Introducción.
La Federación
Rusa, heredera de la extinta Unión Soviética, ha recuperado de forma relativa
su rol dentro del juego de poderes actualmente presente a escala global. La
diferencia de esta república con el antiguo Estado comunista radica en que tomó
de forma temprana la estrategia marítima inaugurada por Pedro “El Grande” a
inicios del siglo XVIII[1]
y perfeccionada por el Almirante Gorshkov[2]
en la década de los años sesenta del siglo pasado.
La expansión naval de ese Estado comunista se inició
después de la crisis de los misiles en Cuba en el año 1962 dentro del marco del
conflicto este-oeste y como consecuencia de esa crisis por evidenciar las
limitaciones para operar a grandes distancias de sus bases. Como se sabe
Venezuela estableció relaciones diplomáticas con la Unión Soviética en el año
1945 a pesar del marcado espíritu anticomunista de la clase dirigente. Esta
diferencia ideológica hizo que desde esa fecha hasta el año 1998 las relaciones
se mantuvieran en el plano mixto con tendencia hacia el conflicto como se
evidenció, desde el punto de vista naval, en la participación de buques de
guerra venezolanos en la cuarentena decretada contra Cuba durante la crisis del
año 1962 y posteriormente con la captura del remolcador “Idonovon Gromovoy
Daecca Nº 727” en el año 1968 cuando intentó introducir armas para apoyar la
insurgencia comunista en territorio venezolano (Blanco, 2004:97).
Con la desescalada del conflicto este-oeste producida
a finales de la década de los años ochenta del siglo pasado, primeramente la
relación Unión Soviética-Venezuela y posteriormente la relación Rusia-Venezuela
pasó de un importante antagonismo a una intensa cooperación. Como esta
cooperación se produce, desde la perspectiva rusa, dentro de un juego de
intereses globales donde participan otros actores con otros intereses, vamos a
examinar cómo la presencia naval rusa en diversos escenarios geopolíticos en el
mundo ha tenido incidencia en Venezuela entre los años 2008 y 2013 a fin de
determinar la trama de relaciones existentes, su complejidad y las
posibilidades de maniobra de Venezuela en el ámbito internacional, teniendo
como foco el espacio marítimo conceptualizado como vía de comunicación y fuente
de recursos, debido a las tensiones existentes entre posiciones políticas
basadas en los conceptos de mare liberum
y mare clausum entendido éste bajo la
lógica de la Convención sobre Derecho del Mar.
Para dar cumplimiento a este propósito, vamos a
realizar, en primer lugar, unas precisiones conceptuales entre las nociones de
poder naval y diplomacia naval como expresiones del poder de un Estado en el
mar, en segundo lugar, vamos a examinar fenomenológicamente la presencia naval
rusa en el Alta Mar, en los océanos Indico, Ártico y Atlántico, así como en el
mar Mediterráneo y en el este de Asia y, en tercero y último lugar, vamos a
analizar cómo el poder marítimo y, en especial, el poder naval venezolano puede
responder a las necesidades de una política exterior enfocada a la
democratización de la comunidad internacional con el apoyo de Rusia y otras
potencias emergentes en los espacios marítimos.
1.- La Diplomacia Naval dentro del contexto del
poder naval en la primera década del siglo XXI.
El poder marítimo de un Estado ha sido definido como
la capacidad que tiene una entidad política de autoorganizarse hacia el mar y
en general hacia otros espacios navegables (Blanco, 2004:59). Siendo el Estado
una composición de relaciones políticas de entes que buscan perseverar en su
propia existencia, la autoorganización evidencia la potencia de ser de esa
comunidad en el mar a partir del uso y consecuentemente la defensa de esos
espacios como expresión de esa misma existencia. Como los mecanismos de defensa
emanan de la misma potencia de autoorganización que le permite a la comunidad
política estar y permanecer en ese espacio, se entiende que este uso está
relacionado, como ya se reseñó, en lo que respecta a medio de comunicación y
fuente de recursos, pero también un espacio para adquirir conocimientos.
Estas posibilidades de uso están condicionadas por
la legislación internacional (y nacional) vigente en lo concerniente a la
regulación de los usos y en lo relacionado a la aceptación o no de ese régimen
internacional. En cuanto a la regulación de los usos, la legislación
internacional tiene un componente político y uno técnico que en la mayoría de
los casos ha pasado a ser parte de la legislación interna de los Estados y
expresan el poder que ejercen sobre los espacios marítimos. Este poder se
expresa en forma absoluta en Aguas Interiores (AI), Mar Territorial (MT) y en
forma relativa en Plataforma Continental (PC) y consecuentemente en la
Plataforma Continental Extendida (PCE), la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y en
el Alta Mar (AM) dentro del marco de la Convención de las Naciones Unidas para
el Derecho del Mar (CNUDM) vigente desde el año 1994[3]
y del que Venezuela no forma parte y Rusia si desde el año 1997. El técnico
está relacionado con el cómo debe ser usado el mar en tanto que medio de
comunicación (Organización Marítima Internacional OMI) y como fuente de
recursos vivos y no vivos: los vivos relacionados con las especies transzonales
y altamente migratorias y con la explotación racional de las mismas debida a
las necesidades impuestas por el crecimiento de la población mundial[4],
y los no vivos en especial los combustibles fósiles y los nódulos
polímetálicos; los primeros por su alto valor estratégico y su alto potencial
de generar conflictos fronterizos a pesar de las nuevas técnicas de perforación
instrumentadas en Estados Unidos y conocidas como fractura hidráulica
(fracking)[5]
que han permitido re-explotar fuentes declaradas agotadas postergando, en
cierta forma la explotación de nuevos yacimientos como los ubicados en la
Pre-Sal brasileña, y los segundos por las limitaciones impuestas por la CNUDM.
Desde el punto de vista político, la Universidad de
Durhan (2006) ha indicado que los principales focos de conflictos que se
presentaran en el futuro venidero serán por causas originadas en los espacios
marítimos entre las que se destacan, en primer lugar, la PCE en nuestra fachada
Atlántica y afecta, además de nuestro país a Barbados, Guyana, Surinam,
Trinidad y Tobago y Francia, en segundo lugar, la forma de delimitación
concerniente al tipo de línea a ser aplicada (EE.UU. y Rusia) y, en tercer
lugar, por soberanía (Venezuela y Colombia por una parte y Venezuela y Guyana
por la otra)[6].
Por su parte M. Klare destacó a inicios del año 2013, que los conflictos
marítimos sobre los cuales había que prestar atención, en el presente, son:
Nicaragua-Colombia, Falkland/Malvinas, China-Japón, Corea del Sur-China,
Filipinas-China, Vietnam-China y Chipre-Líbano-Gaza-Israel debido a que en esta
área hay una mezcla de diferencias que van desde la existencia de área aún no
delimitadas, la discordancia en el tipo de línea a usar para delimitar y otras disputas
por soberanía de islas ubicadas en el área (2013:30-31).
