“Geoestrategia” fue, según
Coutau-Begarie (1999), una expresión que comenzó a ser usada por el piamontés G.
Durando en la primera mitad del siglo XIX para conceptualizar el papel que
jugaba la geografía en las operaciones militares. Unas décadas más tarde R.
Kjellen le daría a la geografía una connotación político-ideológica al acuñar
la expresión “Geopolitik” para denotar una nueva “ciencia” encargada de
estudiar al Estado como un organismo viviente asentado en un territorio. El
desarrollo de las maquinas a vapor y su impacto en el transporte terrestre y
marítimo hizo que Mackinder (en el ámbito terrestre) y Mahan (en los espacios
marítimos) le diesen una connotación más operativa al asociar la capacidades
para navegar o desplazarse en grandes espacios con el fin de ejercer influencia
en lugares considerados de interés político-estratégico.
Siendo que el foco de interés de las
grandes potencias de fines del siglo XIX se ubicó en el extremo oriente,
también llamó la atención del mundo cómo la clase dirigente de un país que
hasta los años 1870 se encontraba en una fase de evolución política con
respecto a Europa que la ubicaba en la edad media, había decidido sumergir a
sociedad en un gigantesco proceso de modernización que le permitiría en menos
de medio siglo colocarse a la altura de occidente y exigir ser partícipe de un
universo que ya comenzaba a hacerse más pequeño. Nos referimos al Japón.
Pero el ascenso del Japón en el tablero
estratégico mundial no fue visualizado sólo como el proceso político-histórico
de un país en procura de aumentar su poder para influir a su alrededor. Para el
Capitán de Fragata Ramón Díaz el ascenso del Japón, gracias a su victoria
militar frente a la Rusia zarista, fue la reafirmación práctica de que nuestro
país no sólo podía seguir unas aguas como las surcadas por los japoneses,
también podía adquirir las capacidades para evitar que ocurriese una agresión
como la acaecida entre los años 1902-03 por parte de varias potencias europeas.
En su ensayo sobre el Poder Naval Ramón Díaz a pesar de evidenciar su
inclinación natural por lo marítimo, da a entrever varios aspectos
político-estratégicos que conducirían a la cristalización de conceptos como
geopolítica y geoestrategia en su gran variedad de acepciones como hoy día se
conocen. Para este venezolano, no sólo la posición geográfica favorable, la
voluntad política para desarrollar un poder naval o una política imperialista
orientada para asegurar mercados y materias primas eran enseñanzas a tomar en
consideración en sentido positivo o negativo, para él la principal enseñanza fue
la decisión de una clase dirigente de conservar el estatus de país
independiente a partir del desarrollo de capacidades en un contexto de
bienestar y progreso. Por supuesto, esta experiencia japonesa generaría en
Venezuela un interés político-estratégico para acercar los dos países[1].
Los primeros intentos de cercamiento
político-diplomático venezolano-japonés se produjeron en Europa antes del
estallido de la Primera Guerra Mundial y llama la atención que un marino
venezolano indicase ya en el año 1908 la importancia del Japón como ejemplo a
seguir en el país para su bienestar y su seguridad. La causa de esta afirmación
obedece a que una década después un geógrafo alemán, el general Karl Haushofer
utilizaría el fenómeno japonés para fundamentar la política expansionista que
llevaría a Alemania a la guerra y a una derrota sin paragón en los anales de la
historia. A Haushofer le impresionaría cómo la geografía influyó en la
política, a Díaz le impresionó cómo la política influyó en la geografía. La
importancia de esta acotación obedece a que hubo dos visiones del Japón que
produjeron reflexiones diferentes de la geografía, la política y la estrategia
que confluirían en Venezuela cuando se produjo el proceso de prusianización
antes del año 1914 y de germanización antes del año 1939.
Es muy difícil saber si el ensayo de Díaz
fue la chispa inicial del proceso que conduciría al establecimiento de
relaciones diplomáticas con el Japón unas décadas después, pero es posible
deducir que el sentido que le dio al rol de la geografía en la conducta
estratégica del país en las décadas siguientes. Por tal motivo se va a hacer
una reflexión para determinar cómo a pesar de que en la teoría y en la praxis
se generaron las condiciones para que la conducta estratégica de Venezuela se
orientara a una actitud talasocrática, desde el inicio del período gomecista
terminase convertida en una epirocracia con poca capacidad de actuar de manera independiente
en la comunidad internacional. Para tal fin se va a: a.-) describir bajo una
concepción geográfica el proceso que condujo a las relaciones Japón-Venezuela,
b.-) analizar cómo confluyeron las concepciones geográficas de Díaz y Haushofer
en la conducta político-estratégica venezolana y c.-) evaluar la concepción geopolítica
venezolana en los inicios del siglo XXI a partir de las experiencias del pasado.
a.- Díaz y el proceso que condujo al
establecimiento de las relaciones Japón-Venezuela.
