El reciente reconocimiento del Buque escuela “Simón Bolívar”
en la “Regata Grandes Veleros Europa 2016” me permite hacer un conjunto de
reflexiones acerca del papel de la praxis en el proceso formativo del oficial
naval y, en general, del marino venezolano. Ser marino significa seguir un
particular modo de vida. Si asumimos como vida, en sentido spinoziano, el vigor
gracias al cual una cosa se mantiene en su propio ser (“per vitam intelligimus vim, per quam res in suo esse perseverant”)(Cogitata Metaphysica, 580), ser-marino
significa perseverar en su propio ser en un medio que no es el propio para el
desenvolvimiento humano. Esto ocurre en un mundo donde hay más agua que tierra.
Así pues, si Ser es vivir en una praxis basada en la duración de una
existencia, Ser-marino es vivir de acuerdo con una praxis basada en la duración
de su existencia en el mar.
Desde
que los hombres en las primeras civilizaciones potámicas se lanzaron al mar,
estuvieron conscientes que Ser-marino es actuar como marino en el medio que
determina su existencia. Las civilizaciones marítimas que surgieron en el siglo
XV lo hicieron a partir de la asunción consciente de esa realidad hasta que la
ciencia fue haciendo más fácil la vida en ese espacio. A partir del siglo
XVIII, al menos en España, se buscó sintetizar la formación práctica y la
formación teórica en lo que se conoció como escuela de guardiamarinas. Este
antecedente de suyo explica la institucionalización del primer centro de
formación naval en la Venezuela republicana en el año 1811. Después de la
guerra de independencia y hasta el año 1937, la formación del marino venezolano
orbitó entre dos tendencias: una eminentemente práctica donde los marinos se
formaban directamente en buques que fungieron como “buques escuelas” y otra
teórico-práctica donde recibían su formación en centros ubicados en tierra con
pasantías a bordo de los buques de la escuadra. En el cuadro que se muestra a
continuación se señala de forma sucinta los diversos cambios que sufrió la
formación naval entre 1811 y 1937:
Si se omite el año 1811, por efectos de la
caída de la primera república, se puede afirmar que la Escuela Naval funcionó
embarcada por cuarenta y seis años entre 1837 y 1937 y la Escuela Naval en
tierra cincuenta y nueve años. Como se sabe la efectividad en combate está
ligada a la efectividad de la formación, así pues, los marinos que fueron
formados entre 1837 y 1848 fueron en parte los que sofocaron la rebelión de
Páez entre 1848 y 1853, pero fracasaron en impedir la instauración del
liberalismo amarillo en el país. Como Escuela Naval embarcada entre 1881 y 1910
formó a los oficiales que combatirían contra las fuerzas navales
anglo-franco-colombianas en Río Hacha y contra la revolución Libertadora entre
los años 1901 y 1903. La inestabilidad institucional que se observa entre 1914
y 1922 se debió al papel que jugó la armada en el intento de detener las
ambiciones políticas de Juan Vicente Gómez. Y entre 1922 y 1937 se produjo un
proceso de estabilización y evolución de la formación naval hasta el presente
que en términos de efectividad se evidenció en acontecimientos relevantes como
la Segunda Guerra Mundial[2] y en la crisis de Los
Monjes (1952), hasta la crisis de la corbeta “Caldas” (1987) y el deslave de
Vargas en el año 1998, entre otras actividades rutinarias como el patrullaje,
la disuasión estratégica convencional, la guardacostas, la diplomacia naval y
la participación en el desarrollo del país.
Esta singladura realizada para mostrar cómo
la formación naval ha incidido en el desempeño desplegado por los marinos
venezolanos en la historia republicana permite examinar ahora la articulación
del Buque Escuela y los cruceros de instrucción con las funciones de la Armada.
Para ello vamos a describir cómo se produce o cómo debe producirse la
articulación entre funciones de la Armada y la actividad formativa teniendo
como norte los cruceros de instrucción, luego vamos a examinar la
característica que identifica los cruceros desde inicios del siglo XX hasta los
años 80’s y la instrucción que se imparte, luego vamos a analizar el contexto
en que opera el Buque Escuela “Simón Bolívar” dentro de la flota naval
venezolana y los diferentes criterios que han existido en cuanto a su
utilización y su capacidad para responder a las necesidades formativas de la
Armada, seguidamente vamos a explicar las orientaciones que se siguen para la
planificación estratégica, operativa y académica y cómo se evidencia en la
práctica por intermedio de mi experiencia personal; por último, haremos unas
consideraciones finales.
1.
La
articulación entre las funciones de la Armada y la actividad formativa.
