viernes, 9 de septiembre de 2016

EL BUQUE ESCUELA Y LOS CRUCEROS DE INSTRUCCIÓN: ENTRE LA DIPLOMACIA NAVAL Y LAS EXIGENCIAS ACADÉMICAS


El reciente reconocimiento del Buque escuela “Simón Bolívar” en la “Regata Grandes Veleros Europa 2016” me permite hacer un conjunto de reflexiones acerca del papel de la praxis en el proceso formativo del oficial naval y, en general, del marino venezolano. Ser marino significa seguir un particular modo de vida. Si asumimos como vida, en sentido spinoziano, el vigor gracias al cual una cosa se mantiene en su propio ser (“per vitam intelligimus vim, per quam res in suo esse perseverant”)(Cogitata Metaphysica, 580), ser-marino significa perseverar en su propio ser en un medio que no es el propio para el desenvolvimiento humano. Esto ocurre en un mundo donde hay más agua que tierra. Así pues, si Ser es vivir en una praxis basada en la duración de una existencia, Ser-marino es vivir de acuerdo con una praxis basada en la duración de su existencia en el mar.
Desde que los hombres en las primeras civilizaciones potámicas se lanzaron al mar, estuvieron conscientes que Ser-marino es actuar como marino en el medio que determina su existencia. Las civilizaciones marítimas que surgieron en el siglo XV lo hicieron a partir de la asunción consciente de esa realidad hasta que la ciencia fue haciendo más fácil la vida en ese espacio. A partir del siglo XVIII, al menos en España, se buscó sintetizar la formación práctica y la formación teórica en lo que se conoció como escuela de guardiamarinas. Este antecedente de suyo explica la institucionalización del primer centro de formación naval en la Venezuela republicana en el año 1811. Después de la guerra de independencia y hasta el año 1937, la formación del marino venezolano orbitó entre dos tendencias: una eminentemente práctica donde los marinos se formaban directamente en buques que fungieron como “buques escuelas” y otra teórico-práctica donde recibían su formación en centros ubicados en tierra con pasantías a bordo de los buques de la escuadra. En el cuadro que se muestra a continuación se señala de forma sucinta los diversos cambios que sufrió la formación naval entre 1811 y 1937:

Si se omite el año 1811, por efectos de la caída de la primera república, se puede afirmar que la Escuela Naval funcionó embarcada por cuarenta y seis años entre 1837 y 1937 y la Escuela Naval en tierra cincuenta y nueve años. Como se sabe la efectividad en combate está ligada a la efectividad de la formación, así pues, los marinos que fueron formados entre 1837 y 1848 fueron en parte los que sofocaron la rebelión de Páez entre 1848 y 1853, pero fracasaron en impedir la instauración del liberalismo amarillo en el país. Como Escuela Naval embarcada entre 1881 y 1910 formó a los oficiales que combatirían contra las fuerzas navales anglo-franco-colombianas en Río Hacha y contra la revolución Libertadora entre los años 1901 y 1903. La inestabilidad institucional que se observa entre 1914 y 1922 se debió al papel que jugó la armada en el intento de detener las ambiciones políticas de Juan Vicente Gómez. Y entre 1922 y 1937 se produjo un proceso de estabilización y evolución de la formación naval hasta el presente que en términos de efectividad se evidenció en acontecimientos relevantes como la Segunda Guerra Mundial[2] y en la crisis de Los Monjes (1952), hasta la crisis de la corbeta “Caldas” (1987) y el deslave de Vargas en el año 1998, entre otras actividades rutinarias como el patrullaje, la disuasión estratégica convencional, la guardacostas, la diplomacia naval y la participación en el desarrollo del país.
Esta singladura realizada para mostrar cómo la formación naval ha incidido en el desempeño desplegado por los marinos venezolanos en la historia republicana permite examinar ahora la articulación del Buque Escuela y los cruceros de instrucción con las funciones de la Armada. Para ello vamos a describir cómo se produce o cómo debe producirse la articulación entre funciones de la Armada y la actividad formativa teniendo como norte los cruceros de instrucción, luego vamos a examinar la característica que identifica los cruceros desde inicios del siglo XX hasta los años 80’s y la instrucción que se imparte, luego vamos a analizar el contexto en que opera el Buque Escuela “Simón Bolívar” dentro de la flota naval venezolana y los diferentes criterios que han existido en cuanto a su utilización y su capacidad para responder a las necesidades formativas de la Armada, seguidamente vamos a explicar las orientaciones que se siguen para la planificación estratégica, operativa y académica y cómo se evidencia en la práctica por intermedio de mi experiencia personal; por último, haremos unas consideraciones finales.
