Elaborado por Jairo Bracho Palma
INTRODUCCIÓN
Desde
la lógica cartesiana, los acontecimientos históricos, estudiados
serenamente nos confieren buen juicio y
nos fortalecen el espíritu. Este aserto adquiere mayor significado si
entendemos cuál ha sido la dinámica histórica de nuestro país desde la
mismísima época prehispánica, en lo atinente a los juegos de poder en el
esquema internacional.
Sin
atrevernos a trasvasar prácticas propias del mundo prehispánico, para
compararlos o insertarlos dentro de modernas instituciones, carencia
cognoscitiva de ciertas disciplinas, ávidas de buscar en el pasado, símbolos y
aspectos justificativos de teorías irritas, pudiéramos hablar de los caribes.
El
“logos” de la etnia caribe en poco se parecía al nuestro, mayormente de origen
griego-árabe-hispánico. La esencia de su fórmula existencial lo constituía lo
cosmogónico, donde los dioses ancestrales signaba su existencia y comportamiento social, y un aspecto muy
importante, que podríamos llamar “cualidad”, me refiero al valor o arrojo
personal.
Dentro
de ese “logos”, la sociedad caribe entendía que la subyugación de otras razas
le permitía sobrevivir como nación, evitando la endogamia entre otras razones,
por demás extensas de resumir en este artículo, de allí, que sus relaciones con
otros pueblos se fundamentaban en un bien elaborado esquema de conquistas en el
espacio dinámico comprendido entre el Mar de su nombre y su base principal de operaciones, parte de la
actual Venezuela.
Desde
esos momentos, muy anteriores a la llegada de Colón, el circuito del Mar de los
Caribes, contemplaba una “política” de dominio realizado a través de dos
herramientas: la navegación y la guerra. Esto les permitió asegurar amplias
zonas que llegaron a la costa sur de Norteamérica.
Si
intentamos hacer un trasvase
irresponsable de conceptos occidentales, los caribes serían el primer pueblo talasocrático con tendencias
imperialistas en nuestra región, más si nos atenemos a que desplazaron y esclavizaron razas muy poderosas,
anteriores a su llegada, como las de los arawaks, pero, los caribes no tenían
un gobierno central en todas las zonas donde
ejercían dominio, ni perseguían fines en términos utilitaristas.
Con
la llegada de los españoles, y la lenta extinción de los caribes, el mar que
baña nuestra cornisa continental e insular fue escenario de un nuevo panorama
internacional.
En
respuesta a ese novísimo y dinámico escenario, las autoridades marítimas
españolas, al igual que sus predecesores indígenas, generaron una respuesta en
términos de pensar y hacer, y
entendieron el papel del espacio geográfico denominado “Beneçuela”, que pasó de
ser esa base de operaciones asentada en el Orinoco, a una “Llave, Puerta o Abra”, cuyo control, permitía el dominio del resto
de Sur América.
El
Libertador entendió magistralmente ese concepto hispano-caribe, y lo aplicó a
su estrategia en la lucha por la Independencia, tal como lo demuestra la toma
de Angostura en 1817, dentro de un concepto de guerra de desgaste prolongado.
Cuáles
eran las amenazas. Los ingleses desde Barbados, Jamaica, y posteriormente desde
el Esequibo, buscando treparse sobre el arco amazónico y dominar el Orinoco;
los holandeses desde Curazao creando una balanza negativa de fuga de capitales,
y colocando sus excedentes industriales en esa unidad administrativa
(Venezuela), en una relación colonial de dependencia. Los franceses por su
parte, intentaban desde San Vicente, San Martín, y otras pequeñas islas del
arco de Ulises penetrar por el río Guarapiche, abastecerse de mulas para sus
trapiches azucareros, y para la colocación de sus excedentes industriales; por
el sur, presionaban los portugueses
queriendo encontrar una ruta atlántica distinta al canal de los vientos que
sale desde las Bahamas, dominada por ingleses y españoles, la ruta soñada por
los portugueses era Amazonas – Río Negro - Orinoco. Finalmente y ya muy tarde,
los norteamericanos, que penetraron en sus inicios, silenciosamente a través de
Maracaibo como vendedores de harinas.
Especialmente los ingleses, los holandeses y muy tarde
los franceses, intentaban mantener a etnias feroces en constante guerra contra
los españoles, como en el caso de los guajiros, que se convirtieron en
excelentes clientes para la compra de armas. Como anécdota, uno de los más
fuertes vendedores de armas se apellidaba “Van Dam”, residente en San
Eustaquio.
Así las
cosas, los problemas de Venezuela como Gobernación, Capitanía y República
vinieron desde el mar, y en ese sentido se elaboraron los planes de defensa y
seguridad.
Con
este resumen, es posible entender, el por qué nuestro país ha sido el punto
estratégico de mayor importancia en el escenario caribeño en los conflictos
internacionales de poder durante más de 500 años, lo que ha influido en forma
contundente en nuestro escaso desarrollo, y lento proceso de unificación de los
espacios geohistóricos, que conformaban realidades distintas, y la continua injerencia de actores foráneos.
ANTECEDENTES
Trinidad española
La conocida Real Cédula del 8 de septiembre de 1777,
separa de la jurisdicción del Nuevo Reino de Granada, las Provincias de Cumaná,
Guayana, Maracaibo, y las islas de Margarita y Trinidad, agregándolas en los
Gubernativo y Militar, a la Capitanía General de Venezuela; en lo judicial,
Maracaibo y Guayana dependerían de la Audiencia de Santo Domingo[1].
Un año después, la Gobernación de Trinidad colabora
activamente apoyando a los corsarios norteamericanos durante la Guerra de
Independencia, proporcionándoles abrigo contra las fragatas inglesas, y
abasteciéndoles de pertrechos[2].
Finalizada la Paz de Versalles (3 de septiembre de 1783)[3], España disfruta de diez
años de relativa tranquilidad en sus posesiones americanas, y en consecuencia,
domina el Mar Caribe. La Corona impulsa políticas de apertura comercial,
reordenamiento territorial, expediciones científicas, etc. En el caso de
Trinidad, estas medidas fueron exitosas.
La Real cédula del 24 de noviembre de 1783, promulga
un reglamento de población y comercio para la isla de Trinidad. Básicamente,
permitía la inmigración de extranjeros católicos y el comercio a tasas
preferenciales[4]. El
flujo comercial se triplicó en tres años, y la prosperidad sostenida era tanta,
que uno de los artífices de este florecimiento, el brigadier de la Armada José
María Chacón, a la sazón gobernador, insistía, entre otras razones, en aumentar
los sistemas de defensas pasivas y activas. En efecto, de manera gradual, y
hasta tímida, fueron llegando a Trinidad, ingenieros, cartógrafos, tropas y
marina[5].