Si bien una Ley Orgánica define cuáles
son las funciones de la Armada, podemos afirmar que éstas se sintetizan en
Defensa, Guardacostas o policía en el mar (mantenimiento del orden interno) y
participación activa en el desarrollo nacional. Aunque la tendencia es de ver
estas funciones como separadas, en el mar y para el mar todas están
estrechamente relacionadas. Por ello me voy a focalizar en principio en la
defensa naval porque de allí se va a poder visualizar mejor las otras funciones
básicas. La defensa naval comporta el estar preparado para aplicar la fuerza en
caso que se necesite para preservar un derecho dado[3]. Este estar preparado y
mostrar la capacidad que está subyacente disuade. Esta preparación supone saber
qué pasa en el espacio marítimo y crear las condiciones de posibilidad de hacer
ello posible. Este saber se traduce en el ejercicio de control del espacio y
crear las condiciones de posibilidad para hacer ello posible. Aquí entre el
tema del orden interno y del desarrollo. En caso de fallar la disuasión se
compele por la fuerza a restituir el statu
quo. Si no se puede compeler efectivamente, se persigue negar el uso del
espacio marítimo.
Este acto de compeler en sí comporta un
interrogante: ¿hasta qué punto un acto de fuerza no necesariamente significa
que pueda decirse que hay una guerra? Si no es considerado guerra, todos los
actos de fuerza quedan en la franja gris de la diplomacia naval.
La diplomacia naval comprende los actos
de fuerzas para crear un fait accompli
(punitiva), para sacar ventaja de una situación compleja (catalítica) y para
expresar un interés que abarca un objeto de deseo o una buena voluntad. Los
cruceros de instrucción realizados por buques que cumplen funciones de Buque
Escuela se encuentran dentro de esta categoría. La formación naval
consecuentemente está orientada a crear las condiciones de posibilidad de
actuar dentro de este marco. ¿Qué implica ello? La formación en sí y la capacitación
mediante cursos de postgrado en los diferentes institutos navales que están
bajo la egida actual de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela (UMBV).
La universidad forma los individuos, la
Armada debe adiestrarlos para que actúen en un equipo capaz de auto-organizarse
permanentemente. Para ello, la Armada tiene estipulado, una serie de
actividades como la escuela de buques, los ejercicios de buque independiente,
los ejercicios de escuadra, los ejercicios conjuntos y los ejercicios combinados.
La escuela de buque y los ejercicios de buque independiente corresponden a la
actividad de alistamiento que coloca a la tripulación de un buque en
condiciones para cumplir con su misión como un equipo integrado. En este marco
es que se encuentran circunscritos los cruceros de instrucción. El crucero de
instrucción constituye el punto de articulación entre la formación académica y
el cumplimiento de las funciones de la Armada.
2.
Las
características de los cruceros de instrucción.
El primer crucero de instrucción
realizado en nuestro país del que se tenga data se hizo en el año 1911 a bordo
del crucero “General Salom”. Su objeto fue formar a los aspirantes a oficiales
en la nueva ciencia de la navegación astronómica, así como en la navegación
costera y rendir un homenaje al Libertador en su última morada en el centenario
de la declaración de la independencia. Además, este crucero de buena voluntad a
Santa Marta se hizo con la finalidad de promover la distensión entre Venezuela
y Colombia luego de una etapa crítica que produjo una confrontación armada no
convencional, dentro del marco de la sentencia del Laudo Arbitral de Madrid que
significó la pérdida de una importante franja de territorio venezolano.
El segundo crucero de instrucción se
realizó en el año 1936 a bordo de la Motonave “Bolívar”. Su destino fue
Montevideo, Buenos Aires y Santiago. Se hizo una visita de cortesía a Río de Janeiro
por necesidades operativas. Además de la función formativa, desde el punto de
vista diplomático nuestro país estuvo buscando un acercamiento con los países
del sur, por una parte, para posicionarse en el nuevo escenario regional
generado como consecuencia de la guerra peruano-colombiana y la guerra
paraguayo-boliviana y, por la otra, para pedir apoyo político y militar luego
que la clase dirigente se percatara que el país no estaba en capacidad de
defenderse desde el punto de vista militar[4]. El tercer crucero estuvo
previsto realizarse el 09 de diciembre del año 1941 a bordo de los cañoneros
“Soublette” y “Urdaneta” por el territorio insular venezolano, pero fue
cancelado por el ataque japonés a la base estadounidense de Pearl Harbor. Los
cruceros de instrucción se retomarían a partir del año 1946 y con la
incorporación de nuevos medios se comenzaron a hacer regulares, es decir,
anuales para los guardiamarinas que estaban ya próximos a su graduación. Ahora,
las materias básicas que se impartían en esos cruceros fueron: navegación
(astronómica y costera), artes marineras, meteorología e hidrografía, maquinas
auxiliares y control de averías, protocolo y derecho del mar. Vamos a examinar
ahora el porqué de estas materias y su vigencia.
