ANÁLISIS DE LA OBRA DE CLAUSEWITZ A PARTIR DEL MÉTODO HERMENÉUTICO DE HANS-GEORG GADAMER
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La guerra ha
sido un fenómeno repudiado y sublimado a lo largo de la historia. Como fenómeno
su manifestación había sido considerada lo suficientemente clara que no había
ameritado su comprensión, sino la elaboración de mecanismos tendentes a su
regularización y posteriormente su supresión. Sin embargo, estos esfuerzos no
han sido suficientes debido a la recurrencia de dicho fenómeno. En este
contexto, un ex combatiente en las denominadas guerras de la revolución y el
imperio, el General Carl von Clausewitz, intentó elaborar un tratado, “De la Guerra ” que permitiera a
los estudiosos del fenómeno, no sólo comprenderlo, sino actuar convenientemente
para alcanzar objetivos militares y políticos durante y a partir del
conocimiento de su naturaleza.
A tal fin intentó
establecer una serie de principios generales que descansaron en el genio del
conductor militar, es decir, de la capacidad de representarse una situación y
actuar creativamente en un contexto signado por una total incertidumbre para
producir un efecto deseado, cuya utilidad fuese de naturaleza política. Pero,
éste esfuerzo, que supuso una inconclusa revisión a posteriori, se topó con el presunto reconocimiento de encontrarse
explicando cómo producir un cambio (recurriendo a la guerra) en un contexto
signado por el cambio (la guerra en sí) sin tener la certeza de que sus
promotores en relación con el objeto (el motivo de la guerra) y en relación con
sí mismo supieran qué querían cambiar y sin saber con certeza cuanto iba a
durar ese efecto deseado.
Este
reconocimiento convirtió a uno de los primeros tratados que intentaron
explicar, en la era de la razón, la naturaleza de la guerra, en un objeto de
estudio debido a que puso en manos de los lectores un problema no resuelto: el
de entender la guerra a partir de su esencia, no sólo de las causas, de su
objeto y de sus métodos. Estos problemas que originalmente avizoró el General
prusiano plantearon la necesidad de ser evaluados a la luz de cómo en ese entonces
se interpretó ese fenómeno, intentando determinar el horizonte de
precomprensión de este autor y los prejuicios a los que tuvo expuesto, para
determinar en cuánto la interpretación clausewitziana ha constituido la base de
la precomprensión de dicho fenómeno en el mundo de hoy.
La importancia
de lo expresado precedentemente radica en que con la caída del muro de Berlín
se creyó que había cesado el riesgo de que ocurriese una guerra (o conflicto)
de alcance global que hiciese de la destrucción el medio para alcanzar
supuestos objetivos políticos. Pero, los hechos no se correspondieron con esta
creencia: Por una parte, el colapso de la Unión Soviética
puso, al parecer, en manos de organizaciones no-estatales, el control de armas
de destrucción masiva y, por la otra, el auge de las tecnologías de información
y comunicación generaron las condiciones para que cualquiera construyera y
utilizara dichas armas o amenazase con utilizarlas. Además, otros
acontecimientos se presentaron en un periodo relativamente corto: una coalición
político-militar bajo el manto de la Organización de las Naciones Unidas restituyó por
la fuerza un statu quo político
internacional, otra coalición internacional, específicamente la Organización del
Tratado del Atlántico Norte trató de establecer un nuevo statu quo en Sudan y los Balcanes. Y en el ínterin organizaciones
no-estatales efectuaron acciones violentas en Asia, África y Estados Unidos que
determinaron a su vez actos bélicos en Afganistán e Irak. La espiral de
violencia subsiguiente ha alcanzado ya a muchos pueblos y la expresión que ha
subsumido estos actos de violencia es lo que se ha dado en denominar
“terrorismo”.
Mas allá del
significado que pueda tener la expresión “terrorismo”, que Derrida puso en duda
en relación con el concepto de guerra, lo que es relevante mencionar es que, al
parecer, la humanidad antes de la caída del muro de Berlín había asumido el
hecho de que se encontraba en un estado de no-guerra, es decir, un estado donde
una guerra general era posible y estuvo caracterizado por el hecho que los
actos bélicos estuvieron limitados y circunscritos a situaciones determinadas
por la geografía y la política de los afectados directamente, siendo estos
actos tolerados siempre y cuando no afectasen a la comunidad internacional en
su conjunto (por ejemplo, la guerra entre Eritrea y Etiopía o entre Etiopía y
Sudán). Esta circunstancia no
significaba propiamente la paz, aunque era denominado paz. El fantasma nuclear
permitía que esa creencia fuese no sólo generalizada, sino también
universalizada. Hoy día, los hechos parecen haber demostrado que la no-guerra era
la paz y que en este estado, la guerra se ha manifestado de otras muchas
maneras.