Como ya se mencionó, no se sabe el
impacto que tuvo el escrito de Díaz en las decisiones políticas venezolanas
entre los años 1908 y 1911, lo que se puede afirmar es que en el espíritu de la
época flotaba la idea de tener relaciones con un país que después de un gran
esfuerzo había logrado alcanzar una posición mundial relevante. Apartando el
carácter civilizatorio que Díaz le daba a la bala de cañón, veamos que escribió
Díaz acerca del Japón:
“El origen y creación
– del poder naval-, obedece al impulso espontáneo de rechazar la fuerza con la
fuerza, el cual ha venido á ser el gran transformador… - de ahí – el deber de
la creación y fomento de su marina de guerra…
”
“Há más ó menos cincuenta
años que la espanción comercial de los Estados Unidos del Norte, abría y
demoronaba el puerto y los muros de Yokohama al dominio del comercio del mundo.
Esta demostración… encendió la llama patriótica en los hijos del lejano imperio
del sol naciente. El pueblo japonés despertó y tembló en santa ira patriótica,
jurando… la restauración de la patria ofendida. Cumpliendo el Japón tan sagrado
juramento… le vemos retar, vencer y agujerar el vetusto trono altivo de los
Czares… mientras tanto, atónita la vieja Europa, estrecha, mal de su agrado, la
mano al insigne vencedor… ¿Aquien debe este gran pueblo su preponderancia de
hoy? Al esfuerzo heróico de sus, y principalmente á su potente flota…”
“Vemos, pues, por el ejemplo que
dejamos anotado, que el poder naval sacó de su indeferentismo á este heróico
pueblo; y este mismo poder lo constituye como… guardián de su propia grandeza”
(1908:17-18).
A unos meses después de esta reflexión,
Venezuela, a diferencia de Japón, sería: 1.-) agredida por una fuerza naval
holandesa luego que un buque con bandera de ese país había sido visitado y
capturado bajo sospecha de portar armas para facciosos que intentaban tomar el
poder político en el país y, 2.-) Juan Vicente Gómez asumiría el control del Estado
con el apoyo europeo y estadounidense. A pesar de que estos hechos ocurrieron
ya iniciado el siglo XX, la situación estratégica y las circunstancias que
llevaron a Japón a erigirse una gran potencia fueron muy diferentes a las
vividas por Venezuela. En Asía, EE.UU y Rusia habían avanzado ostensiblemente en
el ámbito geográfico y se habían aproximado de una u otra forma a China y
Japón. Este avance fue visto con recelo por el Reino Unido porque: 1.-) ya en
ese entonces estaba sufriendo un gran desgaste económico que le había producido
un freno a su proceso de desarrollo y 2.-) Alemania había adquirido un poder
tal que lo había convertido en casi su rival europeo. En este contexto, los
británicos apostaron por Japón, un país en proceso de apertura y dispuesto a “aprender”
y “aplicar” los conocimientos de occidente. La consecuencia de la política británica
fue colocar un freno a la expansión ruso-estadounidense y Japón entraría en un
intenso proceso de modernización con apoyo principalmente británico que la
colocó a principios del siglo XX en un importante proveedor de bienes y
servicios a escala regional y posteriormente mundial. En el caso venezolano la
situación fue diferente: con la excepción de la secesión de Panamá y el bloqueo
a nuestras costas en el año 1902-1903, la región no era un área de disputa de
las grandes potencias. Dicho de una manera poco elegante, ya se había producido
un reparto de las esferas de influencia por lo que sólo se necesitaba mantener
el statu quo[2].
Así pues, Japón fue visto por Díaz como el
ejemplo de un país donde gobernantes y gobernados se propusieron evitar que
fuese objeto de las voraces ambiciones extranjeras. De su ensayo, llama la
atención las expresiones “deber de la creación y fomento” y “el poder naval
sacó de su indeferentismo”.
