Flor Izcaray hizo una reflexión sobre la paz que invita a detenerse un momento a preguntarse ¿qué es la realidad?https://twitter.com/FlorIzcaray/status/1269716709121970178?s=20, debido a que también nos encontramos frecuentemente con expresiones de parte de la tiranía que nos hacen dudar como, por ejemplo, que su propósito es ‘preservar y defender la paz’, pero
¿Qué es la paz cuando hemos estado viviendo las penurias de un estado de guerra
al menos de manera efectiva en el ámbito político desde el año 2001 y de manera
personal desde el año 2014? Para tratar de responder esta pregunta vamos a
hacer una nota introductoria, luego haremos una genealogía del concepto de ‘paz’
y finalmente analizaremos cómo la paz westfaliana nos ha llevado hasta el
presente.
Prolegómeno
El año 2000 fue declarado
como el año internacional de la cultura
de la paz, es decir, un año antes del inicio de la Guerra contra el Terrorismo y dos del inicio de la guerra más allá
de las reglas en Venezuela. En ese entonces se definió la paz como “un concepto
autónomo, en el sentido de la tranquilidad de espíritu, o en función de la
condición política del hombre, equivalente a orden social y también en relación
con su antónimo, es decir, ausencia de guerra”[2].
Aquí podemos observar que dicho concepto apunta en dos direcciones: al
individuo en sí mismo (tranquilidad de espíritu) y a su relación con los otros
(orden social). Lo que llama la atención es que la palabra orden social’ se
presta a muchas y ambiguas interpretaciones debido a que, como veremos, una de
las causas de conflicto entre comunidades políticas obedece al acaecimiento de
problemas dentro de una comunidad que se propaga a la constelación de Estados. Esta
circunstancia ha hecho que se entienda también la paz como concordia en el
plano político o como “…pública tranquilidad y quietud de los Estados…”, pero
cómo puede haber tranquilidad en un contexto de cambios sociales. Creemos, como
veremos, que en un contexto de cambios sociales, la quietud es una causa de
conflictos.
Desde esta perspectiva nos
encontramos que antes de los griegos existieron dos referentes que nos permiten
introducirnos en el tema de la paz: el Código
de Manú y el Código de Hammurabi.
El primero se orientaba a la tranquilidad de espíritu en relación con la
comunidad política. El segundo se orientó a la seguridad de la comunidad en
relación con las amenazas externas como se evidencia en este extracto:
“Yo soy Hammurabi, el rey perfecto... Les
fui buscando lugares tranquilos, resolví las dificultades más duras, les hice
salir la luz. Con el arma poderosa que me habían prestado el divino Zababa y la
divina Ishtar, con la agudeza que me destinó el divino Ea, con la fuerza que me
donó el divino Marduk, aniquilé a los enemigos arriba y abajo, extinguí la
resistencia, y volví placentera la vida del País. Asenté a la gente aglomerada
en regadíos, y no dejé pasar a nadie que los pudiera inquietar. Los Grandes
Dioses me llamaron: yo soy el único Pastor Salvífico, de recto cayado, mi buena
sombra se extiende por mi capital, llevé en mi regazo a la gente de Súmer y Acad,
han prosperado por la Virtud mía, los he conducido en paz, los he resguardado
con mi perspicacia. Para que el fuerte no oprima al débil, para garantizar los
derechos del huérfano y la viuda, en Babilonia, la capital cuya cabeza
exaltaron Anum y el divino Enlil…”.
Con lo antes indicado
podemos afirmar que, en principio, ‘Paz’ se ha entendido históricamente como
ausencia de guerra, pero guerra, como veremos es un concepto equivoco, por ello
hablaremos de bellum. De acuerdo a la
RAE la palabra ‘paz’ significa: Tranquilidad pública y quietud de los Estados;
estado o condición de seguridad, justicia, tranquilidad, serenidad; virtud que
pone en el ánimo tranquilidad y sosiego; tratado o convenio que se concuerda entre los
gobernantes para poner fin a una guerra. Proviene del latín pax, pacis,
pacem (que derivó: en alemán frieden, en inglés, peace, en francés paix y
en italiano, pace) y proviene de la
raíz `paç´ igual a `pag´ o `pak´, que significaba legar, unir, saldar y se
usaba para denotar los acuerdos concluidos por los romanos con sus enemigos
para finalizar bellum. Como se
observa, así como bellum requería de
una declaración para su inicio, `pax´ o `pacem´ era el acto que convertía el bellum, en otro estado de
no-confrontación violenta. Esto nos lleva a examinar el devenir de la palabra ‘paz’
desde el mundo griego.