Para este autor el área de mayor tensión la
constituye el este de Asia, sin embargo, propone como una vía de solución la
denominadas Zona de Desarrollo Conjunto (ZDC), una iniciativa que también se
está proponiendo para reducir las posibilidades de conflicto en la PCE que se
encuentra ubicada en nuestra fachada Atlántica y que recuerda a tesis
rechazadas para delimitar el Golfo de Venezuela. Si se tiene presente que el
foco de atención de estos conflictos es la PC y los recursos potencialmente
existentes en el suelo y el subsuelo, la conflictividad está dada tanto por
posiciones ideológicas y posiciones históricas que hacen que exista una
discrepancia en la relación legislación internacional, la práctica
consuetudinaria y las posibilidades para que una comunidad política pueda
perseverar en su propia existencia mediante la explotación de recursos
considerados como estratégicos.
Este aspecto es importante tenerlo en cuenta porque
si bien el interés principal está en la explotación de recursos en las áreas
marinas y submarinas incluyendo el suelo y el subsuelo que corresponden a la
ZEE, PC y PCE, es posible que en esas áreas la libre navegación para cualquier
tipo de buques a menos que se pueda invocar la ocurrencia de actividades
sospechosas como se aplica contra el narcotráfico, la piratería y el terrorismo
tanto por buques particulares como aconteció recientemente con el buque
norcoreano “So San” interceptado
en el mar Rojo por transportar armas al cercano oriente, o por buques de Guerra
como sucedió con las excusas dadas por el gobierno estadounidense cuando la
fragata “General Soublette” interceptó a una fragata de ese país navegando en
aguas jurisdiccionales correspondientes a nuestra ZEE en el año 1989[7].
La diferencia existente entre el poder que ejerce el Estado sobre áreas
específicas en el mar de acuerdo con CNUDM y las necesidades para garantizar su
supervivencia es lo que potencia hoy en día las posibilidades de conflicto.
Desde el punto de vista técnico, el establecimiento de directrices para
prevenir la piratería, el narcotráfico y el terrorismo por intermedio de un
conjunto de normas que abarcan los puertos y los buques de terceros Estados que
naveguen las principales rutas marítimas en el AM, ha supuesto que las
competencias políticas de los Estados se han reducido sensiblemente para
beneficio de un orden internacional que pretende permanecer a expensa de la
sociedad internacional como un todo. Desde la perspectiva de los recursos
ubicados fuera de la jurisdicción de los Estados tanto Klare como García dos
Reis han sido coincidentes en afirmar que las necesidades de mantener el
desarrollo de la capacidad productiva de las potencias emergentes así como la
necesidad de alimentar a una creciente población mundial han generando
desequilibrios climáticos que han tenido graves consecuencias no sólo sobre el
ambiente sino también a toda la humanidad. Las regulaciones que se han tratado
de imponer al respecto apunta al mantenimiento de la división internacional del
trabajo y consecuentemente a mantener el orden existente.
Como se puede observar, de una manera superficial, la
aceptación o el desconocimiento de ese régimen internacional en el mar ha
generado, en primer lugar, un espacio de conflicto caracterizado por ser un
campo de acción donde se opera fuera de un derecho positivo, es decir, más allá
de las reglas de acuerdo con el concepto y las categorías establecidas por Qiao
y Wang (1999) y, en segundo lugar, ha obligado a un importante grupo de Estados
a proyectarse hacia el AM a fin de prevenir potenciales acciones desde el mar
que afecten su seguridad. Estos son los casos de Rusia, China, Japón, Irán e
India (Blanco, 2010:151).
Este espacio de actuación en un contexto signado, en
primer lugar, por la prohibición de la guerra como medio la solución de
controversias entre Estados sin menoscabar sus derechos a la legitima defensa
y, en segundo lugar, la existencia de intereses antagónicos que podrían generar
una escalada de conflicto, se ha convertido en un espacio donde la diplomacia
naval se está presentando de manera creciente a escala global para asegurar el
mantenimiento de una capacidad de maniobra a escala internacional y para la
defensa de intereses considerados como vitales para el mantenimiento de un
Estado.
La diplomacia naval supone, para Till, el empleo de la fuerza para la
coacción, la construcción de alianzas y la asistencia marítima (1994:191). La
coacción implica la ejecución de acciones punitivas, el aprovechamiento de
circunstancias a partir de la ocurrencia de un evento confuso, la demostración
de la voluntad de actuar en un escenario dado y la expresión para mostrar
amistad o enemistad en una circunstancia
determinada[8]. La relación
existente entre el poder naval y la diplomacia naval se evidencia en las mismas
funciones que cumple una Armada en época de paz como en época de guerra. La paz
y la guerra son dos aspectos que requieren una particular consideración porque
la naturaleza actual de la guerra nos indica que hay un solapamiento entre lo
que se entiende jurídicamente o formalmente como guerra y como paz y los actos
de guerra que están sucediendo fácticamente
en época de paz. Es decir, si la guerra está prohibida según el derecho
internacional todos los actos violentos que tanto agresor como agredido no
consideren como guerra no lo serán aunque ocurran en un escenario dado. Ello
hace necesario tratar de indagar qué se entiende por una agresión violenta. Si
vamos a los orígenes de las expresiones “deinón”, “damno” y “daño” nos
encontramos que una agresión violenta es una daño provocado de manera
deliberada entendiéndose por daño como todo menoscabo que limite la potencia de
un ente para perseverar en su propia existencia (Blanco, 2013). Así pues, la
muerte, el empobrecimiento y la soledad son consecuencias de distintas formas
de daño que se pueden realizar también dentro de un contexto de prohibición de
la guerra. En este sentido, Schmitt en el año 1932 denunció como formas
relativizadas de la guerra las sanciones económicas, los embargos, la
confiscación temporal de la capacidad productiva, etc., en relación con las
cláusulas impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles y que conducirían al
nazismo y la guerra y que Qiao y Wang (1999) enmarcaron en lo han denominado guerra más allá de las reglas.
Dentro de esta perspectiva podemos afirmar, desde el
punto de vista político, que hay
una guerra que está aconteciendo al margen de las formalidades establecidas en
la Carta de las Naciones Unidas y el plano donde ella ocurre en el mar, como ha
ocurrido desde el Tratado de Tordesillas hasta el presente, ha sido el AM. ¿Por
qué el AM? Porque es un espacio aún no codificado (o normativizado), es decir, un
espacio común donde se está tratando de imponer una serie de normas en
beneficio de una estructura de poder vigente desde el Tratado de Paz de
Westfalia en el año 1648. El resto de los espacios sujetos a esta situación son
el espacio aéreo y ultraterrestre, el continente Antártico y el espacio
electromagnético. Estos espacios, que he denominado espacios abstractos porque
se requiere de una plataforma específica para que el hombre haga presencia
(Blanco, 2010), son los únicos donde se puede ejercer una coacción de forma
difusa y más o menos permanente. La excepción la constituye el continente
Antártico porque existe una moratoria que ha postergado el conflicto por un
período que está por vencerse. Desde estos espacios también es donde se pueden
proyectar una gran gama de formas de acción que pueden presuponer un daño que
puede condicionar la toma de decisiones de una comunidad política con el riesgo
de afectar a la comunidad global.
