Hablar de
seguridad y defensa en el contexto actual hace necesario preguntarse ¿qué es
seguridad y defensa? Y ¿quiénes son los objetos de seguridad y defensa? La
causa de estos interrogantes obedece a que el fin de la guerra fría ha
significado el fin de un orden instituido en el año 1648. Este orden fue
consecuencia de la interrupción de un proceso histórico que se inició en Europa
a mediados del siglo XV y tuvo consecuencias primeramente en ese continente y
en América y posteriormente en el resto del mundo.
En Europa
porque de una concepción cerrada de un mundo regido por un poder trascendente
se comenzó a pensar en un universo infinito de infinitos centros permitiéndose
con ello que el hombre comenzase a regir su propio destino. En esta corriente
se inscribieron hombres como Nicolás de Cusa, Marcilio
Ficino, Nicolás Maquiavelo, Tomás Campanella, Giordano Bruno y Baruch Spinoza.
El cusano y Ficino
demostraron la coherencia de un nuevo saber ontológico inmanente basado en la
“afirmación de los poderes de este mundo”, Maquiavelo a
partir del humanismo profundizado por los dos anteriores autores, concibió una nueva manera republicana de entender la política y Bruno y
Campanella dieron su vida por oponerse a la conquista y colonización de
América. Spinoza recogió el pensamiento de todos estos autores y trató de
proponer una forma de concebir el mundo y la política que en sí fue un intento
de dar al traste con la ruptura iniciada con las luchas por el poder que se
materializó con el tratado de paz de Westfalia que puso fin a la Guerra de los
Treinta Años. ¿Qué representó ese orden instituido en el año 1648? En primer
lugar, la apropiación de los modos de producción y de la base material que hace
ésta posible y su posterior desarrollo a partir de la manipulación de la
subsunción tiempo-valor-trabajo, en segundo lugar, la división del trabajo y
consecuentemente la especialización de la producción. América no fue ajena a
este proceso, al contrario aún en el presente lo estamos padeciendo (Blanco,
2012).
¿Cómo se manifestó este proceso en el
continente americano? Se ha manifestado bajo dos formas, en primer lugar, en un
proceso de abigarramiento si usamos
la expresión de René Zabaleta que se profundizaría después del siglo XIX y XX
con los procesos independentistas y posteriormente con las migraciones. En
segundo lugar, con algo que describió Aníbal Quijano a partir del concepto de colonialidad del poder. El
abigarramiento Zabaleta lo definió como la “sobreposición desarticulada de
varias sociedades, es decir, de varios tiempos históricos, de varias
concepciones del mundo, de varios modos de producción de subjetividad, de
socialización y sobretodo varias formas de estructuras de autoridad”[2].
En relación con la colonialidad del poder,
Quijano expresó que era uno
de los elementos constitutivos y específicos
del patrón mundial de poder capitalista y se fundaba en “la imposición de una
clasificación racial/étnica de la población del mundo
como piedra angular de dicho patrón de poder y opera en cada uno de los planos,
ámbitos y dimensiones, materiales y subjetivas, de la existencia social
cotidiana y a escala societal”[3]. Esta
forma de colonialidad determinó una relación jerárquica del poder que sólo
empezó a cambiar a finales del siglo XX.
Estas dos formas en que fue afectada la región han sido objeto de
importantes estudios en época reciente debido a que, en el caso de la
preocupación de Zabaleta por la sobreposición desarticulada de nuestras
sociedades que era vista como una desventaja, hoy en día ha abierto condiciones
de posibilidad de repensar nuestras sociedades desde una perspectiva
democrática en un sentido más absoluto. De igual forma, si bien el concepto de colonialidad del poder está vigente, en
su sentido negativo, los cambios políticos que se han producido en la región
desde finales del siglo pasado, permite de nuevo repensar el conflicto contra
ese patrón de poder mundial desde otras perspectivas, considerando, en primer
lugar, que los procesos sociales que han producido grandes movimientos
migratorios hacia los centros de poder mundial ha generado la reproducción de
la estructura social abigarrada de nuestra región permitiendo a las nuevas estructuras
políticas regionales proyectarse más allá de nuestras latitudes. En segundo
lugar, el abigarramiento de las sociedades que conforman los grandes centros de
poder mundial, hoy en día, los ha obligado a establecer dispositivos de control
biopolíticos cada vez más estrictos extendiendolos de multiples y variadas maneras
a nuestras sociedades gracias a subsunción real y formal de la sociedad (Negri,
2010:75)[4].