El devenir de la palabra ‘paz’
Para los griegos, existió
una palabra que denotaba una situación de orden, bienestar y sosiego. Esta
expresión era ειρήνη
(eirene) y no excluia πóλεμον (polemos), es decir, el conflicto. Esta palabra eiréne designaba
una relación entre griegos y excluía a los bárbaros con los cuales estaban en polemos de forma permanente y evocaba en
la poesía griega la amistad entre los hombres y la felicidad, es decir, la
belleza de la vida. Además de ello podemos decir, siguiendo a Ángel
Cappelletti, que para Heráclito “polemos
es paz, constituyendo éste el Cosmos donde se da la unidad de los
contrarios, y paz el fuego, donde
todos los contrarios se identifican, unificándose”. Más adelante, agregó que
“la sociedad y la polis, como partes del Cosmos, pertenecen al dominio de polemos. Pero en cuanto el fuego es
Cosmos, polemos es paz. Lo cual significa
que polemos, al producir en los
miembros de la sociedad cambios de posición y de condición, transforma a todos
en todos, y establece entre ellos una unidad que equivale a la paz”. En este
orden de ideas, Francisco Bravo afirmó que según el efesio, “la paz y la guerra
eran divinas debido a que no había contrarios privilegiados y,
consecuentemente, la guerra era generadora de armonía puesto que si la acción y
la reacción entre sustancias opuestas cesaran, el vencedor establecería un
dominio permanente y el mundo como tal quedaría destruido”. De aquí se infiere
que la paz o eirene coexistía con polemos
o bellum.
En
Heráclito podemos decir entonces que `polemos´ era un estado que significaba
`guerra´ o dicho de otra manera, cambios inesperados, y estaba asociaba con physis (jusiz).
Fue, al parecer, durante el periodo que comprendió las denominadas “Guerras del
Peloponeso” que la
palabra “eirene” asumió el
significado de paz tal como veremos fue entendida por los romanos. El estado de
guerra que vivió el mundo griego lo denominó Tucidides como stasis (discordia) por lo que eirene, entendida como paz, comenzó a
ser vista como una fuente potencial de posibilidades para la vida feliz, buena
y por ende bella. Aquí se puede ir visualizando que la palabra `guerra´
la estamos usando en un sentido diferente a ‘polemos’ o ‘bellum’. Específicamente
la estamos asociando a un estado que es similar a ‘stasis’.
Para Platón polemos
era un estado natural y eirene sólo un nombre. Para Aristóteles la renuncia a polemos como la manera natural de
resolver los problemas comunes es una condición de la polis debido a que el
propósito de la vida es la abundancia y la riqueza. Pero Alberto Rosales hizo
una conceptualización de la situación del hombre antes y en la polis que nos
van a ayudar a entender polemos y el
estado de discordia dentro de una comunidad política que nos permite dar
consistencia a la diferenciación que hicimos entre bellum o polemos y estado
de guerra. Rosales, interpretando a Aristóteles, definió stasis, en relación con el movimiento y el cambio, como discordia y
quietud, es decir, como la praxis (política) no tiene límite, o sea, es un
movimiento que en sentido amplio significa cambio, este cambio es lo que le
permite a Rosales afirmar que praxis es ser-en-acto a pesar de que se extienda
en el tiempo, por lo que ser en el tiempo es estar en armonía con el cambio
como condición de posibilidad de ser oponiendo, en consecuencia, a la palabra práxis, como expresión de la polis, la
palabra stasis, que interpreta como
quietud y fuente de discordia[3].