Dentro de este conjunto de formas de acción es donde
entra en juego la diplomacia naval, puesto que es la forma de acción que es más
o menos visible y puede ejecutarse dentro de un marco legal o donde no existen
normas que restrinjan la acción política sin afectar tanto la política del
Estado que la emplee ni a los ejecutores de la acción decidida. En este
contexto, la diplomacia naval es el instrumento más efectivo del Estado en
tiempo de paz en el mar y da sentido al desarrollo de un poder naval que
disuada a un potencial adversario. La causa de esta afirmación obedece a que en
guerra es muy difícil para un Estado, con la excepción de Estados Unidos en la
Segunda Guerra Mundial, reponer las perdidas navales sufridas como consecuencia
de un conflicto sin afectar la capacidad productiva del mismo Estado. En este
sentido, hay una estrecha relación entre diplomacia naval y poder naval debido
a que el poder naval cumple, en primer lugar, un efecto disuasivo como se está
observando en la carrera armamentista naval que afecta a la mayoría de los
países que conforman el extremo oriente[9],
en segundo lugar, puede actuar preventivamente, como el despliegue naval
realizado por Rusia en el Mediterráneo oriental para tratar de evitar que el
conflicto civil en Siria escale y se convierta en una guerra regional, y en
tercer lugar, para evitar un mal mayor como aconteció cuando la Armada de
Venezuela reafirmó la soberanía venezolana en el Golfo de Venezuela durante la
crisis de la corbeta “Caldas”. La relación del poder naval con la diplomacia
naval ha sido destacada por García dos Reis al afirmar:
“A gama de operações passiveis de atraer a presença
do poder naval è, contemporáneamente, crescente, mesmo em tempo de paz, com a
presença na mediação de conflitos ou em crises humanitárias. Neste aspecto, as
Marinhas acentuam as suas diferenças com as demais forças no que se
convencional hoje denominar Diplomacia Naval…” (2013:20)[10].
Desde el punto de vista técnico, la OMI ha comenzado
a instrumentar desde hace una década un sistema de seguimiento de buques a
escala global (Long-Range Identification and Tracking, LRIT), que afecta la soberanía de los Estados en
el AM en aras de la seguridad, es decir, si existe sospecha de piratería,
terrorismo o narcotráfico. Este sistema de seguimiento supone una forma de control
policial que mutatis mutandi es igual
a la que se aplica hoy en día dentro de los Estados (en los puertos)[11]
y permite la realización de acciones de fuerza puntuales, con lo cual el
principio del mare clausum se aplica
no el espacio sino al concepto de mar en sí en función de las actividades que
se realizan. Estas normas que incluyen la acción policial marca justamente
el punto en que la estructura oligopólica que conduce la actividad marítima,
sea por impotencia, sea por las conexiones inmanentes de todo ordenamiento
jurídico, no se halla ya en grado de garantizarse -mediante el ordenamiento
jurídico- los fines empíricos que pretende alcanzar a toda costa materializados
en la preservación del statu quo. Por
ello la policía (en el mar) interviene, por razones de seguridad, en
casos innumerables en los que no subsiste una clara situación jurídica enmarcandose
estas acciones dentro del plano de la diplomacia naval. Con el acto de fuerza
la acción policial naval crea derecho. Esta es la visagra que une el derecho
público y el derecho privado. Este carácter policial, que en el mar se ajusta a
la diplomacia se caracteriza por ser informe y su presencia espectral,
inaferrable y difusa, y se evidencia, en la práctica en los problemas legales
que ha presentado la captura de piratas en el Golfo de Adén.
Así pues, siendo que el mar entendido como medio de
comunicación y fuente de recursos es controlado por una estructura de poder de
alcance global, esta estructura puede determinar quien puede o no usufructuar
dicho espacio en términos de su seguridad y aplicar la fuerza de manera
limitada en caso de que esta se encuentre sospechosamente amenazada. ¿Cuál es
la relevancia política de este sistema? Su relevancia política radica en que
las principales actividades marítimas a escala global están concentradas en
grandes oligopolios que tienen su sede mayormente en Occidente, con lo cual,
con estas normas de alcance global están protegiendo sus intereses a expensas
de los que no forman parte de esos oligopolios. La forma en que se ha
materializado esta protección y evidencia la unión entre derecho publico y
derecho privado es similar, según Hardt y Negri, a la lex mercatoria hoy en día conocida como derecho mercantil
(2004:200-201). Al respecto estos autores han expresado que:
“El término de lex
mercatoria alude al sistema jurídico gracias al cual los mercaderes o los
negociantes (en particular las compañías navieras, las de seguros, la banca y
las empresas comerciales) contratan independientemente, en zonas donde no llegan
los controles estatales, y basándose en acuerdos de derecho consuetudinario. En
su origen la lex mercatoria designaba
las estructuras legales por las que se regían las operaciones entre mercaderes
de la Europa medieval” (Ibíd.).
Paradójicamente a esta afirmación, Hardt y Negri han
expresado que las fuerzas navales han pasado a ser auxiliares (2004:66) a pesar
del carácter de que estas operan (junto con las fuerzas aéreas) en ese espacio
abstracto y a su vez difuso determinado por una estructura creada por el hombre
a partir de una práctica consuetudinaria. En este contexto, lo que no quedaba
amparado en la costumbre, ha sido resuelto a cañonazos. Así pues si se entiende
que estos autores hayan afirmado que la guerra actual había adquirido en parte
un carácter policial (Ibíd.) a partir del desarrollo de un concepto construido mediante
una costumbre solidificada por la fuerza, se explica, en primer lugar, la serie
de acciones punitivas realizadas por Occidente en la lucha contra el
narcotráfico en el mar Caribe aun cuando la efectividad de esta lucha ha hecho
necesaria considerar su legalización para reducir sus consecuencias[12],
y en segundo lugar, otro tipo de acciones como la interceptación del mercante
norcoreano “So San”, mencionada previamente. Este tipo de acciones, dado su
ambiguo carácter puntual y policial, se encuadra en lo que Cable denominó
diplomacia naval punitiva (Blanco, 2004).
Consecuentemente, con esta serie de normas establecidas
en una estructura que de alguna u otra forma se están aplicando a una gran
cantidad de Estados ribereños que están insertos, a su vez, en la estructura de
poder global y con una gran posibilidad de acción, todavía en espacios
abstractos para los fines del Estado, se evidencia la actual naturaleza del
antagonismo y su carácter creciente. Un antagonismo que a pesar de su
complejidad, esta caracterizado por ser en lo actuales momentos, como ya se
afirmó, de naturaleza difusa con tendencia a una escalada que puede tener
consecuencias globales. Una naturaleza que se evidencia en antagonizar en un
espacio común donde las reglas están determinadas por la costumbre. Por una
parte están básicamente las tradicionales potencias marítimas englobadas en lo
que hoy día se denomina Occidente. Por la otra están las potencias que se resisten
y se han empeñado en desarrollar un poder naval que le otorgue capacidad de
maniobra política en el plano internacional. Venezuela, en este contexto se
encuentra ubicada entre los países que se resisten pero paradójicamente ha
desarrollado una política que ha disminuido su poder marítimo y
consecuentemente su poder naval. Esta paradoja está aun más agravada por el
hecho que la conducta estratégica del país más allá de disminuir su capacidad
de autoorganizarse hacia el mar ha seguido una líneas de acción que, a pesar de
su antagonismo, la han mantenido cercana a Occidente por la segura provisión de
recursos energéticos y por la dependencia marítima generada por esta misma
conexión petrolera. Esta paradoja ha hecho difícil entender la política
exterior venezolana en más de una década.
