Hardt y Negri en
tres de sus obras más conocidas, Imperio,
Multitud y Commonwealth,
plantearon la necesidad de hacer la guerra
contra la guerra porque esta última se estaba convirtiendo en la forma en
que se está manifestando la política. Esta propuesta ya de por sí plantea un
interrogante desde el punto de vista semántico, ontológico y epistemológico en
lo que respecta a la expresión “guerra”. El modo de hacer política por
intermedio de la guerra lo denominaron biopoder
y esta está siendo ejecutada, según estos autores, por una nueva entidad global
que está emergiendo que denominan Imperio.
El Imperio es una nueva estructura de poder
segmentarizado que comprende a una serie de entidades estatales y supra e
intraestatales que está incluyendo de forma diferenciada a toda la humanidad y
persigue, mediante el control de todas las formas en que se manifiesta la vida,
que denominaron biopolítica, mantener
la estructura de producción e intercambios a escala global. Los conceptos de
biopoder y biopolítica son en estos autores desarrollos de ideas originalmente
creadas por Foucault y utilizadas por Deleuze y Guattari.
Para llegar a
esta conclusión, de naturaleza prospectiva si se quiere, partieron de lo que
denominaron un relativismo historicista cognoscitivo de reconocida tendencia
marxiana, para afirmar que el estado-nacional moderno se había hecho, entre
otras cosas, incapaz de controlar una emergente estructura de producción basada
en lo que Hardt y Negri han denominado trabajo inmaterial que por su
característica tiene un alcance global y cada día se estaba haciendo más
incapaz de llevar a cabo una guerra para dominar u controlar espacios allende a
su territorio requiriendo en consecuencia del consentimiento y participación de
una serie de entidades políticas de diferente naturaleza en todo el mundo que
actúan de acuerdo a una ley internacional en proceso de cristalización para
mantener un supuesto orden existente y extenderlo a todos los confines del
globo. La guerra en este sentido se había convertido en un mecanismo de acción
policial dentro del espacio de la ley y fuera de este espacio en un mecanismo
para integrar al nuevo orden a las comunidades que aún se resisten a formar
parte de él. Por ello, la guerra se ha convertido, según estos autores, en el
medio con que se expresa la política por su capacidad no sólo de destruir, sino
también de crear, disciplinar y controlar a la sociedad. En este sentido, la
guerra se había convertido en el Estado, el estado de guerra. Y ese estado
Hardt y Negri lo denominan Imperio.
La finalidad de
la guerra, en este contexto, es mantener la estructura de producción actual en
función de las necesidades del capitalismo entendido este como un sistema
centrado en la relación mercancía-trabajo.
Esta asociación
del Estado con la guerra, la guerra con el imperio y consecuentemente la
expresión “guerra contra la guerra” parece colocar a la expresión “guerra” en
un espacio de indiscernibilidad, de ambigüedad que va más allá del tertium datur en lo que concierne al
significado de las expresiones “guerra” y “no-guerra” porque están
introduciendo otra idea de lo que se podría entender por “guerra” basándose
esta vez en la intuición pura del tiempo entendido como vivencia.
El estado de
guerra como medio para mantener la estructura de producción existente implica
para estos autores la consideración del tiempo de manera diferente en función
de la naturaleza misma de la producción, es decir, el tiempo de donde Marx
determinó la medida del valor y bienestar ha estado cada vez condicionado por
la producción que está siendo mantenida por el estado de guerra. Este hecho ha
determinado que la guerra haya asumido, según estos autores, un carácter
ontológico (existencial) absoluto porque está compeliendo a la humanidad a
someterse a un orden injusto y excluyente que amenaza la vida misma en
cualquiera de sus formas.