Navegación costera y astronómica.
Después del bloqueo del año 1902-03 hubo
un entusiasmo por desarrollar el poder marítimo venezolano que se materializó
en la construcción y adquisición de nuevos buques y por hacer que la marina venezolana
dejase de ser costera (Rivero-Blanco, 2013). La potencia de ese espíritu estuvo
impulsada por el hecho que, gracias a la facilitación de los cálculos de
posicionamiento astronómico logrado por marinos estadounidenses, ingleses y
franceses, la navegación se hizo más segura y con importantes consecuencias desde
el punto de vista táctico y operacional[5]. En las dos primeras
décadas del siglo XX el encargado de formar a los futuros marinos venezolanos
fue el oficial de origen alemán Frederick Litton (Bracho, 2011). La intensidad
con que este oficial logró potenciar en el espíritu del marino venezolano la
condición de posibilidad de acceder a los grandes espacios ha sido invalorable.
Este espíritu provino del conatus que
se expresó en los marinos venezolanos que tuvieron que enfrentar marinas
oceánicas en el año 1901, 1902 y 1903 en condiciones de desventaja.
En la Ilustración mostrada, teniendo
como fondo a Taurus, se observan cuatro momentos de la instrucción en
navegación astronómica en nuestro país: 1916 a bordo del crucero “Salom”, en la
década de los años sesenta a bordo de un destructor de la clase “Nueva
Esparta”, en la década de los setenta a bordo de un destructor de la clase
“Clemente” y por último a bordo del Buque Escuela “Simón Bolívar”. ¿Por qué aun
hoy en día es importante enseñar la navegación astronómica? La respuesta a esta
pregunta primero nos las dieron los marinos argentinos que no pudieron usar los
sistemas de posicionamiento global Omega-Loran en la guerra de las Malvinas
debido a que los estadounidenses se la negaron en beneficio de los británicos y
segundo, en este año, la marina estadounidense impartió la orden a sus centros
de formación de volver a la enseñanza de la navegación astronómica debido a que
tienen certeza de que sus sistemas de posicionamiento global pueden ser
disturbados. Con ello se evidencia que el saberse posicionar es una capacidad
capital para ser-en-el-mar.
Con estos señalamientos, se puede
concluir fácilmente que la esencia del Ser-marino es la posibilidad de
posicionarse en el mar océano, es decir, poder decir “estoy en una plataforma
ubicada aquí” y esta posibilidad está dada por un saber cuyo fundamento orbita
en torno a una abstracción. El saber es lo que posibilita la defensa y el
control para asegurar el cumplimiento de la ley.
Meteorología e Hidrografía.
En mi experiencia profesional, la peor
situación climatológica que viví fue a bordo de la Fragata “General Soublette”
cuando se dirigió a Génova Italia en el año 1982. Ello ocurrió cuando el
Comandante del buque decidió cruzar el golfo de León para acortar distancia.
Pero se hizo en un momento en que los vientos fríos del invierno boreal chocan
con los vientos cálidos del norte de África. Las condiciones de mar fueron tan
críticas que se suspendió la faena a bordo y yo, perplejo y sumido en la más
completa ignorancia me deleitaba viendo como la proa del buque rompía las olas
y las ráfagas de aire y agua chocaban contra el puente impidiendo que los
serviolas pudieran ocupar sus puestos de guardia. Ahora hay que imaginarse que
un velero requiere del viento para propulsarse y sus tripulantes necesitan
saber el clima para obtener la mayor ventaja y para evadir las situaciones
desventajosas. La hidrografía ayuda a conocer dónde refugiarse y dónde no,
teniendo presente esas condiciones climáticas.
Para tener una idea de la necesidad de
conocer las condiciones climáticas y determinar hidrológicamente a dónde ir y a
dónde no, podemos usar como ejemplo el crucero de instrucción seguido por el
Buque Escuela este año para poder comparecer a la Regata de Grandes Veleros,
considerando que la fecha de la reunión era en un momento en que se daba inicio
a la temporada de huracanes. Para aprovechar los vientos de la manera más
eficiente se navegó al noroeste, luego al norte franco hasta una latitud
suficiente para aprovechar los vientos alisios y después navegar al este. Como
es de suponer, la regata está concebida para aprovechar los vientos alisios.