1.        La articulación entre las funciones de la Armada y la actividad formativa.
Si bien una Ley Orgánica define cuáles son las funciones de la Armada, podemos afirmar que éstas se sintetizan en Defensa, Guardacostas o policía en el mar (mantenimiento del orden interno) y participación activa en el desarrollo nacional. Aunque la tendencia es de ver estas funciones como separadas, en el mar y para el mar todas están estrechamente relacionadas. Por ello me voy a focalizar en principio en la defensa naval porque de allí se va a poder visualizar mejor las otras funciones básicas. La defensa naval comporta el estar preparado para aplicar la fuerza en caso que se necesite para preservar un derecho dado[3]. Este estar preparado y mostrar la capacidad que está subyacente disuade. Esta preparación supone saber qué pasa en el espacio marítimo y crear las condiciones de posibilidad de hacer ello posible. Este saber se traduce en el ejercicio de control del espacio y crear las condiciones de posibilidad para hacer ello posible. Aquí entre el tema del orden interno y del desarrollo. En caso de fallar la disuasión se compele por la fuerza a restituir el statu quo. Si no se puede compeler efectivamente, se persigue negar el uso del espacio marítimo.
Este acto de compeler en sí comporta un interrogante: ¿hasta qué punto un acto de fuerza no necesariamente significa que pueda decirse que hay una guerra? Si no es considerado guerra, todos los actos de fuerza quedan en la franja gris de la diplomacia naval.
La diplomacia naval comprende los actos de fuerzas para crear un fait accompli (punitiva), para sacar ventaja de una situación compleja (catalítica) y para expresar un interés que abarca un objeto de deseo o una buena voluntad. Los cruceros de instrucción realizados por buques que cumplen funciones de Buque Escuela se encuentran dentro de esta categoría. La formación naval consecuentemente está orientada a crear las condiciones de posibilidad de actuar dentro de este marco. ¿Qué implica ello? La formación en sí y la capacitación mediante cursos de postgrado en los diferentes institutos navales que están bajo la egida actual de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela (UMBV).
La universidad forma los individuos, la Armada debe adiestrarlos para que actúen en un equipo capaz de auto-organizarse permanentemente. Para ello, la Armada tiene estipulado, una serie de actividades como la escuela de buques, los ejercicios de buque independiente, los ejercicios de escuadra, los ejercicios conjuntos y los ejercicios combinados. La escuela de buque y los ejercicios de buque independiente corresponden a la actividad de alistamiento que coloca a la tripulación de un buque en condiciones para cumplir con su misión como un equipo integrado. En este marco es que se encuentran circunscritos los cruceros de instrucción. El crucero de instrucción constituye el punto de articulación entre la formación académica y el cumplimiento de las funciones de la Armada.
2.    Las características de los cruceros de instrucción.
El primer crucero de instrucción realizado en nuestro país del que se tenga data se hizo en el año 1911 a bordo del crucero “General Salom”. Su objeto fue formar a los aspirantes a oficiales en la nueva ciencia de la navegación astronómica, así como en la navegación costera y rendir un homenaje al Libertador en su última morada en el centenario de la declaración de la independencia. Además, este crucero de buena voluntad a Santa Marta se hizo con la finalidad de promover la distensión entre Venezuela y Colombia luego de una etapa crítica que produjo una confrontación armada no convencional, dentro del marco de la sentencia del Laudo Arbitral de Madrid que significó la pérdida de una importante franja de territorio venezolano.
El segundo crucero de instrucción se realizó en el año 1936 a bordo de la Motonave “Bolívar”. Su destino fue Montevideo, Buenos Aires y Santiago. Se hizo una visita de cortesía a Río de Janeiro por necesidades operativas. Además de la función formativa, desde el punto de vista diplomático nuestro país estuvo buscando un acercamiento con los países del sur, por una parte, para posicionarse en el nuevo escenario regional generado como consecuencia de la guerra peruano-colombiana y la guerra paraguayo-boliviana y, por la otra, para pedir apoyo político y militar luego que la clase dirigente se percatara que el país no estaba en capacidad de defenderse desde el punto de vista militar[4]. El tercer crucero estuvo previsto realizarse el 09 de diciembre del año 1941 a bordo de los cañoneros “Soublette” y “Urdaneta” por el territorio insular venezolano, pero fue cancelado por el ataque japonés a la base estadounidense de Pearl Harbor. Los cruceros de instrucción se retomarían a partir del año 1946 y con la incorporación de nuevos medios se comenzaron a hacer regulares, es decir, anuales para los guardiamarinas que estaban ya próximos a su graduación. Ahora, las materias básicas que se impartían en esos cruceros fueron: navegación (astronómica y costera), artes marineras, meteorología e hidrografía, maquinas auxiliares y control de averías, protocolo y derecho del mar. Vamos a examinar ahora el porqué de estas materias y su vigencia.  