Esta realidad
permite afirmar que la guerra, como un acto, ha sido y parece ser aún un camino
para obtener fines, pero, como estos fines parecen que han sido y son
establecidos por los que representan a las comunidades políticas y no las
comunidades políticas en sí, se puede dudar de que la humanidad, representada
por un pequeño circulo de miembros de esas comunidades, sean medios, o medios y
fines (en el sentido kantiano) o fines en sí y como tales competentes para
decidir sobre asuntos de vida y muerte. Las angustias que sufrieron las
poblaciones civiles kosovar, bosnia, yugoslava, keniana, sudanesa,
estadounidense, española, colombiana, inglesa, iraquí, por citar algunos casos,
fueron motivos suficientes para tratar de entender un fenómeno que afecta a la
humanidad en su condición debido a que ha hecho entender, en parte, el
significado de encontrarse en un estado de guerra donde los actos de fuerza
pueden presentarse de manera súbita y repentina afectando a la totalidad. Todo
esto permitió hacer el interrogante de saber y entender qué es la guerra.
El concepto de
la guerra de Clausewitz se caracterizó por el hecho de partir de un modelo que fue
construyendo a partir de la visión imperante en las escuelas de pensamiento
europeas del siglo XVIII y principios del siglo XIX, sin embargo, este hecho no
permite afirmar que este General prusiano haya sido influido por un autor en
particular o que su noción de la guerra fuese esencialmente mecanicista. Por
tal motivo se consideró pertinente abordar el problema de la guerra y la paz a
partir de Clausewitz, pero, partiendo de los conceptos de guerra que él emite o
que de él se infieren para determinar su alcance.
Por ello se planteó el siguiente problema
general: entender qué es la guerra y la paz dentro de la lógica del cambio, es
decir, como momentos de una mismidad y para su solución se estableció el
siguiente objetivo general:
Establecer los vínculos existentes entre las nociones
guerra y paz, a partir del tratado “De la Guerra ” de Clausewitz.
Para este
objetivo general, se determinaron los alcances de la propuesta clausewitziana,
para afirmar que la guerra y la paz eran momentos del cambio, y la intuición,
en el sentido más amplio, determina la significación del mismo debido a que se
está en un proceso continuo de desocultar, de aprehender algo de múltiple
apariencia y esencia, trayendo como consecuencia una gran dificultad de
comprensión y por consiguiente, de conceptualización. Para
alcanzar este objetivo general se establecieron los siguientes objetivos
específicos:
·
Determinar
el marco conceptual sobre el cual se sustentó “Vom Kriege”.
·
Analizar
los fundamentos de la conducción de la guerra en la obra de Clausewitz.
·
Apreciar
la noción de cambio en “Vom Kriege”,
a partir de la crítica del juicio.
·
Determinar
el alcance de la obra de Clausewitz a partir de los prejuicios que se generaron
luego de la difusión de su obra.
Para
el logro del objetivo general se consideró la hermenéutica en tanto que
aproximación a la verdad, es decir, se intentó abrir para la comprensión el
fenómeno de la confrontación violenta usando como referente la obra del General
Prusiano. Este abrirse que se pretendió buscó interpretar y descubrir
relaciones en lo que respecta al conflicto armado y todas sus derivaciones,
detectando y entendiendo todos los prejuicios[1] que se han tenido sobre el
uso deliberado de la fuerza y cómo éstos se hicieron presentes en esa obra
clausewitziana y con posterioridad a ella. Lo que se pretendió fue hacer una
evaluación de la obra Vom Kriege
mediante la comprensión del texto usando para ello la propuesta hermenéutica
realizada por Gadamer, para, a partir de allí, establecer la significación que
el fenómeno bélico representa para la humanidad en el mundo de hoy. Este autor
expresó que el punto de partida de su teoría hermenéutica fue precisamente que
la obra de arte era un reto para nuestra comprensión porque escapaba a todas
las interpretaciones y oponía “una resistencia nunca superable a ser traducida
a la identidad de un concepto”.