En otras palabras, la quietud es desarmonía y en consecuencia, discordia. Esta
quietud y discordia es lo que expresa una situación desarmónica en la polis que
puede provocar cambios políticos, y polemos
era el estado anterior a la polis. Polemos
o bellum, una vez constituida la polis se hacía contra los que no eran
miembros de la polis. Por otra parte, Aristóteles aun admitiendo que la vida de
la polis y la de los individuos no fuese habitualmente la polémica, siempre es
necesario hacerse temible a los potenciales enemigos. Así pues polemos no se hacía sino con la mira en
la paz vista como condición de posibilidad de eirene.
Para los romanos
la paz era un acuerdo que cesaba bellum,
pero, cuál era la esencia de este acuerdo en un contexto donde la frase si quieres la paz prepárate para la bellum
atribuida a Vegecio era la consigna que marcó el quehacer político en ese orden
histórico. Al respecto, Hannah Arendt indicó que
“en Roma la virtud humana más alta estaba representada
por la fundación de nuevos Estados o por la conservación y aumento de los ya
fundados… por ello, el cambio y la permanencia aparecieron, para bien y para mal,
indisolublemente unidos a lo largo de la historia de Roma, en la que el cambio
sólo podía significar el incremento y la ampliación de lo antiguo”.
La importancia
de esta citación se debe al hecho de que, para la filósofa, la “paz estaba
predeterminada por una alianza de las partes en conflicto que se convierten en
asociados en virtud de la nueva relación surgida de la propia lucha y
confirmada por el derecho romano”. Así pues, el cambio, como estado fue
entendido como una superación de una situación previa donde estaba subyacente
el estado de guerra y bellum. Después
con el advenimiento y consolidación del cristianismo, San Agustín hizo un
aporte importante en relación con el concepto de ‘paz’ como se puede observar
en su obra La Ciudad de Dios. Si bien para el obispo de Hipona la paz
verdadera sólo se podía alcanzar en la vida eterna, también era un bien que se
podía alcanzar en la vida terrena.
“Porque es
tan singular el bien de la paz, que aún en las cosas terrenas y mortales no
sabemos oír cosa de mayor gusto, ni desear objeto más agradable, ni finalmente
podemos hallar cosa mayor”[4].
Pero
la paz terrenal es precaria debido a que todo lo creado está expuesto a la
corrupción, es decir, a la stasis
como la interpretamos con el apoyo de Rosales, por lo que ese todo de las
relaciones humanas va a depender de la propia actitud y disposición de los
hombres desde el mismo momento que la paz
terrena puede ser vista como la condición de posibilidad de la paz eterna en la medida en que
posibilita las relaciones sociales y la sustentabilidad de un orden social y
político donde bellum esencialmente
era la lucha justa contra el mal y el pecado. De ahí la importancia que para él
tuvo el Imperio Romano puesto que fue el medio que permitió de forma menos
problemática que la palabra de Dios se propagara gracias a la expansión de la
Iglesia.
El problema
de la corrupción para San Agustín nos permite hacer una acotación con respecto
a la palabra ‘guerra’. Como se sabe la justificación de la obra La Ciudad de Dios fue para exculpar a
los cristianos de los desmanes que sufrieron Roma y, posteriormente, algunas
ciudades estrechamente vinculadas al hiponense luego que las instituciones
romanas de esa parte del imperio entraran en decadencia con el traslado de la
capital a Constantinopla. Estas ciudades, especialmente Roma, estuvieron
sometida a un estado de inseguridad permanente y fue en este estado de
inseguridad en que entró en escena la palabra ‘guerra’. Según Corominas la palabra
‘guerra’ fue usada primeramente de forma despectiva por los latinos para
calificar las formas de luchar que no se ajustaban al bellum romano. No ajustarse en un doble sentido: guerra no era un
acuerdo para pelear y era un estado permanente. De dónde entonces viene la
palabra guerra. De los territorios que hoy conforman Alemania.