Venezuela históricamente ha tenido una larga
experiencia en cuanto a diplomacia naval se refiere. Nosotros hemos sido
afectado por esa forma de actuación y también hemos actuado diplomáticamente en
el mar para la defensa de los intereses del Estado[13].
Sin embargo, a pesar de los éxitos en política internacional que alcanzó el
país entre los años 2005 que, en cierta forma, significó la reactivación de la
Cuarta Flota estadounidense dada la emergencia de una política exterior
suramericana independiente, en el país se realizó muy poco para restituir y
desarrollar un poder naval que fuera capaz de asegurar una libertad de maniobra
en el mar y consecuentemente en las relaciones internacionales. Esta
deficiencia se produjo en momentos en que la Federación Rusa, un aliado
estratégico de Venezuela, comenzó a operar nuevamente en el Alta Mar y otros
escenarios geopolíticos del globo en función de su necesidad de proteger sus
intereses marítimos en cualquier parte del mundo a partir de una estrategia
basada en la presencia en profundidad y en la disuasión estratégica nuclear. Esta
presencia en profundidad explica las visitas de buques de guerra rusos a sus
países aliados en el mar Caribe, la realización de ejercicios navales con China
en el océano pacífico occidental, la estrategia de contención en el
mediterráneo oriental, la lucha contra la piratería en el Golfo de Adén y el
creciente antagonismo en el océano Ártico. A continuación vamos describir y a
mostrar el alcance de esta presencia en profundidad.
2.- La Presencia naval en Profundidad de la Armada
de la Federación Rusa: 2007-2013.
El Almirante ruso Gorshkov fue el pensador que
concibió el desarrollo de la Armada soviética después de la crisis de los
misiles en Cuba, pero la necesidad soviética de salir al Alta Mar comenzó a ser
planteada en los círculos políticos de ese país ex-soviético. Las líneas
gruesas del pensamiento estratégico naval ruso elaboradas por este pensador
concebía la presencia en profundidad a partir de las visitas diplomáticas de
buques de guerra complementada con la operación de buques mercantes que podían
ser rápidamente acondicionado para tareas militares y una gigantesca flota de
pesqueros que operando en cualquier parte del mundo podían fungir como sensores
de alerta temprana para indicar los movimientos de las fuerzas navales de
occidente (Chipman, 1982/2010)[14].
Para poder mantener esta presencia naval de forma sostenida, los marinos
soviéticos desarrollaron una serie de facilidades en ultramar con el apoyo de
países aliados, es decir, Cuba, Siria, Vietnam y Somalia. Además desarrollaron
capacidades para el abastecimiento de buques en cualquier lugar del mar océano[15].
Con el colapso de la Unión Soviética la presencia
naval se redujo más no la presencia mercante y pesquera, pero a partir del año
2007, los buques de guerra ruso comenzaron a mostrar sus banderas en todos los
mares del globo. La causa de este hecho obedece a varias razones: en primer
lugar, la rápida recuperación de Rusia, país heredero de lo que constituyó el
principal rival estadounidense durante la guerra fría, en segundo lugar, la
tendencia hacia la conformación de un mundo multipolar con la emergencia de
nuevos actores a expensas del declive relativo de la potencia estadounidense y,
en tercer lugar, un reacomodamiento de la comunidad internacional debido al
surgimiento de nuevas situaciones y necesidades con una carga potencialmente
conflictiva que ha obligado a muchos países a incrementar su actividad naval y
marítima como un medio para hacer valer sus intereses.
A partir de este contexto vamos a hacer una reseña y
análisis de los siguientes y significativos lugares donde han estado presente
buques de guerra rusos, es decir: Golfo de Adén, Océano Ártico, océano Pacífico,
mar Caribe y mar Mediterráneo oriental.
a.-) Golfo de
Adén.
En el Golfo de Aden se ha producido una inusitada
confluencia de intereses en el ámbito marítimo en pos de garantizar la
seguridad de las líneas de comunicaciones marítimas dentro de la estructura de
poder actual. Además de las acciones emprendidas por Occidente, con su
instrumento la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en ese espacio
han confluido las Armadas rusa[16],
japonesa, iraní[17], china[18],
hindú[19],
y otros tantos países con intereses en la región. Como se sabe, el cuerno de
África es una importante ruta de navegación en el mundo sobre todo de buques tanqueros,
posee importantes reservas petroleras y es un área caracterizada por una
importante riqueza pesquera[20],
sin embargo, los países ubicados en esa área tienen poca capacidad naval y ello
ha favorecido el desarrollo de actividades ilícitas en sus aguas como la
descarga de desechos tóxicos y la piratería. Sobre los desechos tóxicos ha
habido un mutis internacional. Sobre la piratería se ha hecho un gran esfuerzo
internacional para su erradicación. A pesar de ello, la piratería se extendido
a todo el océano Índico y a largo plazo se hará necesario racionalizar la
relación costo/beneficios de una presencia naval caracterizada por una baja
efectividad[21]. ¿por qué erradicar la piratería a pesar
de los graves males que afectan la región? Si se considera, en primer lugar, el
conflicto civil que asola a Somalia desde inicios de la década de los años
noventa del siglo pasado ha sido el germen para la aparición de grupos
islámicos radicales conectados a su vez con otros grupos que operan, por ejemplo,
en Siria, Irak y Pakistán, en segundo lugar, el acelerado proceso de
desertificación producida por los cambios climáticos y por la acción humana[22]
y, en tercer lugar, la necesidad de delimitar áreas marinas y submarinas
(especialmente con Kenia) para asegurar la explotación petrolera, parecen
existir otros focos de interés que van más allá del tema de la piratería. La
presencia naval rusa, al respecto, ha sido consecuencia de la consideración de
estos tres hechos porque de alguna u otra forma afecta sus intereses nacionales
y está dentro del marco de la estrategia de la presencia en profundidad. Pero
esto no es suficiente.
La presencia rusa en esa región se remonta a la
época de la Unión Soviética cuando este país apoyó al régimen somalí que fue
depuesto en el año 1991 y apoyó junto con Cuba al gobierno etiope en su guerra
con Somalia entre 1977 y 1979[23].
En Somalia, la antigua Unión Soviética tuvo una base naval en el puerto de
Berbera que le permitió por un tiempo proyectarse en el océano Índico y ejercer
control sobre el canal de Suez y desde el año 2012 Rusia ha mostrado interés en
recuperar las facilidades navales que tenía en la era soviética. Aunque en
Somalia, Berbera no parecería ser un pretexto para actuar, lo que se evidencia
es el interés de formar parte de lo que se decida en el futuro sobre ese país
cuando las condiciones estén dadas para ello.
Para Venezuela, la conexión de petróleo, líneas de
comunicación marítima, delimitaciones marítimas, bajo poder marítimo e
inestabilidad política son aspectos que deben ser considerados no sólo por la
semejanza de las situaciones y la experiencia de haber vivido situaciones
parecidas como el bloqueo del año 1902-03, también por los actores políticos
que tienen intereses en ese espacio.
b.-) Océano Polar
Ártico
Rusia es un
país Ártico por lo que no se haría necesario un análisis de esta situación si
no fuera por el deshielo provocado por los cambios climáticos que afectan a
toda la humanidad. El interés de este país y de otras potencias económicas no
es sólo por los recursos que están pasando a ser potencialmente explotables,
también por la posibilidad de navegación de forma permanente[24].