Estas
circunstancias han obligado a Hardt y Negri a esbozar una genealogía de las
guerras revolucionarias y de liberación teniendo como horizonte de comprensión
la denominada Guerra de los Treinta Años
para evaluar los cambios que han sufrido las guerras de liberación e intentar
establecer las tendencias y la actual naturaleza de la guerra para poder así
hacer la guerra contra la guerra como
medio para hacer la guerra un instrumento de la política y alcanzar
simultáneamente una democracia absoluta en sentido spinozista. De igual forma,
estos autores hicieron una evaluación de cómo ha cambiado la naturaleza de la
producción gracias al advenimiento de lo que han dado en denominar trabajo
inmaterial y cómo ha cambiado la noción del tiempo y del espacio a partir del
trabajo inmaterial y la producción misma para efectos de esa guerra.
La importancia
del referente de la guerra que asoló el centro de Europa en el siglo XVII se
debe a que según ambos autores existen una serie de semejanzas entre las luchas
que desembocaron en el surgimiento del estado-nacional moderno y las luchas que
se han desencadenado a escala global desde la caída del muro de Berlín hasta un
presente signado en lo que se ha dado en denominar “Guerra contra el
Terrorismo”. La semejanza se debe a que según ellos esas luchas se realizaron
entre poderes políticos que se auto-legitimaron a partir de un fundamento
religioso (trascendente) que opacó las ideas republicanas y humanistas surgidas
durante el renacimiento.
Estas
afirmaciones desde sus inicios plantearon una seria polémica en el mundo
político e intelectual que Hardt y Negri han tratado de enfrentar y responder
motivado al alcance de sus argumentaciones. Las críticas han orbitado en torno
al concepto mismo de Imperio y multitud. Al respecto los autores han
tratado de aclarar el significado de Imperio
a partir de la concepción romana del término, es decir, imperio de la ley, pero
teniendo presente originalmente la imagen del Imperio Bizantino, aunque se ha
observado que su propuesta se asemeja más a la imagen de la monarquía universal
cristiana de Carlos V que sintéticamente recuerda a Carlomagno.
La entidad
política que debería ser la encargada de hacer la guerra a la guerra, o sea la guerra al Imperio una vez que este
efectivamente se instaure para establecer una democracia absoluta en el sentido
spinozista del término, es la multitud, un ente que estos autores y otros de la
misma tendencia política como Virno y Agamben están tratando de convertirlo en
una categoría política a partir de las experiencias de los movimientos sociales
de carácter global que han surgido desde finales del siglo XX.
La multitud estos autores la definen
básicamente como el conjunto de singularidades que operan en común y persiguen
expandir los espacios comunes usando para ello la potencia de su creatividad.
El problema que se le ha planteado a Hardt y Negri es cómo hacer la guerra a la
guerra (al Imperio) a partir de una entidad política que pareciera estar en
gestación teniendo presente que la guerra tradicionalmente ha sido entendida
desde la paz de Westfalia, como guerra entre Estados y parafraseando la máxima
clausewitziana, como un acto realizado para compeler al adversario, un Estado,
a acatar una voluntad dentro del contexto de una reparación a una injuria hecha
previamente. Este modo de entender la guerra ha sido generalmente aceptado
desde el punto de vista político y filosófico hasta el presente, sin embargo,
Marx y especialmente Engels reinterpretarían los postulados clausewitzianos a
partir de dos elementos fundamentales: la naturaleza política de la guerra y el
papel del pueblo en la misma para lograr un cambio político dentro de un estado
y si se quiere para realizar una revolución de alcance global. Teniendo
presente esta manera de entender la guerra, la guerra contra la guerra es para
Hardt y Negri un evento que tiene connotaciones lingüísticas, epistémicas,
ontológicas y arqueológicas. En síntesis, el acto político y revolucionario por
medio del cual la multitud, que está en gestación, debería acabar con el estado
de guerra permanente que representa el Imperio e instaurar la democracia
absoluta.
Como se observa,
Hardt y Negri han hecho una especie de prognosis para construir un futuro
deseado desde un presente o de un presente que se presupone o está in statu nascendi a partir de la
consideración de una serie de variables que le reconocen su naturaleza
altamente aleatoria.