*      Navegación costera y astronómica.
Después del bloqueo del año 1902-03 hubo un entusiasmo por desarrollar el poder marítimo venezolano que se materializó en la construcción y adquisición de nuevos buques y por hacer que la marina venezolana dejase de ser costera (Rivero-Blanco, 2013). La potencia de ese espíritu estuvo impulsada por el hecho que, gracias a la facilitación de los cálculos de posicionamiento astronómico logrado por marinos estadounidenses, ingleses y franceses, la navegación se hizo más segura y con importantes consecuencias desde el punto de vista táctico y operacional[5]. En las dos primeras décadas del siglo XX el encargado de formar a los futuros marinos venezolanos fue el oficial de origen alemán Frederick Litton (Bracho, 2011). La intensidad con que este oficial logró potenciar en el espíritu del marino venezolano la condición de posibilidad de acceder a los grandes espacios ha sido invalorable. Este espíritu provino del conatus que se expresó en los marinos venezolanos que tuvieron que enfrentar marinas oceánicas en el año 1901, 1902 y 1903 en condiciones de desventaja.

En la Ilustración mostrada, teniendo como fondo a Taurus, se observan cuatro momentos de la instrucción en navegación astronómica en nuestro país: 1916 a bordo del crucero “Salom”, en la década de los años sesenta a bordo de un destructor de la clase “Nueva Esparta”, en la década de los setenta a bordo de un destructor de la clase “Clemente” y por último a bordo del Buque Escuela “Simón Bolívar”. ¿Por qué aun hoy en día es importante enseñar la navegación astronómica? La respuesta a esta pregunta primero nos las dieron los marinos argentinos que no pudieron usar los sistemas de posicionamiento global Omega-Loran en la guerra de las Malvinas debido a que los estadounidenses se la negaron en beneficio de los británicos y segundo, en este año, la marina estadounidense impartió la orden a sus centros de formación de volver a la enseñanza de la navegación astronómica debido a que tienen certeza de que sus sistemas de posicionamiento global pueden ser disturbados. Con ello se evidencia que el saberse posicionar es una capacidad capital para ser-en-el-mar.
Con estos señalamientos, se puede concluir fácilmente que la esencia del Ser-marino es la posibilidad de posicionarse en el mar océano, es decir, poder decir “estoy en una plataforma ubicada aquí” y esta posibilidad está dada por un saber cuyo fundamento orbita en torno a una abstracción. El saber es lo que posibilita la defensa y el control para asegurar el cumplimiento de la ley.
*      Meteorología e Hidrografía.
En mi experiencia profesional, la peor situación climatológica que viví fue a bordo de la Fragata “General Soublette” cuando se dirigió a Génova Italia en el año 1982. Ello ocurrió cuando el Comandante del buque decidió cruzar el golfo de León para acortar distancia. Pero se hizo en un momento en que los vientos fríos del invierno boreal chocan con los vientos cálidos del norte de África. Las condiciones de mar fueron tan críticas que se suspendió la faena a bordo y yo, perplejo y sumido en la más completa ignorancia me deleitaba viendo como la proa del buque rompía las olas y las ráfagas de aire y agua chocaban contra el puente impidiendo que los serviolas pudieran ocupar sus puestos de guardia. Ahora hay que imaginarse que un velero requiere del viento para propulsarse y sus tripulantes necesitan saber el clima para obtener la mayor ventaja y para evadir las situaciones desventajosas. La hidrografía ayuda a conocer dónde refugiarse y dónde no, teniendo presente esas condiciones climáticas.
Para tener una idea de la necesidad de conocer las condiciones climáticas y determinar hidrológicamente a dónde ir y a dónde no, podemos usar como ejemplo el crucero de instrucción seguido por el Buque Escuela este año para poder comparecer a la Regata de Grandes Veleros, considerando que la fecha de la reunión era en un momento en que se daba inicio a la temporada de huracanes. Para aprovechar los vientos de la manera más eficiente se navegó al noroeste, luego al norte franco hasta una latitud suficiente para aprovechar los vientos alisios y después navegar al este. Como es de suponer, la regata está concebida para aprovechar los vientos alisios.
Así pues, el conocimiento de la meteorología y la hidrografía constituye el equivalente en tierra de cómo y dónde hacer un túnel o cavar una trinchera.  
*      Artes marineras.