Este hecho medido en su justa dimensión coloca a Rusia en una posición competitiva
en el polo norte debido a que podría tener parte del control del tráfico
mercante que pase por el estrecho de Bering[25]
convirtiendo a este océano en un
océano mediterráneo. Este hecho ha obligado a los países fronterizos a redistribuir
sus fuerzas navales a expensas de otros escenarios de conflicto en el globo, es
decir, ha obligado a Rusia, Canadá, Reino Unido y Estados Unidos a reorganizar
sus fuerzas para asegurar una presencia más permanente y a Noruega y Dinamarca
a aumentar sus fuerzas navales, lo cuál supondría una dispersión igual a la que
padece la Armada Rusa. Para I.
Safrónov, “los militares rusos han tenido que elegir entre la apertura de bases en Cuba, en las islas Seychelles o
en Vietnam, y han dado prioridad a la gélida Nueva
Siberia”[26].
Otro aspecto a considerar es
que EE.UU. ha creado una fuerza de tarea para cambios climáticos focalizada
aparentemente en el Ártico para predecir, adaptar y mitigar los efectos de los
cambios climáticos en las operaciones navales[27].
Este foco aparente se debe a que si bien es reconocido el deshielo en el polo
norte, sistémicamente hay una conexión de los deshielos con la desertificación
en el cuerno de África que al parecer ha sido también centro de atención de las
principales potencias marítimas.
Para Venezuela, el paso norte reviste la
consideración de intereses de forma indirecta: en primer lugar, el deshielo va
a generar actividades marítimas sobre las cuales no hay costumbre, en segundo
lugar, de los países fronterizos árticos, Venezuela mantiene una relación mixta
con tendencia al antagonismo con EE.UU. desde el punto de vista ideológico y el
Reino Unido desde el punto de vista marítimo y desde la perspectiva cooperativa
con Rusia, Noruega y Dinamarca[28],
con lo cual se abren otras posibilidades de cooperación y, en tercer lugar,
dado que el foco de atención, desde la perspectiva geográfica se desplazó al
norte, Venezuela debería desarrollar capacidades en función de cómo
evolucionarían nuevas prácticas en el quehacer marítimos y desarrollar
capacidades marítimas para hacer factible la cooperación en condiciones de
igualdad política.
c.-) Océano Pacífico
Occidental
El océano Pacífico occidental y específicamente el
mar de China es hoy día, junto con el litigio entre Nicaragiua y Colombia, el
litigio entre Israel, Líbano, Palestina y Chipre y el litigio por las Malvinas,
las principales amenazas de conflictos marítimos en el Globo (Klare, 2013). Tan
es así que EE.UU. y Rusia han reforzado su presencia naval en ese espacio. Las
tensiones políticas están dadas por las disputas por límites marítimos y
posesión de islas que mantiene por una parte China y por la otra Japón
(Senkaku/Diaoyu)[29], Vietnam
(Paracel y Spratly), Filipinas y Malasia (Spratly)[30].
Esta tensión se ha evidenciado en una carrera armamentista, en perturbación de
la actividad marítima, especialmente pesquera y en demostraciones navales de
gran relevancia[31]. Como se
sabe, esa es una zona de gran tráfico marítimo y de grandes recursos minerales
(especialmente petrolíferos) y pesqueros cuya inestabilidad puede tener efectos
globales.
La presencia naval rusa se ha evidenciado en la
realización desde el año 2012, en primer lugar, de ejercicios navales
combinados con la armada china que han tenido su contraparte con ejercicios
navales nipón-estadounidense y, en segundo lugar, por el interés en reaperturar
las instalaciones navales de la era soviética en Vietnam (específicamente Cam
Rahn) que
anteriormente fueron facilidades estadounidenses. Con respecto a la primera
situación se evidencia el interés ruso en aumentar el poder de negociación chino
en el mar. Es de tener presente que desde el año 2008 se ha comenzado a
observar la bandera de los buques de Guerra chino fuera de sus aguas regionales
lo cual evidencia el creciente poder de ese país en el mar. Para que se tenga
una idea de su presencia se tiene lo siguiente:
Despliegue naval chino al Golfo de Adén en
el 2008 es el primero que hizo china fuera de sus aguas en seiscientos años[32].
En el año 2011 una fragata china estuvo
presente en el Mediterráneo cuando se desencadenó la guerra en Libia[33]
El crucero de instrucción tocó en el año
2012 treinta puertos alrededor del mundo.
En el año 2013 una fuerza naval visitó
Argelia, Marruecos, Portugal y Francia en ABR2013[34]
y para OCT2013 una fuerza naval china conformada por dos destructores y un
buque de reaprovisionamiento visitará Argentina, Chile y Brasil[35].
Durante la crisis en Siria, también
contemplaron enviar buques de guerra[36].
A pesar de esta creciente presencia naval china en
profundidad, ese país que para muchos se comporta como una isla a pesar de su
carácter continental (al este y sureste tiene el mar y al oeste tiene el
desierto de Gobi), es un país que padece una posición desventajosa por el cinturón
de islas japonesas, filipinas y malayas que condicionan su acceso al Alta Mar.
En este sentido, la ventaja geográfica que los cambios climáticos le están
dando a Rusia le está permitiendo una mayor capacidad de proyección marítima
que al parecer está perfeccionando para su propio beneficio teniendo presente
la creciente rivalidad chino-estadounidense. Esta rivalidad, si se considera al
mar caribe como un área de interés estratégico chino evidenciada en su estrecha
relación con Nicaragua, ahora con la proyectada construcción de otro canal
interoceánico, con Venezuela por su creciente interdependencia petrolera y con
Cuba por una histórica relación de cooperación hoy día acrecentada por los
proyectos de desarrollo económico en esa isla, le hace necesario a ese país
asiático una presencia naval más sostenida por ser esta región excesivamente
lejana (sin contar con la existencia del canal de Panamá para operaciones
diplomáticas de gran alcance después del incidente del buque norcoreano “Chong Chon Gang”
que intentó
transportar armas al país asiático). Esta deficiencia coloca a los rusos en una
posición de ventaja para “mediar” en un hipotético escenario de confrontación
chino-estadounidense.
La cooperación chino-rusa, a pesar de su alcance, no
se ha traducido en una alianza militar. Ello se debe a que históricamente han
tenido puntos de divergencia que han pesado en el estrechamiento de relaciones.
Por tal motivo, los rusos han comenzado a ejecutar operaciones conjuntas
en esa área de operaciones con el fin de aumentar el apresto operacional de las
unidades militares destacadas en el área. El propósito de estos esfuerzos es
evitar que el creciente poder de China represente una pérdida de control por
parte del país euroasiático, sin embargo, como Bowen y Rodeheffer (2013) han
señalado, desde el punto de vista geopolítico, el aumento de la capacidad naval
rusa en el océano Pacífico occidental no es suficiente si no se acompaña con
una agresiva política de desarrollo que incluya inversiones directas y una
política migratoria que permita compensar las vulnerabilidades que padece. De igual forma, la situación en el extremo
oriente, aun siendo delicada, no ha llegado a un punto de no retorno y una
alianza militar en este caso lo supondría si tomamos como referente el proceso
político que condujo a la Primera Guerra Mundial.