De estas expresiones se puede inferir
que para Díaz había una relación entre deber de crear y fomentar con el sacar
de la apatía. Ahora ¿a quién se refería? ¿A la población del país?, ¿a la clase
dirigente? Ya se ha mencionado que este venezolano estaba en el año 1908
haciendo una crítica al gobierno por haber pasado a un segundo plano los
esfuerzos que se realizaron en el país después de la amarga experiencia del
bloqueo del año 1902-03, por lo que la expresión “indeferentismo” estaba
referida a aquellos junto con Gómez colocaron a un lado los esfuerzos por continuar
la obra iniciada por Cipriano Castro, con el agravante de aceptar una especie
de tutelaje internacional para mantenerse en el poder. Pero, Díaz usa también
la expresión “heroico pueblo” por lo que la expresión “indeferentismo” está
relacionada con la pérdida del impulso creador ya referida y por la falta de
fomento, es decir, por no promover los libres emprendimientos como modo de
paliar las incapacidades del propio gobierno si ese era el problema. Crear y
fomentar el poder naval era para Díaz el producir bienes, en este caso navales,
para el consumo interno como modo de generar otras necesidades productivas y de
consumo de forma similar a la que le permitió a Japón desarrollar una industria
y un comercio capaz de proyectarse más allá de sus fronteras. En principio ello
podría haber significado un cambio en la estructura del Estado, pero, si
consideramos que los atenienses a los cuales menciona Díaz, los romanos, y más
modernamente, los españoles, los franceses, los alemanes y los propios
japoneses se lanzaron al mar como consecuencia de una decisión política que no cambió
la estructura del Estado: ¿Qué podía hacer que fueran los dirigentes políticos
venezolanos diferentes de las clases dirigentes de los pueblos antes
mencionados? O preguntado de otra manera ¿Qué diferenciaba a Castro de Gómez?
Para Castro las amenazas a su poder
estuvieron ubicadas fuera del país. Para Gómez, un caudillo con aspiraciones de
despojar del poder a su jefe, las amenazas estarían ubicadas adentro. Por ello,
una vez que Gómez se aseguró en el poder con el apoyo extranjero su
preocupación se circunscribió a evitar que se generasen dentro del país
situaciones que pudieran debilitar su poder y la colonización extranjera era
considerada una fuente de desestabilización como ya lo había demostrado la
pérdida venezolana del territorio Esequibo y la fundación de Panamá a expensas
de Colombia. Las palabras que hoy en día sustituyeron las usadas por Díaz, es
decir “creación” y “fomento” son “crear las condiciones materiales para hacer
la defensa viable”, o sea estamos enfrentando los mismos problemas que denunció
el marino venezolano un siglo atrás. Aún con este marco, entre los años 1908 y
1910 se produjeron una serie de coincidencias que permitieron que Venezuela
diera el primer paso para establecer relaciones con Japón como paso previo para
conocer qué había de bueno en establecer relaciones con ese país y que se
podría imitar para actuar de la manera que los convirtió en un Estado
independiente. Además de la iniciativa de Díaz, ya Brasil, Perú y Argentina
mantenían relaciones formales con el país asiático.
Según Tarchov (2005), fue al parecer en el
año 1910 cuando el canciller, M. A. Matos autorizó al representante venezolano
en Berlín, Santos A. Dominici para establecer contactos consulares con Japón y
Rusia. Si bien la acción se produjo por iniciativa del diplomático, la
autorización debió haber sido consultada en concordancia con las capacidades
intelectuales y burocráticas de la época. Además hay que tener presente la
naturaleza y estructura del gobierno nacional en ese entonces. Quizás estos dos
hechos constituyan el marco de convergencia entre la iniciativa de Díaz y la
autorización de Matos, sin embargo, habría que hacer una investigación más exhaustiva
para conocer cómo fue el proceso decisorio.
Gracias a la iniciativa diplomática venezolana,
luego de un intercambio de notas entre el embajador venezolano y el embajador
japonés en Berlín Sutemi Chinda en
el año
1911, comenzó el proceso que conduciría al establecimiento de relaciones diplomáticas entre
ambos países. Este proceso duraría casi treinta años a pesar de que los
intercambios comerciales se iniciaron inmediatamente[3]. La tardanza se
produjo: 1.-) por la necesidad de ambos países de comprender el sistema
legislativo de su contraparte de modo que ninguno sintiese un trato desigual en
relación con un tercer país o que alguna de las contrapartes fuese afectada por
tratos discriminatorios como por ejemplo los que aplicaban los estadounidenses
a la inmigración japonesa en la costa del pacífico[4], y 2.-) por la
exigencia japonesa y la negativa venezolana de modificar la legislación
nacional existente sobre inmigración extranjera. Como se observa, el foco de
interés japonés era el tema de la inmigración de sus nacionales y el venezolano
era el de evitar migraciones que no pudiesen ser posteriormente controladas. Los
desencuentros para el establecimiento de relaciones diplomáticas lo constituiría
el interés de ambas partes de evitar la discriminación racial (Ibíd.).
Este aspecto racial fue muy importante debido a que
el Japón, a pesar de ser una potencia vencedora en la Primera Guerra Mundial no
se logró que se aprobara en el Tratado de Paz de Versalles una clausula sobre
igualdad racial lo cual representó un obstáculo en su proceso de colonización
de otros espacios bajo el paragua de acuerdos bilaterales. Si bien Japón pidió
que se abriese la posibilidad de inmigración de sus nacionales a Venezuela,
Tarchov afirmó que el país estaba muy reacio en los años veinte y treinta a
recibir extranjeros a no ser que fuesen canarios o blancos lo cual permite
deducir también que hubo en el país problemas de naturaleza racial que deberían
estudiarse de forma más conveniente[5].
b.- Díaz
y Haushofer y la conducta estratégica de Venezuela en la primera mitad del
siglo XX.