Por otra parte,
como se puede observar también, de una teoría de la guerra basada en la
confrontación entre Estados se está pasando a concebir una teoría de la guerra
que partiendo del mismo Estado se desarrolla contra el mismo, en otras
palabras, contra el Imperio. Sobre este aspecto es que gira, al parecer, la
propuesta de Hardt y Negri, pero de una manera diferente, es decir, a partir de
la multitud que debe obrar en un espacio y un tiempo diferente determinado por
el pasaje que se está produciendo de la producción material fordista a la
producción inmaterial buscando con ello lograr un cambio político.
Ha llamado la
atención que aunque la crítica y la polémica que han desatado las obras de
Hardt y Negri citadas previamente han abarcado una serie de aspectos que además
de los mencionados incluyen la critica realizada por activistas políticos que
han abrazado la misma bandera, el tema del análisis de cómo Hardt y Negri
entienden la guerra ha sido muy poco abordado. De ellos cabe mencionar a
Astorga que destacó que a pesar de ser la guerra el medio para alcanzar y defender la democracia, no
explican cómo se pueden generar esas nuevas relaciones sociales
donde surgirían las multitudes que harían la guerra, sino que la presuponen ya constituida dentro de
una perspectiva
de la lucha de clases. Tampoco explican cómo se organizarían los nuevos
antagonismos teniendo presente que en la democracia, en sentido constituyente,
va a permanecer el estado de guerra entendido bajo otra naturaleza. De igual forma, Chantal Mouffe, además de resaltar el
cosmopolitismo de ultraizquierda de estos autores, resaltó la dificultad de
concebir una multitud como sujeto político para hacer la guerra dentro una
estructura internacional ya constituida y con una tendencia a una
multipolaridad centrada en el Estado-nación. No obstante, Del Bufalo ha
manifestado que la propuesta de Hardt y Negri es realista y viable y ello es
posible visualizarlo en la fuerza y estructura que han cobrado los movimientos
anti-belicistas que han surgido en el mundo después de 1945 y su efectividad
demostrada en Vietnam y/o en la tercera guerra del Golfo.
Estas críticas
reseñadas previamente no han escapado a la mente de Hardt y Negri y muchos de
sus seguidores. Hasta ahora, a partir de los cambios que está generando la
producción inmaterial en lo concerniente a la capacidad de esta última de crear
nuevas relaciones sociales han propuesto que el modo de hacer la guerra a la guerra es a través de una
estrategia combinada que denominaron éxodo
de la política entendida como biopoder y resistencia. El modo de producir ese éxodo sería, según ambos
autores, mediante un cambio de subjetividad a partir de la producción de sí
mismo (acto de liberación) facilitado por el cambio de la estructura de
producción. La resistencia constituiría el acto de defensa del espacio de
libertad conquistado. El próximo paso, desde la perspectiva de la multitud
estaría determinado con el desencadenamiento de una insurrección en la medida
en que el éxodo y la resistencia se multiplicasen en gran número. Esta
insurrección ha sido denominada por ambos autores como un enjambre contra la Reina que permitiría el
desarrollo de un poder constituyente. Este proceso que desde el punto de vista
ontológico debe ser simultáneo constituye una trinidad para Hardt y Negri que
denominan contrapoder.
El inconveniente
que se observa de esta propuesta no sólo viene dado de la presuposición de la
multitud o de la incapacidad de esta para obrar como sujeto político de una
democracia absoluta in statu nascendi.
El poder de las redes sociales recién estamos comenzando a observar en Túnez,
Egipto, Libia y en general el cercano oriente podría dar vigencia a la tesis de
estos dos autores contemporáneos, pero queda sin resolver aspectos como qué
detonante va a desencadenar una insurrección a escala global, cómo aplicar la
experiencia reciente en una escala global, cómo hacer que la humanidad se
comporte como una multitud con un telos que evite la guerra a pesar de la
identidad y la diferencia que según ellos está imponiendo el mismo Imperio.