En tercer lugar, quiero referirme a dos estudiosos del tema de la guerra, es
decir, van Creveld y Luttwak. Estos dos autores presentaron en el año 2011 una
serie de reflexiones en una seminario realizado en Oxford titulado Post-heroic warfare. En este seminario
además de haber mencionado el carácter difuso que ha asumido la guerra actual
por la aparición de nuevos actores y nuevas formas de plantear el conflicto, y
como ya hemos señalado por el abigarramiento de tadas las sociedad de los
Estados que conforman la comunidad internacional como un todo, destacaron la
poca proclividad de los centros de poder mundial en asumir bajas militares en
conflictos foráneos. Este hecho ha traído como consecuencia el creciente empleo
de medios roboticos y de empleados de seguridad de muy distintas y variadas
formas, y en segundo lugar, que el conflicto global actualmente existente se
plantee como guerras civiles en los territorios de otros Estados en diferentes
ámbitos del quehacer humano tal como lo han reseñado los coroneles chinos Qiao
y Wang (1999)[5].
En este contexto es que se hace necesario reflexionar sobre la
seguridad y la defensa debido a la necesidad de garantizar la preservación de
las condiciones político-sociales de libertad que han permitido a una gran
parte de la población continental perseverar en su propia existencia en mejores
condiciones que antes de que se produjeran los cambios políticos antes
mencionados. Venezuela adoptó, dentro del fragor de la lucha política
materializada en ese entonces por el paro petrolero, dos conceptos básicos que
nos van a ayudar a examinar la consistencia de los conceptos de seguridad y
defensa más o menos vigentes en una escala más amplia. La Ley Orgánica de la
Seguridad de la Nación de la República Bolivariana de Venezuela establece en su
artículo Nº 2 que:
“La
seguridad de la Nación, está fundamentada en el desarrollo integral, y es la condición,
estado o situación que garantiza el goce y ejercicio de los derechos y garantías en
los ámbitos económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y
militar, de los principios y valores constitucionales por la población, las instituciones y
cada una de las personas que conforman el Estado y la sociedad, con proyección
generacional, dentro de un sistema democrático, participativo y protagónico,
libre de amenazas a su sobrevivencia, su soberanía y a la integridad de su
territorio y demás espacios geográficos”.
Como desarrollo integral se entiende:
“… la
ejecución de planes, programas, proyectos y procesos continuos de
actividades y labores que acordes con la política general del Estado y en
concordancia con el ordenamiento jurídico vigente, se realicen con la
finalidad de satisfacer las necesidades individuales y colectivas de la población, en
los ámbitos económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y
militar”.
Por su parte, la Defensa Integral es definida en el artículo Nº 3
como:
“…es el
conjunto de sistemas, métodos, medidas y acciones de defensa, cualesquiera sean
su naturaleza e intensidad, que en forma activa formule, coordine y
ejecute el Estado con la participación de las instituciones públicas y privadas, y
las personas naturales y jurídicas, nacionales o extranjeras, con el objeto de
salvaguardar la independencia, la libertad, la democracia, la soberanía,
la integridad territorial y el desarrollo integral de la Nación”.
El fin de esta ley fue, desde que en la Asamblea Constituyente del
año 1998 se discutió el tema de la seguridad, acabar con el concepto de
seguridad de Estado vigente hasta el advenimiento de un nuevo poder
constituido. La causa de este propósito tuvo que ver, en primer lugar, con la
contradicción que suponía considerar como enemigos a una parte de dicha
comunidad política para beneficio de un orden constituido y, en segundo lugar,
porque el antiguo régimen ejerció su poder usurpando la ciudadanía a una parte
importante de la población. Por supuesto que aquí tiene que ver el tema de la
subsunción real desde el mismo momento que estando una comunidad política
integrada a la economía mundial, dentro de un contexto de especialización,
dicha comunidad está expuesta a la injerencia extranjera.
Para reflexionar entonces sobre seguridad y defensa se hace
necesario entender que estamos mentando con el uso de las palabras “subsunción”
y “biopolítica” debido a que ellas nos darán el foco sobre el cual podríamos
repensar los conceptos antes mencionados. Por subsunción estamos hablando que
la relación tiempo-trabajo material hoy día no pueda concebirse fuera de un
criterio de valor, por lo que partiendo de este enfoque podemos asumir,
siguiendo a Negri, a la subsunción real como la integración de todos los
aspectos de la sociedad en “un solo proceso de producción” y la subsunción
formal como “una sociedad en la cual la variedad y diversidad de los modos de
producción existen de manera difusa” (2010:75). La tendencia mundial es que
vayamos a una subsunción real absoluta determinada, no por un valor de trabajo,
sino por un valor de consumo dado por la manipulación de necesidades y
satisfacciones. Todo esto está ocurriendo dentro del contexto político
mencionado precedentemente.
En relación con la palabra “biopolítica”, podemos mencionar que fue
introducida como concepto por Foucault en la década de los años setenta del siglo pasado para
indicar “la manera como se ha procurado desde el siglo XVIII, racionalizar los
problemas planteados a la práctica gubernamental por los fenómenos propios de
un conjunto de seres vivos constituidos como población: salud, higiene,
natalidad, longevidad, razas…” (2008:359). Posteriormente, otros autores han
tratado de operacionalizar este concepto tanto como acto y como respuesta.