En los anales del pensamiento
geopolítico es conocido que para el padre de la escuela geopolítica de München,
Karl Haushofer, Japón representó un campo de estudio que le serviría para
establecer los lineamientos fundamentales de la ideología expansionista del
nacionalsocialismo alemán[6].
También serviría para justificar la expansión japonesa hasta el
desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial. Sin entrar mucho en detalles
sobre el pensamiento geopolítico nos interesa destacar que según este los
Estados como órganos vivientes nacían, crecían o desaparecerían. De acuerdo con
este criterio se dio mucha importancia a: a.-) la expansión geográfica, b.-) el
aseguramiento de mercados y c.-) la influencia política. El motor de este
movimiento estaba representado por los movimientos migratorios o poblacionales.
Como pudimos observar en el parágrafo anterior
el principal interés japonés en las relaciones con Venezuela fue lograr un
espacio liso para mantener sus flujos migratorios a escala mundial. El interés
de Díaz y de la clase dirigente venezolana en las décadas posteriores fue
establecer relaciones con un país que se había consolidado como Estado
independiente a escala mundial. Como se ha indicado también, el tema de las
migraciones fue la principal causa del retraso de la apertura de relaciones
diplomáticas entre los dos países por las restricciones que mantenían ambos por
asuntos raciales derivados, en el caso japonés en lo concerniente a su fracaso
de lograr formalmente la igualdad racial[7]
y en el caso venezolano porque, según Tarchov (2005) para la fecha aún
persistían los traumas de la colonización española y de la imposición por la
fuerza de dictámenes elaborados por potencias extranjeras. Con los lentes que
permite la distancia que da el tiempo transcurrido, Venezuela se encontraba en
desventaja por la baja densidad poblacional, pero Japón tenía la desventaja de
la lejanía por lo que era muy difícil que se presentase alguna situación de
peligro para el país. Ahora, el otro aspecto que pudo haber servido para
justificar el establecimiento de relaciones con el país asiático como era el de
emular la política de desarrollo seguida por los nipones tampoco se aplicó ni
siquiera con el envío de estudiantes u observadores que aprendieran de algo que
fuese considerado digno de ser estudiado. Este hecho pudiera evidenciar que la
relación con Japón tenía unos límites que iban más allá de los aspectos
formales derivados de la estructura normativa del Estado venezolano.
Un siglo después del inicio de los
esfuerzos para que dos países, Japón y Venezuela establecieran relaciones
diplomáticas resulta sumamente estúpida que consideraciones raciales
condicionasen la apertura de relaciones. La única explicación de semejante
estupidez ha sido la influencia del pensamiento europeo en el mundo de ese
entonces y en el de ahora. Era surrealista que dos razas excluidas estuviesen
luchando por su reconocimiento en base a un lenguaje que era diferente a la
naturaleza de esas dos razas cuyo origen es al menos mestizo. Pero así fueron
las cosas y hubo un pensamiento y una praxis política que, no sólo favoreció la
discriminación, también el sacrificio de millones de personas (Agamben, 2010).
Siendo la clave del pensamiento
geopolítico los movimientos poblacionales llama la atención: 1.-) la política
migratoria asumida por Venezuela en los años treinta en especial “la de no
reconocer a los extranjeros el derecho de realizar en el país actividades
políticas” (Pérez-Lecuna, 2000:69) porque en ella se evidenciaba un interés en
contrarrestar cualquier situación que amenazase su estabilidad política y 2.-) el
nacionalismo creciente venezolano como contrapeso a la política estadounidense
y el acercamiento a la Alemania nacionalsocialista y la Italia fascista (Blanco,
2012)[8].
Como se observa, Venezuela un país rural y despoblado estaba estrechando o
estaba buscando abrir relaciones con países cuyas políticas podían ser
perjudiciales con el fin de hacer contrapeso a la política exterior
estadounidense. En otras palabras, la dirigencia política venezolana después de
desechar la política marítima y naval asumida después de 1903 estaba tratando
de corregir un error con otro error. Aquí se destaca la vigencia de la denuncia
realizada por Díaz en el año 1908. La dirigencia política venezolana con una
visión epirocrática desde el inicio del gomecismo buscó cerrar el país sin
generar capacidades para su supervivencia ni siquiera como clase dirigente.
Dadas las condiciones en que Gómez accedió al poder, su principal preocupación
provino de lo interno del país como se evidenció en la serie de alzamientos que
tuvo que sofocar durante casi todo su periodo de gobierno. Después, cuando en
la década de los treinta EE.UU. tomó medidas impositivas que perjudicaban a
Venezuela, fue entonces que la clase dirigente percibió con retraso que
aquellos que habían legitimado su poder en el año 1908 los podían suplantar.
