percepción sensorial humana. Si bien reconoce que Kant no hay intuición intelectual en lo humanos, llevar la sensibilidad a los espacios infinitos para pensar en términos matemáticos considerando argumentos Kantianos agregan más variables a la discusión de la existencia o no acerca de su existencia en el autor prusiano.

[14] En términos militares es como reproducir geométricamente un dispositivo de algún adversario o una secuencia de decisiones o la intencionalidad subyacente a una secuencia de acciones.

[15] Ver al respecto: Blanco, E. (2013). VOM KRIEGE: Una Perspectiva Hermenéutica: Estudio de la obra de Carl von Clausewitz a partir del método hermenéutico de Hans-Georg Gadamer. Caracas. Ediciones del autor. 354 p.

[16] Ver al respecto: Klingner (2015).

[17] Ver también; Rivera (2005b:233) y Prieto (2009:109).