Como
acto, Hardt y Negri, han entendido la biopolítica como: 1.-) la forma como la
sociedad de control se expresa en “el conjunto del cuerpo social que se
desarrolla en su virtualidad” haciendo que el poder se hunda “en las
profundidades de las conciencias y los cuerpos de la población y, al mismo
tiempo, …en la totalidad de las relaciones sociales” (2000:39), Agamben, por su
parte, ha definido la biopolítica como la forma en que se ha politizado la vida
misma dentro de un marco de estado de excepción (2010:151-156) y Del Bufalo, la
ha definido como la inducción de formas de vida (2010).
Como
respuesta, Hardt y Negri han expresado que en vista de que se ha politizado la
vida misma, han entendido tambien la biopolítica como el poder de vida para
resistir y determinar una alternativa producción de subjetividad (2009:57).
¿Por qué ambos autores han reinterpretado este concepto de esta nueva manera?
La respuesta está relacionada con la subsunción real. La subsunción real está
produciendo formas de vida, es decir, formas de subjetividad que afectan al cuidado de si mismo en el sentido que está deshumanizando al propio Ser para efectos
de la producción y el consumo. Aquí estoy introduciendo una nueva expresión que
debe ser aclarada, es decir, subjetividad
y su relación con el cuidado de si mismo. Foucault ha expresado que la expresión subjetividad tiene que ver con el cuidado de uno
mismo, que relaciona el conocerse y el ocuparse de sí mismo frente al mundo
en lo concerniente a: un determinado modo de comportarse frente a uno mismo en
relación a cierta forma de vigilancia sobre lo que se piensa y sobre lo que
acontece en el pensamiento, una forma de comportarse que se ejerce sobre uno
mismo, “a través de lo cual uno se hace cargo de uno mismo”, en otras palabras,
“una manera de ser, una actitud o forma de reflexión de un tipo determinado…”
(1994:34-35). Dicho de otra manera es la forma en que nosotros perseveramos en
nuestra propia existencia en pos de una mayor perfección. El problema se ha
presentado cuando este cuidado de sí
depende de otro en el sentido que ese otro media entre necesidades y
satisfacciones impidiendo que un Ser humano pueda perseverar en su propia
existencia. De ahí la concepción de la biopolítica entendida como acto.
De acuerdo con
este criterio, una organización de poder produce al sujeto (subjetiviza) como
una pieza adyacente dentro de una estructura de producción determinando qué
debe ser el cuidado de sí en todos
los seres de una sociedad integrada dentro de una estructura de control. Siendo
que la subjetividad entonces es todo
lo que está dentro de este marco de sujeción hecha por un agenciamiento autoritario,
su propósito es franquearlo (1993:18) para que lo Real pase a ser la resultante
de la “autoproducción del inconsciente” (Deleuze y Guattari, 1985:33 y 2008:136)
entendida como una nueva manera de cuidado
de sí que permita a su vez la autoproducción de sí mismo. Por lo que
podemos afirmar entonces que la biopolítica se presenta, en tanto que acto, como una forma de control
a partir de la inducción de formas de vida que puede ser entendida como una
forma de agresión que impidiendo al Ser perseverar en su propia existencia representa
una forma de violencia a la cual hay que resistir y defenderse porque está
convirtiendo al hombre en un autómata
deseante deacuerdo con las necesidades de la producción capitalista, y como
respuesta, biopolítica es también la resistencia que se hace a la subsunción de la potencia del
hombre para perseverar en su Ser frente a un poder constituido a fin de
recuperar su capacidad para desear sin ninguna mediación. Es reconvertirse
nuevamente en un Ser que desea sin una inducción proveniente de afuera, es
decir, una maquina deseante.
Al ser el deseo el foco sobre el cual se centra el poder
entendido, como ya se mencionó, como la mediación entre necesidades y
satisfacciones, el centro de gravedad de la biopolítica entendida como acto y
respuesta es el cuerpo. Siendo el cuerpo el centro de gravedad de la acción
política, no podemos entender la seguridad y la defensa como desarrollos
abstractos dirigidos a preservar algo que en cierta forma expresa la existencia
de un poder trascendente que al final de cuenta forma parte de la misma
estructura de poder a la que supuestamente estamos combatiendo. Aquí pasa a
tener sentido las aportaciones realizadas por Quijano, puesto que una
organización de poder basada en la raza se centra en su capacidad productiva
produciendo una jerarquía de necesidades y satisfacciones. ¿Cómo
se refleja lo que he afirmado en todo lo concerniente a la seguridad y defensa?
Si un poder induce formas de vida puede ejercer control a distancia amparado en
la legislación interna de los propios Estados, y si se producen procesos
políticos como los han vivido Bolivia, Ecuador, Venezuela o Egipto, se actúa
sobre los inducidos a fin de limitar la capacidad de maniobra de las repúblicas
en su nueva fase de organización política. Sí ello no es suficiente, veremos la
repetición de situaciones como las de Libia, la de Siria o como hoy en día
estamos presenciando en el propio Egipto.