La
estrategia inglesa
Inglaterra tenía unas desfavorables condiciones
estratégicas en el Caribe, en función de sus políticas de penetración en Tierra
Firme ( actuales Venezuela, Colombia y Panamá. Las posesiones inglesas en el
Arco de Ulises eran dispersas, Jamaica, cerca del seno mejicano, estaba tan al
oeste que tardaría hasta tres semanas para auxiliar a Barbados. Por su parte,
esta isla de buenas condiciones de abrigo, tenía una superficie muy pequeña.
Así se explica, el interés británico por adquirir nuevas colonias situadas bien
a barlovento, como por ejemplo, la isla de Trinidad. Desde el siglo XVII,
Inglaterra había propuesto a España, la compra de la isla[6].
La pérdida de
las colonias norteamericanas, y el fin de la guerra supuso para el nuevo
Gabinete inglés, graves problemas desde el punto de vista estratégico - naval y
económico. Estratégico – naval, porque marinos de guerra en su mayoría, y de
mercantes, habían quedado sin empleo, y una masa de 60.000 marinos aproximadamente,
con una buena pericia en la mar y en el manejo de la artillería, podrían ser
una envidiable dotación de cualquier flota extranjera.
Desde el
punto de vista económico, los norteamericanos habían incrementado su tonelaje
de barcos mercantes (533 barcos) en las islas de barlovento, llegando a
desplazar a seiscientos mercantes ingleses, a quien ahora, el libre comercio,
que tanto defendían, les parecía que no debía de ser tan libre, así que las
medidas benéficas para los comerciantes norteamericanos, garantizadas en el
Tratado de Navegación y Libre Comercio suscrito entre Inglaterra y el naciente Estado en 1783, fueron derogadas
cinco años después[7].
Pero el
gobierno de Pitt “El Joven” no se
quedaría de brazos cruzados, los ingleses necesitaban dominar la ruta de los
vientos de Tierra Firme, que permitiera acceder a los mercados de Cumaná,
Caracas, Puerto Cabello, Maracaibo, Cartagena y Nicaragua, y penetrar al
corazón de Venezuela: Barinas y Angostura; la isla de Trinidad brindaba esas
condiciones. Por otra parte, las islas francesas de San Vicente, Grenada y
Santa Lucía, debían ser vigiladas y controladas, sobre todo en el flujo de
alimentos que salían desde Cumaná y desde el río Guarapiche. Tres fragatas y
unos mil hombres era la fuerza estimada para concretar estas ideas[8], aunque necesitaron
mucho más que eso.
Parte de la
estrategia inglesa preveía el control
del río Orinoco, se tenía conocimiento que el estado de defensa de los
Castillos que lo guarnecían a la altura de isla de Fajardo era débil. Además,
se pensaba contar con el apoyo de algunos propietarios españoles, y
cándidamente, de la población empobrecida, que a su juicio, les verían como sus
salvadores[9].
Pero
nuevos factores vienen a determinar el ánimo del gobierno inglés para concretar
sus ideas. Por un lado, la creciente ascensión de Napoleón, de quien pensaban
erradamente, tenía especial interés
sobre América, por el otro, la simpatía del pueblo norteamericano hacia el
oficial corso, finalmente, el Mariscal de Campo Francisco de Miranda. La
solución más práctica: la conquista de Trinidad y el incentivo a particulares
para la rebelión de las colonias españolas[10].
El
general Miranda era una pieza más en el escenario mundial, recuérdese que la
virulencia más horrible de la Revolución Francesa, se había trasladado a las
islas del Caribe, así que el temor a un escenario tan encarnizado, y la poca
preparación táctica para enfrentar conflictos ideológicos y raciales,
influyeron en este tipo de decisiones. Se alentaría a Miranda a Invadir Venezuela
desde Cumaná y Maracaibo, y se fomentaría el nacimiento de una pequeña nación
que llegaría hasta la margen izquierda del Orinoco, porque en una operación
independiente, los ingleses conquistarían Angostura, toda una labor patriótica
y altruista de nuestros mentores de Albión[11].
“No one will doubt that is better for us, that
South America should be under the government of Miranda than of Bonaparte, but it is equally certain that
by the interference of Britain, on liberal principle of conciliation, the same
object would be obtained with much more
certainly"[12].
Conquistada Angostura, Miranda (de quien los ingleses desconfiaban de su
lealtad una vez en el poder), posiblemente se vería obligado a negociar porque
contaba con muy poca fuerza militar. El resultado final del forzado acuerdo,
sería el libre comercio, lo que es lo mismo, el ingreso de manufacturas
inglesas a cambio del productos agrícolas y mineros. Sin perder prioridad, la
conquistada Guayana evitaría la amistad y futuros privilegios que el
generalísimo pudiera otorgar a los Estados Unidos, y éstos a Napoleón, que a la
larga dominaría el mercado si no se hacía lo pensado. Inglaterra anclada en
Tierra Firme, evitaría la propagación del jacobinismo al resto de América, o en
caso de que a Miranda se le fuera de las manos, el control del gobierno por las
pugnas internas, mantenerle aislado para influir en la composición de un
gobierno “adecuado”[13].
La
conquista de Angostura se haría con
unos quince mil hombres en lanchas
cañoneras. Los estudios de las mareas y sitios de desembarco en el río Orinoco habían sido hechos con
anterioridad. A su vez, se intentaría conquistar la mejor zona en el Pacífico,
posiblemente Chile, a donde se enviarían cuatro mil hombres con “una respetable
fuerza naval” y, finalmente, se tomaría Cartagena de Indias con unos diez mil
hombres[14]. La falta de tropas, fue la limitante
principal para que los planes del Orinoco no se concretaran.
Pero los ingleses, fueron más allá, y conquistados los territorios
holandeses del Demerara; Berbice y el Esequibo, comenzaron a repartir tierras
cerca de Barima, lugar que no estaba en disputa territorial. Pero como el poder obtenido sin mayores
méritos y por dádiva del destino, generalmente vuelve soberbio y tonto a quien
lo ostenta, el Príncipe de la Paz, generalísimo y almirante, Manuel Godoy, en
lugar de proceder a la usanza del Consejo de Indias, ordenando levantar
informes a los gobernadores de Caracas, Guayana y Cumaná, para luego tomar las
medidas militares a que hubiera lugar, o pedir opiniones a ministros o
consejeros con experiencia en tierras venezolanas, se limitó a decir, que
aquella invasión era “un proyecto
quimérico”. Para el caso de los
gérmenes levantiscos y ataques externos (Miranda, la invasión inglesa en
Barcelona, la toma de Curazao) que amenazaban la seguridad interna, ofrecía
como única solución “ser pródigo en
recompensas”[15] .