En lo que respecta al Caribe, la creciente relación
de Venezuela genera una situación de debilidad crítica en el ámbito marítimo
que sólo podrían compensar sus socios en el área, pero desde el punto de vista
naval, nuestro país ha hecho muy poco. Para Venezuela esta situación debería ser de sumo interés sobre todo
si se tiene en cuenta que a la estrecha interdependencia que mantiene con China
materializada en el hecho que nuestro país está enviando más de 600000 barriles
de petróleo a ese país asiático de los cuales 200000 son para el pago de deuda
contraída con ese país, se ha agregado la propuesta venezolana de crear una comisión binacional para
planificar el desarrollo de nuestro país en un plazo de diez años, lo cual
supone un tutelaje chino a la conducción del país dentro de un contexto de gran
escasez de capital para asegurar nuestro normal desenvolvimiento. La creciente
interdependencia entre los dos países ha obligado a sus planificadores a considerar,
en primer lugar, la adecuación del país para recibir y despachar buques de gran
tonelaje teniendo presente la ampliación del canal de Panamá[37]
y la proyectada construcción de un nuevo canal interoceánico en Nicaragua y, en
segundo lugar, la instalación de facilidades chinas para la explotación de
nuestros recursos minerales. Con este escenario, que en sí tiene los gérmenes
de la instabilidad, se hace necesario analizar la renovada presencia rusa en el
mar Caribe y su posible relación con China.
d.-) Mar Caribe
La ventaja que le ha dado a Rusia los cambios
climáticos se evidencia realmente en el océano pacífico, en especial al norte
de la bahía de Pedro el Grande, específicamente en Petropávlovsk-Kamchatski por su posibilidad de acceder al Alta Mar
durante un período más prolongado al año. Sigue padeciendo las limitaciones del
control cercano que ejerce el Reino Unido en el estrecho de Dinamarca, además
de los pasos que limitan a Rusia su acceso al mar del Norte y el Mar
Mediterráneo. Sin embargo, en caso de una crisis internacional puede acceder a
cualquier lugar del Atlántico, sin inconvenientes. Le falta una base segura que
permita a sus buques expander sus operaciones. Ello explica las negociaciones
con Cuba, pero el tema de la posibilidad de lograr dicho propósito está dado
por las precauciones que se deberán tomar en la citada isla para cuando ocurra
la transición política.
Las visitas
navales rusas al continente se reanudaron en el año 2008. En esa oportunidad,
los buques de guerra rusos visitaron Cuba, Nicaragua y Venezuela. En Cuba, las
visitas navales rusas del 2008 y 2013, reeditaron a aquellas que finalizaron en
el año 1991 dentro del marco de la alianza político-militar que mantuvieron
ambos países durante la guerra fría, lo cual supone que la relación ruso-cubana
va a adquirir una nueva-vieja relación con miras a encarar los escenarios
conflictivos del futuro por venir.
La visita a
Nicaragua, en el año 2008, se produjo en un contexto signado, en primer lugar,
por el inicio del litigio por áreas marinas y submarinas con Colombia, y por
unos territorios insulares adyacentes que Nicaragua reclamaba como propios y,
en segundo lugar, por las tensiones políticas generadas en la región por los
conflictos generados entre Venezuela y Colombia por la liberación de rehenes
por parte de la FARC. En el año 2013, la visita rusa estuvo signada por la
creciente tensión política entre Nicaragua, por una parte y por la otra
Colombia y Costa Rica. Con Colombia por un nuevo litigio planteado por Nicaragua
ante la Corte Internacional de Justicia para delimitar otras áreas no
consideradas en la sentencia del año 2012 que favoreció al país
centroamericano. Con Costa Rica por la concesión dada por Nicaragua a China
para construir otro canal interoceánico.
En nuestro
país (y en Cuba) esta visita estuvo acompañada por la presencia del presidente
ruso con quien se hicieron varios acuerdos de cooperación técnico-militar y se
realizaron ejercicios aero-navales con la escuadra venezolana dentro del marco
de la “Operación Combinada VEN-RUS 2008”. Los buques rusos que visitaron en esa
oportunidad nuestro país fueron: el crucero nuclear “Pedro El Grande”, el
destructor “Almirante Chabanenko",
el buque de apoyo logístico de flota "Iván Bubnov" y el
remolcador de altura "Nikolay Chikel". El marco regional en que se desenvolvió la visita
rusa fue las tirantes relaciones colombo-venezolana por los esfuerzos
venezolanos para “contribuir” a la pacificación en Colombia en un contexto
caracterizado por una fuerte presencia militar estadounidense en el vecino país
gracias a la instrumentación del “Plan Colombia”. Esta primera visita fue
correspondida por Venezuela en el año 2011 cuando el buque escuela “Simón
Bolívar” hizo escala en San Petersburgo por una semana como parte de la profundización
de relaciones en todos los ámbitos del quehacer político de ambos Estados.
En el año
2013, otra fuerza naval rusa hizo presencia en nuestras aguas. En esta
oportunidad, nos visitaron el Crucero
misilístico “Moskva” y el buque de apoyo logístico “Ivan Bubnov” realizándose, a su vez, la
segunda edición de los ejercicios combinados VEN-RUS 2013. Esta visita se
produjo en un contexto signado por la reducción de la capacidad de maniobra
política de Venezuela en el ámbito internacional por crecientes limitaciones de
recursos para el normal desenvolvimiento del país y por crecientes reclamos
nacionales por la actitud del gobierno nacional a las concesiones marítimas
otorgadas por Guyana a empresas petroleras transnacionales en áreas marítimas que
pertenecen a Venezuela. La importancia de estos reclamos ha estado asociada con
el papel que jugó Cuba en Guyana, no sólo desde que ese país obtuvo la
independencia, también por la alianza que facilitó que una fuerza
expedicionaria cubana participara en la guerra civil de Angola y la guerra
somalí-etíope de finales de los años setenta y principios de los ochenta del
siglo pasado.
La posibilidad de que los rusos
puedan continuar la presencia naval en profundidad en el Caribe, como ya se
puede visualizar dependerá de la situación de los otros escenarios de tensión
en el globo.
e.-) Mar
Mediterráneo oriental.
El mar Mediterráneo es una de los espacios de
proyección histórica de Rusia desde Pedro El Grande. Durante la guerra fría fue
un escenario de alta tensión por el conflicto árabe-israelí y gracias a este
conflicto, Rusia pudo establecer facilidades navales en Siria. El fin de la guerra fría se produjo
formalmente a bordo del crucero soviético “Máximo Gorki” en la Cumbre de Malta
el 03DIC1989, sin embargo, veinticuatro años después de ese evento, una crisis
desencadenada en Siria dentro del marco del esfuerzo de Occidente de implantar
una “primavera árabe” en ese país del cercano oriente hizo que Rusia entrara
nuevamente en la escena internacional con un alto poder de negociación. Como se
sabe, la “primavera árabe” fue un fenómeno político que surgió en Túnez y se
extendió a Egipto y fue utilizado por Occidente para promover, en primer lugar,
un levantamiento en Libia y Siria aprovechándose del descontento interno en
ambos países apoyándose en fuerzas mercenarias provenientes de la región y, en
segundo lugar, para contener levantamientos populares en Jordania y Bahrein.