Una vez estuve en una reunión pre-zarpe para un ejercicio combinado con buques de la Marina de Brasil. En esa reunión se estaba discutiendo sí se incluía o no un ejercicio de transferencia en la mar y el jefe de la delegación venezolana dijo que sí porque se podía hacer rápido, mientras que el representante brasileño, más cauto, indicó que una maniobra marinera podría durar cinco minutos o cinco horas. El venezolano confiaba en el alto nivel de adiestramiento de sus unidades y las brasileñas. El brasileño estaba considerando otras variables. Supongo que en esas variables se incluían la integración de ambos equipos. Así pues, como cavar una trinchera o un túnel tiene su técnica, aprovechar los elementos que condicionan la navegación también. El saber cómo aprovecharla y hacer que la tripulación actúe como un equipo para lograrlo es un arte que debe ser cultivado. El cultivo proviene indiscutiblemente de la práctica.
Si los tripulantes venezolanos pudieron destacarse en la regata europea se debió a que tuvieron el tiempo suficiente para prepararse durante la derrota seguida para comparecer  en la competencia. Esta preparación incluye, la articulación del conocimiento de los vientos y las corrientes favorables con maniobras de aparejos, de cabos y de velas.
*      Maquinas auxiliares y control de averías.
Dentro del marco de la regata “velas Suramericanas, 2010” naufragó el velero canadiense “Concordia” de la Universidad West Island College International, debido a que fue afectado por fuertes vientos. No hubo pérdidas de vida. Así como el viento puede ayudar a un buque lograr su cometido, también puede llevarlo al fondo del océano. El otro problema es un incendio a bordo. El Buque Escuela chileno “Lautaro” naufragó en el año 1945 porque se produjo un incendio en la carga que transportaba. Ahí si hubo víctimas fatales. 
El sistema principal de propulsión de un velero son las velas. Hay historia de velas rifadas (rotas) y de mástiles rotos que hacen que la tripulación esté preparada para hacer reparaciones importantes. El Buque Escuela “Simón Bolívar” no ha sido ajeno a ello.
Un Incendio es catastrófico. En mi experiencia personal logré que mis equipos lograsen que un conato de incendio sólo fuese eso porque si pasaba de allí los pronósticos se hacían reservados. No sé qué pasó en el “Lautaro”, pero un incendio fuera de control sólo puede ser atajado por otro buque como pasó con el incendio del ARV “Goajira” y el papel que jugó el ARV “Esequibo” para evitar un desastre. Las varaduras y las colisiones pueden producir vías de agua. Esto amerita aprender a manejar pesos y contrapesos para asegurar que el centro de masa y el centro de gravedad hagan mantener el buque en su posición de equilibrio. Además de este problema pueden surgir otros como accidentes, imprevistos y averías. En la regata “Velas Suramericanas, 2010” murió un cadete canadiense a bordo del Buque Escuela chileno; además, un guardiamarina venezolano tuvo que desembarcarse en Fortaleza por apendicitis y ser atendido satisfactoriamente (un año antes) y el mismo Buque Escuela venezolano necesitó de unos repuestos para solucionar unas averías que se presentaron en la regata suramericana en el año 2010, antes de que se produjera la partida. En todo caso, un oficial naval debe estar preparado para ello para poder estar en condiciones de representar efectivamente al país.
*      Protocolo.
Se cree que navegar es un tiempo de trabajo y estar en puerto uno de descanso, pero en un buque del Estado eso no es necesariamente así. Menos en un crucero de instrucción. Hay que cumplir con una serie de actividades protocolares que en sí mismo marcan la naturaleza del intercambio que se va a realizar o del tipo de relación que hay que establecer. En un crucero de instrucción y en un Buque Escuela como el “Simón Bolívar” se descansa navegando aunque suene paradójico.
El protocolo es un lenguaje que ayuda a identificar una acción amistosa de una inamistosa. Ese es el lenguaje de la diplomacia y consecuentemente de la diplomacia naval. En el mar esa identificación es decisiva porque puede implicar el empleo de la fuerza en cualquiera de sus formas. El protocolo regula todos los encuentros y los intercambios en una franja gris de actuación diplomática que puede significar la paz o la guerra. Es un juego de lenguaje en el sentido wittgensteniano que puede ser antesala de un enfrentamiento armado[6]. ¿Por qué mi insistencia en la diplomacia? Porque la diplomacia es el campo por intermedio del cual, a pesar de la existencia de regulaciones, determina qué hacer dónde ya no existe ninguna norma que sea comúnmente aceptada. Y la guerra actual se desarrolla en este campo. De ahí el título de la obra de Qiao y Wang (1999) Unrestricted Warfare.
*      Derecho del mar.