Así pues, siendo el cuerpo
el centro de gravedad de la acción política, el tema de la seguridad debe ser
entendido como un afecto y no como una certeza en el sentido racional del
término. Aquí retornamos al origen de este texto, es decir, Spinoza[6]
partió de una ontología focalizada en la cuerpo, es decir, de la relación entre
sensaciones (afecciones) y sentimientos (affectus) para construir una ética y
una política basada en un orden material que se opuso a la política que se
erigió a partir de una visión cartesiana que daba primacía a un orden racional
mientras que se desarrollaran las fuerzas productivas que un siglo después
darían orígen a la revolución francesa. Según Negri, Descartes[7]
se manejó bajo criterios de razonabilidad y esa razonabilidad hoy en día está
cuestionada por una crisis de la fe que incluso reconoció el papa Francisco I y
una crisis de la razón, en nuestro caso política, basada en ese criterio del
más o menos que ha favorecido el mantenimiento de estructuras de poder
similares a las estuvieron presentes durante el antiguo régimen (Blanco, 2013c).
¿Cómo se observa esta
razonabilidad en todo lo concerniente a la seguridad y defensa? Veamos
nuevamente el concepto de seguridad venezolano: “… fundamentada en el
desarrollo integral, y es la condición, estado o situación que
garantiza el goce y ejercicio de los derechos y garantías…”. Si todos los días la
humanidad se maravilla por lo que es un cuerpo, cualquier derecho y garantía
que de cualquier ley sobre un Ser es insuficiente si no se parte de la relación
sensaciones y sentimientos, con lo cual desde esa misma ley ya se está creando condicionamientos
a dicho cuerpo a un desarrollo integral generado desde un afuera trascendente.
De igual forma, si el desarrollo integral se define como “… la ejecución de
planes, programas, proyectos y procesos continuos de actividades y labores que
acordes con la política general del Estado y en concordancia con el ordenamiento
jurídico vigente, se realicen con la finalidad de satisfacer las necesidades
individuales y colectivas de la población…” estamos observando que
razonablemente se ha buscado un punto intermedio entre un estado anterior (antiguo
régimen) y algo que se considera como bueno desde el mismo momento que se
interpreta de forma deductiva que una parte aprobó la nueva constitución
política. Así pues, la defensa en sí misma pasó a ser la defensa de un modelo
de desarrollo.
El mismo concepto de desarrollo que se maneja en la Organización de las
Naciones Unidas presenta problemas para los efectos de lo que hemos estado
tratando. Según este organismo el desarrollo humano es:
“el proceso por el que una sociedad mejora la
calidad de vida de sus ciudadanos a través de un incremento de los bienes con
los que puede cubrir sus necesidades básicas y complementarias, y de la
creación de un entorno donde se respeten los DD.HH de todos”.
Como pueden observar es un
todo, que en unos casos es la sociedad y en nuestro caso el Estado el que actúa
sobre los ciudadanos a partir de un criterio que al final de cuentas se
sustenta en la relación tiempo-valor dentro de una estructura ya determinada en
lo que concierne a la división internacional del trabajo. Además esta
diferencia entre sociedad y Estado se debe a que en Europa generalmente el
Estado es expresión de la sociedad y en nuestro caso americano es el Estado, de
acuerdo con esa estructura internacional el que interviene en las sociedades.
Esta intervención se evidencia en los planes de desarrollo en términos macro
descuidándose en muchos casos que el unico bien que puede cubrir las
necesidades básicas de un Ser es la potencia para autoproducirse y de producir
las condiciones para perseverar en su propia existencia.
En el caso venezolano, dadas
las contingencias políticas que tuvo que vivir el Estado para su conservación, la
estrategia general de desarrollo significó una medida temporal. Por ello, posteriormente
se intentó implantar un nuevo modelo de desarrollo basado en la producción
esencialmente cooperativista y se trató de reformar la constitución para
profundizar la democracia. El nuevo modelo de desarrollo basado en la producción
debió haber generado abundancia pero hoy día Venezuela está afectada por la
escasez y como se sabe, no se pudo reformar la constitución. Para dar respuesta
a estas situaciones que han colocado los conceptos de seguridad y defensa en
función de un modelo de desarrollo y no de una realidad política debemos
retornar ahora a los conceptos de subsunción formal y real. La subsunción
formal da a una comunidad política una capacidad de maniobra estratégica
gracias a su carácter difuso. En términos prácticos significaba que la
capacidad productiva existente debería haber sido preservada mientras la
proyectada alcanzase o superase la existente. Ello hubiese evitado gerenciar la
escasez. De igual forma, la subsunción real podría estratégicamente haber sido
usada para infiltrar a la estructura de poder global a partir de la difusión
del abigarramiento mencionado precedentemente generando una red transversal de
socialización a escala global. Sobre esto volveremos más adelante. La
subsunción real, en Venezuela, se produjo por dos vías: por efecto de la
incapacidad productiva y por la orientación hacia la creación de nuevas
subjetividades enmarcadas dentro del nuevo proyecto político desde el capital.
