La reunión del G-20
realizada en Hamburgo en fecha reciente dio mucho que hablar. De lo que se habló
o decidió se ha dicho muy poco. Solo nos quedan las acciones y las omisiones
que han permitido hacer inferencias de diferente naturaleza. Para nosotros los
venezolanos esa reunión fue importante porque se discutió acerca de la crisis
que enfrentamos y sus repercusiones internacionales que ya de suyo son
conocidas. Pero esta reunión hamburguesa permite también examinar otra serie de
aspectos que fueron muy visibles, tan visibles que ocultan un hecho que para
nosotros los venezolanos quizás no ha revestido la importancia del caso y, sin
embargo, nos puede ayudar a comprender la naturaleza del conflicto en que
estamos inmersos a escala global, como lo es la relación entre propiedad y
riqueza que está y estuvo en la discusión en ambos acontecimientos. Por ello
vamos a examinar: la naturaleza de las protestas en Hamburgo, la naturaleza de
la insurrección venezolana, la relación de la propiedad y la riqueza desde una
perspectiva aredntiana y, finalmente, determinaremos sus aspectos coincidentes
y discrepantes para entender la naturaleza del conflicto global.
En Hamburgo hubo fuertes
protestas contra el capitalismo y el nuevo orden global. Una elocuente mirada
de estas protestas pueden ser observadas en el siguiente link producido por la
revista Bild: https://youtu.be/yqWCiSJJRjs. Estas
protestas tuvieron una alta intensidad y una limitada duración y provocaron
muchos heridos (inclusive dentro de las fuerzas del orden), detenciones y daños
materiales contra medios del Estado y la propiedad privada realizados por los
protestantes. Como se sabe, el G-20 es un foro integrado por los 20 países más
ricos del mundo. Estos países representan el 85% de la economía mundial[1]. El foro es “un espacio de
cooperación y consultas” entre los integrantes en temas relacionados con el
sistema financiero internacional y las economías emergentes[2]. Como este grupo en sí
mismo representa a los países ricos los ataques a la propiedad observados en
Hamburgo fueron una manera de expresar un rechazo a la riqueza que esta
propiedad representa y trae consigo. El ataque a la propiedad en el caso alemán
no significó un ataque a la riqueza. Fue solo una oposición simbólica a una
realidad que se está produciendo debido a que la destrucción de bienes se da en
un contexto signado por la existencia de un ciclo determinado por la producción
y el consumo que en sí expresa la dinámica de la economía alemana y, en
general, la de los miembros del grupo que, en su caso, no detiene el ciclo, más
bien lo acelera.
En Venezuela, en cambio, la
insurrección ha sido contra la tiranía y la ruptura del orden político. Esta ha
tenido una alta intensidad, una escala geográfica muchísimo mayor, una relativa
larga duración (más de cien días) ha habido más de una centena de muertos, medio
millar de heridos, miles de detenidos y daños a la propiedad generados
mayormente por el Estado o por grupos paramilitares financiados por el Estado. Pero
el ataque a la propiedad realizado, hasta ahora puntualmente por parte del
Estado, no está dirigido contra la riqueza que eventualmente se produce a
partir de la propiedad, sino a la propiedad en sí generando en consecuencia
empobrecimiento debido a que en nuestro país no hay producción y el consumo se
ha venido reduciendo de forma sistemática por la acción del gobierno. Para
atacar a la riqueza habría que hacerlo a los representantes de la tiranía. Eso
es lo que está haciendo el gobierno estadounidense hasta el presente bajo la
figura y la relación existente entre el enriquecimiento ilícito y la
legitimación de capitales.
Este enfrentamiento en
Venezuela es mucho más complejo y evidencia el crimen que está cometiendo la
tiranía contra los venezolanos. Al respecto Víctor Maldonado ha señalado que
además de los ataques a la propiedad que se han observado en estos últimos 100
días “en los últimos veinte años el régimen se ha valido de una legislación
espuria, cuando no de la fuerza bruta, para confiscar ilegalmente bienes
privados, activos productivos, y cuanto les ha parecido”[3]. El tema de la propiedad
es entonces el punto de aplicación a donde se dirigen los esfuerzos de la
tiranía para alcanzar una forma de dominación de naturaleza totalitaria. Por
ello Maldonado apoyándose en Ayn Rand indicó que la propiedad privada es “esencial
a la vida de los seres humanos [porque les] confiere dignidad y sentido a su
existencia”. Significa, en palabras de Hannah Arendt (1993) “tener un sitio de
uno en alguna parte concreta del mundo y por lo tanto pertenecer al cuerpo
político”. Ahora bien, hacia dónde va dirigido el ataque a la propiedad. Esta
autora indicó que la distinción entre la esfera privada y la esfera pública de
la vida correspondía al campo familiar y político. Ello significa, para ella,
que ser propietario era alguien que tenía cubiertas las necesidades de la vida
y, por lo tanto, podía trascender su propia vida y entrar en el mundo que todos
tenemos en común[4].