Trinidad inglesa
A
mediados de octubre de 1796, el viejo mariscal de campo Pedro Carbonell,
gobernador de Venezuela, se encontraba enfermo de reposo domiciliario, en su
lugar, correspondió al teniente del Rey Don Joaquín de Zubillaga dar
cumplimiento a la real orden publicada el 20 de agosto de 1796; en ella se
prevenía aumentar las medidas de seguridad en puertos, costas, alertar a las
tropas y detener a los barcos ingleses que estuvieran anclados. Habían
comenzado las hostilidades entre España e Inglaterra. El Caribe estaría en
zozobra por más de una década[16].
Inglaterra se lanza a una guerra a escala mundial, aumenta el
presupuesto de la Armada en un 450% hasta el final de las guerras napoleónicas,
incrementa la construcción de fragatas y destaca oficiales almirantes al frente
de cada estación naval, con un acopio importante de medios: Las Indias
orientales, cabo de Buena Esperanza, Mar del Norte, el Mediterráneo, Canal de
la Mancha, Lisboa, Jamaica, Antillas de sotavento; Norteamérica, Nore, Cork y
Newfouland[17].
En la madrugada del 16 de febrero de 1797, se presentó ante la rada
de Puerto España, la escuadra de Harvey[18]. El general Ralph Abercromby
desembarcó seis mil setecientos noventas hombres, distribuidos en seis
regimientos de infantería, dos regimientos alemanes, un cuerpo de cazadores de
negros y un bien dotado cuerpo de Artillería. Para oponérsele, el gobernador de Trinidad, José María
Chacón contaba con trescientos hombres de Infantería y unas milicias que no
tardaron mucho en huir al bosque[19]. Pero las desgracias no vienen
solas, y el jefe de la Escuadra Sebastián Ruiz de Apodaca, al verse cercado en
la isla de Gaspar Grande, decidió prender fuego a sus navíos sin disparar un
solo tiro, regalando, si cabe la palabra, el navío “San Dámaso” a los ingleses, que pudieron
rescatarlo de las llamas[20].
Acto seguido, el gobernador español, sin posibilidad de
oponerse al desembarco de los regimientos ingleses, firmó la capitulación[21]. Se perdía para siempre esta provincia de Venezuela, que fue
entregada mansamente y para mayor deshonra de la Armada española, el jefe de
esta escuadra prefirió ahogar sus barcos y rendirse de forma “repugnante”[22], a
enfrentarse a un enemigo que probó no ser tan poderoso en los posteriores
sucesos de Puerto Rico. Con la fundación de la estación naval británica en Río
de Janeiro en 1808, cerca de la Corona portuguesa, se creaba un triangulo
estratégico entre ésta, Jamaica y Trinidad que cercaba las bocas del Orinoco[23]. San José de Trinidad fue
declarado puerto libre poco después de su conquista en 1797[24].
Los juicios
de valor sobre hechos históricos, no son deseables en escritos con rigurosidad
académica. Pero, ciertamente, el sentimiento que existe en la sicología del
venezolano, es de una sensación de
despojo y susceptibilidad ante los problemas de territorio, no es casual ni
producto de lo mediático, existen elementos reales, que merecen mayores
análisis.
Si observamos
una simple cronología de la historia de nuestras pérdidas, podemos afirmar, que
nuestro territorio, condición esencial del Estado, ha sido durante siglos, objetivos de los escenarios estratégicos
elaborados por las potencias marítimas, que no llevaron mayor trasfondo que los
intereses económicos de una minoría terriblemente ambiciosa, como en el caso
inglés, por ejemplo, sabemos que los grandes propietarios de las haciendas de
azúcar jamaiquinas y de otras colonias de “Su Graciosa Majestad”, eran miembros
del Parlamento.
En este
resumen, podemos ilustrar que las apetencias territoriales inglesas sobre el
oriente venezolano, no es un hecho del imperialismo clásico del siglo XIX, sino
un objetivo geopolítico que comenzó en el siglo XVI. La leyenda del Dorado no
es un comodín más de relleno de este escrito, porque de otro modo, no se
explica el por qué a finales del XVIII, los españoles trajeron científicos
alemanes para explorar las zonas de Tumeremo y Upata, en busca de oro, y el por
qué los ingleses hacían otro tanto. Por cosas del destino o de la Divina
Providencia, los expertos no dieron con las bulla de oro, y eso en parte
garantizó que no perdiéramos el Orinoco y todo el Estado Bolívar a finales del
XIX.
Trinidad
y la Venezuela Republicana
Las
desgracias de la naciente República no terminaron consumada la separación de la
Gran Colombia, y la ayuda inglesa a la emancipación latinoamericana no había
sido por pura filantropía, mucho menos
gratuita. Confirmada la posesión inglesa de Trinidad por la Paz de Amiens, las
miras apuntaron hacia Tierra Firme, y de alguna manera el control de las costas
de Paria permitirían mayor aproximación a los mercados venezolanos. La isla de
Patos, ubicada a 2,3 millas de la costa de Paria empezó a ser reclamada a
Venezuela como territorio inglés. Un Decreto del 30 de mayo de 1855 la incluía
como parte del territorio de Venezuela.
Esto
no fue reconocido por Inglaterra, que cuatro años después protestó el apresamiento de un barco por una cañonera
venezolana. La esencia del argumento inglés radicaba en que a finales del siglo
XVIII, el gobernador de Trinidad había concedido al Cabildo de Trinidad, la
isla de Patos, y que por lo tanto, con la capitulación y pérdida de esta
Gobernación, el territorio objeto de disputa, pasó también al dominio inglés, y
así lo hizo saber en comunicación enviada al Ministro de Relaciones Exteriores
el 28 de mayo de 1859.
Ahora
bien, esta supuesta concesión del Rey al Cabildo de Trinidad no apareció
confirmada por ninguna Real Cédula, que es el documento indiano que expresa la
voluntad del acto regio, parecía más bien un acuerdo entre los cabildos
cumaneses y trinitarios, y al carecer del asentimiento real, no era válida como
acto de gobierno.
En
1860, 1862 y 1864 continuaron los incidentes de apresamientos de las
autoridades venezolanas, y los correspondientes reclamos diplomáticos. En 1867,
el gobierno trinitario otorgó en concesión isla de Patos, a un súbdito
británico, lo que ocasionó una fuerte nota de protesta. El gobierno venezolano,
alegaba que no existía documento alguno ni prueba “prima facia “ que le
permitía al gobierno británico posesionarse de la isla, que ni siquiera se
mencionaba en el acta de rendición de la isla en 1797.