La
selección de la propuesta hermenéutica de Gadamer radica en el hecho que, para
él, “la comprensión es… un proceso que tiene como presupuesto el estar dentro
de un acontecer tradicional” y la tarea
de la hermenéutica es “iluminar las condiciones bajo las cuales se comprende”.
De igual forma, hay que tener presente, tal como lo afirmó Llanes, que “desde
la antigüedad, …, se ha usado la mirada del artista para explicar cuestiones metafísicas”, y más aún, en
el propio siglo XX, se ha usado el arte para encontrar “una manera diferente de
percibir el mundo”.
Todos estas premisas permitieron abordar Vom Kriege a partir de la historicidad
del fenómeno bélico en sí, tomando en cuenta los modelos de cómo ha sido éste
percibido, ya como momentos de dicha comprensión y considerados por Clausewitz
en su trabajo. Lo que se buscó al final de cuentas fue comprender el fenómeno
bélico de una manera diferente mediante un desplazamiento hacia el acontecer de
la tradición de lo que se ha entendido por guerra para determinar lo extraño y
lo familiar en el fenómeno y determinar, a su vez, la situación concreta por
medio del cual Clausewitz construyó sus juicios sobre dicho fenómeno.
La idea central
de la propuesta clausewitziana fue el carácter utilitario que le dio al
fenómeno guerra. La expresión que él usó, al efecto, fue der krieg que en principio es más restrictiva que la expresión guerra
en cuanto a significado. Por ello se usó la expresión bellum para traducir la expresión alemana, no sólo por ser más
especifico su significado, sino por ser la expresión común con que se
identificó el fenómeno en su vertiente utilitaria no sólo hasta la paz de
Wetsfalia, sino hasta que el latín dejó de ser la lengua de uso común en las
relaciones entre comunidades en la
Europa de los tiempos que siguieron a la realización de ese
tratado. Partiendo de esta circunstancia en la investigación se obtuvo lo
siguiente:
En primer lugar,
Clausewitz intentó establecer un concepto de bellum partiendo de su experiencia personal y cuando ésta le
resultó insuficiente apeló a lo “a la mano” para alcanzar su objetivo de fundar
las bases de una nueva ciencia. Este problema se debió a que intentó producir
una síntesis desde la perspectiva de la utilidad de bellum y este esfuerzo quedó inconcluso motivado a que no pudo
integrar en ese concepto otras características del fenómeno en sí, trayendo
como consecuencia que en Vom Kriege,
no hubiese uno, sino varios conceptos sobre el mismo objeto de estudio. Este
problema se produjo por la imposibilidad de entender los prejuicios existentes
sobre dicho fenómeno, y ello se evidenció por la presencia en esa obra de
residuos de conceptos recogidos gracias a una tradición y desocultados
intuitivamente, planteando también el problema de la sensibilidad y la
intelección desde la crítica que hizo Husserl a la propuesta kantiana.
Estos conceptos
provenían de dos vertientes: una originada de lo que se entendió por el
fenómeno y dio origen a expresiones como Werra,
bellum (polemos), krieg y guerra anteriores a 1648, y otra que fue instituida en Westfalia a
partir del año 1648, y que permitió la consolidación de lo que se dio en
denominar Estado-nación, caracterizada por el hecho que con la perdida del uso
del latín, las palabras que sustituyeron la expresión bellum tendieron a ocultar sus significados originales reafirmando
la noción utilitaria que tenía la generación de ese fenómeno. Con el advenimiento
de nuevas estructuras políticas derivadas de la revolución americana y francesa
que representaron nuevas formas en que se presentaba el acto bélico, no
variaron la esencia del acto en sí, ni el estado en que éste se desarrollaba
debido al impacto que tuvo la consolidación del orden instituido en el año
1648.
Las vertientes
de donde Clausewitz hizo su conceptualización permitieron el parcial desarrollo
de las categorías de Ideal y Wirklichen Krieg por el
carácter inconcluso de su obra, con el inconveniente que a los problemas
referidos previamente los conceptos de Absoluter
y Wirklicher Krieg (establecidos en
el libro 8) dieron origen a otras diversas interpretaciones. Estas categorías
dieron paso a unas líneas de interpretación que apuntaron a considerar ese
fenómeno como limitado o absoluto, cosa hoy día fácilmente contastable por el
signo de lo nuclear y las armas de destrucción masiva. Pero, la idealidad a la
que se refirió el autor estaba dada por la relación que había entre lo que se
concebía en el plan de bellum (que
podía ser planteado en término limitado o absoluto) y lo que efectivamente
sucedía. Esta diferencia es la que permite explicar desde la perspectiva de
Guibert, el intento de categorización que hizo el General prusiano, puesto que
este autor francés concibió idealmente lo absoluto para obtener un resultado
definitivo in bello.