Así pues, el conocimiento de la
meteorología y la hidrografía constituye el equivalente en tierra de cómo y
dónde hacer un túnel o cavar una trinchera.
Artes marineras.
Una vez estuve en una reunión pre-zarpe
para un ejercicio combinado con buques de la Marina de Brasil. En esa reunión
se estaba discutiendo sí se incluía o no un ejercicio de transferencia en la
mar y el jefe de la delegación venezolana dijo que sí porque se podía hacer
rápido, mientras que el representante brasileño, más cauto, indicó que una
maniobra marinera podría durar cinco minutos o cinco horas. El venezolano
confiaba en el alto nivel de adiestramiento de sus unidades y las brasileñas.
El brasileño estaba considerando otras variables. Supongo que en esas variables
se incluían la integración de ambos equipos. Así pues, como cavar una trinchera
o un túnel tiene su técnica, aprovechar los elementos que condicionan la
navegación también. El saber cómo aprovecharla y hacer que la tripulación actúe
como un equipo para lograrlo es un arte que debe ser cultivado. El cultivo
proviene indiscutiblemente de la práctica.
Si los tripulantes venezolanos pudieron
destacarse en la regata europea se debió a que tuvieron el tiempo suficiente
para prepararse durante la derrota seguida para comparecer en la competencia. Esta preparación incluye,
la articulación del conocimiento de los vientos y las corrientes favorables con
maniobras de aparejos, de cabos y de velas.
Maquinas auxiliares y control de averías.
Dentro del marco de la regata “velas
Suramericanas, 2010” naufragó el velero canadiense “Concordia” de la
Universidad West Island College
International, debido a que fue afectado por fuertes vientos. No hubo
pérdidas de vida. Así como el viento puede ayudar a un buque lograr su
cometido, también puede llevarlo al fondo del océano. El otro problema es un
incendio a bordo. El Buque Escuela chileno “Lautaro” naufragó en el año 1945
porque se produjo un incendio en la carga que transportaba. Ahí si hubo
víctimas fatales.
El sistema principal de propulsión de un
velero son las velas. Hay historia de velas rifadas (rotas) y de mástiles rotos
que hacen que la tripulación esté preparada para hacer reparaciones
importantes. El Buque Escuela “Simón Bolívar” no ha sido ajeno a ello.
Un Incendio es catastrófico. En mi
experiencia personal logré que mis equipos lograsen que un conato de incendio
sólo fuese eso porque si pasaba de allí los pronósticos se hacían reservados.
No sé qué pasó en el “Lautaro”, pero un incendio fuera de control sólo puede
ser atajado por otro buque como pasó con el incendio del ARV “Goajira” y el
papel que jugó el ARV “Esequibo” para evitar un desastre. Las varaduras y las
colisiones pueden producir vías de agua. Esto amerita aprender a manejar pesos
y contrapesos para asegurar que el centro de masa y el centro de gravedad hagan
mantener el buque en su posición de equilibrio. Además de este problema pueden
surgir otros como accidentes, imprevistos y averías. En la regata “Velas
Suramericanas, 2010” murió un cadete canadiense a bordo del Buque Escuela
chileno; además, un guardiamarina venezolano tuvo que desembarcarse en
Fortaleza por apendicitis y ser atendido satisfactoriamente (un año antes) y el
mismo Buque Escuela venezolano necesitó de unos repuestos para solucionar unas
averías que se presentaron en la regata suramericana en el año 2010, antes de
que se produjera la partida. En todo caso, un oficial naval debe estar
preparado para ello para poder estar en condiciones de representar efectivamente
al país.
Protocolo.
Se cree que navegar es un tiempo de
trabajo y estar en puerto uno de descanso, pero en un buque del Estado eso no
es necesariamente así. Menos en un crucero de instrucción. Hay que cumplir con
una serie de actividades protocolares que en sí mismo marcan la naturaleza del
intercambio que se va a realizar o del tipo de relación que hay que establecer.
En un crucero de instrucción y en un Buque Escuela como el “Simón Bolívar” se
descansa navegando aunque suene paradójico.
El protocolo es un lenguaje que ayuda a
identificar una acción amistosa de una inamistosa. Ese es el lenguaje de la
diplomacia y consecuentemente de la diplomacia naval. En el mar esa
identificación es decisiva porque puede implicar el empleo de la fuerza en
cualquiera de sus formas. El protocolo regula todos los encuentros y los
intercambios en una franja gris de actuación diplomática que puede significar
la paz o la guerra. Es un juego de
lenguaje en el sentido wittgensteniano que puede ser antesala de un
enfrentamiento armado[6]. ¿Por qué mi insistencia
en la diplomacia? Porque la diplomacia es el campo por intermedio del cual, a
pesar de la existencia de regulaciones, determina qué hacer dónde ya no existe
ninguna norma que sea comúnmente aceptada. Y la guerra actual se desarrolla en
este campo. De ahí el título de la obra de Qiao y Wang (1999) Unrestricted Warfare.