Por ello es que la tiranía se ha dirigido contra la familia y lo político en
términos de necesidad y trascendencia para imponer un modelo totalitario que le
permita perpetuarse en el poder.
Esta diferencia cuyo pivote
se centra en la propiedad y la riqueza nos da luces acerca de la naturaleza del
conflicto global en que nos estamos sumergiendo debido a que este conflicto
orbita, entonces, en torno a dos ejes: lo público y lo privado. Por ello vamos
a examinar qué nos dice Hannah Arendt al respecto.
Esta autora nos indicó que
la relación entre lo público y lo privado se manifiesta en su nivel más
elemental en la cuestión de la propiedad privada, y consecuentemente en la ecuación
de propiedad y riqueza tanto en lo correspondiente a la tenencia como en la
carencia. De ahí señaló que la propiedad privada históricamente ha sido
sagrada, la riqueza no. Lo sagrado de lo privado tenía que ver con lo sagrado
de lo oculto, es decir, del desconocimiento de dónde se viene y a dónde se va: nacimiento
y muerte. Por ello esta autora examinó varios aspectos que tienen que ver con
esta relación entre lo público y lo privado que nos va a permitir entender qué
está en juego en Venezuela dentro del marco del conflicto global. Estas son:
los social y lo privado, el lugar de las actividades humanas y la labor como expresión categórica de las
necesidades básicas de la vida. Vamos a abordarlos a continuación.
Con respecto a lo social y
lo privado señaló que únicamente cuando la riqueza se convirtió en capital, “la
propiedad privada igualó o se acercó a la permanencia inherente a un mundo
comúnmente compartido”. Sin embargo, esta permanencia la entiende a partir de
la existencia de un proceso de acumulación. Por ello es que ha considerado que la
riqueza es estrictamente privada. Ello explica porque las protestas en Alemania
fueron simbólicas. No están en capacidad de interrumpir el proceso. En este contexto
la mayor amenaza no es, para ella, la abolición de la propiedad de la riqueza,
sino la abolición de la propiedad privada en el sentido de la posesión concreta.
Eso es lo que se evidencia en Venezuela, pero la amenaza en sí no apunta solo a
lo tangible como se ha observado en las violaciones realizadas por el Estado,
sino a la propia fuerza del cuerpo como han venido realizando con la
instrumentación de medidas como los claps, tal como ha indicado Maldonado, que
nos está hundiendo “en el foso de la miseria”.
En relación con el lugar de
las actividades humanas Arendt se focaliza en la bondad para alertar que “esta solo existe cuando no es percibida ni
siquiera por su actor”. Por lo que ésta usada para mitigar al hombre de la
necesidad puede destruir la esfera pública. Esta alerta es lo que nos permite
explicar en Venezuela el papel ‘benefactor’ de un Estado populista y
totalitario para los fines de su propia conservación que se observa no sólo en
los claps, sino también en las asignaciones de vivienda, vehículos, etc. Por ello
se puede afirmar que la tiranía ha hecho grandes esfuerzos por destruir los
restos de la esfera pública venezolana.
Finalmente la Labor Arendt la relaciona con el proceso
biológico del cuerpo humano ligado a las necesidades vitales producidas y
alimentadas en el proceso de la vida e implica crecimiento, metabolismo y
decadencia y, la considera como “la fuente de la propiedad, de la riqueza…”.
Esto significa, para ella, que la labor
es una servidumbre inherente a las condiciones de la vida humana que ha pasado
a cobrar relevancia por la distinción entre productividad e improductividad. Esta
Labor, la autora la observa desde
diferentes ángulos que nos interesa destacar, en relación con la vida, la
fertilidad y con respecto a lo privado de la propiedad y la riqueza.