Para
los antiguos alemanes esta palabra tuvo, al parecer, diversos orígenes: el
primero, “Gewerr” (enredo) o “gewirr” (caos), es decir, una metáfora
relacionada con la palabra “wesser” que denotaba los cambios imprevistos del
rumbo de las cosas por los flujos y contraflujos producidos cuando dos
torrentes de un río confluían en un mismo punto. En el segundo significado, muy
relacionado con el primero, la palabra “werra” denotaba mezcla. Esta palabra a
su vez provenía de la palabra (fir-) werran que significaba embarullar,
enmarañar, confundir. De ahí surgirían palabras como werre-man (guerre-man,
gens d´ armes, guerrero, warrior) y wehr (landwehr, wehrmacht). La palabra “werra”,
que era usada cuando combatían los germanos, refirió entonces a un diferente
modo de combatir en relación con los romanos. En este modo no había un inicio y
un fin, sino era un estado donde los actos de fuerza se podían presentar en
cualquier momento y en forma permanente. Posteriormente, los pueblos de la
Europa Occidental modificarían la palabra “werra” y la derivarían en las
expresiones “guerra” o “warre” (war) para expresar un estado y los actos que de
ese estado de inseguridad se presentaban.
Así pues, siguiendo con
nuestra línea discursiva Santo Tomás de Aquino afirmaría que bellum era un pecado y era contraria a
la paz. Hay que recordar que en su época las cruzadas estaban en declive y el
mejoramiento de las condiciones de vida de los europeos incidió en una mayor
exigencia de autonomía y ello fue fuente de conflictos en relación con Roma. La
paz consecuentemente fue vista por el aquitense como concordia y tranquilidad
del orden. Para Marsilio di Padova la tranquilidad era "la disposición
óptima de la ciudad instituida según razón". El desorden, o sea la stasis, es interior, bellum es exterior. Así pues,
“la tranquilidad será
la buena disposición de la ciudad o del reino, en la cual cada una de sus
partes puede realizar perfectamente las operaciones convenientes a la
naturaleza según la razón y su
constitución. Y como el que bien define, significa igualmente su
contrario, la intranquilidad será la mala disposición de la ciudad o del reino,
como la enfermedad del animal, por la cual están impedidos todos o algunos de
sus miembros para hacer sus operaciones propias, tomados aparte absolutamente,
o en un conjunto y funcionamiento total”.
Como
se puede observar en esta cita de la obra El
Defensor de la Paz, su preocupación estaba orientada a la constitución de
la ciudad o el reino frente a Roma en un contexto signado por la represión, la
censura que afectaría a otros contemporáneos como Dante, Eckhart y Ockham y por
el conflicto entre Roma y el imperio que llevará más adelante a la reforma
protestante. Para Marsilio entonces la paz estaba asociada con el buen
ordenamiento de la ciudad.
Francisco
Suárez entre el renacimiento y la modernidad se volcaría sobre el pensamiento
aristotélico y las nuevas corrientes de pensamiento iniciadas, entre otros, por
Francisco Vitoria, para asociar el concepto de paz con la ley. En este sentido
expresó:
“…frente a la familia como sociedad embrionaria e
imperfecta, hay que estudiar la sociedad civil o política como sociedad
perfecta. Una sociedad que no tiene como fin formar hombre buenos, sino
convertir a los hombres en buenos ciudadanos en la vida temporal, persiguiendo
de consuno el bien común en justicia y en paz…, para que esta sociedad se pueda
desarrollar y cumplir sus fines, se hace preciso contar con la autoridad
legítima con capacidad para legislar y de hacer cumplir la ley… esa autoridad
ha sido dada por Dios al pueblo o a la sociedad como su depositaria primigenia”
Esta
concepción pre-moderna de la paz la vamos a observar también en el mundo
islámico. El islam surgió como una revuelta ética contra la moralidad tribal y
colocó al Estado y la sociedad al servicio de un individuo cuyo único deber era
“superarse para ser digno de encarnar el ideal del que el Profeta ha sido ejemplo
perfecto”. Dentro de este contexto, para el Corán la guerra, originalmente, era
una obligación no deseada que sólo se hacía con propósitos defensivos y la paz
era el camino para el encuentro con Dios en la tierra. Esta concepción de la
paz en el mundo islámico entró en crisis con el avance mongol y selyúcida en el
este y la decadencia de los reinos musulmanes en la península ibérica como la
describió Ibn
Rusd (Averroes) en La exposición de la
República de Platón teniendo como foco la realidad de los reinos árabes en
la península ibérica. Esta decadencia produjo una crisis del orden religioso en
el mundo islámico que explicaría muy bien Ibn Jaldún. Esta crisis como indiqué también
se presentó en el mundo cristiano.