Así pues, la conducta estratégica del
país entre 1908 y 1933 fue la de un Estado aislado conectado con el exterior
por el cordón umbilical representado por el comercio marítimo de petróleo. Se
podría decir hasta que autárquico en el sentido que dado su carácter rural, la
clase dirigente percibió que era conveniente mantener las cosas así para
preservar el statu quo político. Esta
conducta se mantuvo hasta que se percibió una amenaza territorial proveniente
de Colombia al occidente y del Reino Unido al oriente del país. Si bien el inicio
de la solución del problema geográfico con el Reino Unido se produjo en el año
1936 y culminaría en 1942 con el Tratado del Golfo de Paria, la clase dirigente
venezolana se percató que el objeto de coincidencia de ambas presiones
geopolíticas estaba centrado en el río Orinoco. No se si los venezolanos
estuviesen familiarizados con los conceptos de “frontera viviente” o “espacio
vital”, pero estoy seguro que las amputaciones territoriales sufridas hasta
1899 generaron nuestras propias ideas sobre el territorio por lo que el
problema del país pasó a ser político, es decir, de qué modelo de desarrollo
seguir para reducir las vulnerabilidades. Mientras en el año 1908 se buscó la
tutela extranjera para mantenerse en el poder dejando al país sumido en sus
vulnerabilidades, Díaz propuso continuar generando las condiciones (creación y
fomento) para evitar la necesidad de una tutela externa.
Por otra parte, si bien no existen rastros
de la influencia del pensamiento de la escuela geopolítica de München en Venezuela
en la década de los años treinta del siglo pasado hubo un concepto que se
produjo en esa escuela que tuvo un carácter trascendente. Me refiere al
concepto de espacios económicamente compensados establecido por Norman Dix en
ese período. Según este autor, la tendencia mundial en la década de los años
treinta era la de la conformación de cuatro áreas geopolíticas a escala global
controladas por un país ductor: a.-) América bajo la influencia estadounidense,
b.-) euro-África bajo la egida alemana, c.-) Asia central bajo la conducción
rusa y d.-) la esfera de co-prosperidad del gran Asia Oriental dirigida por
Japón. Una reflexión abierta y superficial sobre el tema arrojaría en una
primera instancia coincidencias notables con la realidad que vivió la humanidad
hasta el año 2004[9].
A partir de esa fecha se produjo un quiebre donde han aparecido nuevos actores
políticos en la escena internacional. Un ejemplo de ello ha sido el grupo
conformado por: Rusia, India y China y en menor grado Brasil. Estos es una
tendencia, la realidad es que en el seno de la Organización de las Naciones
Unidas se ha buscado una mayor democratización de la comunidad internacional que
minimizase el poder del Consejo de Seguridad y es ahí donde el ensayo de Díaz
cobra vigencia. Eso es lo que nos interesa del pensamiento de Díaz: la
necesidad de evitar la aparición de un Estado hegemónico que limitase la
autonomía, la plenitud y capacidad para que el Estado venezolano obre
políticamente en igualdad de condiciones en la escena internacional.
El ejemplo japonés desde el punto de
vista político fue visualizado por Díaz como una reafirmación de principios
políticos relacionados con la libertad e independencia de las comunidades
políticas de ese entonces. La geografía era visualizada por Díaz como un lugar
donde se podía coexistir siempre y cuando se tuviesen las capacidades para
ello. Estas capacidades estaban relacionadas con el Poder Naval.
Si se considera la praxis japonesa de
principios dl siglo XX como motivador para el establecimiento de un tipo de
relación política, por el tiempo que se tardó para establecer relaciones
formales indicaba una desconfianza no a la relación con Japón porque como hemos
visto tenía una visión europizada que chocaba con la visión europizada criolla.
El ejemplo japonés fue una amenaza para el gomecismo porque significaba
desarrollar unas capacidades que podrían significar una amenaza a su ilegal estatus
político. Por ello fue que la clase dirigente gomecista prefirió negociar con
EE.UU. para permanecer en el poder que aplicar los principios universalmente
conocidos en relación con la independencia política y la no injerencia en los
asuntos internos de cada Estados que pasaba por el desarrollo de las
capacidades en lo interno para que se pudiese reducir las posibilidades de
injerencia en los asuntos internos. El pensamiento de Haushofer para el Estado
venezolano, en este contexto, no era aplicable porque el país tenía espacios
donde no ejercía presencia. Su aplicabilidad podría justificarse si sólo si
estuviese orientado a llenar los vacíos geográficos por lo que, la principal
preocupación de Díaz en el año 1908, es decir, que el país fuese amenazado
desde el mar pasó a ser una constante por una egoísta actitud de las clases del
país al menos desde los inicios del siglo XX. Así pues, por una cuestionable
decisión política en la era gomecista y postgomecista, es decir, el “indeferentismo”
en los asuntos marítimos, el país tuvo que enfrentar en condiciones de desventaja
el acuerdo colombo-venezolano de 1941, la crisis de los Monjes en el año 1952 y
la penetración cubana en la década de los años sesenta del siglo pasado entre
varias que signaron la realidad del país en la segunda mitad del siglo XX. El este
contexto, el indeferentismo que denunció Díaz en el año 1908, de manera
general, aún se ha mantenido hasta fecha reciente.