El derecho del mar es el marco regulatorio de todas las acciones que se realizan en el mar. Este se fundamenta en la costumbre y en las normas existentes sobre el cual se va a hacer el protocolo, y por consiguiente, la diplomacia. Como se sabe, Venezuela no es signataria de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar debido a que no apoyó el concepto de isla y sus consecuencias en cuanto a los títulos que otorga y no está de acuerdo con los mecanismos de delimitación establecidos. En lo demás si está conforme por lo que ese tratado no es para nosotros ley, pero por la costumbre internacional, que ya ha cristalizado, nosotros debemos conocer y poner en práctica lo que defendemos y lo que aceptamos y ello parte del conocimiento de la norma. ¿Por qué es importante lo que estamos indicando? Por el reconocimiento que está subyacente. Ello se evidencia por dos razones fundamentales: en primer lugar, en Alta Mar un buque se comporta como un Estado, sí ello no es así puede constituirse en una causa de conflicto. Un ejemplo de ello se presentó en el siglo XVIII y afectó al territorio venezolano cuando un guardacostas español detuvo a un contrabandista británico. Este incidente fue causa de guerra. En segundo lugar, el no reconocimiento por parte de un tercer Estado de los espacios marítimos venezolanos puede ser también un casus belli si se produce una escalada. Ello se evidenció, por una parte, en la crisis de la corbeta “Caldas” y, por la otra, en las acciones de desconocimiento de los títulos venezolanos en el Golfo de Venezuela que realizó el buque guardacostas “Relience” de EE.UU.
En el mar, si no hay un reconocimiento recíproco por parte de dos Estados se puede decir fácilmente que se está en estado de guerra. Este hecho hoy en día es más evidente si se consideran la Guerra contra el Terrorismo y la Guerra contra el Narcotráfico
Para finalizar este parágrafo, los elementos instruccionales antes indicado constituyen el fundamento a partir del cual es posible pensar en crear en un oficial naval las condiciones de posibilidad para la defensa naval, el mantenimiento del orden interno en el mar (guardacostas) y la participación activa en el desarrollo nacional. La teoría y la praxis son los medios para hacer ello posible.
3.        Buque Escuela “Simón Bolívar”: contexto de operación y los criterios de su utilización.
Como se sabe, el Buque Escuela “Simón Bolívar” entró en servicio en la Armada nacional en el año 1980 realizando su primer crucero de instrucción al exterior en el año 1981. Hasta el presente ha participado en veintiocho cruceros que han llevado a los marinos venezolanos a los mares del sur y el estrecho de Magallanes, océano Pacífico, al mar Báltico, mar Mediterráneo, mar del Norte y más allá del océano Atlántico Meridional, al norte y al sur. Este navío está asignado al escuadrón de buques de apoyo del Comando de la Escuadra y además de realizar cruceros de instrucción al exterior, participa en una serie de actividades operativas y académicas en concordancia con las funciones y necesidades de la Armada. En esta ubicación en la estructura organizacional es que se produce la articulación entre funciones de la Armada y la actividad educativa enmarcada dentro de la UMBV.
Este aspecto relacionado con la formación obliga a tratar de responder por qué un buque a velas para la formación del oficial naval en una era dónde la inteligencia artificial y la alta tecnología, en diferentes facetas del quehacer humano, han ocupado más espacios. Esta pregunta tiene varias vertientes a ser tomadas en consideración, no obstante ello, si se consideran que hoy en día, a escala global existen más buques de ese tipo, la tendencia no ameritaría una explicación. Solo basta mencionar la relativamente recientes puesta en servicio del Buque Escuela peruano “Unión”, los japoneses “Nippon Maru II” y “Kaiwo Maru”, el polaco “Dar Młodzieży”, los rusos “Nadezhda” y “Mir”, el ucraniano “Khersones”, el hindú “Tarangini” y el buque oficial brasileño “Cisne Branco”.
Pero, si se tiene presente que el nuevo espacio de combate abarca aquellos dónde el hombre sólo puede operar desde una plataforma, es decir, el tradicional espacio marítimo y aéreo, el espacio ultraterrestre y el electromagnético lo que hay que considerar qué es pertinente saber para poder hacer la guerra en caso de necesidad de defender el espacio geográfico nacional[7]. Haciendo una abstracción, pudiéramos afirmar que se hace necesario navegar con seguridad, conocer el ambiente de operación, operar con una gran pericia (marinera), estar en capacidad de conocer la maquinaria de funcionamiento y ser capaz de reparar averías, conocer las reglas de juego de negociación (protocolo) y conocer hasta dónde llegan las reglas de derecho para operar más allá de ellas si se hace necesario. En estas circunstancias, los cruceros de instrucción y la formación naval complementada con lo que se conoce como escuela de buques da la suficiente capacidad de abstracción para desenvolverse en un espacio dónde el hombre sólo puede operar con una plataforma. Ello mutatis mutandi es similar a la formación de un piloto, la formación de un combatiente para operar en el espacio electromágnetico (ciberguerra) o para ejecutar operaciones psicológicas para afectar el espacio de la conciencia.