La crisis del
orden religioso cristiano se iniciaría en el siglo XIV y finalizaría en el
siglo XVII y tendremos como autores a Nicolás de Cusa proponiendo una paz
religiosa en su obra Defensor de la Fe
luego de la caída de Constantinopla[5]
y haría que la paz fuese vista de nuevo como ausencia de bellum en un autor clásico: Nicolás Machiavelli[6].
Fue en este contexto que Suárez intentó fortalecer la asociación de la paz con
la ley antes indicada y Benedicto de Spinoza buscase que la concordia fuese el mejor
camino para asegurar la tranquilidad de espíritu y el orden político a lo interno
de la comunidad política y a lo externo frente a otras comunidades. Pero el
conflicto religioso que se desencadenaría en Europa con la reforma y la
contra-reforma sólo cesaría con el tratado de Paz de Westfalia en el año 1648.
En este Tratado
se declaró a la paz como ausencia de bellum
tal como se observa a continuación:
“Sea
notorio a todos, y a cada uno de aquellos a quienes toca, o de algún modo puede
tocar. Después que las discordias, nacidas hace muchos años en el Imperio
Romano, y los movimientos civiles, se han aumentado tanto, que no solo han
comprendido a toda
En este tratado se tomaron como principios de
derecho una serie de propuestas realizadas por H. Grocio que regularon el
comportamiento de las principales monarquías europeas y determinaron la
naturaleza de los estados de paz cristiana y bellum dentro del contexto de la declaración o enunciación a la
contraparte. Así pues, el derecho fue
lo que determinó la diferencia entre un estado de paz y bellum, ocultando
el estado de fuerra y este derecho al final de cuenta lo que hizo fue recoger
una practica antigua y común en una espacio que se rigió bajo los dictámenes de
Roma. Esta afirmación obedece a que en el artículo XVII (4) de dicho acuerdo se
contempló que “… aquel que contraviniere esta paz pública, incurrirá ipso jure
& facto‘ en la pena impuesta a los infractores de la paz y se demandará
contra él la restitución y cumplimiento …” y el parágrafo (6) agregaba que “…
si en espacio de tres años no se terminare la diferencia … estarán obligados a
tomar las armas … para repeler la injuria … después de haber sido informado el
agraviado de no haber seguido las vías de amistad y justicia …”.
Con este hecho se creo las
condiciones de posibilidad de considerar la paz como un momento de
la guerra, es decir, la paz era el momento de preparación para la guerra como
lo denunciaría más tarde Kant en la Paz
Perpetua y Clausewitz para delimitar su obra vom Kriege. Hobbes al efecto fue más radical al indicar que `warre´
no sólo consistía en el acto de luchar, sino que era un periodo en que la
voluntad de confrontación violenta era suficientemente declarada. Todo otro
tiempo era tiempo de paz. A este punto se puede entender ahora porque distingo las
palabras ‘guerra’ de ‘bellum’: la
guerra fue un estado permanente y bellum
es un duelo entre individuos o entre comunidades políticas realizado por un
acuerdo. Es decir, con el decaimiento del latín como lenguaje universal se fue
produciendo un solapamiento de significados donde se ocultó un significado (estado
de guerra) que nos permite ahora entender cómo habíamos vivido en paz con misiles
balísticos estratégicos apuntándose de hemisferio a hemisferio por bastante
tiempo para decirlo de una manera gráfica.
Creo que es suficiente aquí con indicar que el
orden dictado por la Paz de Westfalia se extendió a todo el mundo. La
Conferencia de Viena del año 1815 y la conferencia de Berlín de 1885 pueden ser
vistas como mecanismos de ajuste sistémico para mantener la paz vista como
ausencia de bellum entre sus miembros
aunque ello no significase la paz para los que no eran miembros. Veamos ahora
cómo evolucionó el concepto de paz teniendo como fundamento el orden
westfaliano.