La Paz
de Amiens (27 de marzo de 1802), en su artículo 4° establecía la cesión de
Trinidad, sin mencionar otros territorios. En el Tratado de Paz y Amistad
celebrado entre Venezuela y España el 30 de marzo de 1845, en su artículo 2°,
España renunciaba a todas las antiguas provincias de la antigua Capitanía General,
y expresamente incluyó sus islas, la isla de Patos correspondía a la antigua
Provincia de Andalucía. Como puede verse, dos fuertes instrumentos
internacionales, pesaban sobre la pretensión del Derecho Colonial inglés.
Si analizamos el criterio del derecho
internacional del siglo XVIII, encontramos que,
sobre
los lugares incultos o desiertos (islas), Vattel afirma que la nación puede poseerlos aunque
no haga uso actual de ellos, además aconseja el deslinde perfecto de territorio
para evitar los problemas que el Tratado de Utrecht había dejado en tal sentido[25].
El caraqueño Félix Abreu y Bertodano, en su Tratado Jurídico
Político sobre pressas de mar y calidades que deben concurrir para hacerse
legítimamente el Corso, da una denominación
genérica al término “isla”, le asignaba tanto al puerto como a la costa
, una distancia de pertenencia al
soberano de cien millas, las islas adyacentes al territorio estaban sujetas al gobierno del pueblo al que estaban adheridos. Por ejemplo,
un ciudadano que guardaba la sentencia de “ reino por cárcel” no transgredía la pena si se mantenía en el mar adyacente al mismo[26].
Hemos indicado la frecuencia y uso de las islas como sitio de
intercambio de esclavos, géneros diversos, pernocta para pesca, saca de sal y
eventual intento de posesión. Tanto los bajeles de la Compañía Guipuzcoana como
los corsarios particulares y sus sucesores, ejercieron una continua y secular
vigilancia sobre estos parajes para dar respuesta a estos atentados[27]. Actos
unilaterales se conocen como “de
eficacia normativa”, de aplicación inmediata, que no precisaba de la
aprobación de los otros Estados, fuente
de derecho al cumplir tres requisitos: 1. Factores sociales que lo creen: 2.
Proceso de formación en el tiempo. 3. El establecimiento de una norma. Los tres
encajan perfectamente en los ejercicios de derecho sobre el mar[28].
El principio
canónico de Ius ad rem, fue aplicado a las islas venezolanas; señalaba
el Consejo de Indias que al estar deshabitadas pertenecían al Estado, por la cercanía
del país ribereño: "Persistía el dominio y posesión de aquellos
terrenos tan legítimamente adquiridos por su Majestad”[29].
En
1872, se produjo otro apresamiento de un mercante inglés, con las
correspondiente notas de protesta. Los razonamientos de Venezuela siguieron
la misma línea y fueron más allá, como
no pudo recoger ningún instrumento diplomático indiano del siglo XVIII o
anterior que confirmara la teoría inglesa, se valió de testigos de la época, y
sustanciadas las declaraciones, llegó a la conclusión de que Inglaterra comenzó
a tener pretensiones fue a partir de 1859, la extraterritorialidad se prueba
porque los duelos, que estaban prohibidos con pena de muerte en las posesiones
ingleses, se realizaban en esa isla, porque las autoridades lo consideraban
territorio extraño.
En
1872, el Archivero de Indias y mediante constancia oficial del Gobierno
español, confirma la tesis venezolana: no existe ningún acto regio por el cual
se conceda la isla de Patos al Cabildo de Trinidad, sólo una toma de razón sin
confirmación real, por medio del cual el gobernador de Trinidad concede al
Cabildo, las islas de Patos, Huevos y Mono el 24 de noviembre de 1783.
En
este caso, debemos alabar la constancia y la debida argumentación con que
nuestra Cancillería defendió los intereses del Estado. Preparado debidamente el
expediente, Venezuela removió de nuevo el asunto y pasó a la ofensiva mediante una nota del 14 de noviembre de
1876, con copia para la Legación norteamericana, y pidió que Inglaterra
reconociera la soberanía venezolana sobre el territorio en disputa, sino, que
fuera sometido a arbitraje. Pasaron tres años sin que el gobierno británico
diera respuesta, sólo se pudo saber de manera extraoficial cuál era la posición
inglesa: alegaba el principio de prescripción, por el sólo hecho de tener una
cosa ajena como propia por más de 62 años, ya correspondía al nuevo
propietario.
Nuestra
Cancillería contestó de manera contundente, que la prescripción no era admitida
como título de adquisición de territorio, sino en caso de verificarse por
tiempo inmemorial.
Las
notas de 1883 y 1886 del gobierno inglés por nuevos incidentes y concesiones,
ya eran amenazantes, sin mayores argumentos de los que concede la fuerza de la
armas.
Y así
llegamos al siglo XX, poco antes Venezuela, había sido despojada de manera
humillante y sin derecho a defensa, de todo el territorio Esequibo, así que el
sentimiento anti-inglés estaba presente en el colectivo. En 1901, un
Guardacostas venezolano realizó una inspección a la isla de Patos, y
apresó venezolanos e ingleses, la
respuesta no se hizo esperar, y como las miras estaban centradas sobre el
incómodo presidente Castro, el tono de las discusiones era belicoso. Inglaterra
se negaba a discutir la posesión de la isla.
En
1902, el Cónsul de Venezuela en Trinidad informó que el gobierno inglés ordenó
colocar una bandera en la isla, motivo de enérgicas protestas que los
británicos pasaron por alto. Venezuela envió copias de las notas de protestas a todas las Legaciones
diplomáticas acreditadas en Caracas, pero ya se acercaba el bloqueo extranjero
de ese año.
¿Cuál
era la esencia del interés inglés sobre una diminuta isla que poco le
reportaba, más que un puente mercantil hacia una tierra bastante inhóspita de
costa firme? Resolver asuntos pendientes, como la demarcación de la Guyana y
una ofensiva propuesta, para que Venezuela eliminara el 30% adicional con que
recargaba las mercancías provenientes de las colonias antillanas inglesas.
Inclusive en 1883, Inglaterra estaba dispuesta a “ceder “ isla de Patos a
cambio de esa concesión. Por supuesto el Presidente Guzmán Blanco se negó a tal
transacción, puesto que no se admitía el término “cesión” y que tal precedente
nos convertía en “colonia de colonias”.
Con respecto a la roca del Soldado,
en 1867 se produjo un incidente cuando el Gobierno de Venezuela quiso
establecer una base de Guardacostas en ese lugar. El Gobierno Británico, atento
siempre a pelear un cubo de agua de mar aunque fuera, protestó, alegando estar
dentro del mar territorial inglés. Venezuela dijo que así como la legislación
venezolana permitía el acceso de buques de guerra a sus mares, no veía el por qué no obtener
reciprocidad, además, tales actividades no prejuzgaban derechos sobre la roca.[30]
En
1912, un Guardacostas Venezolano apresó un barco inglés en ese mismo lugar. Las
protestas entre ambos países, terminaron favoreciendo a los ciudadanos
ingleses, mediante indemnización[31].