Derecho del mar.
El derecho
del mar es el marco regulatorio de todas las acciones que se realizan en el
mar. Este se fundamenta en la costumbre y en las normas existentes sobre el
cual se va a hacer el protocolo, y por consiguiente, la diplomacia. Como se
sabe, Venezuela no es signataria de la Convención de las Naciones Unidas sobre
el Derecho del Mar debido a que no apoyó el concepto de isla y sus
consecuencias en cuanto a los títulos que otorga y no está de acuerdo con los
mecanismos de delimitación establecidos. En lo demás si está conforme por lo
que ese tratado no es para nosotros ley, pero por la costumbre internacional,
que ya ha cristalizado, nosotros debemos conocer y poner en práctica lo que
defendemos y lo que aceptamos y ello parte del conocimiento de la norma. ¿Por
qué es importante lo que estamos indicando? Por el reconocimiento que está
subyacente. Ello se evidencia por dos razones fundamentales: en primer lugar, en
Alta Mar un buque se comporta como un Estado, sí ello no es así puede
constituirse en una causa de conflicto. Un ejemplo de ello se presentó en el
siglo XVIII y afectó al territorio venezolano cuando un guardacostas español
detuvo a un contrabandista británico. Este incidente fue causa de guerra. En
segundo lugar, el no reconocimiento por parte de un tercer Estado de los
espacios marítimos venezolanos puede ser también un casus belli si se produce una escalada. Ello se evidenció, por una
parte, en la crisis de la corbeta “Caldas” y, por la otra, en las acciones de
desconocimiento de los títulos venezolanos en el Golfo de Venezuela que realizó
el buque guardacostas “Relience” de EE.UU.
En el mar, si no hay un reconocimiento
recíproco por parte de dos Estados se puede decir fácilmente que se está en
estado de guerra. Este hecho hoy en día es más evidente si se consideran la Guerra contra el Terrorismo y la Guerra contra el Narcotráfico.
Para finalizar este parágrafo, los
elementos instruccionales antes indicado constituyen el fundamento a partir del
cual es posible pensar en crear en un oficial naval las condiciones de
posibilidad para la defensa naval, el mantenimiento del orden interno en el mar
(guardacostas) y la participación activa en el desarrollo nacional. La teoría y
la praxis son los medios para hacer ello posible.
3.
Buque
Escuela “Simón Bolívar”: contexto de operación y los criterios de su
utilización.
Como se sabe, el Buque Escuela “Simón
Bolívar” entró en servicio en la Armada nacional en el año 1980 realizando su
primer crucero de instrucción al exterior en el año 1981. Hasta el presente ha
participado en veintiocho cruceros que han llevado a los marinos venezolanos a
los mares del sur y el estrecho de Magallanes, océano Pacífico, al mar Báltico,
mar Mediterráneo, mar del Norte y más allá del océano Atlántico Meridional, al
norte y al sur. Este navío está asignado al escuadrón de buques de apoyo del
Comando de la Escuadra y además de realizar cruceros de instrucción al
exterior, participa en una serie de actividades operativas y académicas en
concordancia con las funciones y necesidades de la Armada. En esta ubicación en
la estructura organizacional es que se produce la articulación entre funciones
de la Armada y la actividad educativa enmarcada dentro de la UMBV.
Este aspecto relacionado con la
formación obliga a tratar de responder por qué un buque a velas para la
formación del oficial naval en una era dónde la inteligencia artificial y la
alta tecnología, en diferentes facetas del quehacer humano, han ocupado más
espacios. Esta pregunta tiene varias vertientes a ser tomadas en consideración,
no obstante ello, si se consideran que hoy en día, a escala global existen más
buques de ese tipo, la tendencia no ameritaría una explicación. Solo basta
mencionar la relativamente recientes puesta en servicio del Buque Escuela
peruano “Unión”, los japoneses “Nippon Maru II” y “Kaiwo Maru”, el polaco “Dar
Młodzieży”, los rusos “Nadezhda” y “Mir”, el ucraniano “Khersones”, el hindú
“Tarangini” y el buque oficial brasileño “Cisne Branco”.