Clausewitz,
superó el trabajo de Guibert al hacer depender estas categorías de la relación
trinitaria de pasión, entendimiento y cálculo político. Este concepto de la
trinidad fue el que permitió al General prusiano ir de lo específico
relacionado con la utilidad de bellum
a lo complejo de intentar entender lo que había más allá de la utilidad en ese
fenómeno.
El impacto que
tuvo esta unidad de sentido no acabada de bellum
que representó el esfuerzo de Clausewitz, se evidenció en que su vivencia,
sumida dentro del fenómeno bellum,
tuvo como referente el Yo, en sentido fichteano (a pesar de partir de una
perspectiva realista, en sentido kantiano), un Yo soportado por una tradición,
muy a pesar que el paradigma que lo había sostenido había entrado en crisis,
como consecuencia de los cambios que se produjeron en América y Europa a
finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Desde la perspectiva
epistémica intentó producir conocimientos tomando, si se quiere, una propiedad
del fenómeno para desocultar las causas, los efectos y el camino que media
entre ambos para obtener fines de naturaleza política.
En
segundo lugar, Clausewitz intentó conocer la esencia de bellum para afirmar la autonomía del individuo frente a ese
fenómeno resultando que, al final de cuentas, sólo encontró que éste era
inconmensurable. Por ello recurrió a la tesis del genio, como único capaz de
actuar convenientemente para alcanzar en lo posible un objetivo político.
La
apelación al genio vino determinada por tener, el General prusiano, la
conciencia de que en las costumbres sobre las maneras de hacer bellum se podía obtener las herramientas
necesarias para la solución de problemas ab
e in bello. A partir de esta
creencia, Clausewitz intentó establecer una serie de principios generales, que
pudieran constituirse en la base de una nueva ciencia y que permitieran
aprehender un fenómeno que por su naturaleza es cambiante, para luego actuar de
manera conveniente en función de un objetivo establecido. A pesar de que
Clausewitz apeló a la costumbre, no consideró los cambios que tuvo el concepto bellum en sí, y eso le dio al fenómeno
un carácter metafísico que en realidad se hizo visible por la crítica que se
hizo del esfuerzo de conceptualización intentado por el autor en Vom Kriege.
Sin
embargo, Clausewitz afirmó que bellum
era un movimiento para alcanzar un fin en condiciones extremas a partir de la
creatividad en la solución de problemas e imprevistos de cualquier naturaleza.
Este movimiento, que en sí corresponde en esencia a un juego, presuponía la
permanencia de los jugadores, al final del juego, de modo que éste pudiera ser
nuevamente jugado. La permanencia de los jugadores en este sentido, era dada a
partir de la mesura en el acto bélico en sí, y esta mesura le daba a la
propuesta un carácter moral por el efecto que la trinidad tenía en la
composición de dicho fenómeno.
La
apelación al genio estaba sustentada también en una estética entendida desde el
punto de vista moral, con el inconveniente que, el concepto de libertad
necesario, para hacer ésta idea viable estuvo en tensión tanto en la vida de
Clausewitz como en su obra, por el impacto de la tradición y el advenimiento de
nuevos paradigmas de orden político.
En tercer lugar,
la idea del uso del instrumento bélico para provocar un cambio de estado
favorable a quien de él se valiese para alcanzar un propósito político estaba
determinada por la creencia en una necesidad de mantener limitado el alcance
del uso del instrumento en sí, debido a que el uso en tanto que uso podía
generar situaciones incontrolables. La razón por la cual se generaban estas
situaciones tenía que ver con la inconmensurabilidad del fenómeno en sí, en
tanto que una manifestación del cambio, en una circunstancia de cambio, en todo
caso una manifestación de Physis. A
partir de la experiencia histórica, Clausewitz sugirió la prudencia en llegar a
una solución usando ese medio, dado el carácter sangriento del mismo y la poca
certeza que se tenía de que pudiesen ser alcanzados los objetivos que hubiesen
determinado seguir ese camino. Ello explica la idea de la mesura que contenía
la expresión prudencia frente a ese fenómeno y el carácter moral subyacente.