Así pues, el contexto de operación del Buque Escuela “Simón Bolívar” es un espacio abstracto o espacio virtual como también ha sido denominado. Como el espacio abstracto sólo es aprehendido gracias al conocimiento, este espacio en sí es el espacio de la conciencia. De ahí se deduce que, como la guerra gracias a los desarrollos tecnológicos se presenta por el conocimiento en la conciencia, desarrollar capacidades defensivas en el mar, de orden interno en el mar y de participación en el desarrollo para operar en el mar, son sólo posibles si se forman a los futuros oficiales para operar en ese espacio mediante la teoría y la praxis.
Esta sentencia comporta otra reflexión. Así como desde 1911 el espíritu de los oficiales de la Armada se cultivó para crear las condiciones de posibilidad de que ellos fuesen capaces de operar en el mar océano, ¿cómo es posible articular un tipo de formación orientada por un Concepto Estratégico Militar que considera la defensa desde una perspectiva diferente, es decir, la defensa popular prolongada del territorio que supone de suyo que la acción de la Armada se reduce, en el mejor de los casos, a las costas? Más aun ¿cómo es posible articular la formación para la defensa naval, el mantenimiento del orden interno en el mar y la participación activa en el desarrollo desde una concepción militar orientada a la defensa territorial cuando el país depende de las líneas de comunicaciones marítimas para exportar e importar todo aquello que garantiza su existencia?
Si se considera que la libertad de usar el mar océano como un interés marítimo que permite garantizar la existencia misma de la república, el Buque Escuela “Simón Bolívar” encarna el espíritu de la comunidad política venezolana tal como ha sido históricamente desde su gestación con sus aciertos y errores y es la condición de posibilidad de defensa de sus intereses marítimos. Por ello, creo firmemente que más allá de la celebración por la relevancia de la participación del Buque Escuela “Simón Bolívar” en la regata europea, habría que preguntarse hasta qué punto el Estado está en sintonía con la defensa de sus intereses marítimos para que la proyección, por intermedio de un buque de la Armada, sea expresión del espíritu venezolano. Ello hace necesario que en el futuro por venir, la república como un todo debe adoptar su esencialidad marítima como un medio para su desarrollo.
Para ello debe considerar que si en los actuales momentos el hábitat global está en un proceso de cambios climáticos que se han acelerado por la intervención del hombre, además del buque escuela “Simón Bolívar”, se debería pensar en la incorporación de otro buque que fuese capaz de enseñar a oficiales navales y científicos cómo la naturaleza de estos cambios han afectado el espacio marítimo venezolano y las operaciones navales. Ello supondría que este buque tuviese capacidad de operar e investigar en todos los mares, incluso las aguas polares que son parte de nuestros intereses marítimos. La causa de esta afirmación obedece que la investigación científica marina es una forma en que se expresa el uso del espacio y de potenciar otros usos desde la perspectiva del concepto de desarrollo.
Veamos ahora cómo se materializa esa proyección para manifestar esa maritimidad venezolana desde el  punto de vista administrativo.
4.        Orientaciones en cuanto a planificación estratégica, operativa y formativa.
Teniendo presente las consideraciones realizadas en el parágrafo anterior, la determinación de un crucero de instrucción sigue un proceso que se fundamenta en los intereses nacionales que tiene presente a su vez los intereses marítimos del Estado. Este proceso se desarrolla en una interacción que incluye al Ministerio del Poder Popular de Relaciones Exteriores (MPPRE), el Ministerio del Poder Popular para la Defensa (MPPD) y de forma más específica a la Armada.
La Armada considera además los aspectos logísticos y operativos y la UMBV por intermedio de la Escuela Naval los formativos. Veamos cómo. La Armada evalúa las condiciones operativas del buque y sus necesidades de mantenimiento. Ello significa que los cruceros no necesariamente se hacen en el mismo buque. En el caso del Buque Escuela “Simón Bolívar” a principios del siglo XXI sufrió un profundo proceso de mantenimiento que hizo que varios cruceros de instrucción se realizaran otros buques de la Escuadra.