Pero, si se tiene presente que el nuevo
espacio de combate abarca aquellos dónde el hombre sólo puede operar desde una
plataforma, es decir, el tradicional espacio marítimo y aéreo, el espacio
ultraterrestre y el electromagnético lo que hay que considerar qué es
pertinente saber para poder hacer la guerra en caso de necesidad de defender el
espacio geográfico nacional[7]. Haciendo una abstracción,
pudiéramos afirmar que se hace necesario navegar con seguridad, conocer el
ambiente de operación, operar con una gran pericia (marinera), estar en
capacidad de conocer la maquinaria de funcionamiento y ser capaz de reparar
averías, conocer las reglas de juego de negociación (protocolo) y conocer hasta
dónde llegan las reglas de derecho para operar más allá de ellas si se hace
necesario. En estas circunstancias, los cruceros de instrucción y la formación
naval complementada con lo que se conoce como escuela de buques da la
suficiente capacidad de abstracción para desenvolverse en un espacio dónde el
hombre sólo puede operar con una plataforma. Ello mutatis mutandi es similar a la formación de un piloto, la
formación de un combatiente para operar en el espacio electromágnetico
(ciberguerra) o para ejecutar operaciones psicológicas para afectar el espacio
de la conciencia.
Así pues, el contexto de operación del
Buque Escuela “Simón Bolívar” es un espacio
abstracto o espacio virtual como también ha sido denominado. Como el
espacio abstracto sólo es aprehendido gracias al conocimiento, este espacio en
sí es el espacio de la conciencia. De ahí se deduce que, como la guerra gracias
a los desarrollos tecnológicos se presenta por el conocimiento en la
conciencia, desarrollar capacidades defensivas en el mar, de orden interno en
el mar y de participación en el desarrollo para operar en el mar, son sólo
posibles si se forman a los futuros oficiales para operar en ese espacio
mediante la teoría y la praxis.
Esta sentencia comporta otra reflexión.
Así como desde 1911 el espíritu de los oficiales de la Armada se cultivó para
crear las condiciones de posibilidad de que ellos fuesen capaces de operar en
el mar océano, ¿cómo es posible articular un tipo de formación orientada por un
Concepto Estratégico Militar que considera la defensa desde una perspectiva
diferente, es decir, la defensa popular prolongada del territorio que supone de
suyo que la acción de la Armada se reduce, en el mejor de los casos, a las
costas? Más aun ¿cómo es posible articular la formación para la defensa naval,
el mantenimiento del orden interno en el mar y la participación activa en el
desarrollo desde una concepción militar orientada a la defensa territorial
cuando el país depende de las líneas de comunicaciones marítimas para exportar
e importar todo aquello que garantiza su existencia?
Si se considera que la libertad de usar
el mar océano como un interés marítimo que permite garantizar la existencia
misma de la república, el Buque Escuela “Simón Bolívar” encarna el espíritu de
la comunidad política venezolana tal como ha sido históricamente desde su
gestación con sus aciertos y errores y es la condición de posibilidad de
defensa de sus intereses marítimos. Por ello, creo firmemente que más allá de
la celebración por la relevancia de la participación del Buque Escuela “Simón
Bolívar” en la regata europea, habría que preguntarse hasta qué punto el Estado
está en sintonía con la defensa de sus intereses marítimos para que la
proyección, por intermedio de un buque de la Armada, sea expresión del espíritu
venezolano. Ello hace necesario que en el futuro por venir, la república como
un todo debe adoptar su esencialidad marítima como un medio para su desarrollo.
Para ello debe considerar que si en los
actuales momentos el hábitat global está en un proceso de cambios climáticos
que se han acelerado por la intervención del hombre, además del buque escuela “Simón
Bolívar”, se debería pensar en la incorporación de otro buque que fuese capaz
de enseñar a oficiales navales y científicos cómo la naturaleza de estos
cambios han afectado el espacio marítimo venezolano y las operaciones navales. Ello
supondría que este buque tuviese capacidad de operar e investigar en todos los
mares, incluso las aguas polares que son parte de nuestros intereses marítimos.
La causa de esta afirmación obedece que la investigación científica marina es
una forma en que se expresa el uso del espacio y de potenciar otros usos desde
la perspectiva del concepto de desarrollo.
Veamos ahora cómo se materializa esa proyección
para manifestar esa maritimidad venezolana desde el punto de vista administrativo.
4.
Orientaciones
en cuanto a planificación estratégica, operativa y formativa.