La incapacidad productiva, a
pesar de los esfuerzos realizados, ha hecho más dependiente al país del capital
y la creación de nuevas subjetividades
a partir del capital generó una mayor distorsión porque si bien quebró la
relación precio-valor-trabajo, el Estado, al determinar la medida del valor de
cambio comenzó a generar un desequilibrio que ha tenido importantes
repercusiones en el ámbito social debido a la incapacidad de sostener las nuevas subjetividades con un capital
cada vez más escaso. En estas circunstancias la seguridad de la nación que pasó
por ser la seguridad y defensa de un modelo de desarrollo se ha convertido en
la seguridad de un Estado, es decir, de un poder constituido que en el mejor de
los casos representa a una parte de la población.
La socialización transversal a
escala global con una parte de la sociedad venezolana producida a partir del
capital ha reproducido, por una parte, la misma estructura de poder que se ha
estado combatiendo, y por la otra ha generado las condiciones de posibilidad no
sólo para el surgimiento de otros poderes, también para constituir un rizoma
capaz de responder de forma limitada a escala global al poder imperante. Esta
reproducción del poder y su multiplicación a escala global se presenta de forma
fragmentada debido, como ya se mencionó, a que proviene de una subsunción real
generada por el capital que reproduce otra forma de representación. La
representación es una figura política que en la actualidad ha estado muy
cuestionada porque en palabras de García Linera significa concentración de la
toma de decisiones a partir de una débil base de legitimidad ¿Cómo pensar la
seguridad y la defensa en unas circunstancias como estas?
Ya habíamos indicado que Hardt
y Negri han expresado que en la actualidad todos los conflictos armados, en un
alcance global, se presentan como guerras civiles (2004:90). Guerras civiles
que, si seguimos el modelo libio o sirio, cuentan con el apoyo militar a
distancia ¿Cómo evitar una guerra civil y la consiguiente injerencia extranjera
cuando existe una precaria base de representación? Esta pregunta tiene una
componente externa y una componente interna.
Para evitar la injerencia
extranjera, es decir, para evitar una guerra civil desde el punto de vista
externo hay que entender que la seguridad y la defensa no se circunscribe a un
modelo de desarrollo conducido por una estructura política que representa al
Estado debido a que automáticamente se deduce que ambas están dirigidas a
proteger una jerarquía que gobierna. No debe circunscribirse a un modelo de
desarrollo debido a que un modelo en sí mismo se plantea como una abstracción.
Una abstracción que puede ser atacada desde el mismo plano de la conciencia.
¿Qué significa esto? La guerra en tanto que un acto de defensa para responder a
una agresión es en principio un estado de conciencia que es afectado por el uso
adecuado de plataformas creadas a tal fin para evitar una respuesta o doblegar
la voluntad (Blanco, 2004 y 2010). Si volvemos al caso libio nos encontramos
que para definir el resultado que todos conocemos se emplearon plataformas navales,
aéreas e informacionales para lograr el objetivo. Entonces vemos que los
poderes globales operan impunemente, sin ningún tipo de riesgos en ese espacio.
Operan con impunidad porque la estructura de seguridad y de defensa está
concebida para funcionar con fines limitados, es decir, orientada a la
protección de un centro de gravedad, esto es un modelo de desarrollo que se
traduce en una clase dirigente, con lo cual la conducta estratégica del Estado pasa a ser la de operar
bajo un criterio de contención y eventualmente de autodestrucción de lo
construido bajo el concepto de guerra
popular de resistencia. Así pues, no se puede concebir la seguridad hoy en
día sin pensar en crear las condiciones para producir, entendiéndose por
producir como el ser-estar que se proyecta,
que se extiende tanto en sentido material como inmaterial. De igual forma, no
se puede concebir una defensa fuera de este concepto de producción, es decir,
no se puede concebir la defensa sin la creación de capacidades para preservar
la producción en sí misma y para responder, así sea de forma asimétrica, a un
daño provocado por una agresión. Irak no es un modelo a seguir. No se puede
defender a una nación destruyéndola o favoreciendo la destrucción porque una
clase dirigente que representa una parte de la población encarna un modelo de
desarrollo agotado por la mala gestión o por cualquier otra circunstancia. Sí
pués, con los cambios de circunstancia que están operando en la humanidad
debido a la realidad biopolítica que hemos esbozado, se debe repensar la
seguridad y la defensa desde otra perspectiva. Ese es un aspecto que hay que
corregir debido a que hoy día todos los Estados operan como un sistema de
contención que sirve a la estructura de poder global existente y operar con
criterios basado en la idea de representación que al final se traduce en la
defensa de un orden es colocarse en desventaja en lo que concierne a medios, es
decir, asimetría de medio. ¿Cómo se puede corregir este problema?