De igual forma, hay que tener presente los requerimientos políticos y estratégicos del MPPRE, del MPPD, de la conveniencia de las invitaciones realizadas por otros países y de las necesidades operativas y estratégicas de la Armada. La evaluación de todos estos aspectos es lo que hace que se decida una derrota y un itinerario. Por ejemplo, la visita del Buque Escuela a Rusia obedeció a necesidades estratégicas determinadas por la Armada y para asistir a la regata 2016 se establecieron tres puntos por necesidades logísticas, aunque también pudiera coincidir en la necesidad de reforzar lazos. Estos fueron: Cuba, Canadá y las islas Canarias. La asistencia en sí a la regata fue por aceptación de una invitación.
Desde la perspectiva educativa se considera, una vez prefigurado el derrotero, sí afecta o no el currículo y ello por supuesto produce modificaciones al crucero y al programa educativo. Si ello no es posible, se cambia el derrotero o se desembarcan a los cadetes como ocurrió en la regata “Velas Suramericanas 2010” y se reemplazan. En la regata 2016, se desembarcaron.
Así pues, si se considera, por ejemplo, que Venezuela va a asistir a la regatas “Velas latinoamericanas, 2018”[8] que va a reeditar lo acontecido en el año 2010, se debe tener presente si para cumplir esa cita, el buque necesita un importante proceso de mantenimiento. Si es así, el crucero de instrucción 2017 se hará en otro buque de la Armada. Ello no significa que tenga un menor alcance dicho crucero por ser un ajuste desde el punto de vista de expectativas. De igual forma, habrá que evaluarse la necesidad de hacer ajustes al proceso formativo de los futuros oficiales.
Estas reflexiones obligan a pensar la planificación a satisfacer también las necesidades nacionales tanto desde el punto de vista político-estratégico, militar y operacional naval, es decir, teniendo presente que se acercan los bicentenarios de la batalla de Carabobo, Lago de Maracaibo y Puerto Cabello y Ayacucho, el Estado venezolano ¿tiene contemplado conmemorar esas fechas?, ¿En Maracaibo no sería conveniente considerar la posibilidad de hacer una regata internacional, o contemplar hacer una regata internacional que tenga esa ciudad de manera especial o como anfitriona?.
Creo que la conmemoración de la batalla de Ayacucho va a ser especial y por las fechas limita la planificación de una conmemoración importante venezolana. De igual forma habría que tener presente la posibilidad de realizar una conmemoración de forma combinada con Colombia o no y qué implicaciones tendría ello para la política del Estado. Con ello ya podemos adentrarnos en cómo ha sido la praxis de los cruceros de instrucción.
5.    La praxis de los cruceros de instrucción.
En lo personal he sido alumno en el Buque Escuela “Simón Bolívar”, he vivido la planificación estratégica y operativa y la ejecución de algunos cruceros de instrucción, por ello vamos a referirnos un poco a mi experiencia.
Como alumno viví la combinación estudio/faenas marineras y protocolo en mar y en puerto. Para un individuo sin la responsabilidad de un cargo es espectacular. No obstante ello como ya indique se descansa navegando. En la regata “Velas Suramericanas, 2010” me correspondió hacer la conferencia pre-zarpe en Cartagena de Indias para preparar la estadía de los buques en aguas venezolanas. Después de esa conferencia se me acercaron varios comandantes de buques de países sureños para que le planteara a los conductores venezolanos la posibilidad de reducir la actividad protocolar por el cansancio al que estaban sometido las tripulaciones luego de haber dado la vuelta a Suramérica. Considerando los accidentes que habían ocurrido en la regata plantee los requerimientos que surgieron en esa reunión y estos fueron aceptados. Los tripulantes de todos los buques pudieron descansar dos días en Los Roques...
Desde el punto de vista político-estratégico, en el año 2005 estuve en una reunión de Estado Mayores de las Armadas de Venezuela y Argentina y salió a relucir el tema de la planificación de la regata “Velas Suramericana, 2010”. En esa planificación la representación venezolana pidió unirse a esa actividad como organizador otorgándonos una considerable libertad de maniobra desde el punto de vista operativo. Esto fue una iniciativa de la delegación venezolana que fue posteriormente aceptada por las autoridades venezolanas.  
En el año 2010, durante la ejecución de la regata suramericana tuve la oportunidad de recibir al Buque Escuela “Simón Bolívar” en Fortaleza (Brasil) y en Cartagena de Indias (Colombia). En Fortaleza se tuvo que desembarcar y evacuar a un cadete por apendicitis y se tuvo que hacer el papel de intermediario para el envío de repuestos necesarios para la máxima operatividad del buque. Además hubo que planificar y coordinar las actividades en puerto. En Cartagena de Indias, la situación fue más complicada: Venezuela había roto relaciones diplomáticas con Colombia, pero el gobierno venezolano había decidido dejar al personal militar. Además de los requerimientos hechos por participantes sobre las actividades protocolares, el asunto complicado allá fue cómo encarar una posible visita del presidente de Colombia al buque venezolano y/o otro representante oficial. Aquí es donde tiene sentido el juego de lenguaje, en sentido wittgensteniano, antes señalado. El hecho que pasara desapercibida la situación indicó que no hubo ningún inconveniente.