La paz
westfaliana.
El esfuerzo más serio de erradicar la guerra
antes de 1815 lo haría Kant en su obra La
Paz Perpetua, una obra que estuvo muy presente en la mente de los autores
que promovieron el mecanismo de la Sociedad de las Naciones en el año 1919
después de la Primera Guerra Mundial. En la Paz
Perpetua Kant expresaría que
“La naturaleza
humana en ninguna parte aparece menos digna de ser amada que en las relaciones
mutuas de pueblos enteros. No hay un Estado que esté un instante seguro
respecto a otro, en cuanto a su independencia o su propiedad. La voluntad de
someterse o de disminuirse recíprocamente es constante; y el armamento
defensivo, que a menudo hace que la paz sea más opresiva todavía y más ruinosa
para la prosperidad interior que la guerra misma, jamás puede disminuir. Contra
esto no hay otro medio posible que (por analogía con el derecho civil o
político de los particulares) un derecho internacional fundado en leyes
públicas apoyadas por la fuerza, a las que cada Estado tendría que someterse;
-pues una paz universal duradera por medio de lo que se llama equilibrio de
las fuerzas en Europa es como la casa de Swift, que había sido construida
por un arquitecto tan perfectamente según todas las leyes del equilibrio que se
vino abajo cuando un gorrión se posó en ella: es una mera quimera”.
Como se puede
observar, Kant pensó la paz a partir de la relación entre Estados. Dentro del
Estado, su apuesta fue una estructura moral basada en el imperativo categórico que
estaba apoyada por dos vías: la religión racional y la fe en la ilustración. Kant
realizó ese opúsculo la Paz Perpetua que
sería complementado posteriormente en su Metafísica
de las Costumbres luego que Europa se hubiese sumergido en las guerras de
la revolución francesa y del imperio. La revolución francesa con el cambio, o
mejor dicho con la reafirmación del paradigma suareciano de la soberanía popular
que en la época ilustrada lo reedito Rousseau, inauguró lo que podríamos llamar
la democratización de la guerra y/o de la paz desde el mismo momento que ‘los
ciudadanos’ fueron los que teóricamente podían decidir la invocación y la
asunción de cada estado (paz o guerra). En todo caso, entendidas así las
cosas, la paz en ese entonces fue una abstracción. La `paz‘ fue un momentum de la guerra, de no-bellum, pero con miras ab bello. El concepto de `paz´ se
mantuvo asociado a la idea romana de un acuerdo, por lo que se puede afirmar
que los conceptos de `guerra´ y `paz´ no eran contrarios ni contradictorios,
más los conceptos de `bellum´ y `paz´
si eran contrarios. En todos esos momentos, los individuos podían desplegar sus
facultades para la felicidad, el bienestar y el sosiego (eirene) en función de sus necesidades.
Clausewitz buscó
con su obra que bellum volviese a ser
como era antes de la revolución francesa. Pero dos cosas acaecieron que
hicieron imposibles este esfuerzo: en primer lugar, la irradiación de las
guerras revolucionarias europeas en los procesos independentistas
hispanoamericanos y su reculada posterior en los movimientos independentistas y
nacionalistas europeos y, en segundo lugar, la revolución industrial que estaba
acaeciendo en ese período. Ambos procesos hicieron inviable el concepto de paz
como ausencia de bellum y sumergieron
a la humanidad en un estado de guerra permanente en su acepción antigua de una
forma tal que P. Proudhom en Guerra y Paz
expresó que la paz obtenida por la espada no era más que una tregua y L Tolstoi
nos mostrara la verdadera dimensión del sufrimiento de la gente y el valor de
la tranquilidad espiritual en Guerra y
Paz. La causa de esta afirmación obedeció a que Carlos Marx y
posteriormente él junto con Engels entendieran la `paz‘ como más
asociada con el significado original de la expresión `eirene´, pero el camino
que concibieron para alcanzar esa paz-eirene estuvo condicionado por las
interpretaciones que hicieron de la obra de Clausewitz, en especial, el capítulo
referido al pueblo en armas[7]. Esto
nos llevó al proceso que condujo al fin del orden westfaliano y al inicio de un
nuevo estado de guerra cuyo inicio se ubica en la revolución rusa y el Tratado
de Paz de Versalles en el año 1919 y padecemos hoy en día[8].