Vamos a hablar de cuatro casos
que nos permiten ilustrar en qué contexto estamos existiendo, es decir, Cuba,
Venezuela, Suiza y Bolivia. Cuba es una isla que tiene una baja dependencia del
mar y por ello se comporta como una epirocracia si observamos con detenimiento
el incidente ocurrido en Panamá con la detención de un buque norcoreano que
transportaba armas cubanas. Venezuela tiene una altísima dependencia del mar,
pero su conducta político-estratégica es también la de una epirocracia
evidenciada no sólo por el bajo desarrollo de su poder marítimo, también por la
lasitud con que se han manejado los problemas de delimitaciones. Suiza, un país
Mediterráneo, tiene una conducta estratégica que la coloca como una país
marítimo a pesar de su baja dependencia del mar (en la actualidad posee una
flota mercante de 41 buques que surcan los mares del mundo). Bolivia, siendo un
país también mediterráneo, posee una orientación marítima que se evidencia no
sólo por la posesión de una marina mercante, también por una vocación
institucional evidenciada en una conducta político-estratégica dirigida a la
recuperación de un espacio territorial que le permitiría una proyección
marítima. La lógica con la cual se ha manejado la soberanía en el mar es que
toda tierra genera mar. Esta es una concepción moderna, pero no siempre fue
así. Un análisis superficial de las bulas papales hasta Tordesillas que le
dieron titularidad a España y Portugal para navegar, comerciar, conquistar y
colonizar partieron de una abstracción, es decir de un meridiano que separaba
lo español de lo portugués.
Esta abstracción nos coloca en
un plano donde se puede repensar la maritimidad de una república y sus
implicaciones para todo aquello relacionado con la seguridad y la defensa en lo
que concierne al concepto de producción que hemos indicado. Deleuze y Guattari
(2008) hicieron la distinción entre espacios lisos y espacios estriados, en el
sentido que un espacio estriado es un espacio codificado y un espacio liso es
un espacio no codificado. Un espacio estriado, es decir, codificado, es un
espacio que ha sido apropiado como el territorio, el mar territorial, la
plataforma continental y las principales rutas marítimas de navegación. Esta
última forma de codificación se observa en la cooperación internacional en la
lucha contra la piratería y el terrorismo en el Golfo de Adén.
Consecuentemente, estratificar es codificar, y de estratos proviene la palabra estrategia, estratego cuyo empleo o designación era dada para estratificar,
esto es, apropiarse incluso mediante la guerra de nuevos espacios. Por su
parte, un espacio liso, o sea no codificado es aquel que todavía no ha sido
apropiado ni codificado como la alta mar o el continente antártico. La importancia de lo que estoy
afirmando radica en que si retomamos el pensamiento de Luttwak y van Creveld y
lo cotejamos con las experiencias en Libia y en Siria, vemos que las potencias
agresoras operan desde espacios no codificados para recodificar a distancia a
cualquier estrato, o sea, a cualquier Estado. Entonces, el tema es la
proyección, la proyección es lo que une Tordesillas y las bulas papales no sólo
con la estrategia naval estadounidense del forward
from the sea y sus evoluciones posteriores, sino también con la estrategia
de penetración continental cubana y la estrategia de proyección marítima suiza
iniciada para asegurar una libertad de maniobra estratégica en plena guerra
mundial. Así pués, seguridad es un afecto basado en la capacidad de proyección
porque la proyección expresa la potencia de producción y de autoproducción.
Siendo la clave la proyección,
la lógica apunta a la operación en espacios no codificados. Esta acción no es
nueva para los herederos de la civilización Tiahuanaco. Este pueblo originario
pudo proyectarse hasta el mar y ocupar grandes espacios a partir de un nuevo
tipo de codificación, en ese entonces religiosa, hoy podría ser lo
religioso-político que da una república bien ordenada. Operar, no es sólo
codificar, es usar esos espacios. Proyectar es desplegar y desarrollar la
potencia de la comunidad política como un todo para ganar espacios de libertad
y de perfeccionamiento. A partir del uso de esos espacios es que se puede
conocer y defender la comunidad política. A partir del uso de esos espacios es
que se puede generar titularidad. Bolivia se está proyectando en el mar,
entendiéndolo como medio de comunicación, sin tener un territorio. La libertad
para proyectarse en el mar de los bolivianos está dada en que la codificación
de los espacios marítimos tiene un límite abstracto como el que permitió en
Tordesillas a Españoles y portugueses conquistar a América. Autoproducirse
es ser-estar extendido, proyectado
en espacios no codificados como paso previo a una nueva y propia codificación.
Desde el mar podría llegar a un territorio. La Antartica es un ejemplo.