Sobre el pensamiento geopolítico hay que
afirmar que éste sería olvidado hasta su resurgimiento en época reciente en que
se comenzó a visualizar la geografía desde una perspectiva global. Su olvido se
produjo sobre todo porque los países donde tuvo mayor auge, es decir, Alemania
y Japón a pesar de perder grandes espacios territoriales, hoy en día disfrutan
de un nivel de vida superior al de muchos países con grandes espacios
territoriales. Pero muchas de sus ideas quedarían flotando en el aire como ya
hemos señalado…
Desde el punto de vista geoestratégico,
habría que entender qué se entiende por estrategia y geoestrategia hoy en día
para tratar de evaluar la propuesta de Díaz a la luz de la realidad del mundo
de hoy. En sentido general se puede afirmar que estrategia es cualquier
secuencia meditada con anticipación de decisiones puntuales a fin de alcanzar
cualquier objetivo. Pero etimológicamente la palabra estrategia proviene de la
palabra griega Stratos, o sea estratos, espacios codificados. Strato-agein era
como codificar espacios en el sentido de la apropiación política. Una polis era
un espacio estratificado, es decir, codificado política, económica y
socialmente. Un Stratego era en la Atenas clásica un codificador de espacios en
función de una realidad política, por lo que hablar de geoestrategia pareciese
una tautología. La pregunta es por qué. La versión más generalizada de lo que
se entiende por geoestrategia es el aprovechamiento sistemático de los grandes
espacios en términos de recursos y producción de bienes y servicios (Blanco,
2004). Ahora si descomponemos geoestrategia en ‘geo´ y ‘estrategia´ podríamos
afirmar que el ‘geo´ refiere a los espacios globales a los cuales se está
apuntando y ‘estrategia´ es la intención de codificar los espacios apuntados.
Así pues, si pensamos en lo que pensó Díaz,
él estaba apuntando a defender los espacios que los otros estaban apuntando y
por negación es posible afirmar una visión estratégica en este marino
venezolano a pesar de las circunstancias adversas. Lamentablemente, este marino
sería destinado posteriormente a ocupar cargos en la naciente marina mercante
después de que se descubriera el complot naval para derrocar a Gómez realizado
por otros marinos que pensaban hacer que el país retornase a una situación de
legalidad y legitimidad que evitase o al menos redujese la conflictividad
interna.
c.- La concepción geopolítica del Estado
venezolano en el siglo XXI.
Ciertamente se puede hablar de
indeferentismo de manera general, la realidad es que ha habido preocupación por
los asuntos marítimos al nivel de la clase dirigente desde la segunda mitad del
siglo XX con la evolución del nuevo derecho del mar. Pero estas preocupaciones
sólo han servido para confirmar las ideas geográficas plasmadas en el escrito
de Díaz en el año 1908, o sea la necesidad de crear y fomentar un poder naval. Gracias
al nuevo derecho del mar, la clase dirigente venezolana tuvo que salir al mar.
Gracias a ello Venezuela tiene una extensión marítima similar al espacio
terrestre con posibilidad incluso de ser mayor. Con esta situación comenzó a
flotar en el ambiente político del país la necesidad de incluir los espacios
marítimos en el quehacer territorial del Estado. Por ello en el país se comenzó
a hablar de que Venezuela geopolíticamente era un país andino, llanero,
Atlántico y caribeño
Luego de un complejo proceso de asimilación
conceptual, el Secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa,
Almirante O. Quintero Torres logró en el año 1998 que una idea en proceso de
formación cristalizara en un concepto que se ha convertido en paradigma desde
el punto de vista político[10].
¿Qué estuvo en la mente del citado Almirante para que con su habilidad política
lograra que cristalizara ese concepto? En lo personal creo que estuvo la
intención de hacer converger visiones divergentes, pero, un análisis
superficial del concepto nos indica que el país es llanero, andino, caribeño y
Atlántico por el papel que juega el rio Orinoco en la constitución de nuestra
venezolanidad. Este hecho no sólo convierte a Venezuela en un país marítimo en
el sentido oceánico del término, la maritimidad venezolana penetra en lo más
profundo de nuestro territorio continental y nos proyecta al norte del Brasil y
al corazón de los andes colombianos. Este hecho, si se contrasta con el
pensamiento geográfico de Díaz y el indeferentismo venezolano de todo un siglo
produce vértigo. No por la mirada al pasado, sino por lo que estamos viviendo
en el presente.