El otro aspecto a
considerar es que estas propuestas requieren que se implante efectivamente el
Imperio y requieren, a su vez, de su operacionalización con respecto a la
particular interpretación que han hecho del tiempo y del espacio. Para lograr
salvar este ultimo inconveniente, además de la gran actividad para generar
nuevas ideas que se está observando en redes de alcance internacional como la
red nómada, globalproject, etc., Hardt y Negri han planteado la necesidad de
crear un arte de la guerra de la multitud y para ello han reinterpretado el
concepto de Maquina de Guerra presente en la obra de Deleuze y Guattari usando
al respecto el concepto de tiempo de la
revolución en contraposición al tiempo del trabajo material y el concepto
de lugar para diferenciarse del de
espacio. Estos conceptos podrían dar respuesta a la posible efectividad de la
intención de las expresiones “guerra contra la guerra” y “éxodo” usadas por
ambos autores debido a que la Máquina de guerra opone los nómadas al Estado, y
el nomadismo para estos autores franceses no refiere un espacio sino un vector
que en todo caso es trazado por el mismo nómada a partir de su capacidad de
producirse a sí mismo.
Teniendo presente
lo antes mencionado me ha parecido conveniente abrir para la comprensión los
conceptos de guerra que han empleado ambos autores en tanto que acto, estado,
medio y fin, más aún cuando este esfuerzo intelectual que han realizado Hardt y
Negri pareciera representar una ruptura ontológica en el sentido que la guerra
contra la guerra va a ser realizada por seres dentro de una multitud en un
contexto de producción diferente en otro tiempo determinado por las vivencias.
Representa también una ruptura praxeológica de lo que se ha entendido de esa
expresión de la condición humana porque le da una nueva dimensión al conflicto
desde la perspectiva espacio-temporal a pesar de que la guerra aun manteniendo
su carácter convencional, ha cambiado su naturaleza.
Finalmente ambos
autores están proponiendo como alternativa al Imperio una democracia global que
va a tener a la guerra como un elemento subsidiario de la política guardando al
efecto una serie de condiciones como lo son: carácter defensivo, que sea
decidida lo más democráticamente posible y que sea realizada con las armas
adecuadas para ello, con lo cual se plantea el interrogante de entender no sólo
qué es la guerra para estos autores, también pareciera observarse una inconsistencia
conceptual que habría que verificar entre lo que ellos denominan “guerra contra
la…” y la “guerra” como elemento subsidiario de la política que deberá realizar
la multitud como acto liberador y la democracia de la multitud una vez que esta
haya sido instaurada.
En vista que Hardt
y Negri están proponiendo realizar un cambio político de alcance global a
partir de una manera diferente de entender la expresión “guerra” usando para
ello de forma combinada “guerra contra la guerra”, “resistencia” y “éxodo” se
ha establecido como Objetivo General
de esta investigación:
“Evaluar desde el punto de vista ontológico el concepto
de guerra, en tanto que instrumento de la multitud, en las obras de Hardt y
Negri”.
La hipótesis de trabajo para este objetivo general de la investigación ha
sido la siguiente: No hay un concepto de guerra en las obras de Hardt y Negri,
sino varios conceptos que se yuxtaponen entre sí, que le dan también a la
guerra un carácter ontológico existencial que va más allá de la propuesta de estos
autores contemporáneos. Esta yuxtaposición dificulta aún más la posibilidad de
comprensión e identificación de los estados de guerra y de paz.
Teniendo presente
el objetivo general de este proyecto
y su hipótesis de lo que se estima podría ser su conclusión efectiva, habría
que tener en cuenta que podría encontrarse en una primera instancia que el
hombre ha intentado construir un mundo a imagen y semejanza de la naturaleza y
ello le ha producido inconvenientes lingüísticos, fenomenológicos y epistemológicos
que dificultan políticamente la comprensión del mundo a partir de los
postulados de estos autores, con lo cual el primer objetivo específico de esta investigación es:
1º- Analizar la guerra en tanto que un estado
permanente en las obras de Hardt y Negri.