En lo concerniente a la vida
señaló que las cosas menos duraderas son las necesarias para el proceso de la
vida. Este proceso es un interminable ciclo determinado por la necesidad
impuesta por la naturaleza que dura del nacimiento a la muerte y que solo puede
ser rota con la fertilidad. En relación con la fertilidad, parte del hecho que
el excedente del ser vivo es su potencial de multiplicación. Por ello afirmó
que “la fuerza de la vida es la fertilidad”. Pero en Venezuela, la tiranía ha
intervenido el ciclo de la necesidad de la vida en lo concerniente a la
alimentación y consumo en general y ha intervenido la fertilidad desde el mismo
momento que los nacimientos se están produciendo de forma inadecuada y las
condiciones de vida en términos de salud, alimentación y seguridad se han
estado haciendo precarias.
En lo concerniente a lo privado
de la propiedad y la riqueza indicó que en la época moderna lo que se ha
defendido es la búsqueda sin restricciones de más propiedad o apropiación. ¿Por
qué ocurre esto? Porque la propiedad mitiga la no-relación con el mundo debido
a que genera seguridad mundana. Dentro de este marco es que se circunscribe el
deseo de abundancia. El deseo de abundancia es lo que ha hecho que la humanidad
se oriente al placer y a tratar de eliminar el dolor que supone la fatiga. Su
significado es que esta vivencia es antipolítica desde el mismo momento que
hace de esta un medio para satisfacer necesidades y no la de trascender por
intermedio de la Acción que para
Arendt corresponde con lo político, es decir, la condición humana de la
pluralidad que permite iniciar, de crear un mundo nuevo. Por ello, en esta
condición de debilidad determinada por la satisfacción de la necesidad de
evitar el dolor, la tiranía logró dominar a los venezolanos cuando dispuso de
los recursos para ello, pero no pudo dominarse a sí misma, generando, por una
parte, una distorsión más que antipolítica, criminal que se ha evidenciado en
acumulación y abundancia de una clase dirigente como hemos observado de forma
clara desde marzo de 2017 y, por la otra, un empobrecimiento de la población el
reducir su posibilidad de trascendencia.
Como el tema ha pasado a ser
el crecimiento de la riqueza porque esta es entendida como posibilitadora de la
abundancia, se explica entonces porque en Venezuela se ha luchado por controlar
la fuente de riqueza y explica el rentismo consecuente que posibilitó ambas
(riqueza y abundancia) desde mediados del siglo XX. Ello explica también porque
la izquierda internacional representada por el Foro de São Paulo y los partícipes
de la nomenclatura socialista, como señaló Maldonado, tomó el control de esa
fuente representada, en nuestro caso, por la industria petrolera.
Podemos indicar entonces que
el totalitarismo que quiere implantar la tiranía en Venezuela está destruyendo
la propiedad privada para reducir toda oposición, está interviniendo el ciclo vital
de la existencia al acortar la vida de los venezolanos que vivieron otra forma
de relacionamiento político, ha buscado reducir la fuerza de los venezolanos
para laborar y para trascender llevándola a niveles de improductividad absoluta
interviniendo la vida y la fertilidad y se apropió de las fuentes de riqueza del
país para dar continuidad al proyecto político transnacional. Aquí es que se
puede observar, en una nueva dimensión lo señalado por Maldonado cuando afirma
que la negación de los derechos de propiedad disuelve la posibilidad de
disfrutar “ninguna libertad plausible” en relación con la producción y uso, la
disposición de los producido y consecuentemente, “la riqueza, la prosperidad y
la capacidad de legar a hijos y herederos los esfuerzos de toda una vida”. Esta
afirmación nos lleva al punto final de nuestro análisis, es decir, los aspectos
coincidentes y discrepantes de las protestas hamburguesa y venezolana.