Teniendo presente las consideraciones
realizadas en el parágrafo anterior, la determinación de un crucero de
instrucción sigue un proceso que se fundamenta en los intereses nacionales que
tiene presente a su vez los intereses marítimos del Estado. Este proceso se
desarrolla en una interacción que incluye al Ministerio del Poder Popular de
Relaciones Exteriores (MPPRE), el Ministerio del Poder Popular para la Defensa (MPPD)
y de forma más específica a la Armada.
La Armada considera además los aspectos
logísticos y operativos y la UMBV por intermedio de la Escuela Naval los
formativos. Veamos cómo. La Armada evalúa las condiciones operativas del buque
y sus necesidades de mantenimiento. Ello significa que los cruceros no
necesariamente se hacen en el mismo buque. En el caso del Buque Escuela “Simón
Bolívar” a principios del siglo XXI sufrió un profundo proceso de mantenimiento
que hizo que varios cruceros de instrucción se realizaran otros buques de la
Escuadra.
De igual forma, hay que tener presente los
requerimientos políticos y estratégicos del MPPRE, del MPPD, de la conveniencia
de las invitaciones realizadas por otros países y de las necesidades operativas
y estratégicas de la Armada. La evaluación de todos estos aspectos es lo que
hace que se decida una derrota y un itinerario. Por ejemplo, la visita del
Buque Escuela a Rusia obedeció a necesidades estratégicas determinadas por la
Armada y para asistir a la regata 2016 se establecieron tres puntos por necesidades
logísticas, aunque también pudiera coincidir en la necesidad de reforzar lazos.
Estos fueron: Cuba, Canadá y las islas Canarias. La asistencia en sí a la
regata fue por aceptación de una invitación.
Desde la perspectiva educativa se considera,
una vez prefigurado el derrotero, sí afecta o no el currículo y ello por
supuesto produce modificaciones al crucero y al programa educativo. Si ello no
es posible, se cambia el derrotero o se desembarcan a los cadetes como ocurrió
en la regata “Velas Suramericanas 2010” y se reemplazan. En la regata 2016, se
desembarcaron.
Así pues, si se considera, por ejemplo, que
Venezuela va a asistir a la regatas “Velas latinoamericanas, 2018”[8] que va a reeditar lo
acontecido en el año 2010, se debe tener presente si para cumplir esa cita, el
buque necesita un importante proceso de mantenimiento. Si es así, el crucero de
instrucción 2017 se hará en otro buque de la Armada. Ello no significa que
tenga un menor alcance dicho crucero por ser un ajuste desde el punto de vista
de expectativas. De igual forma, habrá que evaluarse la necesidad de hacer
ajustes al proceso formativo de los futuros oficiales.
Estas reflexiones obligan a pensar la
planificación a satisfacer también las necesidades nacionales tanto desde el
punto de vista político-estratégico, militar y operacional naval, es decir,
teniendo presente que se acercan los bicentenarios de la batalla de Carabobo,
Lago de Maracaibo y Puerto Cabello y Ayacucho, el Estado venezolano ¿tiene
contemplado conmemorar esas fechas?, ¿En Maracaibo no sería conveniente
considerar la posibilidad de hacer una regata internacional, o contemplar hacer
una regata internacional que tenga esa ciudad de manera especial o como
anfitriona?.
Creo que la conmemoración de la batalla de
Ayacucho va a ser especial y por las fechas limita la planificación de una
conmemoración importante venezolana. De igual forma habría que tener presente
la posibilidad de realizar una conmemoración de forma combinada con Colombia o
no y qué implicaciones tendría ello para la política del Estado. Con ello ya
podemos adentrarnos en cómo ha sido la praxis de los cruceros de instrucción.
5.
La
praxis de los cruceros de instrucción.
En lo personal he sido alumno en el
Buque Escuela “Simón Bolívar”, he vivido la planificación estratégica y
operativa y la ejecución de algunos cruceros de instrucción, por ello vamos a
referirnos un poco a mi experiencia.
Como alumno viví la combinación
estudio/faenas marineras y protocolo en mar y en puerto. Para un individuo sin
la responsabilidad de un cargo es espectacular. No obstante ello como ya
indique se descansa navegando. En la regata “Velas Suramericanas, 2010” me
correspondió hacer la conferencia pre-zarpe en Cartagena de Indias para
preparar la estadía de los buques en aguas venezolanas. Después de esa
conferencia se me acercaron varios comandantes de buques de países sureños para
que le planteara a los conductores venezolanos la posibilidad de reducir la
actividad protocolar por el cansancio al que estaban sometido las tripulaciones
luego de haber dado la vuelta a Suramérica. Considerando los accidentes que
habían ocurrido en la regata plantee los requerimientos que surgieron en esa
reunión y estos fueron aceptados. Los tripulantes de todos los buques pudieron
descansar dos días en Los Roques...