De igual forma, si se tiene presente que H y N
están proponiendo que la guerra deje de ser una representación de otra
representación (el Estado) para que sea un elemento constituyente de cada
individuo a partir de una concepción material del hombre sin tener certeza de
cuál será el estado de la naturaleza para reproducir la guerra, entonces el segundo objetivo específico de la
investigación es:
2º- Analizar la guerra en tanto que acciones
para alcanzar un fin político en las obras de Hardt y Negri.
Por otra parte, si
se considera que hoy en día, vivir en las actuales circunstancias para cada
individuo es combatir a partir del momento que adquiere conciencia de su
singularidad, el tercer objetivo
específico es:
3º- Analizar a los individuos en tanto que combatientes
en las obras de Hardt y Negri.
Consecuentemente,
si se reconoce que la guerra a la guerra
sólo es políticamente posible en la medida en que el disenso y la diferencia se
conviertan en fuerza, y en la medida en que esta fuerza se produzca en armonía
con la naturaleza, el cuarto objetivo
específico es:
4º- Evaluar la guerra en tanto que finalidad
política en las obras de Hardt y Negri.
Por último si se
tiene presente que la propuesta política de H y N apunta a la constitución de
una organización política que utilizará la guerra como un instrumento de la
política en un contexto de revolución permanente, se podría determinar el
alcance limitado de su propuesta política, con lo cual el quinto objetivo específico de este trabajo es:
5º- Determinar el alcance del concepto de
guerra de Hardt y Negri.
Desde el punto de vista
metodológico, si bien es muy difícil hablar de un método en filosofía según
Wittgenstein se están siguiendo además de los postulados hermenéuticos de
Gadamer, la propuesta metodológica establecida por Deleuze y Guattari y la
critica que hace Negri y Popper del método historicista porque al final de
cuentas el fundamento marxista presente en las obras de Hardt y Negri persigue
determinar tendencias, hacer pronósticos y construir un futuro deseado desde el
presente.
En
relación con el primer objetivo, es decir,
“Analizar la guerra en tanto que un estado permanente en
las obras de Hardt y Negri” me he
enfocado en determinar la fuerza del uso de la metáfora de la Guerra de los
Treinta Años 1.) Como evento, para entender desde el punto de vista temporal y
de los antagonismos existentes en ese entonces, 2.) Como paradigma para
identificar el estado de guerra actual que han enunciado ambos autores para
determinar desde el punto de vista arqueológico y genealógico la pertinencia e
intencionalidad de su uso y 3.) Por último, contrastar las visiones
paradigmáticas que ambos autores han tenido de la guerra actual con lo que creo
está sucediendo efectivamente en el mundo de hoy.
Sobre
esta estrategia para cumplir el primer objetivo he utilizado las vivencias de
un personaje de una novela del siglo XVII que utilizaron Hardt y Negri para
describir el estado de guerra actual en base a la Guerra de los Treinta Años.
Este personaje Simplicius Simplicissimus es producto de las vivencias del autor
de la obra en la citada guerra y por intermedio de él se muestra no sólo cómo
fue esa guerra desde el punto de vista religioso, político y social, sino que
muestra las consecuencias que tuvo en especial para los alemanes. Para Hardt y
Negri esta fue una guerra que aparentemente tuvo un carácter religioso, pero en
la realidad lo que estuvo en juego fue el tema de la propiedad y del
acrecentamiento del poder de los principales actores políticos que se oponían
al poder de la iglesia.
En
este sentido, la metáfora de la guerra de los treinta años (GdlXXXa) presenta como
paradigma dificultades en cuanto a su uso en si mismo debido a que este
pretende mostrar lo oculto de esa expresión en tanto que paradigma, es decir,
la metáfora de la guerra de los treinta años parece haber sido usada no para
indicar el estado de guerra que representó para los alemanes un conflicto civil
y religioso, ni pretendió mostrar el grado de involucramiento de otras
potencias europeas en ese conflicto. Lo que Hardt y Negri han intentado mostrar
con esa metáfora es que esa guerra significó el fin de las ideas republicanas y
humanistas que habían surgido en la Europa del renacimiento. Pero los alemanes
no lucharon por esas ideas. Negri reconoce que fue en los Países Bajos, aunque
por poco tiempo, donde se concentró el espíritu republicano y de libertad que
él ha tratado de traer al presente a partir del estudio del republicanismo
clásico y humanista de una particular interpretación de las obras de Maquiavelo
y su asociación con la guerra de los treinta años.