Bellum
fue para Clausewitz, también, un horroroso espectáculo que se presentaba por
acuerdo de las partes que seguían ese camino para alcanzar fines políticos.
Este fue el sentido del duelo, duorum
bellum. La guerra fue, consecuentemente, un estado donde se presentaban los
actos de bellum indiferentemente de
si existía o no un acuerdo previo y que no fue percibido por Clausewitz por la
alta frecuencia de actos bélicos que presenció y conoció en su vivencia. La paz
fue para él un acuerdo que suspendía momentáneamente bellum que no tuvo las connotaciones de unión, eirene o superación de una situación adversa y su finalidad era la
preparación para la realización de otro acto bélico. Con el tiempo las
expresiones bellum (y polemos) se relativizarían,
permaneciendo las expresiones de “guerra” (war, krieg, etc.) para denotar el
acto como sí fuera éste el estado. Y el estado en sí, donde la violencia
política era potencial, fue denominado paz, hasta que por efectos de la
revolución francesa, bellum
adquiriera otra finalidad y otra naturaleza, relativizándose aún más el estado
de paz, es decir, el acuerdo que cesaba el enfrentamiento, favoreciendo, por
consiguiente, la permanencia de una de las manifestaciones de Physis, la guerra y bellum, como lo era y es hoy día el terror y el terrorismo. Esta
relativización fue la que ocultó los diversos significados que ha tenido ese
fenómeno a lo largo de la historia e impidieron al mismo Clausewitz ahondar
sobre la naturaleza del mismo.
En
cuarto lugar, el concepto utilitario de bellum
que suministró Clausewitz y que fue tomado, en general por todos sus
referencistas, sin cuestionar los fundamentos de su obra, también ocultó las
dudas que tuvo este autor sobre un fenómeno que trató de comprender, pero,
estas mismas dudas y la serie de conceptualizaciones que él hizo de este
fenómeno también han dado las bases para una mejor comprensión.
Intento
de comprensión que sólo se inició cuando se ha tenido la certeza de que el
fenómeno en sí se ha mantenido presente a pesar de todos los esfuerzos
realizados para su erradicación. Estos esfuerzos también se han visto
frustrados por el hecho que, al tomar como referente un fenómeno difícil de
conceptualizar, ha sido difícil definir su opuesto y esta circunstancia ha
traído como consecuencia que la humanidad no haya podido salir de un circulo
conceptual producido a partir de otros conceptos que al final de cuentas se
fundamentan en la duda, el temor y el horror. Ello se manifiesta en que, a
partir de Clausewitz, se han consolidado dos visiones de bellum, en sentido utilitario: una que sigue la visión tradicional
del instrumento que tiene a Rawls y Habermas como sus continuadores a pesar de
la visión kantiana subyacente (esto es lo que se podría entender como bellum limitado). La otra visión
proviene de la idea de revolución de
acuerdo con el criterio de Arendt, que hoy día puede ser denominada de derecha
o de izquierda y que han seguido los discípulos de Marx y Engels por un lado y
de C. Schmitt por el otro.
Si
bien fue difícil para Clausewitz, estudiosos y seguidores conceptualizar un
fenómeno que al final de cuentas ha sido históricamente un intento de
reproducción/representación de Physis,
en general, ha sido mucho más difícil establecer un concepto de su contrario,
de su opuesto, que ayude a erradicar algo que forma parte de nuestra condición
humana y por ende de difícil comprensión. Tal vez, partiendo de otro enfoque,
es decir, algo que siendo expresión de la misma Physis y común a todos, fuese lo deseable y asumido de forma
explicita por todos, a partir de sus capacidad para crear y sin presuponer un
fin de la Physis por ser ésta inconmensurable, se podría
establecer un camino que evitara a la humanidad padecer terribles males bajo la
inconsistente argumentación de obrar por el bien común. Al respecto, la expresión
armonía, podría ser la base para
ello.