Desde el año 1998 se asumió como un
paradigma el carácter llanero-andino-caribeño y Atlántico, pero las aguas no
fueron considerabas como un espacio de unión, sino de separación, de ahí el
empeño del gobierno nacional de hacer puentes, principalmente en el Orinoco.
Estos puentes no son malo per se. Va a permitir conectar el país en un sentido.
Pero no en el sentido que permitió que se hablara de “pequeña Venecia”, “Kleine
Venedig” o “Venezuela”. Este hecho permite afirmar que, a pesar de algunas
iniciativas que se han desarrollado en los espacios marítimos (y fluviales) la
concepción sobre la cual esto se ha producido es a partir de la consideración
de lo hidráulico como un espacio de contención que demuestra que la clase
dirigente del país concibe a Venezuela como una epirocracia en cuanto a su concepción
político-estratégica.
Desde el punto de vista occidental un
Estado es un agregado de población, territorio y gobierno, o sea que además del
fundamento territorial, la conducta estratégica de Venezuela en todo el siglo
XX le dio importancia al territorio, pero sin aplicar una consistente política
de vertebración a la realidad funcional del Estado como un todo. Esto comenzó a
cambiar a inicios del siglo XXI cuando el gobierno nacional se propuso como
meta establecer un Estado comunal. Una comuna es una entidad política basada en
un espacio funcional que es donde se producen los insumos necesarios para la
supervivencia de la comuna. Un Estado comunal sería algo así crear una comuna
dentro de un espacio geográfico delimitado bajo el concepto de Estado, que en
nuestro caso se caracteriza por lo menos por su baja densidad poblacional en
gran parte de su geografía. El momento culminante del esfuerzo nacional ocurrió
cuando se intentó reformar la constitución nacional en el año 2007, pero el
gobierno no contó con el respaldo de la población para implantar su propuesta.
Desde entonces se ha tratado de imponer ese modelo de manera extra legal trayendo
como consecuencia que: a.-) se haya generado escases porque se ha reducido la capacidad
productiva y b.-) el territorio se encuentre amenazado porque el Estado ha
relativizado su fundamento territorial. Esto ha sido un error que se ha sumado
a los errores cometidos por la clase dirigente de la mitad del siglo XX y se ha
reproducido de manera catastrófica en todo el país.
El concepto de producción y de
productividad es como la misma concepción del Estado moderna y europea. No se
puede “crear” y “fomentar” emprendimientos si no existen condiciones para ello.
Eso fue lo que sucedió en el país al menos entre 1908 y 1941. En el caso
japonés, si se tiene presente los trabajos realizados por Kenichi Ohmae (1991) y
Michael Porter (1991) en el Japón se inició un proceso de desarrollo desde 1870
y de reconstrucción después de 1945 donde se dio énfasis a las ventajas
comparativas existentes especialmente las relacionadas con: a.-) el conocimiento
para el “hacer” y b.-) la forma de organización social existente que favorecía
la cooperación para el bienestar de sus nacionales. No se intentó mantener el carácter
rural de la sociedad, como hizo Gómez, ni se intentó crear una nueva
organización social para implantar una nueva estructura política como se está
haciendo hoy en día en Venezuela. Por ello a pesar de los grandes niveles de
occidentalización, los japoneses han seguido siendo japoneses. Ahora, en el
caso venezolano, ¿Cómo se podía hablar de productividad cuando la acción
política de una clase dirigente apuntaba a lograr los modos de permanecer en el
poder a partir de la tutela extranjera? La crítica de Díaz en 1908 tenía como
ya se indicó un carácter subversivo. ¿Estamos bajo las mismas circunstancias
hoy día? No, en la actualidad se busca crear una nueva organización social a
partir de la creación de una nueva realidad productiva. Pero eso no resulta
razonable, porque como se ha observado, ha generado una reducción de la
producción y ha creado escases. Cualquier consideración de orden político y
estratégico debería partir del propósito de que a una situación de abundancia, se
pudiese generar más abundancia. No generar escases! Esa debería ser la lógica
de la productividad en el país, o sea el “crear” y “fomentar” a partir de lo ya
existente de acuerdo con Díaz. Eso fue lo que él creyó que había logrado Castro
después de la batalla de Ciudad Bolívar en el año 1903.