LA
DELIMITACIÓN DEL GOLFO DE PARIA
Las
conversaciones se mantuvieron mas o menos congeladas hasta 1933, pero el petróleo va adquiriendo
cada vez una importancia mayor, las necesidades energéticas de Inglaterra
apremiantes, y algunas compañías inglesas tienen concesiones en el oriente
venezolanos, son ellas las que inician las exploraciones en el golfo de Paria,
y determinan la posibilidad de yacimientos.
En
1933, existen planteamientos informales al gobierno de Venezuela, sobre una
posible delimitación de las aguas de Trinidad, y de las de Venezuela en el
golfo de Paria. Aún no existía la Dirección de Fronteras, así que este trabajo
le fue encomendado a la Oficina de Cartografía del Ministerio de Relaciones
Exteriores, y el 3 de octubre de 1933, rinde su primer informe, pero sólo se
refiere a las “aguas territoriales” . Las coordenadas establecidas fueron las
siguientes:
LATITUD
|
LONGITUD
|
OBSERVACIONES
|
10° 43’
|
61 °48’
|
Línea recta a un punto que dista 8 km. Al oeste del islote del soldado
|
10° 4’ 40’’
|
62° 05’ 20’’
|
De allí a un punto intermedio entre Punta Icacos y la costa de
Venezuela en marea baja
|
10° 01’
|
61° 57’
|
El 25
de agosto de 1936, la Legación Británica en Venezuela envía al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Venezuela un memorando, que será el instrumento
diplomático que inicie el proceso de negociación para la delimitación del
subsuelo del golfo de Paria.
El
estilo de la redacción del documento refleja una intención definida: se
delimitará el subsuelo o lecho submarino en alta mar, y para los efectos, ambos
países deberán elaborar sus respectivas legislaciones y medidas físicas ( faros,
boyas, etc.), la razón de ellas, como hemos indicado, residía en las
potencialidades de exploraciones petroleras en alta mar.
El
gobierno británico, que le quiso dar un carácter local a este proceso, vale
decir, delimitación entre una colonia y un
país soberano, se abstenía de definir derechos en las aguas
superficiales.
Las
coordenadas propuestas en este arreglo era las siguientes:
LATITUD
|
LONGITUD
|
Punto A. 10° 36’ 15’’
|
61° 54 ‘ 50’’
|
Punto B: 10° 02’ 30’’
|
62° 05’
|
Línea a lo largo del paralelo 9° 57’ 30’’ en dirección
oeste
|
61° 31’
|
Punto X a Punto Y donde la última intercepta los
límites de las aguas territoriales de Venezuela aproximadamente en la
longitud 61° 56’ 45’’.
|
El 31
de diciembre de 1936, el Ministro Británico envía una nota, que parece mas bien
una imposición, donde se prima la necesidad de negociar, que se reservan expresamente los derechos
sobre isla de Patos, y que Su Majestad, no desea tratar el asunto de la tierras de la superficie[34].
Se
puede interpretar esta actitud, o bien como una intencionalidad manifiesta de
darle máxima presión al proceso para, luego hacer creer al Ministerio
venezolano, que habían obtenido un gran logro con las islas en litigio,
pero, obteniendo en tiempo record, un
Tratado para la explotación petrolera; o bien se trataba de la típica conducta
internacional de la primera potencia mundial, que había mantenido
invariablemente durante casi doscientos años, y que dadas las circunstancias
posteriores de la guerra, tuvo que ceder porque perdía el conflicto, y
necesitaba recursos energéticos para sus industrias, buques, aviones y
transporte. Nos inclinamos por la segunda opción.
La
nota británica es sometida a consideración del Consejo de Ministros, que es
aprobada el 19 de febrero de 1937, en el se manifiesta el deseo de negociar la
delimitación, pero con reserva expresa de los derechos venezolanos en isla de
Patos[35].
Pero
las circunstancias de la guerra agrandan las susceptibilidades, y las potencias
en vías de conflicto como era Alemania e Inglaterra, estaban asegurando
posibles aliados. En el caso que nos ocupa, Alemania había mantenido unas
excelentes relaciones con Venezuela, y por ejemplo en 1929, el crucero “EMDEM”
efectuó una visita a Trinidad, y luego, en mar abierto, realizó unas prácticas
de tiro. La costumbre internacional consistía en avisar al puerto de visita, en
este caso, Puerto España. Venezuela no protestó.
Pero
en diciembre de 1938, el crucero alemán “Schelesien” hizo igual práctica fuera del mar territorial
de Trinidad. El 20 de diciembre de ese
año, el Canciller venezolano protestó la acción del crucero. Ocho días después,
el Jefe de la Legación alemana en Venezuela, contestó diciendo que:
“A Alemania le es desconocido que Venezuela reclama la parte
septentrional del golfo de Paria como aguas de su dominio, y tampoco le consta
a Alemania que tal reclamación hubiera sido presentada o reconocida con virtud
internacional”.
Alemania
no protestó esta nueva situación, pero nada indicaba que Venezuela hubiera
cambiado el estatus del golfo de Paria[36].
Enterado
el gobierno norteamericano de estos incidentes y del plan de delimitación, las
maniobras tras bastidores no se hicieron esperar, el Presidente Roosevelt, por
boca de su Sub-Secretario de Estado, consideraba el golfo de Paria como de
inmenso valor estratégico, y le preocupaba sobre manera que Inglaterra, pudiera
unilateralmente, cerrar la navegación por ese espacio[37].
En un
radiograma cifrado, remitido por el Ministro Plenipotenciario de Venezuela en
Estados Unidos, se hacía ver este hecho, y la sugerencia del Subsecretario
Summer Welles, que el futuro Tratado hiciera referencia explícita a que la
delimitación no afectaba los derechos de navegación de terceros países[38].
Como
sabemos, este tipo de delimitación era la primera en su especie, y los
procesos, prácticas de los Estados y otras referencias eran casi inexistentes,
sólo Portugal había hablado este tipo de asunto en 1930. Así que, se interpretaba, que la delimitación
del lecho submarino, abarcaba la superficie en esa misma proporción con las
respectivas restricciones.
Continuando
con el proceso de negociación, el 21 de diciembre de 1938 y el 9 de febrero de
1939, el gobierno británico flexibiliza
su posición y ofrece reconocer isla de Patos como venezolana, con la condición
de que no sea cedida a terceros ni pueda ser fortificada.