La acción de fuerzas extranjeras en Libia apoyadas
por la OTAN favoreció el desencadenamiento de la guerra civil en Mali obligando
la intervención internacional, especialmente de Francia, para evitar que la
guerra se propagara a todo el Magreb. Libia hoy en día está al borde de la
desintegración, de acuerdo a afirmación realizada por Alberto Monagas y Siria
estaba en vías de seguir ese camino. Si bien Rusia no envió buques de guerra a
Libia, las causas y los medios empleados para que Occidente alcanzara su
propósito fueron evaluados por los rusos los cuales trataron de mediar en esta
nueva confrontación, para tratar de alcanzar un entendimiento en la comunidad
internacional que evitara una intervención militar. El foco de la acción de
Occidente era (y es) obtener un pretexto que facilitara la intervención y el
derrocamiento del régimen sirio, el tema de interés ruso es la presencia de
extranjeros que están participando en el citado conflicto, y por supuesto el
objetivo del gobierno sirio es mantenerse en el poder como garantía de
preservación de la unidad territorial de ese país.
La presencia naval rusa se ajustó a mediar en el
conflicto. En este contexto,
Venezuela envió un buque cargado con 35.000 toneladas de diesel para mitigar las limitaciones funcionales
de la sociedad Siria como consecuencia de la presión internacional evidenciándose
con ello las estrechas relaciones de Venezuela con el régimen político en ese
país[38].
Cuando la alianza franco-estadounidense escaló para desencadenar el conflicto,
Rusia se inclinó a apoyar a Siria dando un mensaje claro no contra la alianza
occidental sino en contra de las fuerzas extranjeras que están involucradas en
el citado conflicto.
Si bien en Siria se ha producido una desescalada
gracias a la mediación rusa, el conflicto civil aun no ha cesado. Se hace
necesario analizar entonces el alcance de la mediación rusa en tanto que
estrategia de posicionamiento en el actual escenario geoestratégico global.
Como hemos indicado, Rusia como heredero de la Unión Soviética se ha recuperado
de la crisis que sumió al país por más de una década. En la recuperación rusa
influyeron dos factores: la voluntad política de la clase dirigente y la
recuperación de los precios del petróleo a partir del año 1999 gracias a la
política instrumentada por Venezuela dentro del marco de la Organización de
Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Esta recuperación rusa ha estado a la
par, en primer lugar, al declive relativo estadounidense iniciado con la guerra
de Irak y Afganistán y agravado con la crisis crediticia iniciada en el año
2008 y, en segundo lugar, con el ascenso de la potencia china. Como el ascenso
chino no puede ser seguido por Rusia y ha despertado la rivalidad
estadounidense y, a pesar de su recuperación no puede competir con los
estadounidenses, se evidencia que su estrategia apunta a actuar como bisagra en
las áreas de crisis tratando de evitar que se desencadene un conflicto que se
convierta en guerra general. Para tal fin Rusia se ha esforzado, entre otras
cosas, en modernizar y aumentar su flota de Alta Mar a partir del criterio que
la efectividad de ese poder es posible en época de paz y/o de crisis, pero para
incrementar su credibilidad necesita la disposición de facilidades en ultramar
que le permitan a sus buques aumentar su tiempo de permanencia en las áreas de
operaciones. Esta es la gran interrogante de la estrategia rusa, es decir, si
podrá aumentar su tiempo de permanencia. No obstante, las tensiones en el
extremo oriente y la apertura del paso norte serán aspecto de interés que
limitará esta capacidad de proyección a otros escenarios como el mar Caribe y
en ese escenario pesimista para Rusia y China, pasa a ser clave el papel de Cuba
en relación a Venezuela y Nicaragua a pesar de la transición política que está
en proceso en la citada isla.
3.- Implicaciones de la diplomacia naval rusa para
Venezuela.
La diplomacia naval rusa que hemos vivido en
estos últimos cinco años recuerda, guardando las distancia, a la diplomacia
naval alemana desplegada entre los años 1936 y 1939 en términos de
intencionalidad política. La diferencia estriba en que hubo un entendimiento
germano-venezolano iniciado en el año 1908 que fue puesto a prueba en la
Primera Guerra Mundial y pudo permanecer por unas décadas más al margen del
surgimiento del nacionalsocialismo (Blanco, 2011 y 2012). La experiencia rusa,
por el contrario, requiere de una puesta a prueba para superar la relación
alemana en términos de relación estratégica. Pero las circunstancias son
diferentes. Esta diferencia, que supone también semejanzas, están dadas en que,
en primer lugar, a pesar de la conflictividad, el gobierno venezolano en el año
1914 era fuerte, no así el gobierno actual, en segundo lugar, aun cuando el
poder naval venezolano era débil, en el año 1914, el gobierno venezolano
contaba con capacidad de maniobra para actuar en el escenario marítimo en el
ámbito internacional como se evidenció en el combate naval de Río Hacha en
1901, la toma de Ciudad Bolívar en el año 1903, la captura de un mercante
neerlandés sospechoso de apoyar a insurrectos en el año 1908, la diplomacia
naval desplegada en Santa Marta en el año 1911 y las maniobras navales
realizadas con el estallido de la Primera Guerra Mundial para mantener la
integridad territorial venezolana y ello no es lo que está sucediendo hoy en
día aun a pesar de encontrarnos en época de paz en términos de poder de
negociación, y en tercer lugar, a pesar de la purga realizada por Juan Vicente
Gómez que condenó el desarrollo del poder naval venezolano, había una
preocupación por los intereses marítimos que hoy en día sólo se evidencia en la
Armada y unos pocos sectores políticos del país.
En términos de semejanzas se puede mencionar
que la tesis de una Venezuela talasocrática tanto en el año 1913 como en el año
2007 fue derrotada por una visión epirocrática orientada a la preservación de
un régimen político y no la seguridad de una comunidad política llamada
Venezuela[39].
La consecuencia de esta desviación se evidenció con fuerza entre los años 1939
y 1943 cuando el país trató infructuosamente de mantener una posición de
neutralidad en una lucha por la hegemonía global planteada razonablemente en
términos morales como lo fue la Segunda Guerra Mundial. La tragedia venezolana
se evidencia en que a pesar de la experiencia del pasado hemos cometido los
mismos errores con la gravedad de que hoy más que en el pasado dependemos de
líneas de comunicaciones marítimas que están controladas por potencias
marítimas tradicionales que hoy en día mantienen una posición antagónica con
nuestro país.