La Armada de Venezuela se ha
proyectado hacia el Antártico, omitiendo las tesis geopolíticas del resto de
los países suramericanos y su presencia está cristalizando en una práctica
consuetudinaria. El desarrollo de prácticas para operar en climas extremos
podría ser un planteamiento que le podría dar a Bolivia una posibilidad de
proyección antártica que haría de la Alta Mar una necesidad para facilitar la
proyección. El medio es el estudio y la investigación y por consiguiente la posesión
de plataformas adecuadas para ello. El conocimiento y su difusión son, en este
contexto, los modos más seguros de generar necesidad, identidad y pertenencia.
El mar es también una fuente
de recursos. La pesca en alta mar es también una posibilidad de hacer
presencia, de autoproducción sin necesidad de tener un territorio como
referente. Si el territorio fuese necesario para ejercer derecho, los
venezolanos no podrían pescar en el océano pacífico oriental. La importancia
histórica de la pesca radica en que por intermedio de esta actividad es que se
establece una estructura de apropiación que permite la iniciación de un proceso
de escaladas y conflictos. Sólo basta recordar en el pasado el detonante de la
guerra por la Malvinas/Falkland y en el presente lo estamos presenciando en el
este de Asia con las tensiones generadas por las disputas en el archipielago de
Senkaku/Diaoyu o la del fallo adoptado en el seno de la Corte Internacional de
Justicia en el caso de las pesquerías del mar del norte. Pescadores fueron los
que alertaron a la Armada venezolana dándose con ello inicio a la crisis de la
corbeta “Caldas”. Esto plantea la siguiente pregunta: ¿es posible pensar en
pescadería boliviana en Alta Mar? Pienso que es tan posible como poseen una
flota mercante. El fin es la proyeccción, no entendida de Bolivia hacia el mar
sino de buques bolivianos hacia el territorio boliviano. Los productos de la
pesca se pueden comerciar a quien los necesite. Es una forma de producir nuevos
productores intercambiando productos que si bien es posible que no lo necesiten
por causas culturales, garantice la posibilidad de proyección. Las
posibilidades de proyección por hidrovías creo que han sido exhautivamente
estudiadas por ustedes. La novedad es que el mar es hoy en día un espacio de
conflictos, no sólo en el sentido de las delimitaciones marítimas que llevaron
a Perú y Chile o a Colombia y Nicaragua a una corte internacional, también se
observa, además de los conflictos ya mencionados, en primer lugar, en el
Artico, en el mar Mediterraneo oriental (Israel, Chipre, Líbano y Palestina),
en el norte, este y sudeste de Asia (China, Corea del Sur, Filipinas, Vietnam y
Japón) y en la fachada Atlántica venezolana donde Guyana, Trinidad y Tobago,
Barbados, Surinam y Francia se están disputando un mayor acceso a la Plataforma
Continental Extendida, por lo que esta conflictividad debería ser aprovechada
para sus propios intereses en base a una presencia cuya práctica de títulos sin
generar un proceso de escalada. La pesca da titulos desde la perspectiva de las
circunstancia especiales en procesos de negociación. La pesca es la actividad
originaria de uso del mar y es una herramienta que permite alertar y
eventualmente antagonizar y conflictuar para los fines de la cosa pública. La experiencia
original rusa en desarrollar su flota pesquera y el desarrollo actual de la
flota pesquera de la China Popular son ejemplos que pueden considerar en la
medida de sus capacidades[8].
La idea es conectar el espacio marítimo con el territorio a partir de una
actividad marítima productiva concreta que pueda generar antagonismo o
costumbre.
Así pues, hay que asegurar la
capacidad de proyección de la comunidad política como un todo y hay que reducir
la posibilidad de que las potencias marítimas se puedan proyectar desde el mar
contra un territorio continental al menos en lo que concierne a la alerta
temprana. Es por este motivo que se puede decir también que Bolivia también
está amenazada desde el mar, basta recordar sólo la guerra en Afganistán y me
permite retomar el tema de la asimetría. Un misil de crucero lanzado desde la
milla náutica 25, que marca aproximadamente el límite de los mares
territoriales y de la zona contigua peruano y chileno e indica el inicio del
Alta Mar, puede contribuir a ayudar una facción dentro de un conflicto civil y
eso hay que combatirlo así sea asimétricamente mediante una presencia
proyectada a partir de la capacidad producitva. Esta afirmación nos permite
abordar el problema del conflicto civil desde la perspectiva interna de la
representación.
Desde el punto de vista
interno, García Linera se planteó una pregunta cuya respuesta nos puede ayudar
a evitar una guerra civil y por consiguiente, una injerencia extranjera si el
agotamiento del modelo político tiene la potencialidad de destruir los logros
políticos que se hayan alcanzados en términos de seguridad y de defensa. Al
respecto, el actual vicepresidente de Bolivia se preguntó unos años atrás:
“¿… es posible que la sociedad se mantenga movilizada
ininterrumpidamente, es posible pensar en un proceso de autorrepresentación?”