Paralelamente,
el gobierno venezolano organiza comisiones técnicas multidisciplinarias, para
que, desde diferentes perspectivas, llegar a la solución más correcta, estas
comisiones destacaron por la profundidad de sus informes, y la viabilidad de
sus asertos; y permitió asistir a las reuniones técnicas celebradas con los
británicos a mediados de 1939, con la debida preparación.
En
efecto, formaron parte de la Comisión Técnica para la delimitación del subsuelo
del golfo de Paria, el Inspector General de Marina, capitán de fragata Antonio
Picardi; José María Font y Eduardo Calcaño, del Ministerio de Relaciones
Exteriores; Rafael Díaz Fermín, del Ministerio de Hacienda; Rafael Pizani, del
Ministerio de Fomento; y el Dr. Pedro Agerrevere, del Ministerio de Obras
Publicas[39].
En
síntesis, sobre la propuesta británica, los expertos venezolanos observaban lo
siguiente:
1.
Existía
el temor por parte de Venezuela sobre cuánto petróleo de los yacimientos
ubicados en el sector izquierdo de la línea de demarcación, pudieran drenarse
hacia los pozos británicos. La Inspectoría Técnica de Hidrocarburos, señalaba
que no existía una regla confiable para determinar este problema, pero por
ejemplo, citaba casos como el pozo “Ranger” de Texas, que drenaba una
superficie de 17 hectáreas porque la calidad de la superficie impregnada de
petróleo, era calcárea, y de gran porosidad. En el caso de otros pozos, donde
la superficie de impregnación era arenosa, el área de drenaje alcanzaba las 4
hectáreas[40].
2.
En
el golfo de Paria, se encontraba el campo de Pedernales, de arena muy fina, y
al que le calculaban un radio de drenaje de unos 125 metros, por lo que su
influencia era muy escasa, tal vez 8 hectáreas. Los pozos “Amacuro I” y
“Amacuro II”, tenían muy poca influencia en el asunto. Quedaba despejado uno de
los problemas más importantes para Venezuela[41].
3.
El
Servicio Técnico de Minería y Geología de la Dirección del Gabinete, opinaba
que la estructura geológica de Paria y Trinidad tenían un mismo origen, sus
potencialidades petroleras eran altas, y su explotación dependería de la
profundidad y dificultades técnicas[42].
4.
El
otro problema de envergadura, era la propiedad del farallón El Soldado e isla
de Patos. La Oficina de Fronteras del Ministerio, emitió un memorando de fecha
22 de septiembre de 1936, que fue considerada en las reuniones de 1939. Señala,
que en cualquiera de las dos proposiciones de líneas divisorias propuestas por
los ingleses, o bien el farallón, o bien las islas pasaría a manos de estos,
algo desde “el punto de vista jurídico, totalmente injustificado”.
Propone que se corra la línea más al este[43].
5.
La
Oficina de Fronteras expresaba, al igual que el Ministro de Fomento, el temor
de que Inglaterra hiciera apropiaciones unilaterales, por lo que sugería
negociar, y hacer convenios conjuntos de explotación en alta mar[44].
En
abril de 1939, se reunieron en Trinidad, las Comisión Técnica Mixta Venezolana
–Británica; en ella se trataron tres aspectos fundamentales: geológicos,
petroleros y generales. De estas reuniones, el jefe de la delegación venezolana
expresaba su seguridad de que Inglaterra iniciaría las perforaciones convenga
Venezuela o no, porque aquel país tenía temor que otras potencias se
adelantaran en esta zona, en consecuencia, aconsejaba “amarrar” este asunto lo
más pronto posible[45].
Finalmente,
la Comisión Técnica venezolana aprueba el memorando de Cancillería sobre la
propuesta venezolana de delimitación, que básicamente, se circunscribe a que la delimitación se pronuncie sobre suelo
y subsuelo, y no a la situación jurídica de la superficie, dejando pendiente
también, si el espacio comprendido entre las riberas del golfo era mar libre o
cerrado; que se respetara la libre navegación; que la isla de Patos fuera
reconocida como Venezolana en vista de los título que la avalan, finalmente,
que la línea de división pasara por la mitad del farallón del Soldado y termine
en el límite de las aguas territoriales venezolanas[46]. Este memorando, modificaba la
propuesta británica del 31 de diciembre de 1938, y del 9 de febrero de 1939,
donde la línea pasaba a una legua al sur de isla de Patos, desde su misma
medianía.
Un año
después, la Cancillería venezolana envía una propuesta alternativa. Lo que
entiende el Canciller Venezolano es que la propuesta de Inglaterra inserta en
el memorando del 9 de febrero de 1939, no se haría mediante un Tratado, sino
por medio de instrumentos diplomáticos menos formales, como una Orden del
Consejo de Su Majestad, informando a la
comunidad internacional, que tal medida, no prejuzga, derechos de navegación de
terceros sobre la superficie, un acto unilateral, con nula participación
venezolana. Pero, el Foreing Office, flexibilizó su posición con respecto a
isla de Patos, y estaba dispuesto a
“cederla” en su oportunidad, mejorada las condiciones de la guerra,
siempre y cuando concurrieran las siguientes circunstancias:
1.
Que
Venezuela reconozca la soberanía británica sobre el farallón “Soldado”.
2.
Que
Venezuela se comprometa a no disponer de
la isla de Patos a favor de terceros.
3.
Que
Venezuela se comprometa a no fortificar ni armar la isla.
4.
Que
se celebre un arreglo para uso común de la pesca alrededor de la isla por
pescadores trinitarios y venezolanos.
5.
Que
se trate la cuestión de eliminar el impuesto adicional que pesa sobre las
mercancías provenientes de la Antillas inglesas[47].
El Canciller Gil Borges responde
punto por punto, de la siguiente forma:
1.
Los
términos del acuerdo no deben extenderse a los espacios terrestres ubicados en
la superficie, tal como estaba determinado por los memorandos del 25 y 31 de
agosto de1936, enviados por la Legación Británica, salvo la isla de Patos, por
su cercanía a las costas de Venezuela (2,33 millas).
2.
La Constitución Nacional prohíbe la
enajenación, cesión o arrendamiento de cualquier parte del Territorio Nacional.
3.
El
gobierno venezolano no tiene el propósito de fortificar la isla, más no cree
prudente renunciar a tomar medidas de seguridad en caso de agresión, cumpliendo
con la cortesía de informar a las autoridades trinitarias.
4.
Cree
poco práctico permitir la pesca común en las aguas adyacentes a la isla, por
estar dentro de las aguas territoriales de Venezuela, no sería conforme a
justicia y sería una fuente de eternos problemas entre los pescadores de ambas
nacionalidades.
5.