En este contexto, la capacidad de maniobra rusa
para apoyar la política exterior venezolana está condicionada hoy en día a que
se mantenga la paz actual y que ese país logre desarrollar capacidades navales
de permanencia en escenarios lejanos y ello no se avizora a mediano plazo por
la prioridad que tienen otras áreas. Se requiere que sus aliados en la región
tengan una estabilidad política suficiente como para que los buques rusos
puedan mantenerse con seguridad en el área. Como ello no va a ser así, la
oportunidad que se le presenta a Rusia es a partir del desarrollo de una
capacidad de negociación en el ámbito marítimo que le permita pescar en río revuelto en caso de una
crisis internacional siempre y cuando esta crisis no se torne en una guerra
desde el punto de vista fáctico. En este caso el apoyo que pudiera recibir el
régimen actual en Venezuela es sumamente limitado a mediano plazo con tendencia
a disminuir, aun vengan los rusos a pescar
en río revuelto. Cualquier posibilidad de apoyo al régimen actual
venezolano va a depender de los que suceda en otros escenarios de conflicto,
pero como Venezuela no es un actor en dichos escenarios su posición va a ser
más la de un objeto que un sujeto de las relaciones internacionales. Un objeto
porque los intereses chinos en nuestro país son hoy en día de tal envergadura
que una posible negociación de lo que pase en casa va a depender de un acuerdo
chino-estadounidense mediado eventualmente por la potencia rusa.
Sería una ironía del destino que en un futuro
cercano sea Rusia, como en el pasado lo hizo Federico de Martens en relación a
la Guayana Esequiba, quien medie entre chinos y estadounidenses por un tema
relacionado con Venezuela.
Reflexión final.
Como hemos señalado a lo largo de este trabajo,
la principal lucha que se ha desencadenado desde finales del siglo XV hasta el
presente ha sido por el control de los mares porque este ha sido el medio que
ha permitido acceder más rápidamente a una posición de riqueza. Esta oposición
se ha planteado bajo la tesis de mare
liberum contra mare clausum. Si
dividimos en etapas el cómo se ha planteado el antagonismo tenemos que de la
posición monopólica hispano portuguesa del mare
clausum se pasó a la tesis liberal del mare
liberum. La tesis del mare liberum
comenzó a cambiar con el desarrollo del derecho del mar. En la elaboración del
derecho del mar Venezuela jugó un importante papel desde el inicio de la
convencionalización ayudando a asegurar una especie de mare clausum en beneficio de los Estados ribereños. El interés
venezolano contó con la credibilidad del desarrollo de un poder naval que le
permitió aplicar la diplomacia naval en defensa de sus intereses. La paradoja
venezolana es que a pesar de ser hoy en día más dependiente de las
comunicaciones marítima, el poder naval está en condiciones tales que el país
está expuesto a la diplomacia naval de potencias marítimas que aspiran a
acceder a aquellos espacios que los venezolanos le negaron por más de un siglo.
En este contexto, si bien va a ser seguro que Rusia defienda sus intereses marítimos
en función de su propia capacidad de autoorganizarse en el mar, ya esta bueno
que vengan otros a defender nuestros intereses.
Bibliografía
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Power, Theory and Practice. Edit: G. Till and Frank Cass. 206 p.
[1]
Ver al respecto: Chaliand (1994:577-580).
[2]
Ver al respecto: Chipman (1982/2010).
[3]
Ver al respecto: Blanco (2004) y Nieves-Croes (1998).
[4]
Al respecto, Garcia dos Reis ha expresado que la pesca ha comenzado a
incrementar los conflictos entre países con problemas limítrofes destacando el
caso de China en relación con Corea del Sur, Japón, Vietnam e incluso con
Argentina. Según este pensador brasileño, China pretende expandir el número de
embarcaciones pesqueras hasta el número de 2300 barcos en el año 2015
(2013:29).
[6]
Estos problemas fueron conocidos en un Taller realizado en París en el año 2006
relacionado con negociaciones marítimas y promovidos por la Universidad de
Durhan y bufetes de abogados representantes de empresas petroleras
transnacionales. Las impresiones sobre esa experiencia fueron expuestas en la
Asamblea Nacional en el año 2007.
[7]
Ver al respecto: Bracho (Blanco, 2010:09-65).
[8]
Ver al respecto: Cable (1977) y Blanco (2004).
[9]
Al respecto, en la página de Facebook “Historia Naval en Imágenes” administrada
por Julio Chacón, se puede extraer una importante recopilación de la situación
estratégica naval en el Asia Oriental.
[10]
Esta conceptualización fue hecha por el autor brasileño a partir del concepto
de Diplomacia Naval desarrollado por Coutau-Bégarie. Este concepto se entiende
desde la óptica de “gestión de caos” es decir, un nuevo enfoque instrumentado
para operar fuera del orden constituido para evitar disminuir la capacidad de
maniobra de un Estado mediante un manejo adecuado de la relación basada en la
potencia de actuar y la capacidad de influir. Este autor francés desarrolló un
ensayo titulado “Les melleur des Ambassadeurs – Théorie et pratique de la
diplomatie navale” del año 2010.
[11]
Por
intermedio del denominado Código Internacional para la protección Marítima de
los Buques e Instalaciones Portuaria (PBIP) a fin de proteger en puerto la
actividad marítima del terrorismo, narcotráfico y la piratería.
[12]
Al respecto es pertinente analizar los casos de legalización en el Reino de los
Países Bajos, en la República Oriental del Uruguay y en el propio Estados
Unidos.
[13]
Ver al respecto: Blanco (2004).
[14]
La Unión Soviética a inicios de los años ochenta del siglo pasado contaba con
la segundo flota pesquera del mundo (Chipman, 1982/2010).
[15]
Estas capacidades recuerdan el E-Dienst desarrollado y puesto en práctica por
Alemania entre 1914 y 1918. Ver al respecto: Blanco (Rivero-Blanco, 2013).
[16]
Ver al respecto: (2010). “Oh Boy, Russian Navy Gives Hell To Somali
Pirates”. BUSINESS INSIDER. Documento en línea. Disponible: HTTP://WWW.BUSINESSINSIDER.COM
[17]
Ver al respecto: (2013) “La 25 flota naval iraní rumbo al golfo de Adén”.
http://spanish.irib.ir/noticias/iran1/item/139460-la-25-flota-naval-iran%C3%AD-rumbo-al-golfo-de-adén
[24]
Ver al respecto: Ivashov, “EE.UU. y Rusia chocan en el ‘Tatami’ Ártico”. En Russian Times (RT) 24SEP2013.
[25]
Canadá ha abierto el paso noroeste para la navegación tanto en el año 2007 como
en el 2011. Por su parte, Rusia promovió el transito del un carguero “Ob River”
para trasladar gas noruego a Japón (García dos Reis, 2013:30) y en agosto de
este año, un mercante chino hizo ese mismo recorrido a Europa (RT, 2013)
[26]
ver al respecto: RIANOVOSTI 18SEP2013.
[28]
Si bien, Venezuela mantiene relaciones cooperativas con Canadá, su relación con
el Reino Unido y EE.UU. podría ser capital a la hora de un alineamiento
político más estrecho.
[29]
El archipiélago de Senkaku, en poder del Japón desde hace más de un siglo, es
muy parecido a nuestro archipiélago de Los Monjes.
[30]
También existen otros conflictos: 1.-) por islas y espacios marítimos entre
Japón y Rusia por las islas Kuriles en un contexto en que no se ha concertado
un tratado de paz entre los dos países después de la Segunda Guerra Mundial
y 2.-) entre Corea del Sur por las
islas Dokdo/Takeshima.
[37]
Al respecto es conveniente tener presente que cuatro banqueros de gran
capacidad se están construyendo en astilleros chinos para Venezuela.
Buenos dias, excelente analisis, felicitaciones.
ResponderEliminarSaludos, gracias!!
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