Como se sabe, la Primera Guerra Mundial terminó con procesos revolucionarios
en Rusia y las potencias centrales. El estado de guerra que se produjo después
hizo que la Segunda Guerra Mundial fuese bellum
entre los grandes beligerantes a pesar de la iniciativa Briand-Kellogg de 1928 y
stasis para el resto de los países.
Este hecho posteriormente hizo que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fuese una estructura hecha para suprimir los
conflictos entre Estados. De hecho, la paz no está definida en su Carta
constitutiva sino en sentido negativo, como la ausencia de amenazas y de
guerra. Es decir, los propósitos de las Naciones Unidas en su artículo 1º son:
“Mantener la paz y la seguridad…, y con tal fin: tomar medidas… eficaces para
prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u
otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de
conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el
ajuste o arreglo de controversias o situaciones… susceptibles de conducir a
quebrantamientos de la paz…”. El Artículo 2 expresa que para la realización de
los Propósitos consignados en el Artículo anterior, se procederá de acuerdo con
los siguientes Principios: “… se arreglarán sus controversias por medios
pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad…
ni la justicia” y los Estados “se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso
de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de
cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos” de
la organización. De igual forma, en su Artículo 23, expresa la composición del
Consejo de Seguridad y el Artículo 24 establece que “A fin de asegurar acción
rápida y eficaz…, sus Miembros confieren al Consejo de Seguridad la
responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales, y
reconocen que el Consejo de Seguridad actúa a nombre de ellos al desempeñar las
funciones que le impone aquella responsabilidad”, y en el desempeño de dichas
funciones, el Consejo de Seguridad procederá de acuerdo con los Propósitos y Principios
de la ONU.
Sin embargo, el
Articulo 51 estableció que “Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho
inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado
contra un Miembro de las Naciones Unidas, hasta tanto que el Consejo de
Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la
seguridad internacionales”.
La legítima
defensa indicada en esta carta es lo que nos dice que la paz que vivimos es un
estado de guerra tal como nos lo indicó Hobbes. Esto no quiere decir que desde
el mismo seno de la organización hayan surgido iniciativas para la paz, pero
esta paz sigue vista como ausencia de guerra. Una iniciativa en este sentido la
constituye la denominada como Paz
sostenible concebida por Boutros Boutros-Ghali en 1992.
Este concepto en
su acepción más común tiene que ver con las acciones para identificar y apoyar
estructuras que tiendan a fortalecer y solidificar la paz, y evitar que una
sociedad recaiga en un conflicto, pero ello supone la desaparición del estado
de guerra a pesar de considerar, entre otros, el problema del desarrollo y la
protección de los derechos humanos. Al focalizar este concepto de Paz sostenible en “una sociedad” para
que no “recaiga en un conflicto” se está reconociendo que la estructura de la ONU
concebida para evitar bellum entre
Estados mantiene el estado de guerra en un contexto en que esta ha cambiado su naturaleza
y, más aun, bellum se ha presentado
como conflictos civiles internos donde eirene
(griega) o la tranquilidad (cristiana medieval) no existe si entendemos estas
como condición de posibilidad para la felicidad. Con ello podemos decir que la
palabra ‘paz’ ocultó, al menos desde que se hizo la obra Paz Perpetua, el ‘estado de guerra’ y, hoy en día, como el estado
de guerra ha mutado su naturaleza ha hecho imposible que exista eirene o tranquilidad a pesar de que, en algunos casos, como la tiranía en Venezuela
pretendan ‘defender la paz’ como una manera de ocultar el estado de guerra.