Teniendo presente lo antes afirmado, la
validez del pensamiento de Ramón Díaz apunta no sólo a la perenne necesidad que
hemos tenido de generar capacidades que permitan al país mantener plenitud,
capacidad y autonomía de competencias, también la de sacar a la sociedad, en
general, del indeferentismo en que las diversas clases dirigentes nos han
sumido por más de un siglo de una u otra manera para sus propios fines. Este
indeferentismo se ha visualizado materialmente en el hecho que todos los
gobernantes han generado escases en unas condiciones en que podríamos vivir en abundancia.
d.- Reflexión Final.
En el año 2006 tuve que asistir a un taller
sobre negociaciones cerradas sobre límites marítimos en París. Este taller fue
promovido por la Universidad de Durhan y escritorios jurídicos británicos y
estadounidenses. En ese taller hubo al final una simulación: un litigio
marítimo en un espacio marítimo X donde había una isla W que no era reconocida
como isla por el derecho internacional, pero estaba en posesión de un país B. Un
país A aspiraba a la posesión de una mayor parte de dichas aguas. Yo formaba
parte del equipo B junto con un surcoreano, un belga, un representante de la
Unión Europea, un japonés y un chileno. Como nadie quería proponer algo, en mi
mal inglés propuse declarar las aguas que bordeaban esa isla como aguas
históricas y a la isla como isla por su capacidad de proyección pesquera. Los
árbitros ingleses se molestaron por mi atrevimiento. El surcoreano, con mejor
inglés dijo que mi propuesta estaba acorde con el derecho internacional pero
que había que litigar conforme a “derecho” de acuerdo con las enseñanzas del
taller. El surcoreano se veía que era un buen abogado pero se quedó sólo, y
después sin argumentos para salvar su honor de abogado. Después me pidió ayuda
y le dije que ya a esas alturas no se podía. En honor a él debo decir que obró
de buena fe y se equivocó en un juego, menos mal no fue en la realidad. Por mi
parte pensé que ese escenario fue hecho deliberadamente por los anglosajones
pensando en Venezuela. Quizás tuvo algo de cierto, pero en realidad ellos
estaban pensando en un litigio surcoreano-japonés por un archipiélago parecido
al de los Monjes que está en posesión japonesa. Eso lo supe por la gentileza
del representante japonés de explicarme y felicitarme por mi propuesta. Al
parecer, su propósito fue enseñarle al surcoreano que la política internacional
se maneja más en los términos de Ramón Díaz que en los términos de Gómez. Con
ello quiero afirmar que hoy, así como ayer, tenemos todavía cosas que aprender
de los japoneses, no sólo en los temas marítimos, también para generar
abundancia a partir de nuestra nueva escases, más aún cuando el tema racial
quedó relativizado.
Histórico es todo aquello que debe ser
mantenido presente…
Bibliografía Consultada.
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la nuda vida. Valencia. (T.A. Cospinera). Editorial Pre-textos. 272 p.
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[1] Según Tarchov (2005) Japón
llegaría a ofrecerle a Venezuela la venta de material bélico a pesar de no
existir a inicios de la década de los años treinta relaciones diplomáticas
formales. Quizás prevalecerían las tensiones políticas que Venezuela tendría
con EE.UU. en ese período.
[2] Ver acuerdo Haig-Pancefoute del
año 1901 en: Blanco (Farage, 2011).
[3] Las relaciones diplomáticas se
formalizaron luego de la firma de un acuerdo comercial El 01JUL1939, mediante
un intercambio de notas entre el Ministro Yamagata y el Canciller E. Gil Borges.
Sin embargo, después del ataque a Pearl Harbor el 07DIC1941 Venezuela rompería
relaciones diplomáticas en concordancia con las políticas de seguridad
hemisféricas seguidas desde el año 1939.
[4] A pesar de estos inconvenientes se autorizó en el
año 1912 para que Venezuela abriese un consulado provisional en Yokohama que
funcionaría por breve período.
[5] La Ley de Inmigración y
Colonización del 11-7-1936 decía que: “No
serán aceptados corno inmigrantes: 1 Las personas que no sean de raza blanca...
79 Aquellas personas. que profesen o propaguen ideas contrarias a la forma de
Gobierno de la República y a nuestra Constitución; y en general todos los que
propugnen ideas contrarias a nuestro ordenamiento jurídico social” (Tarchov,
2005).
[6] Para este general geógrafo la
geopolítica era la base científica del arte de concebir la política como la
lucha de los organismos estatales por el espacio vital.
[7] Esta igualdad racial a que
aspiraba Japón era relativa si se considera el trato que le dieron a los
pueblos coreanos y chinos por un considerable período histórico. Por supuesto,
es de destacar que, en relación con nuestro país, hubo un igual trato.
[8] Ver: Blanco (2012). “La
Diplomacia Naval estadounidense…”.
[9] Ver al respecto: Blanco (2004:
20-35).
[10] Ver: Blanco (2010).
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