El aspecto coincidente de
las protestas hamburguesa y venezolana, apoyándonos en la tesis arendtiana, es
que se estaba atacando la propiedad que ha sido históricamente sagrada y no la
riqueza que históricamente no lo ha sido. Esta coincidencia llama la atención
porque evidencia la existencia de un acuerdo tácito entre la diversidad de
actores que están en esa confrontación global. Este acuerdo se explica en el
sentido que al ser el G-20 un foro conformado con una finalidad financiera, la
estabilidad es el objeto primordial de esa congregación. Pero esta estabilidad
es frágil, puede ser corrompida de forma erosiva o golpeada por un
acontecimiento inesperado. En ese juego es que entra Venezuela, uno de los
temas de la pasada reunión. La capacidad productiva del país y el cambio
político que se ha llevado a cabo desde el año 1998 ha permitido, por una
parte, la introducción en la economía global, de forma erosiva, de un germen
basado en la legitimación de capitales, que es el símbolo de la riqueza mal
habida, que ha estado corrompiendo el sistema financiero internacional por
intermedio de la industria petrolera nacional al usarla como vehículo de
legitimación de capitales, y, por la otra, la destrucción de la economía
venezolana y la crisis humanitaria que padece la población puede producir un
acontecimiento, de golpe, que afecte el equilibrio financiero internacional.
Esto nos lleva al segundo aspecto.
De manera discrepante si
bien en Alemania el daño ha sido simbólico porque no ha afectado la estructura
de producción, en Venezuela el daño ha sido efectivo porque el Estado, como
hemos indicado, ha destruido gran parte de la capacidad productiva y de las
condiciones de posibilidad para que ella sea posible. Ello ha sido posible por
la necesidad de mantener un bien, el petróleo, que le da al Foro de São Paulo capacidad
de maniobra. En este contexto, para esa entidad transnacional es importante que
la tiranía se mantenga para garantizar, por una parte, la transición colombiana
al socialismo de manos de los grupos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia que controlan el negocio del narcotráfico y entraron al juego político
gracias a la permisividad del gobierno de ese país y, por la otra, la
continuidad política cubana cuando se produzca el cambio generacional. Ambas
acciones dirigidas a continuar con su proyecto político que no es otro que la
destrucción del orden financiero internacional como paso previo para la
destrucción del actual orden global tendencialmente post-westfaliano.
La otra diferencia a
considerar es que en Alemania se estaban enfrentando dos poderes de alcance
global en un juego simbólico. En Venezuela no. Y en esta confrontación cómo
quedamos los venezolanos. La tiranía tomó partido por los que persiguen la
destrucción del actual orden global sin importar los venezolanos. Los
venezolanos, más allá del orden existente, creen en la propiedad y la riqueza
mediante la labor y el Trabajo
creativo, pero tienen una estructura de mediación representada por la clase
política derrotada en el año 1998 y sus derivaciones partidistas que hoy se
integran a la llamada mesa de la Unidad (MUD) que impiden una acción política
que pueda constituir una república bien ordenada que cree, a su vez, las
condiciones de posibilidad para producir prosperidad. En este contexto el
conflicto es entre la tiranía transnacional y la sociedad venezolana, por lo
que el reto que hemos estado encarando los venezolanos desde finales del año
2016 y de manera clara y distinta a partir del 16 de julio del presente año ha
sido dimensionar la verdadera naturaleza del conflicto para poder encararlo
efectivamente.
Una vez que se logre ello se
entenderá que la acción político-estratégica fundamental de los venezolanos es impulsar
la consolidación de una base productiva que no esté capturada por la tiranía que
permita a su vez la reconstitución de una esfera púbica. Esta esfera pública
que en principio va asemejar a una multitud que opera en común deberá actuar
consecuentemente como un enjambre y erosionar la estructura organizacional que
sostiene la tiranía hasta hacerla caer por su propio peso.
[1] Está conformado por: 19 países y
la Unión Europea. Los países son: Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China,
Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Arabia
Saudita, Suráfrica, Corea del Sur, Turquía, Reino Unido y EE.UU. ver al
respecto: https://www.g20.org/Webs/G20/EN/G20/g20_node.html
[2] Ver al respecto: ¿Qué es el G-20 y qué países lo componen?,
en http://rpp.pe/mundo/actualidad/que-es-el-g-20-y-que-paises-lo-componen-noticia-992143
[3] Ver al respecto: Maldonado, V.
(2017). El derecho a la propiedad.
Caracas. En Finanzas Digital. [Documento en Línea]. Disponible: http://www.finanzasdigital.com/2017/07/derecho-la-propiedad/
[4] Ver al respecto: Arendt, H.
(1993). La Condición Humana.
Barcelona. (T. R. Gil). Editorial Paídos. 366 p.
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