Desde el punto de vista
político-estratégico, en el año 2005 estuve en una reunión de Estado Mayores de
las Armadas de Venezuela y Argentina y salió a relucir el tema de la
planificación de la regata “Velas Suramericana, 2010”. En esa planificación la
representación venezolana pidió unirse a esa actividad como organizador otorgándonos
una considerable libertad de maniobra desde el punto de vista operativo. Esto
fue una iniciativa de la delegación venezolana que fue posteriormente aceptada
por las autoridades venezolanas.
En el año 2010, durante la ejecución de
la regata suramericana tuve la oportunidad de recibir al Buque Escuela “Simón
Bolívar” en Fortaleza (Brasil) y en Cartagena de Indias (Colombia). En
Fortaleza se tuvo que desembarcar y evacuar a un cadete por apendicitis y se
tuvo que hacer el papel de intermediario para el envío de repuestos necesarios
para la máxima operatividad del buque. Además hubo que planificar y coordinar las
actividades en puerto. En Cartagena de Indias, la situación fue más complicada:
Venezuela había roto relaciones diplomáticas con Colombia, pero el gobierno
venezolano había decidido dejar al personal militar. Además de los
requerimientos hechos por participantes sobre las actividades protocolares, el
asunto complicado allá fue cómo encarar una posible visita del presidente de
Colombia al buque venezolano y/o otro representante oficial. Aquí es donde
tiene sentido el juego de lenguaje, en sentido wittgensteniano, antes señalado.
El hecho que pasara desapercibida la situación indicó que no hubo ningún
inconveniente.
Faltaría vivir la experiencia de
organizar una conmemoración como el bicentenario de la batalla del Lago de
Maracaibo.
6.
Consideraciones
Finales.
En vista de lo antes señalado dejo, para
finalizar, una serie de aspectos a ser evaluados desde la perspectiva de la
planificación político-estratégica, operativa y educacional para los próximos
cruceros de instrucción:
El Buque Escuela debe ser preparado para la “VELAS
SURAMERICANAS 2018” por lo que hay que prever si, en el año 2017, se utilizará
otro buque de la Escuadra.
Hay
varios bicentenarios pendientes: la batalla de Carabobo (2021), la batalla del
Lago de Maracaibo y la toma de Puerto Cabello (2023) y hay que considerar que
la conmemoración de Ayacucho (y también Pichincha o Guayaquil) como una
limitante a cualquier celebración venezolana.
El
bicentenario de la batalla del Lago de Maracaibo puede tener implicaciones
binacionales en cuanto a la organización y ejecución.
La capacidad de navegar en el Alta Mar
expresa la comunión que debe existir entre capacidades de una república y sus
intereses marítimos, por lo que los cruceros de instrucción y la relevancia que
pueda tener para el gentilicio venezolano debe ser un tema de reflexión acerca
de qué hace el Estado, más allá del esfuerzo de los oficiales de la Armada, por
hacer honor a los intereses marítimo de una gran parte del espacio geográfico
nacional. Por último,
La enseñanza que se da en el Buque Escuela debe
ser complementada por la necesidad de formar a las tripulaciones entendidas
como una totalidad en una escuela de buques. Ello hace necesario considerar, en
primer lugar, la incorporación de un buque de investigaciones científicas
marinas que sirva para que oficiales y estudiosos del espacio marítimo conozca
el medio de operación y los cambios que actualmente está sufriendo. Este nuevo
buque debería ser semejante al crucero “Mariscal Sucre” adquirido en el año
1911. En segundo lugar se debe potenciar la escuela de buques para aumentar la
efectividad y economía de los medios que dispondrá la Marina de Guerra de Venezuela
en el futuro por venir.
Bibliografía
Consultada.
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en la Era de la Libertad de los Mares. Caracas. Editorial Panapo. 376 p.
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[Documento en línea]. Beijing: PLA Literature and Arts Publishing House. Disponible: http://www.cryptome.org/cuw.htm . [Consulta:
13FEB2002].
[1] Ponencia a ser presentada en las
II Jornadas de Reflexión Curricular de la UMBV.
[2] Ver al respecto. Blanco (Farage,
2011).
[3] Ver al respecto: Blanco (2004).
[4] Ver al respecto: Blanco (2013).
[5] Ver al respecto: Blanco
(Rivero-Blanco, 2013).
[6] Ver al respecto: Blanco (2016).
[7] En fecha reciente ver el ensayo
de Szoldra (2016), pero un análisis más profundo sobre la guerra y los espacios
abstractos, ver: Blanco (2010).
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