Cree
que es más oportuno reservar el asunto del 30% adicional de impuestos a las
mercancías inglesas, para un acuerdo comercial, por no ser vinculantes el
asunto territorial con el comercial[48].
Isla
de Patos fue un tema importante en la agenda de Cancilleres de la talla de
Caracciolo Parra Pérez y Pedro Itriago Chacín; pero le correspondió al Dr.
Estaban Gil Borges concertar este asunto. El 19 de abril de 1941, el presidente
Eleazar López Contreras anunció al Congreso, que en efecto, Inglaterra y
Venezuela habían llegado un acuerdo sobre la delimitación del golfo de Paria, y
que Inglaterra cedía a Venezuela la referida isla.
El
Tratado se firmó en Caracas, el 16 de febrero de 1942, siendo ratificado por
nuestro Congreso el 15 de junio de ese año.
La isla fue entregada el 20 de septiembre, y recibido por el Canciller
Caracciolo Parra Pérez y el Ministro de Guerra y Marina, Juan de Dios Célis
Paredes[49].
En
su artículo 3° especifica, las coordenadas definitivas de delimitación:
“Las líneas A-B,
B-Y y Y-X, mencionadas en el presente artículo, está trazadas en el mapa anexo
y se definen como sigue: La línea A-B parte del punto A que es la intersección
del meridiano central de la isla de Patos con el límite de las aguas
territoriales de dichas isla al sur de ella, y cuyas coordenadas aproximadas
son 10° 34’ 54.736’’ de latitud norte; 61° 51´54.656’’ de longitud oeste. De
allí la línea va rectamente al punto B que está situado en el límite de las
aguas territoriales de Venezuela, en el punto de su intersección con el
meridiano de 62° 05´08’’ oeste y cuya latitud aproximada es de los 10° 02’ 24’’.”
“La línea B-Y
parte del punto B ya establecido y sigue por el límite de las aguas
territoriales de Venezuela hasta el punto Y donde dicho límite corta el
paralelo 9°57’ 30’’ de latitud norte y cuya longitud aproximada es de 61° 56’
56’’ oeste”.
“ La línea Y-X
parte del punto Y ya establecido y sigue por el referido paralelo de 9° 57’
30’’ norte hasta el punto X situado en el meridiano de 61° 30’ 00’’ oeste”[50].
Los
problemas por la delimitación no terminaron, por las dificultades que
plantearon las comisiones mixta demarcadoras y la interpretación que Grfan
Bretaña dio a la Ley Venezolana de Mar Territorial y aguas Marina y Submarinas
de 1956, pero, eso es motivo de otro artículo.
· Capitán de Navío, Doctor en Historia de América. D.E.A. en
Historia, licenciado en Ciencias Navales.
[1]AGI. Caracas, 30. Real Cédula del 8 de septiembre de 1777.
[2] AGI. Caracas, 150. El gobernador de Trinidad al Consejo de
Indias, 1778.
[3] Alejandro Del Cantillo, Tratados,
convenios y declaraciones del paz y de comercio que han hecho con las potencias
extranjeras los monarcas españoles de la casa de Borbón desde el año de 1700
hasta el día, Madrid,
Imprenta de Alegría y Charlain, pp. 574 – 584 y 586 – 590.
[4] AGI. Ultramar, 816. Real cédula del 24 de noviembre de 1783
[5] Jesse A. Noel, Trinidad, Provincia de Venezuela, Caracas,
Italgráfica, 1972, pp. 161 – 163.
[6] Héctor García Chuecos, Hacienda colonial venezolana,
Contadores mayores e intendentes de Ejército y Real Hacienda, Caracas,
Editorial Crisol, 1946, p. 24. Noel, Trinidad, Provincia de Venezuela..., p.
228 –229.
[7] BL. Additional Papers, 38352.
Objects to admitted the ships of the United States into the port of own islands
in the West Indies, ff. 381-392. Pedro Pérez Herrero, Comercio y mercados en América Latina colonial,
Madrid, MAPFRE, 1992, p. 273.
[8] BL.
Add. 36806. Luis Fliskale, Some observations on the probability of
success in case an attack should be made on the island of Trinidad, Santa Fe, Cumaná, Caracas,
Nicaragua, Honduras and Guatemala, 1782.
[9] BL. Additional Papers, 36806. Luis
Fliskale, Some observations on the probability of success in case an attack
should be made on the island of
Trinidad, Santa Fe, Cumana, Caracas,
Nicaragua, Honduras and Guatemala, November, 16 of 1782, ff. 161 – 178.
[10] Unos de ellos, llamado Mr. Pent,
esperaba que “todas sus
inversiones las recuperará una vez Santa Fe se Subleve”. AGI. Caracas, 96.
El gobernador de Venezuela al virrey de Santa Fe, 22 de marzo de1800.
[11] BL. Additional Papers, 3885. Mr. Suliver, planes para enviar una fuerza a Portugal, 1806, ff.
170–182. BL. Additional
Papers, 37884. Lord Selkirk Windham, Observations on the propose expedition
against Spanish America, June, 7 of 1806, ff. 9-24
[12] BL. Additional Papers, 37884. Lord
Selkirk Windham, Observations on the propose expedition against Spanish America,
June, 7 of 1806, f. 22.
[13] BL. Additional Papers, 3885. Mr. Suliver, planes para enviar una fuerza a Portugal, 1806, ff. 170 – 182. BL. Additional Papers, 37884. Lord Selkirk
Windham, Observations on the propose expedition against Spanish America, June,
7 of 1806, ff. 9-24.
[14] BL. Additional Papers, 3885. Mr. Suliver, planes para enviar una fuerza a Portugal, 1806, ff.
170 – 182. BL. Additional Papers, 37884. Lord Selkirk
Windham, Observations on the propose expedition against Spanish America, June,
7 of 1806, ff. 9-24. BL. Additional Papers, 883,
Observaciones acerca del río Orinoco, posiblemente 1801, f. 268.
BL. Additional Papers, 37884. To general
Carwfurd, Downing Street, October, 30 of 1806, f. 220.
[15]AGS. Secretaría de Guerra,
7184-19. Don Manuel Godoy, a la vista de las informaciones del gobernador de
Caracas sobre el repartimiento de tierras entre Barima y el Esequibo, 22 de
febrero de 1798. AGI. Caracas, 458. Don Manuel Godoy, 27 de septiembre de 1807
( nota al margen).
[16] AGI. Caracas, 95. Don Joaquín de Zubillaga, encargado de la
Capitanía General de Venezuela, a Don
Eugenio Llaguno, 26 de noviembre de
1796.
[17] Laird Clowes, The Royal
Navy…, V. IV, p. 379. Jeremy Black, “Introduction” in The British Navy and the use of naval power in the Eighteenth Century, edited by Jeremy Black and Philip
Woodfine, Leicester University Press, 1988,
pp. 208–209.