(Negri, 2010:39).
Ante esta pregunta se
respondió:
“… Hay algunas pistas… donde existen procesos de
representación, pero donde no hay un proceso de delegación del poder. La
autoridad tiene que cumplir el mandato, pero el mandato en sí mismo no tiene
poder, no tiene un mecanismo de coerción, no tiene un mecanismo económico. La
ejecución depende de la delegación de la propia decisión de la colectividad…” (Ibíd.)[9].
Un
proceso que conduzca a esta forma de relación política la denomina comunitarización del poder y reconoce
sus complicaciones operativas. Desde el punto de vista operativo es establecer,
de forma constituida, un poder constituyente. Para mi esta sería una situación
ideal porque la seguridad estaría condicionada a la cohesión social y no al
grado de orden y la defensa sería un problema de toda la comunidad y no de una
clase que persigue permanecer en el poder. Sería expresión de una república
bien ordenada si seguimos las recomendaciones dadas por Maquiavelo,
profundizadas a su vez por el Spinoza del Tratado
Político. Pero el tema de nosotros está dado por un proceso político que ha
seguido un tránsito y evidencia signos de agotamiento, como en el caso
venezolano, evidenciado por el hecho de reproducir lo que se pretendía
erradicar por diferentes causas. La efectividad es una respuesta. La
efectividad minimiza la duda. Da certeza. Pero da certeza tanto en sentido
positivo como negativo. Si lo negativo es concordante con los signos de
agotamiento del modelo de desarrollo, también se genera duda y lo peor que
puede pasar es que esta duda haga que se produzca un tránsito del miedo a la
desesperación. En estas circunstancias, se puede afirmar que no se puede sentir
seguridad cuando la duda nos coloca frente al recuerdo de experiencias tristes
o dicho de otra manera cuando no hay certeza en lo que se pretende construir. Por
ello es que hemos dicho que la seguridad es un afecto, una sensación basada en
qué aumenta o qué disminuye mi potencia para perseverar en mi propia
existencia, es decir para producir o autoproducirme. De igual forma, no se
puede defender lo que está mal hecho desde el origen o cuando no hay seguridad.
Así pues, entre la
dificultad de asegurar y defender un modelo de desarrollo agotado por su
pérdida de legitimidad y las posibilidades de defensa de un modelo político que
minimiza la duda porque la representación no significa la cesión del poder
propuesto por García Linera, un punto intermedio entre esos dos polos sería la
realización de tantos procesos constituyentes como sea necesario a fin de que
la seguridad no sólo sea minimización de dudas y creación de certezas, sino
también expresión de una paz y de una libertad cuya construcción sea defendible
eficazmente desde dentro de la misma comunidad política. En otras palabras, la
seguridad es expresión de una comunidad bien ordenada y bien conducida,
entendiéndose por buen ordenamiento el estado que permite a cada Ser de la
comunidad producir y autoproducirse y la defensa es la expresión de ese buen
constructo político. Este buen ordenamiento y buen gobierno podría generar
códigos que podrían producir procesos de desterritorialización del poder global
y de reterritorialización bajo ese nuevo código que representa ese nuevo
ordenamiento que haga de la asimetría no una diferencia de medios, sino una
diferencia de maniobra que facilite de una manera más eficaz un objetivo
político que parte consecuentemente del hecho que la seguridad sea sólo posible
a partir de esa nueva codificación a escala global. Es una inversión de los
códigos del poder global por otros que apunten a la comunitarización del poder
o a su singularización. ¿Por qué hago esta afirmación? porque como ya he
indicado seguridad no es desarrollo, seguridad es producción y autoproducción
como expresión entendidas como condición de posibilidad para perseverar en la
propia existencia y defensa rechazar cualquier acto que elimine o disminuya la
potencia de producir y de autoproducirse.
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[1] Papel de
Trabajo a ser presentado en la Paz-Bolivia. 21SEP2013.
[2] Al respecto,
Ver: Tapia (Negri et alii, 2010:65-66).
[3] Ver al
respecto: Quijano (2000:342).
[4] Como por
ejemplo por intermedio de los órganos técnicos de las Naciones Unidas y/o
estableciendo normas de ius cogens.
[5] Ver también:
Blanco (2013a).
[6] Para Spinoza seguridad es un afecto
definido cuando se suprime la duda en una esperanza o en el miedo (1677/1980:135).
[7] Para
Descartes (1648/2005), seguridad o certeza se produce cuando hay mucha
esperanza o mucho temor de conseguir lo que se desea.
[8] Ver al
respecto: Garcia dos Reis (2013) y Chipman (1982/2010).
[9] Sobre estas formas de organización
políticas ver: Clastres (1977 y 2004) y Deleuze y Guattari (2008:415).
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