En todo este
periplou nos ha faltado incluir algo que observe la paz como condición de
posibilidad para la felicidad. Pero, como hemos visto, esta condición de
posibilidad no se puede disociar de la política y de las normas que la
posibilitan. Al efecto, el papa Benedicto XVI consideró que la utilidad hace la
paz, y está junto con el derecho y el justicia deben estar unidos entre sí como
un principio válido para todas las personas y todos los tiempos indiferentemente
de condición, raza o credo, es decir, debe ser un compromiso donde una forma de
derecho que sea aceptado por todos garantice la justicia como camino a la
felicidad y la trascendencia[9].
Como se puede observar, el Papa Emérito apostó por la justicia, pero esta
justicia no tiene apellido porque busca ser universal con lo cual creemos que en
esta justicia y en el deseo de establecer otra con apellido es que se evidencia
la naturaleza del estado de guerra actual y su alcance global.
Teniendo todo
lo antes expresado podría decir, a pesar de la dificultad, que paz, más allá de
la relación entre comunidades políticas, es la condición de posibilidad de la
felicidad desde una perspectiva utilitaria y depende de un derecho y de una
justicia que sea aceptada por todos. Desde esta perspectiva podemos afirmar que
podemos estar de paz de espíritu y en
estado de guerra frente a la
injusticia y de todo aquello que impida que podamos alcanzar la tranquilidad y
la felicidad.
Corolario.
En este periplou que hemos realizado desde el Código de Manú y el Código de Hammurabi hasta el presente nos encontramos que la
palabra ‘paz’ ha estado asociada con las palabras tranquilidad del espíritu,
justicia, derecho, tratados, etc., sin embargo, en otras civilizaciones que
viven actualmente en condiciones que podríamos decir anteriores a las del rey
Hammurabi, es decir, los yãnomãmi denotaban ‘guerra’
con la palabra nini tihetimapou, es decir, un estado permanente porque para
ellos es vital impedir que surja un orden opresivo que ponga fin al cosmos
existente[10]. Teniendo
esto presente creo que para nosotros en el día de hoy es importante considerar
la ‘guerra’ como un estado permanente que no excluye la tranquilidad e eirene
y que en este estado, el riesgo de bellum está siempre latente por lo
que es un imperativo prepararse para ello.
[1]
Ver al respecto: “DE LA GUERRA Y LA PAZ: UNA PERSPECTIVA HERMENÉUTICA” en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2016/08/de-la-guerra-y-la-paz-una-perspectiva.html
[2] Sobre
este tema ver al respecto: GARCIA MELERO, J. (2000). Educación
para la Paz. El 2000, Año Internacional de la Cultura de la Paz. UNED. Editorial
Tagus. 200 p
[3] Ver
al respecto: Rosales, A. (1971 [2018]). Dynamis
y Energeia en Aristóteles. Caracas. Editorial Apuntes Filosóficos. 126 p
[4]
Catedra de Filosofía de la Praxis. Caracas. UCV-FHE.
[5]
Ver al respecto: LA SEGURIDAD DE LA NACIÓN DESDE UNA RE-LECTURA DEL PENSAMIENTO
DE NICOLÁS DE CUSA en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2015/11/nicolas-de-cusa-un-ejemplo-para-pensar.html
[6]
Ver al respecto: IBN JALDÚN Y EL IMPACTO POLÍTICO DE LAS MIGRACIONES: DE
MACHIAVELLI A DELEUZE Y GUATTARI. Reflexiones acerca de los procesos
migratorios vistos como armas de destrucción de alcance global en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2018/12/ibn-jaldun-y-el-impacto-politico-de-las.html
[7] Ver
al respecto: CLAUSEWITZ: EL PUEBLO EN ARMAS (Volksbewaffnung) en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2014/08/el-pueblo-en-armas-el-pueblo-en-armas.html
[8]
Ver al respecto: La Anaciclosis en Venezuela y la crisis del orden westfaliano
en https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2020/06/anaciclosis-en-venezuela-y-la-crisis.html
[9] Ver al respecto: Benedicto XVI (2005). Deus Caritas Est. Ciudad del Vaticano:
Editrice Vaticana
[10]
Ver al respecto: Blanco, E.
(2016). Ontología de la Guerra. Crítica a
los conceptos de Guerra y Resistencia en las obras de Hardt y Negri. Caracas.
Ediciones Rivero-Blanco. 476 p.
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