[18] William Laird Clowes, The Royal
Navy, London, Chatam Publishing, 1997, V. IV, p. 333. Juan Manuel Zapatero, La
Guerra en el Caribe en el siglo XVIII, San Juan de Puerto Rico, Instituto
de Cultura Puertorriqueña, 1964, pp. 422-423.
Ocupación de la isla de Trinidad, formato en disco compacto, Armada de Venezuela y Archivo General de la
Nación, Caracas, AGN - Armada, 2002.
Relación de las tropas y buques que ocuparon la isla de trinidad en 1797
al mando de Ralph Abercromby, general en jefe de los Ejércitos de su majestad
británica, y coordinadas por los buques al mando del almirante Henry Harvey, f.
008, criterio de búsqueda: Harvey. AGI. Caracas, 508. El intendente a Don Diego
Gardoqui, 14 de marzo de 1797.
[19] Un tercio de las tropas enviadas desde España y de las dotaciones
de la escuadra de Apodaca había perecido meses antes por efectos de la fiebre
amarilla. Ocupación de la isla de Trinidad, 1797,..... Don José María Chacón al gobernador de
Venezuela, 27 de febrero de 1797. Criterio de búsqueda: Chacón.
[20]AGI. Caracas, 508. El intendente a Diego Gardoqui, 14 de marzo de
1797. Ocupación de la isla de Trinidad, 1797,..... Don José María Chacón al gobernador de
Venezuela, 27 de febrero de 1797. Criterio de búsqueda: Chacón.
[21] “Cláusulas de capitulación que constan de diez y nueve (19)
artículos para la entrega de la isla de Trinidad suscrito, por José María
Chacón, comandante y gobernador general de la isla de trinidad y el general en
jefe de los ejércitos británicos Ralph Abercromby, y Henry Harvey almirante de
las fuerzas navales británicas, 18 de
febrero de1797, ff. 9 – 10v” en Ocupación de la isla de Trinidad, 1797,.....
Criterio de búsqueda: Harvey.
[22] Calificativo dado por otro marino, el gobernador de Cumaná,
capitán de navío Vicente Emparán. AGI. Caracas, 508. Varias declaraciones de
testigos de la toma de Trinidad, instruido por Vicente Emparan, 6 de marzo
1797.
[23] The Navy and South America, 1807 – 1823, Ed. Gerald S. Graham and R.A.
Humphreys, London, Navy Record Society, 1962, pp. XXIV-XXV.
[24] Thompson, The Geographical
and….,V.V, pp. 306–307.
[25] Vattel, El Derecho de
gentes.., pp. 94 – 102.
[26] Félix José de Abreu y Bertodano,
Tratado Jurídico Político
sobre pressas de mar y calidades que deben concurrir para hacerse legítimamente
el Corso, Madrid, Imprenta real, 1746, capítulo V, pp. 68 –71.
[27] AGI. Santo Domingo, 1071. Real cédula del 28 de septiembre de
1779 sobre la aprehensión de las balandras “ las Delicias” y ” Polly” en isla
Blanca. AGI. Santo Domingo, 589. Real cédula del 2 de junio de 1716, dirigida al gobernador de
Cumaná, aprueba el apresamiento de una balandra tripulada por franceses e
ingleses carga de negros y sal en la isla de Tortuga. Otra del 7 de marzo 1704, declarada mala
presa a una balandra apresada en igual paraje.
[28]Julio D. González Campos, Luis Sánchez Rodríguez, Andrés Páez
Sáenz de Santa María, Curso de derecho internacional publico, Madrid,
Editorial Civitas, 1988, p. 121.
[29] The British Library, Manuscripts,
Add. 36349. Expediente suscitado por el ministro de
Holanda sobre querer..., f. 261.
[30] AGDGSLAF, 4.1.45. Borrador de trabajo del Canciller Gil Borges,
posiblemente de 1936.
[31] Íbidem.
[32] AGDGSLAF, 9.1.24. Oficina de Cartografía del Ministerio de
Relaciones Exteriores, 3 de octubre de 1933.
[33]AGDGSLAF, 9.1.24. De la
Legación Británica en Caracas, al Ministerio de Relaciones Exteriores, “Aidé
Memoire”, 25 de agosto de 1936.
[34] AGDGSLAF, 9.1.24. De la
Legación Británica en Caracas, al Ministerio de Relaciones Exteriores, 31 de
diciembre de 1936.
[35] AGDGSLAF, 9.1.24. Proyecto de nota aprobado en Consejo de
Ministros, del 19 de febrero de 1937.
[36] AGDGSLAF, 9.1.24. De la
Legación alemana en Caracas, al
Ministerio de Relaciones Exteriores, 31 de diciembre de 1938.
[37] AGDGSLAF, 9.1.24. El
Ministro Plenipotenciario de Venezuela en Estados Unidos al Canciller de
Venezuela, radiograma cifrado, 23 de enero de 1939.
[38] AGDGSLAF, 9.1.24. El
Ministro Plenipotenciario de Venezuela en Estados Unidos al Canciller de
Venezuela, radiograma cifrado, 5 de
enero de 1939.
[39] AGDGSLAF, 9.1.24. Acta del
9 de febrero de 1939, en la Casa Amarilla.
[40] AGDGSLAF, 9.1.24. El
Inspector Técnico General de Hidrocarburos, Dr. Luis Herrera F. , al Canciller,
2 de febrero de 1939.
[41] Ibídem.
[42] AGDGSLAF, 9.1.24. El
Servicio Técnico de Minería y Geología de las Dirección del Gabinete, 31 de diciembre de 1938.
[43] AGDGSLAF, 9.1.24. La Oficina de Fronteras del Ministerio de
Relaciones Exteriores, 22 de septiembre de 1939.
[44] Íbidem.
[45] AGDGSLAF, 9.1.24. El Ministro de Fomento al Canciller, 16 de mayo
de 1939.
[46] AGDGSLAF, 9.1.24. Memorando de propuesta de delimitación,
elaborado por la Chancillería de Venezuela, 9 de febrero de 1939.
[47] AGDGSLAF, 9.1.24. El Ministro de la Legación Británica en
Venezuela al Canciller de Venezuela, 22 de enero de 1940.
[48]AGDGSLAF, 9.1.24. El
Canciller de Venezuela al Ministro de la Legación Británica en
Venezuela, 2 de febrero de 1940.
[49]AGDGSLAF, 1.20.3. Tratado con Gran Bretaña sobre las Áreas
Submarinas del golfo de Paria, del 26 de febrero de 1942. Firman, por
Venezuela, Caracciolo Parra Pérez, por Gran Bretaña, D. St. Clair Gainer.
[50] Ibidem,
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