Todas las
evidencias presentadas precedentemente permiten hacer mención al vínculo
existente entre las nociones de guerra
y paz, a partir de la relación que se
estableció entre las nociones de bellum
y paz. No obstante, habría que
aclarar que la expresión vínculo refiere unión, relación recíproca y fundación,
es decir, base sobre la cual se erige una cosa. Desde esta perspectiva, se
puede afirmar que la expresión vinculo no viene dada por la noción de identidad
de los contrarios que refiere al carácter excluyente que en sí hayan podido
parecer los términos bellum y paz,
porque el mismo Clausewitz expresó que la paz era el momento de preparación
para bellum y bellum en sí era un acto que buscaba un fin político. Esta visión
clausewitziana plantearía el problema de entender la paz como un efecto de bellum o de entender bellum como un efecto de la paz. Este problema en sí evidencia la
dificultad de aprehensión del objeto de estudio y un problema de
conceptualización ya referido previamente.
Si se considera
la entidad que hace bellum y pacta la
paz, es decir, el Estado, se tiene
que ésta entidad, desde el punto de vista westfaliano, ha sido una entidad
erigida para hacer bellum en defensa
de un estado de cosas existente y que se traducen en un orden político que
eventualmente fue y ha sido aceptado por quienes hacen vida en él. Desde este
enfoque se podría afirmar que hay una relación recíproca entre bellum y paz dentro de un estado de guerra encarnado por el Estado.
Ahora bien, si
se tiene presente que Clausewitz hizo bellum
dentro de un orden político aceptado e hizo bellum
también fuera de ese orden, bellum en
tanto que acto puede ser considerado una representación en relación con el
orden aceptado y una manifestación de una situación específica fuera de ese
orden. Como representación bellum fue
hecho por quienes en representación de ese orden político perseguían su
reestablecimiento o la imposición de otro. Como manifestación, bellum, en tanto que expresión de la
condición humana es una manifestación de Physis,
en donde la inconmensurabilidad está en el todo y en cada una de las partes,
por lo cual hay una posibilidad de elección y de creación que está en cada
individuo y que no ha sido considerada en función de ese orden. Como
representación a partir del orden existente, bellum, entonces ha asemejado el efecto del intento de los
representantes de ese orden de reproducir algo desde una caverna (que ha sido
también una representación), siguiendo la metáfora de la caverna de Platón, con
las consecuencias que eso ha traído consigo.
A partir de la
idea de orden y de la pretensión de representar ese orden fue que Clausewitz
llegó a la conclusión de que bellum
era un horroroso espectáculo. A partir de la expresión horroroso espectáculo,
el general prusiano abogó por la mesura y esta mesura era la que debían adoptar
los genios, los conductores militares y políticos, en tanto que decisión
individual con efectos colectivos, por lo que sólo es posible establecer
vínculos entre bellum y paz a partir
de los individuos, no a partir del Estado dentro de la perspectiva westfaliana,
debido a que el Estado es la
continuación de la guerra con otros medios, usando la expresión
clausewitziana, en tanto que
representación de un orden indiferentemente del carácter quiditativo que el
concepto de bellum tuvo subyacente. Desde esta perspectiva es posible
afirmar la existencia de una relación recíproca entre guerra y Estado, de la
que se fundan y han fundado los conceptos de bellum y paz. Este hecho permite
asociar guerra y bellum con terror y terrorismo, haciendo necesario tratar de
darle a la expresión paz un significado que vaya más allá de la idea de orden
que ésta trae subyacente.
Desde la
perspectiva de la expresión guerra, como efecto de un estado producido por una
representación, se podría vincular entonces bellum
(Krieg) con paz como un momento de
una mismidad en sentido heideggeriano, pero si se toma en consideración la
unidad de los contrarios, base de la tesis heracleitica, bellum (polemos) en tanto que metáfora del proceso que conduce a
esa unidad, resulta pertinente hablar de vinculación en tanto que unión, porque
desde la perspectiva de la guerra, bellum
y paz han supuesto momentos sucesivos entre los que participan en un duelo y la
idea de la unidad indica simultaneidad y por consiguiente, superación de una
situación previa como ya se ha afirmado.
Consecuentemente,
si se entiende la expresión guerra, bellum o krieg, no como una representación, sino como una metáfora que
indica la unidad de los contrarios, entonces se puede afirmar que es posible
superar ese estado originado por la pretensión de representar una
representación y obtener nuevos horizontes de comprensión del todo a partir de
las partes que permitan la creación de condiciones para superar situaciones
adversas que afectan al todo y a cada una de las partes.
[1] Para Gadamer un prejuicio era un juicio que se formaba antes de la
convalidación definitiva de todos los momentos que eran objetivamente
determinantes (I, 2003: 337)
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