Faltaría vivir la experiencia de organizar una conmemoración como el bicentenario de la batalla del Lago de Maracaibo.
6.    Consideraciones Finales.
En vista de lo antes señalado dejo, para finalizar, una serie de aspectos a ser evaluados desde la perspectiva de la planificación político-estratégica, operativa y educacional para los próximos cruceros de instrucción:
*      El Buque Escuela debe ser preparado para la “VELAS SURAMERICANAS 2018” por lo que hay que prever si, en el año 2017, se utilizará otro buque de la Escuadra.
*       Hay varios bicentenarios pendientes: la batalla de Carabobo (2021), la batalla del Lago de Maracaibo y la toma de Puerto Cabello (2023) y hay que considerar que la conmemoración de Ayacucho (y también Pichincha o Guayaquil) como una limitante a cualquier celebración venezolana.
*       El bicentenario de la batalla del Lago de Maracaibo puede tener implicaciones binacionales en cuanto a la organización y ejecución.
*      La capacidad de navegar en el Alta Mar expresa la comunión que debe existir entre capacidades de una república y sus intereses marítimos, por lo que los cruceros de instrucción y la relevancia que pueda tener para el gentilicio venezolano debe ser un tema de reflexión acerca de qué hace el Estado, más allá del esfuerzo de los oficiales de la Armada, por hacer honor a los intereses marítimo de una gran parte del espacio geográfico nacional. Por último,
*      La enseñanza que se da en el Buque Escuela debe ser complementada por la necesidad de formar a las tripulaciones entendidas como una totalidad en una escuela de buques. Ello hace necesario considerar, en primer lugar, la incorporación de un buque de investigaciones científicas marinas que sirva para que oficiales y estudiosos del espacio marítimo conozca el medio de operación y los cambios que actualmente está sufriendo. Este nuevo buque debería ser semejante al crucero “Mariscal Sucre” adquirido en el año 1911. En segundo lugar se debe potenciar la escuela de buques para aumentar la efectividad y economía de los medios que dispondrá la Marina de Guerra de Venezuela en el futuro por venir.
Bibliografía Consultada.
BLANCO, E. (2004). Reflexiones sobre Estrategia Marítima en la Era de la Libertad de los Mares. Caracas. Editorial Panapo. 376 p.

BLANCO, E. (2010). Espacio-tiempo y la Guerra. Ensayos sobre política y estrategia marítima. Caracas. Editorial Panapo. 276 p

BLANCO, E. (2013). “Argentina, Uruguay, Chile y Venezuela: Diplomacia Naval 1935-1945”. Caracas. [Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2013/01/argentina-uruguay-chile-y-venezuela_4172.html

BLANCO, E. (2016). De la Guerra y la Paz: Una Perspectiva Hermenéutica. Madrid. Editorial Académica Española. 352 p.

BRACHO, J (2011). Iconología Naval Venezolana. La imagen y el símbolo en 200 años de Historia. Caracas. CGA. 212 p.

FARAGE, L. (Comp.) (2011). Venezuela y la Segunda Guerra Mundial. Caracas. CGA. 472 p

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RIVERO-BLANCO, R. (Ed.) (2013). Historia de la Marina de Guerra de Venezuela de inicios del siglo XX. Vida y obra del CC Ramón Díaz. Caracas. Ediciones del autor. 275 p.

QIAO, L & WANG, X. (1999). Unrestricted Warfare. [Documento en línea]. Beijing: PLA Literature and Arts Publishing House. Disponible: http://www.cryptome.org/cuw.htm . [Consulta: 13FEB2002].



[1] Ponencia a ser presentada en las II Jornadas de Reflexión Curricular de la UMBV.
[2] Ver al respecto. Blanco (Farage, 2011).
[3] Ver al respecto: Blanco (2004).
[4] Ver al respecto: Blanco (2013).
[5] Ver al respecto: Blanco (Rivero-Blanco, 2013).
[6] Ver al respecto: Blanco (2016).
[7] En fecha reciente ver el ensayo de Szoldra (2016), pero un análisis más profundo sobre la guerra y los espacios abstractos, ver: Blanco (2010).

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