El paralelismo con
el presente esta dado al parecer en el hecho que han surgido hoy día
circunstancias similares en lo que concierne al estado de guerra alemán que
obligan a asumir una actitud de resistencia a partir de la constitución de un
nuevo plano de subjetividad dado por el cambio en la estructura de producción
que evitaría la repetición de las consecuencias que tuvo la guerra alemana del
siglo XVII. Simplicius Simplicissimus huyó de esa guerra y Hardt y Negri están
proponiendo un éxodo que debe estar acompañado simultáneamente de una actitud
de resistencia y un acto insurreccional. Este éxodo se produciría bajo una
nueva exégesis del tiempo y del espacio de
que parten de la capacidad de auto-transformación del ser y
semánticamente expresa un punto de ambigüedad entre hacer la guerra y no hacer
la guerra.
Teniendo presente
lo antes mencionado, la metáfora de la guerra de los treinta años ha sido un
arreglo tendiente a conectar una serie de conceptos como resistencia,
insurrección, poder constituyente que denominan guerra contra la guerra para
oponerse a una guerra que en tanto estado y acto pareciera asemejarse a la
experiencia alemana del siglo XVII. Pero, este propósito se evidencia más como
un deseo dado a partir de lo oculto en ese paradigma y una intención dada a
partir de la reinterpretación del fenómeno guerra con una clara intencionalidad
política producida luego de 1.) Traer al presente desde el pasado una nueva exégesis
del marxianismo o marxismo, 2.) Traer
del futuro lo que creen los hechos portadores de futuro para producir el
evento/acontecimiento que les permitirá alcanzar el futuro deseado y 3.) Hacer
que se cumplan estos hechos desde el presente para concretar el futuro deseado.
Desde el punto de
vista fenomenológico, la guerra contra la guerra, es decir, la estrategia que
Hardt y Negri han visualizado para acabar con el estado de guerra que
representa el estado y consecuentemente el imperio han sido entendidas como el
evento/acontecimiento que debe ser considerado lingüística, epistémica,
arqueológica y ontológicamente, pero como este evento será producto de una
conciencia intencional, estas cuatro maneras mencionadas de considerarlo
obligan a contrastar desde estos cuatro ángulos: 1.) “la guerra contra…”, es
decir, los mecanismos de resistencia, éxodo y poder constituyente subyacentes,
2.) El estado de guerra representado por su particular idea de imperio y 3.) El
modo como otros actores perciben el actual fenómeno en sí mismo.
El análisis de
estas tres maneras de entender la guerra como un evento/acontecimiento
intencional desde estos cuatro ángulos permitiría tener una idea más clara de
la actual naturaleza de la guerra y permitiría a su vez establecer el anclaje
ontológico por medio del cual se pudiera valorar el método por medio del cual
es posible determinar el camino para alcanzar un telos signado por lo que han
denominado democracia absoluta. De igual forma, a partir de la valoración de
este anclaje y del método para alcanzar la democracia será posible valorar si
la estrategia y la táctica contenida no sólo en el método sino en la expresión
“guerra contra la guerra” es viable desde el punto de vista teleológico.
En una perspectiva clausewitziana el centro de
gravedad del imperio es la producción inmaterial y en tanto que punto de
aplicación del esfuerzo, Hardt y Negri están proponiendo como esfuerzo el
contrapoder. La viabilidad de esta propuesta permitirá conocer en qué medida
ellos están apoyando su propuesta en las circunstancias y en la categoría
política que supuestamente está en proceso de gestación como lo es la multitud.
Aclarados estos
asuntos se podría avanzar en la solución de los otros objetivos de este
trabajo.
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